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Angus Black

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Mensajes publicados por Angus Black

  1. Entre empujones y golpes de hombro, el Black se fue abriendo camino entre la muchedumbre snob del Capitolio, hasta llegar a aquella tienda ostentosa dónde podría adquirir lo necesario para Amber. Sin más, se adentró en aquel negocio que nada tenía que ver con los mercados a cielo abierto que se daban en los Distritos, dónde había días que siquiera abrían los stands, por falta de mercadería.

     

    Dirigió una mirada de desagrado hacia aquellas pantallas táctiles tan modernas y todas las máquinas de procedencia muggle que habían opacado a la magia, y que sobretodo generaban una sensación de vagancia cada vez mayor. Refunfuñando, se acercó a aquella que mostraba la imagen de aperitivos bastante apetitosos, y dejó caer la cantidad exacta de monedas de oro para que la comida se materializara. Repitió el acto con una cantimplora rellena de agua, y luego se dirigió hasta dónde figuraba una daga plateada de muy buena calidad...no lo dudó, podía ser de mucha utilidad.

     

    Estaba por retirarse, cuando vio aquella bolsa de dormir, y por un momento se apiadó de su protegida. Probablemente pasaría bastantes noches desamparada y con un clima gélido. La crueldad de los que manejaban la Arena no tenía límites, él lo había vivido en carne propia. Dejó caer las monedas exigidas y retiró la cálida bolsa, para finalmente retirarse. Camino a la puerta, dejó caer el cuchillo y casi se rebana un dedo. Suspiró, y volvió sobre sus pasos.

     

    Apretó la pantalla de aquella mochila que parecía bastante cómoda, y soltó las monedas necesarias con cierta indecisión. Pero probablemente era lo mejor para Amber, quien no tenía la fuerza de otros, para cargar a mano limpia con todo. Ahora sí, guardó todo en el equipaje, y se largó de allí cuando un par de señoritas compraban lo necesario para preparar una Amortentia.

     

    Nick con Enlace a tu inventario: Inventario de Amber y Angus.

    Elemento a comprar o vender: Comida.

    Cantidad: 1.

    Monedas de Oro totales: 200.

     

    Nick con Enlace a tu inventario: Inventario de Amber y Angus.

    Elemento a comprar o vender: Agua.

    Cantidad: 1.

    Monedas de Oro totales: 200.

     

    Nick con Enlace a tu inventario: Inventario de Amber y Angus.

    Elemento a comprar o vender: Mochila.

    Cantidad: 1.

    Monedas de Oro totales: 200.

     

    Nick con Enlace a tu inventario: Inventario de Amber y Angus.

    Elemento a comprar o vender: Saco de dormir.

    Cantidad: 1.

    Monedas de Oro totales: 200.

     

    Nick con Enlace a tu inventario: Inventario de Amber y Angus.

    Elemento a comprar o vender: Cuchillo.

    Cantidad: 1.

    Monedas de Oro totales: 500.

  2. Hola gente!

     

    Vengo a felicitarnos :rolleyes: por el Desfile, en el cual quedamos segundos! Y no por votos ni amiguismo, sino por calidad rolística pura B)

    Ahora encima, contamos con 1000 monedas más para proveer a nuestra querida Amber con provisiones y objetos claves en la Arena. De hecho, ahora mismo voy a postear las compras (que nos quedamos sin shampoo (?) xD)

     

    Bienvenidos a Lucrezia (Nico :|) y a Bastian! Gracias por unirse a la resistencia! Si alguno sabe algo de diseño (léase: Photoshop) o al menos hacer un par de blinkies, que avise. Nunca viene mal una mano extra :perv: (???)

     

    En fin, sólo éso por ahora...un saludo a todos!

  3. Nick Tributo: Amber Black | Nick Mentor: Angus Black

    Edad Tributo: Mediana edad (Amber) - 23 años (Juliana) | Edad Mentor: 22 años (Angus) - 22 años (Mateo)

    Lugar de nacimiento Tributo: Gran Bretaña (Amber) - Buenos Aires, Argentina (Juliana) | Lugar de nacimiento Mentor: Grecia (Angus) - Córdoba, Argentina (Mateo)

    Motivo por el que participan: Por diversión, y ambición de coronarse en esta novedosa competencia. En cuanto a mí...por extorsión pura (?) perv2.gif

    Relación entre ambos fuera de LJDH o causa que los llevó a estar relacionados como tributo-mentor: Rolísticamente, sólo el apellido y el amor por el Quidditch. En la vida real perv.gif (?) somos amigos y no podía dejarla sola en un camino tan peligroso (?)

    Breve reseña de la temática del grupo de apoyo y motivo de la misma: La idea principal es revolucionaria, una iniciativa anti-Capitolio participando como protesta y derrocar el poder tiránico que gobierna el mundo mágico. El diseño se basa en imágenes de soldados de la anarquía, liderados por el Capitán Rocamora, que intentan devolverle a Ottery aquel esplendor de años antes, cansados de vivir oprimidos por este nuevo Capitolio.

    ¿Algo que añadir? "Si luchamos separados, seremos vencidos juntos"

     

    http://i713.photobucket.com/albums/ww131/animaga/tele.gif

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  4. - Digamos que estoy devolviendo un viejo favor... - Contestó a la pregunta de Felicity, intrigada por su iniciativa de ser mentor. - Hice lo que tenía que hacer...¿cierto? - Musitó, volviendo la mirada vacía hacia sus zafiros, buscando complicidad en aquellos bellos ojos.

     

    Ambos sabían sus motivos para estar allí mismo, observando desde las alturas a los tributos recorrer el campo de Quidditch como si se tratara de una subasta de esclavos. Claramente no era la preferencia de ninguno, pero tenían que aparentar comodidad, y sobretodo seguir el juego lo necesario para cumplir sus objetivos. Se erizó apenas al sentir el tacto tierno de la mano de la Weasley con sus esqueléticos dedos, aferrándose...sin que fuera necesario decir nada para que entendiera.

     

    Vio de reojo a una personalidad importante del Capitolio, que al parecer era el ocupante original del asiento en el que ahora reposaba Angus. Felicity se había encargado de despacharlo, con una actitud típica de aquella zona, en un cambio rotundo de su semblante. El Black se habría sorprendido de aquella actuación, pero sabía bien que no era más que éso, un papel que debía llevar.

     

    Su gris mirada volvió a posarse en aquel carruaje con forma de Snitch, ideado por él, pensando en lo ideal del escenario y tanto su vida como la de Amber fuertemente ligadas al noble deporte de los magos. El brillo de la dorada pelota gigante, fulminaba las gradas, y luego la pelirroja hacía uso de sus encantos sonriendo y mostrando su atrevido atuendo con la simbología típica de un anarquista. Aplaudió con suficiencia, conectando por un momento con ella a lo lejos, intentando hacerle saber que lo estaba haciendo realmente bien.

     

    - ¡Sí! ¡Amber 10, Capitolio 0! - Exclamó con una falsa alegría, incitando a sus alrededores y palmeando en la espalda a un hombre raquítico con lentes que por poco no cae al vacío por el golpe, cuando la Black lanzó una bludger por entremedio del aro más alto del Estadio.

     

    Dedicó una sonrisa malvada a los peces gordos que le dirigían expresiones de reproche e indignación. Haciendo caso omiso a los murmullos, se volvió hacia Fee, guiñándole un ojo y extendiendo su mano para señalar a su protegida, orgulloso de la presentación que habían elaborado...esperando que ella también supiera apreciarlo. Después de todo, no distinguió a nadie que supiera destacarse por encima del resto. La originalidad no estaba en el menú, al parecer, y rió con crueldad al ver a una mujer francesa ridícula, llamada Tara.

     

    - Tengo que irme, Amber debe estar por desmayarse... - Explicó, aunque sentía que en cualquier momento un par de Agentes de la Paz lo retirarían a la fuerza de allí. - Además, no sería bueno para tu reputación, que te vean con un mentor cuando su tributo gane. - Se formó una media sonrisa pícara en su rostro, mientras se incorporaba y le besaba su cálida mano con sus fríos labios.

     

    - Controla esas mejillas coloradas, recuerda que eres una cortesana del Capitolio, guapa. - Le dijo al oído con tono burlón, al tiempo que simulaba limpiar su cinta rojiza en su brazo, generando más enfado por parte de los capitalinos que lo rodeaban. - Nos veremos de vuelta antes que te des cuenta. - Alcanzó a sisear, en respuesta a la mirada suplicante que le dirigió Felicity al verlo partir.

     

    Bajó de las gradas y se dirigió hasta el final del recorrido, a la espera de que los tributos terminaran su camino, y con una gran botella de Whisky de fuego para festejar con Amber...o al menos para que se relaje y no hiperventilara.

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  5. Los ojos grisáceos y vacíos del Black estaban fijos en las agujas del reloj de pared a su derecha, siguiendo sus movimientos sin pestañear. Faltaba cada vez menos, y los nervios se trasmitían en el movimiento incesante de sus pies, aunque el resto de su cuerpo transmitía una inmensa relajación. Reposado sobre un sillón carmesí, disfrutaba de un puro cubano, exhalando el humo en formas algo tenebrosas sin poder evitar pensar en los acontecimientos que vendrían.

     

    Un sinfin de personas se atareaban para llegar hasta la figura femenina del medio, yendo y viniendo, discutiendo entre sí y probando incontables colores de maquillaje y efectos en la textura de la vestimenta. Angus sólo lograba observar algunos mechones rojizos de Amber, atrapada en aquella red de estilistas, que trabajan con la precisión de un cirujano. El licántropo observó a su lado, y vio colgado el traje que debería llevar, haciendo juego con su protegida.

     

    Un conjunto oscuro, con cortes muy definidos en los puños, decorados por un par de gemelos dorados. El pantalón y el saco de color azabache, con algunas finísimas y casi imperceptibles rayas grises, enmarcando un chaleco escarlata que resaltaba a lo lejos. Quizás habría usado algo así en la vida diaria, de no ser por los detalles excesivos a su gusto: una corbata de tipo plastrón blanca, y una cinta rojo sangre en su antebrazo izquierdo, marca original de su grupo de apoyo.

     

    Los estilistas ya habían menguado su actividad, y simplemente parecían dedicarse a apreciar su trabajo. Apenas se estaba incorporando, cuando un 'avox' se acercó presuroso ofreciéndole su ayuda. Bastó sólo una mirada fulminante para que el sirviente se alejara cual araña del fuego. Peinó sus cabellos plateados hacia atrás sin demasiada prolijidad, y se abrió camino entre la muchedumbre.

     

    Incluso para una leyenda del Quidditch como él, aquel atuendo era sorprendente. Aún recordaba su vestuario en su participación como tributo. Pocas veces en su vida se había sentido tan ridículo, y una media sonrisa maliciosa se formó en su rostro al acordarse del enfado de su estilista, cuando en medio del desfile, se quitó todos los detalles estilísticos, para quedar simplemente con unos tiradores y una camisa desaliñada por fuera del pantalón. Finalmente, su capacidad para mantenerse a la sombra de las apuestas, le sirvió para sobrevivir hasta el final, y observar desde el ocaso de un árbol, cómo sus últimos rivales se mataban el uno al otro en un sangriento duelo...probablemente ni recordaran su presencia en la Arena.

     

    Con un gesto de su cabeza, instó a todos a retirarse, para tener un momento a solas con Amber. Por suerte para él, el Black era muy bueno disimulando sus reacciones, y evitaba quedarse mirándola fijo mucho tiempo. Su figura menuda se ajustaba perfecto en aquel vestido de toque rebelde, pero algo faltaba...

     

    - Un toque final. - Siseó al colocarle en su cabellera colorada un prendedor en forma de snitch alada, dándole una sensación de dinamismo. - Listo, ahora eres como un ángel del Quidditch. - Forzó una media sonrisa, intentando apoyarla y que olvide que en unos días estaría sola, evitando la muerte.

     

    Giró sobre sus talones, caminó con paso cansino, tomó su vestimenta desganado y abrió la puerta.

     

    - Estás espléndida...si sobrevives, definitivamente debemos ir por unas copas. - Le dedicó un guiño de ojo con cierta picardía. - ¡Deslúmbralos, princesa! - Exclamó mientras se alejaba por el pasillo. El fanatismo del Quidditch era un adepto infalible...si alguien lo sabía, era él.

     

    ***

    A pesar de algún que otro fanático de la competencia que le pidió un autógrafo, pudo encaminarse hasta las gradas pasando ciertamente desapercibido. Su mirada bría y seca comenzó a recorrer como un abanico analizando las figuras que esperaban alrededor del verde césped del campo de Quidditch. Le costaba bastante no convocar su Flecha Plateada y lanzarse al aire, dando un par de volteretas para que la afición lo vitoree. Hacía demasiado tiempo que esa época había acabado para él, incluso antes de los eventos catastróficos de hacía 7 años ya.

     

    - Permiso para interactuar con la reina... - Un susurro se filtró entre los gritos de la gente, hasta el oído de Felicity, quien observaba algo incómoda la ceremonia.

     

    Sin realmente esperar una invitación, se acomodó a su lado, con cierta desfachatez. Las miradas de reproche de los 'snobs' del Capitolio lo inundaban, a las que respondió ajustando aún más la cinta rojiza que rodeaba su bíceps. Suspiró y le dedicó una mirada cómplice a la Weasley, quien seguro estaba tan sorprendida como él de encontrarse allí, observando al ganado desfilar hacia el matadero.

     

    - ¡Amber Black! - Justo cuando iba a halagar la belleza de la mujer de su lado, aquel nombre resonó en el Estadio, y sus orbes fantasmales se posaron en el inicio de la presentación de su protegida. No pudo evitar esbozar una leve sonrisa de satisfacción al ver la reacción del público.

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  6. http://i713.photobucket.com/albums/ww131/animaga/header-1.png

     

    http://i713.photobucket.com/albums/ww131/animaga/tele.gif

    ¡Bienvenidos a la sede del grupo de apoyo de AMBER BLACK!

    Aquí nos reuniremos para mostrar nuestro fanatismo y devoción (?) por esta increíble mujer, que tiene mucho para dar, y con la ayuda de todos podrá lograr su objetivo en estos Séptimos Juegos del Hambre Mágicos.

     

    Yo soy Angus Black, amigo y mentor de Amber, y junto a ustedes la ayudaremos durante esta dura competencia.

     

    Pasando más que nada al plano sex...digo, a hablar de nuestra ídola: Siempre justa, esta bella mujer de cabellera rojiza, se ofreció voluntariamente como tributo...demostrando una gran valentía. Amber es una mujer muy decidida y ambiciosa. Cuando se propone algo, no deja que nada se interponga en su camino. Y en este caso, es nada más y nada menos que los Séptimos Juegos del Hambre Mágicos. Amber solía ser una mujer de la alta sociedad, de una estirpe muy respetada, siendo parte de las familias Black y Snape...pero todo éso terminó con el catastrófico evento que desencadenó este actual gobierno tiránico del Capitolio.

    Es por éso que aquí está ella para enfrentarse a estos demagogos que sin piedad nos eligen cual ganado para enviarlos al Matadero. Pero Amber tiene algo por lo que luchar (además de su vida :|), y es por una nueva nación, más justa y libre!

    Sabemos que muchos de ustedes se sienten identificados con esta situación, pero probablemente estén algo preocupados y asustados por las posibles represalias del malvado gobierno. Pero ésta es la oportunidad! Jugaremos a su propio juego, y les daremos su merecido.

     

    ¡APOYA A AMBER, LOS ANTI-SISTEMA DEL CAPITOLIO LLEGARON PARA QUEDARSE!

    Miembros del Grupo de Apoyo:

     

    1. Bastian Rowle Stark

    2. Lucrezia di Médici

    3. Darla Potter Black

    4. Carlomagno Malfoy

    5. Ishaya

    Ficha de Amber Black

    Ficha de Angus Black

     

    Les dejo un par de imágenes para que muestren su apoyo hacia nuestra querida Amber!

     

    Avatares:

     

    http://i713.photobucket.com/albums/ww131/animaga/3-3.pnghttp://i713.photobucket.com/albums/ww131/animaga/4-1.pnghttp://i713.photobucket.com/albums/ww131/animaga/6-3.png

     

    Firmas:

     

    http://i713.photobucket.com/albums/ww131/animaga/1-5.pnghttp://i713.photobucket.com/albums/ww131/animaga/2-2.png

     

     

     

    http://i713.photobucket.com/albums/ww131/animaga/5-1.pnghttp://i713.photobucket.com/albums/ww131/animaga/7-2.png

     

     

     

    http://i713.photobucket.com/albums/ww131/animaga/8-2.pnghttp://i713.photobucket.com/albums/ww131/animaga/9-1.png

    http://i713.photobucket.com/albums/ww131/animaga/10-1.png

     

    Desde ya cualquier ayuda será agradecida, y esperamos que se sumen a esta iniciativa digna.

    Los saluda su servidor, Angus Black.

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  7. Vengo con una duda, que realmente no me incumbe...pero tengo hambre y todavía no está listo el almuerzo y con algo me tengo que distraer (?)

     

    O sea que no va a ser genéricamente como LJDH, en el sentido que se matan entre ellos los tributos? Sino que compiten sólo en las pruebas, y después se trata de sobrevivir? No compro el hacha entonces (?)

     

    Y una sugerencia...si pudieran contextualizar más el rol, el trasfondo (los Juegos anteriores, las autoridades, personajes claves, ubicaciones, cosas así...) para que sea más lógico, y abra más posibilidades :3

     

    EDITO:

     

    Un par de cosas más...

    1° El grupo de apoyo lo elige el mentor? O ellos solos se postulan? El tópic lo abren uds o el mentor, o ellos?

    2° El "dinero" disponible para comprar los objetos y pociones, sólo puede salir de ésos 3000 galeones iniciales y lo que recaudemos con los votos positivos cuando pidamos? No se puede comprar con el dinero de la bóveda personal del mentor/tributo?

    Desde ya, gracias ;)

  8. Los primeros tímidos rayos de Sol se inmiscuían por las rendijas de la puerta trampa que daba acceso a aquella especie de madriguera decorada. Un tocadiscos dañado parecía haberse quedado estancado, repitiéndose seguidamente un chirrido que alteraría a cualquiera. Una pequeña fogata se había ahogado con el poco oxígeno que corría en aquel intento de morada, y una rata rostizada yacía entre las cenizas.

     

    Un eructo escapó de la garganta del hombre estirado a lo largo de un sofá rasgado y con probablemente más arañas que el antiguo Bosque Prohibido de Hogwarts. De a poco, sus párpados fueron abriéndose para dar lugar a un par de orbes plateadas, casi transparentes. Sintió la mano derecha mojada, y pudo ver una mancha brillante, a causa de un brebaje ya seco que contenía el vaso dónde su mano había caído mientras dormitaba.

     

    Unos renuentes golpecitos, cómo si de un par de gotas de lluvia se tratara, sonaron contra la "entrada". Entre murmullos y maldiciones gruñidas, se incorporó, dejando escapar un par de carraspeos como consecuencia de una terrible tos que lo había estado azotando por semanas. Tomó del mango, una daga clavada a la tabla que solía usar como plato, y en la otra materializó su varita blanquecina.

     

    Examinó por un momento, a través del pequeño espacio entre la tierra y la madera de la puerta, buscando alguna figura o al menos una sombra. Nada. Despreocupado, abrió de par en par la madera, y siquiera pudieron sus ojos fantasmales enfrentarse al Sol, atacados por un par de picotazos.

     

    - ***... - Bramó al tiempo que con un golpe de revés, estampaba aquel bulto blanco contra una de las paredes rocosas. - Menuda criatura... - Pero su voz fue apagándose al notar que se trataba de una lechuga, y una que creyó reconocer, y por lo tanto a su remitente.

     

    Se trataba de Laura, la mensajera de Lysander Lestrange, o al menos así se hacía llamar ahora, según la carta que el pajarraco herido le entregó de mala gana. Angus no solía tener muchos amigos, y siquiera mantener contacto con aquellos pocos que consideraba cercanos, pero al parecer la condenada ave había logrado hallarlo allí, en el medio de la nada misma.

     

    Al parecer en Ottery era la época de la afamada "Cosecha", dónde el Capitolio juntaba a los magos como ganados, y elegía la cena de las siguientes semanas, o cómo ellos lo llamaban: Los Juegos del Hambre. El Black nunca había sido llamado ni se había preocupado por enterarse, puesto que al carecer de familia y de domicilio fijo, era imposible fijarlo dentro de algún Distrito...siquiera comprobar su existencia.

     

    No le sorprendió ver que Lysander pensaba anotarse voluntariamente. Siempre lo había caracterizado aquella irracionalidad por el peligro, incluso cuando ambos sufrían las transformaciones a Luna llena, era aquel que quería salir "a divertirse". Pero al parecer le preocupaba el futuro de su amada Amber, quién según había escuchado su colega, también planeaba ofrecerse. Al llegar al final del comunicado, el joven acomodó sus cabellos plateados hacia detrás, dejando entrever su cicatriz en el rostro, y suspiró.

     

    Tomó unos pantalones oscuros, sujetados por tirantes, y se colocó un par de zapatos de cuero que parecían guardados para alguna extraña ocasión. Abotonó su camisa blanca algo manchada, la cual intentó limpiar con su pañuelo aún más desteñido, y se colocó sin demasiado cuidado, un chaleco esmeralda y una capa color azabache. Sin más, metió su cigarrera, el cuchillo, un par de monedas de oro que encontró desparramadas, y pateó la puerta trampa para abrirse paso al bosque.

     

    Silbó fuertemente, y esperó, mientras ayudaba a Laura a tomar vuelo nuevamente, sin hacer caso a la mirada fulminante que le propinó. De pronto un par de árboles temblaron, y amenazaron con derrumbarse, cuando el Sol dejó de abarcar la zona, bloqueado por la figura de un dragón de un color cobrizo que aterrizó sin disminuir la velocidad. Angus ni se inmutó y lo montó con un pequeño salto, cómo quien sube un escalón y se sienta a ver una obra de teatro. Palmeó la parte posterior de la cabeza de Sonic, y el animal emprendió vuelo a una velocidad impresionante.

     

    ***

    Al acercarse a Ottery, de pronto Sonic casi pierde el equilibrio, al esquivar por poco una figura de un tamaño nada despreciable que pasó por encima de ellos. Otro dragón, claramente gigantesco al lado del 'pequeño' Vipertooth Peruano del Black. Pero tiraba de un carruaje, que a juzgar por la ostentosa decoración, pertenecía a ciudadanos del Capitolio.

     

    Aterrizaron algo alejados del lugar dónde la muchedumbre se acumulaba ordenadamente, y Sonic se escondió entre algunos arbustos, dándose un festín con una escuálida cabra que había sobrevivido increíblemente a los habitantes hambrientos de Ottery. Caminó sin apuros, hasta fusionarse con la gente nerviosa y exaltada por el acontecimiento venidero.

     

    Buscó a Lysander pero era casi imposible distinguir un rostro en aquella multitud. Giró su mirada fría y vacía hacia el escenario, dónde una mujer y un hombre, que le resultaban conocidos, explicaban las reglas e incitaban con poca sutilidad a que se anotaran. A los empujones, se abrió paso hasta los escalones dónde se accedía a aquel libro, dónde muchos firmaban su muerte certificada.

     

    Esperó apoyado en un pilar, hasta el momento oportuno. Finalmente, la melena colorada de Amber comenzó a destacar entre los pobres condenados, y el Black se irguió, listo. Cuando la mujer subió y tomó la pluma, Angus se adelantó a una mujer que probablemente intentaba salvar a su familia (porque no parecía ni cerca de estar lista para batallar a muerte) y se colocó detrás de la Black.

     

    - ¿Intentas convencerte? - Inquirió en un susurro, con una media sonrisa divertida, mientras por un lado se estiraba y grababa su nombre con una elegante firma. La mujer se volvió hacia él, y él le guiñó un ojo con aire cómplice, cómo si anunciara que se divertirían...aunque era más probable que los Monstrose Magpies jugaran limpio, a que aquello fuera algo digno de disfrutar.

     

    Angus Black

     

    *************************

    Nick e ID en HL.org: Angus Black [iD: 36283]

    Número de Bóveda: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78450

    ¿A qué tributo apoyas?: Amber Black

    Disponibilidad Horaria: Lunes a Domingos a partir de las 13 hrs.

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  9. Por poco las esqueléticas manos del Black no rompieron la puerta metálica del elevador, al abrirse camino hacia el piso dónde solía trabajar. Últimamente la Oficina del Ministro había tenido bastante trabajo, demasiado para su gusto, debido a la ausencia de Crazy y su séquito del Wizengamot. Incluso un molesto corresponsal del Profeta había osado interceptarlo en el Atrio, buscando alguna declaración del Fiscal.

     

    Angus no tenía buena pinta, llevaba su túnica oscura en mano, vistiendo sólo una camisa de lino desabotonada casi hasta la mitad que dejaba a la vista parte de su pálido pecho, acompañada de unos tirantes, uno de ellos suelto y caído hacia un lado. Su cabello plateado caía en cascada sobre su rostro sudado, y sus ojos grises estaban más apagados de lo normal, dando la sensación de carecer de vida. Definitivamente no era una vista agradable, quedando confirmado al pasar al lado de un par de señoras en la sala de espera, que al pasar le miraron cómo si la misma Parca hubiera pasado frente a ellas.

     

    La recepcionista posaba su cabeza en una de sus manos, con el rostro aburrido y monótono. Sin embargo, al notar la presencia del Black, revoloteó nerviosa y una mirada llena de terror la infundó. Tiesa, hizo contacto con las orbes fantasmales de él, y sin decir nada señaló con su dedo arrugado hacia el despacho de su empleada, cómo si quisiera notificarle algo. Angus soltó un gruñido por lo bajo, que si no hubieran notado que movía sus labios pálidos, perfectamente podría haber parecido que provenía de alguna bestia en la oscuridad.

     

    Lanzó su túnica abultada hacia el mostrador, con desdén, y giró sobre sus talones sin detenerse hasta la oficina de Lunática. Echó su cabellera hacia atrás, y secó el sudor de su frente, al notar las miradas de todos los presentes en el pasillo, aún sobre él y su aspecto. Giró la perilla y abrió la puerta sin solicitar permiso alguno.

     

    - Supongo que tienes algo para mí, si has osado volver. - Carraspeó, llamando la atención de su subordinada, que al parecer tenía visitas, aunque no alcanzó a distinguir la identidad de la muchacha. - No me hagas perder el tiempo, querida. - Sus palabras eran educadas, pero su tono claramente no invitaba a simpatizar.

  10. - Sí... puede que tenga otros planes - Respondió la Black, volviéndose hacia él. - Pero puede que a ti no te gusten esos planes - Añadió mostrando una sonrisa pícara. - No obstante, si trabajo de Oficina quieres... es lo que te daré - Dijo retomando un tono serio. - ¿En qué has estado últimamente? ¿Alguna denuncia interesante? - Preguntó su jefa.

     

    Estaba por largar un sinnúmero de comentarios críticos sobre su burdo trabajo de oficina, sin actividad emocionante ni casos interesantes a los cuales avocarse, cuándo sintió el calor de la piel de Evarela en contacto con su frío semblante. La mujer parecía asombrada en su cicatriz, que surcaba su rostro desde su ojo izquierdo hasta el labio superior. Cerró sus ojos, y soltó una especie de gruñido casi inaudible.

     

    Aquella cicatriz significaba tanto para él, y sentir el tacto en ella, era cómo recordar nuevamente el momento en que le quedó marcada. Una fuerza instintiva lo recorría y encendía sus nervios, instándolo a atacar. Afortunadamente, un golpe en la puerta hizo reaccionar a Eva, quién se alejó y fue a recibir al interruptor, que resultó ser una de sus empleadas. El Black suspiró, en una mezcla de alivio y resignación, esperando no tener que despedirla por inoperante.

     

    Siquiera la saludó, se plantó a la par de Evarela, y miró con desprecio a Lunática, cómo si se tratara de un insecto. Su mirada fría y fantasmal la recorrió, para terminar comprobando que no llevaba consigo nada que pudiera suponerse los informes que le había encargado.

     

    - Si no has hecho lo que te pedí, ni intentes en excusarte. - Musitó, fulminándola con la mirada. - No vuelvas hasta tener las denuncias que te pedí, así tengas que ir a reclamárselas al mismísimo Ministro. - Ordenó, sin darle tiempo a la muchacha de responder.

     

    Sus grisáceas orbes se desplazaron hacia el pasillo, y pudo notar la presencia de su otra empleada, Andrómeda, sentada en la sala de espera. Negó con la cabeza, su expresión de temor revelaba que probablemente no tuviera nada positivo para comunicarle al Fiscal, lo que lo exasperó.

     

    - Y comunícale a tu compañera lo mismo. - Le indicó a Lunática, señalándole a la Ryddleturn, al final del pasillo. - O si prefiere, que me espere en mi despacho...aunque todos sabemos que nadie preferiría éso. - Sus palabras se arrastraban, y una expresión terrorífica se configuraba en el semblante del Black, más intimidante que nunca.

     

    - Éso sería todo. - Finalizó, sin dejarla hablar siquiera. - No vuelvan a interrupirme sin fundamento. -

     

    Cerró la puerta en las narices. Aún dando la espalda a Evarela, tomó aire y lo exhaló en un largo suspiro, intentando relajarse antes que empezara a degollar gente. Sus músculos se tensionaron, en un intento por retener la furia contenida en él. - ¿Dónde demonios está Beltis? - Pensó, hastiado de tener que lidiar con gente incompetente. Sin más, adoptó una expresión superada y desinteresada, girando sobre sus talones para volver a estar cara a cara con su jefa, ésta vez tan cerca que podía sentir su perfume penetrar sus sentidos.

  11. Evarela le arrebató la copa de sus esqueléticos dedos, y dio un breve trago al líquido oscuro, para comprobar su esencia. Pero las orbes grises de Angus se fijaron en sus labios carmesí, empapados de aquella bebida desconocida. Podía sentir su leve respiración cercana, y un dejo de impulso animal de saltar sobre aquellas carnosas facciones, sediento. Nunca se había fijado mucho en su jefa, justamente por su posición en la oficina, aunque le encantaban las mujeres serias y agresivas.

     

    - Pensé que sabría más sobre alcohol. - Finalmente dijo la Black, devolviendo la copa al Fiscal. - Whisky de fuego, negro. Quédate con la botella, te la descontaré del sueldo. - Comentó, sin más.

     

    - Interesante. - Percibió el aroma del whisky y bebió un poco más. - Hablando de mi sueldo... - Giró sobre sus talones y depositó el recipiente en una mesa. - ...quiero ganármelo, a base de trabajo, claro. - Explicó mientras la rodeaba a paso lento, examinando distraídamente el despacho. - ¿Tienes algo para mí? - Inquirió, apoyándose sobre el escritorio, a un costado de ella.

     

    Estaba bastante hastiado de la monotonía de su oficina, los papeleos cotidianos y demás trámites de pura burocracia. Buscaba comenzar a hacer justicia, ya que veía varios aspectos manchados de corrupción en el mundo mágico, y más que nada en el mismo Ministerio.

     

    Su licantropía comenzaba a jugarle una mala pasada, intentando desatar un deseo voraz, enciendo sus entrañas y provocándole tensión que le era difícil de controlar. Suspiró y se incorporó, siguiendo su camino hasta el otro lado del escritorio, hasta aproximarse por detrás a Evarela. Su lengua se paseaba repetidamente por sus pálidos labios, denotando un tic nervioso que padecía en la abstinencia de su condición 'especial'.

     

    - O quizás tengas otros planes... - Le susurró al oído, a la vez que una sonrisa prominentemente malvada se configuraba en su semblante.

  12. Su pierna derecha descansaba sobre la izquierda, realizando un movimiento paulatino plagado de ansiedad. Cruzado de brazos, Angus soltaba largos suspiros, observando cada rincón de la oficina de Evarela. Se preguntaba si quizá podría conseguir algún otro documento confidencial, pero no podía arriesgarse ahora, su jefa podría aparecer en cualquier momento. Pensó en interrogarla, pero la Black no era fácil de roer. - Roer... - Su mente maquinó una imagen muy retorcida, mientras una nueva idea venía a su mente.

     

    - ¿Qué? - La directora de la Oficina se hizo presente con un dejo de mal humor. - ¿Se puede saber qué buscas Black? - Le preguntó mientras se apoyaba en su escritorio, fulminándolo con los ojos.

     

    - Parece que alguien necesita relajarse... - Siseó mientras sus labios se curvaban en una simulada sonrisa malvada. - Me encanta cuando te pones agresiva. - Le dedicó un guiñó de ojo con tono pícaro.

     

    Se irguió y se acomodó la túnica azabache, mientras se acercaba a la mesa de bebidas, en busca de un necesario trago. Tomó sin inhibirse, una jarra que contenía un líquido oscuro, y sin preguntar, lo vertió en una pequeña copa hasta llenarla a la mitad. Revolvió el contenido, y analizó por unos segundos el aspecto del brebaje. Pero sus ojos sin vida, no pudieron evitar desviarse hasta la figura de Evarela, encontrándose con una mirada que denotaba un instinto asesino.

     

    - Pretendía retomar nuestra 'reunión'... - Musitó mientras se aproximaba a ella. - Ha sido algo descortés de tu parte dejarme aquí solo en tu despacho. - Ya a menos de un metro de ella, le propinó un ligero trago al líquido negro, y lo saboreó. - Qué buen cuerpo y sabor... - Dijo mientras se relamía los labios pálidos con su lengua lentamente. - ¿Qué es? - Preguntó, clavando sus orbes grisáceas en las de la jefa, sintiendo la impertinencia de sus actos, que tanto le fascinaba provocar.

     

    ***

    Secretaria de la oficina.

     

    La vieja señora aún sostenía reticios del temblor que recorría su cuerpo, luego de la disimulada pero tenaz reprimenda del Fiscal. Acomodaba sus papeles, y buscaba sin perder el tiempo, las reuniones que debía informarle a sus jefes aquel día. En su mente, miles de escenas se reproducían concatenadamente. Todas con el mismo final: la muerte dolorosa de Angus Black. La pobre anciana nunca deseaba el mal a nadie, pero aquel hombre era un vil jefe, y nunca nadie la trataba así, era casi familia para sus empleadores.

     

    Al pasar, pudo ver a una de las empleadas del señor Black, tocando a la puerta de su despacho. Por lo que pudo escuchar, le daba un informe de una tarea encomendada, probablemente. La mujer negó con la cabeza y decidió ayudarla, no quería que la pobre jovencita pasara por el mismo suplicio que ella. Si mal no recordaba, su nombre era Lunática Lupin Evil Wonka.

     

    - Señorita... - Carraspeó para llamar la atención de la empleada del Fiscal. - El señor Black no se encuentra en su oficina ahora mismo. Si no me equivoco, se dirigió a encontrarse con la jefa. - Mientras daba su comunicado, realizó un ademán con la cabeza, indicando el camino hacia la oficina de Evarela Black. - Posiblemente aún esté por allí. - Finalizó, esperando haber sido de ayuda.

  13. El viento fresco golpeaba su rostro, algo que el Black apreciaba. Su fría piel era inmune a las bajas temperaturas, por lo que su limitado ropaje era suficiente para él. Oía las palabras de Brardolla pero realmente no escuchaba, sabía que esa felicidad de la que tantos disfrutaban por momentos, podía desvanecerse sin más cuando menos lo esperasen. Sin embargo, la complicidad que lo unía a su ex-compañera de Quidditch y empleada en su antiguo empleo, lo retuvo de maltratarla, al menos aquella noche.

     

    Escuchó las palabras sobre su colega Malfoy, quizás el único de aquella familia que realmente respetaba. Bufó en tono de burla ante el comentario de la morocha, pero pensó que el joven mencionado no la estaba pasando demasiado mal, según había oído por ahí. Nuevamente, decidió callar sus pensamientos, y dejar disfrutar a Dolla de su calma y placer...parecía necesitarlo.

     

    - Y ahora que ya sabes que no vengo por un autógrafo ni por diversión sin sentido, dime... ¿cómo has estado? - Preguntó, desde la base de un árbol posicionado a su lado.

     

    - Qué pregunta... - Dijo pensativo, creyendo que la poca especificación no podría sonsacarle alguna respuesta concreta. - Estresado, supongo. Es irritante cuando uno intenta llevar adelante un trabajo rodeado de gente improducente. - Su crítica salió naturalmente de su boca, sin miedo a lo que pudiera reproducirse en los oídos de Evarela, su jefa, y sus demás colegas.

     

    Volvió a encender su cigarrillo, y lo avivó aspirando, hasta largar el humo lentamente. La pequeña niebla se terminó disipando en lo alto, con un cielo azulado de fondo, señal que la noche ya se había apoderado del ambiente.

     

    - ¿Sigues con la locura del Quidditch? - Recordaba sus épocas con agrado, pero dudaba seriamente alguna vez volver a enfundarse alguna túnica y repeler Quaffles como en sus mejores épocas. - ¿Fumas? - Preguntó por educación, y aproximó su cigarrera plateada hacia la muchacha, esperando su respuesta.

  14. Sus párpados cedieron, dando lugar a sus grandes orbes transparentes, vacías y fantasmales. Despertó de su corta siesta, y pudo ver que su nueva empleada ya había desaparecido cómo él le había ordenado. Le esperaría un buen rato lidiando con los incompetentes Aurores. No pudo evitar esbozar una media sonrisa divertida, de sólo imaginar la expresión de aquellos 'vigilantes' al recibir un pedido de informe desde su oficina, y la de la chica novata intentando lograr su trabajo encomendado.

     

    Sin embargo, le preocupaba la ausencia de su otra empleada, la más antigua al caso. Beltis probablemente andaba en alguna ausencia que él no podría reprochar, ya que había tenido varias, y muy extendidas. Soltó un leve bostezo, y se incorporó, tomando la túnica violácea del armario al otro lado del despacho, ataviándose y saliendo de su oficina presuroso. Se dirigió al pequeño escritorio que Lunática tenía justo en frente de la oficina del Fiscal, sin miramientos. No tuvo intención de pedir permiso, y se adentró en busca de su subordinada, sin preámbulos.

     

    - Así que aquí estás... - Arrastraba las palabras, cómo un padre que saborea el momento en que encuentra a su hijo en medio de una travesura. - Te mandé a llamar. Supongo que debería despedir a la secretaria. - Sus ojos grisáceos fulminaban a la mujer que sostenía una taza, desconcertada.

     

    Se aproximó hasta la mesa, cómo si estuviera en su propia casa, y con desinterés tomó algunos de los pergaminos sobre ella. Vastos documentos, de pura burocracia ministerial, basura de oficina para él. Chistó con aire de reproche, y dejó caer los pergaminos nuevamente en la pila que se había formado en el cúmulo de papeles. Aquello no le servía, ni mucho menos le interesaba. Beltis habría de encargarse de ello...después de todo, se lo merecía por llegar tarde.

     

    - Deja estas nimiedades... - Siseó en tono vinculante. - Es urgente que recolectemos las últimas denuncias recibidas. Y sería propicio que consultes al Jefe de Gabinete o a sus empleados, sobre alguna otra que ellos hayan aceptado en su oficina. - Explicó dejando en claro cuáles debían ser sus prioridades.

     

    Giró sobre sus talones, y caminó lentamente hacia la salida, con su capa ondeando tras él. En el umbral, se detuvo pero no se volvió hacia la muchacha.

     

    - Necesito esa lista de denuncias lo antes posible en mi escritorio. - Ordenó, con un tono de voz más grave esta vez. - Espero que no desaparezcas nuevamente...suficientes vacaciones han tenido todos por aquí. - Comentó haciendo alusión a los festejos ridículos que se solían llevar a cabo en esa época del año.

     

    Cerró la puerta tras él al dejar el despacho de Lunática, y se dirigió sin escalas a la recepción. La mirada temerosa de la anciana secretaria la delataba, había caído en cuenta de su error al no pasar su mensaje a su empleada, y ya comenzaba a augurar lo peor. Con sus manos cruzadas en su espalda, el Fiscal se acercó apaciblemente hasta el mostrador, y disfrutó por unos segundos por el temor generado en la señora.

     

    - Espero que la edad no esté afectando su rendimiento, querida. - Susurró, intentando que aquella conversación los incumbiera sólo a ellos dos. - La próxima vez, me sentiré gustoso de posicionarla en algún geriátrico cercano, el Ministro invita. - Su semblante seguía inmutable, pero la idea quedó plasmada, a juzgar por el asentimiento tembloroso de la mujer.

     

    Sin más palabras para dedicarle a la pobre señora amedrentada, se encaminó en dirección al despacho de Evarela, esperaba encontrarla allí para terminar de ponerse al día. Sino, la esperaría, no tenía apuro alguno aún.-

  15. Se sentía en un espejismo, la duda de si se trataba de un sueño traicionero o si realmente áquello estaba sucediendo, lo acosaba. Pero la sensación lo llenaba, y éso le bastaba para dejarse llevar. El calor de los besos de la mujer en su gélido pecho le generaban pequeños escalofríos, mientras sus labios se acercaban a los del Black, quien los añoraba cómo si hubiera sido lo que más quería en aquel mundo tan aislado. De pronto, una repetición se daba frente a él, el sabor de sus besos le dio un recuerdo muy claro de todo lo vivido.

     

    Las palabras de la joven alimentaban su mezcla de emoción y desconcierto sobre si la situación era real, si realmente todo éso se estaba dando allí mismo. Y al parecer ella pensaba igual, redescubriendo sentimientos aparentemente olvidados, retraídos y probablemente subestimados. Sintió el afán de Felicity, que lo tomaba por el cuello y se llenara los besos de un Angus que nuevamente sentía ése calor en su pecho que sólo ella le había generado alguna vez.

     

    - ¿Sientes lo mismo que yo? - La castaña se separó un momento, y la pregunta dejó helado al joven.

     

    Realmente no sabía lo que sentía, nunca había sido bueno manejando sentimientos y mucho menos de aquel tipo. Pero sí sabía que disfrutaba de aquel momento, una sensación placentera lo llenaba al sentir todo como antes, sin importar cuánto durase. Se remitió a dedicarle una media sonrisa sincera, y asentir. La aferró fuerte entre sus brazos, cómo si temiera que alguien se la fuera arrebatar nuevamente. Tanto tiempo había pasado, y sus defensas caían otra vez, sin previo aviso.

     

    - Demonios...había olvidado lo bella que eres. - Se reprochó, perdido en aquellos zafiros atrapantes. - Extrañaba ésto. - Se limitó a susurrar, dubitativo de cualquier palabra que pudiera decir de más.

     

    Pegó su frente cubierta de algunos mechones plateados rebeldes, contra la de ella, sin apartar aquella vista fría y fantasmal típica del Black de la de Fee. A veces se preguntaba cómo, ella entre todas, encontraba consuelo y calidez en él, una persona tan arraigada y fría. Aún aferrándola firmemente, no podía evitar sonreír y éso lo perturbaba, sólo ella podía generarle aquello.

  16. - ¿Por qué será que siempre te encuentro por las noches? - Comenzaba a caer en un sueño profundo, lejano a toda la realidad sofocante, cuando una voz lo sorprendió y derrumbó sus esperanzas de pasar un rato tranquilo a solas. - Aunque debo decir que hacía ya mucho tiempo que no te cruzaba por ningún lado. - Culminó aquella figura femenina que ahora se posicionaba frente a él.

     

    - Lo siento, no estoy de humor para autográfos, querida. - Gruñó aún con los ojos entrecerrados, apenas viendo la silueta de la mujer. - Pero capaz consigas el de un semental, más allá del lago...o algo más. - Comentó haciendo alusión al amante abandonado más atrás.

     

    Pero no parecía dispuesta a irse. Angus resopló y se incorporó, sentándose en ángulo recto sobre el césped aplastado por el peso de su cuerpo. Acostumbró la vista de a poco, hasta vislumbrar la identidad de la muchacha y caer en cuenta de que la conocía. Brardolla Black, una ex colega suya en el Departamento de Juegos y ex amante de su amigo Lacrimosa Malfoy. Parecía bastante abrigada, a contraluz de lo que lucía el viejo Black, ataviado con un simple ropaje.

     

    - Tal vez porque hay gente que trabaja... - Siseó, volviendo a acostarse. - ...o que no disfruta de los eventos sociales, como yo. - Culminó, para aclarar su falta de afín por las responsabilidades laborales.

     

    Se abotonó la camisa, para esconder su pecho maltrecho y sobretodo las cicatrices que tantas preguntas habían generado en la prensa y sus amigos más cercanos. Aquellas heridas, evidencias de una licantropía que prefería mantener en secreto, y que sólo algunas personas conocían, tan pocas que incluso un manco podría contarlas.

     

    - ¿Andas en busca de diversión nocturna? - Musitó con la vista fija en las estrellas que comenzaban a asomar en el cielo penumbroso. - Quizás si besas algún sapo del lago...incluso si no es un príncipe, no puede ser mucho peor que Malfoy. - Sus labios se curvaron en una simulada media sonrisa, nunca perdía la costumbre de sacar el tema de su relación con el director de San Mungo.

  17. --¿Nos había llamado? ¿señor....? como se llame...Yo soy la nueva me encanta ese nombre...-- Fueron las primeras palabras de la joven. Al instante, comprendió de quién se trataba, y blanqueó su mirada, hastiado.

     

    -- No te acostumbres, nunca duran mucho los empleados por aquí. - Musitó haciendo especial énfasis en la palabra 'empleados'. - Si no sabes mi nombre, has empezado mal con tu trabajo, deberé pensármelo dos veces antes de confiarte algo. - Sentenció mientras guardaba el expediente sobre Crazy y el Wizengamot, bajo llave en un cajón.

     

    Sin aún dirigirle la mirada, se incorporó y se acomodó su chaleco oscuro, ciñéndolo a su camisa de seda blanca. Con un movimiento de su esquelética mano, tiró su cabello plateado hacia atrás, descubriendo el rostro pálido surcado por una gran cicatriz que iba desde su ojo derecho hasta el labio superior. Finalmente, giró sobre sus talones y la observó. No parecía una gran bruja, ni mucho menos alguien que le mereciera su respeto, tal vez sería divertido verla trabajar.

     

    - Al parecer los demás están ocupados... - Comentó sin importancia, contemplando su reloj dorado de bolsillo. - En fin, no te acomodes mucho. Necesito que vayas al Departamento de Aurores y pidas un informe sobre los problemas que hayan tenido últimamente, y cualquier denuncia informal que hayan recibido. - Explicó fijando sus grises y fantasmales ojos en la joven.

     

    Se alejó, hasta la mesa de bebidas, y se preparó un escocés en las rocas. Meneó el vaso cristalino un par de veces, y bebió un largo sorbo, que le hirvió cada entraña. Satisfecho, tanteó en la pared, una colección de dagas enfiladas a modo de muestra, y extrajo una del estuche. La hoja plateada le devolvió el reflejo de sus orbes sin vida, y por un momento se puso en el lugar de todas aquellas personas que lo habían sufrido, y lo que habría sido la última imagen de sus vidas.

     

    - Tenemos que limpiar esta ciudad de la escoria que la contamina. - Siseó, deslizando uno de sus lánguidos dedos por el frío metal del arma blanca.

     

    Retomó camino hacia su gran sillón, y se dejó caer sobre él, cómo quien acaba de ganar una maratón. Descansó su cabeza sobre el acolchonado asiento, y entrecerró sus ojos, pensando en lo que había leído en aquel expediente, y todo el misterio que rondaba la inactividad del Wizengamot y la ausencia de Malfoy. Se preguntaba si realmente era parte de una conspiración, y si debería seguir indagando en un tema tan volátil.

     

    - Si no te apuras...puede que para cuando vuelvas, ya haya encontrado a alguien que te reemplace. - Le indicó, instándola a ponerse en movimiento lo antes posible. - Un gusto conocerte, novata. La próxima vez espera a que te invite a pasar. - Finalizó con tono seco y gruñón, para cerrar por completo sus ojos y dedicarse a descansar un rato y abstraerse de todo el cabaret que suponía el tema del Ministerio.

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  18. Desde su vuelta al ruedo, Angus se había detenido poco y nada. De aquí para allá, sus esqueléticos dedos habían firmado tantos papeles, estrechado tantas manos y pasado tantas páginas de expedientes que no recordaba la última vez que se había relajado por un momento. Tanta burocracia lo sofocaba, y su mente pedía a gritos un respiro. En su época de estudiante en la Academia, solía acudir a los Jardines en busca de paz y tranquilidad, lejos del bullicio del alumnado. Su sociabilidad no era un atributo específicamente, y sólo interactuaba con aquellos lo suficientemente locos para acercársele.

     

    A diferencia de lo usual, decidió evitar el camino, y simplemente aparecerse en el lugar. Su aspecto era el de alguien que recién iniciaba su día, con una simple camisa a cuadros blaugrana entreabierta, con sólo un par de botones abrochados, dejando entrever su pecho pálido y revestido de algunas cicatrices. Aquellas marcas eran muy apreciadas por su persona, ya que no sólo le recordaban su pasado y los sacrificios que tuvo qué hacer, sino que a su vez servían de repelentes de cualquier tedioso que quisiera entablar una conversación.

     

    Sus pantalones oscuros de tela, cubrían parcialmente sus pies desnudos, con dedos que a similitud a los de sus manos, bien podrían ser garras. La condición que lo acechaba desde pequeño, había ido curtiéndolo no sólo psicológicamente, sino que había dejado sus marcas físicamente también. Pudo ver a su lado, cerca de dónde había hecho presencia, una pareja muy acaramelada casi al punto de lo grotesco. Bufó, asqueado, y siguió caminando hacia algún lugar más alejado.

     

    Minutos después, pudo oír más atrás cómo la mujer abandonaba entre gritos y pánico al amante, y no pudo evitar que una sonrisa maliciosa se formara en su rostro. Se dejó caer sobre el césped cubierto de un suave rocío, producto de alguna de las constantes lloviznas en el área colindante al lago. Sus cabellos plateados se alborotaron, cubriendo parcialmente su rostro, y no se molestó en quitarlos. El sol comenzaba a esconderse y su momento favorito del día, la penumbra, se hacía presente.

     

    Suspiró largo y tendido, y con un movimiento cansino, extrajo un puro del bolsillo frontal de su camisa ya casi desabotonada por completo. Lo encendió, y saboreó el cigarro aspirando seguidamente, hasta que soltó el humo formando una especie de espiral gaseosa sobre él. Al fin estaba abstraído de todo, sin que nadie lo molestase, disfrutando de la compañía que más disfrutaba, él mismo.

  19. Realmente Angus no había notado la ausencia de Evarela, ni de nadie de la oficina, debido a que probablemente la suya fue la más extensa. Prefirió no emitir comentario acerca de la acusación indirecta, y dejó seguir la conversación, cuando recibió la pésima noticia de que tenía una nueva empleada. Otro improducente en sus filas, acosándolo, era lo que menos ansiaba.

     

    - ¿Otra más? Aún estoy tratando de deshacerme de la que ya tengo... - Comentó sin darle mayor importancia, esquivando la mirada fulminante de la Black. - Ya le enseñaré mis encantos entonces...y veremos cuánto dura. - Sentenció mientras se adentraba en el despacho de la jefa, y tomaba asiento a un lado del escritorio, opuesto a ella.

     

    El Black se negó cortésmente a cualquier brebaje que le pudiera ofrecer, estaba bastante seguro que no era bueno alargar demasiado la reunión. Era casi empírico el hecho de que Evarela le exigiría algún informe o reporte sobre su actividad y la de su ámbito de trabajo, algo que no podía cumplir ahora mismo el Fiscal. Afortunadamente para su persona, un memorándum del típico color morado, irrumpió en la oficina hasta aterrizar en la mesa, justo bajo las narices de ambos Black.

     

    Pero no era muy provechoso, ya que la reacción de la mujer no era muy agraciada. Si en caso, la había puesto de peor humor. Angus estaba mudo, sabía que cualquier cosa que dijera, sería para mal, en forma de algún comentario ácido o desdeñoso. Optó por esperar, y tratar de responder escuetamente, lo justo y necesario para salvarse de un reproche bien merecido. Incluso se planteó jugar la carta de 'galán', que tanto le había funcionado los últimos tiempo, pero Eva no parecía una mujer que cayera ante cualquier halago o gesto conquistador.

     

    Su mente dejó de maquinar, en el momento que un segundo memo atravesó el aire e instó a la directora de la oficina, a retirarse prontamente, dejando a un aliviado Angus solo en aquel despacho. Súbitamente, volvió a aparecer aquella actitud tan maliciosa, y una sonrisa se formó en su semblante pálido. De manera sigilosa, se aproximó al lado opuesto del escritorio, y delicadamente espió en sus cajones, buscando algo de información confidencial. En los últimos meses, mucha gente había comenzado a hablar de anarquía, ante un Wizengamot inactivo, y un Ministro ausente. Si en algún lado podía encontrar esa información, era ahí, en la mismísima Oficina del Ministro.

     

    - Eureka. - Siseó con satisfacción, luego de unos minutos, al sostener entre sus esqueléticos dedos, un expediente muy interesante, con datos bastante secretos.

     

    Sin más, y simulando normalidad, se retiró con andar cansino de la oficina, para dirigirse a la propia, para así indagar en la información que pudiera encontrar en aquel documento. Gruñó a cuanto empleado lo saludaba con una inclinación de cabeza, o a cuanta jovencita le sonreía nerviosa. Sólo hizo una parada antes de encerrarse en su despacho.

     

    - Dile a Beltis si puede verme en mi despacho. Y convoca a Lunática también. Y a la chica nueva. - Le ordenó a la secretaria, cuyo nombre nunca se había interesado en saber.

     

    Giró sobre sus talones, y con la túnica ondeando tras él, avanzó a grandes zancadas hasta su oficina, dando un portazo tras él.

  20. - No te preocupes, no serías la primera que sale de aquí más sucia que cuando ingresó. - Explicó el Black, con una media sonrisa pícara muy pronunciada. - Parece que es algo serio...déjame verlo. - Requirió mientras se incorporaba y rodeaba el escritorio hasta llegar a la mujer.

     

    Visualizó el área de la mancha y paseó su lengua rápidamente por sus labios pálidos, relamiéndose. Deslizó sus esqueléticos dedos lentamente por el hombro de Daphne, bajando hasta cerca del objetivo, sintiendo que la mirada de la blonda lo fulminaba, esperando el siguiente movimiento. En un dejo de osadía, se atrevió a rozar suavemente la mancha y toda la zona que ella abarcaba, subiendo hasta propinarle una fría caricia en el cuello de la Malfoy, cuando escuchó unos golpes fuera.

     

    En un movimiento ágil, su varita apareció en su mano derecha y se acomodó entre sus dedos lánguidos. Angus se limitó a murmurar un hechizo y la mancha desapareció sin más, dejando el vestido de la muchacha, inmaculado. En ese mismo segundo, Evarela Black, la jefa de todo el departamento, ingresó y quedó parada en la puerta, al ver al Black y a la Malfoy tan cerca. El Fiscal subió su mirada vacía y fría y le dio la bienvenida cómo si de alguien con quien hablara a diario se tratara.

     

    - Si interrumpiera, no habría podido siquiera forzar la puerta, mi querida jefa. - Le dedicó un guiño de ojo, y se volvió sobre sus talones hasta su lado del escritorio. - Bueno, señorita Malfoy, todo está en orden y acá tiene sus papeles firmados. - Dijo mientras le entregaba el fajo de documentos. - Si necesitas algo más...Beltis seguro puede ayudarte. Tómate tu tiempo. - Musitó, haciéndole un ademán con los ojos al brebaje que le había dado, insinuándole que podía quedarse un rato más disfrutándolo, si así lo deseaba.

     

    Se acomodó su túnica azul oscura, sobre su chaleco plateado, y se dispuso a acompañar a Evarela. Saludó a Daphne con una leve inclinación, y abrió la puerta para dar paso a la jefa de la Oficina, siguiendo sus pasos y cerrando la puerta de su despacho tras él.

     

    - En fin...¿cómo va todo? - Inquirió en un intento por desviar el tema de la escena que había presenciado la muchacha. - ¿Siguen con la ronda de torturas verbales a los distintos jefes de Departamentos ministeriales? - Comentó con sorna, con las manos en los bolsillos, y su andar despreocupado...mientras seguía a la Black a su oficina, seguramente.

  21. - Ya quisieras, pero no...debes firmar estos papeles, son del Escuadrón de Ley Mágica, es un permiso para poder ver los registros de los extranjeros y verificar que cada uno está anotado como la ley lo pide, y otras cuestiones parecidas, si quiere leerse los pergaminos hágalo y sino firmeme y podré ir a hacer mi trabajo.- Explicó sin más la Malfoy, dando a entender que lo mejor sería que se limitara a firmarlos. - Ahora, si quiere retenerme un poco más va a tener que darme algo más adecuado para beber. - Argumentó.

     

    Angus soltó un resoplido leve, y tomó los pergaminos entre sus manos esqueléticas, revisándolos. Al parecer estaba todo en orden, y el tema central de los papeles era exactamente la burocracia requerida por la joven blonda. Una vez que aprobó el contenido, extrajo una pluma de su cajón junto al tintero correspondiente, y a la vez puso sobre la mesa una 'petaca' de lo que parecía un brebaje translúcido, con una inscripción en ruso.

     

    - Sírvete si deseas, es aguardiente con algunos ingredientes extras, cortesía del viejo Arshavin. - Le ofreció, sin darle mayor importancia, mientras remojaba la pluma en el frasco de tinta. - Y no creo que una bebida pueda decidir si te quedas o te vas. Si te quisieras ir, te irías igual apenas te entregue ésto. De lo contrario, te quedarías así bebiéramos zumo de manzana. - Acotó guiñándole un ojo de manera pícara, mientras comenzaba a imprimir su firma en cada permiso.

     

    No alzó la vista para corroborrar si Daphne se había servido de aquella bebida fogosa que le solía mandar el viejo ruso. Fue pasando cada vez con más ritmo las hojas, hasta que su pluma comenzó a escasear en tinta, lo cual era raro, considerando que acababa de remojarla. La agitó levemente y luego con algo más de brusquedad, provocando que algunas gotas violáceas cayeran en la túnica verde de la Malfoy.

     

    - ***... - Murmuró sorprendido por su torpeza. - Bueno, ésto me recuerda a un cierto momento entre nosotros. - Sus labios pálidos formaron una media sonrisa satisfecha, divertido ante la situación.

  22. Por un momento, Fee se mostró reacia ante la idea de vestir la túnica del Black, seguramente demasiado anticuada para una dama de semejante elegancia, pero la insistencia del joven prevaleció. Una visión tierna de la castaña se materializó frente a él, parecía una niña con un gran tapado de su madre, y por poco no la cubría por completo. Rápidamente y sin dudar, se negó ante la preocupación de la muchacha por él.

     

    El frío no era algo que lo mantuviera en vilo, ni mucho menos. Su cuerpo era bastante gélido de por sí, la mayoría del tiempo, debido a su condición especial. Sólo usaba túnicas por el simple hecho que había lugares en los que era mejor no dejar ver sus cicatrices y que la gente empezara a propinarle miradas aterrorizadas. Además, evitaría los rumores y las preguntas que podrían llegar a generarse, sospechando de lo que, de hecho, padecía: la licantropía.

     

    - No me importa dártela o compartirla. De hecho, podrías ponerte la túnica tu... abrazarme... y asunto solucionado – Propuso la joven, mientras Angus observaba placenteramente sus orbes azuladas.

     

    Le tomó un momento caer en cuenta de las palabras de Felicity. Si no hubiera sido por la reacción siguiente de vergüenza, tal vez habría accedido sin pensarlo, siendo para él tan natural cómo habría sido aquella propuesta un tiempo atrás. Rió por dentro al ver los nervios de la bella mujer intentando ser aplacados con un toque de su bebida, y ver cómo le ocultaba la mirada, claramente se sentía incómoda.

     

    Sin ser capaz de simular una media sonrisa, se puso de pie frente a ella, y con uno de sus lángidos dedos, tomó la barbilla de la castaña y giró su rostro para que sus ojos se volvieran a encontrar. Parecía estar en un experimento con un giratiempos, porque ciertamente sentía que todo era igual que antes. Cuidadosamente, la rodeó por la cintura con sus brazos descubiertos debido a la camisa arremangada que llevaba, y la atrajo hacia su propio torso.

     

    - Ciertamente es una buena solución... - Siseó, sin apartarle la mirada, a aquellos zafiros que lo observaban desde unos centímetros más abajo. - El único problema sería que me pidieras que te suelte. No es exactamente mi primera idea. - Casi en un acto reflejo, sin siquiera pensarlo, apartó un mechón rebelde de la mujer de su rostro angelical.

     

    Sus actos claramente no estaban siendo guiados por su mente ni mucho menos por la lógica, el placer y ese ardor que crecía dentro suyo parecían sobreponerse. Tal vez la niebla estaba cegando su raciocinio, o quizás se mintió a sí mismo al creer que no volvería a sentir algo así por ella ni por nadie. Más allá, Mauricio no tenía intención alguna de ocultar su desagrado por la situación.

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  23. Mucho más tranquilo, Angus escuchó con atención la explicación de la muchacha, y se sentía bastante ridículo de haber pensado en algo tan drástico. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro al imaginársela nerviosa por su prueba de animagia, y luego como siempre, aprobando con creces. No pudo evitar sentirse representado en aquella significación del lobo como su Patronus y el animal producto de su animagia.

     

    Justamente, al parecer ella había llegado a la misma conclusión, pero abandonó la idea, quizás en el afán de evitar incomodidades. No pudo simular su tranquilidad al haber esquivado aquel tema, y volvió sus grises orbes hacia su taza, viendo los restos en el fondo de ella. Nunca había sido bueno en Adivinación, y menos aún en técnicas tan bizarras como aquella. Para evitar cualquier idea, devolvió a Mauricio la taza, al momento que entregaba la bebida ordenada por la Weasley. Supuso que el tabernero no sabría leer las hojas de té, asíque su supuesto destino se perdería cuándo lavara la taza.

     

    - ¿Has tenido algún tipo de problema con ello últimamente? Aunque ya deduzco que no, pues has estado rodeado de muchísimas gente y hubiera sido un escándalo, aunque es tan fácil en ocasiones tapar cosas... - La pregunta le sorprendió, por el hecho que básicamente nadie sabía de su condición, pero ella estaba al tanto, por lo que respondió con naturalidad.

     

    - Luego de un tiempo, uno ya sabe manejarlo... - Comenzó, mientras extraía un cigarro de su chaleco y lo encendía. - Aunque claro, la gente verdaderamente no se fija en ésas cosas...todos están demasiado ocupados en sus vidas cómo para notar que a un hombre comienzan a crecerle garras y colmillos a su lado. - Su tono era burdo, casi mofándose de su transformación lunar. - Eso sí, a veces una distracción, puede causar un gran problema. La última vez que me olvidé la poción, terminé un mes en el Bosque de Dean, del que tengo pocos recuerdos. - Musitó, dejando en claro que no era un momento que quería recordar, ni mucho menos revivir.

     

    Por el rabillo del ojo, vio la neblina que seguía azotando el pueblo, y la vista era básicamente nula a través de las ventanas cerradas. Comenzaba a sentir un hilo de frío que invadía el lugar, y pensó que Mauricio no tendría demasiada cliente aquel día. La mirada fría y calculadora, se detuvo en la figura de Fee, y la pudo ver por un momento, tan frágil e inocente, que le provocaban ganas de tomarla en brazos.

     

    - Comienza a empeorar el clima...parece que estaremos un buen rato aquí. - No pudo evitar dedicarle una media sonrisa sincera, ante la sola idea de ellos dos solos, simplemente. - Perdona nuevamente lo del abrigo...¿quieres mi túnica? - Le ofreció, mientras se la quitaba, dejando entrever una camisa grisácea, casi completamente desabotonada. - Está frío, y no me gustaría que te enfermaras bajo mi supervisión. - Le guiñó un ojo, divertido, y le entregó aquella túnica esmeralda, la cual seguramente fuera un par de talles más de los que Felicity acostumbraba a llevar con tanto estilo.

  24. Ingresó a grandes zancadas hasta su despacho, dónde una vieja asistente estaba limpiando su escritorio. Bastó una mirada fulminante de aquellos ojos fantasmales, para que la señora saliera presurosamente disculpándose con una nerviosa inclinación. El Black se dirigió hasta la mesa de las bebidas, al momento que Daphne entraba tras él, aparentemente sorprendida.

     

    -Es una gran sorpresa verlo aquí señor Black.- Su tono era bastante formal para una conversación entre ellos. -Si le interesa saber, es una grata sorpresa.

     

    Angus se volvió hacia ella, y miró con cierto desagrado los papeles que traía con ella, para que los firmara. Blanqueó la mirada, hastiado, y giró sobre sí mismo para prepararse un trago. Vertió el líquido ambarino en un vaso de cristal macizo, dónde dos peces de hielo nadaban. Bebió un sorbo, y suspiró, satisfecho.

     

    - Sí, es una sorpresa que sea Fiscal...y que el Ministro sea Malfoy. - Respondió mordazmente. - ¿Puedo ofrecerte algo de beber, guapa? - Le mostró un recipiente de un exquisito vino que le había regalado una compañera suya de la Selección de Quidditch.

     

    No esperó su respuesta, y le sirvió una copa, entregándosela y pasando a su lado hasta su gran silla tras el escritorio. Se dejó caer cómo quién cae en su cama luego de correr una maratón. Al parecer tenía mucho trabajo que hacer, gracias a la exigente Evarela, y la impertinencia de los editores del Profeta. Seguramente Lunática tendría varias denuncias en camino, y ahora la rubia traía más papeles para él. Empezó a pensar que no debería haber vuelto.

     

    - Veamos... - Se incorporó y se apoyó sobre sus codos, entrecruzando sus manos y dirigiéndole la mirada vacía a Daphne. - ¿Qué tienes allí? ¿Los papeles del matrimonio? - Sus labios se curvaron en una media sonrisa maliciosa.

  25. - Bueno, creo que dormir esta sobrevalorado...una pérdida de tiempo. - Refutó el Black, ante la preocupación de Fee. - A veces la gente que duerme, es porque quiere alejarse de sus problemas y no pensar. Pero son los que más problemas tienen, a los que más les cuesta conciliar el sueño. - Su tono era seguro, pero incluso él mismo se había dado cuenta de lo absurdo que se oía dando esas explicaciones tan rebuscadas.

     

    Notó la presencia de Mauricio, algo tenso, y que le entregaba disimuladamente una pequeña petaca de whisky de fuego. Angus la tomó y sin cuidarse de que la mujer lo viera, la vertió en la taza de té. Sentía la mirada penetrante de Felicity en él, y pensó que tal vez era un reproche por su "toque irlandés" a su brebaje, el cual tomó de la asa para beber. Pero lo que vino después, fue algo bastante más desorientador.

     

    - ¿Sabes...? Me puedo convertir en lobo... bueno... mejor dicho en loba – Angus no pudo evitar escupir el líquido oscuro en toda la vestimenta de la castaña.

     

    Rápidamente, se incorporó y extrajo un pañuelo de su túnica esmeralda para limpiar aquel desastre. Impropiamente, comenzó a fregar las manchas en el abrigo de la muchacha, cuando se dio cuenta de lo impropio de la situación. Se frenó en seco, y volvió la mirada perdida hacia sus ojos azules, para quedarse paralizado unos segundos. Carraspeó y se echó hacia atrás, entregando a Felicity el pañuelo para que lo hiciera ella misma.

     

    - Lo siento...no quise...menuda torpeza. - Dijo más para sí en calidad de reproche. - Me ha tomado por sorpresa... - Explicó, aún pensativo sobre aquella declaración.

     

    Se alegraba de que sólo estuvieran ellos y Mauricio en la Taberna, ya que eran los únicos que conocían su secreto. Era una extraña coincidencia, y bastante irónica. Aún recordaba la noche en que se lo contó, en un momento de extrema rareza, por el hecho de que el Black compartiera un secreto de tamaña importancia. Se comenzó a preguntar si alguno de los licántropos que él había conocido en la clandestinidad, había sido el culpable de ésto...hasta que una segunda posibilidad cruzó su mente.

     

    - Espera...¿eres animaga? - Preguntarlo en voz alta lo hizo sentirse aún más idi***.

     

    Era la opción más probable, claramente...no parecía padecer los síntomas de la licantropía, al menos no a flor de piel. Claro que podría haber sido ya hace un tiempo, puesto que llevaban mucho sin verse. O también aquella dificultad para dormir, podría ser consecuencia de su condición. Anonadado, volvió a la realidad, dónde había derramado el té en la ropa de Fee, quién seguramente no estaría nada contenta. Se encontraba indefenso, fuera de su habitual frialdad y coraza inmutable, algo que ella lograba ocasionar en él.

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