-¡Hermana! De uno de los cuadros cercanos se asomó una cabellera rubia empujando por accidente al hombre de ropas negras que seguramente no iba a estar de muy buen humor por ver como una joven tan solo se metía en su retrato con su voz aguda y extraños modales sobre todo por el extraño animal amarillo que iba por detrás de la chica y que soltaba pequeños relampaguitos de felicidad.
Ese era el mejor método que había encontrado para comunicarse o al menos eso era lo que pensaba puesto que la última vez en su castillo había tenido una batalla entre tan singulares bestias.
Mas ahora ni siquiera tenía el teléfono de la casa de su antigua hermana mayor y al ir al pueblo había visto como si vieja propiedad ahora estaba en venta ¡el castillo Ketchum, preparado para venderse! qué escándalo.
Y por eso lo mejor que se le ocurrió dadas las circunstancias fue por supuesto visitar a algún amigo cercano y pedirle que le hiciera un retrato mágico para poder hablar con su hermana aunque no esperaba verla con esa casita cuando recordaba que solía vivir en un castillo señorial y muy arreglado, por no decir que estaba lleno de animales y elfos.