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Ashley Peverell

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Todo lo publicado por Ashley Peverell

  1. La chica de hermosos ojos almendra se cubrió la boca para ahogar el pequeño grito que amenazaba con salir de entre sus labios y se agachó a nivel de suelo para cubrirse un poco más aunque sin querer había terminado con una mancha de tinta en una de sus mejillas debido al toque de la pluma y de la punta sobre la blanca piel de nieves de la jovencita de aires celestiales. Cerró los ojos y se encogió aún más aferrando con fuerza los materiales con los que iba tomando notas de todo lo que hacía la hechicer vampiro esperando que de alguna manera no fuera capaz de percibirla y regañarla por estar detrás de esta por todo ese tiempo. Abrió despacio los ojos y entonces se dió cuenta de que sentía la humedad de la tinta sobre la piel por lo que procedió a pasarse el suave dorso de la mano por el cachete. -¡Oh! Soltó con suavidad para sí misma al ver la fea mancha oscura que se emborraba sobre la parte trasera de la mano y le daba un aspecto sucio. -No, no, no. ¡Las señoritas no deben de estar manchadas en la cara! Se quejó en voz baja ella sola como si el simple hecho de haber tenido un accidente fuera uno de los peores pecados que podía cometer después de todo lo que había pasado. Ella se regañaría a ella misma si se viera de esas maneras tan poco propias.
  2. La hermosa y angelical niña iba paseandose por el callejón y las calles de dicho lugar con una cámara fotográfica y un animalito amarillo y curioso que caminaba sobre sus patitas a un lado de la preciosa Ketchum que iba sacando fotografías mágicas a todo lo que se atravesaba en su camino y que le parecía que iba a ser algo digno de llevarse en las memorias de su album fotográfico que quizá sus sobrinos pequeños apreciaran algún día cuando ella ya fuese demasiado viejita como para ver sin tener que utilizar un par de lentes de fondo grueso. Se detuvo para ver el aparato que llevaba en las manos cuando una visión curiosa por demás le pareció que aparecía al alcance de su vista por lo que aejándose de la parte gruesa del callejón y en la zona exterior, alzó su encantadora vista de almendra para entretener a su mente. Y era en esto cuando por encima de algo muy alto pudo observar unas chimeneas y lo que parecía una casita que en realidad era un negocio y que no pudo evitar sentirse atraída hacia este. Nunca había visto nada parecido o al menos que tuviese sentido para estar tan alejado del resto de cosas. Por lo tanto se colgó bien la correa de su cámara fotográfica al cuello y con una sonrisa decidida y animada, comenzó a encaminarse al lugar pensando en que tal vez podría tomar un par de imágenes más para su querido album de fotos del futuro.
  3. -¿Visitas? La jovencita de bello parecer pareció detener su actitud de enojo para voltear en la misma dirección que su hermana mayor como si esperara que de un momento a otro las figuras del resto de las brujas que habían acudido a ese edificio fueran a aparecer de la nada pero solamente la puerta se quedaba ahí, en el mismo lugar y si acaso moviéndose de forma perezosa por la entrada de primera mano que había hecho la inmortal. Se puso las dos pequeñas y pulcras manos en la cintura. -Pues a mí no me parece que tengamos demasiadas visitas a estas horas, ¿no lo crees? Comentó al respecto puesto que al menos esperaba que si Hayame decía que habían llegado personas, entonces ahí deberían de estar. -¿También viene nuestra nueva hermana mayor? Preguntó con su tonito de sorpresa que le daba ese aire dulzón y de inocencia que todo mundo amaba y que solía dejr a los adultos suspirando y preguntándose porqué sus hijos no buscaban tener por esposa a una doncella tan dulce y bella de corazón, como para hacer enorgullecer a sus familias y sangres. Si, incluso en instantes así la rubia se sabía amada y aclamada. OFF: Solo un ratito más y me voy a la cama.
  4. La hermosa criatura dejó escapar un grito agudo con fuerza al tiempo que se colocaba ambas manos en las mejillas con espanto y trataba de analizar dentro de su mente a que se debía que su hermana fuera tan retorcida para cometer un pecado tal que sus madres las azotarían en las partes posteriores con un buen cinturón. -¡Como te atreves a...! Decía de manera entrecortada y con el corazón acelerado por que sus ojos no daban crédito al hecho de lo que acababa de pasar en su presencia, como si pudiera quedar inmune ante ello. -¿Cómo pudiste? Incluyó en su lamento que hacía parecer que cristalinas lágrimas de pureza brotarían de la naturaleza de sus enormes ojos angelicales. -¡No debes de lamer una cuchara para cocinar y luego regresarla de vuelta a la olla! Pudo articular finalmente al tiempo que sacudía la cabeza y el dorado de su hermoso cabello ondulado se mecía hacia los lados una y otra vez arrancándole unos rayos luminiscentes que solo resaltaban el hecho de que sus padres podrían ser ángeles divinos más que criaturas terrenas. Abrió unos ojos rabiosos. -¡Eso es contaminación pura y dura, hermana!
  5. -¡Ah! La hermosa rubia de ojos de ángel dió una patada al suelo al tiempo que apretaba las manos y se giraba de forma golpeada para hacerle frente a su malvada hermana que no solamente la pasaba de largo sino que casi la tumbaba al irse directo a la estufa donde ella había estado parada delante momentos atrás, por lo que apenas y pudo retroceder un poco con sorpresa por el atropello para después actuar de la manera esperada para una señorita como ella. -Pues no es muy educado de tu parte tratar así a la maravillosa heroína en la que me he convertido al salvar tu pequeña y grasienta cocina de tus descuidos. Dijo mientras se colocaba una mano en el pecho y un puño en la cintura de su bien ajustado vestido anaranjado que apenas y se movía revelando los encajes y olanes blancos por debajo de este. -Nada se ha quemado, yo soy tan maravillosa cocinando que podría haberlo hecho y además hacer las cosas de forma que tuvieramos un buen banquete en estos instantes. Cerró los ojos y alzó la cara sonriendo con orgullo.
  6. Los ojos de la hermosa chiquilla de vestido naranja y moño rosado dejó ver un susto verdadero y auténtico, terminando por llevarse una mano al pecho para reflejar la ofensa que sentía por parte de la mayor de sus hermanas conocidas aunque le habían dicho que la hechicera de nombre Sagitas era todavía mayor a cualquiera de ellas dos y al resto debrujas, realmente lucía completamente juvenil para la edad que debía de tener. ¿Tal vez era tan antigua y sabia como el mismo Dumbledore? Cómo le hubiera gustado conocerlo porque le hacía pensar en su querido y amado abuelito que ya tenía varios años fallecido y que solía sentarla en su regazo para contarle hermosas historias de aventuras, de batallas ganadas y del bien contra el mal donde la luz siempre era la auténtica vencedora. Se emocionaba tanto con esas historias tan llenas de verdad y de amor. Porque el amor siempre lo era todo. -¿Un corsé? Preguntó con mirada ofendida nuevamente y sacudió la cabeza para sacar esas ides tan horribles de su mente, ella no era una mujer cualquiera, era toda una damita de sociedad muy bien educada. Su belleza y delgadez eran legendariamente perfectas. -No soy tú que llevas un bikini de fuera y muestra las piernas por ahí sin ningún tipo de verguenza Sentenció alzando la barbilla por palabras tan sabias surgidas de su corazón preocupado por la integridad de la vampiro.
  7. Los pasos de la hermana mayor alertaron entonces a la encantadora rubia de caireles que parecían estar soltando unos destellos tan luminosos que empezaban a hacer reflejo en el resto de ventanas del piso lo que le hizo pensar a la Ketchum si no sería más adecuado advertir a Hayame acerca de usar lentes de sol ya que con la sensibilidad de los no vivos a la luz del astro rey quizá era posible que con su poder purificador terminara por convertirla en nada más que puro polvo. Se colocó el dorso de la mano en la frente ¡a veces era tan duro ser perfecta y un ser de las altas esferas de la divinidad! Aunque casi podía saber con certeza que aunque casi el cien porciento de los magos la adoraba y no se resistía a abrazarla o tomarla de las manos como si de una santa fuera, los seres oscuros como su ermana podían salir muy quemados a su cercanía y eso la preocupaba también, no quería hacerle daño y quería darle la oportunidad de rehacer sus senderos por unos más correctos. Los senderos de la luz de las aves de fuego que defendían la bravura de los suyos. Por eso en cuanto le pareció ver la cabeza de su hermana su primer pensamiento fue el recibirla con una sonrisa y los brazos abiertos, asegurando su perdón y el disipo de sus pecados pero en lugar de eso fué otra de sus emociones la que tomó la fuerza de su alma y el tono de su dulce y cantarina voz de princesa. -¿Ya puedo bajar? Preguntó juntando ambas manos por delante de manera que entrelazaba los dedos y daba el aspecto de las jóvenes mártires que comenzaban a rezar por la liberación de sus espiritus al tiempo que debían. -Prometo portarme bien. Dijo parpadeando varias veces con encanto angelical mientras bajaba la barbilla para hacer énfasis en un aura tranquilizadora. -Seré tan buena como siempre y no te darás cuenta de que estoy ahí.
  8. En el piso superior la hermosa rubia que solo estaba en falta de alas volvía a apoyarse contra el cristal de la ventana de manera que el vaho de su propio aliento hacia que ese espacio como un muro transparente que la dividía entre la realidad exterior y la de aquel negocio que pertenecía a la mayor de las hermanas hechiceras. Alzó una bella y delicada mano de porcelana y la colocó contra la fría superficie del vidrio. Ella, un encanto de hechicera como princesa atrapada en un castillo custodiado por dragones y otras bestias viéndose en la imposibilidad de descender las escaleras o salir del lugar ya que dos feroces vampiros cuidaban del pasillo de entrada por sus pláticas privadas de adultas. -Maldita sea. ¡Yo también soy un adulto! Exclamó cruzándose de brazos pero al siguiente momento se cubrió la boca con ambas manos mientras su rostro mostraba un gesto aterrorizado por semejante blasfemia que había salido de sus puros e inocentes labios. Una señorita bien educada nunca juramentaba ni maldecía como los vagabundos ni la plebe que se revolcaba en los alrededores. Se pasó una mano por la frente y sentía los latidos acelerados de su corazón. Se alzó el flequillo rubio cambiando su tono de piel por uno cada vez más y más pálido. -Tranquila, tranquila Se dijo a sí misma. -Nadie te ha escuchado y solo has de lavar tu bellos labios con lejía y clorox para que toda impuridad se desaparezca y vuelvas a ser una criatura de luz y perfección Decía para sí misma.
  9. Ashley podía ver a su hermana mayor alejarse de ella y comenzó a frotarse instintivamente su propio brazo como si de aquella manera pudiera darse a sí misma un calor que parecía perdido con los años y que por obvias razones la mujer no viva que tenía apenas a unos metros de ella no iba a poder brindarle ni aunque la abrazara con ese amor que se tenían como hermanas aunque no era algo que fueran a decir en voz alta en realidad. Pero de todas maneras sabían que se amaban y Ashley tenía la esperanza, esa que brillaba con la intensidad de mil soles y lo tocaba todo con su amor y calidez. Esa esperanza que le decí que quizás algún día podría regresar a su hermana a los senderos de la bondad y el amor, que esa arua celestial que había recibido como parte de sus dones divinos de gratitud, compasión y cariño conseguirían que la hechicera de cabellos rojos volviese al redil y se uniera de nuevo a los paladines del bien y la justicia. -Realmente había muchas personas aquel día. Sentenció al fin con un tono de voz más segura y una mirada seria hacia la espalda de su hermana que era imposible de observar por esa enorme madeja de pelos rojos empapados que cubrían bastante del cuerpo de la inmortal. -Tú eras un ser malévolo tocado por las sombras y yo solo ansiaba abrazar la luz. Asintió con la cabeza una sola vez. -Te invitaron y me llevaste a conocer a esas personas para introducirme a lo que mi corazón deseaba. Siguió diciendo -Es un favor que nunca voy a olvidar de tu parte aunque hayas continuado con el retorcido sendero que habías elegido en esos momentos, por unos momentos.
  10. -Sí Ashley abrió mucho los ojos sin ver realmente a su hermana. Volteó el rostro hacia un lado y se aferró un brazo de lado con expresión casi triste y pensativa tan solo mirando unos potes de maceta que estaban cerca de ella y que aún permanecían secos por estar en aquella habitación trasera a la cuál no estaba llegando toda esa agua que se desperdiciaba y que ahora pensaba que iba a provocar que le llegara un recibo muy alto de pagos de servicios a la hechicera pelirroja. Pero ese no era su pensamiento principal cuando recordaba el porqué era que le hacía ese tipo de preguntas a su hermana mayor por entre todas las personas. Todavía recordaba las historias oscuras que había alrededor de aquella que estaba delante de sus ojos. -Recuerdas la fiesta en la casa de mamá, ¿no? Preguntó con voz suave y muy bajita, tan dulce como el aroma a rosas que emanaba de los cabellos y la piel del ángel que era aquella criatura rubia. -La fiesta. Esa gran y enorme fiesta en ese hermoso jardín gigantesco.
  11. -Entonces ¿son de verdad los rumores? La hermosa pequeña rubia aún desde el marco de la puerta ahora veía con seriedad a su hermana mayor que se mojaba y chorreaba agua ahora por su cabeza y sus ropas de chica rara y poco decente aunque en aquellos momentos no era el tema que la pequeña angelical tenía en la cabeza sino asuntos mucho más serios puesto que nunca antes en su vida recordaba haber visto tan vacío aquel pueblo ya no se dijera a las tiendas de comercio que estaban por todas partes. Abrió y cerró sus encantadoras manos de porcelana y comenzó a mecerlas a los lados de sus vestidos naranjas y se meció de la misma forma sobre sus talones. Al menos hasta que vió el agua que empezaba a escurrir hacia donde ella estaba parada por lo que retrocedió poque no quería mojarse ni siquiera la planta de las zapatillas negras aunque parecía que para las circunstancias y a esas alturas de la situación tarde o temprano iba a ser inevitable.
  12. Ashley continuaba tocando en el vidrio con la mirada puesta en su nueva hermana mayor y seguía sonriendo mientras que aún movía su pequeña y delicada mano abierta, blanca como los marfiles de las estatuas de los museos británicos donde a veces solía ir a pasear por el mero hecho de culturizar la mente porque a final de cuentas la inteligencia y el conocimiento no tenían por qué ir peleados con la bravura de los que eran como ella. Y la educación tampoco estaba en riña con la toma de decisiones asertivas. -¡Hola a todos! Exclamaba con su hermosa sonrisa de bellas perlas blancas y que podía llenar de bondad los corazónes más oscurecidos por la maldad y el desespero. Excepto el de una persona. Al siguiente momento sus ojos se entornaron y se cruzaron con lamirada roja de la hechicera vampiro que parecía ya haberla olido como tiburón en el mar en busca de su sangre pura y virginal y entonces la sonrisa de la hermosa rubia de cabello de rayos de sol pareció volverse astuta. -Hayame Saludó cruzándose de brazos aunque porque era pequeña como el viento ya no se veía igual su figura desde los delicados cristales de la ventna enfrente de la cuál se encontraba parada.
  13. -¿Ves? La chiquilla de rulos de oro y miel se colocó las manos en la cintura como si fuera alguna especie de mamá a punto de enseñar lecciones de educación y buenos modales a una hija demasiado rebelde que le hubiera faltado al respeto, con una sonrisa triunfal que estaba segura que iba a hacer enojar a su hermana mayor pero en aquellos momentos y después de que había terminado por arruinar su saludo a la que ahora sabía que iba a ser su hermana mayor segunda y de una casa diferente pero en verdad había querido causar una buena impresión primera con su educación fina. -Hasta tu elfo sabe que me has tratado mal cuando yo solamente quería ser buena y que nuestra nueva hermana mayor viera que la voy a querer ucho y siempre, siepre la voy a respetar. Aseguró volteando en otra dirección mientras que se ponía una mano sobre el pecho a modo dramático como si estuviera a punto de darle un ataque al corazón pero la rubia sabía muy bien que en las novelas de literatura fina siempre se les enseñaba a las damiselas a hacer ese gesto porque era considerado bonito y muy, muy femenino.
  14. Los ojos de la niña rubia se abrieron mucho por la manera en que esa mujer vampiro de cabellos rojos se reía de su forma educada y maravillosa de saludar a la persona que ahora sabía le había dado abrigo y mucho cariño desde su llegada al pueblo aunque todavía no se había dado la oportunidad de tratarla de manera más personal pero aún en pintura era una oportunidad única para causar una maravillosa primera impresión o al menos era lo que querría tratar de hacer si es que Hayame no se estuviese riendo como foca con algún tipo de problema nervioso. Y sí, pensaba que esa hechicera de ropas negras y malignas se veía tan gorda como una de esas vacas marinas de color gris que hacian sonidos extraños en el mar. -¡No hay motivo por el cuál tenga que morir! Se quejó dándo un fuerte pisotón dentro del cuadro dónde se encontraba con los pequeños puños cerrados y tirando hacia los lados de su esbelta y dorada figura de ángel.
  15. No alcanzaba a ver si su hermana mayor había volteado a verla pero a la hechicera de cabello colorido si había logrado percibirla y cuando esta levantó la cabeza la dulce niña de mirada tierna y hermosos ojos de almendra se tensó y escondió la cabeza entre los brazos que colgaban todavía de sus manos pequeñas que se aferraban al afeizár de la ventana. Tal vez el tocar por ese lado había sido una ide muy mala después de todo, as personas decentes no entraban a ninguna casa por las ventanas sino por las puertas, esa era la magnífica educación que tenía la hermosa rubia angelical desde que la criara su antigua madre adoptiva y así era como debían de ser las cosas. Por eso es que terminó por suspirar y soltó sus manos para entonces, quedarse quieta solamente mirando la ventana con un gesto de dudas que no la dejaba. Al menos podía dejar que la vieran y que supieran que no se trataba de ningún enemigo maligno que fuese a atacar a aquella familia bendita que le había dado la bienvenida. No. Volvió a asomarse y a tocar en la ventana con un pequeño puño cerrado para luego agitar su otra mano a modo de saludo, sonriendo como el sol del amanecer.
  16. Continuaba hojeando aquel libro con expresión pensativa mientras que oía a aquella pequeña criatura preocupaba por lo que hacía pero la Ketchum era muy cuidadosa con las cosas ajenas por lo que no debía de haber ningún problema siempre y cuando regresara todo al órden que tenía en un principio y no se dejara notar ningún desorden. Era consciente de que aquel sitio le pertenecía a aquella hechicera. La imagen de esta se proyectó dentro de la mente de la niña rubia con cabellos de sol y su mirada cambió levemente ante el recuerdo de el rostro de la bruja a la que su hermana mayor amaba tanto y de la que nunca dejaba de hablar. Movió las delicadas hojas de aquel libro ya sin ver más que nada, pensando en todas esas historias que escuchaba por parte de la vampiro en sus cartas y las memorias de aquellos magos que había conocido en su pasado y por lo que entendía la mayoría ya ni siquiera se encontraban en el pueblo. Que todo caía en el abandono y en el adiós como las hojas de los árboles en otoño al volverse amarillas y desprenderse de las fieles ramas que les habían acunado ante el cambio de viento hacia uno más frío. -Háblame Empezó a decir la dulce criatura de sonrosadas mejillas. -Háblame acerca de las personas de este sitio Dijo en un tono de voz quedito. -Sobre su ida, sobre mi hermana que empezó en este lugar, sobre el eco de sus voces. Suspiró.
  17. La niña Ketchum puso una cara de sorpresa y saltó al ver todas las piedras que volaban hacia ella por culpa de los hechizos mágicos de la hechicera de cabellos rojos pero ella no estaba para ese tipo de juegos por lo que comenzó a correr para tratar de alejarse del torpe camino que daban las piedras y volvió a agitar su varita en dirección de estas. -¡Confringo! La primer roca que se dirigía en el aire estalló con fuerza y consiguió desviar a las demás pero los restos empezaron a llover en pequeñas piezas lo que hizo saltar a la niña bonita de un lado a otro, tapándose la cabeza con un brazo. -¡Ou ou ou! Se quejaba pero volvió a agitar la varita. -¡Evanesco! Al menos con eso las rocas quedarían desaparecidas pero todavía quedaba el problema de la vampiro que seguramente ya estaría por atacarla otra vez por lo que terminó de correr hacia una estantería cercana para cubrirse de algún posible ataque que su ahora enemiga intentara poner en su contra. Mantenía aferrada la varita con fuerza sabiendo que iba a tener que defenderse de una manera u otra porque la otra mujer nunca había sido de darse por vencida.
  18. Ashley tenía que admitir que para esos momentos la había errado y ya se había perdido en medio de los bosques de la nada. Pero no podía dejar de gritar de vez en cuando en cuanto escuchaba que alguna rama crujía porque estaba segura de que era alguna especie de monstruo de los bosques que iba por sus carnes blancas y tiernas, las carnes de las niñas y doncellas jóvenes y puras siempre eran el alimento preferido de los seres malvados que vivían en las sombras y que estiraban sus afiladas garras para alcanzarlas a como diera lugar. Se colocó una mano en la frente, cerró los ojos y dejó salir un suspiro. ¡Que duro era ser una jovencita hermosa sin igual y víctima de las circunstancias! Sus ojos almendrados se abrieron y dejaron de observar esas nubes negras de la noche que flotaban sobre su cabeza y solo auguraban cosas malvadas para ver en dirección de la oscura y tenebrosa carpa donde ella sabía que debían de vivir esos payasos que salían en las películas y que a mordidas arrancaban los pedazos de carne de los héroes y las heroínas de las historias. Inspiró profundo y su mirada se volvió todavía más preocupada. Tarde o temprano iba a tener que acercarse para pedir ayuda por mucho miedo que le diese el pensar que pronto escucharía algún tipo de musica tenebrosa y que sería secuestrada. Aunque quizás luego un guapo príncipe podría ir por ella.
  19. La niña en el exterior solo continuaba observando hacia adentro pero cuando parecía que finalmente iba a tomar el vaor de entrar las cosas parecía que se habían encendido por lo que emitiendo un llorido muy corto y agudo apretó las manos cerca de su boca y se colocó semi de cuclillas en el piso como si pudiera encogerse y de esa manera ser menos visible. Una parte de ella odiaba pensar que se estaba ensuciando el vestido al hacerlo tener contacto con la banqueta por la cuál solían caminar los magos y brujas que iban a por donde los negocios. Pero por otro lado temía las iras de las dos hechiceras que en el interior parecían estar a punto de prender un incendio. ¿Cómo puede estar esa tonta en medio de la pelea? Se giró un poco y solo se enderezó lo suficiente para caminar un poco hacia la puerta y volver a asomarse un poco para ver las expresiones de quienes estaban en el interior y que por alguna sensación extraña no le parecía que fueran del todo amistosas en aquellos instantes. Temía que si daba un paso en falso la castigaran a ella. ¡Pero no podían, ella era todo un ángel de los cielos en medio de una tierra de feroces criaturas! Quizás si componía sus ojos de dulce encanto de la belleza lograría calmar un poco el carácter de las mujeres.
  20. ¿Le congelaron los trámites a Hayame? La niña de cabellos rubios alzó la cabeza confundida y con una gran sorpresa ya que no se había esperado escuchar algo como aquello por lo que entornó los ojos y afianzó aún más la mirada para entender de alguna manera lo que se decía en el interior pero nada, le era imposible oír a través de ninguna puerta o intento de pared por lo que solo podía ver la boca de la hechicera de cabellos rojos y tratar de adivinar de dónde iban todos sus problemas. Pero no era lo normal el verla lamentarse cuando por lo general eran las demás personas las que solían tener ese tipo de actitud para con la más alta que no solía tener ningún tipo de molestia al respecto. Se acercó un poco más a la puerta y se apoyó en esta aferrando con fuerza la pequeña libretita de tapas rosadas con flores blancas. Las sakuras siempre le habían gustado y el forro de aquello las llevaba por montones. Volvió a mover la pequeña pluma sobre las hojas firmemente delineadas para no perder la escritura, que ya en la chica era bastante bonita, una hermosa caligrafía antigua y bien cuidada por el abuelo de las dos chicas aunque la vampiro no pudiera considerarse como chica, pero ella sí, aún era una niña que recordaba las lecciones de escritura con el abuelo. A la vampiro le iban viniendo bien unas nuevas porque desde que se había hecho médico ya no se le entendía a sus garabatos que asimilaban más a un montón de arañitas aplastadas.
  21. Ashley se apoyó hacia atrás en la silla y estiró las delgadas y finas piernas cubiertas de calcetas blancas mientras que alzaba sus castaños ojos al techo de aquella habitación y dejaba salir un suspiro pesado. El sonido de la comida que la hechicera había estado haciendo burbujeaba y borboteaba por encima de las hornillas calientes por las llamas azules que las lamían y que mantenían las ollas y sartenes cocinando aunque no estaba segura de sí sería por cosa de la magia o porque la vampiro se hubiera olvidado de retirar los metales del fuego y que la comida terminaría quemándose. Arrastró las patas de la silla que hicieron un ruido muy pesado e incluso pudo sentirlas cimbrar en cuanto se hizo hacia atrás pero eso no la detuvo de ponerse de pie y apoyar ambas manos en la superficie de la mesa, no había terminado de comer su lonche porque quería esperar a la hechicera pero le preocupaba más terminar muerta en medio de un incendio gracias a sus descuidos. Por eso es que emitiendo un sonido enojado se sacudió las amplias faldas anaranjadas y las golpeteó para después caminar en dirección de las hornillas para girar sus palancas y finalmente apagar el fuego, dándo un rápido vistazo a los caldos de carnes rojas y jugos que había en el interior de las ollas. Olía muy rico, seguramente las comidas ya estaban listas. -Pero se le pudo haber quemado todo y entonces yo moriría y solo encontrarían mi hermoso cabello de ángel lo que equivaldría a ser la muerte de una martir. Dijo despacio y bajito para luego, sonrojarse y ponerse las manos en las mejillas. -Yo tan hermosa y muriendo como el más angelical de los mártires Emitió varios sonidos felices y bailó un poco en círculos.
  22. -Aún no acaba. La niña de moño rosado volteó el rostro para ver sobre su hombro en dirección de las escaleras por las cuáles había subido y entonces dejó salir un profundo suspiro ya que no esperaba que Hayame se fuera a tardar tanto hablando con esa chica de cabello rojo que acababa de entrar en la taberna de mala muerte como ella consideraba a aquella tiendita. Apoyó los codos en el marco de la ventana y las manos sobre sus suaves mejillas y se observó el reflejo de la mirada unos segundos en el cristal delante suyo. Ahora que lo pensaba ¿porqué todas las vampiros mujeres tenían el cabello rojo y los ojos como un par de carmínes? Ya le parecí que ese tono básico de color era demasiado popular y como que los hombres lobo eran de ojos amarillos y los seres inmortales de rojo del mal, como demonios. Y no recordaba que su hermana fuera un demonio aunque tuviera el carácter de uno pero eran cosas muy diferentes los monstruos de colas en punta y que llevaban tenedores en las manos y unos enormes cueros curvos sobre las cabezas a la especie de personas mables y buenas aunque algo torpes que la niña había conocido como vampiros. Al menos hasta esos momentos ningún caballero había ido a morder su bello y dulce cuello de damisela.
  23. -¡AHHHH! La niña de cabellos rubios dió un salto hacia atrás al ver como la lluvia comenzaba a caer desde los techos hasta el piso dejádolo todo cubierto de lodo y de hojas y de más mugrero por lo que habían recogido y que el tono café de los muros y del mostrador ahora se volvía oscuro por la humedad que iban absorbiendo las maderas de manera que de poco no tardarían en hincharse por el agua que corría entre sus grietas. Incluso ya le parecía sentir el aroma de tierra mojada o maderas en este caso y le parecía sentir que todo se iba a enmohecer, las maderas a pudrir y a salir insectos por todos lados. Movió un brazo para alejarlo de una maceta y vió esta durante algunos segundos con un gesto serio y un movimiento contínuo sobre una de sus cejas. Después de todo, ese lugar era una florería. -¿Porqué no hay más personas en este lugar?
  24. La niña de cabellos rubios se quedó viendo unos segundos a aquella hechicera con la que nunca había tenido un contacto personal y terminó por toser un poco con algo de pena mientras dejaba ver un hermoso tono sonrosado sobre las redondas y aporcelanadas mejillas de muñeca que tenía. Bajó levemente la cabeza sin dejar de mantener sus enormes y angelicales ojos de almendra en quien tenía delante y movió tímidamente un pie. -Si... Yo... Parpadeó un pr de veces colocándose las diminutas manos por detrás de la espalda mientras hacía pequeños círculos con la punta de sus zapatillas negras mientras apoyaba todo el peso de su bonito cuerpo en la pierna izquierda para después alzar la cabeza y ver mejor hacia otra parte. -Iré a ver la pintura de los santos del frutero que comentaba mi hermana, seguramente usted estará demasiado ocupada el día de hoy Se empezó a alejar despacito, un pie a la vez para después darse la vuelta y comenzar a correr de la manera más silenciosa que pudiera hacia dónde aquella hechicera había colocado las pinturas que había estado buscando su hermana pelirroja con desesperación y a las que les daba una luz curiosa con las luces brillantes y blancas de los pasillos. Pero solo quería alejarse un poco porque de alguna manera se sentía apenada y con algo de miedo por la mujer que ahora era su hermana también. Aparte de la loca de Hayame no había tenido más hermanas y estaba algo nerviosa al respecto. O asustada.
  25. Mientras tanto la hermosa jovencita rubia continuaba sufriendo del pensamiento de vejez prematura al que se negaba a caer bajo cualquier excusa que la madre de las naturalezas quisiera regalarle. Simplemente le parecía absurdo que su hermana quisiera justificar que podía comenzar a sentirse como una señora de las que llevan a los bebés de la mano y tienen la cadera muy amplia porque han tenido demasiados hijos desde que eran apenas juveniles. Pero para la Ketchum no había justificación alguna para pensar que ella podría caer bajo una tortura como la que podía contarse en la de ya sentirse tan grande como la hechicera vampiro. -¡Mo! Soltó apretando los puños a los lados de su cuerpo y dándo una firme patada al suelo. -¡Porqué Hayame siempre es mala! Soltó de muy mal humor para cruzarse de brazos y permanecer así un largo rato. El silencio les rodeó mientras que veía como aquellos hombres que la pasaban al menos en dos veces su altura se retiraban para seguir con sus trabajos ya que a final de cuentas no se iban a llevar a ninguna de las dos hermanas y entonces volteó a ver a la hechicera Potter Blue con la que se había quedado a un lado. -¿Usted ya es madre?

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