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Gabrielle Delacour

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Todo lo publicado por Gabrielle Delacour

  1. Su respiración estaba acelerada, solo lograba tener un poco de cordura debido a la lujuria. Se sintió aprisionada por las piernas de la rubia y le vio desvestirse; cada parte de su cuerpo comenzó a despertar de deseo por ella, quien le movía parte de su mundo ahora estaba tal y como Gabrielle deseaba, el segundo encuentro y deseaba disfrutar cada segundo. Mordió su labio inferior y sus manos se deslizaron sobre la cintura de Mahia hasta llegar a su espalda atrayéndola hacia su cuerpo. El ritmo de la Black marcaba hasta la respiración de la Delacour; sintió su pecho contra el suyo y arqueó la espalda al sentir las manos de su hermana recorrer su piel. Cerró los ojos y cada latido de su corazón le sentía en cada parte de su cuerpo, se dejó llevar y sus caderas se movían junto las de ella. Ella... – Sos perfecta ma cherie. Las palabras de la ojiazul le sacaron un suspiro, el poco aire que alcanzaba a tomar entre jadeos había sido liberado y volvió a inhalar aire rápidamente, su torso se llenó de aire y su pecho quedó aprisionado contra el de su hermana, una sonrisa se dibujó en sus labios al sentir su cuerpo más cerca al de ella y sus manos le sujetaron de la espalda obligándola a mantenerse pegada a su cuerpo. Un gemido salió de los labios de la francesa al sentir el leve desgarro en su piel y sus uñas rasguñaron de placer la espalda de Mahia, sus manos aprisionaron un poco de piel y su espalda se había quedado arqueada por instinto. Abrió los ojos y se encontró con ese azul intenso que tanto amaba. – Sé mía. – Lo soy... Gabrielle paso sus manos por la cintura de la Black rozando levemente el pecho de su hermana hasta subir a su cuello y les dejó en su nuca. Le observó por escasos segundos; en verdad la tenía para ella, después de tantos años de juegos... y solo para ella. Sus ojos miel delataban no solo el deseo, si no el amor que sentía por ella... desde siempre y hasta ahora se había dado la oportunidad de sentirle libremente. Le atrajo para besarle los labios y volvió a sentir esa carga eléctrica, unos le llaman deseo, otros amor... y pocos podían entender la química que despedían sus cuerpos, no solo eran los genes lo que las unían. Estaban destinadas y lo sabían. Dejó que la chica bajara y arqueó la espalda de deseo haciendo que su cuello quedara estirado para ella. Bajó su mano por su cintura hasta dejarla en medio de sus piernas, la tempestad metió una de sus piernas en medio de la de Mahia para ayudar a que su mano tuviera mas espacio para acariciarla, sintió la humedad de sus cuerpos y soltó un gemido al mismo tiempo en el que comenzaba a acariciarle. – Soy tuya... solo consérvame humana... – sintió un jadeo escapar de sus labios y agregó.– Tu humana... Los movimientos de su cadera guiaban su mano; sus dedos acariciaban un poco más rápido a su hermana, sentía como el clímax estaba embriagándola, bajó un poco más sus dedos y les adentró en el cuerpo de Mahia, cada movimiento de cadera le hacía llegar un poco más dentro de ella y el placer de tenerla sobre su cuerpo y ser ella quien le erizara la piel a la rubia le nublaban la visión. Arqueó la espalda soltando un quejido de placer, mordió sus labios y dejó que su cuerpo y respiración de Mahia guiaran su mano. No pensaba, era solo la fusión de sus cuerpos lo que le guiaba, se reconocían desde antes de estar juntas... desde siempre. ----- *desaparezco*
  2. Vengo para pedir el cambio de iniciador. Traigo el link del post donde lo pido en el registro de la familia y pues no sé que más poner para llenar las dos lineas, sí soy demasiado apegada a las leyes xD creo... Queridos *3 * podrían hacerme el cambio de Iniciador? http://www.harrylatino.org/topic/93280-familia-black-mm/?p=5063698 Ese es el link al post donde lo pido gracias!!!
  3. Holii! vengo aquí (sí estaba haciendo guardia xD) a pedir que me hagan el cambio de patriarcas de la Familia Black: Registro Black Castillo Black Bóveda No. 97834 ——————————— Remover a Evarela Black como Matriarca. Evarela Black (Ficha | Boveda ) Porcentaje a entregar: 0% —————————————— Colocar a Mahia Black como Matriarca. Mahia Black ( Ficha | Bóveda ) YYYYYY!!! Quiero pedir cambio de iniciador ¿Con los datos que dejé arriba del registro y bóveda Black se puede o tengo que volverlos a pegar aquí? Espero respuesta nenes *3* los quiero y gracias!!!! <3
  4. Y no era la única hipnotizada. Gabrielle sonrió ante la respuesta de su hermana y, por extraño que parezca, aquello hizo que le pareciera más exitante estar a su lado. Una sonrisa de medio lado se dibujó en sus labios, traviesa, su mirada la delataba; subió la mano por su abdomen hasta llegar a su escote y detuvo su mano ahí en la orilla de la tela. – ¿Qué es lo peor que puede pasar? - dijo mordiéndose el labio inferior y mirándola con picardía. Sonrió, era cierto y ya no tenía miedo de decirlo en voz alta. La Black era recelosa con sus emociones, si bien era demasiado expresiva con sus acciones, nunca lo demostraba con palabras, aquello solo le hacía sentir vulnerable y odiaba dar las herramientas para que pudieran hacerle daño. Con Mahia sabía que las cosas eran diferentes y, si le amaba, le amaría sin miedos. Como si tomara literal las palabras de la Delacour, la Black arrancó la toalla que cubría su cuerpo y sintió los labios de su hermana en su cuello; de sus labios escapó un gemido, el arrebato de lujuria y sorpresa la habían dejado sin escudos. Subió su pierna a la cadera de Mahia y trató de empujarla hasta la cama. La cama que jamás había sido estrenada. Estando cerca tomó su varita y apuntó a la puerta, de inmediato el sonido de un clic dio a conocer a las Black que la puerta estaba cerrada. Había aprendido por las malas, aquel error de la cocina había frustrado su primer encuentro y no frustraría el segundo. No arriesgaría de nuevo uno de los pocos momentos en los que su hermana le prestaba atención. Volvió el cuerpo hacia su hermana; el estar al descubierto le importaba poco, menos al verla en la cama. Mordió su labio inferior y sus ojos miel delataban todo el deseo que sentía por ella. Pasó sus manos sobre el abdomen de ella encontrando el primer obstáculo, casi arrancó aquel cinto negro que le ceñía el cuerpo y bajó su rostro para rozar sus labios con la tela que separaba la piel de su hermana de la de ella. Lo bello de los vestidos es que facilitan las cosas cuando se anda con hambre. Gabrielle lo sabía y había amado el momento en el que la rubia había decidido usarlo para ir a buscarla. La mano de la francesa acarició su muslo mientras subía de poco rozando su aductor, sintió su calor y su rostro y torso continuaron subiendo hasta llegar a los labios de Mahia. Sus piernas ya rodeaban la cadera de su hermana, sintió su pecho cerca al de ella, aprisionándola contra la cama. La tenía para ella de nuevo; le miró con lujuria y un amor que no podía ocultarse, le sonrió y besó sus labios; su mano derecha comenzaba a bajar lentamente hasta quedar en medio de sus piernas y se metió entre su ropa. – Je t'aime, Mahia...
  5. El cosquilleo por todo su cuerpo le hizo erizar su piel, deseo. Cerró los ojos y sintió a su hermana, su respiración cerca de su cuello le volvía loca, su corazón se había acelerado y su mente ya comenzaba a dar vueltas. Acercó más su cuerpo, le extrañaba, habían pasado varias semanas desde su primer encuentro y el perfume de la Black ya estaba comenzando a enloquecerla de más. Pero el contacto se frenó de inmediato dejando aturdida a la francesa; sus ojos miel buscaron el azul de su hermana y le encontró ausente ¿Se había arrepentido? Le escuchó hablar y sonrió ¿Salir corriendo? Su mano sujetó su mejilla, tan perfecta, siempre tan cerca y ella siempre tan... boba, ciega. Negó con la cabeza; lo que quedaba de barrera había sido derribada hasta los cimientos, no le importaba parecer débil, con ella las cosas eran diferentes... o al menos eso creía. – ¿Qué puede ser tan malo?– sonrió, se notaba en su mirada cuánto la amaba, Gabrielle estaba idi0tizada.– No hay nada que pueda hacerme daño, menos viniendo de ti. Miedo a ella, Gabrielle, la ex nigromante que amaba entrar a asaltos y perseguir a los de la orden, quien había sido entrenada a golpes y adoraba los duelos. No, amaba a su hermana más que cualquier otro miedo, más que cualquier otro peligro. Bajó la mirada y mordió su labio, su deseo estaba aumentando y pegó sus caderas a las de su hermana; sus brazos rodearon su cuello y su rostro estaba a escasos centímetros de el de Mahia. Rozó la punta de su nariz con la de ella y sonrió llena de deseo, de amor. Le adoraba, la deseaba no había duda de eso. – Te das cuenta que puedes hacer conmigo lo que quieras... ¿Verdad?
  6. Había cedido. Sentía como con el contacto de su piel con la de ella le había derretido lo poco que quedaba, se fundió en su mano pero aún con cierta barrera y se perdió en el azul de los ojos de su hermana. Era más que vulnerable, no solo por el hecho de que una toalla era lo único que le cubría el cuerpo, si no que ahora su alma estaba de nuevo al descubierto. No le dolía el abrirse con ella, ni le dolía el caer una y otra vez en promesas falsas, gracias al pasado había logrado tener cayo para esas decepciones, había aprendido gracias al mejor... lo que le dolía era el haberlo esperado de quien menos imaginaba. Su mirada seguía fundida en la de ella, acosadora o no, le gustaba la idea y una media sonrisa se dibujó en sus labios. Cerró sus ojos, era extraño estar del otro lado, ser ese "alguien especial". Pertenecer. Le escuchó hablar, su mirada se desvió a sus labios, esos malditos labios que con solo rozarlos le electrificaban la piel. De inmediato subió la mirada a los ojos azules que tanto adoraba, le escuchó atenta, casi idiotizada. Cada palabra le taladraba la pared que había formado con ella después de la segunda vez que le dejó tirada y, al terminar, levantó la ceja intrigada. – Tampoco yo fui social, estoy mal psicológicamente y hace poco regresé al mundo mágico, a nuestros deberes. – dijo mientras pasaba en modo de caricia sobre su brazo izquierdo lanzando la indirecta. – Y no lo uso de escusa. No lo es Mahia. Sé que todos somos diferentes y reaccionamos diferente pero ¡Vaya! te lo dice una loca... Se levantó de golpe, no sabía si el peso de sus palabras o el tenerle en cuclillas cerca de su cuerpo le habían acelerado el corazón, imágenes viejas y nuevas se fundían y solo le nublaban la visión entre el deseo y el coraje. Se detuvo en el tocador posando ambas manos en él, levantó la mirada y su conejo le miraba con recelo, sabía que ya no sería el único que le acompañaría en su soledad y podía olerse los celos de lejos. – Al menos lo lamentas... Cerró los ojos y suspiró, era ella, era diferente, no era cualquier otra persona. Giró el cuerpo, estuvo tentada a caerle encima y abrazarla pero lo poco que quedaba de sentimiento le hizo frenar sus pasos. Caminó de nuevo hacia la mortífaga y apoyó su cuerpo en su espalda, sintiendo como la toalla era solo la que separa su pecho de la espalda de su hermana, acercó sus labios a su oreja y susurró un gánatela seguido por una leve mordida en el lóbulo.
  7. Oyó la puerta abrirse y de inmediato se puso en guardia. Sintió por instinto la varita en su mano y frunció el ceño, con su otra mano apenas logró cubrirse parte de su torso. Mahia, igual la varita seguía en su mano, no le bajaría. – Hablar... ¿Y ahora sí tienes tiempo? - dijo bajando la varita y mirándola con rabia – Digo, a ver si me conviene cambiarme o solo serán tus charlas de 3 palabras y después dejarme sola. No lo había pensado, estaba enojada y sus palabras no solían salir con el filtro con el que siempre solía hablar, cuidadosa. Desvió la mirada y dejó la varita en la cómoda, sujetó la toalla a su cuerpo y se sentó al borde de la cama, cerca de ella. De nuevo su mirada se clavó en su hermana, enojada, se encontraba dolida. El coraje que sentía disminuyó al verla a detalle, le adoraba. Dejó escapar un suspiro y bajó la mirada, igual seguía enojada, sentida... lastimada. Sus ojos miel se clavaron en la puerta hacia el balcón que estaba cerca de su cama, pura distracción para no doblegarse ante la Black. – Si hubiera querido seguir siendo ignorada voy y busco a Frenger.- regresó la mirada a su hermana, ya no demostraba rabia, si no decepción. – Pensé que lo nuestro era diferente. ¿Nuestro? Estaba divagando, Gabrielle ni siquiera sabía si había algo. Magnetismo, sí, como desde que se conocieron, pero llamar un "nuestro" era mucho. Se mordió el labio y bajó de inmediato la mirada, se había arrepentido de haberlo dicho desde el momento en el que salió de sus labios. Se sintió tonta... y avergonzada. Sujetó la orilla de su cama sintiendo el edredón entre sus manos y levantó la mirada. Psicosis seguía en el borde del tocador, observando toda la diarrea verbal que su dueña acababa de soltar, casi podría jurar que sentía vergüenza por ella. Sonrió al verle, Gabrielle si bien era propia en sus palabras las emociones siempre habían logrado dejarla en jaque. La francesa regresó la mirada a su hermana, le tenía demasiado cerca, su perfume le comenzaba a hacer efecto.. como siempre. Sintió el corazón acelerarse, no podía controlarlo. Se fundió en sus ojos azules y se mordió el labio inferior. Era demasiado débil con ella.
  8. La Black siguió a Matt sin pensarlo, no se quedaría cuando las cosas terminaran de explotar y sus pasos fueron tan apresurados como si tratara de huir de la escena. Aunque era inevitable Gabrielle trató de omitir los comentarios, sabía que las cosas que se dice cuando uno está enfadado suelen ser sin pensalas a lo que levantó la mano dando a entender que oyó y continuó caminando. ¿Le seguiría Xell? Ni la pensó, dejó de caminar apresurada hasta que al fin (después de tanto caminar y pelea) lograron llegar al lugar del desastre. Sonrió a matt y escuchó atenta sus instrucciones. Suponía que un simple reparo arreglaría todo. Metió su mano en el pantalón y sacó su varita, le encantaba sentirla entre sus manos y sonrió esperando instrucciones. – Ay matt, no seas malo con la chica, ella es veterana ¿Qué me dejas a mi si soy la nueva? Sonrió apenada y se dirigió a una delas carpas dañadas, sentía a Xell de cerca y quería impresionar aunque fuera por sus "ganas" de ayudar a la causa. Apuntó con la varita mientras decía Reparo y observó como de a poco se iba mejorando y regresando a su forma. Giró de inmediato el rostro sintiendo un poco de orgullo y buscó la aprobación de Matt y su compañera. Al menos iba por buen camino. – Perdón Matt, tenía que intentar primero... Un poco apenada volvió sus pasos a la máquina de algodón de azúcar y le miró nerviosa ¿También un simple reparo terminaría por arreglarla? Tenía que intentarlo, las ganas de comer algo dulce le había tentado a meter las ganas en esa reparación. – ¿Crees que tu tía se enoje si reparamos la máquina de algodón de azúcar y nos sirvamos? - dijo sigilosa a Xell, trataba de hablar por debajo, sin que el jefe les escuchara. Le apuntó con la varita <<Que sea lo que Merlín quiera...>> pensó y suspiró para calmar sus nervios, quería comer, claro estaba, pero quería mas el ayudar al departamento que el saciar sus ganas de azúcar. @ @@Matt Blackner
  9. No sabía si era tarde, noche, si la hora de comida había pasado; Gabrielle estaba recostada en la cama, envuelta en su toalla de baño, sus cabellos rubios contrastaban con el azul añil de su edredón, azul, el color que los genes olvidaron en ella. Sobre su pecho, su pequeño conejo con alas se posaba dormido y ella disfrutaba de su calor y compañía. Desvió la mirada al tocador; listones, cepillos, aretes... el desorden era ya parte de ella. Soltó un bufido y las orejas de Psicosis se elevaron tratando de llamar a atención de su dueña. La Black sonrió y le abrazó de nuevo a su pecho, era esa pequeña parte de su pasado al que se aferraba más que un niño pequeño a un juguete, algo enfermizo, pero parte de su esencia. – ¿Estoy mal Psicosis?- levantó al conejo blanco hasta dejarlo a la altura de su rostro, sonrió y besó su nariz – No respondas. Como si el animal pudiera responderle. Dejó a su compañero a lado y se sentó en la cama, tenía que bajar por comida ¿En verdad era necesario? Había elfos en el castillo, deberían servir de algo. Sus ojos miel giraron a la puerta de su balcón, misma que se encontraba cubierta por unas cortinas blancas, la luz pareciera ser de medio día. Los ánimos de la tempestad no daban para más, cubrió su torso con la toalla y su mirada seguía perdida en la puerta del balcón, desde que había regresado las situaciones solo le revolvían los pensamientos y su mente volvía a jugarle malos ratos, con un día de descanso no afectaría a nadie ¿O sí? – ¿Voy o no voy a trabajar?- dijo regresando la mirada a Psicosis – Digo, no es como que mi departamento me vaya a extrañar por un día que falte... Sonrió al pequeño que le observaba curioso. Entre ellos dos siempre había una rara química que pareciera que se comunicaban (o la enfermedad de Gabrielle le ayudaba a dar ese aire), acarició su cabeza y unos cuantos pelos blancos salieron del conejo haciendo que la francesa se sacudiera las manos. Tomó al conejo y se acostó de nuevo en la cama dejándole de nuevo a la altura de su rostro. – ¿Qué haré contigo Psicosis? A estas alturas terminaré haciéndome un abrigo de piel con tanto pelo que dejas suelto. Le sostuvo por unos instantes, sintió el aleteo insistente del animal en un intento desesperado por separarse de sus manos, como siempre. Gabrielle puso los ojos en blanco y le soltó logrando así que el conejo alado se alejara de la Black para posarse arriba de su tocador. – Miedoso... - le miró con recelo y se levantó de la cama, dirigiendo sus pasos a la puerta de su balcón. – Noup, definitivamente no saldré. Giró sobre la punta de sus pies y caminó hasta el tocador, amarró bien la toalla a su cuerpo y posó sus manos en su cintura, dando un aire de madre en pleno regaño. – Baja ahora mismo Psicosis. Tú no tienes derecho a hacerme ese tipo de escenitas.- levantó la ceja y el conejo blanco comenzó a acicalarse las alas.– !Psicosis! Que bajes he dicho. Tomó un cepillo que había sobre el tocador y le aventó cerca del animal, tenía que hacerse entender. Los ojos furiosos del conejo le miraron y regresó sin permutarse a lamerse las patas. Estaba escrito, los conejos y la Black no se llevarían. Soltó un resoplido, le conocía, él bajaría cuando le diera la regalada gana, como todos los hombres que conocía. Se sentó sobre la cama y se dedicó a observarle, solo eso, observarle, a fin de cuentas cada ser vivo necesita su tiempo y espacio y era algo que con los años (y golpes del pasado) le habían enseñado (por las malas) a entender. – Te estaré esperando maldito bastardo.- se recostó sobre su cama, ya habría tiempo para seguir regañando al animal. Acomodó su cabeza sobre las almohadas y cubrió su cuerpo con la toalla – Otro rato más no daña a nadie...
  10. - ¿Raras?- Gabrielle levantó la ceja tratando de sonreír pero se sentía un poco desubicada.– Todos tenemos algo raro en la familia. Se encogió de hombros y sonrió a Xell, la chica le agradaba y no quería causar mala impresión, sobretodo cuando serían compañeras de departamento. Giró la mirada y el asunto parecía calentarse, tenían rato caminando y a esas alturas Sagitas debería estar histérica esperando a que los chicos llegara a ayudarle con las carpas sueltas. – ¡Niñas! La francesa había frenado en seco; el estarlas oyendo le recordaba a las peleas familiares que escuchaba dentro del castillo y estaba más que harta de ellas, tanto que no estaría dispuesta a ser mediadora de otra, menos en horario laboral. – Les recuerdo que estamos representando a un departamento, estamos en horario laboral.– Observó a cada una y trató de mantener la postura dominante – ¿Les parece si se tragan un poco el orgullo y ayudamos? Ya no había marcha atrás, tal vez sus compañeras se tomaran a mal sus palabras pero tenía que hacer el intento de solucionar las cosas entre ellas, al menos por unos cuantos minutos, poner un parche y proseguir, que las cosas explotaran en otro momento, al menos así ya no sería problema de la Delacour. Se encogió de hombros y suspiró, trató de mantener la mirada fija y que la decisión de sus palabras siguieran flotando en el aire pero temía el haber sido demasiado dura ¿Lo había sido? – Disculpen su mis palabras fueron rudas nenas, pero creo que estamos desviando el asunto. Aquí nuestra compañera nos pidió ayuda y solo estamos dejando mal el departamento.– giró la mirada a Sagitas. – Disculpa por la tardanza, no es nuestra intención, vamos empezando en el departamento y creo que es nuestra culpa que se esté tomando las cosas tan "lentas". Tienen que entrenarnos y están tomando su tiempo ¿Sabes? Somos medias lentas... Sentía que aún no había lograr calmar el arranque de la pelimorado pero era mejor arriesgar con sus palabras. Le miró casi con miedo, una pelea, sobretodo en su modo neutral, no era tan bien esperada, menos con tantas ganas de pelear que traía reprimidas. Extendió la mano tratando de calmar a la chica y sonrió. – Bajen varitas, habemos civiles presentes.- trató de contener una risa nerviosa y tomó a Xell del brazo al escuchar su propuesta.– Vámonos, mejor "aquí corrió" que "aquí murió" Sonrió a la chica y espero a que sus pasos la guiaran por el lugar, no quería estar muerta pero tampoco perderse en el lugar.
  11. - ¿Alguien sabe lo que pasó? ¿Un ataque? ¿Un descuido de la tíita Sagitas? Por lo que recuerdo, siempre tenía accidentes insospechados. – No, no sabemos, tenemos la sospecha que fueron vándalos, ya sabes... Adolescentes que se creen rebeldes. Sonrió, el ánimo de la chica se le había contagiado a la Black y trataba de ahora ser ella quien le llevara el paso. Para ser "nueva" Xell tenía mucha más ventaja que Gabrielle, les conocía a todas (o eso parecía) y Gabs solo se dedicaba a estar de espectadora. Giró el rostro y clavó su mirada, sabía que de inmediato atacaría con otro golpe de preguntas. Tal y como suponía, pero esa era una pregunta que ni ella sabía ¿Había sido jefa y dejado el puesto por... esto? Levantó la ceja, estaba desconcertada. – ¿Sagitas? No... No sabía eso. Creo que tendrás que preguntárselo a ella, no estoy muy enterada de lo que pasa en el departamento, soy media novata. – volvió la mirada al camino, parecía no tener fin. – Si es que algún día llegamos... La francesa estaba demasiado pendiente de sus pasos, tanto que había olvidado sus modales unos pasos atrás ¿Le había preguntado su nombre? – Disculpa, como dije, soy media novata. No pregunté tu nombre.– sonrió nerviosa y se encogió de hombros – ¿Eras del departamento?
  12. – ¡Hija! Gabrielle se levantó de golpe, la silla golpeó con la pared trasera pero a la Black le importó poco, al menos sabía que su única hija cuerda estaba viva. Sonrió al verla y caminó hasta donde se encontraba Akiza, le observó curiosa y frunció el ceño. Podría llamarse instinto maternal o ser observadora pero el sudor en su frente no le daba buena impresión. – Sí, sí. - dijo contestando vagamente a la cordialidad de su hija pasando a segundo plano aquella ofrenda .– He venido porque tienes días desaparecida. La mano de la Delacour acomodó los cabellos de su hija detrás de su oreja y pudo comprobar el sudor en su rostro. No le sintió tan caliente para alarmarse de una posible calentura pero sus ojos miel se clavaron en el azul de su mirada, un poco consternada. Pocas veces se preocupaba por alguien y quienes tenían la dicha a veces solía tornarse un poco hostigador en vez de enternecer. – ¿Todo bien hija? – levantó la ceja, el frío del exterior aún le calaba los huesos y el que su hija estuviera sudando no le daba buena impresión. – ¿Corriste mucho? @@Akiza Ravenclaw H.
  13. Sagitas había contestado y de inmediato se había arrepentido de haberle preguntado, había sido impropio pero agradeció el sentido del humor de la Potter al responder. De seguro había revoltosos... –¿Animales estrambóticos? - dijo levantando la ceja, Gabrielle sabía a lo que se atenía al entrar a ese departamento.– Bueno... Observó a Helike y siguió sus pasos ¿Para eso eran las señas no? Tomó a su hermana de la mano y la jaló para obligarle a caminar con ella, no iría sola, no con esos animales raros. Mientras caminaban la Black se percató de algo: Con la suerte de Lusitha, era mucho más probable que alguna de las bestias se fueran encima de ellas dos. Ahora solo tenían que caminar hasta el lugar; la mirada miel recayó en Sagitas de nuevo, claro, ellos tendrían que caminar... Aunque era mejor que ella llegara primero para ahuyentar a cualquiera de sus animales extravagantes. Los pasos cercanos hicieron que la Black girara el cuerpo buscando peligro. Con varita en mano buscó de dónde provenían y Helike salió al rescate ¿Antigua compañera? Escuchó atenta y se abrazó del brazo de Lu, no, no la perdería, más conociendo su suerte. – Mucho gusto Xell .- Gabrielle sonrió mientras estrechaba su mano, al menos había más gente en el departamento – Como Dijo Helike, soy Gabs. Por cierto ¿Falta mucho Helike?
  14. El hambre había pasado y tanto Gabrielle como Psicosis estaban satisfechos. Sus ojos miel se quedaron fijos en Bridget y sonrió, no tenía mucho de su abuela pero era su sangre. Se levantó de inmediato de la mesita y tomó a su pequeño entre sus manos, tenía que bañarse y dejar la ropa mojada de lado o aquello terminaría en resfriado. – Bueno Brid, fue un placer conocerte.- se acercó un poco y sin querer invadir su espacio personal dio un beso en la frente.– Ya sabes, lo que ocupes siempre estaré para ti. Sujetó levemente su brazo ¿De a cuándo a Gabrielle se le conocía por ser Black? Era la más expresiva, aquella seriedad no iba con ella... Abrazó a Brid rápidamente y le sonrió, no esa sonrisa maternal de unos segundos atrás, si no como amiga, cómplice. – Nos vemos. La Black se dirigió a la puerta de la cocina y vio a su hermano acercarse, sus labios soltaron una maldición ¿En serio? ¿Tenía que estar en todo? Se quedó parada volteando hacia todos lados ¡La puerta! Sujetó a Psicosis fuerte y volvió a salir por la puerta trasera, alejándose de algún posible drama familiar que su hermano mayor pudiera empezar a crear. Estando fuera, frunció los labios ¿Qué fregados tenía que estar haciendo afuera? ¡Ah, sí! Su hermano. Refunfuñó entre dientes, ahora tendría que rodear la casa... o aparecerse en su cuarto. Un poco más conveniente la última... – Maldita sea...- dijo quitándose la ropa y dejando a su conejo en su cama. – Si me enfermo será tu culpa Psicosis.
  15. – Disculpa... ¡Hola! La voz de la elfina le hizo voltear la mirada y al verla en reverencia se sintió incómoda. Su mano se dirigió a su frente ¿Cómo hacía que la elfina se levantara de nuevo? Casi estaba en contra de sus principios ¿Qué hacía? – Está bien, gracias, no hay necesidad de reverencias, gracias querida. – sonrió amable y continuó – ¿Indispuesta? ¿Pero está bien? Dios, qué clase de madre soy... ¿Está en el castillo Black? No le vi ahora que salí de la casa... Caminó casi en círculos y en lo que se aclaraba la mente. Estaba confundida y se dejó caer en una silla, tal vez era algo menor pero de igual manera, y como buena madre, la preocupación dejó que la cegara. Se tenía que calmar a lo que volvió la mirada a la elfina y sonrió un poco más tranquila. – Le puedo esperar si no hay problema.. o ¿Crees que llegue? Digo puedo irla a buscar a la casa... @@Akiza Ravenclaw H.
  16. La Black caminaba tranquila; su instinto de madre le decía que ella se encontraba bien pero como buena madre el preocuparse era su hobby. Hacía días que no sabía de su hija y era hora de jalar orejas ¿Ni una maldita lechuza? Observó el local a lo lejos y apresuró los pasos, la luz estaba prendida y sabía que debía estar dentro. Se encogió de hombros tratando de que el cuello alto de su gabardina blanca le cubriera el viento (lo que era en vano), sus cabellos rubios revoloteaban con el viento, ya habría tiempo de recogerles y evitar verse desalineada. – ¿Akiza? - murmuró al entrar al local. – Akiza. Sus ojos miel se pasearon por el lugar esperando alguna señal de su hija; su mano lentamente recorría la barra y jugueteaba a usar sus dedos índice y corazón como si fueran piernas que caminan por el lugar. Habría tiempo de platicar y por mientras aprovecharía el tiempo libre para echar una ojeada al lugar. @@Akiza Ravenclaw H.
  17. – Adelante, puedes llamarme Gabs.- sonrió y apresuró sus pasos para lograr llegar a donde estaba.– De hecho, preferiría que me llamaras así, al escuchar mi nombre completo siento que estoy en problemas. Guiñó el ojo; recordaba bastante los regaños que llevaban el "GABRIELLE" por adelantado, ni siquiera su propio padre le hablaba por su nombre completo. Aún así todo eso le traía recuerdos y no le eran del todo placenteros. Giró la mirada hacia su hermana e hizo un gesto con la mano en señal de que fuera con ellas. – Y no Heilike, nunca he estado en un circo .– dijo un poco apenada encogiéndose de hombros.– Pero para todo hay una primera vez.
  18. – Cena será… Sabía la complicidad y solo le miró curiosa, aunque nunca se hubieran visto dentro de la Fortaleza era bien sabido que los Black dejaban un gran linaje de excelentes mortífagos dentro del bando. Instintivamente pasó su mano por las costillas, aunque estaba debajo de sus ropas le gustaba sentirle de nuevo, tal vez no verle como había acostumbrado en el pasado, pero saber que estaba ahí. La Black dio un pequeño salto para bajarse de la mesa y se sacudió el saco lleno de migajas, entre ella y su mascota les darían algo de trabajo extra a los elfos de la casa. Pasó sus manos por sus cabellos húmedos y les alborotó detrás de sus hombros, el frío se había alejado. Gabrielle levantó la mirada al escuchar de Evarela y sonrió. – Con que de la academia... Tenía años sin escuchar ese nombre, creo que ahora lleva otro nombre. – se encogió de hombros, qué importaba – Quién iba a pensar que encontrarías a tu madre ahí. Recargó su espalda en la pared donde horas antes su hermana le había tenido aprisionada y sonrió por escasos segundos. Debía presentarle a su nieta, aquella escena sería más que irónica. Bajó la mirada y de cierta forma le agradaba tener una familia a su alrededor, aunque les conociera de a poco las cosas irían cambiando con el tiempo. – Para serte sincera, Brid, a tu madre la conocí poco, demasiado poco.– dijo sonriendo apenada. – Acababa de llegar al castillo hace unos meses y nos topamos, al igual que tu tío Aaron. Mahia, tu abuela... ella podría darte más respuestas, yo... Frunció los labios ¿Qué mas daba? Ella era el vivo ejemplo de que los Black toman en serio el linaje y las reglas. Gabrielle sabía a experiencia que las reglas no estaban para romperse y, de cierta forma, se sentía orgullosa de algún día haber sido expulsada. – Tu abuela estuvo más tiempo que yo. Yo fui desheredada por un tiempo así que dejé de saber de la familia por años, mismos en los que Mahia estuvo cuidando del castillo. –Su mirada cayó al plato de vegetales que Psicosis había dejado, tomó una zanahoria y comenzó a comerla, las cosas le importaban poco. Dio un leve cariño en la cabeza al pequeño conejo y volvió sus ojos miel a su sobrina.– Pero tienes muchos primos a los cuales puedes molestar en la ausencia de hermanos @@Bridget Wenlock
  19. La Black terminó la taza de chocolate caliente y le dejó a su costado derecho; levantó la mirada y sonrió, tampoco ella era romántica, había dejado de serlo años atrás después de sentir el rechazo... meneó la cabeza, como si quisiera ahuyentar esos pensamientos y bajó la cabeza. No era momento de ponerse "melancólica". – Bueno, tal vez no algo referente a San Valentín, a fin de cuentas la mayoría de los integrantes tienen pareja y no creo que deseen pasar el día con nosotros. Frunció los labios, sus palabras tenían más razón de lo que había pensado, tal vez lo ideal sería otro desayuno familiar... o comida antes de ese soso día. Gabrielle Apartó a su conejo de las piernas y se sacudió los pelos que le quedaron en su mano, después de esto su animal necesitaría un buen baño y cepillada. A lo que le había entendido ella era su sobrina, su hermana era su ¿Abuela? Rió al unir los lazos y la risa fue inmediatamente callada al escuchar el nombre de su hermano. La Delacour no compartía nada fisicamente con sus hermanos y era más que raro que alguien le relacionara con él, a menos que les vieran convivir... el odio y tensión sanguínea era más que evidente. – Sí, desgraciadamente es mi hermano mayor .- dijo soltando un suspiro .– Sólo compartimos el mismo donador de esperma. Hablando de hermanos ¿Tienes hermanos o eres hija única? Es interesante saber que estamos hablando de la cuarta generación Black, creo que eres la más... avanzada. Sonrió con ternura, la chica le agradaba, sin duda alguna su carácter era Black; la manera de comportarse le recordaba a la de su madre, los escasos minutos que convivió con ella, habían tenido casi los mismos gestos "indiferentes"... gestos que venían desde hacía años. Mismo que le hizo desviarse segundos ¿Por qué ella no había saldo así?¿Por qué Gabrielle era tan.. explosiva y expresiva? Meneó la cabeza, los pensamientos comenzaban a abrumarla y retomó la plática. – Tu madre ha estado algo ausente pero tu abuela y yo estamos aquí para lo que ocupes Brid.
  20. El chocolate caliente le devolvía el calor que había perdido hacía un tiempo atrás en el patio; de a poco sorbía el chocolate caliente que el elfo le había acercado y Psicosis, su conejo volador, había comenzado a masticar como desesperado el plato de verduras crudas que su dueña le había ordenado. Gabrielle sonrió al ver a Bridget; no recordaba verle antes en el castillo pero ya habría tiempo de conocerla. Prestó atención a sus palabras y tomó a su conejo para posarlo sobre sus piernas, con sus cabellos chorreando la nieve derretida ocupaba todo el calor que pudiera tomar... incluso de su pequeña bola de pelos. - ¡Holis! ¿Organizar algo grande? – levantó la ceja y le observó intrigada, para ser la primera frase que habían cruzado había sido una muy buena.– ¿Algo tipo un baile de San valentín? Posó ambas manos sobre Psicosis y bajó la mirada para cuadrar ideas. Habría mucho por organizar; invitaciones, organizar a los elfos y sobretodo comentar con la familia. La Delacour suspiró y sus ojos se clavaron en Bridget. Tenía que organizar ideas pero lo que más le daba pereza era el organizar a la familia. – Estoy de acuerdo contigo, tengo tiempo sin ver el castillo lleno de gente... – acarició inconsiente a Psicosis y continuó.– Por cierto ¿De quién eres hija? Le apenaba la pregunta ¿No debería de conocerla ya? ¿Y qué clase de educación era el no haberle preguntado antes? De igual manera la pena pasó justo en el momento en la que había hablado.
  21. - Sí Sagitas - dijo sonriendo y dejando de abrazar a su hermana.- Las dos somos del Departamento de Accidentes, Lu tiene más tiempo que yo. Digamos que soy de las nuevas. Y me alegra escuchar que posiblemente deje de serlo al tenerte en el departamento. Se separó unos cuantos pasos de la Black y sacó la varita de su sudadera. Sus ojos pasearon por el lugar mientras escuchaba las palabras de Helike ¿Mortífagos? No, no podía ser obra del grupo, y asintió cuando su compañera tocó el tema de que hubieran dejado una señal. Clásico. Helike tenía más que la razón en sus deducciones. - Estoy de acuerdo con Helike, esto solo fue obra de algunos jóvenes traviesos... o ¿Tienes algún enemigo? ¿Algún vecino molesto? - De inmediato se retractó de sus palabras, no quería hacer sentir incómoda a Sagitas.- Disculpa, digo es que... eso también puede ser. Pero el punto es que venimos a ayudar. Caminó unos pasos hasta donde estaba Helike y tomó a su hermana del brazo para acercarla, no quería sentirse sola y sabía que por alguna extraña razón su hermana podría causar algún otro desastre.
  22. Liam... Como viste en la conver está demasiado, eh.. pues ausente, nunca apareció. No te desesperes, eventualmente se va a aparecer por acá (espero). Si no pues ya te dije, tienes abiertas las puertas de la Black y las de mi último bebé (y no te preocupes xD solo tendrías padre si tu quieres xD). Sin más que agregar (que godinez me leo) me despido y espero que pronto llegue @@alyssa Black, no desistas ya te dije que nosotros te amamos *3*
  23. Le abrazó y se quedó ahí, hincada, sintiendo como el aleteo de su conejo iba disminuyendo junto con su ira. Sonrió y lo levantó frente a su rostro, no le volvería a dejar, no tan fácil, no sin dar pelea. – Me alegra que huyeras del ministerio...– Gabrielle le volvió a abrazar, la respiración agitada de su conejo estaba tranquilizándose – Perdón Psicosis, tu no tenías la culpa de nada y... te abandoné. El extraño conejo volador levantó la cabeza, su mirada se clavó en los ojos miel de la Black y recargó su cabeza en el pecho de su dueña. Eran escasos 20cm de largo, pero su pelaje blanco le hacía parecer mayor. Gabrielle pasó su mano y acarició sus orejas, haciendo que Psicosis cerrara los ojos de gusto. Le había extrañado... La francesa se levantó del suelo, los copos de nieve ya habían mojado parte de su vestuario y parecía no importarle; levantó la mirada ¿Ya sería seguro regresar al comedor? El hambre le estaba matando y deseaba no toparse con nadie en la búsqueda de algo que engullirse. Apretó a su conejo contra su pecho y comenzó a correr hacia la puerta trasera, tal vez si se metía por la puerta de servicio tendría mas suerte en evitar a cualquier familiar. – Comida – dijo sin siquiera mirar al elfo y acomodó a su conejo sobre su hombro derecho – Verduras, un chocolate caliente caliente y pan. El elfo le miró asombrado y salió corriendo hacia la alacena. La Black paseó su mano derecha sobre una de las mesas de la cocina, seguramente donde los elfos se encargaban de picar los ingredientes para las comidas fuertes ¿Ya sería hora de comer? Sus labios se fruncieron en una mueca y saltó para sentarse en el frío mármol. – Estoy hambrienta, Psicosis...– dijo girando el rostro hacia su conejo, acarició con su nariz su pelaje y sonrió. – Supongo que tú también lo estás...
  24. Suspiró, aún seguía sintiendo la respiración acelerada pero el hambre estaba saciada. Se acercó al cuello de Mahia y acomodó su rostro entre sus cabellos dejando caer su cuerpo en el espacio vacío de la cama. – Te quiero. – Yo también. La Delacour sonrió y cerró los ojos, solo deseaba descansar otro rato más y sentirse segura. Su pasó por la cintura de su hermana y le abrazó quedándose así, quieta, solo disfrutando la calma después de la tormenta. No deseaba pensar en emociones, ni situaciones... solo esa sensación de sentirse tranquila. Pero al parecer su mente tenía otros planes y un hueco en la boca del estómago le hizo levantarse de la cama. – Creo que debemos bajar.– se dirigió al espejo y quitó la toalla que le cubría, acomodó su vestido y sonrió al reflejo de su hermana en la cama. – Anda, que está media familia reunida abajo. Gabrielle se acercó a su hermana; sus ojos miel le observaban con ternura y le tomó la barbilla acercándola para depositar un beso en su frente. De inmediato se giró con dirección al baño, eso le daría tiempo a la Black para comenzar a cambiarse de nuevo. Abrió la llave de agua helada; puso las manos debajo del chorro y sintió como el agua le helaba hasta los huesos, justo lo que ocupaba. Todo había pasado demasiado rápido y su mente seguía aturdida; caminó hacia la ventana y su mirada se quedó perdida, su mente caía pedazo a pedazo, tal como la nieve que caía. Se cruzó de brazos y frunció el ceño, se suponía que ya era completamente funcional. – ¿Te molesta si me adelanto? Quiero... buscar a un antiguo compañero. Sonrió débilmente, se estaba derrumbando y solo deseaba salir de ahí. Caminó unos pasos a la puerta y de ahí comenzó a correr, tenía que encontrarle, Pasó rápido por su habitación y tomó un saco blanco, era todo lo que ocupaba, a fin de cuentas su varita y su voz serían más que suficientes. Corrió escaleras abajo y abrió la puerta principal de golpe. Tenía que encontrarle. – ¡Psicosis! – Gritó al adentrarse al bosque que rodeaba el castillo, su preciado conejo debía estar en algún lugar. – ¡Psicosis! Se cruzó de brazos. El cabello rubio de la francesa contrastaba en el blanco de su saco y sus brazos cobijaban su pecho. Le extrañaba, su preciado conejo estuvo abandonado tanto tiempo y apenas hasta ahora se venía acordar de él. No le preocupaba, sabía que de alguna manera había encontrado el camino para volver a casa... lo que le preocupaba era el temperamento. La Back sonrió y se hincó en la fría nieve, todo dejó de importarle al reconocer una mirada enfurecida entre las ramas de los árboles. El blanco de su pelaje se confundía con la nieve que caía y el revoloteo de sus alas le hizo terminar delatar su posición. Aún le tenía, enojado, pero le tenía. Gabrielle se acercó sigilosa y al estar debajo de él apuntó con la varita. – Baja, cariño. Lo... Lo siento. El conejo se mantuvo quieto, observándola con recelo. Si el odio quemara Gabrielle no tendría frío, aquel animal le estaba retando, no por diversión si no por reproche. Ella lo sabía. Apuntó mejor su varita y con un accio su pequeño conejo se encontraba entre sus manos; le sostuvo con fuerza, entre el aleteo y pataleo del animal Gabrielle le apretó contra su pecho y sus lagrimas comenzaron a brotar. – Lo siento... – murmuró entre susurros...– Lo siento mucho.– y el conejo comenzaba a ceder.
  25. La Black sonrió con cortesía al escuchar a Sagitas referirse a ella, asintió y la vio alejarse. El trabajo pesado apenas empezaría y como departamento de accidentes pareciera tener mucho. Giró la cabeza en la búsqueda de más compañeros pero pareciera misión imposible con tan poco personal. - Hasta que te dignas Lu. Su hermana acababa de llegar y pensó que eso podría aligerar la carga de trabajo ¿O duplicarla? Conociendo a su hermana menor no durarían las cosas arregladas como para poder afirmar que ayudaría; era tan irónico el que la hermana más accidentada (literal) de los tres Blacks terminara en el departamento de Accidentes mágicos. Era el destino, el raro destino. - Estamos por ayudar a Sagitas a reparar este desastre y llegaste justo a tiempo .- dijo sonriendo a su hermana y abrazándola con entusiasmo.- ¡Sii! ¿Lista para trabajar?

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