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Gyvraine C. Sullivan

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Mensajes publicados por Gyvraine C. Sullivan

  1. En medio de la oscuridad de la noche, una figura apareció frente a la entrada de la Mansión de la Familia Malfoy, casi como si el gélido viento la hubiera formado en un abrir y cerrar de ojos. No era necesario que apareciera en los límites de los terrenos, pues después de todo pertenecía a esa familia, era su hogar, pero había pasado tanto tiempo que todo se le antojaba particularmente ageno.

     

    - No recuerdo siquiera si eso estuvo ahí todo este tiempo - se dijo a sí misma mirando un árbol cercano, y en sus celestes ojos iluminados por la luna se veía el asombro, todo era nuevo, el tiempo había vuelto a aquella primera vez que su madre la había llevado a la mansión.

     

    Suspiró profundamente como tomando valor y dio un paso al frente, para darse cuenta que las rejas se abrieron por sí solas, como si la propiedad si la reconociera, y sino a ella, por lo menos sí reconocía la sangre que aun corría por sus venas. Sus pasos eran lentos, como tanteando el terreno, sintiendo de nuevo la experiencia de conocer el hogar de su madre, de sus primos, su tío... sus hijas, y sin darse plena cuenta estaba de pie frente a la puerta de entrada.

     

    - Hasta que alguien se digna a venir - una voz áspera hizo saltar a Gyvraine por la sorpresa, no esperaba que un elfo estuviera ya con la puerta abierta y mirándola con sus enormes ojos como pelotas de tenis - Ningún amo ha venido en semanas, parece una casa fantasma - se siguió quejando Hamiltón, haciendo una reverencia al momento en que la Malfoy atravesaba el umbral de la puerta, sus riñas con el elfo vaya que las recordaba y la hacían sentir cada vez más en casa.

     

    - Deja de quejarte, por eso nadie viene - reprochó la bruja quitándose de encima su túnica de viaje y dejando al descubierto su esbelta figura envuelta en un largo vestido gris perla. Sus zafiros recorrieron el lugar y se mordió la lengua, pues vio que no podía reprochar la pulcritud de la mansión, pues estaba en perfectas condiciones, incluso se podían ver los elegantes ornamentas navideñas, guirnaldas en candelabros y barandales de escaleras e, incluso, muérdago sobre los marcos de las puertas - ¿En serio nadie vino? - preguntó en voz baja, lamentando que aquello se desperdiciara.

     

    - No, ama, nadie vino a la Mansión, al parecer sus primos y sobrinos están muy ocupados para pasar a casa -respondió, al tiempo que Gyvraine recorría el Hall e iba al salón de juegos, para pasar al comedor, preparado para que en cualquier momento se sirviera una ostentosa cena.

     

    - No importa, no te pongas sentimental, sabes que a veces eso pasa, todos están muy ocupados y no recuerdan siquiera las fiestas - sin más y al cerciorarse de que no había nadie por lo menos en la planta baja, se sentó a sus anchas en el sofá de la sala -, anda, tráeme algo caliente, que está helando allá a fuera - y apuntando con su varita hizo que una llama naciera en la chimenea, pues la falta de habitantes había hecho que los muros de piedra congelaran el lugar.

     

    Ella misma sabía que no iba a quedarse tampoco a vivir ahí, pero por lo menos darle algo de vida a su hogar tenía que hacer, no podía dejar que pareciera abandonada, como si ningún Malfoy o cualquier otro mago se acordara de la grandeza de la familia. Ya después vería qué hacer, pero por lo menos esa noche estaría en casa, el mundo podía esperar.

  2. Apenas llegó y escuchó a su hermana su rostro cambió completamente, arrugó el entrecejo y apretó los labios, ¿cómo se atrevía esa gitana a decirle ignorante? ¿Cómo podía siquiera dudar de la pulcra educación que había recibido en su infancia ya fuera viajando con su madre por Europa o en casa de la familia Malfoy? Estuvo a punto de sacar su varita y apunta con ella a su hermana cuando escuchó más voces alrededor. Eso no se iba a quedar así.

     

    - ¿Primo? – dijo distrayéndose por un momento de su furia - ¿Primo… nuestro? ¿Acaso a cada paso que damos nos encontramos con un pariente nuevo? – se quejó, asintiendo cortésmente para saludar a Felias, para luego dirigirse a quien Candela se había referido como Engendro. Gyvraine negó con la cabeza ante tanta falta de respeto por parte de su hermana, pero no alcanzó siquiera a reprenderla por nada, porque se escuchó un lejano susurro proveniente de lo que parecía el lugar de la profesora.

     

    Con una última mirada fulminante dirigida a su hermana tomó asiento, en parte para demostrarle que a pesar de todo no se negaba jamás a aprender un poco más de la magia. Sus celestes ojos siguieron de lado a lado lo que estaba escrito en la pizarra sin encontrarle completo sentido, pues a pesar de saber el tipo de predicciones que hacían los muggles con los números, no entendía cómo es que con tan solo dígitos pudieran ver el futuro, sin largas secuencias o datos recopilados a lo largo del tiempo, como se hacía en las finanzas muggles.

     

    - La verdad, creo que ver el futuro con número sería mucho mejor que hacerlo con una bola de cristal – intervino, Gyvraine ante las palabras del que ahora sabía era su primo -, los números son, por mucho, más objetivos que las tazas de té y todos los utensilios que usan los adivinos – continuó la Malfoy, tratando de que en su voz no se notara la poca credibilidad que le daba a todo lo que enseñaban en un aula de adivinación.

     

    Miró la tabla con números y a pesar de que sus conocimientos en matemáticas no eran básicos, no lograba encontrar la conexión entre los nueve dígitos y las letras del alfabeto. Su mirada fue desde su lugar intermitentemente a Felias y a la profesora y prefirió esperar la respuesta de la mentora, de la que también reparó, no sabía su nombre.

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  3. En la habitación de la Malfoy se podía escuchar una lenta melodía que parecía contar una historia trágica de amor, pues de cuando en cuando las percusiones hacían que el ritmo cambiara por unos segundos, mientras se oía de fondo el agua cayendo. Gyvraine había decidido dedicar todos esos días a consentirse y tomar largos baños, preocupándose a penas por el qué dirán o en cualquier pendiente que pudiera tener.

     

    La bruja había mantenido los ojos cerrados durante todo el tiempo que había permanecido en la tina, y había puesto tan poca atención a la aparición de una solitaria piedra sobre su escritorio, varios metros lejos de la puerta de su baño privado que, sin darse plena cuenta, ya iba tarde a su clase. Con la misma parsimonia con la que había hecho todo se vistió con una vaporosa túnica gris perla y comenzó a pasear por su amplia habitación.

     

    - Esto comienza a ser cansado - susurró Gyvraine con cara de aburrimiento, buscando con la mirada unas sandalias altas que estaba segura había dejado en algún lugar la noche anterior. A pesar de saber que el paquete que le había llegado por lechuza apenas un par de días antes auguraba que su hermana planeaba algo, la Malfoy no había siquiera tenido precauciones extras.

     

    Solo un pequeño destello le hizo percatarse del traslador que parecía flotar sobre la superficie de caoba. Con ojos entreabiertos, Gyvraine se acercó, sospechando de su Candela y sus extrañas bromas, pero aun sin saber exactamente a dónde es que quería llevarla.

     

    Extendió una mano para tocarlo, y justo cuando la yema de sus dedos tocaron la piedra sintió el típico jalón a la altura del abdomen, al momento de sentir también cómo es que con la otra mano se apoyaba en la superficie del paquete aun envuelto. En apenas un parpadeo la luz azulada la envolvió por completo y la dejó sin vista, no fue hasta que bajo sus pies volvieron a tocar piso firme que abrió los ojos completamente desconcertada.

     

    - ¿Qué demonios? - comenzó a maldecir antes de encontrarse en medio de silloncillos en forma de números. Con su celeste mirada recorrió el lugar y, como lo supuso, se encontró con una figura familiar: Candela Triviani Por lo menos me hubieras dejado una nota de a dónde iba a ser la cita, ¿no? - le reclamó cuando llegó a ella en apenas dos zancadas y poniendo a un par de centímetros de su rostro la piedra con la que había llegado hasta ahí.

     

    La Malfoy ni siquiera se había molestado en averiguar el lugar en el que estaba o quienes estaban presentes, solo tenía ojos para la andrajosa imagen de la Triviani. Fue hasta después de tan solo un par de segundos que se dio plena cuenta de la presencia de un par de chicos, que la dejaron congelada.

     

    - ¿En serio? ¿De nuevo? - susurró con los dientes apretados a su hermana quedando a su lado y mirando con una forzada sonrisa a sus compañeros. Había bastado todo un minuto para que comprendiera que estaba de nuevo en Ateneo de los conocimientos, solo que aún no sabía en qué clase - Hola, Gyvraine Malfoy - se presentó lo más cordial que pudo, mirando apenas a los presentes sin dar señal de reconocer a nadie más que a la Triviani.

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  4. Apenas despegó los labios para replicar a su hermana cuando la profesora comenzó a explicar de qué se traban los libros, así como los poderes que conllevaban, por lo que Gyvraine no pudo más que fulminar a su hermana con la mirada tratando de controlar su molestia. Después de todo cuando ambas Triviani estaban juntas, lo más probable es que hubiera por lo menos una discusión, siempre había sido así.

     

    La atención de la Malfoy regresó a su hermana para encontrar un rostro de sorpresa e indignación, que por un segundo le pareció lo más cómico del mundo, pues sorprender a Candela era todo un reto; pero en el momento en que siguió la dirección hacia donde la gitana miraba, sintió como ella misma se llenaba de desconcierto: el pergamino en el que había escrito con tanto esfuerzo estaba siendo consumido por las llamas.

     

    Apenas si logró parpadear cuando vio como la profesora le apuntaba directo al pecho, después de haber tratado de atacar a Candela, poniendo el ejemplo que jamás podrían hacer daño directo a alguien con esos hechizos. Cuando el hechizo de Leah no tuvo efecto alguno, Gyvraine soltó el aire que sin darse cuenta había estado conteniendo en sus pulmones, quedando en claro que el confrigo no la haría volar en pedazos.

     

    - Linda forma de corregir la tarea se dijo a sí misma de forma inaudible para el resto, mirando de reojo a la Triviani que, con voz normal y sin aparente preocupación, comenzó a bromear con lo que ante sus ojos parecía absurdo. Gyvraine no pudo más que abrir como plato los ojos, ante semejante cinismo y trató de contener la risa con cada palabra de su hermana, percatándose un segundo después que el descaro de semejante mofa era el anillo de salvaguarda ¿Vas a pintar sobre todo el castillo antes de quemarlo, también? preguntó, siguiendo el juego.

     

    A punto estuvo de soltar una carcajada cuando frente a la gitana apareció Igor Karkarov, una visión que le dio muy mal presentimiento a la Malfoy que ya tenía apenas a un par de metros a Peter Petrigrew. Sin más hizo girar su varita entre sus largos dedos, recorriendo mentalmente la lista de hechizos que podía utilizar para poder defenderse, sin apartar la mirada ni un segundo del fantasma, bastante corpóreo al que tenía que enfrentar.

     

    - Dañar o causar la muerte repitió lentamente aun concentrada más en cómo atacar a su oponente que en su alrededor, pero cuando estuvo a punto de levantar su varita sintió un tirón desde el brazo que la hizo retroceder un par de pasos. Buscó con ojos furiosos al culpable y se dio plena cuenta que la Trivnia la ocupaba de escudo humano - ¿Qué demonios te pasa? le dijo apretando los dientes, sin percatarse de que el fantasma de Petigrew ya se abalanzaba hacia ella y como acto reflejo, la Malfoy levantó su varita de arce haciendo una estudiada floritura para que de ella salieran una docena de medias lunas.

     

    Gyvraine alcanzó a ver como las medias lunas producto de su hechizo cruzaban la ya poca distancia que la separaba del fantasma y se clavaban en el cuello, manos y piernas de su atacante, con la única intención de provocarle graves daños que fueran capaces de detenerlo. Sin embargo, la bruja no se quedó a contemplar cuan efectivo había sido su hechizo, sino que giró en redondo hacia Candela, casi con llamas en los ojos.

     

    - ¿Quieres verme muerta? le preguntó a la Triviani, arrastrando las palabras Aunque creo que ya somos dos a las que quieren muertas, ¿no? Preguntó con cierta ironía -, ya veo que hasta ladrona de hechizos eres dijo, elevando la comisura de los labios en una sonrisa que tenía poco que ver con la alegría. Dio media vuelta y pasó junto a su hermana para susurrarle al oído Después salgamos a dentro terminó con sarcasmo, alejándose de la gitana para ir hasta donde inicialmente habían entregado los pergaminos.

  5. Los labios de la Malfoy formaron una fina línea en el momento en el que por el rabillo del ojo captó la sonrisa burlona de su hermana pues, a pesar de querer disimular, sabía a qué se debía, después de tantos años conociéndose era como si leyera su mente. Cerró todo un segundo los ojos y tomó aire profundamente, no era momento de hacer una escena y mucho menos echar en cara el que estuviera ahí por culpa de Candela.

     

    Avanzó hasta situarse tras la Triviani y miró sobre su hombro para alcanzar a ver el pedazo de pergamino en blanco que le había proporcionado la profesora, recorriendo mentalmente la lista de hechizos, maldiciones y demás conjuros que pudieran servirle para aquella clase. Frunció el ceño levemente mientras escuchaba de nuevo las palabras de su hermana al preguntar por un libro, dándose plena cuenta que había estado tan desconectada del mundo mágico en el que había crecido que apenas si lo reconocía.

     

    - Si, dame la mitad - añadió parándose a un lado de ella, partiendo por la mitad el pergamino y haciendo una elaborada floritura con la varita junto a la oreja de su hermana, para hacer aparecer otra pluma -. ¿Qué es el Libro de Merlín? - preguntó a la Triviani, con la pluma a la altura de los labios, al tiempo que trataba de elegir qué escribir - Antes todos estudiábamos en casa y no nos hacían caer en trampas para ir a clases - terminó fulminándola con la mirada, antes de volver a clavar los ojos al frente, tratando de concentrarse.

     

    Gyvraine pareció perderse en sus pensamientos e imágenes inconexas comenzaron a aparecer ante sus ojos, como venidas de otra vida, donde podía escuchar el crujido de huesos al romperse o podía ver aves de fuego aparecer de su varita dispuestas a quemar todo a su paso, incluso se vio a sí misma protegida por un ser de oscuridad flanqueada por una enorme bola de fuego y casi pudo ver el destello de un arma con filo sobrenatural en su mano. Sacudió la cabeza para eliminar cualquier imagen que pudiera quedar en su mente, cada día le sorprendía más su imaginación, era imposible que pudiera tener esos recuerdos.

     

    - No se me ocurre nada, ¿Qué pusiste tú? - preguntó tratando de leer lo que la Triviani había contestado, al tiempo que garabateaba "Confrigo" en su pequeño trozo de pergamino - Hace mucho que no trato de hacer daño a la gente, ¿debería comenzar? - comentó con un gesto indescifrable hacia Candela, escribiendo "Desmaius?" con cierta duda - ¿Te gusta el Incen​dio? - preguntó al tiempo que con mucho esfuerzo lograba escribirlo en el poco espacio que quedaba en el pergamino - Si te incendian la túnica, vaya que dolerá - terminó con una sonrisa de falsa satisfacción.

  6. En la mente de la Malfoy aparecía claramente las líneas de un amarillento pergamino que había recorrido con la mirada más de una vez, y a pesar de ir en camino hacía el lugar de reunión, aun trataba de encontrar la razón que la llevó a semejante decisión, pero sobre todo, trataba de encontrar la forma de escabullirse de semejante enredo. No lograba comprenderlo, no entendía ni ella misma cómo es que se había dejado enredar en tal lío o cómo es que siquiera estaba de nuevo en Londres.

     

    Soltó un suspiro justo en el momento en que sus celestes ojos encontraron el reloj del elegante bar en el que se encontraba, faltaban tan solo dos minutos para las nueve y seguramente llegaría tarde a su cita. Un suspiro más salió de entre sus labios, justo antes de ponerse de pie al tiempo que dejaba un par de galeones para pagar su consumo, y se dirigía directo a la puerta del negocio.

     

    - La voy a asesinar un día de estos si sigue metiéndome en esto - susurró antes de desaparecer, quedándose con el sonido de la primera campanada que anunciaba las nueve resonando en sus oídos. Se dejó arrastrar por la negrura y el tirón a la altura del estómago, muy propia de la desaparición, con único destino en mente que el que citaba el arrugado pergamino que yacía en uno de sus bolsillos.

     

    Al abrir de nuevo los ojos se encontró en la espesura de un bosque envuelto en densa neblina y con un único sendero apenas iluminado por la tenue luz de luna. Gyvraine recorrió su alrededor con mirada crítica y se dio plena cuenta que estaba en medio de un bosque bastante tupido de árboles que en las sombras formaban figuras extrañas, casi como si la acecharan criaturas misteriosas, salidas más bien de cuentos para asustar a los niños y no de la realidad, criaturas de pesadillas.

     

    - Genial, un lugar bastante propio para una clase - soltó con cierto dejo de sarcasmo al ver a unos doscientos metros una cabaña, que pasaría inadvertida de no ser por la luz que emanaba del interior y alcanzaba a colarse por las rendijas de las ventanas cubiertas -. Que no se pierdan los valores y buenas costumbres de dar una cátedra en medio de la nada y en plena noche- continuó con el mismo tono de voz, mientras avanzaba paso a paso hasta donde creía que encontraría, no sólo a la profesora sino también, a quién la había metido en todo ese lío.

     

    Las botas largas de piel de dragón, en las que estaban enfundados sus pies, hacían crujir las pequeñas ramas y hojas con cada una de sus zancadas cada vez más presurosas, pues sabía perfectamente que por lo menos ya tenía dos minutos de retraso. Después de todo la puntualidad jamás había sido su fuerte y no es como que quisiera cambiar ese precioso defecto que tenía de llegar tarde.

     

    - Soy la profesora Ivashkov ...- alcanzó a escuchar la Malfoy decir a una voz femenina cuando estaba justo del otro lado de la puerta, peleando aún por quitar los últimos residuos de ramitas y hojas que se habían adherido a su gruesa capa de viaje, así como a su larga cabellera castaña. Nunca parecía estar vestida para internarse en un bosque.

     

    Al entrar a la cabaña, Gyvraine fue plenamente consciente de cada una de las personas presentes y, mientras escuchaba la respuesta de quien se había identificado a sí mismo como Emmet Gaunt, fijó la mirada en la profesora. En los ojos de la Malfoy pareció brillar un eco de reconocimiento que se extinguió casi al instante, como si la viera después de mucho tiempo y, en tan solo un segundo, jamás la hubiera visto nunca en su vida.

     

    Su atención fue completamente robada al momento en que una voz más que conocida se escuchó: Candela Triviani. Sin poder contenerse, Gyvraine la fulmino con la mirada y enarcó una ceja, como haciendo una pregunta muda a su querida hermana que, al parecer, estaba más parlanchina que de costumbre. Ya encontraría la forma de hacerla pagar por inscribirla a una clase a la fuerza.

     

    - Las maldiciones de los muggles no son necesariamente superstición - comenzó a hablar la Malfoy mirando de reojo a Candela, para luego centrarse en Leah y Emmet -, pueden ser huella de maldiciones que usaban antiguos magos, pero sin efecto alguno... después de todo son muggles - añadió con media sonrisa, impregnando de desprecio aquella última palabra -. En cambio, una maldición que conocemos tiene efecto, no sólo porque la decimos nosotros como magos y brujas, sino porque ha ido evolucionando a lo largo de la historia de la magia - hizo una pausa, y continuó elevando los hombros en un gesto que parecía recalcar lo obvio -. Así que la diferencia es esa... la magia. Gyvraine Malfoy - añadió con un leve asentimiento al presentarse.

  7. Gyvraine apenas abrió la boca para poder siquiera reclamar del contenido del caldero como prueba fehaciente de que Candela le había robado, cuando éste salió por la ventana con todo y el elfo que había estado ayudando a su hermana. sus celestes ojos se quedaron todo un segundo mirando el espacio por el que había salido aquella precaria poción y justo antes de girarse hacia la gitana ésta saltó por entre las cortinas, como siguiendo el mismo camino del Chuck.

     

    - ¿Qué demonios? - susurró tratando de detener a su hermana, aunque era demasiado tarde, pues ésta ya caía hasta donde parecía se celebraba una fiesta de té - ¿Es en serio que así vas a escapar? - dijo a la silueta de Candela que ya había llegado a tierra firme. La Malfoy jamás había entendido la psicología de la hija menor de Aland, pero no cabía duda que jamás se había quedado quieta.

     

    Desde lo alto contempló la escena, tratando de identificar a quienes habían sido interrumpidos tan de sorpresa por la Triviani y logró ver una cabellera de un color inconfundible, así como una chica más y por un momento la idea de ver la cólera de Alyssa contra Candela se le antojó particularmente divertida. Los modales de su hermana jamás habían sido los mejores y, por supuesto, siempre era un espectáculo digno de ver el cómo su tía trataba de lidiar con ellos.

     

    - Ya recuerdo qué extraño de este lugar - susurró para sí, apoyada en el marco de la ventana, al tiempo que hacía una floritura para que los restos de poción dejaran al elfo libre, así como sus heridas comenzaron a sanar - sus malditos chillidos no me van a dejar escuchar - se quejó con un dejo de aburrimiento, mientras hacía una floritura más y el Chuck desaparecía del jardín.

     

    Agudizó el oído y apenas unos cuántos fragmentos de la conversación llegaron hasta ella, ni el haber desaparecido al elfo había ayudado en nada, no había más remedio que acercarse más. Sabía que la palabra baúl había salido de entre los labios de Candela, y algo en su interior le recordaba a gritos que su hermana no buscaba cosas viejas solo por qué sí y, muchos menos, después de haber saqueado la alacena de ingredientes.

     

    - Creo que tendré que saludar a la familia - se dijo con nula emoción en la voz, ya que desde hacía días prefería no toparse con nadie que hubiera formado parte de su vida, pues sabía que se darían cuenta de la laguna mental de la que pretendía sufrir. Echó un último vistazo a la alcoba de su hermana en busca de alguna pista del robo de sus ingredientes, pero estaba consciente que no encontraría nada, todo había sido perfectamente limpiado y, sin más, salió de nuevo al pasillo.

     

    Mientras avanzaba paso a paso por el pasillo trataba de recordar cuántas veces había estado en el castillo después de su graduación de la academia y se dio plena cuenta que el lugar que había sido su refugio en su niñez, apenas si era relevante en su vida posterior. Avanzando como por inercia había llegado hasta la planta baja, pero justo antes de girar hacia el jardín donde había caído su hermana, escuchó que alguien en el hall pronunciaba su nombre.

     

    Gyvraine se detuvo en seco y frunció el ceño ligeramente, pues no había reconocido aquella voz y volviendo sobre sus pasos fue con cautela hacia donde, al parecer, continuaba una amena plática de un sirviente con alguien a quien la bruja no lograba reconocer. La Malfoy se quedó oculta tras una columna, intrigada aun por la extraña curiosidad de aquel visitante, al que aun no sabía qué tan de confiar era.

     

    - ¡Chuck! - dijo Gyvraine saliendo de su escondite y fulminando al elfo con la mirada ante su indiscreción frente a un completo extraño - ¿Se puede saber quién demonios te permitió revelar información familiar? - elevó una ceja expectante a la respuesta del elfo y, sin esperar más de un par de segundos, se dirigió al visitante - ¿Y usted es? - preguntó dejando los formalismos de un saludo de lado, pues después de que había estado interrogando al Chuck sobre su lugar en la familia Triviani, la Malfoy no creía que el hombre merecía consideración alguna.

     

     

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  8. Negando lentamente con la cabeza, Gyvraine reprimió las ganas de poner los ojos en blanco ante tan descarado intento de su hermana por querer engañarle. Prácticamente la había visto crecer, ¿cómo podía imaginar que no sabía cuando ocultaba alguna travesura? Además de que sabía que era ella quien había profanado su alacena de ingredientes.

     

    - ¿Qué fue eso? - Añadió Gyvraine al escuchar la queja del elfo, había encontrado el pretexto perfecto para retener a esa pequeña mentirosa - Ven, vamos a ver, salió de tu habitación - dijo al tiempo que a tomaba por la muñeca y obligaba a regresar sobre sus pasos hasta la puerta por la que de un momento a otro había dejado de salir humo -, no querrás que un Chuck arruine tu de por sí deplorable creación, ¿verdad, pequeña? - terminó con una sonrisa y pasando por alto la molestia de la hija menor de Aland.

     

    La Malfoy sabía perfectamente que enfrentar directamente a la Gitana no le iba a llevar a ningún lado, después de todo lo iba a negar y tenía un poder sobrenatural para mentir, necesitaba recurrir a tácticas diferentes con ella. Sin soltarla se quedó de pie frente a la puerta de la alcoba de la Triviani e hizo un gesto para cederle el paso.

     

    - La dueña de la habitación primero - dijo con una amplia sonrisa, pues después de todo no sabía con lo que se encontraría en tal lugar y qué tan peligroso sería, era mejor mandar un conejillo de indias -. Tienes que ver después de todo el resultado del esfuerzo hecho con MIS ingredientes, ¿no? - añadió, clavando sus celestes ojos en Candela, y con un tono mucho más tenso.

     

    Escuchaba ruidos extraños salir de los aposentos de su hermana, pero sabía que no iba a ser tan tonta como para hacer algo realmente peligroso en el castillo o por lo menos eso esperaba la Malfoy, que había tenido un repentino interés de la coincidencia de encontrar a Candela en el castillo después de no haberla visto en Londres, ni en ningún lado, en mucho tiempo. Había conejo Triviani encerrado...

     

     

     

    ***

     

    Tarde pero seguro (?) @@Candela Triviani

  9. Al final, después de vagar por todo el pueblo terminó de pie frente al castillo de la familia que le había acogido en un momento como aquel, pero hacía años, toda una vida a decir verdad. Soltó un suspiro y sin más remedio avanzó a paso lento por el camino que le llevaría a la entrada principal, como si fuera una visita cualquiera, una bruja cualquiera.

     

    - ¿Qué diablos? - se dijo a sí misma, desde el momento en que había abierto los ojos aquella mañana se sentía libre, no tenía atadura alguna, casi estaba segura que de proponérselo podría volar sin necesidad de escoba alguna - ¿Por qué no? - soltó con una carcajada al tiempo que hacía una elaborada floritura y sentía como sus pies dejaban el suelo y su cuerpo era envuelto por una corriente de aire que la elevaban hasta llevarla a su habitación.

     

    Apenas entró a su alcoba inhaló profundamente el aroma del castillo, como si con ello hiciera el tiempo retroceder a cuándo apenas era una niña que pasaba ahí unas cuantas semanas de vacaciones en compañía de sus primos y hermanas.No tenía ni un minuto de haber puesto un pie en el hogar de la familia Triviani, cuando se dio plena cuenta que algo no estaba bien en el lugar.

     

    - ¿Qué huele tan mal? - susurró y fue en ese momento en que sus celestes ojos se encontraron con una de sus vitrinas entreabiertas, como si la seguridad que las protegía de ladrones hubiera sido más que violada - ¿Qué demonios pasa aquí? - Abrió la boca para llamar a gritos a un elfo cuando escuchó un estruendo acompañado de un temblor que estremeció el castillo entero - No es cierto... No es cierto...

     

    Con un movimiento de varita despreocupado las puertas de la vitrina en la que guardaba su reserva privada de ingredientes para pociones se cerraron, al tiempo que a grandes zancadas ya cruzaba la habitación directo a la puerta a encontrarse con la que estaba segura era la autora del delito. No fue siquiera necesario que tocara la puerta cuando ésta se abrió a su paso y Gyvraine se encontró con el camino completamente despejado hacía el pasillo.

     

    - ¿A dónde crees que vas, pequeña Triviani? - dijo interponiéndose en el camino de Candela con los brazos cruzados y el entrecejo ligeramente fruncido. No era necesario investigar quién había tomado "prestado" ingredientes de su habitación o quién había hecho que el castillo se estremeciera desde los cimientos, después de todo la única hija sanguínea de Aland siempre había sido la más traviesa - Llego justo a tiempo, ¿cierto? - añadió la Malfoy elevando una ceja y viendo como salía humo de la que sabía era la puerta a los aposentos de la Triviani.

     

     

    ***

     

    @Candela Triviani @Danyellus Triviani Malfoy

     

     

    Aun no sé cómo haces esto de las menciones.. a ver si salieron o.o

  10. Un rayo de luz se coló a través de las gruesas cortinas de su habitación, como un único haz de luz cortando la oscuridad que envolvía el delgado cuerpo de Gyvraine, dando directamente en sus ojos hasta entonces completamente cerrados. Había pasado quién sabe cuántos días encerrada tras piedra y lodo en su recámara, yendo de un lado a otro sumida en la más profunda desesperación al ser testigo de cómo sus recuerdos y su vida se borraban de su mente sin poder hacer nada.

     

    La Malfoy parpadeó un par de veces antes de darse plena cuenta en dónde se encontraba y con extrema lentitud se incorporó hasta quedar sentada en medio de su lecho. Todo a su alrededor estaba exactamente igual a como lo había dejado, pero algo en el aire parecía haber cambiado.

     

    - Hamiltón... - susurró, al tiempo que examinaba sus manos como con extrema fascinación, como su fuera la primera vez que las miraba. A pesar de hacer escuchado cómo el elfo había aparecido tras el característico sonido, Gyvraine no levantó la mirada de inmediato, quería comprobarlo todo darse una idea de qué tanto había en ella - ¿Cuánto ha pasado? - preguntó aún hablando de una forma apenas audible.

     

    - Semanas, ama - contestó la criatura haciendo una reverencia y acercándose con un sobre entre los huesudos dedos -. El ama le pidió a Hamiltón entregar esto cuando despertara... - añadió el sirviente, aún con la cabeza gacha y extendiendo un sobre sellado con el escudo de la familia y con letra que reconocía como propia, que rezaba su nombre: Gyvraine Malfoy.

     

    - Vete - ordenó la Malfoy en cuanto tuvo el sobre en sus manos y de inmediato el elfo desapareció con temor a morir o sufrir tortura alguna. La bruja ni siquiera se molestó en comprobar si se había o no ido Hamiltón cuando ya examinaba el sobre, que al abrirlo apenas si contaba con un par de palabras que ella misma se había escrito: "Si necesitas respuestas, busca a Orión Black, él tiene el camino al pasado".

     

    Una ligera sonrisa se asomó en sus delgados labios y sin dejar de lado el pergamino se puso de pie, avanzando hasta su escritorio, escuchando el bullicio propio de la Mansión. Ya no había por qué estar encerrada, oculta del mundo.

     

    - No, no necesito respuestas - se dijo al tiempo que guardaba el pergamino en un cajón y tras una elaborada floritura se escuchaba el pestillo cerrarse con magia -. En realidad no necesito saber nada del pasado - añadió pasando la yema de sus dedos de la mano derecha sobre su antebrazo izquierdo, el cual estaba completamente libre de marca alguna, o por lo menos ella era incapaz de ver la muerte del tatuaje que años atrás había sido grabado a fuego en su piel.

     

  11. Hola, hace meses se supone que tenía que pasarme por aquí, pero ya saben.. #Perdida y pues.. no sabía cómo comenzar a ponerme al corriente con esto u_ú Tengo un tutor que me da tabla sino entiendo.. (?) así que vengo a elegir mis conocimientos :cry:

     

    Enlace a Ficha: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78511

    Conocimientos: - Leyes mágicas - Artes oscuras

     

    Esos son los conocimientos que quiero conservar u_ú espero en verdad no arrepentirme xD

     

    Verdad que aun podía hacer la actualización? T_T

  12. En medio de la oscura calle de Ottery una encapuchada sombra apareció apenas iluminada por la momentánea luz de la luna, que desapareció en el instante que las nubes volvieron a dejar al pueblo sumido en penumbras. La figura avanzaba con paso lento a lo largo del camino, disfrutando de la brisa húmeda que traía aún el olor a tierra mojada, después de todo eran esos pocos momentos en los que podía rememorar su infancia.

     

    - El tiempo no pasa en vano... - susurro Gyvraine, mientras contemplaba la imagen del castillo Triviani recortada en el cielo lleno de nubes. Sabía que debía volver antes que a ningún lugar a la mansión de su familia sanguínea, pero durante semanas un intenso pensamiento la había guiado hasta ese lugar, como si un presentimiento la llevará paso a paso hasta ese momento.

     

    La bruja soltó un suspiro al momento de pasar los dedos por encima de su antebrazo izquierdo esperando sentir aquel picor que le indicaba que su marca estaba con vida, pero para su desgracia sólo pudo sentir el frío aire revolver su cabello. Negó lentamente con la cabeza y obligándose a sí misma a no pensar más, avanzó paso a paso hasta adentrarse en los terrenos de la que un día fue la más próspera familia.

     

    - Aquí el tiempo si pareció detenerse - dijo la Malfoy en el instante que se dio plena cuenta que estaba de pie en medio de la estancia, contemplando el interior del castillo en el que había - ¡Chuck! Encárgate de esto - vociferó de pronto, al tiempo que dejaba caer el equipaje que había estado llevando a lo largo de su interminable viaje - Dime, ¿quién está en casa? - añadió al tiempo que notó como es que su maleta no había hecho estruendo alguno al chocar contra el suelo, pues seguramente algún elfo lo había interceptado.

     

    Gyvraine descubrió su rostro y dejó caer en cascada su largo cabello castaño, así como dejó que sus celestes ojos recorrieran el lugar a plenitud, era verdad,nada había cambiado. Avanzó apenas un paso y recordó que no sabía si su habitación aún le pertenecía, hacia tanto que no pisaba ese lugar que todo lo parecía extrañamente familiar, como haber recorrido el lugar en un sueño.

     

    - Los amos han ido y venido, pero por ahora sólo unos pocos viven en el castillo - contestó el sirviente, atento a cada movimiento de la bruja - dejaré su equipaje en su habitación - continuó el elfo y justo antes de desaparecer añadió - El ama Candela también ha regresado - dejando en una pieza a Gyvraine con aquella declaración, tal vez por eso estaba ella misma de vuelta a una vida que quería enterrar.

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  13. Había olvidado cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había pisado ese lugar, como si todo aquello que recordaba fuera tan solo producto de un sueño, lejano y tan poco tangible. A veces eso le parecía, el remanente de una noche entera de imágenes producidas por su subconsciente para llenar los innumerables vacíos que había dejado en su vida la búsqueda de lo único que le habían enseñado: poder.

     

    Sacudió un poco la cabeza para alejar todo pensamiento o, incluso, remordimiento y avanzó con paso firme hasta la puerta principal. No necesitaba llamar a la puerta, no había necesidad alguna de que la trataran como a una visita más, se suponía era una miembro más de la familia, pero al mirarse a sí misma desde los pies envueltos en altas botas de piel de dragón, pasando por su larga túnica gris perla y rematando con su largo cabello castaño, no se sentía parte de aquel lugar, algo la repelía.

     

    - Suficiente - se dijo a si misma con renovada determinación. Había regresado a Ottery no para seguir sintiendo autocompasión por todo lo que no había pasado, sino para recuperar su vida y pese a todo aquel lugar era parte de su vida. Inhaló varias veces para tomar la determinación que parecía haberse evaporado en un segundo -Y bien, parece que nada ha cambiado aquí - dijo en voz alta, una vez que abrió la puerta de un empujón y dio un paso hacia adentro.

     

    Su celeste mirada recorrió el lugar para darse cuenta con asombro que todo estaba exactamente como lo recordaba, sin mota alguna de polvo y cada mueble en su lugar como si el tiempo en aquel lugar se hubiera detenido. De pronto toda duda o cualquier pensamiento que la detuvo se había evaporado, el respirar aquel aire le había devuelto parte de su esencia.

     

    - ¡Chuck! - elevó la voz escuchando el eco que hizo el llamado al elfo en las paredes de la sala, al tiempo que avanzaba más y más adentrándose al castillo - ¿Cómo es posible siquiera que los patriarcas puedan permitir semejante descaro de los sirvientes? - se quejó sin importarle que alguien pudiera escucharle, sabiendo perfectamente que el castillo estaba vacío.

     

    El desolado ambiente le daba la oportunidad perfecta para hacer lo que tenía que hacer: recuperar parte de sí misma, si es que quería encontrar la forma de ayudar a su hija a encontrarse. "Lo que una hace por la familia" pensó al tiempo que hacía una elaborada floritura para que todo se tornara nebuloso e imágenes inconexas comenzaran a aparecer al igual que figuras recortadas gracias a la luz de los grandes ventanales, sin llegar a ser completamente claras.

     

    Entonces en medio de lo que parecían recuerdos borrosos, se vio a sí misma, con mucho menos años pero, por extraño que pareciera, con muy pocos cambios en su apariencia física. Gyvraine se acercó a su yo mucho más joven y pudo ver como es que reía a carcajadas mientras su familia adoptiva se envolvía en una guerra intrafamiliar.

     

    Los zafiros de su yo más joven brillaban, pero al mismo tiempo no dejaba de lado ciertos gestos orgullos y altivos que llamaron la atención de la mortífaga. Algo había pasado en esos años que le había llenado la mente remordimientos y temores, pues bien ni a la Malfoy del pasado como la del presente sentía reparo alguno en eliminar la vida de alguien, los motivos habían cambiado, la satisfacción de hacerlo ni siquiera era comparable.

     

    - ¿Qué pasó? - se dijo mirando su propia imagen, mientras un saco de, lo que sabía era, excremento le atravesaba como si el fantasma fuera ella y no aquel recuerdo - Tal vez más que verlo necesito, vivirlo de nuevo... - y antes de siquiera poder tener la opción de seguir viendo aquella batalla todo se desvaneció pues una pequeña criatura había interferido con el hechizo al hacerse presente.

     

    - Ama, Gyvraine es un gust... - el elfo no pudo terminar su saludo, pues con una mirada fulminante y extendiendo la mano en la que sostenía la varita hizo que el Chuck se callara de pronto, como si en tan solo un segundo comenzara a sofocarse.

     

    - Cállate, llegas tarde, ¿has visto a Danyellus o alguno de mis primos? - preguntó, sin saber exactamente a quién había ido a buscar al castillo Triviani. Ni siquiera sabía explicar por qué necesitaba un pretexto por el cual estar ahí - Y más te vale no volver a interrumpir así - añadió deteniendo el hechizo que casi había dejado sin vida al elfo.

  14. El brillo de la luna se reflejó en los zafiros de una figura encapuchada que se quedó de pie frente al angosto sendero rodeado de matorrales, era como si avanzar hasta la verja de acero forjado le costara todas las fuerzas con las que contaba. El volver a la Mansión Malfoy representaba mucho más que solo estar en casa, que regresar al lugar donde prácticamente había crecido y aprendido todo lo que ella era; la mujer sabía que era casi como usar un giratiempo y vivir en el pasado.

     

    Inhaló y exhaló un par de veces antes de reunir el valor suficiente para llegar hasta la puerta y encontrarse con el horrendo rostro que se formaba para preguntar el motivo de su visita, un rostro que desde pequeña le provocaba querer dar un paso atrás. Aquel ente ni siquiera alcanzó a formular su pregunta, pues como si reconociera la sangre que corría por las venas de la encapuchada, le dio libre acceso.

     

    - Nada cambia por aquí - se dijo para sí, con media sonrisa y, con pasos mucho más decididos, recorrió el camino de grava blanca que la separaba de la Mansión, casi podía percibir el aroma de las flores de La Rosaleda mientras avanzaba hasta la puerta doble de roble. Todo aquello, a pesar de ser tan de noche, le despertaba la mente, mientras hacía una silenciosa lista de pros y contras de estar de nuevo en casa.

     

    Apenas puso un pie en el Hall, su capucha resbaló hasta sus hombros dejando ver el pálido rostro de Gyvraine, que se quedó como de piedra, recorriendo todo el lugar con su celeste mirada; deteniéndose de cuando en cuando en algún retrato, en el que se apreciaba parecido con varios miembros de la familia, o reconocimientos que la familia había obtenido. "Nos hace falta un premio a la familia que ha matado más personas desde siempre" pensó con un dejo de amargura y avanzó de nuevo, no hacía las escaleras que la llevarían hasta su habitación, no, aun no estaba lista para tanto; en su lugar fue directo al Salón.

     

    - ¿Será que todos han decidido irse? - susurró ante tanta calma, algo poco usual tomando en cuanta la cantidad de gente que vivía en esa mansión - Tal vez la cordura ha llegado a la familia - continuó diciendo para sí mientras se adentraba en el Salón e iba directo a una mesita donde los rayos plateados de la luna iluminaban varias botellas. "Vodka, me trae buenos recuerdos y es lo que necesito" pensó eligiendo una de las licoreras y sirviendo un vaso, tratando de que aquel sabor le trajera de vuelta las frías noches que había pasado en Rusia.

     

    Soltó un suspiro más y se dejó caer sobre uno de los sillones, para luego hacer un movimiento de varita que hizo encender una tenue luz en la lampara de araña que colgaban del techo. Había vuelto a Londres así como se había ido, sin llevar nada de equipaje y con una elegante túnica gris perla, después de todo no necesitaba nada más.

     

    Subió los pies al sillón de tres plazas sobre el que se había sentado y quedó recostada en él, dejando caer en cascada su largo cabello castaño, del cual la luz de las velas sacaba destellos dorados. Dio un sorbo a su bebida y por un momento sonrió, al ver el aniño en su mano derecha, el mismo anillo que su madre le había regalado. "Si mamá me viera, seguro me reprendería por semejante desfachatez" pensó al tiempo que se acomodaba aun más en su improvisado lecho. Esperaría ahí el amanecer.

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  15. Diablos, creo que cuando me fui debí renunciar a mi puesto en el ministerio o.o lo olvidé por completo.... ya será para la próxima (?) En fin, vengo a actualizar mi ficha... una no puede volver sino tiene todo el papeleo en orden, no? en fin... el caso es que puedo tener una imagen, cierto? *-*

    Les dejo la ficha completa... porque tengo el formato anterior.. lo único que cambia es.. la historia.. pero solo muuuuy poco..

     

     

     

    Retrato de Gyvraine Malfoy

    http://i32.tinypic.com/2utnptx.jpg

    By:Absinthe

     

    Datos Personales:

     

     

    Nombre del Personaje: Gyvraine Malfoy

     

    Sexo: Femenino

     

    Edad: Joven

     

    Nacionalidad: Británica

     

    Familia(s):

    * Malfoy

    * Triviani

     

    Padre(s) Sanguíneo: Absinthe Malfoy

     

    Padre(s) Adoptivos: Aland Black Triviani

     

    Trabajo:

     

     

     

    Poderes Mágicos:

     

     

    Rango Social: Dragones de Bronce

     

    Bando: Mortífago

     

    Rango dentro del Bando: Mago Oscuro

     

    Puntos de poder en objetos:

     

     

    Hechizos adicionales:

     

     

    Puntos de poder en criaturas:

     

     

    Criaturas controlables en asaltos y duelos:

     

     

    Habilidades Mágicas: --

     

    Conocimientos Especiales:

    - Leyes mágicas

    - Artes oscuras

    - Conocimiento de Maldiciones

    - Transformaciones

     

    Medallas:

     

     

    Perfil del Personaje:

     

     

    Raza: Vampiro

     

    Aspecto Físico:

     

    Es delgada con curvas bien definidas, sin ser exuberantes. Al erguirse completamente, hace notar el 1.70m de altura que acompaña a su porte altivo. Su rostro es de facciones finas, labios delgados y rosados, así como una piel extremadamente blanca. Tiene los ojos azules: penetrantes, fríos y cautivadores, en ocasiones toman un color más intenso dependiendo de la luz y su estado de ánimo; además tiene bajo ellos unas sombras purpureas que en lugar de darle aspecto cansado, parecen resaltar su belleza.

     

    Su cabello es castaño claro, que incluso con los rayos del sol pareciera rubio, como el de toda su familia; ondulado y largo llegando tan solo unos centímetros debajo de su cintura, terminando en unos ligeros rizos. Sus manos son delgadas y de finos dedos.

     

     

    Cualidades Psicológicas:

     

    Gyvraine es orgullosa, ambiciosa, altiva, arrogante, en ocasiones prepotente, reservada, llega a ser totalmente indiferente y fría con lo que a los demás les sucede, solo llega a importarle si es miembro de su familia o amigo muy cercano. Le interesa conocer y tener trato solo con las personas que tengan una ideología bastante parecida a la de ella llegando a otorgarles lealtad y ayuda incondicional, incluso su propia vida, mientras que con los que difieren en sus creencias simplemente lo trata con la más intensa displicencia.

     

    Es inteligente y astuta, intenta analizar antes de actuar, viendo las posibles soluciones que puede tener. En situaciones de presión intensa llega a ponerse nerviosa, pero jamás lo demuestra manteniéndose seria y sin rastro de emoción en el rostro. En ocasiones sarcástica e irónica, trata con desprecio a las personas que considera absurdas.

     

     

    Historia:

     

    Nació en la oscura noche sin estrellas del 13 de Abril, en el norte de Inglaterra, lejos de la residencia de su familia. Su existencia se mantuvo en secreto desde el principio, los escándalos y señalamientos era algo que no se podía permitir en la casa de los Malfoy.

     

    En medio del gran hermetismo de su nacimiento, fue separada de su madre y llevada con una familia de alto renombre en la comunidad muggle, gracias a los contactos que tenía Crazy Malfoy en el ministerio debido a su importante puesto. La familia de muggles la cuidó casi como una hija propia inducidos, tal vez, por algún hechizo que el patriarca Malfoy les había hecho.

     

    Una lluviosa noche de verano, poco después de que la pequeña Gyvraine cumpliera un año, apareció de nuevo su madre y, sin dar mayor explicación que ser quien la trajo al mundo, se la llevó de nueva cuenta para hacerse cargo de ella, recorriendo Europa por muchos años. Los recuerdos que Gyvraine conserva de aquel tiempo que vivió entre muggles son escasos, apenas unas cuantas imágenes y la huella de un apellido, Sullivan.

     

    La pequeña Gyvraine de inmediato se adaptó a las comodidades de las diferentes suites en los que vivía con su madre, durante sus viajes por distintos lugares del viejo continente. Sus días de infancia las pasó conociendo muchas ciudades, cuidada en cada una por alguien que su madre contrataba para tal labor así como para su educación, pues a pesar de todo seguía siendo una joven a la que le gustaba más vivir una vida de aventuras que adquirir la responsabilidad de cuidar a alguien más. Cuando tuvo un poco más de edad, Absinthe la llevó a la Mansión Malfoy, donde la dejó para después volver a su interminable viaje.

     

    Viviendo con su familia sanguínea, Gyvraine, tuvo todo lo que quiso, viendo como figura paterna y modelo a seguir a su tío Crazy, tal vez lo único que pudo compartir con sus primos que, incluso, se le hacían unos extraños a pesar de vivir en la misma mansión. Lentamente los años pasaron y Gyvraine fue instruida cómo lo que una Malfoy debía ser, con ideales claros, dispuesta a dar la vida por ellos y los modales una chica de sociedad, altanera, orgullosa de la sangre que corre por sus venas, además del despreció por cualquiera que pensara diferente.

     

    Después de cursa Hogwarts y ser elegida en la casa a la que prácticamente toda su familia había entrado, la edad para entrar a la academia llegó casi con pesar para la joven, pues las multitudes y soportar a tanta gente no estaban entre sus anhelos. Ya en clases conoció a su primera profesora, Aland Black Triviani, a la cual admiró desde el momento en que la vio. Por lo que poco a poco fue acercándose a ella hasta ser adoptada en la familia Triviani, como hija de la matriarca, encontrándose con la sorpresa de tener hermanos y primos adoptivos que cursaban en ese momento la academia con ella y que se habían convertido en los primeros amigos en su vida, sus primeros verdaderos amigos.

     

    A pesar de tener que acostumbrarse a la idea de la familia, al hecho de que ahora tenía hermanas, lo hizo y, mientras Absinthe se perdía por meses, Gyvraine vivía en el Castillo Triviani, aprendiendo lo que era vivir en compañía. Creó lazos increíblemente fuertes con su hermana mayor, Eris; así como con Candela, la única hija sanguínea de la matriarca. Además de tomarle un cariño inmenso a Magic, su prima adoptiva y a Danyellus a quien veía como un hermano mayor.

     

    En cuanto terminó sus estudios ya sabía cuáles eran sus objetivos: entrar a la Marca Tenebrosa para seguir con los ideales de la familia y trabajar en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional, cosas que logró. Era una mortífaga infiltrada más, con el fin de que algún día el ministerio cayera bajo el control de los Mortífagos.

     

    Alrededor de los 20 años cayó gravemente enferma de tuberculosis por las complicaciones de la mala atención y el poco cuidado que le ponía a su salud lo que le hizo estar al borde de la muerte, donde solo la acompañaron Eris y Magic. Era demasiado tarde para que cualquier cura pudiera salvarla y, en una precipitada decisión, su hermana mayor, con el único fin de no perderla, la mordió sabiendo que su condición vampírica le permitiría a Gyvraine volver a la vida, una vida inmortal.

     

    La Malfoy bebió también la sangre de su salvadora y milagrosamente su cuerpo fue curándose poco a poco, pero sin convertirse completamente en un vampiro. Según le explicó su hermana, solo se convertiría en una verdadera vampiresa en el momento en que muriera, mientras tanto, solo estaría en una etapa de transición que le permitía vivir eternamente, sin envejecer y sin necesitar del todo la sangre, además de que su corazón aun latía muy lentamente, pues su humanidad aun se resistía a dar rienda suelta a su naturaleza vampírica.

     

    Meses después, se enteró de la muerte de su amiga, confidente y hermana, Eris; hecho que la dejó completamente deshecha, devastada.

    Sin que hubiera pasado demasiado tiempo después de aquella trágica noticia se encontró con que su madre había desaparecido de nuevo, pero esta vez de una forma misteriosa y extraña pues incluso le había dejado con un elfo un anillo, como despedida.

     

    En medio de su tristeza de haber perdido a dos de las personas que más amaba, comenzó a vagar por el extranjero sin ningún destino en particular, hasta que encontró a un apuesto joven con una historia igual de triste que la de ella. Gyvraine se enamoró lentamente de éste apuesto joven que viajaba en busca de su gran amor, una esposa pérdida, pero ese objetivo lentamente fue cambiando a tal grado de comenzar una relación amorosa con la Malfoy.

     

    Años más tarde regresó a su hogar de la mano de una pequeña niña, así como un bebé en brazos y sin dar apenas explicaciones más que el hecho de ser sus hijas, se reinstaló en la Mansión de su familia con el fin de que las pequeñas crecieran en aquel lugar. Una vez retomó su vida en el Reino Unido, mucho tiempo la mortífaga tuvo la sensación de que su madre estaba en peligro, incluso de muerte, pero no sabía cómo buscarla, hasta que un día Marius Malfoy se hizo presente con algo más que el cuerpo de Absinthe hecho harapos, pues con ambos se develó la pieza que faltaba antes de su nacimiento, dejando a Gyvraine en shock y sin saber exactamente que sentir con respecto a su madre.

     

    Queriendo saber aun menos de su pasado y agobiada por el hecho de que sus hijas quisieran saber aun más de su padre, decidió dejarlo todo para vivir en el extranjero. Cumpliendo misiones esporádicas para la marca tenebrosa se mudó de la Mansión de la familia a quienes solo visita cada vez que vuelve a Londres.

     

     

    Pertenencias:

     

     

    Objeto Mágico Legendario:

     

    Objetos Mágicos:

     

    Objeto 1: Varita de arce, 24 cm. Flexible y de un color café muy oscuro que incluso llega a parecer negra en el extremo del mango tiene una piedra azul.

    Clasificación: AA

    Puntos de poder: 20

     

    Objeto 2: Pensadero

    Clasificación: AA

    Puntos de poder: 20

     

    Pociones Mágicas:

    Objeto:

    Clasificación:

    Puntos de poder:

     

    Criaturas Mágicas:

     

    Criatura 1: Lechuza marrón llamada Rich

    Categoría: X

    Puntos de poder: 10

    Poder en asaltos:

     

    Criaura 2: Audurey

    Categoría: XX

    Puntos de poder: 20

    Poder en asaltos:

     

    Criaturas en la Reserva:

     

    Libros de Hechizos:

     

    Libro:

    Nivel:

     

    Poderes de Criaturas:

     

    Tipo de Poder:

     

    Consumibles en Batallas:

     

    Nombre:

    Descripción:

    Categoría:

     

    Elfos: --

     

     

    Licencias, Tasas, Registros:

     

     

    Licencia de Aparición: Obtenida

     

    Licencia de Vuelo de Escoba: Obtenida

     

    Registro de XXX:

     

    Personajes Secundarios: --

     

     

    Otros Datos:

     

     

    Otros datos:

     

    * Sus mejores amigas son Magic Waterflower, Eris y Candela (hermanas por familia Triviani) Terpsícore y Audrey Black Lestrange (sus sobrinas)

    * Le tomó mucho cariño a Magic por lo que la denominó su protegida

    * Eris la llama “la pequeña Triviani” a pesar de que no es la menor de todos (¬¬)

    * De su cuello cuelga el anillo que le dejó Absinthe antes de irse, en una cadena de plata y a la altura de su corazón.

    * En su dedo anular derecho brilla su anillo de graduación, que es un par de serpientes entrelazadas alrededor de un zafiro, regalo de su madre.

    * Solo ella sabe la identidad del padre de Rocío

    * En medio de muchos problemas en la marca tenebrosa fue nombrada líder.

     

     

    Cronología de cargos:

     

    Premios y reconocimientos:

     

     

    Links de Interés Referentes al Personaje:

     

     

    Link al Perfil de Comprador MM: 204

    Link a Bóveda Personal: Bóveda nº 78641

    Link a Bóveda Trastero: -

    Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda Familia Malfoy.

    Link a Bóveda Familiar 2: Bóveda Familia Triviani.

     

     

     

     

     

     

     

     

    No sé poner code... espero que puedan actualizarla así D: ah una cosa más!! No supe qué poner ni en categoría de criaturas (así que dejé lo que era la clasificación) y tampoco en puntos de asalto o.o así que... espero que me ayuden con eso... y pues es todo!! *O* cualquier cosa.. me dicen? *-*

  16. Soltó un suspiro al ver desde el camino de grava blanca, a la Mansión Malfoy, el hogar de su familia y lugar que no había tenido tiempo de admirar cubierto de nieve como lo estaba ahora. Los últimos días, las últimas semanas, incluso el último mes apenas se había detenido a dormir en su habitación, apareciéndose en ella y desapareciendo sin dejar rastro, sin siquiera bajar a comer, como si de nuevo estuviera en un viaje por el mundo.

     

    - Hogar dulce hogar - susurró para sí, envuelta en un largo abrigo negro de cuello alto y con unas botas altas de piel de dragón, que se hundían en el terreno -, nada cambia por aquí - continuó avanzando hasta la puerta, recordando el primer día que había puesto un pie en aquel lugar y cómo aquel camino le había parecido eterno. Aquello era lo más triste, su vida se había convertido en un mar de recuerdos solamente, que la atormentaban de cuando en cuando, acompañándole en una inmortalidad de la que dudaba disfrutar.

     

    Aun sumergida en el pasado atravesó el umbral de la puerta principal y solo el olor a pino que inundaba todo el lugar la sacó de su ensimismamiento. Gyvraine parpadeó un par de veces sin comprender del todo, preguntándose por un loco segundo si es que había entrado a un lugar diferente pero entonces, la puerta entreabierta del Salón le mostró una imagen parcial de lo que parecía un enorme árbol de navidad.

     

    - Espíritu navideño, característico de los Malfoy - susurró, justo un segundo antes de que hasta ella volara un trozo de pergamino, y solo al leerlo, comprendió por qué veía tan vacío el árbol - "un recuerdo especial" - dijo en voz alta aun con los zafiros clavados en las líneas de aquella nota - un recuerdo especial... - repitió antes de sacar su varita y dirigir su celeste mirada a cada rama buscando en su mente.

     

    Con media sonrisa en los labios hizo una elaborada floritura que hizo aparecer una docena de esferas plateadas que a simple vista parecían solo eso, esferas con un raro decorado escamoso plata, pero en realidad eran serpientes enroscadas con ojos hechos de cristales azules que resplandecían con la iluminación. Con otro movimiento las esferas tomaron su lugar en el árbol y Gyvraine no pudo evitar sonreír satisfecha, al tiempo que extendía una mano para mirar mejor el anillo que descansaba en su dedo anular: su anillo de graduación.

     

    No sabía quién exactamente había mandado aquellos mensajes, o quién se había encargado de poner aquel árbol temático, pero admirarlo, mirar a su alrededor y que cada rincón de aquel lugar le despertara un recuerdo, le resultó embriagante. Sin detenerse a pensarlo siquiera, la mortífaga fue hasta uno de los sofás y se sentó, simplemente a escuchar los sonidos propios de la Mansión, olvidando por completo el encerrarse en su habitación.

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  17. Despegó los labios para responder a Zack y entonces se dio cuenta que a su alrededor se había vuelto todo de nuevo oscuro, sin mencionar el hecho que no podía escuchar sus propias palabras, casi era como si su voz solo existiera en sus pensamientos. Seguramente si la voz de uno de los organizadores no hubiera resonado en su mente habría creído que murió sin darse cuenta o peor aun, se volvió loca, enclaustrada en el interior de su cabeza.

     

    Viendo apenas unos palmos delante de sí misma, avanzó con pasos silenciosos, gracias a la desnudez de sus pies, por los pasillos de la fortaleza que conocía ya como la palma de su mano, después de tanto tiempo que había pasado ahí era difícil no conocer hasta el mínimo rincón. Conforme avanzaba paso a paso hacía el patio central, sus heridas iban sanando hasta quedar completamente ilesa, una tarea bastante fácil pues no había alcanzado a hacer gran daño su oponente.

     

    Las figuras de tres mortífagos recortados en la penumbra de la noche le indicó a Gyvraine que había llegado al punto de su primer encuentro y justo frente a quienes los habían convocado desde el inicio. Pero no fue aquella reunión lo que le hizo sorprenderse, sino el hecho de pedirles usar una túnica oscura sobre su vestimenta inicial lo que sorprendió a la Malfoy, que en dos grandes pasos cruzó la distancia que la separaba de las prendas y eligió una para colocársela.

     

    - Interesante, creo que sé para qué es esto - susurró al tiempo que giraba en redondo para ir a uno de los espacios destinados a los encuentros, simplemente para confirmar sus sospechas del por qué debían vestir aquello -. Si, para eso tenemos que usar estas cosas - se dijo la mortífaga una vez que estuvo en su espacio señalado por un perímetro de tiza blanca y habiendo recorrido el lugar con sus celestes ojos -, bueno, por lo menos dejaron algo para jugar - suspiró haciendo girar su varita entre sus delgados y finos dedos.

     

    Entre las penumbras que fueron poco poco aclarándose gracias a la luz de la luna, apareció el que sería su último contrincante antes de la siguiente ronda y en una muestra de sus amplios modales inculcados por su familia, saludó a su oponente con un asentimiento y un elaborado gesto con la mano. Media sonrisa de cortesía y el interés por la identidad de quien estaba al otro lado del escenario, escondieron la sorpresa de la Malfoy por cuán poco conocía ya a sus compañeros.

     

    - Esta noche nos tocó morir - dijo a modo de saludo antes de levantar su varita de arce - Morphos - susurró para que una de las gárgolas, que se encontraban justo a la mitad de distancia entre ambos magos, se transformara de inmediato en un gato montés de norteamérica -. Comencemos, entonces - dijo tan bajo, pero tan claro que seguramente su oponente lo habría percibido como un susurro al oído.

     

    De inmediato, y cómo una orden implícita, el felino echó atrás las orejas y a grandes zancadas fue directo hacia Vladimir para ocasionarle graves heridas con sus afiladas garras y colmillos, haciendo uso de su destreza y agilidad natural. Necesitaba todas las armas posibles desde el inicio, no podía morir ahora.

  18. Gyvraine tuvo una vez más la sensación de que aquellos movimientos estaban siendo demasiado obvios al ver el águila interponerse entre su rayo y Zack, pero le era imposible no tener las sensaciones de deja vú si es que no solo pensaba en el ataque sino también en la defensa. No pudo ocultar su sonrisa ante los comentarios de encantos completamente naturales, pues en parte sabía que tenían razón.

     

    - Espero que experimentada no quiera decir vieja, porque en serio comenzaré a pensar en cómo matarte - le dijo fulminándolo con la mirada, al tiempo que veía como un rayo se aproximaba a ella - Protego - susurró, para que un escudo mágico apareciera de la punta de su varita y absorbiera el ataque, sin dejar huella alguna de su existencia - A una mujer jamás se le recuerda qué tan experimentada está, jovencito - lo reprendió con un falso gesto de indignación -, es increíble que en la casa Black te enseñen esos modales - terminó negando lentamente con la cabeza, pero con un amago de sonrisa en los labios.

     

    La Malfoy ladeó la cabeza al ver que el águila comenzaba a despertarse y a regresar al control del mortífago, y algo de todo aquello comenzaba a dejar de agradarle. Él tenía razón, sí ella no comenzaba a tomarse las cosas en serio terminaría muerta a manos de un mago bastante diestro en el arte del duelo y, mucho más, que seguía al pie de la letra las enseñanzas del bando: "si hay que asesinar, no importa cuánto se ame a la víctima, hay que asesinarla".

     

    En un abrir y cerrar de ojos Zack susurró un hechizo más, que no tuvo el efecto esperado, pues cuándo él veía un tigre dispuesto a atacar, en realidad nada había pasado ya que la potencia del hechizo no alcanzaba ni para transformar más de un objeto y la masa de las sillas no era si quiera suficiente para convertirse en un felino tan grande, por lo que no pasó absolutamente nada.

     

    - Morphos - dijo Gyvraine de nuevo, sin esperar más de un segundo desde que el Black hiciera su hechizo, pareciendo aquello un eco mucho más agudo que resonó en la taberna. De inmediato una silla que se encontraba tras ella se transformó en una nueva águila que voló a toda velocidad para alcanzar a interceptar a la primer creación de la Malfoy. La coalición de ambas aves pudo escucharse en cada centímetro del local y, a pesar de lo apresurado que había sido, la mortífaga estaba aun ilesa -. Tengo que pensar en cómo matarte, no creas que es cosa sencilla - contestó con los ojos entornados hacia su oponente y un claro gesto de concentración.

     

    De pronto el control del primer águila regresó a su creadora y con una sonrisa, Gyvraine envió a ambos animales a atacar a Zack desde las alturas, yendo una por un lado y la otra por el otro. El animal que de nuevo le daba su lealtad solo alcanzaría a atacar al Black antes de regresar a su estado original, rasgando la piel de su cara con sus afiladas garras y picoteando cada centímetro expuesto.

  19. Gyvraine no pudo más que sonreír y negar lentamente con la cabeza, pues a pesar de la situación en la que estaban, aun era completamente lindo rayando en lo coqueto, un digno hermano adoptivo. Sabía que aquel primer intento ataque suyo no era para nada un reto para el Black, pero debía comenzar con algo y aquello era lo primero que había cruzado su mente.

     

    - Predecible - dijo, dirigiendo la mirada a su águila que ahora sobrevolaba a Zack -, pero no caeré en tus encantos. También te quiero, pero ¿acaso me ves usando mi afecto para distraerte? Pues no - terminó casi reprendiéndolo y con un fingido tono de severidad, pues sus palabras no hacían solo alusión al oppugno sobre el águila, sino también al abanico de halagos a los que su oponente podía recurrir.

     

    Ladeó la cabeza, dándose un momento para pensar en sus posibilidades, y fue entonces plenamente consciente de que el Black la atacaría, pues su mano comenzaba a moverse. "Ah no, eso no" pensó al tiempo que sacudía su varita y un único pensamiento aparecía en su mente "Zancadilla". De inmediato un lazo mágico ató los tobillos de Zack obligándolo a caer de bruces contra el sueño justo un segundo antes de que tres cuerdas salieran de su varita.

     

    El movimiento de la caída del mortífago había sido tan rápido y brusco que las cuerdas salieron desviadas de su destino y en lugar de llegar a atrapar a Gyvraine, simplemente salieron volando hacia un lado pasando lejos de su destino. La Malfoy movió la cabeza de un lado a otro e hizo girar los brazos como si se trataran de molinos de viento, tal parecía que se preparaba para correr un maratón en lugar de batirse en duelo a muerte.

     

    - Ya estamos calentando, ¿no? - preguntó la mortífaga con los ojos azules clavados en el cuerpo de Zack que seguía tirado en el suelo de madera de la taberna. Mientras acomodaba un mechón de cabello castaño tras su oreja, pensó en que había tenido muchas posibilidades de ataque más originales y mortíferas, pero como había dicho, como calentamiento no estaba mal - Desmaius - dijo en un susurró, para ver como de la punta de su varita de arce salía despedido un rayo que cruzaría a gran velocidad la distancia entre ella y su oponente, con el único objetivo de dejar inconsciente al Black.

     

    Había desperdiciado la oportunidad de provocar un considerable daño a su oponente, pero no había por qué apresurarse, siempre podía presentarse una oportunidad mejor y lo que era más importante, disfrutaría así mejor aquel encuentro. Gyvraine se tomó todo un segundo para reflexionar qué tan difícil le resultaría herir no solo a un compañero, sino a ese compañero y amigo de bando, pero de inmediato recompuso el gesto y espero el siguiente movimiento, no era momento de sentimentalismos. Jamás era el momento cuando la vida dependía de ello.

  20. De un momento a otro la visión le abandonó, tan repentinamente que creyó que su oponente le había arrebatado la visión con un ataque, pero pronto se dio cuenta que no era así, que a pesar de la tenue luz aun ésta existía. Gyvraine miró a ambos lados desconcertada, buscando la fuente de aquella interrupción en pleno duelo y antes de poder siquiera ver más allá de un par de metros a su alrededor una extraña fuerza tiró de ella a la altura del estómago, como si se tratara de un traslador.

     

    - ¿Qué demonios...? - susurró aferrando su varita de arce en su mano derecha y con la otra cubriendo su rostro al tiempo que flexionaba las rodillas en una posición protectora, después de todo no sabía qué era exactamente lo que estaba pasando y no podía arriesgarse a morir tan pronto. En lo que tarda un corazón en latir, todo terminó de la misma forma en la que había comenzado y la quietud regresó, o por lo menos eso pensó la mortífaga que lentamente se irguió por toda su altura - ¿Dónde...? - susurró más para sí, pero su pregunta quedó interrumpida pues de inmediato reconoció el lugar en el que estaba.

     

    Sus celestes ojos recorrieron el lugar: la Taberna de El Basilisco Ahorcado y de pronto el escenario se le antojó un poco diferente, pues las mesas y sillas estaban amontonadas hasta el fondo del local dejando perfectamente un amplio espacio tan largo como lo era la barra que se encontraba al otro lado. Aun desconcertada, Gyvraine dio un paso hacia atrás, para comprobar sus sospechas, en aquel lugar solo había una persona más y no era precisamente Don Pascual.

     

    Los ojos de la Malfoy se abrieron como platos al comprobar que la figura al otro extremo del negocio, separado por alrededor de ocho metros era Zack Black. Le tomó todo un segundo en asimilar lo que estaba pasando, tenía que levantar la varita en contra de no solo un compañero, no de cualquier compañero, sino de uno con el que había compartido sinnúmero de batallas y muchas más vivencias.

     

    - Vaya, sabía que este momento llegaría, pero no tan pronto - dijo en un susurro tan claro que tal pareció recitarlo al oído del mortífago - ¿Cómo se supone qué hagamos esto? - preguntó ladeando la cabeza y con la varita entre los dedos, con la duda remolineando en el azul de sus ojos - Creo que no hay forma... linda de hacerlo, ¿no? - añadió al cabo de un par de segundos antes de sujetar con fuerza su varita - Será un placer - terminó antes de cambiar por completo el gesto a uno mucho más serio - Morphos - dijo justo para que una de las mesas se convirtiera en un gran águila de afilado pico y puntiagudas garras, listas para hacer todo el daño posible -. A él... - fue lo único que dijo, pues a pesar de todo trataba de mantener a raya cualquier sentimiento.

     

    El ave surcó la distancia hasta Zack con la única intensión de producir la mayor cantidad posible de daño, pues para su creadora siempre iba a ser más fácil dañar al Black con un animal que directamente con un hechizo. Tan concentrada estaba Gyvraine en el duelo, que apenas se había percatado del hecho que seguía con los pies desnudos y vestida únicamente con una delgadísima túnica gris perla ceñida estratégicamente a ciertas partes de su cuerpo y elegante caída en otras.

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  21. A pesar de sus cálculos, solo el gato montes había logrado hacerle daño a Joa, pues al parecer había perdido la noción del tiempo y había intentado defenderse cuando el felino ya le había atacado, cometiendo así otro grave error, dejar que las medias lunas le impactaran de lleno en el cuerpo, sumando así mucho más daño. Gyvraine sonrió e inclinó la cabeza a un lado al ver los efectos de sus ataques.

     

    - Qué triste que no puedas decir lo mismo, yo te tomé tanto cariño - susurró con un fingido gesto de pesar, al tiempo que veía al gato montes ir tras el lobo, ahora la Malfoy sabía que a su oponente le gustaba tanto el opugno como a ella el morphos -. Pero creo que necesitas más como un giraltiempo para hacer todo lo que quieres hacer - continuó, elevando la comisura de sus labios en una sonrisa - Sectusempra - dijo apuntando con la varita el pecho de la Macnair con la única intención de que el rayo chocara contra ella y le produjera heridas tan graves que podrían hasta matarla.

     

    Hasta los oídos de Gyvraine pudo escuchar un leve "Evanesco", después de ver como su rayo cruzaba la distancia entre ellas, era un intento desesperado de defenderse de la lluvia de medias lunas ya impactadas, pero al estar ya incrustadas en el cuerpo de Joa, apenas desapareció una, dejando aun así la huella de la herida. La Malfoy sabía perfectamente que su compañera de bando tenía que curarse de las heridas del gato, que aunque ya estaba bajo su control le había lastimado, sumadas as heridas de las medias lunas y ahora el sectusempra.

     

    - Cierto. Silencius - dijo rápidamente apenas vio que una media luna había desaparecido, pues casi pasaba por alto el toque final a su ataque. Con aquel hechizo Joa estaba imposibilitada a decir palabra alguna durante un par de minutos, el tiempo suficiente como para que un ataque más pudiera alcanarla.

     

    El pulido suelo de la cueva de las banshees ya podía teñirse con gotas que caían de las heridas de Joa, además de que el silencio hasta entonces reinante, era interrumpido por los gruñidos de los animales aun combatientes. Y a pesar de las expectativas de Gyvraine ante un duelo con hechizos de tan bajo rango, se había divertido, sobre todo viendo como su rival se defendía lentamente al grado de dejarse impactar en algunos casos.

  22. Se quedó pensado un segundo en la reliquia de la muerte que prefería, a decir verdad, jamás se había detenido a pesarlo siquiera, a pesar de ser a ambición de más de un mago. Solo el gruñido de los lobos le hizo tener una idea de qué "poder" tener a costa de la muerte.

     

    - Pido la piedra de la resurrección, así podré verte de nuevo - añadió con una sonrisa que contagiaba a sus ojos de un sentimiento muy opuesto a la felicidad - Morphos - dijo una vez más, al tiempo que vio un rayo ir directo a ella, en esta ocasión uno de los sillones se transformó en un gran gato montes de nortenamérica, el cual tenía más de medio metro de alto y, al final de sus largas y poderosas patas, se podía apreciar claramente afiladas garras, creadas para destrozar. El animal se interpuso entre el rayo expelliarmus y Gyvraine, evitando así que la mortífaga fuera despojada de su varita.

     

    La Malfoy comprobó que su recién creado felino estuviera ileso, y así era, pues a pesar de que el rayo había dado de lleno en él, no tenía daño alguno, pues no contaba con varita para ser desarmado y había servido perfectamente de escudo. Bastó un gesto por parte de la mortífaga para que el gato montes arremetiera contra Joa por el costado derecho, con la única intención de desgarrar su garganta con garras y colmillos, hasta conseguir asesinarla.

     

    Hasta los oídos de Gyvraine llegó el siguiente hechizo de su oponente y no pudo más que sonreír, sabiendo perfectamente que durante unos minutos no podría decir una sola palabra. El no poder hablar no le impedía atacar. Levantó la varita directo a Joa, justo en el momento en que el primer lobo regresaba a su control y, sabiendo que le quedaba poco tiempo, con una señal, la Malfoy, envió a ambos lobos a atacar por el lado izquierdo de la Macnair, al tiempo que de su varita de arce salía una docena de medias lunas cortantes, producto de un seccionatus, que atacarían de frente, para que no chocaran por accidente con alguno de los animales.

     

    De ser alcanzada por las medias lunas, Joa tendría graves heridas por todo el cuerpo y la huella de los artefactos que no desaparecerían al paso del tiempo, sino hasta que ella misma los removiera de su cuerpo. La Macnair estaba en aprietos, pues ahora no solo tenía que defenderse de tres animales salvajes que tenían como objetivo asesinarla, sino también estaba el hecho de detener o curar las heridas del seccionatus.

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