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Gyvraine C. Sullivan

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Mensajes publicados por Gyvraine C. Sullivan

  1. El chico era valiente o por lo menos lo aparentaba al soltar semejante mentira, pues en realidad no había ni una prueba ni en contra de Crazy Malfoy ni en contra de Gyvraine. La Malfoy lo miró atenta, casi con lástima en los ojos, pues veía a un ferviente servidor de la orden del fénix.

     

    - Si, pierde tu tiempo, de todas formas yo estaré aquí, ¿no? yo puedo perder el mío escuchando mentiras y tú puedes perder el tuyo tratando de hacer que me las crea - dijo con tranquilidad -. Si tuvieran las pruebas, ¿por qué estoy encerrada aquí y no en Azkaban y por qué el ministro sigue en su cargo? - preguntó, haciendo una pausa al tiempo que fingía reflexionar -. Ya te lo dije, no hay pruebas; porque, si las hubiera, harían las cosas correctamente, como lo hacen las personas civilizadas, mediante las leyes, y no convirtiéndose en cosas peores contra las que creen luchar - la mortífaga dijo cada palabra como quien explica a un niño que la suma de uno más uno es dos.

     

    Siempre le había encantado encarar el falso perfil de los miembros de la orden, era demasiado hilarante para Gyvraine verlos defenderse con vagos argumentos de una ideología vacía. Su atención se fijó en la luz y, entonces, se dio plena cuenta que en verdad "luminosos" era un adjetivo poco correcto, pues ellos la única luz que portaban era la que cubría su identidad, ya que ni su presencia ni su existencia le daban "luz" a la comunidad mágica. Por lo menos había algo en lo que el fenixiano estaba en lo cierto.

     

    - Te das cuenta que estoy aquí encerrada, acusada de ser mortífaga, sin ninguna prueba o juicio alguno, ¿verdad? - inquirió, volviendo al burlón gesto de reflexión - entonces, si yo averiguo quién es alguno de ustedes y lo denuncio ante el ministerio ¿A quién crees que encierren? ¿A Gyvraine Malfoy quien fue privada de su libertad y de sus derechos como ciudadana o a los delincuentes con luz en la cara que lo hicieron? - hizo una pausa, agregando un falso dramatismo, antes de soltar una carcajada - Ya te lo dije, eres tan delincuente como cualquier mortífago a los ojos del ministerio, ¿Crees que me jugaría el cuello al denunciarlos? Yo creo que no, al contrario creo que sería recompensada por entregar a alguien que vive fuera de la ley - finalizó con una media sonrisa, aun con un dejo de lástima en la mirada.

     

    Sus zafiros se clavaron el la comida, en definitiva no iba a tocar nada que le sirvieran ahí, después de todo no es como si lo necesitara para seguir viviendo. Levantó ambas cejas con un gesto de sorpresa al escuchar que tenían mejor chef que en la prisión mortífaga y sin poder evitarlo sonrió, tratando de contener una nueva carcajada.

     

    - Qué bueno que me avisas de la comida, procuraré no ir a comer con tus compañeros delincuentes, los mortífagos - asestó con una sonrisa - y como lo corroboras, adelante, come mi porción. Se ve que te gusta mucho esta comida - añadió sin dejar de sonreír burlonamente y señalando con la mano la comida -. A mí se me fue el apetito. No sé, tal vez es el ambiente - terminó, mirando a su alrededor.

  2. Los odiaba. El espíritu de Gyvraine había aparecido junto a su cuerpo atado en medio de una mugrienta celda, sin darse ni cuenta de quién es el que la había llevado hasta allá. Apenas sintió que sus pulmones volvían a llenarse de aire (no tan puro), supo exactamente lo había pasado, había sido atacada y asesinada apenas cumplía con sus deberes de mortífaga, pero sin la máscara que la identificaba como una.

     

    El dolor de las heridas le obligó a apartar aquel pensamiento de su mente y a hacerse un ovillo en su celda, para darse cuenta que solo contaba con tres cuerdas desde la rodilla hasta los tobillos, pues los incárcerus solo pueden invocar tres cuerdas. Antes de que ningún grito saliera de entre sus labios, el dolor fue desapareciendo lentamente, tal vez producto de algún hechizo de un fenixiano.

     

    - ¿Sabes? La acusación semejante al ministro es muy delicada, creo que no puedes andar diciendo eso sin pruebas - murmuró Gyvraine tratando de incorporarse, pero con los pies atados se le complicaba - aunque claro, a ustedes, luminosos, no les gustan mucho las pruebas, ¿verdad? sino yo no estaría aquí - sonrió de lado, sabiendo perfectamente que no tenían ningún sustento material para acusarla de nada y solo era meras suposiciones sus argumentos para detenerla.

     

    Trató de mantener la calma, olvidándose un poco del hecho que le hablaran por el apellido de una familia que solo le había cuidado por mandato de su tío Crazy. Pero su enojo disminuyó al convencerse de que el apellido Malfoy no podía ser pronunciado en ese asqueroso lugar.

     

    - Es revelador el hecho de que confieses haber trabajado en el ministerio - reflexionó la Malfoy ya sentada, con los pies extendidos delante de ella y mirando hacia la puerta, al tiempo que su espalda se apoyaba en una mugrienta pared - , deberías tener cuidado con lo que dices, porque sino mal recuerdo, para el ministerio ustedes son tan delincuentes como cualquier mortífago y no creo que quieras pasar tus días encerrada en Azkaban por secuestrar a una trabajadora del ministerio, ¿cierto? - terminó con una irónica sonrisa dibujada en el rostro, saboreando el placer de cada palabra - por cierto, ¿quién es su chef? No sé si en realidad quiera comerlo sino sé que lo hicieron con higiene.

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  3. Apenas la puerta se abrió el tiempo pareció ir muchísimo más rápido, pues antes de que pudiera decir o hacer algo más varias cosas pasaron como flashes ante sus ojos y un olor bastante conocido le dilató las pupilas. Se quedó en silencio, mirando alternativamente a Goshi y a quién les había atendido, sin comprender completamente lo que estaba ocurriendo.

     

    Sangre, familiar herido, peligro, intrusos, todas esas palabras eran pronunciadas y llenaban los pensamientos de la Malfoy sin que pudiera hacer conexión entre unas y otras. Y entonces, de nuevo el olor a la sangre le sacó de su trance, pues sintió como la garganta se le secaba y sus sentidos se volvían mucho más agudos. Cómo odiaba esa sensación, todos esos instintos propios de una raza a la que su humanidad se rehusaba a pertenecer.

     

    - Si estás tan seguro de que esa sangre es de tu padre - comenzó la Mago Oscuro tratando de respirar y tranquilizar los signos de sed y anteponer la cordura - será mejor que asegures el lugar, puede que el agresor esté aun en los terrenos de la familia - tragó saliva, pero hacer pasar una lija por su garganta -. Tenemos que revisar los jardines y alguien más el interior del castillo, hay que encontrar a León antes de que sea tarde - la Malfoy sabía que no era necesario explicar lo que podía pasar en caso de que no se hallara al patriarca a tiempo.

     

    Cerró en un puño su mano derecha y de inmediato su varita de arce se materializó entre sus dedos, al tiempo que sus celestes ojos escudriñaban en la oscuridad de los jardines, buscando algún movimiento que delatara peligro alguno. Era todo tan extraño y Gyvraine no lograba comprender cómo es que un mago tan diestro en la magia, como lo era León, podría haber sido siquiera herido.

     

    - Hay que separarnos, unos revisamos fuera y otros dentro - miró a Cygnus un segundo, esperando respuesta y con una fugaz mirada buscó a Goshi, tratando de contener el impulso de tocar su antebrazo izquierdo -. Me quedaré fuera - sentenció, esta vez mirando solo a su compañera mortífaga y miembro de El Profeta -, tal vez encuentre una pista o descuido del agresor - de ser necesario la Malfoy ocuparía su cargo en la oficina del ministro para averiguar qué era lo que estaba pasando.

     

    Al momento de decir aquello, agitó su varita y la punta se encendió, lista para buscar entre los arbustos algo que les diera una idea de lo que había pasado.

  4. - Muy bien, mucha platica. Manos a la obra - asintió con media sonrisa y un dejo de complicidad con la jefa del gabinete - tenemos mucha información que recabar... cada paso en el ministerio será traído hasta aquí, Anne, no te preocupes - un tono malicioso en su voz acompañó a esas ultimas palabras, antes de acercarse a la puerta por la que apenas unos minutos antes había pasado.

     

    Soltó un suspiro y haciendo una elegante señal a Mery le cedió el paso para salir justo a la recepción del Gabinete. Apenas puso un pie en él, Gyvraine hizo girar su varita con una elaborada floritura y delante ella apareció girando sobre su propio eje un rollo de pergamino y una fina pluma de azul brillante, acompañada de su respectivo tintero, listos para comenzar con la labor de recolectar todos los planes de los directores de cada departamento.

     

    - Primera parada: Servicios Administrativos - dijo mientras esperaban de pie a que el elevador respondiera a su llamado -. ¿Te parece que cuando salgamos de servicios Administrativos hagamos el reparto? Aun no me decido qué departamentos me interesa hacerles la visita yo misma - comentó la mortífaga con los celestes ojos clavados en un amarillento pergamino que indicaba el organigrama actualizado del ministerio para guiarse, no solo a quién debían dirigirse sino, para saber en qué planta estaba cada departamento.

     

    Al levantar la mirada el ascensor ya las estaba esperando para abordar, con un delicado ademán la Malfoy cedió el paso a su compañera y atravesó el umbral justo después de ella. Apenas pasaron un par de segundos de pie, las rejas del elevador se cerraron frente a ellas y su viaje hacía un piso más abajo comenzó.

  5. Se acercó un par de pasos para quedar justo frente al escritorio de la jefa de Gabinete y, apenas le presentaron a la joven que le acompañaba, asintió levemente a modo de saludo. Después de la leve sonrisa que le había dedicado a Mery y Anne al llegar, su rostro volvió a la completa neutralidad, con una seriedad pétrea, pero muriendo de ansiedad al saber la respuesta de la directora por la propuesta que había hecho apenas unas horas antes.

     

    Sus zafiros parecieron brillar con luz propia ante el regocijo que le dio apenas escuchó las buenas noticias y, mientras seguía escuchando a la Haughton, su mente ya planificaba su siguiente paso. Miró a Mery a su lado y le dedicó de nuevo una media sonrisa, como dándole la bienvenida a su "misión" de ir por todo el ministerio recolectando la mayor información posible.

     

    - Por mí no hay duda alguna - comenzó Gyvraine, aun con la mente en la información que tendría muy pronto - ¿Qué te parece si nos coordinamos de inmediato? Pues como bien dice Anne, no podemos estar detenidas mucho más tiempo - continuó, sin saber exactamente si debían comenzar a platicar allí o ir a su oficina -, creo que es mejor que hagamos una visita juntas y las demás nos la repartamos, con esa primer visita podrás ver lo que debes preguntar y pedir a los directores de los departamentos, será como un ejemplo y si surge algún contratiempo me mandas un memo para que yo te acompañe.

     

    A pesar de que su plan inicial no contaba con ayuda, pensándolo bien no sería tan mala idea y mucho menos si las sospechas de la Malfoy sobre las aspiraciones de Mery eran correctas. Se quedó un segundo en silencio, en el que en su mente pareció esquematizarse a la perfección el orden de los departamentos según el piso en el que estaban y su posición en la plantilla ministerial.

     

    - No sé qué opines tú, Mery - dijo de pronto, recordando que no había escuchado hablar a la joven -, aunque tampoco me importaría que fuéramos juntas, después de todo inicialmente es mi trabajo - terminó con una sonrisa, como dándose cuenta que en realidad solo tenía un poco de ayuda y era descortés de su parte repartir el trabajo sin consultar primero. Solo necesitaba la respuesta afirmativa de Mery y que la Jefa del Gabinete no tuviera nada más que agregar, para ir directo al primer departamento: Servicios Administrativos del Wizengamot.

  6. Gyvraine sentía que los minutos en los que había estado en su nuevo despacho se habían ido como agua entre los dedos, pues apenas comenzaba a adaptarse al lugar cuando el joven al que anteriormente había visto en la recepción, se asomó por la puerta. La mortífaga levantó ambas cejas con una sutil señal de sorpresa, ante el hecho de que la jefa de oficina había regresado ya de ver a la Directora.

     

    - Muy bien, voy para allá. Muchas gracias - respondió la Malfoy con un susurro a Roberto, sin poner mayor atención o si quiera dar señal de que iba en camino. A pesar de querer comenzar ya con sus labores como coordinadora, la decoración en su oficina la detenía. Sus zafiros miraron al rededor, tratando de encontrar algo fuera de lugar.

     

    A pesar de haber tenido tan solo unos minutos, aquel lugar ya tenía las suficientes cosas como para adivinar quién trabajaba ahí. Un par de marcos de madera sobre el escritorio resguardaban fotos con movimiento de los Triviani, su madre y sus hijas; mientras sus propios libros ya llenaban los estantes de roble que hacían juego con el elegante escritorio que ocuparía.

     

    - Creo que ya está todo aquí - susurró sin apartar la mirada de un cuadro que había colgado con magia en una de las paredes. Obligándose a sí misma a dejar su oficina, dio vuelta en redondo y se dirigió directo a donde estaba Anne, quien esperaba ya tuviera noticias sobre qué acciones tomar para con el total del ministerio.

     

    Su larga túnica rozó el suelo con cada pasó que dio hasta la puerta de la que apenas unos minutos antes había salido. Le hizo una señal a Roberto de que iba en camino a cumplir con la petición de la jefa de oficina y encogiéndose de hombros siguió su camino, hasta toparse con la puerta a la que llamó dos veces.

     

    - Siento la demora - se disculpó, asomándose al despacho de la Haughton, notando de inmediato que no era la única a la que habían convocado - Ah, hola, Gyvraine Malfoy, un gusto conocerte - se presentó apenas vio a Mery, para de inmediato centrar su atención en Anne.

  7. Aun protegida por la niebla azulada a su alrededor, libre de cualquier hechizo que pudiera detener su camino, avanzó casi con tranquilidad hasta los límites de los terrenos de la prisión. Sabiendo perfectamente que en cuanto cruzara esa muralla invisible podría desaparecer a placer y de nuevo ir a la mansión Malfoy.

     

    - Necesito con urgencia un baño para quitarme el olor a pollo - dijo arrugando la nariz y verificando si es que aun no podía desaparecer. En cuando supo que estaba libre de aquel hechizo que le impedía irse, giró sobre sí misma y desapareció en medio de zarcillos de oscuridad que la llevarían primero a la Fortaleza Oscura, pues debía avisar que estaba libre. Después en casa, pensaría si en verdad debía seguir con temas delicados con la familia -

     

    La oscuridad la invadió y fue la señal de que estaba libre, ahora solo necesitaba decansar y leer un buen libro que le hiciera olvidar las horas en Abbadon.

  8. Los fenixianos habían aparecidos, seguramente al escuchar tanto alboroto en la prisión, y ¿cómo no iban a darse cuenta si estaban haciendo demasiado ruido? Se preguntó Gyvraine, aun al lado de Tau, protegida por el detritus que la Nigromante le había obsequiado.

     

    - Séneca – susurró y de inmediato la garganta de Athena comenzó a deshidratarse, a quién lograba ver desde una distancia de diez metros de distancia aun dentro de la prisión. El efecto fue tan acelerado que en pocos segundos la voz le abandonaría, solo permitiéndole decir una única palabra.

     

    - Anular strellatus – dijo la Mago Oscuro, con la intención de que la varita de Athena vibrara en señal de que la fenixiana no podría decir más ese hechizo. Estaba tan solo a unos pasos de estar completamente libre y no iba a dejar que la presencia de ningún pseudo defensor del bien se pusiera en su camino.

     

    Las necrohand que había invocado habían detenido al fénix, pues las manos fantasmales también le protegerían por la espalda.

  9. Había escuchado ruidos provenientes el exterior que le hicieron olvidar por completo la conversación con sus compañeros de bando, ¿es que acaso los mortífagos habían escuchado su llamado mentalmente? De nuevo intentó ponerse de pie, pero de inmediato cayó al sueño, soltando un bufido de frustración, ¿acaso no podían solo atarle las manos y dejarla vagar por su propia celda?

     

    - ¿Escuchan eso? - preguntó a Mía y Zack, pero la respuesta llegó en forma de humano, pues ante ella Tau estaba abriendo su celda con el fin de liberarla - Siempre me alegra verte, pero creo que hoy en especial me salvas la vida de estar en este asqueroso lugar - recibió su varita y sintió como ésta emanaba un calor familiar, casi como si le saludara después de días de haber estado separadas.

     

    Sus celestes ojos siguieron el recorrido de la niebla con la que la Nigromante las cubrió a ambas y con una sonrisa, que esperaba que Tau viera, comenzaron a avanzar hasta encontrar la salida más cercana.

     

    "Necrohand" pensó y un par de manos fantasmales se colocaron delante, con la intención de cubrirles aun más de posibles ataques, además de eliminar cualquier obstáculo que les impidiera el paso.

  10. Para deleite de Gyvraine Mía había escuchado y ahora también se intentaba defender. No había forma de enfocarse en salir de ese lugar y mucho menos teniéndolos a ellos de compañeros de encierro, era demasiado difícil no imaginar ciertas escenas que para muchos puritanos sería demasiado explicitas.

     

    - Las drogas son divertidas. Eres una aburrida - le respondió la Malfoy a Mía, con una maliciosa sonrisa que quedó cubierta por la máscara que a pesar de haber muerto, revivido, ser transportada y demás cosas que le había pasado en tan solo unas horas, seguía en su lugar - Por eso no aceptas las cosas como son y solo en tus sueños haces lo que quieres, como cierta alucinación en una taberna - se burló, de nuevo olvidando el lugar en el que estaba.

     

    El querer ponerse de pie y ser atraída de nuevo al suelo le hizo caer en cuenta que estaba atada de pies, como si pudiera ir a algún lado sin su varita o como si temieran sus captores a que los ahorcara con sus propias manos. "Ni loca los tocaría, no sé dónde se han metido" pensó asqueada con el pensamiento de que sus manos tocaran el cuello de algún miembro de la orden.

     

    - ¿Tienen algún plan que no sea meramente sexual? - preguntó con una sonrisa, pero tratando de enfocar el tema a donde debería ir: salir de ese asqueroso lugar.

  11. Quiso soltar una carcajada, pero en su lugar solo se llevó una mano a la boca para acallar la risa que salió de entre sus labios, siempre se le había hecho gracioso la forma en que ellos peleaban. Pensó un segundo, preguntándose que tanto podría estirar aun el tema de su pelea, sabiendo que al calor de la discusión, posiblemente aquello desembocara en algo peor.

     

    - Ya, concéntrense en ver cómo es que saldremos de aquí y luego se dan sus besos para reconciliarse - se burló, tratando de mantener lo más posible una voz seria, como si en verdad no le hiciera gracias su situación. Gyvraine podía pasar días enteros divirtiéndose de las discusiones de sus compañeros, pero las últimas palabras de Zack le recordaron su verdadero objetivo, en verdad necesitaba asesinar a alguien y mucho más, después de la forma en que había sido ella asesinada.

     

    Sus pensamientos se perdieron unos minutos, recreando la forma en que la vida se le había escapado. Ante sus celestes ojos pudo revivir como es que el rayo se acercaba a ella y la sangre comenzaba a abandonarla, mientras ella no podía hacer nada más que dejar de sentir dolor para sentirse en un estado de aletargo precedente a la muerte.

     

    - Nadie tuvo la culpa - su voz había cambiado, ahora sonaba como un siseo perfectamente claro, como un susurro que hubiera dicho a ambos mortífagos al oído a pesar de no haber levantado la voz - y pronto saldremos de aquí - aseguró con los ojos incendiados de ira, y apretando los puños de la mano, deseando tener su varita para poder hacer pagar a alguien semejante atropello.

  12. No sabía exactamente cómo es que había llegado hasta ese lugar, pero al abrir los ojos se encontró en medio de una mugrosa celda, atada por los pies con un simple conjuro que cualquiera hubiera podido invocar. De pronto, soltó un suspiro de frustración al darse cuenta que su varita de arce no estaba, una señal más que le decía que se encontraba más que presa.

     

    - Genial, por lo menos me dará tiempo de dormir un poco – su voz no parecía molesta en absoluto, al contrario, se alegraba hasta cierto punto de estar ahí, lejos de Absinthe, que sin saber el por qué exactamente, le estresaba su presencia -. Deberían tener trato VIP, no todos estamos acostumbrados a sus precarias condiciones de vivir – se quejó, tratando de acomodarse en el mullido colchón.

     

    Haciendo uso de un poderoso autocontrol, trató de no pensar en el asqueroso lugar sobre el cual estaba esparcido su castaño cabello. “Ya tendré tiempo de darme un largo baño, para quitarme sus pulgas” pensó al tiempo que intentaba cerrar los ojos y conciliar el sueño y fue justo cuando escuchó unas conocidas voces.

     

    - ¿Quién muere por quién? – levantó la voz para que sus compañeros de bando pudieran escucharla –¡Por sus peleas maritales los presos no podemos dormir! - siguió gritándoles, pero en lugar de molestia en su voz solo había un tono de burla, pues sabía perfectamente qué mortífagos estaban hablando. Por lo menos ya había encontrado qué hacer en lo que sus compañeros de bando iban por ellos.

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  13. - Creo que de los mortífagos es normal que hagan abuso de su número, pero ¿la orden del fénix no está en contra de eso? - preguntó con ironía, al tiempo que sentía como una poderosa luz le flasheaba, pero no lo suficiente como para saber por dónde estaba la salida.

     

    Había escuchado como es que Mey le intentaba lanzar uno de los tres rayos producto de su tripio, pero gracias a que estaba a diez metros de distancia no alcanzaría a tocarle. Bastó moverse hacía donde sabía que estaban los límites de los terrenos y apenas sus pies tocaron la acera giró sobre sí misma para desaparecer rumbo a la Fortaleza Oscura.

     

    no habían logrado aquella noche hacer ninguna captura, pero el tiempo les ayudaría a lograrlo tarde o temprano, tal vez un día en el que los contradictorios miembros de la orden no aparecieran.

  14. - Anular strellatus - dijo de inmediato la mortífaga viendo a través de una ventana como es que Anael que no había entrado a la mansión. Eso bastaría para que la varita de la líder fenixiana vibrara en señal de que no podría hacer más ese hechizo a lo largo del tiempo que estuvieran ahí - Odio las luces - dijo Gyvraine encogiéndose de hombros.

     

    - Anular aqueora - murmuró aun mirando a Anael, sabiendo que la varita de la fenixiana volvería a dar señal de que no podría hacer ese hechizo que tanto le molestaba a la mago oscuro. A pesar de que la líder se encontrara, incluso, fuera de la mansión al saber la Malfoy su posición ambos hechizos harían efecto, pues no necesitaba tenerla frente a frente.

     

    De un momento a otro los fenixianos comenzarían a llegar en manada, o mejor dicho, en parvada y tendrían que defenderse lo mejor posible.

  15. Gyvraine sentía como la brisa fresca de la noche acariciaba sus pálidas mejillas, mientras su largo cabello castaño ondeaba a su espalda, después de haber estado horas evitando entrar a la mansión Malfoy, procurando mantener la distancia entre ella y su madre. La Mago Oscuro sabía que después de todo Absinthe Malfoy se iría de nuevo y de nada serviría quererla un poco más.

     

    - Justo lo que necesitaba - dijo al sentir un escozor en su antebrazo izquierdo, sabiendo perfectamente que sus compañeros de bando la necesitaban. De inmediato se puso de pie como movida por un resorte, dejando completamente abandonado el libro que por fin se había propuesto terminar, y haciendo girar su varita de arce entre sus dedos una delgadísima túnica hecha de hilos de oscuridad le envolvió la delgada figura, al tiempo que apareció una máscara blanca que dejó en anónimo su identidad.

     

    Soltó un último suspiro de resignación, dispuesta a morir o matar y dio vuelta sobre su propio eje para perderse en medio de zarcillos de oscuridad, con el único pensamiento en a mente de aparecer en el lugar donde los mortífagos ya estaban congregados.

     

    Al abrir de par en par los ojos se dio plena cuenta que se encontraba a las afueras del castillo Lestrange Lupin, pero sin detenerse a pensar en nada, la Mago Oscuro avanzó a grandes zancadas hasta donde se encontraba sus compañeros de bando.

     

    - Espero no haber llegado demasiado tarde, tuve unos contratiempos - comentó, con la varita en ristre, dispuesta a todo y los zafiros clavados en su presa que se encontraba a diez metros de ella, al igual que todo enemigo posible.

  16. Cuando su jefa de oficina le había encomendado el visitar algunos de los departamentos para ser consciente de su funcionamiento, nunca creyó que en verdad se involucraría a tal grado. Su larga túnica gris perla rozaba apenas las empedradas calles de Ottery por las que Gyvraine avanzaba con paso apresurado al lado de Goshi, miembro de El Profeta y a quién debía acompañar aquel día.

     

    - No, tampoco había venido a visitar a los Crowley - respondió a su acompañante, que por alguna extraña razón se veía inquieta -, aunque conozco a uno de los patriarcas - siguió hablando, como para hacer algo además de pensar en qué tendría qué hacer en los demás departamentos como parte de su trabajo -. León fue un excelente alumno cuando estuvo en la academia y me vendría bien verlo después de tanto tiempo - agregó, recordando cuán meticuloso había sido el mago en su etapa de estudiante.

     

    Aquel pensamiento le había recordado el hecho de que, en realidad, había visitado a muy pocas personas desde hacía mucho tiempo, sobre todo después de regresar del extranjero. Era como si su vida social hubiera pasado de la agonía a la inevitable muerte y todo se hubiera simplemente transformado en viaje tras viaje más trabajo y trabajo, sin darse el tiempo suficiente de mirar a su alrededor.

     

    - Yo solo espero que nos reciban - bromeó con una sonrisa y manteniendo los brazos cruzados frente al pecho, recorriendo con sus celestes ojos el paisaje, como si quisiera grabar en su memoria el camino recorrido - ¿Mi trabajo? - preguntó confundida - Terrible - contestó con sinceridad -, hay que visitar todo el ministerio, saber lo que están haciendo y qué tienen pensado hacer para después ayudarles a coordinarse y no invadan las funciones de otros departamentos. Es todo un lío, más ahora pues ese puesto ha estado muy descuidado.

     

    Había omitido apropósito el mencionar el hecho de que si las cosas salían como planeaba con las reformas necesarias, podría, al cabo de un tiempo, tener en sus manos la información de cada paso en el ministerio, pero declararlo en medio de la calle podría levantar sospechas.

     

    - Creo que te aburrirías en la Oficina, siento que eres más del tipo aventurero - comentó con una sonrisa de lado, cuando ya pudo ver la imponente imagen del castillo Crowley frente a ellas - y algo me dice que yo los visitaré en el profeta antes que tú a mí - terminó, recordando de nuevo su encomienda de tener información de cada director.

     

    Esperó en silencio después de que Goshi llamó a la puerta e intercambiando una mirada con ella, Gyvraine se acercó hasta la hoja de madera como intentando escuchar algún sonido proveniente del interior y, después de unos minutos, volvió a llamar a la puerta. Justo a eso se refería con que solo esperaba que las recibieran.

  17. A través del reflejo del espejo, Gyvraine, pudo notar el gesto de extrañeza de la primer cliente del barco y fingiendo no haber visto aquel ceño fruncido, que pudo interpretarse más como molestia, se encogió de hombros y olvidó por completo por un minuto a quienes estaban a bordo, para seguir examinando los artículos expuestos. Escuchaba lejana las voces del dueño del barco y la joven, completamente inentendibles, pero la procedencia de la mercancía terminó por captar su atención al cien por ciento.

     

    Se paseó por el barco un par de veces, escuchando bajo sus pies el crujido de la madera y preguntándose de cuando en cuando si es que aquel piso era seguro o si de un momento a otro se vería un nivel más abajo; hasta que una ligera brisa le acarició la mejilla, señal de que alguien había pasado a su lado.

     

    Giró apenas a ver cómo la cliente bajaba del barco y su mirada celeste se quedó escudriñando entre la multitud del callejón, en busca aun de los “defensores del bien” que pudieran estar al acecho. Después de estar completamente segura que nadie la seguía, y con algo de decepción ante el hecho de que las persecuciones fueran cada vez menos frecuentes, giró en redondo directo hasta donde estaba Axel.

     

    - Lindo bote – le saludó con una sonrisa una vez que estuvo frente a él y, aun portando el parche, se recargó contra el límite de la nave, para sentarse de un salto en la barandilla de madera, esperando que las remodelaciones hechas por el Rexdemort fueran lo suficientemente resistentes –. Creo que a tu clienta le gusta ser la única comprando estas cosas – bromeó enarcando una ceja con voz cantarina propia de un juego en el que un par de niños se molestan.

     

    A pesar de que en realidad su presencia era más una visita social que en calidad de cliente, sus zafiros comenzaron a recorrer el exterior en busca de algo en particular: un animalito verde y emplumado. Mentalmente enlistaba cada objeto que podía encontrarse en un barco pirata, pero la famosa mascota no se veía por ningún lado.

     

    - ¿Qué tal si alguien quiere un producto en especial y no lo encuentra? ¿Tienes algo así como una política de “sino lo encuentra, se lo conseguimos” o “sino está lo que buscaba le recompensamos”? – preguntó Gyvraine, después de levantar el parche, y clavar ambos ojos en Axel con mirada pícara -, porque creo que te falta un amiguito – terminó tocando con la yema de su dedo índice la nariz del Rexdemort al momento de pronunciar aquella última palabra.

  18. - No tan rápido señorita - dijo Gyvraine cuando vio como una fenixiana hacía el intento por salir de la prisión - Aun no ha cumplido su condena - se burló - Incárcerus - invocó para que tres gruesas cuerdas saliera de su varita directo a Rose. Una de las cuerdas ataría sus tobillos para imposibilitarle caminar, las segundas pegarían a su cuerpo sus brazos, impidiendo apuntar y la última iría a su boca, para que no pudiera decir palabra alguna.

     

    - Fuego Maldito - dijo apuntando aun a Rose y de su varita volvió a salir un búho real hecho completamente de fuego, que voló y cayó en picada sobre el cuerpo de la prisionera fenixiana - Creo que sabe los delitos que ha cometido, ¿verdad? - sus zafiros se habían iluminado por el calor de la batalla, esperando que no todo fueran pérdidas. Rose de ser alcanzada necesitaría curarse lo más pronto posible sino quería morir por aquel fuego.

  19. Apenas había visto como es que su llamarada de fuego maldito iba directo a Pandora, una cegadora luz dio de lleno en su pálido rostro obligándola a cerrar los ojos. Sacudió la cabeza con molestia, pero la visión no regresó por completo. Después de haber estado cuidando que Anael no le hiciera aquel ataque una fenixiana más lo había hecho.

     

    - Maldita sea - se quejó, mientras pensaba en un "episkey" que le devolvería parcialmente la visión. Necesitaba estar al cien por ciento si es que quería detener que los fenixianos abandonaran tan agradable lugar. "Episkey" repitió, para que su visión regresara por completo.

     

    La claridad regresó a sus celestes ojos, para poder apuntar adecuadamente a todo enemigo que quisiera profanar aun más la prisión mortpífaga. En cuando su visión había regresado una frescura le había invadido, como si aquello contuviera la más refrescante de las pociones curativas.

  20. Apenas había visto como es que su llamarada de fuego maldito iba directo a Pandora, una cegadora luz dio de lleno en su pálido rostro obligándola a cerrar los ojos. Sacudió la cabeza con molestia, pero la visión no regresó por completo.

     

    - Maldita sea - se quejó, mientras pensaba en un "episkey" que le devolvería parcialmente la visión. Necesitaba estar al cien por ciento si es que quería detener que los fenixianos abandonaran tan agradable lugar. "Episkey" repitió, para que su visión regresara por completo.

     

    La claridad regresó a sus celestes ojos, para poder apuntar adecuadamente a todo enemigo que quisiera profanar aun más la prisión mortpífaga.

  21. Los prisioneros luchaban ya por querer abandonar la prisión mortífaga, pero los seguidores del señor oscuro no se las pondrían tan fácil.

     

    - Silencius - dijo apenas vio como Pandora quería invocar un aqueora que se quedó solo en intenciones, y en cuanto el hechizo de la Mago Oscuro hizo efecto, la fenixiana no pudo decir palabra alguna, por lo que su intento por dejar ciegos a los mortífagos se verían frustrados.

     

    - Fuego maldito - dijo la mortífaga para que una llamarada en forma de búho real volara y cayera en picada sobre Pandora que no contaba con protección alguna. Al tocarla le produciría graves quemaduras que necesitarían atención rápida. Necesitaban debilitar no solo a los invasores sino también a los prisioneros que querían salir de los terrenos de la marca.

  22. Al mirar cómo es que el enemigo se acercaba, Gyvraine fue sintiendo como es que la adrenalina iba invadiendo cada centímetro de su cuerpo, como si esperara con ansias aquel momento durante toda la tarde. Su varita de arce giró entre sus dedos mientras sus celestes ojos seguían los movimientos de los fenixianos y con una sonrisa en el rostro sujetó firmemente su arma.

     

    - Anula strellatus - dijo la Mago Oscuro y de inmediato la varita de Anael vibró en señal de que el hechizo había hecho efecto, de ahora en adelante no podría hacer ese hechizo, era con lo primero que iba a acabar, la mortífaga, odiaba quedar ciega.

     

    - Anular aqueora - dijo aun con la mirada fija en Anael para que su varita vibrara y le dijera casi a gritos que no podría hacer más el hechizo protector que tantos problemas causaban a los mortífagos -. Lo siento - le gritó Gyvraine a la líder, al tiempo que con la mano izquierda le lanzaba un beso, pero como si en realidad no lamentara nada.

  23. Aun no habían pasado ni unos minutos desde que había aparecido en la Mansión Malfoy cuando sintió que su antebrazo izquierdo comenzaba a punzar de nuevo. Al levantar la manga vio claramente como su marca tenebrosa cobraba vida sobre su pálida piel y soltando un resoplido de cansancio materializó su varita en su mano derecha.

     

    - Muy bien, aquí vamos de nuevo - aquellas palabras le parecieron un deja vú, pues habían sido dichas apenas unas horas atrás. Sin detenerse a pensar un segundo frente a su rostro apareció una blanca máscara que cubrió su identidad, mientras una delgadísima túnica hecha de hilos de oscuridad le envolvía la delgada figura.

     

    Ya sin miramientos ni últimos vistazos, giró sobre sí misma y desapareció en medio de zarcillos de oscuridad, con el objetivo de ir justo al sitio de donde provenía el llamado. Al abrir los ojos se dio plena cuenta de que se encontraba en medio de la prisión Mortífaga, al parecer quien la había llamado era una compañera, en señal de que estaban siendo invadidos.

     

    - No tan rápido, lindos - dijo poniendo en ristre su varita y manteniendo diez metros entre ella y el enemigo.

  24. Gyvraine avanzó sin separarse demasiado de sus compañeros, manteniendo una distancia lo suficientemente considerable. Su varita iba fuertemente sujeta en su mano diestra, mientras se adentraba en los terrenos de la prisión fenixiana.

     

    - Y aquí vamos de nuevo – susurró al tiempo que levantaba la varita directo a Jank - séneca – susurró, para que de inmediato su garganta comenzara a deshidratarse tan aceleradamente que apenas le daría la oportunidad de decir una palabra antes de quedar completamente sin habla.

     

    La Mago oscuro simplemente sonrió al ver cómo es que su enemigo quedaba por completo limitado al no ser capaz de decir ni una palabra más. Sin detenerse, la Malfoy pensó en un par de “Necrohand” y éstas aparecieron de inmediato frente a ella, con la orden de defenderla no solo de frente, sino, de ser necesario, por la espalda, a los lados o, incluso, por los aires. Nunca se sabía con qué nuevo truco saldrían los fenixianos.

  25. Sus botas altas hechas de piel de dragón resonaban en los pasillos de la fortaleza oscura, mientras se podía escuchar cómo es que las olas rompían en las rocas con furia. La larga capa ondeaba a su espalda con cada paso que daba, en medio de su paseo rutinario por el que había sido casi un hogar durante todo ese tiempo.

     

    - Me aburro – dijo de pronto, cuando ya había dado mil y un vueltas, o por lo menos eso le parecía a ella al no encontrar nada qué hacer -. Deberían llamar en un momento como este – susurró mirando su tatuaje, grabado a fuego en su antebrazo izquierdo, sabiendo perfectamente que así no funcionaba aquello, pero como si la hubieran escuchado la marca tenebrosa cobró vida en su pálida piel.

     

    Gyvraine solo pudo recibir aquello como una señal de que no era la única que buscaba algo qué hacer y sin perder un segundo más cerró el puño de su mano derecha, para que de inmediato se materializara su varita de arce. Girando entre sus delgados dedos su arma con una elaborada floritura, una máscara cubrió su rostro y su larga túnica blanca fue sustituida por hilos de oscuridad que conformaron una delgadísima túnica negra.

     

    Con un último vistazo a la fortaleza, la Mago Oscuro giró sobre su propio eje para desaparecer en medio de zarcillos de oscuridad que la llevarían justo al lugar del que provenía el llamado: cerca de Amesbury, en el condado de Wiltshire a unos trece kilómetros y medio al norte de Salisbury. Al abrir los ojos se encontró con sus compañeros de bando que también habían respondido el llamado.

     

    - Muy bien, supongo que alguien se hará cargo de la tormenta, ¿verdad? – dijo a modo de queja, mirando a las mortífagas que estaban derrumbando las defensas y acercándose a sus compañeros, para estar lo más cerca posible de ellos y así ser cubierta de las tempestades del tiempo. Sus pies, completamente desnudos, ya podían ser conscientes de cada detalle del suelo, pero sin sufrir daño alguno.

     

    Con el castaño cabello al viento y los celestes ojos fijos en el frente, comenzó a ver cómo es que una a una las defensas de la prisión fenixiana iban siendo derribadas. No había preguntado exactamente por quién iban, pero con varita en mano, se mantuvo a diez metros de cualquier enemigo.

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