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Legilimancia


Rosália Pereira
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Pronto, su pregunta es respondida. Las voces que comienza a escuchar no son las mismas que atormentan a Zepharias; por el contrario, son sólidas y, a pesar de la situación y aunque no pretenden ser bondadosas, resulta reconfortante escucharlas. A la primera a la que escucha, es a Kaori. Ellie se pregunta ¿habrán sido los demás los que crearon aquella conexión? ¿O se debe simplemente por estar allí juntos? Aunque antes no le parecía muy razonable, le parece que es lo segundo. Un legeremante se expone tanto como su víctima; tiene que abrirse, para poder usar sus poderes. Queda expuesto no sólo ante la víctima, aparentemente, sino ante todo lo que esté allí dentro. En este caso, la esquizofrenia de Zepharias y los otros invasores.

 

«Tienes razón —recita para sus adentros, concentrándose para mantener fuerte y firme la conexión. Le parece que es más difícil de lo que debería, pero supone que es por la cantidad de involucrados que hay. No obstante, el ser capaz no sólo de usar la legeremancia sobre Zepharias sino también conectarse con el resto de sus compañeros, le parece que es algo muy bueno y notable. Viendo hacia atrás, en su primer intento de usar la habilidad con Jank, se da cuenta de lo mucho que ha avanzado y aprendido. Se siente segura, mas sabe que no debe confiarse—. El gato wampus también me mostró pensamientos en los que me hubiera gustado para siempre... pero, recordé lo que hablamos con Rosália y también mis clases de oclumancia, y creo que eso me ayudó. No creo que yo haya roto la conexión, pero sí creo que, lo que sea que nos haya atacado, decidió liberarme. Si estamos aquí, fue porque mostramos fortaleza... pero, conociendo a Zepharias, es evidente que necesita ayuda. ¿Creen que nos acepte?».

 

Luego, escucha a Goderic. Ellie sabe que las voces están presentes, no porque las sienta, sino porque no podrían desaparecer. Hasta ese momento, no se da cuenta de que las bloqueó. Para un oclumante, no es difícil. Es una de las primeras lecciones: esconder pensamientos. Así se guardan secretos y así los legeremantes no los encuentran. Pero para alguien que no ha practicado esa rama de la magia, es muy fácil sentirse abrumado. Ellie sabe que, aunque lo intentara, no podría explicarles a Kaori y a Goderic qué hacer.

 

«Sé que es difícil, pero tienen que ignorarlas. Saben... ¿como, cuando van a usar la legeremancia en alguien, y despejan sus pensamientos para evitar que lo de ustedes, se mezclan con lo de la víctima? Algo así. Tenemos que buscar los recuerdos de Zepharias para encontrarlo. Tenemos que olvidar lo que sucede alrededor, lo que pensamos, y sólo prestarle atención a lo que encontramos de él. Las voces son difusas, son débiles. Tenemos que buscar recuerdos sólidos».

 

Es entonces cuando advierte que no ha percibido a Hobb. No puede evitar preocuparse; no obstante, se obliga a pensar que él no es la prioridad. Es un hecho que Zepharias está en verdadero peligro.

 

Ellie no podría describir qué ve o qué siente físicamente. No es como si no viera nada... es como si no fuera consciente de su sentido de la vista. Sin embargo, a medida que explora en la mente de Zepharias, comienza a ver escenas. Ve lugares que conoce y situaciones cotidianas. Pero a veces, hay pensamientos que la perturban. Mucha sangre, a veces de batallas, a veces de heridas auto-infligidas. Como si ella misma lo viviera, está frente a doctores, está tomando pastillas, está atormentada, está angustiada. Sin embargo, está viajando hacia atrás. Lo sabe, porque los recuerdos le transmiten tranquilidad, incluso felicidad. No sabe cuánto tiempo el mago ha sufrido, pero no cree que hayan sido muchos años. Cuando se ve rodeada de amigos, de una mujer que la ama (no, que ama a Zepharias), no cree que haya sido hace toda una vida aunque así lo parezca.

 

No puede distinguir dónde está, quizás porque el recuerdo haya perdido fuerza por el terrible presente. Pero está en un lugar tranquilo y las personas que la rodean conocen al mago, lo aprecian, quieren acompañarlo. No hay voces, lo sabe perfectamente. Y sabe que ella no es la única que está viendo ese recuerdo, intentando interpretarlo. ¿Será Zepharias o serán sus compañeros?

 

«¿Zepharias? ¿Estás por acá? ¿Sabes que esto ya pasó... verdad? Esta no es la vida real...».

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Rosália se dio vuelta un poco curiosa. De repente, toda su comitiva había quedado en silencio luego de un ligero debate del que sacó algunas conclusiones. La primera, era que el muchacho de la información necesitaba fundamentar mejor sus respuestas. La otra era que Hobbamock pretendía hablar repitiendo lo que otros le dijeron. Suspiró y entrecerró los ojos para concentrarse. Habían hablado los unos a los otros y hasta “aplicado” la legilimancia sobre el tipo del conocimiento.

 

Un escalofrío recorrió la espalda de la Arcana. Estaban duros como estatuas.

 

Si le hubiesen contado que cinco Wampus habían aparecido en su invernadero desde Norte América solamente para interferir en la clase y aplicar Legilimancia ante ellos, no lo hubiese creído. Primero, geográficamente era un poco imposible; Animales de ese calibre mantenían su territorio. Segundo, su invernadero siempre se mantenía cerrado y, hubiese sabido de ante mano; muy de antemano. Aunque, capaz se le estaba escapando algo leve.

 

Como vio que ninguno de ellos salía de ese estado de trance, supuso que tenía que intervenir. Alzó su derecha y materializó la vara de cristal. Con fuerza golpeó la punta de la misma en el suelo y una onda expansiva surgió de ella. Su anillo de habilidad brilló ante la acción. Estaba decidida. Si esto hubiese ocurrido fuera de su clase, los dejaría perderse en una mente fragmentada. Pero no. No quería conflictos con los Directores, ni con el Ministerio, ni con Nadie. Generó así un Fulgura Nox, para llevar a Eileen, Goderic y Valkyria a San Mungo. Sabía que necesitaban descansar.

 

- Disculpa la interrupción abrupta Hobbamock. Al parecer ha sucedido algo con todos ustedes y aun no logro saber qué.

 

Se acercó mucho, mucho, a Undefined, casi como para besarlo. Se paró de cuclillas porque la diferencia de estatura era pronunciada. Entrecerró los ojos y frunció los labios. Le picó un ojo con el dedo y nada. Estaba duro y rígido.

 

- Ayúdame a arrastrarlo a la fuente, no lo podemos dejar aquí. Ahora, mientras, me puedes comentar ¿cuál es la relación entre una personalidad frágil y una conciencia? Es que, me suena que una personalidad influenciable tiene algo más que ver con una voluntad, más que con una conciencia. Estoy escuchando que usas la palabra con ligereza. Para ti, ¿qué es la conciencia? ¿Cómo llegaste a esa palabra?

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  • 2 semanas más tarde...

Seguía encantando en un mundo antiguo, viviendo entre recuerdos, memorias de una vida que ya no era la actual. Era inevitable volver al mundo real cuando añoras una vida anterior a una tragedia y te considerabas feliz antes de lo ocurrido, para Undefined el sentimiento era prácticamente el mismo. Esperaba en algún punto recuperar unos recuerdos, unas memorias... una vida que jamás volvería.

Después de unos segundos, disfrutando de cómo socializaba en el pasado, el silencio producido por los voces se rompió haciendo que se alteraran de una manera poco habitual, incluso para él. De manera extraña, pudo sentir la presencia de otras personas dentro del laberinto de su mente preguntando por él, buscándolo, como si se hubiese desaparecido del plano existencial. En parte era acertada esa teoría, pero solo estaba experimentado una especie de síndrome de enclaustramiento solo que no estaba consciente de lo que estaba sucediendo en el mundo real.

"Esto no es la vida real"

Fue una de las frases que termino de despertarlo de su estado mental, mientras Rosalia jugaba con sus ojos por alguna razón. En su mente hizo un ademan con su mano, como si estuviese despidiéndose de los recuerdos o de la vida que tanto quería vivir, trataría de encontrar una pizca de felicidad en su estado actual y en el presente. Esperando entender las explicaciones que la arcana tuviese que darle.

Despertó y con ello aumentaba poco a poco el bullicio de sus voces con sus tipicas frases. No parecía haber señal de Gatos Wampus, supuso que la arcana se había encargado de ellos o todo lo ocurrido no fue real. No pudo asegurar nada, pero sin duda el encierro en su mente había sido real y los ojos que lo habían hipnotizado podrían haberlo sido.

- ¿Y ahora qué? - Preguntó.

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- ¿Y ahora qué?

 

- You tell me.

 

Rosália quedó un poco confundida de qué era lo que estaba pasando. Haciendo un recuento de hechos desde su perspectiva, lo único que pudo ver es la entrada en trance de toda su clase alrededor de un muchacho bastante extraño. De ahí, moverlo a la fuente no fue tanto problema y justo cuando iba a volver a revisarlo, volvió en sí. Asumió que el shock fue lo suficientemente importante como para tener la necesidad de enviar a Hobbamock a su casa.

 

Ahora, estaba completamente desconcertada. Es que, después de tanto tiempo ¿era verdad que ese muchacho le dedicaba una oración seca? La mente de la Arcana se disparó en teorías. Se sentó en el borde de la fuente viéndolo y cruzó las piernas. Llevó su boca a un costado de forma insatisfactoria.

 

- ¿Sabes por qué tuve que sacarlos a todos de tu cabeza verdad? Fue una imprudencia bastante grande. Es imposible realizar Legilimancia sin un contacto visual fijo. El puente comunicacional se tambalea y no es fijo. Sólo imagina que alguna de tus voces haya vuelto con la conciencia de alguna de estas personas.

 

Fue un reto. Claramente. Con la Legilimancia no se jugaba. Menos si se concentraban en las memorias solamente. Hacer un reduccionismo hacia las vivencias emocionales podía llevar a una pérdida de identidad casi directa. El razonamiento era muy simple: estar en contacto directo con vivencias directas, desde el ojo espectador, no era igual a un pensadero. La mente no es un pensadero. Y revivir, de esa manera, afecta la identidad, una identidad que poco a poco desaparece hasta no ser más que un deja vu repetitivo.

 

Ahora, estaba preocupada por lo que habían sucedido en sí. Nadie entraba en su invernadero sin su permiso. Su instinto de supervivencia de a poco iba aflorando.

 

- Entonces, dime, ya que la información es poder, ¿qué me puedes decir? ¿qué me puedes vender? ¿qué sabes de lo que sucedió?

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- ¿Realmente fue usted quién sacó a todos de mi mente? - Preguntó casi igual de desconcertado que él, todavía seguía escuchando voces en su interior y parecía que para eso no había una solución potente donde la arcana pudiese ayudar.

Sus palabras tenían sentido. La legeremancia debía realizarse con contacto visual, pasaba igual con la mayoría de encantamientos conocidos por Undefined, debía ver a la persona y apuntarla para que todo resultara exitoso. Todavía no estaba seguro de como lograr que ese puente comunicacional fuese creado por él, con intención de leer los pensamientos de otras personas. Supuso que al final de todo esto sabría con exactitud cómo realizar cada paso necesario para aplicar la habilidad, por ahora podía entender que la Legeremancia era un encantamiento más que necesitaba ver a la persona y así tener la efectividad necesaria.

No necesitó imaginarse a una de sus voces, cada una de ellas, gracias a la frase de la arcana, comenzó a imitar las voces de sus compañeros y el mismo comportamiento por lo recordado en la clase. De ambas maneras seguía creyendo que era insoportable escucharlas a todas al mismo tiempo tratando de decirle las cosas que necesitaba hacer, de manejar su vida, sus decisiones, como si de un títere o videojuego muggle se tratase. No necesitaba más de eso.

- Puedo... - Empezó tratando de concentrarse para hablar fluidamente - decirle que Gatos Wampus estaban aquí y por esa razón todos nos perdimos de esta realidad por un momento.

Era verdad lo dicho en ese momento. Por lo menos, fue lo que recordó sobre lo sucedido minutos atrás, recordaba perfectamente los ojos amarillo que lo sumergieron en sus pensamientos tratando de atraparlo en su mente, leyendo sus pensamientos, recuerdos, averiguando el más mínimo detalle sobre él. Ahora, no estaba seguro si aquellos animales eran capaces de usar lo aprendido en contra de ellos o si otras personas eran capaces de verlo almacenado en los recuerdos de los gatos o tal vez eso no ocurría. Estaba pensando de más.

- Imagino, por el tono de su voz, que usted tiene una versión diferente, ¿cierto? - Preguntó esperando tener una respuesta.

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  • 2 meses más tarde...

El libro que tenía entre sus manos, ocupaba toda su atención. Entre las frases que podía rescatar, se encontraba la siguiente «La legilimancia es entrar y saber hasta el más mínimo detalle del pensamiento de otras personas, no un simple leer la mente» No solo por el hecho, de definir la habilidad que acudiría a la Universidad a perfeccionar, porque tenía nociones básicas pero necesitaba controlarla y aprender a usarla de la manera correcta.

 

Aunque, tenía ciertos recelos sobre el hecho de poder conocer todo lo que ocupaba la mente de una persona sin tapujos, era un tanto invasivo sí, pero también era una herramienta útil para su cotidianidad en el banco. Por lo que, sin duda alguna, no pondría reparo en todo lo que Rosalía quisiera trasmitirle, aunque también tenía cierto nerviosismo por el simple hecho de aún no dominar la oclumancia, lo cual… generaba algunas dudas en su interior, las cuales esperaba poder responder.

En cuanto, llegó la hora para acudir a la institución de educación mágica. Se tomó un respiro, profundo y cubrió su cuerpo con una simple túnica de color negra, para después cubrir su cabello y hombros con una capa de viaje. Estaba lista, y así se sintió cuando notó que sus pies comenzaban a caminar sobre el césped y la conducían hasta el jardín de la vivienda de la arcana, sitio en el cual esperaba encontrarla.

 

—Arcana, espero le hayan informado de mi visita. —soltó haciendo notar su presencia.

 

Observando con atención, notó que el aspecto de la mujer le hacía recordar a la naturaleza viva. Era una imagen de viveza y sentía que podía observar lo hermoso y delicadeza de las plantas y las flores, sí eran hermosas. Si, le trasmitía paz, algo que la hizo relajarse por lo que pudo respirar profundamente, y permitir que en su mente pudiese captar algunas palabras lejanas que se reproducían por medio de vagas imágenes.

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Dentro de los quehaceres cotidianos de la Arcana, se encontraba el cuidado intensivo de sus terrenos en la Universidad. Era como una disciplina autoimpuesta pero que obviamente le servía de respiro entre tanta lectura y producción de conocimiento. Después de todo, formaba parte de un respetado grupo de magos y tenía que vivir a ciertas expectativas. Todos en la comunidad mágica estaban al pendiente de sus pasos. O no, y simplemente era una mera excusa que se ponía a sí misma.

 

Soltó un suspiro cuando clavó la pala en la tierra. Removió un poco por aquí y por allá y emparejó los canteros de lado a lado del camino. Pasó el antebrazo por la frente sudorosa y sacudió sus guantes con tierra. Estaba observando un poco más para el oeste cuando una voz interrumpió sus pensamientos. Se giró de repente, levantando un poco el sombrero de paja que llevaba.

 

- Oh, querida. No, si te soy sincera no, pero si estás aquí debe ser porque buscas aprender sobre la habilidad.

 

Fijándose en su vestimenta, se percató que el viento estaba más frío del que había imaginado. Un escalofrío recorrió su espalda. Se sacó los guantes y cargó la pala. Con un pequeño gesto con la cabeza, le indicó que la siguiera hasta la cabaña. Dejó los utensilios que precisaba tiempo atrás y se paró en el marco de la puerta de su cabaña.

 

- Lamento que me encuentres así, estaba trabajando. Mi nombre es Rosália. Pondré a hacer un poco de té, pero anda, cuéntame un poco de ti. Espero que me sorprendas.

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  • 2 semanas más tarde...

¿Aprender sobre la habilidad? No estaba segura de sí de esa manera debía llamarlo, porque tenía nociones básicas y también, desde hacía algunos años atisbos de pensamientos de algunas personas ocupaban su mente de la nada. Por lo que realmente deseaba, era aprender a dominarla y que esos retazos de pensamientos o sentimientos de todo aquel ser vivo que la rodeaba desaparecieran, al menos si así lo deseaba o se incrementaran, según fuese el caso. Pero, si para la arcana, eso era aprender enteramente sobre la habilidad, lo respetaría.

Prestando atención, pudo apreciar como el jardín estaba realmente cuidado y como al parecer, sentía un poco de frío la mujer, algo que le pareció extraño puesto que para ella el clima era fresco pero agradable. Siguiéndola hasta la entrada de la cabaña, permaneció en silencio, hasta que escuchó las palabras que le brindaba. Esbozando una media sonrisa, negó con lentitud y esperó unos segundos a que las palabras se formaran en su mente antes de responder.

—Dudo sorprenderla, han pasado tantos magos y brujas por aquí, que lo que pueda o no decir sobre mi será común. —restándose importancia así misma continuó— Mi nombre es Mia Black Lestrange, actual directora de Gringotts, profesora de Hogwarts y una bruja que disfruta de la filantropía, así como de viajar por el mundo.

Tras decir sus últimas palabras, pudo sentir como su mente iba creando imágenes de sus viajes por Francia, Alemania, Italia e incluso algunos países de América. Disfrutaba de viajar, ya fuese por trabajo o por placer, era algo que no podía negárselo a sí misma, asimismo, también estaba orgullosa de su labor como instructora de las nuevas generaciones, eso sin contar que le permitían llevar el ritmo de vida estresante que hasta el momento tenía y apreciaba.

—No sé que más puedo decirle, pero si quiere saber algo más… —estaba por decir, puede indagar en mi mente, pero guardó silencio— puede preguntar. —observándola fijamente, notó como preparaba el té.
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Siete hombres vestidos de negro arriban la colina. Los ve por el reflejo de sus lentes, a los que ha pulido precisamente esta mañana. Tiene varita escondida tras la rodilla, sobre donde está apoyado. Las manos las tiene entrelazadas. Da la lógica sensación de que está rezando, orando por la trascendencia espiritual del difunto que allí, frente a él, se encuentra sepultado. Cuando la verdad es que se trata de una apariencia creada para embestir el sentido común de sus futuros agresores. Al tocarle uno su hombro, Jank le clava el puñal encima del dedo primero. El grito de dolor sale fresco, empírico. El atacado gira la vista para recibir a la caballería, quienes se le abalanzan encima cual jauría hambrienta. Se comen, al principio, sus extremidades. Continúan por el pecho. Lloran de placer ante el sabor de su corazón. Los ojos jamás se los quitan. Nunca.


Al despertar se toca el estómago. Las imágenes han sido vívidas, llenas de detalle. Se sienta sobre el borde de la cama a reflexionar el significado, pero dichas escenas se desvanecen cual arena sobre manos débiles. Camina hasta la ventana, abierta de par en par, rindiéndole honor a la parsimonia. El sol sigue sin salir, desgraciadamente. Se recuesta sobre el alfeizar y, chasqueando los dedos, atrae el cigarrillo más próximo. Para cuando aterriza entre el índice y el anular ya está encendido. Se pregunta vanamente si valdrá la pena esperar la luz de pie. Quizá, como lo feliz, el tiempo avance más rápido así.


Es temprano cuando termina el almuerzo. El Castillo de los Evans adora el silencio, pues realza esas virtudes que los labios no pueden describir. Agradece a los elfos y, también chasqueando, la bata de dormir se transforma en un conjunto ligero, accesible a las brisas. El lugar que visitará hoy es cálido, así que necesita tomar las precauciones correctas. En todos los sentidos, si tiene suerte. Toma la mano flaca de Caléfus, su fiel sirviente mágico, y de un tercer chasquido ajeno pisan la hierba que sus pies ya recuerdan. Le vuelve a agradecer, en señal de que debe desaparecer de las inmediaciones de la Universidad. Al hacerlo, el mago respira profundamente para anunciarse a sí mismo la caminata que le espera.


Ha tomado la impropia decisión de que, sin excusas, olvidará el pasado por completo. La clase en la que se enmarcará a continuación tiene como tarea angular desanudar los misterios que otras mentes, y la suya propia, encarcelan. Aun así, no es capaz de mentirse; tiene gigantescas expectativas de por fin conseguirlo. Los ojos empiezan a divisar la cabaña de la arcana al pasar de los minutos. Se va haciendo más y más grande hasta mostrar a dos personas. Rosália está parada encima del marco y la otra, a quien vagamente reconoce, comparte información con ella.


Una reverencia es lo que usa para saludarlas, sobretodo para no interrumpir lo que su nueva colega explica. Al terminar, da un paso al frente.


- Espero que estén teniendo un buen día, señoritas. La Universidad me ha notificado hace unas horas que hoy comenzaría mi aprendizaje.

Editado por Jank Dayne

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Para un día de frío, te chai con canela en rama extra. Preparó las hierbas por un lado y las puso en el colador; por el contrario, las ramitas reposaban dentro de la tetera. Escuchaba a Mía con cierta cautela. Se dio vuelta mientras esperaba que se terminara de preparar. Carraspeó un poco y miró hacia la puerta, llevó su boca para un costado y buscó otra taza más. Esperaba no quedarse corta con el té.

 

- Entonces, disfrutas de la filantropía y viajar por el mundo. Me recuerdas a… ¡Amara! Sí, la de metamorfomagia. Espero que la conozcas, es una persona increíble.

 

Se giró para servir el té.

 

La puerta abriéndose no lo sorprendió en nadas, mas la actitud de Jank, completamente opuestam, a la que había tenido la última vez que lo vio. Le sonrió y le pidió que se sentara junto con su otra alumna.

 

- Mia, este joven es Jank, no sé si se conocen. Por lo visto vuelve a terminar la habilidad, lo que indudablemente me alegra mucho. Siempre y cuando, él haya reflexionado lo que hablamos la última vez.

 

Le dedicó una mirada de soslayo y una sonrisa cómplice.

 

- De todas maneras, te iba a preguntar, ¿por qué no nos cuentas algo de tus viajes? Me has dicho que te gusta ayudar a los otros y visitar otros lugares exóticos. Seguramente tienes muchas historias. Es importante que pueda saber algo de ustedes para comprender cómo funciona su ser.

Editado por Rosália Pereira
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