Legilimancia

[Mica Gryffindor]

Siempre había sido una persona curiosa, tal vez por de más. Sus ansias de saber, de conocer, de lograr mayores conocimientos y habilidades, la habían llevado a ser quien era en ese momento: una bruja hábil, que lograba resolver y enfrentar variedad de circunstancias. Y no. No se había vuelto, en ese recorrido, en alguien deseosa de simplemente adquirir poder. No, ella nunca se enfocaría simplemente en eso.

Con todo ese mar de pensamientos, llegó a la cabaña de Rosália Pereira, arcana a cargo de la enseñanza de Legilimancia. Aquella era una habilidad que deseaba hace tiempo poseer, para saciar poco su curiosidad. Claro, no sería alguien que se metiera “porque sí” en la mente de cualquier persona, con el simple afán de curiosear entre sus secretos. Pero sabía que había circunstancias en que aquello sería una herramienta clave a la hora de resolver problemas y evitar grandes pesares.

Llamó con tres golpecitos a la puerta, de aquella residencia humilde plagada de plantas de todo tipo. No pudo evitar distraerse un momento a contemplar los diferentes matices de verde, de una belleza indiscutible.

Allí esperaría, no tenía prisa. Sabía que sería un largo camino hasta lograr aprender la habilidad.

[Rosália Pereira]

Rosália Pereira se encontraba descansando en una de las zonas de su cabaña. Hacía muy poco que había concluido con dos de sus alumnos que habían terminado exitosamente su prueba dentro del portal. Rosália se sentía más plena, más poderosa. Tenía que admitir que no era una carrera entre el resto de los Arcanos pero siendo una de las habilidades que más asistían las personas, significaba que el poder de cada uno aumentaba.

Algunos ruidos de pasos delante en la entrada alertaron a la Arcana de la Legilimancia para desaparecer en un estallido de diminutos tréboles que se camuflaron con el resto de la flora. Rosália tenía el poder de la mente y también la ayudaba la naturaleza, se camuflaba en diferentes plantas y se unió a uno de los árboles donde tenía un mejor panorama de la nueva visitante a su cabaña. Cuando se dio cuenta de que era alguien a modo de alumno (y aprovechando que estaba de espaldas admirando el lugar) se volvió a transformar en su forma humana.

— Que bueno verla por aquí, señorita Gryffindor. ¿Le gusta el sitio? Es realmente hermoso —Rosália Pereira saludó a su nueva alumna con una especie de reverencia. Los ojos de Mica eran tan verdes como la vestimenta de la Arcana y como el resto del lugar. Y la dueña de todo aquello quiso entrar a la mente de la chica, pero se encontró con una pared—. Me avisaron que pronto vendría, pero nadie me dijo que se trataba de una bruja poderosa y entrenada. Así será un placer ser su maestra. ¿Me acompaña a un jugo de frutas? Creo que si usted disfruta como yo éste sitio, podremos aprovecharlo.

Rosália le señaló uno de los caminos que se bifurcaba hacia los laterales. Uno iba directamente al invernadero y el otro, a una especie de jardín, con algunos bancos de piedra, muchos arbustos, plantas variadas y más árboles. Y había una especie de cúpula que alcanzaba unos tres metros de altura formado por ramas y raíces, rodeado de hojas y flores. Se adentraron en ésa carpa natural, de unos 20 metros cuadrados y cuando se sentaron aparecieron dos copas de plata con jugo rebosante, dulce y lleno de jugo de diferentes frutas.

— ¿Qué hizo que venga a aprender Legilimancia? ¿Qué conoce y sabe sobre la legilimancia? ¿Y qué objetivos y expectativas tiene?  ¿Se ha encontrado con otros legilimánticos? —Rosália la invadió a preguntas mientras se sumergía en aquel exquisito jugo de frutas.

@ Mica Gryffindor