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Prueba de Oclumancia #6


Aailyah Sauda
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- Ha llegado la hora - Su prueba de la Oclumancia estaba a punto de empezar y a su lado se encontraban dos magos que conocía bastante bien - ¿Será que si lo conozco? - Uno de ellos ya no era el mismo mago que pensaba y había cambiado tanto que ya no lo podía llamar por su parentesco, y no estaba seguro de si lo conocía o no. La clase le había enseñado a proteger su mente de otras personas, pero al parecer no solo implicaba la mente. También implicaba protegerse a si mismo y evitar ser víctima de cosas desagradables - He aprendido a tomar decisiones que no me gustan - La clase y su trabajo como Warlock le habían dado varias lecciones y quizás estaba a punto de tomar una decisión demasiado fuerte pero necesaria.

 

- La necesitaré. Espero verla pronto - La arcana había dicho todo lo necesario o quizás no, pero ya no podía seguir esperando más para dar inicio a la prueba. El Tonks no deseaba ir junto con el desconocido que ya no sentía cercano y decidió esperar a que avanzara mucho para evitarlo por completo aunque no le deseaba nada malo, tampoco quería verlo o estar cerca de él. Nathan se encontraba a su lado y no podía esconder lo que sentía, al parecer los dos estaban en una situación similar pero él lo demostraba mucho más que el Knight. Niko había aprendido a controlar sus emociones y a no permitir que los demás tuvieran acceso a ellas quizás por eso le había gustado tanto la Oclumancia.

 

El Dumbledore caminó lentamente en busca de la barca que lo llevaría hasta el otro lado. Deseaba tener un paseo tranquilo así que decidió que lo mejor sería utilizar sus manos para navegar y no utilizar algún hechizo mágico que lo ayudaría a llegar más rápido, sin duda no tenía tanta prisa como para desear llegar de primero, sabía que no era una competencia y entendía bastante bien la importancia de los obstáculos y la prueba - Espero que mis defensas sean suficientes - Su mente estaba muy bien protegida, había pasado mucho tiempo ubicando cada una de las barreras protectoras para evitar la entrada de pensamientos a su cabeza, pero no estaba tan seguro de estar protegido contra las criaturas del agua.

 

El agua comenzó a llenarse de neblina, sabía que eso no era normal dado que había estado dos veces en ese sitio y nunca antes la había visto. Cerró sus ojos sin dejar de mover sus manos, las barreras de su mente comenzaron a sentir como algunos pensamientos golpeaban contra ellas, cada vez los golpes eran más duros - Concentración - Dijo en voz alta para darse un poco de ánimo, sus manos seguían realizando su trabajo mientras su mente comenzaba a aumentar la fuerza de las barreras que estaban siendo atacadas hasta que logró calmar el ataque - Lo he logrado - Sus defensas habían sido suficientes como para evitar perderse debido a dicha neblina.

 

- Este bosque lo he recorrido dos veces. ¿Qué sorpresas tendrá el día de hoy? - El Warlock comenzó a caminar lentamente hasta que comenzó a sentir un poder mucho más grande que el suyo - Sauda - Solo ella podía ganarle en dicho momento y sabía que tendría que esforzarse mucho más para no caer en su trampa. En su mente comenzaron a aparecer sombras junto con sonidos poco agradables. La arcana buscaba hacerlos caer con un obstáculo mucho más complejo de superar que el anterior pero estaba preparado para hacerle frente y seguir adelante en su camino.

 

- Esto nunca ha sido así - En su mente comenzó a buscar recuerdos sobre sus paseos anteriores por el bosque. Sabía que buscando en su interior obtendría la verdadera forma del camino y podría evitar la trampa de Sauda. Rápidamente los pensamientos comenzaron a moverse en su mente como si de un río se tratara, justo como había sucedido durante la clase. La forma del bosque comenzó a cambiar rápidamente hasta que los sonidos desaparecieron por completo - Así es como lo he visto - Susurró con satisfacción, había logrado recobrar sus pensamientos verdaderos y sacar a Sauda de su cabeza para continuar con el camino. Le faltaban dos obstáculos y sabía que no serían más fáciles que los anteriores, aunque aún seguía igual de alegre que al principio y sin cansancio mental.

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Debería estar orgullosa porque Ishaya haya superado los obstáculos con tanta rapidez, pero en cambio, sólo siente una profunda pena, como si estuviera en su funeral. ¿Cómo es posible que, en una sola jornada, alguien pueda cambiar tanto? En sus recuerdos, lo había visto todo; su trayecto en una hermandad británica, su familia... Lo había visto como a un mago recto, el opuesto a ese ser caótico y corrupto (y corruptor) llamado Mirshka; porque sí, por lo menos todavía los ve como a dos entidades diferentes. Pero la persona que está ahora a punto de entrar en el Portal de las Siete Puertas, es diferente. Y sabe que no pudo cambiar por sí mismo. Tuvo que haber sido la influencia de ese mismo ente.

 

―En el camino, te perderás... ―susurra, con la determinación de una Vidente, al tiempo en que sacude en la cabeza con una desaprobación que permite a Ishaya advertir― Él te está usando, querido, y llegará el momento en el que se vuelva contra ti y te someta con tus propios poderes y habilidades ―sabe que aquello no es parte del entrenamiento, mas no puede callárselo, aún sabiendo que el mago, con la terquedad de la juventud, no le prestará atención―. Continuemos.

 

Sauda empuña su vara de cristal, con el aspecto de una vara de pastoreo, y le indica al aprendiz que avance hasta entrar al salón circular. Con los ojos cerrados, hace un movimiento circular con la mano libre en el aire; de un momento a otro uno de los anillos engarzados en el centro del Ouroboros a sus pies, aparece en dicha mano. Es un anillo similar al de ella, pero genérico. Antes de volver a hablar, aguarda a que el mago se lo coloque.

 

―Hasta aquí puedo acompañarte ―le dice a Ishaya, deteniéndose frente a la Puerta de la Oclumancia. Sauda observa el símbolo que se mueve con un resplandor verdoso, dedicando un par de segundos a recordar la única vez en su vida que la atravesó―. Recuerda que la Prueba la crea la magia de ese lugar, de modo que no sé lo que te espera, pero te deseo suerte. No dependas de encantamientos o sortilegios, Ishaya; usa tu habilidad, crea un vínculo con el anillo. Y protege tu mente...

 

Una vez que el aprendiz atraviesa la puerta, Sauda sale del salón. No se mueve de allí pues pretende esperar al resto. Sabe que Nathan avanza con la misma determinación de siempre; durante la plática con Ishaya, había estado poniéndose obstáculos y tratando de penetrar en su mente, pero él encontró la forma de bloquearla y expulsarla. Elvis y Niko también habían comenzado la travesía hacía apenas unos momentos. La arcana se siente orgullosa de ver a los magos explotar la Oclumancia, de poner en práctica sus enseñanzas.

 

Sabiendo que cada uno llegará a su tiempo, los espera.

Editado por Aailyah Sauda
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Sabía perfectamente que dentro de aquel portal no recordaría nada acerca de la situación en la que me encontraba, cualquier indicio que me lo comunicara sería inmediatamente tumbado por la antigua magia del lugar para que siguiera mi camino hasta que saliera... si es que llegaba a salir. No podía sentirme confiado, el hecho de que haya superado la prueba del portal en tres ocasiones no daba una seguridad para próximas travesías, sobre todo con una habilidad que aprendí desde cero.

 

Caminé tranquilamente hasta la entrada del portal mientras me ponía el anillo genérico en mi mano derecha, junto con los otros tres anillos únicos de habilidades (metamorfomagia, videncia y animagia). Se veía bien, perfecto.

 

Justo antes de cruzar por el portal me di la media vuelta para ver por última vez a la arcana. Sí, me estaba despidiendo de ella como lo hice en su momento de mis seres queridos hace unos años atrás, el tiempo que había pedido prestado se terminaba y con ello podía completar la fusión de mi consciencia con la de Mirshka, o al menos así es como lo verían.

 

- El asunto es - hablé en un tono sereno, tranquilo, profundo, sin resentimientos y acompañado con una mirada suave, llena de calor - que yo lo usé a él.

 

Dejé que me absorbiera la magia del portal por completo y di un último respiro en aquella dimensión. La última conexión con Adriano Wallace se desvanecía en aquel momento, de una vez por todas, para bien.

 

<<Սա լավագույն ձեզ համար, ինձ համար, մեզ համար.>>

 

- No, ya no hay un nosotros...

Un ligero bostezo hizo que regresara de nueva cuenta a prestarle atención a las palabras de la bruja que tenía en frente, una ciudadana que buscaba algo de tiempo para contarme un historia (demasiado aburrida) de lo que había visto en el callejón Knockturn; la castaña se ofendió de inmediato cuando vio mi bostezo, tomó su bolsa de mano para retirarse en una dramática salida. La hubiera detenido, pero no tenía ni idea de lo que estaba diciendo y lo sabía porque me estaba denunciando a mi.
- ¡No sé que estaba pensando en venir aquí! - Se escuchaban sus gritos desde el vestíbulo. - ¡Uno debe de tener muy buenas influencias para hacerlo! ¡Se creen de la aristocracia o qué se yo!
Me levanté con una sonrisa torcida y tomé las fotografías que me había dejado en el escritorio como prueba irrefutable que había altos mandatarios involucrados con los mortífagos. "Esa capa es demasiado cara", decía, "sé que solo las personas con gran influencia puedes hacer ese tipo de compras porque me dedico a hacer túnicas", ¡y claro que era una túnica bastante cara! Últimamente los magos del medio oriente se ponían más roñosos cuando se trataba de comerciar con sus telas y era cierto, solo alguien en nuestra posición podía portar algo así.
Con un simple movimiento de mi mano hice que las imágenes se hicieran cenizas, tomé mi gabardina y salí de aquella habitación para dirigirme a mi oficina en el último piso de aquel edificio, el más alto de todo el callejón Diagon, un lugar donde podía tener la calma que necesitaba después de las horas que pasé en el laboratorio de investigaciones clandestinas de la marca tratando de encontrar una forma de hacer que la poción multijugos durara aún más.
- Señor Tonks...
- ¿Qué te he dicho últimamente Silvia? - dije interrumpiendo a la recepcionista que me alcanzaba justo antes de llegar hasta el elevador.
- Disculpe señor Triviani, no se volverá a repetir.
- Espero.
- Su esposa intentó comunicarse con usted, lleva cuatro lechuzas que envía y no sé si sea conveniente tener que responderle con...
- Silvia, - hablé ahora con más dureza - creo que yo sé cómo responderle a mi propia esposa. No te metas en esos asuntos.
Ingresé al ascensor y cerré la puerta detrás de mi para que no me siguiera molestando con pequeñeces, ya sabía perfectamente lo que quería Cye y justo había hablado con ella antes de que entrara a la sala de entrevistas hace unos diez minutos, la gente seguía pensando que porque me había cerrado por completo a negociar con fenixianos todo habría cambiado en mi hogar y no podrían estar más alejados de la realidad.
Un sonido de campaña me indicó que había llegado a mi destino por lo que salí de inmediato de aquel pequeño espacio para atravesar el pasillo y encerrarme en mi pequeño mundo, aquel que miraba por la enorme ventana que daba a Londres, debajo una fotografía con mi amada Cye y nuestro pequeño Eirian Niall, que ya tenía un año con nosotros.
Desde que había dejado oficialmente la Orden del Fénix pude concentrarme más en mi familia, en cuidarlos, en verdad protegerlos de las tonterías que tenían los que se llamaban defensores de la luz, ¡patrañas, bola de asquerosos viciosos al poder!
<<¿Es eso lo que piensas en verdad?>>
- ¡Oh, no de nuevo tú!
Odiaba un poco a los legeremantes como ella, siempre intentando adentrarse en mi mente a como diera lugar, desde donde se encontraran esperando que con ello pudieran escapar de su propia situación. Siempre intentaba entrar cuando estaba más 'débil', pensando en mi familia y esperando el momento de regresar con ellos, pero como las veces anteriores simplemente se topó con una hermosa pared de nubes tormentosas que la obligaron a hablar.
- Deberías de desistir, - le respondí con una voz audible como si estuviera en la misma habitación que yo mientras tomaba asiento en mi escritorio - sé que te has de sentir un tanto sola ahí pero te advertí que debías de alejarte de mi.
<<Te has dejado corromper, este no eres tú... no eres el mismo que alguna vez conocimos. Estás tomando un camino que solo te lleva...>>
- Si continúas queriéndome dar sermones acerca de que estás en el lado de los 'buenos', tendré que silenciarte de otra forma. - Sonreí ligeramente, disfrutaba sentir su temor en mi mente. - Quienes ganan las guerras escriben la historia y a este paso tú y los tuyos solo se verán afectados, la Orden del Fénix no es más que un triste mito, querida, deberías de entenderlo.
<<¡Eras uno de nosotros, Ishaya! ¡No puedo creer que ahora seas...!>>
- ¿Qué? - Interrumpí de inmediato. - ¿Me estás acusando de algo? Ten cuidado, sabes muy bien como puedo sacar esta conversación de mi mente para presentarla como pruebas de hostigamiento y calumnia. No todos los que quieren acabar con una patética organización como la tuya están con los mortífagos.
<<Pero Ishaya...>>
- Creo que ya te he dejado hablar lo suficiente.
Y todo regresó a la normalidad. "La fénix", que era como la conocía, había estado intentando comunicarse conmigo desde hacia un trimestre, justo cuando los ataques de los mortífagos se habían intensificado en todo el país, primero por todos los sitios que estaban en relación con los miembros de la Orden del Fénix revelados para avanzar lentamente por cada rincón con un alma mágica y El Profeta estuvo al pendiente de cada uno de sus pasos, claro, porque con gusto daba la información necesaria para que fueran detrás de ellos.

 

Una hermosa tormenta comenzó a estallar en mi mente, la intrusa estaba siendo expulsada en esos momentos y podía sentir como soltaba un grito desde su cuerpo físico... cada vez le costaba más el mantener una conexión conmigo, otro legeremante y oclumista. ¿Qué estaba pensando?

Editado por Ishaya

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La altitud de las paredes del laberinto era tal que la sombra que proyectaban las mismas lo cubría completamente; bajo ningún punto de vista sería capaz de escalar por ellas para ver cuál era el camino correcto y, de poder hacerlo, estaba seguro de que existía algún mecanismo mágico que lo expulsaría de la prueba o le daría una lección que jamas olvidaría por hacer trampa. De todas formas, aquello ni siquiera se le pasó por la mente, le encantaba el desafío que suponían los laberintos y eso se notaba en el paso rápido y alegre que mantenía mientras discurría por los distintos callejones, su varita en su mano diestra, esperando la aparición del tercer obstáculo.

 

Tras girar en una esquina notó algo de un color negro azabache que se desprendía del suelo y se enroscaba por las paredes. Incluso a varios metros de distancia lo reconoció como Lazo del Diablo; siendo un experto en la Herbología, el campo de la magia en el cual estaba más versado y del que tanto había investigado a lo largo de todo el mundo, aquello no sería más que un trámite para él. Sin embargo, estaba seguro de que la Arcana sabía sobre sus excelsos conocimientos en aquella disciplina afín a la botánica, por lo que se advirtió a sí mismo que aquello no sería lo único que se encontrase.

 

A medida que se acercó al lazo del diablo, asesoró poco a poco su extensión y el grosor de sus raíces; en efecto se trataba de uno de los ejemplos más peligrosos de la misma, dado que sus raíces eran especialmente gruesas y tenían pequeños puntos morados que indicaban que estaban llenas de veneno. Sucedía, sin embargo, que el Weasley era uno de aquellos catedráticos de la herbología que estaban en contra de atacar a las plantas, por lo cual no consideraba, por el momento, utilizar encantamientos aturdidores o seccionadores contra la misma. Descartó también el uso de cualquier hechizo o poder que hubiese adquirido a través de los Libros de Hechizos de los Guerreros Uzza. Todos en la comunidad mágica conocían de la enemistad entre Arcanos y Uzza, y había sido precisamente eso lo que lo instó a dejar sus amuletos y anillos en casa.

 

- Tendremos que hacerlo a la antigua. - dijo Nathan, y comenzó a avanzar decididamente, hasta que en cuestión de segundos sus pies se vieron envueltos por el lazo del diablo. La única forma de liberarse de sus ramas sin utilizar magia era mostrándole a la planta que no representaba un enemigo; apenas sintió que sus tobillos eran presionados por las garras de aquella planta, se quedó completamente quieto y comenzó a trabajar en lentas y profundas respiraciones. El truco pareció funcionar, dado que al cabo de unos segundos las raíces se hicieron a un lado y terminaron por darle paso.

 

Nathan continuó su camino, esta vez a un paso más rápido, deseoso de llegar al centro del laberinto y enfrentar el portal de una vez por todas. Sin embargo, no había recorrido ni cincuenta metros cuando escuchó el chillido desgarrador que representaba el canto del Fwooper, un sonido que había escuchado por primera vez años atrás en uno de sus viajes por Islandia y que, a pesar de sus múltiples exposiciones aletargadas por diferentes elementos de protección personal, nunca había llegado a tolerar del todo. Se llevó las manos a los oídos, cubriéndolos para protegerse de aquel canto espantoso.

 

Rastreó el fwooper con la vista, tenía un color lima chillón y estaba posado en una de las paredes, unos metros por encima de él. Al cabo de unos segundos, se sumó otro idéntico pero de color rosado y también comenzó a cantar. No había pasado ni un minuto cuando Nathan apreció que había más de diez de aquellas criaturas, todas cantando al unísono, todas luchando por llevarlo a la locura. Nathan no podría destaparse los oídos y sabía que utilizar magia sobre ellos sería inútil, también sabía que si corría, aquellos animalillos lo seguirían. La respuesta era demasiado clara, sabía lo que tenía que hacer, pero era algo que nunca había hecho antes y no estaba seguro de si podía hacerlo.

 

La única forma de librarse de ellos era volverse inmune a los mismos, debía encontrar la forma de bloquear en su mente la entrada de cualquier estímulo auditivo. Lo primero que hizo, para ganarse un poco de tiempo y poder invocar la mayor concentración posible en aquel ruido insoportable, fue reconstruir la muralla que había activado previamente con la neblina en el lago. Aquello le permitió gozar de un estado transitorio de paz mental, en el cual fue capaz de idear una especie de plan que esperaba funcionase contra aquellos pequeños demonios.

 

Cerró los ojos para poder concentrarse y poco a poco fue imaginándose a aquellas criaturas, las fue detallando en su mente hasta que llegó un punto en el cual prácticamente pudo sentir que aquella ave vivía dentro de su cabeza. Era precisamente eso lo que quería lograr, dado que alrededor de esa imagen fue construyendo una muralla tan sólida de recuerdos y pensamientos que obnubilaban el grito de la criatura. Comprobó que su técnica había sido efectiva cuando al destaparse los oídos, podía escuchar el grito de aquellas criaturas pero en una especie de versión minimizada e inocua.

 

El Weasley sonrió pícaramente y salió corriendo del lugar, giró en varias esquinas hasta que finalmente vio, luego de voltear a la derecha en un pasillo excesivamente largo, que la pirámide estaba a tan solo cuarenta metros de él. Indiferente ya de cualquier cosa, Nathan corrió tan rápido como sus piernas se lo permitían en dirección a la Gran Pirámide y, a medida que recortaba la distancia, podía sentir como la emoción y la ansiedad dentro de sí crecían. Había superado obstáculos muy difíciles y, a pesar de los retrocesos y traspiés, se sentía bastante orgulloso de su jornada.

 

Estaba a unos diez metros del final del laberinto cuando, de repente, una garra del Lazo del Diablo apareció de la nada y le tomó el tobillo, haciéndole trastabillar. Ya demasiado ansioso como para poder calmarse, Nathan desenfundó su varita y le apuntó a la rama, para luego conjurar un efectivo Lumos Solem que hizo que la planta se retorciese levemente y soltara su tobillo. Tras ponerse de pie, reanudó su marcha y finalmente, coronando (por ahora) su aventura con un suspiro, salió del laberinto.

 

La entrada a la Gran Pirámide estaba a tan sólo metros de su posición. Dentro de ella le esperaba el portal y, si el dictamen de la Arcana era favorable, el acceso a la prueba. Aprovechó aquella distancia para calmarse, aminoró la marcha y ejercitó su respiración pausada una vez más, asegurándose que su frecuencia cardíaca volviese a los parámetros normales. Estaba demasiado seguro de que ya había terminado con los obstáculos previos al portal, y fue por eso que lo tomó por sorpresa lo que vio a continuación.

 

Arya.

 

Arya con su varita en alto invocando la Marca Tenebrosa.

 

Aquello no podía ser real... y era tan obvio de qué se trataba que hasta le causó gracia. Sin embargo, la imagen no dejaba de ser devastadora para Nathan quien sintió un nudo en su garganta y una arremetida de furia. Apuntó con su varita a quien no mucho tiempo atrás había sido su amada, y tras meditarlo unos segundos, carraspeó para luego decir:

 

- ¡Riddikulus! - el efecto del encantamiento fue inmediato; Arya seguía en la misma posición, pero ahora sostenía un cuchillo y estaba tratando de reventar una piñata de color verde cuya forma asemejaba una serpiente.

 

Habiendo coronado lo que esperaba fuese el último obstáculo, entró en la Gran Pirámide.

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Estaba a punto de llegar donde se encontraban los setos, cuando el llanto de un bebé me hizo darme vuelta sin dudarme. Podía ser un simple encantamiento, o estaba seguro que hasta podría llegar a ser un recuerdo, pero ésos pequeños gritos los reconocía a miles de leguas a distancia, porque pocas veces lo había escuchado de verdad. Era imposible que no reconociera a mi hijo Elros.

Di unos pasos dudando, realmente por ver si era verdad. En mi inconsciente sabía que Sauda no sería tan cruel de traerlo de verdad, pero si era capaz de jugar con mi cabeza. Aún así, mi instinto de padre me obligaba a ver qué demonios estaba sucediendo. Miré a ambos lados sin saber para dónde dirigirme, porque debes en cuando veía una sombra que iba de un lado hacia el otro. Incluso si mi mente no me jugaba una mala pasada, había visto a Nathan corriendo con una desesperación única. ¿Sería mi sobrino?

Despejé aquello de mi campo visual y me enfoqué nuevamente en otra cosa que hizo que me recorriera un escalofrío por la espalda. Era otro llanto pero ésta vez, de una mujer, de la que más amaba en el mundo. Mi corazón se aceleraba y ésta vez me hizo alejarme con un paso más apresurado hacia la derecha, alejándome del punto en que me había detenido. Había empezado a entrar en desesperación, no por escuchar aquellos gritos, sino porque no sabía si era real, me estaba matando.

Pero respiré, por segunda vez, casi había olvidado que si alguien más que nosotros se encontraba allí, entonces lo habría sabido con los hechizos que lancé. La Annick que gritaba tal vez era la que salía de mi imaginación, como la de mi hijo. Miré hacia atrás, y vi los metros que me había alejado de los setos. Eso era lo que quería la maestra. ¿Cuánto tiempo había perdido?

Cuando llegué a éstos, luego de algunas zancadas y obviando los lamentos, que si lo escuchabas atentamente parecían risas malévolas, pude sentir otra energía, hasta se respiraba otro aire. Los altísimos setos tapaban toda vista del alrededor mientras que te contenían en estrechos pasajes. Recordaba que en la prueba de Animagia lo había tenido que cruzar de una manera mientras que en Legilimancia de otra. Ésta vez, era una tercera.

Caí de bruces al suelo. ¿Qué me estaba pasando? Generalmente en aquellos casos prestaba más atención, pero con Oclumancia, me había enseñado a que no todo pasaba por la cabeza, que a veces, uno tenía que aprender a separar porque mientras uno se concentraba en los pensamientos estaba sucediendo otra cosa en el mundo real, afuera. Soplé fuerte para sacarme la tierra de la boca mientras ignoraba todo mi pecho lleno de polvo. Podía sentir como el lazo del diablo, se las había arreglado para enroscarse en mis tobillos, tirarme al suelo y ascender hasta casi mis rodillas.

Iba a lanzar algunos encantamientos conocidos, pero desde que me había vinculado a los libros de los hechizos, me sentía más fuerte, que necesitaba usarlos, porque mi cuerpo me lo pedia. Por eso que pensé en aquellas Flechas de Fuego que salieron una tras otro, como filamentos de fuego que impactaron en diferentes puntos del lazo del diablo. Éste automáticamente retrocedió, retorciéndose mientras intentaba apagarse pero no lo lograba para nada, cada vez quedaba más consumido.

Me levanté del suelo, sin guardar mi varita porque algo más me seguía…

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Cuando siente una presencia acercarse a dónde su cuerpo está, Sauda abre los ojos. Momentáneamente, deja de segundo plano las sensaciones y visiones de la prueba de Ishaya, así como los flashes del avance de Elvis, y se concentra en lo que está sucediendo allí donde está. Muchos magos se confundirían bastante al percibir tanto, al tener que controlar tanto, hasta el punto en que podrían olvidar quiénes son o dónde está su cuerpo... pero la Arcana no es como muchos magos. Tiene completo control mental, por lo menos sobre sí misma. Sabe que está frente al salón circular que es el Portal de las Siete Puertas, levitando ligeramente sobre el suelo sentada con las piernas cruzadas. Y sabe que otro de sus aprendices ha llegado.

 

―Nathan ―Sauda coloca los pies sobre el suelo, con mucho cuidado, y por un segundo una sonrisa destella en su rostro―. Sabía que lo lograrías, querido. Me enorgullece tu uso de la Oclumancia.

 

Sabe que está listo, pero la Arcana no puede dejarlo pasar así como así. Sólo se tiene una única oportunidad en la vida para hacer la Prueba, y ellos son los que tienen que decirlo.

 

―Nathan Weasley, ¿estás preparado para enfrentarte a la Prueba de Oclumancia?

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La sencillez con la que estaba decorado el interior de la Gran Pirámide no le prevenía sentir su imponencia, mucho menos la gran cantidad de energía mágica que irradiaba el portal que de alguna manera, a pesar de su temporal ausencia, siempre estaba presente allí. Lo primero que Nathan vio al entrar en la misma fue a la Arcana en el centro de la habitación, de pies cruzados, levitando a unos centímetros del aire. Su imagen denotaba tal serenidad que Nathan asumió que un estado de tal concentración era extremadamente necesario para establecer comunicaciones mentales con todos sus pupilos.

 

La mujer pareció advertir su presencia, ahorrándole la incomodidad de tener que interrumpirla en aquella aparente meditación, dado que abrió los ojos y con suma gracia aterrizó en el suelo para luego acercarse a él. Nathan sonrió ante el comentario de la mujer, más poco pudo responder debido a los nervios que sentía por lo que se acercaba, en cuestión de segundos nada más la Arcana le haría una pregunta que sólo podría hacerle una vez en la vida, por lo que debía estar extremadamente seguro de su respuesta.

 

- Nathan Weasley, ¿estás preparado para enfrentarte a la prueba de oclumancia? - lo preguntó de manera tan casual, como si estuviese ofreciéndole un café, que parecía como si fuese una decisión sencilla. No lo era.

 

- Sí, quiero tomar la prueba. - dijo firmemente, y quizá por primera vez desde que había tomado su primera habilidad, lo decía en serio. Esta vez se sentía verdaderamente preparado, esta vez confiaba en sus propios recursos. Esta vez, tenía fe en sí mismo.

 

 

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- El laberinto - Suspiró un poco resignado por tener que atravesarlo nuevamente. Las anteriores veces también había tenido que pasar por el mismo y no había sido una tarea fácil, sabía que se adaptaba para poner a prueba la habilidad aprendida por cada uno de los magos y evidentemente intentaría engañar su mente para hacerlo perder y no permitirle llegar hasta la Gran Pirámide - Confianza - Era una gran palabra y con un significado muy poderoso para el Dumbledore. Su vida se basaba en la confianza y en ser leal con las personas de su entorno y con sus creencias. Por eso, quizás, tendría que tomar decisiones radicales y nunca perdería de vista el sitio al que tenía que llegar para salir exitoso del laberinto.

 

El Knight estaba preparado para comenzar a mezclar los conocimientos aprendidos por medio de las tres arcanas, pero no pensaba que sería tan pronto - Esto lo conozco - El piso estaba lleno de Lazo del Diablo, una de las plantas más peligrosas del mundo y sabía que si ponía un pie encima, lo atacaría. No obstante, tampoco deseaba atacarla y hacerle daño dado que no eran sus métodos, siempre había preferido utilizar otro tipo de herramientas para superar los obstáculos vegetales y animales - Eso es - Su conexión con el mundo animal era evidente y su forma animal era mucho más veloz y capaz que la humana, ¿pero más fuerte mentalmente?

 

- No lo sé, pero debo intentarlo - El Warlock no sabía si su mente sería más fuerte o débil siendo un Puma dado que sus sentidos se agudizaban mucho, pero, quizás, las barreras protectoras de su mente no sufrirían el mismo proceso. Sin embargo, saltó y al caer ya no era un humano, su forma animal había aparecido. La mantenía a salvo de las otras personas, pero sabía que solo la Arcana tendría acceso a dicha situación y ella mantendría su secreto así que no tenía que preocuparse por haber dado a conocer que era un felino y uno demasiado veloz.

 

Sus garras comenzaron a presionar el piso con mucha fuerza, tendría que pasar muy rápido sobre las paredes del laberinto que estaban completamente libres de dicha planta. Lo único que debía evitar por completo era tocar el piso del mismo o quedaría en una situación muy poco agradable y sin poder utilizar su varita - Ya - Se dijo y nuevamente saltó para comenzar a saltar entre las paredes con mucha gracia pero sin perder su agilidad. Adoraba poder convertirse en un animal pero sin perder sus capacidades humanas - ¿Será que puedo utilizar la Oclumancia siendo un Puma? - Era una pregunta muy complicada y no quería responderla en dicho momento, sabía que el peligro había pasado y que podría retomar su forma humana.

 

El camino seguía igual que como lo recordaba - Espero que ahora todo sea más tranquilo - No olvidaba que quedaba otro obstáculo así que seguramente sería al finalizar el laberinto, algo raro y completamente diferente a lo que había vivido en Animagia y Metamorfomagia - Sauda debe tener algo más preparado - Su mente calculadora no lograba comprender el desarrollo de la situación y no le permitía creer que todo había terminado, lo cual para suerte suya fue mejor. Un sonido desesperante se comenzó a escuchar e ingresó a sus oídos para perturbarlo hasta hacerlo caer al piso.

 

- Tontos animales - Solo los pájaros y, en general, los animales con alas lo fastidiaban mucho y definitivamente no era de su agrada que pertenecieran al mundo animal. Rápidamente su mente se comenzó a mover rápidamente para generar una muralla - Pero... ¿qué necesito? - No tenía muy claro cómo detener el sonido de los pájaros, sabía que debía poner murallas pero no cuál sería la más adecuada - Fuego se combate con fuego - Pensó, había escuchado que los muggles decían eso y por primera vez pensaba que tenía razón, comenzó a buscar los recuerdos de una fiesta con música agradable a la que hubiese asistido en el pasado.

 

Poco a poco el sonido de la música de sus recuerdos comenzó a suplantar el horrible sonido generado por los Fwooper que había en el laberinto. El Warlock logró ponerse de pie de nuevo, agradeciendo que su mente nuevamente hubiese sido tan rápida y acertada para protegerlo o habría sido su fin posiblemente - Ya quiero salir de este lugar - Su pensamiento fue tan fuerte que resultó siendo una petición, pero una que nunca habría querido realizar por lo que estaba a punto de ocurrir. La Gran Pirámide estaba al pasar el final del laberinto y una sonrisa se dibujó en su rostro al saber que todo había terminado.

 

- ¿Qué es esto? - Gritó lleno de miedo, uno montón de murciélagos aparecieron en frente suyo como si no quisieran dejarlo pasar. Unos minutos antes había sido evidente que más que fastidio, le daban miedo los animales con alas y ahora tenía que enfrentar a muchos de ellos - Claro, el último obstáculo es este - Había olvidado que aún tenía que superar uno más y sabía perfectamente a qué se estaba enfrentando, solo su varita podría ayudarlo en ese momento, así que la sacó y apuntó - Riddikulus - Después de sus palabras, los murciélagos desaparecieron por completo y en su lugar apareció una persona disfrazada de murciélago corriendo por todo el lugar.

 

No entendía por qué la gente utilizaba ese tipo de disfraces, pero no pudo contener su felicidad y risa al saber que no eran de verdad y era alguien haciendo el ridículo aunque no tan público - Lo he logrado - La Gran Pirámide ahora sí estaba en frente de él, el rubio caminó lentamente hasta llegar a la puerta de la misma y la empujó suavemente. Al otro lado encontraría a Sauda y con ella el portal para realizar la prueba de la Oclumancia.

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―Ven, entonces.

 

Luego de asentir en silencio, Sauda hace que en su mano aparezca uno de los anillos engarzajados en el centro del Ouroboros. Luego de entregárselo a Nathan, señala la Puerta de la Oclumancia con su larguísima vara mágica. El símbolo en la puerta, ante la presencia del aprendiz, comienza a moverse lentamente y brillar con un resplandor verdoso.

 

―La prueba a la que te enfrentarás, no la controlo ―le recuerda a su aprendiz. Sabe que él es consciente de ello, mas no puede callárselo; lo considera digno del Aro, y le llenaría de pena el verlo fallar por una tontería como apresurarse―. La creará la magia del Portal al percibir tu esencia... tampoco podré ayudarte ―le dice con seriedad, esperando que se tome las palabras de la misma forma―. Por lo menos, no sin que signifique que falles la prueba. Así que tómate unos momentos si los necesitas; una vez que atravieses la puerta, no hay marcha atrás.

 

>>Y recuerda, ¡protege tu mente!

 

La arcana deja a Nathan, tanto para darle algo de espacio como para recibir a Niko. Había estado siguiendo su avance, al igual que el de Elvis e incluso el de Ishaya, quien ahora está en otra realidad... o quizás en el futuro (ese pensamiento hace que Sauda sienta el corazón pesado).

 

―Me alegra verte aquí, Niko Uzumaki ―aunque no es visible fácilmente, sus labios se curvan hacia arriba. No se lo dice en voz alta, y es difícil que él sepa qué es lo que piensa, pero su secreto está a salvo con ella, al igual que los de todos los aprendices a los que está conectada mediante su anillo―. ¿Estás listo para enfrentarte a la Prueba de la Oclumancia?

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<<Դա նման է հառաչելով...>>

 

Una de las viejas costumbres de la Orden de la Mano de Plata que mantenía a pesar de encontrarme lejos de todos los paladines era justamente la meditación, una actividad que como persona me había adecuado a practicar desde pequeño y que, ahora, simplemente era parte de mi rutina. Ahora no era para encontrar una paz espiritual, prefería hacer un viaje interno para entender un poco lo que sucedía con este nuevo enlace entre mi mente y mi cuerpo, sobre todo porque la esencia de Wallace al fin había desaparecido por completo dejándome de nuevo como una sola esencia.

 

Mirshka era el nombre que había recibido de nacimiento, Ishaya el que había registrado en los servicios de inmigración de este país, por ello es que no me molestaba para nada el que alguien me nombrara de alguna u otra forma aunque, claro, prefería que mis compañeros de ideología se refirieran a mi por el original o al menos por el segundo apellido que había adoptado como principal a pesar de seguir estando a cargo de la familia del primero, Tonks, sin embargo estaba ligado a tantas situaciones erróneas que prefería obviarlo. Triviani era el linaje que ahora me llenaba de orgullo. Triviani era ahora mi camino.

 

Físicamente me encontraba en los jardines traseros del castillo Lockhart, algo más que obvio, a pesar de cazar a los fenixianos no podía negar el amor que sentía por Cye y eso jamás cambiaría, sería completamente irracional de mi parte el abandonar a mi esposa e hijos por algo tan simple como una idea política. No, ese seguiría siendo mi lugar, con ella. Mentalmente estaba flotando en mi mente, mi presencia se visualizaba en medio de un cielo azul claro con algo de niebla, un sitio reservado para mi aunque quisieran ingresar los legeremantes de vez en cuando.

 

<<Խնդրել օգնությունը, որը հին մղձավանջներից կհրաժարվեր շատ ցածր է, եւ օգնությամբ ես նկատի ունեմ, մուտքագրեք Ձեր միտքը, իրոք, ատում էլ իր ներկայությունը կրել ավելի քան մի քանի րոպե է, ինչ միշտ պահել իմ տարածքում. Կարծում եմ, բան.>>

 

Él era mi consciencia, o al menos en eso se había convertido al dejar que saliera de su prisión, por lo que me había resultado conveniente el poder tener un espacio conmigo mismo en diferentes planos astrales ya que no podía confiar en nadie tanto como lo hacia conmigo mismo.

 

<<Դուք պետք է վերահսկել մի ջոկատ, որը քայլում թերագնահատելով ուսուցումը որպես մարտիկի մի բան է, բայց նայում պարտված վրա ռազմի դաշտում, պարզապես շատ. Որս նրանց մեկ առ մեկ, առանց սպասվում: Ցողուն: Կողպեք նրանց.>>

 

Cuando la habilidad, oclumancia, no estaba funcionando para detener y bloquear el ingreso de otro mago o bruja, crecía en resistencia mientras entrenara de esta forma. Barreras diferentes, había dicho mi guía hace tanto tiempo atrás, cada una diferente en todos los magos que habían decidido dirigirse por este camino tan peculiar de la magia y al menos la mía era el reflejo de todo lo que era capaz de hacer.

 

Era perfectamente imperfecta. Por eso mi entrenamiento, mis charlas. Jamás me detendría...

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