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Prueba de Oclumancia #6


Aailyah Sauda
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- ¿Todo bien amor?

 

Cye me hablaba en un susurro, tomada de mi brazo, mientras seguía sosteniendo un paraguas con mi mano libre cubriéndonos de la lluvia. Sonreí mientras asentía a modo de respuesta acompañado con un ligero beso en su frente, tanto ella como yo manteníamos una postura de respeto en aquellos momentos y no era para menos, en lo funerales era un poco incómodo el llamar la atención, sobre todo para la familia afectada.

 

El pergamino le llegó a la Lockhart, obviamente, anunciándonos que un miembro de la Gryffindor había sido encontrado sin vida en su habitación y no había rastro alguno de su agresor, inclusive las revisiones que hicieron en San Mungo no indicaban algún tipo de envenenamiento o que se realizara un hechizo en concreto. Por otro lado sabía por parte del laboratorio clandestino de la Marca que bien pudo haber sido algo mental, psicológico... y seguramente la Orden del Fénix también había llegado a esa conclusión, sobre todo porque la bruja había sido presa en mi mente después de estar intentando "convencerme" de seguir los ideales de aquel grupo.

 

Nadie sabía esto, inclusive se lo había ocultado a Cye porque seguía sospechando su participación con esos magos y brujas, lo que menos quería era involucrarla en una lucha que, tal vez a la larga, terminaría por hacerlo.

 

Los linajes Delacour, Gryffindor, Lockhart, Potter Black, Moody y Targaryen se encontraban presentes, con algunos otros, los mismos que se representaban como aquellos con más integrantes revelados de los fenixianos, defensores de sus ideas y con quienes siempre se tenían conflictos políticos referentes a temas con muggles y el secreto de la magia. Me encontraba en medio de un funeral de ellos. Y lo había provocado.

 

Miré desde mi posición el ataúd mientras Elvis dirigía unas palabras de consuelo a los presentes, imaginándome la sonrisa de la bruja o, mejor dicho, intentando recordarla, había pasado tanto tiempo desde que la había visto en persona ya que, en mi mente, simplemente era un grito atrapado en una tormenta.

 

Y pensar que en un momento habíamos sido amigos.

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Pestañeé dos o tres veces para darme cuenta que quedaba una única puerta, la que en aquel entonces cuando ni bien había ingresado a aquella habitación, la había contado como la tercera. Las otras dos habían sido totalmente random, pero que de alguna manera había tenido que utilizar la Oclumancia. Analizaba un poco más la situación. ¿El portal me había creado aquellas situaciones o había sido mi propia cabeza? Miré el anillo simple y plateado, sin casi ninguna forma ¿O había sido la Arcana? De una u otra manera, tenía que terminar. Sentía que había hecho mucho pero a la vez nada.

 

Me dirigí hacia aquella puerta, donde cada paso que me acercaba el material del que estaba hecha se volvía más oscuro, menos sólido, más abstracto. Era toda la negrura que podía llegar a contener aquella abertura. Los bordes de piedra se volvían intangibles, ya aunque quisiera mirar hacia atrás, había atravesado el umbral y me rodeaba una neblina negra, que cada vez que quería rosarla con la punta de mis dedos, ésta los esquivaba. A lo lejos, escuchaba una especie de murmullo. La incertidumbre era uno de los protagonistas allí y lo desconocido lo acompañaba.

 

Saqué mi varita. Había aprendido en hacerlo cada vez que algo cruzaba mi cabeza, alguna especie de inseguridad. Pero no servía demasiado, aún así alumbrando la punta de mi varita con una luz. Allí, rodeado solo por la oscuridad, algo me decía que tenía que pensar en el punto débil de la situación. La primera había consistido en algo que no había llegado a presenciar, pero que tenía que ver con algo de mi pasado. Igual que la segunda, donde todo parecía ser que existiera, que estaba pasando en ése momento. ¿Dentro de lo desconocido correspondería al futuro? Podia ser por no saber para donde caminar, ver o hacer.

 

Pero al instante pensé en que estaba cometiendo un error, estaba dejándome llevar por la prueba y me estaba perdiendo dentro de mi mismo. Justamente lo contrario a lo que había aprendido hasta ahi. Por eso que respiré hondo por tercera vez y cerré los ojos. Alejé todos mis pensamientos y cuando estuve listo, empecé a extender mi mente a mi alrededor, como una onda expansiva invisible. De a poco iba detectando cosas alrededor mientras volvía ésa onda más sólida, para no dejar entra nada. La niebla condenadamente negra se iba disipando de a poco y me mostraba que del sendero donde estaba parado, partían otros senderos en otras direcciones.

 

Mi mente no dejaba de trabajar en ningún momento. Intentaba aferrarse a otras mentes, a otras identidades para que pudiera ver a través de sus ojos. Y asi fue como los senderos se iban mostrado cada vez más. Algunos estaban bordeados por tupidos arbustos y otros por mullidas alfombras. Otros eran completamente de piedra como otros apenas se podían ver. Me concentré en lo único que me incomodaba en ése momento y perturbaba mi cabeza, la Orden del Fénix y mi presencia en ella. La seguridad de mi familia y los trabajos que me quitaban el tiempo. Y principalmente, qué iba a suceder en un futuro.

 

»Se acerca. Se encuentra por aquí«

 

Era una voz fría y grave, pero automáticamente me rodee de las protecciones mentales que Sauda me había impartido. La intromisión se fue alejando como yo, que había pasado del suelo de piedra al natural.

 

»Ni siquiera el encantamientos protector más fuerte podrá mantenernos alejados de todo eso, cariño«

No estaba seguro si quería saber si era éso a lo que se refería, pero las paredes que me protegían se volvían más duras y más altas. Algo me decía que en ésa parte, me estaba limitando y encerrando como lo estaba haciendo mentalmente. No iba a elegir lo queme gustara así que tenía que aprovechar. Surguió una bifurcación y doblé a la derecha, donde un par de voces jóvenes adultas

 

»Parece que tendremos que meternos nosotros«

»Nuestros papás no lo querrán«

»Algo sucedió, no puede negarse porque si«

 

Eran voces conocidas pero no sabía de qué ni de donde.Sentía que era algo completamente inventado, la magia lograba ésas cosas, pero me incitaba a esconderme, a que no me viera dentro de ésas situaciones que posiblemente me encerraran mentalmente por la eternidad. Asi fui caminado, esquivando algunos obtácul0s que pasaba allí mismo. La oscuridad se abrió por completo y cada vez veía más. Había llegado a la habitación de piedra y no había ninguna de las tres puertas. ¿Qué seguía?

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Las defensas del Dumbledore para proteger los secretos de las reuniones de Warlocks estaban resultando muy efectivas. Por ahora, todo se encontraba a salvo en otro lugar de su mente, mientras que en otro lugar de su cabeza se estaba comenzando a llevar a cabo una batalla cuyo único objetivo consistía en debilitar la fortaleza mental que estaba demostrando el Warlock. Sauda le había enseñado mucho acerca de la capacidad de cerrar su mente y colocar protecciones gracias a la Oclumancia y lo estaba ejecutando tan bien que su enemigo cada vez perdía más el control de sus movimientos y Niko se acercaba más a la victoria.

 

El gigante estaba muy agresivo y sin duda varias cosas habían terminado en el piso completamente destruidas debido a sus movimientos aunque poco coordinados como lo de todos los de su raza. Niko estaba sin varita pero sabía que no la necesitaba para canalizar su poder en dicha situación. Además, siempre podía aprovechar su capacidad de transformarse en un animal para defenderse, aunque el objetivo de dicha prueba no era demostrar lo buen animago que era. Así que tendría que pensar en una mejor idea o plan para afrontar el problema y demostrar que las barreras de su mente estaban listas para cualquier ataque.

 

El gigante seguía destruyendo objetos físicos del MACUSA pero las capacidades mentales del Knight seguían intactas, toda la ilusión que había creado se mantenía en su mismo estado. Lo único era que ahora todo estaba destruido, pero no permitiría que eso derribara su barrera mental - Mis semillas - El joven mago recordó que uno de sus bolsillos se encontraba su frasco con las semillas de hielo y sabía que sería muy útiles en una ocasión como esa. Agradecía que Sauda no le hubiese quitado dicho objeto dado que lo mantendría a salvo durante unos minutos más.

 

- Al aire - El Dumbledore lanzó las semillas al aire en dirección al gigante. Una a una se fueron estrellando contra el cuerpo de la criatura y lo fueron congelando hasta bloquear por completo sus movimientos y sus golpes - No sé qué debo hacer ahora dado que no creo que lo pueda destruir - No sabía si las estructuras de hielo creadas con semillas podían romperse o no, pero prefería no intentarlo para evitar terminar herido en dicho momento. Lo último que necesitaba era una herida física que lo pusiera más débil y en desventaja.

 

En dicha posición, el gigante sería más fácil de destruir o en dado caso de dividirlo en partes si lograba romper el hielo. Los magos del MACUSA volvieron a entrar de nuevo y con sus varitas comenzaron a enviar muchos rayos hasta que lograron destruir por completo la estructura y junto con ello, el gigante. Niko no había tenido que esforzarse mucho pero sus barreras seguían en pie que era lo importante. El gas seguía en sus pulmones y en todo su cuerpo, pero la ventaja la tenía el rubio debido a sus capacidades mentales.

 

- Espero que esto no tome mucho más tiempo - Pensó, si bien sus capacidades mentales seguían intactas y estaba demostrando un buen uso de sus barreras, todo tenía un límite. Sabía que en cualquier momento el gas haría colapsar su cuerpo y con ello su mente, así que necesitaba salir de dicho lugar lo antes posible o moriría en el intento de realizar la prueba de la Oclumancia.

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La destrucción del gigante es tan vívida para Sauda, que está en los zapatos de Niko, que se ve obligada a recordar sus propias lecciones para mantener la distancia. Se obliga a recordar que ella no es un Warlock perdido en la jungla, víctima de un extraño gas no indentificado; se obliga a recordar que ella no es la que desapareció tras la Puerta de la Oclumancia, que ella no necesita vincularse con su anillo. Se obliga a recordar que ella es Aaliyah Sauda, y que está viendo lo que sus aprendices ven. El gigante no es real, lo sabe muy bien. Y no es por el hecho de que sea sólo "algo" de la prueba (de hecho, a veces éste llevaba a los aspirantes al futuro o al pasado), sino porque es un ataque de... de... de lo que sea que esté intentado penetrar en la mente del mago, de lo que sea que quiera averiguar cuál es su forma animal. O quizás más. Tampoco puede intervenir, no si no pretende hacer que él repruebe. Así que mantiene parte de su atención sobre él, aunque de momento todo sea oscuro.

 

De momento, pues la prueba no suele permanecer tranquila por mucho tiempo.

 

Al mismo tiempo, parte de su atención está sobre Elvis. O mejor dicho, en él. La arcana, habiendo marcado la distancia de su mente con la del pupilo, no puede evitar pensar que aquellas... ¿revelaciones? ¿Recuerdos? Bueno, esas voces, en lugar de ser una creación del Portal, provengan del interior del mago. Como si algo en interior le tratara de convencer de tener todo ello presente. ¿Quizás está forjando, él mismo, su armadura?, reflexiona, y el pensamiento es más fuerte cuando ve a su alrededor (cuando ve al rededor de Elvis) la habitación de piedra del principio, pero sin las tres puertas. ¿Para qué se habrá estado preparando? , piensa, expectante...

 

Y, sí, al mismo tiempo, parte de su atención está sobre Ishaya. A pesar de ella misma estar viviendo lo mismo que su aprendiz, se descubre confundida. Sin embargo, una vez que es capaz de conectar los trozos de sucesos, es capaz de comprender el contexto. Él, Ishaya To... Triviani, Ishaya Triviani, tenía está, junto a su esposa, en el funeral de esa vieja compañera. Y él, de alguna forma que no sabe si es posible, la había asesinado sin ponerle un dedo encima, mas eso no lo eximía de culpa. Sauda, quien está muy, muy lejos, siente que el corazón se le encoge y su rostro se tensa. Sabe que no es real, pero, ¿por qué su aprendiz habría de hacerle eso, aunque fuese hipotéticamente, a una vieja aliada? ¿Sólo por... por...? ¿Por qué?

 

Mirshka. Eso.

 

Las habilidades, cuando son usadas por alguien peligroso, terminan siendo peligrosas. Esa es la lección, se aventura a pensar Sauda, quien todavía está intentado descubrir cuál es la prueba a superar en sí. Ahora que Mirshka e Ishaya son uno sólo, tiene que tener más control. No puede evitar pensar en su propia mentora, de por sí frágil mentalmente, y enloquecida a medida que más usaba la Legilimacia. Por su familia, por él mismo... Sin embargo, por la frialdad y la ausencia de culpa en sus pensamientos, duda que sea eso lo que el Portal trata de mostrarle. Aunque desearía que así fuese, pues no tolera ver cómo la Oclumancia puede ser usada para hacer algo tan terrible y monstruoso como romper mentalmente a alguien, ella no puede controlar lo que allí sucede. Entonces, ¿qué es? Porque sí, Sauda a esas alturas, quiere creer que hay una lección... quiere creer que hay algo, algo que no sea sólo corrupción y muerte.

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- ¡No se alejen mucho!

 

La voz de nuestra madre apenas y fue audible mientras corríamos lejos del castillo, adentrándonos la bosque que lo rodeaba y que se mantenía encantado para que los peligros jamás se acercaran a nuestra familia, inclusive las personas no mágicas podían sentir que algo era diferente en esos perímetros cuando se dirigían a nuestro hogar. Mi hermana Anya, mayor que yo, le encantaba ir al pueblo más cercano para convivir más de cerca con las costumbres de los no magos, una acción que a mi padre le encantaba porque, bueno, defendía la idea de mantener ambos mundos juntos aunque la mayoría del consejo comenzaba a dudar de la seguridad de nosotros, magos y brujas, ante el creciente miedo que se tenía.

 

Apenas unos meses atrás se me había dado el comienzo de mis estudios superiores al cumplir 13 años, considerado un "adulto" dentro de la sociedad por lo que esos momentos de ocio resultaban cada vez más escasos; tal vez no me debería de sentir feliz por aquello, mi hermana estaba bastante grande para que siguiera soltera a sus dieciseis años de edad, pero ella no tenía la culpa, casi todos los enlaces matrimoniales que se intentaban formar con familias mágicas de toda Europa habían sido un completo fiasco: a nadie le gustaba una bruja con fuertes visiones. Tonterías.

 

Veníamos de parte de mi madre de un linaje ruso con ese poder, un don que ante los ojos de los más cerrados de mente les parecía una maldición, pero la misma videncia de Anya había resultado más poderosa de entre todos los familiares conocidos que apenas destacaban un par de visiones. No, ella había desarrollado el don de manera natural, como la animagia de parte de nuestro padre, los Dupont, quienes tenían una facilidad para transformarse en animales salvajes si tenían el entrenamiento necesario; entre ambas habilidades se respetaba y temía a mi familia por igual, por ello me había mantenido ajeno al aprendizaje de ellas.

 

- Mira, - se detuvo mi hermana de repente en los límites del bosque - ya está empezando el movimiento en el mercado, ¡nos hemos levantado demasiado tarde! Te dije que debíamos de salir apenas cruzaran los rayos del sol hacia el interior del castillo.

 

Sonreí tímidamente sin atreverme a contestarle para que, en seguida, continuáramos con nuestro camino con un paso más tranquilo hacia aquel pequeño poblado.

 

Lo que nos maravillaba de aquellas personas que no podían controlar la magia era la forma en que resolvían los problemas que se les presentaban, utilizando la fuerza física de una manera bastante peculiar, combinándola con la inteligencia y la astucia para crear herramientas cada vez más complejas; eso era justamente lo que mi padre peleaba en el consejo, las similitudes que había entre ambos mundos más que las diferencias, pero todo venía en contra, cada vez eran más normales las agresiones hacia nuestra gente en los momentos más vulnerable, apenas y nos habíamos librado de cada situación de peligro. En una ocasión a Emma Legard la atacaran mientras dormía, en su propia casa, en los Alpes.

 

Sí, cada vez eran más los magos y brujas que se convencían de formalizar el consejo de magia en una organización más formal, más compleja, esperando separar a los dos mundos para vivir con mayor tranquilidad. Todo podría sonar bastante comprensible, pero como mi padre siempre nos decía, todo ello daría comienzo a más movimientos separatistas y los primeros en ser atacados seríamos nosotros, por aquellas habilidades extraordinarias que poseíamos como linajes tanto los Wallace, que eran metamorfomagos, los Legard, que se caracterizaban por la legeramancia, y los Dupont, una combinación peligroso aunque solo se hubiera desarrollado una habilidad... por el momento.

 

- Estamos bastante cerca Mirshka, - dijo mi hermana hablando casi en un susurro, jugando - debemos de comportarnos para que no parezcamos demasiado diferentes.

 

Sí, mezclarnos, eso era justo lo que debía de hacer y por ello me negaba a desarrollar cualquier tipo de magia que me alejara aún más de todo ese mundo. Me rehusaba.

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Aquella neblina negra se estaba terminando de disipar, pero como había rastros aún de ella, también se encontraban dentro de mi cabeza, pensamientos que perturbaban la tranquilidad que estaba seguro que necesitaba para poder terminar con la prueba. Por alguna razón, había vivido tres etapas, como lo era el pasado, presente y futuro, pero era raro que no me encontraba en ninguna de ellas.

Tal vez lo necesario no era enfrentarme a una situación, como lo hubiera sido algo más físico, la oclumancia era una habilidad totalmente mental, así que estaba seguro que la prueba intentaba vencerme de alguna manera para debilitar mi mente. Eran situaciones que me preparaban para avanzar y en caso de que no, seguramente me hubiera quedado estancado allí mismo.

Arcana. ¿Qué sigue? —podía decir que estaba hablando solo, era un pensamiento en voz alta que se me había ocurrido en ése momento mientras observaba detenidamente el anillo que aún seguía inmutable, simple, sin ningún ligero cambio. Eso significaba que tenía que permanecer allí. Miré hacia atrás. No había una puerta. Tampoco se encontraba erigida una pared, sino que empezaba otro escenario, como si todo aquello estuviera construido así.

Pero no esperé ninguna indicación. No sabía si la prueba me estaba preparando para lo que seguía o si la Arcana había sido la culpable. De todas maneras me di la vuelta y encaré en ésa dirección. Pisé suavemente el borde de aquel nuevo escenario y era tan sólido como yo. Miré por la abertura y no parecía que hubiera peligro alguno.

Caminé. Muchos árboles tapaban mi vista, así que solo me quedaba caminar. No había sendero que marcara el camino. Una tenue luz anaranjada se colaba entre la copa de los árboles, permitiéndome ver que había ramas bajas, hojas caídas y raíces que sobresalían. Tras unos minutos, y con la ayuda de unos encantamientos que me guiaban, pude ver que me acercaba a un claro. Y dentro de él, donde si se podía ver un cielo que recién amanecía, había tres figuras. Eran extrañas estando juntas, pero parecía que todo eso era normal.

Annick… ¿cariño? —me acerqué a ella con un paso más apresurado. Sus ojos jamás hicieron contacto conmigo, estaban perdidos en un sitio que no sabía. La quise tomar de los brazos y levantarlo pero estaba peso en muerto. Apenas su pecho subía y bajaba. Y cada vez que le soltaba el rostro, éste caía sobre su pecho y el cabello tapaba sus facciones. Pero cuando me arrodillé frente a ella, ésta levanto la cabeza y sus ojos verde esmeraldas se abrieron y la oscuridad me tragó por completo.

»Emma. Emma. ¿Qué demonios has hecho? Emma. La encontraré. Emma«

La voz de Annick me había tomado por sorpresa. Se la escuchaba mucho más tenue, más tenebrosa, le faltaba aquel tono amable y cariñoso con el que siempre se dirigía hacia mí. ¿Qué estaba ocurriendo, me estaba leyendo la mente? Por ésa razón no había podido prepararme siquiera y uno de los peores temores de mi esposa se estaba haciendo realidad, que era encontrar dentro de mi cabeza, algo que a ella tal vez le habría incomodado en su momento.

Estaba paralizado. Mi cabeza no dejaba de mostrarme imágenes, de todas mis épocas, hasta que se enfocaba en la etapa donde tenía que haber dejado todo. Se detuvieron dentro del Ministerio, donde mostraban a media docena de mortífagos buscando el departamento Auror. Y luego de lograr destruir casi todo, se podía ver como huían rumbo al departamento de Misterio, llegando a existir allí una batalla entre mortifagos y Aurores, un encuentro que nadie parecía enterarse. Un Elvis bastante moribundo peleaba contra una mortífaga, que no dejaba de atacarla con rayos rojizos, con la intención que no pudiera dejar de defenderse. Pasaron muchas cosas más pero ésa Annick parecía buscar algo más que eso.

Pasaban las imágenes y encontró una donde la recepcionista era secuestrada por los mortífagos pero no estaba Elvis, éste se encontraba desmayado-neutralizado en el interior del noveno piso. Pasaban más imágenes y había una especie de choza en medio de un bosque. Apareció Elvis por allí, intentando encontrar a su recepcionista. Intentando salvarle la vida que casi había perdido.

No —dije con vos seca. Aquel era yo hablando y las imágenes se detuvieron. Aquella misma niebla negra que me había invadido, ahora formaba parte de mi. Pero podía controlarla a mi voluntad. De a poco cada rincón de ése escenario se fue bloqueando, la neblina emergía de todos lados para cubrir cada centímetro—. No vas a encontrar nada de eso que quieres buscar. Las cosas han sucedido como las conté, jamás miento, Annick. ¿Qué diablos estás haciendo? Creí que confiábamos el uno al otro.

Tras cubrir todo de niebla, allí resaltaba una Annick diferente a la que conocía, a la que era mi esposa. Las protecciones mentales cada vez las hacía más rápido y más consistentes. Estaba seguro que si la bruja empezaba a correr en una dirección contraria, lo único que lograría sería perderse como en medio de un laberinto. Pero ahora que la miraba bien, ahora que estaba en pleno control de mi mente, podía ver que era otros ojos, otro cabello rojizo, otro rostro.

Vete o no dudaré en usar mi magia contra ti.

La neblina terminó de consumir a la hechicería.

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Caí con un golpe seco contra el suelo de aquel bosque, el que rodeaba nuestro castillo, levantándome lo más rápido que podía para intentar alejarme de Scarlet aunque sabía que sería imposible ganarle a un vampiro. estaba jugando conmigo, como siempre lo había hecho desde que la había conocido en Alemania pero mi instinto de supervivencia me dictaba el seguir corriendo aunque me faltara el aire, a pesar del dolor en todo mi cuerpo.

 

Mi hermana lo había visto loco, todavía podía escuchar los gritos de Anya en la madrugada que hizo que todos los presentes corriéramos hasta su habitación, una hora llena de llantos y balbuceos tratando de convencerla porque nos contara lo que había visto ya que sabíamos que no podía ser otra cosa que una de sus visiones. No lo podíamos creer, al menos al principio, vernos a todos sin vida en nuestro hogar y la esperanza de evitar ese camino de nuestro futuro si tomábamos las decisiones correctas, lo único que no pudimos prever fue el hecho de que venía de nuestro círculo de confianza. Nos habían traicionado.

 

Un fuerte golpe en mi espalda hizo que cayera nuevamente, intenté levantarme pero algo me aprisionaba contra el suelo. Era ella, se había cansado de jugar en el punto donde se aclaraba el camino al estar cerca de la entrada, cerca de ellos, al menos quería estar cerca de ellos en mi final.

 

- Tan insignificante el pequeño Dupont, - su tono era suave, amenazador, incluso divertido - al menos intentaste algo diferente aunque haya sido una pérdida de tiempo. ¿En verdad creías que con tus truquitos de magia ibas a evitar tu propio destino? Tan iluso, esa fue su perdición...

- Por favor Scarlet, - comencé a suplicar - solo déjame estar con ellos... yo... no te pido nada más.

- Oh, ¿acaso crees que te dejaría descansar tan fácil? Para ti tengo algo mejor, Mirshka, deja de pensar estupideces. Tendrás loq ue más temes... lo estoy viendo...

- Por favor... te lo ruego.

- ¿Sabes qué es lo mejor? - Hablaba mientras me detenía con todo su cuerpo, su fuerza era demasiado superior a la mía y mis intentos de zafarme eran un chiste para ella. - Todo el tiempo que pasaste conmigo, a solas, perdidamente enamorado de mi fueron la perdición de tus padres y de tu hermana, me diste toda la información que necesitaba la estar tan vulnerable.

- ¿Qué? No, no caeré en tus juegos.

 

Una fuerte carcajada antes de acercarse a milímetros de mi cara haciendo que me paralizara. Estaba aterrado, mi cuerpo se endureció en seguida y no sabía que hacer.

 

- Tu mente, iluso, tu mente te delató.

 

No podía creerlo, no debía de creerle, sus palabras estaban lanzadas con veneno y sabía sus artimañas, me las había enseñado de cierta forma cuando creía que nuestra relación era diferente. No debía de bajar la guardia, no debía...

 

- Pero lo hiciste, - me interrumpió en seguida - fuiste débil y pude ver todo aquí - dijo al apretarme mi frente con su dedo - tan fácil.

 

Eso había sido... era...

 

-Sí, lo soy.

 

... Legeremante.

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Casi todo había desaparecido de allí. Cada situación a la que me enfrentaba parecía un sueño. Y te despertabas y estabas en otro. Aunque apareciera mucha información, aunque muchos rostros cruzaran por alli, aunque varias cosas fueran incoherentes, ahí casi todo parecía tener sentido. Y algo me decia que estaba por llegar al final, pero no sabía final de qué.

 

Un cristal se materializó justo enfrente de mi. Tenía un marco tan plateado como la luna y brillaba con un toque mágico. Si lo mirabas fijamente, se podía observar que dentro de él contenía, lo que parecía ser, diminutas estrellas que formaban gigantes galaxias que giraban entre si. Algunas brillaban más, incluso de un color más rojizo que otras. Era algo hermoso. Desde la base se iba enredando una especie planta con pequeñas hojas verdes y florecillas rojas. Sobre la cúspide del espejo, había un pajarito dorado con las alas extendidas. Era completamente hermoso. Miré fijamente la imagen y me vi yo mismo, tal cual estaba. La diferencia se encontraba en que todo se oscureció cuando vi mis propios ojos.

 

Lo único que podía sentir era el suelo frío. Había una brisa que erizaba mi piel y soplaba en mi nuca, como si alguien estuviera respirando detrás de mi. Más de una oportunidad me giré para sacudir las manos esperando encontrarme con ése alguien, pero lo único que lograba era perderme aún más. Intentaba ir para un lado y para el otro, esperanzado por encontrarme con alguna pared, pasillo o puerta pero no había nada. Estaba tranquilo, porque me obligaba a estarlo, pero mi respiración se aceleraba aún más, igual que mi corazón.

 

Hola... —gemí en un grito ahogado, escuchando como ésta se dispersaba por todos lados y se perdía en un débil eco. ¿Había sido buena idea gritar? Estaba solo, en plena oscuridad en un sitio totalmente desconocido. ¿Y si se acercaba un peligro? Tomé aire. Estaba viciado, se sentía en mis pulmones—. ¡Lumos!

 

¿Por qué no se me había ocurrido antes? Una brillante luz se encendió desde la punta de mi varita. Ahora que podía ver algo estaba mucho más tranquilo. Automáticamente giré hacia atrás pero no había nadie. Lo malo es que tampoco veía paredes y techo. ¿Dónde estaba?

 

»Ya no hay más nada que hacer«

 

Me giré nuevamente. ¿Quién había dicho eso?

 

»Estás solo«

 

Levanté una ceja y ésta vez me quedé quieto, enfocando mi vista en diferentes rincones esperando encontrarme con la persona que me estaba susurrando aquellas palabras. Pero no había nadie.

 

»Y no has hecho nada para evitarlo.«

 

Las palabras me daban una a una en el alma. No sabía porqué me sentía culpable, ni de qué motivo, pero la oscuridad no ayudaba para nada. Me sonaba conocida la voz. ¿Era la mia? Recordaba mi reflejo en aquel espejo y luego me había minimizado a aquel sitio. ¿Estaba bloquéandome a mi mismo? No podía sorprenderme por aquello porque el portal podia cualquier cosa. ¿Cómo podía ser un oclumántico si no experimentaba lo que se sentía ser bloqueado?

 

Empecé a caminar. Algo me decía —ésa voz no, otra— que si no lograba salir de alli, no lograría salir jamás, ni siquiera del portal. Mi varita era lo único que lograba dejarme tranquilo. ¿Qué era lo que necesitaba en un momento de oscuridad? ¿Cuál era la mejor defensa para lo desconocido y lo malo que te rodeaba? ¡Luz! Tan simple como eso.

 

Mientras avanzaba, iba enarbolando mi varita en diferentes direcciones. Cada vez que murmuraba el conjuro, una bola de luz salía disparada y quedaba suspendida en el aire, iluminando todo su alrededor. La primera media docena solamente iluminaba la oscuridad, pero de ahí en adelante algunas esferas luminosas empezaron a chocar contra una pared o techo. Y aquel sitio se empezó a hacer más chico, tomando más forma de pasillos que de enorme cueva, como lo que estaba dejando atrás.

 

No había vuelto a escuchar aquella voz, porque me había obligado a cerrar mi mente, a no escuchar nada que me afectara, pero tampoco había estado mirando hacia atrás. Caminé lo que me parecieron horas. Notando que el techo tomaba una forma más normal y que ahora el suelo había dejado de estar húmedo y frío. Incluso no pude evitar sonreir cuando a unos cincuenta metro, apareció una antorcha. Era luz natural y cálida. Lo que necesitaba. Cuando llegué a ella, apagué la varita y la tomé. Caminé unos minutos más, notando que más adelante una de las paredes tenía una enorme grieta, pero que ésta se encontraba invadida por hermosas flores azuladas que parecían estar en busca de luz. Una luz que había al finalizar ése pasillo.

 

¿Maestra Sauda? —expresé en voz alta, al ver que la Arcana se encontraba a varios metros de distancia, pero qué estaba detrás del umbral de aquella puerta. ¿Seria la Arcana de verdad o era una simple prueba más? ¿Estaba a punto de cruzar el umbral del portal?

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Sauda nota, con preocupación, que Niko sigue a la merced del gas. A pesar de que ha logrado construir una muralla bastante sólida y se ha defendido de los ataques, su cuerpo permanece inerte en algún lugar de la selva. Le gustaría poder atravesar el Portal, encontrar a su aprendiz y agitarlo para que despierte... aunque sabe que no sería capaz. La prueba es de él, y confía plenamente en que puede superarla por sí mismo. Sin embargo, aún si de verdad quisiera hacerlo, no podría. El Portal no se lo permitiría. Así que lo único que puede hacer es rezar por él, porque consiga la fuerza para recobrar la consciencia. Sin embargo, luego de unos momentos, cree escuchar algo. No son los pensamientos del mago. Es... es el sonido del agua correr entre las rocas, es el susurro de las hojas empujadas por la brisa. Y otra voz, una que por lo menos ella no conoce.

 

Aunque no distingue bien las palabras, escucha su risa estridente, regodeándose de haberse encargado del Warlock con tanta facilidad. Escucha que dice algo de unos secretos. Y entonces el conjuro, ese al que una vez la arcana temió pero al que todo Oclumante debe saber enfrentarse: ¡legeremens!

 

Ishaya también se enfrenta a un Legilimago. Si bien Sauda nunca había visto a Scarlet ni había escuchado nada sobre ella, al estar en los zapatos del aspirante tiene consciencia de quién es: una vampiro, un viejo e inocente amor de él, de Mirshka Dupont. También es consciente de la "caída" de la familia. Sólo que ahora comprende (ambos comprenden) que no fue traición. Por lo menos, no una consciente.

 

La arcana supone que aquel debió ser lo que comenzó todo. Hay habilidades innatas, pero algunas pueden dominarse mediante la práctica y la perseverancia. Quizás, por eso, era necesario que Ishaya y Mirshka se aceptaran como a uno solo. Quizás por eso Ishaya lo necesitaba... porque la Oclumancia viene de su lado. Por eso, él es el que ataca a los que invaden su mente. O por lo menos, así lo percibe ella.

 

No está segura de que el Portal sólo lo haya hecho regresar. No, seguramente se trata de una recreación, para que él por fin la derrote, si es que nunca lo hizo. Y si lo hizo... bueno, entonces observará cómo culmina todo. A la vez que presta atención a la prueba de Ishaya, abre los ojos y observa la Puerta de la Oclumancia. No sabe por qué, ya no es Vidente o buena en Adivinación, pero tiene el presentimiento de que pronto lo verá regresar.

 

Pero en lugar de encontrarse con Ishaya, se encuentra con Elvis. Sauda lo observa durante unos momentos antes de abandonar la pose de meditación, y colocar ambos pies sobre el suelo. En su mano se materializa se apoya su vara de cristal, con la cual se apoya a medida que camina hacia el mago. Siente las piernas entumecidas, y no puede evitar preguntarse durante cuánto tiempo habrán estado allí.

 

—Elvis Gryffindor —responde al saludo, con una imperceptible sonrisa.

 

Él no se había enfrentado a un Legilimante... no literalmente, por lo menos. La personificación de su esposa había sido una ilusión del Portal, para atacarlo y tratar de demostrar que no servía como Olcumante. Sin embargo, allí está, atravesando el umbral de la puerta con una expresión de sorpresa. Ahora que está fuera, la conexión mental está perdida, pero sabe que había sospechado que se trataba de una prueba más, un bache más.

 

—Sí, aquí estoy —musita—. Aquí estás. ¿Estás bien? —le pregunta sin dejar ver su preocupación, como si fuese una pregunta casual. En su prueba, al igual que un viejo relato, Elvis se había enfrentado a los tres fantasmas: pasado, presente y futuro. Para algunas personas es más difícil que para otras, y Sauda sospecha que es el caso de su aprendiz, aunque quizás él no la dejaría verlo—. En todo caso, lo has logrado, mi querido aprendiz... que ya no es un aprendiz. Mira el anillo —le dice—. Se ha vinculado a ti. Es tuyo, pero tú no eres de él. Recuerda eso.

 

>>Ya puedes irte. Sé que no deshonrarás nuestra habilidad. Sin embargo, si crees necesitar guía, sabes dónde encontrarme. Y recuerda, siempre: proteje tu mente.

Editado por Aailyah Sauda
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- ¿Y ahora qué? - Los sentidos del Dumbledore seguían intactos al menos al interior de su mente. Su cuerpo estaba muy débil y no sabía si estaba cerca de su muerte o no, pero si moría tenía claro que había luchado lo suficiente como para mantener todos sus secretos a salvo. Ninguno de sus enemigos o quién fuera que deseaba obtener sus recuerdos había logrado su cometido así que podía descansar en paz - Espero que no sea mi muerte - Tenía mejores planes por delante y, quizás formas de morir más divertidas que esa.

 

La calma retornó poco a poco al MACUSA, todos los magos que habían salido corriendo debido a la presencia de dicha criatura regresaron junto con sus varitas. Las reuniones podían reiniciar nuevamente, si que recordaban el punto en el que cual habían tenido que suspender o de pronto suspenderlas para realizarlas en otro día - Lo has hecho muy bien - Su gran mentor apareció por detrás, no podía creer que él hubiese escapado al igual que el resto - He estado todo el tiempo vigilando que no te fuera a pasar nada malo - Eso tenía mucho sentido, Pierre era como su padre y entendía que su objetivo era cuidarlo.

 

- Creo que he logrado lo que deseaba - Su propia creación parecía demasiado real, tanto que había olvidado que todo lo ocurrido había sido producto de las defensas que había creado para proteger su mente - Mis recuerdos de las reuniones de los Warlocks y mi forma animal están a salvo - No sabía si había sido suficiente para aprobar la prueba, pero su cuerpo estaba completamente agotado. Su mente estaba comenzando a sentir el cansancio y en cualquier momento podría colapsar y perder el sentido por completo.

 

El mundo le comenzó a dar vueltas al Dumbledore - Creo que mi hora ha llegado - Estaba preparado para lo que viniera, excepto si se trataba de la muerte. El gas comenzó a salir de su cuerpo lentamente para darle paso nuevamente al dominio de su cuerpo en todos los sentidos. El joven se levantó del piso con un poco de dificultad mientras los efectos de la invasión que había tenido comenzaron a desaparecer - Esta ha sido una situación demasiado complicada - Sus anteriores pruebas habían sido mucho más fáciles, el control mental no era tan fácil como algunos pensaban.

 

- ¿Arcana? - Ahora se encontraba en un cuarto cuyas paredes eran completamente blancas. No sabía si eso implicaba que había muerto y ese era el camino que debía seguir o que algo más estaba a punto de ocurrir - Todo es demasiado confuso - No lograba entender muy bien qué era lo qué era lo que tendría que realizar o si la prueba había llegado a su final y con ello su regreso, ¿o su muerte? - Solo usted puede guiarme - Sauda era la encargada de darle un poco de luces sobre lo que estaba sucediendo y sacarlo de dicha confusión.

 

- Pierre, muchas gracias por todo - Si algo sentía en ese momento, era agradecimiento por su mentor. El francés le había enseñado muchas cosas durante su vida, algo más que un conocimiento en Idiomas y estaba demasiado agradecido con él por sus enseñanzas - Espero seguir haciendo todo bien - No siempre le salían bien las cosas, pero en ese caso pensaba que sí y que pronto podría encontrarse con Sauda y posteriormente con él para celebrar su nueva habilidad.

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