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Portales de pergamino y tinta


Ellie Moody
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Se giró hacia Vera al reconocer su voz y sonrió, sus ojos se elevaron para observar la cúpula de cristal que parecía maravillar a todos. A ella le maravillaba la naturaleza, podía convivir con ella y en ella, aprendía a cazar sin hacer sufrir a su presa, salvo cuando había hecho pagar a los que alguna vez la habían mandado “cazar” por sus fechorías. Pero el resto, había amado los libros. Los libros…

 

—Sí es fantástico siempre imaginé mi palacio de la memoria de otra manera —sonrió mientras su mente veía una antigua biblioteca, unos pasadizos, pasillos que subían en caracol por cada nivel, ventanas entre cada estantería que daban vista a lo que había fuera… La voz de Sagitas llegó hasta ella desde alguna parte cercana.

 

—¿Qué ha dicho? —dijo girándose con una expresión aterrada que pronto disimuló gracias a la metamorfomagia.

 

—Los libros no son solo de los Maestros —murmuró con expresión preocupada mientras aferraba con más fuerza su varita —algo… algo no va bien… miró a Vera y señaló hacia donde su tía había aparecido junto con el un par más de sacerdotes.

—La magia en ellas no es solo de unos pocos, es de todos, es de los que aprenden cada día, yo se giró y apresuró su paso hacia donde estaba su tía —umbra susurró, soportando el dolor de la separación, se estaba acostumbrando, la sombra supo que debía hacer, si estaba en lo correcto debería proteger a alguien, sino, volvería enseguida con su dueña, ambas se encontrarían allí, Darla esperaba de corazón no tener que utilizar el control corporal, pero si era necesario.

 

Los ojos de Darla destellaron como las llamas mientras se acercaba a la Potter Blue.

—Sagitas, los libros el libro, no es solo uno, son todos para todos, se sintió medio tonta hablando como en los libros que había leído en su niñez, uno para todos, todos para uno. Pero no. Dentro de ella la magia bullía y podía sentir a su alrededor algo que no lograba terminar de entender.

 

Sentía una suave brisa, no era de aquel lugar, era como si algo, alguien, pasara entre las sombras, susurrando, no terminaba de entender el idioma en que lo hacía. Estate alerta, esta vez sí identificó el susurro. Hacía mucho tiempo que Scarlet Akane no hablaba con ella. Darla no se inquietó, en la O.O, a pesar de las diferencias, ambas siempre se habían entendido.

Editado por Darla Potter Black
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En cuanto las plataformas se activaron al mismo tiempo un portal apareció en el centro y supo que habían hecho lo correcto, ahora solo tenían que entrar y buscar las bitácoras, llamo a su sombra que al permanecer tanto tiempo fuera comenzaba a parecerse a Sofia, y si de algo estaba segura es que no quería a aquella loca suelta. Desde luego la sombra se tardo un poco en volver a ella pero tuvo que hacerlo, no la había dejado afuera el tiempo suficiente para que esta se mandara sola. Atravesó el portal usando Phantom, no quería quedarse atrás mas allá de lo que ya estaba y que el portal se cerrara antes de que pudiese acceder a el.

 

Apenas entro al lugar y el choque de energía la hizo trastabillar, aquello no podía ser bueno, aquel subidon solo podía indicar una cosa, la biblioteca estaba repleta de energía oscura y no creía que esa fuera la idea de aquel lugar, si las plataformas habían requerido equilibrio, ahi dentro debería seguir el mismo concepto. Saco a Darkness mientras buscaba a sus compañeros cuando una voz susurro su nombre, pero no el actual

 

- Sofia...- susurro la voz a su oido, lo que hizo que su pecho se apretara

 

- Zarco? eres tu padre? - pregunto mientras daba la vuelta hacia uno de los pasillos donde una sombra salio corriendo. De pronto se encontró caminando hacia ningún lado y se detuvo - no, detente, el no puede estar aquí, hace mucho que se fue - pensó mientras retrocedía sus pasos.

 

Aquello no estaba bien, algo o alguien estaba jugando con su mente, tenia que luchar contra ello y avisar a los demás, ya decía que aquello no podía ser tan fácil, estaba segura que habían activado una trampa o lo que sea que estaba corrompiendo el lugar estaba buscando la forma de destruirlos

 

- Desire, hermana - dijo una voz esta vez femenina, aquel nombre que ella había cambiado cuando descubrió que en realidad no era una Dumbledore sino una Granger y esa voz y ese nombre no podía ser de otra que de Sally, pero la ex líder tampoco podía ser, ella ni siquiera estaba en el país y hacia años no sabia de ella.

 

- basta, no voy a caer en tu juego déjame en paz - grito tapándose los oídos aunque de poco serviría, pues un intento mas para hacerla perderse entre los pasillos de aquel lugar traspaso su cerebro

 

- Zahil, cuñada, que haces perdiendo el tiempo aquí, Julian te esta esperando en casa - le dijo la forma difusa de una bruja que ella conocía bien pero estaba muerta, ambos Altair lo estaban aunque su marido siendo un demonio aun solia visitarla desde el inframundo de vez en cuando, no así su hermana, Azalia, ella si estaba bien muerta. La figura se desvaneció cuando la Granger no hizo el mínimo intento de correr hacia ella, y no por que no quisiera, sino porque su voluntad era demasiado fuerte, ventajas de ser una hija del Bulche.

 

- no puedes conmigo!!! - grito de repente, a quien fuera o lo que fuera que estaba intentando apoderarse de su mente - no puedes detenernos, lo que hay aquí también nos pertenece por derecho - grito de nuevo a la nada mientras se aferraba sin darse cuenta a un libro que tenia en la portada un símbolo, el símbolo de los paladines.

 

Usando el phantom se alejo de aquel lugar en especifico y se coloco a lado de Vera y Madeleine dejando el libro frente a ella en una especie de mesa y miro a sus compañeras de la Orden un poco apeno apenada por los gritos que había pegado hacia un segundo

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Cada vez mas y mas miembros de la orden del fenix comenzaban a entrar al palacio... era raro... no dejaba de sentir una mala sensación... nunca antes había pasado tanto tiempo sin sentir su marca y eso ahora le preocupaba... de pronto su tía @@Sagitas Potter Blue se habia adueñado del libro... dando una explicación por lo demás prepotente "Solo los maestros podían leer esos libros"... nunca antes la había escuchado hablar asi... fue entonces volvió a escuchar otro susurro... "Llamatus..." lo que hizo que girara rápidamente la cabeza para ver de donde provenía ese ruido... fue entonces que girando de nueva cuenta hacía su tía miro que ya tenia la varita de fuera... y abrazaba ese libro como si fuera su bien mas preciado...

 

--Wou... tía... que sucede?... estas bien?...--

 

El hablar y decir que se trataba de sus libros, era solo la punta del iceberg ya que un grito proveniente de una chica de nombre @ gritaba y azotaba un libro al cual acababa de leer... no sabía que había sucedido... pero su sorpresa fue aun mayor cuando su tía no dejaba de maldecir porque todos querían tomar los libros, que eran solo de ellas... pero en eso otra chica... segun tenía entendido se llamaba @@Darla Potter Black, su padre la habra mencionado un par de veces... y venía a reclamarlo a su tía!!...

 

--Disculpe señorita... no creo que eso sea correcto... aqui hay algo malo... donde estarán las dos chicas que estaban con nosotros... tengo un mal presentimiento...--

 

Fue entonces que el mago, recordo lo hecho desde el principio... solo tenía que concentrarse... respirar... cerrar los ojos... y pensar en unas palabras "Lectura de aura " fue entonces que abriendo los ojos todo estaba completamente cambiado... sus ojos ya no solo veia siluetas y colores... era como si se hubieran acostumbrados... podia ver todo con claridad, pero alrededor de las personas podia deslumbrar un aura... seguían siendo los mismos colores, era verde para los sacerdotes, azul para los paladines y rojos para los obscuros... pero había algo en la aura de su tía... era un cambiante... entre verde y negro... como si su aura comenzará a ser corrompida...

 

--Tía... hablame... estas bien?...--

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Ni bien había terminado la frase cuando las palabras orgullosas de su tía resonaron, haciéndole sonrojar. La verdad sabía que si lo habían logrado había sido en base a su trabajo en equipo, no obstante, se acercó a la pelivioleta sonriente.

 

- ¿Lo sentiste, cierto? - inquirió no solo refiriéndose a la energía que les había ayudado hacía unos segundos atrás, sino a ese cambio en el ambiente, esa energía cálida que perduraba como el vago recuerdo de magia ancestral.

 

El portal parecía llamarles, pero no fue sino hasta que la matriarca Potter Black se ofreció a que entrasen juntas que Lily se animó a dar el paso decisivo, no obstante, de la nada sintió como una masculina mano se posaba sobre su antebrazo empujándola fuertemente, atravesando el portal de la forma más abrupta posible.

 

Ni siquiera sabía cómo diablos había aterrizado, lo único de lo que estaba segura es que le dolía el brazo izquierdo así como la cadera por lo que intuía que el golpe había sido mitigado por esas extremidades en específico.

 

<<Haz vuelto>> fue el susurro dulce que atravesó su corazón llenándolo de dolor y esperanza en partes iguales por lo que cegada por la necesidad, irguió solamente su torso quedando arrodillada en el suelo del llamado Palacio de la memoria.

 

Aquel lugar debía maravillarla y aterrorizarle en partes iguales, no obstante y aunque sabía que algo andaba mal, pasó de largo lo hermoso del recinto y la propia advertencia que su sentido común le anunciaba para dar rienda suelta a una necesidad imperiosa de buscar a aquel que le había hecho tanto daño. Era su voz, lo sabía y aunque tuviera que arrastrarse o volar aquel lugar lo encontraría, le haría pagar cada lágrima derramada.

 

Podía ver a su alrededor a cada uno de sus compañeros pero eso le tenía sin cuidado, ni siquiera la apremiante necesidad que había tenido antes de saber si Jank estaba bien le apartaría de su nueva misión.

 

La ojiazul se irguió con soltura mientras Evenstar se materializaba en su diestra lista para actuar, sin embargo, un movimiento a la derecha llamó su atención, observando de reojo la interacción entre su tía y el chico llamado Dick.

 

- ¿Y estos libros que nos importan? - musitó - No los protejas tanto, tía. En vez de eso deberías decirme dónde diablos está Only... lo acabo de escuchar, se que está aquí, él también tuvo que haber pasado por esto - siseo furiosa.

 

Sentía un halo helado alrededor de sí, algo que la envolvía y manejaba utilizando su dolor más profundo, aquella herida que no terminaba de cerrar.

Editado por Lillian Potter Evans

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Ha pasado mucho tiempo desde que Madeleine se sintió verdaderamente maravillada. Inconscientemente, su mano afloja el agarre de la varita mágica de tejo. Sus ojos avellana, iluminados por el fuego mágico delas antorchas flotantes, se alzan hacia el techo de cristal. Se alzan hacia el agua azul, un hervidero de vida mágica. Sonríe al ver un hipocampo cabalgando una corriente de agua por encima de ellos, sin prestarles la más mínima atención. Nunca había visto nada como aquello... y qué desperdicio. ¿Por qué nunca se sumergió en el Lago Negro de Hogwarts? ¿Por qué no se unió a Melrose y Eileen, en su investigación acerca de las sirenas? ¿Por qué nunca se interesó por la Magizoología Marina? «Porque no serviría de nada para la Orden del Fénix —responde una voz en su fuero interno—. Porque no eran misiones para el bando». Su rostro se ensombrece ligeramente. Lentamente, baja la mirada para concentrarse en su verdadero objetivo e interés: los libros.

 

Aquella biblioteca, a pesar de sus particularidades, le recuerda a las bibliotecas en las que ya ha estado. Sin embargo, está segura de que hay algo diferente en ésta y no es sólo su peculiar ubicación. El Palacio de la Memoria es un lugar especial, lo sabe. La cuestión es descubrir qué es lo que lo hace especial...

 

Había pensado que, al llegar al lugar donde los clanes guardaron sus memorias, podría meterse de lleno en aquella búsqueda. Pero antes de que nadie diga nada, es capaz de percibir que hay algo que no está bien. Hay algo que necesita la atención de todos los miembros de la Orden del Fénix. En pocas palabras, más problemas. A esas alturas cree que ya deberían estar acostumbrados a encontrar baches por todo el camino, pero aquello nunca sucede; siempre caen, como moscas a la miel.

 

Con cierto recelo, Madeleine se acerca a la estantería más cercan a ella y pasa los dedos por los diversos libros, forrados de cuero. Dos brujas comentan que, efectivamente, están en el lugar adecuado... pero esa sensación de que hay algo mal, no se desvanece. Es por eso que no presta atención a las sonoras voces, aunque piensa vagamente que es una suerte que allí no haya un bibliotecario que los regañe por el escándalo. Se cuestiona si aquella sensación está sólo en su cabeza, como de costumbre; si no es sólo su paranoia, manifestándose luego de tanto tiempo sobria. Piensa que quizás, sumergirse en un libro le ayudará a calmarse... pero entonces, escucha el intercambio entre Potter Black y Potter Blue.

 

—Pero si ninguno de nosotros es un maestro —resopla Madeleine por lo bajo. No hay maestros, ni comandantes, ni líderes de clanes. Funciona como lo descubre Potter Black: todos, una vez iniciados y manteniendo su lealtad a la Orden del Fénix, pueden aprender y descubrir la magia del clan por sus propios medios. Lo hacen día a día, en cada entrenamiento, en cada misión. Todos los presentes tienen derecho a leer los libros, a conocer, a ser parte e los clanes.

 

Observa atentamente lo que sucede y es así como se da cuenta de que la sombra de Potter Black se separa de ella. Su tono de voz se endurece, cuando le dice a la bruja que no puede apropiarse de todo el conocimiento y todos los secretos. Pero la atención de Madeleine se desvía, cuando escucha la voz alterada de Granger, que se aferra con fuerza a un libro marcado con el Mjölnir de Thor. Por fortuna, la vampiro parece recuperar la razón momentáneamente, el tiempo suficiente para decidir alejarse y reunirse con ella y Vera, que está cerca.

 

—¿Qué fue lo que te sucedió, Granger? —le pregunta a su compañera de clan, esperando que se encuentre lúcida y pueda darle alguna explicación. La voz de Lillian hace que vuelva su mirada hacia ella. Ella también actúa de forma extraña. Suena enojada, sin un motivo aparente para estarlo. Luego de ver a las tres brujas, le parece evidente que una influencia actúa sobre ellas... quizás, cierta corrupción. Parece que no distingue paladines, oscuros y sacerdotes, aunque ella no siente nada extraño. Por el contrario, se siente bastante tranquila, dispuesta a analizar la situación y averiguar qué hacer— Necesito que me expliques muy bien, debemos arreglar lo que sea que esté mal aquí.

 

@

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Bufa un poco. Entiende porque algunas personas aún piensan de esa forma. Como líder de la orden del fénix tiene acceso a libros y pergaminos que datan de hace muchos años. Algunos han sido descuidados, por su puesto, y son poco más que polvo. Pergaminos desgastados por el tiempo, por la humedad. Se sostienen simplemente por la magia, es lo único que evita que se destruyan.

 

Y entiende que la gente piense como se pensaba en el pasado. Aún puede escuchar las palabras de Thor cuando visita el templo, son confusas y aveces parecen balbuceos. Uno de los motivos por los que los "dioses" se alejaron de ellos, por los que las fuentes de poder se apagaron fue precisamente porque se olvidaron de eso. El primer error fue, quizá, endiosar a personas; el primer error fue, quizá, pretender que había gente mejor a otro; el primer error fue, quizá, dar mucho poder a pocos y poco poder a muchos. El primer error fue, definitivamente, limitar el acceso a la magia que los Paladines, Sacerdotes y Oscuros tenían.

 

Hobb luchará incluso con su vida -si es que es necesario- para que no vuelvan a cometer el mismo error. El poder debe ser mucho, si. Pero el poder debe ser de todos, el poder debe ser de cualquier que se lo gane y sea capaz de entenderlo y controlarlo.

 

—Es tal cual lo dices, Madeleine.

 

En ese momento, cuando el mago finalmente sale de su ensimismamiento, las tres ordenes se encuentran reunidas. El palacio de la memoria representa para él la idealización del conocimiento. Todos aquellos libros, pergaminos, letras y saberes están disponibles para la Orden del Fénix. Todo aquel ligado al poder de un clan es capaz de acceder a la sabiduría escrita en tinta.

 

—En todo caso ¿Qué hace más a un maestro? ¿Qué hace a un maestro, Madeleine? ¿Qué lo hace? ¿Qué él se diga maestro? ¿Qué la gente le diga maestro? ¿O acaso un maestro es aquel que comprende, aquel que siempre busca aprender? ¿No es un maestro aquel que reniega de auto proclamarse maestro?

 

Odia esa pare de él. No la odia per se. La odia porque le recuerda aquella charlas eternas y filosóficas que solía tener con su chico. Y aunque ahora es feliz junto a otras personas, aquella etapa de su vida aún le resulta bastante dolorosa. Se pregunta todos los días si quizá, solo quizá, él pude hacer algo más para salvarlo.

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Vera

 

Miró hacia el lugar que le señalaba Darla, donde habían aparecido varios Sacerdotes. Ella también había oído las palabras de la bruja llamada Sagitas. Las había oído, pero no terminaba de asimilarlas. Observó a las brujas mientras hablaban, sintiendo que algo se le escapaba. Y tuvo la misma sensación cuando Granger se acercó a donde estataban Madeleine y ella para dejar en la mesa un libro que sin duda contenía conocimientos sobre el clan de los Paladines, pues Mjölnir brillaba en su portada.

 

Las palabras de Madeleine corroboraron aquella impresión, pero la dejaron aún más preocupada. Siempre había admirado la capacidad y determinación de la bruja, pero en aquellos momentos parecía tan falta de respuestas como todos los demás.

 

Una pequeña ondulación del aire sacó a Vera de sus pensamientos. Con los ojos maltrechos cubiertos por la banda que siempre los tapaba, sus sentidos se habían agudizado para compensar la falta de nitidez y colorido que le proporcionaba su vista.

 

—Sestra... ¡Cuidado! Recuerda el Mar de Kara.

 

¿Sergei...? Brat... Hermano... ¿Porqué oigo tu voz? Vera se estremeció de dolor al recordar a Sergei. Hubo un tiempo en que pensó que aquel dolor terminaría por volverla loca. ¿Acaso lo había hecho? Sergei estaba muerto. Muerto por su culpa. Muerto... mientras ellas seguía viva. ¿Y porqué le recordaba el Mar de Kara? Allí se había iniciado la Tragedia. Fue allí donde el obscurus se desató para destruirlo todo en su vorágine de oscuridad. Pero no era eso sobre lo que la alertaba su hermano muerto, si es que de verdad aquello que había sentido era su voz. Por alguna razón, otro recuerdo junto del Mar de Kara resurgía en aquellos momentos con mucha más fuerza en la mente de Vera.

 

Una estela púrpura y violeta atravesaba el manto de nubes naranjas que acompañaban el descenso del sol en el horizonte marino. Aquel atardecer había engalanado el cielo de sus mejores colores y Papá decía que era porque se acercaba el Día del Ofrecimiento y la Madre Blanca estaba contenta y sacaba sus mejores galas para la gran fiesta. El mar estaba en calma, el oleaje apenas mecía la barca en la que Sergei y Vera regresaban al pueblo, tras un día de pesca con su padre. Con las redes llenas de salmones recién pescados, los niños ayudaban a Papá Karanov a soltarlos y colocarlos en grandes cubas, mientas éste les contaba historias, casi siempre de la Ak Ana, la Madre Blanca, o de Anapel o Kara Khan. Aquel día les estaba contando cómo Kara Khan tuvo que superar doce pruebas antes de que la Madre Blanca lo considerara digno de cortejarla, durante una de las muchas veces en que ésta había descendido a la Tierra y tomado la forma de una mujer. Fue justo cuando la narración llegaba al punto en que Kara Khan se enfrentaba con una gran osa polar, que aquel cielo en llamas se tornó en un remolino de negros nubarrones y la calma chicha del mar rugió de pronto en medio de un intenso oleaje. Los truenos y relámpagos llegaron enseguida, y enfurecieron los vientos alrededor de la pequeña barca, que zozobró y giró, hundiéndose en las heladas aguas del ártico. Su padre y Vera lograron salir a flote y alcanzar la orilla, gracias a la magia, que por entonces, pocas veces utilizaban. Pero Sergei apenas tenía 4 años y fue capturado por la gente del agua. Lo recuperaron semanas después, pero el niño nunca volvió a ser el mismo de antes. Fue poco después cuando empezó a manifestar el Obscurus dentro de él. Y Vera jamás pudo olvidar las pruebas de Kara Khan.

 

Sumida en sus lúgubres pensamientos, escuchó las sabias palabras de Graves, que no parecía el mismo. Por un momento, a Vera le recordó a aquellos sabios lapones que un día eran rudos y afanosos guerreros y, al siguiente, parecían seres mágicos, ajenos al mundo, que conocían todos sus secretos y misterios. Lo miró, profundamente, tratando de dilucidar quién era Graves.

 

Sin duda, el conocimiento les pertenecía a todos o no estarían allí, en aquel Palacio de la Memoria. ¿Pero todos eran Maestros? Vera sin duda no era nadie especial ni tenía especiales conocimientos. A duras penas empezaba a asimilar todo lo que estaba aprendiendo durante aquel último año, desde que conoció a Oronuk y Mackenzie.

 

¿Porqué no podía dejar de pensar en las doce pruebas de Kara Khan? Mientras se preguntaba por aquel recuerdo que invadía todavía su mente, se acercó hacia la estantería y observó los libros allí reunidos. La mayoría tenían lomos cuidados y brillantes letras en sus portadas. Eran de distintos materiales, algunos desconocidos para Vera. Le llamó especialmente la atención un libro extraño, cuya portada parecía desprender sombras que aleteaban difusas en el aire. Era de un metal oscuro, casi negro, pero la profundidad de aquellas sombras que surgían de él, lo hacía parecer casi etéreo. Las letras de su portada brillaban en un intenso granate cuando lo tomó en sus manos y lo depositó en la mesa, junto al otro libro que había tomado Granger.

 

Se encogió de hombros al darse cuenta de que no tenía ni idea de porqué había cogido aquel libro. Hubiera sido más propio de Vera buscar un libro que hablara de su propio clan y, sin embargo, había tomado uno que, a todas luces, era de la Orden de los Oscuros.

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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Goderic observa maravillado el escenario que yace frente a él. Nunca fue muy fanático de los cuerpos de agua, pocas veces viajaba a la playa o al océano ya que prefería más los bosques y las montañas. Sin embargo, no podía dejar de pensar que el paisaje era extraordinario. Sus ojos rápidamente se fijaron en las criaturas marinas que se podían observar, después de todo era un apasionado de la magizoología y ver el movimiento natural de un grindylow.

Cuando nota una leve rigidez en su cuello vuelve a sus sentidos y observa los libros que guarda aquella magnífica estructura. Coloca su mano sobre su cuello para ayudar a relajar su musculatura. Observa las luces amarillas que le daban calidez a una edificación como aquella, aquel sentimiento de «casa» le llevó a recordar sus días en la Madriguera, aquellas tardes en Grimmauld Place y aquellas noches en su hogar no logrando dormir por el llanto de sus hijos recién nacidos.

¿Qué es un maestro? aquella pregunta se adentró en su mente sin saber el contexto, sus recuerdos de lo que él consideraba sus hogares se esfumaron para traer a la vida la imagen de su maestro. Aquel anciano en aquel pueblo desconocido y abandonado, aquel hombre que le había enseñado y guiado, aquel que le había hecho preguntarse que le ayudaron a encontrar verdades sobre él que desconocía, que le había ayudado a encontrar un camino. Su propio camino. Él era un guía pero ¿era un maestro? No, no lo era. Él era un amigo que le ayudó a encontrarse en la vida.

Un alboroto lo devuelve a sus sentidos. Una de sus compañeras gritaba en un intento de mantenerse en control de sí misma, Goderic no entiende qué ocurre es como si la mujer estuviese luchando contra un demonio interior. Su vista se nubla por unos segundos y recuerda a aquel demonio que lo atormentó durante su prueba de videncia, aquél que lo tentaba a mantenerse ignorante pero feliz. Todavía había noches en las que dudaba si había valido la pena enterarse de aquel pasado que se había obligado a olvidar.

Lo ve frente a sus ojos, susurrando que ya deje esta lucha en vano; que busque el descanso, que disfrute con su familia ¿por qué seguir luchando? ¿por qué aferrarse a una batalla perdida? Escucha una voz lejana pero la voz de Abraxas la solapa. Siente un ligero golpe en su espalda y espabila.

Quizás me equivoque pero ¿soy solo yo o el palacio de las memorias nos agita nuestra memoria y recuerdos? — pregunta a Emily a su lado.

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Solo minutos transcurren entre la activación de la plataforma de la Orden Oscura y la de los otros clanes. Emily atraviesa con seguridad el portal de luz rojiza a la vez que su sombra regresa a su estado original. El alivio de sentirse "completa" y de haber superado una parte de la misión hacen que su confianza suba, pero apenas sus pies tocan la biblioteca de toma un momento para apreciar lo que la rodea y vuelve a sentirse pequeña.

 

Lo que los rodea es tan poco común que el tonto pensamiento de desear tener una cámara de fotos mágica cruza por su mente, pues en el futuro va a tener que conformarse con sus recuerdos de aquel momento. Su mirada se clava especialmente en los movimientos de las criaturas marinas, casi hipnotizada. Parpadea varias veces mientras se recuerda que aún el trabajo no está terminado y se acuerda -recién- de Jank.

 

Busca entre los rostros el del mago solo para comprobar que estuviera bien. Dubitante entre acercarse o no a Jank para preguntarle directamente, la voz de algunas de sus compañeras, Lilian y Zahil, llama su atención. Los tonos que utilizan y los gritos le parecen fuera de lugar, especialmente estando en una biblioteca y especialmente sabiendo que están allí por las bitácoras. Pero más atónita la habían dejado las palabras de Sagitas.

 

Emily tratando de mantenerse en calma y alejada de cualquier situación que no le competa, se pasea entre los estantes buscando en cual de los tantos libros que tienen disponibles va a perderse cuando se da cuenta que, definitivamente, algo los está afectando a casi todos. Llegando a la biblioteca había bajado mucho la guardia, sin imaginar que pudieran encontrar más dificultades. Como de costumbre cuando se siente paranoica, va a buscar a Goderic. Regresa sobre sus pasos y lo ve, rígido, con la mirada perdida.

 

Pone una mano sobre su espalda y no se inmuta, lo que la obliga a darle un golpe que finalmente lo trae a la realidad. Lo mira contrariada, más cuando lo escucha decir que el palacio ha agitado sus recuerdos. Eso no puede ser bueno ni para él ni para nadie.

 

— Yo estoy bien —dice, en voz baja —¿por qué?, ¿qué has visto?

 

Frunce el entrecejo, pensando. Muchos de los recuerdos de la bruja son difusos, como si tuviera lagunas mentales, por lo que cosas de su pasado difícilmente pueden afectarla. No así con muchos de sus compañeros y encuentra sentido a lo que dice Goderic. Algo tendrían que hacer mientras aparecía algún libro relacionado a los sacerdotes, ya que aparentemente Vera y Zahil habían encontrado (o los libros las habían encontrado a ellas) los de los otros dos clanes.

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Como tantos otras veces apenas traspasa el portal y ve ese especie de templo y esos libros se queda muda, ella que siempre tiene una palabra que decir y algo por hacer, escucha a Made hablar y efectivamente ve un hipocampo pasando por su lado, ve tantas criaturas marinas que lamenta no tener su cámara mágica para sacar fotos, pero un momento después piensa que las bitácoras estarán cerca y siente algo oscuro por allí, no lo ve pero lo siente y sabe que algo no anda tan bien y que le resultó demasiado fácil llegar hasta allí, así que espera descubrir la trampa cuanto antes mejor.

 

- Lo que le pasó a Granger es magia oscura, la siento y la percibo aquí, algo no anda bien, hay algo que está bueno está mal en todo esto, algo corrupto, algo errado, no sé cómo explicarlo pero siento oscuridad, cielos santo, hay oscuridad en las bitácoras y en este lugar en concreto y eso que adoro el mar y demás pero siento qué hay que ir con cautela, es como si el sitio se estuviera defendiendo, no creen? - Pregunto al aire con mi repique de campanas más alto de lo habitual y alzó la varita mágica en mi mano derecha, esperando alguna otra cosa mala por doquier, mis poderes de vampiro hacen que siente que efectivamente algo maligno hay aquí, solo que no tengo idea del que sea en estos momentos -

 

Miro a Made, para cerciorarme de que esté bien y suspiro feliz cuando así es, en aquel momento se me da por pensar en todo mi recorrido hasta allí, como siempre necesitaba que alguien saliera a la batalla, como esperaba a mis compañeros y como ahora soy yo la que sale a pelear, sonrió feliz de saber que estamos juntos en todo esto y que pelearemos juntos contra lo que sea que esté haciéndonos mal, porque sé que Unidos venceremos y podremos tener la sabiduría de cada uno de nuestros respectivos clanes solo espero salir con vida de todo este entuerto.

 

- Bueno era evidente que encontrar la sabiduría no iba a ser sencillo, son como pruebas, pruebas que debemos de pasar o así las veo yo pero, qué opinan? Qué hacemos? - Pregunto al aire aún con mi varita mágica en la mano, sin saber qué hacer, quiero hacer algo, pero aún no sé el qué, así que dejo la pregunta en el aire, para que alguno me conteste, esperando salir con vida y con los conocimientos de aquel raro y oscuro lugar-

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