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Estudios Muggles + Meteorología II


Matt Blackner
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Garry.

 

Por Júpiter…-,

 

El barco comenzó a sacudirse cada vez con más fuerza. Conforme eran alcanzados por las tormentosas nubes grises, que según el capitán del Bass Liffeguard los siguen desde aguas irlandesas, la tormenta que se acercaba también era más intensa, que ladraba truenos y relámpagos. Con la vista en el cielo sobre ellos Garry aún está afuera de la cabina cuando siente las primeras gotas de lluvia golpear su desabrido rostro, el agua de lluvia es mucho menos fría de lo que hubiera esperado, sin embargo, tenían una consistencia dura como si las gotas fueran de cristal que reventaban al caer con fuerza sobre las superficies. El brujo ha vivido mucho tiempo ya en Inglaterra y encuentra que esta lluvia no es para nada ordinaria.

 

Su atención pasa de las nubes al tacto de Hannity y luego al rostro de ella, que parece tener urgencia con hacerlo entrar de una buena vez a la estrecha cabina. Por supuesto que no protesta, no lo hubiera hecho de ninguna manera, y entra finalmente. Termina sentado cerca de las ventanas, es difícil permanecer de pie con el barco meciéndose duramente, el marinero por otro lado hace un intento por estabilizar la nave mientras que el fantasma...ah, había un fantasma, bueno Garry no tiene tiempo de pensar en que es lo que hace el espectro ahí pues Hannity recupera su atención sin problemas.

 

El...recanto, es el conjuro de un contrahechizo que hace que cesen los efectos climatológicos causados por los encantamientos modificadores del clima-, recitó de memoria arrastrando sílabas, volteándose distraídamente para observar por un portillo la tormenta que van dejando como un rastro. Es la primera vez que pone mas atención a lo que ha dicho Evans con anterioridad, ¿van a rescatar a alguien dice? Justo en medio de una clase de meteorología, a Garry no le parece la mejor idea, pero aun así hace una nota mental, para cuando su recuperación termine y pueda usar algo como esto como ejercicio para los estudiantes del quinto curso en el colegio de magia.

 

Si es una variación meramente climatológica, no creo que sea de mucha ayuda-, el brujo recargó el rostro sobre la ventana, cómo fastidiado de seguir ahí dentro. ―Por otro lado, en las leyendas y narraciones irlandesas, cuentan que en los mares de la costa oeste y más concretamente desde la bahía de Galway suele presentarse a los marineros una fuerza mitológica inefable destructora de hombres, con el poder de atacar de forma inesperada.

 

Se separó del cristal luego de un fuerte relámpago que iluminó el cielo. Por primera vez en un largo rato, el brujo observó sus manos enguantadas, sabe que es lo que va a suceder si deshace los puños que aprieta constantemente, si es honesto con sigo mismo, su izquierda (y posiblemente todo él) aún no se recupera físicamente, y en cuanto a su varita… era mejor no darle tantas vueltas a eso ahora. Alzó la mirada para echar otro vistazo por la ventana antes de volver su atención a Bel y Hann, aun en sus mejores condiciones, aquella tormenta era bastante grande.

 

Si, podemos intentar el recanto-, con pereza inclinó hacia un lado su cabeza para ver tras Hannity a Bel. Los pálidos ojos esta vez la observaron a ella profundamente, como si intentara ahondar en ella. ―O podemos intentar un ritual.

 

No sabe qué es lo que hay distinto a Bel o por que su magia se siente tan distante, dispersa, casi inexistente, sin embargo, él no está en mejores condiciones para enfrentarse a una tormenta maldita de tal dimensión, si es que de eso se trata todo esto, por lo que pueden intentar algún ritual donde pudieran utilizar la magia de objetos u otros elementos naturales para amortiguar un poco la tormenta, así realizar el hechizo con la varita podría resultar más eficiente.

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Bel Evans Ollivander

 

Si aquel fenómeno anómalo era producido por magia (como apuntaban todos los indicios recogidos hasta el momento), la solución para él tenía que ser de esa misma manera. Lo irónico era que, se suponía, que iban a ser instruidos en esa clase para profundizar sus conocimientos en el área de metereología, porque, hasta donde recordaba, ninguno era excelente en esa materia.

 

En mi caso, desde que había salido de Hogwarts, no había visto ni de cerca conjuros al respecto.

 

Hann tenía razón entonces al señalar que la tarea que tenían por delante no era nada sencilla. Intenté no pensar, más allá de una expresiva mirada hacia ella, en porqué me había llamado mamá tan abiertamente, con Garry allí presente, pero supuse que el ruido atronador del trueno, había hecho que eso pasase desapercibido a sus oídos. De cualquier modo, el asunto era nimio comparado al hecho de que teníamos que salir bien librados del asunto, porque la lluvia arreciaba, e impedía incluso el ver más allá de los límites de la embarcación.

 

Superada su tozudez de no ingresar a la cabina, Garry se había sentado, y probó sacando apenas la lengua, las gotas de lluvia que traía encima. Era una imagen sin duda curiosa para cualquier otro que no lo conociese, pero tras observarle fugazmente haciendo eso, volví mi vista hacia otro lado, pensando en cómo todo eso comenzaba a parecerse a las aventuras de tiempos pasados.

 

Cuando comenzó a dar respuesta a la duda de Hann, con aquel tono de voz lento y flojo, como si le costase pronunciar cada palabra, la sensación no hizo más que acentuarse, y de no ser por el vaivén del barco, y un frío que comenzaba a calarme en los huesos, podría hasta haberme imaginado de regreso en el segundo piso del consultorio de la calle Baker: El razonamiento de él comenzó a construir las hipótesis que encaminarían la solución al problema, y como en esos tiempos, un gesto de terror, similar al de los clientes que tenían que aceptar ser carnada para solucionar sus casos, se dibujó en el rostro del capitán, al escuchar aquello de que una "fuerza mitológica inefable destructora de hombres" podía estar atrás de todo ese desastre.

 

¿Cómo se le había ocurrido mencionar de esa forma indolente el asunto? Él sabía perfectamente lo supersticiosos que podían ser los marineros, pero todo indicaba, que como siempre, le daba más bien igual el asunto. Era una verdadera suerte, que esta vez, estuviese allí para ponerle un poquito de empatía a sus razonamientos.

 

Las leyendas irladenses señalan que sus sacerdotes tenían el poder de comunicarse con las fuerzas naturales y sobrenaturales de la naturaleza― comenté con tono apacible para que Hannity, el capitán e incluso el fantasma que se-parecía-a-Matt-pero-no-era-Matt no se perdiesen en la explicación― para ellos, el mundo era un espacio de "fuerzas vivas", y los rituales eran la forma en que podían conseguir "hablar" con todas esas fuerzas más allá de su comprensión. Ya nadie recuerda la manera directa para comunicarse, pero al menos nos dejaron objetos que pueden servir de forma parecida a ese fin, si se conocen las palabras para acceder a su mediación.

 

Había una serie de piedras y cuarzos que había traído conmigo, pues en los últimos meses, había aprendido de la energía que ellas emanaban o retenían con distintos fines de sanación y protección, y que podían ir desde la abundancia para el dinero hasta de relajación de la mente. Eran muchísimas, pues había pensado en que el profesor pudiera corroborar los usos de cada una en relación al clima, pero ahora solo podía confiar en lo que hasta ese momento había aprendido de cada una de ellas. Si cada cosa que me habían dicho era cierta o no, estaba por comprobarlo.

 

Yo creo que lo mejor sería empezar por el ritual― todavía afanada en ver cuales iban a servirme, extendí un pedazo de tela que pedí a Hannity me ayudase a sostener en el ir y venir cada vez más endiablado del bote― nos ayudará a protegernos, contener la magia y debilitarla. Y así maximizamos la eficacia del hechizo final.

 

Sobre la tela quedaron dos turquesas, dos turmalinas negras, y tres colgantes que tenían de dijes un citrino, un cuarzo verde y una fluorita cristalina.

 

Las turquesas y las turmalinas las colocaré en las esquinas de la cabina. El citrino se queda conmigo, la fluorita cristalina contigo― entregué el objeto a Hann dejándole enn claro de qué manera contribuiría a fortalecer su espíritu y mantenerla en calma― y en cuanto al cuarzo verde...

 

No era un espacio grande, así que me tomó solo un par de pasos llegar hasta donde Garry estaba, sentado, cerca de la ventana. Tenerlo así facilitaba enormemente poder colocarle el colgante, y eso hice, con sumo cuidado, mientras notaba como sus ojos alternadamente iban de la piedra hacia mí (y prefería cuando se quedaban en la piedra).

 

El cuarzo verde da sanación física, además de equilibrio espiritual y comprensión y estabilidad mental― sonriéndole, enredé mis manos brevemente en uno de los mechones, para luego juguetear con él como hacía antaño― y una dosis extra de paciencia, que te vendrá bien para recordar la invocación que necesitas para dar comienzo al ritual― acercándome un poco más a su oído le susurré― la sangre druida de mi familia sigue siendo útil si todo lo demás falla.

 

Mientras corría a colocar las piedras en cada esquina, animada por comprobar que tan útil o no sería todo eso, pensé en que, sin importar los resultados (exceptuando por supuesto, que terminásemos todos muertos ahí mismo) y aunque no había sido mi idea original, volvería con ellos a la Heredad.

 

Si es que ellos, y como no, la casa, estaban dispuestos a aceptarme de vuelta.

 

Y animada con ese pensamiento, mientras caminaba de vuelta a donde Hann, alcé el pulgar para señalarle que ya todo estaba en orden, y cuanto ella y su padrino estuviesen listos, podrían dar inicio al siguiente paso.

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En verdad que estaba preocupada, pero no era por la lluvia o los movimientos bruscos que cada vez más se incrementaban en el bote, no, su preocupación era por que ninguno de sus padres estaba en las mejores condiciones para realizar un hechizo, (por un lado estaba Bel sin magia en su interior y por el otro Garry,quién aún no se recuperaba del todo de aquel ]incidente) sobretodo con una tormenta tan monstruosa y que si no erraba era a causa de magia, pero ¿había sido creada específicamente como un ejercicio para la clase de meteorología? No creía que fuera así, pero por el momento era mejor pasar a poner atención en lo que se decía allí.

 

No había puesto atención siquiera en lo que había dicho hasta que la mirada significativa de Bel, al responder a su pregunta, había hecho que su cara enrojeciera, aunque no hizo ningún comentario de ello, se limitó a escuchar lo que decía el Ollivander respecto a lo que hacía el hechizo que ella había mencionado, el cual si era verdad y no dudaba que así fuera, no sería de mucha ayuda, en ese momento debían apaciguar un poco el clima antes de siquiera intentarlo, puesto que la magia de Hannity no es ni siquiera la sombra de lo que alguna vez fue la de ellos.

 

¿De verdad había una fuerza mitológica inefable capaz de destruirlos? Esperaba que no, aún le quedaban muchas cosas por descubrir... Probablemente la preocupación inicial había crecido conforme avanzaban en aquella tormenta que parecía arreciar y no tener fin y esa preocupación había crecido tanto que fue reflejada en su rostro y por ello en cuanto el comenzó a hablar para intentar tranquilizar a los tripulantes había mirado en primer lugar a ella y posteriormente al capitán y al fantasma que los acompañaba... ¿De verdad iba un fantasma en el bote? Hannity no se había percatado de ello, de hecho de no ser por el color perlado que reflejaba la luz de los relámpagos, ahora que ponía atención al lugar donde se encontraba, no lo habría imaginado, se preguntaba si aquel era un mal augurio... No lo sabía, ella no creía en las superticiones.

 

Fue hasta que Bel comenzó a sacar un montón de piedras, que no era más que cuarzos a los que la gente le atribuía poderes y energía, lo cual nunca había averiguado ella, pues no había nada que científicamente confirmara esas teorías, ella tomo la punta de la tela que le daba Evans con una mano y con la otra intentaba tocar las otras para observarlas con detenimiento, fue hasta que su madre le dió una piedra que decía llamarse fluorita y decir qué y dónde colocaría las demás que prestó atención a lo que ocurría a continuación, colocó las piedras en las esquinas quedándose con una y una de un lindo color verde se la llevó a Garry, era un tanto extraño el ver cómo es que ambos se comportaban, no pudo evitar sonreír, pero una sacudida aún mayor y el escándaloso rugido de un trueno la hizo salir de ese confort que había encontrado al mirarlos -¿Qué es lo que sigue ahora y en qué puedo ayudarte?

 

Su mirada estaba puesta en ambos, pero la pregunta era para Garry, pues Hannity no quería que él hiciera demasiado esfuerzo con lo que tuviera pensado hacer.

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¿Qué es lo que puedes hacer?-, sus pálidos ojos siguen puestos en la piedra verdosa que hace peso en su cuello, luego se remueve incómodo al recordar el lugar donde está. ―Prepara tu varita Hannity, debes intentar el encantamiento funcione el ritual o no-, es más una sugerencia, si no tienen éxito con el ritual espera que el hechizo al menos controle la tormenta, o al menos hacer que deje de llover.

 

Sus rodillas protestaron al ponerse de pie, pero él solo ahoga un gruñido en su garganta, concentrado más en rebuscar pacientemente dentro de los tantos bolsillos de su ropa qué cosas pueden serle de ayuda. Lamentablemente él no está tan preparado como Evans, o más bien es que su amada hermanastra se encargó de vaciar sus bolsillos “repletos de cosas inútiles” y ahora escasamente solo carga con algunos recipientes que le sirven más para recolectar muestras, un par de herramientas manuales de poco tamaño además de dos libros en el macuto de costado. El lado bueno, es que aun tiene el hábito de cargarse los bolsillos nuevamente de “cosas inútiles”. Así que cuando cree encontrar algo que es de ayuda, cansonamente se tumba al suelo para comenzar la tarea.

 

Bel le pasa por un lado para colocar la segunda piedra en la segunda esquina de la cabina, él en cambio busca el punto más céntrico, cuando lo encuentra se sienta de rodillas cerca de él y comienza a vaciar el contenido de sus bolsillos con menos cuidado del que ha tenido Bel y Hannity. En su cuello la gema verde cuelga casi rozando el piso de la cabina mientras intenta con ayuda de unas tijerillas hacer surcos en la madera del suelo, no es importante este paso, pero con el barco agitándose tan violentamente hacer que las piedras que cuida entre sus rodillas se queden en su sitio.

 

Entre los materiales que tiene a la mano solo hay algunas rocas de puntas chatas, aún tienen arena encima, es como si las hubiera tomado del puerto entre aquellas más filosas y los corales en la playa. En la mano tiene esa navaja que ahora tiene la forma de unas tijerillas con las que surca el piso y un frasco pequeño además, de contenido arenoso, aunque demasiado blancuzco para pensar que es arena; la sal no podía faltarle entre sus cosas menos indispensables, en cuanto a la varita...aún no necesita de ella, así que debe seguir guardada en algún pliegue de su traje de pescador.

 

Cuando termina en el suelo se incorpora los suficiente para ver qué ha hecho alrededor de siete zanjas en el suelo con forma de media luna y una zanja más larga en forma de cruz, donde se terminan por unirse. Después de contar cada parte dirige su atención al capitán del barco, que seguramente se ha estado quejando junto a él todo este tiempo y que seguramente él no ha escuchado. Grelliam estira la mano, como esperando recibir la ayuda del hombre para levantarse, pero en el breve contacto hecho de mala gana, Garry se las ingenia para cortar la piel del marinero y conseguir una cantidad considerable de su sangre justo sobre las piedras.

 

―¿Pero qué haces?

No creo que esa tormenta esté aquí por nosotros, ¿o si?-, compartió una breve mirara con Hann y Bel, era una de complicidad, no espera que ellas lo delaten, por que en realidad no importaba a quien seguía la tormenta, él solo la necesitaba, pero si la idea de todo eso tendría ocupada la mente del marinero en otra cosa, era mejor para ellos, o tal vez solo para él.

 

Continuó entonces y con el espesor rojo comenzó a dibujar runas sobre las piedras y las colocaba de la siguiente manera: En el surco algunos granos de sal y sobre esta las runas, invertidas aquellas que hablaban sobre los elementos naturales que evoca una tormenta; agua, aire, trueno, tres de un lado y tres del otro. justo a la mitad hay un espacio sin ocuparse. En esta parte él parece confundido, o tal vez indeciso, de pronto siente que el ritual resulta incierto. Pero es lo que tiene.

 

De acuerdo, hay que...cada quien debe buscar un lugar seguro dentro de este lugar-, debe ser los viejos hábitos que sin pedirlo esta vez es Bel la que lo ayuda a levantarse. ―La tormenta hará el resto...espero-, lo único mal en todo esto es cómo iba a conseguir el rayo. ―Hannity lanza un rayo justo ahí ¿sí?-, señaló las runas debidamente marcadas. ―Pero espera a que abra la puerta, y justo cuando la tormenta haga contacto con las runas, tu debes hacerlo con tu rayo también, ¿entiendes?

 

Espera entonces a que todos dentro de la cabina estén “en posición” para recibir el ataque, él se coloca más cerca de la puerta, y se sostiene con un brazo solo de una barra soldada junto a ella. Con el brazo libre que le queda busca la varita, es muy diferente a la de él, es de color muy oscura, de impecable acabado, sobria, de madera de serpiente, terriblemente rígida, sostenerla entre sus manos simplemente es incómodo, pero aunque cree que tal vez no es necesario usarla, la empuña con el brazo enganchado a la barra.

 

¿Preparada? Uno, dos....tres-, con un ademán suelto de su mano libre hizo que la puerta de la cabina cediera ante los golpes de la tormenta.

 

La tormenta que entra a la cabina parece tener conciencia propia, pues primero se arremolina justo en la entrada, antes de dejarse ir en contra de todos ellos, es un pequeño remolino formado por una corriente de aire y agua. Las piedras colocadas en cada esquina son las primeras en actuar ante el ataque, pero solo aquellos que fueran sensibles a la magia era tal vez capaces de notarlo, las gemas emanan una magia que parece estar alerta en todo momento.

 

La tormenta entró entonces, y con furia inundó la cabina, él no puede ver entre el agua que entra y el viento golpeando todo, no puede hacerle la señal a Hannity, aun si gritara por lo alto, cree que difícilmente ella lo escucharía, por lo que no le queda más que confiar en que ella haga lo suyo en el momento indicado. Las runas invertidas clavadas en el suelo funcionan como una especie de contrahechizo, al momento del contacto de todos los elementos con las piedras descargarían una energía negativa en contra de la tormenta. Los cuarzos en cada esquina de la cabina aportarían el resto de energía mágica.

 

Tal vez no lo detendrían, pero apaciguarían la tormenta y calmarían el agitado vaivén de las aguas, abrirían la brecha para poder salir de la cabina y conjurar un último encantamiento en su contra. Sí no, tal vez deberían intentar pedir un rescate para el barco de rescate.

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ESTUDIOS MUGGLES

 

- No encuentro a ningún médico.

 

La voz de aquel hombre me sorprendió. ¡Media hora había pasado! ¡Media hora y no había conseguido encontrar a nadie que pudiese ayudarnos con aquella chica! Entonces me fijé, al observar el rostro contrariado del hombre, que tenía una herida con sangre reseca en la cabeza y algún que otro arañazo en el torso. No sabía qué había pasado en aquel camarote y me temía que no era de mi incumbencia, pero ahora ya estaba implicado en la situación y no podía dejarlo pasar.

 

- ¿Qué ha pasado? --pregunté con la mirada fija en el hombre que inmediatamente bajó la mirada, sujetándose en el metálico marco de la puerta.

 

Titubeó, murmurando palabras ininteligibles. Claro que sentía que mis sospechas ibas bien encaminadas, pero necesitaba cerciorarme de por qué la muchacha se había desmayado.

 

- ¿Se ha dado algún golpe? --El hombre pareció creer que preguntaba por su herida, pues se llevó la mano derecha a la cabeza--. No, usted no. Eso es evidente; hablo de ella.

 

- N-no... No se ha golpeado.

 

- ¿Entonces qué ha pasado, por qué se ha desmayado?

 

- F-fue, fue cuando... Cuandollegbsdubdb...

 

- ¡Caballero por favor! ¿Qué quiere, tenerla inconsciente y desnuda en su cama con la que está cayendo ahí fuera? ¡Necesito saber que no corre peligro!

 

- ¡Fue cuándo llegó al... Al... Ya sabe! Gritó, se estremeció entera, y cayó desmayada sobre mí. Jamás me había ocurrido algo así.

 

No quise ahondar en lo personal de la situación, aunque aquella hipótesis había sido confirmada y no dudaba que el resto también lo fueran en caso de intentar corroborarlas. Pero no lo haría. Me sorprendía de sobremanera aquella reacción tan infantil del hombre respecto a la causa del desmayo de la chica, aunque supuse que el temor no venía por el desmayo en sí. Por suerte a lo largo de toda mi vida me había topado con toda clase de situaciones desafortunadas, propias y ajenas, como era el caso, pero no disponer de la magia para solventar la situación de forma rápida y efectiva sí era algo más excepcional. Era cierto que en el tiempo que pasaba en el mundo muggle era mucho más precavido con el uso de mi varita, pero un sencillo "ennervate" me hubiera servido para la situación sin producir ninguna sospecha de nada.

 

Sin embargo, Dror estaba a kilómetros de distancia, las tremendas sacudidas del barco apremiaban, indicando que parecía que nos acercábamos al ojo de la tormenta, y sólo disponía de aquel hombre y su temor como fuente de información.

 

- Dígame, ¿viajaba sola? --El hombre seguía aturdido, pareciendo no seguir bien mis palabras. Se llevaba una y otra vez la mano a la herida--. Deje de tocarse la herida o se le infectará. Ella, la chica, ¿sabe si viajaba con alguien?

 

- No... No lo sé --Al menos era sincero--. Creo que mencionó... Creo que mencionó a su madre, o puede que fuera una amiga...

 

O eso era lo que él esperaba, que fuera una amiga y no su madre contra quién tuviera que enfrentarse y dar explicaciones. Suspiré, levantándome de la cama y agarrando al hombre del brazo para que tomara mi posición. No había ningún riesgo allí más que el miedo de aquel hombre por el "qué dirán".

 

- ¿Sabe cuál es su camerino? ¿Su nombre?

 

- Cuatrocientos nueve, una planta más abajo... Ayer estuvimos allí.

 

No se atrevió a mirarme al contestar; en realidad no lo había hecho más que cuando había salido desesperado del camerino buscando ayuda. Me arrodillé para atraer hacia mi rostro su mirada, y poder establecer un contacto visual convincente.

 

- Procure que no se golpee --le dije indicándole a la chica que se tambaleaba en la cama detrás del cuerpo del hombre--. Espere a que despierte y cuando estén en condiciones, si esto para, llévela a su camerino; sea quién sea quién viaje con ella, estará preocupada. Caballero, no le juzgo, pero si de verdad quiere hacer las cosas bien, hágalas en vez de lloriquear como un crío de quince años y después vaya a la enfermería del barco a que le curen esa herida en condiciones. Está en la tercera planta, al fondo del pasillo de la zona E. Debería saberlo.

 

Y dicho aquello, dejando al hombre mirando al vacío y sujetándose con fuerza en las barras de la litera, salí del camerino cerrando la puerta a mi paso. Iría al camerino de la chica. Con un poco de suerte encontraría allí a su acompañante y podría tranquilizarla diciéndole que estaba en un lugar seguro, con alguien velando por ella y que cuando el desplazamiento por los pasillos fuera seguro volvería al camerino.

 

Yo también esperaba encontrarme con una amiga, y no con su madre.

 

- Matt, espero que todo esto no haya sido programado... ¡Aparece, narices! --fui murmurando por el camino.

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✤ Viajero de la noche ✤

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