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►—Castillo Crowley—◄ (MM B: 96477)


Claudia Crowley
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La noticia, de la cual no estaba totalmente convencido, le cayó como un balde de agua fría que los dejó pasmado de primer golpe. No estaba seguro si por el hecho que había pasado tres años en el sueño de Odin, o porque Arthur había fallecido, probablemente esperando a que él despertara. Sin importar que era o no cierto, debía concentrarse en lo importante en ese momento: Recuperarse.

Debes estar equivocado Rhyfs, no es la primera vez que me pasa y tampoco sería la primera vez que Arthur se marcha un buen tiempo. No me hagas perder el tiempo y tráeme algo de comer y una botella de Vodka.

Ehmmm —balbuceó el elfo desviando la mirada de León—, verá señor, el joven Andrés no ha vuelto desde antes que usted hibernara y en su ausencia la señorita Claudia desapareció. Ocasionalmente viene algún familiar lejano y pasa unos días y se va. Acá en la mansión solo quedamos Cattelyn y yo.

¿Y que tiene eso que ver con mi vodka? —Espetó indiferente buscando algo en la mesa, o intento de mesa que tenía al lado de la cama— ¿y qué ha pasado con Bran? ¿Se lo llevó Claudia?

No amo... Bran fue asesinado —las curtidas facciones de Rhyfs no impidieron que una lagrima solitaria se escurriera por su mejilla. León lo notó.

¿Asesinado? ¿Quién querría asesinar a un elfo domestico? Andaba en malos pasos seguro.

No, amo —replicó la criatura controlando su disgusto—, con los rumores de la desaparición de los patriarcas Crowley de boca en boca, los ladrones y vagabundos empezaron a ser cada vez más frecuentes y más violentos. Una noche Bran encontró a uno husmeando en el salón principal, trató de echarlo pero...

Ya veo. Es una triste noticia pero sigo sin entender que tiene que ver con mi vodka.

Señor —replicó el elfo ya más enfadado ante la indiferencia del patriarca—, no hay quien cuide la casa, no hay quien de los galeones para comprar víveres, la huerta está muerta, Bran está muerto, Arthur está muerto, ¡¡¡¡TODO EL MALD¡TO CASTILLO ESTÁ MUERTO Y USTED PREOCUPADO POR EL VODKA!!!!

En otro momento y quizá en otro lugar, León habría levantado la varita y de un solo movimiento la cabeza del elfo estaría girando por el suelo de madera combinando a la perfección con la putrefacción de los cuencos de barro y cristales plagados de chizpurfles. Pero tenía que admitir que esa criatura, que había reprimido por meses su enojo y frustración y había encontrado un ápice de valentía para liberarla ante el Patriarca Crowley y que ahora respiraba agitado temiendo la reprimenda, tenía algo de razón. Perdonarle la vida sería su forma de agradecerle por abrirle los ojos.

¿Terminaste de quejarte? —indagó con una sonrisa irónica a medio dibujar en los labios. Tomó la varita de debajo de la almohada y la apuntó hacia el elfo que retrocedía aterrado—. Tal vez sea momento de liberarte de tanta presión.

No... Señor.. Yo... disculpe es que....

La mano del mago se elevó un poco y un rayo rojo salió disparado rozando por milímetros la cabeza de Rhyfs que suplicaba perdón. La pared detrás de la estalló y dejó caer un pesado baúl de roble que se deslizó casi hasta los pies de la cama. Con una floritura de la misma mano la tapa de madera se levantó dejando que el brillo del contenido del cofre cegara al elfo.

Espero que haya suficiente ahí para una botella de Vodka y para comprar víveres —indicó apoyándose en la cabecera de la cama para colocarse de pie—. Ahora vete y no vuelvas sin mi botella.

Editado por León Crowley
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  • 2 semanas más tarde...

Ingresó al castillo con las botas cubiertas hasta el tobillo con manchas de tierra seca. Había estado varias horas caminando por los bosques, saciando en soledad esa sed de sangre que había logrado controlar hace un tiempo. Lo que no podía dominar era la vergüenza. Cada vez que la sed le atacaba se sentía un animalito, un depredador con sus más profundos instintos sacados a la luz, y ella no quería verse ante la sociedad como tal. Ella quería mostrarse enteramente humana, como una bella y sencilla mujer.

 

Sacó la varita de su bolsillo y con un leve toque en ambas suelas hizo desaparecer la mugre. Uno de los elfos más gruñones la observaba desde la otra punta de la sala. Acababa de limpiar el piso en aquella ala del castillo y no le agradaba en lo más mínimo que la Black lo estropeara nuevamente. La joven notó la mirada inquisidora, por lo que giró hacia la criatura levantando una ceja y señalándole las botas con una sonrisa en el rostro.

 

- Impecable. - Dijo con sarcasmo.- No te puedes quejar.

 

El elfo gruñó y desapareció entre las cortinas. Goshi soltó una carcajada y acto seguido colgó el piloto de viaje que llevaba bajo su brazo en uno de los percheros de la sala. Atravesó el living en línea recta, dejó el morral apoyado en uno de los asientos del sillón y se acercó a las brasas de la chimenea para calentar un poco sus manos. No hacía tanto frío, pero sus manos siempre estaban heladas.

 

- ¿Warhol?

 

Esta vez apareció a su lado con un chasquido el elfo que tantos dolores de cabeza y alegrías le había traído a la Black en los últimos años. Era una criatura que por momentos parecía la más inútil y despreciable de todos los elfos. Al mismo tiempo, su tartamudez no era apta para impacientes, pero Goshi en el fondo estaba muy agradecida con él por haberla ayudado en momentos cruciales de su existencia.

 

- S-si-si-si Goshi, mi ama, ¿en q-q-que-que-qué puedo ayudarte?

 

Goshi giró hacia el elfo y notó que había algo mal en él. Se alejó de las brasas y se agachó de frente a la mirada perpleja de la criatura. Con ambas manos acomodó el moño que llevaba en su cogote para que quedara derecho y volvió a ponerse de pie mirándolo fijo.

 

- Lleva el saco y el morral a mi cuarto, y fíjate si encuentras a León o a Claudia en el castillo. -Suspiró.- Hace tiempo no los veo, seguro recibiré un regaño por no escribir.

 

Warhol agachó la cabeza con una sonrisa en su deforme rostro, y desapareció junto con sus cosas. Goshi quedó solitaria en silencio en medio de la sala, tamborileando sus dedos sobre el respaldo del sillón. Estaba un poco nerviosa y a la vez ansiosa por reencontrarse con su segunda familia.

Editado por GoshI

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Por más de que intentara dormir Crowley no lo conseguía, no hacía más que cerrar los ojos y las imágenes más oscuras y tétricas volvían a aparecer. Eran las mismas que lo atormentaban desde hace años, los demonios que lo visitaban desde su infancia. Sabía que nunca los iba olvidar, pero ¿atormentarlo también en los sueños? La última vez que había logrado conciliar el sueño terminó despertando por un agudo dolor provocado por navajas. Quiso creer que simplemente era efecto del sueño, uno muy vivido. Pero al notar la humedad de la sangre en la camiseta rajada lo supo. No le quedaban muchas más opciones que volver a su hogar, tenía la leve esperanza de que fuera un lugar seguro. Incluso para un espectro que aparece en tus sueños. Además, si moría en el castillo ¿no volvería como un fantasma?

 

La sombra bajo sus ojos apagaba su mirada y con el andar lento, hasta incluso bastante torpe, ayudaba a que lo confundiera fácilmente con un zombie. Sólo le faltaba gemir y podría comenzar una cacería de cerebros. Con la capucha negra del abrigo sobre la cabeza disminuyo su vista panorámica, pero la idea era hacer el menor contacto visual. No tenía ganas que lo ahogaran de preguntas acerca de donde había estado, porque ni él lo sabía exactamente.

 

Salir a correr a esas horas no era muy común, pero era algo que lo mantenía despierto y sin pensar demasiado. Evitaba esas dos cosas que no quería enfrentar por el momento. Pero no podía seguir así, lo cansaba demasiado. Lo más sensato era dejar de correr por Ottery, volver al castillo y buscar una solución. O al menos intentarlo.

 

Bostezó antes de entrar por la puerta principal, necesitaría urgentemente un café o algo que evitara que cayera dormido. Ya no podría seguir así mucho tiempo. ¿Había un límite acerca de los días que un humano podía estar sin dormir? Seguramente, quizás sí podría simplemente “morir de sueño”. Tomó un pañuelo para limpiarse los ojos y volvió a guardarlo en el bolsillo de los pantalones deportivos. No quería ir a su habitación, porque estaba seguro de que en el mejor de los casos terminaría siendo asesinado mientras dormía y encontrado por los elfos de la familia dos años después. No, todavía no estaba listo.

 

Se estiró despacio, haciendo sonar varios huesos de cuerpo. Todavía seguía vivo y entero, no podía continuar atormentado. Entro en la sala esperando encontrarla vacía como la dejó, pero no era así. No reconoció a la mujer, pero de no ser familia no habría podido entrar. O al menos así tenía entendido que funcionaban esas cosas.

 

-Lo siento, no quiero molestar. Sólo estoy muy cansado – le comunicó mientras se recostaba en uno de los sillones.

 

La chimenea estaba encendida, agradeció el calor mientras pasaba a su lado. Era uno de las cosas que extrañaba cuando se iba, algo que le recordaba irremediablemente a su infancia y cómo había amenazado alguna vez con irse a vivir a la chimenea si no le daban postre.

Editado por León Christopher

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La calma del silencio fue partida en dos como por un rayo por la entrada de un sujeto al castillo por la puerta principal. No pudo reconocerlo, aunque por sus ropas deportivas infirió que se trataba de uno de los miembros jóvenes de la familia. Lo siguió con la mirada. Se lo notaba cansado. Más que cansado agobiado, por lo que le abrió paso para que tomara lugar en uno de los sillones.

 

- No te preocupes. -Le respondió la Black con gesto amable.- No molestas en absoluto, lo contrario.

 

Tomó asiento en uno de los apoyabrazos del sofá que se encontraba enfrente, apoyando sus manos sobre sus piernas cruzadas.

 

- Me aburre el silencio. Aunque es contradictorio, porque también me gusta estar sola.

 

Aquello era verdad. Goshi pasaba más tiempo en su cuarto que en cualquier lugar donde hubiera gente. Sin embargo, hasta en esos momentos de soledad buscaba de qué manera ocupar el tiempo escuchando música o cualquier cosa que interrumpiera sus pensamientos. El silencio la abrumaba, su cabeza era incapaz de callarse ni un mísero segundo.

 

Chasqueó la lengua y lo miró de reojo mientras se estiraba. Le dio intriga no reconocer su rostro. Estaba segura que la familia había crecido durante su ausencia, pero aquel muchacho no parecía ser muy nuevo en el castillo.

 

- ¿Acaso eres hijo de Claudia o de León?

 

Soltó una risita nerviosa y desvió la mirada hacia otro lado.

 

- Lo siento, quizás tú si necesitas silencio o descansar y yo molesto dándote charla.

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La cabeza le dolía pero el hecho de que una persona le hable de nuevo le resultó agradable, así que apenas lo notó. La irritabilidad de los que no pueden dormir era un mito, era simplemente gente que no podía controlar su humor. No había vuelto hace mucho, pero era el primer ser humano que se cruzaba desde que puso un pie en el castillo. Eso decía mucho de cómo de perdidos eran en la familia. Casi le pareció lógico no reconocer a un familiar, considerando que los lazos entre ellos eran más políticos.

 

-Bueno, hay silencios y silencios.

 

Dijo aquello como una frase mal hecha. Se sentía incapaz de expresarse mejor. Sobre todo porque en su cabeza sólo escuchaba ruido, y lo que lo sacaba de ahí era hacerlo el también. Cualquier cosa para no escuchar a las voces de su cabeza. No le pareció raro no reconocer a la chica, para él era habitual no recordar los rostros ni los nombres. Pero considerando el hecho de que eran familiares, lo molestó. Miró a la mujer sentarse con detenimiento, no estaba completamente seguro de que nunca la había visto. ¿O tal vez si?

Inconscientemente llevó las manos a su cara para cubrirse de la luz, era el sueño haciéndose notar otra vez. Suspiró, no pensaba darse por vencido todavía.

 

-Me sorprende que no sepas quién soy – comentó en una mezcla de desilusión y sarcasmo – Me dijeron que el parecido con mi padre es abismal, además de que compartimos nombre. Soy hijo de León y algo de Claudia, pero no creo que sobrino sea la palabra - no lo quiso meditar mucho, porque no iba al caso. Y recordó que no sabía con quién estaba hablando, no quería dar malas impresiones desde el primer momento. Aunque más mal de lo que le daba la pinta era difícil.

 

-No te hagas ningún problema, me agrada hablar de vez en cuando. En realidad lo único que necesito es una buena taza de café extra fuerte. Eso y que me digas tu nombre – soltó al final.

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Aquella extraña sensación había despertado a la Lestrange de aquel agitado sueño, no recordaba nada de aquellas imágenes distorsionadas, pero una sola idea rondaba por su cabeza cuando por fin fue consciente. Se removió entre las sábanas intentando recuperar el sueño, pero aquello fue en vano.

De mala gana se levantó de la cama y un escalofrío la recorrió por completo mientras la puesta del balcón se abría impulsada por una fría ráfaga otoñal. La bruja corrió para cerrarla, no era un buen momento para pescar un resfriado, mientras aquella loca idea seguía rondando sus pensamientos, se dirigió al espejo necesitaba un consejo aunque fuera de la única persona que siempre le acompañaba ella misma.

- Con un demonio Sol ¿Por que ahora vienes a tener esas ideas?.- su reflejo sonrió de forma burlona antes de que la bruja replicara nuevamente Nunca haz sido de mucha ayuda. Ojala al menos fuera esquizofrenia así tal vez podría tener un debate decente.

Unas pocas horas habían pasado. La bruja había aparecido muy cerca de aquel castillo que guardaba muchos recuerdos. Negó suavemente con la cabeza antes de caminar hacia la puerta de la cocina, no quería llamar demasiado la atención. Era más fácil encontrar a algún elfo y simplemente preguntarle lo que le inquietaba.

Con paso firme y aquel característico cadencioso andar sus pasos llegaron hasta la puerta de servicio se asomó y para su fortuna o infortunio un elfo al cual no recordaba entro en la cocina muy apurado.

- Hola ... - saludo al pequeño se sonriendole. El elfo la miró sorprendido por su actitud.- ¿Será que esta tu amo en casa? - la vista de la morena fue a la botella de vodka que el elfo tenía entre sus manos.- Obvio que si esta... - dijo.para si misma.

- La señora no puede pasar...- dijo adelantándose a las intenciones de la bruja.

- No te preocupes somos viejos amigos...- dijo tomando la charola con la botella y un par de vasos- Deja yo.le llevo el desayuno...- dijo soltando una suave risa sin dar tiempo al elfo de reaccionar subió por las escaleras de servicio. Sabía perfectamente hacia donde ir. Llego a la puerta que buscaba y toco antes de entrar el sorprendido mago apuntaba con su varita hacia ella.

La bruja sonríó, dejo la charola en la mesa y levantó las manos en son de paz antes de saludarle- No esperaba un ramo de rosas cariño, pero esto ya raya en los malos modales- le guiño un ojo y continuo- me alegro de verte Crowley y más aún de ver que estas bien. Ahora si dejas de apuntarme si y solo así te puedo perdonar y dejar que me abraces. ¿Lo tomas o lo dejas?

La mujer alzó la ceja esperando que el demonio terminará de asimilar su sorpresiva visita.

Editado por Sol Lestrange Black R

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—Que asco este lugar —bufó pateando un caldero plagado de chirzpufles que se estrelló contra la pared y se hizo pedazos.

 

Si esperaba a que el veintiunico elfo que estaba en el castillo limpiara el lugar, tardaría seguro una o dos semanas dadas las condiciones de la habitación en general y si bien era poco lo que podía hacer están en coma, en gran parte tal desorden era por él. Avanzó hasta el enorme ventanal frontal al paso que sus raquíticas piernas se lo permitían, y abrió la cortina escarlata de par en par, dejando que la cegadora luz del astro rey inundara la habitación dejando ver con mayor claridad lo insalubre de su propia habitación. Maldijo por lo bajo a su elfo Arthur -al cual se negaba a reconocer por muerto- e ingresó al que esperaba, siguiera siendo un inmaculado baño blanco. Para su sorpresa, el baño era lo opuesto a la habitación. Paredes y pisos impecables, cubiertos únicamente por una delgada capa de polvo.

 

León se desprendió de los harapos que tenía por pijama y avanzó hasta la bañera, ignorando la tétrica imagen al otro lado del espejo. Abrió la llave y dejó que el agua fría, que caía en su piel como centenares de agujas de billywigs por todo el tiempo que permaneció sin estímulo alguno, cubierto nada más que por su propio sudor. Su cabello parecía más el lomo de su hermano licantropo: maraña de pelo, sucio y áspero, curtido por polvo y mugre acumulada de tres años que cayó a los pies del Crowley cuando el liquido vital entraba en contacto con él. Cuando salió de la ducha, cerca de 25 minutos después, tuvo la suficiente fuerza para detenerse frente al espejo y contemplar la persona que era ahora: Una estructura osea medianamente cubierta por una capa de piel débil que por el prolongado contacto con el agua se había arrugado, más parecido a un perro Shar Pei anoréxico que a un ser humano.

 

—Mal.dito elfo —la botella aún no llegaba a él.

 

Frente a su enorme closet, duró más buscando algo que le quedara y no se cayera de su cintura, qué lo que duró su baño, dejándolo únicamente con un pantalón corto; toda su demás ropa parecía quedar colgando de sus huesos. El baño le había refrescado y aliviado en parte al punto que se sentía capaz de arreglar el lugar. Tomó la varita y haciendo alarde de lo aprendido en la agencia consultiva de plagas, rápidamente libró el lugar de ashwinder, bundimun y otras plagas que se replicaban por el lugar a su antojo. Fregotego tras fregotego fue limpiando la alfombra y paredes de todo tipo de rastros de lo que parecía había sido una intensa batalla por mantenerlo con vida por bastante tiempo. La cama, que parecía la guarida de algún gnomo salvaje más que un adecuado lugar de reposo, desde el momento en que se levantó de la cama, supo que no tenía salvación alguna. Unos cuantos hechizos reductores y otro incendiario y la cama quedó consumida en cenizas al interior del caldero negro que tampoco tenía salvación.

 

Se disponía a salir a buscar el mismo su botella cuando sintió el cerrojo de la puerta moverse seguido de un siseo anormal. De ser el elfo, no tendría necesidad de hacerlo ya que sencillamente aparecería al interior de la habitación y dadas las noticias de vagabundos al interior del castillo que había comunicado la criatura minutos antes era mejor estar preparado. Era consiente de que no tenía fuerza para resistir un ataque mágico, pero al menos a un muggle o mago débil si podría eliminar o al menos inmovilizar. La limpieza de la habitación había consumido gran parte de sus energías. Cuando identificó a la persona que había atravesado el marco de la puerta, desconfió de la autenticidad de la misma luego del asombro.

 

—No creo poder hacerlo —espetó a la que podría o no ser Sol Lestrange y luego desvió la mirada hacia la botella. Debía aguantar la ansiedad o podría matarlo—. ¿Qué haces acá? Comprenderás que desconfíe. Llevo años sin aparecer y misteriosamente apareces con una botella de vodka.

 

 

* * * * *

 

 

 

Rhyfs - Veintiunico elfo cuerdo del Castillo

 

—Ahora si me va a matar —dijo el elfo al reaccionar luego de que la mujer se llevara el vodka.

 

—No debiste dejarla subir —se respondió él mismo.

 

—Dijo que era amiga

 

—Yo puedo decir que soy Crazy Malfoy y eso no lo va a hacer cierto

 

—Si está en el castillo debe ser de la familia

 

—¿Cómo todos los vagabundo y ladrones?

 

—...

 

 

Había salido de la cocina hacia la bodega y se disponía a organizar lo que había comprado en el callejón con las monedas entregadas por León cuando escuchó un grito en algún lugar bajo sus pies. No tenía que preguntarse quien era, ya lo sabía. Catherine había perdido algo más que su cordura. Aseguraba buscar un ratón fluorecente llamado Vicente que le había pedido dinero prestado y se había desaparecido. La primera vez que Rhyfs escuchó la historia se retorció de risa y felicitó a la elfina por su sentido del humor en tiempos de crisis. Pero al ver que la historia era real para ella, se preocupó.

 

Se disponía a bajar al sótano por la escalera auxiliar a un costado del vestíbulo principal cuando escuchó algunas voces en la sala principal. Temió. De la misma forma en como había muerto Bran, a manos de un vagabundo que utilizó la sala de estar como motel personal, podía morir él. En principio pensó llamar a León para solicitar ayuda, pero este lo mataría por dejar subir a la mujer. Prefería un 50% de posibilidad de ser asesinado por un vago a un 100% de ser asesinado por León. Se acercó con cautela a la sala de estar y cuando reconoció a los dos visitantes, suspiró.

 

Señorita @GoshI , joven @León Christopher —exclamó aliviado acercándose a la chimenea—, que alivio que sean ustedes y no unos vagos. ¿Cómo supieron que el amo León había despertado? cosas demoníacas, supongo.

Editado por León Crowley
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Por un momento la desconfianza del mago le tomó por sorpresa, pero en cuanto analizo la situación noto que estaba en todo su derecho. Había llegado sin avisar, sin invitación, después de años de no haber estado en contacto y yendo aún mas allá el mago no se veía en su mejor momento, lo cual hizo pasar a la mujer del enfado a la preocupación.

 

El aspecto de León era terrible, como si estuviese pasando por una terrible enfermedad, aunque dudaba que aquello fuera la causa de su desmejorada apariencia, miles de cosas podían ocasionar que un mago tuviera aquel aspecto.

 

- Tranquilo Crowley…- dijo la Lestrange en tono conciliador. – Sé que debí tal vez mandar una lechuza antes de venir, pero la verdad es que no pensaba encontrarte en casa, solo quería saber de ti, anoche tuve un sueño muy extraño y tuve la inquietud de saber de ti. Me le escape a tu elfo, por favor no lo mates, no quisiera cargar con su muerte en mi conciencia.

 

La mirada del mago era aun de desconfianza, por lo que la mujer decidió darle algunas razones más para que bajara la guardia.

 

- Primero que nada ¿Te parece si te sientas? Temo que te desplomes en cualquier momento…- la morena acercó una silla y le ayudo a sentarse en ella antes de continuar. – Tomando en cuenta como está el mundo mágico y más aún como estas tu específicamente creo que sé por dónde va tu desconfianza, soy yo León- indicó mientras empezaba a enumerar detalles que solo ambos podían saber- Sueles llamarme Sole, pase una que otra noche en una cama que estaba justo ahí- señalo con el dedo- Tenemos un hijo y una extraña historia al respecto- continuó- Quisimos tirar una pared de la mansión Rambaldi y pasamos un muy agradable momento en una bodega en el jardín de mi casa… amas el vodka más que a nada en el mundo, creo que son suficientes detalles ¿no?

 

Sol estaba realmente preocupada, por lo que se colocó en cuclillas junto al mago antes de tomar su mano y preguntar.

 

- ¿Estás bien? ¿Te puedo ayudar en algo? Creo que ahora comienzo a entender mi sueño, la verdad es que no recuerdo gran cosa, solo sé que tú estabas en él. ¿Quieres que te sirva un vaso? – preguntó sonriendo. Si algo podía ayudar al Crowley era justo eso, el vodka, su mejor medicina.

Editado por Sol Lestrange Black R

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León estaba agotado, la luz cada vez irritaba más los ojos aumentando el avance de las venas rojas sobre el iris gris y se volvía a cada minuto más difícil no conciliar el sueño. Sabía que una vez que cerrara los ojos irremediablemente terminaría dormido y en consecuencia, el demonio que lo perseguía estaría más cerca de lograr lo que quería. Volvió a bostezar, cansado de la situación y de todo, pero no se animaba a volver a dormir. Si fuera por él ni siquiera volvería a parpadear, era un peligro constante.


Se llevó las manos a la cara para cubrirse de la luz, se le había olvidado por completo lo que era el buen comportamiento y los modales, era una suerte que ni su padre ni Claudia estaban presentes. Era tal el cansancio que ni había notado la presencia del elfo hasta que este entró en la sala. Y aun ahí le costó reconocerlo, con la vista nublada demoró unos instante para al fin se darse cuenta de se trataba de Rhyfs.


-Demoniacas, no podría haberle dado un calificativo mejor- lo felicitó. No tenía idea de que su padre se encontraba en el castillo, mucho menos de que estaba durmiendo. Eso le provocó una leve sensación de envidia. Pero otro tema le dio más curiosidad -¿Desde cuándo se meten vagos en la casa? Creía que había protecciones en el castillo, pero claro. Debe de ser otra mentira, otro engaño por el hombre que me dio la vida - dramatizó, pese al sueño no quería perder el humor.


Lo más probable era que el padre de León tuviera una solución a su problema, sin embargo no era un tema que estuviera listo para enfrentar. Aunque le quedara poco tiempo, no estaba seguro de querer pedir ayuda. Era muy orgulloso para eso.


-Rhyfs, de casualidad ¿tú sabes si mi padre tuvo problemas con un demonio llamado Dalkiel?

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Sonrió ante la respuesta del Crowley y un leve tono rosado impregnó sus mejillas.

 

-Lo siento, es que por la luz no llegué a ver del todo bien tu rostro. -Se levantó del asiento y se acercó a León para estrecharle la mano. Era una posición incómoda para el Crowley, pero Goshi no quería perder los modales.- Mi nombre es Goshi Black, Crowley de segundo apellido. Tu padre me ha acogido como su hermana así que serías algo así como mi... sobrino?

 

La conversación se vio interrumpida por la aparición de una de las criaturas del castillo. Parecía algo alterado, lo cual hizo que la Black se pusiera en posición de alerta. Su hermano aún no bajaba de su habitación, y eso le parecía lo suficientemente extraño.

 

- Oh, Rhyfs, eres tú.

 

- Señorita GoshI, joven León Christopher exclamó el elfo acercándose a la chimenea, que alivio que sean ustedes y no unos vagos. ¿Cómo supieron que el amo León había despertado? cosas demoníacas, supongo.

 

¿Despertado? ¿Acaso era muy temprano?

 

Cuando cayó en la cuenta en el real sentido de las palabras a la Black le dió un síncope y abrió los ojos de par en par. En cuestión de segundos Goshi pasó por todos los estados, preocupación, dolor, alegría, pero por sobretodo culpa e indignación consigo misma. No podía perdonarse cómo no se había enterado de semejante ¿incidente?, ni siquiera sabía qué había pasado realmente. Tuvo el impulso de salir corriendo escaleras arriba hasta encontrar a su hermano, pero algo en su cabeza le dijo que no, que no era momento.

 

- Yo simplemente he vuelto de visita, ¿qué ocurre?

 

Lo dijo en un tono tan bajo, que nadie en la sala la escuchó. Sus palabras habían sido pisadas por las de su sobrino, que parecía estar al tanto de la situación.

 

- Rhyfs, de casualidad ¿tú sabes si mi padre tuvo problemas con un demonio llamado Dalkiel?

 

Frunció las cejas y se cruzó de brazos para escuchar atenta la conversación entre León y la criatura. Dalkiel, Daniel, Drakiel o lo que sea. Lo único que le quedaba claro era que el demonio había estado en problemas, y esas no eran buenas noticias.

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