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Encantamientos


Liam Black
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Mientras intentaba solucionar como meterme al lago, aunque me daba desconfianza. De inmediato y sin una razón explicable, la primera palabra que se me venía a la mente era ¡plumas! Por un momento, estuve a punto de convertirme en la minina persa blanca que era y ponerme a jugar con ellas para quitarles unas plumas, eran demasiadas, de varios colores y tipos, pero algo me hizo razonar. No era momento para jugar.

 

De repente, lluvia. De alguna forma parte del agua de la laguna se había convertido en lluvia e hice una pequeña mueca, no quería mojarme y era algo irónico que los duendes y duendecillos que llevaba en mi mochila estuvieran más protegidos que yo. En ese momento se me ocurrió una idea, para demostrar que la laguna era peligrosa. Saque a uno de los duendes, que todavía tenían el encanto de Locomotor Wibbly y a uno de los duendecillos, aunque a este le aplique un petrificus totalus, que estuviera cegado por el mocomurcielago no le impedía volar. Me acerque un poco a la laguna y los arroje a ella.

 

-¡Profesor, miré!- Grite, señalando a los duendes. Apenas habían tocado la laguna quedaron congelados.-No entró ahí, ni de chiste. No me han enseñado a descongelarme estando congelada. En fin, ¿no le da gusto que los trajera?

 

Me dolía deshacerme de mis pequeñas mascotas, al menos me quedaba un ejemplar de cada una. Retrocedí todavía más, sintiendo la energía de la laguna. Al menos de esa forma no me reprocharía el profesor que no quisiera entrar a la misma.

 

-Debería haber alguna forma de detectar que un lugar tiene trampas como esta, o la anterior en la pradera.- Comenté, una vez que me aleje de la laguna. Nunca había sido buena con los hechizos, relacionados con el agua. Me quede pensando en ese momento en los duendes, no podía dejarlos ahi. Olvidandome del peligro, con mi varita en mano todavía, me acerque aunque me detuve bastante cerca. -¡Accio duende!

 

Repeti el hechizo una vez más y pronto tuve a los duendes congelados. Realice un hechizo de fuego invocado, saliendo de mi varita un par de llamas azules, una para cada uno, moviendolas con cada una de mis manos, puestas sobre cada llama. Las mismas fueron derritiendo el mismo el hielo, dandole calor a los duendes. Sin embargo, por alguna razón, los hechizos de los duendes habían finalizados, escapando, quizás a lo mejor por la magia de la laguna, podía ser tan fuerte en terminar los hechizos y por eso el profesor había pedido que entraramos en ella. Cuando termine de descongelar a los duendes, las llamas azules desaparecieron. El fuego invocado era perfecto para esos casos.

 

Todo paso muy rápido, no sentí el viento que se unió a la leve lluvia que nos rodeaba, aunque no era de extrañar. Mi compañero seguía dormido, a lo mejor no era ninguna poción y solo era el hechizo durmiento, se podía saber si la persona dejaba de respirar mientras parecía dormido, pero algunas pociones actuaban igual.

 

Tome mi mochila, extrañamente vacia. Pude ver a lo lejos que los duendes que escaparon de los hechizos llevaban a sus compañeros con ellos. Suspire. Sin mascotas y sin liberar a mi compañero del hechizo en que se encontraba.

 

-Ni modo.- Pensé. Señale a los duendes, no estaban muy lejos pero no iría a atraparlos de nuevo.-Finite incantatem.

 

Realice ese hechizo mentalmente, liberando a los otos duendes de los hechizos que tenían. No los dejaría ir así, pobres. Curiosamente, en ellos si funcionó el hechizo, quizás era por la magia de la laguna que había recibido con la lluvia y el viento.

Editado por Lyra Katara Ryddleturn

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Había notado aquello, no estaba segura pero lo había notado, aún ahora cuando había encarado mal a Lisa y luego habían tenido que ocuparse de otra cosa había escuchado el susurro. Malfoy. Ahora que estaba junto a la jefa de seguridad y Mei para ayudarlas a cumplir la tarea de desencantar a Jock giró su mirada hacia Mackenzie mientras esperaba la respuesta de las otras dos. Algo la preocupó más que antes aún, la adolescente se veía en el reflejo, como si no se reconociera a si misma, buscó tocar su rostro y se lo impidió el frío que comenzaba a hacerse notar como una barrera para frenarles en su búsqueda de la magia.

 

Su mirada castaña notó al instante el cambio, mientras la voz de Katara sonaba en tan vanos intentos como los suyos de utilizar el Finite, no pensado si no hablado esta vez. Pero ya no le interesaba Jock, se fue acercando sin darse cuenta a Mack, tantas veces había visto su rostro en las reuniones del Wizengamot que no dudó ya más era ella cuando, por algún motivo que desconocía, deshacía el efecto de la metamorfomagia. ¿Qué está ocurriendo? Se preguntó la pelirroja intentando relacionar toda la farsa anterior con el cambio actual.

 

Vió las líneas de fuego, el calor que ellas emanaban ¿serían suficiente? Su mente intetaba aún encontrar la conexión entre uno y otro hecho. Giró para ver el lugar de que venían. El pozo. La tentación de ir hacia él y buscar respuestas era muy grande. ¿La Malfoy había caído o había sido arrastrada hacia allí antes que Ainé la rescatara? Pero ¿la había realmente rescatado? Su revelación no se debía a ninguna poción como el veritaserum, obviamente.

 

La Potter Black se encontraba como encantada viendo los hechizos que la Malfoy realizaba, los aros de fuego, las aves, la rueda de energía y luego la lluvia. La magia estaba siendo canalizada pero Darla estaba insegura de que aquello fuera suficiente. La voz de Katara sonó a unos metros de ella y desvió la mirada hacia el duende congelado. Sacudió la cabeza, vaya ideas.

 

A pesar de todo la pelirroja no pudo evitar pensar en su clase de runas mágicas en ese momento, su mano se movió con soltura mientras murmuraba flagrate generando la estrella de puntas, con suavidad fue repitiendo el encantamiento para generar cada una de las runas que representaban los elementos.

 

Sabía que no debía intentar aquellos hechizos pero sin inmutarse con algunos de ellos la vampiresa fue murmurando uno tras otro los mismos: terreus, un montículo se formó sobre la runa de tierra, incendio, una llama comenzó a flotar sobre su respectiva runa, aguamenti, el chorro de agua calló sobre su runa, hubiera prefierido un aqueora que formara una esfera más consistente pero era lo que había, finalmente el aire quedó sobre su propia runa contenido dentro de un casco burbuja que la pelirroja invocó, si, su función no era exactamente esa pero era lo que tenían.

 

Observó las fuertas que emanaban de los cuatro elementos y luego utilizó una ve más el flagrate para ir dibujando un círculo y una nueva estrella, junto con más runas. La fuerza de los elementos esperaba ayudaran a aquel antiguo hechizo, en su momento lo había hecho para ella, ahora lo hacía para abrir la mente y traer de nuevo a Jock. Los flagrates dibujaron cada runa, seguía pensadon en la estrella como en una persona, con cabeza, brazos y piernas y en el centro su esencia, solo que esta vez esa persona no era ella, era Jock. En la "cabeza" colocó la runa que trae luz en plena noche, para iluminar su mente, sus decisiones y despertarle una vez más. En lo que ella consideraba la izquierda, había colocado la runa del amanecer, para que en el corazón de Jock hubiera un nuevo inicio y latiera con la misma o más fuerza que antes. A la derecha, la runa de la energía de la transformación, como simbolizando la mano de la acción y del inicio de nuevas etapas, ya que era necesario que Jock dejara atrás la etapa de congelación que tenía. En su "pierna izquierda", donde estaba el movimiento, el andar, estaba la runa que imprime a la vida movimiento veloz hacia adelante, y en su "pierna derecha" la que libera la mente. Después de todo, para dar un paso, la mente debía estar liberada, esperaba que con ello el conjuro funcionara. Finalmente agregó en el centro la runa de la fertilidad, salud y abundancia, por algún motivo decidió darle eso más que otra cosa, ya que por más decisión que hubiera en la mente, si el corazón, el espíritu no acompaña sería solo un autómata avanzando hacia la nada y dudaba mucho de que Ainé quisiera un autómata.

 

--PAR-tus TEMP-or-us --pronunció el Partis Temporus apuntando a la extraña creación, la barrera contuvo a los elementos que unificaban la energía y la magia junto con el antiguo hechizo de runas mientras la pelirroja volvía a efectuar un suave movimiento susurrando --win-GAR-dee-um lev-ee-OH-sa --se sintió como las historias que había leído sobre Hermione Granger al pronunciar el Wingardium Leviosa.

 

Con suavidad movió el pentac.u.lo hacia el pecho del mago, él era como el quinto elemento en aquel momento, esperaba que la magia pudiera servir de algo más que un simple estadío y se canalizara a través de aquel conjuro y liberara al mago de su letargo, si no tendría problemas por mezclar encantamientos con runas y por las barbas de Merlín esperaba que después de eso el bendito Finite Incantatem funcionara y Jocker reaccionara.

 

Como si despertara de un sueño se volvió hacia Mei y Lisa, carraspeó algo nerviosa y preguntó con voz de niña ingenua.

 

--¿Alguien tiene alguna otra idea? Quiero volver a casa --y aquello le recordó que lo siguiente sería canalizar la suficiente magia para volver a conectar la mente de Liam con la Universidad y "recargar" el traslador como si de una pila se tratara, lamentó que no se pudiera utilizar el encantamiento recargador que servía para llenar botellas para recargar a la gente y su magia.

Editado por Darla Potter Black
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Un solo gesto por parte de la Delacour cambio mis ánimos, aunque las elucubraciones seguían presentes. Aquella fémina tenía algo que esconder y yo, como jefa de seguridad del ministerio, lo iba a descubrir, a fin de cuentas, si era quien estaba pensando, estaba bajo mi absoluta protección. ¿Por qué la vice ministra de magia tenía que esconderse, mucho más ante una de sus más leales seguidores? Sucumbí ante la mirada de Mei y deje pasar la discusión, al menos, por el momento. Tome su mano y tire de ella.


Seguramente la castaña se sorprendería ante lo fácil que habia sido convencerme, era raro, mucho de hecho, pues ser necia y actuar por instinto eran dos de las partes claras de mi personalidad, pero tenía un as en la manga, estaría con ojo a visor el resto de la clase y ante un mínimo movimiento extraño por parte de la bruja, saltaría como ave rapaz sobre su espalda. A mí no me las daba de cabeza hueca, sentía su aura y podía ver lo revuelta que estaba, quizás tanto como la mía. Subidas y bajadas de intensidad, negras, blancas, era como una montaña rusa muggle. Normal que se sintiese perdida.


Preferí omitir a Darla, después del juicio la relación, inexistente de por sí, se habia congelado más. Sus comentarios no me afectaban en lo más mínimo, ni siquiera su aire petulante y conciliador. No me fiaba de ella, ni mucho menos de sus ideales, eran totalmente opuestos a los míos y si me enfrentaba a lo que estaba diciendo, que en un principio quise hacerlo, acabaríamos ambas con las varitas dispuestas para un buen combate y aunque la clase era de encantamientos, estaba segura que el profesor no me permitiría demostrar mis conocimientos en aquel antiguo arte. Lastime, murmuro mi ego.


Hablando del rey de roma, pensé al ver como Liam movía los labios y comenzaba a hablar. A lo único que presente verdaderamente atención fue a la prueba que tendríamos que superar, pues la otra verborrea no merecía nada por mi parte. Un lago, conseguir entrar en él y ayudar a Jock, fácil y sencillo, ¿o no tanto? Cerré los ojos, al tiempo que caminaba hacia la superficie de aquellas nobles aguas. La luna se relajaba en ellas. Sonreí por primera vez cuando sentí la fuerza de Gaia en cada una de mis terminaciones nerviosas.


El Finite…. Un contra conjuro obvio y en aquella clase de la nueva universidad, obvio no significaba absolutamente nada. No dije ni mu, ¿para qué? Prefería centrarme en lo que tenía delante de mis verdes ojos, una superficie inmensa del líquido elemento que me llamaba con una fuerza asombrosa. En cuanto me dispuse a moverme para iniciar el protocolo necesario y poder así salvar al hombre, que tumbado en la hierba esperaba ser resucitada, la voz de la Malfoy llego hasta a mí. Porque si, el murmullo de su apellido mis oídos lo habían captado a la perfección.


Y todo cambio. La mujer se acercó al lago, dispuesta a ayudar, pero lo que hizo fue más que eso. El poder del componente natural por excelencia entro en ella, devolviéndole parte de sus recuerdos y su verdad. Cambio su aspecto, retornándole el que yo conocía. Un rugido de alivio se apodero de mí. Tenía razón, aquella era quien yo esperaba; Alguien por la cual habia luchado en varias ocasiones y le tenía un total respeto. Un alto mandatario del gobierno londinense. Seria, a partir de aquel instante, mi prioridad, junto con la Argentina.


Quise acercarme a ella, pero al ver en su mano la varita más poderosa jamás creada, detuve mi avance, tenía algo que hacer y todos los presentes lo supimos. Conjuro a los elementos, los cuatro. El calor primigenio me inundo y sin pudor alguno, quizás llevada por la mágica melodía de la naturaleza, me puse a su lado, para calentar las aguas. Una llamada de color rojo pasión apareció en la punta de Kim, una llama conocida como fuego eterno. Un gubraith propiamente dicho, que avanzo derribando todo a su paso y dejando que el hielo fuese parte del pasado


¿Cómo conocida ese hechizo? La misma madre tierra me lo habia enseñado, era capaz de eso y de más. Tan ensimismada me quede con los arcos de fuego de Mack, que no me había dado cuenta del que sucedía a mi alrededor. La Potter Black ahora era de mi equipo y teníamos que ayudarla a ella y al hombre tumbado en el suelo – Vamos con ello – Alce la varita y deje que la llama ingresase en el herido cuerpo del Black Lestrange, uniéndose a su pecho de forma poderosa. El calor recorrería sus poros, despertaría sus funciones motoras, revivirá su corazón, su mente, en cambio, seria cosa suya.


Ni por asomo lo quemaba, era como una descarga eléctrica propia de un medico muggle - Espero sea suficiente - Mi figura se resentía con cada segundo que aguanta aquel poderoso hechizo.

Editado por Lisa Weasley Delacour

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La energía mágica se desplegaba con fuerza inusitada por cada uno de los poros de la verde hierba que pisábamos, por cada partícula del aire que respirábamos, por cada gota de agua que nos mojaba la piel y en cada chispa de los fuegos que ahora iluminaban el lugar en una danza de vibrantes colores. A los encantamientos que había realizado Mackenzie, se unía ahora la magia elemental con runas realizada por Darla, dotando al lugar y a ellos mismos de un poder mágico como pocas veces había visto la Malfoy. Cuando Lyra convocó el fuego y Lisa invocó el fuego eterno, éstos iban cargados de un inmenso poder.

 

Fue precisamente en ese momento cuando la niebla que enturbiaba su mente terminó de disiparse. Con asombro, Mackenzie observó cómo una sustancia informe, gris y pesada, se deslizaba por todos los poros de su piel, se reunía en un círculo sobre su cabeza y tomaba impulso. Iba a escapar.

 

En un alarde de rapidez de reflejos, Mackenzie creó un frasco de la nada y con un golpe certero de su varita y un encantamiento de dos sílabas logró atrapar aquella masa informe e introducirla en la pequeña botella recién creada. Se volvió hacia su jefa se seguridad a quien ahora reconocía bastante bien. Hasta entonces, lo del fuego eterno le había parecido irrelevante, pero ahora, una vez superada su propia crisis, el recuerdo le hizo enarcar una ceja. ¡Vaya, vaya! Con que esas tenemos. No dijo nada, a pesar de las probables inclinaciones de Lisa, algo que ya sospechaba desde hacía tiempo, confiaba en la mujer.

 

- Toma ésto, Lisa. Creo que el Departamento de Misterios debería estudiarlo. Y probablemente también el de Criaturas. Trátalo con mucho cuidado. Creo que es como un veneno, aunque no causa la muerte, sino más bien todo lo contrario. Pero no por ello es menos peligroso y no creo que exista ningún antídoto para esa cosa -señaló la materia gris informe que daba vueltas en el interior de la botella transparente, cambiando de forma con cada giro. A veces, se tornaba más consistente, otras, parecía una sutil niebla apenas perceptible. En ocasiones, daba la sensación de estar formada sólo por pequeñas partículas elementales que chocaban entre ellas formando pequeñas explosiones.

 

Jocker parecía mejor, a pesar de que nadie le había aplicado un finite incantatem. No obstante, la magia del lugar estaba elevada a tal punto que probablemente no fuera necesario. No obstante, por seguridad, alguien debería pronunciar o al menos pensar las palabras obvias. Finite Incantatem.

 

- Cuando termine la clase, Lisa, quizás deberíamos volver a la fosa. Hay algo allí...

 

Mackenzie reprimió un escalofrío, pero no continuó. Miró a Mei, la jefa de la oficina del Ministro y a Darla, la que había sido su compañera en el Wizengamot, tiempo atrás, y ahora era un alto cargo de la Oficina de Inquisidores. No estaba para nada desprotegida. Si quería iniciar una misión de caza de la extraña criatura, contaba con un personal muy cualificado para ello.

 

No obstante, ahora recordaba muy bien cuáles habían sido sus motivos para apuntarse en la clase de encantamientos y hacerse pasar por una chiquilla boba.

 

- Profesor, espero que no le incomode mi presencia en la clase. Ya ve, hubiera sido más fácil seguir siendo la chica boba, ¿verdad? Pero como parece que las cosas no han salido como ninguno esperábamos, ¿le importaría decirme qué es lo que está sucediendo? ¿Porqué Jocker ha resultado encantado?

 

Eso era lo malo de ser la Vice-Ministra. Si uno asume un rol de responsabilidad, no puede soslayar la autoridad del cargo sin desmerecerlo. Por lo tanto, estaba obligada a ejercer como tal, ahora que su máscara había desaparecido. Una pena, después de todo, pues bien sabía Mackenzie que el poder engendra soledad.

 

- Y otra cosa, -continuó- antes no respondió a mi pregunta sobre el tiempo, pero me temo que tendremos que hablar despacio usted y yo sobre ese tema. ¿Conocía este lugar? ¿Había visto alguna vez a la criatura que me atacó? ¿La vio al atacarme? ¿Sabe qué forma tenía? Aunque ese tema puede esperar, si no desea tratarlo ahora.

 

Puede que a pesar de todo, aquella clase le hubiera resultado muy útil. No obstante, iba a tener que aguantarse la humillación de que corriera por todo el Ministerio que la Vice-Ministra tomaba clases de encantamientos. Lo soportaré -se dijo- consciente de que era capaz de hacer los mayores sacrificios si eso beneficiaba sus investigaciones. Además, quizás pudiera pedirle a Lyra que le dejara quedarse con uno de los duendes que había recogido, parecía que tenía un cargamento con ella.

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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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La melodía se hacía presente en el ahora brillante claro. La unión de los cuatro elementos era impresionante y estaba funcionando, pues no solo estaba ayudando a un Joker encantado, si no que derribaba las abarreras de la mente de Mackenzie, trayéndola de nuevo al mundo real. Mientras seguía la balada que la madre tierra entonaba para mí, conseguí contemplar como de la cabeza de la vice ministra de magia, pues ya no habia dudas que era ella, salía una masa grisácea con las intenciones claras de escapar.


Mis ojos verdes se abrieron del todo, ¿Qué era eso? No creía haber visto nada igual en todos mis años de investigación, pero la magia era así, evolucionaba con el paso del tiempo y teníamos que estar firmemente conscientes todos, de que el conocimiento no ocupa lugar, es decir, aquello era así, día a día, prueba tras prueba, conocer y reconocer los innumerables vestigios de esta, como controlarlos y la mejor manera de deshaceros de ellos si en algún momento se interponían en nuestro camino, como era el caso.


La Malfoy actuó rápido, creando un frasco y conteniendo el avance de la desagradable cosa. Cuando se volteo a verme, supe que todo volvía a ser como debía ser, o al menos, el principio de lo que algún día fue. Me cuadre ante ella, ya no era una frágil niña boba, si no mi jefa y aunque algunas de sus acciones o ideales no iban con los míos, ante todo mostraría esa lealtad que tanto me caracterizaba y con la cual habia luchado y vencido en más de una batalla. Habia optado, recién salí de la academia, por un puesto en lo más alto del gobierno, ahora debía hacer honor a esa promesa.


– No se preocupe – Ya no habia en mi voz reproche, ni ganas de molestar, ahora portaba un cargo – Estará seguro conmigo – Y así, era, mi prioridad en aquel instante era sencilla; mantener con vida a la Delacour y a la recuperada jefa del ministerio de magia londinense.


Nunca me habia sentido tan orgullosa de pertenecer al gabinete que regentaba hasta que y de la boca de la castaña salieron las palabras necesarias para iniciar el protocolo de seguridad. Reprocho el control al profesor y tomo de la situación, eligiendo cerrar la grieta del suelo y no pasándola por alto como habia hecho el – Sera un placer ayudarla – Y diciendo esto, enarbole a Kim de manera más fuerte, estaba dispuesta a entrar en acción cuando fuese necesario. Me situé al lado de mi sobrina, de mi mejor amiga y líder y dándole u ligero empujón, susurre un – Tenía razón, ¿ves?

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Por suerte, la situación no había llegado más allá de lo que ella ya estaba previendo, aunque la situación dio un giro inesperado. Mientras Liam hablaba, se había quedado observando a Mackenzie, quien parecía estar bastante perdida en sus propios pensamientos, hasta incluso tenía cara de no entender nada, pero no se centró demasiado en ella.

 

Ahora el lugar al que habíamos llegado era de la misma zona, aunque un poco alejado del lugar principal donde habíamos llegado, un enorme lago con distintos colores en el fondo y una cascada que le proporcionaba constantemente agua. Su atención se centró totalmente en él, le era inevitable, se sentía atraída de forma irremediable a él, a fin de cuentas, el ser un miembro de la Orden de la Mano de Plata iniciada y con sus poderes en desarrollo se hacían presente ella. Aún así oía la consigna a seguir, debían traer de vuelta a Jocker, quien parecía estar ido, aunque la causa de ello nadie lo sabía a ciencia cierta.

 

De reojo alcanzó a ver que alguien también se había acercado al lago, y era Mackenzie, pero… no era Mackenzie Yellbridge, o más bien sí, pero ahora el rostro y las facciones le correspondían a una Mackenzie totalmente distinta, ¡la Vice-Ministra!

 

Estaba por decirle algo a Lisa, a Liam, al resto de la clase, pero ya era demasiado tarde, la mujer se había empezado a mover por sí sola, tenía un objetivo, evidentemente, por lo que sería inútil interrumpirla en ese instante. Se volteó, observando a su ahora grupo compuesto no solo de su tía y ahora futura prima, sino también por Darla. Ésta última había comenzado a dibujar unas runas extrañas que no entendía, aquello no era su fuerte; mientras que la Weasley se encargaba de hacer lo suyo. Ella tenía que cooperar, en la tarea anterior no había hecho nada.

 

Una idea cruzó su mente, por lo que comenzó a bordear el lago. No le era difícil hallar una zona especialmente cargada de energía, antes de llevar a cabo lo que iba planeando poco a poco, debía de aprovechar de absorber la mayor cantidad de energía mágica posible. Alcanzó a notar que Lyra comprobaba si el agua tenía algún hechizo que servía como mecanismo de defensa. Suerte que lo vio, por lo que con ello pudo concretar el qué hacer exactamente.

 

Se detuvo en donde el área del fondo del lago era color rosa, el más llamativo de todos. Allí era. Sacó a Aukan que la había guardado luego de pasar por aquella mini aventura para llegar al aula de la clase y apuntó al lago.

 

Glacius – susurró, haciendo que el agua se congelara, formando un camino que llevaba directamente a la zona rosa. Caminó a través de él, mientras permaneciera en él, la defensa del lago no la afectaría.

 

No tardó demasiado en llegar, por lo que apartó la varita un instante, clavando la vista en las tranquilas aguas que apenas se movían de forma suave debido a la caída de la cascada. Debía meterse, pero no quería congelarse apenas lo hiciera, la solución la tenía, solo que no sabía qué tan bien surtiría efecto.

 

Impervius – dijo, esta vez apuntándose a ella misma.

 

Ya estaba, ahora solo debía dar el salto de fe. Y solo unos segundos después lo dio. Se había lanzado al agua, aspirando aire a bocanadas antes de ello, pues aun con el hechizo encima no tendría aire por el cual respirar.

 

Comenzaba a descender lentamente, lo cual era bueno, su idea había funcionado y le había evitado terminar congelándose apenas tocara el agua. Ahora, solo debía dejarse llevar, su propio peso la sumergía, hasta que iba llegando a la parte más profunda. Podía verla, la energía se movía, danzando un baile sinfín con el agua, creando pequeños remolinos que no hacían más que mover el cabello de la castaña. Si hubiese podido aspirar, lo habría hecho, era una sensación única, sentir cómo su cuerpo se nutría de aquella vitalidad tan única, tan poderosa.

 

Le estaba costando respirar, pero aún se mantuvo allí, debía absorber la mayor cantidad de energía que le fuera posible, pero al cabo de unos pocos segundos ya sentía que, de seguir allí, terminaría muriendo de asfixia. Su varita aún permanecía en su mano, por lo que levantó el brazo y pensó en un “Ascendio”, a lo cual, sintió que rápidamente comenzaba a subir como si fuese propulsada por algún misil muggle o algo similar.

 

Aspiró de forma compulsiva, llevando sus pulmones de aire una vez salió a la superficie, pero en cuanto se percató a la altura que había llegado a quedar, se dio cuenta de que, de no hacer algo rápido, terminaría por caer al agua de nuevo y su impervius había finalizado en cuanto salió del lago.

 

¡Glacius! – alcanzó a decir, apuntando al área donde caería, o eso suponía. Suerte la suya que cayó allí y que había tenido tiempo de crear una plataforma de tamaño considerable, de otra forma había terminado en el agua nuevamente. Aunque el costo había sido caro: se había dado de lleno contra el duro hielo.

 

Como pudo se movió en aquel bloque de hielo hasta llegar a la orilla y saltar para llegar a terreno seguro. Una vez estando allí, trotó hasta encontrarse con el grupo de la clase. Respiraba agitadamente, aún sus pulmones no se habían acostumbrado a lo sucedido y hasta reclamaban por algo de descanso ya que la garganta comenzaba a arderle. Se acercó rápidamente a Jocker luego de que Mackenzie le ejecutara el hechizo de gracia, pero aún no reaccionaba. Esperaba que su idea valiera la pena.

 

Se agachó, aprovechando a recuperarse ella también y con cuidado, llevó ambas manos al cuerpo del mortífago: una a la cabeza, y la otra, directamente al corazón. Era la forma más rápida de transferirle la energía que había logrado acumular, y a medida que sentía el fluir de la misma de un cuerpo a otro, aquella vitalidad que la había hecho sentirse tan poderosa y capaz de invocar hasta el hechizo más difícil pensado, se iba desvaneciendo poco a poco.

 

Ya, – dijo en cuanto sacó sus manos de él, mirándolo de forma curiosa – esperemos que reaccione y que lo que hicimos ayudara.

 

Aunque por mí, podrían haberlo dejado así, no estaba muerto y era mucho más indefenso, sin capaz de levantar la varita contra nadie pensó mientras se levantaba y se dirigía con Lisa, quien no tardaba en dirigirle unas palabras, con lo cual, se limitó a responder con un intercambio de miradas que sólo podía significar “no molestes”.

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Jocker no obtuvo respuesta alguna por parte de Ainé, que dejó sin final su explicación a causa de las palabras del profesor de Encantamientos que invitaban a acercarse hasta una copa dorada que sacó tras un escritorio y que haría las veces de traslador.



Quiero que todos toquen el traslador para que podamos continuar con la siguiente parte de la clase. Yo iré detrás de ustedes —dijo.



El ojimiel que ya había vuelto en sí, se limitó a seguir a sus compañeras de clase, sin preguntar o cuestionar nada; después de todo, se sentía un poco perdido y quería aprobar satisfactoriamente aquella asignatura de nivel avanzado para tomar el puesto en el Ministerio que le habían ofrecido.



El cambio de ambiente fue radical: de un salón de clases común y corriente, se pasó a un campo abierto, cubierto completamente por un intenso verde que parecía brillar con el paso del viento. Campo de Hadas, dijo Liam que se llamaba.



La energía de un mago es muy importante para realizar cualquier tipo de hechizo, pero si se trata de un encantamiento, es lo primordial. Y por eso los traje aquí…



Las palabras del profesor para introducir la teoría a la clase fueron bastante elocuentes. Jocker había estado en otras antes, en donde quien se suponía debía ser el maestro, no eran sino más bien charlatanes que apenas y tenían un poco más de experiencia comparados con sus alumnos. El patriarca de los Black Lestrange recordó entonces su época de maestro en la antigua Academia de Magia y Hechicería, se preguntaba el cómo lo verían en aquel tiempo sus propios alumnos. ¿Sería, acaso, como él estaba viendo ahora a su profesor o se acercaría más a esos otros que no recordaba de buena manera?



Haremos de esto una competencia —dijo entonces Liam, interrumpiendo el flujo de ideas y recuerdos que se había generado en la mente del mortífago.



La clase fue dividida en dos grupos. A Jocker le correspondió hacer equipo junto a Lisa y Mei; y tras unos breves segundos y una floritura de parte del profesor, que por cierto se alejó junto a Darla, un mar de pequeñas criaturas se abalanzó sobre ellos.



¿Es en serio? —susurró al viento, al tiempo en que alzaba una ceja. No le hacía ninguna gracia tener que compartir tiempo nuevamente con la fenixiana líder de la Orden, pero más no podía hacer, el Juramente Inquebrantable prevalecía.



Los duendes que salieron de todas partes comenzaron a rodearlos y antes que Jocker empuñara la varita, las chicas ya tenían un desmadre total. Eso sí, uno de los hechizos le llamó la atención más que otros, aunque no fue el hechizo, sino más bien la varita ejecutora. Sin duda alguna, la potente energía de la varita de Sauco reveló su poder de manera autónoma, aunque le causó extrañeza que quien la manejara no era su dueña… a menos que…



Una sonrisa se esbozó en el rostro de Jocker que recién notó la presencia de su mediohermana en la clase. La reconoció sólo a través del objeto mágico legendario que poseía, la había visto utilizarla en varias ocasiones cuando compartían sillones en el ya extinto Wizengamot ¿Pero qué hacía Mackenzie disfraza de la manera que estaba? El ojimiel sintió curiosidad y se preguntó si existía alguna forma de aprovecharse de ello. Seguramente tendría tiempo de averiguarlo luego, que ahora debía prestar atención a los gigantes y al abismo que aparecieron también de la nada y que avanzaban en dirección a ellos.



Quizá por el influjo de la veela, Jocker se limitaba a realizar una cosa por vez, por lo que mientras planificaba mentalmente la forma en que actuaría frente a los distintos obstáculos que se presentaban, su mente se perdió nuevamente entre sus ideas, dejándolo inmóvil corporalmente, como si se tratase de una estatua, inconsciente del tiempo, del espacio y de todo lo demás.



Ni cuenta se dio Jocker que fue literalmente transportado con magia hasta la rivera de una laguna. Allí, sus demás compañeras tratarían de desencantarlo del embrujo que continuaba en él gracias a la veela que se había encontrado en el camino a la clase.



Para él sólo existían las imágenes que pasaban por sobre sus ojos, imágenes que tenían la consistencia de un sueño cansado, que venía y cambiaba a cada paso soñado, a cada giro dado y a cada rostro identificado. Era una sensación extraña, pero placentera, aunque a ratos, angustiante.



Entre sueños escuchaba que unas voces dialogaban en un idioma distorsionado. No les tomó mucha importancia hasta que, de pronto, poco a poco las voces se fueron haciendo más claras y las imágenes más opacas, con excepción de uno solo que se aclaró más y más: el de Ainé, que lo miraba fijo.

Editado por Jock

אהבה מושלמת באה במהירות, וכל השקרים צורחים מושתקים


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Mackenzie había decidido terminar aquel juego que comenzó con la clase de encantamientos y mostró su verdadera identidad, cómo respuesta a un poder que de otra forma no habría podido justificar. Innumerables maniobras de diferentes grados de dificultad se fueron sucediendo progresivamente, con un único objetivo. Así era la magia, grandiosa e infinita. Pero también era complicada e indescifrable.

 

Varios intentos y Jocker no salía de su letargo. ¿Todo eso se debía al poder de una veela? ¿Por eso Jocker no podía despertar de ese sueño profundo en el que había caído y al que nadie le dio importancia hasta que fue demasiado tarde? Hasta la misma Ainé obvió las señales, con la firme creencia de que aquello sólo sería algo pasajero y del que se recompondría más rápido que de un resfriado. Aguardó a que su hermana, a cara descubierta, realizara su cántico y se maravilló con el llamado al viento, o las runas de Darla y los detalles de Lyra. Pero, faltaba algo más. ¿Qué podía ser?

 

Su hermana parecía enfrascada en un discusión sobre algo que le preocupaba y encaraba a un profesor contrariado que ya no podría omitir el poder de su interlocutora. Como tampoco Mackenzie podría omitir los sentimientos que despertaba sobre sus subalternos. Ainé sonrió y prometió comentar la escena luego con su compañera de travesuras. Ahora no era el momento.

 

El cuerpo del Black Lestrange, luego de recuperado de la fuente de agua, yacía sobre el terreno y Mei, muy cerca de él, le transfirió una energía que pareció reavivarle. Pero la esperanza se disolvió al igual que condensación del ciclo de agua que Mackenzie había forzado. La sacerdotisa se abrió paso entre sus compañeros y vertió el liquido de una pequeña capsula que sacó de un bolsillo oculto de su túnica. Era de un azul vivo y humeante. Abrió los labios de amante, vertió el liquido y los selló con un beso. A estas alturas ya podía ser cualquier cosa: que Jocker estuviera fingiendo o que de verdad lo necesitara. De cualquier forma, sabía que le agradecería el gesto y sabría pagárselo.

 

A veces, la magia necesitaba más que destreza y una buena ejecución, para funcionar. Y, esperó, sujetando la cabeza del mago en su regazo, a que despertara.

 

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Era tal cual como lo había pensado. Magia pura dispersándose en todas partes del ambiente, recargada con la energía que el lugar representaba. Había supuesto que sus hechizos se verían intensificados ante la magia del lugar, pero no podía concernir del todo los potentes conjuros que Mackenzie realizó, estando en una especie de trance menos potente que el de Jock, al parecer. Era hermoso, el fuego, el hielo, todos los elementos que juntó y lo que hizo que energía pura cayera en gotas sobre nosotros.


A ese punto ya no le prestaba demasiada atención a que la viceministra sea la supuesta Yellbridge, porque al menos eso lo había supuesto, mientras que aquel espectáculo me estaba dejando completamente maravillado. Luego se le unió Darla, usando los conocimientos de runas para crear algo que despertara al susodicho, más tarde Lisa, quien parecía más entretenida intentando desempeñar su labor ministerial en la clase que atender a Jock, pero aun así logró efectuar un... algo de fuego, que no era fuego realmente. También Mei... Si bien todos no estaban usando encantamientos en sí, era entendible que en una competencia no podían reducirse a tan poco.


​Y luego las preguntas por parte de Mackenzie que casi me volvieron a la realidad. Sabía que tener alumnos experimentados sería un problema. Ninguno de ellos querría acatar las órdenes exactas ni muy al pie, más bien se mantendrían al margen intentando no salirse por completo, pero el complejo de rebeldía se notaba en cada uno de ellos. No era algo que me importara tampoco, si no tenían ganas de asistir a una clase bien podían quedarse en sus casas, yo estaba haciendo mi trabajo. Sean ellos mis alumnos o no.


—Viceministra, déjeme decirle que me sorprende que haya decidido cursar esta clase, pero yo no soy quien para juzgarla, así que en cierto modo me alegra tenerla aquí —controlé mi tono de voz, ya probablemente diga lo que diga sonaría enfadado, pero realmente no era así. Al menos no ahora—. Al parecer, Jocker se desvió del camino normal y se topó con una veela mientras cruzaba el laberinto previo a la clase. Bueno, sabemos lo que hacen esas criaturas, y entonces ha estado "encantado" todo este tiempo. Supongo que con la energía mágica de este lugar, el encantamiento se potenció y fue casi imposible deshacerse por sí solo. Aunque es solo mi teoría.


—Respecto al tiempo... Sé de este lugar lo mismo que usted sabe. Vine unos días antes para analizarlo y me pareció una escena digna como para desarrollar mi clase. Había oído historias sobre un gigante que habitaba el lugar pero supuse que nada más eran historias, ya sabe, con nuestro perfil las historias pueden ser falsas o verdaderas y no le hice demasiado caso. No vi a la criatura que la atacó y no sé qué forma tenía, lo único que vi fue una masa grisácea desprendiéndose de su cuerpo. No entendí bien eso, pero me alegra que usted esté bien y con todo el ánimo recargado como para entrevistarme. Puede volver con su grupo, la clase no ha terminado.


​Sí, iba a tener que estar bastante anímica para soportar las entrevistas de después, pero que le harían a su persona. Tal vez la acusen de mentirosa, por asistir a una clase bajo un perfil falso, tal vez dudarían de su poder como alta jerarquía en la magia, pero si la mujer necesitaba que yo declare algo, entonces lo haría, defendería su imagen porque en realidad a la clase no había ido a hacer algo malo, sin dudas había resultado ser la más perjudicada y sobresaliente a la vez, teniendo que lidiar con un disfraz de cabeza hueca. ¿Qué había de malo en eso? Respetaba su decisión, y no por ser la viceministra, sino más bien por entendimiento ajeno.


No dejaba de pensar en lo ocurrido. Esa grieta que finalmente cerré momentos atrás, los gigantes, todo el peligro. Estaba claro que no trataba con alumnos menores de edad, es más, eran capacitados —quizás más que yo— y tenían la suficiente habilidad como para cuidarse solos, pero no podía negar que estaban bajo mi tutela. Un recuerdo fugaz cruzó mi mente, era de cuando había asistido a la clase de maldiciones de Leah. Había estado prácticamente solo, en peligro, con momias, inferis, mientras la profesora se había desmayado. Algo había limitado mi magia para que no pueda hacer otra cosa que magia oscura y por un momento creí morir, pero había sido la clase donde más aprendizaje adquirí. La práctica hace al maestro, dicen por ahí.


—Muy bien, chicos —hablé volviendo a hacer que, —o intentar que—, se agrupen—. Todos han hecho muy buen trabajo, tenemos nuevamente a Jocker con nosotros y podemos decir que eso es algo bueno. Todavía me cuesta decidir qué grupo va a la cabeza, cuál de los dos pretende conseguir el huevo de oro, pero faltan un par de pruebas aún.


»Al fondo del lago, he escondido dos banderas que se camuflan con el color del agua misma. Cada equipo debe escoger a una persona para que vayan por ellas, pero, una vez encontradas no será tan fácil regresar. Los restantes miembros del grupo, deberán hechizar la superficie correspondiente del lago para impedir que el nadador contrario gane. Únicamente pueden utilizar encantamientos y solamente pueden jugar con la superficie del lago, ni con ellos ni con el resto del lugar.


Con mi varita dibujé un Flagrate sobre el lago que marcó la mitad del mismo. Uno de cada equipo se metería por alguna de la zona del lago dividida y regresaría por la misma, mientras que los que quedaban fuera del agua tenían que hechizar la zona del equipo contrario. Bueno, no hechizar, sino que encantar. Podían congelarla, hacerla sólida y colocar cosas arriba, crear algún tipo de criatura y encantarla. Mientras que lo que sea el obstáculo en cuestión esté puramente dificultado con un encantamiento, estaba bien.


—Darla, como es la única que sobra, será algo así como un comodín. Podrá ayudar a ambos equipos con libertad, un poco a uno, otro poco a otro. Como desee —expliqué guiñándole un ojo a la Potter—. Ahora sí, ¿quiénes se sumergirán?


Todavía me quedaba resolver el tema del pergamino, pero tenía tiempo para pensar y prefería fingir que era una prueba más, a que demostrar que estaba imposibilitado para regresarlos a la clase y comerme una entrevista más por parte de Mackenzie. Ya no quería problemas.

Editado por Liam Hawthorne

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You can't make people love you, but you can make them fear you.


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Me estaba perdiendo de la novela que estaba ocurriendo a mi alrededor. Lo único que sabía es que si era la viceministra y por una breve fracción de segundos, surgió un recuerdo, cuidando a una niña que no era ninguna de mis hijas, aunque se llamaba como una de ellas. La había cuidado muchas veces, pero moví la cabeza negativamente, quizás en otra vida porque para cuidarla, debía estar muy relacionada con la familia Malfoy y ahora, solo me mantenía lo más alejada posible.

 

-Mi mente me esta engañando.- Pensé, para concentrarme en la clase. Lo que escuché no me gusto, al parecer el profesor tenía cierta mania con el agua e insistía en meternos a la laguna. Al menos no era a esas grietas cerradas anteriormente, anteriormente me había salvado de nadar, pero esta vez, preferí no salvarme de esa tarea. -Yo me sumergiré, supongo que no queda de otra.

 

El resto del equipo parecía estar ocupado con tras cosas, por lo que me quite los zapatos primero, no eran nuevos, nunca me llevaría unos zapatos nuevos a una clase de encantamientos ni ropa, sabiendo los desastres que podían ocurrir. Sabía como podía evitar congelarme, al menos por un tiempo.

 

-¡Repello congelación!- Me señalé a mi misma al decir este hechizo, realizandolo un par de veces pasando la varita por todo mi cuerpo. Era algo válido, el repello podía aplicarse a muchas cosas, había hechizos repelentes contra muggles, contra insectos y mi padre me había explicado otras veces el uso contra algunos elementos, como hielo y fuego, seguido de otro hechizo, un casco burbuja

 

Salté al agua, el hechizo funciono o eso parecía. No podía hacer uno para repeler al agua en su totalidad porque entonces no podría nadar, pero si al menos para poder contrarrestar el encantamiento que tuviera aquella laguna. Mi varita no la soltaba, seguía con ella en mi mano derecha, sabía que el trayecto no sería fácil. Había ido por la izquierda de la laguna, aunque nada garantizaba que llegaría antes de mi compañero de equipo, era distraída y seguro algo llamaría mi atención por lo que me terminaría retrasando.

 

El casco-burbuja funcionaba bastante bien, algo que me ayudaba a respirar y a hablar, si necesitaba realizar algún hechizo bajo el agua. Realice otro más apuntando a mis ojos, realizando otro hechizo antigüo y olvidado.

 

-¡Aqua vista! Era un hechizo especial para mejorar la vista en el agua, parecido al lumos. Se podía ver todo en la produndidad de la laguna, si me conformaba con mi vista gatuna seguramente cansaría la misma muy rápido.

 

Estaba segura que nada se me olvidaba, podía seguir nadando y más me valía que me apurara, mi ropa iba a estar completamente mojada. Suspire, encogiendome de hombros y buscando la famosa bandera. Si no fuera por el hecho de que podría acabar congelada en un momento dado, el sitio era hermoso, con muchas plantas y criaturas hasta ese momento indefensas. Mas valía no provocar a ninguna o intentar atrapar un grindylow, no le gustaría y me costaría mucho trabajo llevármelo.

 

No me importaba en ese momento ganar algo o no, solo sabía que quería irme a casa y alejarme de lagunas o similares el mayor tiempo posible después de eso.

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