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Videncia


Sajag
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Catherine escuchó con paciencia, algo ensimismada. No le parece que las palabras de Sajag respecto a la bebida tengan mucha relevancia pero no puede evitar echarle una mirada alarmada a la taza. No es un secreto que tanto ella como Madeleine sean algo paranoicas, especialmente con la bebida ofrecida por desconocidos, a pesar de que no se ha sabido absolutamente nada de los mortífagos por meses. Sin embargo, ahora no puede negarse y lo sabe. Se obliga a alargar el brazo y dar un sorbo, luego de observar fijamente el contenido por un rato.

 

Dolor. Son conceptos que ya conoce, claro. El arcano no le está diciendo nada nuevo, mas tiene la impresión de que el mensaje irá un poco más allá esta vez, un detalle, que quizá pueda recoger, reconocer y que podría serle de utilidad. Así que espera y se anima a tomar otro sorbo de tizana. Quisiera sentirse un poco más interesada por el arcano, por las cosas que le dice respecto a sí mismo pero sabe que el miedo al que él mismo hace referencia no le deja lugar para pensar en algo más. Se siente vacía y hasta repetitiva pero al fin y al cabo es algo con lo que ya empieza a estar acostumbrada a lidiar. Se pregunta si es algo bueno o malo, a la par que vuelve la vista hacia Sajag con expectativa; parece estar llegando a la parte que le interesa.

 

El dolor como indicador de crisis; no dolor del tormento ni como aviso para evitar el derrotero que lo desata si no el que sirve de puente hacia un mejor momento, hacia la etapa de dominio de sí misma a la que ella desea llegar. No sabe qué decir exactamente, sólo se queda pensando antes de dar el sorbo final. Tiene que admitir que de pronto esta casi sedada. Luego, agita la taza tres veces y echa una mirada a lo que ha quedado en el fondo. Sonríe para sí con cierta ironía. Nunca le gustó la tesomancia, no porque no pudiese intentarla si no porque se le hacía bastante ridícula. Sin embargo, la forma en el fondo de su taza es tan fácil de leer que contesta enseguida y sin vacilar.

 

—Una cruz —su tono es apagado y llano, casi monótono.

 

Deja la taza sobre la mesa sabiendo de antemano que probablemente no ha realizado el procedimiento correcto para leer las hojas pero no le importa. Se siente todavía incómoda por la modorra de la bebida. El no estar del todo lúcida la hace saberse vulnerable y alerta pero dichas emociones hacen que se concentre por primera vez en cuanto ha dicho, que de hecho ha sido mucho más de lo que se había atrevido a confiarle a alguien abiertamente en meses. No puede evitar echar un mirada acusadora a Sajag, puesto que sin duda él debió preveer sus efectos. De hecho, quizá supiera ya como acabaría todo...

 

¿Puede haber acaso algo más aburrido?

 

Niega con la cabeza suavemente para apartar el pensamiento, pues sabe que gracias al cielo, sus poderes jamás llegarán a tal punto. No podría soportarlo. Así que se incorpora adecuadamente en la silla, mirándolo sin apartar la vista esta vez, tensa pero segura, esperando qué es lo que tiene para decirle ¿será acaso que hay alguna forma de acelerar el proceso de cuanto le ha dicho? ¿algo que ella tiene que hacer para que el dolor se desate y pueda enfrentarlo? A pesar de su contrariedad, entiende de pronto que estará dispuesta a hacerlo. A diferencia quizá de otros videntes, ella no controla sus visiones a voluntad pero supone que algo referido a ello tendrá que encarar para poder entender cómo manejar el proceso.

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Cualquier otra persona podría haber acusado a la señorita Moody de ser una mujer apática. En realidad, Sajag veía a una mujer abatida por una vida activa y, en cierta manera, traumática. Era una fémina atormentada, que sufría de las Visiones desde hacía mucho tiempo. Ahí tenía que dedicar su esfuerzo el Arcano. No necesitaba despertar su Ojo Interior. Ella sabía que lo tenía. Necesitaba dominar el cauce para acceder a él sin que el Dolor la matara. A eso temía la mujer, el sufrir con sus visiones.

 

Catherine sufría por dentro y eso había hecho de su caracter una persona reservada, callada, amargada y desilusionada. El Arcano no iba a cambiar eso; su pupila tenía derecho a ser como quisiera, aunque fuera infeliz. Esa parte de su aprendizaje dependería de ella, sólo de ella. Era una decisión muy particular. Si ella quería cambiar, podría. Él podría enseñarle el camino para soportar sus visiones desde aspectos más positivos y menos dolorosos pero, al fin y al cabo, ella decidía cómo se manifestaba. Ella era la Vidente, ella se conocía y sabía cómo mejor se abría el ojo interior. Ella debía determinar el final del camino.

 

Sin mirar la taza (ya había adivinado el resultado) sonrió levemente a la mujer.

 

- La vida resulta difícil con tantos obstácul0s, ¿verdad? - seguía sonriendo. El Arcano era demasiado bonachón y amable con la gente que le visitaba y tomaba una taza de té con él. - No se asuste, la Cruz no es mal resultado para los posos. Supongo que sabe que la taseomancia no es buena ni mala, las lecturas pueden ser positivas. ¿O usted piensa que tener obstácul0s en la vida es algo horrible? A veces, los contratiempos son necesarios para desarrollar nuestra personalidad. Hay gente que se crece ante ellos. Y usted... ¿Se deja vencer por el desánimo o se enfrenta a lo que llega, con valor?

 

Sabía la respuesta, así que no esperó a que se la diera. Catherine Moody era aún más parca en palabras que él y sufría en silencio todo lo que podía antes de expresarse en voz alta. No era extraño; al menos sabía que, cuando hablaba, era una persona franca. Y eso le gustaba. Movió la mano y las tazas desaparecieron. Sólo el tapete rojo rubí gastado, muestra del tiempo que llevaba siendo propiedad del hindú, quedaba en la mesa. La baraja del Arcano flotó con suavidad y avanzó hacia ellos, depositándose con cuidado extremo sobre él. El Arcano deslizó la punta de su dedo sobre el diseño florado del dorso de la primera, con todo el respeto que sentía por aquel mazo antiguo, una de las reliquias que conservaba de su anterior Maestro.

 

- Ha de entender, Catherine, que la Videncia se tiene, no se aprende. Sólo puede adquirir métodos para hacer que florezca, controlar cómo lo hace y apaciguar la manera en la que llega. El Dolor fue una de las formas de presentarse y usted le dejó establecerse. Usted es la causante de que siga ahí. Le dejó entrar. Lo puede dejar escapar.

 

Sabía que no le creería. Cuando alguien sufre dolor es incapaz de entender que tiene el dominio para anularlo.

 

- Aunque eso depende del grado de Vidente que quiera ser. Puede dedicarse a las artes menores de la Videncia. Cualquier mancia le ayudará a mantener el dolor alejado de usted. Si se quiere librar del dolor para siempre, la aeromancia le permitirá disfrutar del tiempo libre mientras busca la Verdad en las nubes o los truenos, en las formas de las nubes. O escuchar el canto del gallo con la alectomancia. La ceromancia le permitirá leer las figuras que se forman al derretir cera y dejarla caer sobre un pergamino mientras murmura las preguntas. Suele funcionar, aunque eso le obligará a oler siempre a cera derretida y mechas quemadas. Si prefiere ser glotona, la lectura de los gusanos de un queso podrido, o Tiromancia, tal vez no le sea grato pero siempre es certero... Hay muchas mancias a las que recurrir si va a cerrar el paso a sus Visiones por el Dolor que las acompaña.

 

La baraja se arqueó y se mezcló de forma cada vez más rápida hasta que acabó explotando en una lluvia de naipes que se desperdigaron en el suelo. El Arcano movió la mano en un gesto rápido y tres de las cartas quedaron en la mesa, boca abajo. Pero él seguía manteniendo el contacto con sus ojos sobre los de su pupila. Su rostro era serio y se acercó a ella, sabiendo que aún conservaba la indolencia que le proporcionaba la bebida somatizadora que le había dado, con lo que aún seguiría algo adormilada pero que no le impediría pensar; al revés, ahora podría hacerlo sin esa máscara de silencio en la que solía ocultarse.

 

- La sicomancia o la lectura de las hojas de las higueras, la obomancia o la lectura de huevos recién puestos por gallinas blancas, la ornitomancia o interpretar el canto de los pájaros, la miomancia o comprobar los nidos de ratas y sus comportamientos... Puede comprarse una humilde choza con un pozo en el que leer las aguas freáticas, cultivar un huerto y leer la prosperidad según crecen los tomates y las judías, plantar frutales, tener una mina de la que extraer piedras preciosas en las que leer el futuro... Todo a su alrededor le proporcionará mancias en las que refugiarse para evitar el dolor. No son tan prometedoras como la Videncia mayor o despertar el Ojo Interior pero... serán más livianas y fáciles de soportar. ¿Eso es lo que quiere, Catherine Moody?

 

Volvió a echarse hacia atrás, buscando el respaldo de la silla en la que apoyar su espalda. Después volvió a sonreír y poner una cara bonachona. Hizo un leve ademán hacia las tres cartas de encima de la mesa y la invitó a darles la vuelta.

 

- ¿Se atreve a leerlas, señorita Moody?

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Los ademanes del arcano son tranquilos pero en el interior de Catherine va creciendo la inquietud. Tal incomodidad llega al máximo cuando éste se aproxima. Su primer impulso es echarse atrás, como algo instintivo para buscar mantener la distancia pero no consigue concretarlo. Se sabe sedada, por supuesto, por lo que todo parece ir más lento y sus reacciones salir aletargadas. Quizá, para que entienda que tiene que ceder de alguna manera o quizá, tal como señalara el arcano, dejar ir ciertas cosas, dejarse llevar. Ah... es como si hace muy poco hubiese pensado lo mismo y se pregunta si es que esa tizana no sería más bien algún tipo de droga. Como la mayoría de las personas, ella enfrenta los obstáculos que al fin y al cabo casi siempre terminan haciéndola más fuerte ¿es esa la alegoría que Sajag quiere señalar? Sus palabras parecen tener lógica al inicio pero luego hay algo en Catherine que se revela ante ellas ¿que ella dejó al dolor establecerse? ¿Puede acaso tener una mente tan deteriorada, débil o enferma?

 

A pesar de que en el fondo sabe que ese no ha sido el sentido que Sajag ha querido otorgar a sus palabras, su mente sigue ese derrotero de desilusión. Para ella, es un camino conocido y sólo es cuando ya va a medio trecho de cerrarse y caer por completo que comprende al fin. Eso es exactamente de lo que estaba hablando Sajag; de echarse a perder, de cerrarse ante el mundo. De dejarse consumir por ese dolor como si su única salida fuese mortificarse con él una y otra vez cuando en realidad, si bien no puede librarse del dolor, sí puede hacerlo del sufrimiento. Esa es su elección. Ante la verdad, sus ojos se abren más de lo normal en el momento de la realización.

 

Por supuesto que no desea ninguna de las mancias ¿seguir arrastrando el problema sin ninguna solución a la vista en un futuro cercano? No, es demasiado, su mente se rebela ante la sola consideración. Así que, tiene que poner su desconfianza momentáneamente a un lado, para poder destruir esa barrera, hasta el momento, invisible. No tiene por qué sentirse a gusto con el arcano, aquel hombre no tiene que agradarle, ni tampoco tiene que cogerle cariño. Simplemente, debe dejar que la guíe y parte de ese procedimiento es empezar a realizar aquello que le pide con decisión, sin atisbo de duda, aunque no tenga idea de qué necesita. Ella ya lo ha hecho, como con la interpretación de la cruz, pero no es suficiente.

 

Esta vez, debe hacerlo aún mejor. No hay manera acelerada de desatar el dolor; está ahí, latente. Tiene que drenarlo, como un veneno que la ha emponzoñado por dentro.

 

No dice nada todavía pero alarga la mano lista para voltear las tres cartas que se encuentran ante ella. Lo hace con la primera y luego asiente de forma ausente.

 

—La muerte —señala como si fuese algo que ya estaba esperando—. La transformación completa, el fin de algo grande —puntualiza con simplicidad pues sólo sabe el significado superficial de las cartas.

 

Si hay alguna interpretación más profunda, no es algo de lo que esté enterada. Así que levanta la segunda carta.

 

—La fuerza —aquella vez se queda inmóvil unos segundos antes de recordar adecuadamente—, el espíritu que domina la materia —agrega y en aquella ocasión su voz es casi un suspiro—. Una poderosa voluntad.

 

Finalmente, sus dedos se quedan unos instantes suspendidos en el aire sobre la tercera carta. Le cuesta un rato animarse a darle la vuelta y cuando lo hace, su voz suena casi desilusionada al anunciar.

 

—La torre invertida —no hay mucho que adivinar, la imagen lo dice todo y le hace más fácil recordar su significado—, opresión, ganarse la libertad a un gran costo —a pesar de que su cabeza empieza a maquinar pensando en los posibles significados de la combinación que acaba de leer en lugar de en lo que está haciendo, sigue hablando con naturalidad— un error que no se rectificó a tiempo.

 

Sin más, aparta la mano y vuelve a reclinarse en su asiento, dejando las cartas en el mismo lugar. Supone que Sajag tendrá algo que agregar al respecto, ya que él es el experto.

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- No puedo creer que jamás lo he visto - Niko era el Director de la Universidad pero no entendía cómo era posible que no conocía al Arcano de la Videncia. Había escuchado rumores sobre su físico y sobre cómo se veía pero deseaba comprobarlo con sus propios ojos. Cualquiera pensaría que Niko iba a la vivienda del arcano solo para conocerlo. No obstante, el rubio deseaba aprender de su mano sobre la videncia y dar inicio a un nuevo aprendizaje.

 

- Es curioso que hasta el momento solo he tomado clases con las arcanas, ninguna con uno de los hombres - Parecía que el Tonks había planeado todo perfectamente bien para ser estudiante de las mujeres y no de los hombres, pero ese no era el caso y no se trataba de un plan en contra de los arcanos - Es hora de tomar clase con el primero y quizás el único que me agrada de los hombres - No pensaba que fuera a tomar las clases de los otros dos arcanos debido al tipo de magia que hacían en especial Nigromancia.

 

- Creo que este es el camino - La vivienda del hombre era en el ala asignada para ellos de la Universidad. Sabía que el arcano había solicitado realizar algunos cambios a su vivienda y nunca había ido hasta esa zona del recinto académico - Espero no perderme - Si se perdía posiblemente el arcano tendría que encontrarlo de algún modo. Sabía que posiblemente ya conocía sobre su nuevo alumno aunque nadie le había informado.

 

- He llegado - Golpeó la puerta de la vivienda del hombre. No le gustaba entrar sin permiso a las viviendas de los arcanos por respeto. Así que espero atentamente en la puerta para ser autorizado a ingresar y poder dar inicio a su proceso de aprendizaje de la habilidad.

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Sajag fue consciente del esfuerzo que hizo la muchacha en aquella lectura. No eran la cartas, en sí, lo que le proporcionaba la molestia sino todo el entendimiento de las palabras que le había dirigido anteriormente a la tirada. Era una mujer parca en palabras y de mucha reflexión interior. El Arcano había sufrido con ella aquellos intervalos silenciosos en los que hablaban los gestos. Casi había seguido sus pensamientos a la vez que salían de su mente, mientras los producía, los elaboraba, los comprendía y, finalmente, los acataba. Sajag estuvo presente y a su lado mientras Catherine Moody entendía que debía enfrentarse a su Videncia y asimilar el dolor que se producía para poder expulsarlo.

 

Se atrevió a dar la vuelta a las cartas.

 

- La Muerte implica cambios en su futuro, la aceptación para sobrevenir al Dolor, no necesariamente una carta negativa... La Fuerza indica que te enfrentarás a tu problema con valentía y perseverancia, aunque el resultado puede dirigirse hacia una Luz o una Oscuridad en el futuro. Tú decidirás si te orientas hacia un camino o hacia el otro. De nuevo, tú eliges a donde se dirigen tus pasos. La Torre...

 

El Arcano fue consciente de lo que le costó sacar esta carta y que, menos mal, era una torre invertida. Las explicaciones que daba la muchacha sobre su significado estaban siendo exactas. Le sonrió de nuevo, a pesar de que notaba que ella no era partícipe de tantas familiaridades con su persona, como si la soportara sólo por ser quien era.

 

- Parece que tu vida ha sido muy trágica y que seguirá por esas vías, mujer. Sin embargo, has de ser consciente de que para poder tener cosas nuevas en tu vida, has de destruir lo antiguo, lo que sobra, lo que te sujeta y te pesa en la espalda como una saca de piedras. Así que la Torre vuelve a ser una carta positiva, si la sabes valorar.

 

El Arcano movió levemente el mantel rojizo, sacudiendo una mota de polvo inexistente. Las cartas del suelo se levantaron y flotaron en el aire, dando leves giros alrededor de ellos dos y rotando sobre sí mismas. Era un efecto sin ningún significado excepto el bonito baile visual que representaban. A veces, el viejo arcano gozaba de estas piruetas por el mero hecho de ver la coreografía. De repente, las cartas del tarot se pararon y levitaron sin un solo movimiento. El Arcano ni las miró.

 

- Creo que está preparada para adentrarnos en una de sus visiones, querida... - Sus ojos volvieron a posarse en la intranquila mujer que parecía esperar algo. - Quiero que se acerque a esa mesa. Verá cinco objetos encima de ella. Siéntese, se lo ordeno, no quiero que alguien importante la vea desmayarse si hace este ejercicio de pie.

 

¿Importante? ¿Es que el Arcano sabía algo que ella no supiera? Por supuesto que sí pero a Sajag no le gustaba hacerse el interesante.

 

- Tome un objeto y "vea" la historia de la persona a quien pertenece. Ninguno es mío, sólo los tengo por un enrevesado destino que, a veces, es complicado de explicar. Sólo uno pertenece a una maga adinerada que me lo regaló el día que consiguió la videncia. Los otros pertenecen a varios muggles que no sabían su destino: un asesino de buen corazón, un astronauta despedido, una madre amorosa y un chico aquejado de una enfermedad mortal. Roce todos con la punta de sus dedos, deje que su Ojo interior se abra y venza el Dolor para ver qué sucedió.

 

Le enseñó un pequeño frasco con un líquido rosáceo que estaba en una mesilla auxiliar.

 

- Si no se cree capaz de soportar el dolor o es insoportable cuando llegue, puede tomar un trago de esencia de lavanda y azahar. Pocos valoran el poder calmante que presentan. Y mientras se decide, permítame... He de recibir a alguien...

 

El Arcano se levantó y se acercó a la puerta, segundos antes de que alguien golpeara en ella. Las cartas del tarot, hasta ahora inmóviles golpearon con furia la madera, haciendo un sonido sordo al chocar contra ella y un siseo al caer al suelo. Sólo tres cartas atravesaron limpiamente el obstácul0 que representaban y quedaron pegadas en ella por el otro lado, enseñando el dorso de dibujos geométricos que recordaban dibujos hindúes sencillos.

 

- Buenas, Señor Director... ¿Puede decirme qué cartas le han recibido a mi puerta, por favor? Entre y hablaremos ante una taza de té, si no le importa que no tenga su bebida preferida.

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  • 3 semanas más tarde...

>>Lo que pesa sobre tu espalda<<

 

De entre todas las cosas que acaba de decirle Sajag, es aquella la que más resuena en Catherine porque es exactamente el motivo por el cual está ahí, para intentar deshacerse de aquello que es su pesada carga. No quiere tener que recurrir a las "mancias" para hacer aquello para lo que sabe que tiene talento, así que ve con alivio como el arcano apila las cartas. Ni siquiera se detiene a apreciar la manera artística en que lo hace aunque quizá en otro contexto lo hubiese hecho.

 

Cuando el arcano señala los objetos, ella se acerca de manera obediente y sin mediar palabra a la mesa que le ha sido indicada para tomar asiento poco después. Le echa un ojo a cada uno con detenimiento, intentando que no se note su inquietud ante aquel cambio repentino. Por el rabillo del ojo, se asegura también de que tiene el frasco al alcance de la mano, notando un pálido brillo rosa desprenderse de éste.

 

Con delicadeza, alza entonces la mano y la suspende unos momentos en el aire, intentando decidirse por uno de los objetos. Sajag no le ha dicho a quién pertenece cada cuál, por lo que es ella quien tiene que intentar acallar el cúmulo de inseguridades interiores en pro de obtener la información por su cuenta. No habrá forma de engañarle.

 

Los objetos son de diversa índole y todos en diferentes estados de conservación. De izquierda a derecha, son un encendedor de plata con un escudo de armas grabado, una bufanda turquesa de lana gruesa, un espejo opaco con marco y mango de plata, una navaja serrada con mango de hueso y una cofia empolvada.

 

Sus dedos tiemblan un poco antes de cerrarse en torno al mango del espejo. Un dolor puzante se instala en su pecho a la par que su pulso y su respiración se aceleran. Es similar a asfixiarse, sólo que en aquella ocasión Catherine está completamente segura de que todo está en su cabeza: no se está volviendo loca, no hay nada que pueda hacerle daño; es ella misma, saboteándose para no ver más allá, para quizá evitar un daño posterior, causado por el conocimiento del futuro.

 

Hace el ademán de tomar el frasco con la esencia de lavanda y azahar pero se detiene antes de concretar la acción y no suelta en ningún momento el espejo. Cuando lo alza, la visión llega en el momento en que cree ver parte de su reflejo en el vidrio opaco. Una muggle, una madre sin duda, puede adivinarlo por la forma amorosa en que carga a su bebé en brazos. Luego, la niña ya no es tan pequeña y se encuentra durmiendo en una carriola. El espejo descansa sobre el lugar frente al cual la madre se peina todos los días y así como esa, muchas vivencias cotidianas pasan frente a sus ojos.

 

A medida que la información va entrando al cerebro de Catherine, su cuerpo parece resistirse cada vez más y más. El flujo mana sin detenerse, por lo que en un determinado momento, suelta el artículo como si le hubiese quemado la mano. Sólo de último momento atina a impedir que se haga pedazos en el suelo y lo devuelve a su primitivo lugar. El dolor aún es punzante y enfermizo pero está decidida a dejarlo a un lado, por lo que toma la bebida tal cual le han recomendado, antes de recorrer los últimos pasajes de memorias.

 

La mujer había padecido terriblemente a causa de la desaparición de su hija: es un espejo antiguo. Puede ver que aún en la usanza muggle, son trajes que ya no se ven en la actualidad. Sin embargo, la tristeza parece reciente. Sólo hace falta tirar un poco del hilo de aquella madeja para entender el por qué. La hija que la madre creyó desaparecida aún vive. Al conocer aquella terrible verdad, Catherine retira la mano por segunda vez pero en aquella oportunidad sabe que no necesitará sostener el espejo una tercera vez porque conoce ahora el meollo del asunto: la madre murió creyendo que su hija también lo había hecho.

 

De repente, nota que, preocupada y abrumada por los problemas ajenos, no había alcanzado a preocuparse por el suyo. En su dedo anular entonces, en ese preciso instante, la piedra del anillo se resquebraja y un humo oscuro surge de la gema casi cristalina. Catherine se sobresalta con violencia, pegando un respingo y sacándose la joya al instante. Tiene el impulso de tirarla lejos pero en su lugar despeja el humo con las manos, agitándolas, y se guarda la joya aprovechando que el arcano se encuentra aún a la puerta. Quizá incluso ya lo supiera ¿no era que podía ver el futuro? ¿O es que mientras ve el futuro del visitante ha estado distraído de mirar el de Catherine? No está segura de cómo funciona. Como fuera, considera que es algo demasiado personal como para querer que el arcano pregunte abiertamente sobre ello.

 

La joya parece pesar más en su bolsillo pero algo dentro de Catherine se despeja al fin. El pecho ya casi no le duele.

 

--Lo hice --suspira entonces, cansada y segura de haberlo hecho bien, pero también algo menos animada, recordando la historia tras el artículo que eligió.

Editado por Melrose Moody

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- ¿Cartas? - El Tonks no las había visto hasta que el arcano le hizo notar que había unas en la puerta antes de su entrada así que las miró rápidamente para darle una respuesta al hombre - Debo aceptar que no las conozco demasiado bien pero supongo que es el emperador, la fuerza y el sol - No sabía el significado de las mismas así que esperaba que el arcano le pudiera ayudar a entender qué era exactamente lo que estaba viendo.

 

- Claro que no me importa - El Director ingresó lentamente con un poco de duda dado que no sabía qué tipo de cosas ocurrirían en esta experiencia. Sin duda sería una muy interesante y que estaba dispuesto a tomar dado que le parecía una habilidad muy interesante de aprender y con un arcano realmente maravilloso que aún no lograba entender ni conocer muy bien. El hombre era como una caja llena de sorpresas.

 

- Ahora, me podría explicar qué es lo que significan las cartas - El rubio vivía lleno de curiosidad y esa no sería la excepción. La clase tendría que comenzar por entender lo básico y al parecer eran esas cartas por donde debía empezar o eso parecía ser lo correcto. Sin embargo, esperaba que el arcano le diera un poco de ayuda para poder entender qué era lo que sucedía - Parecen interesantes pero debo confesar que no conozco mucho sobre ellas.

 

Había otra alumna en el lugar pero no deseaba interactuar mucho con otras personas así que se limitó a mantener la conversación con el arcano. Ni siquiera notó que quién se encontraba a su lado era miembro de su bando y además a quién le había tenido que enviar una carta unos minutos antes o bueno a quién su elfo le había enviado una pero ya le había informado al Director del contenido de la misma.

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El Arcano movió la mano hacia atrás, como si apartara algo, antes de contestar al Director. Era una persona interesante puesto que le había conocido hacía mucho tiempo y en una única y breve visita, cuando los Arcanos en grupo entraron en el centro educativo de Londres, allá por el 2015, unos 3 años atrás. Tal vez ni le recordara. El Arcano rechoncho era alguien que pasaba desapercibido, no solía hablar mucho. En las clases era diferente, si no hablara sería imposible conectar con sus pupilos y futuros Videntes. Pero, generalmente, era parco en palabras.

El Director había entrado y parecía dudar un poco sobre lo que hacer. Sus ojos reflejaban esa duda que la mayoría de los pupilos solían mostrar la primera vez que entraban en aquel cuarto y le veían a él. El hindú movió un poco la cabeza, con cierta sonrisa en los labios, leve, sólo para empezar la relación con confianza. Al mover la mano hacia la mesa en la que invitaba a un té al muchacho, ya no había nadie en la habitación. Estaban los dos solos.

Se sentó en una silla baja, la que solía usar para tocar al antiguo sitar que había pertenecido a... alguien que hacía mucho que no veía, que ni siquiera estaba ya en el mundo de los vivos. Sajag alejó aquel pensamiento y le ofreció la silla contigua a la suya. Olvidó su mutismo para atender sus preguntas.

- Sr. Uzumaki, efectivamente eran el Emperador, la Fuerza y el Sol. Son tres cartas magníficas, por cierto, pero supongo que usted no sabe el significado concreto de cada una. Le puedo decir el significado de ellas por separado y en conjunto pero éste cambia según la persona que las lea. He aquí lo inespecífico de esta Habilidad, su arbitrariedad y lo que incita al engaño. Es por ello que muchos de nosotros, los Videntes, han sido catalogados como charlatanes. Mire ésto...

Un libro flotó desde uno de los estantes plagados de ejemplares y aleteó como una ave hacia el Director de la Universidad y se abrió justo por la página en la que se veía el Emperador:

- Verá que la teoría dice que esta carta implica que la persona "ejerce un liderazgo y autoridad, autodisciplina y la estabilidad a través del poder de la acción, carta de influencia positiva que indica que la persona es muy responsable y siempre dispuesta a asumir más, una fuerza interior fuera de lo común que le obliga a actuar siempre como un líder. Persona con autoridad... Siempre presta a tomar la iniciativa, responsable de sus acciones..." - El Arcano dejó de leer y el libro se colocó en posición cómoda para que su pupilo continuara la lectura si es lo que quería. - Pero la teoría se rompe con la interpretación de cada uno. ¿Cree que la Videncia se limita a saber leer en un libro lo que significan las cartas?

El Arcano esperó unos minutos en silencio, esperando que Niko contestara sobre si quería leer el libro o podrían dejarlo adquiriendo el polvo de los intocables. Sonrió de nuevo y tocó las tres cartas que el Director había traído de la puerta. El resto seguía en el suelo. Hizo un leve ademán y comenzaron a levantarse y adquirieron velocidad, metiéndose de nuevo dentro del estuche, todas, menos las tres que habían iniciado la clase.

- La tarotmancia es una de las llamadas Artes menores en cuanto su inexactitud se refiere. Le diré que aquí no viene a aprender Videncia sino a desarrollar y despertar el sentido que tiene ya adquirido de nacimiento. Es por eso que no todos los que vienen consiguen llegar a las pruebas del Portal. Han de convencerme de que tienen lo que los muggles llaman el "sexto sentido" que no es más que un Ojo Interior a punto de abrirse paso entre pliegues y pliegues de convicciones que lo aplacan.

Tomó la carta de la Fuerza y la colocó bien al lado del hombre.

- La Fuerza, carta positiva que dice mucho de ti: habilidad de superar los obstáculos de la vida viene también la responsabilidad de controlarte a ti mismo, siempre presto a tomar las riendas de tus propias acciones y emociones antes de que te dañen a ti o a las personas que te importan, tienes fuerza equilibrada entre la física y la mental, potenciando todas tus habilidades en las que destacas. Tienes fe en ti mismo y no te da miedo el futuro, no temes a los problemas que puedan venir y te ves capaz de afrontarlos.

 

El Arcano tomó la tercera carta y la puso entra las otras dos, formando una letra "H" entre las tres. La golpeó con la punta de dos dedos antes de mirar de nuevo a su pupilo.

 

- Positividad, influencia entre los demás, siempre dispuesto a alcanzar nuevas metas, persona de gran éxito que te rodeas de gente que te apoya y te da fuerza para conseguir siempre buenos resultados. Eres un líder nato entre ellos y siempre consigues buenas recompensas en tus ideas. No te rindes, lleno de vida, energía, decidido...

 

La tetera hizo un leve ruido de soplo acumulado que obligó al Arcano a dejar de mirarle para prestar atención a las tazas que se iban llenando de un agua sobre la que flotaban plantas verdosas. Ellas solas se pusieron sobre una bandejita sencilla de madera que flotó al lado derecho de la mesa, en una de las esquinas, expeliendo un aroma amargo entre cítrico y menta.

 

- Dígame, Señor Uzumaki... ¿Qué interpreta usted de las tres cartas que le han elegido? ¿Le representan? ¿Cree usted que son una burda patraña o es capaz de "ver" algo en ellas? Porque si no es así, es mejor que se vuelva a su despacho donde gobierna este centro y no hacerme perder el tiempo. No soy un Arcano paciente excepto por los que valen la pena y se empeñan en despertar su don y enfrentarse a un mundo nuevo de conocimientos prohibidos para la mayoría de los seres vivos. ¿Está dispuesto a que le enseñe a despertarlo?

 

Sajag tomó una de las tazas y removió las plantas hacia el fondo con una cucharilla de madera.

 

- Tome su té, Niko, ¿puedo llamarle así en pos de una familiaridad maestro-pupilo? No puedo ofrecerle azúcar. Está en aquella estantería pero sé que en cuanto se ofrezca a alcanzarme el azucarero, tendrá un ligero incidente que lo estampará en el suelo.

 

El Arcano tomó algo del líquido preciado puesto que tanto hablar siempre le dejaba agotado.

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  • 4 semanas más tarde...

Sajag comenzó a explicarle algunas cosas sobe las cartas y a leer lo que la teoría decía sobre la primera de sus cortas. El rubio se limitó a escucharlo para comenzar a entender qué era lo que su mente debía pensar y entender para ser un vidente. Sabía que era capaz de controlar esa habilidad y dejarla manifestarse solo no sabía cómo y para ello contaba con el apoyo del arcano. Era un poco lento para comprender esas cosas pero seguramente lo haría con la ayuda del hombre.

 

- No, seguramente no solo se limita al conocimiento que puede dar uno o muchos libros - Hizo una leve pausa - No obstante, por algún lado se debe empezar y supongo que ese puede ser un buen punto de partida para alguien que hasta ahora está empezando a aprender - No sabía si su respuesta sería completamente adecuada o no para el arcano pero era lo que pensaba y siempre se había caracterizado por ser una persona muy sincera.

 

Luego siguió escuchando la descripción del arcano sobre las otras cartas. Todas parecían describir muy bien la razón por la cual el Tonks había tenido la oportunidad de ser director de la misma entidad mágica más de una vez. Siendo uno de los pocos en haber participado en varias de las versiones de la misma y visto su evolución desde adentro - Pero eso no es videncia - Se cuestionó sin decir palabra alguno, todos eran hechos del pasado y no futuros.

 

- Claro que me representan pero parecen ser más una representación de hechos pasados y de mi presente, más no de mi futuro - Sabía que debía ver algo en ellas debido a la petición del arcano pero no estaba muy seguro de lo que se supone debía esperar. Se limitó a observar y pensar atentamente en cada una de las cosas que le había explicado el arcano sobre sus cartas con el fin de poder darle una buena respuesta.

 

- Supongo que puede ser que voy a obtener un ascenso - No tenía muy claro en qué porque ya era Warlock y Directo, así que la única opción era en su bando pero no podía hablar de ello con el arcano - Creo que sí necesitaré que me ayude a despertarlo. No parece estar muy activo por lo visto - No quería defraudar al hombre pero su primera adivinanza estaba lejos de ser una buena y más bien le daba pena haberle dicho eso.

 

- Claro que puede - Sabía que los arcanos buscaban establecer una relación fraterna con sus alumnos así que no le extrañaba la petición de Sajag - Creo que lo dejaré sin azúcar - Río un poco al escuchar las palabras del arcano, no quería terminar golpeado así que lo mejor sería mantenerse en su posición.

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El Arcano escuchó las respuestas de su pupilo y le sonrió, bonachó. Se frotó la barriga y después le respondió al Director del Centro Académico:

 

- Ciertamente, los libros le ayudarán en la teoría de la lectura de las Cartas. Los pseudovidentes se basan en estos libros para el desarrollo de su palabrería y engatusar a los ilusos. Pero un verdadero Vidente siente el significado de las cartas, lo Ve y sabe lo que significan. Se lleva dentro o no se lleva. La Habilidad de la Videncia se tiene de nacimiento y se abre en algún momento sin variar. No te preocupes, tú Verás y cuando lo hagas, te preguntarás cómo es que no te habías dado cuenta que lo tenías. A todos les pasa...

 

Arrugó el ceño y se alejó unos pasos de él, cerrando el libro con demasiado ímpetu. La afirmación de Niko Uzumaki le había molestado un poco. No porque viniera de él, ya que, al fin y al cabo, aún estaba aprendiendo los mecanismos para despertar su Ojo Interior. Era porque todos ansiaban ver el futuro, casi siempre para conocer qué les deparaba, buscando respuestas positivas. Nadie se preguntaba porqué ver el pasado también era importante. Guardó el libro con un impulso. Sus hojas aleteraron y después se posaron, lentamente, en el estante adecuado del que había salido antes.

 

- ¿Por qué crees que no es importante ver el Pasado? ¿No te parece importante? ¿No crees que los hechos de tu vida pasado han conformado tu presente y dictaminará tu futuro? ¿El futuro de cualquiera?

 

Volvió hacia la mesa y se sentó de nuevo delante del ahora té frío. No hizo mención al azúcar que, de alguna manera u otra, terminaría derramada en el suelo. Se tomó un momento para abandonar su ira y volver al carácter apacible por el que era conocido entre el Panteón de los Arcanos.

 

- Nadie quiere ver el pasado, nadie siente curiosidad por la creación de su vida cotidiana que, en algún momento tuvo que nacer. Pocos son los que valoran saber el pasado. Pero quien no conoce su pasado, está condenado a repetirlo.

 

Odiaba sonar filosófico. Tal vez tenía tantos años que empezaba a valorar el pasado como un momento mejor del presente. Pero no estaba allá para eso sino para ayudar a Niko a despertar su Ojo Interior. En cuanto lo consiguiera, podría decidir si pasar la gran prueba.

 

- Al principio cuesta Ver más allá de la realidad inmediata. La gente no valora la interpretación de las sombras, las luces, los posos, las proyecciones que entran en nuestra mente y nos muestra lo que fue, lo que es, lo que será... La gente quiere fortuna inmediata, solución a amores frustrados, consecución de éxitos fáciles... La Videncia va más allá y se encuentra para temas tan importantes como la firma de un Tratado de Paz como lograr la sonrisa de una niña encontrando su muñeca perdida...

 

Su mente se opacó unos instantes, en el recuerdo de aquella muchacha con un traje hindú amarillo que le sonrió por primera vez, cuando era un principiante de Videncia como ahora era el Sr. Uzumaki. Volvió al presente con una sonrisa y acabó su bebida fría.

 

- Para poder abrir el ojo interior, muchos cierran los propios. No hace falta, la Videncia se desarrolla en el interior de la mente, que está cerrada a sensaciones del oído o de los ojos. Pero he visto a magos ponerse cera en los oídos y taparse los ojos con conchas para poder concentrarse en la visión sin ser molestado por el exterior. A mí no me importa lo que hagan, si con ello se sienten más seguros para enfrentarse a la Videncia. Es la experiencia lo que hace que ser Vidente se vuelva algo cotidiano y fácil. Sin embargo, yo aconsejo un simple ejercicio de confianza. La se tiene y se sabe que está como se sabe que tienes una boca para meter una pedazo de fruta; ahí está aunque no la veas y tu mano va directa a ella. Puedes buscarte una palabra, un movimiento de pie, un tic en el ojo..., algo que te ayude a abrir el ojo de forma tan natural que se abra en cuanto la menciones, la hagas o te salte sin darte cuenta. Ese pequeño detalle te ayudará a que salte, como un resorte, en cuanto lo pronuncies o lo hagas... Eso sí, procura que no sea algo usual o cada vez que digas "alumno" en una clase te pondrás a hacer profecías delante de todos.

 

Removió los posos y dejó la taza delante del hombre.

 

- Mira mi pasado, principiante y dime... ¿Llegué a enamorarme alguna vez? ¿Cómo llegué a ser el Arcano de Videncia?

 

Era difícil, muy difícil. Pero confiaba en él.

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