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Idiomas III


Veronica Prince Rambaldi
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Y Sagitas seguía hablando en latín pero con mucha mala leche, desde luego. Arqueé una ceja, luego otra. Había captado parte del mensaje.

 

- Me voy a casar con él quieras ¡o no! - le dije con los ojos rabiososo. Me daba lo mismo si no le contestaba en latín, no era un idioma que dominase perfectamente, por desgracia, como todo lo demás.

 

Y por supuesto, seguía hablando en ese idioma que supuestamente era una lengua muerta. Bah, pensé para mí, ya se cansará de chillar y chillar...

 

Morgana me había respondido pero en ésta ocasión con otra frase que para mí en esos momentos era ininteligible.

 

- Y tú - le dije nuevamente señalándola con el dedo. Ya me estaba cansando de tanta tontería...

 

- Déjate de hablar en idiomas y habla con uno con el que podamos entenderte - le sugerí, enfadada. Vale, sí, era idioomas, idiomas pero no teníamos porqué entender tooodo lo que decía la mala bruja esa.

 

Y le había entendido lo último.. Sin poder evitarlo lancé una sonrisa de oreja a oreja. Al menos tenía mucha razón en eso.

 

Pero parecía que la supuesta ayuda se estaba cansando.

 

En un instante de confusión, todo se volvió negro y parecía que un zumbido lejano se había apoderado de mis oídos. Cuando cerré y abrí los ojos de nuevo, parecía que reconocía el sitio. ¿Era la universidad? Me fijé en todos los detalles. Y eso era. O a mí me daba la sensación.

 

La profesora pareció sentir alivio al comprobar que estábamos todos. Sí, al menos eso parecía de momento. No confiaba en la bruja Morgana a decir verdad. Ya había tenido viajes suficientes para una larga vida (?). En esos momentos se apareció un elfo mejo dicho, elfina. Habló con nuestra tutora y le entregó unos pergaminos. Sin entender mucho más, me fijé que un ser del agua había salido de ella y había "hablado" claramente en sirenio. Tuve que tapar los oídos para que no me perforasen los tímpanos.

 

Después de ese breve momento, Verónica se internó en el agua... al parecer continuaríamos la clase ahí abajo.

 

- Maldita sea, parece que tenemos que seguirla - refunfuñé por lo bajo.

 

Saqué la varita y con decisión me metí en el agua. No creía necesitar el casco burbuja, pero por si acaso pensé << casco burbuja>> una forma plateada se formó alrededor de mi cuello, permitiéndome respirar o aparentar que lo hacía.

 

- Una cosa es oírlo, otra cosa es entenderlo - refunfuñé por lo bajo. Cogí el pergamino de la bruja en dónde estaba el significado e intenté descifrarlo.
- t-o-d-a-s d-e-b-e-n v-e-n-i-r - deletreé cada palabra y volví a alzar las cejas. Si no fuese que estaba en un medio acuático, le lanzaría una maldición que se iba a enterar los de su especie quién era una bruja con mala leche (?).
Pero no hice ningún comentario y esperaba que las demás viniesen conmigo. Puse la varita en la boca y la verdad, aunque no fuese buena nadadora daba buenas brazas, hasta que al final, llegamos a un lugar subacuático bastante impresionante. Una ciudad submarina, que si no fuese que estábamos en una clase, me pararía a admirarla.
A nuestro encuentro vinieron más seres del agua, nos separaron por parejas y nos dieron a cada una, un trozo de pergamino a descifrar para poder salir de ahí...
- Ésto es una maldita broma - susurré yo. Tomé el primer pergamino, esperando que al menos, el significado fuese bastante comprensible... Esperaba que, la persona que me ayudase siendo mi pareja... Rogaba que no fuese Sagitas...
Empecé a intercambiar ese entramado abecedario por el nuestro y ésta fue lo que había salido
(primer pergamino; por la mitad, más o menos xD ) :
- Bienvenidas a nuestro hogar etsamos para ayudar... - y ahí se me había atascado el abecedario, me había quedado a la mitad. Ya tenía un dolor en las sienes así que a la compañera de turno que tuviese le pasé el pergamino, para que continuara el descifrado...
- Te acabará doliendo los sesos - le advertí no sin formar un mohín de disgusto en mi cara.
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Somos una familia bien atípica y una pesadilla para los profesores. Entendía la cara entre sorpresa y enfado, con algo de incredulidad por lo que hablábamos, que ponía la profesora Vero. Pero tampoco me gusta que se burlen de mí. Así que me encaré con la mujer Morgana (yo aún no había detectado porqué era tan importante, excepto porque nos podía llevar a casa, aunque, la verdad, estaba a punto de comprarme un billete para el Canal de la Mancha; no soy una mujer paciente.

 

-- ¿Por qué soy una madre difícil? Soy la mejor de las madres, y quien diga lo contrario le lanzo una maldición gitana, que aprendí muchas en mi juventud de titiritera. Y ya veremos si te casas, Heliké, hum.... -- Hice una mueca y repetí con retintín en la voz: -- "Es un simple por favor y gracias" y un Ya, cojinetes, que tenemos prisa. Al menos yo.

 

Y lancé una mirada airada a Helike y otra a mi hija; ambas me tenían de los nervios con eso de casarse... Iba a seguir peleándome, que para eso soy española y arriera, por ese orden, cuando algo hizo que me tambaleara. Me agarré a la primera que pillé, del pelo; creo que era Xell porque era rubio.

 

-- Leñes, juro que no he bebido nada, que soy abstemia...

 

Ahora, lo que veía, ya fue de mi agrado. Por eso mi cara mudó en alegría:

 

-- ¡¡Por fin!! ¡Vamos a aprender balleno! -- no pregunté si era el lago de la Academia; por mí como si fuera el lago Ness, para mí lo importante es que , por fin, se iba a cumplir mi sueño... A Vero le traían unos pergaminos, parecía un elfo de su familia. Los ojeé por encima de su hombro poniendome de puntillas.

 

Pero tuve que taparme los oídos. Aquel ruido chirriante era terriblemente espantoso.

 

-- ¿Ein? Ni loca. Yo no quiero meterme ahí dentro, las... hum... algas... sí, eso, las algas son muy peligrosas.

 

Pero era sí o sí porque la profa ya se metía dentro. La imité, impervius y casco burbuja.

 

Leñes... Estaba fría... Y el pelo se ondulaba con el movimiento del agua. Y aquel bicho que nos amenazaba con un tridente parecía primo-hermano del que habíamos perseguido en el cumpleaños de Xell. Al final, me metí en el agua y la voz que sentí era bellísima y melodiosa, lo malo es que me perdí todo lo que dijo. Por eso, cuando Vero dijo eso de "chicas, ya lo oyeron", puse la cara de "¿lo cuálo qué?"

 

Menos mal que mi sobrina sirve para algo más que para sacarme de quicio y tradujo lo que había dicho.

 

-- ¿Ir a dónde? -- pregunté, intentado nadar sin perder el aliento. -- ¿Nos lleva a ver las ballenas? Dicen que son gordotas y hermosas, pero como están en peligro de extinción, no me venden ninguna para el Parque -- este comentario fue algo triste.

 

Miércoles, ahora nos separaban de dos en dos, Intenté ponerme cerca de Xell pero ni modo, me tuvo que tocar Heliké.

 

-- ¿Para ayudar a qué o a quién? -- Heliké me dio el pergamino para que siguiera traduciendo y yo separé las manos para que ni me tocara. -- ¡Eh, tú, nos seas vaga y traduce entero? ¿No ves que sin gafas no veo y con el casco burbuja no puedo ponérmelas?

 

Y sonreí, poniendo cara de buena.

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Perenela me asustó cuando mencionó que aquella mujer, la Morgana, era más temperamental que su madre. No es que me diera miedo la tía Sagis, pero dos juntas en el mismo espacio temporal... Uy, uy....

 

- ¿En verdad le gustó mi poesía, profesora Verónica? Si no fue nada - me ruboricé, pues sabía que mi francés había sido muy elemental, pero me gustó que me diera un piropo.

 

La Dama Morgana me llamó astuta, no entendí si eso era bueno o malo, por lo que me mantuve en silencio con una leve sonrisa en los labios. Aguanté en silencio todo lo que dijeron después en latín. La tía Sagitas hablaba con soltura y, por el tono, estaba enfadada. Esperaba que no saliera nada malo de aquí enfrentamiento. Se había puesto furiosa pensando que era una encerrona y que habíamos ido a París para que Pere y Sean se casaran. Este comentario provocó revuela en todos los presentes. Creo que sólo Vero y yo permanecimos quietecitas, intentado retroceder de aquella pelea, por si llegaban a las manos.

 

- Tía, ¿ves a Sean por alguna parte? Al menos que sea ese muggle a quien le has regalado un galeón... ¿No será peligroso ese acto?

 

Intentaba quitarle importancia a la pelea haciéndole recordar el Secreto de la Magia. Aquel muggle se iba a hacer rico con un galeón de oro, si es que podía venderlo en alguna joyería. Había que reconocer que tenía pericia para salir de los apuros, usando artilugios muggles para aprobar la asignatura de Idiomas.

 

Empezaba a marearme, galés, francés, latín, griego... Pensé que aquella clase iba a ser más tranquila que las otras que había dado con la familia. Pero me confundí. Intenté apoyarme en la columna pero algo nos hizo movernos. La tía Sagitas me tiró del pelo.

 

- ¡Aaaay! ¿Por qué me tiras del pelo a mí? Ahí tienes a tu hija y a tu sobrina, ambas con problemas contigo. ¿Por qué no le tiras a ellas? - le dije, con lágrimas en los ojos.

 

Estaba enfadada, así que seguí a la profesora dentro del agua, sin protestar, para que la tía no pudiera volver a sacarme mechones de pelo. ¡Oh., oh! ¿Querría hacer alguna poción multijugos? Debería ir con cuidado con ella; era capaz de cualquier cosa.

 

- No veo nada - dije, con las lágrimas no veía las letras que había en el pergamino de la profesora Vero.

- ¿Perenela, me ayudas? Se me empañó el casco y no hice el impervius. Se me olvidó. Estoy mojada hasta la ropa interior y tengo frío.

 

Estaba a un tris de ponerme a llorar. Aunque suspendiera la asignatura, quería irme a casa porque aquel tritón con tridente era muy agresivo.

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Yo ya me había cansado de seguir traduciendo, pero para mi desgracia a quién le había pasado la nota era a...

 

¡Sagitas!

 

Bueno, maldita suerte la mía. Refunfuñé un poco y salieron unas burbujas... Me fijé además en que los demás hacían impervius, << maldita sea>> pensé para mí. Debería de haberlo hecho. Pero al ser vampira tampoco tenía tanta necesidad, veía tan bien de lejos, como debajo del agua, gracias a la ponzoña que me habían inoculado ya hacía unos cuántos años.

 

Al final después de varios quejidos, todas estábamos debajo del agua. La verdad es que el lugar era bastante impresionante. No cabía en mi cabeza cómo los seres del agua podían construir esas maravillas sin más ayuda que sus manos e inteligencia. Nosotros los que supuestamente nos creíamos "superiores" por tener la magia de nuestro lado, necesitábamos de un palito para canalizar nuestra magia.

 

Y más que para canalizarla, sobre todo la usábamos para quehaceres tan básicos cómo limpiar el suelo.

 

Y aún así a lo lejos había algas y seguro que estaban los gryndylows. Ahí eran dónde solían esconderse y atrapar a la gente descuidada que bajaba demasiado profundo al lago.

 

- Sagitas, ballenas lo dudo - negué con la cabeza- estamos en una zona de agua dulce. Ellas están en agua salada, en el mar - comenté yo.

 

- ¡Deja de excudarte! - protesté yo- ¿acaso no ves que es difiícil? - pregunté yo.

 

- ¡Eres una bruja y tienes varita, así que, úsala! - exclamé yo. No me extrañaría nada que nos siguiésemos peleando debajo del agua y peor aún lanzando hechizos si Verónica no lo impedía. Pero estábamos dando una materia y era hora de mantener las formas.

 

- Por mucha cara de buena que me pongas, no va a colar - y puse mis ojos en una delgada línea. Claro que no, me la conocía bastante para saber cuándo se ponía de ese modo. Si no habían puesto por parejas era por algo.

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-Oh please Morgana, don’t promise things that you can’t realice, she is imposible, she no change her mind… no care how much she love me – le replique a Morgana cuando me pidió no solo un imposible, sino que me miro como si fuera a realizarlo, además a pesar de las diferencias no quería un trasplante de personalidad en mi madre, ya llegaría un momento en el daría el brazo a torcer- and Morgana, i don’t want that the hell be froze.

 

Mi madre empezó a despotricarme en latín, no tenía demasiada noción del idioma pero entendí todo lo que mi madre me dijo por lo que replique de malos modos:

 

-Dic mihi unam rem matrem, Quia nolo mortem sibi nubere coegit me? – no tenía ni idea de que le estaba diciendo solo entendía en mi mente lo que le estaba hablando, era raro, estar cerca de Morgana me hacía entender y responder en idiomas que no había practicado de a mucho, solo esperaba que lo aprendido se quedara con nosotros.

 

Escuche las palabras de la profesora hablándole a mi madre, no entendí todo el sentido de la frase iba a intentar replicar o al menos pedir una traducción cuando la sensación más extraña se apoderó de mí, era una especie de mareo, una especie de zumbido de bajo impacto, debía recordar para cuando ingresara a la universidad y tomar una nueva clase pedir que no hubiera trasladores o saltos de tiempo, mareaban, iba a vomitar si tenía que volver a aparecerme de nuevo pero mis pensamientos fueron llevados a otro lugar cuando me di cuenta que habíamos regresado, iba a besar el piso pero me detuvo la visión de un elfo entregándole a la profesora Vero un nuevo pergamino.

 

Vi a la profesora Vero acercarse al agua y me rezague bastante de donde estaban las chicas, era un demonio, mi especialidad era el fuego, trabajaba en el círculo de la lujuria donde el fuego y el lodo eran siempre todo lo que se veía antes de percibir las almas en pena por sus pecados, el fuego y el agua no siempre se mezclan bien y aunque amaba el agua, las aguas profundas no eran lo mío, no desde que casi me ahogue después de derretir la pista de hielo, aun así traté de tragarme mi temor pero cuando Heliké tradujo que tenía que entrar negué con la cabeza casi que con vigor.

 

No había enfrentado mi miedo a aguas profundas y una clase de sirenio no iba a ser el mejor modo de afrontarlo, aun así vi a mi madre hacer los hechizos de impervius y casco burbuja y lanzarse con Heliké, tenía el reflejo vomitivo alterado y los ojos abiertos como un pez, aun así me trague mi terror e hice lo mismo que mi madre y me lancé al el agua.

 

Traté de seguir el ritmo de la chicas pensando en movimientos de espadas, en entrenamiento del circo, en pasos de patinaje y no pensar en el agua sentí manos viscosas como la de Krumito y me entró el repelús por toda la piel, por lo que agradecí cuando los seres con los tridentes y las sirenas nos dividieron en grupos quedando yo con Xell, mi madre y Heliké quedaron en otro grupo, miré a Xell y agradecí la distracción adicional que me dio cuando tomé el pergamino para ayudar a traducir lo que me había pedido Xell pero sentí un tirón en mi pie y la situación se desmadró mucho cuando un gryndylow me tiró hacia abajo, me deje llevar por el terror, por el recuerdo de otra agua y un par de patines que me llevaban hacia abajo:

 

-¡¡Auxilio!! – fue lo único que atiné a gritar mientras veía las burbujas salir por mi boca, había perdido mi casco burbuja…

Siempre seré tu hija... Reiven Grindewald te quiero // NiqQIUZ.gif

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Heliké protestaba, eso es normal ya que yo hubiera hecho lo mismo. Pero disimulé y no le hice caso. Me dediqué a observar la bellísima obra arquitectónica de aquellos seres y nadé alrededor de unas columnas gruesas como dos veces yo; nadé boca arriba, admirando los arcos; nadé boca abajo observando como las piedras se hundían en el fondo marino y se camuflaban entre las rocas... Estaba sencillamente M A R A V I L L A D A.

 

Pero Heliké es de armas tomar, supongo que por eso ella y yo chocamos tanto, porque nos parecemos demasiado. Sólo cuando dijo que era difícil me puse a reír y me acerqué a mi sobrina.

 

-- ¡Qué va a ser difícil! A mí no me ha costado nada entenderles. Sólo hay que tener un oído fino. Eres una palurda...

 

Le di un par de golpes en su casco burbuja que seguro resonó muy fuerte dentro de su cabeza. En realidad, no es que hubiera entendido todo al cien por cien, pero me había quedado con la idea básica. Y, debo añadir, que no me atraía nada de nada trabajar junto a Heliké para capturar Kelpies. ¿Se creían de verdad esos sirenios, tritones o lo que fueran, que iban a conseguir que Heliké y yo aunáramos esfuerzos sin matarnos antes?

 

-- Han dicho que si les ayudamos a capturar a dos criaturas peligrosas, nos enseñarán el Balleno.

 

Ahí me habían dado. La gran finalidad para aprender esta asignatura de conocimientos: el balleno con el que comunicarme con los grandes cetáceos del pacífico. Suspiré. No sabía si aceptar o no...

 

-- Los kelpies son unas criaturas incomprendidas, sólo porque matan a los viajeros despistados... Pues que no sean tan ilusos y no se dejen engañar... Yo tengo una de ellas en mi parque y no es tan desconsiderada...

 

Me hubiera cruzado de brazos, pero en realidad, la idea del balleno era tan atractiva...

 

-- Bueno, al fin y al cabo, nos han dado instrucciones fáciles, hacer una brida y pasársela por la cabeza... No parece tan difícil... Hay que usar un encantamiento colocador para ello; tal vez si nos ayudamos... Bah, es fácil, podemos hacerlo, no hay nada que nos lo impida.

 

¿Nada? ¿Por qué no me metía la lengua en un...? Mejor no lo digo... Maldije. No me acordaba que en aquellas aguas, como en las de cualquier lago o estanque, habitaban más criaturas que tritones, sirenas y kelpies. Estaban los malditos grindylows, siempre al acecho... ¡Malditos y malditos, más malditos! Atacaban a mi hija.

 

-- ¡Vero! -- le grité a la profesora. -- Prefiero mil veces una boda a un entierro. Espero que no sea una trampa montada por vosotras para que ceda... -- No olvidaba las palabras de Morgana, en las que me decía que podía hacer que me desdijera de mi negativa. -- ¡Aguanta el aire, Perenela! ¡¡Ya llegoooooo!!

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Una vez me llamaron mojigata. Hoy entendí lo que significaba. Yo estaba preocupada por mí, por mi pelo, por el frío... Pero no me preocupaba por mi familia, quien estaba traduciendo aquellas enigmáticas palabras y, encima, no me di cuenta que Perenela, mi pareja en aquella tarea, era atacada.

 

Estaba anonadada. Mientras me quejaba de mi casco empañado, sentía a la tía Sagitas que se movía como pez en el agua, feliz de estar allá dentro. Ella era así, veía las cosas de otra manera. Las tres estábamos en contra del agua y ella estaba bailando en el agua, feliz porque iba a aprender Balleno.

 

- Pues yo no me acerco al Kelpie, después de lo sucedido en el Parque la última vez. ¿En serio hay que atrapar uno?

 

La tía Sagitas amaba a sus criaturas y era incapaz de ver la peligrosidad de aquel Kelpie que por poco me ahoga.

 

- ¿A qué encantamiento colocador te refieres, tía? ¿Un Wingardium, un Locomotor, un Mobilicorpus...? Hacerlo cuanto antes, quiero irme a casa...

 

Pero el grito de Auxilio de mi prima Perenela alejó todo otro pensamiento que su protección.

 

- Impedimenta - lancé el rayo hcia los grindilows. - ¡Relashio!

 

Nade todo lo deprisa que pude hacia mi prima, siguiendo a la tía Sagitas. No tenía Casco Burbuja. ¡Se iba a ahogar! ¡¡Teníamos que impedirlo!!

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Nadaba, alguien se quejaba, miré por sobre mi hombro y no me sorprendió ver que la mismita que se había enfrentado a una de las diosas más vengativas del universo despotricaba. Con voz suave dijo a mi interlocutora frente a mí.

 

--Discúlpala tuvo un mal día con Seth y Morgana --no me di cuenta que había hablado en inglés y otra de las sirenas que en ese momento llegaba a nuestro lado me miró con expresión sorprendida, es verdad, no todos los seres del agua entendían nuestro idioma.

 

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Los demás parecían estar más o menos adaptándose y las otras sirenas y seres del agua les hablaban con confianza. El suave sonido del canto en mis oídos me hizo sonreír hasta que unos gritos de auxilio me hicieron lanzar una maldición en Thimfora_79

 

Nadé a toda velocidad hacia Perenela, aunque ya Xell parecía haber reaccionado a lo que ocurría.

 

--Casco Burbuja --grité apuntando a Perenela --desmaius --lancé un nuevo rayo hacia otro grindylow haciendo que la mayoría de ellos se desparramaran y salieron perseguidos por los tridentes de nuestras anfitrionas de casas de caracolas.

 

Vaya, había olvidado que las algas decoraban el lugar con luces de colores, pero luego reaccioné, no eran luces de las algas, era yo misma, mis manos parecían arder y un susurro se escuchó en mi oído.

 

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Asentí no muy convencida a pesar de los años que llevábamos conociéndonos e intenté relajarme y que el brillo dorado de mis ojos disminuyera, sin embargo podía sentir el agua a mi alrededor tomando temperatura mientras seguía nadando hacia Perenela. A decir verdad nunca había aplicado un casco burbuja a otra persona y no sabía si el que le había lanzado a ella había tenido efecto o no.

 

--Saldremos de aquí e iremos a la superficie a por ese Kelpie y el otro demonio japonés --gruñí mientras me preguntaba si la Universidad tendría seguros contra ahogos y accidentes en clase.

 

Mi idea había sido siempre nadar tranquilamente con las sirenas, conocer algún tritón de esos que te dejan las babas colgando y te preguntas por qué no tienes cola de pescado, al menos por unos segundos, hacerte la ahogada para que él te rescate. Pero parecía que mi quiero tío Seth y mi reciéntemente ex amiga Morgana se habían empeñado en convertir todo ésto en una locura total y hablando de ellos dos ¿sabrían los seres del agua si tenían algo que ver con todo ésto que ocurría en la Universidad?

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Hipoxia: desagradable sensación de ahogo y consciencia que envuelve al ser humano al sentir agua reemplazando el aire de sus pulmones.

 

Lo maravilloso de la mente es que recuerda cosas innecesarias en los momentos más inoportunos, sentía la sensación de tirón en mis pies y me estaba dejando llevar por el pánico de un modo que en otras situaciones no sentiría o afrontaria de otro modo: tal vez.de un modo más... Agresivo.

 

Estaba pensando en las mil formas en que mi muerte sería dolorosa, tanto así que me parecía una ironía que estuviera infectada por un parasitario pero que lo que me mataba fuera el agua, el tirón en mis pies se detuvo y el agua remitió en la parte de mi rostro.

 

¿Tenía un casco burbuja? ¿Me estaban llamando por mi nombre? Trate de despejar mi mente pero el ardor de mi pecho y de mi garganta se sentía fuerte... ¿Dónde estaba mi varita? ¡mi varita! ¡Era la varita de mi papá y la había perdido!

 

Tosi sacando el agua de mi sistema respiratorio y me enardecio la pérdida de mi varita, juraba que la tenía en la mano hasta el momento en que el gryndylow me empujó hacia abajo.

 

-¿Dónde está mi varita? - Grite hacia el agua sintiendo mi furia enardecer y la estática en mi cabello, mire hacia la profesora Vero que tenía una expresión similar a la mía y su presencia me drenó de furia.

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