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Defensa Contra las Artes Oscuras VI


Mael Blackfyre
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Miré el reloj que tenía dentro de mi bolsillo y las manecillas llegaron justo a tiempo. La hora había llegado y tenía todo el sitio preparado. Cabía resaltar que luego del previo aviso que daba la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras podía decir que había alterado mágicamente el aula, de una manera extraordinaria. Estaríamos dentro de los establecimientos de la Universidad. Ser director de ésta tenía ciertos privilegios y no tenía que estar pidiendo permiso.

Había metido allí dentro toda clase de cosas. Y en algunos momentos iríamos descubriéndolos. De momentos los chicos al atravesar la puerta, llegarían a aquella especie de claro. El bosque de alrededor era denso. La copa de los árboles se movía lentamente y las estrellas titilaban entre los huecos que éstos dejaban. Estaba seguro que en cuanto empezáramos la clase, se pensarían que estábamos en el exterior de verdad. cuando las voces, los pasos y las figuras empezaron a llegar, los esperé con mis brazos cruzados por detrás de la puerta.

Pasen. Siéntense cómodos, donde encuentren donde apoyarse les exclamé con una gran sonrisa mientras intentaba acomodar mi cabello. ¿Porqué siempre se alborotaba de aquella manera? Ya me había rendido con él hacía años, pero siendo profesor tenía que tener una imagen más formal. Saludé con sonrisas, la mano o una reverencia hasta que llegaron todos los alumnos. Tomé un poco de aire, empezando a prepararme mentalmente. Estaba dentro de mi área. ¿Qué sería lo más difícil? ¿Los chicos terminarían la clase?. Mi nombre es Elvis Gryffindor, y en ésta oportunidad, voy a ser su profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. ¿Les parece si empezamos?

Les comenté aunque claramente tenía que empezar yo. Les pedí que se fueran presentando entre ellos si querían, mientras con un movimiento de varita arrastraba aquel pesado ropero. Llevaba un espejo en su frente y cuando se detuvo a mi lado, empezó a moverse como si tuviera algo dentro. Y sí lo tenía. Cuando los chicos terminaron de presentarse, carraspeé un poco mi garganta. Levanté la varita aunque primero brevemente, tenía que explicarles de qué se trataba todo eso

En lo que respecta a la clase, vamos a atravesar cuatro ejes que caracterizan a éste conocimiento. Y el primero que veremos, serán las Criaturas Mágicas estando relacionadas a las artes oscuras. ¿Algún voluntario? Claramente van a pasar todos, así que no se preocupen. Hay un Boggart para cada uno. ¿Y porqué ésto? Porque lo que tienen que saber es que para enfrentar a cualquier cosa se les interponga, primero tienen que saber como combatir su propio miedo. ¿Como ayudaran a alguien si tienen miedo? ¿Cómo vencerán a una criatura si puede invadir sus cabezas? Mente en blanco y siempre listos con sus varitas.

Y así fue: El primer alumno se paró a unos dos metros del ropero y el resto se fue acomodando uno al lado del otro. Cada uno debería vencer a un Boggart ¿Pero quién se pensaba que eso era todo? Ésa criatura era algo fácil, con un simple movimiento de varita y un hechizo, y estaban listos. Miré de reojo. Podía sentirlas. Claramente que la situación no se iría de mis manos pero debía estar atento. El aire se empezó a ser más espeso. Las estrellas desaparecieron. Los chicos tal vez se daban cuenta, pero ya era tarde. Manos putrefractas se apoyaban en los troncos para impulsarse hacia sus víctimas.

¿Recuerdan lo que les dije de la mente en blanco? Van a tener que hacer un poco más que eso. No pierdan la calma. Tomen aire. Cualquiera que quiebre el bloque que formaron entre ustedes, permitirá que las criaturas lleguen a ustedes. ¡Vamos! los chicos a ésa altura habían vencido a los Boggart que habían salido del ropero. Pero no habían visto llegar a aquella media docena de Dementores. ¡Y las acromántulas! Aquellas criaturas me daban escalofríos. Bajaban de los árboles con sus ochos patas, listas para atacar. ¿Podrían trabajar en equipo? Editado por Elvis F. Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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— Justo a tiempo —


Al detenerse frente a la puerta que indicaba las siglas D.E.C.A.O murmuró aquellas palabras asegurándose de estar dentro de la hora observando el reloj en su muñeca izquierda. Empujó la puerta con seguridad avanzando al interior del salón que no era precisamente un lugar cerrado. De la universidad y sus profesores podía esperarse cualquier cosa, los escenarios que elegían para dar las clases siempre variaban, y en aquella oportunidad el Mortífago se encontraba envuelto por el claro de un bosque desconocido.


El lugar estaba iluminado por algún hechizo además del escaso resplandor que aportaban las estrellas y la luna oculta por alguno de los tantos árboles que se erguían a su alrededor. Zack caminó hasta quedar frente a quien sería su profesor, Elvis. Recientemente había sido nombrado director de la academia y ya comenzaban a verse sus obligaciones como tal. Claramente estaba reemplazando a la profesora original, de quien el vampiro esperaba recibir clases.


— Buenas noches. Soy Zack Ivashkov Haughton. Vengo con muy buenas expectativas para esta clase, espero divertirme — Al finalizar mostró una sonrisa traviesa difícil de descifrar. Ya era hora de adquirir conocimientos sobre cómo defenderse de la misma magia que dominaba, quizás eso era lo que resultaba irónico, y el motivo de la curvatura de sus labios. Dio un paso atrás y dejó que el resto de sus compañeros se presentara. Ya los conocía a todos, le resultaba grato estar en su compañía.


Elvis tomó la iniciativa una vez terminaron de presentarse todos. Por medio de magia trajo un ropero en cuyo espejo se reflejaron los rostros de todos los alumnos. No hacía falta que explicara de qué iba aquello, podrían imaginárselo. Aun así lo hizo. Una vez hubo terminado, el menor de los Ivashkov dio un paso al frente ofreciéndose voluntario para ir primero. No le molestaría. Arremangó su camisa azul marino y desabrochó los primeros dos botones procurando estar más cómodo de esa forma. Invocó su varita mientras esperaba el boggart.


A penas la puerta del ropero se abrió el rostro del valiente Mortífago cambió por completo. Vaciló un instante en mantener su postura al tiempo que se sentía, de alguna manera, encantado por el temor que demandaba sentirse en su interior. Verse a sí mismo mal vestido, desaliñado y tan vulnerable a los peligros del mundo muggle, ese era su gran temor. No podía soportar la idea de convertirse en un ser sin magia y formar parte del montón, ser simplemente uno más del que cualquiera pudiera abusar. Lo debilitaba verse a sí mismo indefenso y sin herramientas para protegerse del resto de las personas.


— Eso jamás pasará — Murmuró para tranquilizarse al tiempo que bajaba la mirada y soltaba el típico hechizo que acabaría con aquella pesadilla momentánea — ¡Riddikulus!— el rayo salió expulsado con fuerza de su varita en dirección a su otro yo, que tras recibirlo justo en el pecho cambió su apariencia transformándose en un alumno de la universidad uniformado lanzando hechizos descontroladamente en todas las direcciones. Zack bufó y se hizo a un lado aún pensativo por la situación, a pesar de que ya lo peor había pasado, o eso fue lo que creyó.


Los extraños sonidos de las ramas quebrándose y el denso ambiente repentino alertaron a los presentes obligándolos a responder con eficacia y rapidez para evitar ser presas de los seres y criaturas mágicas que los asechaban. Todos comenzaron a lanzar hechizos a diestra y siniestra buscando apartar a sus depredadores lo más pronto posible. Zack solo tuvo que elevar su varita y conjurar un simple hechizo que lo mantendría alejado de los seres de oscuridad.


— ¡Expecto Patronum! — Un chorro de luz salió de su varita hasta concretar la formación de un tigre abstracto que avanzó en el aire con velocidad consumiendo los dos Dementores que buscaron darle el conocido beso al Ángel Caído. Él desconocía más formas de tratar con aquellas bestias, así que se vio obligado a recurrir al único hechizo efectivo contra ellas. — Cuidado, a tu dere… — Gritó en dirección a Valkyria pero a la vez siendo interrumpido por la acromántula que saltó sobre él.


Por un instante pensó que moriría, y no le quedó de otra que tratar de huir alejándose de la bestia a arrastras. Desde el suelo, comenzó a retroceder sin darle la espalda. Tenía miedo de recurrir a sus hechizos más avanzados y revelarse como Mortífago, pero debía hacerlo, eso sería lo más rápido. Recordando sus dotes de actuación, colocó sus brazos frente al rostro en cuanto la araña gigante amenazó con atacarlo y rápidamente pensó en un necrohand. Las dos manos fantasmales surgieron del suelo para luego solidificarse junto a la criatura de alta clasificación y alejarla aplastándola fuertemente.


El Mortífago había apartado la mirada tratando de parecer ajeno a lo que sucedería, además de decorar su rostro con una sincera expresión de temor que no le costó fingir al haber estado tan cerca de una acromántula. Toda la situación se vio tan real que, al estar el resto de los alumnos como espectadores, cualquiera creería que fue uno de ellos quien invocó las necrohands para proteger al vampiro. De inmediato este barrió el rostro de los presentes con expresión dudosa como si en realidad les preguntara si uno de ellos lo había hecho.


No había a quien echarle la culpa, su plan había salido perfecto, pues ya todos se miraban sorprendidos por la ejecución de un hechizo Mortífago en plena clase. Todas las criaturas habían desaparecido y ahora solo quedaba la duda de quién había invocado las manoplas para contener a la criatura gigante. Al no haber necesitado de su arma mágica para dicha invocación, no había forma de que lo averiguaran buscando el último hechizo de cada varita.


— Gracias. — Finalizó para agregar más dramatismo mientras se levantaba del suelo y sacudía la tierra de sus pantalones.

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Hacía bastante tiempo que no pisaba aquel lugar; lo habían renovado bastante. Las instalaciones que él conoció y en donde había trabajado buen tiempo de su vida hacían mutado, creando nuevos ambientes y diferentes edificios para los propósitos que ahora debería de cumplir. Se adentró en los terrenos de ahora la Universidad, encaminando su paso algo apresurado; no estaba tarde para la lección de DCAO que le tocaba, pero siempre era llegar un poco antes de la hora prevista. Zack debería de estar cerca, era el único que sabía que cursaría la clase con él al ver su nombre anotado cuando el fue a hacer su trámite.

 

Cuando ingresó a la clase no se sorprendió del todo de ver que no era un aula normal como se esperaría. Las clases nunca se hacían como era la costumbre occidental, él mismo cuando había sido docente cambiaba la temática de la clase de acuerdo a lo que quería inculcar en sus alumnos; era una manera práctica de hacer la clase mucho más amena. El lugar que esta vez lo rodeaba era un pequeño claro, y alrededor del cual árboles se erguían ocultando gran parte del cielo. El instructor se le hizo bastante familiar, pero avanzó hasta posicionarse cerca de Zack y saludarlo con un gesto de la cabeza. La clase ya estaba por iniciar.

 

—Soy Derek Lúcien, y en realidad espero poner en práctica algunos hechizos que hacía tiempo no utilizaba —. La última vez que había usado magia como defensa o ataque la recordaba muy fugazmente. Habían pasado varios meses desde aquellos episodios y esperaba poner en práctica sus habilidades; añoraba tener encuentros así... Parecía que la clase era el momento adecuado.

 

Una vez se presentó el resto de alumnos, el ropero que había estado avanzando mágicamente se posicionó al centro, frente al grupo de muchachos, moviéndose inquietamente, denotando que poseía algo en su interior. El demonio no tuvo que cuestionarse que podía ser, ya que sólo había una clase de criatura que gustaba de ocultarse en los armarios. Con un giro de su mano hizo aparecer su varita frente a él, mientras Zack avanzaba como voluntario para ser el primero en enfrentarse a sus temores.

 

El demonio fue el segundo en acercarse al ropero, y cuando el Zack descontrolado lo observó, sus ojos se volvieron oscuros y en cuestión de segundos el rostro del Ivashkov se transformó en el cadáver de su hermano Leonardo, de pie, con las cuencas de los ojos vacías y todo su cuerpo en estado de putrefacción, moviéndose ligeramente como si se tratara de una marioneta. El castaño cerró los ojos un instante y se recordó a sí mismo que eso no era cierto, era una clase y tenía que transformar los restos del ser que se encontraban frente a él.

 

Riddikulus —murmuró, agitando la varita en dirección al cadáver. De inmediato este empezó a deshacerse como si se tratara de una muñeco de vela, dejando a la vista un esqueleto de dulces muy parecido a los alegóricos caramelos al día de los muertos que comercializaban en México. La calavera empezó a carraspear los dientes hasta que el cráneo cayó al suelo moviéndose insistentemente, causándole gracia al Atkins.

 

Sin darse cuenta, cuando observó a su alrededor, la luz de las estrellas y de la luna había desaparecido. El aire se volvió mucho más frío y cuando espiró el aire este se condensó frente a él generando una voluta clara de humo. Miró a su alrededor, pero el ambiente le impedía observar claramente a su alrededor; los dementores había rodeado al grupo y la mejor opción era conjurar su patronus antes que la tristeza se apodere más del lugar.

 

¡Expecto Patronum! —de la punta de su varita salieron varios hilos de plata que empezaron a arremolinarse frente a él. La figura de un oso pardo iluminó su rostro, y éste de inmediato con una de sus garras golpeó al dementor más cercano al demonio. Con un gruñido, el blanquecino animal salió corriendo en cuatro patas para abalanzarse sobre otros par dementores que se encontraban avanzando en su dirección. Sintió una mano helada tocar su espalda, pero no tuvo tiempo de ver muchas más.

 

Una araña enorme se abalanzó sobre el castaño haciéndolo caer de espalda sobre uno de los dementores para luego rodar unos metros más allá. El oso giró y emboscó a la criatura, pero la araña era inmune al hechizo que había invocado, sin embargo le dio el tiempo suficiente para apuntarle directo al costado derecho del arácnido.

 

Sectusempra —murmuró, haciendo que un rayo verdoso impacte en el costado de la criatura y abriendole una herida sangrante que la dejó imposibilitada de caminar con tres de sus ocho patas. La criatura empezó a arrastrarse, pero no llegó mucho más lejos—. Incárcerus —musitó luego, lanzando 3 cuerdas a una araña que descendía rápidamente cerca de él. El animal cayó como piedra sobre su espalda, con las patas atadas y moviendo sus pinzas, molesta.

 

Giró su rostro para observar a sus compañeros y mientra lanzaba otro incárcerus sobre otra araña, un par de manos gigantes atrapaban a una araña, haciéndola prisionera. Era algo extraño ver luego de tanto tiempo aquel hechizo, y le recordó cuando tenía el poder de realizarlo. Las arañas estaban controladas, pero el grupo en sí se había separado debido al alboroto.

 

—Vaya manera de comenzar la clase —murmuró para si, incorporándose del suelo y limpiándose las manos llenas de tierra. Su cabello estaba totalmente desordenado debido al ataque tanto de la acromántula como del dementor, y en su rosto una mancha oscura denotaba que había caído al suelo.


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— Va a llegar tarde… para variar — aquella ultima parte fue menos que un susurro. Osiris, la elfina de la Black Lestrange ya estaba acostumbrada a que ama siempre dejara todo para el ultimo o que olvidara las cosas por andar entretenida creando nuevas pociones.

— Te he escuchado… y para tu información tengo tiempo de sobra… — le respondió la castaña que en ese momento colocaba con cuidado un dedo huesudo y grisáceo dentro del caldero, removió un par de veces en sentido anti-horario y esperó paciente a que la pócima se volviera más negra que una noche sin luna. — Listo… ahora solo hay que dejarla reposar por veintiún días… — Añadió mientras se despojaba de un mandil.

— ¿Eso era un dedo de dementor? — preguntó la elfina con curiosidad y sin poder evitar contener un escalofrió. Estuvo a punto de preguntar como lo había conseguido, pero había cosas que prefería no saber sobre su ama, además seguramente le había costado trabajo conseguirlo y no quería ni imaginar lo que habría tenido que hacer.

— Si Osiris… — le respondió cerrando la puerta con seguro — vamos deja de preguntar tonterías y prepara una muda de ropa mientras me baño — le ordenó.

Luego de un tiempo prudente la ojimiel se encontraba lista para salir, su atuendo era sencillo y muy cómodo, lo ideal para asistir a la Universidad. Unos jeans de mezclilla en un tono azul muy suave, mismo que se ajustaban perfectamente a su figura, camiseta blanca en manga corta a juego con una chaqueta del mismo color y por ultimo unos zapatos sin tacón. A pesar de sentirse un poco extraña, pues últimamente y por sus continuas visitas al Minsterio, tenía que vestirse muy formal sabía que para esa ocasión era lo mejor, pues nunca se sabía con qué escenario podía toparse una vez empezara la clase.

Se colocó una túnica de viaje sobre sus hombros, un colgante de plata con forma de alas y un par de anillos en sus dedos. Desde que había adquirido aquel libro no salía de casa sin aquellos objetos ya que no sabía cuándo podría necesitarlos. Se hizo una cola en el cabello y tras tomar su varita desapareció de su habitación en el castillo Haughton.

No le fue muy complicado llegar al lugar en donde se dictaría su clase puesto que las indicaciones de quien sería su profesor eran muy claras. Para sorpresa suya varios de sus compañeros eran conocidos y por uno en especial sentía un gran cariño. Había criado y amado a Zack como si fuera su propio hijo y aquel sentimiento nunca se borraría. Le sonrió con cariño apenas lo vio e ingresó en aquel claro.


Sin embargo su rostro cambió de pronto, uno de sus anillos se activó apenas atravesó el umbral de la puerta, había un Boggart o varios escondidos por ahí. La sola idea de que aquellas criaturas estuvieran cerca la aterro por completo, se le hizo un nudo en la garganta con solo pensar que tendía que enfrentarse a uno de ellos. Cerró los ojos y sacó toda la fuerza de voluntad que le fue posible para quedarse, necesitaba ese conocimiento y no podía darse el lujo de reprobar.

— Hola, soy Valkyria Black Lestrange. Y siendo sincera desearía estar en cualquier lugar menos aquí — dijo sin apartar la mirada del pesado armario que Elvis estaba acercando hacia donde ellos se encontraban — Y no es por ustedes chicos… es que de verdad odio a esos bichos — añadió apartándose lo más que pudo de los armarios.

Escuchó con atención las indicaciones del Director de la Universidad, sacó su varita y tras un suspiro se paró junto a sus compañeros de clase. Apenas se abrió la puerta y salió el Boggart este se transformó en un enjambre de un sin número de insectos, mariposas escarabajos, mantis religiosas y cuanto insecto hubiera en el mundo. Aquella fobia irracional que sentía la bruja por aquellas diminutas y asquerosas criaturas le estaba jugando una mala pasada.

—Riddikulus —dijo la castaña pero el miedo estaba tan presente en si mente que el hechizo no surtió efecto y su peor miedo se acercaba cada vez más hacia ella, respiró profundo y tras concentrarse volvió a repetir —Riddikulus — esta vez su hechizo fue efectivo y en lugar de aquellos gusanos con alas, los insectos se convirtieron en pompas de jabón que al romperse dejaban tras de sí diminutos y coloridos juegos artificiales. — Ashhh como los odio… — murmuró refiriéndose a los insectos.

Tan concentrada estaba en deshacerse del boggart que no se percató del repentino cambio de temperatura ni de aquella niebla antinatural que los estaba rodeando y el fallo de su hechizo lo atribuyó a su fobia, más cuando levantó la mirada los vio. Docenas de espectros se acercaban hacia ellos acompañados de arañas gigantes —Espejo de niebla—susurró. Aquel útil hechizo induciría a sus compañeros a un poderoso estado hipnótico, convenciéndolos de que ella era una bruja de gran poder mágico además de que le permitía usar hechizos realmente útiles.

— Cuidado, a tu dere… —escuchó la advertencia de su hijo Zack justo un momento antes de que una acromántula se abalanzará contra ella. Los dementores habían retrocedido, al menos de momento, gracias a los patronus que habían realizado los dos magos.

— Detritus — dijo rápidamente. Una capa gaseosa la cubrió por completo evitando así que la araña gigante le causará daño. El estado de temor que en un inició había embargado a la vampiresa había desaparecido, ahora la adrenalina y el deseo de acabar con aquellos bichos era más grande. Observó como todos hacían lo suyo para eliminar a las arañas, por lo que dijo —Cyclone maximus —la invocación fue inmediata y un ciclón apareció de la nada, lo guío hacia el lugar en donde había más arañas y dejó que el viento incontrolable hiciera lo suyo llevándose a las acromántulas y varios árboles muy lejos de donde ellos se encontraban.

— ¡Expecto Patronum! —dijo finalmente y un oso polar adulto se fue formando con gaseosos hilos plateados, aquello era precaución por si los dementores decidían volver.

—Estoy empezando a pensar que esto no es una clase, sino un intento de asesinato — comentó —Aunque he de admitir que ha sido divertido... si no contamos al Boggart claro esta — añadió.

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Todo estaba normal esa mañana, cuando desperté en moon river me encontraba en mi habitación vistindome para salir y en eso veo a Antares mi búho real, tenia días que no pasaba por mi ventana siempre anda volando entre las diferentes direcciones de las cuales frecuento como no tener aun residencia definitiva desde la llegada del viaje aun no me he adaptado a llamar ningún sitio como mi hogar.

 

El pobre animal llego directo a alimentarse, capaz la noche no fue muy trata con ella y no logro casar nada, en eso veo que me trajo correspondía y del grupo de cartas se destaca una, reconocí el escudo y el sello era de la universidad, dan las instrucciones que me presentara para mi primera clase de conocimiento desde que fue egresado, - pensé , que los anuncios de última hora se había acabado- se comento mientras se acomodo su cabello frente al espejo, tome mi capa negra sobre todo que utilizaba para volar me la coloque me mire de nuevo al espejo de cuerpo completo vi que ya no era el mismo joven que Salí de aquí hace meses, ahora su nuevas vestiduras lo hacía ver como un gran mago, la franela vinotinto y so pantalón negro estaban más que bien para esta clase, no creo que sean tan formales.

 

Decido a enfrentarse a lo que sea necesario, tomo su escoba propiedad del ministerio, Salí volando en dirección a la institución mágica, el viaje fue tranquilo y le dio chance de recordar que sabía sobre la materia no quería llegar y comenzar a cometer errores de principiante menos ahora que su padrino Elvis era el director tengo que seguir siendo un orgullo para él, como lo he sido siempre o es lo que me ha dicho cada vez que hablamos.

 

A llegar a salón reconoció que era la primera vez que vea una clase en un aula normal, como lo hacen los muggles siempre se hacía cosas extraordinarias fuera de los terrenos, pero algo debe estar preparando el profesor, cuando me fije en el para mi sorpresa era el mismo director, ahora si tendré que ser mas cuidadoso y ya la manos me sudada y el corazón se me aceleraba de solo pensar que el me tendría que juzgar desde ahora hasta el final del curso.

 

Ya mis compañeros se había presentado un silencio invadió el lugar estaba más que claro que solo faltaba yo, así que me aclare la garganta y trague hondo – mucho gusto, mi nombre es Adam Lockhart y quiero aprender a defenderme y a las personas que valoro – luego tome mi lugar de nuevo sea como mi padrino me seguía con la mirada, a mi lado la black me hacia señales de aprobación.

 

El momento de la primera actividad había comenzado y en el mismo orden que nos habíamos presentado nos habíamos dispuesto para poder enfrentarnos al armario se podía ver en la mirada de todo la concentración que tenían y su ansias de enfrentar sus miedos, yo solo podía pensar en mi padre y el miedo que me daba no saber en esos momentos, en eso me descuide y escuche que alguien me grito – adam hazlo ahora- abrir mis ojos y delante de mi estaba el mi padre se vea mayor, muy cansado, tenia marcas de golpes en los brazos y en la cara tenía una horrible cicatriz, me llamaba pidiéndome auxilio mi corazón me gritaba que me fuera tras de él y abrazarlo, pero mi cerebro si sabía que hacer – Riddikulus - en vez de mi padre suplicando ayuda, había un divertido mimo que no emitía silencio, sabía que no era lo más divertido pero era lo único que se le ocurrió para no seguir escuchando sus gritos.

 

Por un segundo creí ver que Derek cambiaba su expresión , ver que mi miedo también era con el sufrimiento de alguien más, capaz se sitio identificado o le vino algo a su mente no supe describirlo aun no lo conocía, a aparecer el no tenia intensiones de socializar en ese momento, al girar contra de mi sabía que era lo que sea un dementor se encontraba en la sala , el frio y la oscuridad se hacía presente en el lugar, sabia cual era el momento más feliz que tenía hasta el momento, fue cuando pasa la iniciación de la orden del fénix, era como solo recordarlo me daba las energía que necesitaba y levante de nuevo mi varita para un segundo ataque - Expecto Patronum- un hipogrifo de luz apareció entre la criatura y el sitio donde yo estaba haciendo que se alejara rápidamente de mi, pero no era lo único que se encontraba las arañas ya estaban más cerca solo se me ocurrió lazan – expulso- una de la sillas exploto y así alejo las criaturas.

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Asentía con la cabeza cada vez que éstos se presentaban. Y claramente que les agradecía con una sonrisa cuando me comentaban que esperaban mucho de aquella clase. No entendía porque tenía una sensación extraña en el pecho. No eran nervios. Había ayudado a muchas personas dentro de la Orden del Fénix, para que liberaran todo el poder que tenían dentro. Estaba seguro que era la adrenalina por compartir un deseo, el poder llevar a cabo ésa actividad. Muchas expresiones me trasmitían nervios pero no me conocían. Jamás cuestionaba o juzgaba a nadie. De hecho siempre esperaba todo de ellos, aunque pensaran que estuviera mal.

Eso es... —le comenté a Zack, esquivando uno de los rayos del boggart cuando logró convertirlo. Caminé unos dos o tres pasos observando como Derek lograba sacar de su mente a la figura de su hermano. Era horrible ver a nuestros familiares así. Reí ante el comentario de la única bruja de la clase, Valkyria y sabía que al terminar, su postura sería mucho más firme. Dudó pero asentí y levanté mi pulgar para indicarle que todo estaba bien cuando logró vencer a aquellos insectos. El último, Adam, también sufría por un familiar. Pero dentro de su cuerpo se encontraba el poder que necesitaba para salir adelante. Y así lo hizo—Excelente. ¡Excelente! Veo que todos por lo menos, lograron enfrentar sus miedos.

El bosque se iluminó con aquella luz plateada. No sabía cuánta experiencia tenían en invocar un Patronus. ¿En qué recuerdos se enfocaban? Estaba seguro que si teníamos más tiempo, nos hubiéramos sentado a hablar de ellos, pero eso era perder el tiempo. Los chicos estaban entrando en calor. Dentro del claro estábamos junto a dos osos, un hipogrifo y un tigre. Toda la luz que emitían éstos guardianes era casi tan fuerte como la de la luna. Los dementores habían retrocedido hasta refugiarse detrás de los árboles. Y las acromántulas. Las estaban neutralizando sin problema.

¡Me encanta ése entusiasmo! Muy bien, chicos. No bajen la guardia y no se les ocurra retroceder ni un milímetro —moví varias veces mi varita y todas las acromántulas, o lo que quedaban de ellas, explotaron en volutas de humo negro, desintegrándose en el aire. La luna tomó protagonismo cuando los encantamientos Patronus desaparecieron. Los dementores se habían ido. O por lo menos en ése momento. El ropero que el boggart usaba como hogar, se iba achicando cada vez más hasta desaparecer entre las raíces y el césped. La magia hacía cosas extremadamente maravillosas—. Ésa misma valentía que usaron para protegerse a ustedes y a los demás, es lo que deben mantener como escudo y dejar los miedos atrás. Y eso nos lleva al siguiente tema.

»Las maldiciones imperdonables. ¿Por qué se llaman así? ¿Que es todo lo que tiene que hacer con y contra ellas?« Les pregunté mientras los observaba uno a uno. El bosque empezó a cambiar de forma. Los árboles se iban hundiendo en la tierra como si ésta fuera agua. La luna iba alterándose para convertirse en un enorme araña con muchas velas, que iluminaban toda la habitación. Los límites del enorme claro ahora era paredes de piedra gris, lisas y duras. La copa de los árboles se unían a aquella lámpara. Estábamos dentro de lo que sería una sala de un castillo. O eso había intentado conjurar. Había una puerta por cada alumno presente y cada uno escuchó que alguien los llamaba. Alguien que realmente amaban.

No se olviden. Por más que tengan miedo, mantengan su mente en blanco. Tengan voluntad de terminar con aquello que les hace daño. El cuerpo puede llegar a sufrir pero la mente soporta cualquier cosa si están decididos. No importa los valores que tengan cada uno. Allí dentro encontraran una prueba enorme. Todo depende de su disposición —les comenté. Los esperaría a los cinco alumnos allí mismo. Ya muchos estaban accionando la manija y otros se encontraban dentro. Allí vivirían dos situaciones al mismo tiempo. Se veían a ellos mismos, realizando las maldiciones imperdonables. Pero a la vez, alguien más, lo estaba haciendo contra ellos. Era como si lo observaran desde ambos puntos de vista.

Editado por Elvis F. Gryffindor

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Obtuvo la aprobación del profesor tal cual como lo esperaba. Le gustaba saber que estaba haciendo las cosas bien, de esa forma sabía si debía seguir por el camino que ya tenía trazado en mente. La clase avanzó con normalidad a pesar de la rara aparición de unas necrohands en frente a todos. Nadie le prestó mucha atención, cosa que alivió al Mortífago que las invocó. Todos lucían bastante reservados con el tema de los bandos, y mejor que fuera así.


—¡Vamos por eso también! — Comentó con entusiasmo dando un paso adelante al ver como toda la sala cambiaba una vez Elvis agitó su varita mágica. Los árboles desaparecieron junto con el claro entero, dejándolos en lo que parecía ser un salón tranquilo. Escuchó las recomendaciones del hombre y se motivó a atravesar su puerta. No sabía lo que encontraría ahí dentro, pero que alguien con su misma voz lo llamara le resultó interesante.


Giró el pomo de la puerta y se dejó envolver por ese nuevo escenario. Estaba solo en un salón pequeño con cristales en las paredes, piso y techo. No se reflejaba en todos ellos, sólo en el que tenía frente a sí mismo. Probó un instante ver que su otro yo lo siguiera en cuanto a movimientos, hasta que el extraño dejó de moverse.


—Imperio— Murmuró con su varita en alto ordenando a ese otro hombre que comenzaba a saltar. Lo observó obedecer su orden unos segundos, y luego él mismo saltaba como niño en clases de gimnasia. El hechizo lanzado al espejo se regresó haciendo que él también sufriera sus efectos. Frunció el ceño extrañado, pensando si el resto de las maldiciones también se le devolverían.


—¡Cruciatus! — Su varita expulsó con fuerza un rayo rojo apenas concretó el hechizo. Acortó la distancia que lo separaba del otro hombre con su misma apariencia e inmediatamente a penas lo recibió él mismo comenzó a retorcerse de dolor. Bajó la guardia y la mirada mientras retrocedía, se le hacía casi insoportable, sentía que caería. Su mente se nubló de tal forma que perdió la conciencia y solo podía concentrarse en el dolor que demandaba sentirse en su interior. Se suponía que el hechizo debía sufrirlo el chico del espejo, no él.


Sin entender muy bien el funcionamiento de clase, Zack trató de calmarse y aislar el dolor que él mismo había provocado. Le tomó escasos segundos retomar la postura y decidir acabar con esa tarea rara lo antes posible.


—¡Avada Kedavra! — Exclamó con fuerza esta vez enviando un rayo verdoso en dirección a su reflejo. Su otro yo lo recibió inmediatamente y se elevó por el aire hasta caer varios metros atrás muerto. En él no sucedió nada extremista, solo al parpadear ya no se encontraba en la misma sala de espejos sino junto a su profesor Elvis. Había muerto también, pero no de la misma manera que el hombre de aquella extraña habitación.

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Luego de poder enfréntame a mis miedos, pensé que cualquier cosas que me colocaran seria más fácil, hasta que el profesor volvió a hablar esta vez vamos a una de las grandes ligas eran las maldiciones imperdonable, que era así por que nunca se puede utilizarse eso estaba claro que nunca lo haría más por qué no va con honor de y la lealtad que había jurado cuando se decidió entrar a guardián de la luz es algo que no quiero cambiar, por nada del mundo, así cuando le preguntaron decidió ni responder las pregunta que dijo, por estaba seguro que todos los asistente sabían muy bien que significaba y porque son excelente magos todos.

 

A terminar de hablar comenzó a cambiar el escenario el bosque que nos rodeaba comenzó poco a poco a pasar ser un salón pero no un salón normal, con una gran lámpara central , nos indicaron que fuéramos cada uno a una puerta que tuviéramos la mente en blanco y poder usar esas maldiciones con normalidad, a lo que pensé que normal puede ser lanzar esas cosas que no están permitida, pero tarea es tarea así que seguir delante a tocar la manilla sentí que mi cuerpo mas tenso y con una energía diferente, no le di importancia y decidí entrar de una vez y salir de eso rápidamente.

 

A entra esta todo oscuro, pero había una voz que lo llamaba y lo retaba a que lo atara era una voz muy común, como no serla si era mi propia voz cuando Salí de la oscuridad y me veo directamente no sabía si era un sueño, efecto de un hechizo que tenia, solo se que podía verme y podía moverme como si fuera 2 personas no sé cómo podía controlarlo, debe ser de la condición que tengo por cuestiones de ser otro ser distinto a quien naci, pero ese mi otro yo me hablo – deja de pensar comienza a luchar- con eso lance mi primer hechizo contra mi – Imperio ahora sufre hay como si fuera mi perro – el rayo lanzo directo a mi cuerpo impactando en el, mientras que mi otro yo comenzó a sentir la fuerza del hechizo que me quemaba y me obligaba hacer cosas que no puedo evitar me retorcía en el suelo a gusto de el.

 

Le suplique para que me dejara en paz, que había hecho yo que me merecía su rencor, a lo que me respondí. -Tu sabes lo que has hecho y porque te mereces eso- pero luego de eso de eso me soltó, me puede levantar tomar un aire con sabor a libertad, levante mi varita para poder hacer un contra ataque, pero no tuve el tiempo suficiente cuando vi venir otro rayo hacia mi cuerpo, no me pude escuchar cuando me lance un Cruciatus, el dolor comenzó a salir desde mi sangre que se calentaba , los músculos se contrae, provocando un intenso dolor por todas partes sintiendo que explotaría mi cabeza en cualquier momento.

 

Me acorde que colocara mi mente en blanco que me concentrara, hice una medicación pude ver como poder salir de todo eso, claro que estaba luchando contra si mismo así que podía controlarse, ganarse a si mismo, así que como pudo controlar a su yo el que lo atacaba y se levanto –ahora me toca a mi te diré el peor de todas las maldiciones Avada Kedavra – el que era el atacante pudo sentir su ataque final, pude ver a mi ojos se cerraban mi pulso estaba disminuyendo mi pulso como la vida se me escapa de mi, pero al mismo tiempo regresaba a ser uno solo, pude salir de ese salón todo sudado, un poco debilitado por todo el trabajo que tuvo que sufrir para superar esa prueba

Editado por Adam Lockhart
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Aquellas habitaciones habían sido como una trampa para muchos que no tenían una mente ágil y una voluntad de hierro. Los cinco alumnos que habían llegado a mi clase aquel día, se habían enfrentado a varias criaturas al llegar allí. Y luego, tenían que enfrentarse a una de las cosas más importantes, a pesar de los ideales que todos tuvieran. ¿A quién le gustaba que lo controlaran, que lo torturaran o lo mataran a sangre fría? Por esa razón debían saber cómo utilizarlas para saber cómo defenderse. En ésta oportunidad salieron dos personas de aquellos cuartos: Zack y Adam. Les dirigí una sonrisa y asentí con mi cabeza.

 

¿Necesitas una mano? —comenté a Zack mientras le tendía el brazo para que se aferrara a mis dedos y se pudiera levantar del suelo. Era la segunda vez en un mismo rato que se encontraba al nivel del piso. Le dirigí una sonrisa y esperé que éste lo hiciera, mientras Adam salía de su habitación algo sudado y con la cabeza confundida. Debía haber sido difícil atravesar aquellas situaciones. Le hice una seña para que se acercara. Claramente ninguno de los dos tendrían un margen de descanso. Rebusqué en el bolsillo interior unos pergaminos para la siguiente etapa. ¿Lograrían cumplirla? Esperaba que si, tenía fe sobre ellos: — Ésta es tuya y ésta... es la que te toca hacer.

 

El primer trozo de pergamino era para Zack. Solamente rezaba la palabra "Relicario". Cuando le tendí mi mano a Adam, el pergamino suyo mostraba dos palabras: Libro maldito. Esperé que éstos leyeran su siguiente tarea. Mientras aquello pasaba, las puertas por donde habían salido, se volvieron a abrir, pero no del todo, sino que se entornaron mostrando una luz blanca que cegaría a cualquiera. Cada uno sabría que camino tomar, porque debían adentrarse a aquella aventura, en búsqueda del objeto que les pedía. No sabía si lo harían, pero no solo debían encontrarlo, sino enfrentarse a ellos. Eso lo podrían observar una vez encontrados.

 

Relicario. En un pequeño pueblo japonés, se rumorea que existe un templo, donde algunos seguidores confirman que las personas van en búsqueda de ayuda, pero salen absolutamente con la mente en blanco. Ni siquiera se acuerdan de sus nombres. La comunidad mágica sospecha que se trata de un objeto maldito pero no logran encontrarlo. Más de treinta personas han sufrido éstos ataques que fueron ocultos de los muggles.

 

Libro Maldito. Una biblioteca pública en España, fue declarada clausurada por las constantes desapariciones de varios visitantes. Las autoridades muggles prohibieron la entrada y se encuentra abandonada hace 10 años. Los habitantes del entorno expanden el miedo explicando que se escuchan gritos y varias cadenas pero los magos españoles saben muy bien que se trata de un peligroso objeto que aún no llegaron a capturar.

 

Deben llegar al lugar e intentar utilizar sus conocimientos para que los muggles no los vean y poder llegar hasta el objetos. ¡Pero cuidado! Deben saber que todos los objetos pueden tener protecciones o que éste sea una amenaza —esperaba que ambos no tuvieran ningún problema. Aunque de momento, solamente deberían atravesar la puerta, llegar hasta el sitio indicado e intentar llegar al problema. En ése momento estaba seguro que pasaría algo, pero eso lo sabrían cuando estuvieran a un paso del objeto—. Usen su magia. Cualquier rastro de magia es visible para ojos entrenados. Estaré cerca de ustedes. —les terminé explicando. Tenía experiencia por haber trabajado durante años como Auror. La idea era trasmitirles ése conocimiento.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Luego de la pequeña exhibición de hechizos que tuvo lugar en aquel claro, todas las criaturas desaparecieron en una voluta de humo, dejando el lugar nuevamente iluminado solo por la tenue luz de la luna. El profesor parecía bastante contento con el desempeño de la clase, y el grupo en general había demostrado su habilidad para enfrentarse a situaciones de lo más imprevistas; unos en un grado mayor que otros, pero al final todos habían lidiado con las criaturas adecuadamente. Ahora debía seguir adelante con la clase, y esperaba no terminar nuevamente en el suelo.

 

Con un movimiento de varita, el Gryffindor cambió totalmente el ambiente en el que se encontraban. El pequeño claro en el que las criaturas los habían atacado fue mutando lentamente, hasta convertirse en un salón y ambiente parecido a uno, de dimensiones bastante espaciosas, pero sin llegar a ser demasiado grande para el grupo de estudiantes. A su alrededor y sobre cada una de las paredes, habían varias puertas cerradas esperando por ellos. El castaño observó a su alrededor, dudando de cuál sería la próxima tarea a realizar.

 

Escuchó las palabras del instructor, y aunque no lo respondió para todos, si para sí mismo. «Para tomar el control de la situación, logicamente». Las maldiciones imperdonables eran bastante conocidas aunque poco usadas en general. Su siguiente tarea estaría relacionada a ellas, aunque con la pequeña explicación que se dio no comprendió del todo que era lo que tendría que hacer o cómo lo tenía que llevar a cabo. Algo intrigado, se mantuvo expectante al movimiento de sus compañeros, y cuando Zack empezó a caminar en dirección a una de las puertas, esperó a presenciar los acontecimientos, aunque no logró ver que sucedió en el interior.

 

Avanzó a la puerta que se encontraba más cerca a su posición y con la varita en la mano, listo para enfrentarse a lo que sucediera allí. Agitó levemente la mano y la puerta se abrió, ofreciéndole la visión de una oscuridad única en su interior. Apretó su arma mágica un poco más y penetró en el lugar, para luego escuchar el crujido de la puerta al cerrarse detrás de él y dejarlo prácticamente ciego. Se quedó quieto unos instantes, esperando a que algo le saltara encima o un rayo sea disparado en su dirección, pero no sucedió.

 

Delante de él se comenzó a materializar un ser, generando un brillo fantasmal a su alrededor y permitiéndole al castaño ver lo que sucedía a su alrededor. La persona que tenía frente a él era bastante parecida a él, salvo por el color de piel bastante pálida y su cabello rubio platinado. Hicieron contacto visual y al notar que no había movimiento alguna de parte del otro ser, fue el demonio el que alzó la varita y apuntó directo al rosto del otro.

 

Imperio —musitó, sintiendo como la magia creaba una conexión invisible entre ellos. Mentalmente el hombre tenía el control del otro, y dudando la acción que debía de obligarlo a hacer, se limitó a hacerlo golpearse la cara con ambas manos; el otro realizaba la acción pero manteniendo fija la mirada con el Atkins, lo que le generó cierta sospecha de que el otro no sentía físicamente dolor alguno con sus órdenes. Terminó la acción unos momentos después, y sin saber de dónde, sintió como sus rodillas se doblaban, obligándolo a arrodillarse y hacer movimientos muy parecidos a los de un rezo musulmán. Cuando terminó la acción, el otro sonrió, de manera burlesca; al castaño no le agradó el gesto.

 

Cruciatus —susurró seguidamente, viendo como la risa del ser cambiaba por gritos de dolor. El ser cayó al suelo, revolcándose entre sus gritos y sus movimientos compulsivos, haciendo que su ritmo cardíaco aumentara notablemente, lo que al demonio le agradaba. Se encontraba disfrutando del espectáculo cuando sintió que su cerebro explotaría dentro de su cráneo; mil voces llenaron sus pensamientos y sentía como todo su sistema ósea explotara, astillandole el cuerpo completo. Cayó al suelo al igual que el otro y sintió un sudor frío caer por su cien; lo que él le hiciera al otro se lo harían a él.

 

Se quedó en el suelo, tratando de inhalar nuevamente, ya que había quedado sin aire en aquel episodio. Desde su posición, vio como el otro ser se incorporaba algo adolorido, pero nuevamente con esa sonrisa burlesca, mirándolo como si fuera un ser superior. No perdería tiempo en incorporarse, no lo necesitaba para su siguiente movimiento.

 

Avada Kedavra —musitó, impulsando el cuerpo del rubio unos metros por atrás. Su cuerpo sin vida golpeó contra la pared y cayó inerte a la fría piedra de la que estaba compuesta la habitación y allí se quedó, con la mirada perdida en el infinito. Volteó rápidamente para observar atrás de él a tiempo de ver un ser idéntico a él, que lo observaba desde el otro rincón y el cual negaba con la cabeza, algo apesadumbrado. Fue lo último que vio, ya que el rayo verdoso golpeó su pecho, matándolo en el acto.

 

Cuando abrió los ojos, podía ver su cuerpo en la habitación, pero los dos extraños habían desaparecido. Traspasó la puerta y regresó a juntarse con la clase, sintiendo la extraña sensación de no estar en su cuerpo.


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