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Defensa Contra las Artes Oscuras VI


Mael Blackfyre
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Precavida.

La castaña se quedó pensando en esa palabra. La verdad era que muchas veces ella era muy descuidada, distraída, imprudente, todo menos precavida. Seguramente le sería un poco complicado no meterse en algún lio en un futuro, aunque claro nadie lo sabría, en lo que era buena era en cubrir su rastro, sabía manipular a las personas además de que había perfeccionado el arte del engaño y la mentira, sin contar que su bien posicionado puesto en la política siempre la ayudaba para borrar todo rastro de sus travesuras y crímenes.

—Precavida es mi segundo nombre… — Le dedicó una sonrisa encantadora a su profesor, guardó la caja a pesar de saber que estaba vacía. Luego de sus palabras permaneció en silenció expectante.

Luego de un momento el aula nuevamente cambió, volvía a ser el claro en donde había empezado la clase. La castaña se tensó de inmediato y sacó su arma mágica por si nuevas criaturas empezaban a aparecer, escuchó las palabras del Griffyndor y suspiró algo cansada > susurró muy bajito, estaba realmente agotada y no sabía si podría concluir todas las pruebas. > pensó al escuchar enumerar las criaturas que estaban esperándolos en el claro.

Siguió escuchando y la tercera prueba si le gustó, hacer venenos y antídotos era una especialidad para la castaña, aunque no sabía que tan conveniente era enseñar a los presentes aquel extraño don que poseía. La cuarta fase también le gusto, algo más animada la Warlock estaba deseosa de poder llegar al final de la clase, aquello sería como un juego. Sonrió animada, escuchó las últimas indicaciones y sin más se encaminó hacia la primera fase.

Primera fase.

Conforme se adentraba en el bosque el sonido de las pisadas de sus compañeros y profesor se fueron apagando, ahora únicamente el crujir de las ramas y hojas secas al quebrarse bajo sus pies la acompañaban. > pensó algo frustrada mientras apartaba una rama de su camino.

—Auchhh —se quejo de pronto, bajo la mirada para saber con qué había tropezado o que la había golpeado y ahí estaba. Una criatura pequeña con un gorro rojo, un bate y muy mal genio. Instintivamente retrocedió unos pasos cuando intentó golpearla nuevamente —Te has equivocado de presa… no soy una asquerosa muggle — dijo la bruja apuntando con la varita al Gorro Rojo que tenía en frente —Desmaius —pronunció claramente, no quería hacerle daño. El rayo impacto de lleno en la criatura y acto seguido cayo desmayada en el suelo.

> pensó rodeando el cuerpo para poder seguir su camino. La pareja de la castaña le había sacado aquel lado que ella no conocía, ese amor por ciertas criaturas no había sido propio en la Black Lestrange o no lo conocía hasta que empezó a vivir con el mago que hace poco tiempo se había convertido en su esposo. Al poco rato encontró el cartel que le indicaba que iba por buen camino, se ajustó la túnica y siguió caminando.

Segunda fase

—Por aquí no puedes pasar — escuchó de pronto, era la voz infantil de una niña.

La castaña se acercó con varita en mano para saber de quien se trataba. Una vampiresa de apenas unos 10 años en apariencia física le cerraba el paso. Los ojos eran completamente negros y los colmillos sobresalían, era claro que estaba hambrienta. La castaña sonrió irónicamente, como se suponía que iba a enfrentarse y matar a una igual. Pensó con rapidez y en la túnica tenía el cofre con la verdadera piedra solar azteca.

—Soy igual que tu… no te puedo alimentar pequeña… pero ¿Y si te doy un regalo? ¿Me dejarías pasar? — dijo bajando la varita y sacando la caja —Mira… —dijo con cautela, los vampiros que permanecían aislados de la sociedad o que eran convertidos muy pequeños eran peligrosos e impredecibles. —Toma… es tuya — dijo abriendo el cofre y lanzándoselo.

—Es solo una roca… — dijo la vampiresa.

—No es solo una roca… tómala y lo comprobaras — dijo la Black Lestrange para animarla.

La niña vampiro movida por la curiosidad tomo la piedra maldita. Al principio no pasaba nada, sin embargo conforme la analizaba en sus pequeñas manos la maldición empezó a hacer efecto. Se decía que los vampiros no envejecían, pero si pasan muchos años sin moverse pueden convertirse en piedra, ella nunca había hecho la prueba pero sabía de algunos que si, aunque nunca terminaron el proceso. Siempre terminaban por aburrirse de estar tantos años inmóviles, pero ¿Qué pasaba si el tiempo pasaba volando, como hacía la piedra? Estaba por descubrirlo.

—Interesante… — susurró al ver que lo único que se movía al cabo de un rato eran los ojos de la pequeña, que la miraba entre confundida y enojada —Lo siento… prometo quitarte la piedra de las manos cuando todo esto termine… — quizá si lastimaría al Gorro Rojo después de todo.

Tercera fase.

Debido a la maldición de la piedra solar la castaña tuvo que rodear una distancia considerable del bosque y buscar el cartel. Cuando al fin lo logro frente a ella en un pequeño claro se encontraba un improvisado laboratorio con todo lo que podría necesitar para preparar una poción. Observó los ingredientes sin saber qué hacer con ellos pues solo se le venía a la mente venenos realmente mortales y había decidido no mostrar su don. Hizo una mueca y tras pensarlo un poco más empezó a mezclar diversos componentes en un caldero. Tardó mucho en realizarlo pero al final el líquido resultante parecía agua, sin color ni sabor.

Tan solo unas gotas en la comida o bebida y la persona afectada comenzaría a sentir paranoia de absolutamente todo, hasta llevarla al suicidio. Miró satisfecha su creación y luego empezó a preparar el antídoto, aunque jugar con la mente de las personas no siempre era reversible del todo. Al cabo de un par de horas más estaba listo, de un color celeste muy suave, el antídoto eliminaría el rastro del veneno, sin embargo sería un proceso largo y un poco doloroso.

Cuarta fase

Con la poción y el antídoto a buen resguardo, la castaña se encaminó hacia la última prueba. Es esfuerzo físico y mental la estaban afectando considerablemente, ya no pensaba con mucha claridad, sin embargo no se rendiría. Ya faltaba tan poco que prácticamente se obligó a seguir, mientras pensaba en una maldición. Descartó muchas ideas locas y otras las puso en una lista imaginaria de posibles.

Cuando encontró el cartel se sintió aliviada, iba por buen camino y eso la animó. Caminó un poco más y se encontró con lo que parecía ser un centro para pruebas. Bien era hora de probar que tal estaba su Ruso, pues la maldición que planeaba usar la diría en ese idioma.

—призрачный туман—pronunció la maldición claramente y una niebla sobre natural empezó a rodearla, aquella niebla era una puerta al otro mundo si no sabías el contra malefició corrías el peligro de quedarte atrapado para siempre en el mundo de los muertos. Poco a poco el frio iba calando en sus huesos y sentía como cruzaba esa delgada línea que separa ambos mundos.

Pronto todo estaba oscuro a su alrededor, ya no podía sentir nada y sus pensamientos empezaban a hacerse confusos —Rayos…—susurró poniendo toda su concentración en pronunciar la contra maldición —туман— pensó. La niebla empezó a disiparse y la castaña poco a poco iba tomando conciencia y posesión de su cuerpo.

—Nota mental… No hacer experimentos conmigo misma … —Susurró estremeciéndose, aquella experiencia no la quería volver a vivir.

Aquella era la última prueba, sin embargo aún tenía algo que hacer. Recordando el sitio exacto en donde había dejado inconsciente al Gorro Rojo, giró sobre si misma desapareciendo y reapareciendo en el lugar justo. Sintió un nuevo dolor en la pierna, seguido de otro más y de otro, la criatura realmente estaba muy molesta.

—Imperius…—dijo con las pocas fuerzas que le quedaban. La criatura semejante a un enano cayo presa de su hechizo dejando de golpearla de inmediato —Quiero que vayas en esa dirección… —apuntó hacia la niña vampiro que seguro estaba convertida en piedra para ese entonces —Tiene una piedra en las manos… quítasela y guárdala en el cofre que esta junto a ella en el suelo — el pequeño ser perdió en el bosque con el objetivo de cumplir con lo pedido por la castaña.

Ella con algo de dificultad se puso en pie y lo siguió de cerca. Al poco rato sintió como su hechizo dejo de funcionar, dio un leve suspiro y ya sin temor se acercó al lugar en donde seguro estaba su piedra azteca. Junto al cofre cerrado estaba el Gorro Rojo muerto y la niña vampiro hecho piedra. Se alejó del lugar y cuando consideró que era seguro para ella dijo.

—Sé que estas por aquí observando — dijo sabiendo que Elvis le seguía los pasos —¿Eso es todo? ¿Ya puedo irme?— luego de aquella clase necesitaba un buen baño, comer algo y mucho descanso.

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Me descubriste —exclamé haciendo que mi voz resonara entre aquellos árboles. Había hablado bajo un encantamiento desilusionador pero Valkyria poseía poderes como parte de su raza que le indicaban algo más. Me quité la protección y le dirigí una sonrisa. Era alguien perspicaz y me agradaba. Había pasado muy bien la prueba. Crucé los brazos y la miré: —Protege ésa piedra. Y todas las cosas que te llevas de la clase. Espero que te sirvan y que les des un buen uso. Puedes irte —le expliqué y con una reverencia con la cabeza le di el pie a que se retirara.

 

Eso es todo. ¡Espera! —le dije acordándome de la anterior tarea. Hice unos pasos para acercarme a la mesa y tomé el relicario. Luego me volví hacia Zack y se lo entregué.— Te encargaste de recuperarlo y también de inutilizarlo. Pero es tuyo ahora. Luego veré como hago para reponerlo —lo felicité por su trabajo estrechándole la mano. Había echo un buen trabajo y solamente esperaba que pusiera en práctica lo de la clase en la vida cotidiana. Aparecieron también los otros dos jóvenes de la clase, Adam y Derek. Parecían cansados. Yo también lo estaba: —Excelente chicos. ¿Tienen todo lo que hicieron en la clase? Se lo pueden llevar. No quiero que quede en el aula y que lo encuentre algún precavido. ¡Nos vemos!

 

Me despedí de Derek con un apretón de mano y de Adam con un fuerte abrazo. Me agradaba que hubieran pasado cada etapa. Todos habían enfrentado cada situación con lo mejor que tenían. Derek no podría llevarse el jarrón porque era algo demasiado peligroso pero si todo el resto. Lo mismo que Adam. Zack había hecho la poción y aquella maldición. Sus aprendizajes eran suyos y esperaba que el conocimiento de Defensa Contra las Artes Oscuras pudieran servirles para su vida cotidiana. Moví varias veces mi varita para deshacer toda la magia que había depositado en el aula. El bosque se esfumó y ahora el salón parecía una clase normal, con varias sillas, el escritorio y el pizarrón. Cerré la puerta y me dirigí hacia mi despacho.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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