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Mistify Malfoy
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─¿Apego?...─se interrogó mentalmente─No, no recuerdo lo que es el apego a una persona, criatura o objeto que sea digno de mi afecto…─apareció abriendo la puerta con suavidad. Volvía a llegar tarde y eso le sacaba de sus casillas, no entendía esa manía por dejar que el tiempo se le escapará de las manos, tal y como lo hacia el agua entre los dedos─Lamento la demora…─alcanzò a escuchar vagamente la presentación de Valentina y su mirada se vio atraída por la presencia de Elvis. Si que sería una clase interesante, parecía que el destino se empeñaba en cruzarlos constantemente dentro de la Universidad.

 

Misty era una mujer muy respetada por la Malfoy, aunque eso no evitaría que hiciera de las suyas─Un placer…─inclinando ligeramente su cabeza hacia enfrente le dedico una reverencia a la rubia. Lyra complementaba a la perfección tan peculiar grupo de alumnos, entremezclándose en su mente la necesidad por aprender más de un nuevo idioma y tal vez, solo tal vez una forma de comunicarse sin tener que hacer uso de la palabra. Los idiomas no solo se gesticulaban o pronunciaban, para ella iban mucho más allá de emitir sonidos con la boca gracias a las cuerdas vocales.

 

Elvis estaba soltando información valiosa para la Malfoy, si memorizaba el sitio donde estaban todas las puertas de las diferentes aulas, si que le sacaría jugo al asuntito. Ella tenía su propio patio de juegos o como ella solia llamarle “mazmorra de tortura”, lastimosamente no podía mostrarla como era realmente a sus queridos alumnos─Diré que el ratón me comió la lengua…─desviando su vista hacia el pergamino presto atención a la explicación de Misty. Un charlatán entregando pergaminos así como así, no le cuadraba del todo a la Angel Caido─Puede que sea una broma o solo una forma de llamar la atención…─comentó notando un detalle peculiar en ese trozo de papel. Podría usar sus dotes como directora del departamento de misterios o profesora de Artes Oscuras, solo necesitaba espacio e intentaría sacar la verdad.

 

─Creo que no me he presentado…─carraspeó con suavidad─Juv Malfoy…─agregò dedicándoles una lóbrega sonrisa a sus compañeros. Entrar por esa puerta podría conducirles por un sendero desconocido o en el mejor de los casos darles pistas sobre el dichoso pergamino, tal vez si estaba hechizado o causaba algún daño al tener contacto directo o indirecto con el mismo. Ahí estaba su venita curiosa haciendo de las suyas sin lugar a dudas y no podría calmarla de ningún modo, salvo dejando que esta a guiara dentro de esa aventura que había planeado la Malfoy.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Eso la alegraba, que no pudiera dañar a Katara estaba bien, pero la bruja estaba ahora en la clase y conociendo su testarudez, seguiría hasta el final. Ver que Juve entró a su despacho la hizo entornar la mirada, tampoco a ella quería dañarla, pero tal parecía que no le hacía efecto. ¿Porqué? ¿Sería que solo podía alcanzar a solo un mago o hechicero con la misma sangre? Tendría que ser.

 

- Esto es perfecto - le dijo a Elvis al mismo tiempo que se ponía de pie y doblaba el pergamino para hacerlo desaparecer entre los pliegues de su túnica. - Seguramente nos vendrá muy bien aprender lenguaje antiguo.

 

Del mismo lugar en donde el trozo de pergamino había desaparecido, sacó su varita mágica. No era demasiado larga, ni tenía grandes ornamentos, muy por el contrario a lo que se hubiese supuesto de la Malfoy, estaba libre de ellos, oscura como el interior de una caverna y solo una muesca pequeña dejaba saber cuál era el mango. La agitó en dirección a una de las esferas que iluminaban el ambiente y el objeto se movió por delante de ellos iluminando con luz clara el sendero a tomar.

 

- ¿Nos hace los honores, Director? - le dijo con una sonrisa más cansada que forzada, tal vez las dos cosas al mismo tiempo. Y el grupo se adentró al pasadizo secreto.

 

- ¿Vas a dejar que esa nariz respingona se adueñe de lo que es tuyo? - Tales palabras se formaban una y otra vez en la mente del Director de la Universidad - Sabes bien que no es de confiar ¿porqué confiarle algo como esto? - proseguía insistentemente mientras los magos y hechiceras se dirigían a la Sección Prohibida de la Biblioteca de Alejandría.

 

La luz blanca iluminaba las paredes por delante de Valentina, las sombras que proyectaba su imagen se desdibujaban y formaban el extraño símbolo que encabezaba el pergamino. Solo ella podía verlo y la incentivaba a apropiarse del mismo, como si fuera una parte demasiado importante de la jovencita. Ella tenía que poseerlo.

 

Katara y Juve cerraban el grupo. La primera ajena a lo que estaba pasando, en la mano con la que había intentado tocar el objeto se formaba poco a poco la misma imagen que veía la Ricci: un círculo conteniendo dos pirámides invertidas entre sí, en cuyo centro se duplicaban los símbolos del pergamino.

 

Mistify estaba impaciente, aunque no podía explicarse el porqué de su impaciencia. Por momentos deseaba nunca haber puesto una mano en ese maldito trozo de papel, pero era tarde ahora para arrepentimientos o imaginarse diferentes posibilidades, tendrían que llegar al final. Todos estaban inmersos en sus propios pensamientos, el taconeo de los zapatos y el frufrú de las telas contra las superficies estrechas era todo lo que se alcanzaba a oir.

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Director, no esperaba encontrármelo hoy. —Esas fueron las palabras con las que la profesora saludó al recién llegado. ¿El Director de la Universidad? ¿Y lo había tomado por un simple compañero? ¡Qué vergüenza! En seguida, la tez de Valentina cobró un tono bastante similar al de su rojizo cabello. Tal vez por ello tenía claro cuál era el nombre de la joven antes de que ella se presentara.


Mientras saludaba al joven, una nueva persona se hizo presente en el aula. Aquella voz le resultaba familiar, muy familiar. Cuál fue su sorpresa al girarse y confirmar que la bruja que acababa de entrar no era otra que su jefa. Juv, Directora del Departamento de Misterios, era ahora una más en el aula. Una situación curiosa, cuanto menos, aunque de igual forma guardaría los modales con ella.


Buenos días, Juv ─se acercó sonriéndole amablemente a la rubia—. No sabía que tú también cursaras aquí. Me alegro de verte.


El director le entregó a Mistify una lista que incluía los nombres de los alumnos que cursarían aquel conocimiento junto a los ya presentes. Tras guardarla, la bruja comenzó a dar explicaciones sobre el extraño trozo de papel. Lo único que había podido descifrar hasta el momento eran un par de símbolos. Poco, pero mejor que nada. Valentina miraba hacia los lados. No sabía muy bien de qué forma podría ayudar a revelar toda la información ahí contenida. Esperaba encontrar un fuerte apoyo en los libros de la biblioteca.


La profesora no descartaba la idea de que simplemente se tratara de algunos dibujos sin importancias hechos por un vidente. Tal vez incluso se tratara de una broma absurda. Sin embargo, algo extraño ocurrió con él cuando los muchachos se acercaron para apreciarlo mejor.


Elvis y Valentina parecían ser llamados con mayor fuerza por el pergamino, siendo Katara la más desapegada. Pero cuando la rubia fue a echarle la mano encima, una extraña magia le hirió los dedos. ¿Pero qué? Valentina no pudo evitar elevar las cejas como muestra de su asombro. Era extraño, pero no le dieron mayor importancia. Ahora la prioridad era dirigirse a la biblioteca.


Elvis, utilizando sus ventajas de director, se dirigió hacia una estantería para abrir un pasadizo secreto entre los ladrillos. Una forma mucho más rápida de llegar al lugar indicado. Se alegraba de haber podido presenciar aquel secreto en su primer día de clase. Tal vez podría servirle para algo en un futuro.


El grupo se adentró por aquel pasadizo secreto poco iluminado. Por suerte, Mistify encantó unas esferas que proyectaban luz blanca con bastante potencia para hacerles más fácil el trayecto. Valentina caminaba tranquilamente encabezando el grupo, mirando al frente. Fue en una curva cuando pudo ver su sombra reflejada en la pared. Pero ésta comenzó a desfigurarse, formando unos símbolos un tanto peculiares en los que se incluían los dos que habían visto en el pergamino.


Profesora, ¿ve es... —pero cuando volvió a mirar, los símbolos ya no estaban— Me pareció ver una rata —terminó por decir.


En ese momento, algo hizo click en su cabeza. Un susurro de procedencia desconocida se apoderó de su mente mientras sentía la atracción del pergamino, bien guardado bajo la túnica blanca de la Malfoy. Lo único que le apetecía en aquel momento era apoderarse de él y huir del lugar sin dar explicaciones.

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Estuve viendo los movimientos que hacia Elvis para tocar algunos libros y que se abriera el pasadizo, mientras el director nos hacia una recomendación.

 

-No pienso decir nada, Elvis. Aunque es una lástima que no podamos llegar a la oficina de los directores, me han dicho que tienen unos muebles dignos de ser arañ... digo, admirarlos.- Corregi de inmediato, esperando que nadie se diera cuenta de cuales eran mis verdaderas intenciones.

 

En ese momento, entró una nueva compañera de clases y de inmediato reconocí a Juve.

 

-Buenos días, Juve.- Salude a mi compañera de clases que apenas llegaba a clases, mientras seguia prestando atención a lo que sucedía en la misma.-Creo que ya no hay necesidad de dejar una nota.

 

Entramos al pasadizo, siendo Juve y yo de las últimas en entrar. Eso serviría, por alguna extraña razón no tenía ganas de platicar con nadie y al parecer a la mayoría le pasaba lo mismo. Sentía una extraña sensación en mi mano con la que toque el pergamino. Era como si tuviera cosquillas, pero no se veia porque, al menos no al principio.

 

Empecé a ver que se empezaba a dibujar algo en ella, pensé que serían quemaduras o alguna cortada, por lo que me señale la mano con la varita, pensando episkey, episkey. No dije nada todavía, pero cuando volví a ver el dibujo del extraño símbolo que ocupaba toda mi mano prácticamente, estaba completo y además, no eran cosquillas lo que sentía, sino que ardia.

 

Me convertí en minina, conservando mi ropa y todo lo que traía desde el comienzo del curso, sin embargo, aún en esa forma en la pata izquierda se veia la misma marca. No pude evitar maullar del dolor, pero me convertí de inmediato en mi forma humana. Al parecer nadie había visto nada ,y si preguntaban, diría que me pareció ver a la misma rata que vio Valentina y me dieron ganas de perseguirlo.

 

¿Habría visto también ella esos símbolos en la pared que se desaparecieron tan rápido o era una alucinación ocasionada por el dolor de mi mano?

 

-Cuando estemos en la biblioteca buscaré en mi monedero alguna poción para el dolor.- Pensé.

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Sonreí ante el comentario de Katara y negué con la cabeza. Claramente que si habían obtenido el dato de los pasadizos es porque aquellos incluso eran encontrado por alumnos del Ateneo demasiado curiosos o sedientos de conocimiento sobre la estructura del sitio. Los libros de la biblioteca decían más que un poco de historia. Le guiñé un ojo a Valentina mientras Juv se presentaba y la profesora me indicaba en avanzar.

Claro que si. Llegaremos en unos pocos minutos

Mi voz era tranquila. Siempre me gustaba mostrarme caballeroso porque así me habían educado mi madre y mi tía. Tal vez podía tener recuerdo fugaces y eran más los momentos dolorosos que había vivido, pero así también le había enseñado a mis hijos. Antes de atravesar el umbral, les hice una seña para que me siguieran, estaba seguro que el resto de personas que podía llegar a faltar, nos alcanzarían luego.

El pasillo no era recto del todo. Las paredes eran de ladrillos grandes, uno encima de otro. Estaba iluminado con antorchas que proyectaban diferentes sombras sobre ellas pero que me encargue de ignorar. El suelo era de tierra tan compactada que parecía cemento. Y del techo emergían algunas imperfecciones que producían una vista más lateral. Los pasos y murmullos rebotaban en ése hueco como si estuviéramos dentro de una cueva.

Podríamos conseguir información valiosa en la biblioteca. Estaba seguro que ése pergamino era más que un simple papel. Sentía algo extraño. Había estudiado toda mi vida para convertirme en un Auror. No era la persona más experta en el mundo pero me consideraba con gran capacidad de reconocer lo que estaba mal. Ése pergamino tenía magia y teníamos que saber cuan peligroso era. ¿Pero porqué Mistify había elegido ése momento para corroborarlo? ¿Por qué lo tenía ella? ¿Por qué no había dejado que lo tuviéramos algunos segundos? Tal vez prestando mejor atención o con algunos encantamientos simples aparecerían algunas pistas.

Me invadió un sentimiento extraño. Parecía como si unos ojos estuvieran mirándonos entre las paredes como si hubiera alguien más que nosotros cinco. Una voz jugaba en mi cabeza, depositando pensamientos casi imperceptibles. Estábamos masomenos a la mitad del recorrido cuando me pregunté ¿Por qué debía llevarlos a la biblioteca? ¿Y si Mistify hacía algo? Era lo suficientemente inteligente para averiguar cosas por mi mismo. Y a su vez, no correría peligro que nadie metiera sus narices en la Bilbioteca de Alejandría. Sabía que la rubia Malfoy no accedería a prestarme el pergamino pero estaba cien por ciento seguro que escaparía al atravesar el umbral del otro lado.

Me detuve en seco.

¡El pergamino! ¡Quiero el pergamino! —me giré tan de golpe, que las chicas estaban bastante pegadas a mis talones. Habían estado hablando pero no las había escuchado para nada. No sabía en que momento me había cegado, en que momento habia decido pertenencia por ése papel, pero lo que si sabía, es que me estaba abalanzando contra Mistify directamente contra el bolsillo donde había guardado el pergamino. Si era necesario hasta recurriría a la varita, pero tenía que hacerme con ése papel. En ése momento la empujé hacia atrás, asi tendría mejor ventaja. No parecía ser yo el que actuaba, eso estaba claro. Hasta mis peores enemigos sabían como me comportaba.

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Mistify alcanzó a invocar uno de sus nuevos poderes recién adquiridos y cuando Elvis se abalanzó sobre ella su cuerpo se volvió incorpóreo, similar al de un fantasma, por lo que el Director la atravesó de lado a lado y la bruja de cabello dorado se volteó hacia él. Tal y como había imaginado, el trozo de papel antiguo tenía los mismos efectos cegadores que a ella misma la envolvía.

 

- Supongo que hay algo que no les he dicho - dijo aquellas palabras como si se hubiese olvidado de pasarles la lista de materiales a traer o cualquier otra nimiedad sin sentido - Si pueden guardar la compostura hasta que lleguemos a destino - Su mano derecha se había ocultado entre los pliegues de la túnica, el grupo no podía verlo, pero la bruja sostenía aquel trozo de pergamino como si de ello dependiera su vida. - Hay que apresurarse - No se le había escapado las palabras de Valentina, ni el extraño comportamiento de Katara. Había jurado que a ella no le había hecho efecto alguno, quizás estuviera equivocada.

 

Apresuró el paso, ya no era tranquilo y las esferas que los acompañaban iluminando el paso se adelantaron al grupo ahora precedido por la Malfoy de cabello rubio. No habían transcurrido más de unos pocos minutos, pero cada uno de ellos parecía estirarse, como si todo transcurriera en cámara lenta, jugando con las mentes, las luces y las sombras de los presentes.

 

- Creo que llegamos - ella tenía la boca reseca y empujó con su mano libre la brecha que tenía frente a sí, pero el muro no cedió. Giró su rostro hacia Elvis y cuidó que su espalda quedara junto a la pared, teniendo a sus alumnos al frente. Las esferas parecieron impactar contra las paredes de ladrillo y al hacerlo volvieron por el mismo lugar del que venían, dejando a los magos inmersos en una peculiar semipenumbra. Al otro lado se escuchaba bullicio ¿No se suponía que en una Biblioteca reinara el silencio?

 

*****

 

Aquel mago parecía tan viejo que su piel había tomado el tinte de papiros ancestrales y arrugados. Había pasado varias noches sin dormir, las estrellas le develaban oscuros presagios, destinos que podrían ser si se cumplían las condiciones o quizás no podrían... Nada estaba del todo claro y eso no le gustaba.

 

- Mi señor - una mano velluda sosteniendo una taza de té inglés le sacó de sus pensamientos. - Hace días que no sale de este lugar, huele a viejo y a...

 

- ¿No estarás diciendo que apesto, verdad Sely?

 

- No, mi señor, yo jamás diría... - el mago metió las manos en una túnica holgada, de colores llamativos impuestos es rayas verticales.

 

El viejo sacudió la mano apremiándolo para que se calmara, una sonrisa arrugó aún más aquel rostro, si es que eso podía ser posible y apresuró la bebida caliente. No apreciaba las costumbres inglesas pero tenía que admitir que el té era demasiado bueno como para desaprovecharlo. Apoyó la taza a un lado de la pila de libros que consultaba en la Sección Prohibida. Se había metido a hurtadillas en la Sección de los Arcanos, si alguno llegaba a verlo se armaría el despiporre.

 

- La Madre Uzza nos proteja - al dejar la taza notó algo que no había visto. Una cierta conjunción estelar, una alineación celeste que no se daba desde hace miles de años.

 

- ¿Sucede algo, mi Señor? -

 

- Aún no...

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No le di importancia al ataque de Elvis a Misty, suponía que era parte de los efectos ocasionados por el pergamino y si otras veces hubiera actuado en defensa de la profesora, tenía problemas más importantes como curarme la mano. Algunas pociones y hechizos que aprendí durante la clase de conocimiento de maldiciones me ayudarían a eso, pero no me dejaría dominar por un pergamino, pero tampoco me preocuparía por el resto.

 

El dolor de la mano era insoportable, pero, a nadie se le había ocurrido acercarse a ver que pasaba. Cada quien estaba ocupado con sus propios problemas, por lo que era mejor calmarme. Suspire, al ver que llegabamos al final del camino y que en la biblioteca estaba un gran caos.

 

Utilice el anillo detector de enemigos al ver que unas extrañas esferan chocaban contra la pared. Había una gran oscuridad, pero eso no me impediría curarme la mano. No me podía quedar en el pasillo.

 

-Voy a curarme la mano.- Susurre a mis compañeros.

 

El enojo inicial se había pasado, quizas no me había dado cuenta yo que el tener un extraño dibujo en la mano era lo más normal del mundo y estaba exagerando ante la falta de preocupación de los demás, sobre todo si ya tenía forma de curarmelo.

 

Me convertí en una pequeña minina persa blanca de nuevo los gatos podíamos ver en la osucridad - , y recorri las filas de libreros, hasta encontrar un rincón alejado de ese alboroto, detrás de un librero muy grande, volviendo a mi forma humana, completamente vestida, con mi varita en la mano derecha y mi mochila en el hombro derecho.

 

Tenía que encontrar algún libro contra maldiciones que me indicara algún hechizo para quitar ese dibujo. Después buscaría al resto, pero así como estaba, no podía hacer mucho para ayudarles. Quizás podría investigar desde ahi, que era lo que estaba pasando. Ilumine un poco el lugar con mi varita, con una luz tenue, de alguna forma, me encontraba en la sección prohibida. Al fin y al cabo, ¿dónde más podrían estar lo relacionado a las maldiciones?

 

El anillo de escucha se activó y unas extrañas palabras llegaron a donde estaba.

 

-¿Sucede algo, mi señor?- Le preguntaba una voz a alguien más.

 

No sabía quienes serían, pero tome uno de los libros de maldiciones y me dirigí a una zona desde la cual pudiera escapar si era necesario. Ahi estaba en un rincón sin salida, literalmente, pero pude salir del mismo sin problemas.

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Había traspasado literalmente a Mistify. ¿Que demonios había hecho? La fuerza del impulso hizo que siguiera de largo y cayera de pleno al suelo. Las esferas de luz iluminaron justo el monton de polvo que levante al caer con el vientre contra el suelo. Mis rodillas y mis codos me sirvieron para amortiguar el golpe seco, aunque eso hizo que mi cabeza diera un tirón. Mi túnica estaba llena de polvo y me quedé unos segundos sin entender que sucedía.

Disculpa, Mistify. No se qué me paso —expliqué. ¿Por qué me había lanzado asi? La Malfoy incluso había sido rápida, como si supiera lo que estábamos por hacer. Recordaba que había estado decidido a llegar al final del pasillo y encontrarnos con la biblioteca, pero mis pensamientos se habían empezado a ofuscar y ahora estaba en el suelo. No esperé una respuesta de la profesora, aunque miré a todas las chicas algo apenado.

Al parecer estaban atentas a algo mas, porque la joven rubia se colocó justo en el umbral, escuchando algo. No sabía que, pero todos estaban agudizando los oídos. ¿Quién estaba? Me puse de pie inmediatamente y sacudí la ropa que se había puesto en un tono gris. Sacudí el polvo y acomodé el cuello de mi túnica. Me acerqué de a poco a mis compañeros, aunque tratando de no pensar en el motivo que me había obligado a atacar a Mistify.

¿Qué sucede? —le pregunte a la profesora, algo la había hecho detenerse pero no pude ver demasiado bien sus facciones porque las esferas que nos habían estado iluminando, se alejaban por donde habían venido. Algo pasó entre nuestras piernas y se me erizó los cabellos de la nuca. No era bueno estar a oscuras, en un pasillo donde teníamos posesión de un pergamino maldito. O eso era mis conjeturas. Saqué mi varita y murmuré un Lumos. La punta de ésta se ilumino, al igual que nuestros rostros—. ¿Dónde está Katara?

Pregunté ya que solamente eramos cuatro allí. La joven bruja era demasiado curiosa, tan curiosa como el animal en que se convertía. Miré a Mistify, tal vez eran pensamientos míos pero era una biblioteca. ¿Qué podía pasar? Les comenté que no había problema, que allí era demasiado tranquilo. Con el único que podíamos encontrarnos era con el Señor Pippin, que era un viejo secretario que lo único que hacía hablar era de los Arcanos y los Guerreros Uzza. Atravesé el umbral y llamé a nuestra compañera.

¿Katara? ¿Dónde estás?

La luz e la biblioteca no era mucha mas intensa que la de mi varita. Había pequeñas lámparas con luces de diferentes tonos, azules, blancas y amarillas, dispersas por todos lados. Había grandes estanterías, largas mesas y cómodos sillones. Algo me pareció extraño, había un murmullo pero nada parecía fuera de lugar. Mis voz rebotó en todos los rincones y desapareció. ¿Dónde empezaríamos a buscar? O mejor dicho, ¿qué?

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Logré salir del pasillo en que estaba, después de esperar lo que a mi me parecieron horas a que el extraño hombre y su elfo se alejaran de donde estaba. Encontré un libro escrito en otro idioma y con ayuda de un diccionario, logré traducir los símbolos, encontrando algo relacionado al símbolo que tenía en mi mano izquierda.

 

Si no tenía cuidado, mis compañeros que ya estaban buscándome, me delatarían, por lo que sali. El dibujo no había desaparecido, pero si se calmaron la comezón y el dolor que ocasionaron.

 

-Shh, Elvis, ¿quieres que nos descubran? Hay un hombre muy extraño ahi con un elfo y no parecen tramar cosas buenas.- Les comenté.-Estoy seguraa que no se trata del encargado de la biblioteca.

 

Me acerqué a Valentina, quizás ella ayudaría a descifrar que significaba aquel extraño símbolo, sabía que lo había visto en la pared igual que yo.

 

-Valentina, ¿habías visto antes este símbolo? Si no me equivoco, creo que es el que viste en la pared, ¿verdad?

 

No quería delatarla de lo que había visto, pero algo debía significar el mismo, a lo mejor tenía relación con el hombre que estuvo antes en el pasillo y que me libre que me viera. Total, si me me hubiera visto podía hacerme pasar por una pequeña minina perdida.

 

-Elvis, ¿no deberíamos buscar al encargado de la biblioteca? El nos podría ayudar a descifrar que paso.- Comenté, viendo a la profesora. -Si les parece buena idea.

 

Espere la respuesta del resto del grupo. Juve parecía estar perdida en sus pensamientos, pero lo importante era movernos ahi, cualquiera podría atacarnos.

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Khufu pareció molesto, la biblioteca era un lugar en el que reinaba el silencio y un murmullo proveniente del otro lado de las estanterías comenzaba a incrementarse. Se levantó de la silla y colocó una mano en su cintura, tal vez Sely tenía razón y era hora de dormir en una cama en lugar de las raíces de aquel árbol junto al lago. ¿Pero cómo podían cambiarse los hábitos después de milenios? Enarcó una ceja grisácea. ¿Había pensado milenios? ¿Tantos? Pues comenzaba a doler.

 

Aquel sector de la Biblioteca contenía los libros que había recolectado durante su extensa vida, manuscritos que se habían dado por perdidos mágicamente conservados para no deshacerse al ser examinados, papiros que el viejo Uzza había obtenido de la Alejandría que hacía mucho tiempo no existía, tan resecos y arrugados como su piel. Mackenzie Malfoy le habia prometido que nadie se metería en aquella parte de la Biblioteca a menos que tuviera una autorización expresa de él mismo. Entonces ¿Qué hacía ese grupo de ingleses en SU sector?

 

Eran cinco, pero solo reconoció al Director de la Universidad y a la bruja rubia por ser madre de la Viceministra, pero jamás había tratado con ella. Por detrás lo seguía Sely, aquel mago de túnica a rayas y manos enormes que iba con él a todas partes como si intentara protegerlo.

 

- Señor Gryffindor, me sorprende verlo por aquí - puso especial énfasis en la última palabra - Y con un grupo de alumnos - los ojos pálidos estudiaron a los presentes, era una mirada antigua de esas que destilan conocimiento. Se detuvo en la Malfoy y en cómo sostenía algo en los bolsillos de su túnica, en Juve que parecía sumida en un letargo, Valentina escondida por detrás de Katara y la última que intentó resguardar la mano que anteriormente le mostraba a su compañera. - ¿Buscaban algo en particular? Quizás yo podría ayudarlos - No es que quisiera, pero no quería que manos poco acostumbradas a trabajar con antigüedades tocaran sus bienes personales. Se alegró de haber pasado las últimas noches en ese lugar, a saber qué podria haber ocurrido si no lo hacía. Sus últimos pensamientos lo llevaron hacia las profecías y sacudió la cabeza para quitarselas de encima, al menos por el momento.

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