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Artes Oscuras ~


Mentita
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— ¡Espera! ¿Qué…?


Apolo sintió el corte en la mano antes de poder reaccionar, viendo como salpicaba el suelo con algunas gotas de sangre. No le dolió tanto, pero aun así tuvo que aguantarse el grito de pánico que sintió. Como si fuera lo más normal del mundo le dijo que le pusiera algo de sangre a la piedra con la runa grabada, y Apolo paso la piedra ligeramente por la herida despotricando contra Candela y sus modos burdos de enseñanza.


Apenas lo hizo, vislumbro aquellos que algunos ya habían visto en todo su esplendor. Una enorme estatua se hallaba justo en la isla en la que se encontraban, oculta con magia a quienes no hubiesen pagado el precio. Que fuera sangre lo alarmo considerablemente, ¿pero no se supone que era el tipo de cosas que debía esperar de una clase de ese estilo? Más aun con la gitana al frente de la clase. Se curó la mano con un encantamiento sanador, que cerró la herida superficial hasta que solo le quedo una marquita, y que seguro desaparecería con el tiempo.


Apolo vio a Candela hacer lo suyo, y con algo de aprensión también saco su varita del portavarita que llevaba en la pierna. Con un ligero golpe se encendió, dejando ver una luz en la punta que no se notaba mucho a la intemperie, pero de seguro serviría mucho en el interior de la caverna que se había formado. Siguiendo al grupo Apolo mantuvo sujeta con fuerza su runa a la mano usando un encantamiento encadenante; echarla en su mochila no parecía una buena opción, pero no le gustaría perderla o soltarla sin querer si era su única forma de volver a salir.


Apolo se había puesto entremedio del grupo, recordando una película de terror en el que el último en la fila siempre desaparecía. Sonaba algo cobarde dejar que otro fuera atacado por alguna criatura extraña que se los fuera llevando de uno en uno, así que se preocupó de andar junto a una pareja tomada de la mano, aunque algo apartado para no molestarlos. La otra opción era acercarse más a Candela, que por una parte se notaba sabía lo que hacía, pero el resentimiento que había sentido al usar un cuchillo en su contra le había recordado que era mejor ser prudente también con ella.


— ¿Adónde vamos? — preguntó hacia la Triviani, intentando no levantar demasiado la voz — Espero que no sea una guarida de alguna criatura…


La única razón para decirlo en voz alta era para asegurarse de que con algo de suerte lo que se imaginaba no fuera, tal como solía ocurrirle normalmente. Era mejor no tentar a la suerte, aunque le costaba moverse sin hacer ruido si cada paso que soltaba lanzaba crujidos de todo tipo.

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Black se mantuvo en silencio por lo menos un par de minutos, contemplándolo todo. La estatua vista cada vez más de cerca lo fue entusiasmando incluso de mayor medida que al verla por primera vez. Un paso adelante y manteniendo la runa de sangre en su mano, naturalmente, con unas gotitas del líquido rojo de su propio cuerpo, lo que la había activado. En su otra mano los dedos alargados parecían enroscarse al arma mágica.

 

La profesora de aquel curso de posgrado habló y el mago de cabellos negros volvió a canalizar toda su atención hacia ella. Con que aquel sería el destino de la runa, pensó entonces Black. Sin costarle demasiado, debido a su altura, depositó el objeto encantado para poder acceder a las profundidades de aquel templo mágico de inigualable aspecto.

 

Accedió por el pequeño y escasamente iluminado pasillo, detrás de Candela y al menos tres alumnos que se le adelantaron. Los pasos de aquellos sumados a los propios, le confirieron al lugar un aura muy particular. A espaldas de Black, el cielo se oscurecía lentamente, dejando el naranja espacio a algo difuso que tendía lentamente al negro. En su frente, la mirada perla procuraba observarlo todo con detalle, por si encontrara en la pared signos de magia antigua; la podía sentir, pero no sería capaz de poder saber exactamente qué era. Pero la oscuridad lo limitaba, y por ello iluminó su derredor con el extremo de la varita.

 

—¿Podemos considerar a los alumnos de la clase una amenaza? —bramó entonces el galés, observando con aire distraído a la pareja que acababa de formarse.

 

Las palabras de los demás volvieron a hacer que se sintiera extrañamente divertido, ¿qué clase de preguntas eran aquellas? ¿De verdad se habían anotado a Artes Oscuras temiéndole a potenciales criaturas en un lugar estrecho como aquel? ¿De verdad ansiaban aprender Artes Oscuras, pensando en mecanismos para defenderse de ellas? No sería él quien cuestionara a los demás, al menos, no explícitamente. Sin embargo, notó en aquella situación una incoherencia.

 

A ciencia cierta, Black tampoco había entendido del todo a lo que podía estar refiriéndose Candela. Pero prefirió agudizar sus sentidos, a la espera de que la extrañeza que pudiera aparecer, fuera posible percibirla y admirarla; o por lo pronto, sentirla.

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"Guarida para animales" había soltado uno de los de la clase, exteriorizando tal vez sus propios temores. Otro había hecho un chiste poco agradable sobre que nos consideráramos una amenaza los unos a los otros.

 

Garry también ha hecho sus propias preguntas, las únicas a las que realidad puedo y quiero responder.

 

― En la universidad pues son muchas las historias que circulan de este lugar. Su acceso restringido ya da para creer que debe contener cosas importantes ¿No? - pese a la luz de nuestras varitas el espacio se hacía más y más opresivo a medida que nos internábamos más- Los arcanos son los encargados de enseñar habilidades a los estudiantes, es decir, acumulan una sabiduría de larga data, que ha podido transmitirse de una generación a otra.

 

Era solo una posiblidad entre muchas, pero decidí comentarle mi hipótesis.

 

― Creo que lo valioso que se guarda aquí poco tiene que ver con algo fisico, sino que responde más a ese conocimiento milenario celosamente guardado de los arcanos. Oí comentar a mucha gente lo quisquillosos que son con sus pruebas, lo fácil que repruebas y debes volver como perro arrepentido a la clase.

 

Me detuve de repente en mitad del camino segura que donde acababa de pisar había sonado un tanto extraño, como hueco.

 

―Lo oíste también ¿Cierto? Podria ser una trampilla hacia...

 

No pude decir más porque de repente el suelo donde habíamos estado apenas segundos atrás se desmoronó, haciéndonos descender en caída libre hasta un aposento húmedo, hecho de piedra y en dónde el agua llegaba hasta poco más de la rodilla.

 

Por un instante era tal la oscuridad que era imposible ubicarse. La varita tampoco respondía a hechizo alguno ¿Que demonios significaba eso? movida por el instinto me incorporé para buscar a Garry en todas direcciones, ya que al caer había soltado el agarre que nos sostenía.

 

Comenzaba a desesperarme no dar con él, y no saber el tamaño exacto de ese lugar cuando frente a mí, lo vi por fin. Solo que al ir a su encuentro, lejos del cálido abrazo que esperaba , lo atravesé y comprobé con horror que él no era capaz de oírme.

 

Como cuando había activado la runa de la sangre, estaba sumida ahora en mi propia mente y oscuridad , y más perdida que nunca respecto a qué rayos hacer para salir de ese hoyo.

 

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Le resulta casi curioso la perspectiva en que cada uno de los participantes en clase pareciera estarse tomando el aprender la asignatura, todas tan diferentes y que mostraba de ellos un poco de su personalidad, aunque no piensa tanto en eso, ni en eso ni en lo que pudiera repercutir las artes oscuras en su conocimiento, después de todo, como el aprendizaje mismo, cada quien se encargaría de hacer de sus habilidades una herramienta que usarían a su antojo o conveniencia.

 

Él supone que, al ser un licántropo, no debería resultar difícil desenvolverse en el arte, usualmente atraído a la magia oscura y redimido solo por…alguna cosa que supera al Tonks por muchísimo más que solo simple voluntad, considera que ya mucha de su magia, la que es nata, algo de maldito debe llevar. Así que tiene la impresión de que la propuesta de Triviani, al decir que deben encarar y enfrentar en lugar de atacar, es más provocadora que preventiva, aunque eso aún estaba por verse.

 

Sintió el flojo agarre de Evans deslizándose entre sus dedos, y de pronto la perdía en aquella oscuridad, el muchacho Ollivander apenas se esforzaba y no alcanzaba a sujetarla en el instante en el que ella caía en ¿una trampilla? Un truco algo bastante “común” para un sitio como este, cree él, pero que a pesar de eso ha podido contra ellos. Rápidamente comparte una mirada con la docente, es breve antes de, con algo más de cuidado, lanzarse también hacia donde la trampilla se había tragado a Bel Evans.

 

Ahí abajo todo sigue siendo oscuridad, agita entonces su varita que ha estado empuñando todo este tiempo y la levanta por lo alto, él no cree que la caída hubiera sido tan larga y aun así no puede ver el camino por en sima de él que lo ha traído hasta aquel sitio. Ahora sus ropas están algo más empapadas que en un comienzo, por lo que no se lo piensa tanto para encaminarse en aquel aparentemente infinito estanque de agua que, aunque no es profundo, Garry no distingue sus límites.

 

Sin embargo, antes de intentar dar un primer paso, se está dando cuenta de que sus pies parecen anclados en lo profundo del estanque, baja entonces su varita apuntando esta vez a sus pies, el agua ahí es tan cristalina que puede ver las rocas deformes que están por debajo, pero no hay nada más, ni siquiera donde sus pies están pisando, es como si aquello fuera un espejismo.

 

De pronto es capaz de escuchar la voz de la sanadora, como un eco llamándolo desde el otro lado del estanque, pero ¿en qué dirección? Sin explicárselo un síntoma semejante a la desesperación y el pánico pareciera que se quisiera apoderar del imperturbable Ollivander que no puede hacer más que aferrarse con fuerza a su varita. Justo ahora cree que se ha brincado alguna de las instrucciones de Triviani; ellos deberían rodear la amenaza y proceder a encararla… ¿Y después? Garry maldijo entre dientes.

 

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Desesperación. Esa era la palabra más adecuada para describir el hecho de que tenía justo al frente a Garry, intentando que me vea, y sin embargo él continuaba mirando en todas direcciones, desorientado y confuso, lo que me hacía dudar incluso sobre si era capaz de oírme.


Desistí entonces de seguir llamándole ¿para qué seguir gritando si estaba claro que no servía? Si solo para entrar a aquel espacio sagrado de los arcanos había tenido que usar magia de sangre ¿cómo podía suponer que en el interior no necesitaría llegar a cosas peores? Lo que acababa de sucederme no era más que una prueba, y debía responder ante ella de la mejor manera posible.


Había comprendido, eso era ya un primer paso ¿Pero qué era lo que necesitaba hacer ahora? Dejando atrás a Garry comencé a dar vueltas y más vueltas en el lugar, en busca de algo que pudiese ser de ayuda. La varita seguía sin funcionar, pero en ese momento recordé, que en otros sitios ésta no era más que un canalizador de la magia. Lo que quedaba entonces era buscar dentro de mí misma, la magia natural y espontánea y conducirla de forma tal que pudiese sacarme de allí.


Entonces, de repente, fue como si docenas de voces susurrantes, todas hablando a la vez, imposibles de distinguir me llamaran. El espacio se oscurecía más y más, pero seguí caminando apenas guiada por las voces, hasta que finalmente encontré de dónde provenía: Un libro de gastadas páginas amarillentas, de cuya portada manaba la sangre, y que emitía una visible aura violácea.


No necesitaba presentaciones para saber que aquel era un libro maldito, muy probablemente un grimorio. Tampoco necesité mayor razonamiento para comprender, que si me habían dejado allí, a solas con él, todo lo que podía hacer era usarlo. No había otras opciones salvo esa. Nada conseguiría sacarme de ese espacio, o devolverme con los míos, sino el uso de las artes oscuras. Así que debía juntar el valor, y a diferencia de años atrás, confiar en mis propias capacidades para manejar dicha magia, sin que ella me corrompiese del todo.


Entonces, avancé hacia él, y en cuanto mi mano tocó su superficie, el libro se abrió con violencia, deteniéndose en una página, que contenía una invocación. Y mis últimas dudas se disiparon en ese momento, en que tras respirar profundamente, recité:


"Flor oscura, florece en mi interior

seré testigo fiel de tu poder

destroza cada corazón

Libera el caos dentro tuyo

Y salva a quien te invoca

de toda fuerza de la creación"


Al instante, un tornado de pétalos de flores violetas me rodearon, y noté como la consistencia traslúcida desaparecía de mi interior, y un profundo ardor se extendía en mi pecho. Allí, un tatuaje de flor se había marcado en carne viva, pero no cualquier flor, sino una que reconocí como la del manzanillo de la muerte . Temerosa, retrocedí, pero al ver hacia mis pies, descubrí con espanto que el "agua" no era más eso, sino sangre, espesa y oscura, y nadaban en ella cadáveres de hombres, mujeres y niños. ¿Sacrificios? ¿Personas que a diferencia de mí, no habían aceptado aquel trato con las fuerzas de la oscuridad? No tenía forma de saberlo.


Y aparte, otra sensación muy diferente se abría paso también. Era intoxicante aquel inusitado poder que sentía bullir en mi interior, como si ahora, en mi mente se hubiese encendido una llama que daba luz a pensamientos y razonamientos que antes habían permanecido ignorados y ocultos. Y que disolvía mis temores pasados de quedar atrapada allí para siempre.


Garry- murmuré casi sin aliento, al contemplarlo frente a mí, también con la mano sobre el libro, lo que probaba que como yo él también había sido puesto a prueba de similar manera- Hicimos lo que era necesario para salir de aquí ¿correcto? Así que llevemos esto, hasta sus últimas consecuencias.

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Exhaló largamente, sintiendo un frio salir de su cuerpo, en una extraña sensación de sentir que perdía la vida con cada minuto que permanecía ahí, anclado al estanque. La voz de Evans, que tenía en su timbre un tono algo más ardiente para estar en una situación como esta, no dejaba de escucharse en aquella penumbra y se sentía como poco a poco se adentraba más en su cabeza hasta formar en sus oídos un ruido deforme y caótico, como una alucinación.

 

Desesperado, cayó al suelo sobre sus rodillas y sus manos, sumergiendo en el fondo su aun empuñada varita, y salvado de hundirse por completo posiblemente gracias a la considerable altura del licántropo. Estando así, más cerca del fondo del estanque, las voces han cambiado a un ritmo que corresponde a la inesperada corriente que el estanque ha tomado en forma de remolino. El muchacho permaneció quieto, observando como parecía tomar cada vez mayor velocidad y, sin embargo, él no se estaba sintiendo arrastrado por la corriente. Hilos de color grisáceo se dibujaban como sombras bajo el agua y de ellas parecía que provenían las voces que ahora se escuchaban más bien como un canto que no es capaz de entender.

 

Cuando al fin consigue despegar la vista de aquella escena, entonces puede distinguirla, la figura de Bel Evans que se adelanta hasta un alto bulto de rocas que se levantaba por encima del estanque. Ollivander consigue difícilmente ponerse de pie. Él la llama por su nombre, dos, tres veces, y a pesar de lo muy ruidoso que está siendo ella no parece notarlo.

 

―Evans, detente-, murmura, aún imposibilitado de moverse de su lugar. La luz en su varita se ha apagado de pronto, como si algo la absorbiera, sin embargo, no hace el intento de invocarla de nuevo.

 

Puede sentir una fuerte ráfaga de aire después de que Bel consigue alcanzar el libro que descansa sobre el puñado de piedras apiladas. El ventarrón provoca la calma del estanque bajo sus pies, pero ha removido en Ollivander una sensación de inestabilidad que puede sentirse como magia antigua y oscura, una maldición. En ese mismo instante Grelliam ha lanzado un ladrido en su interior, una alerta, y apenas recuperado Garry puede sentir como el agarre de sus pies se ha soltado. Segundos después cruza el estanque en dirección hasta donde se encuentra la sanadora.

 

Pero el camino no es fácil, y cuando apresura sus pasos al escucharla declamar lo que él cree que pudiera ser un conjuro o una invocación, es detenido con fuerza por una mano esquelética que sale del fondo del estanque, Garry ha quedado casi petrificado de la impresión al voltear hacia sus pies y ver toda esa cantidad de cadáveres que lo observan fijamente, justo como su madre lo hacía cuando estaba a punto él de cometer una imprudencia. El muchacho preguntó con la mirada, esas cosas no parecían querer lastimarlo, pero tampoco parecían querer que se interpusiera entre Bel Evans y el libro.

 

Garry volvió la vista a Bel, cuando terminaba de recitar las últimas palabras y un tornado la envolvía por completo. Por instinto mismo, sin pensarlo mucho más, Garry forcejeó para correr al lado de Evans, pero aquellos cuerpos que se encontraban donde el agua había sido remplazada por sangre se aferraron cada vez más al licántropo y lo jalaban con fuerza hacia abajo, rasguñando sus ropas y parte de su piel, dejando marcas y sangre por todo su cuerpo. Aun así Ollivander insistió y con algo más de esfuerzo, consiguió cruzar el resto del camino, estirando lo más posible cualquier oportunidad.

 

Solo un instante le costó, conseguir cerrar el libro frente a Evans. EL torbellino de pétalos que le rodeaban parecía cesar de poco a poco, así como también lo hacían los cadáveres bajo sus pies y volvían a las profundidades de aquel viscoso estanque de sangre.

 

Lo más extraño para él resultó en ese instante, cuando la palma de su mano se aplastaba con fuerza sobre la sangrante portada del grimorio y podía sentir como la maldición entraba por la herida hecha al haber activado la runa de sangre, que al perder su vendaje y entre el forcejeo con los muertos, permanecía abierta y fresca. Sintió entonces como su torrente sanguíneo se intoxicaba a una velocidad alarmante, podía ver a través de su piel el camino de toda aquella magia oscura en su interior, que iba dejando una marca que en cuestión de segundos también lo hacía en todo su cuerpo y que se concentraba toda justo en el mismo lugar donde comenzaban sus signos de licantropía.

 

Una extraña sensación había quedado ahí, no le parece desconocida, pero ahora la percibe mucho mejor, era como si toda su vida él fuera el mismo virus que lo contaminaba y que lo arrastraba todas las noches de luna llena a convertir poblados en ruinas, algo como si en él no quedaran rastros de un muchacho humano, como si ahora todo él perteneciera más a la criatura que ella a él.

 

Taciturno como siempre, exhaló largamente, sintiendo esta vez, como el calor era ahora el que abandonaba su cuerpo.

 

Frente a él ahora estaba una Bel con un rostro que en ese instante no es capaz de identificar, o ¿será que no quiere hacerlo?, Garry asintió a las palabras de ella, no muy seguro de poder articular algo con voz segura. Conforme a su mano abandonaba la portada de aquel libro que había dejado de sangrar, un temblor en sus manos se hacía presente, síntomas de sentirse sin energías. El muchacho empuñó su mano viendo como las marcas aún seguían palpitando desde la palma de su mano hasta lo largo de su antebrazo y se perdían por debajo de sus ropas.

 

Levantó la mirada y se encontró con la peculiar marca de Bel, diferente a la suya, pero que no le parecía mejor. Se adelantó con pasos lentos, haciendo aun lado sin cuidado los cadáveres que flotaban entre la sangre, hasta llegar frente a ella, con sus largos y ensangrentados dedos dibujó el contorno de la marca en el pecho de Evans, y observó con curiosidad la forma y el modo en el que en ella parecían representarse. Dejó el tacto solo después de encontrarse con la mirada de ella y permaneció así un largo segundo, buscándola.

 

―Vamos a casa mi querida-, susurró, acortando la distancia entre ellos y con la misma suavidad con la que sus manos se entrelazaban, dejaba en los labios de ella un frio y profundo beso.

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