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Rumbo a la Tienda de Varitas Las Herederas de Violeta Beauvais:

 

 

Si algo me sacaba de quicio es que Sean tuviera razón en muchas cosas. No en todo, ojo, no quería que se creciera su ego de tal forma que no pudiera pasar por la puerta de la mansión, al menos que fuera para quedarse fuera, claro. Así, le miré con ojos chiquitos cuando dijo que la jalea la había traído él.

 

-- No tanta euforia, chico, que aún tenemos que hablar sobre eso del contrabando. No estoy de acuerdo -- aunque no dejaría que la familia se muriera de hambre en medio de la guerra, aún así tuviera que dejar que él nos consiguiera comida por medios no legales del todo. -- Sobre nominarme pues debieras haberme preguntado antes, ¿cómo se te ocurre que pudiera llegar a ser ministra siendo una payasa del pueblo? No es serio, hombre.

 

Esta vez, sin embargo, no hubo enfado sino que una media sonrisa cruzó mi semblante. Por primera vez pensé que sería divertido tener ese puesto en las manos. ¿Qué podría hacer un Ministro por su país? Sonreí un poco más.

 

-- Gracias por abastecernos y hacerte cargo de la defensa de la casa, Sean. Pero nada de escarceos mientras esté fuera. A ver si sucede algo porque estabais en acciones cuestionables y juro que te mato. A ella no, es mi hija, pero a ti, vamos que te mato, que sé usar la varita. Por cierto, ¿dónde la tengo? Ah, sí, sujetando el pelo, como siempre. Bueno, lo dicho, me pongo cómoda y voy a ver a Anne. Necesito su opinión sobre lo que está sucediendo en el pueblo. Si regresa Hayame, decirle que vuelvo enseguida para ir a sacar dinero del banco. O que me espere en la puerta de Gringotts, no tardaré nada.

 

Por supuesto, me refería a la guerra y al hecho de ser nominada para Ministro. Usé la Aparición esta vez, aunque era algo que no solía hacer, puesto que siempre se me revolvía el estómago. Era una sensación desagradable pero más era la situación de inseguridad por las calles. Atravesar Londres o el pueblo era un riesgo que no quería asumir. Me había cambiado y llevaba puesto un vestido crema de amplio vuelo hasta las rodillas, con lo que tenía mucha movilidad si la situación se torciera. Mis zapatos también eran planos y llevaba un bolso pequeño de moke cruzado para evitar su robo y que me llegaba hasta la cintura, más grande por dentro que por fuera. Aparecí a unos metros del escaparate de la tienda para ver salir a un hombre con una bolsa en la mano y una gran sonrisa. Enarqué una ceja y entré. Anna estaba dentro; la vi entrar en el taller y la seguí. Cuando pude hablarle, ya estaba sentada, leyendo un periódico.

 

-- ¡Hola, Anna! Normalmente, ellos nos pagan a nosotras, no al revés. ¿Qué es lo que le has comprado, para darle una bolsa de galeones? Parecía llena. -- Para ser un saludo era una burda acusación de malversar los fondos de la tienda. Es que a veces me explico como un pergamino lleno de manchas de tinta. -- ¿Has oído los rumores que...? ¡Ah, ya veo...! ¿Te lo imaginas? Yo como Ministra. ¿Tú me ves dirigiendo un país con mi ropa del Circo?

 

Confiaba tanto en Anne que, sencillamente, me quité el bolso y dejé que levitara hasta el perchero, sin preocuparme de más. Era mi amiga y, además, mi social. Con ella no tenía secretos, o casi ninguno. Siempre podría confiar en ella en todo y, ahora, no iba a ser menos. Quería hablarle dela situación del pueblo con la guerra y sobre cómo se podría solucionar. Ella siempre era buena estratega.

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Desde la desaparición de sus compañeros (o más bien desaparición propia, pues en el fondo sospechaba de sí misma al haber perdido contacto con los demás) se había recluido en el castillo. Su pasatiempo se había convertido en una rutina cuando, todas las mañanas, se levantaba con el primer rayo del sol y se dirigía a las mazmorras; allí hacía los pobres intentos de entrenar a Pyro, el dragón que su tía Alyssa había dejado atrás luego de la rebelión de los Chuck. Pero aquel ejemplar no estaba solo lejos del alcance del resto de la familia, sino que se encontraba en compañía de Nora (diminutivo de Allinora, nombre que le pareció graciosísimo y que sacó de una de las efemérides de 'El Profeta'), la dragona que había robado de un famoso circo, cuya dueña era una famosa bruja de pelo violeta y quien, por alguna razón que la gitana desconocía, no se había molestado en recuperar -después de tantos meses-.


¡JA! ―largó mientras se llenaba la boca de pan tostado en el desayuno. Los tres elfos que se encontraban en la cocina esa mañana, intercambiaron algunas miradas ante el aparente buen humor de su ama. No hicieron comentarios, pero la miraban de soslayo con una curiosidad incontenible. La matriarca, ajena a las miradas que le dedicaban las pequeñas bestias, terminaba de leer el artículo de 'El Profeta', la última edición.


Habían declarado, por fin, la guerra a Gran Bretaña y, en el afán por evitar grandes enfrentamientos -o incluso de salvar lo poco que quedaba del pobre Ministerio de Magia- Crazy y, su hija, Mackezie Malfoy, habían renunciado a ser la cabeza de la comunidad mágica inglesa. De ese modo, sumieron a todos los magos y brujas en la incertidumbre y, quizás, algo de peligro. Las países unidos en contra de los ingleses podrían usar un momento de debilidad como ese para atacar. ¡Ah, pero había que reconocer la humildad y el sacrificio desinteresado de los Malfoy!


Candela dio un sorbo al café con el que acompañaba las tostadas, cuando se fijó en el sobre que dejaba Chuck sobre la mesa, de manera silenciosa. Casi escupe lo poco que le quedaba del líquido, intentando contener la carcajada. ¡Su nombre, SU NOMBRE, estaba entre los postulados a Ministro! ¿Qué le pasaba a los ingleses?¿O tal vez se trataba de un infiltrado de los países enemigos, al postular el nombre de alguien cuya nacionalidad estaba en la mira? Porque no dudaba de que, lo primero que cuestionarían los británicos, sería la procedencia de la gitana. Así que, quien sea que haya puesto su nombre en la lista, ¿era amigo o enemigo?.


Errr... Una no puede desayunar ya tranquila, con lo entretenido que había empezado el día. Chuck, hazme un favor. ―su voz estaba afectada por la risa que acababa de suprimir.― Ve y dile a Matthew y a Jeremy que me encuentren en el Ministerio. Necesitaré excusas y, quizás, conejillo de indias. ―sorbió lo que quedaba del café y se puso de pie.― Y que Zoella no se mueva de aquí, deberé tener un testigo que me haya 'visto' en el castillo, de forma permanente.


¿Testigo?


Sí, Chuck, testigo. No es que piense hacer algo fuera, pero... Ya sabes, siempre debemos estar preparados. Con esto de la... Guerra... ―aleteó con la mano para restarle importancia, haciendo caso omiso a las expresiones aterradas de los elfos que la escucharon.― No sabemos lo que pueda pasar, ¿cierto?


¿Ha-hay pe-peligro?


Chuck... Chuck... ―la matriarca chasqueó la lengua y le dedicó una sonrisa ladeada― Con tantas guerras internas que hemos tenido, ¿crees que correríamos peligro? No, ¿verdad? ―el elfo negó con poco convencimiento, aún así bastó para que la bruja aprobase la respuesta.― Peeeeeero, no pecaremos si prevenimos un poco las pérdidas extra que podamos tener. Refuercen la seguridad del castillo y, a menos que te presenten dinero del bueno y en gran cantidad, nadie ajeno a la familia entra aquí. ¿He sido clara?


Nadie entra, sólo dinero. ―de repente, el elfo parecía un soldadito.


Candela no alcanzó a corregir a Chuck, pero estaba segura de que eso serviría. Se preguntaba qué sucedería en el lugar hacia el cual se dirigía. En los últimos tiempos había tenido poco y nada de participación allí, a pesar de su nombramiento como Warlock -un trabajo pantalla, claro, pues lo verdaderamente interesante lo tenía escondido- que le había permitido entrometerse en los asuntos más escabrosos; no todos, por supuesto, pero esa era una tarea que debía continuar, a favor de su otro 'empleo'.


Tras ese último pensamiento, desapareció.

Editado por Candela Triviani

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Callejón Diagon

 

- Tengo que sacar dinero - El Tonks no tenía ni un solo galeón en sus bolsillos y en una situación de guerra como en la que se encontraban en dicho momento era mejor tener algo de dinero en las manos para evitar problemas - Deseo acceder a mi bóveda por favor - Los duendes le dieron acceso rápidamente a la misma para retirar algo y un par de objetos que necesitaba para evitar una guerra mayor en el mundo mágico, aunque tampoco sabía si el nuevo MInistro haría algo para evitarla.

 

- Al menos tengo mi voto muy claro - Sabía bastante bien quién quería que fuera el Ministro pero sin duda alguna sabía que tendría que trabajar para cualquier MInistro porque no era posible encontrar un Canciller Mágico en cualquier lado. El Tonks tenía mucha experiencia en el manejo de instituciones mágicas a nivel global así que pocos podía igualar sus habilidades para el cargo que llevaba - Vamos a ver cómo sale todo esto - Estaba un poco ansioso por conocer los resultados pero sabía que tendría que ser muy paciente.

 

- Tengo demasiadas cosas pendientes - Salió del Banco Mágico pensando que tendría que comprar un par de cosas antes de ir al Ministerio de Magia, pero era mejor dirigirse inmediatamente a dicha institución. Apareció cerca de la cabina de teléfono que le permitía ingresar a todos los magos y brujas a dicha institución inglesa. Tal vez uno de los lugares más seguros del mundo y en especial en un día como ese en donde se estaba definiendo el futuro no solo del país sino de todo el mundo.

 

- Espero que todo este desorden pase pronto - El atrio estaba lleno de personas intentando votar pero decidió dirigirse a su oficina en donde podría observar todo. Sin embargo, en el camino observó a Aaron a lo lejos y le hizo una señal así como a todos los candidatos que se encontraban en dicho momento en el lugar.

 

- Tengo que organizar la documentación - Los papeles acerca de todas las operaciones en curso y de los diferentes tratados mágicos internacionales eran muy importantes y tendría que mostrarle todos esos pergaminos al nuevo Ministro así que tenía mucho trabajo por delante y muchas cosas por organizar, pero sin duda muy poco tiempo para todo.

 

 

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Mientras empezaba a tomarse su segunda taza de te, se acerco una bruja que conocía bien, digamos que tenian los mismos intereses tanto dentro como fuera del bando. No pudo evitar pensar en su clan con nostalgia, con la caida de la orden sus compañeros se habian separado y no sabia nada de casi ninguno

 

- ni loca Moody, sabes lo que haran esos idi***s del Ministerio si me presento? Pensaran vampiro igual a Rumania, y con eso de que nos han declarado la guerra, mejor mantenerme alejada y ver todo de lejitos. Ademas con nuestra suerte y gana la mujer esa del pelo violeta, un mago que paso por aqui dijo que tenia muy buenos votos - le contesto con cierto desprecio en la vos, la Granger no estaba muy feliz con el Ministerio y secretamente deseaba que perdieran para limpiar aquel lugar desde las raices

 

Tras ella llego justo la persona que habia pensado llamar, su prima, la cual compartia la misma particularidad que ella para ver el futuro. Les indico a ambas que se sentaran junto a ella y le pidio a la mesera que las atendiera mientras ella lanzaba de nuevo las cartas

 

- V, que bueno que llegas, justo pensaba en ti hace no mucho, que les parece una lectura del te o hasta podemos usar la bola de cristal, que te parece prima, espero que no te moleste Eileen - dijo mientras le pasaba a su prima la bolsa donde cargaba todo su material de trabajo - antes de que llegaran, hice una lectura, las cosas no pintan bien, gane quien gane, estamos muy fritos

@ @@Valeskya Granger

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-¿Gde tvoya vernost'? -Inquirió el mago que llevaba el rostro cubierto. La capucha junto a su inclinación de cabeza, solo dejaba una barba canosa al descubierto.

 

-Gde moya sem'ya -Respondió Jeremy de mal humor. Odiaba tener que dar explicaciones.

 

-Snachala russkiy potom muzhchina –Continuó el hombre con tono de protesta - nikogda ne zabyvay kto ty

 

El vampiro sabía que no llegarían a nada. Con la declaración de guerra a Inglaterra el mundo mágico se había puesto delicado. Los asaltos estratégicos, robos de material entre ladrones y la violencia injustificada, parecían extenderse cada día un poco más. La elección de Ministro estaba llevándose a cabo con ese panorama horrible. La comunidad mágica tenía miedo. Nadie estaba a salvo. Lindo momentos para que los Ministros se fueran de su cargo.

 

El bar que tantas veces visitó para jugar un par de cartas, estaba prácticamente vacío. No había clientela, no había información, no había nada. El Triviani no podía seguir demorándose. Estaba vestido de traje para asistir a la convocatoria a Ministro. Lo habían nominado y lejos de reírse, como fue su primera reacción, se preocupó mucho. Aquello traía un foco sobre él que no necesitaba, ni quería.

 

Debía ir a declinar su ofrecimiento. Pero antes debía conversar con su contacto directo al país que le había dado la vida. Aún eran neutrales, pero si entraban en guerra, debería empezar a pensar qué hacer. Había muchas elecciones que hacer. Muy personales. ¿Iría tras su sangre e identidad familiar? o ¿Lucharía por el pueblo que lo había criado y educado como hombre?

 

-My budem podderzhivat' svyaz' -Dijo al fin el vampiro poniéndose de pie. Estaba llegando tarde a su compromiso.

 

Al salir del decadente local, un ruido fuerte lo hizo girar con la varita en alto. No se había dado cuenta la tensión que llevaba sobre su cuerpo. Estaba preparado para matar. El elfo que había aparecido noto el peligro y levantó las manos por costumbre. Era un chuck. Estaba acostumbrado a ser apaleado, maltratado y peores cosas, por la familia.

 

-¿Qué quieres? -Preguntó - Dile a Zoella que no son míos – Se adelantó por las dudas, bajando la varita.

-El ama Candela lo cita a usted y al señorito Matthew al Ministerio -Dijo con la voz finita - También dijo que necesita excusas y conejos de indias.

 

-Encargate de avisarle a Matthew o a Patricia, cualquiera de los dos -Respondió antes de desaparecer dejando solo al Chuck.

 

Conejillos de indias” Su madre se lucía con el instinto maternal. Al llegar al Ministerio ingreso mirando los carteles de los postulados. La mayoría había salido muy bien. Que guapura había en Ottery. ¿Dónde estaba Candela? Por más que mirara no lograba encontrarla entre tantos magos y brujas.

 

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Czésar

El pequeño elfo doméstico había recibido con mucho gusto y con seriedad la orden de su ama aunque no tanto con el chistesito que se había aventado acerca de esa broma con el hombre moreno que parecía tomárselo bastante en serio; Czésar conocía a su ama y sabía dónde estaba su corazón en aquellos momentos pero la Snape tenía esa particularidad de sacarle el chiste y la broma a todo lo que tuviera por delante, incluso en las situaciones más serias por lo que le dirigió un gruñido desaprobando su actuar y sabía que la Snape iba a detectarlo sí o sí.

-Ama, por favor, recuerde que se supone que debe de mostrar elegancia y presencia incluso delante de una ceremonia o un estado social como lo es este

Dijo

-Aunque solo haya sido presentada como una posibilidad a votar, sigue siendo un honor que ha obtenido incluso si solo una o dos personas la han llamado para representarlas, es porque confían en usted y al menos por esa una o dos personas, tiene que mostrar esa presencia por la cuál estaban dispuestas a confiarle un estatus tan alto

Siguió diciendo el elfo con su voz de anciano sabio y presente, mirándola con sus enormes ojos redondos y esperando que al menos, comprendiese un poco de aquello

-Ahora, tenga la bondad de comportarse y si tiene que retirarse, hágalo mientras que Czésar se encarga de presentar su voto y el de su hermana para su otra hermana, sé que le dará gusto que le den el honor de confiar en ella

Aseguró esta vez extendiendo su manita hacia la Peverell

-Desea usted también concederme una carta poder para llevar su voto a las urnas, señorita Peverell?

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Hizo aparecer su chaqueta de gabardina negra, que cubría su cuerpo hasta por debajo de la cintura. Rigurosamente cubierta por el protector en el cual la había guardado, no quería que se fuese a estropear por el mal cuidado de los Chucks. Después de quitarle la envoltura, se la coloco y abrocho sus botones con cada paso que daba por las mazmorras, hasta llegar a las escaleras que conducían al gran comedor. Levanto su mirada y la sala se inundaba por los rayos frágiles rayos del Sol, reviso la hora en uno de los relojes -robados, pq ahí todo es robado- y no funcionaba, rodó sus orbes y asumió que era temprano por la mañana.

 

Uno de los elfos del castillo, los cuales detestaba profundamente y Candela no dejaba que los incinerara a todos juntos dentro del granero, tal como lo había intentado con su tía Alyssa aquella vez... Una pequeña mueca de felicidad se formo, al recordar que casi lograba asesinarla, lo interrumpido. Al parecer su madre lo solicitaba dentro del Ministerio, lo cual resultaba un poco extraño, dado que uno de los candidatos a Ministro, era su padre... Y hablando claro, con ella siempre había un motivo oculto.

 

Él mismo se quedo reflexionando acerca de los planes, que podría tener entre manos. ¿Quería derrocar a los ministros, siendo Warlock? luego dibujó una leve sonrisa en su rostro, eso era lo que hacia cuando no encontraba nada que decir pero tampoco quería mostrarse indiferente. Era de pocas palabras, especialmente con los chucks. Se imaginaba la escena montada eliminando a todos. Después de todo, con las recientes noticias sobre las futuras guerras, nadie de sus hijos era de nacionalidad Británica, claramente, podríamos estar en contra de todo el sistema y apoyar a nuestras raíces.

 

Oye, ¿tienes idea de lo que planea la Zingara? se inclino hacia él, su tono se había vuelto gélido. En vista de que aquel temblaba al responder, chisto y salio por la puerta ignorando totalmente lo que estaba a punto de decirle. Bajando por las pequeñas escaleras hizo aparecer un vaso de café, de cartón prensado en su diestra y desapareció hacia el donde tenia que ir. (?)

 

Está ahí no por mera casualidad, sino todo lo contrario, ha escuchado antes del lugar, pero no había tenido tiempo de pasearse como hubiera querido. Y verdad era que tampoco tenia tiempo ahora, al menos no tanto como el que cree que es necesario para dedicarle a una actividad como esa, sin embargo, cree que ha pospuesto muchas cosas por deberes, para concurrir a su encuentro. Cine va câștiga murmuro entre dientes, tenia mucho tiempo que no hablaba su lengua natal -Rumano, muchos lo confunden con un mago Británico- y por que no, ahora podría hacerlo...

 

Dio un pequeño sorbo a su café, con el pelo algo alborotado por la materialización y observo la diversidad de Carteles encantados y folletos con los candidatos. La multitud parecía estar en una convención de clases sociales, estaban esparcidos y divididos como si fueran de diferentes especies, bueno, quizás lo eran, pero no le importaba eso. Diviso a su hermano a lo lejos y solamente por mero instinto, se acerco a paso lento hacia él. ¿Habrán llamados por la misma tarea, que aún desconocían? ¿O solo fue casualidad?

 

Hola, hermanito lo saludo y ofreció café, tenia coñac. ¿Haz visto a nuestra madre, o, padre?

 

 

 

@ @@Candela Triviani

Editado por Matthew Triviani

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Atrio

La zona estaba llena de diversos personajes que debatían entre ellos quienes pasarían a la ronda final aunque desde un inicio, estaba claro que al menos dos magos ya estaban con los pies en la última ronda; el entusiasmo a veces era contagioso pero no así los ánimos apasionados, especialmente cuando las discusiones comenzaban a subir de volumen al grado que algunos otros se apartaban o empezaban a alzar la voz, queriendo imponer sus opiniones a las del resto

Dos magos, muy enfundados en sus capas eran los más intensos y en especial después de los últimos estallidos que solo parecían haber alimentado los ánimos caldeados, terminando en una batalla de hechizos donde los diferentes colores de las maldiciones chocaban en el aire lanzando chispas entre ellos o rebotando contra las superficies metálicas que había en aquella zona y, dado que había tantas personas reunidas en aquel lugar los accidentes comenzaron a sucederse uno tras otro.

En poco tiempo los llamados a los pocos sanadores que había de San Mungo se realizaron con alarma, entre personas con algún miembro del cuerpo convertido en campana o alguien que ahora en lugar de gritar, graznaba en una imitación a lo que una bruja le había insinuado que hacía, ante el apoyo hacia uno de los candidatos que ya ni siquiera estaba en la participación

Las multitudes siempre habían sido manipulables y salvajes, fáciles de descontrolar y en especial la parte débil de la población

Al menos, eso era lo que pensaba Tom Ryddle que aburrido, había tomado la oportunidad que obtenía gracias a su seguidora al estar conectado a sus distintos retratos en donde quiera que la bruja de cabellos rojos dejara alguna pequeña estampa o pegote con la maldición de permanencia

Aunque al inicio lo había encontrado poco digno, con el tiempo se había dado cuenta de que era una idea original:

Nadie sospechaba o se fijaba en aquellos papeles encantados puesto que ya había suficientes retratos mágicos en todos lados y, cambiando su aspecto por aquel más juvenil del que disponía y sin presentar de forma obvia las ropas de Hogwarts, era el mejor método para escuchar todo lo que ocurría en el mundo mágico porque si tenía que decirlo, el lugar donde se encontraba era mortalmente aburrido

Y no había mejor broma que esa

Por un instante, aprovechó el pequeño cuadro que su sirviente llevaba en un bolsillo un poco de fuera para dar un vistazo

Los probables finalistas

Incluso si uno de ellos no ganaba, quedaría suficientemente bien ubicado para serle útil a futuro si es que la vampiro disponía de todo para lo que estaban planeando

Con esto en mente, volvió a desaparecer dejando el pequeño cuadro en blanco

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Mansión "Ojo Loco":

 

Puse la mano en la boca cuando Babi anunció mi llegada. ¡Si me habían oído todos, como decía la tía Sagitas! Fue divertido hasta que Sagis tuvo una visión que no gustó de compartir con nosotros. La conocía y, además, algo parecido sufría con ciertas ceremonias en el Templo, aunque aún ansiaba llegar a vincularme con la Videncia, para poder entender del todo aquella situación que sufría. Porque cuando volvía, necesitaba recuperar sus fuerzas. Babila le cuidó, era notorio que sabía cómo cuidarla.

 

No insistí en la Visión, hay cosas que son demasiado íntimas para compartirlas.

 

- Entonces... ¿Te presentas o no? No sé porqué dices que no lo vas a hacer. Debieras estar orgullosa de haber salido nominada, tía. Todos te queremos.

 

Era sensata en sus peticiones. Primero, dejar a salvo la familia y, después, salvar al país. No quisiera estar en su pellejo. A mí, esa tarea me quedaría grande pero estaba segura que ella podría, por muy difícil que se viera a una payasa gobernado un país como el nuestro.

 

- ¿Quieres que le pida a Reena que venga aquí? Aunque está fuera de Inglaterra. Tal vez esté mejor a salvo en un país neutral que con nosotros.

 

Era buena idea, todos juntos, todos ayudándonos, como se tiene que hacer cuando un problema nos amenazaba. Sería una buena ministra, uniendo a todos contra el peligro común, a pesar de lo diferentes que éramos todos. Sí, había sido una buena idea nominarla.

 

- Perenela, me siento a tu lado y como uno de esos cafés que huelen tan bien - le comenté a mi prima, ya que la tía se estaba peleando con Sean. - Tamarindo, siéntate a nuestro lado. Creo que Sagis está muy ocupada tirando de las orejas al primo Sean para saludarte pero nosotras sí te saludamos. ¡Adiós, Babila! Cuidado con lo que dices. Pasa bien el mensaje de la tía.

 

Me reí un poquito porque era capaz de decir todo al revés. Era muy buena persona, aquel negrito. Paré de beber cuando hablaron de defender la mansión. Aquella guerra iba en serio y, en breve iba a sacar todo lo malo de la gente. Pero también sacaría lo bueno, así que asentí al diálogo entre Sean y Sagitas pero no añadí una palabra.

 

- Yo cerré la Librería por unos días, tía - dije, metiéndome un poco en medio. - ¿Crees que es prudente visitar Diagon, tía? Es peligroso.

 

Como siempre, ella siempre pensando en los demás, en los negocios, en los animales del circo en vez de su seguridad. Por eso era tan excepcional.

 

- Espera, tía... ¿En qué os ayudo yo? ¡No me has dejado tareas! - Se había ido antes si quiera de escucharme. - ¿Creéis que Hayame me dejará acompañarlas a Gringotts?

 

Sentía miedo pero, si el resto de la famila se arriesgaba, ¿por qué yo no?

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Atrio. Ministerio

La bruja aguardaba a que el pobre de Babila tomara algo de aire y se recuperara de los nervios antes de que partierana donde su hermana ya estaría esperándoles

Aunque se preguntaba más de una vez a qué se había referido con eso del robo de banco, sabía que Babila no lo decía en serio puesto que el hombre solo decía aquellas cosas al no comprenderlas en realidad y nunca con mala fe; pero la mirada que les había dado no solo el guardían de los votos sino algunas de las personas que estaban cerca le hacían pensar que quizá se lo habían tomado demasiado en serio y que podrían hacer algo en su contra

Y ella con ese espantoso vestido puesto encima, uno que no le dejaría moverse de propia apropiada como cuando alguna tontería podría estar pasando!

La gente se estaba volviendo muy loca ahí y mas pronto se estaba cumpliendo de lo que lo había pensado:

El sonido de los sanadores de San Mungo llamándose los unos a los otros entre gritos para atender a los heridos que habían resultado de esa repentina lluvia de maldiciones dejaba bastante claro que, todo el mundo estaba con animo de pelea por la tensión de saber quien sería el Ministro final; al menos ella solo tenía una cosa por segura, como no fuera su hermana, ella se dedicaría como siempre a responderle a Matt y hacer el despistado ante cualquier otra cosa, al fin que su chequera ya tenía bastantes ceros para mantenerla en caso de que a alguien la diese por botarla a la calle

El perrito de su hermana ahora ladraba mucho y dejó escapar un fuerte chillido cuando una maldición casi las toca, pero un movimiento rápido de varita por parte de la Snape y ese hechizo había salido rebotando a otro funcionario que ahora salpicaba lo que parecía ser algodón de azucar por todos los poros

Hayame se rió, le recordaba en el aspecto a la versión de su hermana Sagitas en forma de oveja, pero este en rosado

-Bueno, ya estuvo bien -sentenció chasqueando la lengua para ver a su elfo -andando Czésar, seguro que Ashley ya te ha dado la carta poder, así que es hora de irnos -apremió

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