Voodoo Dolls (MM B: 113092)

[Albus Renaldi Macnair]

Me encontraba divagando por el callejón Diagon buscando algo interesante pero sin saber en realidad que buscar. Los últimos días desde mi llegada habían sido algo... extraños, por definirlos de alguna manera. Aunque estaba habituado al mundo de lo sobrenatural, el descubrimiento de la magia para mi era algo muy distinto a vampiros y hombres lobo, hadas, duendes y ese tipo de cosas. Sin duda alguna sería un trabajo a tiempo completo poder habituarme con el mundo mágico.

 

Seguía y seguía caminando sin ningún destino en particular, pensando en mi pasado, en mi tan largo pasado; en mi nuevo presente, en mi madre adoptiva a la cuál solo conocía por medio de correspondencia, en mi nueva hermana Ariadna y su aparente desprecio por el mundo en general. Pensaba también en mi futuro, en mi turbulento futuro que aún no sabía en que terminaría.

 

En mi vida siempre todo había sido gris, no había maldad o bondad, solamente hacíamos las cosas necesarias para poder sobrevivir sin molestar a los humanos o a otras criaturas de las que vivían en las sombras, cómo nosotros, pero aquí todo era diferente, seguían podía escuchar por doquier... había 2 bandos, uno bueno y uno malo.

-Aquí no se andan con medias tintas, ¿eh?-

 

La voz de rita me sobresalto un poco y me detuve para poder observar lo que tenía justo enfrente de mi, y era nada más y nada menos que una tienda de muñecas voodoo.

-Voodoo dolls... ¿entramos Rita?- Sabía que no tenía que hablar en voz alta para que aquella voz en mi cabeza respondiera pero era algo que estaba haciendo con más frecuencia. No esperé la respuesta de Rita y empujé la puerta con mi brazo izquierdo, entrando en una tienda apenas iluminada. Mi primer impresión fue que se encontraba cerrada pero, ¿porqué la puerta estaría abierta?. Decidí entrar con un paso decidido y cómo si buscara a alguien, no quería entrar a hurtadillas y que pensaran que era un vil ladronzuelo.

 

Al llegar al centro de la tienda encontré a una chica de cabello rojo fuego que se encontraba mirando un cuadro muy detenidamente y lo único que se me ocurrió para que notara mi presencia fue aclarar mi garganta.

-Buenas tardes, señorita. ¿Es usted la dueña de éste establecimiento?-

 

 

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[Dana Gryffindor]

Con la mirada puesta en los finos y deteriorados trazos marrones del pergamino, se mantuvo tiesa ante el perturbador aroma que asomaba a su nariz, volviéndose más intenso a cada instante. La piel de la mujer se estremeció, percibiendo la oscuridad del vampiro que se aproximaba. Aquella amargura en el aroma solo lo daba el correr de los años y era aquella sangre la más pura y deseada por quienes tenían el agrado de saborear delicias exóticas.

 

Sus afiladas uñas acariciaron la tabla de roble cargada de históricos artilugios, entre ellos una pequeña muñeca de trapo con botones en sus ojos y una esvástica en su pecho. Mantuvo calma su postura, la varita envainada en su cinto ofrecía a la dama seguridad y su seiscientos años de vida la transformaban en una antigua criatura de la noche con el alma más quebrantada que cualquiera que hubiera conocido.

 

Escuchó la puerta rechinar al abrirse, pensó en que su hija debería arreglar los goznes, retocar las maderas y realizar una urgente limpieza.

 

-No soy la dueña- dijo la mujer girando sobre sus talones y clavando la mirada en el frío aspecto del vampiro de penetrante mirada -¿Acaso necesita muñecas voodoo para torturar a sus víctimas?- preguntó con ironía y dio un vistazo a la sala, no había rastros de Nesbitt.

 

Regresó la mirada al mago, había algo en él que despertaba curiosidad en la vampireza ¿abría tenído el agrado o infortunio de conocerlo siglos atrás? La mujer siempre se jactó de su buena memoria pese a tanta vida, aunque algunos recuerdos los guardaba en el pensadero que conservaba oculto en su edificio en el Callejón Diagón.

 

-¿Quién es usted?- preguntó con elegante postura clavando sus fríos y azulados ojos en los del vampiro.

 

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[Albus Renaldi Macnair]

Me encontraba frente a una bruja intimidante y no dudaba que de un poder sumamente enorme, así que decidí mostrarme amable ante sus preguntas para evitar cualquier malentendido.

 

-No señorita, de hecho, no tengo ningún tipo de víctima a la cual torturar.- Sentí tus ojos azules fulminando cada parte de mi cuerpo y decidí que clavar mis ojos color púrpura en los suyos sería lo más indicado; No quería problemas, pero tampoco quería mostrarme cómo alguien débil o fácil de manejar.

 

Sentía algo extraño en el ambiente, algo diferente... Trataba de recordar si conocí a aquella bruja en mis anteriores viajes pero no conseguía recordarlo.

-En realidad soy nuevo en la ciudad, señorita. He venido a iniciar mis estudios en la magia, pero antes de iniciar me estoy permitiendo descubrir un poco de todo, y el voodoo, para ser sincero, es algo que siempre me ha encantado.- Retiré mis ojos de aquella bruja del cabello de fuego y comencé a caminar tranquilamente clavando los tacones de mis botas en el piso y observando cada objeto que había por allí... Era interesante todo lo que se podía utilizar para aquél tipo tan particular de magia.

 

-Si usted no es la dueña, imagino que será alguien allegada a los dueños del establecimiento, de otra forma no tendría usted las llaves para abrir a su antojo, ¿es correcto?. Perdone mis malos modales, Mi nombre es Albus Renaldi Argenti Macnair, soy de ascendencia italiana pero recientemente me he asentado con la familia Macnair, bajo la protección de Cissy Macnair, ¿puedo conocer quién es usted?

 

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[Dana Gryffindor]

La bruja escarlata analizó con cuidado el accionar del vampiro, tenía la sensación de que aquél hombre se mostraba por de más amable en un acto incomprendido por complacer a su interlocutor. Los tacones de la vampiresa resonaron sobre las tablas del suelo, aproximándose hacia el hombre ávida mirada ¿Qué hacía en realidad allí?

 

-Siento que no tenga víctima alguna- dijo con una leve sonrisa enseñando sus ponzoñosos colmillos y sacó una pequeña petaca del bolsillo de su capa -siempre es bueno tener con quién entretenerse.

 

Dio un trago al espeso líquido color rojo y regresó el envase a su bolsillo. A continuación desenvainó su varita y atrajo una pequeña muñeca de trapo con dos trenzas marrones formadas por lana, la sostuvo en el aire frente al mago haciéndola girar.

 

-Son objetos curiosos- dijo con tranquilidad -de magia muy oscura, aunque simple de utilizar.

 

Apuntó a un alfiletero y trajo un pequeño y afilado escarbadientes de metal, atravesó la mano derecha de la muñeca.

 

-Parece que tengo una víctima aquí- dijo con entusiasmo -¿La pregunta es... será alguien de tu agrado, tu protectora tal ves?

 

Empezó a reír con cinismo y arrojó la muñeca al estante más cercano.

 

-Descuida, no lastimaría a Cissy o su futuro esposo me asesinaría por ello- suspiró -¿Macnair entonces? Importante familia en Ottery.

 

Nuevamente con su varita apuntó la puerta de entrada y la cerró de un golpe seco.

 

-Así como puedo hacer que esa est****a muñeca se eleve, puedo hacer que esa puerta se abra o cierre el tiempo que desee- fulminó con la mirada las purpúreas orbes del vampiro -¿Acaso le interesa mi relación con la dueña? ¿Está a caso buscando algo en particular con ella, señor Macnair? Mi nombre es Shelle Gryffindor.

 

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[Albus Renaldi Macnair]

-Claro que conozco el voodoo, me ha sido muy útil en el pasado.- Sentía cómo sus ojos azules buscaban algo dentro de mi alma, escudriñando bien dentro de mi ser, aunque tal vez no viera nada, ella lo intentaba.

 

Cuándo atrajo la muñeca hasta ella y le atravesó una mano no pude evitar sonreír... Si era cierto que la muñeca estaba unida a alguien debería ser muy divertido lo que hubiera pasado en ese momento, hasta que mencionó que pudo haber sido la mano de Cissy. Al instante mi sonrisa se volvió una fina línea inexpresiva, que al escuchar casi al momento que no lastimaría a Cissy tuve que obligarme a relajar.

 

Caminé un poco rodeando a la bruja pero sin dejar de ver sus ojos, pasando muy cerca de ella y moviendo un poco sus cabellos, lo que intensificó el olor tan dulce que emanaba de ella.

 

-No busco nada en especial con la dueña del establecimiento, cómo le comenté, solo estoy curioseando por la ciudad antes de recluirme para mis estudios, no tiene porqué preocuparse señorita Dumbledore.- Esbocé la sonrisa más sincera que pude y dejé de observar sus ojos, para poder contemplar el pergamino en sánscrito que ella observaba cuándo entré. -¿Que es? Lo miraba con particular afición cuándo llegué aquí.- Seguí observando fijamente el pergamino, esperando que pudiera de alguna forma entenderlo, aunque sabía que no sería así... Además me resultaba un tanto difícil concentrarme con su dulzor de aroma llenando toda la tienda, sin duda la recordaría al menos por el resto del día.

 

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[Dana Gryffindor]

La bruja disfrutó ver el semblante de aquel hombre ensombrecerse al nombrar a su protectora. Aquello agradó a la pelirroja, la muestra de lealtad era una cualidad afín y necesaria. De pronto se vio rodada por el vampiro quien se acercó al cuadro donde descansaba el pergamino.

 

-Espero que se encuentre a gusto en la ciudad entonces, aunque me apellido Gryffindor y no Dumbbledore- dijo bajando los decibles y guardando su varita en su cinturón -La magia le dará poderes extraordinarios, poderes que ni nuestra raza podría superar.

 

Se acercó al cuadro colocándose junto al vampiro, acomodó su cabello dejándolo caer nuevamente sobre su hombro derecho ocultando la marca tenebrosa que tenía en su cuello.

 

-El pergamino es una recreación de un fragmento del Rig Veda, el original data de uno... o dos mil años antes de cristo- dijo animada -Habla del nacimiento de la magia a través de la triada de dioses: Agni, Indra y Suria, quienes con su presencia en tierra India, despertaron el poder mágico en los sabios de los templos, naciendo así la magia que hoy estudias.

 

El amargo aroma que emitían las ruidosas venas de su compañero distraía a la bruja quien trataba de mantenerse concentrada en las borrosas frases del pergamino.

 

-Siempre llamó mi atención- dijo dirigiendo su atención a sus propias palabras -La historia de la magia, las raíces del poder -lo miró con interés- Y a usted... ¿Qué llama su atención Albus?

 

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Editado 28 de Septiembre del 2020 por Shelle Dumbledore B.L

[Albus Renaldi Macnair]

Escuché muy atento la explicación que la bruja me dio después de bajar un poco la guardia y bajar su varita. Era un tanto extraño pensar en que podíamos hacer más daño con esas cosas que con nuestros sentidos agudizados, nuestra rapidez y nuestra fuerza. -Una disculpa, señorita Gryffindor, aún son tantos nombres que recordar. Eso quiere decir que usted es familia de uno de los fundadores de Hogwarts?- Era impresionante lo que se podía saber del mundo mágico con leer uno o 2 libros.

 

-Hasta el momento me estoy sintiendo bien, es el primero lugar al que he llegado mientras curioseaba, así que sólo he estado aquí y en la mansión de los Macnair.- Dejé de ver el pergamino y posé mi mirada en la cara de la bruja enmarcada por aquellos cabellos rojos, intentando averiguar algo de ella.

 

-Bien, ahora que me ha encerrado aquí, ¿Le parecería contarme un poco de usted? o ¿Quiere saber algo de mi?- Comencé a caminar lentamente curioseando nuevamente. - O podría contarme de algunos objetos extraños que tengan por aquí. Siempre me han gustado las cosas malditas o encantadas, en Italia solía tener algunos objetos malditos.- Su presencia era fuerte y no sabía cómo expresarme, sentía que en cualquier momento me clavaría a una pared cómo si clavase una mariposa.

 

-Le escucho, señorita Gryffindor.-

 

@Shelle Dumbledore B.L

[Dana Gryffindor]

La bruja respiró hondo y tomó asiento en una pequeña butaca de madera de dudosa estabilidad, se apoyó despacio con miedo a tambalearse hasta tomar completo control para asentar su cuerpo con tranquilidad. Cruzó sus piernas mientras jugaba con la varita entre sus dedos, apoyando en su otra mano la barbilla y contemplando con sus brillantes ojos al mago que poseía una mirada algo intimidante, ella amaba ese tipo de miradas ya que nunca se dejaba intimidar por nadie.

 

-Noté que era italiano en cuanto lo escuché hablar- dijo -Viví hace unos... ¿200? o quizás 250 años en Verona, pero nuestra raza no era muy bien aceptada en la comunidad muggle donde me establecí y bueno, jamás me limité a la hora de comer, si me entiende.

 

Con una pequeña floritura abrió la puerta de entrada de par en par. Luego tomó el laúd que había dejado en el rincón y se puso a afinar con tranquilidad las cuerdas mientras escuchaba atentamente las palabras del vampiro.

 

-No lo retengo aquí, está en libertad de irse- comentó con picardía -aunque estoy disfrutando de su compañía -confesó- En efecto, desciendo de Gordic Gryffindor, aunque mi vida ha estado alejada del mundo académico, actualmente soy periodista y dirijo una casa editorial- acarició las cuerdas con sus uñas entonando un Do -¿Usted a qué se dedica, Albus? ¿O se encuentra pendiente de sus estudios?

 

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[Albus Renaldi Macnair]

Me acerqué hasta la puerta que ahora se encontraba abierta y la cerré empujando muy despacio con una de mis afiladas uñas hasta que se escuchó el pequeño 'clic'. Dí vuelta sobre mis talones y pude ver a la bruja mientras comenzaba a tocar su laúd.

 

-Si que es interesante la de cabello de fuego Albus, pregunta su edad.- Rita, cómo siempre tan oportuna y tan sutil. Me limité a negar con la cabeza y caminé hasta dónde se encontraba la bruja. -También encuentro placentera su compañía, después de todo la sangre siempre llama... O al menos eso decían mis familiares vampiros, que la raza siempre nos llevaba a encontrarnos con nuestros iguales.-

 

Tomé una silla que se encontraba un poco alejada y la puse frente a la bruja, esperando no fuera una silla maldita o embrujada. Si me causaba cierta curiosidad saber su edad, aunque a juzgar por el tono blanco de su piel que parecía casi de mármol definitivamente debía tener más años que yo... Interesante.

 

-Verá, siempre he sido un paria que se ha dedicado a viajar por el mundo descubriendo de arte; música, pintura, literatura, cualquier forma imaginada. Con la caída del estatuto de secreto me fue informado que nuestra familia tenía ascendencia mágica y que podía iniciar mis estudios cuándo quisiera, así que decidí hacerlo justo ahora... Comienzo en los próximos días. No tengo ninguna profesión en específico, me gusta pensar en que soy aquél que vino a convertir el mundo en cenizas, pero es muy poético. Solo soy un ebrio que le gusta escuchar música variada y ver cine rebuscado, es todo.- Mis ojos en todo momento contemplaban directamente los de ella, ya que me dí cuenta causaba algo en su ser, pero aún no podía adivinar que era. Supuse que era el color de mis ojos, o la intensidad con la que veía.

 

-¿Sobre que escribe, señorita Gryffindor?

 

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[Dana Gryffindor]

Las cuerdas del laúd se hacían uno con sus dedos acostumbrados a improvisar melodías según la inspiración de la bruja. Vibraciones que se transformaban en notas que llenaban la sala en sintonía con los alegres sentimientos de la vampiresa. No dejó de tocar cuando el mago cerró la puerta, una torcida sonrisa se dibujó en los gruesos labios de la pelirroja y observó de reojo al vampiro que la observaba.

 

La sangre llama... Aquello le había llevado a cometer terribles errores y a la vez importantes aciertos, era una maldita adicta a la sangre y demasiado curiosa. No era de sorprender que un día de estos cause una masacre en Ottery Saint Catchpole y tire nuevamente su imagen como periodista a la basura. Al menos no podrían echarla de su propia empresa como pasó en El Profeta una década atrás.

 

La dama observó cómo el mago se sentaba frente a ella, observó las frágiles patas de hueso añejado de la silla y levantó las cejas sorprendida de que resistieran el peso. Dejó su instrumento a un costado y escuchó con atención sus palabras, sacó su varita y murmuró: Accio a una botella de whisky que había detrás del mostrador, la botella atravesó la sala para llegar directo a su mano derecha, la abrió y dio un largo trago a continuación le ofreció la botella a su compañero.

 

-Al parecer compartimos los mismos vicios, literatura, cine y ebriedad- lanzó una suave risa bajando la cabeza

 

-Escribo sobre política internacional, del mundo mágico por supuesto aunque soy analista político y a veces me llaman para dar mi opinión sobre el sistema político muggle- suspiró -Curioso que en tantos años no tuviera algún... impulso mágico ¿Cómo pudo estar tanto tiempo ajeno a la magia en su condición como vampiro?

 

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Editado 1 de Octubre del 2020 por Shelle Dumbledore B.L