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El Guardián de los Votos


Mackenzie Malfoy
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Las palabras de la reportera son sinceras, dotadas de una modestia y una sinceridad refrescantes, para empezar, y en verdad atractivas. Por fortuna, Rhea había reaccionado a su lacónica transformación de la mejor manera posible, y ahora continuaba la entrevista como si nada hubiera pasado. Nathan, sin embargo, no podía evitar de tanto en tanto, y de la manera más disimulada posible para no herir los sentimientos de su entrevistadora, escudriñar la multitud en busca del ministro quien, si sus informes eran verídicos, estaba en dirección hacia él ahora mismo. Gálathea se había perdido por ahí, y no podía ver a nadie más allí a quién recurrir en caso de una emboscada: ¿seguiría Ellie en el recinto? ¿o se habría retirado ante la perspectiva de una aburrida contienda electoral?

Rhea parece leer que el ya no puede entretenerse más en una entrevista, y con un efusivo discurso y un apretón de manos la mujer se despide de él. Por un segundo se pregunta si el Weasley la ha ofendido, más se distrae al sentir como ella deposita un trozo de papel en sus manos en el interim del saludo. Nathan la mira inquisitivamente, pero ella no pierde un segundo y se introduce entre la multitud persiguiendo al próximo candidato: Candela. Rápidamente, despliega el trozo de papel que tiene en sus manos: "Vuelve a cambiar.". Una advertencia: ¿acaso alguien lo había visto? Ciertamente Nathan no lo había hecho exactamente en privado, pero si la Kane le daba la advertencia era porque probablemente alguien peligroso lo había presenciado.

¿En qué momento escribió esto? >> piensa, aparentemente no había hecho un buen trabajo de esconder sus miradas furtivas en busca de sus perseguidores.

Le debe un agradecimiento a la mujer, y se asegurará de hacerlo en cuanto todo esto acaba (si es que, alguna vez, efectivamente llega a un fin). Con el corazón latiéndole a mil por hora, y el miedo y la frustración surcando sus venas, Nathan aprovecha a esconderse entre la multitud y, efectivamente, cambiar de apariencia otra vez. Más una vez que inicia, ya no puede parar, sus habilidades como metamorfomago normalmente le ofrecían cierta resistencia luego de un tiempo utilizándolas y el Weasley debía descansar por un rato, pero ahora la adrenalina lo tiene tan vivo como nunca y hace estragos en los mecanismos de control: su pelo va del rubio al colorado y del colorado al azabache para luego teñirse de morado, todo en cuestión de segundos. Su nariz cambia de forma tan rápido que para cualquiera que estuviera mirando le parecería que estaba hecha de goma moldeable. Luego de unos segundos, ni siquiera Nathan está seguro de cómo detenerlo: la metamorfomagia es quizá la menos explorada de sus habilidades, y siempre la ha utilizado para su beneficio pero en circunstancias mucho más controladas. No tiene idea de qué le ha hecho perder los estribos de aquella manera, y no tiene un espejo cerca para ver qué es de su apariencia. Le preocupa haber hecho algo irremediable.

Corpus Patronus atina a decir, a la par que su varita hace la floritura correspondiente.

Un coyote, traslúcido pero corpóreo, tangible pero con su existencia supeditada a la magia de Nathan, se materializa frente a sus ojos. El animal aguarda por unos segundos en sus cuartos traseros, y tras recibir su orden se marcha al trote en la dirección que, por alguna razón, sabe es la correcta. Si tan solo él fuese tan libre como el animal.

 

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Llegaba después de meses de ausencia del Ministerio, fruncí las cejas al ver el gentío alrededor, olvidaba lo concurridas que eran estas instalaciones sobretodo en época de elecciones, me crucé de brazos y tome un respiro profundo. Era refrescante estar en la multitud y debía recordar que esto no lo hacia por mi, esto lo hacia por mi madre, para que no cometiera las mismas tonterías que la ultima vez si volvía a ser nominada al puesto de Ministra.

 

Alise un poco mi falda larga y acomode la blusa blanca que llevaba, aproveche un poco el bastón y di unos cuantos golpes en las canillas a las personas alrededor para abrirme paso entre la gente para estar en primera fila de la tarima donde el guardián de los votos ya estaba sentado, mire alrededor a ver a quienes reconocía entre la multitud y buscando también la cabellera violeta de mi madre, para ver si ya había llegado, también buscaba a mi esposo, a ver si podía apoyarme en el durante las largas horas de las elecciones, mi tía Hayame ya estaba allí, la salude con la mano debatiéndome si acercarme o no, me encogí de hombros y me acerque a ella:

 

-Hola tía, ¿alguna novedad o seguimos en preliminares? - volví a mirar alrededor - ¿Has visto a mi madre? Quedamos de encontrarnos aquí para ver las elecciones juntas.

 

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No recordaba que El Guardián de los Votos fuera tan mayor, ¿sólo había pasado un año? Su rostro y su curvatura en la espalda parecían haberse acuciado. ¿Cuántos años tendría? Suspiré un poco nerviosa al acercarme a él. Había pasado una semana un poco estressante con tantas nominaciones y algunas campañas políticas. Creo que era de los pocos que no había dicho nada en concreto y, en realidad, hasta la entrevista con aquella mujer rubita que se había presentado como periodista del Vuela Pluma, no me había dado cuenta que volvía a estar metida en el follón de unas elecciones.

 

Y lo peor, no tenía programa político ni apoyo de nadie ni había hecho encuestas a pie de urnas ni nada de eso... Aunque eso no importante; Toloveus Clearandbrightly tenía unos dispositivos en pantallas gigante que daba información detallada de cómo discurrían la jornada electoral. Es más, cuando se me ocurría una pregunta, como si pudieran leer mi inquietud, alguna ofrecía la información con datos específicos de los votos sobre esa persona.

 

-- ¡Demonios! -- exclamé, cuando vi mi rostro con el porcentaje de votos recibidos.

 

Si hubiera allá alguien que me conociera, seguro que se extrañaría de verme sudar. Yo, acostumbrada al ejercicio físico diario en los entrenamientos y funciones del circo, con mis labores en los negocios y con la familia, parecía temblar ante mi imagen en aquella pantalla.

 

¡Oh, Diosa! Sí había alguien, estaba mi hermana Hayame, quien no parecía haberse percatado de mi presencia. También se oían retransmisiones en directo por periodistas con acento extranjero. Suponía que estas elecciones serían de interés internacional, habiendo pasado por una reciente guerra. Me pregunté si también lo sería del Inquisidor y si habría infiltrados de esta figura entre los presentes hoy en el Ministerio de Magia de Londres.

 

Allá a lo lejos estaba aquella peculiar gitana, atendiendo los votos con peculiar atención. En un momento, se mordió el labio y me pregunté porqué sería, hasta que reconocí su imagen en la pantalla: Candela Triviani. Hum... Un Triviani... Familia oscura aquella... Habría que tener cuidado este año, no podía salir de nuevo alguien a quien el bando reconocía como pertenenciente a la Marca. Bastante teníamos conque durante un año, el Ministro Aaron hubiera destruido no sólo el Ministerio sino la relación con las comunidades mágicas de otros países, la relación con los muggles y hubiera favorecido la aparición de supremacistas en contra de nosotros mismos.

 

No, definitivamente, los Triviani no, por favor, Diosa. Menos mal que otro nombre comenzaba a sobresalir. Sonreí al ver el rostro de mi compañero de bando Nathan, con los números bailando y una flecha verde hacia arriba. ¡Uffa, si todo salía bien, este año tendríamos un miembro de la Orden del Fénix en el Ministerio, algo que era totalmente necesario. Después del fiasco del mandato del Yaxley, habría que renovar todo desde abajo y no confiaba en nadie más que en la Orden para conseguirlo.

 

Más gente se movía por allá e intenté escabullirme. Parecía mentira que, a estas alturas, yo quisiera pasar desapercibida. Era imposible esconderme porque recibía miradas de unos y de otros mientras intentaba salir y no hablar con nadie. Era normal, quien más y quien menos era conocido en el pueblo de alguna manera. Allá estaba el hijo del aún ministro hablando con una chica calva que reconocí como una de mis alumnas que había tenido hacía poco en el Ateneo... ¿Zoella...?

 

-- Otra Triviani, -- mi murmullo fue arisco. Parecían todos muy interesados en los resultados y volví a preguntarme si Aaron cedería tan fácilmente su trono alimentado con rabia, odio y matanzas. Me puse seria y pensé en todo lo sucedido durante este año. -- Me la pagarás, Yaxley, lo harás...

 

Otro murmullo que esperaba que no fuera oído. Se estaban formando corrillos, así que el ruido era creciente en aquel lugar. Demasiado bullicio para mi gusto. Seguí escabulléndome mientras se desarrollaban entrevistas a candidatos, intentando que no me pillaran. Las pantallas cambiaron y algunas se apagaron. Miré de reojo, mi rostro seguía allá arriba, junto al de Nathan y Anthony y varios Triviani. Había un nombre que no reconocía. Volví a alejarme del montón de gente apelotonada, con una pregunta en mi mente.

 

¿Dónde estaría Aaron Yaxley y si pagaría por sus crímenes innumerables en este último año?

 

Tuve que pararme en seco y girar tras la espalda de un mago corpulento que se aupaba para ver mejor las pantallas. Acababa de ver a mi hermana Ashley y no me apetecía hablar para nada. Sentía un nudo estrecho entre la garganta y el estómago y no estaba para conversaciones familiares en las que me expresaría su preocupación por mis ojeras.

 

Así que reculé, cambié de dirección, me colé entre dos brujos y pasé de largo de una reportera que quería pillar a la Gitana Candela en busca de alguna noticia. Creo que ahí estuvo mi error, porque por reírme de aquella mujer atrapada entre preguntas, choqué de lleno contra mi hija Perenela. Ahogué un grito y un taco, los dos inapropiados en aquel lugar.

 

-- ¡Demonios, Perenela! ¿Qué haces aquí sola en vez de estar descansando?

 

¿Sola? Estaba con Hayame y con Ash. Me habían cazado, mi... ércoles...

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Scarlet Akane

 

 

 

Se detuvo a mirar la pantalla con sus números cambiantes y luego buscó con la mirada las figuras humanas. Una bruja trotaba hacia Weasley y éste tras comunicarse con ella se alejaba despidiéndose de la periodista, lo siguió con la mirada, sintiendo la fuerza de la magia de la Orden Oscura palpitante en él. En épocas pasada los miembros del clan tenían pulseras que los ayudaban a localizarse y tenían datos sobre ellos, ahora, gracias al Nicronomicón esas pulseras eran casi como un adn invisible. El tema estaba en si podías o querías estar atento a esas minúsculas señales que permitían comunicarse entre sí a los miembros. Magia dormida, pensó.

 

Sus ojos de pronto notaron algo más que le interesó, habían tratado poco con la bruja, pero sabía que la pelivioleta sería una buena aliada para ella y su regreso. Buckingham no era como el antiguo Ministerio donde había conocido cada pasillo y recoveco. Caminó despacio, la bruja estaba reunida junto a otras mujeres, recordaba que algunas eran miembros de su familia. Ya que no podía felicitar al Weasley que se había marchado, lo haría con ella.

 

--Umbra --susurró y su sombra fue corporizándose a su lado lentamente --sabes qué hacer --la sombra sonrió y la copia de la Akane se alejó rápidamente.

 

--Buenas señora Potter Blue, felicitaciones por su nominación --susurró la Akane original luego de acercarse rápida y silenciosamente a @@Sagitas Potter Blue gracias al phanton --espero que estés preparada para lo que se viene --agregó con una sonrisa y dirigiendo un gesto de saludo a las demás personas junto a ellas.

Editado por Darla Potter Black
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-Estoy aquí para cuidar tu espalda - le dije de modo directo mientras cruzaba los brazos sobre el bastón, fruncí el ceño y mire a mis tías que en algún momento nos paramos juntas las tres en el mismo punto, sonreí ferozmente sobretodo al mirar los telones de los que subían y bajaban los candidatos y sus diferentes votaciones, mire alrededor sabiendo que mi madre no era mucho de dar discursos ni entrevistas, ella daba ejemplo con los actos mas que con las palabras pero en este medio, en este ambiente y en esta situación iba a tener que salir de su zona de confort:

 

-Vinimos a apoyarte y a vigilar que no suceda lo de hace un año, que no subas borracha, drogada, alucinada o nada que vaya a nublar tu juicio, si tienes algo que decir al mundo mágico dilo, sin tapujos, sin miramientos, es preferible que te tachen de brusca y no de mentirosa, no endulces las palabras, di las cosas como las siente, como si estuvieras en casa y sobretodo se leal a ti misma, a tus convicciones y a tus creencias. - repase mentalmente todo lo que tenia para decirle a mi madre, arregle un poco su vestimenta, y enarque una ceja ante los zapatos que traía pero no hice ningún comentario, pedirle que vistiera otra cosa era faltar a esa misma esencia que la hacia tan única:

 

- si quieres enfrentar esto con diplomacia no permitas que los que te hagan las preguntas tengan el dominio de la conversación, desviate de los temas controversiales, salte por la tangente y no permitas que saquen a florecer tu genio, no hables de bandos ni de convicciones políticas, háblale a la gente, no prometas cosas que no puedas cumplir y sobretodo no dejes que esa manada de buitres - le dije señalando a los reporteros y a los políticos que ya estaban dando entrevistas - determine o limite el sueño que tienes para este ministerio y para nuestro pueblo.

 

guarde un momento de silencio y apreté los dientes ante la sombra que se poso al lado de mi madre, apreté los dientes y no dije nada mas esperaba que si mis tías tenían alguna sugerencia mas la dijera, agarre la mano de mi madre para darle fuerza y me di cuenta que la cubría un poco el sudor, trate de sonreirle... esperaba que a mi madre se le quedara en la cabeza al menos la mitad de las cosas que le dije.

 

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Editado por Perenela Arya Grindewald Potter Blue

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No soy paciente, he de reconocerlo. Tampoco estaba en un lugar confortable, a mi parecer, el ruido de masas ensordecía y el bullicio se descontrolaba para mi gusto en chillidos, conversaciones privadas y empujones. La culpa era mía, por ir al Ministerio sabiendo lo que se movía en estos días por allá. ¿Por qué había decidido a comprobar in situ cómo se movían los votos? Si tendría la misma información por la radio mágica en la comodidad de mi casa...

 

Así que no es de extrañar que pusiera cara arisca con mi hija y su trabalenguas.

 

-- Mi espalda se cuida solita, no necesito que la vigiles -- le protesté. Aunque cierta sonrisa apareció en mi rostro. ¿En serio creía que necesitaba ayuda en aquel lugar? Después recordé y se me encogió el estómago. Tenía razón. Necesitaba ayuda desde que ... Me toqué el pelo, donde solía llevar mi varita, ahora inútil; la llevaba en el bolsillo, sólo porque ir sin ella por la calle me parecía que iba desnuda. Me encogí; me acababa de entrar frío. -- Bueno, tal vez la necesite.

 

Me molestaba eso, tener que depender de otros porque yo no pudiera cuidar de mí misma. ¡Me negaba a eso! Yo seguía siendo una mujer fuerte aunque no tuviera magia. ¿Dónde quedaba mi dominio de mis criaturas? ¡Y no necesitaba tener magia para usar todos los objetos con magia intrínseca que no dependían de mi dominio o no de la magia! Y no había olvidado para nada mi capacidad de elaborar pociones, era una gran maestra en Herbología. Así que... ¿Por qué tenía que tener miedo?

 

"Porque no puedes hacer magia", me dijo una vocecita hiriente en mi cabecita.

 

Tragué saliva para deshacer aquel nudo en la garganta y le gruñí a mi hija.

 

-- ¿Subir a dónde? ¡No tengo que subir a ningún sitio! ¿Por qué he de subir yo a algún sitio? Además, nunca he estado borracha, drogada, alucinada o con... todo eso que has dicho. ¿Cuándo me has visto así? No contestes o te zapeo, que lo sepas.

 

Ahora estaba de mal humor, me sentía demasiado vulnerable en aquel lugar y deseaba volver cuanto antes a la seguridad de la mansión Potter Black. Pero Perenela seguía hablando y me costaba seguirla.

 

-- ¿Temas controqué...? ¿Qué es una tangente? -- Empezaba a sofocarme. -- ¡Demonios, hija, sólo son unas votaciones! ¿O piensas que esto es una batalla campal como en la antigua arena con los gladiadores?

 

Volvía a sudar. Para nada quería que me entrevistara nadie. Cuando iba a sugerir que nos fuéramos a un sitio menos concurrido, una voz agradable me interrumpió.

 

-- ¿Scarlet? ¿Eres tú?

 

¿Cuántos años hacía que no la veía? ¿Cómo es que estaba allá, precisamente hoy?

 

-- Esto... Gracias, aunque... Parece que me estén nominando para un sacrificio a algún Dios extraño y me vayan a subir a un volcán lleno de lava...

 

Me reí de mi broma. Espera... ¿No estarían dando en el clavo y aquello era una trampa que, en realidad, quien ganaba era el que perdía?

 

-- ¿Qué...? ¿Qué tal tu vida, Scarlet? -- Intenté disimular el desasosiego que sentía en aquel momento. ¿Quedaría mal si huía en estampida?

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La bruja pelirroja le había sonreído a su sobrina al verla que se había acercado a saludarlas

Después de haberse topado con Ash a quien no había esperado tan de sorpresa, todavía sentía el corazón acelerado y cerca de la garganta por el susto, habiéndose enderezado para observar mejor los alrededores; los números que seguían apareciendo en la pantalla le provocaban una pequeña sonrisa aunque de vez en cuando se volvía tirante al darse cuenta de la cantidad de gente que comenzaba a llegar a aquel sitio

Era demasiado extraño, tomando en cuenta a que muchos se habían ocultado por lo hecho por el Ministro que ya estaba de salida...

-Hermana, necesitas cuidarte más -había dicho al escuchar las palabras que le decía a Perenela acerca de su protección -Perenela ha sido lista y tiene razón: necesitas que se te proteja de alguna manera... que te olvidaste que te secuestraron la última vez?... a mi no se me olvida... qué me dices de ese dragón que quemó medio jardín?

Se quejó frunciendo el ceño sin dejar de ver a la bruja de cabellos violeta mientras sacaba la varita

-Nada de nada.... ella tiene razón y entre todas vamos a cuidarte aunque nos dejemos el pellejo en eso -resopló con fuerza y luego, observó a una bruja que se acercaba a charlar con su hermana, dándoles espacio y acercándose de lado a Perenela -esto está muy tranquilo, no te lo parece? -le susurró

 

.......................

 

 

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Scarlet Akane

Escuchó las palabras de la hija de Sagitas y notó su mirada desconfiada, no la culpaba, los vampiros solían dar esa sensación a veces. La Potter Blu sí pareció sentirse cómoda al reconocerla. Quizás porque no se daba cuenta lo que significaba que ella estuviera allí, no la culpaba, tenía otras cosas en las que ocupar su mente. Lanzó una suave risa al oír las palabras del sacrificio sobre un volcán a unos dioses, inexistentes obviamente, los verdaderos dioses no necesitan que les dieran sangre para alimentarse, la buscaban ellos mismos. Sin embargo a su mente vino una

, seguramente echada por la misma Darla allí. Pero no fue el único recuerdo que la bruja envió a su mente, Scarlet frunció el ceño hasta que lo entendió, aunque no tenía idea de cómo ella podía saber eso.

 

--Tú te debes a una sola Diosa, y es esa Diosa la que te da la magia y a la que tú se la puedes dar en sacrificio, a nadie más --se encogió de hombros mientras sentía a lo lejos lo que su sombra hacía --debes aprender a recordar que solo Excalibur se sacrifica a la Dama del Lago y tú a ellos dos --sacudió la cabeza y sonrió a Sagitas.

 

--¿Mi vida? recobrándola, luego de un letargo que ha sido tan largo, casi diez años ¿verdad', enterrada por más de siete creo yo --se encogió de hombros y estiró los brazos como si se desperezara.

Editado por Darla Potter Black
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Triviani alegre y asintiendo frenética tomó la petaca que Ariadna le tendía, escuchó lo que su madre pronunciaba pero no le contesto, ya ella sabía por quién votaría y no omitiría palabra alguna de su decisión. Llevó el pico sus labios y esperó a que el líquido llegara a su garganta, cosa que nunca paso. La voz de su hermano la sacó de si y se giró enojada a encararlo.

 

- ¿Y eso a mi qué? Eres tu el postulado, no yo. Mantente alejado de mi - pronunció para alejarse de su lado y colocarse junto a la Macnair. Aceptó la petaca de las manos de su madre y bebió lentamente un trago, percibiendo el sabor a tierra tan característico de él. Suspiró encantada y le dio otro sorbo más antes de regresarselo a la arrimada(?) - Gracias - pronunció por lo bajo, aun atenta de las palabras que le soltaba su madre al rubio.

 

Llevó los ojos a donde está miraba, identificando a que en algunas ocasiones había visto pasearse por Gringotts, Nathan Weasley. La mujer que lo entrevistaba parecía haber terminado con su trabajo para comenzar a caminar en su dirección grabando quien sabe que. La calva acomodó su peluca y subió el tapabocas, tomó los lentes de sol que descansaban en su escote y se los colocó ¿Estaría pasando desapercibida? Prefirió no hablar, manteniéndose trás todos como una más de ellos pero sin inmiscuirse mucho.

 

Relamió sus labios bajo el tapabocas, sintiendo aún el sabor del whiskey en sus labios. Mandó una mirada amenazante al Triviani y se alejó unos pasos a la izquierda, saliendo de la escena donde su presencia sería vista. Se suponía, o eso ella creía que había ido de viaje cumpliendo un trabajo impuesto por su padre, o al menos eso había acordado con el Yaxley ahora líder del bando. Sus intentos de pasar desapercibida parecían no funcionar, una lastima porque justo ahí se encontraba uno de los magos que le perseguía tanto a ella, como a Jeremy y Anne, por consecuencia.

 

Observó a Sagitas llegar al fondo, y se sintió más pequeña en cuanto las miradas de ambas se encontraron. La clase con ella no había terminado tan mal, pero su comportamiento no fue del todo bueno tampoco. Poco le importaba, pero esperaba que no se acercara a reclamarle. Regresó a ver a la mujer que entrevistaba a su madre, esta lanzaba miradas entre Ariadna, Jeremy, Candela y la propia Zoella que se alejaba cada tanto cuando la cámara le enfoca.

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Aaron Augustine Black Yaxley

 

Por los pasillos se podía oír el caminar de un ejército, pues los ecos de nuestro andar se imponían por las diferentes estancias que atravesábamos conjunto al séquito de brujas y magos que me seguían. Mentón altivo, saludaba a veces a más de algún adepto que se apegaba a paredes y ventanas para librar el paso mientras que el flash de las cámaras, iluminaban la parquedad de mi rostro. Observé hacia las pantallas cuando llegué al área principal, ¡estaba repleta!- una cabellera cambiaba de color con una frecuencia sin igual. Pude apreciarlo en el intercambio de cámaras que enseñaban al público- hasta que mi semblante apareció en pantallas; gris e indiferente mirada, una cicatriz bajo el párpado izquierdo y una franja blanquecina que nacía desde el remolino de cabellos castaños hasta la nuca.

 

Me paré en seco y el silencio reinó por un par de segundos tras el encuadramiento de los inquisidores que me habían seguido, como también los que bordeaban cada rincón del afamado palacio Buckingham. Subí hasta el podio en el cual solo figuraba un micrófono observándolo con cierto recelo. Saqué mi varita y lo convertí en una serpiente que se perdió entre la multitud. Un mago joven me miró algo nervioso, pues él sabría que los aparatos muggles no eran de mi gracia, sin embargo, el voto popular y su democracia enseñaba otros parámetros; ¡política!. Aún con mi arma en mano, llevé su punta hasta mi cuello y luego de un sonorus, hablé.

 

- ¡Bienvenidas, bienvenidos, magos y brujas de Ottery!. Nos reunimos hoy para nuevas elecciones, nuevos rumbos para nuestra sociedad. No teman de escoger sabiamente quién tomará el puesto que hasta ahora sigo ostentando, no teman a las amenazas con las cuales nos han catalogado de mounstros, ¡especímenes!, ¡raros!...- comencé, observando a la gran mayoría de los que allí se encontraban- ¡No teman al Inquisidor!, ¡levanten sus varitas contra quien no respeta nuestra cultura!, ¡contra quienes nos mantuvieron escondidos por años, CIENTOS DE AÑOS! por el vil egoísmo de no poseer nuestra aptitudes, nuestro poder...- sostuve empuñando la diestra- quedó demostrado lo que alguna vez predicó Gellert Grindelwald...- se oyó un murmullo (muchos de gran disgusto) que apacigüe con ambas manos- ... ¡Grindelwald pudo haber sido un mago tenebroso!, sí, cometió pecados, sí, pero que no se les olvide que hasta la cuna de Dumbledore fue testigo de los malos tratos que nuestras hermanas y nuestros hermanos recibieron por mucho tiempo... ¡NOSOTROS NO SOMOS LOS HOSTILES!...

 

Los aplausos se podían oír desde fuera, como también reflejé en mis ojos algunas caras que demostraban el descontento de las decisiones que había impuesto de imprevisto. Fue cuando encontré el rostro de la Zíngara junto con algunos de mis hijos, los también figuraban en la nómina para el puesto más alto en el escalafón del gobierno mágico.

 

-Gracias, gracias...- les dije con completa serenidad y una ligera sonrisa- ... hoy dejo mi cargo con el rostro en alto y sin miedo de lo que elegí para ustedes, para mí, para el futuro. Aprovecho de invitarles a colaborar con nuestra sociedad en un partido político que presidiré dentro de unos días, por ustedes, ¡por mí!....¡por el bien común!... ¡POR EL CONSERVADURISMO DE LA MAGIA!....

 

Otros vítores y ensordecedores gritos aumentaron la tensión en la elegante estancia. Alcé una mano y bajé del podio para compartir con algunos de miembros del comité; Toloveus quizás (no conocía mucho al resto), a quién no había visto desde que asumí el año anterior.

 

-Señor... ¡Clearandbrightly!; qué apellido más raro tiene usted, creo que jamás se lo había dicho- me acerqué hasta el anciano y extendí la mano- ¿Cómo está?...

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