Ollivander's (MM B: 94928)

[Joaquín Granger]

No sabía si sentir repulsión por el chico, que se había negado a saludarme, o admirarlo por ser de los más autentico que había conocido en aquel lugar. Aunque no es que la autenticidad justificara las faltas de cortesía completamente. Era mejor no seguir sumando problemas, o generar discusiones innecesarias, el día ya había sido bastante extraño y fuerte como para pelear con la nueva adquisición de Ariane.

 

Al ver como se alejaba y se ponía delante del mostrador, entendí que mi explicación no había valido de nada. Debía practicar eso para cuando mis pequeños hicieran esa case de preguntas, no sería fácil puesto que su familia era fragmentada, dispersa, algunos irremediablemente perdidos eternamente y otros ojalá que así lo fueran. Ariane respondió por lo bajo, y sentí tranquilidad al menos por Helena, ella tenía a su madre, que a su vez tenía el tacto del que yo carecía. Asentí ante sus palabras, y apreté su mano amistosamente.

 

Cuando creí que lo había entendido, nuevamente sus palabras volvieron a confundirme. Por un lado podían significar un "tenía que conocerte" de un empleado a su otro jefe, o del hijo de una amiga a su socio y amigo. Aunque bien podría ser el "tenía que conocerte" cargados de resentimiento y celos que se usa para dirigirse al novio, no grato, de una amada madre. Cualquiera fuera el caso, no iba a discutir, simplemente asentí estando de acuerdo y mantuve mi boca cerrada.

 

Fue Aleister quien volvió a hablar, con una disculpa, más por compromiso, que porque lo sintiera necesario, su mirada de desconfianza hacia mi lo sugería, y que se atreviera a llamarme idi*** lo confirmaba. Si tenía razón en que había perdido el uso de razón, y se lo aceptaba, pero sus palabras parecían trasladarse a aquel entonces presente, y lo sentí como un vivido "pareces un idi***". Lo que me hizo soltar una carcajada de incredulidad.

 

-No son muchos los que se atreven a llamarme idi***, aquí se utiliza el decoro y no dicen todo lo que pasa por sus mentes, eso se reserva para aquellos que han vivido mucho, y no es tu caso. Podrías haber dicho que estaba trastornado, ya juzgo yo las idioteces que hago. -Dije todo eso con dureza serena, pero cambié a una sonrisa tranquila y ablandé mi voz-. Una de esas puede ser dejar pasar tu insolencia sin más, y es justo lo que haré. Pero no todos los inmortales egocéntricos de aquí lo harán. -Callé por un momento, y volví a abrir la boca-, toda esta perorata no tiene sentido, ya que ni siquiera aceptaste un cortés saludo. En fin...bienvenido a Ollivander's , seguro será de los más... interesante trabajar contigo. -Tendí mi mano dispuesto a estrechársela, en gesto conciliador.

 

El joven, a mi entender tras la larga y aburrida palabrería no tuvo más remedio que ir al baño, lo que me hizo sentir algo de vergüenza, debía controlar cuanto hablaba, parecería un verdadero anciano. Ariane le indicó el camino, y no pude evitar cambiar mi apenado gesto por una sonrisa divertida. De todo lo que me quedaba conocer en aquel lugar. Era increíble pero cierto, yo tenía mi lavabo privado en mi oficina.

 

-Si no hubieras estado tu aquí, no hubiera sabido que responderle, hace años que no tengo que "ir" -le comenté a Ariane divertido-. Espero no haberme pasado demasiado con lo que le dije, no sé a que se debió, al menos reaccioné bien.

 

[Aleister Crowley]

Off: tengo que ir a inscribirme ahora al MM o no es necesario? .-.

 

On:

 

Con el ánimo un poco más aceptable, me decidi a esperar a que Joaquin terminara su dicurso, aunque claro, no le escuché mucho. Sólo me limité a esbozar una sonrisa amistosa, o más que amistosa: deseosa que terminara de vociferar, porque queria ir al baño...

 

Ya tenia las manos en mi entrepierna cuando acabó, entregandome su mano de nuevo en gesto de paz. Yo ya iba de a poco, lentamente, camino hacia el baño. Y saqué una mano de mi entrepierna estrechandola con su mano más que nada porque estaba apresurado de mear, y le respondi que estabamos en amistad y que no se haga problemas. Mis pasos se oyeron a crujidos en las tablas del piso cuando corri al baño apresurado y me encerré. Uff. Una verdadera sonrisa y cara de satisfacción iluminó mi rostro.

[Hessenordwood Crouch]

"Garry" M. Ollivander

 

Se removió un tanto nervioso, al parecer había si se encontraba gente en el local, aquello resultaría bien si no hubiera olvidado el que era lo que estaba haciendo en ese lugar y porque, titubeo unos segundos, pasando su vista de una persona a otra, tratando de reconocer, tratando de hacer tiempo (?) al menos solo hasta que su traicionera y caprichosa memoria, que alterada por los nervios, decidiera dejarle recordar cómo articular.

 

–Buenas tardes…– comento en vos grave, bajo, pero lo suficientemente audible –¿Soy inoportuno? Estoy buscando a Ariane Dumbledore– término por decir aquello, al menos parecía más tranquilo y calmado de lo que en verdad se sentía.

 

Tal vez debía menciona que esta vez no se trataba de una visita ministerial, aunque comenzaba a desear que así fuera. Había vuelto para pedirle a la joven Dumbledore le permitiera contemplar nuevamente aquel árbol familiar que tallado estaba sobre aquella madera antigua. No tenia preguntas, aun, simplemente tenía que verlo de nuevo, últimamente esa necesidad por saber se hacía cada vez más fuerte. Todo cambiaba, y no estaba muy convencido si era capaz para enfrentarlo, para sobrevivir nuevamente a un cambio tan fuerte como seguramente lo seria este.

[Ada Camille Dumbledore]

Estaba algo nerviosa por la discusión absurda que se había formado entre mi hijo y Joaquín, no sabría decir en si eran celos o simplemente una forma de marca de su personalidad la actitud de mi hijo. A Joaquín lo conocía lo suficiente como para saber que ante cualquier ataque respondería. Le reste importancia y me en aleje al escuchar mi nombre, la voz se me hacia familiar a lo que instintivamente volteo a ver con una gran sonrisa.

 

Reconocí entonces a aquel miembro del ministerio que había ido a vernos para el asunto del fantasma del tío e imaginé que el ministerio aun estaba dándole rondas al asunto.

 

- Cómo esta? Veo que ha regresado a la tienda señor Garric, esta vez es una visita Informal o estrictamente laboral.

 

Comente mientras le ofrecía asiento en uno de los sillones que en estaban frente a las vitrinas, era donde solían esperar los padres o familiares de en los jóvenes que venían por primera vez a comprar su varita.

 

-¿Desea un té ?

 

Me adelante antes de que me contestará alguna cosa

[Ela Karoline]

Hacia mil que no visitaba a su ahijada, ni tampoco ninguna de sus propiedades, y aunque le gustaría decir que ahora acuidia a verla por el puro gusto de compartir con ella, debía reconocer que su varita tenia mucho que ver con aquella incursión en el ancestral negocio.

 

Al acercarse pudo ver desde fuera la exhibición de varitas en sus lujosas cajas, seguramente a muchos llamaría la atención, sin embargo a Cye no le apetecía una nueva, la propia funcionaba a la perfección, era parte de ella misma, precisamente por eso quería mimarla un poquito, después de tantos años, era lo menos que podía hacer por su inseparable compañera.

 

Se adentro en el local, de inmediato la particular decoración a base de maderas la hizo sentir cómoda, estaba tal cual lo recordaba y sinceramente esperaba que la propietaria se encontrara presente, no confiaria por muy experto que fuera un empleado aquella varita.

 

-Hola, Ariane se encuentra? - pregunto a viva voz apenas entro y cerraba la puerta para evitar que el ruido del callejón inundara la tranquilidad de aquel negocio.

 

@

[Ada Camille Dumbledore]

Amaba refugiarme en la oficina,así fuera sola era el único lugar en el mundo donde sentía que no estaba sola,, talves porque habia ocupado la oficina que todos los Ollivanders habían usado para dirigir el negocio o porque sentía ese olor a hogar que no sentía en muchos lugares.

 

Despacio me levante del escritorio, instintivamente arregle el vestido púrpura que llevaba y camine acercándome a la ventana para observar el atestado callejón. En realidad tenían que ser magos para caminar en unas calles tan estrechas y lograr avanzar.

 

Una cabellera rubia llamo mi atención y empecé a seguir su destinó, cuando dirigió sus pasos hacia el local sonreí y di un pequeño brinco de emoción.

 

Su voz resonó en el local mientras que cerraba la puerta de la oficina y a paso presuroso me dirigí por la escalera hasta la entrada.

 

-Madrina que gusto verle

 

Asegure mientras me dirigía a ella a darle un abrazo, era un gusto tenerla allí.

 

-Que gusto tenerte aquí, ¿a que debo el honor?

 

Le dije dirigiendo la de la mano hasta el sillón del recibidor

[Ela Karoline]

La respuesta a su llamado no se hizo esperar, apenas volteo de cerrar la puerta una encantadora bruja ataviada con un vestido púrpura apareció ante sus orbes. Ariane se veía fantástica y se acerco a ella a saludarla con el cariño, mismo que Cye sentía por ella.

 

-iHola querida! Luces maravillosa- dijo separandose un poco luego de corresponder a su abrazo para detallarla un poco más. -Si no fuera por esta pequeña linea diria que eres totalmente feliz- añadió tocando un diminuto surco en la frente de la chica, que al relajarse seguramente desapareceria.

 

Se dejo conducir hasta el sillón y se acomodo en el asiento sonriendo. -Dime que caballero es el culpable- bromeo un poco antes de informarle el motivo de su visita. Luego aseguro.

 

-He venido por dos razones, una porque quería saber de ti- entonces le acarició la mejilla como si aun fuera la jovencita que conociera tiempo atrás, la verdad es que la Lockhart no tenia problemas para demostrar el afecto a los suyos y Ariane siempre habia sido considerada como familia.

 

-Y la segunda es porque quiero hacerle un cariñito a Belisama-

[Katherine Anne Rosier]

Katherine Rosier

 

La figura alta de la Rosier avanzaba por el Callejón Diagón completamente cubierta con una capa, andando con rapidez, y mostrando una expresión enojada ajena al bullicio alegre en la calle, montado por todas las familias que empezaban a comprar todas sus cosas para las vacaciones. A pesar de ir bastante cubierta, por una vez, dejaba la cara al descubierto, mostrando sus preciosos ojos azules, los cuales la hubieron podido hacer parecer muy bonita, a no ser del rictus de amargor que curbaba sus labios.

 

Hacía un mes que usaba la varita de una sangre sucia a la cual había asesinado, bebiendo hasta su última gota de sangre, pero no se podía permitir el hecho de usar una varita tan contaminada por sangre indigna. La anteriror varita, le había sido arrebatada por una Odefa en el ataque al Profeta. Su varita, la que tan fielmente le había servido.

 

Treinta y dos centímetros y medio, madera de aliso, inflexible, fibras de corazón de dragón, ideal para maldiciones. Había pertenecido a su padre, y Katherine suponía que se habría enojado profundamente con ella si lo hubiera sabido. Se acordaba aún de su primera varita, la que le habían roto tras agredir a un compañero.

 

Por eso, entró a la tienda de varitas, y tras empujar la puerta, dijo con un tono frío, aunque se podria haber percibido como muy poco expresivo.

 

- Buenos días... ¿Está alguien? Quisiera comprar una varita...

 

 

 

 

 

 

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[Luci Rosier]

Elisabeth Lizzy Rosier

 

La figura de una joven esbelta caminaba con prisa por las calles del callejón Diagón envuelta en una capa. La capucha le cubría la cara únicamente dejando ver su sutil sonrisa y su negruzco pelo que caía hacia delante. Caminaba entre el bullicio de la gente, que tan animadamente andaba por allí. Pasó un montón de tiendas. Únicamente le dio tiempo a observarlos con la mirada, ya que tenía prisa. Anduvo hasta la última tienda de todo el callejón cubierta por su capa negruzca sumida en sus pensamientos.

 

Cuando llegó allí se paró en la puerta y leyó lo que decía el cartel. Ollivander's. Recordó entonces cuando le había arrebatado su varita. Aquella tarde, cuando su hermana y ella luchaban en un ataque al profeta. Se habían quedado solas frente a todos los fenixianos, y al final había conseguido escapar después de que ambas varitas hubiesen sido arrebatadas.

 

Era una varita de 31,5 centímetros, madera de nogal negro, pelo de unicornio y flexible. Tenía la madera tallada finamente, lisa, con unos pequeños triabuzones en el mango. Llevaba su inicial marcada también en el mango, y al lado, una S y una P, cual significado es Semper Fidelis. Esa varita que tan fiel le había sido en los múltiples combates que había sufrido.

 

Fue entonces, después de recordar todo aquello, cuando entró en la tienda de varitas, con una sonrisa en la cara. No había vuelto allí desde que compró esa misma varita con su padre. Un montón de recuerdos se arremolinaron en su mente. Todos ellos cálidos, por la presencia de su padre, pero también frívolos, por el hecho de que él ya no estaba allí.

 

Una voz conocida perpetró el silencio que había en la tienda. Su mirada perdida, observaba las cajas, como si pusiese saber como era la varita de su interior. Levantó la mirada del fondo, dándose cuenta así que una joven conocida se acercaba al mostrador. Se bajó la capucha para enseñar el rostro que ella tanto conocía. Sus pupilas verdes se agrandaron y en su rostro apareció un signo de confianza.

 

-Katherine...- preguntó Lizzy como si no supiera que rostro ocultaba la otra joven.

Editado 6 de Julio del 2015 por Luci Rosier

[Ada Camille Dumbledore]

Estaba en la parte de atrás del almacén, organizanjó algunas cajas, no estaba muy feliz de saber que se había caído algunas de las maderas por un accidente que había tenido uno de los elfos al estornudar fuertemente,. Era Muy Ordenada Con Los Materiales que crearian mis hermosas varitas.

 

Blanquee los ojos y seguí revisando caja por caja que todo estuviera en excelente estado, porque era fundamental que la madera estuviera intacta antes de ser tallada.