Jump to content

Xell Vladimir Potter Black

Magos Expertos
  • Mensajes

    4.217
  • Ingresó

  • Última visita

  • Días ganados

    45

Todo lo publicado por Xell Vladimir Potter Black

  1. Estaba resultando la experiencia más... aterradora que había vivido nunca. Hasta que Elisabeth no dijo que allá estaban reunidos también los personajes, no levanté la vista de mis pies para "buscar" a los personajes que yo había creado. Me alegró no ver a la "Xell / Historia de la Historia", iba a ser algo duro verme a mí misma, ya que me la había imaginado igual que yo, rubia, delgada, canturreando sin darnos cuenta, danzarina... Si hasta compartíamos el nombre... Aunque yo usaba lentillas, Xell personaje no. Sin embargo, vi a "Moma" y me asustó. Una cosa es crear tu personaje y hacerle pasar por pruebas en cada escrito; otra, encontrártela a la cara. Cuando los elfos me trajeron la placa con el diamante, me encogí en el asiento, para que no se fijara en mí. Había 18 personas en el jurado, ¿se iba a dar cuenta de que premiaban a Xell Vladimir? Después las luces se apagaron para presentar el primer premio y me sentí mejor. Me relajé y me mordí las uñas. No sabía los resultados y... - ¡Bien, bien, biiiieeeen! - grité cuando Sagis, no, Elisabeth, dijo el nombre del rol en el que participaba. Estaba muy contenta de que el rol "Historia de la Historia" de Mackenzie Malfoy hubiera ganado en la categoría del mejor guión. Lo merecia. Y era excelente rolear en él. Me volví a encoger por si estaba presente la Xell de este rol, no quería verla, me moría de vergüenza. Aunque creía que su papel era excelente.
  2. La "Moma" apareció en la alfombra roja de flores y se puso la mano en el pecho, algo asustada. Vestía su traje de gala de Hufflepuff, chaleco gris con rayita amarilla, capa negra con el escudo de los tejones, falda gris tableada y zapatos bajos, con unos calcetines largos del mismo gris, con una franja amarilla en la parte alta. Su corbata amarilla bailaba algo desordenada por fuera del chaleco. Pero es que Moma no gustaba de ser totalmente cortés en su ropa. Si pudiera, hubiera venido desmelenada y con ropa negral, estilo gótico; pero se encontraba limitada por la imaginación de su creadora, Xell Vladimir. Si tenía ocasión en la gala de verla, le iba a pedir un poco más de respeto a su personalidad y menos disfraz potterico. Moma avanzó por aquella ridícula alfombra y pisoteó las flores lilas, esparciéndolas por los lados. Un elfo apareció, gritándole. Le sonrió de la forma más irónica posible. - ¿Y si no paro qué harás? Vengo a ver si el rol en el que participo gana algo interesante, "Lost Marauders". Soy una de las protagonistas - mintió descaradamente. Paseó la vista por el lugar, no parecía haber mucha afluencia aún. Mejor, así podía buscar algún lugar donde soltar alguna bomba fétida. Aquí gozaba de una libertad a la que no estaba acostumbrada, así que iba a aprovecharse. Y, si podía, echaría las culpas a Xell. Que pagara por las simplerías que le ponía en los labios y en sus actos. Si ella supiera que Moma no se comportaba de esa manera... ¡Barra libre! Se acercó saltando divertida hacia el lugar y pidió una cocacola al elfo camarero Le miró con cara de no entender nada. - ¿Una fanta? ¿Un Gin-tonic? ¿Un Ron? A todo negaba. Así que aún se encontraban limitados a bebidas pottericas... - Un whisky de Fuego... - ¿La señorita tiene la edad para consumir bebidas alcohólicas? ¡Maldito Elfo! - Pues claro que tengo la edad, momia. Paso de los 17 por meses. El elfo sirvió una botella con un dragón dibujado. Tomó la copa y sin darse cuenta que a lo largo de la barra había una línea plateada, pasó la bebida por encima. Cuando se la llevó a los labios escupió. Era zumo de calabaza. - La señorita no pasó la línea de edad. Lo siento. ¡Maldita magia potterica! Iba a torpedear la gala con petardos. ¡Qué harta estaba de aquel mundo! ¡Qué ganas de regresar a casa!
  3. Montmeló era un elfo orgulloso. Siempre había pertenecido a la familia Lovegood y no le gustaba que la Amita fuera ahora una Vladimir. Aún así, el elfo seguía a La Nena donde hiciera falta y hacía lo que ella le pedía. Por eso estaba hoy allá, en aquel Bosque. No le gustaban los bosques. Siempre había algo oculto entre los árboles con lo que sorprenderse. Montmeló miraba a todos los lados, con miedo, pero eran una amplia cuadrilla de elfos y elfinas los que se movían por allá. ¿Qué podía temer? Cerca, el elfo Harpo levantaba un lugar donde celebrar la gala. Observó la pizarra con los nombres y se sintió orgulloso al ver el de su ama, Xell. - ¿Dónde necesitas ayuda? - se hacía el remolón. Aquel elfo gruñón no le caía bien. Pero era porque su Ama no le gustaba, era quien había convencido a su amita a dejar su apellido y ponerse el de su familia adoptiva. - ¿Crees que puedo dedicarme a otear el lugar por si hay algún enemigo acechando? Que era una manera sutil de decir que se esperaba en el linde del bosque sin mover un dedo. Pero Harpo se las sabía todas y le mandó colocar la alfombra de flores. Era una alfombra horrible, él quería que su linda amita paseara su vestido hermoso que se había comprado para la gala en una alfombra roja, que tenía más glamour. Pero se encogió de hombros y la colocó, a ver si alguien más le decía que la cambiara.
  4. Nunca lo había pensado, pero cuando estás petrificada no respiras. ¿Sigues viva? Lo imagino porque yo sentía el ruido que hacía mi tía al nadar bajo el agua, veía algunos pececillos casi larvas moverse por ella y veía las algas que se balanceaban con el movimiento. Caí al fondo. Estaba tan sorprendida... ¿Cómo había pensado que podía caminar sobre el agua? Era... Me sentía como si alguien hubiera manipulado mi mente. En un instante supe que había sido el canto armonioso y melódico de las ninfas. Estaba tan enfadada que si no tuviera un Petrificus totalus encima, hubiera ido a machacar aquellas criaturas. Y de golpe, me ahogaba. ¡Mi tía era boba! ¿Por qué no me sacaba sin despetrificarme? Ahora iba a morir ahogada. - Porque pesas como una roca - me dijo alguien malicioso en la cabeza. Y volví a sentir las voces de las ninfas. ¡Oh, qué bonitas eran, qué lindas, qué voz, qué verdades decían! ¿Cómo había podido pensar en matarlas, con lo dulces que eran? Me dejé llevar, aunque me ahogara, ¡qué más da morirse si las ninfas cantan a tu alrededor! ¡Ay, qué bonito que era que te cantaran mientras te morías! Pero la maldita tía Sagis no quería dejarme morir en paz. ¡Yo quería escuchar a las ninfas! Y de repente se callaron. Abrí los ojos y tosí, escupiendo agua. Un hombre nos acompañaba y yo estaba en el suelo, vomitando el agua del lago. Estaba toda mojada y hacía frío. Aún no entendía nada de lo que hablaban. Parecía que le invitaba a la boda. ¿Quién era aquel hombre y por qué tenía un Aethonan a su lado? Parecía que era lo que enfadaba a las ninfas que habían dejado de cantarme. - ¿Un barco, tía? - dije por fin. - Yo creo que tuve bastante agua por hoy. ¿Seguro que tenemos que irnos de misión al lago? Yo no quería ir, quería irme a casa y que Reena me peinara el pelo mientras sentía el calor de una chimenea en la cara. EDITO: Me escapé de la cárcel. Di permiso a Sagis para mover a Xell, pero ya estoy libre y puedo seguiros. Mientras no me pillen de nuevo.
  5. Hola, no estoy segura de si es aquí donde tengo que pedir una actualización del nombre de mi ficha. No al contenido, sino al nombre de topic. Es que me cambié el nick y ya hace tiempo que soy Xell Vladimir, pero antes era Xell Lovegood. ¿Eso se puede cambiar, para que coincida el nombre del topic con la ficha de personaje? Les dejo link a mi ficha: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=96122 Gracias.
  6. Qué ilusión me hace ver las votaciones. Es tan... excitante. Me gusta que la gente aprecie a la gente que nos movemos por aquí. Y hay tantos roles en los que participar, y tan buenos roleros a los que votar. Yo no conozco los roles que merecen ser salvador, pero tengo referencias de ellos, por lo tanto, espero haber elegido bien. Y lo dicho, que he votado y que espero rolear mucho en la gala el día 12.
  7. ¡Qué bonitas eran las luces que brillaban en el lago! ¡Y la música era tan cautivadora! Seguí avanzando poco a poco, atraída. Quería alcanzarlas. Además, la voz de Sagis me llegaba, algo lejana, como si farfullara; me pedía que las cogiera. - "¿Qué haces? No te detengas... - Ya voy, tía. - ¡Demo...! - ¿Qué había dicho ahora? Sonaba a ... ¡Ah, no! Parecía que hubo interferencias, pero decía que las cogiera. - Sí, tía, ya estoy cerca. Por un breve instante, pensé que el agua estaba muy fría, pero después perdí esa sensación y seguí avanzando, con dificultad, como si hubiera algo que me lo impidiera. - ¡Sigue, sigue! Pero si hacía lo que podía, ¿por qué Sagis era tan insistente y no dejaba de gritar mi nombre. Entonces sentí que... No sentí nada. Caí a plomo al fondo del lago. No pude ver la sombra de un animal que volaba, acercándose.
  8. Sentía mucha curiosidad por lo que pasaba, pero me daba miedo desobedecer a la tía Sagitas. Ella siempre mandaba, tal vez sin darse cuenta de la posición firme y a veces intransigente que adoptaba. Yo creo que sencillamente, estaba acostumbrada a salirse sola de los problemas y rechazaba la ayuda de los demás sin darse cuenta de ello. Pero era un problema de la familia, así que en cierta manera me sentía casi obligada a desobedecerla. - Yo creo que podríamos acercarnos, según como se dé la situación, retrocedemos o nos acercamos más aún. Temo por mi madre. Es como si algo se estuviera transformando en su interior. ¿Notaste el calor? Es como si emanara fuego. Eso lo había visto, ahora que lo pensaba, en el dragón chiquitín del Circo. Su madre le estaba enseñando a proyectar el fuego hacia fuera para no quemarse. ¡Pero qué tontería! Mi madre no era un dragón, era humana. Los humanos no podían convertirse en animales. - Sí pueden - dije en voz alta. Seguro que Pikachu pensaría que estaba loca y me caía demasiado bien como para asustarlo, más todavía de lo que ya estábamos ambos. - Mi padre es profesor de Transformaciones en la Academia. Él sabe cambiar objetos por animales. Y hay humanos que se metamorphosean en animales. Pero mi madre no tiene esa habilidad. O al menos eso creía yo. Sería mejor acercarnos. Le di la mano para que me acompañara. Sagitas no podía matarnos a los dos. O si podría pero tardaría mucho y ahora estaba más preocupada por mi madre. - Tía Sagitas. Creemos - sí, vilmente introduje a Pikachu en mi afirmación, para sentirme apoyada; esperaba que no le sentara mal que le utilizara así. - Creemos que mami está sufriendo una transformación por dentro y que se va a convertir en... dragón. Bajé la voz, ahora esperaba una reprimenda por semejante hipótesis sin fundamento. - El libro sería quien la transforme o donde pone como curarla.
  9. Pikachu decía que no podía comprar el libro, que no tenía la mente para ello. Le entendía. Después de lo sucedido, yo hubiera salido disparada y hubiera abandonado la tienda. Por ello, le agradecía que se hubiera quedado y estuviera allá, consolándome. Tomé un pañuelo de papel y me sequé las lágrimas. Después me limpié la nariz. Me había gustado que él hubiera susurrado en mi oído palabras de alivio. - Gracias, Pikachu, yo... Lo siento, no sé por qué lloro sin más. Era todo tan extraño... - Mamá con el libro, protegiéndolo como si le fuera la vida en ello. ¿Sabes? Llevaba mucho tiempo sin venir a casa y después su elfina buscando un paquete, que vino con una rata horriblemente fea. Y ahora ésto... Creo que mi madre tiene un grave problema. Lo bueno es que Sagitas y Cye están con ella y la ayudarán. Miré hacia el lugar donde mi madre estaba con mis tías. - Pero no entiendo por qué te dijo que no la dejaras con ellas. Se supone que a ti acaba de conocerte. ¿Por qué no querrá quedarse con la familia? Me moría de ganas de saber qué sucedía en aquel lugar.
  10. Tenía frío y soñaba que estaba helando. El lago aparecía blanco y se podía caminar sobre el agua helada. Busqué a Sagitas y ella estaba allá, en la hierba, petrificada, convertida en una estatua de hielo, con los prismáticos delante de los ojos. Intenté despertarla, para descongelarla, pero no se movía. Entonces sentí el clamor. Empezó con algo tan tenue que no me di cuenta hasta que lo acompañó el resplandor. - Tía, tía, ¿oyes eso? Sagitas estaba congelada. No contestaba. - ¡Tía! - el miedo me atenazaba y estaba tan blanca como ella. La moví. Estaba rígida. El sonido fue creciendo y creciendo, haciéndose dulce y cada vez más atractivo. Me levanté y extendí la mano. Casi podía tocarla, pero retrocedió. Avancé un paso. - Tía, tía... ¿Eso son las ninfas? Son tan bonitas... Y volvi a avanzar un paso más... Otro más. Y otro... Caminaba por el agua en busca de la luz y la música que me llamaban.
  11. Notaba que todo iba mal, muy mal, algo malo le pasaba a mi madre y, aunque entendía lo que decía Sagis, yo también era sacerdotisa. Aunque no tuviera los votos hechos, no me hubieran dado aún la hoz de plata, era sacerdotisa, también quería ayudar en lo que pudiera. Pero Sagitas tenía razón. Mi madre había perdido el control y precisamente la relación madre-hija hacía que no fuera objetiva para ayudar. Por ello me di media vuelta y me alejé, al lado del amigo de mi tía. Llegamos al mostrador y respiré hondo. - Perdona el revuelo - le dije, intentando parecer profesional. - Dijiste que querías un libro de cocina. ¿De alguna nacionalidad concreta? ¿Mágica o muggle? ¿De alto nivel o de estar por casa? Y sin poder evitarlo, me puse a llorar. Saqué un pañuelito de papel y me soné la nariz. - Perdona, perdona, es que... Algo le pasa a mi madre y no me dejan estar a su lado. No... No debería decirte nada, pero es... es mi mami y no quiero que le pase nada. ¿Notaste el calor que despedía? Terminé de quitarme las lágrimas y respiré un poco más tranquila. - Lo siento, de verdad. No suelo ser una llorona y menos ante gente que no conozco. Soy Xell Vladimir, una de las dueñas del local. Las otras son Sagitas y Reena, mi madre. Y volví a llorar al decir su nombre. (Fuera de OdF)
  12. Hola, queridas tías: vengo a afiliarme a este negocio, no es que tenga mucha maña para vender flores, pero quiero potenciar mis conocimientos de Herbología y sé que con vosotras dos voy a aprender mucho. Por ello, os pido que me dejéis ser afiliada, porque rolera ya lo soy por ahí y siempre estoy metiendo ruido en el topic. Os dejo mis datos Ficha : http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=96122 Bóveda : http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=96155
  13. Sagitas decía que no hiciéramos daño a Reena. ¡Por los Dioses Olímpicos! Nadie haría daño a mi madre, yo la defendería. ¿Aquel muchacho pretendía hacerle daño? A mi lado llegó Cye, con la varita en la mano. - No sé lo que pasa, tía Cye. Reena se ha... exaltado con ese libro que llevaba en la mano. Debía de ser un libro muy importante y debía pensar que se lo queríamos quitar. Pero ¿por qué se dirigía al muchacho? ¿Lo conocería? Él no había dicho nada de querer su libro. ¿Sería de cocina, por eso se había asustado? - Si estás bien, mami, deja que me acerque para abrazarte. Estaba tan asustada por su estado... Era obvio que le pasaba algo grave y que necesitaba ser protegida. El muchacho parecía tan preocupado como yo y sólo por eso le hubiera abrazado a él también. Se le notaba muy buena persona. - No sé lo que le pasa, pero estoy segura que Sagitas puede solucionarlo - y es que confiaba plenamente en mi tía, en mis tías. Ambas podrían calmarlas. No quería irme de su lado, pero obedecería a Sagitas.
  14. Acompañé a tía Cye hacia el lugar donde se encontraban todos los libros sobre Criaturas Mágicas que se habían publicado. Había tantos que seguro que se pasaba horas y horas por allá, seleccionando el que más le gustaba. - Ten cuidado con los que tienen una pegatina azul debajo. Suelen contener criaturas venenosas y hay que tocarlos con guantes. Del resto, puedes mirar todos. Era feliz estando a su lado y dándole consejos sobre algunas criaturas. No era mi especialidad, seguro que Sagitas podría ayudarle mejor que yo, pero estaba ocupada. Sentí que se abría la puerta y que entraba un cliente. Sonreí a mi tía, implorando su perdón por dejarla sola. - Voy a recibir a ese cliente, tómate el tiempo que quieras, tía, yo vuelvo enseguida. Salí hacia el muchacho y le tendí la mano aún antes de llegar a su lado, a varios metros de distancia. - Bienvenido, un libro de recetas de cocina. Está de suerte, tenemos... Me quedé helada. Mi madre había saltado como un mono danzarín, atacando al cliente y hablando como una loca. - ¡Madre! El muchacho parecía tan perplejo como yo, pero a su vez, galante, le siguió, para evitar que se hiciera daño. - ¡Eh, espera! ¡Madre! ¡Oiga! - grité, persiguiendo a los dos.
  15. La sorpresa de que Sagis era periodista me hizo parecer boba, con la boca abierta y soltando un ¡hala! que se tuvo que oír muy lejos. Murmuré un "perdón" y cerré la boca antes de que se me cayera la mandíbula. ¿Es que Sagitas sabía hacer de todo? Yo de mayor quería tener la facilidad y los conocimientos que ella poseía. - No entiendo mucho de esto - confesé. - Es muy difícil vender libros y vender revistas mágicas. El margen de beneficio es muy bajo y tal vez lo que ofrezca el Ministerio nos ayude a mejorar las ganancias. Mi comentario me pareció fuera de lugar. Sagis no necesitaba dinero, con tanto que tenía, pero yo sólo tenía este negocio y en verdad quería que funcionara para poder sentirme orgullosa de tener algo propio con mi esfuerzo. - Bueno, está bien, yo apoyaré lo que diga la tía Sagis - dije, finalmente, dando por concluido la reunión. La puerta se abrió y una voz conocida preguntó por un libro. Me levanté y me disculpé. - Lo siento, voy a recibir a la visita. No dije que sabía que era Cye, porque seguro que Sagitas hubiera puesto una excusa y hubiera ido ella. Puse la silla en su sitio y me fui a recibir a mi hermana Sacerdotisa. Aunque aún fuera novicia, me sentía muy unida a ella y le agradecía todo lo que hacía por mí, sus enseñanzas y su paciencia. - Hola, tía Cye. ¿En qué puedo ayudarte? ¿He oído que quieres un libro de cuidado de Criaturas Mágicas? Acércate aquí, a este pasillo. Los libros están ordenados alfabéticamente según las X del animal que busques. ¿Estás interesada en algo concreto?
  16. Asentí para que me atendiera el otro dueño. En cualquier otra circunstancia le hubiera dicho al elfo que volvería más tarde, así aprovechaba para saludar a Ariane. Pero en esta ocasión, lo que me corría prisa era recuperar mi varita. Me había sentido desnuda toda la tarde sin llevarla en la mano. El elfo se retiró y me dejó sola unos instantes. Junté mis manos y respiré, algo angustiada. Sabía que Ariane era buena y que mi varita estaría curada, pero no estaría tranquila hasta que la tuviera de nuevo en mis manos. - ¡Buenas noches! Le había reconocido. Una vez le vi en el ministerio. Me tendió un envoltorio de terciopelo con una cinta. Lo tomé casi con miedo, con mucha precaución por si se rompía. Después poco a poco, la descubrí para ver mi varita. - ¡Ooohh! Tenía razón, no hay ninguna señal de la rotura. Es un trabajo excepcional. Había admiración en mis palabras. No había magia más pura que la de las varitas, y tratar con ellas y repararlas era labor de magos inigualables. Entraban más clientes a la tienda, a pesar de lo intempestiva que era la hora. Yo ya tenía lo que había venido a buscar. Sabía que el pago, en cuanto había dicho que era hermosa, quedaba registrado en Gringotts. Aún así, le firmé el papelito que había en el mostrador, con el que autorizaba que sacaran el dinero de mi bóveda. Me acerqué a él, aunque atendía a otra persona, me puse de puntillas y le di un beso en la mejilla. - Gracias, funciona muy bien - le dije, tras el ósculo. Había estado probando la varita y había hecho aparecer flores y levitar objetos con ella. - Tengo que irme. Han sido ustedes dos muy amables. Y después sali, con una sonrisa en la boca y mi varita en la mano derecha, practicando con cualquier cosa con la que me encontraba, como si fuera una niña pequeña.
  17. - ¿Estás segura, tía? Odiaba estar tirada en el suelo, boca abajo, completamente quieta y con los pies congelados. Pero tía Sagitas había dicho que la acompañara, que me iba a enseñar una Ninfa y no lo pensé dos veces. Tal vez debería haberlo pensado antes. Aquello era de lo más aburrido, tedioso, somnoliento. Si no fuera porque Sagis se lo tomaba muy en serio, me hubiera levantando, haciendo el máximo ruido posible, y me hubiera ido bien lejos. Volví a mirar por aquellos artefactos que había traído. La superficie del agua era cristalina y brillaba plateada a la luz de la luna. Era muy hermoso, un paisaje tan lindo que hacía que me sintiera en paz, tranquilidad y calmada, relajada y feliz. Pero los 15 ó 20 primeros minutos, después de casi dos horas allá en el suelo, me había dado dolor de cabeza. - Tía, yo creo que aquí no hay... Otra vez su gesto de silencio. ¿Pero cómo podía aguantar estar allá, tumbada sin hacer nada? A mí me dolía la nuca de estar en esa postura de observación con los anteojos mágicos y ya no era capaz de distinguir nada sobre el agua del lago. Dejé aquellos cristales encima de la hierba mojada y bostecé. Si lo llego a saber, no vengo a pasar frío. Allá no había criaturas de agua. A Sagitas le habían tomado el pelo. Puse la cabeza sobre los brazos y dormité.
  18. La tisana de regaliz hizo su efecto enseguida. Mi estómago se normalizó y los nervios desaparecieron al instante. Ahora, sin ese rum-rum en él, las cosas parecían más sencillas y no tan preocupantes. Debería venir más a menudo al local de la tía Cye, porque ella, sus consejos y su bebida, habían hecho milagros en mi estómago enfadado. Le sonreí porque tía Cye me daba gran ternura cada vez que hablaba. Asentí y me aprendí el nombre de memoria: Leeidel, la hada guía del estanque de Lirios. En la mansión, donde estaríamos más tranquilas, les pediría a ambas que me contaran esas aventuras. - ¿Vacaciones? Sería genial, aunque recuerda que Sagitas estará de luna de miel, no sé si llegará a tiempo. O tal vez por eso... Solté una risita pícara. - Ella se va de luna de miel y nos quedamos a Ithilion en casa, con Akira. Esos dos demonios seguro que agradecen que los saquemos fuera un par de días. Seguro que podemos ir al nacimiento del Tamesis. Fui una vez de muy pequeña. El agua está fria y apenas hay un riachuelo de un metro de largo por un par de centímetros de profundidad, ideal para los pequeños. Hay truchas que desovan y todo es muy verde. Hay una casita de montaña muy sencilla por fuera pero muy cómoda por dentro. Serviría para desconectar del mundo exterior y sus problemas. Me levanté y sacudí unas migas de nada de mi faldita. Después me abracé a ella. - Gracias por darme tan buenos consejos y tranquilizarme, tía Cye. Seguiremos en casa. Tengo que ir a abrir las taquillas del Circo o Sagis me matará por no tener ingresos. Te quiero mucho, tía. Gracias por todo. Y salí del local con una amplia sonrisa en la boca y con los ánimos muy tranquilos.
  19. Al final tardé un poco más de lo que pensaba. Me habían entretenido mucho en la restauración de un local de Diagon del que tuve que dedicarme a fondo para que quedara como nuevo. Los accidentes con fuego era lo que tenían, aparatosos y además muy complejos para reponer todo como si no hubieran pasado. - Si no fuera por la magia... En el Departamento me habían dejado una varita provisional pero no funcionaba del todo bien, yo quería la mía, con la que me sentía anímicamente unida para usar la magia. Pero se había hecho tan tarde... Seguramente Ariane habría cerrado el local y no la encontraría. Era lo normal, en su estado de gestación avanzado. Me di prisa por llegar, orando a los dioses para que no estuviera cerrada. Parece que me oyeron porque a pesar de la hora que era, aún estaba abierta. - ¡Buenas noches! - saludé desde la entrada. Avancé con paso lento hacia el mostrador, aquel lugar era tan... enigmático, se respiraba el poder de la magia en cada una de las varitas que allá se encontraba... - Hola, señorita - me contestó un elfo. - ¿Viene a por su varita? Lamento informarle que la señorita Ariane ha tenido que irse. Pero enseguida le atenderá el otro dueño. ¿Ariane tenía un socio? No lo sabía.
  20. ¡Qué difícil es hablar de estas cosas cuando estás en un lugar público! Iba a hacerle muchas preguntas a mi tía pero la puerta se abrió y entraron dos chicas conocidas, Soamily y Andros. Mi deber hubiera sido saludarlas, pero me encogí y resbalé un poco de mi asiento, intentando ser lo menos visible posible. La elfina había dejado una cerveza en la mesa pero ni me atreví a tocarla. Estaba pensativa con lo que me había dicho Cye. - Entonces... quieres decir que todo llegará y que no me ponga nerviosa. Es que soy algo impaciente. Esa era un handicap para mí, siempre deseando hacer todo a la primera y bien. Lancé un suspiro y pasé mi mano por la mesa, sintiendo la suave textura. - En el Confesionario me va muy bien. Reena y Sagis son buenas Hermanas. Me enseñan todo lo que ellas saben. ¿Sabías que tía Sagis salvó la vida a una hadita de luz? Vino por algo de su cumpleaños, que ocurrió el año pasado para su cumpleaños, se ve que han tenido problemas graves. Eso me recordó que tenía que volver pronto al lugar para ver qué tal estaba la criatura que había llegado a pedir ayuda. - ¿Tú estuviste en su cumpleaños? Yo no, yo llegué al pueblo más tarde, pero dice que fue precioso.
  21. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/DAMyC/02_RMyEM/Insignia%20Revertores/InsigniasDePrueba/Xell_p.gif- Rol Ministerial - Mi primo no me contestó pero al acercarme noté que había hecho un gran trabajo. Había hecho como yo, varios montoncitos de madera listos para la quema. - Está perfecto. Ahora deja que lo pinte y habré acabado - y podré irme por fin, no dije para no molestar a mi primo. - Lo pondré del mismo color que tenía. El Ministerio me prohíbe ser decoradora, hemos de restaurar en las mismas condiciones que estaba antes del accidente. Saqué del bolsillo de la capa el instrumental necesario, de alta precisión: un cubo de pintura y un par de brochas gordas. Con la varita hice la mezcla correcta del colorido y la mezclé. Cuando estuve segura que el tono era el correcto, hice un hechizo dúo de secado rápido para que las dos brochas pintaran a la vez. Una daba la primera capa, pasaba una corriente de aire en medio y pasaba la otra brocha con una segunda capa, generando otra corriente de aire que lo secaba de nuevo. Así, no tardé casi nada en acabar. Además, tenía prisa, me sentía incómoda por estar incomodando a mi primo. Seguro que él también sentía algo raro por tanta miradita que le daba. - No volveré a hacerlo, no volveré a hacerlo - musitaba por lo bajo mientras acababa. Recogí todo y ni siquiera limpié las brochas. Lo metí todo dentro del bolsillo, incluido el caldero de pintura. - ¡Ya está! Como nuevo... La madera te queda aquí. Es deshecho orgánico y se supone que debería hacerlo desaparecer con un Evanesco, pero estoy segura que lo usaréis de alguna manera. En realidad, es que quería no entretenerme más, salir zumbando del lugar. - Bueno, primo, que... que pases un buen día. ¿Me atrevería? Claro que sí, de perdidos al río. Me puse de puntillas y le di un beso con un gracias. Después huí de la planta y cuando llegué a la planta baja, corría hacia la puerta de salida.
  22. Noté que la elfina hacía el gesto típico de nerviosismo, ese de los elfos cuando están nerviosos o han hecho algo que no debieran; se estrujaba las manos. Le sonreí, no era tan grave, siempre que fuera por lo mío. En el fondo, la gente nueva me asustaba, algo que no debería extrañar si se supiera la aventura que había sucedido en el Confesionario. Aunque Reena y Sagitas me habían asegurado que nadie más vendría a por el niño, a por mi hermanito, no podía evitar el ver a enemigos por todas partes. Amaba mucho a mi familia y quería proteger a Akira ante los desconocidos. La elfina apareció enseguida con una cerveza espumosa, me hizo gracia cuando dijo que era de la mejor calidad. - No lo dudo, tía Cye es muy exigente con la calidad de sus productos - contesté. Y en ese momento llegó ella. Me levanté de la mesa para recibirle. - ¡Tía! Qué bien que te vea, contigo quería hablar... Si es que no estás ocupada... No quería ser un estorbo. Sabía por mi tía y mi madre lo engorroso que era llevar un negocio y por ello no quería estorbar si la tía Cye tenía algo que hacer. Pero ella misma pidió sentarse. - Por supuesto tía. Te buscaba porque... Bajé la voz. Aquel hombre de pelo azul me ponía nerviosa. - Es por Avalon, quiero saber si tengo que estudiar todos los hechizos innatos de ser sacerdotisa o ellos se haran en mí, porque... porque yo sólo noto uno y el resto pues... No sé si me explicaba, pero me daba miedo ser una sacerdotisa nula y que me mandaran para casa siendo una novicia sin estudios.
  23. ¡Unas horas! Aún tenía que esperar unas horas! No sabía qué hacer, si quedarme, esperar y morderme las uñas, o salir a hacer las gestiones y volver pasadas unas horas. Me froté las manos mientras decidía. - No... No quiero meterme prisa, Ariane. Vuelvo en un par de horas, que tengo unos pendientes que hacer que he retrasado por estar aquí. Dejemos que la ... resina y los hechizos hagan su trabajo y yo vuelvo enseguida. Pero me costaba alejarme. Salir a la calle sin varita era como sentirme... muggle... - Estoy muy contenta de haber venido aquí, pensé que la había perdido - y solté una lagrimita solitaria. Amaba mucho mi varita. - ¿Crees que dos horas serán suficientes? Yo creo que no tardaré más. Hice el gesto de mirar el reloj para calcular el tiempo. Después me decidí. - Salgo a hacer las gestiones que me faltan y vuelvo. Cuídala bien, por favor. Te pagaré lo que sea pero que no sufra. Me sentí algo tonta diciendo eso, pero... ¡Amaba mi varita y haría lo que fuera para que no le pasara nada.
  24. Yo me sentía interesada por aquel hombre, su voz era fuerte y pidió que le llevaran algo a la barra. Al pasar por mi lado me saludó y eso me hizo ponerme roja. Se había dado cuenta de que le miraba. - Buenas tardes - contesté, mirando hacia otro lado. Le vi sentarse y preguntar por mi tía. Eso hizo que creciera mi interés por él, pero no quería que se diera cuenta de que le miraba, así que le di la espalda y procuré mirar a través de cualquier cosa reflectante. Sentía la conversación entre ambos, entre el hombre de pelo azul y de la elfina. Volví a enrojecer. ¿Por qué le había dicho mi nombre y le había dicho que era su sobrina? Me di la vuelta, como si no hubiera oído nada, y después me senté en una mesa bajita, disimulando. La elfina le había dicho que Cye y yo nos parecíamos como dos gotas de agua y sí, éramos bastante parecidas, hasta en los gustos. Ambas éramos sacerdotisas y ambas pertenecíamos a la Vladimir. Pero no éramos tan iguales, yo sabía que también teníamos diferencias. Suspiré, esperando que apareciera Cye y pudiera pasar el bochorno que sentía por la indiscreción de la elfina. O al menos que alguien se pasara a servirle algo para no sentirse tan incómoda. - Perdona - le dijo a la elfina que corría a atender al mago de pelo azul. - ¿Puedes traerme algo, una cerveza de mantequilla tal vez?
  25. ¡Hola, tía Cye! Me alegra mucho que estés aquí con nosotras. ¿Te gustan las ratas? Porque tenemos una enorme bajo la escalera, no te asustes al entrar a la tienda. Ya he puesto tu nombre como afiliada, la primera. Y creo que ahora he de dejar una nota, ¿verdad? NOTA para los interesados: ya he puesto a Cye Lockhart como afiliada del negocio

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.