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Xell Vladimir Potter Black

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Todo lo publicado por Xell Vladimir Potter Black

  1. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/DAMyC/02_RMyEM/Insignia%20Revertores/InsigniasDePrueba/Xell_p.gif- Rol Ministerial - Disimulé que me sentía azorada por la presencia de Matt. No podía decirle que se fuera, él era uno de los dueños de la tienda y, además, me estaba ayudando de forma desinteresada. - Sí, primo. Encárgate de la madera de aquella zona de la planta. Yo... me quedo con ésta. Quería alejarlo para tener espacio vital en el que moverme sin que notara mi turbación. Necesitaba olvidarlo. Necesitaba algo con lo que distraer la cabeza. - Necesito un novio para olvidar un clavo - murmuré bajito mientras movía la varita. No costó mucho liberar aquel lugar de árboles. El Diffindo, tras varios intentos algo torpes, me salió a la perfección y fue amontonando la leña gracias a un Bauleo. Era un hechizo que había visto hacer muchas veces a mi elfo cuando me hacía las maletas del internado. - Ya acabé por aquí, Matt. Ahora me toca pintar las paredes y el techo y todo quedará como nuevo. ¿Quieres que te ayude en tu parte o ya has acabado?
  2. La espera se hizo eterna, aunque el reloj decía que apenas habían pasado ni media hora. Estaba sentada en la silla en la salita de espera. Me levantaba, volvía a sentarme, ponía los pies de puntillas y movía los pies, nerviosa. También tamborileaba con los dedos encima de las rodillas. Me imaginaba que salía, que la varita se había roto al manipularlo, que se había perdido el núcleo, tantas cosas... El elfo me miraba de tal manera que estaba segura que o me calmaba, o me hacía esperar en el exterior del local. Cerré los ojos y conté hasta 100 hipogrifos volando, para calmarme. Noté movimiento y abrí los ojos. Era Ariane y se acercaba sin la varita. Me dio miedo. Escuché atentamente sus palabras y después la abracé. - ¿En verdad estará bien? ¿En verdad se ha salvado? La abracé más fuerte antes de separarme de ella, algo avergonzada por mi actitud. - ¿Cuándo puedo llevarme a la paciente a casa?
  3. Temblaba por dentro, esperando la resolución sobre la varita. Ella la tomó, la sopesó, la acarició y la observó con el ojo crítico de profesional. Mantuve el aliento todo lo que pude, hasta que habló. - ¿De verdad? - exclamé, casi con un chillido, cuando ella dijo que se podía reparar. Por un momento había temido que dijera que no tenía solución, que había que tirarla, comprar otra, que no se podía aprovechar nada... Me sentí tan aliviada que ahora sí que la lágrima salió libre por mi mejilla. - Me la regaló mi padre, fuimos juntos a comprarla. Es un... recuerdo tan bonito ... el de aquel día... Todo aquello ya se lo había dicho, pero necesitaba explicarle por qué era tan importante para mí el conservar la varita. Además, era tan feliz con ella en la mano, que dudaba que cualquier otra funcionara tan bien cuando la usaba. La miré de nuevo, mi pobre varita herida, en la mano de Ariane. En aquel momento entró alguien y ella le atendió. Ojalá no se tardara mucho con él. Quería tener de vuelta mi varita entre mis manos. Me sentía desprotegida sin ella. - Me voy a sentar mientras... acabas de arreglarla... - comenté en voz alta, sin querer darle prisas pero rogando que no se entretuviera con nada.
  4. Vi la sorpresa en los ojos del elfo que me atendió al ser empujado por una elfina. Eso me hizo gracia. Se disputaban el atenderme. Me parecían conocidos, aunque no era buena con la fisonomía de los elfos. Pero seguro que los había visto alguna vez acompañando a la tía Cye, en la mansión Vladimir o en algún negocio. - Hola, Feixac, veo que me has reconocido. La sorpresa ahora era mía. La elfina había dicho que aquel negocio era también de Bodrik y de Gitax, dos compañeros de la Orden. No sabía eso, pero me gustaba que la tía tuviera ayuda en los negocios. A veces, las circunstancias intrínsecas de bandos hacía que se abandonaran los negocios durante un tiempo por causas ajenas. Así se apoyaban unos a otros y el negocio no quedaba abandonado. - ¿Entonces Cye no se encuen... ? ¡Ah, sí! - exclamé, al verla donde señalaba la elfina. - Gracias, Feixac. Quiero hacerle una pregunta particular de... sacerdotisas. Me alegro de que esté aquí. ¿Crees que podrá atenderme o estará muy ocupada? Me hizo gracia que me tomara del brazo. Yo era tan alta y la elfina tan pequeña que casi parecía que llevara de la mano a mi hermanito Akira. Fue cuando vi a un mago que entraba y que se acercaba. Me atrajo enseguida el color de su pelo. Era el mismo que un bebé que había visto pocas veces pero que tenía la capacidad de helar todo lo que se acercaba. ¿Sería casualidad? ¿Habría mucha gente con el pelo azul en aquella zona? Esperé a que la elfina le atendiera, sin decidirme a avanzar. Sentía curiosidad por aquel hombre.
  5. Sentía voces en la trastienda, así que supuse que la dueña estaba con alguien, platicando sobre asuntos que no deberían oírse fuera, en la tienda. Esperé pacientemente, en realidad casi no tardaron en oírse pasos. Apareció Ariane, la cuñada de tia Sagis. - Hola, ándale, se te ve muy bien desde la última vez que te vi. ¿Te encuentras mejor? Me sentía aún un poco culpable por la aventura que habíamos corrido en la "Ojo Loco". - Espero que puedas ayudarme. Es que... Creo que he roto mi varita y es muy especial. No quiero comprarme otra, al menos que no puedas arreglarla. Era... Fue un regalo de mi padre. Del biológico, del que murió. Quiero... quiero conservarla. Una lagrimita asomó a mis ojos y luché para que no cayera. Al final tuve que pasarme la mano por la cara para que no se notara que estaba a punto de llorar. - Por favor, dime que tiene arreglo.
  6. Nunca había visto aquel lugar, con unas características árabes en la fachada. No frecuentaba estos sitios, yo solía más negocios típicos occidentales. Por eso, cuando había ido a buscar a mi tía Cye para hacerle una consulta sobre el Sacerdocio, un hechizo propio de nuestro clan que no me salía, y me dijeron que ella estaba en el negocio de su nieta, sentí curiosidad. Curiosida por su nieta, no sabia que fuera abuela, y curiosidad por el lugar que me habían dicho, el Arabic Place. Por ello decidí acercarme a hacerle la consulta, como excusa perfecta para conocer aquella cultura que me era totalmente desconocida. Cuando entré y vi la decoración, quedé maravillada. Era tal como me lo imaginaba, alfombras variadas y coloridas, sillones, cuadros, asientos bajos, musica calma... Un elfo se acercó a mí y me quiso llevar a un asiento. Me preguntó si tenía algo reservado. - No, lo siento. En realidad vine a ver a Cye Lockhart, mi tía. Me dijeron que estaría por aquí. Si estuviera... Me sentaría con ella... ¿Por qué había pensado que ella vendría por placer? ¿Y si venía por negocios y yo la estorbaba?
  7. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/DAMyC/02_RMyEM/Insignia%20Revertores/InsigniasDePrueba/Xell_p.gif Escuchaba las palabras de Matt y me las creía de pies juntillas. Sagitas era capaz de volverse un poco loca, seguro que había hecho cosas divertidas. Pero no lo plasmé en mi cara, me tenía que comportar como una buena funcionaria ministerial. - Mi consejo es que reviséis todas las fechas de caducidad del lugar antes de ponerlas a la venta. Algo así en el público puede provocar una sanción grave. Vi que sacaba la varita y eso me relajó. Iba a ayudarme, era era un alivio porque no estaba segura de poder yo sólo con eso. - Levicorpus... Pues... Creo que lo mejor es hacer Mobiliarmus y después Diffindo para convertirlo en madera. Así incluso se puede aprovechar para hacer una fogata. Pero no dentro de la tienda, sino fuera, en algún jardín, para Halloween por ejemplo. Las sacerdotisas solemos hacer aquelar... Volví a ruborizarme. Él no tenía por qué saber cómo funcionaba una ceremonia en Halloween ni lo ligeritas de ropa que íbamos en aquellos momentos. Solté un par de "ejem's" para cambiar de tema.
  8. Aquel accidente tan tonto me había puesto de mal humor. Una caída, un tropezón fortuito y mi varita se había incrustrado entre dos baldosas. Era increíble que una tontera hubiera arañado la punta. Pero cuando la probé salieron chispitas, como si no funcionara bien. Eso no podía permitirlo, por varias razones. La principal, la varita de un mago ha de estar al 100 % de su uso o no sirve de nada. Además, la necesitaba operativa por temas de bandos. Si alguien era atacado, tendría que entrar a defender y necesitaba toda la magia que pudiera hacer. Pero sobre todo, casi por encima de todas las consideraciones prácticas, estaba la sentimental. Recordaba como si fuera ayer cuando me padre abrió la puerta de la tienda de varitas y me ayudó a comprarla. Por eso, pregunté sobre la mejor tienda de mantenimiento de varitas y me aconsejaron una de mucha tradición y antigüedad que, además, era regentada por un miembro de la familia, o al menos yo la había visto varias veces junto a tía Sagitas. Entré y me maravillé. La tienda era preciosa y olía muy bien. ´Toqué con los nudillos en la mesa de madera para que me atendieran. - ¿Hola? ¿Hay alguien? Necesito ayuda con mi varita.
  9. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/DAMyC/02_RMyEM/Insignia%20Revertores/InsigniasDePrueba/Xell_p.gif Sentí los pasos de alguien que me seguía. Supuse que eran de Matt. Seguía enfadada aunque bien sabía que no era sólo por los animales. Me encantaban, pero sabía que Sagitas los adoraba. Así que tenía que confiar en ellos cuando decían que eran animales peligrosos, que los atacaron. Pero no dije nada, aún, esperando a que el trabajo me calmara. Él apareció por detrás y me contestó que allá no deberían haber árboles. - ¿Cerrada 6 meses? Para estos árboles se necesitan años. ¿Qué clase de material peligroso guardáis por aquí? Espero que ya esté contrarrestado. Ojeé bien el trabajo. No había visto nunca a Amya deshacerse de material vivo en las restauraciones que habíamos compartido. - Sí, podré repararlo. Arrancar los árboles del suelo y apilarlos en algún sitio, restaurar los mosaicos del suelo, pintar paredes, sacar los árboles. No se... ¿Qué me aconsejas? ¿Levicorpus, Wingardium...? Nunca había sacado árboles de una planta de una tienda... Con esa pregunta ya quedaba claro que le aceptaba como ayudante.
  10. Me toqué las orejas. ¿En verdad las tenía grandes? Me sonrojé por la broma de mi tía, porque tenía que ser una broma, yo tenía unas orejas chiquitas. Pero Hermione ya hablaba, así que ignoré el comentario de Sagitas y escuché lo que nos comentaba de parte de su departamento. Al principio no entendí nada. - ¿Eres de Protocolo y prensa has dicho? Pero... ¿Qué tiene que ver con nosotras? Estaba segura que Sagitas me ayudaría en eso. Se notaba que yo era principiante en los negocios, porque ella estaba muy atenta y parecía entender lo que yo me perdía. - ¿Reglas? ¿Hemos de obedecer reglas? Pero si somos una biblioteca-librería. No somos periodistas ni tenemos... Lo dicho, no entendía nada. Así que volví a mirar a mi tía y a mi amiga y pregunté: - ¿Todo eso que dices nos hará vender más libros o tener más afluencia en la biblioteca?
  11. Asentía a medida que escuchaba a Hermioneluna. No habría problemas con mamá, ella siempre (casi siempre) accedía a lo que decía Sagitas. Yo era la nerviosa, ambas me dejaban la dirección del local a pesar de tener ellas más experiencia que yo. Supongo que tal vez era por eso, para que aprendiera. - No conozco a ese Hugo Haugton, lo siento - dije en voz bajita, avergonzada. - Pero si es comprensivo, es que será buena persona. Ella recordaba la fiesta y parecía que se lo había pasado bien. - Sí, Amya_An estuvo en la fiesta de Accidentes, ella es mi Jefa directa de Oficina; Sagitas es la directora del Departamento. En cuanto llegó Sagitas, quien se sentó a mi lado, pidió el motivo de la reunión. Yo aún no entendía nada, así que miré a mi amiga. - Cuenta, cuenta, soy toda oídos.
  12. Me sorprendió que necesitase la presencia de mi tía, pero después aclaró que quería plantear algo para el negocio. Sagitas seguro que estaba ocupada por algún sitio, a la caza de algún libro o en busca de algún vocablo antiguo. ¡Era tan rara! - Pues avisaré de que la llamen o la esperaremos mil años y aún no se desocuparía. Siempre encuentra algo donde meter la nariz. Mami… Estoy algo preocupada por ella, pero estoy segura que si hay que tomar una decisión sobre algo, ella nos apoyaría. No, no estaba segura sin saber de qué iba el asunto, pero era mejor no mostrar la preocupación que sentía por mi madre en aquel momento. - Oh, gracias - me desconcertó aquel piropo, ¿me gustaba trabajar? Que Sagis no se enterara o me mandaría más cosas. - ¡Oh, mira, está allá abajo ahora, junto a la biblioteca! Sí, esa sólo puede ser mi tía, nunca se ha preocupado mucho por las conveniencias sociales. Mi voz sonó a reproche. ¿Cómo podíamos exigir silencio en aquella zona si ella misma como dueña no lo respetaba? - Sí por favor, dame un minuto. ¡Taga! La elfina apareció al instante, con cara de agradecimiento, como si estuviera haciendo algo que no le gustara. - Dile a tía Sagitas que venga cuanto antes aquí conmigo. Tenemos visita ministerial y debemos atenderla las dos. Taga desapareció murmurando algo, yo me puse cómoda en la silla. - Sí, sí, cuenta… ¿Tu jefe se llama Hugo? Mi jefa es Amya_An y Sagis la directora. No me puedo librar de ella - le dije, con una sonrisa.
  13. Hermioneluna también me reconoció, lo que me hizo sentir mejor. Me daba por ser un fantasma en aquel lugar, un sitio tan grande y con tanta gente en la que yo pasaba desapercibida la mayoría de las veces. Me gustó su abrazo, era cálido, decía que se podía confiar en ella. Y de eso no había duda, siendo del mismo bando. - Soy la dueña más antigua. El negocio lo abrí yo con... con alguien que ya no está. - No iba a dar más explicaciones, sobre todo porque yo misma aún no había digerido aquel suceso. - Después mi madre y mi tía me dieron su apoyo para no quedarme solita y me acompañaron, por eso se llama La Hermana Quisquillosa, por mí. Hermione tenía los datos bien apuntados y tuve que afirmarlos. - Sí, Sagitas es mi tía, un gran apoyo en el negocio. Lo que a mí me parece cuesta arriba, ella lo hace como sin darle importancia. ¿Necesitas que estemos las tres presentes? Sagitas está por alguna parte, creo que en el piso superior. Pero mi madre... Se fue a un viaje y aún no ha regresado. Esa ausencia empezaba a preocuparme. Iba a interrogar a Taga y a los elfos de la Vladimir hasta que me dieran una dirección o amenazaría con ir al mismo SAW a poner una denuncia de desaparición. - Pues he estado muy atareada, corriendo de arriba a abajo porque ahora soy... Miré alrededor, comprobando que no hubiera oídos extraños que pudieran oírme. - ... Soy guardiana de Abaddon y hago rondas diarias en la cárcel del bando - susurré. - Mucho trabajo en el Ministerio, el local, la familia... A veces creo que no voy a dar a basto... Le ofrecí una silla en la zona de lectura. Así las dos estaríamos más cómodas. A pesar de hablar amigablemente, no podía olvidar que había dicho que venía por un asunto ministerial.
  14. Siempre me habían gustado las tiendas de varitas, pero ésta era especialmente preciosa. Olía a antiguo, se exponían varitas tan sencillas unas, tan recargadas otras, había maderas de todo tipo de arboles y contenidos para los núcleos tan variados… Aquel local me gustaba. Ya tenía varita pero si alguna vez necesitaba algún complemento, sin duda vendría a este lugar. Además, conocía a la dueña pues la había visto una vez en la casa de mi tía, e incluso habíamos corrido alguna aventurilla en ella. Ariane Dumbledore me había caído simpática y, por lo que recordaba, su figura oronda insinuaba que pronto iba a ser madre. Esperaba que le diera tiempo de disfrutar de la fiesta que los aspirantes a bandos iban a celebrar en La Madriguera. Por ello me adentré y pregunté por ella. El elfo que me atendió me dijo que estaba ocupada. Desde allá llegaba el murmullo de palabras. Reconocí las voces de mis tías Cye y Sagitas. Pero no quería entretenerme porque tenía aún muchas invitaciones que mandar. - Por favor, no la moleste. Dele esta invitación con los pins para la ropa, por si puede venir a vernos a la fiesta, sólo si su período de gestación se lo permite. Después me despedí, siempre con prisas. http://i.imgur.com/627ZT.jpg http://i.imgur.com/utfw8.gif http://i.imgur.com/ptv52.gif http://i.imgur.com/dxKTu.gif http://i.imgur.com/YglFn.gif http://i.imgur.com/t4a55.gif http://i.imgur.com/QuI33.gif http://i.imgur.com/jPfZt.gif http://i.imgur.com/k7VHu.gif http://i.imgur.com/5PNcq.gif
  15. Sagis seguía en el suelo, parecía cómoda en él, así que conversé con ella; ya había notado la particularidad de no ser nada convencional. Iba a protestar cuando dijo que Amya_An no sabía leer, pero después aclaró que era una broma. No hizo falta que le dijera que traía la información del evento porque se burló del pin que me había puesto. - Pues a mí me gusta - repliqué. - Y si no compra libros, le podrías regalar uno, que eres tan tacaña como ella. Me reí de ella porque dijo que se escondía de Taga - Taga es fiel a mami y creo que tú le caes mal - confesé. La puerta se abrió y entraron dos figuras. La primera daba algo de miedo y dijo un escueto “Hola”. La segunda venía bien arreglada y preguntaba por los dueños. Señalé a Sagitas para que se levantara y dejara de hacer el vago. - Bajo a ver quien es. ¿Te encargas tú de la primera? - no quise decir siniestra porque en el fondo algo me atraía de ella, como si la conociera. Llegué enseguida al mostrador y saludé a la señorita. - Bienvenida a la Librería la Hermana Quisquillosa. Soy Xell Vladimir, una de las dueñas. ¿En qué puedo ayudarle? Algo me decía que no era una cliente. Por su porte y su portafolios parecía más una representante. - Oye, te conozco… ¿Eres Hermioneluna? Hola, nos vimos en la fiesta del Parque de las Lamentaciones, durante el evento de Accidentes. Y en… - bajé la voz - en el Cuartel de la Orden.
  16. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/DAMyC/02_RMyEM/Insignia%20Revertores/InsigniasDePrueba/Xell_p.gif Estaba en un estado furioso falso, de esos en los que me enfrentaba a mi primo haciéndole creer que quería proteger a los animales cuando en realidad lo que quería era salir corriendo para que no notara que mi rubor no tenía nada que ver con las ardillas. - Todos saben que las ardillas no son peligrosas - protesté. - Y quemar el local es una excusa boba. Podríais haber provocado un incendio En cuanto mencionó el segundo piso, le dejé casi con la palabra en la boca y subí corriendo las escaleras, a pesar de ser escaleras mecánicas. Cuando llegué arriba, no supe si llorar o alegrarme. Aquello estaba horrendo, todo chamuscado y... lleno de árboles. - ¿Tiene que haber árboles en la tienda? - pregunté en voz alta. Aquello era un caos, pero no era de mi incumbencia el preguntar por qué querían decorar así aquella planta. Tal vez se prepararan para Halloween. Primero tomé nota de los desperfectos. A pesar del olor, en realidad no pintaba tan mal. Árboles chamuscados, paredes negras, seguro que con un fregotego a las paredes y después pintura del mismo color... Pero no sabia qué hacer con los árboles. Sería mejor que eso se lo preguntara a Sagitas, como dueña y como Directora de Accidentes. Nunca había tratado desperfectos vivos, césped, árboles, ardillas... ¿Eso entraría en mi contrato?
  17. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/DAMyC/02_RMyEM/Insignia%20Revertores/InsigniasDePrueba/Xell_p.gif No me hizo esperar nada. Cuando vi a Matt, el corazón me dio un vuelco y me obligué a pensar que él quería a otra y que incluso la iba a presentar en familia. Así que tragué saliva y conté hasta tres antes de contestar a mi primo. - Hola, Matt. ¿Me pareció oír gritar a la tía Sagis? - pero como no era cosa que me importara... Bueno, sí, mucho, me gustaba saber cosas de la familia, pero eso no era para lo que venía al local, así que escuché lo que me decía. Mi cara fue mudando de color; me sentía estupefacta por lo que me oía. - ¿Ardillas? ¡¿Le prendisteis fuego?! ¡Sois unos brutos, pobrecillas! ¿Con fuego? Debería denunciaros a la oficina de Criaturas... Prender fuego a unos animalitos. ¡Brutos, más que brutos! Me venía bien enfadarme, nunca sabía cómo comportarme delante de mi prima para que no saliera el rubor de cada vez que le veía. Así, podía pasar por un acaloramiento aquel color rojizo de mis mejillas. - Seguro que por eso os gritaba la tía. No puedo arreglar lo de las ardillas, eso allá vuestra conciencia. Los desperfectos del lugar, sí, es cosa mí - dije, algo enfurruñada. Pasé la vista por el lugar pero allá no veía nada, aunque el olor a quemado se notaba a la legua. - Si me dices donde fue, hago mi trabajo. Espero que al menos no mataras ardillas. Como vea un cadáver... No acabé la frase. Si veía un cadáver de ardilla seguro que gritaría, pero de miedo. No había visto nunca el cadáver de nadie.
  18. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/DAMyC/02_RMyEM/Insignia%20Revertores/InsigniasDePrueba/Xell_p.gif Cuando vi la lechuza que entraba por la ventana de la Vladimir enseguida me olí que sería trabajo. Podría decir que no había recibido la carta, aunque seguro que Amya_An no se lo creería. La carta era de ella. Había que ir a restaurar un accidente en un negocio. - Puuuuf - solté el aire. Estaba entrenando danza clásica y estaba toda sudada. Aún me quedaba veinte minutos, no quería dejar mi entrenamiento sólo porque... ¡Un momento! ¿La Tienda PB...? ¡Ooohh, era la tienda de Matt! Y de otros, pero de Matt. Corrí a la ducha y me quité el sudor con un gel de olor de rosas. Me vestí con un vestido de seda y me recogí el pelo en una trenza con un lazo azul entrelazado. Me miré al espejo. Estaba maravillosa. Me di cuenta que estaba muy maravillosa. Así nunca iría a hacer una reparación ministerial, iba bien para una fiesta pro no para arreglar estropicios o catástrofes. Me cambié, o notarían al instante que me había puesto guapa por algo. Me vestí como siempre, con un pantalón estrecho de color negro y un pichi azul por encima, con mis zapatos azules planos del mismo color. Después salí rumbo a la Tienda. Cuando llegué, me asomé al cristal del escaparate y comprobé que la trenza siguiera bien hecha. Después entré. - Buenas, me envían del Departamento de Accidentes para restaurar alguna catástrofe. ¿Alguien me puede informar?
  19. No hacía falta que me dejara más cosas. Ya había repartido muchas por todo el pueblo con lo que no necesitaba que me dejara un montón de revistas. Si no se vendían... ¿A quién le iba a importar una revista sobre el departamento de Accidentes? Éramos una planta no visitada, seguro que por miedo al contagio de algo que no tuviera remedio. Recogí el paquete de revistas que me entregó Amya y la despedí con la otra mano sin moverla mucho, ya que pesaban mucho y me daba miedo que se cayeran. Después las dejé encima del mostrador, por si algún incauto las recogía. - Huy, me pinchó un poco - dije en voz baja, sacándome el último pin que me había puesto Amya_An. Lo contemplé y me gustó mucho, con tanto colorido, era muy bonito. Lo puse al lado de la caja registradora, para que lanzara destellos por allá. - Al final aquel chico se fue - exclame apenada al ver que no estaba por allá. Para un cliente que teníamos y Amya_An lo había espantado. Kevin seguía siendo atendido por Taga y Sagis estaba en el suelo, leyendo algo. Me acerqué despacito y le pregunté si necesitaba que le ayudara en algo.
  20. Si había tenido alguna oportunidad de vender algo a aquel muchacho, se perdió en cuanto apareció la tía Amya. La vi entrar y me saludó. Aunque la seguí con la mirada, tenía que atender al cliente, a quien sonreí de nuevo para que me dijera en qué podía ayudarle. Pronto me di cuenta que hubiera sido mejor dejarle que se moviera por la tienda y perseguirla a ella. Sentí un "Boooo!" y estaba segura que Sagitas había pegado un bote aunque no hubiera sido para ella. Todas estaban muy nerviosas con la visión de la rata en el hueco de la escalera. Después sentí las risas escandalosas de Amya hablando con alguien, pero no sabía con quién. Mejor no mirar, mejor no mirar. - ¿Qué decías, perdona? - le dije al muchacho de pelo oscuro, esperando que me dijera qué necesitaba. Pero no tuvo más remedio que callar (si es que se había decidido a hablar) al aparecer la figura de mi tía con los codos apoyados en el mostrador, hablando sobre los regalitos del evento. - Pero, pero... ¡Tía! - le protesté. Ni caso, ella me dio el pergamino que me lo mostró entero para que lo viera bien (como si no hubiera visto los que había entregado en otros negocios). Cuando recogió el certificado, el muchacho ya no estaba a la vista. Ojalá que sólo se hubiera ido a buscar algún libro, que no se hubiera ido de allá. - Ay, tía, no me pinches. Cerré los ojos, si me pinchaba en un pecho, con lo chiquitín que lo tenía, tendría que ponerme relleno. - Ha quedado todo muy lindo, tía, de verdad - suspiré. Al cliente ni se veía.
  21. Me daba un ataque de histeria al ver a "aquello" en la librería. Sagitas y Taga parecían que no les importaba y yo me estaba muriendo del asco. Necesitaba salir de allá. - Yo no entiendo chino - protesté al ver que la elfina sacaba un libro de aquella caja. - No pienso acercarme. Y asentí ante la pregunta de Taga. Sí, seguro que aquello sería lo que había mandado mi madre, pero no pensaba tocarlo, al menos que lo hubieran desinfectado antes. Por ello, en cuanto sentí la voz de mi padre intenté ser yo quien le atendiera. Sagis tropezó con unos libros que cayeron al suelo con mucho estruendo. - A mí me cae muy bien la elfina - le contesté, sin ayudarle. Justo en aquel momento entró un chico. No lo conocía, pero me daba una excusa para salir de aquel hueco de la escalera. Me acerqué a él. - Hola, soy Xell Vladimir, dueña de la tienda. ¿En qué puedo ayudarte? - le dije a aquel muchacho de pelo negro y ojos grises. - Si buscas algún libro, seguro que puedo ayudarte.
  22. La elfina Taga me sacó los colores. Tenía razón, mi madre nunca usaría el correo muggle. Tenía una tendencia rara a ignorarlos, a considerarlos poco fiables. Aunque Sagitas se había pasado un poco, Reena no era mala con ellos. - Pues no sé... Taga... Yo no he visto nada... Tomé la nota que ella me daba y sonreí al ver los esfuerzos que hacía mi tía por cogerla antes, pero Taga era reacia, como si no le cayera bien la tía Sagis. - ¡Oh, un grimonio indio! No sabía qué era eso, pero esperaba que mi tía nos los dijera. ¿Sería un objeto, un mapa de un tesoro, un libro? - Sí, miraré entre los envíos a ver si hay algo de eso. Me lo imaginé muy voluminoso, tal vez un totem de esos de madera que son dioses uno encima de otro. Pero no recordaba haber recibido algo tan grande. Mi tía buscó en la escalera, en aquel hueco no entraba un totem, al menos que estuviera desmontado. ¿Acababa de llamarme sucia? Pero si limpiaba cada día la tienda para que brillara. Me enfadé un poquito con ella hasta que dijo que había una rata. Ahí me enfadé del todo. - En la tienda no hay ratas, Sagitas. No me insultes, que cada día friego y la desinfecto con lejía. Taga se burlaba de ella y me alegré, aunque yo miré con cuidado, tampoco me gustaban los roedores. Chillé un poquito al ver que se le caía la piel y salté hacia atrás, como la tía. - Por favor, quitar eso de ahí, parece que... ¿Qué demonios es eso, tía? Taga, taga... Trae el matamosquitos... Ay, no... A mí no me des eso, ábrelo tú por si se puede aprovechar el libro. Como sea un libro importante habrá que restaurarlo antes de ponerlo a la venta. Pero esperaba que se deshiciera antes del bichejjo.
  23. Lengua de Mordock, lengua de Mordock... Repetía una y otra vez aquella frase porque seguro que se me olvidaba y tenía que buscar lo que Sagitas me había mandado hacer. ¿Pero quién me mandaba ser tan cotorra? Había dicho algo que había provocado una reacción rara en mi tía. ¿quién era el Sire? Después recordé. Era el fantasma de la Vladimir, aunque no lo había visto nunca aún, ya que rondaba por la biblioteca y no había coincidido con él. Y Sagitas había dicho que seguro que él la conocía, la dichosa lengua de Mordock. Así que cuando se fue, casi saltando de alegría, me fui a la Sala de la Biblioteca para estudiantes, a consultar llibros de idiomas, diccionarios de lenguas raras. Al final, sólo encontré una referencia extraña. Saqué el libro por si Sagis quería leerlo. Sentí que se abría la puerta. Una excusa para salir de allá y atender a clientes. - ¡Taga! ¿Qué pasa? - pregunté, muy extrañada por ver a Sagitas allá, refunfuñando, con morritos. - ¿Algo de parte de mami? Pues... Yo no he visto nada. Yo no he recibido nada. ¿Lo mandó por lechuza o por correo muggle?
  24. La lechuza sorteó a un animal con garras que saltaba de un árbol a otro de forma muy fiera. Abajo notó a una elfina que intentaba pillarlo con una red; tuvo que forzar un planeo para esquivarla. ¿Pero dónde se había metido? ¿Desde cuándo había árboles y ardillas en una tienda? Eso no estaba en el contrato. Se posó en las ramas de un árbol y jadeo, muy cansada. La pobre lechuza tenía que dejar un sobre cuyo destinatario estaba luchando con redes entre los árboles. ¿Se arriesgaba...? Tenía que hacerlo, era su deber. Aleteó con fuerza y volvió a rebasar por milimetros las uñas de una ardilla. Soltó la cartita en la cabeza de la mujer de pelo violeta y se escabulló como pudo de aquel lugar. Estaba viva de milagro.
  25. A Sagitas no le gustó que cuestionara su conocimiento. Intenté negar con la cabeza, pero ella hablaba por los codos, era difícil pararla. Me agarró y me arrastró hacia la biblioteca. - Silencio, tía. Era irrisorio que le mandara callar a mi tía. Ahora no había nadie, pero aunque hubiera habido, dudo que respetara el silencio que hay que guardar en un lugar como una biblioteca. Ella miraba libros y yo me preguntaba por qué no me había callado. - Sé que es un Elefante, tía - le contesté con algo de desgana. Después me señalaba una litografía muy antigua y me dijo que aquello era un olifante. Lancé una exclamación, ya que eran diferentes. Pero... Aquello era un dibujo. ¿No sería una invención? ¿Cómo podía saber si era cierto o no ? - ¿Lengua de qué? Ohh, de Mordor... ¿Y eso qué es? Pues si no hay nadie vivo que sepa esa lengua, busca a un muerto - le dije, con sorna. Pero la mirada en los ojos de Sagitas no me gustaron nada.

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