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Caroline Ryddleturn

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Todo lo publicado por Caroline Ryddleturn

  1. Elaena Ivashkov Hacía un par de horas que Elaena había llegado a su habitación. Prefirió la madrugada para entrar al Castillo, porque no le apetecía que nadie la viera y que comenzaran a atacarla con preguntas que aún no quería responder. La relación con sus primos nunca había sido buena, sobre todo con Leah y la última vez que la había visto el asunto no había salido del todo bien, sobre todo porque Afrodita había estado allí. No esperaba que las cosas fueran a cambiar, pero sí que pudiera quedarse por un largo tiempo; huir ya no le gustaba. El único baúl que había traído ya estaba desocupado y Milou la ayudaba a terminar de acomodar las pocas pertenencias que tenía, aunque todas de gran valor para ella. Nunca creyó que llegaría a confiar en una criatura, mucho menos en un elfo. Él en principio no había sido de ella, sin embargo, se había ganado su confianza cada vez que la ayudó a mentir o que puso en riesgo su vida para mantenerla a salvo. Algún día le agradecería a Caroline por habérselo regalado, aunque seguramente no se lo diría directamente. —¿No irá a hablar con sus primos? —preguntó el elfo, mientras ponía el último libro en la estantería. —Sí, creo que ya estoy lista para ir a discutir. Milou meneó la cabeza negativamente y se quedó en silencio. —Si escuchas que comenzamos a lanzarnos maldiciones, puedes armar mi baúl de nuevo —murmuró Elaena cuando se dirigía a la salida. En el trayecto le desabrochó un botón más a su blusa azul, de manera que su escote se viera mejor, y la acomodó dentro de sus jeans negros. Llegó hasta las escaleras y mientras bajaba escuchó un par de voces que provenían desde la entrada. En los pocos meses que había estado en el Castillo, casi nunca habían recibido una visita y todo aquello le parecía muy extraño. Instintivamente llevó su mano derecha hacia su varita, la que iba sujeta a su muslo. Sabía que ya no tenía tanto poder como antes, pero había cosas que no olvidó. —Es mi idea o acá hay olor a pollo —soltó en un susurro apenas audible, justo en el momento en el que pisaba el último escalón y alcanzaba a ver los rostros de los visitantes. Zack era quien los estaba atendiendo y no parecía muy contento. Toda la situación era tan sospechosa y por algún motivo a Elaena le molestaba la presencia de aquellos dos. Recorrió el trayecto que le faltaba y se acercó a ellos. —Primo, ¿sucede algo? —preguntó en cuanto se posicionó al lado de Zack. Con suerte le llegaba al hombro, eso que llevaba tacones, pero eso no evitaba que la vampiresa se viera intimidante—. Oh, pero qué maleducada soy. Me llamo Elaena Ivashkov y soy la otra matriarca de la familia. —Sonrió sutilmente e incluso un poco inocente.
  2. Cada bóveda era diferente, porque cada una era como la quería su dueño. La de Caroline no tenía mucho de extraordinaria, pero si una maciza y pesada puerta de hierro. Estaba decorada con algunos filigranas dorados y en el medio estaba el orificio de la cerradura. Estaba ubicada en una zona de máxima seguridad, porque los objetos que se guardaban allí no eran comunes y corrientes. Había sido diseñada para que sólo un duende con el propietario de la llave pudieran entrar y, en caso de que un intruso lo lograra, sería víctima de los peores hechizos que había en su interior. Adentro estaba todo acomodado de la manera más ordenada e iluminado por candelabros que se encendían al entrar. Al fondo había un armario de manera negra y ventanitas en las puertas. Estaba hecho para poner pociones: arriba las más nocivas y en la parte de abajo las más potentes y peligrosas. Justamente las que le causarían más de un dolor de cabeza a cualquiera, estaban bajo llave, una que su dueña había agregado a las que colgaban de su pulsera. Al lado de este mueble había una biblioteca pintada de blanco, predispuesta para que se guardaran los libros de hechicería común y también los de magia más compleja. Pegadas a las paredes estaban las jaulas, algunas más grandes que otras para albergar diversas criaturas. Precisamente la más grande, Caroline esperaba que fuera ocupada algún día por el animal más peligroso que conocía. Y por último había un par de estanterías que servirían para guardar chucherías, pero también objetos que podían llegar a ser muy destructivos. Perfil de Comprador del MM: 104 Indice de Bienes Objetos Mágicos Pociones Mágicas Criaturas Mágicas Libros de Hechizos Poderes de Criaturas Consumibles en Batalla Fecha de Próxima Actualización:
  3. ¡Hola! Ahora que ya ando de vacaciones y tengo mucho tiempo de sobra (?) vine a tomar un conocimiento *-* Después de tantos años quiero volver a sentirme estudiante (? y quiero subir mi nivel mágico ;O; xDD. Dejo la fichita con todos los datos (: ¡Un saludo!
  4. —¡Leah! —gritó Caroline sin poder evitarlo y atravesó el local para envolver en un abrazo a su querida amiga. Nunca fue muy de expresar sus sentimientos, pero verdaderamente había extrañado a la rubia Mortífaga. Mantenía una estrecha amistad con ella, al punto de que más de una vez habían hecho lo que se consideraba indebido para un par de amigas. Pero aún así nunca habían confundido las cosas, ni el cariño que se tenían. Lo mismo sucedía con Zack, el primo de Leah, con quien también había tenido ciertos encuentros que cualquiera consideraría indecentes. Luego de unos segundos se separó de ella y le sostuvo una mano. —Por supuesto que no, aún tengo que pagar muchas cosas como para eso —señaló en un tono divertido—. Yo también lo extraño y supongo que por el mismo motivo que él. —Esbozó una sonrisa burlona y se mordió el labio inferior—. Aunque a ti también. Tenemos que ponernos al día con todo... Soltó la mano de Ivashkov y para apurar el trámite, Caroline revisó el formulario que su vuelapluma estuvo completando durante esos minutos. Lo revisó para ver si estaba todo lo que necesitaba. Como así era, se aproximó nuevamente sobre el mesón y lo dejó para que le pudieran decir si su compra estaba bien. Inmediatamente se volteó hacia su amiga. —Eso es lo que quiero, beber hasta quedar inconsciente y despertar en la cama de alguno de ustedes dos... Ya sabes, mi familia se quedó sin Mansión y no tengo donde ir. —Le guiñó un ojo y regresó la vista al frente sin dejar de sonreír. ID: 112915 Nick: Caroline Ryddleturn Nivel Mágico: IX Link a la Bóveda Trastero: -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: B:94592 Fecha: 2015-12-11 Nombre del producto: Polvos Flú Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: A Puntos por unidad: 10 Precio: 500 G Nombre del producto: Cámara de fotos mágica Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AA Puntos por unidad: 20 Precio: 1000 G Precio total: 1500 G Total de Puntos: 30
  5. De todos los lugares a los que Caroline pudo visitar tras su regreso, escogió ir hasta el Magic Mall. Meses atrás estuvo trabajando ahí y decidió retirarse por un viaje que tuvo que realizar a Bulgaria. Como siempre, el motivo se debió a su siempre molesta doppelgänger Elaena. Pero como ya estaba todo solucionado y tenía bastante tiempo de sobra, decidió que quería comprar un par de cosas que le serían útiles ahora que disfrutaba de la neutralidad. Rápidamente llegó al local de los objetos mágicos. Al interior había un par de personas que conocía de vista, pero ninguna con la que le apeteciera hablar. Eso hasta que vio a Cissy Macnair, su ex-jefa allí. Le ponía algo de mala cara a una clienta y Caroline la entendía; ella misma había perdido la paciencia un par de veces con algunos clientes. Se aproximó hasta el mesón y agarró un formulario de los de la pila para que su vuelapluma lo llenara. —Macnair, ¿qué haces acá? ¿Inspeccionas que todo vaya bien? —preguntó Ryddleturn, mientras sonreía por el recuerdo de la vez en que Cissy casi descubrió que un dragón se les había escapado a Leah y a ella—. Volví a Ottery hace un par de días y, como ya sabes, estoy algo desprotegida por lo que necesito un par de esos libros de hechizos —comentó algo distraída—. Pero primero cuéntame cómo va todo por aquí. ¿Zack y Leah aún están en el Concilio?
  6. ~ Elaena Ivashkov —¿En serio, Leah? Si mal no recuerdo hace un par de meses estuviste con mi doppelgänger. —Elaena se encogió de hombros—. Así que yo creo que sí debo de ser de tu agrado —afirmó y reprimió una sonrisa. Amaba muchas cosas en la vida, pero molestar a su prima era una de las principales. Nunca le había simpatizado, ni siquiera cuando no sabía que eran familiares. Al principio detestaba que fuera la mejor amiga de Caroline, porque sentía que ese era su lugar y de un día para otro llegó aquella rubia tonta para arrebatárselo. Después la vida se encargó de que su odio incrementara, con todas las situaciones en las que discutían, incluso por lo más mínimo. Aparentemente aquel día no iba a ser la excepción. —Si tan sólo supieras con todos los que estuve en Bulgaria. Pasé todo este tiempo allí —murmuró Elaena y se mordió el labio inferior—. Y concuerdo contigo con que mi madre debe estar falta de sexo, sino no habría venido hasta aquí —soltó a continuación y evitó la tentación de echarse a reír—. No nos dirá nada, a menos que le traigamos a Zack para que la entretenga un rato y le saque información. Podría aliarse brevemente con Leah para atacar a Afrodita. No lo admitiría a viva voz, pero en el puesto número 1 de las personas que odiaba se encontraba nada menos que su madre. La diosa del amor no le había expresado eso último precisamente, sino que por el contrario, la había abandonado nada más al nacer en una casucha. ¡Para qué dejarla con su padre! Ivashkov podría haber comprendido que ella no tuviera instinto maternal, ya que era conocido que ningún dios griego lo tenía. Afrodita prácticamente las estaba ignorando y no se le ocurrió nada mejor que tocar el piano como si ellas no existieran. No las miraba, ni respondía a las provocaciones. Elaena tenía ganas de lanzarle un par de maldiciones o de insultos para que alguna vez en su condenada vida la tomara en cuenta. Sin embargo, se limitó a mirarla como si fuera un bicho raro y se cruzó de brazos, a la espera de que se aburriera de tocar y recordara que no estaba sola. La diosa no tardó mucho en recordarlo y detuvo la melodía. —No me importaría si la alfombra se manchara con tu sangre, madre. Al contrario, sería un lindo recuerdo de ti —ironizó y curvó su boca carmesí en una amplia sonrisa, ignorando el último comentario de Atkins sobre un biberón. En ese instante, un rayo se estrelló contra el castillo, provocando que las ventanas retumbara y el ruido se extendiera como un eco en el interior. «Debe ser una broma —pensó la vampiresa—. Aparentemente Afrodita no es la única diosa que nos visita». ¿Tan aburridos estaban en el Olimpo que se metían con ellos? Generalmente pasaban de los mortales y aparecían si algo importante sucedía, pero para Ela no había nada que meritara las atenciones de seres celestiales. Como si fuera poco, su madre comenzó a reprenderla. —Guárdate tus amenazas para los idi***s con los que juegas y no me vengas a hablar del amor que me tienes. —Las palabras de Elaena salieron llenas de repudio y dolor—. ¿A qué viniste? Lo único que nos interesa saber son los motivos de tu visita y lo que hiciste con nuestros padres. Estoy completamente segura que tú tienes que ver con sus desapariciones.
  7. ~ Elaena Ivashkov No estaba acostumbrada a tener que tragarse sus palabras y mucho menos a pedir disculpas. Elaena tampoco estaba considerando eso último, aunque se sentiría humillada si regresaba a vivir con sus primos. A pesar de los meses que habían pasado desde que se había ido, podía recordar la discusión con Leah y todo lo que se gritaron. De no haber sido que compartían la misma sangre en sus venas, le habría arrancado la cabeza a su molesta prima, sin embargo, se limitó a dejarla con Zack en el dormitorio de Nadeshka sin decir ninguna palabra. Y de nuevo estaba ahí, en los terrenos del Castillo Ivashkov. Durante todo ese tiempo no pudo vivir en paz, mucho menos sabiendo que allí podría haber alguna pista sobre el paradero de su padre. Era quizá lo único que la había obligado a regresar, aunque también cabía la posibilidad, muy en el fondo, de que fuera porque necesitaba a una familia. —No nos quedaremos mucho tiempo —murmuró Elaena, mientras se aproximaba a la puerta. —Es su decisión. —Milou se tambaleó por el peso de los dos baúles que cargaba y aguardó a que su ama lo dejara entrar. La vampiresa agitó sutilmente su varita y las imponentes puertas se abrieron de par en par. Todo estaba tal como lo recordaba, a excepción de las capas de polvo y de las telas de araña que habían desaparecido. Por lo visto sus primos se habían encargado de convertir aquel lugar abandonado en algo digno de vivir. «Digno de la realeza», se dijo Elaena. Abandonó su capa de viaje y la dejó sobre un sofá. Su nívea piel resaltaba con el escarlata de su blusa y el negro de su falda de tiro alto; así mismo, la ajustada tela perfeccionaba cada una de sus curvas. Elaena continuó avanzando por el vestíbulo, seguida todavía por su elfo. Desde la otra habitación podía escuchar la voz de Leah y de otra mujer que se le hacía sumamente conocida. Le ordenó a Milou que se quedara allí y se encaminó rápidamente para ver lo que estaba sucediendo. Ciertamente se trataba de su prima, acompañada por quien no creía volvería a ver. Afrodita se había dignado a aparecer y por la proximidad que compartía con Atkins se podía decir que estaban teniendo un momento muy íntimo. —Madre, pero qué grata sorpresa —soltó, llena de ironía y se acercó más a ellas—. Por lo visto mi cálida prima te estaba dando la bienvenida —añadió en una falsa sonrisa—. Lamento tanto haberlas interrumpido, pero si querían revolcarse podrían haberlo hecho en uno de los dormitorios; tenemos muchísimos. De momento Ivashkov lograba mantener la calma, pero aún así sentía como la rabia empezaba a envenenar su sangre. Tantos años de abandono y de mentiras como para que también tuviera que encontrarse con algo así. Y para peor tenía que ser con Leah, una de las personas que más detestaba. La mayor parte de su odio se debía a que la madre de ella le había escondido una carta que le habría ahorrado muchos años de caminar a ciegas. Pero aún así, la verdadera culpable era Afrodita, por quien tuvo que aguantar quinientos años de dolor y soledad. Finalmente Elaena no se pudo contener. —¿No te bastó con haber arruinado la vida de mi padre como para venir a arruinar la mía? ¿No crees que ya fue suficiente? —Puso sus manos sobre sus caderas y volvió a acortar la distancia que las separaba—. ¡Basta de tus juegos, Afrodita! Dime de una vez por todas qué es lo que buscas.
  8. La luz del rayo fue tan potente que por unos segundos cegó a Caroline. Su condición de vampiro le daba muchas ventajas, como rapidez, fuerza y una visión optimizada, sin embargo, era precisamente por eso último que todo se intensificaba en sus verdosos ojos. Rápidamente se recuperó, centrándose en su objetivo, para que no la fuera a encontrar con la guardia baja. Aunque estuviera en un entrenamiento, ella no se dejaría perder y buscaría ganar fuese como fuese; no se trataba sólo de su destreza como duelista. Al ver que Ishaya aún no se movía, Ryddleturn desvió su mirada sutilmente hacia la orilla de la vereda. Alcanzó a captar los faroles apagados y abajo de uno de éstos, un basurero bastante alto. El lugar estaba bastante desierto y era de esperar, debido a la lluvia torrencial que se extendía por todo Ottery. Caroline estaba completamente mojada y su vestido de nilo negro se pegaba a cada curva de su cuerpo. Sus desnudos pies estaban sobre una poza de agua, pero ella no sentía frío y no llegaría a sentirlo. Instintivamente se puso alerta, cuando el hombre que estaba a cuatro metros de ella hacía una reverencia. Aunque se trataba de un pequeño acto de educación, quitó su varita de su muslo derecho, donde había estado sujeta por una liga. Pronto iniciaría la batalla y debía estar alerta. —¿Te gusta la lluvia? —preguntó, mientras inclinaba levemente su cabeza hacia el cielo—. A mí me encanta... Su momento de gozo personal fue interrumpido cuando Ishaya decidió atacarla. Vio el rayo que iba hasta ella y ágilmente blandió su vara de palisandro. —Protego —murmuró y un escudo casi transparente surgió frente a ella. Su conjuro absorbió por completo el expelliarmus y desapareció cuando hubo cumplido su cometido. La Mortífaga estaba libre de cualquier peligro. Era el momento oportuno para que ella atacara, pero antes, debía pensar muy bien lo que haría. Tenía a su haber un sólo hechizo y debía aprovecharlo al máximo. Analizó sus posibilidades, lo que tampoco le llevó mucho tiempo. En casi un minuto decidió lo que haría y que a su parecer era lo más conveniente. Por segunda vez en esa tarde alzó su arma mágica. —Incárcerus —pronunció y tres cuerdas salieron disparadas hacia Ishaya. Una quedaría sobre sus ojos, impidiéndole la visión. La segunda le rodearía la boca, de manera que no pudiera hablar y la última se enrollaría alrededor de sus muñecas, juntándolas en el amarre. Por el momento era suficiente para ella, ya que no tenía ninguna prisa en acabar con él y le sería realmente divertido si el encuentro alcanzaba a durar un par de horas. Cuando la noche cayera ya tendría que haber un vencedor, más que nada porque era la hora en la que ella salía de cacería.
  9. Habían dos motivos por los cuales Caroline aceptó la guardia que le habían asignado: porque se trataba del negocio de Cissy y porque era algo ilegal. Lo último era lo que más le atraía. Amaba romper las reglas y era algo que hacía todo el tiempo. Ese día lo haría, ya que le habían explicado que su compañera de bando estaba llevando artículos prohibidos a su local y necesitaba que vigilaran la transacción. El movimiento era altamente peligroso, más que nada porque era la directora del Concilio quien hacía contrabando. La Mortífaga avanzaba sin mucha prisa y de vez en cuando se fijaba en una u otra vidriera. Lo que más le llamaba la atención era la ropa; su mayor vicio era la moda. Sin embargo, en ese momento estaba vestida algo casual. Usaba una camiseta azul sin mangas, jeans negros y unas largas botas con tacón. Así se sentía más cómoda —sólo ella podía sentirse cómoda con ese alto taco—, porque le permitía moverse mejor si las cosas llegaban a ponerse feas. De todas maneras esperaba que eso no sucediera, no si eran cautelosos. Finalmente logró divisar desde el frente el letrero de la "Botica Macnair". Rápidamente cruzó la calle y atravesó el umbral para dar con la primer sala. Alcanzó a dar un par de pasos y vio que Galery y Roman se estaban besando. —¿Nadie les explicó que no se fraterniza en horario de trabajo? —preguntó, intentando sonar enojada—. Me sorprende que nadie te haya explicado las reglas, Gaunt. Además, aprovecharte de una aprendiz, qué descaro. —Caroline movió la cabeza en señal de desaprobación y se calló al ver que un hombre salía del negocio. No podía seguir con su broma, porque no tenía idea de quién se trataba y Cissy no le había explicado en el pergamino que habría alguien más. Podía ser un cliente, pero algo le decía que estaba involucrado en el asunto. La cautela era parte fundamental de su rol como guardiana y, aunque nunca se tomara las cosas en serio, la confidencialidad era algo vital para ella y sus compañeros. Les dedicó una mirada a Galery y Roman, como diciéndoles que no fueran a abrir la boca y que le siguieran el juego. Después dijo: —Buenos días, soy Caroline, amiga de Cissy. ¿Ella se encuentra? —preguntó con total naturalidad—. Nos llamó porque nos necesita para que la ayudemos con los nuevos productos de la botica. —En sus palabras no había nada que fuera a revelar algo.
  10. Elaena Ivashkov ~ Flashback Transilvania Rumania ―¿Infantil? ―Elaena no pudo evitar sonreír―. ¿Eres amiga de Caroline y me llamas infantil a mí? ―preguntó, mientras alzaba las cejas―. No me conoces, niña. Claro que no la conocía y seguramente nadie lo hacía realmente. Incluso dudaba que su doppelgänger lo hiciera, por más que estuvieran vinculadas. Siempre había sido reservada en cuanto a su personalidad y siempre se mostraba como alguien a quien nada le importaba. Sus intereses personales primaban por sobre todo y era lo único que dejaba entrever. A nadie le tenía que importar su vida y no iba a permitir que una mocosa la viniera a cuestionar. Ella se podía ver como una adolescente, pero su rostro demostraba su madurez. Por lo mismo decidió que la discusión con Leah tenía que parar ahí. No podía rebajarse a la altura de ella, por más que su presencia le molestara, además, ya estaba claro de que pronto se marcharía. Era una hecho que no tenía nada que ver con ellos y lo más lógico. De André no podía ser hija, mucho menos de Alexei, ya que su esposa había muerto. Nadeshka no se había casado y Elaena presentía que sus hermanos la habrían instado a contraer matrimonio para tener un heredero, pero aparentemente no lo había hecho. Eso fue suficiente para mejorar el estado de ánimo de la vampiresa, al menos por unos minutos. Atkins volvió a hablar, con insinuaciones para quedarse. ―No es nece... ―Iba a decir que no era necesario que se quedara, pero al ver la cara que Leah les había dedicado, no pudo hacerlo―. Bien, puedes revisar todo lo que quieras ―señaló, no muy segura de sus palabras―. Cuidado con dañar algo. Nunca había sido muy apegada a las cosas, pero todo aquello había pertenecido a su padre y a sus tíos. Era herencia familiar y debía protegerse. Ela siguió a Zack y a Leah que emprendieron camino hacia las escaleras. Todo estaba impregnado de polvo y a cada tanto aparecían insectos o ratas. Tendrían que buscar elfos con urgencia y contratar algún servicio contra plagas. La blusa escarlata de la vampiresa se ensuciaba cada vez más, al igual que sus jeans negros. Pero de cierta manera eso no importaba, sino encontrar toda la información sobre su padre. Le urgía saber dónde estaba y poder hablar con él. Además lo necesitaba, más que nunca lo necesitaba. Escuchó a la demonio hablar desde una habitación y rápidamente fue hasta ahí. Había encontrado un diario, el de Nadeshka. Cuando terminó de leer, Elaena estaba estupefacta. ―Al final tenías razón, rubia ―murmuró, todavía algo aturdida―. ¿Incesto dices? Oh, y yo creí que tus límites eran solo desnudarte en una taberna y besuquearte con una amiga. ―Marcó la última palabra y se cruzó de brazos―. Así que los tres somos primos. Deberíamos abrazarnos, llorar y decirnos cosas... Antes de seguir ironizando, alcanzó a captar que del diario caía un papel doblado. Era viejo, muy, muy viejo. El pergamino estaba muy amarillento y al levantarlo tuvo cuidado de no romperlo. Delicadamente lo fue desdoblando, hasta que una carta quedó al descubierto. Era una perfecta caligrafía, aunque el estilo era bastante antiguo. Para su sorpresa, estaba escrita en búlgaro, cosa extraña, dado que estaban en Rumania. Eso no hizo más que llamar su atención y comenzó a leerla en voz baja. Rápidamente terminó de leerla, confundida y a la vez enojada. La bajó y clavó sus ojos en Leah. ―¿Sabes qué es esto? Es una carta que mi padre me escribió en 1543 cuando vivía en Bulgaria. Allí me contó toda la verdad. Mi origen, quién era él y quien era mi madre ―murmuró, con el enfado empezando a salir―. ¡Pero nunca llegó a mis manos! ―gritó―. ¡Tú madre debió entregármela y en vez de eso la muy perra la tuvo escondida en ese maldito diario!
  11. http://i.imgur.com/Y0TrFK1.png Nombre: Elaena Kathryn Ivashkov. Edad: 491, pero aparente 19. Nacionalidad: Rumana. Raza: Vampiro. Personaje principal al que está asociada: Caroline Ryddleturn. Familia a la que está asociada: Familia Ivashkov. Relación con el personaje principal: Doppelgänger. Aspecto Físico: Es una mujer de piel pálida translucida, con un leve rubor en sus mejillas. Profundos ojos verdes y pestañas largas. Tiene una nariz estrecha y facciones perfiladas. Su semblante es totalmente autoritario y en su rostro se expresa cierta madurez. Su cabello es de un intenso castaño, totalmente liso hasta su cintura. Su complexión es delgada, pero de igual manera voluptuosa. Posee una baja estatura; mide 1,54. Cualidades Psicológicas: Los años le atribuyeron mucha paciencia y autoridad con quienes la rodean. Orgullosa y segura de sí misma en todo momento. No permite que nadie la controle, ni mucho menos que le den ordenes. Es una persona en quien no se puede confiar, ya que la traición figura dentro de sus ideales, sobre todo cuando necesita obtener algo. No da a conocer sus sentimientos y todo lo que se refiera a su vida, tanto pasada como actual, se lo reserva para ella. Sufre levemente el complejo de edipo positivo, es decir, odia a su madre por haberla abandonado al nacer y ama a su padre, luego de que éste la salvara de morir y la transformara en vampiro. La atracción hacia su progenitor se produjo allí, al no saber que se trataba de él y verlo como un desconocido. Historia: Transilvania, 20 de agosto de 1543 Querida Elaena: Sé que esperé mucho tiempo para acercarme a ti, 19 años para ser exactos, pero creo que lo hice en el momento en que más me necesitabas. Yo soy el hombre que hace 10 días te transformó en vampiro. No me llamo Andrey, sino André Ivashkov y soy tu padre. Seguramente ésto te debe sorprender por mi apariencia, la de unos veinte y tantos. Te tuve precisamente a esa edad, cuando era un mortal y estaba enamorado de Afrodita, tu madre. Ella era una diosa que frecuentaba nuestro mundo con forma de humana. Nuestro romance fue intenso y así fue como naciste un 5 de agosto de 1524. Lo que sucedió luego fue mi culpa. Afrodita me contó del embarazo y me tomó por sorpresa. No supe cómo reaccionar, rechacé a tu madre y le dije que se fuera. En esa época yo anhelaba poder e inmortalidad y quería obtenerlo de tu madre. Obviamente ella se negó a dármelo y se fue antes de que nacieras. Decidí que era mejor así, porque yo debía casarme con alguien de la realeza y tener hijos legítimos. Sin embargo, lo que más quería era la inmortalidad y la obtuve para mí y mis hermanos. Conforme los años empezaron a pasar, empecé a sentir un vacío dentro de mí y al principio no lo entendía. Fue mi hermano menor, Alexei, el que comprendió que seguía amando a Afrodita y que me preocupaba lo que había sucedido con mi hija. Emprendí una búsqueda de las dos y se me hacía difícil porque ella había regresado al Olimpo, ante la idea nunca más regresar. Mis esperanzas recayeron en ti, ya que sabía que no podías ir a vivir con los dioses. Después de meses, supe que vivías en Bulgaria. Habías sido adoptada por una pareja de campesinos que no tenían mis riquezas, pero si tenían mucho cariño para darte. Cuando te vi la primera vez con ellos comprendí que eras feliz. Solías recorrer la plantación de trigo o encaramarte en algún árbol para leer sobre magia. Amabas la magia y eras buena en ella. ¿Qué más podía pedir yo? Ahí estabas segura y con tu inteligencia podrías ir al colegio de hechicería que quisieras. Seguro que yo te ayudaría con eso sin que lo supieras. Vi que tenemos muchas cosas en común, además de la necesidad de poder y el interés por aprender. Sacaste mis ojos verdes y el mismo cabello castaño. No eres rubia como tu madre, pero sí tienes la misma piel nívea y las mismas facciones delicadas de ella. También su cuerpo. Posees lo mejor cada uno de tus padres y eso ya te convierte en alguien especial. No por nada eres la hija de una diosa y de un mago de sangre pura, miembro de la realeza. Nunca me he podido perdonar el haberte sacado de mi vida. Aún así, con esa culpa, no pude acercarme más a ti. Temía que me odiaras. Preferí mantenerme en la oscuridad y esperar a que fueras mayor. Pero hiciste algo que jamás creí que harías: te largaste a Rumania a buscarme, sin saber muy bien a quién buscabas. En tus averiguaciones sólo supiste que tu padre era rumano y tú imaginabas que podría ser alguna especie de vándalo o borracho. Alguien que dejó embarazada a una miserable mujer que no podía mantener a un bebé y que por eso lo había regalado. Otra vez no supe qué hacer y dejé que obtuvieras sola la información. Ya tenías 19 años y un buen manejo de la magia, lo suficiente para que pudieras defenderte. Pero esa sed de poder que compartimos, te hizo robarle a un poderoso hechicero y aunque lo lograste, quedaste maldecida. Ibas a morir, tú lo sabías y yo lo sabía. Comencé a buscar ayuda para curarte y ofrecía joyas a cambio de quien te sanara. Nadie conocía ese tipo de magia y no me quedó más que arriesgarme a transformarte en vampiro. Mi querida niña, el resto de la historia ya la conoces. Esa noche te di el nombre de tu madre y me marché. Contaba con que pronto comprendieras lo que te dije, pero creo que te ha estado costando. Es por eso que decidí escribirte, para que sepas toda la verdad. No espero que me perdones, pero si lo haces, te prometo que nunca más te voy a fallar. Podrás vivir en el Castillo y reinar con nosotros. Te daré todo lo que quieras y los conocimientos que buscas sobre magia oscura. Estaré esperando con ansias tu respuesta. La mujer que te entregará esta carta es Nadeshka, mi hermana. Si lo deseas, puedes venir con ella, ya que esperará tu decisión todo el tiempo que sea necesario. Piénsalo muy bien y si ahora decides que quieras seguir con tu vida, hazlo, pero ten claro que siempre estará la invitación abierta de vivir con nosotros. El Castillo Ivashkov siempre será tu hogar y tú eres mi única y legítima heredera. Atentamente, André Ivashkov Fragmento del diario de Elaena: 1 de enero de 1995 Hoy comprendí que la vida nunca me va a dejar de sorprender. Ser la hija de una diosa no es nada comparado al hecho de que conocí a una mujer idéntica a mí. Primero pensé que podría ser mi hermana gemela, pero el pequeño problema es que es 400 años menor que yo. Ella es humana y nuestras familias no tienen nada que ver. Es originaria de Gran Bretaña como mi madre, solo que sus líneas de sangre no interfieren. Además, debería ser mi descendiente, sólo que yo no puedo tener hijos y sé que Afrodita no tuvo más. Por otro lado, mi padre era rumano y seguramente murió hace siglos. Necesito averiguar de qué se trata ésto. Otros datos: Tiene un patronus con forma de thestral. Caroline Ryddleturn es su doppelgänger. Físicamente es idéntica a ella. Utiliza una cadena de plata con un dije en forma de gota, hecho principalmente de lapislázuli. La joya está hechizada para que ella pueda caminar bajo el sol sin quemarse. Tiene un elfo llamado Milou. Se lo obsequió Caroline, luego de un favor que Elaena le hizo. Nadie sabe que posee el tatuaje de la Marca Tenebrosa. Lo obtuvo reemplazando a Caroline en la ceremonia de iniciación, luego de que ella abandonara la Marca y regresara. Condiciones de utilización: sólo por la usuaria.
  12. Awwwww, mi protegida Me da mucho gusto que seas la primera en venir, aunque sea como amiga. Ahora mismo no te puedo agregar al árbol porque estoy desde el cel T.T Seguro desconfiguro todos los codes xDDDD. En un ratito entro con la lap. De todas maneras puedes pasar a rolear cuando quieras (: Nos leemos! *la babea toda*
  13. Elaena Ivashkov ~ Flashback Transilvania Rumania Elaena se sentía muy incómoda y no se debía a que estuviera nerviosa o algo por el estilo. El problema era que en pocos minutos sabría qué había pasado con su padre, André Ivashkov. Quinientos años atrás tuvo la oportunidad de conocerlo, la noche en la que casi murió y que él la convirtió en un vampiro. Allí no supo de quién se trataba e incluso se había sentido atraída por aquel misterioso hombre. Siglos más tarde, supo que era hija de él y Afrodita Malfoy, una mujer que en la antigüedad había sido una diosa. Eran muchas cosas para digerir, incluso para ella y no podía dejar de pensar en eso. No fue hasta que Zack habló que regresó a la realidad. ―Te dije que era más fácil quebrarle el cuello al viejo y buscar nosotros mismos ―soltó, sin una pizca del malestar que sintió minutos atrás―. Al fin me entiendes ―agregó, cuando vio que él se ponía de pie. Pero Zack no hizo nada de lo que se imaginaba. Se detuvo en seco y se debía a que el encargado de la oficina se dignaba a aparecer. Rápidamente ella se levantó, a la espera de ver los papeles. Sin embargo, Leah ya los había tomado y los revisaba. Elaena casi la fulminó con la mirada y prefirió no decir nada. Mantenía la esperanza de que ella no fuera su familiar y así se pudiera marchar de vuelta a Ottery. Nunca le había agradado la mejor amiga de Caroline y sería un verdadero infierno si resultaba ser su prima. ―Vamos, estoy sedienta. ―Fue lo único que se escapó de su boquita rojiza. ~*~ ―A diferencia de ti, echaba de menos esto. ―Ivashkov cerró los ojos por unos segundos y dejó que la gélida brisa la acariciara―. Viví doscientos años en Bulgaria y algunos aquí. Después me tuve que acostumbrar al clima pesado de Francia. Le dedicó una corta mirada al vampiro y continuó avanzando. Por más que él le provocara ciertas cosas, no podía negar que se sentía extraña con su presencia y también con la de la rubia molesta. En su mente no entraba que llegaran a ser familia. Hasta la fecha su doppelgänger era la única persona con la que tenía un lazo y ni siquiera creía que fuera eso. Más bien estaban vinculadas, pero era solamente por una conveniencia mutua. Era la manera en la que resguardaban sus vidas de futuras muertes. Lograron recorrer el extenso trecho y llegaron a la entrada del magnífico Castillo. Una maciza puerta de hierro los detenía, pero, más tarde, los invitó a pasar abriéndose de par en par. Elaena no pudo articular palabra. Sus labios estaban tensados en una inexpresiva línea, mientras ella avanzaba con cautela. Sus tacones retumbaban sobre el mármol y el sonido se multiplicaba por todo el lugar. Se sentía más extraña que antes y quizá se debía a que se podría haber criado allí si Afrodita no se la hubiera llevado lejos. Zack se acomodó en un polvoriento sillón y Elaena sintió que debía hacer lo mismo. Se sentó al lado de él y tomó los documentos que le extendía. Lo único que le interesaba saber era si André estaba vivo. A simple vista se veía que el edificio había sido abandonado hacia muchísimos años, lo que significaba que los hermanos Ivashkov se habían marchado a otro lugar. El interrogante era ¿por qué? ¿Por qué irse cuando tenían la vida que deseaban? La familia estaba rodeada de mitos y se sabía que eran mucho más que eso. ―Esto es inútil. Acá no dice nada ―murmuró casi para sí misma―. Nadie sabe de ellos. ―Largó los papeles sobre la mesa de centro―. Lo siento por lo de tu madre ―señaló con un deje de desinterés―. Qué pena por ti, Atkins. Creo que lo mejor que podrías hacer es marcharte. Podrías darle mis saludos a Caroline y decirle que no volveré ―masculló sarcásticamente. Una leve sonrisa de malicia se dibujó en su pálido rostro.
  14. Hola o.ó No vengo a pedir un cambio, sino a algo parecido (?). Tengo entendido que antes del mes se pueden pedir cosas respectos a los links de familias. Bueno, el asunto es que necesito que de mi ficha se remueva a la Familia Malfoy. Estoy por fundar otra y sé que necesito que una sea retirada. Espero que se pueda y sino, espero los 3 días que faltan (?). No me hagan esperar ;O; xDD Desde ya muchas gracias y perdón las molestias. ¡Un saludo!
  15. Hola (: Etto, bueno, seré lo más directa posible. Vengo a avisar que me retiro de la familia. Sé que quizá muchos de ustedes ni siquiera sabían que estaba acá, ya que tampoco nunca pasé a rolear. Al menos nadie me echará de menos (?) xD. Como ya saben Afrodita abandonó el foro, dejándome mitad huérfana u_u Sin ella, siento que ya no hago nada acá. Además, tengo planes de abrir una nueva familia. De todas maneras gracias (?) y disculpas por esto. ¡Un saludo!
  16. Hola *o* Desde hace tiempo que no vengo a molestar con cambios para mi ficha y no quería perder la costumbre (?) xD. Creo que el foro ya no deforma tanto los codes, así que quizá ya no quede así de fea como está u.u xD. Dejo los codes acá ---> http://pastebin.com/B2gmY764 así no se hace tan compleja la edición. Otra cosa, pido si se puede cambiar el título de la ficha a: "Ficha de Caroline Allison Ryddleturn", por favor. Desde ya muchas gracias al mode que la edite ¡Un saludo!
  17. @@Mackenzie Malfoy ahora sí entendí. Por lo que me dices se mantiene lo que ya existía sobre los personajes secundarios, sólo que ahora tendrán su propia ficha. Tendré que dejar lo mismo T.T xD. A lo que iba era que Afrodita fuera madre sanguínea de Elaena y nada de Caroline (?). Pero bueno, si llego a sacar a Afro de mi ficha me corta ambas piernas u_u Lo otro era respecto a si rolísticamente Elaena puede seguir siendo Mortífaga. En la versión anterior, según las reglas de bando, se podía entrar a asalto con secundarios y ser atacado. Perdón si soy muy cabeza dura D: ¡Gracias!
  18. @@Mackenzie Malfoy ¡Hola! Primero que todo, gracias por tomar mi duda. En mi post olvidé mencionar el vínculo entre mis personajes. Ellas no son familiares de sangre, sino que comparten el ser doppelgängers o dobles; en palabras simples, personas idénticas en cuanto al físico, pero que no pertenecen a la misma rama familiar. Además de ésto, en sus respectivas historias aclaré que por mucho tiempo intercambiaron sus vidas, haciéndose pasar la una por la otra. Es precisamente por eso que Elaena también la consideré Mortífaga. La segunda vez que Caroline entró a la Marca, Elaena se hizo pasar por ella y quedó con el tatuaje (?). El asunto es que por ejemplo, no quería que Afrodita siguiera siendo madre adoptiva de Caroline, si lo es en realidad de Elaena. Acá el vínculo que las mantiene unidas son los años que llevan juntas y el hecho de intercambiar sus vidas. Precisamente creo que por eso la he podido mantener en mi ficha como PJ secundario. Espero haber sido clara xD.
  19. Hola /o/ Ya medio leí todo y hasta el momento me va gustando la reforma, sobre todo por eso de que podremos subir la experiencia y ya no habrá que esperar tanto a un ascenso de rango. También me agradó la nueva manera en la que estará organizado el Ministerio y las oportunidades de rol que dará. Ahora, tengo una duda respecto a los personajes secundarios. Yo tengo un personaje con éstas características y mi pregunta recae en que ella es hija sanguínea de un personaje principal registrado en el MM, por ende, me gustaría que en la nueva ficha que cree pueda poner este dato. ¿Se entiende? Lo mismo ocurre con la familia. Mi problema es que esos datos hasta la fecha tuve que ponerlos en la ficha de mi personaje principal y quisiera que no estén ahí. Siento que me generan poca coherencia rolística y también incoherencia con la historia de mi PJ principal. Daré el ejemplo para que se entienda mejor. Caroline Ryddleturn es mi personaje principal. Hija de Anna T. Ryddleturn y perteneciente a la familia Ryddleturn (cerrada, pero será reabierta prontamente según sé). Elaena Malfoy es el secundario. Hija de Afrodita Malfoy y perteneciente a la familia Malfoy. El asunto es ese, que esos datos de la secundaria no estén en los de la primaria. Como última cosa, en los meses pasados yo usaba a Elaena como Mortífaga porque se me permitía. Entraba a asaltos con ella y también podía ser atacada en Ottery y el Callejón. ¿Existe la posibilidad de que en la ficha de PJ secundario pueda poner que pertenece a la Marca Tenebrosa? En caso de ser así, ¿puede tener el rango de la principal? Por ahora eso sería todo. Gracias de antemano. ¡Un saludo!
  20. *se abraza a sus conocimientos* T.T yo esperaba un ascenso para tener dos más, ya que mis altos niveles de vagancia no me dejan ir a la Academia a obtener otro (?) ok ya xD. Etto, dejo los dos que quiero, son los mismos que pedí cuando terminé la Academia *w* Conocimiento de maldiciones y Artes oscuras + Leyes mágicas (adquirido). Ficha: acá. Fuime
  21. —Así te ahorrarías salir con una jaula gigante de acá —señaló Caroline, mientras sonreía al haber captado el comentario de Röv—. Claro, puedes comprar todo lo que quieras —respondió y le entregó un nuevo formulario para que lo completara. Si es que él decía la verdad respecto a no saber dónde vivía, estaba casi en una misma situación que ella. Después de la extraña desaparición del Castillo Ryddleturn, había quedado sin un lugar donde vivir y por el momento tenía que dormir en la tienda que compartía con su doppelgänger. Era desagradable e incluso vergonzoso, sobre todo por el orgullo que poseía. En un principio había decido regresar a París, pero en Ottery estaba toda su vida y era difícil dejarla, sobre todo por su familia y amistades. Caroline suspiró y decidió que lo mejor era regresar a la normalidad. Ordenó los pergaminos que se habían empezado a acumular sobre el mesón, y los metió al interior de una caja de madera. Fue ahí cuando Röv le devolvió el formato de compra y lo tomó rápidamente para revisarlo. —Un cuervo; buena elección —murmuró, mientras leía los datos. Mojó un poco su pluma con tinta y fue marcando los campos. Al igual que el anterior, no había ningún error y la compra se podía efectuar sin ningún problema. Plasmó el sello del concilio al medio de todo el texto y guardó el papel al interior de la cajita que había destinado a esos documentos. Después de que terminara su jornada de trabajo tendría que pasar por la oficina a dejarlos y así era una buena forma de mantenerlos organizados. La Ryddleturn alzó el rostro para aclarar la venta, pero se detuvo al escuchar la pregunta del hombre. —Ehh, así es —soltó, curvando sus labios en una media sonrisa—. Salgo en unas horas de acá y podré llevar tu lobo y el cuervo —explicó—. Nos vemos ahí. —Rió ante el guiño de él y vio como se marchaba. «Targaryen —leyó y puso el dedo índice sobre sus labios—. No conozco a esa familia y ésta sería una buena oportunidad de hacerlo». Después del problema con el dragón, eso sería lo más entretenido que le ocurriría ese día. OFF: @Röv Hola de nuevo *o* no hay ningún problema con tu compra ^^ mañana me paso a tu familia a dejar las mascotas. ¡Un saludo!
  22. Caroline aún continuaba riendo de la mala broma de Leah, luego de que hubiera comprado una serpiente, cuando vio que en la puerta aparecía Cissy, la Directora del Concilio. Junto a ella venía Her, el secretario que cargaba una caja que parecía pesada. ¿Acaso se habían enterado de todo el alboroto que se armó con el dragón en la bodega? Ella esperaba que no. De todas maneras, si no lo sabía, se daría cuenta del aspecto que tenían ambas mujeres y de lo arruinadas que estaban sus ropas. Necesitaba con urgencia inventar una excusa. —Decoraciones para navidad, era justamente lo que nos faltaba —señaló Caroline, con una sonrisa nerviosa—. ¿Olor a quemado? Yo no siento nada. ¿Ustedes sienten algo? —preguntó a Leah y Fokker, como si no supiera a qué se debía. Debían culpar a algo del aroma que seguro provenía de la bodega, pero lo más cercano al fuego era precisamente el maldito dragón. Era de esperar que continuara durmiendo, luego del hechizo y de todo el cansancio que le llevó intentar matar a los vendedores. Lo más factible era que se hicieran los desentendidos y que por nada Cissy bajara al depósito. Podían aprovechar los adornos y ponerse a decorar, como modo de distracción. Sin embargo, antes de siquiera sugerirlo, un hombre ingresó al local. La Ryddleturn aprovechó la instancia y se adelantó al mostrador para atenderlo. —En el formulario están los campos para completarlos con tus datos —explicó, ante la duda de Röv sobre cómo llenarlo—. Hazlo con calma y al terminar me lo entregas para revisarlo. —Sonrió sutilmente y echó una rápida mirada hacia la Macnair. Al cabo de unos minutos, el cliente acabó de escribir y le entregó el pergamino a Caroline. Ésta lo recibió y comenzó a leer lentamente, para que ningún detalle se le fuera a pasar. Luego con una pluma marcó un tic en el número de bóveda, así como en los datos del comprador, para aclarar que no había error. Finamente, tomó el timbre del Concilio y lo puso sobre el papel, así la certificaba para una posterior entrega en la oficina. Escuchó como él le preguntaba qué comprar y se quedó pensativa un par de minutos. —Por tu rango te puedes limitar a criaturas sin poder mágico. Pero por ejemplo, el lobo que quieres adquirir es un animal ideal —murmuró, al tiempo que dejaba el papel al lado—. No hay ningún problema con la compra, está todo bien —espetó y a continuación agregó—: Estamos ofreciendo un servicio a domicilio. Si lo quisieras, tu lobo puede ser entregado donde resides. Era el motivo perfecto para retirarse de la Trastienda algunos minutos y así desviar la atención del lío que horas antes habían armado. OFF: @Röv ¡Hola! Como dijo antes Caroline, venta aprobada y si quieres tu mascota se puede ir a dejar a tu familia. ¡Un saludo!
  23. Dentro de todo Leah ya no se veía tan mal y de cierta manera la bestia estaba medio controlada. El asunto que les quedaba era meterla a la jaula y a ellas dos se les complicaría muchísimo. Caroline no estaba muy segura de qué hacer y fue ahí cuando Fokker apareció. Sin embargo, tampoco era de mucha ayuda porque no recordaba el hechizo aturdidor. ¿Es que acaso los tres no podían hacer uno? Lo más deprimente era que como Mortífagos conocían muchas maldiciones, pero ninguna contra dragones. —¿Es una broma, Fokk? —preguntó, entonces pudo notar el sarcasmo y rápidamente sacó su varita—. ¡Desmaius! —repitió junto con ellos, mientras apuntaba a la criatura. El rayo lo dejó inconsciente y así lo pudieron devolver a su jaula. El resto fue ordenar la bodega, verificar que no hubieran animales muertos, al igual que heridos. Pero afortunadamente lo peor de todo fue el desorden, el que tampoco fue un inconveniente para ellos. Pasados unos minutos lograron acomodar todo y nadie se daría cuenta de lo ocurrido. Lo mejor es que quedara como un secreto, así nadie podría cuestionar su trabajo. Después de todo, Leah era la jefa y al menos ella no se quejaba. —Atkins, después de que casi morimos, ¿piensas sólo en trabajar? —Caroline arqueó una ceja y la siguió hacia la tienda—. Deberíamos ir a emborracharnos —comentó y enanchó su sonrisa. Leah se dedicó a comprar una mascota y Fokker a atenderla. Por otro lado, Caroline se quitó la túnica sucia y quemada, para quedar solamente con el traje azul. Luego intentó arreglar su cabello, que se había vuelto una maraña y después se sentó para descansar un poco. Ya se encargaría de sus labores y no había prisa alguna. Los clientes no sobraban y ella no le hacía falta a nadie, además, se divertía escuchando a sus compañeros. Si es que llegaba alguien más se motivaría. —¿Diversión, Fokker? Los primeros minutos con esa bestia fueron horribles. Casi nos incineramos —soltó, justo cuando se ponía de píe y avanzaba hacia ellos—. Yo no me quejo por la falta de trabajo —bromeó y puso los codos sobre el mostrador, para quedar inclinada sobre él—. ¿Piensas instalar un zoológico? —Soltó una carcajada y añadió—: Podrías poner un par de pollos. Los demás continuaron con las ventas y la Ryddleturn decidió no interrumpirlos, por lo que salió de atrás del mostrador y fue a echar un vistazo a las criaturas enjauladas. Primero se fijó en un Micropuff y por un minuto analizó si comprarlo. Ya no contaba con muchas mascotas, porque algunas se habían ido junto al desaparecido Castillo Ryddleturn y sólo le quedaba su gata Chanelle y su lechuza Violet. Pero aún así decidió no adquirir nada más, porque confiaba en que recuperaría lo que había perdido. —No necesito ir a San Mungo, soy vampiro —señaló hacia Fokker, al tiempo que se daba la vuelta—. Cuando salga de cacería recuperaré mis fuerzas. —Avanzó unos pasos y escuchó como Leah le dejaba un formulario—. Qué raro que no me esclavizaras antes —dijo en tono de broma y tomó el pergamino. Lo leyó rápidamente, con la confianza de que su amiga no cometería errores y comenzó a reír cuando vio lo que quería comprar. Movió la cabeza negativamente, aún entre risas, y puso el sello del concilio sobre el papel. OFF: venta aprobada *-*
  24. —¡Maldición! —soltó Caroline, al escuchar el grito de Leah. No podía seguir pretendiendo que todo estaba bien, mucho menos fingiendo delante de la clientela. Se dio la media vuelta y salió corriendo hacia la bodega. Afortunadamente Leah se las había logrado arreglar de cierta manera, ya que pudo amarrar el hocico del dragón. Pero por otra parte, había sido atacada y yacía sobre el suelo. Sobre su piel había heridas sangrientas, como garras que se la desgarraron. Caroline corrió hasta su amiga y se arrodilló al lado de ella, mientras la apuntaba con su varita. —Episkey —susurró, de manera que la carne de la Mortífaga comenzara a sanar—. Perdón por dejarte, Atkins. —Se mordió el labio y la ayudó a pararse—. Hiciste un buen trabajo con esta bestia —añadió y sonrió. Con las ataduras al menos ya no lanzaría más fuego y eso era lo mejor que les podía ocurrir en ese momento. El problema era que seguía siendo veinte veces más grande que ellas, además de la fuerza que poseía. Entonces Caroline recordó que en su primera clase en la Academia tuvo que enfrentarse a criaturas semejantes y pudo salir con vida gracias a un simple hechizo. El problema era que no lo recordaba. «Tengo el maldito nombre en la punta de la lengua —se dijo—. Es algo de conj...» —¡Eso es! —exclamó y se situó delante del dragón—. Conjuntivitis —conjuró, al tiempo que apuntaba los ojos de la criatura. El efecto fue inmediato y el Ridgeback comenzó a dar tumbos de un lado a otro. Estaba ciego, mas no muerto. Lleno de rabia batió sus alas ferozmente, levantando un par de jaulas y provocando chillidos en los demás animales. De haber estado en un lugar abierto habría sido una buena idea, como la vez en la que la Ryddleturn se enfrentó a uno. Necesitaban otro hechizo que lo dejara inconsciente, para volver a encerrarlo. Pero ella no conocía ninguno y su magia era tan limitado. La que tenía un rango más era su compañera. —Leah, por favor dime que conoces algo que lo duerma —susurró, evitando que el dragón la escuchara y fuera hasta ellas—, o esta cosa nos terminará aplastando.
  25. Era imposible que ellas dos pudiesen hacerse cargo de semejante dragón. Una y otra vez soltaba llamaradas, en dirección a todas partes y estas se propagaban por la bodega; no había lugar libre de fuego. Leah inútilmente usó cuerdas para amarrar el hocico de la criatura, las que fácilmente pudo romper. Aún continuaban en el suelo, incapaces de hacer algo más y viendo como en animal se preparaba para lanzar una nueva llama. Lo peor de todo era que las demás criaturas también se verían afectadas. —Ya estoy en eso —respondió Caroline a su amiga—. ¡Wingardium Leviosa! —masculló, mientras apuntaba el resto de jaulas y las hacía levitar hasta donde Leah había dejado el primer grupo. Al menos estarían fuera de la zona de peligro y así ellas se podrían mover con libertad. Sin embargo, la Ryddleturn terminó de bajar su varita cuando el dragón lanzó una potente llamarada hacia las Mortífagas. No se preocupó de nada más, ni siquiera de Leah y rápidamente corrió lejos, antes de incinerarse. Un poco más y en unos segundos se habría vuelto cenizas. En tanto se pudo poner de píe vio que la Atkins había hecho lo mismo y que su túnica se le había quemado. La de ella se había carbonizado en una esquina. —Sí, lo estoy, ¿y tú? —preguntó con voz agitada—. Necesitamos ayuda —señaló, para luego apuntar a un viejo armario que se empezaba a quemar—. ¡Aguamenti! —El chorro de agua fue suficiente para apagarlo—. Espérame un minuto y volveré con alguien que pueda controlar al Ridgeback. En un parpadeo se encontró en la Trastienda, donde estaba Derek. Una muchacha se retiraba y otra ingresaba al local. Caroline se detuvo en seco, al recordar que su aspecto no era el mejor de todos. Su rostro estaba lleno de manchas negras, al igual que toda su ropa. No podía decirles que un dragón había escapado, porque eso alertaría a todo el Callejón Diagón, sin mencionar que se meterían en un tremendo lío por su descuido. Lo mejor era actuar lo más natural posible y fingir que todo estaba bien. —¡Derek! Qué bueno que estés acá —murmuró, con una forzada sonrisa—. Con Leah estamos limpiando la bodega. ¿Por qué no le ayudas a correr unas jaulas? Están pesadas y yo no soy capaz. Ve tranquilo, que yo atiendo a esta chica. —Le guiñó un ojo, al tiempo que se acercaba al mostrador—. Buenos días —saludó y le extendió el formulario para que lo completara. Se sentó sobre el taburete y a cada tanto miraba hacia atrás, como si esperara que de pronto todo se incendiara. Al menos no se alcanzaban a escuchar los gritos, ni todo el alboroto que debía haber en la bodega. Se sentía culpable por dejar a su compañera sola, pero ¿qué más podía hacer? Si dejaba el local abandonado estaría en un problema mayor y Derek ayudaría más que ella. Además, en cuanto la clienta se fuera iría a intentar detener a la bestia; si es que podía... Sonrió sin ganas cuando Romina le entregó el pergamino y comenzó a revisarlo. —A ver... —Leyó de arriba a abajo y, al comprobar que todo estaba bien, puso el timbre del Concilio—. No hay ningún problema con tu compra. Puedes llevar tu chimpancé —dijo y le indicó la jaula donde estaba. Caroline soltó un suspiro y espero a que la joven dijera si necesitaba algo más o se marchara, así iba a ver si Leah y Derek continuaban con vida. OFF: @ ¡Hola! Todo bien con tu compra. Me la llevo a las oficinas para que tu mascota pueda ser agregada a tu ficha. ¡Un saludo!

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