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Ellie Moody

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Todo lo publicado por Ellie Moody

  1. —¿No deberían ir todos los funcionarios ministeriales a ver qué es lo que sucedió en la Reserva? —cuestiona Madeleine, mientras se ata las trenzas de sus botas de combate, al ver que Ellie sigue sentada en la mesa, con la mirada perdida en su taza de café. El mensaje de Rory Despard llegó justo a tiempo, mientras Madeleine y Ellie tomaban una comida tardía en la cocina, discutiendo con un tono cada vez más elevado acerca de los gastos mensuales de la casa. A pesar de que había estado esperando aquel día libre con ansias toda la semana, se siente incapaz de ignorar el llamado de Rory para "proteger a las personas inocentes que pudieran quedar atrapadas durante la revuelta" y "asegurarse de que las criaturas mágicas no fuesen a convertirse en víctimas de tráfico". De la misma forma Ellie recibió un memo desde el Ministerio de Magia y le contó a Madeleine acerca de los rumores de ciertas amenazas poco concretas de una organización animalista, y de la pequeña posibilidad de que ambos sucesos estuviesen relacionados; sin embargo, luego de decirlo en voz alta, como si sólo de aquella forma comenzara a atar cabos, la duda apareció en el rostro de Ellie. Pero Madeleine no podía imaginarse a magos tenebrosos de la mano con un grupo de hippies. —No entiendo qué demonios está ocurriendo —suspira Madeleine, luego de intentar unir las piezas que habían llegado. No entiende por qué los mortífagos atacarían la reserva. ¿Cómo tiene eso alguna utilidad? Lo más lógico sería asumir que es su forma de sembrar el caos, o lo que sea, pero tiene entendido que la reserva está ubicada en una isla apartada. La pesadilla que se desate sólo se limitaría a aquel lugar, y a las poco afortunadas personas que estuviesen visitando la reserva, así como a sus trabajadores. Y si el ataque fuese enfocado hacia las criaturas... Bueno, no es que piense que no hayan personas así de crueles, pero ella pensaría que las criaturas mágicas de la reserva valen más como herramientas, que como carne descompuesta. —De cualquier forma, es una lástima. Tengo entendido que las reservas naturales son lugares que se mantienen en estado salvaje, para que la flora y fauna pueda estar en su "hábitat natural", ¿sabes? Quiero decir, no podría llamarme a mi misma animalista, pero no es que no me importan las criaturas. Y bueno, pensaba que aquel era un lugar seguro para ellas... —«por las mismas razones por las que los defensores del Secreto Mágico aseguran que estamos a salvo estando escondidos», reconoce Ellie internamente—. Pero con lo que está ocurriendo, la comunidad mágica podría perder a muchas criaturas, incluso algunas que están en peligro de extinción. »En fin... supongo que por ahora no importa mucho entender lo que está ocurriendo —acota Ellie, dándose cuenta de que estaba pensando demasiado en lo que menos importaba. Lo dijo en voz alta intentando convencerse a sí misma, a pesar de que muchas cosas le chirriaban internamente. Su consuelo es que de cualquier forma, no deben haber tantas personas en peligro. —Espero que Despard conozca a algún susurrador de criaturas —masculla Madeleine por lo bajo—. No me suelo llevar bien con ellas... Echa un vistazo a la ventana, a través de la cual observa el bosque que esconde la "mini reserva" donde están las criaturas de la familia; después de todo, todos tienen suficiente poder mágico como para que aquello no termine en desastre. Madeleine sabe que, de cierta forma, es una prisión. No puede decir que no lo entiende. La Reserva de Newt Scamander también lo es, pero no cree que lo que esté ocurriendo sea un acto benévolo y desinteresado. No cuando Despard confirmó que hay personas visitando la reserva, ni mucho menos cuando conoce el lado oscuro de la comunidad mágica. Siempre hay alguien que se beneficia de este tipo de sucesos. La verdadera pregunta es quién sale ganando con este ataque, y quién es el perdedor. Ellie le dijo que contactaría a Melrose y Richard, en caso de que hubiese algo que pudieran hacer, y también le aseguró que reuniría material de primeros auxilios, en caso de que este fuese necesario. Así, Madeleine abre un portal con destino a la Reserva Newt Scamander. @ Rory Despard @ Kaori Moody @ Melrose Moody
  2. Ay, nunca hice esto ;o; Nick del usuario: Ellie Moody Id: 113619 Link a la bóveda del usuario: https://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=94381 Galeones a depositar: 12.784G
  3. —Una... infestación... de doxys... —repite Madeleine con la voz contenida, cerrando los ojos con fuerza y llevándose una mano a la sien. Siente el impulso de estallar contra quién haya usado el llamado de la Orden del Fénix para convocar a una limpieza, como si la línea de emergencia fuera un chiste y como si no hubiesen otras formas de comunicar información tan poco importante; sin embargo, sabe que de hacerlo, quedaría como una est****a, pues ella parece ser una única que no se tomó la molestia de escuchar mal el mensaje. «Es mi merecido por no tomarme un descanso. Nadie te exigió que vinieras, de todas formas»— Por supuesto —suspira Madeleine, resignada—. No... no podemos subestimar a las doxys. Tienen dos hileras de dientes venenosos, y si te descuidas se convierten en una plaga que te podría echar de tu propia casa. Cuando se trata de seguridad, nunca se puede exagerar. Lamentándose por haber abandonado la calidez de su cama para acabar limpiando la pocilga en la que parece haberse convertido la casa de seguridad, saca un par de guantes de piel de dragón del bolsillo trasero de sus pantalones y se los coloca para colaborar en la limpieza. Al ver que su prima se ha sumado al grupo, la saluda con gesto de la cabeza, una vez más confirmando que todos habían entendido bien el mensaje salvo por ella. —Creo que todos deberían ponerse un tapabocas, hay mucho polvo y quién sabe qué más volando en el aire —sugiere Madeleine, mientras busca en el cajón de soluciones de limpieza la poción para paralizar a las doxys. Sin embargo, entre Granger y la recién llegada Melrose parecen estárselas arreglando bien. Rory Despard también se suma al grupo, especialmente emocionado por la limpieza. Madeleine advierte que últimamente no se encuentra demasiado con Despard, pero le parece que tiene sentido; después de todo, ahora es la cabeza de la comunidad mágica de Gran Bretaña, por lo que debe tener muchas cosas que hacer. «Supongo que este es el año de que todos tengan trabajos serios», se dice a sí misma. Ellie retomó con dignidad una prometedora carrera en el Departamento de Misterios, aunque solía restarle importancia al asunto, dando a entender que sólo fue posible gracias a la intervención de Despard. Madeleine también tuvo que aceptar que ya venía siendo hora de tener un trabajo serio y comenzar a preocuparse por sus planes del futuro, por lo que aceptó trabajar en el cuerpo de inteligencia de Slithering, así como formar parte del Simposio de Ladrones. No es que fuese a realizar nada diferente a lo que es normal para ella, y su nombre aparecía en nómina, además de otros beneficios. A pesar de que no ha elaborado un plan de lo que pasará en los siguientes dos, cinco o diez años, ese tiene que ser un paso en la dirección correcta, ¿no? Sólo espera que las cosas se mantengan así. A pesar de que la casa Potter esté llena de polvo, a pesar de que seguramente el número doce de Grimmauld Place esté todavía más olvidado, sinceramente le gustaría que todo siga así; pues si los lugares seguros de la Orden del Fénix lucen así, es porque no ha sido necesario reunirse. Porque tienen a los mortífagos y a todos sus enemigos bajo control. Ella solía detestar la rutina y la normalidad, pero ahora siente que es su tesoro más preciado. Levantarse a las siete de la mañana, y darse un baño de agua caliente; desayunar con Richard, Melrose y Ellie, mientras mira las redes sociales; ir al MACUSA y reunirse con Slithering, Kaori, Emily y Graves; terminar la jornada a las cinco de la tarde, para ir a trotar o entrenar, no como si se preparara para la batalla, sino porque estar en forma es parte de su trabajo. Todo esto de lunes a viernes, pues los sábados y los domingos se queda en el castillo Evans McGonagall, como parte de su promesa para Catherine de no alejarse demasiado. Si las cosas cambiaran, no podría... —Todo parece estar en orden —musita Madeleine, cuando se da cuenta de que se ha quedado sin cosas por hacer. Se quita los guantes y el tapabocas, ahora que el aire es más "respirable"—. Creo que voy a preparar el café.
  4. Tengo una duda sobre los conocimientos. ¿Sólo se podrá optar a un conocimiento durante el mes o a varios a la vez? No vi que se especificara.
  5. Nick: Ellie Moody ID: 113619 Nivel: 51 Conocimiento: Adivinación y Astronomía Link a la Bóveda: https://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=94381 Link a la Ficha: https://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=94359 Pd. La última vez que intenté hacer Adivinación, reprobé pero dejaron una nota de que podía volver a cursarlo sin pagar inscripción. Si todavía aplica, me gustaría usar esa carta (?) Link: https://www.harrylatino.org/forums/topic/112913-tablón-de-calificaciones/?do=findComment&comment=5424863&_rid=113619
  6. Lentamente, Madeleine se incorpora en la cama. Ya ha comenzado a sentir el dolor de los moretones, luego del entrenamiento de esa tarde. Casi no puede sentir los brazos, cansados luego de blandir a Melle durante horas, y ni hablar de su espalda. Echa un vistazo a la ventana, desde donde se cuela el resplandor plateado del patronus de algún miembro de la Orden del Fénix, y suspira con cansancio. Casi puede oír la voz de Catherine, diciéndole que está bien tomar un descanso de vez en cuando y que el mundo no se acabará si decide tomar una siesta. ¿Acaso no está rompiendo la promesa que le hizo a su madre? La promesa de descanso, de depender de su familia y de darle uso a la vajilla polvorienta de los Evans McGonagall... Hay cosas que nunca cambian. Quizás, durante un tiempo, parece que será diferente; pero los viejos hábitos no tardan en llegar. Apenas escucha las palabras del patronus, pues todavía está decidiendo si permanecer en el mundo del sueño o de la vigilia. Por puro instinto su mente se encarga de almacenar la información que más importante; que es convocada a la casa Potter. No guarda información acerca del motivo de la llamada, así que su mente llena los espacios vacíos, basándose en las experiencias vividas. Si está siendo convocada a un Lugar Seguro de la Orden del Fénix tan de repente, tiene que ser una emergencia, ¿no es así? La sensación de ansiedad es lo que hace que se levante de la cama y reúna la ropa tirada por ahí. Tiene que apresurarse y llegar al Valle de Godric, antes de que algo pase. Sin embargo, mientras dibuja un portal en el aire con su varita de ébano, se da cuenta de que ni siquiera recuerda quién le envió un patronus. ¿Eso fue real o fue un sueño? ¿De verdad hay un llamado o lo imaginó? «No, por supuesto que sucedió. Es importante que llegue al Valle». Normalmente Madeleine prefiere viajar en su moto voladora, pero se siente muy cansada como para eso; a pesar de que el portal le da náuseas, decide que en ese momento es su mejor alternativa. Se esfuerza en concentrarse para convocar el portal con rumbo al lugar correcto, y no terminar en el trasero del mundo. A pesar del cansancio y de estar despertándose de un sueño incompleto, logró vestirse con unos pantalones cargo negros, una camiseta negra de mangas largas, una chaqueta de cuero y botas de combate. Cruzada en la espalda lleva la vaina de Melle y, por supuesto, se asegura de empuñar con fuerza su varita mágica, pues quién sabe con qué escenario se encontrará al llegar. Por un momento, cree haber llegado por accidente al número doce de Grimmauld Place, pero luego de examinar la arquitectura confirma que es el lugar correcto. Por un momento le parece que la atmósfera es sombría, lo cual la podría hacer llegar a pensar que ciertamente hay algo mal, pero entonces comienza a escuchar voces que no parecen preocupadas ni alteradas. «Entonces, después de todo, ¿sí era mi imaginación?». Madeleine sacude la cabeza, malhumorada, y sigue las voces vagamente familiares. Quizás es un pensamiento egoísta, pero espera que haya alguna emergencia que haya justificado interrumpir su sueño. —¿Qué demonios? —masculla Madeleine por lo bajo, frunciendo el ceño y bajando la varita mágica, al ver que algunos de sus compañeros están... bueno, en verdad no reconoce qué es lo que están tramando, pero todo parece estar tranquilo. El chivatoscopio que suele llevar consigo, está inmóvil en el bolsillo de sus pantalones. Siente que es inútil preguntar a esas alturas, pero no quiere quedarse sin hacer el esfuerzo— ¿Dónde está la emergencia? —inquiere, pasando la mirada por los presentes— ¿El llamado... de emergencia? ¿No?
  7. RUMBLING RUMBLING IT'S COMINGGG

  8. Mientras espera que el café esté listo, el pensamiento que la invadió durante su viaje a la playa con Melrose, Ellie, Richard y Cath, vuelve a angustiarla brevemente. En aquella ocasión también la había invadido una angustia que no sabía de dónde venía y llegó a la conclusión de que todo había comenzado desde que abandonó su aprendizaje con Sajag; desde que falló en abrir todos sus chacras, tenía la sensación de que estaba en un constante estado de alerta, como si estuviese al borde de una gran revelación... pero nada venía hacia ella. Sólo paranoia. Sólo angustia que no tenía razón de ser. Madeleine frunce el ceño, cuando el olor del café recién colado llena sus fosas nasales. Sí, quizás no sea la mejor bebida en aquel momento, pero no sabía qué más podía hacer —y no quería asaltar la bodega de alcohol de Slithering—. Se está sirviendo una generosa cantidad de café en una taza de gatitos, cuando escucha la voz del presidente. —No sé por qué me sorprendo a estas alturas de la impuntualidad de las personas —responde al comentario de Slithering, luego de darle un sorbo a su taza—. Es una misión oficial, y pareciera que nadie se lo toma en serio. Le hace un gesto señalando la cafetera, como diciendo "si quieres, puedes servirte". Y se recuesta de la barra que separa la sala de la cocina, decidiendo que lo mejor que puede hacer por los momentos es tratar de concentrarse en dar un sorbo a la vez, mientras los demás llegan. Es cierto que está acostumbrada a que se tarden, pero tiene que admitir que nunca la han dejado mal. Tarde o temprano, sus compañeros aparecen. Así fue durante el enfrentamiento a la Inquisidora, durante tantas misiones de la Orden... Le pasa por la cabeza la idea de discutir con Slithering el comunicado emitido por Rory Despard, el cual le llegó gracias a Ellie, pero respeta el acuerdo no verbal de esperar a que los demás hayan llegado para hablar de temas serios. No se molesta tampoco en rellenar el silencio con cháchara vacía, pues no hace falta. Aunque no lo diga en voz alta, se siente bastante cómoda con ellos como parte de su equipo, pues no hay ningún tipo de presión o de expectativa en actuar de forma correcta. Ni siquiera aunque uno de ellos sea el presidente de uno de los países más poderosos. Inconscientemente, sonríe levemente cuando reconoce la voz de Kaori. Le tiene mucho aprecio, pues juntas recorrieron todo el camino de la Magia de la Oscuridad hasta alcanzar el rango más alto de la Orden Oscura. Es una de las pocas personas en las cuales confía a morir. —Si el Simposio necesita ayuda, puedes contar conmigo. Pareces bastante casada —le dice a Kaori, sirviendo una taza de café para ponerla frente a ella. Su taza tiene perritos dibujados (¿de dónde Slithering habrá sacado esa vajilla?). Quizás se ablandó un poco al reconocer que tenía un rostro agobiado, o quizás porque simplemente es una de las compañeras que más le agrada—. No creo que Despard sepa todavía mucho —se atreve a decir Madeleine, mirando de reojo a Slithering. Él será quién confirme si le habrá brindado información al Ministro de Magia, quizás en calidad de colegas, supone—, pero definitivamente deberíamos contar con él. Él es una persona de confiar —asegura Madeleine con firmeza. Sabe que en algún momento lo subestimó, pero ella presenció su valentía durante el enfrentamiento a Laura Nielsen. Lo vio dar todo de si y hasta sacrificar su propio bienestar para ayudarlos a encontrar las debilidades de la Inquisidora. Él permitió que la energía de Madeleine lo corrompiera, y aunque no fue algo que ella solicitara, seguía sintiendo el remordimiento, pero también la admiración. Luego de aquello, no fue una sorpresa que fuese elegido como el nuevo Ministro de Magia. La siguiente en llegar es Emily Karkarov, a quien Madeleine sentía que tenía tiempo sin ver, pero saludó amablemente. Aprecia que esté preparada para afrontar la misión, pero la pregunta es demasiado abrumadora y no se siente capaz de contestarla. ¿Qué es lo que de verdad saben y qué es lo que sospechan? Quizás es mejor que Slithering responda eso. Y la última persona en integrarse al grupo, por los momentos, es Will. Madeleine alza ligeramente las cejas, sorprendida; la verdad es que en ese tipo de situaciones, es un tanto extraño que aparezca sin Graves ni Benjamin. Y, a decir verdad, no sabía que él participaría en aquella misión en específico. Pero tiene que reconocer que es simplemente lo normal; después de todo, hay una especie de acuerdo acerca de evitar hablar demasiado de trabajo, o de misiones, o de la propia Orden del Fénix. Pretende pasar rápidamente la página al respecto, pero cuando se acerca a Will para saludarlo se da cuenta de que hay algo extraño en el aire, pero no está segura de qué sea. Probablemente sea sólo la angustia irracional, que es molesta, pero no real. —Ah, es cierto —murmura, luego de reflexionar un momento acerca de sus palabras. Están cerca de la Fortaleza. Slithering, Kaori, Emily y ella son integrantes de la Orden Oscura; allí, están muy cómodos. Y parece ser que a Will, por lo menos, no le perturba la cercanía a la fuente de la Magia de la Oscuridad. Madeleine se pregunta si debería ahondar más al respecto—. Es mejor evitar las perturbaciones de energía —añade por lo bajo. Aunque es indiferente con Benjamin, lo cierto es que a veces Graves puede ser bastante molesto, así que la verdad no le importa mucho su ausencia. »Slithering. ¿Qué es lo que sabemos, entonces?
  9. Madeleine arruga el ceño luego de darle un sorbo a la lata. No le gusta para nada el sabor de la cerveza sin alcohol, pero siente la necesidad de entretenerse con algo para no acabar con la botella de hidromiel que Ellie con tanto cuidado envolvió en un paño mojado para mantener una temperatura fresca. A pesar de que a esas alturas de su progreso decidió que es inútil convencerse de que se mantendrá totalmente sobria, se esfuerza en no tomar con tanta facilidad como antes y en mantener el control. Quizás funcione como pasó durante su adolescencia: cuando los primeros tragos de cerveza eran asquerosos, y ni hablar del whisky de fuego... —Esta es música para personas jóvenes, ya sabes, con mucha energía y vitalidad —le explica Madeleine a Richard con tranquilidad, con la paciencia de una nieta que le enseña a su abuelo cómo te utiliza un teléfono inteligente—. ¿Sabes? Es penoso cuando los señores mayores quieren actuar como si fueran muchachitos todavía. Creo que deberías buscar música más acorde a tu edad. Disimuladamente, le da la espalda a Richard y pone los ojos en blanco. No quiere darle el gusto de demostrar que aunque fuese en un nivel bajo, su comentario logró fastidiarla. Esa es la cosa con la familia, razona Madeleine. Parece ser que no pueden permanecer mucho tiempo sin ser una molestia. Sin pensarlo mucho, echa un vistazo a Ellie y Melrose, que se han alejado algunos metros. Madeleine llegó a ir a la playa en algún momento, así que reconoce el juego de saltar con las olas. Sin embargo, a su parecer esa es una playa demasiado aburrida para tal juego. Ella prefería las olas más grande y salvajes, que la arrastraban hasta la orilla y hacían que su bañador se llenara de arena. —¿Uhm? —vuelve el rostro hacia Richard, al darse cuenta de que le había estado hablando, pero no le había prestado mucha atención— ¿Celebrar...? —a pesar de que en teoría las cosas habían mejorado en la comunidad mágica, Madeleine no se sentía particularmente feliz. Claro, le alegraba que Ellie hubiese por fin regresado a ser directora del departamento de misterios, y ella misma estaba satisfecha con formar parte de la nómina del cuerpo de inteligencia del MACUSA, pero como es usual en ella, no podía sacudirse la sensación de que los problemas estaban por llegar. Quizás su entrenamiento incompleto con Sajag tiene la culpa de ese estado de alerta, pero en el que es incapaz de visualizar nada claro; solo paranoia, silenciosa, pero siempre presente. »Las celebraciones familiares nunca terminan bien, y siempre terminan siendo los eventos más extraños —dice Madeleine por lo bajo—. Mejor no le pongas etiquetas y ve a darte un chapuzón con ellas. ¡Ve a divertirte, Richard¡ —rezonga, a sabiendas de que debería estar haciendo lo mismo. @ Melrose Moody
  10. —¡Oh! Ellie se sobresalta cuando Melrose tira de ella. Entre la confusión, sin embargo, logra dejar el reproductor de música en las manos de Madeleine. —¡Quedas a cargo de la música! —le dice Ellie, mientras es arrastrada por Melrose hacia el agua. En el camino dejó las sandalias marrones la bata de tela ligera que tenía puesta encima del bañador de una pieza. Su piel pálida hace contraste con el traje de baño negro. Madeleine rememora la imagen de Ellie restregándose la piel con protector solar, farfullando que debía repetir aquel procedimiento cada par de horas para ahorrarse una insolación; por lo visto, su piel es bastante sensible al sol— ¡Trátalo con cuidado, por favor! Madeleine se encoge de hombros y decide buscar en una librería de música algo que le apetezca oír. Luego de varios meses de trabajo, Ellie ha perfeccionado su técnica de calibrar artefactos muggles a las ondas mágicas, aunque la tolerancia a la magia sigue siendo bastante baja. Cuando hay más de cuatro o cinco magos en el mismo lugar, o incluso si ella o Melrose intentan hacer uso de la magia ancestral de la Orden, los aparatos se vuelven locos. Pero en ese viaje, no deberían haber incidentes. Madeleine duda que alguien más se una a ellos y, a decir verdad, le gustaría que el grupo se mantenga reducido. Pasar tiempo con Will ha sido refrescante, e incluso califica como divertido trabajar en el MACUSA, pero tiene la sensación de que ha pasado un largo tiempo desde la última vez que tuvo tiempo para sí misma y —por cursi que suene— para su familia. Luego de mirar rápidamente la lista de reproducción, elige la primera canción que le llama la atención. Roza levemente la pantalla táctil con el índice y a través de las bocinas se hace oír la primera canción. —Perfecto —murmura, y procede a tomar de la cava llena de hielo una lata de cerveza sin alcohol. Le da el primer sorbo, mientras se mueve rígidamente intentando seguir el ritmo cada vez más frenético de la canción. En su mente, se visualiza a sí misma bailando, pero difícilmente pueda decirse que Madeleine sea capaz de bailar. Sin embargo, sí puede afirmarse que se está moviendo con sentimiento y libertad, a sabiendas de que nadie le está prestando atención. Después de todo, normalmente termina quedándose apartada de todos, pero por lo menos sabe aprovechar esos momentos. También eso es una ventaja, pues nadie la jalará al agua y no tendrá que inventar alguna excusa para justificar por qué no entra al mar. Mientras Madeleine se ensimisma con la música, Ellie se estremece levemente cuando mete los pies al agua, a pesar de que la temperatura es bastante agradable. La verdad es que en su vida muy pocas veces ha ido a la playa o la piscina, pues nadar no es una actividad que la cautive. Pero claro que cuando a una persona la invitan a nadar, no es por la actividad en sí, sino por el lado social; por salir juntos, compartir snacks y bebidas, chapotear y salpicarse con agua los unos con los otros. Ellie se aseguró de meterse muy bien esas ideas en la cabeza mientras se preparaba en la mañana, pero ahora no está muy segura de qué se supone que deba hacer. Quizás tuvo que haber hecho lo mismo que los demás y quedarse sentada junto a las palmeras; ponerse a leer, incluso escuchar la música en silencio, habría sido algo más natural de su parte.
  11. Lugar Seguro en Alaska. Por enésima vez en el último cuarto de hora, Madeleine echa un vistazo a través de las persianas, pero no hay nadie en el porche de la casa. Impaciente, decide dar otra vuelta por el lugar. Slithering fue quien indicó que esa sería la base de operaciones, asegurando que se trataba de un lugar seguro. Una casa ubicada en un vecindario de Juneau, protegida por el Encantamiento Fidelio. El guardián del secreto es el Presidente del MACUSA, y sólo lo compartió con los integrantes de su cuerpo de inteligencia secreto. Eso fue lo que él dijo que son, pero honestamente, Madeleine está convencida de que se trata de un título inventado para referirse a ese pequeño grupo de personas en quien tiene cierto nivel de confianza; después de todo, ella nunca se mostró interesada en trabajar ni con ni para el MACUSA, pero ahora está portando una placa y hasta un uniforme. «Y mi nombre en la nómina...». No se molestó en ir en contra pues, después de todo, este es como cualquier otro trabajo de cazarrecompensas. Quizás, un poco mejor, pues tiene cierto respaldo y seguridad. Y tiene que reconocer que, en ocasiones, el trabajo en equipo tiene sus ventajas. Desde lo que ocurrió durante las fiestas de diciembre, han estado investigando lo relacionado a la organización que tantos problemas causó, aunque en general se han enfrentado a un callejón sin salida. Slithering fue sorprendentemente abierto acerca de los objetivos del MACUSA, de sus sospechas acerca de GRINCH y hasta de su teoría de que evidentemente había algo mucho más grande detrás de aquella organización. Aunque a decir verdad, a Madeleine poco le interesan los detalles "técnicos". No le importan especialmente esos descubrimientos de núcleos mágicos, ni lo que puede hacerse con ellos; lo que le preocupa, es el peligro que podría correr tal conocimiento en las manos incorrectas. Casi sin darse cuenta, llega a la cocina; en el mesón están los platos con los restos del desayuno que tomaron a tempranas horas de la mañana, y moviéndose entre las migajas de pan hay un montón de hormigas. Madeleine pone los ojos en blanco, pero agita la varita mágica para mover los platos al lavavajillas y limpiar la mesa rápidamente. Cuando regresa al recibidor y vuelve a asomarse por la puerta, sigue sin ver a nadie. No entiende por qué se siente tan ansiosa, si se supone que no se está tomando tan a pecho esta misión... Claro que GRINCH secuestró a varios integrantes de la familia Moody, pero definitivamente les han ocurrido cosas peores y eso en mano de personas de su propia casa. Y en cuanto al fulano "cuerpo de inteligencia", se supone que son un equipo sólido. No hay motivos para preocuparse demasiado. Slithering debería ser el primero en llegar. Después de todo, él fue quien convocó la reunión. Pero qué otras personas asistan, es un misterio para ella. Podrían aparecer Kaori y Emily Karkarov, tal vez Hobbamock con los gemelos y hasta puede que Ellie la sorprenda apareciendo allí. Como sea, todos están atrasados. Ya han pasado tres minutos desde la hora acordada, y hasta los momentos ella es la única en la casa.
  12. Nombre de la Familia: Moody Link y N° de la Bóveda del Familia: N°109061 Trámite a Realizar: 1. Añadir a Melrose Moody como matriarca. Aquí está el post donde solicité su alta como matriarca hace un buen tiempo (xD), pero creo que olvidé pedir la actualización de la bóveda. Estos son los datos: 2. Actualizar link de Eileen Moody a Ellie Moody. 3. Actualizar las familias de las matriarcas. Serían las siguientes: Moody Evans McGonagall 4. Actualizar árbol genealógico. Quedaría así: Catherine Moody* Richard Moody* Primas Hermanas Melrose Moody FICHA • BÓVEDA Ellie Moody FICHA • BÓVEDA Primos de Melrose AriamAshar016 FICHA • BÓVEDA Mathias Lear FICHA • BÓVEDA Kutsy Stroud Lenteric FICHA • BÓVEDA Inquilinos de Ellie Kaori Moody FICHA • BÓVEDA Goderic Slithering FICHA • BÓVEDA Inquilinos de Melrose Agnes Lynn (Scavenger Wheaterwax) FICHA • BÓVEDA Descendencia de Richard Athena Rouvás FICHA • BÓVEDA Hija Descendencia de Catherine Madeleine Moody* Hija y heredera Novio de Madeleine William Karkarov (Hobbamock Graves) FICHA • BÓVEDA Descendencia de Madeleine Kritzai FICHA • BÓVEDA Protegido Descendencia de Athena Leia Yui FICHA • BÓVEDA Hija ▼ Lazo sanguíneo ▼ Lazo adoptivo (*) Personajes secundarios de la familia
  13. Lo cierto es que no está segura de cómo llegó allí. Cuando Ellie le puso el reproductor de música en la mano, Madeleine sintió que estaba siendo removida de las tinieblas de sus pesadillas hacia la luz de la vigilia; estuvo a punto de murmurar un agradecimiento, por inverosímil que aquello fuese, pero sólo fue capaz de balbucear algo inteligible en respuesta. ¿Qué día era? Al levantar la vista al cielo, advierte que es de noche; y por lo silencioso de las calles, parece ser que es muy tarde. Entonces, comienza a mirar los rostros que la rodean y reconoce que son los Evans McGonagall. «Por supuesto. Siempre que hay algo raro, tiene que ser una cuestión de familia...». Intenta recordar cuándo fue la última vez que los vio. ¿No fue hace muchos días, en la fiesta clandestina de Bel? Está segura de que aquello fue hace ya un tiempo, pero entonces se da cuenta que el malestar físico que siente es el fantasma de una resaca. Y la última vez que tomó, fue en aquella ocasión. ¿Entonces...? Madeleine baja la mirada al reproductor de música y se da cuenta de que es una versión electrónica. Tiene una pantalla táctil, es delgado y elegante, aunque está protegido con una cubierta áspera, que parece hecha de cuero. Ella sabe que Ellie ha estado trabajando en el Departamento de Investigación Tecnomágica, pero se supone que todavía le faltaba bastante por llegar a manejar ese tipo de tecnología. La cabeza comienza a dolerle, y está segura de que no es la resaca. Todo está demasiado desordenado y a su mente le cuesta darle sentido a la información que está captando. Sin embargo, parece ser que los demás están muy felices en un estado de ebriedad avanzado, pues nadie parece preocupado. ¿Es por eso que nadie lo nota? Entonces, quizás, si tomara un trago, podría deshacerse del dolor de cabeza... Después de todo, su promesa de sobriedad ya no importa. Arrojó al cesto de basura más de un año de esfuerzo, por un arrebato. Aunque, ¿qué es un año de todas formas? Antes esa idea parecía tener mucha importancia, pero ya ni siquiera entiende qué es un año y por qué un año de sobriedad era más importante que un día o una hora. —Creo que deberías tomar un trago —escucha la voz de Ellie junto a ella, y de repente siente un pequeño vaso de vidrio en las manos—. Sólo por esta vez, es la mejor opción. Ellie reflexiona si debería explicarle a Madeleine lo que ocurre. En verdad, se pregunta si alguien más lo sabe, pero no quiera alterarlos. Después de todo, parece que se están divirtiendo, aunque con cada paso que den todo sea más extraño. De todas formas, quizás alzar la voz sería darse demasiado crédito; en verdad, ella no pondría las manos en el fuego para defender su teoría. Pero sí está bastante segura de que están rondando un lugar blando. Ella aprendió acerca de ellos en la Cámara de los Sueño. Los lugares blandos son sitios donde la realidad palpable se confunde con la onírica, donde el tiempo se tuerce sobre sí mismo y los sueños y el desorden del tiempo confunden a los viajeros incautos. En pocas palabras, en los lugares blandos lo que es real y lo que no son prácticamente lo mismo, y el tiempo está totalmente enredado y mezclado. Quedan muy pocos lugares blandos en el mundo, por lo que toparse con uno de manera tan casual es algo increíble. Ellie sospecha que en estado de sobriedad aquella incursión podría llevar a la locura, pues la mente batallaría al darle sentido a tanto sinsentido; pero con un poco de alcohol se resolvía el problema. ¿Era eso lo que tuvo que hacer todos esos años? ¿Emborracharse y caminar por Londres, hasta encontrar uno de esos lugares? Es tan inverosímil que tiene todo el sentido del mundo. —Tú también deberías tomar algo —dice Ellie, sirviendo otro shot de hidromiel, una vez que Madeleine le hizo caso. Se dirige al mago que la acompaña, Will Karkarov. Él también parecía confundido de estar ahí, pero con suerte, pronto se adaptarían al sinsentido de los lugares blandos. «Y al sinsentido de los Evans...» reflexiona, recordando su conversación de hace días o hace horas con Bel Evans—. Por favor, intenten mantener el ánimo festivo, ¿sí? Madeleine sólo le había hecho caso a Ellie, porque sabía que normalmente ella tenía razón. Y no la había decepcionado; pronto, los pensamientos de intentar darle coherencia a la situación se esfumaron y sólo quedó una sensación de paz. Luego de unos segundos, ni siquiera recuerda haber sentido algún malestar físico. «Creo que ya lo recuerdo. Ya estuvimos aquí, cuando nos fuimos de juerga... Y Bel estuvo todo el tiempo en el baño...». Sonríe, tranquila, y baja la mirada al aparato que le dio Ellie. ¿Ese era su trabajo, no? Probar los cachivaches de su prima, exprimirlos y encontrar sus puntos débiles. —Por favor, Madeleine, pon algo de música —pide Ellie, luego de advertir que los cuerpos de seguridad parecen haber quedado atrás y las luces comienzan a escasear. Sin embargo, tienen que estar muy cerca de El Bar—. Creo que eso nos hará bien. Lo que Madeleine entiende que Ellie le pide, es que una fiesta necesita música. Así que presiona el botón de la pantalla con el triángulo, sin interrumpir la marcha de borrachos. @ Melrose Moody @ Hobbamock Graves @EvansMcGonagalls (?)
  14. Llega navidad y junto a ella los concursos más tradicionales de esta época. Llegó la hora de que la gente creativa del foro desempolven el Photoshop, el Gimp, el Paint (o el software de su preferencia para hacer su magia), si quieren participar por uno de los premios que ofreceremos. ¿Sus trabajos traerán a flote la magia de la Navidad? Pronto, lo descubriremos. Reglas del concurso: Cualquier usuario del foro puede participar. Se puede usar cualquier programa de diseño para realizar las firmas. Cada usuario puede enviar un máximo de 3 postales. El contenido (imágenes/texto) debe ser ATP (apto para todo público). La temática de las postales deben ser de navidad 😉 Las postales deberán tener un tamaño máximo de 675px x 540px El concurso es individual. Las postales deben ser originales y no haberse usado con anterioridad La participación será anónima y no se puede revelar la autoría de los trabajos Moderación se reserva el derecho de eliminar premios basado en la cantidad y calidad de las participaciones. Modalidad de participación: Enviar un MP a la cuenta de Papá Noël El título deberá indicar "Concurso de Postales Navideñas". El MP deberá contener un pseudónimo. Tienen para entregar sus postales hasta el 23 de diciembre a las 20:00 de HL. No se admitirán plagios ni copias. El contenido debe ser inédito y original. Premios: Primer lugar Segundo lugar Premio del Público El premio del público y del jurado NO es acumulable. Es decir, un usuario no podrá ganar el premio del público y del jurado El premio del público y del jurado NO es acumulable. Es decir, un usuario no podrá ganar el premio del público y del jurado Cualquier duda por aquí, te contestaremos lo antes posible.
  15. Madeleine sacude la cabeza cuando Graves comienza a hablar acerca de su brazo, porque está segura de qué es lo que sucederá. Sin embargo, decide resignarse y apresurarse a mover las cajas rápidamente, aprovechando que la pócima que le dio Ellie está haciendo el trabajo mucho más fácil de lo que debería ser. Puede llevar fácilmente una pila de cajas llenas de decenas de viales que tintinean en el interior, desde ese pequeño cuarto hasta el elevador. Aunque Ellie sostiene una caja en las manos, frente a su pecho, está entretenida escuchando la explicación del mago, que tampoco está siendo el trabajador más productivo del año. Madeleine reflexiona internamente, que no está segura de hasta qué punto cualquier preocupación que Ellie pudiese guardar por el bienestar de Graves se convierte en en una fría curiosidad por su accesorio mágico. —Tengo mis dudas acerca de qué tan adaptable pueda ser la forma en que funciona —comenta Ellie, mientras reflexiona internamente acerca de lo poco que sabe de la magia ancestral que está bajo el cuidado de la Orden del Fénix, y que tanto Hobb como Madeleine pueden manejar. Es una magia totalmente diferente a la que ella ha estudiado la mayor parte de su vida, a la que "rige" el mundo mágico—. Pero ningún esfuerzo es totalmente en vano, ¿verdad? Madeleine echa un último vistazo a la habitación, verificando que no hay nada más que llevar. Finalmente, le quita a Ellie la caja que todavía sostiene en las manos; su prima apenas se da cuenta de que tiene las manos libres, pero no dice nada al respecto. —En general, por supuesto que estoy en contra de la experimentación en seres vivos —comenta Ellie a Hobb, luego de unos momentos de reflexión—. Pero, si te ofreces, no me gustaría desaprovechar la oportunidad... Supongo que eventualmente, tendremos que acondicionar cámaras donde la magia pueda ser liberada y manipulada, pues las medidas actuales del departamento no están resultando tan bien que digamos. Al ver que la habitación está vacía y el ascensor ya está lleno de cajas, suspira con alivio y se pasa la mano por la frente. —Excelente trabajo.
  16. En su mente, una idea había comenzado a tomar forma. En silencio, Madeleine reflexionaba. Mientras observa el vial que sostiene entre el pulgar y el índice, se imagina el sufrimiento que debe haber detrás de un líquido de apariencia tan simple. Ella entiende que aquella es la forma en que funciona el mundo; son cosas que han sido necesarias y que siempre existirán, el sacrificio del más débil para beneficiar al más fuerte. Sin embargo, está consciente de que aquel es un hilo de pensamientos sumamente peligroso pues ¿en qué se diferenciaría de los supremacistas mágicos, que pretenden usar a las personas no mágicas e incluso a seres como herramientas? ¿De verdad está dispuesta a alimentar ese tipo de dinámica? En ese momento, se siente totalmente abrumada y no está segura de cómo proseguir, ni siquiera de qué decir. De lo único que tiene certeza es de aquel sentimiento de impotencia y, especialmente, de insignificancia; ella es cada vez más pequeña y, la situación en la que la han enredado, mucho más sombría. Y ¿a quién puede acudir? Agradece internamente cuando los demás se siguen moviendo, buscando más pistas y uniendo los trozos del rompecabezas que Aldrich les ha entregado. Como bien les advirtió, Madeleine no tiene conocimientos científicos y tampoco es una artista de la deducción; ella puede tener ciertas corazonadas, percibir ciertas cosas sin estar segura de por qué tiene tal información, pero nada más. En lo demás, sabe que está a la merced de sus compañeros de bando... y es por eso que, cuando ellos sacan sus conclusiones, no se atreve a cuestionarlos. Ella sabe que tiene que confiar en el intelecto de un paladín, que tiene que confiar en la experiencia de alguien que está en el campo médico. Sabe que tiene que confiar incluso en aquellos cuyos talentos permanecen siendo un misterio para ella, pero que son parte de la Orden del Fénix sin lugar a dudas. Pero al principio es difícil, por supuesto. ¿Que la cura no existe? Madeleine intenta recordar las palabras exactas de Aldrich. ¿Él alguna vez lo afirmó o ellos lo asumieron? Por supuesto, en la carta que le envió a la Orden aseguró tal descubrimiento, pero allí es fácil mentir. Por los momentos, sólo se le ocurren un par alternativas: o eligió cuidadosamente sus palabras para no mentir —y así evitar activar su chivatoscopio—, o él ignora que no tiene una cura. Y claro, está la posibilidad de que todo sea un engaño... pero lo cierto es que no quiere reconocer que ha sido engañada de forma tan sencilla a una trampa. Y en cuanto a lo otro, a que no están solos, no sabe qué pensar. Ella quiere asegurarles que no se preocupen por las amenazas, que ella está allí para resguardarlos, ya que poco más puede hacer de utilidad; sin embargo, por algún motivo, las palabras se atoran en su garganta. Mientras tanto, Malfoy ha estado revisando los viales, aunque Madeleine lo había perdido de vista. Lo escucha hablar para sí mismo, pero no distingue sus palabras; y quizás, aún de haberlas oído, no habría entendido qué dijo. Sin embargo, cuando vuelve el rostro hacia él para averiguar qué es lo que está haciendo, se da cuenta de que ya es un hecho de que las cosas no están bien. ¿Es miedo, asco o temor? Antes de que nadie pueda decir más nada, Haughton ha invocado un arma y le planta cara a Aldrich. Madeleine maldice por lo bajo, pues sabe que no están en ventaja, pero se mantiene alerta en caso de que la situación se descontrole; comienza a canalizar su Magia de la Oscuridad, que se manifiesta como un vaho helado en sus manos. Todos se quedan en silencio, esperando una respuesta del doctor, pero lo que sucede a continuación es algo totalmente inverosímil. El médico mira hacia arriba con urgencia, como si alguien lo estuviese llamando, y sale corriendo hacia las escaleras para desconcierto de todos. En ese momento, Agnes explica que ella lo hipnotizó para ganar un poco de tiempo, lo cual Madeleine agradece en silencio. —Yo sé lo mismo que todos —murmura Madeleine, al escuchar la pregunta de Agnes. Muy acertadamente, el nuevo les dice que no están viendo todo el panorama. Madeleine está convencida de que es así, pero siente que hay muchas piezas dispersas sobre la mesa que no tiene idea de cómo unir. Mientras más intenta poner en orden sus ideas, más abrumada se siente. Y el hecho de que sepa que el tiempo es limitado, no colabora a su ansiedad. Durante aquel breve momento, parece que todos están buscando desesperadamente algo que le de sentido a la situación. Mientras Kenzo comienza a examinar el lugar, Malfoy les explica lo que descubrió en la muestra de la "cura" que examinó minuciosamente hace tan sólo unos momentos. Según su explicación, Madeleine se atreve a sacar conclusiones: que Aldrich está convencido de que tiene la cura y de que está haciendo lo correcto, razón por la cual sus artefactos no detectaron ninguna mentira ni nada sospechoso. Pero no hay duda de que las cosas están mal. El problema es... Ni siquiera tiene tiempo de procesar aquella información, pues Kenzo ha hecho un descubrimiento que los pone a todos en alerta. Madeleine dirige la mirada hacia la puerta apenas el mago grita, pero es en vano: ya está cerrada, y ellos ahí. Haughton ya lo había advertido, están encerrados. Encerrados con eso que sale del orificio... Imita los movimientos de sus compañeros, conjurando un encantamiento de casco-burbuja para evitar respirar aquello de lo que Malfoy y Kenzo les advirtieron. Luego, observa a su alrededor y se da cuenta de que más allá de las paredes, están atrapados en aquella especie de campo mágico. En ese punto, el nivel de ansiedad es alto. —Ni siquiera sabemos cuál es el problema —responde Madeleine, al escuchar la pregunta de Haughton—. Y no creo que vaya a bastar con nuestros poderes... —la verdad es que no tiene dudas de que, con sus poderes, podrían superar las adversidades que se avecinan. El verdadero problema, reflexiona Madeleine, será decidir qué hacer en cierto punto... y cómo juzgar a Aldrich. La verdad es que en un lugar tan reducido, no le agrada la idea de usar sus poderes. Además, comienza a cuestionarse si funcionan normalmente o si su esencia sigue débil. Sin embargo, al observar a Malfoy concentrar su mirada con fuerza en la puerta que los mantiene encerrados —Madeleine se atreve a asumir que está intentando usar la fragoquinesis—, sabe que tiene que hacer algo. La verdad es que no le preocupa la puerta, sino el campo mágico que fue capaz de repeler la magia de Kenzo. Aunque no sabe qué es lo que deben hacer ni qué desenlace tendrá la misión, sí está segura de que deben salir del sótano. Cierra los ojos y despeja la mente, únicamente concentrándose en la magia que es capaz de canalizar a través de sus brazos, hasta sus manos... entonces, de forma silenciosa, deja que ésta se manifieste como una onda expansiva que se mueve por toda la habitación, pero que sólo tiene como objetivo chocar contra un encantamiento y arruinarlo. Cuando el Reotak choca contra el campo mágico, éste simplemente desaparece y Madeleine permite que sus músculos se relajen. Es entonces cuando la puerta se abre. Dos hombres armados bajan rápidamente, e inevitablemente aquello le trae un flashback de lo ocurrido con Violeta. Se da cuenta de que las manos le tiemblan levemente, pero se recuerda que debe mantener la calma. Malfoy se apresura a desorientarlos utilizando su habilidad de ilusionismo, para entonces apresurar al grupo para salir de allí. ¿En qué momento todo se torció tanto? La verdad es que mientras suben las escaleras a toda prisa, dejando atrás lo-que-sea que haya estado saliendo del orificio de la pared, Madeleine quiere convencerse de que nada de aquello puede ser real. Todo comenzó tan tranquilo... y ahora, de repente, es una pesadilla. Las sombras comienzan a interferir en su campo de visión y, poco a poco, siente que está entrando en un túnel. Sus compañeros, el poblado, comienzan a empequeñecerse ante su vista; se alejan de ella y la oscuridad es lo que va quedando. Mientras más rápido sube las escaleras, más lejos están todos de ella. Cuando aparecen ante sus ojos los habitantes del pueblo rodeándolos, y Aldrich aparentemente esperando a que llegaran a él, Madeleine se repite que no hay forma de que aquello no sea un mal sueño. —No podemos permitir que ninguno de ellos salga herido —susurra Madeleine, sintiendo la garganta reseca por haber pasado tanto tiempo en silencio—. Ellos son inocentes. Y Aldrich... Repite mentalmente las palabras de Malfoy. «Él esta totalmente convencido que lo que hace es correcto». Él los contactó y les ofreció una cura, algo que beneficiaría a todos. Incluso si resulta que está loco, Madeleine quisiera seguir creyendo que él de verdad estaba convencido. Pero, con la "trampa" del sótano, ya no tiene la menor idea. «Si queremos averiguarlo...». —No hay que dejar a Aldrich escapar —grita Agnes. Madeleine observa al mago salir volando por los aires, yendo a parar contra la puerta de su propia casa. Aunque se ve tentada a ayudar a sus compañeros con él, deduce que será más útil controlando a la horda exaltada. No le gusta la idea de usar sus poderes contra personas inocentes, pero sabe que no hay otra opción. Está haciendo un esfuerzo sobrehumano en canalizar y manifestar su magia de la forma más ordenada posible, construyendo un campo similar al que los encerró en el sótano; un campo de hielo maldito, que se levanta como una prisión que los protege de las personas... y que los encierra con el propio Aldrich. Es una apuesta arriesgada, pero, ¿qué más puede hacer? @ Marcellus Allan @ Scavenger Weatherwax @ Cillian Haughton @ Ludwig Malfoy Haughton
  17. Madeleine puede reconocer cuando la están provocando adrede, pero eso no significa que se tranquilice. A decir verdad, se enoja muchísimo más cuando se da cuenta de que quieren provocarla intencionalmente, como una forma de distraerla o de burlarse de ella. Aunque no en términos de magia, prácticamente no tiene nada en su sistema, confía en la fuerza de sus puños —y, quizá, en el filo de Melle— para hacerse respetar; sin embargo, conociendo a Graves, no llegará a esas alturas. Como ella lo ve, simplemente se siente con la boca muy grande... y quizás, por las cosas que él debe saber, puede pensar erróneamente que ella se ha ablandado o que dejará pasar cualquier comentario provocador. Sin embargo, Madeleine está decidida a mantener su mala reputación intacta. —Así es, lo cierto es que no tengo mucha energía que pueda dañar nada aquí —replica, encogiéndose de hombros—. Como de costumbre, los oscuros quedamos peor parados en aquella batalla. Pero, adelante, puedes seguir hablando de cómo casi pierdes la vida —añade, con una sonrisa de suficiencia—. Yo sé que a los paladines les encanta llevarse el mérito... No dice nada en voz alta, pues ya es una gran herida para su orgullo tener que reconocer que no puede usar la Magia de la Oscuridad, pero sabe que no está en las mejores condiciones para la tarea que Ellie le encomendó sin consultar. Es cierto que debería estar entrenando antes de su "chapuzón" en el Lago Sombrío; no sólo quedó bastante maltrecha, sino que luego de casi un año de inactividad no está en la mejor condición física. Aunque milagrosamente mantuvo la sobriedad —exceptuando el incidente con alcohol y otras sustancias de la fiesta Evans—, no sucedió lo mismo con su rutina de ejercicio ni con su entrenamiento de esgrima. Y ya hace un par de horas estuvo ayudando a Ellie con otras cuestiones del departamento, así que tiene algo de cansancio. Pero lo cierto es que no quiere decepcionar a nadie, ni siquiera en una tarea tan absurda como esa. —Qué problema —se lamenta Ellie, sacudiendo la cabeza—. Supongo que puedes culpar a Goderic por los problemas de accesibilidad del departamento —«aunque yo no tengo a quién culpar por el atraso en nuestros compromisos», se dice para sus adentros. —La verdad es que esto es una estupidez —replica Madeleine—. De verdad, no lo entiendo. ¿Con el MACUSA restaurado, no tienen personal que pueda ocuparse de este tipo de trabajo? —Sin magia, no —suspira Ellie—. Ese es otro motivo por el cual el éxito de este departamento es tan importante. Somos demasiado perezosos. Si no hay un encantamiento una forma de hacerlo con magia, entonces preferimos no hacerlo... supongo que también debo hacer un mea culpa. Pero, en fin... Las personas mágicas no quieren hacer este tipo de trabajos porque es "trabajo de muggles". Y, bueno, quizás podríamos obligar a los elfos domésticos o a las propias personas no mágicas a que lo hagan, pero entonces ¿no estamos perpetuando esos estereotipos...? Finalmente, Ellie suspira con resignación. —Ya que tuvimos este momento de reflexión, entonces podemos hacer trampas —dice, mientras se pone a buscar en una de las cajas. Extrae un par de viales con un líquido cian; le da uno a Madeleine, y el otro lo toma ella misma—. Es sólo una solución fortificante. Las pociones no serán un problema. Pero hablo muy en serio cuando pido que mantengan el nivel de magia lo más bajo posible; si supiera que me harían caso, les haría dejar las varitas y los anillos en la entrada, pero eso genera más sospecha que seguridad... —Ahora que lo pienso, si tu brazo no funciona aquí, ¿por qué viniste? —inquiere Madeleine, luego de tomar un sorbo de la poción, observando a Hobbamock. @ Hobbamock Graves
  18. A pesar de que Madeleine sigue sin "recargar" su Magia de la Oscuridad, todavía está vinculada a la magia primigenia y es por eso que percibe la turbación en el aire cuando Graves ingresa al Departamento. Ella sabe que es algo que escapa de la percepción de Ellie, pues ella tiene una sensibilidad prácticamente nula a ese tipo de energía; sin embargo, sabe que es lo suficientemente inteligente como para saber que ese fenómeno imperceptible para ella, muy probablemente es el culpable del fallo. Después de todo, la magia ancestral de los clanes de la Orden del Fénix es diferente a la magia ordinaria. Madeleine es prácticamente inofensiva, todavía, pero Graves tiene el aura de la magia del Templo Paladín; si es suficiente para perturbar su oscuridad, muy fácilmente puede chocar con los circuitos electrónicos del aparatejo. ¿Cómo Ellie va a solucionar ese problema, si ella misma no entiende la naturaleza de ese tipo de magia? Una cosa es leerlo o escucharlo de ellos, pero otra cosa es experimentarlo. Y eso es algo que Madeleine sabe muy bien, a pesar de no ser la persona más culta. —Espero que estés feliz, Graves —dice Madeleine, sentándose frente al mesón que Ellie ha adoptado como mesa de trabajo y haciendo un gesto hacia al aparato que, cuando Ellie desarma, desprende un leve olor a chamuscado—. Arruinaste dos horas de trabajo. —Quizás es la señal de que es una terquedad querer hacer que estos inventos prosperen —replica Ellie, tirando el aparato inservible en la caja donde hay unos quince aparatos idénticos más, todos con el mismo problema. La tarjeta que parece ser el centro de operaciones principal, hace cortocircuito y entonces no tiene forma de hacer más nada. Por lo menos, no hasta donde llegan sus limitados conocimientos de electrónica—. Pero bueno, por lo menos no soy yo la que costea estos experimentos. »Hobb, espero que te hayas recompuesto luego de la batalla con Laura Nielsen —dice a manera de saludo, dándose cuenta de que es la primera vez en algunas semanas que tiene contacto con alguien además de su familia involucrado en aquel incidente—. Como verás, Madeleine ya recuperó casi totalmente sus energías y me ayudó a poner algunas cosas en orden por acá. Tenemos bastante lugar para comenzar a crear un futuro más prometedor para la comunidad mágica. Ellie se quita el delantal blanco que tiene encima de la túnica negra y, como si hubiese estado esperando que llegara Hobb, se pone de pie y les hace un gesto a ambos para que la sigan. —Por supuesto, no he estado las últimas semanas tratando de hacer funcionar una cajita de música —comenta con una sonrisa, aunque internamente está frustrada por el hecho de que algo que suena tan simple le esté causando un tremendo dolor de cabeza—. Después de todo, este proyecto no consiste únicamente en que nos adaptemos a la tecnología no mágica. Aunque en muchos aspectos han avanzado mucho más que nosotros, hay otros donde podemos colaborar; principalmente, en el campo médico. Así que, ¿por qué no llevan esto al Hospital Presbiteriano? Ya todo está acordado entre el director mágico y el no-mágico, sólo nos encargamos de hacer unas pociones de uso general que puedan usar en casos no complicados. Pero como no hay no hay muchas personas del departamento por acá estos días, no hemos realizado la entrega... »Acordamos que un representante del Departamento llevaría las cosas, así que ahí entras tú, Hobb. Y Madeleiene te ayudará con el peso extra, ya que debe hacer ejercicio. Ellie los ha estado llevando hasta una estancia, donde, al encender la luz, se revelan dos pilas de cajas de madera. —La cuestión es que para sacarlos del Departamento, no deben usar magia. Pero estoy segura de que esto no será un problema para ustedes —dice, alejándose con un gesto de despedida y una sonrisa tensa. Internamente, Ellie reflexiona que será mucho más fácil trabajar si no está Madeleine molestándola o Hobb perturbando la atmósfera con sus molestos poderes. Y, además, puede tachar de su lista uno de los trabajos pendientes. Las cosas comienzan a fluir naturalmente. @ Hobbamock Graves
  19. Ellie había pasado alrededor de tres cuartos de hora haciendo una explicación detallada de la configuración del Departamento de Investigación Tecnomágica, pero para Madeleine las palabras habían entrado por un oído y habían salido por el otro. Sin embargo, está segura de haber entendido la idea principal: que el lugar está protegido para evitar que la atmósfera mágica del resto del MACUSA interfiera que la propia atmósfera del departamento, de modo que los objetos no mágicos puedan funcionar con relativa normalidad. Aún así, en las paredes hay múltiples letreros que, con diferentes palabras, dicen todos lo mismo: moderen el uso de magia. Madeleine no cree que el MACUSA no pueda limitar la magia de quiénes entran al edificio, por lo que asume que se trata de algo de cortesía... especialmente luego de toda la crisis con La Inquisidora y su "cura contra la magia". Por supuesto, lo primero que Madeleine hizo cuando Ellie sacó el tema a colación fue preguntar: —¿Y qué sucede si tienen que usar magia? —Bien, por los momentos, no hay un as bajo la manga —replica Ellie, frunciendo el ceño, pero sin levantar la mirada—. Entonces, supongo que se pierde todo el trabajo. Quiero decir, afuera la seguridad es muy, muy fuerte, pero aún así, claramente que es una posibilidad... Gracias por hacer que tenga ese pensamiento presente —suspira. Es cierto. Madeleine tuvo que esperar a que Ellie le avisara al cuerpo de seguridad del MACUSA que era una persona con autorización para ingresar al departamento, y la hizo colgarse una tarjeta identificativa en la chaqueta de pana. No hay mucho tráfico en el lugar... Bueno, es más acertado decir que parece que prácticamente no lo hay. Pero supone que eso también es adrede: si deben mantener la magia en la atmósfera a niveles muy bajos, significa que el personal es escaso. Eso significa que deben ser personas muy bien seleccionadas. ¿Quiénes serán los demás? —Listo —dice Ellie, sacando a Madeleine de su ensimismamiento—. Debería funcionar en tu departamento, aunque no deberías llevarlo al castillo Evans si no quiere que se estropee. Madeleine sabe que es un modelo viejo. Ella ha visto a las personas no mágicas usar apartados delgados con una superficie lisa, pero este es más robusto y tiene botones con símbolos. Ellie también habló acerca de cómo la tecnología de los muggles ha evolucionado en tan poco tiempo y en qué tanto deben ponerse al día, pero incluso siendo una ignorante se da cuenta de que lo que tiene en las manos parece algo un poco anticuado. Sin embargo, cuando presiona el botón con el triángulo, la música comienza a sonar. —Felicidades, estás un reproductor de música más cerca de unir al mundo mágico y no mágico. Sin embargo, antes de que la primera estrofa termine, escucha una interferencia y la pantalla se apaga. @ Hobbamock Graves
  20. Aunque ya ha terminado con su segunda copa de vino, apenas siente un ligero calor en el rostro. Pero de todas formas, cuando el encargado de la barra inclina se ofrece a intercambiar su copa por una nueva, Ellie sacude la cabeza; aunque no sabe mucho de museos, tiene muy en claro que no es la idea nublar su juicio. En verdad, se imagina que la presencia del alcohol sólo es para facilitar la interacción y la socialización, algo que debe funcionar en personas normales. Quizás se sentiría más cómoda si estuviese con Melrose, su usual compañera de aventuras, pero tenía la sospecha de que este lugar no le interesaría demasiado. Como cosa rara, todo parece bastante normal. Por contradictorio que suene, sabe muy bien que es una afirmación bastante acertada. Es extraordinario que el evento parezca tener ya un par de horas de haber comenzado y nada haya explotado todavía. No puede evitar sonreír ligeramente por su propio chiste interno, aunque vuelve se adoptar su rostro serio y tranquilo cuando se da cuenta de que hay dos personas que se acercan hacia ella. Sus rostros parecen familiares, y por lo que vio desde que llegó parecen ser parte del staff organizativo del evento —lo cual significa que son empleados del Ministerio Mágico de Italia y, además, pertenecen a la Orden del Fénix—, aunque es mejor no asumir nada en un lugar tan público. Supone que como encargados del evento, están haciendo un recorrido para saludar a las personas que han asistido. Algo que la etiqueta dicta. Quizás ese sea el aspecto que menos le gusta de la vida en la comunidad mágica y, especialmente, de trabajar en el Ministerio de Magia... pero a veces, no hay otra opción más que bailar al mismo son. Así que guarda las manos en los bolsillos de su túnica negra, clavando ligeramente las uñas en las palmas de sus manos para mantener a raya su ansiedad social, y se esfuerza en mantener un apariencia tranquila. —Ah... hiya, soy Elli... Eileen Moody —se obliga a decir, levantando una mano para estrecharla con la bruja que se presenta a ella misma y a su acompañante. Ella no es del tipo de persona que le da mucha importancia al estatus social y económico, así que no es que crea que debe estar "a la altura de la situación", pero de todas formas sabe que no está en una conversación con sus amigos. Después de todo, trata muy a menudo con el Ministro de Magia de Gran Bretaña en un tono bastante casual. Mentalmente, se dice que sinceramente no recuerda alguna ocasión en que se hayan topado, pero de todas formas no duda mucho de aquella afirmación; en verdad, no es extraño que los integrantes de la comunidad mágica coincidan más de lo que creen—. Honestamente, la historia no es mi fuerte académico, pero es una exhibición bastante interesante la que han armado. Aunque ¿hay algún motivo por el cual hayan decidido ocultarla de las personas no-mágicas? El tema de la segregación ya es más manía nuestra, que otra cosa. »No es que quiera criticar su trabajo —añade luego de unos momentos, levantando levemente las manos frente a ella—. Sólo estoy a favor de la integración y el compartir, esto es todo. Quizás, el vino la había afectado más de lo que pensó. Por fortuna, le parece que el tema se desviará ahora que una bruja se acerca a saludar a los magos que se presentaron como Alyssa y Cubias.
  21. ID de usuario: 113619 Premio obtenido (Criatura/Objeto): Criatura XXXXX (Tickets variopintos) Elección del usuario: Quimera ID de usuario: 113619 Llave (Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw, Slytherin, Ilvermorny o maestra): Baby
  22. Como se los advirtió anteriormente, se mantiene al margen. Ella sabe muy bien que en esa situación no hay mucho que pueda hacer para ayudarles, además de asegurarse de velar por su seguridad. Además... sabe que los temores del pasado la invaden y muy probablemente estén nublando su juicio. Ha pasado casi una década, desde su primera misión de la Orden Oscura. Madeleine lo recuerda muy claramente. Recuerda viajar en el carromato lleno de provisiones para los habitantes del pueblo llamado Rus-de-Kiev, territorio resguardado por otro miembro de la Orden Oscura. ¿Cuál era su nombre...? «Darius. Se llamaba Darius». Él también era un hombre de ciencia, y cuando tuvo la oportunidad de practicar algo tan corrupto como la nigromancia en su esposa y su hija, no desaprovechó la oportunidad. ¿De verdad las extrañaba o sólo quería saber si su experimento funcionaría? Tenía que ser lo segundo, pues ¿por qué otra razón las habría mantenido tanto tiempo en aquel estado tan deplorable, como cadáveres reanimados que apenas podían levantar el rostro del suelo? Y luego, apenas hace dos años, sucedió lo de Violeta. Esta vez era una mujer de ciencia, Marie Tenenbaum, quien decidió que podía jugar con las vidas de las personas al convertirlas en algo muy similar a obscurials, y convertirlas en auténticas armas vivientes para ofrecerlas al mejor postor... o para eliminarlas inmediatamente, apenas dejara de ser capaz de controlarlas. Es por eso que no le gustó la misión que Ellie le asignó. Muy cruelmente, la convenció hablándole de los esfuerzos de Ludwig Malfoy, Luna Gryffindor y muchos otros miembros de la Orden del Fénix que tenían meses involucrados en el asunto de la pandemia que afectaba a la comunidad muggle, y que estaban buscando una cura definitiva. Madeleine intentó convencer a su prima de que no mejor viniese ella, pero como de costumbre, Ellie era una cobarde que prefería arriesgar el pellejo de los demás a actuar por sus propios medios... —Adelante —la voz de Aldrich la sobresalta. Al levantar la mirada, observa que el doctor deja entrar a alguien más, a pesar de que no fue introducido debidamente. Madeleine piensa que es demasiada confianza, pues ni siquiera ella se da cuenta de que él es miembro de la Orden del Fénix hasta que recuerda los registros que revisó antes de salir de su torre. Kenzo Ito, aunque en su mente simplemente lo llamó «el nuevo». No había mucha información acerca de sus antecedentes o su ocupación actual, lo cual la puso un tanto alerta, pero al final decidió que ella no podía decidir en quién la Orden debía confiar. Eso era problema de Mica Gryffindor, Ludwig Malfoy y de la propia Ellie. Sin embargo, cuando lo observa unirse a la faena sin hacer muchas preguntas, se dice que está siendo más útil que ella misma. —Sí, así es —responde Aldrich a la pregunta de Agnes, con una pequeña sonrisa—. Creo que debería explicar un poco más de mi forma de trabajar. O de mi mismo... »Sé que actualmente está mejor visto que la medimagia se combine con las ciencias no mágicas. Y no me malinterpreten, yo respeto la medicina muggle, pero tiene sus limitaciones y es por eso que estamos acá, ¿no es así? Mi educación fue mucho más tradicional y aunque no siempre me limito a las técnicas mágicas, en este caso decidí que era el mejor enfoque. Estoy seguro de que deben haber muchas formas de solucionar el problema del virus de raíz, pero les explicaré cómo lo hice. »Las enfermedades, ¿no son como maldiciones? Si simplemente eliminara el virus, ¿qué habría sucedido con los problemas que surgieron a partir de este en un principio? Esos problemas eran más graves que el virus por sí mismo. Así que tenía que pensar más allá. No debía simplemente romper la maldición, sino revertirla. ¿Y qué criatura mágica, que estoy seguro de que ustedes conocen muy bien, tiene esta capacidad de regeneración incluso desde las cenizas...? Madeleine frunce el ceño, confundida, pero diciéndose a sí misma que puede entender esos términos. No por sus propios méritos, sino porque es casi como si estuviese escuchando a Ellie hablar. Y también... También es como si estuviese frente a Baleyr, en su sombría mazmorra, hablando de regeneración. —¿Son ésas lágrimas de fénix? —replica Madeleine, frunciendo el ceño— ¿Vinimos acá por unas lágrimas de fénix? —Principalmente, sí. Tuve que hacer ajustes y algunas mezclas, no tengo problema en entregarles la fórmula... Entonces, el nuevo parece haber encontrado algo. Aldrich lo observa desconcertado por unos momentos, y luego hace una expresión que parece genuinamente apenada. —Ah, sí, Ava fue una de las primeras —Aldrich abre otra gaveta y Madeleine escucha el tintineo de los viales, hasta que el hombre toma uno y lo levanta. El líquido tiene un tono púrpura, un poco turbio y parece un líquido denso—. Digamos que en ese momento, no había terminado de dar con la respuesta y, bueno... Registré todo lo que ocurrió, para saber en qué debía trabajar, por supuesto. Luego pude revertir la mayoría de ese indeseable efecto secundario, y hacemos un chequeo semanal... «Una de las primeras». Madeleine mira el chivatoscopio. No se mueve. Aldrich sin duda es honesto... brutalmente honesto. De repente, Madeleine lo entiende. Él de verdad no cree tener la necesidad de mentir. —Pero Alice no presentó ningún efecto secundario —dice Madeleine, con calma—. Se recuperó inmediatamente. —Afortunadamente, logré tener lista la versión final a tiempo —sonríe Aldrich. Madeleine avanza hasta la caja que el doctor dejó a la disposición de ellos, y pasa la mano por los viales llenos de líquido traslúcido. Siempre que hay una misión tiene que haber un conflicto, es una ley de la vida y ahora entiende cuál es el conflicto. Hay una gran cantidad de registros y hay una gran cantidad de gavetas donde pueden haber decenas de versiones de ese antídoto. Y hay un pueblo de personas felices, pero que no fueron más que conejillos de indias. Y él... él de verdad está tranquilo con eso. No hay mentiras, no hay recelo, no hay un intento de soborno. Él está tranquilo con lo que ha hecho, porque debe estar convencido de que era lo correcto. Y Madeleine reflexiona. ¿Si ya está hecho... no deberían usarlo de todas formas? El cielo y el infierno conocen sus pecados, que se ha dicho que ha cometido por una buena causa. Alguien tiene que hacer el trabajo sucio, pero si hay buenas intenciones ¿no fue algo bueno...? Pero pensarlo es una cosa y aceptarlo de verdad es otra. Además, hay otro problema. No hay sólo uno, sino dos paladines. Madeleine tiene dudas, como quizás sus compañeros de clanes también, pero está convencida de que los paladines ya deben haber sentado una posición, como de costumbre. Después de todo, se hacen llamar los guerreros sagrados de la Orden del Fénix. ¿Cuánto tardarán en lanzarse contra Aldrich? ¿Y qué posición se supone que tomará? @ Marcellus Allan @ Scavenger Weatherwax @ Cillian Haughton @ Ludwig Malfoy Haughton
  23. ID: 113619 Nick (con link a la ficha): Ellie Moody Link a la Bóveda Trastero: https://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=107502 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: https://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=94381 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2021-11-13 Objeto: Aletiómetro Puntos: 160 Precio: 8000 Objeto: Mapa del Merodeador Puntos: 20 Precio: 1000 Total de puntos: 180 Total de Galeones: 9000
  24. Cuando Madeleine echa un primer vistazo al lugar, no puede evitar recordar la planta secreta que tenía la Orden del Fénix para sanar a sus heridos en batalla. Es una clínica improvisada, pero ¿por qué? En el pueblo debe haber un hospital público y algunas clínicas privadas, todas muggles por supuesto, pero Aldrich no debería tener problema para integrarse siendo que a pesar de ser un mago y a pesar de todo lo que ha sucedido el último par de años entre ambas comunidades, parece ser bien aceptado. Madeleine anota aquello como una pregunta para tratar más adelante, pero no puede evitar sentirse culpable por actuar con tanta desconfianza. No es como si la Orden del Fénix haya venido a ayudar a nadie; hasta donde ella sabe, no hay problemas en Dalkey que requieran de su apoyo. Por el contrario, son los integrantes del bando quiénes se han esforzado en encontrar la cura a un virus nuevo e implacable y es Aldrich quién les ofreció si ayuda. No pueden olvidar por qué están ahí y quién necesita a quién. Quizás ella no sepa mucho de ciencia, pero puede entender ese concepto general básico. —Lo siento —se disculpa Aldrich, apresurándose a agitar su varita mágica para realizar algún encantamiento que aplacara el fétido olor que Malfoy no se había demorado en exponer en voz alta—. Tuvimos un problema de ratas y por este motivo no tengo pacientes acá, mientras me encargo de sanitizar la clínica. Las desventajas de instalarme en un sótano, supongo —añade, visiblemente avergonzado por el tema—. Pero no se preocupen, este otro lugar está bien resguardado. Antes de ver a qué Aldrich se refiere, Madeleine introduce una mano en su bolsillo y palpa la pequeña peonza que lleva consigo. El chivatoscopio, capaz de detectar las mentiras, se ha mantenido totalmente estático. «Muy bien. Por ahora, podemos seguir». Al fondo del sótano hay una puerta metálica y visiblemente gruesa, sin ninguna rendija arriba ni abajo, con un ojo de buey donde puede verse una habitación totalmente blanca. Cuando Aldrich la abre con la varita mágica, haciendo que se eche a un lado como si corriera una cortina, revela un pequeño cubículo con una pared de vidrio al fondo. Madeleine asume que esa área está esterilizar a los posibles visitantes del laboratorio. Una vez entran, el doctor cierra la puerta tras ellos. —No se preocupen, esto es solo para evitar la contaminación —les dice, mientras toca un botón junto a él que libera una especie de vapor frío, de un tono azulado. Madeleine aprieta con fuerza el chivatoscopio, diciéndose a sí misma que tiene que confiar; que si fuese un peligro para ella o para los demás, ya lo sabría. Una vez el proceso ha terminado, la pared de cristal se levanta y se revela lo que parece ser un laboratorio ordinario y humilde, nada demasiado avanzado tecnológicamente pero pulcro y ordenado. Intenta percibir algún deje de magia defensiva, pero no detecta nada. —No quiero sonar maleducado —comenta Aldrich, mientras avanza hacia el interior. Al volver el rostro, observa a Ludwig y sonríe ligeramente—, pero no los llamé porque necesitase su ayuda. Disculpe, creo que no escuché su nombre... —Porque no los dijimos en voz alta —acota Madeleine, frunciendo ligeramente el ceño. —Está bien, entiendo —responde, con una carcajada—. La Orden del Fénix es perseguida, ¿no es así? Bien, no insistiré, aunque honestamente esos temas siempre me han parecido más complicados de lo que deberían ser. Si hay quiénes intentan ayudar, no deberían ponerles trabas. En fin... No quería decir que piense que ustedes no pueden ayudarme, sino que no era mi intención ser una carga para ustedes; mas bien, todo lo contrario. Espero quitarles un peso de encima. El hombre les da una espalda para comenzar a buscar en un cajón. Entonces, extrae una caja donde hay algunos viales con un líquido traslúcido. —No pretendo aburrirlos con términos médicos y explicaciones científicas —explica—. Lo que supongo que les importa es, ¿funciona? Sí, sí, funciona —Aldrich levanta la vista al techo sobre ellos y sonríe ligeramente—. Alice no es una bruja, así que se infectó y debido a su edad y su salud frágil, estuvo en una condición muy grave. Pero con este tratamiento, fue casi un milagro. Esta vez, Madeleine se ve obligada a ver el chivatoscopio. Sigue sin girar, sin moverse... No hay mentiras. Pero tiene la sensación de que hay algo que no está viendo. Algo de lo que no se da cuenta. ¿Cómo funciona la ciencia, de todas formas? ¿De qué forma se descubre la cura para un virus? ¿De qué forma se desarrolla un tratamiento? ¿Cómo se está seguro de que esta cura de verdad funciona? Intenta repasar los hechos que conoce. En Dalkin han habido pocas infecciones y todavía muchas menos bajas. Y en cuanto a desapariciones extrañas o cualquier otro suceso misterioso, no hay noticias. Y hasta los momentos, no han salido mentiras de su boca. —¿Tiene algún problema con que echemos un vistazo a los registros médicos? —musita Madeleine— Me imagino que su tía Alice no es la única a quién ha ayudado con esta cura. —Ciertamente, no —responde Aldrich—. Adelante, pueden ver cuánto quieran en mis archivos.
  25. Durante un breve tiempo, Madeleine fue aprendiz de la Arcana de Legeremancia, pero al final resultó que no tenía lo que hacía falta. Nunca volvió a intentarlo, y quizás fue la mejor decisión que pudo tomar al respecto. Ella es una persona en extremo paranoica y desconfiada, pero con el pasar del tiempo ha tenido que aprender a dejar de prestar atención a lo que ella imagina de alguien y en cambio concentrarse en los hechos... O mejor dicho, ha tenido que resignarse, puesto que Ellie se negó a acompañarla en su visita al pueblo. Madeleine clava la mirada en Audevan Aldrich, mientras este se sirve con parsimonia una taza de humeante café negro y le da un pequeño sorbo. Como si se hubiese percatado de ella, el hombre alza la mirada y la observa fijamente, pero Madeleine no retrocede. No le importa demostrar que es cautelosa y severa, y que solo porque él se hace llamar un aliado de la Orden del Fénix no significa que confiará abiertamente en él. —Cuánto silencio —declara el doctor Aldrich, visiblemente nervioso—. Lo siento... Admito que no sé mucho acerca de cómo trabajan ustedes. Por supuesto, conozco a la Orden del Fénix gracias a las noticias y estoy a favor del trabajo que han venido haciendo, pero supongo que soy bastante ignorante. Quizás invitarlos a tomar café no es la mejor forma de llamar su atención. El hombre se pone de pie. Madeleine se tensa, pero se mantiene quieta. —Sólo quiero ser de ayuda, pero sé muy bien que por mi mismo, no podré llegar más allá de este pueblo —les dice, mientras observa con nostalgia hacia la ventana, al pasar frente a ella—. En cambio, ustedes parecen estar en toda Gran Bretaña y supongo que tienen más recursos que yo. No, en verdad, estoy seguro... —de repente, el hombre se detiene y pasa la mirada sobre cada uno de ellos— Estoy seguro de que tienen mucho, más de lo que puedo imaginar. Y no hablo de algo tan frívolo como oro o tesoros. Entonces, su rostro repentinamente sombrío se ilumina con una sonrisa. Mientras hablaba, había estado caminando hacia una puerta ubicada bajo las escaleras que llevan al piso superior. —Agradezco su presencia, y el hecho de que estén acá, dejándome ver sus rostros y sin varitas levantadas. En estos días, creo que es algo raro, pero lo agradezco. Permítanme corresponder a su honestidad. Síganme a mi despacho. Al abrir la puerta, Madeleine observa una escalera que desciende y una luz blanquecina brota de aquel estrecho pasillo. —Síganme —dice Madeleine, decidiendo ir al frente—. No debería haber nada raro, todo parece tranquilo —susurra, al pasar junto a Malfoy, Agnes y Haughton—, pero no bajen la guardia. Y, no sé, tomen notas o algo así. Yo no sé del tema, así que no cuenten conmigo para una charla científica.

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