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Aaron Black Yaxley

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Todo lo publicado por Aaron Black Yaxley

  1. Indice de Bienes Objetos Mágicos: Clasificación A: Clasificación AA: Varita mágica Nimbus 3000 Clasificación AAA: Espejos Comunicadores Botas de Siete Leguas Pensadero Capa camaleón Baúl de Siete Cerrojos Tienda de Campaña Familiar Turron Sangranarices Bombones de Desmayo Clasificación AAAA: Águila de la Sabiduría Moto Voladora Navaja Mágica Multiuso Gema de la desaparición Tienda Mágica de Lujo Set de Quidditch Flauta de Sheena Ktam Clasificación AAAAA: Armario Evanescente Alfombra Voladora Salvajes Magifuegos Weasley Surtidos Saltaclases Pociones Mágicas: Clasificación A: Doxycida Clasificación AA: Remedio para Quemaduras Clasificación AAA: Poción para Olvidar Poción Reabastecedora de Sangre Poción Agudizadora de Ingenio Sueño Angelical de Amor Clasificación AAAA: Poción Incorpórea Fluido Explosivo Destilado Borra Recuerdos (2) Filtro de Bestialidad Destilado Borra Recuerdos Clasificación AAAAA: Poción Multijugos Veritaserum Zumo de Mandrágora Felix Felicis Amortentia Criaturas Mágicas: Clasificación X: Clasificación XX: Clasificación XXX: Kneazle Hipogrifo Cangrejo de Fuego Ashwinder Crup Escarbato Clasificación XXXX: Clasificación XXXXX: Criaturas en la Reserva: Libros de Hechizos: Libro del Aprendiz de Brujo Libro de la Fortaleza Libro de la Sangre Libro del Equilibrio Libro del Druida Libro del Caos. En situación transitoria, sin poder hacer uso del mismo Poderes de Criaturas: Consumibles en Batallas:
  2. Gringotts, el lugar que había sido burlado por unos muchachos hacía décadas atrás. ¿Quién se imaginaría que unos mocosos saldrían vivos de aquél lugar?. Desde ese momento, uno de los lugares más seguros del mundo mágico ya no parecía resguardar muy bien las ostentosas pertenencias de brujas y magos, de hecho, no lo había logrado con el horrocrux de Tom. ¿Quién me garantizaba que las pertenencias de un Black no serían saqueadas de su lugar?... Mero protocolo, debía mantener algunas cosas allí, en la famosa bóveda y bajo la irónica seguridad de su historial. El pasillo no era muy largo, pero sí se situaba en las profundidades de la institución mágica, por lo que llegar a él sería complicado. Al final del mismo corredor, ahí donde te dejaba el carrito con esos duendes malhumorados, se encontraba una pared encantada, con la máscara rocosa y húmeda que familiarizaba con el entorno de la caverna, sin obviar que las demás puertas que se encontrasen cerca (pertenecientes la mayoría a la familia Black) despistaban cualquier pista del paradero de mí bóveda. Sólo mi sangre podía desencantar la pared rocosa para dar vista a una puerta de mármol con finos grabados en onix y plata formando una "B" gótica e imperiosa que sólo reconocía mi varita y la manera de deslizar su punta (verticalmente) en aquella letra para que se abriera de par en par. Una vez dentro, se encendían varias antorchas en las paredes del mineral negro, un fuego maldito que había invocado cuando había alcanzado el rango de Mago Oscuro dentro de la casta mortífaga. Nadie podría percatarse que aquellas ardientes llamas infernales eran nada más y nada menos que serpientes enroscadas, durmiendo, esperando atacar a los intrusos que osaran robar alguna de mis pertenencias así fuese la más mísera vuelapluma que escribía inventarios a diario en un pergamino sin fin; la muerte sería tan sencilla como el silencio que perduraba allí dentro, buscando la boca del intruso para incinerarlo desde dentro. Sin contar la infinidad de hechizos ocultos que había conjurado por si lo primero no resultase. Perfil de Comprador del MM: 275 Índice de Bienes Objetos Mágicos Pociones Mágicas Criaturas Mágicas Libros de Hechizos Poderes de Criaturas Consumibles en Batalla Fecha de Próxima Actualización:
  3. Emiliano Black. Emiliano Black, mago cuya sangre pura fue contaminada por la mordedura de una vampira que lo maldijo con la vida eterna. Alto, cabello oscuro, ojos verdes cuán gema de esmeralda y una barba cuidada que esculpía su rostro varonil, la misma era una particularidad de su condición puesto que al igual que el color de tez de su piel, no sostenía las características clásicas de un vampiro puro, demacrado o pálido. Los bosques europeos escondían una infinidad de leyendas, entre ellas también a los licántropos quiénes disputaban la victoria de una guerra milenaria con los vampiros. No es que Emiliano formase parte de alguna agrupación de los adictos a la sangre, de hecho odiaba el ser un vampiro puesto que no había peor denigro para un mago de su alcurnia que perder la castidad de su nobleza, del "Sagrado 28". Como siempre buscó la perfección de su casta, ahora no le quedaba más que encontrar el poder necesario para matar a todo quién le traicionó alguna vez, y había una antigua historia que contaba el amorío de dos licántropos de cuyo apareamiento en su condición animal nacería una camada de lobos tan inteligentes que si se bebía de su sangre en vida, cabría la invencibilidad absoluta, no sin antes asesinar a su madre en estado humano. Black buscaba esa clase de poder. **** La luna llena se imponía por las copas de bosques frondosos y al no haber nube alguna en el cielo, el frío era tal de congelar el nacimiento de los riachuelos allí en lo alto de una rocosa montaña nevada. Los aullidos se hacían notar por todo el lugar y si el mago tenía suerte vería el nacimiento de la camada que tanto buscaba. Llevaba una capa de viaje gruesa que blandía de vez en cuando con las ráfagas furiosas en tal altitud. Un brillo peculiar denotaba la ansiedad en su mirada y la sonrisa se asomó en los labios cuando su agudo oído escuchó parir al primer chachorro... -¡Perfecto!- exclamó casi en un susurro de victoria y fue apareciendo y desapareciendo a la medida que alcanzaba su visión para no hacer tanto ruido. Los kilómetros habían sido varios antes de dar con una tribu de personas desnudas que danzaban significativamente alrededor de una loba lo suficientemente grande como para partir a un humano en dos de un solo mordisco. Emiliano estaba a varios metros de distancia, escondido tras de troncos aledaños, analizando el asalto para robar uno de los cachorros y asesinar a la loba. Cuándo aquel ritual daba por finalizado los tipos a su alrededor gritaban hasta terminar en un aullido, licántropos fieles a una manada en venia a los cachorros que habían nacido aquella noche. >>Era el momento, ¡Esa era la oportunidad! justo antes de que todos protegieran a la loba madre que comenzaba a botar pelaje para convertirse en humana nuevamente<< El vampiro se esfumó para reaparecer al lado de la mujer, piel pálida y hermosa cabellera rubia cómo el pelaje que había perdido, delicada, debilitada para aquél acto inhumano ¿pero qué era Emiliano sino un vampiro que había perdido todo rastro de humanidad?... Black tomó la cabellera y mentón de la mujer lobo y con un pie en su hombro la decapitó... Dicen que la rapidez de un vampiro es casi imposible de alcanzar, más no al lado de una manada furiosa por lo que habían presenciado, la muerte de su líder, del alpha. Los gruñidos no se hicieron esperar y la varita del despiadado mago se materializó en su diestra mientras que con la otra agarraba a uno de los cachorros por el lomo. El silencio de la noche se quebró por el sonido de lso hechizos y bestias que se tiraban al ataque cegadas por al venganza... era hora de escapar, de salir quizás, ileso. *** Emiliano no se percató de cuanto tiempo o cuanta distancia llevaba intentando evadir a los peludos, sólo sabía que había cumplido con la primera etapa del ritual. En eso sintió la embestida de dos patas por su costilla izquierda y conjunto a lobo y el cachorro cayeron rodando por la falda de una pequeña quebrada. Se lavantó quejumbroso, el pequeño animal chillaba y la bestia más grande lo miraba desafiante... El vampiro enseñó los colmillos... Otro lobo se escuchaba gruñir a su espalda, estaba acorralado...No sabía cómo ni dónde, pero con la pequeña bola de pelos no imaginó nada más y nada menos que un sencillo manor escondido en los bosques al norte de Ottery, lugar que había visto alguna vez en sus doscientos años de vida... >>Desapareció, dejando un bucle de espacio tiempo como era común en esa acción de magos y brujas al momento que ambas criaturas se lanzaban en su contra<< ...Una de ellas había pasado con él, era solo una allí, entre unos árboles a orillas de una verja desconocida. Dejó al cachorro en el suelo y alistó su varita en un corte elegante al vacío para cuando el lobo se despegaba de la tierra; quizás fue eso o la nube del viejo Ottery que tapaba la luna llena ¿Suerte?, sí, mucha. Aquél licántropo perdía su condición y su fuerza a los pies del mago que ahora cubría una herida en el costado de su abdomen... -Maldito...vam..pir...¡oh! ¡AH!... ¡¡Qué entusiasmo por proteger al pequeño animal!!... Se lanzó por última vez, humanizado, en contra de Emiliano tan sólo para alcanzar al cachorro y desnucarlo... -¡No!, ¡noooo!...- gritó Emiliano levantándose con las últimas energías para conjurar la maldición asesina y terminar con la vida de aquél hombre. Observó al pequeño lobo, estaba muerto y quizás con una manada entera buscándolo. Volteó hacia la verja y pasándola con gran dificultad cayó en inconsciencia y ojos abiertos mirando el cielo sobre el hogar de los Yaxley mientras que la palma abierta de su diestra soltaba la varita que rodaba al húmedo césped... La mordida de un lobo era mortal, incluso para un vampiro como él.
  4. Aaron Augustine Black Ryddleturn. El cuello prusiano de una túnica azabache que cortaba en la cadera para blandir hasta la rodilla esculpía mi esbelta estatura. Como siempre, aquella noche me encontraba analizando la simplicidad de la vida apoyado en la baranda del balcón en el castillo Black; la brisa acariciaba mi rostro y mecía ligero los mechones castaño de mi cabello mientras la gélida mirada gris, cuán nube de invierno, enfocaba a una chica acercarse a los límites del terreno. -¿Nius?... Ni siquiera bastaría su nombre, todo era mera formalidad de un mago de alcurnia, ya que la criatura siempre estaba pendiente de mí. -¿el amo Black ha llamado?- preguntó el elfo quién se apareció a mi espalda, caminando temeroso y vista gacha hasta mi presencia. -¿Conoces a la bruja que esta allí?- cuestioné observando una cabellera rubia en medio de un entorno sombreado y acaecido por la noche inglesa. No miraba al elfo, pocas veces lo hacía dependiendo de mi estado de ánimo. -Nius... Nius cree haberla visto junto a la señorita Maida... -Maida... El susurro se lo llevaba el viento y yo solo me aseguraba que el color de su cabello no indicara a la familia Malfoy inspeccionando la vida elegante de los Black. La chica abrió la verja y se encaminó hasta la puerta, escapando de los horrores de una dolorsa muerte que podría haberle provocado la protección de mi hogar con tan solo unas palabras mudas que modularon mis labios antes de esfumarme del balcón para reaparecer tras de ella frente a la ostentosa entrada. -Adelante no mordemos... Le sorprendí con una floritura de mi varita para abrirle paso al interior del castillo. La noche era tan amena que quizás sería divertido cruzar algunas palabras. OFF: Me tomo la libertad tan solo por pisar el terreno de los Black @ saludos!
  5. Planilla de Compra​s Normales para Personajes: ID: 115687 Nick (con link a la ficha): Aaron Black Lestrange Link a la Bóveda Trastero: -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: B:96937 Fecha: 2017-07-11 Objeto: Botas de Siete Leguas Puntos: 40 Precio: 2000 Total de puntos:40 Total de Galeones:2000
  6. Planilla de Compra​s Normales para Personajes: ID: 115687 Nick (con link a la ficha): Aaron Black Lestrange Link a la Bóveda Trastero: (en caso de poseerla) Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: B:96937 Fecha: 2017-07-11 Objeto: Moto voladora Puntos: 80 Precio: 4000 Objeto: Botas de Siete Leguas Puntos: 40 Precio: 2000 Total de puntos: 120 Total de Galeones: 6000
  7. Emiliano Black   ¿Quererla? ...    Elaena le observó, estudió al vampiro tanto como él hacía con cada detalle de su rostro, de la piel que había tenido en ferviente contacto y de sus labios recorriendo cada espacio de su cuerpo. Ansiaba su posesión a tal límite de no saber si tomarla como suya en ese mismo instante o realizar un corte limpio en aquél delicado cuello para decapitarle con el dorso de su diestra. Ella sonrió y su comentario afloró nuevamente el odio en el vampiro.    -Me convertiste en un mestizo, destinado al menosprecio de la alcurnia mágica y de mi familia...-susurró respirando en su cuello, como si de un imposible se tratase.    Nunca supo si en verdad la había amado, pero sí había caído ante sus encantos, sus caprichos, tanto como la presa cae en la trampa del predador, de su condición de líder en la cadena alimenticia; los vampiros envolvían con su forma de ser por adjudicarse un puesto en el ciclo de la vida, uno más allá de lo normal; y él, Emiliano Black, había sucumbido ante su ser para luego quebrar la lógica de la existencia y caer en la maldición de la vida eterna.    -Je te tuerai ...-susurró en el lóbulo de su oreja que luego apresó con los dientes, contacto que bastó para aparecerse y desaparecerse en cada rincón sombrío del castillo Black, besando labios deseosos de lujuria paranormal.   El francés era un Black y como tal podía moverse con total libertad por el castillo. Habitaciones, mesas, las caballerizas, toda la nebulosa que los formaba se volvía a consumir en un mismo punto de aparición mientras él deslizaba sus manos por los hombros, su cintura y piernas en medio de respiraciones agitadas. Si hubiera sido una banshee quizás sería más fácil desprenderse del deseo, pero los vampiros tenían una magia peculiar con emociones por sobre el límite de lo mundano.    La luna iluminó la espalda desnuda del Black mientras apresaba a la bruja por las manos sobre su cabeza y cuando la tuvo nuevamente en contacto con la esmeraldina mirada, tomó su cabeza con agilidad para quebrar su cuello. Sabría que eso no le mataría, pero el odio del vampiro radicaba más allá de ver la situación en blanco o negro, la mataría, sí, pero no todavía. Elaena tenía una gran ventaja sobre él, una de la que se haría para destrozar su vida tal y como ella había hecho con la de él.    -Je te tuerai...- volvió a susurrar en su idioma natal mientras empujaba el cuerpo de la vampiresa al vacío.    @[member='Caroline Ryddleturn']
  8. Emiliano Black. El francés la había sentido desde que pisó los jardines del castillo Black, la brisa se había encargado en deleitar aquél aroma, peculiar aroma que había guardado en la memoria por cientos de años; embriagador por lo demás, como una droga que volvía para alzar aquella adicción que se reflejó, se materializó en la esmeraldina mirada que se esfumaba en la dilatación negra de sus pupilas. Su respiración se agitó, se aferró a la baranda que crujió hasta quebrar el espacio que cubría sus manos. -Elaena...-finalizó con una torcida sonrisa sombreada a la luz de la luna. **** Nius, el elfo que originalmente era de Emiliano había atendido a la puerta, la criatura la reconocería aunque hubieren duplicado su figura a lo largo de los años. Sabía de la historia de Emiliano, eran de esos secretos que se mantenían entre las sombras hasta que le iluminara la luz adecuada y a pesar que actualmente Nius estaba en poder de Aaron, su fidelidad estaba con el vampiro. Luego de cerrarle la puerta chasqueó sus dedos hasta reunirse con el francés. -Lo sé...- contestó al elfo y desapareció como un haz de luz. **** -Qué haces aquí...-susurró a su oído entre dientes mientras que con la diestra sostenía su cabello jalando hacia atrás para no ahogarla contra la puerta. ¿Fuerza sobrenatural? por su puesto; ya no era un principiante en todo ésto y disfrutaba el juego-... ¿te atreves a venir hasta mi hogar, Elaena Ivashkov?-la volteó de un golpe luego de nombrarla. Sus manos seguían sujetando firmemente sus muñecas mientras que una de sus piernas encontraba hueco en la entrepierna apresando aún contra la puerta. Perfil con perfil enseñó los colmillos, deseoso de asesinarla en un baño escarlata allí mismo, otra parte seguía preso de su atracción ante la predadora, como si de animales se tratase. La soltó de golpe y sujetó firmemente el mentón de la fémina entre sus dedos. -¡¿Juegas conmigo?!- cuestionó en un susurro lleno de ira- desapareces cientos de años y vuelves aquí, sin poder ... ¡Demonios!- la soltó y pegó un puñete por el costado de su rostro, en el concreto. Estaba abrumado, impotente porque no había sido él quién daba con ella primero. Pegó su frente a la de ella, sumido en no saber si matarla ahora mismo o estar contento de haberla encontrado- man chas te .... mi sangre....mi sangre- siguió entre dientes, en una furia tempestiva y hostil. >>Llegué a ....Olvídalo- se dijo a sí mismo.
  9. Aaron Augustine Black Ryddleturn. No me había dado cuenta el momento en que caí dormido y la verdad es que uno jamás se daba cuenta cuando estaba soñando, por tanto todo para mí era tan real como me lo permitiera mi mente. Allí, tumbado en aquél diván de terraza, me veía tranquilo, parsimonioso, con ambas pestañas sellando la gélida mirada gris, ventana de un rostro vago en emociones para denotar un carácter inofensivo y lleno de paz. Dormía plácidamente con la brisa de la tarde acariciando mi semblante. -¿Aaron?... Un susurro alcanzó lo más profundo de mi memoria. -Aaron, despierta... ven... Su voz era dulce, tan dulce como lo recordaba. Escucharla otra vez era sentir una lágrima del fénix en mi pecho; como si no odiara la manera en que arrebató mi corazón, sí, le odiaba por eso; abrí un ojo y esbocé media sonrisa tras apreciar sus delicadas facciones sobre mí, sus ojos almendrados, su pequeña nariz decorada con pecas que se desvanecían como la luz de las estrellas en sus pómulos, sus labios curvados en una ternura sin igual mientras me miraba y su cabello a medio ondular acariciando mi mejilla. Volví a cerrar los ojos en un placentero ensueño sin quitar la sonrisa de mis labios. -Hey Black!- volvío a llamarme en un suave susurro al oído. Anhelaba su voz. >>mmm?? -No me dejes sola aquí, no me dejes sola aquí, no me... Desperté de golpe y ella no estaba, ¿habría soñado todo eso?, no, no; sentía desesperación, un vacío en mi interior ¡La quería allí conmigo! ¿Dónde estás?. El diván se hizo grande, inmenso, tanto así que abarcaba todo el terreno del castillo y derrepente caí en un mar rojo, escarlata mas bien ¿Sangre? no, el agua no era espesa, solo era cristalina y ... roja. Abrí los ojos, como si me hubiese levantado del diván una vez más. -¿Aaron? Allí estaba parada frente a mí. Un vestido floreado se ajustaba a su figura curvilínea; siempre tan femenina; su castaño se mecía al compás de la brisa que se arremolinaba en nuestra distancia. Me levanté de golpe. -¿Qué haces acá?- pregunté dudoso de la realidad- quiero decir, ¿cómo entraste hasta aquí?... viva- finalicé en un susurro que se llevó el viento. -¿Entrar? vivo aquí Aaron, contigo... ¿Vivir conmigo?, la bruja no era perteneciente a la familia Black, ni a la Ryddleturn, ni si quiera pertenecía a una familia de linajes oscuros; ella era luz, mi única luz y....yo.... -Tú no deberías estar acá, tú estás... -Yo estoy ahí- me habló sin ápices de despegar sus labios indicando mi pecho con su índice. -Yo...yo...te asesiné, yo te maté, tú... no... no- cerré los ojos y agarré mi cabeza, ésto no estaba bien. -Aaron... -No ¡NO!... En eso vi a Nius frente a mí, observando mi sudado cuerpo sentado donde me había quedado dormido. Poco a poco fui recobrando color en mi rostro y las emociones se fueron escondiendo en aquél recoveco de mi mente. -Nius trajo lo que pidió el amo Black- la criatura me extendió el profeta- Nius quiere saber si el joven Black quiere su bebida ahora... -S...sí- comenté dubitativo. Todo había sido un sueño, una pesadilla, un recuerdo que me pesaba hasta el día de hoy y que creí olvidar. Tomé aire y suspiré al cielo para luego reflejar la fría mirada de invierno en una taza de café. OFF: en son de la guerra de rangos...desaparezco (?) xD jaja.
  10. Aaron Augustine Black Ryddleturn. Me encontraba tumbado en una silla allí en la terraza; la cara de aburrimiento y desinterés no podía pesarme más. Pies sobre una posadera, jugaba con la varita realizando unas cuantas argollas de fuego verde que calzarían perfectamente en los dedos de la mano. Poco a poco iba dibujando más figuras hasta lograr una serpiente que surcó una mancha negra en el concreto; suspiré tras esfumar la hechizo y observé las nubes pasar sobre el castillo Black. Me acomodé. -Nius... Ya creía que con solo pensar en el elfo éste aparecía a mi lado, a veces pensaba que siempre estaba tras de mí. Con sus grandes ojos color musgo observándome, le vi por el rabillo de mis gélidos grises. -¿El joven Black ha llamado?... -¿Qué crees?- pregunté con una nota de sarcasmo- que digo tu nombre ¿porque dormiste conmigo o estoy por hacer un poema?- bufé una risa y ladeé la cabeza para mirarle. La oreja caída que le caracterizaba temblaba como queriendo erguirse al igual que la otra, atento siempre a escucharme. -Nius siempre atento al joven Black- comentó ante mi silencio con una tímida sonrisa y un escalofrío que recorrió su huesuda espina. - No lo sé elfo, entretenme ... -Nius podría contar chis... -¿Qué?- sostuve con una mueca de desaprobación- no no, ¿sabes?, sólo tráeme una taza de café y si encuentras el profeta en alguna parte mucho mejor. Demora lo posible- el elfo desapareció tras un chasquido- es mejor leer las noticias a tenerte todo el día mirándome- murmuré y me dispuse a cerrar los ojos en un clímax de relajo. Aquella criatura casi ni me daba espacio en el castillo.
  11. Emiliano Black. @ Emiliano sonrió ante el comentario, pues Maida, aquella bruja que había cautivado en él un sentido que intentaba mantener oculto, tenía razón. El tiempo no era un inconveniente cuando se estaba cautivo por el deseo de sangre humana, la maldición de la inmortalidad. Aquél Black no era orgulloso de purgar con tal poder, a pesar de todo lo que había conseguido en sus años mozos hasta ser encarcelado en aquella dimensión maldita. >> Ivashkov... Aquél apellido se le venía a la mente cada vez que cargaba con la vergüenza de haber manchado su sangre. La verde mirada del francés estudió el rostro de la bruja en leves intervalos que rasguñaban los deseos de aprisionar sus delicados hombros contra el pilar que tenía a su espalda. -¡Podría contar generaciones!- se apresuró el mago- sin embargo no es de algo que me enorgullezca- sinceró con un tono de divertida indiferencia- y creo que eres lo bastante inteligente como para darte cuenta ¿no?- sostuvo el vampiro mientra avanzaba un par de pasos hasta pararse frente a frente junto a ella y justo en el punto exacto de querer halar su cintura para apegarla a su firme tronco se hizo a un lado para dar unos cuantos pasos más. ¿Cuánto podría mantener oculto el secreto de su vida?, quería beber su sangre, deseaba deslizarse en aquella suave piel y caer en la profunda adicción del aroma que le traía fuera de sí. Se volteó hacia ella para no darle la espalda. -Verás. Conocí a Flemming hace más de cien años en una enmascarada del palacio Winchester- imágenes de vestidos danzantes se le venían a la cabeza como quién recuerda un sincronizado ballet de escenarios monárquicos- el aroma de su mujer, el cuarto escondido de aquél salón...- aún recordaba la mano firme sujetando con fuerza aquél muslo entre respiraciones agitadas- ...su... el sabor de su...sus labios..-mintió recordando como la esposa del marqués le había entregado el cuello junto a los deseos más escondidos de una mujer prisionera de un matrimonio obligado. La sangre manchando aquellas prendas desprendidas a desgarros delirantes, sacudió la cabeza- y bueno, Ralph nos encontró y obviamente no me arriesgaría a la horca o guillotina. >>Castigos del siglo pasado, pensé. - Por lo tanto tuve que asesinar a su mujer y atentar contra la vida de aquél hombre hasta que... ¡Ah sí!...-respiró profundo mientras pasaba la diestra ordenando su cabello- ahora recuerdo como perdí aquél anillo (de uso común en esas épocas)... ¡maldita arpía!- sostuvo pensando en voz alta con aquél sarcasmo que le caracterizaba- bueno, ¿en que iba?, el asunto fue tal que el muy cobarde logró arrancar cuándo intentó enfrentarme con su varita ante el salón de invitados- esbocé media sonrisa- lástima que jamás hayan registros de mí en esa historia...creo que Licorus y Hester lograron hacer que desapareciera por un largo tiempo Emiliano indicó un cuadro que lucía tras Maida; las imágenes de la nobleza bailando un suave vals tornaba los ropajes de la pintura en un rojo profundo y opaco mientras que en la placa conmemorativa se grababa: "In memoriam. La danza escarlata" Difícil era que unos cuántos muggles saliesen vivos de un psicópata, mago y vampiro a la vez. -Todos murieron esa noche, o bueno, casi todos...- Black sonrió a Maida- ¿de verdad quieres conocer quién era de principio?
  12. Nius. Elfo de Aaron Black @ - Para la señorita cabellos de maíz, no no, para la señorita Felicia Malfoy, no no...- Nius aparecía en la verja de la Mansión Malfoy, nervioso por no recordar el destinatario, comenzó a darse con la cabeza en la corteza de un árbol viejo- ¡Felicity!- exclamó feliz de terminar con aquél martirio. Sus huesudas piernas se encaminaron hasta pararse frente a frente con los hierros que comenzaron a enmarañarse hasta formar un rostro quizás cuatro veces más grande que el elfo, quién tembloroso, acercó el pergamino hasta las cuencas vacías que aquella figura mostraba como ojos. >>¿Qué quieres?- soltó en una voz de ultratumba. -Malfoy, Black, Malfoy... Black, soy un elfo de los Black- comenzó a susurrar- ¡Soy un elfo de los Black! y no me asusta un poco de magia de los Malfoy- sostuvo Nius casi dudoso de haberse puesto tan altivo. El rostro gruñó- ve... vengo a ver a la señorita Fe... Felicity Malfoy- titubeó un poco mientras escondía nuevamente el pergamino tras su espalda.
  13. Emiliano Black @ Cruzando el umbral a la siguiente habitación, Emiliano caminaba con una sonrisa negando al piso mientras que Maida se dedicaba a ver un sin fin de esculturas a medio torso que posaban de diferentes formas al intervalo de unos segundos, lo que no sabía la bruja, es que el francés no sonreía por verla dichosa entre tanta cultura e historia del arte mágico, de hecho el había vivido parte de aquellas épocas, sino que le causaba gracia el hecho de haberse encontrado con tal personaje. -Bueno, la verdad yo no podría confundir ese tipo de simplezas...- comentó Black mientras se encaminaba hacia ella pero sonrió hacia la que parecía ser la escultura viva de la bruja- ¿no crees, Maida?- bromeo mientras se acercaba a un vitral que parecía rememorar una épica batalla de magos. >>"Dumbledore & Grindelwald", grababa una placa de oro en el centro de su base... -¿El señor del retrato?- preguntó Emiliano volteándose hacia ella y apoyando su codo en la cadera de una escultura de al menos tres metros que le miró como sintiéndose ultrajada. Sin embargo, la indiferencia del Black era mayor- ¡Ah, Ralph Fleming! ¡el famoso Marqués de Winchester!- exclamó con notoria ironía mientras hacía uno que otro ademán con sus brazos cuán orador de poesías; rápidamente volvió a su seriedad- ¿quieres una historia larga o precisa?, porque si tan solo te interesa el rechazo en sus palabras, pues, intenté asesinarle pero logró escapar, o le salvaron- intentó recordar- los años no pasan en vano a pesar de un cuerpo jovial...- volvió a bromear pasando la diestra por su esculpida barba- ... por cierto, intuyes bien.
  14. Emiliano Black @ Emiliano agachó la mirada hasta encontrar el rostro de la bruja que le miraba puntuda, mera estatura. Sonriendo le escuchó con unas ganas encarceladas de tomar firmemente su rostro para clavar ambos colmillos en la suave piel de su cuello; ¿acaso habría nombrado el mago su condición de fiel amante a la sangre?, ¡literal por supuesto! -No, claro que no...- comentó mientras abstenía en un bajo tono de voz, alcanzando un ligero mechón de Maida para ponerlo tras su oreja, intento que mostró cierto rechazo en la bruja, quién parecía contenerse en un vil susurro- ¡Oh! no me cabe la menor duda en que sus padres le han dado una buena educación, los Ivashkov se veneran mucho de ello...- comentó en una cómplice curvatura para cuando ella le sonrió. No bastó un segundo para que aquella bruja de alcurnia con cierta timidez hacia lo físico cambiara de parecer al tomar el brazo del vampiro, un Black que sonrió casi como quién anotaba un punto de Quidditch. -A Requiem entonces... **** Ambos magos se encaminaron hasta los últimos vestigios del callejón Diagon, algunos locales cerraban, otros abrían, la verdad era que el comercio no era muy distinto al muggle a diferencia de lo que se podía encontrar; en eso dos chicos salieron de una tienda de bromas, a uno se le caía el ojo en un rostro casi desfigurado y al otro le encendía el cabello como fogata a la orilla del lago, reían; la plática se fue dando en algunos asuntos familiares y parentescos históricos de los que nadie jamás imaginaba. Orión, por ejemplo, era tío de Aaron, conclusiones que fueron llegando mientras se encaminaban hasta un curioso edificio. -Adelante madame...- cedió el paso cuán elegancia de un Black- Tres pisos, seis plantas... amo éste mundo-comentó irónico mientras que la pintura de un viejo cuadro le ponía cierta cara de desprecio; quizás y hasta lo conoció en vida tras los cientos de años que conmemoraban al vampiro- ¡Vaya! hasta que pasaste a la historia mi buen amigo...- se burló del personaje calvo. Sí, al fin y al cabo se conocían. >>No es grato verte nuevamente Black.... -Ehh... no lo escuches, vamos por acá...- indicó Emiliano mientras señalaba un pasillo que le llevaría a otra parte de aquella casa de cultura.
  15. Aaron Augustine Black Ryddleturn. Flashback; 7 años de edad. http://scontent.cdninstagram.com/hphotos-xaf1/t51.2885-15/s306x306/e15/10986319_928867733843879_101375665_n.jpg @@Lyra Katara Selwyn -¡Genial!- exclamé cuando Lyra aprobó la posibilidad de llevarlo al castillo y me volví al cachorro- ya sabes Kai, sin comerse los animales del castillo Ryddleturn...- quizás el tigre no entendería nada de lo que le decía, pero parecía escucharme con atención. Ya después se habría zarpado un par de las mascotas de Lyra, pero eso quedaría como secreto de amo y mascota. Salimos de aquél lugar y el siberiano salió a la siga de un niffler que tomaba un arete de una vieja regordeta mientras colgaba de una viga, aferrándose quién sabe de qué. Miré a mi abuela y al ladronzuelo que salía corriendo por todo el pasillo mientras mi mascota le perseguía con instinto cazador. No sabía si reír o salir tras Kal. -¡Kai ven aquí!- le grité pero no hubo caso. Se encaramó en un estante y saltó hacia un pilar con un solo objetivo, el niffler. Cerré los ojos cuando un jarrón de cristal se vino abajo llamando la atención del público sin obviar a la vieja quién gritaba aterrada tomándose el lóbulo al no encontrar su joya. ¡Era un verdadero despelote!
  16. Aaron Augustine Black Ryddleturn. Flashback; 7 años de edad. http://scontent.cdninstagram.com/hphotos-xaf1/t51.2885-15/s306x306/e15/10986319_928867733843879_101375665_n.jpg El pequeño cachorro me siguió un par de pasos, cortos pasos de un chico de 7 años para luego quedar sentado sobre su trasero cubriendo su posición con la cola blanquecina de punta negra; sus ojos conectaron con los míos en una careta ladeada de íntima ternura. Sonreí con el mentón en alto y tras una infinidad de nombres y calificativos me puse en cuclillas. -¡Kai!...- Sí, era lo mejor que se me pudo ocurrir de momento. El cachorro levantó las orejas y me miró atento para luego lamer su pata y pasarla por el hocico ñato- ¡Kai, ven! El tigre siberiano comenzó la carrera hacia mí hasta lanzarse y tirarme de espalda; nos revolcamos un tanto y me levanté inclinando el rostro sonriente hacia Lyra. Quería un nombre corto y elegante que en algún momento, cuando el animal fuese adulto, sonara algo más elegante e imponente. Le enseñaría el castillo, dormiría en mi habitación, saldríamos a pasear juntos y no le faltaría nada mientras estuviese junto a mí. ¡Era mi primera mascota! y quizás el primer sentimiento bueno que guardaría sobre la coraza que me iría formando de adulto. -¿Te gusta el nombre?...¿crees que Evarela deje que duerma en mi habitación?- agaché la mirada fijándome en la punta de mis zapatos, esperanzado en que así sería- Cuando vaya a tu castillo me dejarás llevarlo ¿no?- jalé de su túnica y luego me volví al pequeño Kai para acariciar su nuca; ronroneaba. @@Lyra Katara Selwyn : off; Algo poco para empezar jeje, así conectamos nuevamente las mentes al rol. Un besote abu.
  17. @@Baltor que tal muchacho. Como dice mía yo soy solo un Black puesto que Black Lestrange es parte del nickname, pero mi personaje, Aaron Augustine Black Ryddleturn podría guiarte en roles o simplemente hacer uno ambos para que sueltes esos dedos. Te parece ? No pudiste haber tenido mejor suerte que tener de madre a Mía. Saludos cordiales.
  18. Aaron Augustine Black Ryddleturn Aquella mañana había despertado más tarde de lo común, algunos de los Black que habían sido invitados a la boda de Leah y Tauro ya habían emprendido camino a la celebración; quizás mi hermana también había ido temprano; yo acostumbraba a llegar tarde, de hecho, muy mala costumbre. Luego de la ducha me vestí con elegantes prendas en un tono grisáceo pastel, una túnica ajustada a mi esbelta figura con finos bordados en relieve que cortaban dos pliegues desde el cinto de cuero azul marino hasta mis rodillas, unos pantalones del mismo tono y unas elegantes botas de un corte bastante varonil lustradas al punto de apreciar el reflejo. -Señor... Me volteé para luego mirar a la altura de mi cadera. Mi elfo, Nius, me extendía el parte de matrimonio junto a mi varita en una formalidad de suma cortesía y respeto. Sin expresión alguna en el semblante envainé mi varita, guardé la invitación en un bolsillo interno a la altura del pecho y desaparecí en un espiral que quedó vagando en medio de mi habitación. Conocía la ubicación del Castillo Ivashkov por mi empleo de inquisidor en el Ministerio de Magia, sobretodo ahora que se acusaban malas prácticas de sus patriarcas; era parte de nuestra competencia desviar las acusaciones que se hacían contra casta mortífaga, ceñirnos en perseguir solo a la orden del fénix. Hoy en día todo era parte de una mafia, de una corrupción que estaba escapando más allá de los bandos rebeldes. Aparecí a unos cuantos metros de la verja, varias personas se encaminaban en elegantes trajes de etiqueta, unos más extravagantes que otros. Era una boda importante en el mundo mágico, la prensa tomaba fotos cuán celebridad contraía matrimonio el día de hoy. La decoración comenzaba desde que se pisaban los terrenos del castillo con una música lo bastante melódica para amenizar ambientes. Llegando a la puerta de entrada un hombre recibía las invitaciones y los abrigos que descubrían curvilíneas figuras de algunas brujas invitadas a tal evento; extendí la mía y crucé el umbral de los Ivashkov.
  19. Aaron Augustine Black Ryddleturn De camino a la Biblioteca; 7 año con @ -¡Espera!...- exclamé extendiendo mi brazo para que no avanzara; había hablado muy fuerte, por suerte y los tipos que recién habían pasado no escucharon-espera- volví a recalcar en un tono mas recatado mientras bajaba el brazo- no puedes, tú, no...- ¿como iba a explicarle lo del libro que andaba buscando?, recién le conocía y por mis jóvenes impulsos había dejado que me siguiese, ¡había sido un completo i******!. No podía perder esa misión- ...no dejaré que vayas sola...Isabella... ¡Claro que te acompañaré a la biblioteca! Su nombre siseó en mis labios para cuando volvía la gélida mirada gris hacia el final del pasillo. Saqué mi varita y tras volverme hacia a ella asentí en un gesto resignado de tener que unirme a su aventura para concretar la mía, tenía razón, debíamos apresurarnos. Seguimos al par de desconocidos por varios pasillos y escaleras, de vez en cuando nos esquinábamos mientras los mismos cercioraban que nadie los siguiese; de hecho alcancé a atajar a la bruja sosteniéndole de la muñeca para cuando uno de ellos escuchó una pequeña piedrecilla que patearon nuestros pies. -Si ves a alguien, mátalo... Crucé miradas con Isabella, estábamos caminando por la cuerda floja, por tanto cualquier maniobra en falso podría costar la vida del otro y por ello no tenía más remedio que entregar mi confianza y esperar lo mismo de ella. Pasé la diestra por mi cabello, peinando el flequillo castaño y rebelde que caía por mi frente en un acto de liviandad para cuando los tipos entraron en la biblioteca. Me apegué al cuerpo de la chica sintiendo el frío de la empedrada pared del castillo y bufé mientras negaba mirando el suelo ¿debería contarle el porqué le había seguido hasta allí? -¿Buscas morir aquí?- solté mientras quedaba erguido mirando la gran puerta de la biblioteca (cerrada) dándole la espalda. Me volteé nuevamente- ¿conocerlos? ...- callé un par de segundos- no lo entenderías de todos modos... No alcanzaba a dimensionar la gravedad del asunto, cuando en eso la chica me tomó de la muñeca para adentrarnos en la biblioteca; definitivamente no lo entendería, pensé; nos escabullimos entre los angostos pasillos, estanterías llenas de libros (inimaginables títulos), mesas, archivos que revoloteaban aún a esas horas de la madrugada (horario en que no había nadie más allí dentro). No los veíamos, habíamos perdido de vista a los encapuchados. Isabella pisaba mis pasos, en un momento escuché un par de voces y parando en seco me volteé hacia mi acompañante para topar perfil con perfil. Alejé mi rostro unos cuantos centímetros y le señalé el taconeo de las botas... Les seguimos hasta la sección prohibida, el ambiente era denso, tenso y a la vez intenso. Pequeños susurros que no provenían de apariencias físicas se escuchaban como murmullos por todo el sector, los libros, magias poderosas ocultas entre sus hojas. La risa de un niño me guió por un pasillo desconocido y sin perder de vista la cabellera platinada de la chica, me alejé un par de metros como si conociese el lugar al que me dirigía. -Vaya vaya, que tenemos acá...
  20. Aaron Augustine Black Ryddleturn. Pasillos de Hogwarts 7mo año. Con @ No alcancé a oír lo que decía la chica, más si pude notar que apresuró el paso hasta quedar caminando junto a mí. Sin detener mi andar le miré por sobre el hombro para luego volver la vista al frente y soltar un bufido. Esperaba no tener otro accidente por culpa de su inexperiencia (o al menos eso creía referente al Quidditch) o delicadeza de mujer; no es que fuera machista pero jamás había tenido un caída en mi carrera por el deporte mágico y casi lo tomaba como un acto de frustración en la edad compleja de los 16-17 años de edad que cursábamos en séptimo año. Los pasillos del castillo eran helados, con suaves brisas que con el tumulto del día no se notaban. Acomodé un par de veces el cuello holgado del camisón que había ajustado a mal traer por los pantalones; el hombro se descubría cada cierto intervalo. La verdad era que había salido de la enfermería para ir en búsqueda de un objeto que me habían solicitado en el salón de los Black, un libro de magia antigua, hechizos y maleficios que desbordaban los tediosos vocablos que debíamos aprender. No podía fallar en aquella misión, era crucial para demostrar la confianza que los líderes oscuros habían depositado en mí. -Piensas seguirme toda la no....- iba a finalizar cuando la chica me jaló del brazo hacia uno de los pilares que colindaban con el pasillo que daba camino a la biblioteca. Me había acorralado junto al concreto, sintiendo el contraste del frío en mi espalda y el calor de su cuerpo adherido a mi torso. Por unos segundos quedé perplejo, su respiración casi al borde de mi cuello y su mano aferrando firmemente uno de mis brazos hasta que pude escuchar unos pasos acrecentarse junto a la silueta de un hombre que se dirigía hacia donde estábamos nosotros. Tomé la calma en el asunto, comprendiendo que la bruja tan solo velaba porque no nos pillasen a esas horas fuera de la cama y mucho menos, de la enfermería. Quité suavemente la mano que me aferraba impidiéndome mirar de quién se trataba; puse el índice sobre mis labios para que la mujer no emitiese ruido extraño mientras que con mi otra mano le aferré aún más junto a mí para cuando le tomaba la cintura por su espalda. -Debe ser hoy... -¿No podemos hacerlo por la mañana? -Es peligroso, el libro no puede caer en manos equivocadas ¿traes la llave? -¿Que llave?, la sección prohibida no tiene cerraduras -¡La llave para la cerradura del libro i******! Poco a poco los pasos y las voces de lo que parecía un dúo de profesores o bien podrían ser estudiantes de otra casa, se perdieron por los pasillos de la connotada academia de magia hechicería. Agaché la mirada gris para toparme de sorpresa con unos grandes ojos del mismo color que parecían observar el perfil de mi mentón para cuando sostuve la oída de costado al pilar. Enarqué una ceja y me despegué de la bruja. -¿Hacia dónde te diriges?- pregunté mientras me acercaba al borde del pasillo por donde se habían perdido aquellas voces- deberías irte a la sala común de tu casa, niña... -volví a cerciorarme que ambas capas se habían perdido al final del sendero- ... ¿cuál es tu nombre?
  21. Aaron Augustine Black Ryddleturn. En la enfermería con @ (7mo año) La señora Pomfrey se había retirado del lugar con su pequeño farol danzando en su mano. La desconocida bruja volvió a sentarse en el borde de la cama mientras yo volvía a destaparme reprimiendo ciertas punzadas de dolor; recordé las palabras de la enfermera de Hogwarts "una semana" ¡Una Semana! definitivamente el muchacho (como creía en ese entonces) que me había lanzado de mi escoba recibiría un puñetazo por el dolor que me hacía pagar en ese instante. -Luce terrible...- agregué a las palabras de la bruja para cuando ésta extendió su delicado brazo. Pero no le dí mucha importancia, debía buscar mi varita para salir de aquél lugar; no aguantaba más el olor a pociones y medicamentos sin contar los frascos de la gran repisa junto a la pared del final que contenía quizás que cosas; la verdad era que a nadie le agradaba estar mucho tiempo en la enfermería. La luz de la vela sombreó la mitad de mi rostro para cuando presenté el elegante perfil de un Black; rostro delgado, mirada fría y labios finos. No tenía una nariz respingada como los señoritos de los Malfoy pero tampoco era tosca ni aguileña, sino una normal. El mentón, aunque rasmillado estaba, daba a mi rostro los rasgos varoniles que me definían a mis 17 años de edad. La varita se reflejó en el gris de mis ojos y la alcancé con cierta indiferencia. La chica parecía querer salir de allí también, no le culpaba, era lo que yo buscaba también. Su cabellera platinada se movía de un lado a otro como alma en pena. -¿Porqué tanta prisa?- cuestioné mientras veía como abría un par de centímetros la gran puerta de la sala de enfermería, como esperando a que no hubiese moros en la costa. Sin embargo no me contestó, limitándose tan solo a responder mi primera pregunta- ¿Accidente de quidditch dices?... La miré de pies a cabeza para cuando la misma se volteó a preguntarme porque había estado allí. Su cabello caía lacio por sobre sus hombros, era mucho más baja que yo, su pequeña nariz apuntaba mi rostro que demostrando cierta curiosidad denotó cierta molestia ante sus palabras. Sus ojos grises conectaron con los míos y me vi acorralándole una vez que di un paso para que cerrara la puerta con su trasero. -Tú ...- rocé mi nariz con el pulgar y me di media vuelta ¡No podía levantar la mano a una mujer!- ¡¿no podrías haberte fijado por donde sobrevolabas?! - cuestioné entre dientes (para que nadie más que ella oyera) mientras me volvía nuevamente hacia la bruja- ¡seguramente por tu culpa he perdido una semana aquí dentro!... Me acerqué al baúl a los pies de la camilla donde había estado en coma y al abrirlo pude notar que había una muda. No me importaba llevar aquellos short de lino como ropa interior, no me desnudaría en público, así que me puse unos pantalones sobre ellos y me quité la camisa de la misma tela dejando al descubierto un cuerpo esbelto, atlético y acorde a la edad. Tenía unos vendajes cruzando el pecho para afirmar el hombro y unos cuantas quemaduras producto del roce con la caída. Saqué los zapatos (parecía estar todo muy ordenado) y tras ajustar las agujetas envainé la varita al cinturón. No había ninguna camisa o ramera, por lo que tuve que volver a echarme encima aquél camisón que ajusté muy desparramado por los pantalones. -Agradece que eres mujer y tienes lindo rostro, bonita - sostuve mientras abría nuevamente las puertas sin temor- por cierto, Aaron Black... Sin más, puse un pie fuera del umbral y mirando a ambos costados me dispuse a encaminarme por los pasillos del castillo. No estaría un minuto más allí dentro.
  22. Aaron Augustine Black Ryddleturn. Enfermería; 7mo año @ A duras penas me quité la sábana que cubría mi cuerpo. Mi pierna derecha estaba vendada y podía notarse una fina línea escarlata sobre la blanquecina tela (parecía de días); como una fotografía, la imagen de una fractura expuesta envolvió mi mente y casi pude sentir nuevamente aquél dolor. Quizás por eso el frasco de "crece huesos" se encontraba a un costado de la camilla; logré alcanzar un vaso de agua a duras penas. -mier**... - solté en un quejido cuando logré sentarme apoyado en un gran almohadón. Quité la tablilla de mi antebrazo izquierdo y poco a poco sentí la mano mientras alternaba puño y palma un par de veces. Parecía ser de noche puesto que frente a mí, se encontraba un crío que parecía ser de primero, el mocoso roncaba como nunca y tras voltearme hacia el otro lado pude notar a una mujer que lograba sentarse al borde de la cama, parecía que le hubiesen apedreado. Respiró a duras penas y me dijo que lucía fatal, por lo que volví mi rostro al tenue reflejo de la ventana que daba con el respaldo de la camilla pudiendo notar un parche en la mejilla izquierda seguido de un rasmillón en la frente por el mismo costado....Otra imagen regresó a mi cabeza dándome a entender que me había arrastrado un par de metros. De todas maneras aquellas heridas parecían estar cicatrizadas. -No lo haces nada mal...- murmuré mientras le copiaba la acción quitándome el parche del rostro y aflojando el vendaje de la pierna para ver como lucía aquella herida- ¿que te ha pasado?- pregunté mientras fijaba la mirada en la cintura que iba descubriendo poco a poco. Unos pasos se escucharon desde el corredor, casi podía intuir que venían camino a la enfermería. Mis gélidos grises se reflejaron en los de la chica en un oculto mensaje para que se hiciera la dormida igual como hice yo. La señora Pomfrey se había levantado, arrastrando sus flojas y cortas piernas con unas desaliñadas pantuflas que recorrieron la sala. Con los ojos entrecerrados pude notar que miraba hacia ambas camillas (la mía y la de la bruja). -Pobres niños, ya llevan casi una semana allí...espero despierten mañana- susurró para sí. ¡¿Una semana?!......
  23. Aaron Augustine Black Ryddleturn Séptimo año; Estado de Quidditch. @ -Oye Black, ¿estás listo?- preguntó uno del equipo cuando se asomó por el borde del umbral. Un tipo ni que corpulento ni delgado ostentaba la clase de la casa. -Si, un segundo...- respondí mientras buscaba las protecciones para el dorso de ambas manos. Había acabado de ponerme aquella fastidiosa túnica verde y plata sobre la sudadera de Slytherin. Menuda cola que tenía. Subí una pierna sobre los asientos del camarin seguido de la otra para ajustar las hebillas que cubrían mis canillas y me dispuse a dejar el lugar mientras iba acomodando los guantes. Llevaba unas antiparras colgando del cuello nada más que mera intuición de que llovería aquella tarde por el cielo gris de la mañana; era mi décimo juego desde que había entrado a la academia de Hogwarts; el Quidditch era rudo, lo mejor para una edad difícil. Cuando me junté con el equipo todos parecían estar concentrados en ganar aquél encuentro, no había ánimos de festejar, los Slytherin no eramos así. El público se escuchaba en murmullos por un encantamiento silenciador que nos permitía afinar las últimas tácticas de aquél partido; mis gélidos grises pasearon las coordenadas que debía seguir y cuando se abrió la puerta el gentío ensordeció la brisa que flaqueó mi cabello y la túnica en una sola dirección. Alcancé mi escoba con la diestra y salimos formados cuan milicia muggle. El sonido del silbato apenas se escuchó cuando la quaffle se elevó en el aire, las bludgger salieron disparadas y la snitch se perdía en las nubes que terminarían por empapar las gradas. Había acomodado bien las antiparras, la túnica verde y plata flameó cuando salí a gran velocidad aferrado al mango de la escoba y sentí un millar de gotas dar como aguja contra el rostro... Tomé la quaffle con gran agilidad mientras se suspendía en el aire sin nadie que la reclamase; la lluvia se hacía cada vez más fuerte; lancé el pase y surcando un par del equipo contrario logré elevarla para cuando me la devolvían con la cola de la escoba, ya el otro de la táctica cumpliría con el cometido y comenzaríamos anotando los primeros puntos. El público estalló nuevamente. Los bateadores hacían muy bien su trabajo, excepto por una que casi me parte la nimbus en dos; llevábamos más de hora y media de juego, la ropa era pesada y la respiración era agitada. Llegar al otro extremo era cruzar una cascada cayendo del cielo y el partido se había elevado a unos 30 metros del piso. Veía la quaffle nuevamente, allí suspendida pidiendo que la abrazaren... me dispuse a alcanzarla con gran velocidad y .... Sentí un golpe ahogado en el costado de mi tronco, el balón de anotaciones se alejaba de mis manos y me veía envuelto por otro jugador. No tenía mi varita como para reducir el impacto, de hecho no nos dejaban utilizar la varita en el Quidditch. Había quedado sin aire, cayendo en medio de la cancha desde una altura que me habría costado la vida. Quizás los milagros si existían.... **** No recordé como había impactado, no sabía con quién me había visto envuelto en aquél accidente; cosas del juego dirían algunos. La verdad es que desperté bastante adolorido en una camilla de la enfermería en el castillo. Estaba con una camisa de lino blanco y una sábana que cubría hasta un poco más arriba de la cadera, mi brazo izquierdo se sostenía por una tablilla aferrada a mi pecho y podía ver uno que otro rasmillón en el. A duras penas moví la cabeza por sobre el hombro para percatarme, a vista borrosa, que tenía un frasco de crece huesos sobre el velador. Mis labios estaban partidos y un aire de impotencia comenzó a invadirme por completo...
  24. OFF: Edito porque solo leí el ultimo post de la primera página xDDD lo siento. ¡Ya uno esta sin voz! la demente criatura había arrasado con su garganta de un mordisco. Se podía observar una hora de inferis caminar torpemente por los terrenos del castillo. El cielo gris de la noche parecía caer desconsoladamente en aquella lluvia torrencial que trizaba su color conjunto a los rayos imperantes que destellaban en cada intervalo posible. Los muertos asechaban la ostentosa estructura, lentos, intimidantes, eran demasiados para el mismísimo señor tenebroso; algo pasaba aquella noche lo cual hacía parecer todo muy extraño; lo mismo había pasado con el castillo Black ¡Se habían colado por los túneles! -¡Rápido est****o elfo!- exclamé mientras corría bajo la lluvia, sintiendo el peso de mis zancadas en el lodo, en el húmedo césped. La criatura doméstica cuidaba de al puerta de entrada ¿Quién dejaba un elfo a cargo de la entrada en Hogwarts?. Mis prendas estaban empapadas y sin dudarlo me abalancé en una estela de humo negro para cruzar el umbral del famoso colegio; poco me importaba si los demás se daban cuenta que un mortífago había entrado en Hogwarts. La puerta se cerró de golpe.
  25. Episkey; pensé al minuto que sentí un fino corte que me ocasionó el tripio-sectusempra de la fenixiana. El efecto fue inmediato y la herida comenzó a sanar, pero en eso sentí otra rasgadura fría muy cerca del primer corte y al parecer ese ataque había sido más fuerte que cualquier sectusempra común y corriente, por tanto pensé en otro episkey, mientras sujetaba aún mi varita en mi mano para curarme por completo de aquél ataque. Miré mis prendas y noté como la sangre que estaba a manchones, comenzaba a reducirse hasta quedar tal y cual como había llegado a ese punto de reuniones plumíferas. MIs gélidos grises buscaron de donde provenía aquél ataque, pero todo estaba muy movido allí dentro, excepto para la araña que salió de su escondite, sí, aquella que había convertido en la barra del local. Bajó con su telaraña hasta quedar en el cuello de la fenixiana (Arya), para inyectar su mortal veneno con una pequeña mordidita.

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