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Arya Macnair

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Todo lo publicado por Arya Macnair

  1. Valle de Godric La aparición fue tan limpia como la sutura de un cirujano. Metí un pie por el tajo atemporal y tras parpadear ya pisaba un suelo completamente distinto al de la Fortaleza Oscura. El clima del valle, por el contrario, era casi idéntico al primero, húmedo, frío, gris. De pronto me sentí sumida en una profunda tristeza y aún no cruzabamos el arco principal. Miré a Cissy, al final su prometido decidió acompañarnos, no debía ser una genio para comprender que no se fiaba de mi, cómico porque allí lo único asesino de mi persona era el dolor de ciático que me aquejaba desde la mañana y por el que portaba una cara de perro constante. —A lo que vinimos, tortolos. Cuánto antes nos vayas mejor, éste sitio me deprime Hades no me conocía, evidentemente, ni en lo más mínimo, más Sybilla entendería que la empatía que solía tener con las personas también de traducía a los espacios y objetos, era una especie de hiper sensibilidad a las emociones ajenas, don que se intensificó tras el embarazo. Y el Valle de Godric era un núcleo de sentimientos fuertes. A lo lejos, lo primero que ví fue una especie de obelisco, que a medida mis pies hinchados me permitieron adentrarme en el mítico pueblo natal del fundador Gryffindor se transformó en la estatua de dos amorosos padres abrazando a su pequeño hijo. Se me retorció el estómago, debo ser sincera, giré la vista obviando esa parte de la historia que como madre me afectaba el buen juicio, aunque la morena bien sabía que mi lealtad nunca había estado en el señor tenebroso, sino más bien en los ideales Grindelwalistas. Gellert Grindelwald fue antecesor a Lord Voldemort, y si bien transitaban la misma senda uno poseía sólidos fundamentos y no solo temor y muerte entre sus manos. Arrebujé mi abultado vientre dentro del abrigado saco largo como si eso protegiera a mi hijo de la maldad que el mundo amasijaba desde hacía años. Más allá de la estatua no había demasiado, lo que todos conocían mejor dicho, por la misma historia. Casitas altas y bajas, marrones y negras, con tejados de todas las formas, una pegada junto a la otra sin desperdiciar un centímetro de espacio. Si el camino se seguía recto encontraríamos el cementerio, según podía ver, al menos conservaba una buena visión y las lápidas con diferentes formas se alzaban en la colina. Había una oficina de correo con las ventanas tapiadas de manera cruzada pero la puerta te invitaba a entrar, cosa que llamó bastante mi atención. Éramos tres los que escudriñamos el paisaje en busca de pistas cuando las campanas de la única iglesia en pie comenzó a sonar. Del susto casi se me sale el corazón, o mejor dicho, casi doy a luz allí mismo. Cissy me miró, por supuesto, se volteó con tanta violencia clavando sus esmeraldas en el niño que me dolió. Toqué la zona en dónde sus ojos anclaron, todo estaba bien, o eso susurré, lo cierto era que por poco me infarto. —Con un demonio, desgraciada campana. Est.upido pueblo silencioso, quién mete éstas locas ideas en mi cabeza ¡Agh! Las campanas volvieron a sonar. A juzgar por la posición de la luna,tras las densas nubes, serían las cuatro o cinco de la madrugada, el sol aún no saldría por lo que la única luz que nos acompañaba era la de tres faroles estratégicamente colocados en las calles. Por la neblina, la iluminación parecía solidificarse, creía que si intentaba tocarla, podría. De pronto, mi oído se aguzó. En la muñeca derecha llevaba un precioso brazalete con pequeños dijes de distintos motivos, éste emitió una leve vibración que me hizo cosquillear el brazo. Alerta contra enemigos, pensé. —¡Cissy, seis en punto! La voz que brotó de mis labios fue suave pero firme, debía de escucharme tanto ella como su prometido, pero nadie más. Por el rabillo del ojo fui capaz de ver como alguien se asomaba tras unas cortinas y luego desaparecía cerrando las pestañas desvencijadas de la ventana. Nos estaban espiando, alguien sabía que estábamos allí ¿Eso sería bueno o malo? Cómo sabíamos que no debía ni podía, adopté mi forma animaga con cierta dificultad. Siendo médico sabía perfectamente que aquello era riesgoso, más para mí que para el bebé, pues estaba forzando la magia que había dentro de mi por dos. Eran dos latidos, dos ritmos sanguíneos, dos seres diferentes. Muchos sabían que casi llegando al término de un embarazo no se debía emplear la animagia. El chacal aulló a la noche cerrada. Troté hasta pegarme a la pierna de la mujer, marqué mi olor en ella, algo que no podía evitar cuando me convertía para determinar qué era de mi propiedad y qué no, aunque se suponía que mi espíritu era salvaje, y adelanté el paso rumbo a la iglesia. Agudizado mi olfato, la memoria de la colilla de cigarro en el bolsillo del saco que Sybilla tuvo que recoger del suelo pedregoso, apuntó a dicho lugar, el que casi me deja sorda con esa bendita campana. La historia decía que el Valle de Godric era un recatado pueblo donde los magos y brujas vivían mezclados con muggles para protegerse. Conocía que la mayoría de sus habitantes habían muerto ya, en circunstancias terribles y sangrientas, pero estaba segura de que algunos pocos aún residían en el fantasmagórico lugar. > pensé. Lucan no me permitiría el ingreso al clan si no le demostraba mi valía.
  2. En ese momento era una sombra, una malévola versión de mi misma. Oía lo que debía oír y más también. El vapor que despedían algunas barcazas a orillas del puerto me ponían la piel de gallina, tenía el corazón latiendo desbocado dentro del pecho, aquello hacía que le faltase un poco la respiración y debido a la humedad constante del valle, hacía demasiado frío. Fruncí el ceño —se me helarán los pulmones— pensé a continuación, frotaba mis manos con ahínco desde el arribo no había despegado la vista de Lucan. Sabía que cuando volteaba hacia los aprendices algunas de sus rígidas miradas iban dirigidas a mi persona. Ante sus ojos era débil, la más débil de la manada, aquella que dejan atrás para que muera de hambre porque les hace perder el tiempo. Y no porque fuese mujer o estuviera extremadamente embarazada, sino porque había sido capaz de ver muy dentro de mi y comprender que todo aquello que servía como arma de doble filo era a lo que más me aferraba. La familia, los amigos, la sangre capaz de traicionar, los fantasmas del pasado. Una parte de mi no podía soltar el recuerdo de Aziid, su presencia en mi inconsciente era una herida abierta a cuenta gotas. Años atrás fui capaz de encadenar ciertos recuerdos y aunque éstos no se paseaban por mi cabeza a sus anchas, seguían matándome silenciosamente. Incluso la ausencia de Oniria y los gemelos, en cuanto y en tanto no dejara correr agua bajo ese puente, no podría avanzar ni permitir que otras nuevas aventuras me acompañasen. "Levántate y demuéstrame que estoy equivocado, solo te daré una oportunidad" Eran las palabras duras que Lawless me dedicó, el viento las arremolinaba en mis oídos, intentaba callarlas encogiéndome en el tapado oscuro que traía puesto pero aun así se volvían susurros finos como agujas. Alcé la mirada un segundo por sobre los tejados, allí donde la neblina y el humo se volvían una capa anterior al cielo y me perdí una eternidad hasta que alguien tomó mi mano y jaló de ella. Me sentí un globo entre las pegajosas y tibias manos de un bebé. Sybilla me observaba de soslayo, con el ceño algo fruncido y la nariz arrugada, típico gesto Macnair, su brazo derecho haciendo una contorsión algo extraña buscando llamar mi atención al frente. Algo sucedía. Noté la tensión en mi vientre, el pequeño al que aun no bautizábamos se removió inquieto mientras los tres líderes de clan se arremolinaron alrededor del prisionero. En ese entonces había estado unas filas atrás pues la tortura para mi personalmente siempre fue irrelevante e innecesaria. Luego se quedó completamente inmóvil, tanto que me asustó. Sabía de mujeres que habían perdido a sus bebés por un susto muy fuerte pero no que fuese el nonato quien se asustaba. —¿Quién es ese?— Le susurré a mi tía, tenía el mentón pegado en su hombro y por la circunferencia de mi vientre la topé hasta hacerla tropezar, por lo que me tuve que disculpar. Ámbar había nacido prematura, jamás llegué a tener tamaño abdomen, parecía un globo terráqueo y cuando la sensibilidad me aquejaba hasta las lágrimas Howard se partía de risa. Al vuelo atrapé algunas frases y palabras sueltas que me ayudaron a comprender que aquel sujeto era una especie de "Rumpelstiltskin" adicto a la nicotina y que al parecer no pedía nada a cambio por la valiosa información que acababa de soltar. —No confío en él Agregué, pero tan bajo que quizás ni Cissy me oyó. Tenía los dientes apretados. Más no hizo falta que alzara la voz y me mostrara en disconformidad con la naturalidad que todos adoptaron ante el pergamino entregado por el jorobado trovador, pues éste desapareció en un santiamén. Al parecer nos enfrentábamos a una especie de secta con propiedades mágicas y la absurda idea de que proteger a los muggles era lo esencial. Bufé un poco, el vapor brotó de mis labios como humo de las chimeneas contiguas, se notaba mi descontento pero a nadie le importó, rápidamente todos querían correr tras un punto geográfico conocido o desconocido para dar con los seguidores de "El Santo" y ser bien vistos por el trío. Apreté la mano de la morena antes de abandonar mi puesto a su lado y dirigirme por el flanco izquierdo de Alpha. —Yo podría tratar de descubrir quién era ese sujeto, quizás el pergamino que nos dejó esté impregnado de su esencia y pueda decirme dónde encontrarlo. No confío en una valiosa información proveniente de un total desconocido. Aunque todos podían escucharme solo me estaba dirigiendo a Lucan. Esperaba que Zoella estuviera de acuerdo conmigo y me prestara el pergamino, o la colilla de cigarro también servía. Caminé hasta donde el jorobado estuvo, pisé la braza aun ardiendo y me la guardé en el bolsillo del saco. Al voltearme Demian veía a Anthony, éste a los líderes, Zoella al prisionero y Hades a Cissy ¿Pero a quién veía ésta? por supuesto, a la única persona que entendería su retorcida mente. —Iré contigo. Sentencié, pero no la estaba mirando, sino más bien a Ragnarok. Él podría estar seguro de que la cuidaría si él prefería ir a un sitio más peligroso que El Valle de Godric, pero también era bienvenido a acompañarnos pues dos mujeres y un bebé parecía más el título de una película que un verdadero momento de espionaje. El bebé pateó, ese pequeño renacuajo adoraba tener a Sybilla cerca, que descarado ser. Saqué mi varita sin mas preámbulo, apunté a la nada, allí donde la oscuridad se espesaba a falta de una luna y conjuré un Fulgura Nox que nos trasladaría puesto que en mi estado no podía emplear la desaparición o los trasladores.
  3. Ámbar Delacour Cuando Zoella me miró no hice más que ruborizarme y esconderme en el lugar, acción de toda niña más no de su madre. Le devolví la pícara sonrisa evocando un viejo recuerdo, algo que escuché decir a mi madre, ebria, una noche en la Mansión. No era más que un bebé y me habían invitado a una esplendida feria mágica. Conservaba algunos vívidos flashes de luces, dulces y risas, Leah me había hecho pasar la mejor tarde de mi vida ¿Pero dónde estaba, originalmente, mi progenitora? Arya fanfarroneó que había intentado ligar con una Triviani de mucho poder en esa ocasión ¿Y quién tenía más poder en la familia que su, ahora, tutora? porque Jeremy no podía ser, tía Anne la colgaría. Sacudí mi cabeza, no podía ponerme a pensar en la promiscuidad de mi madre en plena clase de pociones. Así que, si me enseñaban a recrear aquel poderoso elixir lo utilizaría con sapiencia. O tal vez no, no debían esperar mucho de mi, solo tenía once años. Una parte en mi interior se retorcía por abolir la madurez que el apellido y la sangre me otorgaba. La otra solo se preocupaba por quien le hacía latir más fuerte el corazón, Insomnia o Rohana. ―El Departamento de criaturas mágicas me otorgó el permiso de crianza para la utilización de sus huevos. Dije, debía demostrarme importante como lo era quien encarnaba a nivel medicinal. Además, aquella información era totalmente cierta. Rohana volteó a verme por vez número mil desde que arribamos. Arya había transformado las áreas de tortura de la mansión Macnair en centros acondicionados para determinadas especies que le permitían la recreación de pociones mágicas, así como plantas y demás. Aunque la mayor adquisición o mi verdadero amor, era la serpiente cornuda. La mujer asintió como si no fuese muy relevante lo que acababa de decir y prosiguió entregándome los ingredientes para la poción de la verdad. Tomé nota mental ―era muy buena para ello― y busqué entre las hojas del desvencijado cuaderno que me tendió. No se parecía en nada a los que las Matriarcas tenían en casa, tan pulcros e impolutos, pero al abrirlo y ver que estaba escrito a puño y letra me gustó más, aquella bruja despertaba deseos de aventura en mi interior. Preparada ya, asomé la nariz por sobre el caldero y arrojé la pluma de fénix revolviendo con frenesí y euforia. El agua no tardó en volverse anaranjada, cosa que me emocionó demasiado. La temperatura sería media, casi fría, sentí que debía encender el fuego una vez máspero me contuve, no quería arruinar la poción. ―...cortamos el... ¡iugh...!― leí de soslayo las anotaciones de Zoella, rebusqué en mi morral hasta encontrar una pequeña navaja y con los ojos entrecerrados troceé el dedo de Grindylow. Arrugué la nariz cuando empujé la extremidad mutilada al caldero y el pelo de unicornio. ―Revolver... esperar cinco minutos Sentía que el tiempo se volvía eterno. Clavé los ojos en el reloj de pared, miré el sol que se colaba por alguna hendija y sin demorarme un segundo más vertí el agua del río Nilo, machaqué el acónito y terminé de arrojar hasta el último de los ingredientes revolviendo con paciencia como lo decía al margen de la hoja, como si fuese una anotación de la anotación, resaltado y con una flecha. Encendí entonces el fuego, a nivel moderado, y aguardé todavía revolviendo, a que el líquido se tornase color cielo. Asomé la nariz por segunda vez al caldero, dejé el cucharon a un lado y apagué el fuego. Lentamente la poción se volvía translúcida y mi emoción fue totalmente difícil de ocultar. Tapé mi boca ¡Demonios! estuve a punto de gritar como una adolescente a la que le obsequian pases gratis para la famosa banda Las Brujas de Macbeth. ―¡Por Merlín!― exclamé, convencida de que Arya no lo hubiese dicho así, aquella mujer era una máquina de soltar improperios. ―¡Lo he conseguido! Zoella me miró por sobre el hombro de Keaton, vi la alegría en sus ojos. Por todos los Dioses, qué bella mujer, incluso sin cabello. Reí un poco, luego de que los nervios desaparecieron fue que noté que estaba calva ¿Por qué estaba calva? que loco. Y por último dejé caer la mirada a la nota final en la hoja, algo que me serviría seguramente para no ser descubierta. "Además la persona bajo los efectos de esta poción solo dice lo que "cree" que es verdad, así que tampoco se podría saber con certeza algún hecho preguntado." Tomé un frasco vacío, procurando que el líquido se hubiese templado ya y lo volqué en su interior poniéndole rápidamente el tapón.
  4. Arya Macnair

    Nigromancia

    El encuadernado tomó bajo mis palmas un calor agradable. Rápidamente se abre como un capullo en plena primavera y absorbe el carmesí de la sangre que finamente manaba de mi índice, es con éste que comenzó a teñir sus páginas, nutriéndose de la ofrenda, dejándome entrever algunas de sus palabras, conocimientos e historias. Pero todo parece convulsionarse de un segundo a otro. Volteo, presa de la curiosidad, algo molesta ¿qué más podía hacer? era consciente de que ya no podía hablar, maldecir o cuestionar, más lo único que pude apreciar fue una sombra que perturbó la tranquilidad del Grimorio. Báleyr estaría por allí, el carraspeo me sonó familiar; y aun sin estar totalmente segura de que me hubiesen quitado el habla, psicológicamente sentí la privación. Inquirí frunciendo el ceño. Mis labios no se movieron Las páginas del enorme libro se pasaban con tal violencia que un leve viento hacía ondear mi cabello rojizo. Centré la atención en éste, tarde o temprano debía detenerse y prono lo hizo. Retuve las hojas entre las manos, haciendo cierta fuerza, con los ojos pegados a lo que allí no se veía, todo estaba completamente en blanco. Frustrada volví a mirar hacia el Arcano pero rápidamente me giré ¿Qué oía, qué era eso? acerqué el rostro al Grimorio, lo torcí un poco casi sintiendo que las hojas acariciaban mi oreja izquierda. Un susurro ininteligible se coló en mi sistema auditivo, alterando por completa al sistema nervioso. Era como si una mano fantasmagórica me hubiese tomado por la solapa del abrigo y me mantuviera cerca, cautiva, respirando el vaho que le salía por la boca al hablar. Sentí mareo, las palmas se cerraron en presionados puños reflejando la molestia que aquejaba mi cabeza. Todo aquello no duró más de unos pocos segundos. Cuando creí que caería al suelo y vomitaría frente a un Hechicero legendario, el martirio acabó. Parpadeé, intenté incorporarme un poco mientras el aire oxigenaba músculos, sangre y cerebro hasta que logré sentirme totalmente entera. Entonces ante mi un cegador halo de luz se contorneó como una perfecta mujer. Parecía bañada en leche, era un haz de luz de luna ¿Se trataría de una piedra preciosa, una perla quizás? La miré maravillada. Ella se presentó como Cirse, allí mi interés olvidó por completo a Báleyr, era la fémina la de las respuestas. Aunque... Cirse continuó hablando, llamándome maestra ¿Qué era esa sensación? las cuerdas vocales me vibraron en la garganta sin haber yo hablado, me hormigueaban. ¡Era mi voz! La impresión hizo que empalideciera y tuviera que volver a sostenerme del Grimorio, como si éste fuese mi escudo frente a la inminente batalla. Pero Circe no buscaba hacerme daño alguno, más bien enseñarme. Pensé un momento sus palabras, asintiendo a la pregunta sobre si conocía las sendas, ciertamente algo había leído ¿Pero cómo sería capaz de responderle al eco de mi voz y su existencia se debía a la ofrenda hecha rato atrás? —Las sendas...— Dije para mis adentros y para sorpresa lo que en mi mente resonó, también lo hizo en la oscura mazmorra —...son eslabones del aprendizaje. Su orden importa, al principio. O mejor dicho, para poder adquirirlas todas primero se debe tener total conocimiento sobre la Senda del Sepulcro Aguardé a que las palabras se perdieran un poco proseguí. —La Senda del Osario se ocupa principalmente de los cadáveres y de los métodos por los que las almas muertas pueden regresar al mundo de los vivos, temporal o permanentemente. Y La Senda de las Cenizas permite a los nigromantes observar las tierras de los muertos e incluso afectar a los objetos y criaturas que las habitan. Ésta última se considera ciertamente más peligrosa, pues cuanto más contacto tiene un Nigromante con la tierra de los muertos más vulnerable se torna a los entes como fantasmas, entre otros. Una segunda pausa, Circe parecía curiosa frente a mi conocimiento, yo por otro lado, aun estaba pasmada por no mover los labios y poder hablar a través de ¿qué, la mente? aquello era verdadera magia antigua. —Pero como bien dije, éstas dos no servirían de nada o nadie tendría acceso a ellas sin tener vasto conocimiento sobre la primera. La senda del sepulcro permite ver, invocar y dar órdenes a los espíritus de los muertos. Guardé simbólico silencio, quizás la mujer se apiadase de mi ofrenda y me devolviese la voz, aunque eso significase pedir otra cosa a cambio. Cosa que estaría dispuesta a dar ahora que había tenido una pizca a modo de prueba.
  5. Ámbar Delacour En un principio creí que nos había descubierto. En algunas reuniones Macnair oía hablar a las Matriarcas sobre sus compañeros e incluso sobre el enemigo, mi madre nunca paraba de mencionar lo sorprendida que Zoella Triviani la tenía, lo orgullosa que se sentía al verla llegar tan lejos, quién fuese aquella bruja. Palabras que ciertamente nunca la oí expresar hacia mi persona o sobre mi, no aún; no estaba celosa de Zoella, ni mucho menos, más ahora comprendía las palabras de Arya. Solté la pluma, con una risita nerviosa, lo más rápido que pude, la impresión de haber utilizado un traslador por primera vez me hizo quedar como tonta. ―¿C-cuál… ese de allá? Tartamudeé. El siguiente comentario sobre la poción multijugos me tomó por sorpresa, sentí que los músculos se me congelaban al tiempo que con el índice señalaba el objeto obvio, el tobo de agua. Noté la mirada perpleja de Triviani, como si me fuera a preguntar si estaba bien o si había consumido mandrágora por error. Mis ojos verdes ―o más bien los de Arya, porque los míos originalmente eran caramelo― volaron hacía Rohana, si la bruja en cuestión comenzaba a sospechar segundos transcurrida la clase, estábamos en serios problemas. Más intenté seguir con el papel de Mago Oscuro, mi madre era una persona respetable. Además, quién nos metió en el lío era yo, nuevamente ya no podía echarme atrás. Bordeé el pupitre con cuidado de no tirar el pesado caldero y fui en busca del agua para calentar. Incendio, musité al estar de regreso. La punta de mi varita chispeó, tuve que repetir el hechizo ¡Vamos que estoy en primer año de Hogwarts! ¿Qué esperaban? La descendencia de Pik tenía una línea en común, el gusto por la transformación, no por muchos otros hechizos. Cuando el fuego acarició la zona cóncava del caldero el agua no tardó en hervir. Fue cuando la Profesora Triviani volvió a acercarse a mi regalandome unas cuantas palabras acerca de las pociones. Comenzaba a emocionarme, realmente quería aprender sobre el tema aunque debía mostrarme algo ¿Aburrida? Pues mi progenitora era Cirujano Mágico. Aún así, mala mía, no lo pude evitar. ―¿Va a enseñarme cómo crear Veritaserum? Me brillaron los ojos, detrás de la voz de mujer se escondía la emoción de una niña. Pero rápidamente y antes de que me conteste, volví a concentrarme y fui señalando los ingredientes que había en la mesa, no los que yo traje, sino los entregados por la calva. Dejaba caer mis párpados entre ingrediente e ingrediente para apreciar aromas, colores y formas, eso activaba mi memoria, me había criado rodeada de todo aquello. ―¿Esencia de Doxy? Señalé un frasquito rosado. ―¿Dictamo? No estoy segura de éste Me rasqué la barbilla ―Y creo que éste son cáscaras molidas de huevo de Ashwinder, muchos dicen que sirve para crear pociones de amor Alcé mis cejas dos o tres veces haciendo énfasis burlista en las últimas palabras.
  6. ¿Qué más podía hacer? Sonreí ampliamente pero detrás de aquella fila de dientes blancos se reflejaba mi instinto asesino. Por una fracción de segundo olvidé lo mucho que adoraba a mi "sobrino" y sentí esas antiguas ganas de asfixiarlo. Pero Aidan había dejado hace tiempo atrás la casilla de pariente, cercano o lejano y estaba a cien años luz de adorarlo, lo quería, lo quería muchísimo aún y cuando todavía no me atrevía a decir que lo amaba. Limpié el polvo inexistente de la pechera de jean y terminé de abrirme paso entre la gente sacando la zurda del bolsillo, mi cerebro entonces se debatió entre borrarla esa sensual y socarrona sonrisa de una sola bofetada o hacer lo que al final hice. ⸺Éste perolito no ha dejado de sonar en todo el trayecto hasta aquí, creo que se descompuso. Con el puño cerrado le devolví el pequeño celular negro con bordes plateados que hacía algunas semanas me obsequió. El instrumento Muggle de comunicación se incrustó en su pecho como una bala perfectamente dirigida para matar. Le repetí cientos de veces que no quería algo así pero él insistía e insistía hasta que no tuve más remedio que aceptar, solo por verle complacido. Sybilla tenía uno, lo sabía. Mi sobrina tenía otro porque eran brujas modernas, incluso Ámbar me pidió uno también a lo que me negué excusándome con su corta e inmadura edad. Yo en cambio, sin admitirlo demasiado, era una bruja chapada a la antigua. El único objeto enteramente Muggle que portaba encima era un pequeño Bipper que me habían dado en la clínica e incluso a éste estaba pensando en encantarlo para agregarle una que otra función. En respuesta besó sutilmente la comisura de mis labios y casi como reflejo acaricié la parte trasera de su cabeza, allí donde el cabello era fino y más corto. Apoyó su frente en la mía guardándose el celular en el bolsillo y me disculpé por lo bajo, no había querido demorarme aún y cuando esa pareció claramente mi intención. Mi llegada fuera de horario seguramente fastidió a Cissy. Aún así allí estaba, sonriente y rozagante. ⸺Felicidades por la fiesta, fue todo un éxito. Y por...⸺ me ardieron las palabras ⸺la futura integrante de la familia. Mis ojos se abrieron enormemente. Una de mis manos presionaba con dulzura su hombro. Quizás lo que sentí fue un último resquicio de mi magia heredada; la sangre de la bebé me cosquilleó en la palma de las manos, sentí un suave aroma a flores, a variedad de flores incontables. Sonreí. No estaba segura si mi tía y Hades lo sabían o no, si se trataba del don de la videncia hablando a través de los sentidos, pero de lo que sí estaba totalmente segura era del sexo del bebé. Las Macnair dominarían el mundo algún día. ⸺¿Cómo te sientes? No puedo creer que me haya tenido que enterar de casualidad, podría ser muy riesgoso si no tomas los recaudos necesarios. La regañé por lo bajo, sin cariño. Su cuerpo era de barro y arcilla, había sido muy inconsciente al engendrar vida. Pensar, solo pensar que por segunda vez podría ser responsable de su muerte me causaba escalofríos y me anudaba la garganta. Se me aguaron los ojos y fruncí los labios. ⸺De ahora en más te estaré vigilando. Sentencié, con la voz medio quebrada, entre amenaza, advertencia y ruego. @
  7. Hospital San Mungo. Salvoconducto hacia San Mungo. Traslador hacia hospital móvil protegido. No daba crédito a lo que me estaban diciendo. Hades me miró directamente a los ojos y las palabras que salieron por si boca fueron mudas ¿Quién se metería con los bebés? toqué mi vientre, la vida que allí se gestaba no emitió un solo movimiento, se sentía segura dentro de mi. En ese momento me habría gustado ser la muchacha frágil a la que todo mundo protegió siempre de las barbaridades que sucedían día tras día en el mundo, la que Aidan tanto aborrecía, poder llorar en el pecho de alguien que solucionaría todo en mi lugar. Pero no, aquella muchacha había muerto hacía algún tiempo y no existía ni la más remota posibilidad de que volviera a la vida. —Si creamos un salvoconducto desde Hogwarts hasta aquí volverán a atacarnos. Mi declaración se oyó segura, tan segura como que la predicción era certera. Buscaban vulnerarnos, sino no se explicaba un bombardeo simultáneo a la mayor institución mágica, Hogwarts, al hospital con más capacidad de Londres, San Mungo, y al propio MACUSA en Norteamérica, así como nuestro propio Ministerio de Magia. —Debemos crear una distracción. Hacerles creer que vendremos aquí y desviar el transportador hacia las tiendas móviles, estoy segura de que a más de una Sybilla las escondió tras barreras mágicas Volvía a repetir algo en lo que creía fuertemente. Mi tía era una bruja impecable. Más me preocupaba el como reaccionaria cuando supiera lo de los bebés. Arremangué con cierto nerviosismo la bata de sanadora y me hice una alta cola de caballo para que los mechones no se atravesaran en el campo de visión. Hades y yo no éramos más que compañeros de Bando, nada más nos unía por el momento, así que mi siguiente movimiento también fue extraño para mí. Toqué su hombro, busqué darle un poco de aliento pues sabía el peso que acababa de recaer sobre él y le informé que me haría cargo de la campaña al colegio con algunos pocos enfermeros e instrumento médico para hacer aguantar las heridas hasta que los niños y profesores estuvieran a salvo. La idea era un tanto descabellada, pero todos los que me siguieron lo hicieron a propia voluntad. No obligaría a nadie jamás a poner su vida en riesgo. Fueron cinco enfermeros los que desaparecieron dentro del haz de la noche, encabezados por Laura, mi personaje favorito, mi mano derecha en todo caos. Tres de ellos deberían reunir a los supervivientes del bombardeo en Hogwarts para traerlos consigo. Haríamos creer a cualquier escucha que nos dirigíamos a San Mungo cuando en realidad a mitad de camino, en una bodega que almacenaba la blanqueria del hospital, les estaría esperando un cuarto enfermero con trasladores. Estos trasladores los llevarían a mi, al quinto hospital móvil que Sybilla hubo alzado antes de meterse en la boca del lobo. —Trae a mis hijos en una sola pieza, Laura, o no regreses. Le susurré mientras la abrazaba. Nos queríamos como dos buenas amigas, o como amo-mascota. Más bien como quien siente remordimiento y quién tiene una deuda que saldar, pero nos queríamos. La vi asentir antes de cruzar el portal oscuro junto a los tres enfermeros que le secundaban, el último de ellos debía correr en sentido contrario hacia las bodegas, esconderse y aguardar. Por mi parte, para no arruinar el plan en mi desespero por saber en peligro a Ámbar, partí en busca de Cissy al frente de la primera tienda de campaña, ella sabría cómo calmarme, o eso fue lo que pensé. El primer hospital móvil fue localizado y amedrentado. Todos los allí presentes buscaron resistir hasta el último segundo y cuando se vieron superados en números fueron los médicos los primeros en desaparecer con varios pacientes hasta que solamente quedaron empleados del departamento de seguridad mágica, enfermeros y cadáveres. Parecía una broma de mal gusto, me acababan de arrojar al ojo de la tormenta, tuve que agacharme y casi lanzarme detrás de una camilla tumbada para no recibir un rayo perdido. —¡Señorita Macnair!— entre tanto estruendo y griterío pude oír que me llamaban. Me giré en varias direcciones. De pronto los gritos cesaron, los disparos callaron y solo se podía oír el temblor del suelo bajo nuestros cuerpos mientras el enemigo avanzaba buscando prisioneros. El muchacho que me llamó, no lo conocía pero al parece él a mí sí. —Cissy— le dije, quería que me escuchara pero él hacía desesperadas señas para que callara —¿Dónde está Cissy? Ésta vez no hablé, pero mis labios se movieron lo suficientemente lentos para que me entendiera. El mago hizo gestos, confusos gestos, no comprendía qué estaba tratando de decir ¿Mi tía había muerto, le habían capturado, había logrado salir de allí ilesa? Pude oír las respiraciones agitadas, el tintineo de las armas a espaldas del enemigo. Salvaguarda mágica, pensé, justo cuando los soldados pasaban junto a mi. Contuve la respiración por miedo, escuchaba los latidos de mi corazón resonar en la cabeza, el bebé se movió inquieto en mi vientre avistando peligro, me hacía cosquillas en las entrañas, era extraño, la segunda vez que le sentía moverse. Por su parte, el mago que me alertó había adoptado su forma animaga perdiéndose entre las botas militares como una diminuta cucaracha. ¿Qué diablos haría ahora? Si me capturaban sería mi fin o tal vez conseguiría así dar con aquel a quien llamaban "El inquisidor" Hogwarts, Colegio de Magia y Hechicería. Mazmorras. Ámbar Delacour Era osada, si. Era un alma rebelde, intrépida y aventurera, por supuesto. Pero nadie con once años estaba listo para ver lo que aquel día ví. Muchos de mis compañeros probablemente estarían muertos, profesores, prefectos, auxiliares. Miraba mis manos, repletas de ceniza, y en ellas escondía mi rostro para ocultar las lágrimas, había puesto en peligro a Kalevi una vez más, no solo a mi misma. Desde el accidente en el monasterio todo se repetía, era casi como un patrón maldito que no lograba corregir. Él, tan bueno y noble como siempre, se acercaba a mi de vez en cuando y me preguntaba si estaba bien, si me dolía algo, a lo que yo respondía que no. Pero desde que Rohana me hubo ayudado a tomar asiento en un escombro sólido a la entrada de las mazmorras Slytherin, no me había movido de allí; al correr no me había doblado el tobillo, algo allí se había quebrado horriblemente y bajo la túnica el morado y la hinchazón comenzaban a resaltar. Cuando la herida se enfriara iba a sufrir y maldecir, eso lo tenía bien claro. —¿De dónde salieron los muggles? Susurré, Hana era quien estaba más cerca de mi, aunque concentrada en lo que sucedía con el soldado capturado y aquel hombre que se presentó como Sebastian. Pero me escuchó y respondió algo que me dejó poco contenta ¿No lo sabes? Ella siempre sabía todo, me molestaba que hubiese dicho eso. —Pienso que deberían guardar lo que sea que lleve dentro de la cabeza Expresé, de pronto quería participar para acercarme un poco más a mi prima. Aunque luego de que lo dije tuve que sacar mi nueva varita y dar unos golpecitos secos con ella en mi sien, parecía que había insinuado que le extrajeran el cerebro, que risa. De hecho quería reírme pero todos estaban demasiado serios para bromear. No me gustaba ese nivel de tensión en el ambiente, me recordaba a cuando era bebé y Jank nos visitaba, mamá se ponía así, como todos los presentes en el pasillo, nerviosos, alertas, a la defensiva. ¡Entonces llegó mi salvadora! Reconocería la voz de mi tía en cualquier sitio. Salté del escombro en dónde había estado sentada, una correntada eléctrica viajó desde mi tobillo por el resto de mi cuerpo hasta perderse en un alarido de dolor. Kalevi corrió justo a tiempo para sostenerme y que no cayera, él nunca me dejaba caer. Miré a Cissy mientras mis primos se pegaban a ella como sanguijuelas y lloriqueé como la niña que, a veces, era. —Tia Cissy, quiero irme a casa. Y casi como si hubiese frotado la lámpara del genio y pedido un deseo, un portal igual al de mi tía escupió cuatro enfermeros, uno de ellos Laura, la amiga de mi mamá. San Mungo Habitación N°507 Paciente: Eilon Dice Lancé el pequeño celular contra la pared cuando la batería murió. Lo ví hacerse añicos, una lluvia de diminutos plásticos cayó sobre mi rostro pálido y maltrecho por las semanas de coma inducido. No sabía si el mensaje había sido enviado, si Quillan vendría por mi ¿Qué podía hacer, llamar a James? Claro que no, que tonta fui al involucrarme con un nomaj. Nunca se me cruzó por la mente el riesgo en que lo ponía hasta esa noche en que nos atacaron. Quisiera borrar de su memoria todos los momentos bonitos que compartimos, para que no me quiera como me dijo que lo hacía al salir del cine. Deseaba no quererlo como lo quería. Pero más que nada en el mundo quería arrancar esas palabras que se me grabaron a fuego, "Traidora, sobre sucia". Yo sabía, estaba más que segura, que mi linaje era puro y reconocido, pero igual me había dolido en lo más profundo del orgullo. La puerta se abrió. —¡Quillan! Grité, como una colegiala ilusionada. Me impulsé de donde había estado oculta con los brazos abiertos y mis pupilas se contrajeron automáticamente. Frente a mi un hombre uniformado me apuntaba con un fusil inmenso. En sus ojos estaba más que claro que no dudaría en asesinarme a sangre fría si siquiera movía un dedo. Lo que éste pobre hombre no sabía era que había buscado cobijo en la habitación equivocada. Aborrecía quién era, mi naturaleza, el hambre que arañaba mi garganta y mis tripas cuando me negaba a beber sangre. Nunca lo había hecho, o bueno, si, pero una vez cada cinco años cuando sentía que estaba al borde del colapso o que moriría. Era la única vez en que Marius me visitaba, o ,a mí parecer, me vigilaba. Él sabía que lo detestaba, su modo de "salvarme la vida" para mí era una maldición. Entonces, allí encerrada, adormilada durante casi dos meses y siendo alimentada a base de pociones y bayas, mi apetito era voraz. —No hagas nada de lo que más tarde te puedas arrepentir Le dije. Él cargó su arma listo para atacar pero antes de acerca el dedo al gatillo mis manos ya estaban sobre sus hombros y mis incisivos incrustados en su yugular. El sonido que hacía al succionar me resultaba asqueroso pero tenía demasiada hambre, no lo noté hasta que la primer gota de sangre empapó mi lengua. El soldado temblaba convulso entre mis fuertes manos, características de la raza, hasta que no tuvo más fuerzas para luchar y cayó como un saco de harina al suelo haciendo un ruido seco. Limpie mi boca con el dorso del camisón y levanté la vista, perpleja. Allí, algo magullado pero tan bello como siempre estaba mi amigo, de pie contemplando el horror que acababa de cometer, me sentía avergonzada. —Quillan… Musité caminando hacia él, pero me desvanecí a mitad de camino, el frenesí me dejó exhausta. —Lo siento— me disculpé, tenía las mejillas enrojecidas por la pena, jamás había tenido público al hacer algo así y por mucho que lo pensara no se me habría ocurrido nunca que Atkins me viera. —Los oí decir que se llevaron a los bebés, debemos avisar al Ministerio y al departamento de seguridad.
  8. Ámbar Delacour ―¿Lista? La voz de Hana me arrancó violentamente de mis cavilaciones. La miré, entonces, pensando en el maravilloso fin de semana que pasamos, un verano inolvidable para mí corta vida, y asentí. Mi prima se notaba ciertamente nerviosa ¿Pero yo? sonreía abiertamente como respuesta silenciosa, haberle robado a tía Cissy los ingredientes para la poción y el libro para seguir las instrucciones había sido muy emocionante, el corazón todavía me latía a mil por hora. Bebí de un sorbo el asqueroso brebaje, hice arcadas como nunca en mis siete años y volteé desesperadamente hacia Kalev, lo abracé con una fuerza violenta, sabía que él se removería entre mis brazos, molesto por haberlo tomado desprevenido para luego ceder. Lo besé varias veces mientras creía que Rohana pasaba por su propio proceso de "aceptación" a la poción y le amenacé entre dientes. ―Si me delatas, le diré a Arya que incendiaste la paloma del monje mudo y no por accidente Mi primo se puso rígido, supo que no bromeaba, y le lanzó un puñetazo cariñoso. Nos amabamos, pero mientras nos diera la fuerza juvenil, nos caeríamos a golpes eternamente. Kalevi era mi hermano, siempre lo sería, así como su madre y mi madre lo eran; para las buenas a medias y en las malas como la uña y la carne. Antes de irse lo ví llevarse las manos a los ojos con desespero ¿Pero qué le pasa? Pensé, luego miré a Hana y por instinto a mi misma ¡Estaba casi desnuda! Habíamos estado jugando en el estanque, todos corriendo en traje de baño, el traje de baño que usaría una niña de 7 años y una de 13, no dos mujeres maduras en la flor de la edad. Tomé mi varita rápidamente y conjuré un atuendo como el que posiblemente mi madre usaría, oscuro, sobrio, carente de emociones. Sybilla era más elegante, recatada, envidiaba a Rohana por encarnar a tan admirable mujer; y no es que no admirase a mi propia madre, solo que Arya tenía una forma rara de ser, no mala, solo rara. La última vez que la ví reír, por ejemplo, no es más que un vago recuerdo, quizás yo era un bebé, o tal vez lo soñé, lo cierto era que siempre que la observaba, la notaba triste. Lo siguiente que recuerdo es haber tomado la pluma que venía dentro de la carta dirigida a las Matriarcas y desaparecer. Era la primera vez que lo había mediante traslador. Me aferré a esa pluma como si fuese un ancla al mundo terrenal mientras todo a mi alrededor daba vueltas y vuelvas, las arcadas volvieron a mi garganta, la bilis me quemaba ¡Solo tienes siete años en qué pensabas! Me dije, pero ya era demasiado tarde para retractarse y realmente quería aprender sobre pociones, anhelaba seguir los pasos de mi madre pero por sobre todas las cosas, mi mayor deseo era el de ver ese brillo particular en los ojos de Rohana tras enfrentarse a algo que quería, una nueva beta de aprendizaje. Nadie lo sabía pero solía espiarla por la mirilla de la puerta cuando se encerraba en la biblioteca. La oía recitar libros en voz alta, tocar piano. La veía emocionada con novelas, tomos sobre magia antigua y actualmente con esas pequeñas piedras preciosas que llevaban grabados desconocidos para mí. Y cuando era espectadora de todo aquello, me sentía plena, algo en mi elevaba la temperatura corporal, me hacía sentir en casa. ―Es allí, Roh… Cissy, esa puerta. Mascullé cuando dos uniformados pasaron junto a nosotras por los pasillos antes de ingresar al cuarto donde el traslador nos escupió. En el interior se encontraban muchas caras conocidas para las mujeres, más no para las niñas. Aunque conocía a Zoella por la visita a la feria donde montó la rueda de la fortuna con Arya, dudaba que ella se acordara de mi, la hija de -entonces- su Alto Rango. Y el muchacho, no podía dejar de verle, pero definitivamente no me acordaba de él. Mi madre se había tomado la molestia de mantenerme apartada de todo lo referente a La Marca Tenebrosa desde el día en que nací; me preguntaba cuándo sería mi hora. Hana saludó cordialmente a su profesora, pero le tembló la voz, quizás Triviani no lo notó pero yo sí y no tuve más remedio que pellizcar su codo antes de tomar asiento. Nos habían separado por unos cuantos metros, eran diferentes asignaturas y herramientas, por lo que tendría que confiar en que no metería la pata. Ya podía oía la voz de Arya escaleras abajo, a tía Cissy diciéndole que se calme, que ella hablaría con nosotras para luego subir y soltarnos la misma cantaleta pero con un toque más de moral. Apoyé el pequeño morral que había colgado de mi hombro todo este tiempo en el pupitre haciendo un poco de ruido y clavé los ojos dentro del caldero, su oscuridad casi me come. Extraje unos cuantos frascos, pequeños, y los coloqué a un lado del caldero. Frascos que obviamente le robé a mi madre pero que jamás admitiría. Estos contenían algunos ingredientes sencillos para crear las más comunes de las pociones, solo necesitaba el conocimiento y la práctica, dos de las cosas que Zoella me daría en ésta clase. ―Buenos días― comenté, usando un tono recatado de voz, lento y sabio, como había oído a Arya emplear ante una situación similar ―En mi caso, creo saber un poco más de lo básico acerca de las pociones más me gustaría perfeccionar la técnica por el mismo motivo que ha dicho anteriormente, muchas veces son empleadas para sanar personas y no podemos estar desactualizados ante el avance de la ciencia mágica. Guardé silencio y tomé asiento, por un momento creí que me perdería detrás del caldero pero enseguida recordé que tenía casi 30 años y media más de un metro diez. Me giré un momento, miré a Hana y le guiñé un ojo con disimulo antes de poner atención a lo que la profesora diría.
  9. Arya Macnair

    Nigromancia

    Mucho antes de pasar a la habitación helada, quizás incluso mientras descendía por las escaleras hacia las mazmorras, Báleyr le hubo leído las intenciones. En primera instancia tenía razón, nadie —en su sano juicio— buscaría aprender acerca de la muerte y su "arte" por motu proprio. Ni siquiera los motivos que ambos dieron parecían lógicos, conocimiento, sabiduría, comprensión, quizás encause. Todo aquello girando sin parar dentro de la mente del Arcano, quien ciertamente lucía fatigado, mientras la bruja y el mago le observaban en silencio, habían dados sus declaraciones, tenidos sus cinco minutos de fama frente a un poderoso personaje, era el turno de esperar pacientemente el resultado. No sería la primera vez que un Arcano se negaba rotundamente a impartir una clase; dinero y tiempo perdido. Pero ellos eran intuitivos. La propia Macnair se ensimismó entre sus pensamientos, tanto así que al captar aquel efímero gruñido gutural dio un respingo. La vista al frente, las manos algo sudadas, no era él, o la carencia de un ojo, tampoco la compañía de Elvis tras todo lo sucedido entre ambos, sino la misma Mazmorra, la puso mal desde un principio. Sentía que las paredes a su alrededor se cernían despacio, con calma, sobre ella, que el espacio se reducía, el aire faltaba, y aun así hacía frío. Cuando Báleyr habló, por segunda vez, intenta mostrarse receptiva pero más y más pensamientos acuden a su mente. Quizás él busca hacerle recapacitar y que de media vuelta de regreso a su monótona vida, más no puede. Deseaba entender muchas cosas que le permitirían atar cabos y cerrar puertas de una buena vez, la página que intentaba pasar era pesada, más no imposible de voltear. Recordó, entonces, a Juv Croft, juntas emprendieron una búsqueda entrañable en las zonas bajas y prohibidas de Hogwarts, allí la bruja le enseñó un grimorio —aunque no fue con éstos su primer contacto— y le explicó lo mismo que el Arcano le explicaba ahora, toda magia requiere balance, algo te dan y algo te quitan. Los recuerdos le estremecieron, ella había accedido entonces a entregar la vida de su bebé por más poder. Precipitadamente se llevó una mano al vientre, no demasiado abultado aun, y giró levemente el rostro para divisar el pasadizo que le señalaba su mentor. Reconoció, más tarde, el haber titubeado cuando le indicó que debía bajar, pero en ese momento no lo dejó entrever. Se despidió de Gryffindor con un movimiento de cabeza y solo se detuvo cuando oyó la voz del Arcano irrumpir su determinación, casi como si le hubiese leído la mente una vez más —al pensar en Juv y en su bebé— aclarando que si descendía de una buena vez, era como firmar habiendo leyendo la letra chica, cualquier cosa podría pasar, y "cualquier cosa" tenía su precio. —Lumos. Murmuró Casi no podía ver, a pesar de estar siendo escoltada por débiles antorchas en su bajada. Prefería ver por donde pisaba para no caer, rozando las paredes de piedra irregular con la yema de los dedos, aferrada a su varita con la zurda —aunque era diestra— y entrecerrando los ojos con cautela. Agudizó todos sus sentidos, los mágicos y los no mágicos, seguía con la absurda idea de que ante el menor descuido un ínferi podría atacarla. Las escaleras por las que bajaba, para sus pies, parecían de caracol. Cuando por fin llegó a destino, podría decirse que se sentía mareada. Se sentó unos segundos en el último peldaño, allí las llamas iluminaban con un poco más de intensidad. Guardó la varita con un simple Nox, e intentó hacer un reconocimiento de escenario. Contra las paredes había viejas estanterías plagadas de libros, y a pesar de la humedad, ninguno parecía erosionado. Sonrió, le agradaba estar rodeada de aventura en tinta e información. Más allá, en algún rincón del cielo raso, había una gotera que jugaba con su tolerancia a los ruidos constantes y repetitivos. Y en el centro del lugar un escritorio en perfectas condiciones, las antorchas parecían querer quemarlo pues sus llamas se reflejaban con más ahínco sobre éste. Fijó sus verdes ojos en la encuadernación del Grimorio, estaba absorta. No se parecía en nada a los dos que había visto. La familia Macnair contaba con uno, aunque nadie sabía exactamente de quién fue heredado y del que no tenía demasiado conocimiento más allá de su existencia pues Sybilla lo cuidaba como perro rabioso. Cosa similar a su situación, cuando Allen, el exorcista, desapareció sin dejar más rastro que el propio Grimorio de sangre que le debía ser legado a ella, y del que no se despegaba por nada del mundo. ¿Pero un tomo repleto de muerte? aun no había visto nada similar. Acarició con la punta de los dedos el relieve de sus letras y garabatos, era hermoso. En su mente las palabras del Arcano hicieron ruido "Hay algo que debe dar para que le sean revelados sus textos". Pensó en qué podría ser, no estaba dispuesta a seguir los pasos de su compañera de bando, se negaba completamente ¿Pero qué hacer? se llevó una mano a la garganta como si sintiera que ésta se le secaba y entonces supo que podría vivir con aquel sacrificio, si era lo que el Grimorio quería para abrirle las puertas hacia el conocimiento. Mordió su dedo con una violencia sobre humana, consciente en su idea de que todo pacto siempre debe ser sellado con sangre, y volvió a tocar el encuadernado del texto, aunque no estuviera segura de que funcionase así, repitiéndose para sí: Te entrego mi palabra, mi defensa, mi herramienta, mi voz.
  10. @@pandora dyonel Hola bonita, no entendí muy muy bien tu pedido, porque el link que dejaste no es de una imagen en sí, más bien es del motor de búsqueda gogle o_o pero, intuí que buscabas algo similar a tu avy, solo con el logo del colegio. Me vas a tener que decir si te gustó porque tampoco dejaste demasiadas especificaciones de qué sí y qué no Para el blinkie si me vas a tener que esperar una semana, que tengo varios pendientes y esos llevan tiempo. Aunque debes decirme qué quieres que diga claramente, porque una modificación para blinkie es un dolor de cabeza. FIRMA: @ "madrina y arya"...... "madrina Y ARYA"..... "MADRINA Y ARYA" *lo analiza detenidamente* ¿Desde cuándo yo dejé de ser tu madrina? e_e Cissy, ahí te dejo la firma de memi o/ #Bye
  11. @ Sencillito el asunto @@Leopold Gaunt para modificaciones, por favor mencionar (? espero que el avy haya quedado como querías ^^ Trabajos pendientes: Pandora Dyonel Isabella Hawthorne Cornelia Black
  12. @@Sagitas Potter Blue ¡¡Perfecto!! Muchísimas gracias Sagis, ahora oficialmente tenemos la familia en regla *-* eres la mejor. Igual quiero molestarte una vez más :B ¿Los servicios ministeriales aun se pueden pedir o con la última reforma volaron? entiéndase por eso red flú, trasladores, antiaparición y todo eso.
  13. @@Sagitas Potter Blue Sí! está perfecto, yo soy medio bestia con los codes aunque estoy intentando hacerme amiga. Igual, Sagis ;o; creo que me expresé mal, la edición era para el árbol por eso lo pegué tal cual era, pero lo demás quedaba así: (que va justo debajo, o sea a continuación, del árbol genealógico) complementos de la ficha de familia: Servicios Ministeriales -Conexión a la Red Flú: Conexión a Mansión Malfoy Conexión a Universidad Conexión a negocio Pandora's Box Night Club Conexión a negocio La Rosa Negra Conexión a oficina del Concilio de Mercaderes -Traslador irrompible: Club Vacacional de la Familia Macnair -Barrera anti-aparición: Los miembros de la familia podrán aparecerse en el hall de la mansión, a excepción de los patriarcas que pueden aparecerse en cualquier parte de los terrenos y la mansión. Cualquier persona ajena a la familia deberá aparecerse fuera de los límites de la mansión (contando el Portón de entrada como el límite de la parte frontal de los terrenos). -Bóveda en Gringotts -La Mansión está libre de Plagas. Certificado por Marge Shunpike. -La Mansión ha recibido al Departamento de Accidentes Mágicos y Catástrofes el día 19/7/10 y acordado enviar informes en caso de ataque. Mascotas Ze'Se (hipogrifo a cargo de la familia) - Hipogrifo, Clasificación XXX Serpiente Cornuda Ridgeback Noruego - Clasificación XXXXX Objetos Por ahora la familia no posee ningún objeto. Elfos Elfos Familiares Tipsy - Dipsy - Mint - Arien - Owen - Kirash Elfos Personales Jill y Swey (Elfos de Cissy) - Xeros (Elfo de Latil) - Artemis (Elfo de Ariadna) - Lorien (Elfo de Sombra) - Leroy (Elfo de Dark Princess) - Aphrodite (Elfina de Pik) - Leahne (Elfina de Luke) - Fussy (Elfo de Artemis) - Eirwyn (Elfina de Veerie) - Chomsky y Piccolo (Elfos de Deiwan) - Yö (Elfo de Joa Jordison) - Tholav (elfo de Arya * Y debajo del primer banner que dice "Macnair" en gigante, va "registro" con éste link: Registro Macnair ¡¡Disculpa, disculpa mucho el no haberme expresado bien y darte el doble de trabajo!! T_T
  14. ¡Gracias Sagis! entonces, si no rompo ninguna normal del foro me gustaría, si pueden, editar el primer post de la familia, únicamente el árbol genealógico que dejo aquí abajo, y por acá también el link a la mansión: LINK Modificación:
  15. —Kansho El susurro, nuevamente, fue doloroso. Ya casi no sentía las llamas tenues quemando su piel, quizás porque había entrado en shock de manera inconsciente para preservar la cordura. La daga vibró en la zurda, absorbió el efecto del sectusempra tan rápido como éste pretendió impactar en su pecho. Segundos después, la proyección abrió feas heridas en el pecho de Emmet, de aquellas que si no requerían pronta atención podrían poner la vida de uno a pender de un fino hilo rasgado. Debía admitir que aquel artefacto resultaba efectivo, aunque no había querido en un solo momento lastimar al vampiro; la daga actuaba casi por propia voluntad, lo que fuera que Gaunt le lanzase, le sería devuelto. Al menos pudo realizar el anapneo, antes de que el Kansho devolviera el ataque. Un pequeño alacrán pasó cerca de su pie, Macnair lo pateó cuidadosamente para que en el proceso no le picase. Irónico sería morir en Egipto por el veneno de una alimaña y no en las manos de su rival de duelo, posiblemente una chistosa historia que pasaría de Arcano en Arcano, solo para burlarse de ella. Aguamenti, pensó, ya no podía con el dolor. Las flechas de fuego habían quemado además de la piel. su ropa, aquel fino vestido que se deshizo cual papel de arroz salpicado por agua, dejando relucir un delicado conjunto interior de encaje color bronce. Cuando el agua brotó de su varita el fuego se apagó dejando a su paso zonas rosadas y ennegrecidas, dependiendo la intensidad con la que hirieron. —Sitio poco oportuno para vernos ¿No crees? Curación Aquella última acción que no consumía ningún tipo de tiempo le ayudaría a recomponerse del impacto provocado minutos atrás. Los cortes de las flechas se cerrarían, la piel sensible desaparecería y en su lugar quedaría la tersa porcelana que él conocía a la perfección. Con ello en mente le sonrió, estaba algo ruborizada por los abundantes recuerdos que compartían. —Te he echado de menos... Confesó, había tanto qué contar, aunque lo evidente saltaba a la vista allí donde depositó ambas manos. Un cálido y abultado vientre sietemesino. PV: 100 - 30 = 70 + 30 (por curación) = 100 puntos PP: 7 - 1 = 6 puntos
  16. —Kansho... No necesitó siquiera decirlo y su semblante ensombreció. La daga vibró en su mano como radiestesia, aquella curiosa vara para encontrar oro. La acción demoró no más de dos segundos. Las arenas con las que Emmet pretendía cegarla fueron absorbidas por una onda expansiva e inmediatamente éstas fueron devuelvas a su invocador penetrando en sus ojos, quemando, ardiendo. Gaunt estaba ciego, quizás sin saber cómo había pasado, más aun había tenido el tiempo necesario para lanzar las flechas que viajaron atravesaron distancia e impactaron en su grácil cuerpo. Aquella era la función especial de la daga, pero no por ello, por el pequeño margen que poseía para defenderse, por defecto, del primer ataque de su rival, correría con la misma suerte luego. Su mirada verdosa brilló con dulce violencia mientras la piel ardía. Las flechas se habían incrustado en zonas no vitales de su cuerpo pero aun así dolía. Curioso era que las flamas quemaban la herida, parecía una cicatrización automática del hechizo pero en bucle; las puntas cortaban, el fuego curaba. La sangre manaba como alquitrán, espesa y pegajosa. Arya le sonrió, al igual que ella, él tampoco quería hacerle daño, más por su mente discurrían otras prioridades, demostrar que merecía leer el libro de los ancestros y controlar su poder ¿Era su obligación dejarle ganar? —Cinaede Murmuró. No estaban tan alejados como para que el vampiro no la oyera, unos siete metros quizás. Mientras renunciaba a apagar el fuego que quemaba su piel, pues aun contaba con una chance a corto plazo, se afincó mágicamente en la garganta del hombre. Un halo gaseoso surgiría cercano a su cuello y comenzaría a cernirse sobre él hasta asfixiarlo y quebrar los huesos esenciales para respirar, cortando de cuajo sus vías respiratorias. Requería esfuerzo salir de aquella encrucijada, lo que significaba tiempo para la pelirroja para subsanar las flechas de fuego. —¿Dónde te habías metido? Reprochó, de forma malvada, pues él no podría responder. PV: 100 - 30 = 70 PP: 7 - 1 = 6
  17. ⸺Encantada de conocerle, señor Argéadas. Miró a Sybilla como quien atrapa al perro robándose la comida de la parrilla, creyendo que había capturado el momento exacto en que su tía era visitada por un amante; errada estaba pero lo sabría segundos después. Apretó la mano de su interlocutor y le devolvió la cándida sonrisa, las Macnair tenían un don especial con los hombros, más que un súper poder o un conjuro de varita, los conocían, los leían, se podía decir que hasta los olían. Por ello la sonrisa complaciente, compradora, que desapareció casi instantáneamente con la llegada de Juliette. Arya sabía, y no se reprochaba, tenía una conducta extraña para con su padre. Había odiado a Pik desde saber la conexión que les unía pero lo celaba excesivamente. Luego de que éste formó su millonesima familia y se marchó de la mansión, volcó esos mismos sentimientos hacia su hermana menor. Juliette le llevaba unos cuantos meses menos, como si su concepción hubiese sido una broma pesada de Reshi, Bietka y Lúthien, más eternamente sería su hermanita. ⸺¿Dónde estabas?⸺ Preguntó a la castaña jalando de su brazo. La atrajo hacia sí con recelo, primero por el abrazo con Cissy y luego por los imaginarios incisivos que le salieron a Marcus nada más verla llegar. Pero de pronto… se llevó una mano al pecho ¿Qué pasaba? Se le cortó el aire. Rió un poco incómoda aunque nadie había dicho nada, salvo que además de abogado, el sujeto frente a ellas era hermano de Sybilla. Sintió calor, mucho calor, más la temperatura seguía siendo la misma. Se sofocaba Miró a la Matriarca con gesto confuso ¿Otro Macnair? Preguntaban sus ojos verdes, característica hereditaria de la familia. Y aunque no emitió sonido, teniendo la boca seca, supo que su tía le comprendió enseguida. Pidió un vaso de agua, cuando desde la barra Marcus le señaló esperando que escogiera su trago, pasando por aburrida, más en su reciente estado no era recomendable ingerir alcohol. "A pesar de todo regálame tu mejor sonrisa, siempre" Pudo oír el susurro a la perfección. La piel se le erizó, se estremeció en el lugar virando la atención hacia la oficina de Cissy. Era posible que solo ella supiera en dónde estaba pues la dueña del lugar se lo confió muchos muchos años atrás. Que Allen estuviera allí resultaba impensable, una locura. De pronto le latía el corazón de fuerza y su presión se alteró. ⸺¿La oficina sigue estando en el mismo sitio?⸺ inquirió de golpe ⸺No quisiera saltarme la presentación formal del tío Marcus, pero me siento un poco mal… en lo que ustedes terminan de beber y conversar, iré a tomar un poco de aire, si no te molesta Claro que lo primero lo dijo con marcada ironía. Los Macnair protegían a la familia pero no eran muy dados a las reuniones hogareñas, o tal vez solo las hijas de Pik fuesen así. Bebió un sorbo de agua para calmar los absurdos nervios mientras le daban luz verde para saltarse el juego de miradas entre su hermana y Argéadas, observando de soslayo las sombras, buscando lo imposible. @ @@Juliette Macnair @@Allen Joe Walker
  18. ⸺Damita… Tholav nunca dejó de decirle así aunque Arya ya estaba pisando los treinta. El elfo le tenía muchísimo aprecio por la forma en que ella lo acogió, por ello la despertaba en susurros, abriendo suavemente las cortinas con un chasquido de sus largos y esqueléticos dedos. Eran pasadas las doce y seguía durmiendo, cosa que alarmó al doméstico pues la bruja amanecía cerca de las seis de la mañana para comenzar la rutina laboral. Tiró de las frazadas hasta dejarla arrebujada únicamente por las sábanas y picó su mejilla sonrojada. Le llevó aproximadamente diez minutos despertarla. Macnair abrió los ojos despacio, un par de bolsas se formaron bajo sus ojeras marcadas, se le notaba exageradamente cansada. Bostezó quejándose, Siberia no le había despertado para salir a los jardines aún, el sol recién salía. Miró al elfo tras restregarse los ojos y le reprochó que le despertase antes de tiempo, el día anterior había trabajado arduamente para acondicionar una oficina en la clínica mágica por lo que se acostó tarde. ⸺Tholav no quería despertarle pero ha dormido demasiado señorita Arya. El elfo entrelazó los dedos, algo avergonzado, debajo de la barriga. ⸺¿P-pero… pero qué hora es? Se rascó la cabeza sintiéndose despeinada. Giró hacia los ventanales a medio abrir y casi se cae de la cama. No daba crédito a lo que le decía ¿Había dormido hasta tan tarde? Que sacrilegio. Para una persona estructurada y excesivamente comedida, algo así, en día de semana, era inconcebible. ⸺Pronto, un café y dos tostadas. Diablos… Aidan me pidió una cosa, una sola cosa ésta semana y ya la estoy cag.ando Un segundo chasquido y la pelirroja salió de la cama de un brinco directo a la ducha, tenía los músculos entumecidos de dormir en la misma posición. Tholav le dejó el café en la mesa de noche, junto a la lámpara, mientras pensaba qué ponerse intentando no demorar más, debía de estar en la Botica Macnair hacia dos horas ya. Bebió un sorbo de café y mesquinó las tostadas, había tratado de ponerse cuatro jeanes y ninguno le cerró, era evidente que debía dejar la mala vida. Al final, no tuvo más remedio que vestir un jardinero de jean al que le arremangó un poco los puños, una fina camisa azul por debajo, también arremangada y unos cómodos zapatos de gamuza. Parecía el espantapájaros de El Mago de Oz. Lista para salir, atrapando su bolso antes de llegar a la puerta, desap…. Se detuvo. Un remolino se formó en su estómago y transformándose en un volcán activo corrido sentido contrario. La puerta del baño por poco queda laminada contra la pared, estaba sola en la casa. Hasta los vecinos, de haberlos, podrían oír las arcadas. Casi se desmaya ⸺¿Qué tenía el café? Le preguntó al elfo cuando logró componerse, tras dos vasos de agua y un caramelo de limón y menta. ⸺…¿agua? ¿Azúcar?...⸺ Macnair frunció el entrecejo ⸺Ya, ya. No sigas, entendí. Debe ser algo que pesqué en la clínica. Parecía más un intento por convencerse a sí misma que a la criatura. Ésta tenía preocupación en el semblante, por poco envía una lechuza a San Mungo cuando la vió empalidecer. Arya hizo caso omiso. Se marchó dando un alegre portazo rumbo al negocio de su tía, aunque ninguna se llevase muy bien todavía. Se lo había prometido a Aidan y tocaba cumplir. Caminó, entonces, hasta los límites de la mansión y desapareció para, casi al instante, surgir frente a la Botica. Ingresó un poco avergonzada. Buscaba al vampiro con la mirada entre la cantidad de gente que acudió a la inauguración, metiendo la mano en los bolsillos se fue abriendo paso lentamente entre ellos, creía haberlo visto cerca de la barra pero no deseaba ver a muchas más personas. Curiosamente y sin explicación, se encontraba de mal humor.
  19. @@Sagitas Potter Blue Oh, gracias Sag, no sabía, ando desactualizada. Tengo el árbol para editar completo porque ya anda viejo. Pero antes de hacer nada entonces quería saber si puede poseer personajes ficticios como hijos y tal.
  20. Nombre de la Familia: Familia Macnair Link y N° de la Bóveda del Familia: 86385 Trámite a Realizar: Cambios en el árbol familiar completo Cissy Macnair Ficha/Bóveda - Latil Triviani Tonks Ficha/Bóveda Cissy Macnair Ficha/Bóveda Pik Macnair Ficha/Bóveda Arya Macnair Ficha/Bóveda Dark Princess Ficha/Bóveda - Sombra G. Black Ficha/Bóveda (pareja) Artemis Macnair Malfoy Ficha/Bóveda Latil Triviani Tonks Ficha/Bóveda Cissy Macnair Ficha/Bóveda Hijos de Dark Princess Y Sombra G. Black L. Gael Malfoy Macnair Ficha/Bóveda - Pik Macnair Ficha/Bóveda Hijos de Cissy Ariadna Macnair Gryffindor Ficha/Bóveda Sean di Spinneto IV Ficha/Bóveda Hijos de Pik Arya T. Macnair Ficha/Bóveda Juliette Macnair Ficha/Bóveda Hijos de Ariadna Joa Macnair Crowley Ficha/Bóveda Amigos de la Familia Kamra Ficha/Bóveda
  21. Buenas tardes, vengo a pedir unos cambios, a ver si me pueden ayudar Necesito cambiar el iniciador del tópic de rol Macnair: LINK de éste modo tenerlo actualizado pues Pik lleva mucho tiempo sin entrar al foro.
  22. Envuelta en la bata salió del baño tras él, pero cuando lo buscó con la mirada se encontró un cuarto vacío, completamente en penumbras. Sabía internamente que debía reponerse pero no estaba segura de querer hacerlo. Su cabeza era un sendero recto que se dividía en tantos posibles caminos. Pronto el monasterio se comunicaría con ella para informar que la estadía de Kalevi y Ámbar había llegado a su fin, el par de primos retornaría a la Mansión cuando Castalia marchara con Stark y los gemelos. Rohana pronto regresaría a Hogwarts, Sybilla estaba entre los vivos. Eran demasiadas las personas a las que su accionar decepcionaría. Pero en ese momento solo podía pensar en una, Aidan. Durante mucho tiempo, a lo largo de su vida, había regido sus decisiones a través del amor, del sentimiento más ciego que podría existir. Más no se trataba de algo similar ésta vez, aunque en algún punto admitiese que se estaba enamorando. Junto a Howard se sentía bien, confiada, segura, convencida de que si tropezaba alguien más le tendería la mano sin pasar por sobre ella. Sabía que incluso Ámbar estaba segura con él. Reía, a carcajadas, experimentaba felicidad. De pronto, la puerta se abrió. El vampiro había escogido ropa por ella. Otro motivo para agregar a la lista, de todos los años que llevaban conociéndose, odiándose, que habían capturado la esencia del otro a la perfección. Macnair tomó la ropa y comenzó a vestirse frente a él, la puerta se había vuelto a cerrar así que estaban solos allí dentro, ya no escuchaba los gritos de su hermano, la mansión entera se había sumido en un profundo silencio tras el nacimiento aterrador de los gemelos. Se colocó la camisa almidonada, los vaqueros de jean, cómodos zapatos de gamuza y un fino suéter para el frío inexistente en esa época del año. —Hace un tiempo— dijo mientras abría las pesadas cortinas — no le vayas a decir nada...— agregó rápidamente antes de continuar, acordonando los zapatos, sentada al borde de la cama, señalándolo fugazmente con un dedo acusador. —Hurgando entre las cosas de Cissy, mientras ella no estaba, encontré un libro sobre varios objetos que el Concilio cree existen pero aun no han encontrado. En cada hoja, había hecho anotaciones, coordenadas... Un brillo peculiar surcó la mirada verdosa de la bruja. Parecía Ámbar segundos antes de hacer una travesura. —Quiero que me ayudes a encontrar uno de esos objetos, quiero olvidarme del cónclave por un momento, quiero hacer de cuenta que no existen... quiero acostumbrarme a ello, a ser una persona normal. Humana, habría dicho, pero la palabra se le atoró en la garganta como una blasfemia. @
  23. Nick: Arya Macnair ID: 117971 Conocimiento: Pociones Link a la Bóveda: LINK Link a la Ficha: LINK
  24. PV: 100 PP: 7 —Kansho. Pensó Le habían informado que su prueba del libro de los Ancestros estaba lista para ser tomada, de estar ella preparada. Acudió pronto al lugar creyendo que su rival sería la Uzza Runihura. La habitación egipcia imponía temor y suspenso por donde se mirase. La sombras proyectaban falsos movimientos en las momias dormidas. Las flamas daban calor. Sacudió sus sandalias para quitar la arena que atrajo al ingresar y aguzó la mirada. Llevaba puesto un fino vestido blanco, pues el clima allí siempre resultaba caluroso y el cabello recogido en una prolija trenza. Creía estar a la altura dela Guerrera pero no podía fiarse, fue por ello que invocó la daga mágica que le permitiría absorber cualquier ataque y devolverlo de forma inmediata. Grave error, pues si le hubiesen dicho que si contrincante era Emmet, no habría hecho absolutamente ningún movimiento que le causara daño. El vampiro era su ex prometido, pero no por ello le tenía aprecio, sino más bien porque, atravesando los malos recuerdos, eran casi almas gemelas. Ambos habían cursado Hogwarts juntos. Jugaron en el mismo equipo de Quidditch. Cuando sus caminos se bifurcaron hicieron hasta lo imposible por permanecer juntos, y más tarde que temprano, lo lograron. Ahora, como adultos que eran, compartían lealtades, compañerismo, secretos. No tenía ningún motivo para atacarlo, salvo aprobar el libro y obtener más poder. —Emmet... Musitó, ahogando el nombre, tras invocar la daga, tras su mano pálida.
  25. Torre de Ravenclaw Instantes previos al bombardeo Kalevi no había querido ir hasta allá, no tenían permiso, si sus prefectos los descubrían iban a ser castigados pero jamás pudo decirle que no a su hermana. Ámbar Delacour, estudiante de primer año, era un torbellino de malas ideas e intelecto, la perfecta combinación entre sus padres, y la devoción del muchacho. En el monasterio, junto a los sacerdotes que los protegieron,hasta hacía pocos meses atrás, se dieron a conocer como "hermanos" aunque bien se sabía que no habían compartido vientre, ni progenitor. Las ganas que tenía la muchacha de ver a los gemelos Snegovik la cegaban desde su ingreso a Hogwarts, por lo que ante el primer exámen de transformaciones encontró la excusa perfecta para visitar la torre de Ravenclaw, casa a donde pertenecían Baleiro e Insomnia, aunque sus madres fuesen Slytherin en la juventud. —Delacour, si nos pillan por aquí perderemos puntos y el grupo nos matará. Kalevi era igual de alocado que ella, pero con una leve voz de moralidad y diplomacia. —No seas llorón, será solo un momento, ellos van más avanzados, estoy segura de que nos podrán ayudar. Aunque no era aquel el deseo de Ámbar, sino más bien, conversar con Insomnia. Su madre no hablaba mucho de ella, tampoco de su hermano, pero sabía que les guardaba cariño. Hacía años ya que no mencionaba nada relativo a Oniria, y eso incluía a sus hijos; era por las visitas a Leah, su mentora, que les conoció, y aunque la mayor de los gemelos le llevase varios años, la traía loca de atar. Unos metros más allá se encontraban las escaleras para subir a la torre, la pelirroja parecía decidida pero algo le hizo detenerse. Su primo, de pronto, comenzó a comportarse extraño. Tieso como una estatua de mármol se aferró a la manga holgada de su túnica con bordes verde y plata, tenía las pupilas dilatadas y el rostro pálido. Kalevi tenía muchos parecidos a su madre, aunque ésta solo alegase que era la viva imagen de su padre. Su instinto de lobo le decía que algo en el ambiente había cambiado, en el aire, el mismo instinto que siempre los mantuvo a salvo en el monasterio. —¡Cúbrete!— gritó. Ámbar no entendía el por qué de su desesperada reacción,más antes de poder alegar nada, el castaño se lanzó sobre ella y algo explotó. Parecía como si medio Hogwarts se hubiese venido abajo. Estaba sorda, aunque podía oír que él le llamaba, que la tocaba para preguntarle si estaba bien. Tenía un insoportable pitido en la cabeza que confundía las palabras ¿Qué había pasado? Kalev jalaba de ella para que se pusiera en pie, gritaba histérico y señalaba el pasillo que parecía estar a punto de desplomarse también. Delacour oía pedidos de auxilio, personas que tosían y lloraban. Entró en pánico. —¡Ámbar, tenemos que irnos, debemos ponernos a resguardo en el gran salón! Kalevi intentaba hacerla entrar en razón. Pero la más joven de los Macnair, una vez consiguió ponerse en pie, además de notar que le faltaba un zapato supo que aquello era solo el comienzo del desastre. Miraba fijamente la escalera obstruida de la torre y pensaba que necesitaban ayuda, que tenía que actuar, que Insomnia estaba ahí… hubo una segunda explosión,pero esta vez en su cabeza. ¡Insomnia! Casi se desmaya. Librandose del agarre del muchacho intentó, en vano, quitar los pesados escombros con las manos pero no puedo hacer más que herirse las palmas, ma piedra estaba caliente. Volteó, con el rostro desencajado y lleno de polvo, casi al borde de las lágrimas, comprendiendo el peligro en que les había puesto. —Ellos están ahí— Alegó, sus labios se fruncieron como una niña que acaba de ser regañada —Con sus prefectos, Ámbar, debemos irnos ya, demonios El lycan comenzaba a perder la paciencia por temor a otro ataque aéreo. Aún podía oír el chirrido de los motores y las turbinas muggles sobrevolando el castillo. —Tengo que ayudarlos, Kalev, están atrapados. — Mírame— le dijo tomándola por las mejillas, su hermana era bellísima aún con un profundo corte en la cien — No podemos hacer nada por ellos más que confiar en que sus prefectos les sacarán sanos y salvos, quizás ya usaron las chimeneas y somos los únicos a descubierto, tenemos que irnos… Ámbar, por favor. La familia era lo primordial, ya lo había expuesto demasiado como para negarse así que apoyada en su brazo emprendieron la marcha hacia el gran salón. Kalevi tenía algunos rasguños, nada que su sangre de licantropo no regenerase rápidamente. En cambio ella, al caer se había doblado un tobillo que poco a poco empezaba a inflamarse por la exigencia al caminar, estaba, al igual que él, cubierta de polvillo grisáceo, y tenía un horrible corte a un costado de la frente. —¿Crees que Rohana esté bien? Le preguntó el chico reparando en que habían olvidado por completo la estadía de su prima mayor en Hogwarts. Con el tiempo que la joven bruja llevaba ignorandolos desde su arribo, no sería para menos. Aún así, los ojos color caramelo de Delacour se abrieron desmesuradamente. Podrían ignorarse en la escuela, pero ella amaba a Hana. Enseguida un nudo se asentó en la boca de su estómago cuando estaban llegando a la zona de las mazmorras. Si acudían al comedor sin sus prefectos deberían dar demasiadas explicaciones. "¡Kalevi, Ámbar!" La pelirroja buscó desesperada esos gritos. Nada se comparaba, en el universo, con un Macnair vociferando; aunque todos fueran trozos de diferentes familias, la herencia había sido legada. —¡¡Hana!! Las mazmorras estaban aún peor que la torre de Ravenclaw, cosa que preocupó al dúo por igual. La bruja alzó una mano antes de soltar a Kalev, quién le ayudaba a caminar, y atravesar cojeando el resto del tramo hasta estrechar a la morena entre sus brazos. Ambas estaban cubiertas de sangre, sudor y polvo. —¿Estás bien, te has hecho daño? Preguntó examinando su cuerpo con detenimiento mientras las paredes volvían a estremecerse y un perfecto aparecía en escena exigiendo su presencia en el gran salón. No podía dejar de verla, estaba algo magullada aunque completa. Pensaba en el peligro que estaban corriendo, en los Snegovik. En sus propios amigos. Tomó la mano de Kalevi y se aferró con fuerza a ella. Estaba asustada @ @@Juliette Macnair San Mungo Instantes después del ataque simultáneo. Arya, como antiguo profesor de duelos, miembro activo de la comunidad docente y madre, además de médico, recibió el memo en sus instalaciones "privadas". Había prometido colaborar con San Mungo por el enorme respeto que profesaba hacia la institución pero aún no se le había ofrecido una oficina dentro del lugar. La clínica quirúrgica dónde trabajaba se sumió de repente en el más profundo de los silencios mientras ella leía "Hogwarts ha sido atacado". El corazón le huyó del pecho con tanta rapidez que perdió el aire, el habla y casi la conciencia ¿Qué monstruo sería capaz de atacar un sitio que alberga niños inofensivos? Que claro, los muggles no perdonaban a un solo mago o bruja, así se tratase sólo de un bebé; eran amenazas en el radar. Casi por instinto presionó, con exagerada fuerza, el botón de su intercomunicador mágico y vociferó: —¡Comuníquense inmediatamente con el Director de San Mungo! Por inercia saltó de la silla antes de recibir la respuesta de Laura llevando consigo un abrigo que no necesitaría más tenía que aferrarse a algo para no caer. Atravesó la puerta como un rayo y desapareció sin más, a pie, pues estaba claro que las redes de transporte mágico se encontraban no solo colapsadas, sino bloqueadas por el Departamento de seguridad mágica. Tenía que llegar a San Mungo, aunque su cerebro le pedía a gritos que corriese a Hogwarts; no había forma de llegar en un parpadeo al colegio. El chacal empujó la puerta de emergencias con ambas patas y antes de que éstas, pesadas, se volvieran contra él, ingresó. Tenía la lengua afuera y se le notaba fatigado por la carrera. Algunos enfermeros residentes se asombraron al verle allí dentro, un animal tan salvaje en la sala de urgencias de un inmenso hospital mágico. Fue como una ruptura de asombro entre tanto pánico. Pero quienes ya le conocían, los viejos empleados del lugar, se acercaron con presura portando una simple bata blanca en la mano que le tendieron a la animago. Arya abandonó su cuerpo canino para recuperar la perfecta silueta de una mujer adulta que escondía la desnudes tras una bata abotonada y ordenaba que fueran a llamar al Director. —El señor Ragnarok está por acá, señora Macnair— Respondió cuan soldado un enfermero. Ella lo miró terminando de abotonar la bata y transformándola con un morphos en un enterizo azul claro. Quería decirle que la próxima vez que le llamase "señora" iba a arrancarle la lengua con las manos pero lo que vio detrás de él le quitó las palabras. Era tanta la necesidad que tenía de hablar con Hades que no fue capaz de ver más allá. El hospital había sido atacado, igual Hogwarts y se rumoreaba entre los pasillos que el MACUSA corría la misma suerte, o desgracia. El mundo mágico de un momento a otro se había puesto de cabeza. Arya lo empujó, con delicadeza, como si los techos caídos y las personas llorando fuesen más importantes —que lo eran— enfilando sus pasos a donde sus oídos oían la voz del mortífago, llegando justo a tiempo para oír que los atacantes se habían llevado a todos los bebés del ala de maternidad. Tragó en seco, lo vivido resultaba una pesadilla. —Ragnarok— Lo llamó colocando una mano en su hombro y dando rápidamente un paso atrás para que, si lo tomaba por sorpresa, al voltear Hades no golpeara su abultado vientre. —He venido en cuanto supe lo de Hogwarts, han sido atacados... pero no tenía idea que aquí estaba sucediendo lo mismo ¿En qué puedo ayudar? he enviado a mis mejores médicos al Ministerio, en escobas, pero no tengo forma de llegar al colegio, si seguridad es máxima y los hechizos no funcionan. Quería decirle que sus hijos estaban allí pero tenía que confiar en los Profesores. Ser profesional, actuar en frío, pensar. —He oído decir a tus enfermos que armaron hospitales móviles en sitios seguros, puedo llevar a algunos pacientes a través del haz de la noche. Agregó, se le notaba cansada, pero no se detendría. @@Hades Ragnarok HABITACIÓN 507 PACIENTE: EILON RICE Tenía la boca pastosa, los ojos hinchados y el estómago cerrado. Habían cerrado las persianas para que no le molestara la luz, oía a las enfermeras que le visitaban decir que debía descansar, reponer fuerzas, que pronto despertaría. Lo cierto era que llevaba varios días despierta, yendo y viniendo de la inconsciencia. Recordaba haber ido al cine con James, haber pasado una velada encantadora ¿pero luego? gritos, sangre, todo se ponía borroso, confuso. Cuando el primer proyectil impactó en el hospital la luz ingresó de golpe. Nuevamente se oyeron gritos pero no se parecían demasiado a los de sus sueños. Veía a algunas personas corriendo, el suelo bajo la bata corta de paciente estaba frío. Se hacía caído de la cama, el suero que llevaba en el brazo se le cortó, la aguja lastimó la piel, se había golpeado un poco la cabeza pero nada grave. Estaba aturdida más que herida. Con cuidado se arrastró hasta la silla donde alguien había tenido la amabilidad de colgar sus pertenencias, de soslayo veía hombres uniformados con grandes armas marchando en dirección uniforme. El ala de pacientes en recuperación no estaba muy lejos de la nursery. ¿Qué estaba pasando? Re buscó en su bolso hasta encontrar el móvil, 5% de batería ¿por qué no había llevado el cargador consigo? siempre acababa por reprocharse lo mismo. Intentó marcarle a alguien pero no recordaba ningún número. Abrió el registro de llamadas, nada. Las manos comenzaron a temblarle cuando oyó algunos disparos lejanos. "Usted tiene un mensaje de texto" El cartel casi le hace llorar. Con letras negras, chillonas, en medio de la pantalla. "¿Dónde estás? Karla ha hablado con James, dice que tuvieron un accidente de coche. Que estás en el hospital ¿Qué coche Rice? Tú no tienes ningún coche" Por un momento olvidó lo asustada que estaba o que los músculos no le respondían por llevar tantos días acostada. Quillan cuando se molestaba era encantador, como un peluche asesino. Desde que lo conoció en la Universidad de Oxford habían cuadrado, casi como si fueran familia. Muchos bromeaban con que eran la pareja perfecta más él tenía sus asuntos y ella salía con James, un nerd demasiado aburrido para sus amigas. "Estoy en San Mungo. Pero no tengo idea de qué fue lo que pasó. Quillan, tienes que sacarme de aquí, están atacando el hospital. Apresúrate, tengo miedo" 2% de batería. Estaba acabada @

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