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Arya Macnair

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Todo lo publicado por Arya Macnair

  1. —¿Termi qué? Colocando un brazo en la cadera me dispuse analizar a la pequeña e insolente criatura que tenía delante. Sin el más mínimo decoro había aparecido en la puerta de mi habitación golpeando como si fuese a tirar la misma abajo ¿Quién le había enseñado modales? aunque eso no era lo que me irritaba al punto de ponerme las mejillas rosadas, sino más bien reconocer que Sybilla había olvidado enviar una carta al Ministerio para renovar la solicitud de hechizos anti aparición y protecciones para la Mansión. Cualquiera podría pasear a sus anchas por allí sin problema alguno. Pasé, frustrada, la mano por mi rostro alargando la expresión como una caricatura, intentaba comprender sus palabras entremezcladas sin demasiado éxito. Me llevó un par de minutos el asumir que el elfo era una especie de "Uber" mágico o similar. No hacía mucho había aplicado para una pasantia en Historia de la Magia y aparentemente habían aceptado la solicitud enviando a aquel curioso ser en mi búsqueda. Agradecía que hubiesen tenido en consideración mi estado, y que por éste no hubiesen rechazado el pedido. Quizás se debía a un reciente amistad con la Directora, o tal vez que no resultaba un problema mayor tener una alumna entrada en edad y con un estado gestante avanzado. Y con avanzado me refería a explotar en cualquier momento sin previo aviso. —Dame un segundo, deja que me ponga mis zapatos e iré contigo. Pero ya cierra la boca, gracias A veces podía ser una persona bastante hostil. Con cierta pesadez logré sacar unos tenis planos de debajo de la cama, me coloqué una chaqueta de lana gruesa que parecía tejida de manera artesanal, até mi cabello en una alta cola de caballo y le hice saber con un simple gesto que estaba lista para partir. No era recomendado que desapareciera, pero evité decirlo y así fue que nos fuimos. Un instante después estábamos en la entrada de una sombría cueva, ni en sueños hubiese acudido a un sitio así como profesora ¿Quién daba esa cátedra? me quejaría con administración, lo anoté mentalmente tras dejar el desayuno ingerido horas atrás sobre unas rocas mohosas. Termidor me miraba desde una distancia razonable, quizás temeroso de que volcara el enojo y la incomodidad que las hormonas me provocaban en él, más intenté contener el impulso y le pedí que me guiase oscuridad dentro hacia donde se suponía que la clase se llevaría a cabo. El tramo no duró tanto como me temí, aunque lamenté notar que era la última en llegar conociendo la mayoría de las caras pues estaba Anthony al que le sonreí como lo haría cualquiera maestra de prescolar con el niño adulto al que alguna vez enseñó, un muchacho completamente desconocido, Nathan y.... Un momento ¿Nathan? ¿En serio? ¿Weasley? En ese momento creí que vomitaría de nuevo pero preferí enseñar la clase de persona en la que me convertí con el tiempo. El témpano que se suponía era mi semblante se derretía por aquel absurdo hombre. Al frente, buscando con qué entretenerme en lugar del pelirrojo, encontré a Matthew, el terrible Triviani, perteneciente a mis terribles tres. Sonreí. Realmente en mi rostro malhumorado afloró una cínica y siniestra sonrisa, desde el primer momento en que ese mago pisó la tutoría, meses atrás, sabía que el destino nos cruzaría una y otra y otra vez hasta conseguir una fórmula perfecta, y curiosamente comenzaba a gustarme aquel plan. Matthew era oscuro, el más oscuro de los tres hermanos. Me agradaba. Alcé una mano a modo de saludo y de disculpas por la tardanza, no quería abrir la boca, no quería que Nathan reparase en mi después de tantos años.
  2. Buenas tardes! Dejaré mis votos sin perder más tiempo. Conozco internamente cómo trabajan éstos tres candidatos y estoy, personalmente, enamorada de sus roles, la estética, las tramas que han llevado a cabo y obvio de sus personajes. Éstos tres personajes encajan perfectamente con el puesto de Ministro y creo que podrían ofrecernos gran juego de ahora en más. Sagitas Potter Blue Candela Triviani Jeremy Triviani
  3. Mira. MIRA. Que es que yo tengo una emoción que no quepo en mi. ¡Nym! Me parece excelentemente maravilloso que la unión del bando te haya proclamado Líder. Serás una cabeza ideal para la Orden del Fénix, puedo (si me dejas) jactarme de conocer tu forma de pensar y proceder, así que con el resultado me siento encantada de formar fila de la contraparte con la que te tocará jugar Y nada, el resto de las líneas es para pavonearme como mamá pato. Casi lloro como la progenitora que va al primer acto de su bendi ¡Aaron! mi Yaxley favorito el único muchísimas felicitaciones, más que merecido cada voto, espero que los tomes como la confianza que depositamos en ti, tanto por la experiencia como por su exquisito rol y manera de lidiar con las partes ásperas del foro. Personalmente me siento feliz con ambos Líderes.
  4. Arya Macnair

    Inscripciones

    Nick: Arya Macnair ID: 117971 Habilidad: Nigromancia Rango Social: Orden de la Cruz Dorada Nivel de Magia: 29 Nº de conocimientos que se poseen: 10 Link a la Bóveda: http://www.harrylati...howtopic=102193 Link a la Ficha: http://www.harrylati...arya-t-macnair/
  5. @@Candela Triviani Pregunto por preguntar, no me regañen por favor (? debido a ausencia el mes pasado perdí mi clase de "Historia de la Magia" y quería saber si quizás puedan hacer una excepción y meterme a la fuerza éste mes. De igual manera sino espero a Octubre, no hay problemas pero no perdía nada con consultar. Gracias de ante mano! Nick: Arya Macnair ID: 117971 Conocimiento: Historia de la Magia Link a la Bóveda: LINK Link a la Ficha: LINK
  6. Antes de que se me vaya de la cabeza. Mi voto es para: Aaron Black Lestrange Por favor, que se tomen mis motivos primeros y segundos. Son los mismo que me llevan a reiterar mi apoyo hacia él. El bando necesita un toque de imparcialidad, objetividad y oscuridad (? creo firmemente que Aaro puede seguir el hilo que Anne tejió con sus lugartenientes sin ningún problema ya que todos son personajes excepcionales. Sin más. Semper Fidelis
  7. De último, pero no por eso menos importante (? Sostengo mis motivos de por qué él. Mi voto es para AARON BLACK LESTRANGE. Primero, es un gran mediador, he tenido la fantástica dicha de conocer su personalidad tanto en el juego como fuera, y a pesar de que Aaron como personaje pueda parecer un tirano conservador de esos que caen mal pero que, vamos, tiene un excelente perfil mortífago, el user es terriblemente capaz de maniobrar situaciones para el bien del bando, tratar con la orden y demás. Se que tiene muchas ideas en mente,y creo de corazón que nos merecemos a Aaron de Líder. Fuera de ello, le agradezco su voto de confianza Semper Fidelis.
  8. Creo que hoy es el último día, me sorprende haber visto caras nuevas y las que no eran tan nuevas entre las sombras ¡Arriba bando! estoy segura de que aunque éste año fue un desastre podremos con todo y más. Principalmente quiero agradecer de todo corazón a nuestra preciosa Anne por el trabajo que se echó al hombro junto a Jeremy y Zoella, reformar un bando desde los cimientos no es tarea sencilla muchachos y me saco el sombrero ante éste trío peculiar de las mil ideas, era lo que nos estaba haciendo falta. Voy a dejar mi postulación, porque soy vieja, y esa creo que será mi explicación y motivo fundamental de las tres candidaturas. Por experiencia, tiempo, creatividad, organización, por saber lo que es el foro de cabo a rabo. Y porque creo que con solo mencionar su nombre nos sentimos orgullosos de que pertenezcan a La Marca Tenebrosa: Candela Triviani Aaron Black Lestrange Feyre Rhiannon Macnair [Cissy Macnair] Y espero ansiosa las votaciones \o/
  9. Arya Macnair

    Nigromancia

    Cirse parecía conforme con mi escueto conocimiento. Sonreí a medias, como a la niña que le palmean la cabeza tras repetir algo nuevo, pero rápidamente el espasmo muscular desapareció. Aquel espíritu que me llamaba "maestro" estaba ofreciéndome saltarme algunos pasos necesarios para incursionar en el mundo de los muertos sin más ¿Era eso correcto, debía de dudar? Claro que debía hacerlo, pero en ocasiones mi accionar no tenía lógica alguna, además no me estaba pidiendo el alma o cosa semejante. Volví a acercarme al grimorio que se mostraba completo y pasando unas cuantas hojas intenté absorber al menos la información esencial para no morir en aquella incursión. Dentro de mi cabeza la luz roja, las sirenas, gritos clamando coherencia, más todo se apagó cuando cerré el libro de golpe provocando un fuerte ruido. —¿Así sin más? Pensé. El espectro se convirtió en un halo cegador que irradiaba calidez pero su voz —mi voz— aún resonaba en el sótano de aquella mazmorra. —Si es lo que desea, Maestro. Sí Me tomé un segundo para cuestionarme si era realmente algo que deseaba, pero estaba casi hipnotizada con la idea de qué habría más allá. Asentí confirmando que, efectivamente, cruzar hacia el mundo de los muertos era algo que quería de manera consciente. Una voz que no era mía cortó el encanto de la escena, giré lentamente el rostro permitiendo que Elvis viese mis facciones de perfil casi siendo consumidas por el halo. Lo oía perfectamente preguntarme qué hacía, con quién hablaba y que debíamos irnos de allí. —Ésto es lo que Báleyr quiere. Musité con una amplia sonrisa que me confería un aspecto enfermizo, aferrada al grueso grimorio como si la vida se me fuera en él ¿Había recuperado el tono?. Introduje medio cuerpo y casi pude intuír que Gryffindor me tomaría por el brazo buscando hacerme entrar en razón, pero a su vez del otro lado alguien más me llamaba, alguien requería mi presencia y no podía decirle que no. No sabía el por qué, solo que no era lo correcto. Y me perdí, dándole completamente la espalda, dentro del portal que me daba acceso al mundo de los muertos. Pronto mis pies chapotearon en aquel frío y gris arroyo, allí no había ni un solo ruido. No había pájaros en el cielo o flores en los árboles que sólo enseñaban sus esqueletos secos. Estaba sola, o eso creí hasta que mis sentidos captaron el graznido de un cuervo a lo lejos ¿Sería quien me llamaba? Quería averiguarlo sin lugar a duda y eché a andar con sigilo y cautela.
  10. Flashback — año 2019 Aniversario de ingreso al bando El contacto con su piel resultaba embriagador. Acaricié su cuello, sus hombros y su pecho al descubierto aprovechando la ocasión, tomándome unos segundos extras antes de cerrar el broche del collar. Luego ella se volteó, sabía que lo haría, estaba esperándola con los brazos abiertos de par en par y me besó, pero no como al llegar, con cierto miedo a que nos vieran, sino como lo hacía en la intimidad. Incluso después de mencionar a su novia era capaz de preservar sensualidad, cosa que me atraía el doble, cuando se lo proponía Triviani era una caja de sorpresas a punto de explotar. —¿Alguna Zoella en potencia? Pregunté enarbolando una sonrisa traviesa. Aquella joven había sido mi hallazgo, una alumna en potencia que apareció en mi clase con poco pulso y temor a los hechizos pero convicción en los ojos. Con el correr de los días solo había mejorado volviendo realidad mis sospechas, era digna —o lo sería— de formar parte de las filas Tenebrosas. Así que me dispuse un día a invitarle un café, le hablé de historia, viejas anécdotas, cuentos y batallas; le pregunté cuáles eran sus aspiraciones, quién quería ser en la vida o mejor dicho qué quería lograr de esa vida. Cuando la palabra "poder" se volvió moneda frecuente en nuestras conversaciones la arrastré al primer entrenamiento Mortífago, sin experiencia y con algo de miedo pero sin ser capaz de decirme que no. Recuerdo perfectamente haberla besado por primera vez luego de ese simulacro de batalla. La idea dió vueltas en mi cabeza luego de haberla cargado hasta la enfermería de Hogwarts con sus signos vitales por el suelo. Había sido un cúmulo de emociones, la falta de atención por parte de Jank, su hermosura juvenil, la adrenalina del entrenamiento y que en todo momento busqué protegerla. La química resultaba innegable y tampoco era que hacía mucho por ocultarlo, al menos yo. —Asaltaremos una mansión ésta noche ¿Querrías acompañarme? Respondí su agradecimiento con una invitación poco usual pero así era la relación que sosteníamos. La bruja sabía perfectamente que mi vida giraba en torno a las batallas y los duelos, incluso había desplazado parte de mi maternidad por ello, así que dicha invitación podría tratarse de algo especial viniendo de quién le hablaba. Y mientras esperaba su aceptación o negativa, tracé un suave camino desde su pantorrilla, por la cara interior, hacia su muslo derecho. Que conveniente para mí que hubiese preferido conservar el look ejecutivo en lugar de ponerse algo cómodo para la cita. @@Zoella Triviani
  11. Tierras altas de Escocia. Área 9 ―¡Crucio! El alarido me quemó la garganta. Después de eso todo se oscureció. Metafóricamente podría haber dicho que dentro mío, pero ésta vez fue literal. El haz de la noche nos absorbió a los tres cuando los secuaces de El Santo estaban a punto de jalarnos por los pelos; gracias a Hades era que estábamos a salvo, aquel hombre parecía tener la sangre fría al actuar, incluso cuando a su derecha estaba quien decía amar más que a nadie, Salvo por Kore. Cuando salté de aquel campanario el Padre Ottis ya encabezaba un grupo de ataque. Cómo salidos de la nada doce apóstoles ―así se hacían llamar― corrían a por nosotros. Pero en realidad no habían brotado del suelo, sino que siempre estuvieron allí, observando a los forasteros. Si resultábamos una amenaza deberían actuar, hasta entonces sólo serían sombras al acecho. El hombre que les guiaba era tan arrogante que optó por enseñarme parte de su plan creyendo que luego podría matarme, más no contaba con mi peculiar fortuna de salir airosa de situaciones extremas. Además, mientras corría, Cissy cubriría mi espalda y Ragnarok la suya, éramos un equipo cronometrado a la perfección aún y cuando no podíamos ni vernos. Eso era lo que hacía la fidelidad, y en ese entonces ninguno prefería la muerte. ―¡Vámonos!― grité mientras agitaba las manos. Fue ahí que noté lo que Ottis hizo en mi Con la varita firmemente afianzada en la diestra vi las venas gruesas y negras surcar mis brazos y dedos subiendo hacia los hombros, seguramente ramificandose por todo el cuerpo. Me detuve en seco a un metro y medio de Sybilla, petrificada. Mi mente resonaba y resonaba, no era momento de analizar las posibilidades o el qué sucedería. Los hechizos pasaban por sobre mi cabeza ¡Hechizos Mortifagos! reconocí a algunos cambiaformas, no podía salir del asombro. Gracias a Dios en la familia nos teníamos poca estima, pues a Macnair no le importó tomarme por el vuelo del vestido y tirar de mí hasta hacerme perder el equilibrio. Uno de los apóstoles, el que poseía piernas parecidas a las de un canguro, por la musculación, se abalanzó sobre mí y tomó mi pierna, rígida por el terror. Yo no era así, me faltaba el aire y sudaba, no podía actuar ¡Tenía miedo! y lentamente fui perdiendo mi lado animal, abandonando el conocimiento que Lucan me otorgó, porque era débil y en ese momento no lo merecía. Cuando cruzamos la rasgadura en tiempo y espacio el vacío nos consumió. Al tocarme Cissy fue capaz de dilucidar en mi tormentosa mente lo último que ví en el campanario, Escocia, y a través de la Legeremancia o quizás conexión marital, transmitirle la ubicación a Hades cuando éste, en formación de cadena, nos sacó del Valle de Godric. Ahora el silencio nos sacudía, él miraba a mi tía como queriendo saber qué me pasaba y yo solo podía apreciar el punto fijo entre mis piernas flexionadas mientras el aire abandonaba mis pulmones. Aquel hombre, el que me atrapó por la pierna, estaba muerto, yo lo había matado y no es que antes no hubiese asesinado a sangre fría pero jamás tuve la oportunidad, dicha o desdicha de apreciar el segundo efímero en que la vida se le escapa por los ojos, en que se apaga para siempre. Nunca había tenido la necesidad de emplear una maldición imperdonable, sentía que me pudría por dentro, que la bilis me brotaba de la garganta. Como reflejo me puse de rodillas y vomité, no tenía demasiado en el estómago así que sólo podía apreciarse algunas hebras de té, Deimos me pateó las entrañas, decepcionado de mi. Jamás me explicaría cómo fue que un nonato logró desintoxicarme sin morir en el intento. Sybilla recogió mi cabello como sabía, al igual que antaño lo hizo con Artemis y luego masajeó mis hombros, le estaba permitiendo leerme, estaba comprendiendo lo que se debatía en mi interior, el alma se me corrompía más de lo que ya lo estaba, aquel alma que en vano intenté salvar. ―Estoy bien― Le dije por fin, limpiando mi boca con un pañuelo que ella misma me tendió. Y con las piernas temblorosas me puse de pie, el sitio que nos recibió no se parecía en nada al que habíamos abandonado. El contraste resultaba agobiante para la vista; aire fresco, cielo azul. El sol comenzaba a ascender quemando nuestras mejillas, todo alrededor era de un verde brillante y puro. La zona montañosa de Escocia se asemejaba a un pulmón al lado del deprimente Valle de Godric. Sonreí. Ragnarok había dado con el punto exacto a dónde debíamos llegar, aunque a juzgar por las distancias aún quedaba trecho que recorrer. Inhalé aire puro y traté de intuir hacia dónde debíamos ir, trazando mentalmente el mapa que ví garabateado en las paredes. Consideré que lo mejor era ir con cautela, eso fue lo que les dije a los Mortífagos que me acompañaba señalando un apartado boscoso que bordeada el sendero descubierto a donde fuimos a parar. Varita en mano hacia allí nos dirigimos, imaginaba el Área 9 como en las películas muggles describían al área 51, aquel misterioso lugar que nadie sabía a ciencia cierta si existía o no, ―nosotros los magos sabíamos que sí, pues había sido nuestra creación― subterráneo y con cientos de hectáreas de que le protegían de ojos curiosos. De pronto oí que una rama crujía tras nuestros pasos. Desde la primer incursión con mi lobo interior tenía los sentidos más agudos que de costumbre. Giré rápida como una gacela y lancé una fina daga que segundos antes colgaba de mi cintura, la misma fue a parar al grueso tronco de un árbol cuando Tholav, mi elfo doméstico, se agachó. ―¡Por poco y te mato! Le reproché sacudiendo sus orejas y haciendo señas para que guardara silencio pues del susto comenzó a gritar. La criatura, temblando de miedo me entregó una pequeña bolsa plástica con la colilla de cigarro que al inicio de aquella loca aventura yo misma envié a analizar. Me miraba con sus ojos verdes enormemente abiertos, él sabía que jamás le haría daño, no intencionalmente, pero le costó trabajo tranquilizarse. ―¿Tienes los resultados? Pregunté retomando la caminata sigilosa con Hades y Cissy. Tholav trotaba y daba pequeños saltos de vez en vez para seguirnos el paso mientras asentía a mi interrogatorio. Cuando le llamé, luego de ingresar a la Iglesia por la puerta del gato, le especifiqué que debía llevar aquella pequeña colilla de cigarro al laboratorio de la Orden Antari, sabía que no eran personas para jugar o perder tiempo más en ocasiones solía aprovecharme del ligero privilegio de ser quien era, sobrina de Sybilla Macnair, miembro élite. El elfo me tendió un papel y yo lo leí tan rápido como cualquiera podría decir "corre". En mi rostro la confusión asomó, enarqué una ceja totalmente atónita, los resultados del ADN rastreador mágico solo decían "Nada", una única palabra, cuatro sílabas y ninguna respuesta concreta. Miré a mi tía, quién esperaba palabras por mi parte pero solo conseguí tartamudear ¿Qué significaba nada? lo pensé y lo dije: ―¿Qué significa esto, cómo es posible que no haya resultados sobre ésta persona, significa que es irrastreable? Tholav se jaló los dedos nervioso. ―No damita, significa que el adn de la colilla no existe. Guardé con lentitud el papel y la bolsa plástica. Mi cabeza iba a mil por segundo intentando encontrar una pizca de lógica en todo aquello. Que el ADN no existiera, significaba que la persona dueña de él no existía, era un NN. Me inquieté y lo hice notar aminorando el paso, el personaje que nos envió allí podría bien ser un farsante, podría habernos engañado, tendido una trampa ¿Dónde estaba mi Alpha? algo no olía bien allí.
  12. Valle de Godric La ventana del campanario no tenía protección. La brisa fría se colaba por ella sin vergüenza alguna haciendo que me estremeciera. Allí arriba ni siquiera el chal de lanilla podía protegerme pero aún así me hundí más en él. Pequeño Howard parecía haberse dormido o sentirse presionado por las energías del lugar, así solía decirle de cariño pero era algo secreto entre él y yo, ni siquiera en mi primer embarazo me mostré dulce y risueña como todos esperan que una madre se comporte, además, Aidan y yo aún no nos habíamos decantado por un nombre. Una pequeña vela a medias iluminaba el cuarto, o lo que de suponía en algún momento fue una despensa. En las paredes había marcado de estantes que ya no estaban, como fantasmas. El plato que mantenía en pie dicha vela poseía una fina capa de polvo ¿Cómo era posible? El aire puro hacía circular mis ideas ahora y por fin empezaba a sentirme en peligro. En un rincón, más cerca de la puerta por donde entré había un camastro, las sábanas y mantas estaban limpias, algo que chocaba con la situación que le circundaba. ―¿Ciss? Lo pensé o lo dije, no tenía idea. La morena tenía una perfecta sincronía con mi mente pero allí dentro, hasta aquí arriba parecía haber algo que nos bloqueaba esa señal. Fui directo al picaporte, era lo más lógico pues comencé a sentirme mareada. Traté y traté pero la maldita puerta no se abría, aquel personaje misterioso nos había enviado a una posible trampa. Mi mente se disparó, dejé de pensar en mi y en el bebé, dejé de pensar en mis compañeros allá afuera, solo pude pensar en ella, mi pequeño y frágil ruiseñor. Miré mi muñeca, allí pendía una fina cadena con un diminuto dije, posiblemente Zoella no lo sabía pero su cadena de aniversario, la que le había regalado algunos años atrás, se complementaba con esa pulsera. El Padre Ottis me había encerrado, no tenía motivos para hacerlo o al menos yo no sé los había dado pero aún así lo hizo. Tal vez él no era quien decía ser o aparentaba. Quizás planeaba confundirme con el cuento de su sobrino ¡Quizás no existía ningún sobrino! La cabeza me dolía de solo pensar lo tonta que fui, me ardía la sangre, me temblaban los huesos. Un fuerte pitido me dejó completamente sorda y tambaleante. Oí la voz de Lucan tan nítida que por un segundo creí que estaba ahí conmigo. "Déjalo salir" me gritó. Pero yo no podía y se lo repetía una y otra vez de rodillas, casi llorando. Era débil, lo primero que le enseñé fue mi debilidad. Golpeé el suelo con las manos, lo arañé con mis garras, sí con mis garras, las uñas me habían crecido unos seis o siete centímetros. "No seas tan sentimental" me reprochó una segunda voz, tenía tanto tiempo sin oírle que me resultó ajena al principio. Pero cómo podría olvidar a mi estimado padre, siempre tan cariñoso y empático con sus hijas. Pik me miraba con desgana sentado en aquel camastro desvencijado, cerca de Lucan que seguía esperando algo de mi, una respuesta, una acción. ―No es sentimentalismo Le dije, aunque con cierta dificultad pues mi rostro estaba algo deforme, una elegante animalización. Mientras mi alma se vinculaba con lo animal espiritual. ―Es instinto. Me incorporé de un salto. En la zona baja de mi espalda comenzaba a entretejerse una fina capa de pelo que le daba paso a una pomposa cola de lobo albino. Mis ojos verdes brillaban como los de cualquier animal salvaje. De entre mi rojizo cabello largo sobresalían dos puntiagudas orejas y con ellas todos mis sentidos se agudizaban. Las figuras de los dos hombres se esfumaron como neblina a media tarde. Podía oír a las ratas corretear por los entretejados, la respiración agitada de un grupo de personas fuera. Sospechaba que eran Cissy y Hades. El cuerpo había dejado de dolerme pero lo que elevó mi éxtasis fue oír los latidos del corazón de Deimos tan fuertes y claros, como si gobernaran mi cabeza. Toqué mi pecho, ya sabía que cuando Aidan quisiera ahorcarme le diría que por fin sabía cómo llamar a nuestro hijo; quién diría que no tenía idea lo que se gestaba en mi vientre. Volví a observar todo a mi alrededor con un poco más de calma. Las paredes también parecían nuevas aunque el empapelado se notaba era antiguo, de haber tenido los mismos años que la iglesia o el camastro alguna esquina debería estar desprendida ya, el papel solía formar globos de aire con la humedad y comenzar a caerse poco a poco, éste no era el caso. Rápidamente coloqué ambas palmas buscando una puerta secreta o pasadizo, pero nada de eso se presentó ante mi. Frustrada rasgué una pared, dejé marcas en el concreto, no podía creer la fuerza con la que contaba ahora, debería aprender a medirla. Un gruñido gutural escapó de mi garganta pero se perdió en la nada cuando descubrí lo que había debajo del empapelado, obviamente puesto a propósito. Rasgué más y más papel hasta que un mapa hecho con carbónico se formó ante mis narices. Había unas cuantas zonas marcadas pero una en particular llamó mi atención, estaba remarcada con varios círculos uno encima del otro. Sabía del sitio de manera geográfica pero no los motivos del énfasis. Oí pasos dirigiéndose al campanario, alguien subía las escaleras, a juzgar por el compás, Ottis venía por mi. ¿Por dónde saldría? Ya no podía confiar en que el cura era cura y ya. Además, intentar dominar mi forma animal por primera vez comenzaba a exhaustarme. No debí acudir a la misión como estaba pero el deber era mucho más fuerte que yo. Anclé la mirada en el alféizar. ―No, Arya. No hagas eso― me dije. Una sonrisa macabra iluminó mi bestial rostro. Antes de siquiera poder pensarlo o de que el cura hiciera explotar la puerta del campanario, ya había tomado la decisión y me lanzaba desde una altura pronunciada considerando que las garras serían lo suficientemente resistentes como para aferrarme a la torre. El primer metro caí sin rumbo, luego pude deslizarme con soltura pero tan solo unos centímetros hasta notar que me precipitada hacia el vacío. ―Aresto Momentum Musité sacando mi varita con torpeza pues mis manos se habían soltado de la piedra. No la necesitaba pero así me sentía más segura. El hechizo aminoraría el impacto por lo que debía asegurarme de mantenerme de espaldas. Tanto Ragnarok como Macnair pudieron verme caer desde tan alto. La varita llegó primero perdiéndose entre los arbustos secos que rodeaban la iglesia y la secundé produciendo un gemido seco al impactar, por unos cuantos centímetros no fui brocheta de bruja en las rejas. Perdí el aire y la concentración debido al impacto. Mis orbes esmeralda notaron cuando el padre Ottis se asomó por la ventana desde donde me lancé y corría en dirección contraria para cerciorarse de que estuviera muerta, había descubierto demasiado. Me puse de costado y arrastrándome busque a Ómra entre las hojas, Cissy me llamó, sentía el nerviosismo en su voz, gritó mi nombre con cierta histeria. A tientas logré pararme, irónicamente tenía solo un raspón en la rodilla izquierda y un corte en la frente, producto de la caída tal vez, pero estaba entera. ―¡Debemos irnos! Exclamé pero no parecían oírme a la distancia que estábamos. Noté la sorpresa en sus rostros al ver cómo recuperaba al cien mi fisonomía humana. ―Cissy, tenemos que irnos, nos descubrieron― miré a los tres tipos golpeados, con terror en los ojos, acababa de decir una tonta obviedad. ―No sé por qué ni cómo, pero es Escocia. Tosí. ―El siguiente ataque será en Escocia, si nos vamos ahora quizás lleguemos a tiempo. Por la expresión de mi tía sabía de qué estaba hablando aunque yo no ¿Qué había exactamente allí? Agarré su muñeca con violencia, estaba cansada, nada de lo que hiciera serviría, debería ser ella la que nos sacase del Valle de Godric. "Si los demás llegan a la misma conclusión, si resuelven la misma pista que nosotros podrían ponerse en peligro" pensé, no podría soportar que algo le sucediera a Zoella.
  13. Laura Departamento de Seguridad Mágica ―Ésto debe ser una broma. Mi voz resonó por los pasillos desolados. Dejé caer el cuerpo del hombre inconsciente, o que yo creía lo estaba, al suelo. Éste se quejó, era evidente que las heridas no estaban del todos sanas y para colmo se topaba con una bestia que le trataba con poca delicadeza. Jamás creí que el ataque había sido tan devastador, el Ministerio íntegro ardía y parecía que en cuestión de segundos se vendría abajo. Por doquier había cuerpos de funcionarios desconocidos, de los propios soldados aéreos como el que ahora se removía lentamente a un lado de mi pie. La postal era demasiado para procesar de una sola vez por lo que mi primer reflejo fue patear al sujeto, así era yo. Él volvió a quejarse y me miró soltando improperios bajo la mordaza. Me hundí entre los hombros, es que la habían cag.ado terriblemente ¿Cómo se les ocurría tamaña sacudida a la comunidad mágica? Me dejé caer en el sitio, crucé mis piernas y le quité la venda de la cabeza al piloto muggle, debía rebuscar entre los cientos de frascos y ungüentos que tenía en el maletín para dar con calmantes mágicos y vendaje limpio o las heridas podrían infectarse. "Tengo sed" farfulló, le entendí aunque mordía tela, por lo que no tuve más remedio que detenerme y abrir una botella de agua mineral. ―Tu no eres como ellos― Me dijo, tras beber un largo sorbo y pedirme que le echara otro poco en la cabeza. Estaba haciendo calor ―Y tú eres igualito a los demás, pero yo no me ando con obviedades cariño. Ahora quiero que debo curarte éstas heridas, pero volveré a colocarte la mordaza porque tu voz me irrita ¿vale? ―Cuando me encontraron atrapado en la avioneta me sacaron a la fuerza, me golpearon, amenazaron con matarme apuntando hacia mi con esos absurdos palos suyos. Pero tú, tú llegaste de la nada y curaste mis heridas, me has traído hasta aquí sin el más mínimo rasguño ¿Quién eres? Rodé los ojos, en verdad era un sujeto fastidioso pero tenía razón en algo, yo no era una bruja. Posiblemente de haber confesado que mi estadía en el mundo terrenal era una especie de alquiler lo habría dejado pasmado. Hacía años desde que Arya decidió que revivirme sería una buena forma de redención, pero se había topado con la persona que menos intenciones tenía de vivir en aquella habitación destruida. Mi esposo ya no existía y mi hijo mucho menos ¿qué razones tenía, qué me motivaba a seguir? ―¿Te duele si toco aquí? Evadí la pregunta, el brazo comenzaba a ponersele morado, tenía que llevarle rápidamente a una enfermería o podría perder la extremidad más sabía que no podía pisar San Mungo pues Hades lo asesinaría, y tampoco podía llevarlo a una clínica Muggle o la que correría un posible peligro sería yo. Él asintió mientras me veía fijamente cambiar el cabestrillo y las gasas empapadas en sangre. Todo fue a parar a un montón de escombros a pocos metros de donde estábamos sentados. Sabía que estaba esperando una respuesta pero no se la daría, no a él y mucho menos ahora. "Cómo se lo diré a su familia" Pensó el piloto, pude inmiscuirme en su mente y aquello me petrificó. ¿De quién estaría hablando y por qué sentiría aquel pesar tan grande? ¿Habría dejado a alguien atrás? Volví a meter la mano dentro del maletín médico y mis ojos oscuros ensombrecieron el semblante del hombre, de un momento a otro pareció ver un fantasma, estaba asustado, lo sentía en los huesos. ―Descuida, es para el dolor. Antes de que pudiera objetar, retorcerse en las amarras o gritar como un desquiciado la aguja penetró su muslo derecho y en cuestión de segundos estaba dormido. Nadie podía resistirse al Valium, mucho menos si había sido mágicamente modificado para que las dosis no fueran letales pero sí altas, muy altas. Lo arrastré hasta una oficina conocida y me lamenté al encontrar a su dueño sin vida, desplomado sobre papeleo que jamás sería llenado en su totalidad. Dejé al piloto un momento para dar con el pensadero, detrás de un librero, y por primera vez desde que me marché de Hogwarts saqué a la luz un diminuto frasco que Ámbar me entregó escondido, aquella niña era un peligro, al igual que su madre, nadie debería quitarle la vista de encima siquiera por un milisegundo. Destapé el frasco y vertí el contenido cristalino y brillante dentro del pensadero. Tuve que sumergir la cabeza sin sentirme mojada para ver con mis propios ojos lo mismo que en otro sitio le estaba siendo relatado a Sebastian Crowld. Polonia, américa, diferencia horaria, acento nórdico ¿Islandia,Noruega tal vez? resultaba preocupante saber que perdíamos el apoyo de la zona Nórdica, o que mejor dicho por allá es que se encontraba una posible base de El Inquisidor. Saqué la cabeza de golpe, el pensadero se retrajo. Mi compañero seguía desmayado. Torpemente empecé a abrir cajones y lanzar cosas por doquier, buscaba algo específico que allí no encontraría, estaba algo desesperada por regresar sobre mis pasos. Entonces recordé que Arya jamás me dejaría sola en una situación así, desprovista de todo tipo de herramientas mágicas que yo no podría invocar por mis propios medios. Tomé de los pies al piloto y encontré por fin un pequeño traslador, en forma de tenaza, dentro de una bolsita de terciopelo verde, detestaba la sensación, pero cuando antes estuviera con aquel desconocido arqueomago, más rápido ataríamos cabos sueltos. Pero no encontró nada. Al regresar Hogwarts estaba completamente vacío, frío y desolado. Varios curiosos personajes corrían de aquí para allá, más no había rastros de Sebastian. Laura miró una vez más al pesado cargamento que le había tocado cuidar, suspiró y se marchó en busca de los Macnair, quizás ellos sabrían qué hacer con la información. @@Mackenzie Malfoy (me interesa ésta parte de tu rol, quiero seguir incluida en él así que trataré de unificar a mis personajes y solo dejar a Arya) Hospital Ambulante atacado. Iban a encontrarme, mi resistencia mágica para poder sostener aquel encantamiento desilusionador se agotaba. Los soldados habían pasado a mi lado unas cuatro veces como si se tratase de sabuesos, sentía que podían olerme pero la visión les fallaba. Si estaban lo suficientemente entrenados como me sospechaba esperarían hasta que el hechizo finiquitase y me capturarían, en el mejor de los casos me fusilarían, pero quizás no contase con esa suerte, mi fortuna podría ser peor. De pronto alguien puso una mano sobre mi boca y otra sobre mi vientre. Estaba cien por ciento segura de que aun nadie podía verme y sin embargo me habían descubierto. No grité, aquella no fue mi primera reacción sino removerme violentamente para tratar de alcanzar mi varita, la misma que con esa enorme mano sobre mi abultado abdomen habían apresado. ―Tshh Fue todo lo que oí, un segundo después Marcus se tiraba sobre mi con la delicadeza de una flor, intentando no herirme o generar demasiada presión sobre mi cuerpo pues amén de ser una mujer deportiva estaba embarazada y él era un hombre inmenso. Verlo tan cerca de mi permitió que por primera vez apreciara su rostro, el color de sus ojos, era Sybilla pero con rasgos hoscos y masculinos, por algo eran gemelos o algo así. Pero no fue eso lo que me retrajo en mi mente mientras los soldados pateaban cuerpos muertos a cada lado de nosotros, varios pasaron junto al vampiro ―que se notaba estaba algo magullado y sucio por la contienda― y lo empujaban como un caído más. Verlo tan cerca de mi, pecho con pecho, oyendo su respiración armonizándose con la mía me hizo pensar en Allen ¡Y y no quería pensar en él, diablos que no quería! más por algo habrían sido buenos amigos, o éste primero su comandante, quizás muchos ademanes y expresiones el exorcista las había aprendido de él, no podía estar segura pero me sentía incómoda. ―Puedo con ellos, solo, cúbreme― Le susurré, pero su mirada acusadora, igual a Cissy, dejó en claro que no me creía. ―¿Cuánto tiempo llevas aquí usando tu magia para esconderte? Estás embarazada Macnair, casi por explotar diría yo ¿Será que lo único que heredaste de mi hermana es la necedad? Un soldado se detuvo cerca de sus botas, mordí mis labios y cerré los ojos con fuerza, tratando de ser natural pero con mucho más miedo que encabezando cualquier asalto, y eso que cuando Ámbar aun estaba dentro mío había acudido a un sin fin de batallas. Pero aquello era diferente, la saña de aquellos sujetos con magos y brujas era de temer. Lo oía reír, murmurar con algún que otro compañero y emprender camino para reunirse con el pelotón, al parecer se marcharían de allí con algunos prisioneros, dejando unos pocos soldados para controlar la zona por si alguien más aparecía, rezagados, les llamaban. Exhalé, victoriosa, si me relajaba demasiado podría orinarme encima. Para desgracia mía cometí un error, creer que lo peor había pasado. Un último soldado, al que ninguno de los dos le dio importancia, cerraba el cordón con un largo y filoso palo "rematando" a los enfermeros, pacientes y protectores, fallecidos. Abrí los ojos de golpe cuando sentí el impacto, el filo metálico rosó mi clavícula derecha pero nada que pudiese matarme, era médico, estaba consciente. En cambio Marcus, clavé la mirada en él, casi ni se movió cuando lo atacaron, no emitió un solo sonido con tal de protegerme. Veinte segundos más tarde estábamos completamente solos. Entré en pánico, lo arrojé a un lado y me tiré sobre él tapando la herida con ambas manos, él reía cínicamente como lo hizo Cissy aquella tarde lluviosa en la playa. Me mordí el labio, parecía que las vísceras se me saldrían por la boca en forma de lava, de bilis. ―Estoy bien Me dijo, pero yo sospechaba que no, era un vampiro pero la herida no cerraba tan rápido como yo lo había visto antes. ―No, no lo estás, y Cissy me matará si te pasa algo así que no te atrevas a morirte ¿Me escuchaste? con un demonio, qué diablos hacías aquí Me dolía el hombro de hacer fuerza. También estaba sangrando ―Lo mismo puedo preguntar yo ¿Qué hacías aquí? la mayoría sabíamos que éste hospital al igual que otros eran blancos fáciles ¿Realmente eres tan tonta como Sybis dice? Estuve a punto de abofetearlo pero tenía razón, ella pensaba eso de mi. ―Vine a buscarla. Alcé la voz, podía darme el lujo, me dolía la herida y los soldados estaban lejos. ―No iba a dejarla sola, no de nuevo... Oímos pasos y los dos cesamos la discusión, volteamos a mis espaldas, estábamos agachados así que no podrían vernos pero sí nosotros llegar, entre tanto polvo se avecinaban sombras, varias sombras. @ @@Hades Ragnarok
  14. Valle de Godric Me dirigí directamente a la iglesia. Era probable que ninguno de mis compañeros viese lo que yo, frente a mis narices se dibujaba una especie de estela color beige, era el aroma de una persona que no hacía demasiado tiempo se escabulló en dicha dirección. No creía que fuese buena idea correr tras la primer pista que surgía ante mi, como servida en bandeja de plata, por lo que tras un segundo me volteé sobre mi pequeño hombro peludo y miré a Sybilla, ésta se encontraba espalda contra espalda de Hades. De haber podido rodar los ojos, asqueada, lo haría, pero al final venció mi rasgo más característico, el de meterme en problemas. Y me di a la carrera En una escala del 1 al 10 qué posibilidades tengo de que hoy haya misa, pensé rascando la puerta delantera. Resultaba cómico como mi suave voz humana retumbaba en aquella cabeza animal, una cualidad que no conseguía gustarme del todo pero que se sentía por demás natural. Nadie acudió a mi lastimero gemido así que bordeé un poco la zona, había algunas rejas del lado izquierdo, las mismas discurrían colina arriba protegiendo el desolado cementerio. Del lado derecho había otra puerta, un anexo al edificio en miras de caerse cualquiera de aquellos días. La casa parroquial, sospeché, y para mi fortuna tenía una diminuta entrada para gatos. Ningún sádico podría vivir allí, aunque la mayoría de los villanos en las películas poseían gatos. Sabía que Macnair estaría repasando todos nuestros ancestros hasta llegar a mi mientras repasaba mis movimientos por el rabillo del ojo. De haber podido sonreír lo haría, de hecho podía hacerlo, pero se veía tan espantoso que un Chacal expresara tal espasmo muscular que lo evitaba. Metí la cabeza por la portezuela del gato e hice varios intentos hasta poder pasar, cosa que me dejó exhausta. Dentro todo era oscuridad y el aroma a humedad era incluso más pronunciado que afuera, allí todo parecía detenido en el tiempo y guardado en el rincón más recóndito del closet, olvidado. Guiada por mi instinto canino di con un pasillo que llevaba a la zona alta de la iglesia. Para fortuna aquella madrugada ningún feligrés consideró tener la consciencia lo suficientemente sucia como para correr a confesarse. La calma reinaba, el frío resultaba insoportable aun con una gruesa capa de grasa y doble pelaje. Bajé las escaleras de dos en dos sintiendo como las patas se me entumecían, aunque solo hubiesen pasado unos pocos minutos estaba sobre exigiendo mi cuerpo en vísperas del parto. El interior era pequeño, al suelo le faltaban algunas moquetas pero en sí resultaba acogedor, hogareño y a la vez, sombrío. Varios escalones más abajo llegué a la zona de largas banquetas de madera gastada, allí donde la misma persona se sentaba largas horas para rezar comenzaba a perderse el color. La primera fila a la derecha. Más con ascendencia, unos escalones permitían que el antiguo órgano se mantuviera altivo, a la vista de cualquiera, con largos tubos hacia el cielo de donde antaño brotaron las más lúgubres melodías, tanto para bodas como para funerales, quizás más lo segundo. Comencé a jadear. Mis verdes orbes se perdieron por un momento en el dolor ajeno. Observé a aquel hombre en la cruz, mirando con pena a la nada, sin culpar a otros, sin más que tristeza en sus ojos, completamente solo entre dos inmensos ventanales de colores por los que no entraba ni una sola luz. Según tenía entendido por algunos estudios Muggles aquel sujeto era venerado por la mayoría, un Dios, un Santo ¿Sería aquel "El Santo" que buscábamos? O dicho personaje se creería tan divino como el que ahora veía; simplemente la figura me hipnotizó. ―No eres la primera persona que se sorprende al verle. La voz me tomó tan por sorpresa que casi vomito el corazón. Me giré frenética, tenía las orejas tensas al igual que los demás músculos del cuerpo, atenta al recién llegado ¿O es que siempre estuvo allí, viéndome? no comprendía como por un segundo mis sentidos se apagaron. Gruñí, pero el gruñido resonó extraño dentro de la casa de culto, la animagia me estaba cansando. ―Mi nombre es Ottis, soy el Padre Ottis. Es un placer conocerle...― Dejó espacios para que le respondiera ¿pero cómo lo sabía? tendría que ser mago o estar loco de remate para hablar con un animal. Con lentitud mi cuerpo fue ganando centímetros, perdiendo pelo y salvajismo. Resignada acepté la postura de una mujer prácticamente desnuda, pero el hombre frente a mi no se inmutó, ni por cómo estaba ni por quién era, sino que simplemente se quitó un fino manto gris de lanilla que protegía sus hombros del frío y me lo tendió. ―Gracias― Correspondí cubriéndome como podía pues mi abultado vientre no me lo permitía ―Lamento irrumpir a éstas horas de la madrugada padre, verá, he viajado mucho y estoy algo agotada. Creí que podría encontrar un sitio para descansar aquí y retomar mi camino hacia el alba pero solo su Iglesia estaba abierta. Mentí. ―El Valle de Godric no es conocido como un sitio turístico jovencita― Me contestó, algo en la forma que adoptó su nariz me indicó que sabía le estaba mintiendo. ―Pero venga, pase, estaba preparando un poco de té antes de comenzar mi comunión. Seguramente tenga algo de ropa en la caridad que nadie extrañará, qué clase de cristiano sería si dejo a una mujer embarazada pasando frío en medio de la noche. Sonreí, a medias, como un reflejo me giré hacia la gigantesca puerta de madera que seguía cerrada. Tanto Hades como Cissy deberían estar acudiendo a cuidar mis espaldas pero aun no llegaban ¿Estarían en problemas? o se habrían topado con el mismo dilema que yo, la diminuta portezuela de gato. Dudaba que un mago y una bruja de su porte pudiesen atravesar dicho espacio, sobre todo porque la especialidad de los Macnair era hacer volar las cosas por los aires, no predicar la paciencia. ―Entonces...― hablé siguiendo al padre por una puerta que estaba cerca del órgano ―¿Nadie suele visitar el Valle, ningún forastero o muggle perdido, siempre está así de tranquilo y... callado? El Padre Ottis encendió las luces con un interruptor de pared y escenificó para mi una descuidada cocina, aunque bastante limpia. Allí faltaban piezas por doquier, incluso a la tetera le faltaba el asa por donde se le agarraba. El agua no estaba en el fuego pero en ese momento no lo consideré motivo de alarma ¿Quién tomaba té frío? me cuestioné mientras clavaba mis ojos en las manos del hombre, trataba de adivinar su edad ¿50 tal vez? podría ser, a juzgar por las manchas que tenía en la piel y las arrugas, pero se le veía fuerte y entero. Dejó dos tazas de porcelana sobre una mesa con mantel amarillo y puso la tetera en el fuego. Una de las tazas estaba rota por el borde. ―Es muy poco común, joven, que alguien se sienta atraído por éste lugar. Hay quienes consideran que está maldito o que es demasiado deprimente para criar a sus hijos aquí. No los juzgo, me dije para mis adentros y asentí. ―Y luego están las personas como yo, las pocas que quedan, capaces de ver la magia en el Valle de Godric sin temor alguno, de adoptarla como parte del día a día. Espéreme aquí, le traeré algo para ponerse Quería creer que lo que estaba diciéndome era que quienes vivieron y murieron allí sin ser magos o brujas, en su mayoría, sabía acerca de quiénes predominaban el lugar sin problema alguno. Hasta los momentos Ottis me significaba un muggle inofensivo, aunque ya pasaran cuatro minutos desde que me dejó sola en la cocina. Sobre una de las paredes enmohecidas había un reloj, pero al igual que todo lo demás llevaba posiblemente años sin funcionar. Tomé asiento, el agua ya hervía para cuando el cura regresó con unas sandalias de tela y un camisón blanco. Me entregó todo haciendo ademán de que podía conservar el chal de lanilla y quitando el agua del fuego, dándome la espalda cuando decidí cambiarme sin más allí, después de todo ya me había visto desnuda instantes atrás. ―Creo que sería una enorme atracción si me quedase, considerando que hace mucho no ven a otras personas merodeando por aquí. Hay tantas cosas nuevas más allá del Valle Dije arrebujándome en aquel atuendo espantoso. Podría haber sacado mi varita para transformarlo en mi ropa anterior pero no quería poner incómodo a mi interlocutor. ―Oh sí, seguramente. Aunque mi sobrino es quien trae las noticias de fuera, supimos del nuevo Ministro de Magia hace poco cuando regresó de su viaje de negocios en Bulgaria ¡Bingo! Acepté su taza de té, aunque no olía muy bien y posiblemente algo vislumbró en mi facción, el rostro completo se me iluminó cuando habló de su sobrino, como si mi cerebro atase uno a uno los cabos hasta la palabra "Bulgaria". Ese era el momento en que aquel par debía aparecer pero yo seguía ahí sola, tomando té con un cura algo extraño. ―¿Hacia dónde se dirigía?― Quiso saber, pero me tomó por sorpresa, las mentiras fácil llegan y fácil se olvidan. ―¿Disculpe, qué?― bebí un sorbo de té, estaba amargo. ―Me dijo que se perdió llegando aquí ¿Hacia dónde se dirigía? no hay muchos lugares cerca del Valle que yo recuerde, debió recorrer kilómetros desolados hasta poder llegar ―Oh, sí. Mi viaje― Golpeé suavemente mi frente en señal de que era olvidadiza. ―Pues decidí viajar por el mundo, ehm, sin rumbo fijo. Ya sabe, hacia donde mis pies dicten Reí nerviosa. Estaba claro que nadie en mi estado decidiría "viajar hacia donde sus pies le dicten" menos con lo hinchados que yo tenía los pies. Pero por alguna tonta razón fue lo único que se me ocurrió y me odiaba por ello. ―Ya veo, bueno, si desea pasar la noche aquí hay una habitación libre en el campanario. Se puso de pie, yo asentí. Noté que no había tocado su infusión y que ésta estaba casi fría ya. Me puse en pie y lo seguí, tampoco había bebido de mi té más que un sorbo, no sabía por qué, no justificaba mis actos ahí dentro, era como si alguien tirada de los hilos imaginarios que ataban mis manos y pies. Y así lo seguí, por varios pasillos y escaleras hasta llegar al campanario, el Padre Ottis abrió la puerta que permanecía con llaven, me cedió el paso y como si me conociera de toda la vida me dio las buenas noches marchándose. ¿Será que nadie desconfía de las embarazadas? porque podemos ser muy malas cuando queremos ¿verdad? toqué mi vientre, el pequeño bodoque se removió respondiéndome y volví a reír nerviosa, si Aidan se enteraba de ésto me mataría creo que eso era lo que más me asustaba.
  15. Año 2019 Aniversario de ingreso al bando No tenía que decírselo, ella podía leer claramente mi pícara mirada. Zoella era una muchacha extremadamente bella, incluso más que yo, aún con su cabellera perdida, sus ojos lo reflejaban todo; la suavidad de su piel, lo delicado de sus manos, no lo sabía pero despertaba en mí instintos primitivos. Así que la dejé besarme, en silencio, le permití por un instante creer que llevaba las riendas de la situación. Porque así era nuestra relación, simple pero con una complicidad placentera. Ninguna de mis anteriores relaciones habían sido así, ni siquiera los breves amoríos que muchos me adjudicaban, todo hombre y mujer había montado su drama, hecho terribles escenas de celos. En cambio Triviani no, aún siendo tan joven comprendía que lo nuestro era algo que pasaba en secreto, sin demasiados sentimientos de por medio porque ella amaba a Dennis, aunque en ocasiones hiciera que mi corazón diera un fuerte vuelco. —Ya te dije que puedo solucionar eso ¿Buscas imponer una moda? Le dije sosteniendo su rostro desde la barbilla, no dejé que se alejara demasiado de mi, podía saborear la menta en mi aliento. Y con la mano libre acariciaba su brillante cabeza rapada, o mejor dicho víctima de un encantamiento que salió mal. Aquello era algo que me sorprendía, Zoella había sido desde sus comienzos una alumna impecable ¿Habría sido su culpa como insistía en repetir, o su talón de Aquiles habría tenido algo que ver? Pensé en Jeremy, aquel joven era como Groter en mi vida, una debilidad que al momento de la verdad podría jugarte en contra. "El amor te vuelve débil" pensé. Las palabras de Artemius resonaron en mi cabeza y deshice la caricia haciendo aparecer entre nosotras una botella de champagne y dos copas, previamente puestas a mi izquierda. Marqué una pequeña distancia y le sonreí dulcemente, no era en ese momento la Nigromante que debía ser, sino su fiel compañera ¿Cómo era posible que lograse eso de mi? con hábiles manos descorché la botella mientras mis ojos se deleitaban con su atuendo laboral, de pronto sentí deseos de visitar el concilio más seguido, o de comprar pociones para la despensa en el Magic Mall con frecuencia. —Feliz aniversario cariño— noté el brillo en sus ojos, fue un segundo, algo fugaz, como cuando a un niño le das el dulce que le prometiste si se portaba bien —¿Creíste que lo olvidaría? Enarqué una ceja tendiendole una fina copa flauta y acercando la que me correspondía para brindar. El suave tintineo de las copas erizó mis brazos y trajo a mi memoria varios recuerdos de la ceremonia en que Zoella recibió su tatuaje, habían sido mis manos, mi varita, mi vida la que enlazó la suya para con el bando; si en algún momento traicionaba a La Marca Tenebrosa ambas recibiríamos consecuencias, después de todo así funcionaban los juramentos inquebrantables. —Pues no. La respuesta final sonó tan seria y apática que de no conocerme habría arruinado el clima romántico del festejo. Le di un largo sorbo a mi copa mirando el cielo, desviando la atención de la mano que de escurría entre los objetos sobre la manta para topar una pequeña caja de terciopelo verde esmeralda contra la rodilla de la base. En ella había un pequeño, casi diminuto, dije colgando de una finísima cadena de plata, tan fina que parecía confirmada por cinco hilos de coser. Era una pequeña Z, también de plata, habría querido darle algo más pero sería difícil para ella explicarle a Delacour el quién y el por qué de aquel obsequio. Crucé mis piernas, quería sacar lo mejor de ella y para eso tenía pensado entregar lo mejor de mi. Estábamos conectadas más nadie comprendía hasta qué punto. —¿Qué harás ésta noche? Volví a mirarla, estaba esperando que me pidiera ayuda con el collar, si es que quería ponérselo. @@Zoella Triviani
  16. Nick: Arya Macnair ID: 117971 Conocimiento: Historia de la Magia Link a la Bóveda: LINK Link a la Ficha: LINK
  17. @ a mi algo me decía que era conjunta (? Pero tampoco pregunté. Deja que retoque un poco la que sería para él y le traigo el avy, de paso lo menciono, creo que tengo un like por ahí para sacar el nick ^^ *Se sonroja* gracias por los cumplidos *-*
  18. @ Hola bella, gracias por volver ^^ Me encanta leer lo mucho que te gustan las firmas de aquí, aunque obvio que lo mío no se compra con lo de Cissy, espero que aun así sea de tu agrado. De todos modos nos arrobas y editamos cualquier detalle, noté que te gustan las mariposas o son un distintivo para tu personaje así que traté de meterlo por ahí, a ver si lo descubres
  19. De no haber estado aferrada al barandal de la escalera habría caído. Me giré, tan abruptamente, que sentí un profundo mareo en la cabeza. Mis ojos no creían lo que estaban viendo, mi corazón tampoco lograba dar crédito a lo que estaba pasando. Miré a Sybilla como si ella tuviera la respuesta, pues normalmente así era, y luego intenté comprender la situación. El hombre que acababa de aparecer se paseaba por el pub con total naturalidad, se codeaba con Marcus y se presentaba ante mi hermana educadamente. Pero, maldita sea, ese hombre era un fantasma. Cuando se dirigió a mi, los ojos que había abierto cuan platos se tornaron vidriosos. No tenía la necesidad de reprocharle en dónde había estado, nuestras vidas eran conscientemente peligrosas, él estaba para mí en momentos críticos y viceversa, pero desde hacía unos dos años ya no había acudido a mis llamados. Incluso dudaba acerca del encuentro en la Torre del Norte, pues víctima de una fuerte fiebre creía haberlo soñado. ⸺A-Allen… ¡Allen! Primero no caí. Las lágrimas se escurrieron por mis mejillas y un remolino de emociones me embargó. Corrí con cierta torpeza saltandome algunos escalones hasta pegarme a él y dejarle rodearme entre sus brazos. Sabía que la morena me veía con severidad, estaba embarazada y el bebé que esperaba era de Aidan, un hijo para ella y por eso sentís cierta vergüenza. Más no logré contenerme, sollocé escondida en si cuello mientras Walker acariciaba mi cabello como siempre, posiblemente sorprendido por mi avanzado estado de gestación, preguntándose de qué se había perdido pero sería incapaz de explicarlo en ese estado. Frágil. ⸺¿Por qué no respondiste mis cartas? Le pregunté, sorbiendo por la nariz. Juliette, a mis espaldas seguía coqueteando con ese extraño y en una ocasión diferente me metería en medio pero solo tenía ojos para el exorcista. Es más, mis orbes estaban ancladas a él, a cada movimiento que hacía, a su forma de respirar, a cualquier detalle que me diese las respuestas que él no sería capaz de formular en voz alta. Sequé un poco mis mejillas y me aparté centímetro y medio con el rostro congestionado, la impresión me había puesto el vientre tenso, la última vez que nos vimos fue en aquella cabaña desvencijada. Tomé su mano, entrelacé nuestros dedos para invitarlo a acercarse. Detrás de la angustia me veía radiante, como si un enorme peso hubiese resbalado de mis hombros, internamente sabía que aquella noche dormiría perfectamente aún si debía explicarle a Cissy mi reacción y ella cuestionase mis sentimientos hacia Howard con quién no todo había sido dado por seguro. @ @@Allen Joe Walker
  20. Eilon Rice Noche en que el velo cayó ⸺Vamos, no seas llorón, te dije que sería divertido. Tomé su mano con fuerza y lo atraje hacia la entrada del cine. James siempre repetía que uno de sus sueños era conocer Londres y ahí estábamos, el cómo llegamos quizás no fue decisión suya, y de haberlo sabido, no le habría interesado demasiado. Me miró un poco confundido y luego sonrió, me abrazó hasta que me dolieron las costillas y soltó una carcajada. Habíamos recorrido media ciudad en bicicleta, estaba agotado y sudado, pero aún así podía ver lo emocionado que se encontraba. James Barton y yo nos conocimos en el último año de Antropologia en Oxford, nos hicimos buenos amigos y cuando decidí ampliar mis horizontes simplemente me siguió. Pero desde hacía algunos meses aquella amistad había evolucionado en algo más. Fue una tarde, luego bajar las cajas del camión mudanza que nos besamos tras abrir una cerveza, estábamos felices por el bello piso que pudimos conseguir, tenía una vista espectacular. Esa noche nos descubrimos hasta las sombras y nos volvimos inseparables. ⸺¡Estás Loca E, pero esto es alucinante! ¿Qué veremos? Parecía un niño pequeño con el que amaba pasar tiempo. ⸺Lo que tú quieras cariño, es tu cumpleaños. Más tarde podemos ir a un bar aquí cerca. Mi teléfono sonó. Miré la pantalla sacándolo a penas del bolsillo y lo volví a guardar. Era Quillan El rubio analizó mi expresión mientras tontamente estudiaba la cartelera y pedía unas entradas al centro y sonrió pero con menos entusiasmo que antes. De soslayo había reparado en el remitente del mensaje que ensombreció mi semblante. Quillan y yo llevábamos dos semanas sin hablarnos y por ello Barton prefirió no preguntar, la última vez que lo hizo tuvimos nuestra primer discusión de pareja. Él creía que el único motivo de mi enojo con Atkins era su nueva novia paramédico, pero no, eso no tenía nada que ver. Borracha le había admitido que solo me acerqué a él, en un principio, por si apellido. Aunque más tarde el cariño fue real. Y simplemente se negó a darme información sobre su familia, mi familia, y de ese modo ayudarme a encontrar a mi madre ¿Lo pueden creer? Había preferido enojarse conmigo y llamarme mentirosa, que descaro. Un acomodador nos hizo señas para que ingresáramos a la sala cuando fuera comenzó el alboroto. Me giré restándole importancia, creyendo que se trataba de un malentendido o una disputa callejera, y me perdí en la oscuridad de la habitación, tomando la mano de James, preparada para ver la mejor película de la historia. 1:40:37 de la peor comedia romántica del mundo. Solo lo hice por él, en verdad estaba sumamente feliz, pero lo cierto fue que casi me duermo al comienzo y casi vomito al final. Carecía de sentido del humor y el romanticismo no era lo mío, cuando tenía algún detalle con James él prácticamente lloraba, como ahora. La película le encantó, fue una fusión de todos los géneros que le gustaban en aproximadamente dos horas de cine; tenía las nalgas entumecidas. ⸺¿Aún quieres ir a ese bar? Le pregunté, necesitaba que dejase de hablar de la historia narrada, de la guerra y la protagonista por un minuto. Y porque en realidad lo veía cansado y los cócteles no solían ser lo suyo. A pesar de ello asintió, cosa que me sorprendió, pero quizás por haber hecho algo bonito sentía el deber moral de devolverme algo en esa noche. Sonreí y di unos saltitos adolescentes. Mi teléfono volvió a sonar, no iba a verlo, sabía que era Quillan otra vez y eso me revolvía las tropas. James colocó su brazo en aza y fue mi señal. Me aferré a él como Rose a la tabla y atravesamos algunas callejuelas iluminadas, lo que me gustaba de ese bar era que acudían magos camuflados y podíamos identificarnos entre nosotros, además, la magia tenía un olor particular que mi sentido vampírico no podía eludir. Había sido una velada encantadora, más allí acababa. Tras de mí alguien gritó. Ninguno de los dos se giró, nunca habíamos vivido algún episodio violento desde que nos mudamos. Poco a poco los gritos de volvieron insultos y como un chasquido, aquellos que estaban siguiéndonos aparecieron frente a nosotros. James se asustó y me miró apretando mi mano, en sus ojos estaba claro que no comprendía cómo esos tres sujetos habían aparecido de la nada. ⸺Asquerosa, sangre impura. El primero de ellos escupió a mis pies ¿Qué le pasaba? Barton intentó interponerse entre nosotros pero sabía perfectamente que eso era peligroso para él. Tampoco podía hacer uso de mi fuerza sobrenatural, James le tenía pánico a las películas de terror ¿Qué pensaría de su novia monstruo? Por lo que me limité a lo que haría cualquier Muggle en apuros, huir. ⸺¡Corre, James, cooooorre! Tiré de él mientras revolvía en el bolsillo de mi pantalón, necesitaba encontrar el celular, llamar a Quillan, él aparecería sin chistar si me sabía en peligro pero no lograba centrar mis ideas por lo que los dedos resbalaban al maldito aparato. El rubio corría delante de mi, las calles se tornaban más y más oscuras y solo era capaz de oír nuestros pasos, respiraciones agitadas y las malévolas carcajadas de quienes nos perseguían. ⸺¿Quiénes son, Eilon, qué quieren? James estaba cansado de correr, no era un gran deportista. ⸺No lo sé Jamie, pero debemos escondernos antes de que nos encuentren Habíamos dado con un callejón sin salida repleto de bolsas de basura y enormes contenedores putrefactos. Yo no podía morir, ellos no lo sabían y él tampoco, pero si atacaban a mi novio, podrían matarlo. Oí sus voces doblando la esquina, entré en pánico debo admitir, miré a James y cerrando el puño lo noqueé de un solo golpe. Justo cuando uno de ellos lanzaba un hechizo contra mi, yo arrojaba el cuerpo del rubio entre las bolsas de basura. ⸺¿Qué quieren? No tengo dinero. Le grité. Había salido con Jamie, no tenía mi varita. ⸺Limpiar al mundo de la gente como tú Me respondió y sus amigos se le sumaron. Comenzaron a atacarme sin piedad, primero con los puños, luego con hechizos. No podían dañarme demasiado aunque me causaran dolor, la maldición que corría por mi cuerpo me permitía regenerarme. Entonces oí a uno de ellos murmurar "mestiza" y rebuscar entre los contenedores. Intenté ponerme en pie, gritando cuanto pude para evitar que dieran con James pero no buscaban eso. Un segundo después sentí la madera atravesar mi pecho de manera rústica y medieval. Luego intentaron, mal hecho, lanzarme una maldición imperdonable para acabar con mi vida. Ya no podía hablar, la sangre se me escapaba por la boca y la nariz. Los tres maleantes se miraron entre sí y salieron corriendo, huían como ratas. Intuía que alguien más se acercaba, tenía todos los sentidos agudizados por el dolor, saboreaba mi fin. ⸺¿Quillan? Llamé, mis ojos se cerraron pesados. A mí acudieron un hombre y una mujer pelirroja. James, con una mano en la cabeza se lanzó sobre mí llorando desconsolado. No sabría nada del mundo hasta dos meses en adelante.
  21. @@Kraven Von Alexandros Buenas noches! Pasaba a preguntar si aceptarías la cobertura de El Profeta en la copa mundial. Había pensado en coincidir con alguno de los organizadores y cuestionarle si la realización de la copa no fue una idea de ocultar los problemas diplomáticos que había en ese entonces (? Pero te consulto antes de meterme pues eres el iniciador del rol! Saludos o/
  22. Misión: Salvoconducto Hogwarts-San Mungo- Hospital ambulante. Laura "Trae a mis hijos de regreso, o no regreses" Ese fue el pensamiento que me aquejó mientras era transportada junto a tres enfermeros hacia Hogwarts. Arya y yo éramos excelentes amigas pero cuando algo de vital importancia para cualquiera de las dos estaba en juego, los roles cambiaban. En ese momento ni yo era su confidente ni ella la enferma que me devolvió la vida por intentar enmendar errores ajenos a mi. Era una enfermera, una enfermera con conocimientos de guerra debido a la verdadera época en la que nací, con una única misión, salvar a los niños atrapados en el colegio de Magia y Hechicería, entre ellos mis "sobrinos", y desaparecer sin dejar qué seguir. ⸺Quítate, chico. Cuando logré salir del portal mi nariz se clavó en la espalda de un enfermero. Perfecto, pensé, el primer idi.ota que entra en shock. Por qué había escogido la medicina si ante un cuerpo mutilado si primera reacción era el vómito, el llanto, la impresión; no podía ser yo quien cuestionase la vocación de aquel trío, pero al menos no les permitiría estorbarme. Cuando Arya se enterase de aquello -no por mi- el chiquillo acabaría vendiendo goma de mascar de mil sabores en el parque. ⸺¡Señorita Macnair!⸺ acotó uno, el moreno. No iba a gastarme en aprenderme sus nombres. ⸺Su espos.. Lo interrumpí de manera descortés. Así era yo ⸺Tú, tú y tú. Al agujero, ahora. Señalé a los mocosos Macnair primeramente y luego me dispuse a hablar para interrumpir a Sybilla. La mujer no me tenía en gracia pero nos llevábamos "bien" gracias al putrefacto carácter que portabamos, muy similar. Además de historia, claro, pero ninguna sabía que la otra había muerto de la misma manera: por bruja, por un asqueroso esposo, y debido a la pérdida de un hijo; aunque más tarde la morena encontrara al niño perdido. ⸺Kore está en la mansión. Se ha levantado el escudo protector y Sebastián ha regresado⸺ sentí los ojos de Rohana perforandome la nuca ⸺No, niña. Tu madre se quedó a cuidar de los gemelos pero debes irte ¡Ahora! Los tres tontos que vinieron conmigo parecieron reaccionar y salieron disparados en distintas direcciones, activando así el protocolo de evacuación. Cada uno tenía el botiquín de emergencias por si se presentaba la oportunidad de utilizarlo, que segura estaba pasaría. Por el rabillo del ojo voy desaparecer a Kalevi, Ámbar y Rohana, instados más por la Matriarca que por mi pedido poco amistoso, aunque antes de cruzar el portal la copia pequeña de Arya me abrazó por la cintura con cariño y corrió. ⸺Necesito que todos crucen el portal, incluida tú Cissy. Arya fue a buscarte a uno de los hospitales móviles pues a San Mungo llegó la noticia de que había sido bombardeado y he perdido todo contacto con ella. A lo lejos una fila interminable de niños entre los once y los diecisiete años era engullido por un vórtice negro con destellos azules. Todos irían a parar con sus prefectos y profesores al sótano de San Mungo para ser re dirigidos a un nuevo hospital camuflado incluso a ojos mágicos; en esos tiempos ya no se podía confiar en nadie. Sabía que los otros dos enfermeros que perdía de vista estarían cubriendo el resto de Hogwarts, lo cierto era que éramos un equipo chico en comparación con la monstruosa instalación. Pero lo lograríamos, estábamos más que capacitados para lo que se venía, o al menos yo. Me arrodillé junto al hombre inconsciente y vendé su cabeza herida mientras Cissy asimilaba lo que acababa de decirle, Arya nunca dejaba de meterse en problema, tenía una severa adicción a ello. A pesar de ser un prisionero, como me informó uno de los alumnos allí presentes, primero era una persona, y como tal había que curarle las heridas; además, un soldado muerto no sirve para nada, era probable que muy encriptado en su mente tuviese algo que nos sirviera. Un segundo hombre se nos unió, me tomó tan por sorpresa que estuve al borde de matarlo. Varita en mano le apunté al pecho, los niños, mis principales objetivos, ya estaban fuera del radar pero de igual forma debía proteger a los demás, para ello me enviaron allí. Al parecer conocía a la Mortífago, pues a ésta únicamente se dirigió. Guardé la varita y me dediqué a enyesar el brazo roto del enemigo para así poder ponermelo al hombro y medio arrastrarlo hacia el portal. Sybilla me miró, iba a decir algo, pero yo disfrutaba demasiado el interrumpirla. ⸺No hace falta que me digas nada, estás tan loca como tu sobrina. Me encargaré de llevar a éste sujeto ante el Departamento de Seguridad Mágica y más tarde veré cómo están los niños Estaba claro, lo descifré en su expresión. Iría a la boca del lobo en busca de Arya pues algo le decía que estaba en peligro ¿Qué sería? Quizás el hecho de que yo misma le informé sobre el asedio al hospital móvil ¡Era claro que la pelirroja estaba en peligro! Pero una era peor que la otra, las mujeres de esa familia me terminarían por enloquecer. Sobre nuestras cabezas brilló una mágica luz verde ¡El enfermero moreno había conseguido cruzar el portal! Si tuviera corazón éste latiría de emoción. Gracias a Dios no lo tenía. Una segunda y tercer luz iluminó la oscuridad ceniza de Hogwarts, los alumnos habían sido evacuados. Pero tras una pizca de victoria, llegó la desgracia. De pronto el suelo comenzó a vibrar, un pelotón completo de soldados muggles se dirigía hacia nosotros con presura. ⸺Intenta traerla, aunque sea a medias Le imploré, pero con un tono tan cínico que no pareció ruego sino más bien, burla. Y desaparecí con los pocos que consiguieron salir de la mazmorra, tocaba activar la segunda fase del protocolo, confusión. Engañaríamos a los soldados para poner a resguardo a todos los niños.
  23. Año 2019 Aniversario de ingreso al bando No era correcto, lo tenía bien presente mientras visitaba lo que meses después sería un manojo de escombros, la Mansión Riddle. Emprendería ese fin de semana un largo viaje con final incierto por lo que no podía dejar pasar aquella fecha tan importante para ella. Zoella había ingresado al bando como una pequeña cría de Ashwinder que aún se quitaba trozos de cascarón del cabello, algo tímida e insegura pero con un increíble poder dormitando en su interior. La veía y me reflejaba en su comportamiento, antaño, cuando asomaba la nariz por primera vez al monstruoso mundo, habiendo acabado Hogwarts y la pasantía en Durmstrang. Eché un vistazo al cielo, tan hermoso como solo un domingo podía serlo y capté el momento exacto en que una lechuza moteada descendía casi en picada hasta mi ubicación. Sonreí. Phebs era el ave más rápida que conocía, y a juzgar por sus pequeñas patas vacías, el mensaje había sido entregado a la más joven de los Triviani, pronto debería verme en las inmediaciones de los jardines traseros. Cualquiera que nos viene diría que me aprovechaba de mi peso como Nigromante, más cuando estábamos solas o compartíamos algún momento mi mente lo descartaba completamente. Si al principio fue algo por el estilo, lo veía en sus ojos cuando me escuchaba hablar, además de mi insistencia en protegerle incluso de su propia madre, Candela. En misiones, asaltos y demás proyectos de La Marca le tendía la mano para que me siguiera y ella en ningún momento se negó. ¿Quién se negaría a su alto rango? Posiblemente nadie, aunque seguía queriendo creer que lo nuestro era una bonita relación o conexión química, pues yo tenía mis propios problemas y amoríos esporádicos y para entonces Dennis ya formaba parte del corazón de Zoella. Aún así, con esos motivos y demás, seguíamos concordando reuniones clandestinas, como ésta, por ejemplo. Atravesé el umbral de la Mansión, hice sonar mis botas de tacón por el recibidor y las cocinas, hasta que llegué a la puerta que daba al patio. Me quité la túnica negra que me ayudó a tomar los recaudos necesarios para no ser vista al entrar, aunque a un Macnair no le importaba que le relacionaran con La Marca Tenebrosa, y la dejé en el perchero antes de salir, el clima era agradable y los rayos de sol acariciaron mis hombros desnudos tan rápido como un amante receloso. Tholav, el pequeño y despistado elfo que me acompañaba desde hacía añares, preparó una sencilla manta en el suelo con unos pocos -muy pocos- aperitivos, una botella de champagne y dos copas flauta. Todo estaba preparado para esfumarse en cuando alguien apareciera y estropease el momento, cosa que dudaba ya que hacía mucho que nadie visitaba el centro de reunión Mortífago. Ambos bandos habían sido silenciados, los lideratos temblaban y el silencio se volvía espina en la palma de cada uno de sus miembros. Nadie estaría preparado para todo lo que vendría. Guerras, enfrentamientos, traición y nuevas lealtades. Anne para nosotros, quién sabe quién para La Orden del Fénix y una oleada de cosas nuevas, aventuras, tragedias. Aquello no estaba en mi cabeza, ni remotamente cerca mis pensamientos se acercaban a ello. Por entonces solo planeaba una pequeña y detallista sorpresa para mí Mortífago favorita. @@Zoella Triviani
  24. —Eres increíblemente guapo cuando me reprochas ¿Lo sabías? Acepté la taza humeante de café dejando en el aire todas las preguntas que Aidan lanzó a la diana que llevaba pegada en la frente. Entre el parto, el baño y ese momento de silencio que se estaba volviendo eterno, casi amanecía. Me perdí un momento entre los débiles rayos de sol que arañaban el horizonte buscando hacerse notar, me sentía totalmente vacía pero llené dicho vacío con café. Después de todo la mayoría de los Macnair —excepto por mi, y al parecer por Artemis— ahogaban sus pesares en aquella infusión oscura. Howard me miró con auténtica irritación, era una especie de amoroso desprecio el que a veces profesaba hacia mi y eso me causaba gracia y ternura a la vez. Quién lo diría, después de pelear cuan perro y gato por años, ahora arreglabamos malentendidos en la cama. Pero él era más que eso para mí, más que un placebo para todo lo que me tocó vivir, Aidan era, por primera vez en mucho tiempo, vida. Caminé hasta él con ambas manos en la taza, buscando robarme su calor, y lo bordeé cuando creyó que me pegaría a su pecho. Mis pasos estaban dirigidos hacia un horrendo cuadro que había colgado en la pared, el cual con divino cuidado dejé caer al suelo, previo posar la taza de porcelana en una cómoda. Detrás del cuatro había un hueco, un escondite verdaderamente medieval pero que hasta el momento ni la curiosidad de Rohana había sido capaz de encontrar. —Estoy segura de que existe, tiene qué. La información que hay al respecto es demasiado precisa como para no ser cierta. Le dije mientras sacaba del improvisado escondite el libro que "tomé prestado" de la biblioteca personal de Sybilla. —Se trata de una caja musical que te permite guardar los recuerdos que ya no eres capaz de cargar. Me giré lentamente, con la misma expresión que Ámbar solía poner cuando la regañaban duramente. Tenía los ojos anclados al suelo y abrazaba el libro como si de éste dependiera mi vida. Poco más de cinco segundos tardé en poder mirarle. —No quiero olvidar, Aidan. No quiero deshacerme de las cosas horribles que he hecho o de las hermosas que he creado, pero todas no pueden convivir dentro de mi. Ya no más, o me volveré loca. Si solo seré una bruja… Tragué en seco y le tendí el tomo abierto en el sitio señalado con una cinta roja carmín. —Quiero poder dormir en paz sabiendo que hice lo correcto. Ser una bruja significa que el peso de la herencia recaerá en Juliette, aunque ella aún no lo sepa… creo que lo sospecha, pero dudo en algún momento se planteara que la abandonaría. Una alarma sonó dentro de mí, no había pensado en ello. Mis ojos se tornaron cristalinos. —¿Crees que podrá con ello? Me refería a Juliette y El Cónclave. Esperaba que sí, pues ya había firmado, a pesar de haberle dicho al vampiro lo contrario. Con la segunda luna perdería hasta la última gota demoníaca en mi ser, me quedaba tan solo un día. Era ese el principal motivo de querer buscar esa curiosa caja que no me dejaba dormir por las noches, pues de hacerlo, todas mis memorias dejarían de pasarme en los hombros y comenzaría con renovada energía. @

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