Aquella noche luego de la celda
—No pisaba ésta casa en años...
Mi voz se perdió con la última amenaza de la pelirroja. Observé su cuarto, sencillo pero elegante y programé una huida estratégica midiendo la puerta y la ventana, la única ventana que allí había; me habían sacado de la celda donde Aaron me quiso sin demasiadas explicaciones así que aquello podría ser una trampa más, desconocía a mis compañeros. La Mansión Gryffindor dejó atrás sus años de gloria con el falleciiento de Elvis, lo notaba en el aire, en el ambiente. Un tímido elfo se nos unió acatando las órdenes de Shelle al pie de la letra mientras mis orbes se perdían en el líquido ámbar de la bebida. Giraba el vaso con habilidad entre los dedos, los hielos tintineaban cuando chocaban contra los bordes dorados más aun no me atrevía a dar el primer sorbo.
El cansancio, el alcohol y yo no éramos grandes amigos.
—No pienso quedarme más de lo suficiente, así que no atormentes a tu servicio querida.
No estaba del todo segura sobre su identidad ¿Quién estaba frente a mi? sentada con total tranquilidad bebiendo luego de quebrantar una orden de su Líder. Mis tiempos de Lugartenientes se habían terminado pero hasta entonces podía reconocer un desacato tan abominable. Pero entonces lo vi, no sé cómo ni por qué, pero algo en sus ojos lo gritaba sin abrir tan siquiera la boca. Me senté a su lado, empiné el vaso y se me llenaron los ojos de lágrimas, no solo por la fuerza del trago sino por la cantidad de recuerdos que comenzaron a ahogarme ¡Era su hija!
La piel se me erizó, tuve que aceptar quedarme allí luego del segundo vaso y la respuesta que posiblemente ella estuviera esperando de mi "Lo mismo que tú, Shelle, quiero venganza". Jamás estaría del todo segura si sería capaz, llegado el momento, de traicionar a Aaron pero en el futuro inmediato, en aquel presente, la sangre me hervía y estaba furiosa. Un Macnair colérico era peor que un dragón con mal humor. @ Dana Gryffindor
Más tarde, cuando todo se hubo terminado para las dos, accedí por la puerta que me conducía al cuarto de huéspedes preparado especialmente para mi y tomé un largo baño donde pude drenar los sentimientos encontrados que me producía estar encerrada allí. Al intentar dormir no fui capaz de pegar ojo, di vueltas en la cama enredándome con las cobijas totalmente negada a bajar, aun cuando conocía la mansión como la palma de mi mano, no quería verlo en cuadros, no quería escuchar su voz, sabía que sería capaz de cualquier cosa y eso incluía destrozo a la propiedad privada.
Luego pensé en Annick ¿Cuándo había sido la última vez que nos vimos? En el pequeño hijo que Elvis dejó allí. Los recuerdos me sacaron de la cama, ataron un lazo alrededor de mi cintura y me permitieron deambular como un fantasma por los pasillos y escaleras, descalza, congelada y con el cabello rojizo tan largo como antaño, lindando mis caderas. Buscaba a mi padre aun sabiendo que no lo encontraría.
@ Mael Blackfyre @ Annick McKinnon