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Romina Black Lestrange

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Todo lo publicado por Romina Black Lestrange

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  11. Saldo anterior: 47450 G Descuento de Compras efectuadas en el Magic Mall el 17/9/2015: -1500 G 1 Reloj Mágico Familiar (Objeto AA a 1000 G c/u): -1000 G 1 Ajedrez Mágico (Objeto A a 500 G c/u): -500 G Total en Bóveda: 45950 G
  12. Se quedó observando la muerte que había ocurrido tan rápidamente, a decir verdad no lo podía creer, pero en ese momento eran demasiados contra un solo mortífago, o al menos hasta ese momento no había aparecido nadie más. ¿Y ahora que iba a hacer? Lo único que le quedaba por hacer era silenciar a la mujer que estaba peleando con todos, o por lo menos así tendría menos posibilidades. —Silencius— dijo apuntando con su varita en dirección a Juv Malfoy Croft. El efecto sería inmediato, al intentar pronunciar una sola palabra no podría hacerlo, quedándole así como última posibilidad solamente hechizos no verbales. —Silencius— dijo nuevamente apuntando a, bueno a la misa mujer, puesto que era la única que se encontraba en el lugar y no iba a andar atacando a sus compañeros. El efecto era el mismo que el anterior, esta no podría hablar.
  13. —Morphos— dijo al ver que del bolsillo de su vieja túnica caía una moneda, no recordaba haberla guardado allí, pero por lo menos en ese momento le servía de algo. La moneda comenzaba a tomar otro aspecto y color convirtiéndose en una araña viuda negra capaz de envenenar a cualquiera con tan solo picarle. Le dio al animal la orden de correr hasta Leah y picarla, puesto que tan solo se encontraba a unos escasos centímetros de esta. —Silencius— exclamó apuntando nuevamente a la mujer, pero esta vez para dejarla muda por tan solo unos segundos, aunque estaba claro que en esos segundos en los que estaba obligada a hacer algún hechizo no verbal no le quedaba otra opción que esperar para poder lanzar algo más potente. En ese momento se quedó observando los movimientos de los demás, casi nunca entendía que es lo que estaba pasando, pero por lo menos intentaba hacer algo.
  14. <<Patronus de lobo huargo>> pensó al tiempo que lo analizaba de pies a cabeza, ese patronus le había llegado en más de una ocasión, solo que en ese momento no recordaba a quien pertenecía. Era de madrugada, aún se encontraba medio dormida, pero si era por el bando estaba dispuesta a dar todo lo que podía, sin importar cuantas veces saliera herida. Se dirigió rápidamente a su armario y tomo una túnica, rara vez usaba una de estas, pero prefirió despojarse de todas sus prendas y andar solo con la túnica. En los pies no llevaba nada puesto y en su mano derecha, su varita. Al cabo de unos minutos sintió que ya estaba lista y que ya podía acudir al llamado. Tenía que ir al negocio Ink Master, por lo que giro sobre sus talones para aparecer en las calles del callejón diagón. Todo estaba oscuro, era obvio que a esa hora nadie andaba por las calles, o los que andaban eran porque estaban en algún bar o algo por el estilo. Iría sin luz, no le gustaba ponerse eso en el rostro, ya que no le importaba que la reconocieran como miembro de la orden, puesto que estaba orgullosa de ser del bando que era y no tenía por qué ocultarlo. Llegó a la puerta del negocio y se quedó a esperar a que alguien más llegara, después entraría. Al ver que Ley llegaba la siguió dentro del local y juntas fueron al segundo piso.
  15. Algunas veces tenía ganas de romper el reloj que tenía en su mesa de noche, últimamente estaba andando demasiado mal y sonaba a cualquier hora, era momento de tirarlo y comprarse uno nuevo. <<Las tres de la madrugada>> susurró algo molesta para cubrirse nuevamente con las sabanas, aunque ya todo intento que hiciera por dormir era en vano, se le había pasado el sueño. Salió al balcón de su habitación, el cielo estaba oscuro y con un millón de estrellas que lo decoraban, y en el medio de todas ellas una hermosa media luna parecía observarlo todo. Sonrió de lado al ver pasar un par de aves cerca de ella, por lo que empezó a seguirlas con la mirada hasta que cayó en cuenta de que todas se dirigían a un mismo sitio. Antes que hacer alguna otra cosa tomó su varita con su mano derecha y salió corriendo al jardín trasero del castillo y comenzó a seguir a los pájaros. La sorpresa que se llevó fue más grande de la que esperaba, ya que, después de haber caminado por más de una hora apareció en un oscuro y horrible cementerio. Lo primero que se veía al llegar al lugar era un hilera interminable de lapidas, pero a medida que te ibas adentrando el lugar se volvía más solitario hasta el punto en el que cualquier ruido llegaría a dar miedo. Después de haber estado como diez minutos caminando llegó hasta lo que parecía ser un sendero con el suelo hecho de una especie de piedra, árboles sin hojas ni frutos en cada parte, escaza vegetación o la poca que había ya estaba ceca y sin vida. El viento frío y gélido rozo todo su cuerpo, y fue en ese preciso momento en el que se dio cuenta de que no llevaba nada en los pies y que apenas llevaba una túnica, fuera de eso no tenía ninguna otra prenda puesta. Por suerte llevaba su varita, por si algo llegara a pasarle. —Expelliarmus— exclamó al ver que una figura se acercaba hasta donde estaba ella.
  16. El pequeño lobo comenzó a olfatear por todas partes. Nunca iba a entender por completo el comportamiento de los animales. Se detuvo a tan solo unos centímetros de la mujer a la cual Lisa le estaba hablando, no la atacó ni le hizo nada, solo se quedó a su lado, al parecer el animal estaba ayudando a que la mujer no intentase escapar o algo por el estilo. Se quedó escuchando las palabras que le decía a la mujer, no atendía el porqué, pero si se lo estaba diciendo era porque tenía una buena razón. Una cinta negra se adhirió a los ojos de la Macnair y tras de esta tres gruesas cuerdas se materializaron y se enrollaron en el cuerpo de la mujer. Las acciones de Lisa la asustaron un poco, no le gustaba hacer ese tipo de cosas, lo veía algo así como un “secuestro”, pero se tranquilizó un poco al recordar las palabras de segundos atrás, que solo la estaban arrestando para quedar bajo su custodia. —¿Ya nos vamos?— preguntó, no había dicho ninguna palabra desde que había llegado. Cuando obtuvo una respuesta fue que comenzó a hablar. No habían estado mucho tiempo en el lugar, de hecho aún no terminaba de entender para que hacían esas cosas cuando los mortífagos no aparecían. Camino lo más rápido que pudo junto a Lisa saliendo de la bodega con la mujer en sus brazos, luego de eso salieron del local y se dirigieron a las afueras de este, a un rincón. La joven hizo que las tres desaparecieran y aparecieran en un lugar más seguro, para que nadie las viera.
  17. —Avis— murmuró apuntando hacia arriba con la varita en su diestra. Doce cuervos negros salieron de la punta de esta y se posicionaron cerca de la joven para defenderla de algún posible ataque. Casi nunca sabía que hechizos defensores hacer, en algún punto le parecían una pérdida de tiempo porque no eran utilizados. Al cabo de un par de minutos ingresó al pub, era un lugar bastante desagradable para su gusto. Lo único que se le ocurrió por hacer fue seguir a Lisa hasta lo que parecía ser una bodega. Esta vez no iba a quemar nada o algo por el estilo, no pensaba volver a escuchar a Lisa de esa manera, tenía que empezar a controlarse. Caminó por el lugar al tiempo que escuchaba las palabras que esta le decía a otra mujer, se mantendría atenta a la conversación, si es que respondía. —Morphos— apuntó con su varita a una mesa de gran tamaño. La mesa era de madera, al parecer muy pesada o eso notó ella al ver el grosor del objeto. La mesa comenzó a cambiar de forma de un segundo a otro, hasta llegar a la forma característica de un pequeño lobo, este era negro, pero el tamaño no importaba, ya que este tenía la fuerza suficiente para poder atacar o defender.
  18. El patronus de una Esfinge apareció de repente. La chica recordaba haberlo visto en alguna otra ocasión, quizá meses atrás, ya no lo recordaba. Lo importante es que era el llamado de algún Alto Rango de la Orden y como en ese momento no estaba haciendo nada importante decidió que acudiría. Al dirigirse a su armario para cambiarse decidió que no se pondría ningún accesorio, tampoco zapatillas, solo ropa, porque no iba a andar por el callejón diagón sin ropa. Colocó su varita en el bolsillo derecho de su pantalón de jean, la remera le quedaba un poco suelta, pero ya no tenía tiempo para cambiarse, tenía que salir del castillo lo antes posible. Era de tarde, el sol se ocultaría en un par de horas más, por lo que se le hacía bastante extraño tener que acudir a uno de esos llamados siendo aún de día. Decidió que era momento de dejar de pensar en tantas cosas, estaba dando demasiadas vueltas, lo único que tenía que hacer en ese momento era salir del castillo para poder desaparecer sin ningún inconveniente y aparecer en alguna parte del callejón diagón. <<La Rosa Negra>> era el nombre de negocio al cual debía acudir. Estaba un poco nerviosa e inquieta, no lograba encontrarlo, pero tampoco era la mejor idea ponerse en ese momento la luz en el rostro puesto que habían demasiados personas deambulando por las calles. Aunque si se detenía a pensarlo por unos minutos, casi siempre olvidaba cubrirse el rostro, por lo que ahora tampoco lo haría. Se encontraba a unos cincuenta metros del lugar cuando por fin distinguió a varios miembros de la Orden. Se acercó hasta ellos.
  19. Romina apartó la vista de las máquinas y herramientas que su madre estaba preparando para tatuar a su prima, no sabía si era por miedo o porque, pero no quería mirar, aunque siempre la curiosidad se apoderaba de ella y terminaría mirando de cualquier manera. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo a ver las agujas, no entendía su miedo, pero estaba segura que si eso te tocaba la piel provocaba algún tipo de herida o algo. Era mejor no prestar atención. El muchacho, Diego, se encontraba a su lado aún con el cigarrillo encendido, al parecer aún no entendía que no se podía fumar adentro, pero nunca obedecía y no lo iba a hacer en ese momento. Cerró los ojos con fuerza cuando sintió como si una tormenta se hubiese armado justo encima de su cabeza, estaba empapado de pies a cabeza, no cabía la menor duda de que la “autora” de tal cosa había sido Arya. Algún día tendría que decirle que tenía en contra de él cuando no le había hecho nada malo. No dijo nada y se quedó en su lugar, por dentro estaba enojado, aunque seguía con una sonrisa en el rostro, para hacer como que no le pasaba nada. Por otra parte Romina no hizo más que contener una carcajada, estaba mojado. <<Y todo por no dejar el cigarrillo un par de minutos>> pensó, eso se le estaba volviendo una adicción a Diego, o al menos así lo notaba, y ella esperaba no llegar a ese punto de no tener autocontrol. Segundos después el chico sacó de su bolsillo dos cigarrillos más y se los entregó a la joven, por lo que los sostuvo en su mano derecha, ¿Qué otra cosa iba a hacer?. En ese momento Nicole se acercó hasta ella en un nuevo intento por convencerla para hacerse un tatuaje, miró el de su prima, se veía bonito, pero estaba segura que no quería que una aguja tocara su piel. —Está muy bonito— le dijo con una sonrisa al notar como este cambiaba de color —Pero no puedo, además mi madre no me deja. Debo obedecer…— respondió como excusa, aunque más que otra cosa tenía miedo, no es porque estaba obedeciendo, aunque en parte sí. —Te queda muy bien— comentó Diego, después de todo hace bastante tiempo que no hablaba — ¿Ahora me harás el tatuaje a mí?— se dirigió a Arya. Antes de que alguno hiciera algo, Romina metió la mano que le quedaba libre en el bolsillo de su pantalón y sacó tres cigarrillos los cuales junto con los que el chico le había dado momentos atrás. Después de hacer eso se acercó hasta su madre y le entregó los cigarrillos para después mirarla a los ojos, sentía miedo y vergüenza, las dos cosas a la vez. @ @@Nicole Evans Crowley
  20. Las cosas habían sucedido demasiado rápido. Le impactaron muchos hechizos, tenía nuevas heridas de las cuales se tenía que curar, ya no tenía ninguna posibilidad de salir de allí, ni con fuertes heridas. Por otra parte Ley aún tenía que curarse y estaba segura de que en cuanto lo hiciera y si es que lo hacía, los mortífagos la atacarían igual que lo habían hecho con ella segundos atrás. Las heridas se hacían cada vez más y más grandes, al igual que el dolor que se iba prolongando, no valía la pena curarse ya, de hecho aquellos seres ya habían cumplido con lo que querían, que era matarlos. No sabía que es lo que había pasado con dos de sus compañeros, con Adryanie y con el otro al que no conocía, no los había visto más que en la entrada. Todos esos pensamientos iban sucediendo mientras se caía al suelo y cerraba los ojos, no había nada más que hacer.
  21. Giró su vista en dirección a su tía, Bel, no podía creer que había muerto de esa manera, no había nada más que hacer por ella y eso en un principio le molestó. Ahora estaba casi segura que de ahí no podría salir viva, los mortífagos que las estaba atacando tenían bastante poder, y ellas hasta el momento eran Legionarias, no podían hacer mucho, y ambas estaban heridas. Una katana le cortó el pecho, eso sin duda le dolió, pero no le quedaba de otra más que seguir curándose y si llegaba podría salir del lugar. <<Episkey>> pensó para curarse de emergencia por las heridas producidas por el corte de katana, después terminaría de curarse por completo, o al menos haría el intento. <<Episkey>> pensó nuevamente, pero esta vez para curarse de las heridas que el fuego maldito que le habían enviado hace ya varios minutos terminaran de curarse. Ahora solo le quedaba esperar para terminar de curarse, pero vaya a saber qué otra cosa le harían.
  22. Las cosas se estaban poniendo bastante mal, un mago hizo acto de presencia en el lugar, sabía que nada bueno se venía a continuación. Todo pasó tan rápido que no pudo ni reaccionar. Una avispa marina le había picado, tenía que curarse, pero antes de hacer eso pateo lejos a la avispa marina y vio como esta se moría, no quería que le volviera a picar. Segundos después el fuego le impacto en el rostro y en el pecho, tenía que curarse lo antes posible, aunque también sintió como su pierna se fracturaba, nunca la habían atacado de esa manera, de hecho hasta llegaba a pensar que ni la notaban. <<Episkey>> pensó para sanarse de emergencia de todas las heridas provocadas anteriormente por el fuego maldito, por lo menos ahora empezarían a sanar, aunque el ardor y el dolor pasarían en la segunda, cuando acabara de curarse. —Morphos— dijo después de haberse quitado el otro zapato que llevaba puesto para convertirlo en un bezoar, luego de eso lo metió en su boca para curarse de lo que la avispa marina había provocado. Ahora solo tenía que esperar un poco más para curarse por completo del fuego maldito.
  23. Los minutos transcurrían tan lentos hasta que llegó al punto de creer que ya se había pasado demasiadas horas en el lugar. Después de un tiempo lograron entrar al jardín, en donde vio como una mujer, al parecer una mortífaga, hacía acto de presencia en el lugar. ¿Solo una? Pensó para sus adentros, mucho no le gustaba tener que ser muchos contra uno solo, pero si así eran las cosas no tenía otra cosa que hacer más que atacar o al menos dejarla imposibilitada. —Floreus— al decir esas palabras se dirigía a Leah, la única mujer que hasta el momento les había hecho frente, de su siguiente hechizo lo único que saldría sería un ramo de flores, algo que no le causaba daño a nadie. —Silencius— apuntó con su varita en dirección a Leah Atkins, aunque sabía que al ser un efecto no era necesario tener puntería, le gustaba hacerlo de igual manera. Ahora la mujer no podría decir hechizos verbales, solo no verbales, pero como no sabía el nivel de peligrosidad de la misma, no iba a saber si en su poder tenía muchos hechizos que no necesitaran ser pronunciados.
  24. Al cabo de un par de minutos entraron al jardín del castillo sin ningún problema, era raro, pero al parecer no en todas partes ponían hechizos y esas cosas, o al menos en esa parte no lo habían puesto. Observó con atención los movimientos de su madre, Adryanie, prestando atención a cada movimiento, tenía que aprender demasiadas cosas, aunque bien sabía que todo era a su tiempo, la menor manera de aprender era observando y así lo estaba haciendo en ese momento. Tras escuchar las palabras dichas por la Demon Hunter no le quedó más opción que prestar más atención a todo su entorno, a todo lo que la rodeaba. Por lo que se puso a recordar la clase que ella misma le había impartido, hasta el momento no recordaba haber utilizado ese conocimiento, no había tenido motivos, era la primera vez que se ponía a analizar si en un lugar había o no magia negra. Dejó de pensar en esas cosas, tenía que crear un par de defensas. —Avis— murmuró para segundos después ver como de su varita salían invocados doce cuervos negros, los cuales tenían la orden de defenderla de algún posible ataque que pudiese venir, si es que los mortífagos se presentaban. Las doce aves se mantuvieron a un par de metros delante de ella, eran hermosas, aunque muchas dijeras lo contrario para la joven lo eran. —Morphos— dijo apuntando a una piedra de al menos diez centímetros, o así le pareció. Esta empezó a cambiar de forma y de tamaño y al cabo de un par de segundos ya se había transformado en una escorpión, que tenía la orden de atacar a alguien con su letal veneno que podría llevar a algunos a la muerte.
  25. Parecía ser uno de esos días en los que no tenía nada para hacer. El Patronus de una cobra llegó hasta donde la joven se encontraba recostada, en medio del césped, estaba aburrida y sin saber qué hacer. Recibió el mensaje de que tenía que estar en el Castillo Ivashkov, aunque este no especificaba el horario ni nada, solo tenía que estar ahí. Mientras se alistaba para poder ir recordó la última vez a la que había asistido a alguna batalla con sus compañeros de bando, definitivamente había sido hace ya bastante tiempo, al parecer el número de mortífagos empezaba a disminuir o vaya a saber que les pasaba. Tenía entendido que en Rumania hacía frío y estaba nublado, por lo que se puso un pantalón de jean, una remera y un par de zapatillas, tampoco esperaba que hiciera tanto frío. Se estaba demorando un poco, por lo que rápidamente empezó a caminar por las calles de Ottery sin recordar que con caminar no llegaría a ninguna parte. Se detuvo de golpe, agarró su varita con su mano derecha y después de eso desapareció sobre sí misma para aparecer a las afueras del Castillo Ivashkov, y tal como lo había pensado momentos atrás, estaba nublado y hacía frío. Al llegar vio que varios de sus compañeros que ya se encontraban presentes en el lugar, por lo que se acercó aún más para esperar a que les dieran las ordenes, aunque no estaba segura de poder seguirlas al pie de la letra, o al menos la última vez que había acudido a un llamado las cosas no habían salido del todo bien.

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