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Alexander Fox

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Todo lo publicado por Alexander Fox

  1. Alexander deseaba seguir usando a Sean como conejillos de indias, estaba interesado en el efecto de la diversidad de objeto que estaban alrededor de ellos, y más el que tenía ahora sujetado, pero sorpresivamente su compañero parecía completamente negado a seguirle el juego, porque empujó el artilugio obligando al pelirrojo a tomarlo, no quería imaginar a la señorita Tauro si por estar jugando rompían algo, además… seguramente le tocaría pagarlo a él. Sintió como una magia lo rodeaba y a los segundos pudo apreciar como su mano que estaba sujetado el reloj se había vuelto más pequeña y no tenía las marcas que se caracterizaba, observó a su compañero para ver que ahora tenía que alzar la cabeza para mirar su rostro… ¿Sean era mucho más alto que él ahora? Tocó su rostro curiosamente para sentir como sus rasgos se habían suavizado. Era claro, un niño… había regresado a ser un niño, se sintió incomodo si no mal recordaba su cabello estaría más corto, y no tendría ninguna cicatriz que había conseguido con los años, además que todo él resultaría más pequeño. -Ah… creo que esto se nos salió de control, ¿Cómo quitar estos efectos? – murmuró cuando comprendió lo que había pasado, estaba claro que el reloj lo había rejuvenecido, pero podía sentir que solo en apariencia, todavía sentía los dolores de los años que llevaba encima – ¡Ah! Señorita Tauro – exclamó escuchar su voz, para intentar esconderse detrás de Sean, algo poco práctico, debido a la transparencia de su amigo. - jajaja… bueno solo un poco – mencionó con su característica sonrisa traviesa, al ver a la dama recordó que ellos debían estar en una búsqueda, no intentando probar cada cosa que había en el lugar – ahmm… ¿nos ayudaría? – preguntó intentando ignorar que todo en parte era culpa de él. @ @@Tauro M.
  2. Alexander se sintió aliviado cuando la dama aceptó su egoísta petición, para él hubiera sido comprensible si rechazaba su solicitud, después de todo estaba invadiendo, aunque fuera por corto tiempo, su espacio de trabajo, su comodidad, así que al ver que era tratado con tal amabilidad se sintió complacido y feliz, por lo cual sonrió con suavidad mientras decidía seguirle emocionado de poder ver como una gran maga hacía su trabajo. La increíble cantidad de instrumentos para varitas le impresionó, todo resultaba ser muy artesanal y con gran dedicación, observó muy curioso cuando decidía colocar sus manos detrás de su espalda, para prevenir tomar algo que no debería, se conocía demasiado bien para saber que si se permitía el libre albedrío podía hacer un caos en poco tiempo. - ¿los duendes? – preguntó asombrado, aquello no lo esperó, consideraba que cada artilugio era hecho por artesanos magos y no por criaturas, aunque quien más para tener paciencia que un duende - Realmente no tenía idea, que interesante – agregó feliz de haber conseguido conocimiento nuevo. -Oh… de acuerdo, con su permiso – acotó mientras se permitía sentar en el mueble que ella señala, siendo respetuoso y esperando no estropear nada – Di Médici… no, aceptaré gustoso, un buen vino jamás debe ser negado y más si es dado por una bella dama – agregó con una sonrisa traviesa, conocía poco a la matriarca de aquella familia, pero había llegado a sus oídos que tenía una buena cosecha en vino. -Ya que debemos esperar… Cuénteme un poco de su trabajo ¿recibe muchos estudiantes nuevos? – preguntó curioso, deseando conocer un poco más a la joven y dado que estaban en su espacio de trabajo consideraba que podría comenzar por allí – o solo salva a personas desastrosas como yo – agregó como una pequeña broma. @ Off: me disculpo mucho, que falta de respeto la mía el no a verle respondido antes.
  3. Alexander era un hombre lo suficientemente curioso como para ser un peligro en esa tienda tan llena de artilugios desconocidos, cualquier cosa que le generara tanta curiosidad que la tomaría para revisarla, realmente la señorita Tauro no debería dejarlo solo y menos con Sean quien no podría controlarlo, pero comprendía que la llegada de Jeremy y de Sherlock, la había alejado y ahora iban a sufrir una consecuencia por la actitud del pelirrojo. -Jajajajaja ¡Increíble! – exclamó al ver a Sean casi desaparecer, no le había importado el regaño, es más su sonrisa se volvió más traviesa al verlo tan enojado - ¿Cómo funcionará esto? – preguntó e intentó tocar el artilugio, pero tuvo dudas, no quería volverse un fantasma como él, eso podría ser un problemas, así que decidió solo admirarlo curiosamente. - Mm… ¿te quedaras así para siempre? – Mencionó e intentó tocarle el brazo, pero a diferencia de lo que pensó no lo atravesó, su presencia y aspecto eran los de un fantasma pero lo físico permanecía allí, eso quería decir que no estaba convertido por completo – ou… hubiera sido genial si atravesaras cosas – la decepción se escuchó en su voz, y perdió el interés, dándole la espalda e ignorando cualquier cosa que pudiera decirle. -Probemos con otras cosas – y como niño comenzó a buscar otro objeto para ponerlo en manos de su compañero, perdiendo el hilo de buscar la profecía y fue cuando se encontró con un extraño reloj que se dio cuenta, había una magia muy extraña… - ¿quieres probar? – parecía tener una magia diferente, no era viaje en el tiempo afortunadamente, pero si aquel artefacto pudo cambiar la apariencia de Sean, este podría hacerlo también. @ @@Tauro M.
  4. - Muy gracioso compañero, yo tendría que confesar algo muy similar – se burló de la respuesta de Sean, el recordar como había sido todo ese caos le daba cierta inquietud, no estaría feliz con la idea de equivocarse y que alguien fuera a por la cabeza de todos, suspiró pesadamente, debían considerar confesar algo por lo que sintieran verdadera culpa o buscar algo que los ayudara. -No se… realmente es complicado, confesar algo sin una gota de ron es imposible – bromeó Alexander, él no tenía arrepentimientos, o no superficiales y buscar en profundidad era tocar temas que en particular no le gustaría, así que volvió a recordar en su mente la otra profecía, y el pensar que viajaría en el tiempo le provocaba dolor de cabeza, la última vez había provocado ciertos problemas, que había tenido la necesidad de pedir ayuda al ministerio. No era fácil de elegir el camino a tomar. - Juntos, ¿Por qué no? Así si tengo una oportunidad como la de Halloween podré aprovecharla – sonrió divertido, era una broma, pero tendrían que descubrir que objeto los podría les ayudaría en esa ocasión, sus ojos dorados se comenzaron a mover de un lugar a otro, revisando alguna estantería y fue cuando consideró que quizás las dos profecías estaban enlazadas, viajar en el tiempo podría mostrar algún momento donde ellos sintieron algo similar al arrepentimiento o la culpa y aquello le pareció incómodo. No le gustaría ver a su yo del pasado. -Hey Sean, abre la mano rápido – fue entonces cuando el pelirrojo tomó uno de los artilugios que le trasmitió más energía mágica, y se lo colocó a Sean en la palma, sin previo aviso ni explicaciones, esperando que no fuera nada de otro mundo, pero la magia que irradiaba le hizo sentir una extraña sensación que prefirió utilizar a su compañero para descubrir que era. @
  5. -Buenas madre – sonrió suavemente, mientras se encontraba a la espera de su invitada había hallado la mirada azulada de su madre, la saludó con cariño e intentó preguntarle referente a su evento navideño de galletas el cual comenzó a entender cuando se percató de que clases de ingredientes se encontraban en la mesa, pero la dama le gano cuando comenzó a presentarlo, se sintió como un niño pequeño algo avergonzado – a casi todos los conozco madre – le informó con tranquilidad. – Bueno… A @Sherlock Holmes y a la bella señorita @ los conozco un placer volverlos a ver, realmente parece que estamos persiguiéndonos mutuamente – aportó con diversión para ver a la dama que no conocía – Señorita Nicole no le he conocido aun, así que, un placer joven dama, soy Alexander Fox Lockhart – se presentó con una sonrisa para hacerle una corta reverencia educada, la verdad es que pocas veces se presentaba dando su nombre completo. @@Nicole Evans Crowley -Hacer galletas es sencillo, no se preocupen, seguramente les quedaran deliciosas, aunque este evento es para que todos se diviertan, solo importa eso – aportó con tranquilidad el pelirrojo a los presentes. En particular él no era un amante de los dulces, pero las reinas de su familia si lo eran, y claro sus hermanos, fue por lo cual dedicó parte de su tiempo en aumentar sus habilidades en repostería, aunque su mayor fuerte era hacer pasteles, pero disfrutaba crear tartas o galletas. El paquete que llegó llamó su atención cuando fue abierto, se alegró que fuera bonito y negó con la cabeza, ya que él no había comprado ese regalo, pero duró muy poco, no esperó que se rompiera, ¿el ave lo había golpeado cuando viajó? No preguntó mucho más cuando su atención se giró a la llegada de su pequeño hermano. Una sonrisa se creó por completo en él, Eirian estaba con esa energía que tanto lo caracterizaba, su hermano era la luz de la familia, o por lo menos para el pelirrojo era de esa forma, sentía que brillaba con cada sonrisa que daba y hacía muy feliz a su madre, esperaba poder ser un buen hermano mayor para él, aunque llegados a ese punto, todavía no sabía cómo. - ¡Oh! Él va a ser un juez muy severo… - mencionó haciendo una expresión “aterrada” solo para reír divertido y fue cuando una presencia apareció de pronto por el columpio. -Sagitas ha llegado – sonrió divertido, la dama, siempre tenía una gran cantidad de energía al llegar a cualquier sitio – Madre, ¿te parece si cuido a Eirian? Así puedes saludar a todos – le pidió para que pudiera atenderlos, ella necesitaba ese tiempo entre amistades y él todavía debía esperar a su invitada, además era un buen momento entre hermanos, hasta podrían jugar con los duendes que habían llegado en la bola de cristal o eso consideró, pero al girarse estos ya no estaban. @
  6. Se sorprendió de los negocios que se llevaría a cabo su madre con Sherlock, no tuvo ningún problema en acompañarla, es más, no deseaba dejarla por ningún motivo sola por esas navidades, aunque él siempre fuera un despiste para esas fechas, tendría que esforzarse por dejarse llevar por el espíritu navideño, así podría darle una buena navidad a su madre y que pudiera ser un poco más feliz, deseaba que mostrara su brillante sonrisa. Cuando iban a llegar al salón, su mente lo alertó, por instinto Alexander cubrió a su madre y sacó su varita directo hacia donde su sangre le grito que había peligro, haciendo que los objetos flotaran o por lo menos una parte, porque otra fue dejada caer a su alrededor, suspiró aliviado al ver que no era nada peligroso, en cambio solo se trataban de hermosos adornos navideños, quizás su viaje todavía lo había dejado paranoico, aquello lo avergonzó, pero intentó dejarlo pasar. - Madre disculpa ¿no te lastime? – preguntó preocupado considerando que la hubiera sujetado muy fuerte, y fue cuando vio a la querida elfa de la matriarca – pequeña Heyda ¿estás bien?, me hubieras llamado si había algo que no pudieras hacer, estas navidades seré tu sirviente, me subiré por ti al techo a poner luces – bromeó con una sonrisa divertida para intentar colocar todo en un orden, para llevarlo y fue cuando la presencia de Sherlock se hizo presente ante ellos, algo que no fue una sorpresa para Alexander, pero si para el contrario. - Ciertamente, aunque sería demasiado difícil no encontrarnos aquí, en el hogar de un Lockhart, y más si visitas a mi madre – declaró con una sonrisa afilada, la mirada y el ambiente que Sherlock le había lanzado, no le gusto y por mucho que podría considerarlo su hermano, si no tenía cuidado y creaba tensión en su hogar o a su madre el pelirrojo no sería agradable, pero no necesitó decir nada porque repentinamente todo el aire cambió. – ¿Eh? – preguntó confundido, parecía que él había estado ayudando a adornar el salón – Quizás debamos traer el te y los bocadillos para acá, así se podrá disfrutar mientras terminamos de adornar – le dio su opinión a su madre para caminar hacia el salón donde poco los colores lo estaban llenando, le era agradable y a la vez recuerdos de su primera navidad con su familia le trajeron a la mente y no pudo evitar sonreír gentilmente. -Matriarca, gran Heyda, ustedes mandan, ¿Qué se necesita para seguir? – preguntó con diversión, él no era bueno ordenando, ni combinando, ya todos debían saberlo, así que decidió esperar instrucciones. @ @
  7. Buen día *sonrie* Subtitulo deseado: - Caballero Pelirrojo - Premio obtenido: Individual, Ranking y juegos de Spam
  8. Las fechas navideñas nunca habían sido lo suyo, pero desde que había llegado a su familia adoptiva los Lockhart había intentado cambiar eso, y como muestra ese año decidió llenarse del espíritu y aventurarse en alguna actividad de la época. Para comenzar decidió participar en el evento que haría su madre en su local, no estaba claro lo que era, pero lo había escuchado por parte de algunos elfos, que parecían ayudarla a organizar todo en Cacao café, así que decidió darle una traviesa sorpresa apareciendo por allá, aunque no lo haría solo, necesitaba una compañera para ello, y no dudó en elegir a la persona. -An, envía esta carta, por favor – su pequeña lechuza blanca afirmó con la cabeza para tomar el pergamino que estaba amarrado con una llamativa cuerda roja, y tomar vuelo directo a cumplir la solicitud de su dueño. En particular tenía tiempo que no veía a la hermosa señorita Sol posiblemente desde la festividad de Halloween, por lo cual se decidió a enviarle a ella la corta invitación, Alexander realmente esperaba que no tuviera ningún problema en acompañarle en su aventura navideña. Cuando estuvo todo listo, tomó su gabardina marrón para salir, no había mucho que ver en el espejo y que pudiera solucionar, su descontrolada cabellera larga que combinaba con su forma de vestir sencilla, una camisa, unos jeans y zapatos deportivos eran parte de él, no sabía que haría si le volvía a tocar un evento formal. Se lo tomó con calma para llegar a Cacao café, cuando estuvo arriba buscó con la mirada a su madre, para descubrir que era todo lo que harían y miestras esperaba a su invitada. @@Sol Lestrange Black
  9. Sonrió suavemente al considerar que casi todos los presentes estaban de casualidad, pero no le incomodaba en lo absoluto, hasta podría disfrutarlo. Tomó asiento para escuchar las palabras de la joven Tauro, rio débilmente, pensando que desde que se habían conocido parecía encontrarse en todos lados, quizás se debiera a que tenían gustos similares. -Sí, es sorprendente las casualidades, o quizás realmente estábamos persiguiéndonos entre nosotros – respondió divertido para girarse a ver a la hermosa dama de cabellos violetas – Señorita Ariane, por supuesto que es mi salvadora, su labor me salvo de un buen problema – agregó con una suave sonrisa, decidió pedirle un vaso de ron, necesitaba un poco de ese delicioso sabor para seguir la noche. -Tuve una pequeña disputa en un bar, y en medio de la situación mi varita fue rota – comenzó a contar recordando esa corriente de estrés que sintió cuando se encontró en esa situación – pensé que ese sería el final de mi arma mágica, pero los conocimiento de la dama hicieron que mi varita volviera a su estado original y hasta la siento mucho mejor – aplaudió con ligereza, mientras sonreía con mucha dulzura. - ¿ y ustedes como se conocieron? – preguntó curioso a las damas, y hasta al propio Sean, ¿acaso todo había sido pura casualidad? @ @ @
  10. -Tendré una buena noche – respondió cuando terminó de leer la carta que tenía en sus manos, no esperaba una repentina invitación esa noche, tenía mucho tiempo que no regresaba a ese sitio por lo cual se sorprendió cuando leyó ese nombre. Sabía que era un local muy intenso, había música, baile, buen licor y un ambiente que resultaba ser diferente al que acostumbraba, pero… no le incomodaba, en cambio podía disfrutar y divertirse como pocas veces hacía. Alexander estaba mucho más encantado al saber que podía conseguirse nuevamente con la señorita Tauro y más en un lugar donde pudieran desenvolverse más naturalmente, en la gala habían pasado un buen momento, fue divertido y diferente, así que esperaba algo similar, y con un buen vaso de ron en otra mano, haría su noche perfecta, así que hizo aparición por los callejones en Ottery y fue rápidamente hasta su destino. En Dumbledore's Night la música ya estaba sonando, el pelirrojo se adentró buscando a su compañera y viendo todo a su alrededor, le gustaba… quizás no fuera un sitio donde pudiera refugiarse, pero servía para pasar un buen rato. Fue entonces cuando al ir a la parte del bar se encontró a esa encantadora dama de cabellera celeste, acompañada de una pareja que destacaba bastante, pero que en un principio solo logró reconocer a uno de ellos. -Es allí, donde te equivocas… - respondió al escuchar las palabras de Sean – Una hermosa dama, siempre tendrá un caballero de aventura – agregó con una sonrisa traviesa – Buenas noches a todos, hermosa señorita Tauro, siempre es un placer verle, gracias por su invitación – saludó con una sonrisa educada, y fue entonces cuando se fijó en quien era la compañera de Sean. -Que placer ver a mi salvadora, señorita Ariane, espero este pasando una agradable noche – soltó con naturalidad, no había esperado conseguirse a la joven dama que le había ayudado en días pasados, pero le hacía feliz verle allí – Sean me alegro que sigas vivo – agregó con una sonrisa divertida, no iba a molestarse por nada esa noche, estaba tranquilo y muy relajado para ello, solo necesitó pedir su bebida de ron para continuar. @ @ @
  11. ¿Galeones? No… En una apuesta eso no llegaba a emocionar, ya que, no provocaba el debido temor ni la adrenalina o por lo menos no para Alexander, el dinero va y viene, eso lo sabía, tenía años para saber que una simple moneda no podía durar para siempre y que había multitud de forma para conseguirlo, pero… las experiencias, las situaciones, el control, apostar eso si podía provocar cierta incomodidad, peligro. -No te preocupes, tu bolsillo está a salvo…– sonrió divertido al ver un objeto un poco extraño y tocarlo con curiosidad, pero dejándolo en el lugar cuando completó su idea – el que gane esta busqueda, podrá hacer una solicitud al perdedor, y este deberá aceptarla sin quejas – agregó con ligereza, para ver a la señorita Tauro con una sonrisa, el ver la curiosidad de la dama le hacía divertirse. -La señorita Tauro ayudará a elegir la solicitud – consideró para que de una forma tanto él como Alexader tuviera cierto control en cuanto al castigo del perdedor, porque de lo contrario ya se lo imaginaba obligando a Sean a ir al edificio más alto de la comunidad para lanzarlo sin paracaídas, aunque quizás solo lo pensaba por lo que había pasado en la tienda de bromas, aun no se le había olvidado aquel recuerdo, necesitaría tiempo para olvidarlo. Fue entonces cuando decidió seguir caminando para escuchar la opinión de Sean, quizás el quería otro tipo de apuesta, Alexander no le preocupaba eso, estaba interesado en descubrir los objetos que esa tienda les colocaba frente a sus ojos dorados, que lo llenaban de curiosidad y de deseos de moverlos. Fue entonces cuando descubrieron las profecías, que preocuparon en cierta forma al pelirrojo, parecía que esa aventura podría tornarse oscura si no tenían cuidado, ¿Qué deberían hacer? Debían ser algo precavido no fueran a tener a un ser maligno detrás de ellos persiguiéndolos para cumplir con el castigo por equivocarse en la comprensión. -Una confesión con un objeto clave… y un viaje en el tiempo con consecuencias desastrosas – sintió que resumió esas palabras vagamente, para pensar, que tendrían que hacer primero, ¿dividirse? ¿apoyarse? quizás necesitaban una buena botella para aclarar las ideas. -Sean confiesa tus pecados – bromeó divertido.
  12. La mirada de Alexander fue de completo asombro, a esa altura ni él mismo recordaba de lo que estaba hecha su varita, un punto vergonzoso ya que era su compañera, debería saber todo de ella, pero no recordaba en que momento de su vida eso le pareció indiferente, debía confesar que ser vampiro traía mala mañas, como el comenzar a dejar de darle importancia a las cosas maravillosas de la vida, aunque él siempre estaba aventurarse en explorar lo desconocido para asombrarse cada día. - Que genial… - murmuró al escucharla mientras observaba como hacía su trabajo, le era curioso el cómo revisaba y podía analizar al detalle sobre la varita, él no llegaba a comprenderlo, por lo cual se le hacía más interesante, el mundo mágico siempre tenía demasiada información y la vida seguía evolucionando y creando más cosas nuevas, por lo cual jamás se le haría aburrido aventurarse en lo desconocido. -¿¡En serio!? – preguntó bastante impresionado, reaccionando mucho más explosivo de lo que era habitual en el por lo que se apenó un poco, pero el alivio que sintió fue muy grande, no deseaba separarse aun de su objeto mágico, todavía quedaba muchas aventuras que vivir a su lado, aunque sonara extraño que se apegara a algo material, pero había sido el primer objeto al cual había tenido la capacidad de poder llamar como suyo – disculpe… es que me hace feliz, muchas gracias – respondió con una encantadora sonrisa, sentía que había tenido demasiada suerte, algo que realmente no era habitual. -Ahmm… ¿podría ver como lo hace? Prometo no molestar – pidió como si se tratara de un niño, pero la curiosidad lo tenía al borde y más ahora que no tenía la ansiedad por saber si su varita se salvaría – Me encantaría ver cómo trabaja, nunca me había interesado el trabajo de las armas mágicas, pero ya que tengo la oportunidad… - agregó intentando convencer a la dama, esperaba poder hacerlo, aunque sabía que no era algo que un cliente debería pedir, en especial porque estaría invadiendo su espacio de trabajo. @
  13. Un deja-vu fue lo que le trajo la idea de la señorita Tauro, le gustó y estaba muy animado a participar, y al parecer tanto Sean como Sherlock parecían desear comenzar de inmediato, él por su parte rezo internamente para que nada extraño pasase y es que si algo lo había llegado a meter en problema era la curiosidad por objetos raros, y en ese lugar todo dentro de él se activaba, sus propios ojos dorados no paraban de ver entre los estantes deseando agarrar y revisar algunas cosas. -No debe preocuparse por las palabras de su socio y me será placer anotarme en su idea señorita Tauro, suena emocionante y divertida – afirmó con una suave sonrisa – pero… si ocurre algo extraño le aseguro que será culpa del querido Sean, no mia... seré inocente – afirmó para escuchar sus advertencias y la explicación de los espíritus y la profecía, considerando que ellos no habían tenido demasiada suerte con ellos. -Comencemos entonces… - comentó para ver la gran cantidad de estantes, realmente no parecía a ver entrado al mismo lugar, pensó que sería más pequeño, pero tenía sentido por la cantidad de artilugios – oye… Sean ¿te apetece una apuesta? – preguntó llamando su atención, motivando todavía más todo lo que estaba ocurriendo, disfrutaría la animosa actividad que su hermosa amiga les estaba creando en ese momento, y a su vez se aventuraría a molestar a su compañero. Sin esperar su respuesta comenzó a ojear entre diferentes objetos, esperando encontrar la profecía, se preguntaba si estaría junto a los talismanes, quizás en su búsqueda se conseguiría algo para la fortuna, o para alejar a los malos espíritus como… bueno eso sería imposible. @ @
  14. Una sonrisa un poco seca pasó por su rostro cuando Sherlock mencionó lo que había sucedido con padre, Alexander todavía tenía muchos arrepentimiento, nunca había logrado tener la gran conexión que hubiera querido con él, y además cuando ocurrió no logró estar al lado de su madre, había sido un momento tan duro y fuerte, pero en ese momento se había encontrado en su viaje sin la oportunidad de apoyar a su familia. -¿Eh? – Preguntó al repentina separación del hombre – Hermano ¿de qué hablas? ¿Cómo vas hacer una molestia o un mal tercio? Teníamos demasiado tiempo sin vernos, no puedes abandonarme ahora – confesó con una sonrisa sincera, sintiéndose algo tímido cuando lo había llamado hermano, realmente para Alexander era todavía complicado relacionarse con su familia. Su posición fue apoyada por la señorita, que comenzó a darles una guía a ambos, una sonrisa tranquila se dibujó en su rostro, escuchaba con plena atención, interesado en lo que decía, a ver como se quitaba esa capa de mala suerte que siempre parecía tener, quizás una piedra podría ayudarle, y al ver que se ofrecía como consejera estuvo bastante a gusto, su curiosidad iba hacia todos lados, tenía años que no se interesaba en un tema, pero repentinamente sintió una presencia que lo confundió. “Es imposible…” pensó mientras ignoraba sus intentos y cuando fue momento de hacer una pregunta lo intentó, pero la voz de un hombre le irrumpió se giró para verle, no esperaba ver de pronto a Sean allí, y no sabía si estar feliz o… Triste. -¿Ataúd muerto? ¿Así se llama tu perfume? – Sonrió con tranquilidad mientras correspondía a la broma - no me diste la oportunidad de extrañarte Sean, no imaginé verte aquí, pero un gusto ver que sigues vivo – agregó con naturalidad, realmente no sabía cómo sentirse con ese encuentro, se conocían desde hacía poco, pero ya habían sufrido lo suficiente juntos y la gran parte de la culpa la tenía el humano. Un grito llamó la atención de los presentes, le observó confundido, se sorprendió de la forma en que decía aquello, y observó con curiosidad a la dama, para saber quién era, pero estaba seguro que sería algún socio, la gran mayoría de los negocios en el callejón tenían uno o dos dueños, además realmente su mente parecía gritar que de algo conocía al hombre. -No es forma de hablarle así a una dama – atinó a regañar tranquilamente – además, irrumpir así en una guía hará que pierda clientes, joven... Ya veo quien lleva esta tienda a flote – agregó con una sonrisa divertida mientras obervaba divertido a la señorita Tauro. @ @ @ @
  15. - Digamos que todavía debemos descubrir sorpresas de cada uno – comentó divertido, él debía ser sincero, desde que llegó al mundo mágico, no permitió que las personas se acercaran demasiado a él, y desgraciadamente su familia entró en eso, pero esperaba que poco a poco fuera cambiando ello – Haré el te que gustes, y cuando quieras - agregó mostrando una sonrisa divertida, le gustaba complacer a las damas y más a su madre. - Estaría encantado de ayudarte en Magic Tea, Si claro… colas, de quejas madre, te aseguro que no sería popular y menos con las damas – negó con una pequeña sonrisa, su madre y su hermana siempre le había gustado bromar con él, nunca le había parecido que llamara la atención de las damas, solo tenía suerte de conseguir buenas amistades – Es más sospecho que dañaría el negocio del te – se ríe divertido para acabarse la rebanada de pan. Finalmente tomó un sorbo de su té, la acidez inundaba sus papilas gustativas, le gustaba ese sabor, y más cuando era tan fresco. Tomó otra rebanada y a ese si le agregó mantequilla estaba disfrutando de la combinación de sabores, del ambiente tan cómodo con su madre, y de la sensación de paz que ahora sentía en su interior. -Ellos son muy buenos Elfos, siempre te han cuidado y eso lo aprecio mucho – mencionó con suavidad – Aunque están algo locos – se rio divertido, había visto sus luchas por el poder, aunque había presentido que no se trataba solo de ello, pero en ese momento apareció Jobs como dando veracidad a sus palabras, lo que ocasionó que e riera un poco más. - Jobs, ¿Qué pasó? – preguntó curioso y fue cuando se le avisó de un visitante aquello llamó la atención - ¿Quién quiere molestar mi tiempo con mi madre? – preguntó haciendo un puchero, pero era una broma sencillamente, cuando escuchó el nombre de la persona sonrió con suavidad. -Madre, parece ser que las visitas comenzaran antes de navidad ¿vamos? – preguntó curioso para levantarse, iba a saludar y a ofrecer un poco de té, esperando no incomodar y que pudieran extender el ambiente al visitante. @
  16. Sintió a alguien llamarle, pero no pudo descifrar quien fue, y no fue hasta que se giró cuando terminó de hablar con la pequeña ser mágica que se dio cuenta quien le llamaba, Sherlock… Tenía demasiado tiempo sin saber de él, mucho antes de su último viaje, así que sonrió con gusto de volverlo a ver, aunque ahora le llamara “Ex – hermano” sonaba algo triste, para Alexander nunca dejarías de ser su familia o su amigo, no importara lo que pasara, si tenías la mala suerte de entrar a su vida, no saldrías. -Sherlock, mucho tiempo sin verte – saludó con una sonrisa – Me alegro ver que estás bien – agregó divertido, se preguntaba que sería de la vida del mago, ¿Qué estaría haciendo? No estaba seguro de que habría hecho en todo ese tiempo, pero antes de conseguir una respuesta una hermosa voz femenina saltó en el lugar. -¡Señorita Tauro! – exclamó para acompañar su saludo y recibir su beso, aquello le sorprendió, él nunca había sido tan afectuoso con el saludo, pero había sido un placer – La verdad es que nos encontramos por casualidad, aunque no me parece extraño, una dama tan hermosa siempre debe estar recibiendo visitas y más si tiene un local tan curioso – comentó con naturalidad para seguirla, un poco de curiosidad con todas las cosas que había a su alrededor. -Confieso que no conozco precisamente cosas de Voodoo, es mi primera vez en este sitio, me llena de curiosidad – se explicó mientras se colocaba a su lado para verle con interés – así que, si gusta explicar y ser mi guía, me sería un placer – comentó con una sonrisa traviesa para después ver a su compañero -Por cierto, Sherlock… ¿Cuál precisamente es la razón de tu visita? – preguntó curioso, ¿acaso él si conocía sobre todo lo que les rodeaba? ¿Qué buscaría comprar? Eran cosas que llamaban su atención, al menos que fuera solo una visita social como la suya. @ @
  17. -¡Oh! Yo soy Alexander Fox Lockhart – se presentó al escuchar su nombre hice una leve reverencia para tomar su mano y depositarle un delicado beso en el dorso - un placer conocerle señorita Ariane, usted será mi salvadora si puede ayudarme – agregó educadamente mientras escuchaba su explicación, le hizo sonreír un poco tenso mientras finalmente soltaba su varita, a pesar de estar rota, Alexander nunca se separó de ella, desde que había llegado al mundo mágico supo que ella sería su arma y que no debería soltarla nunca, que lo hiciera ahora le causaba cierto malestar. -Espero pueda… ayudarme, no estoy seguro como recuperarla y una amistad me recomendó venir, diciendo que aquí harían milagros – quizás lo último era algo que había exagerado, pero esperaba que fuera así, él era un hombre lo suficientemente despistado para no entender que hacer ahora con su varita – si es un caso… perdido ¿tendré que reemplazarla? – preguntó preocupado, ¿tendría que dejar ir a su compañera? No lo quería hacer, por lo cual buscó con su mirada dorada alguna respuesta en la joven. -Yo no quiero presionarla, solo me gusta estar preparado para las malas noticias – acotó un poco melancólico, siempre había estado preparado para la mala fortuna que traía en su espalda. @
  18. Se comenzó a reír cuando escuchó a su madre llamarlo grandote, ciertamente era más alto que ella, pero no se consideraba tampoco tan grande, se fijó como se unía a él para crear los aperitivo, era un momento muy especial y perfecto, aquello lo hacía sentir feliz ¿Cuánto tiempo había anhelado un momento familiar y más uno de madre e hijo? No estaba seguro, pero lo estaba disfrutando mucho, su sonrisa era completamente sincera y llena de diversión, escuchar a la matriarca reir lo llenaba de felicidad, ni él mismo se creía la tensión que había tenido hace algunos minutos antes. Su madre era un hada que traía felicidad. – Claro que me quedaré hasta el año nuevo y si es posible espero no tener que moverme de aquí en mucho… mucho… mucho… tiempo, madre – mencionó con mucha tranquilidad, había tenido suficiente la última vez, sabía que podía ocurrir cualquier cosa, pero tendrían que arrastrarlo para sacarlo de su hogar, después de todo allí deseaba quedarse – Así que hay que pensar en algo muy navideño – acotó para que su madre explotara su creatividad, él la apoyaría con lo que fuera, e intentaría cumplir sus deseos. -Entonces, estas navidades son el momento de crear y unir lazos madre, tu eres hermosa y muy amigable, las personas llegaran a ti como abejas con la miel – comentó mientras terminaba de servir en las tazas el té preparado, el olor estaba alrededor de ellos era muy delicioso y armonioso, Alexander estaba seguro que eso acompañado con lo que había hecho su madre sería perfecto – invitare a quienes conozca y quienes no, soy amante de hablar con extraños – se rio traviesamente, suerte que ya no era un niño que fuera fácil de engañar. Tomó las tazas y terminó de colocarlas en la mesa, fue entonces que percibió cierto movimiento entre los elfos. -Mmm… ¿Qué pasará? – preguntó curioso, mientras tomaba haciendo, y se robaba un rebanada de pan, mordiendola llenadose de migajas. @
  19. Las palabras de su amiga le hacían sentir feliz y hasta un poco apenado, esa confianza que le estaba dando lo llenaba de una gran calidez, pocas veces en su vida se había sentido de esa forma, porque a su parecer no era algo superficial, se trataba de unas palabras sinceras y aunque en ese momento él prefirió no confesarse, sabía que tendría el apoyo de la hermosa dama, algo de lo cual había estado preocupado, el tomar la decisión de aspirar a estar en ese bando lo había llenado de ciertas dudas, después de todo era posesionarse en una guerra, enfrentarse con personas que posiblemente eran preciadas para él. -Gracias… - susurró con mucha tranquilidad para imitarla, necesitaban estar secos para ir al restaurant aunque realmente no lo había pensado, quizás hubiera sido tan descuidado para entrar mojando todo – vamos – mencionó para mostrarle el brazos y al ver que era aceptado sonrió con naturalidad para avanzar. -Una pasta suena delicioso – respondió mientras escuchaba la música sonar y apreciaba el bello lugar en el que se encontraban, habían elegido muy bien el sitio del reencuentro – ¡junto a un vino! Aunque eso es muy italiano ¿no? – Preguntó divertido, Alexander disfrutaba experimentar tanto con la bebida como la comida, pero cuando algo encontraba algo que le gustaba, estaba encantado de repetir – Deberíamos probar algo tradicional de aquí salir de la zona de confort, es una aventura así que hay que experimentar cosas diferentes – comentó con una sonrisa traviesa – igual seguro todo será delicioso – acotó pensando en que el menú tendría variedad de platos típicos de Grecia, quizás encontrarían algo de su gusto y que fuera diferente de lo habitual. Al llegar fueron recibidos por el mesero, que le observó extrañado, quizás había pensado que ya se habían ido o era porque estaban descalzo, Alexander avanzó sin darle importancia él solo deseaba seguir disfrutando de la noche y de la cena que tendrían, llevó a su amiga a una de las mesas con mejor vista, aunque hubieran estado largo rato observando el delicado paisaje quería seguir en ello, le parecía perfecto. - Quizás podríamos también darle uso a esa música y bailar más adelante – le comentó con una sonrisa mientras le sujetaba el asiento para ayudarla a sentar – seguro baila hermosamente – agregó curioso. @
  20. Intentando ignorar el tema se preocupó cuando su madre respondió a su rechazo ¿le habrá incomodado? Se sentía mal, pero consideró que en cualquier momento el tema quedaría en el olvido y cuando escuchó su pedido con su típica sonrisa sonrió divertido, se dispuso a buscar las hojas de te frutales para hacer una pequeña combinación, así tendría el sabor que ella gustase, sacó las tazas y se dispuso a esperar que se terminara de hervir el agua cuando se percató como su madre intentaba alcanzar la miel. -madre… - iba a decir algo, pero sus palabras le irrumpieron, se sorprendió cuando le preguntó sobre los hijos, aunque él tenía entendido que no tenía ninguno y no tenía a una pareja estable como para pensar en ello, le fue extraña la pregunta, pero… comenzó a comprenderla cuando la voz de esa hermosa mujer siguió hablando. Sus palabras le llenaron de calidez, podía sentir como si esa miel que tanto buscaba alcanzar la vertieran sobre él, una sonrisa sincera se dibujó en su rostro, llegó a pensar que no importaría escuchar esas palabras, que no valía la pena seguir con ese tema, pero… la conclusión había llegado y lo había dejado con una sensación tan ligera, su cuerpo y mente se sentían tranquilo, ya no podía pelear por nada, y más con ese beso en su mejilla lleno de cariño que le apenaba, pero que agradecía desde el fondo de su alma. -Madre… yo soy afortunado - se rio débilmente, quizás primera vez que consideraba aquellas palabras como ciertas, sonrió no tenían nada más que decir, sus palabras habían cavado dentro de Alexander y no podría sacarlas de allí. No pudo evitar reír un poco más divertido, su madre seguía siendo muy bajita como para alcanzar ese lugar y sabía que a pesar de poder usar magia no lo haría. -Eres muy pequeña madre – confesó divertido, fue en ese momento que la tomó un poco más debajo de la cintura y la levantó fácilmente, sintiendo mucho mejor la perdida de peso, eso le preocupaba y realmente esperaba que su madre ahora se cuidara mucho más, esperaba poder apoyarla con toda su alma, como ella estaba haciendo por él. Cuando tuvo el tarro de miel la volvió a bajar, ya el agua estaba lista, solo faltaba preparar para poderse relajar comodamente en la mesa o donde les apeteciera sentarse, así que rápidamente comenzó a generar el te que ya había prometido siendo sereno en sus acciones, la mujer quien le cuidó fue quien le enseñó prepararlo, a ella le gustaba mucho y, es más, su hora de la merienda jamás podía faltar, o de lo contrario se pondría de mal humor. -Madre, te aseguro que estaré para ti, seré tu hijo fastidioso, aunque a veces me pueda llegar a perder con facilidad – confesó divertido para seguir en lo que hacía – necesitaremos hacer alguna aventura, estoy seguro de que a poco, todos irán regresando a casa… - comentó mientras esparcía el aroma del té que estaba preparando, frutal para su madre, y citrino para él @
  21. No tardó tanto tiempo en recibir respuesta algo que le tranquilizó mucho, debido a que se había sentido un poco emocionado al ver tantas varitas, pero su rostro se volvió algo tímido cuando se encontró con la expresión de la dulce dama ¿se vería mal? Se preguntó mentalmente, a decir verdad no se había revisado cuando salió del bar, consideró que estaría bien, por lo cual se sintió un poco apenado por presentarse a una joven de tal forma, por algo había dejado de meterse en peleas y no había tenido ningún problema, hasta ese día, aunque no estaba arrepentido de sus acciones. -Disculpe mi apariencia bella dama, solo tuve un inconveniente… - respondió con su característica educación, aunque quizás siendo un poco más reservado, acomodando su cabellera roja para buscar sonreír suavemente, necesitaba relajar el ambiente – el cual quizás ya se dio cuenta… - murmuró lo último al ver que parecía aguantarse la mayor sorpresa cuando enseñó su varita, estaba rota casi por la mitad, se podía apreciar que no había sido hecho adrede por la forma de la rotura, pero aun así, el pelirrojo se sentía culpable. -No fue algo que hiciera adrede, yo, bueno no soy tan terrible – intentó explicarse, pero no quería excusarse diciéndole toda la historia, no valdría la pena, el daño estaba hecho y ella seguramente no deseaba escucharle, si era un amante de las varitas posiblemente no le gustara cualquier cosa que le dijera o esa era la mente que se estaba haciendo el vampiro. -No sé si pueda ayudarme joven dama… Esta varita me ha acompañado durante muchos años… quizás demasiados, pero supongo que es el momento de decirle adios – comentó considerando que era de su juventud, ya decía mucho, de la época en que su maestra estaba a su lado y que nisiquiera había sido adoptado por su actual familia. @
  22. -Es la primera vez que me pasa esto… - habló preocupado cuando tomó su varita rota - ¿ahora qué haré? – preguntó inquieto, le irritaba que todo hubiera acabado de esa forma, pero ahora tenía su arma mágico inservible y aun hombre noqueado a sus pies, aunque por fortuna no había pasado a mayores, no estaba lastimado y su ropa seguían en perfecto estado, quizás algo arrugada la camisa negra, pero del resto sus jeans tenían las mismas roturas y sus zapatos estaban bien. Ese día se había cruzado con un mago problemático en su típico recorrido por los locales del callejón diagon, nunca le había pasado aquello, las personas allí siempre le respetaban y no le causaban por lo general problema, pero el mago desconocido había sido insistente en molestar a todos los clientes del bar y cuando se atrevió a tocar a la dueña acabó por enfrentarse a él, desgraciadamente la pelea acabó usando los puños. -Alexander, deberías ir al Ollivanders , de inmediato, no puedes estar sin varita – fue lo primero que le dijeron después que se calmaran las cosas y echaran al sujeto. Alexander conocía la tienda, era famosa entre todos los magos y además le traía mucho recuerdo, después de todo fue lugar donde consiguió su instrumento mágico, había sido tan emocionante que jamás pudo olvidarse de ese momento, fue uno de su primeros pasos por el mundo mágico y en el mismo local, aunque bien sabía que la que se encontraba actualmente no tuviera los mismo dueños. Terminó por caminar por varios locales más, buscando su destino, había tantas tiendas, hoteles que en ocasiones era complicado encontrar algunos sitios, así que estuvo dando muchas vueltas un poco perdido, como era la costumbre del vampiro, hasta que finalmente se consiguió con un escaparate que mostraban varitas tan elegantes y delicadas que supo que finalmente había llegado. -Buenas tardes – saludó cuando entró, su mirada dorada brillo al ver todo lo que se mostraba, una sonrisa se dibujó al ver todo el escenario frente a sus ojos. @
  23. “-Pues a mi local eres más que bienvenido, aunque permíteme aclararte que jamás serás una molestia, de eso tengo muchas dudas. Pásate por Voodoo Dolls cuando quieras, te prometo que tenemos cosas interesantes allá – “ Esas habían sido las palabras que lo habían motivado a vagar por el callejón diagón en busca de un local el cual no había escuchado con anterioridad haciendo que su curiosidad aumentara al tope, además la emoción de ver a la señorita Tauro seguía allí, habían pasado una buena gala juntos, con sus aventuras y todo, había estado tan a gusto que tuvo muy presente el visitarla en aquel lugar y disfrutar de la charla que posiblemente quedó en la mesa y en su aventura buscando reliquias.. Había salido por el mediodía, en la mañana había estado ocupado ayudando en una cosa a sus familiares, así que apenas logró escabullirse se alistó a salir, para la ocasión no iba tan formal ni pesado como cuando había conocido a la joven, en cambio tenía una camisa blanca con unos jeans rotos que iban acompañado de sus deportivas oscuras, iba bastante casual, esperaba que no hubiera problema, todavía no sabía a que clase de sitio iba, así que partió cuando estuvo listo. -Creo que será por acá… - mencionó curioso, había chocado con un hotel y luego con otro, hasta que finalmente encontró entre los dos a un pequeño local, fue bastante interesante ver como la tienda más pequeña competía contra la presencia de dos grandes hoteles, que parecía tener algunas estrellas por pecho. Se aproximo interesado, y fue cuando el cartel repentinamente cambió al nombre que la joven dama le había dado – increíble… - mencionó gustoso, sus ojos dorados brillaron por el acto de magia que quizás era sencillo, pero eran detalles que le llenaban de placer. Finalmente se adentró, ya necesitaba saber que clase de sitio era, y fue cuando estuvo de frente de una gran cantidad de artículos que no conocía, el… “¿voodoo?” no era su fuerte, es más, lo poco que había escuchado se debía a simples rumores de conocidos, realmente estaba perdido. -Buenas tardes – saludó a una elfina que parecía estar encargada del lugar – Lamento irrumpir sus deberes, busco a la señorita Tauro – informó con educación al ser mágico, esperando que le dieran una pronta respuesta. @
  24. -Claro que lo se preparar madre – dijo con un puchero al ver lo sorprendida que estaba su madre, pero lo quito para sonreír divertido y afirmar a sus palabras, le gustaba más las cosas saladas que las dulces, aunque nunca negaría el delicioso sabor de un biscocho, en particular sabía hacer muchas cosas sin magia debido a que había sobrevivido demasiado tiempo alrededor de muggles. -Ah… bueno madre, mi viaje… – no sabía que contar, no se preparó ningún guion o mentira, él no era esa clase de persona, y mucho menos intentaría engañar a su madre, pero su viaje había estado lleno de dolor y disgusto algo que sabía que a la matriarca no le gustaría escuchar, así que sus palabras quedaron en un vacío mientras su cuerpo se movía para sacar algunas hojas para hacer el te y colocaba agua en una tetera para que hirviera, esquivando su mirada sin saber que decir, pero fue cuando sintió el toque de la matriarca que Alexander se atrevió a verla. ¿Por qué sentía que sin decirle nada ella lo sabía todo? Mantuvo su respiración y mirada tranquila, relajada, para él no era difícil hacer eso, pero por dentro Alexander estaba teniendo una lucha, deseaba confesarle lo que había hecho… la decisión que había tomado, pero… ¿no haría las cosas más difíciles? Él muy bien sabía la posición que la mayoría de sus familiares respecto a ese tema ¿Acaso ella lo repudiaría si supiera su nueva posición? ¿sería echado de la familia? Fue entonces que Alexander se dio cuenta que, por primera vez en su vida tuvo temor de ser odiado, nunca le había importado, es más, se había acostumbrado a la mirada de rencor o de disgusto de las personas por ser un vampiro, pero ahora, realmente tenía terror que aquello pasara ¿acaso se había equivocado en su decisión? No… no lo creía, pero… quizás eran las consecuencias que no había considerado. -Mamá… ¿Qué sucede si hago… algo que realmente odies? ¿me dejaras de querer? – no supo de donde salió esa pregunta y de esa forma, fue vergonzosa, ¿Cuántos años tenía para decir esa tontería? Era un viejo no un crio, sintió su rostro arder y se apartó de ella, casi rechazándola – ah… ¡ah! Es una tontería madre, disculpa, yo no sé qué estoy diciendo, el agua esta a punto de hervir, si quiere puede ir sentándose – intentó esquivarla, escuchando como la tetera comenzaba a sonar, pero apenas era un débil sonido, debía esperar más. Sabía que estaba exagerando, pero bien sabía que su hermano pequeño se había alejado un poco de la familia después de su matrimonio y su decisión de elegir el bando opuesto de los Lockhart, no quería obligarse hacer aquello, quizás era el momento para cerrarse. - ¿de que quieres el te madre? – preguntó para cambiar todo el tema. @
  25. Sonrió dulcemente al escuchar sus palabras, Alexander sabía que no era necesaria tanta formalidad, como la dama decía llevaban años conociéndose y él confiaba en su amiga algo que en un principio jamás imaginó, pero sabía lo tosco y torpe que podía llegar a ser, le daba algo de nervios el que pudiera lastimar con sus palabras, una mujer debía ser respetada y querida eso era lo que le habían enseñado y lo que él había casi colocado como regla en su vida. -Supongo que soy algo terco – le respondió para verla reír, era muy disfrutable ese escenario, la joven Maida disfrutando, las estrellas apareciendo y el restaurante iluminando lo justo y necesario para que todo fuera muy cálido, le parecía perfecto, realmente todo estaba siendo una aventura mágica –La astronomía no es mi fuerte – respondió curioso para ver al detalle el telescopio que la joven había aparecido, en sus años de estudios fue la materia que más curiosidad le provocaba, por lo cual siempre leyó de ella, pero la que menos dedicó en cuestión de práctica, prefería pociones. -supongo que podré invitarle algo de comer… - comentó cuando finalmente recordó que ellos estaban en un restaurante y como tal deberían consumir algo, pero para Alexander solo había sido colocado como excusa para caminar y sentir el agua fresca – Tenga cuidado al levan… - no logró terminar de decir la frase cuando la ola le empujó. Cuando escuchó su risa, se contagió… estaba tan relajado que esa dulce risa fue suficiente para hacerlo reír, estaba disfrutando como un niño, ¿Cuánto tiempo había pasado para que pudiera sentirse tan libre? No lo recordaba, pero había valido la espera. – tendré que secuestrarla entonces – comentó casualmente considerando que su amiga no debía estar siempre encerrada en su oficina, nadie debería… pero parecía que cuando se metían en su trabajo, no salían… aunque no tenía demasiada moral para hablar, cuando estuvo en San Mungo era igual. Estuvo a punto de levantarse, para intentar ayudar a la joven e ir a comer o tomar algo, cuando escuchó sus repentinas palabras, el silencio y la sorpresa fueron parte de él, no esperó una pronta confesión de aquello, y tampoco supo que contestar de inmediato, ya que su regreso tuvo una decisión demasiado similar a aquella frase y le hacía preguntarse si debían hablar de ello allí, pero su conciencia le hizo saber que debía esperar más tiempo. -Sabe… eso es algo que no debería decirme – era una especie de regaño, pero una sincera sonrisa apareció en su rostro – muchas preguntas surgen por mi mente, pero… - le tocó la cabeza y acarició sus caballos gentilmente – no importan, la confianza que me está teniendo en estos momentos, prometo jamás traicionarla… y siempre contara conmigo, juramento de un Fox – declaró con una seriedad muy firme, siempre que hacía una promesa sabía que en el fondo él mismo podría modificarla a su gusto, pero un juramento y especial con ese apellido dado, era algo con lo cual jamás jugaría. Finalmente Alexander se levantó y le mostró la mano para ayudarla y que el mar no le irrumpiera su camino. @

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