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Maida Black Yaxley

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Mensajes publicados por Maida Black Yaxley

  1. De los viajes más incómodos que había tenido la bruja, una parte de ella quiso detener el caminar de Ironwood, obligarle a escuchar y decirle: "No merezco estar en Azkaban, jamás maté una insignificante mosca, me importa tres pepinos si un mago se cruza con un duende, una veela o un muggle.". ¿Por qué tenía que haberla visto así como si ella fuese un dementor? Quiso quedarse callada pero era una olla de grillos internamente, si no decía algo pronto, capaz que se envenenaba ella misma. Caminaba con los puños apretados y cerrando los ojos cada tanto para controlar un poco sus emociones, hasta que llegaron a la dichosa sala de reuniones, dónde estaban sus dos objetivos, las razones que la habían hecho cruzar el charco. Hizo una reverencia hacia Ada, antes que a nadie y luego miró a Sean, casi que por encima del hombro, su clase de persona si que le causaba cierta incomodidad en la boca del estómago: "¡Es a él a quién deberías mirar mal, Matt, no a mí!" pensó con rabia y se fue casi a mimetizar en una pared mientras escuchaba lo que el hombre ese tenía para decir. 

    A primera viste podía decirse que Sean estaba investigando de buena gana, pero, ¿Qué justificación había dado de su presencia ahí? Además, mientras uno barre siempre tiene la oportunidad de esconder un poco la basura debajo de la alfombra y parecía que eso era exactamente lo que él había hecho desde su arribo a USA.

    Sr. Linmer, ¿están por asesinar al tal "Vigía" y solicitó una reunión? —aquello era como menos demencial, tenían que estar actuando, tratando de prevenir un segundo asesinato, no en una reunión de mesas redondas.

    Resopló incómoda, pero con la esperanza de que el Ironwood optara por actuar o prevenir otra muerte innecesaria que además de problemática, seguramente haría que tanto Ada como Sean, se mantuvieran en territorio americano. Miraba de cuando en cuando a Ada, suponía que no le había gustado que una simple mago oscuro le diera órdenes a una nigromante, pero así estaban las cosas, ella sencillamente era el mensajero. De todos los presentes a la que menos le importaba la suerte que había corrido McCarthy era la Yaxley, pero bueno, debía permanecer ahí lo suficiente para poder resguardarse en Norte América, debajo de la roca más lejana al mundo mágico. 

    @ Sean -Ojo Loco- Linmer  @ Syrius McGonagall  @ Ada Camille Dumbledore

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  2. Maida era generalmente una laguna en santa paz, todo lo que no le concerniera estaba al borde, como ligeros juncos que escondían su tranquilidad; es más, la bruja podía pasar como muda si se lo planteaba en un buen o mal día, que era justo lo que estaba decidiendo en ese preciso instante, porque como buena escorpio podía pasar del ying al yang en un instante y la reacción de Matt aunque entendible para algunos estaba sacando de ella su peor lado: el del orgullo herido. Ella no le había ido a confesar diez asesinatos, la muerte del embajador, cinco robos y tres estafas. Por otro lado, la ojiazul no tenía como saber las razones por las que la mirada del chico había pasado de la preocupación al desprecio pero nada de aquello le parecía justificado. Maida, la laguna, podía explicarle que lo único oscuro de ser mortífaga que tenía era el tatuaje, que en la práctica ella jamás había lanzado ni siquiera un sectusempra, que lo hacía por su linaje familiar, por proteger a los suyos, por no mantenerse en la ignorancia de sus acciones y prevenir posibles represalias, que justamente la ausencia de ellos era lo que le pedía acción en el bando ahora y que por escapa, eso podía hacerlo. Pero no, había escogido enojarse, erigirse orgullosa frente al tono despectivo con el que estaba siendo tratada, como si fuera una sospechosa más de lo del juez McCarthy, si había un lado de ella que no gustaba a los que la conocían, era la bruja silenciosa. Esas que matan con veneno, de esos que ella conocía al derecho y al revés.

    "Vas a tener que venir conmigo", había dicho, como si fuera un simple lastre con el que tenía que lidiar ahora. Tenía el ceño fruncido, porque lo siguiente la obligaba a hablar y no quería. Quería ser dejaba en paz, ahora mismo no sólo por la Marca Tenebrosa, sino por el planeta entero.

    Soy la ex asistente del Ministro de Magia, jerárquicamente tengo más injerencia aquí que el mismo Sean que sólo es un empleado o ex empleado de un departamento, claro que me conoce, pero jamás cuestionaría mi presencia en la investigación de un diplomático inglés —dijo entonces dándole la espalda para continuar ordenando su pequeño bolso—. 

    No iba a volver a agradecerle y si estaba en sus manos, tampoco volvería a confiar en él o pedirle un favor; que al final del día era una Yaxley y que no quisiera usar la varita no significa que no supiera como usarla, podía defenderse sola, tenía que recordar eso. No le había dicho nada de Ada, pero no quería meter a más gente en el asunto, aunque necesitaba urgente su respuesta y suponía que no iba a ser ninguna amable, aunque no había tratado mucho a la bruja en ese aspecto, bien sabía que no era una cualquiera en el bando, es más, con tan poca gente, seguramente se había ganado la confianza de Sagitas, por eso la última no la quería de carne de cañón en semejante lío. 

    Estoy lista —sentenció aún sin darle la cara. 

    @ Syrius McGonagall  @ Sean -Ojo Loco- Linmer  @ Ada Camille Dumbledore

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  3. Turno 2

    Quizá era la falta de práctica, a lo mejor era la ausencia de entrenamiento, lo de recluirse en la Chateau Yaxley le estaba pasando factura y en los ojos de sus compañeros veía que luego del partido, de no ser posible la remontaba le iba a caer una reprimenda de aquellas. ¿Por qué había vuelto al quidditch? Ah sí, para no suicidarse, pero, ¿sería que tampoco estar encimad e una escoba iba a salvarla? Estaba cometiendo errores de novata y eso no era permisible. Sacudió la melena un par de veces cuando fue incapaz de presionar como se debía a jugadores como Stewart o Wexter, ¡Eran los TT! No se suponía que se les complicara un partido así. Aunque tampoco se suponía que fuera así de presumida, esas tenían que ser las malas influencias de Jeremy. 

    Aferró el mando con fuerza, decidida a mejorar luego de semejantes movimientos amateur, logró bloquear a Wesker con una volada lateral y respiró hondo para recuperar la confianza. Los TT tenían mucho por delante, es decir, no es que podían apabullarlos luego de un par de malas jugadas, había mucho más cuero que eso para conseguir revertir el marcador y apenas estaban comenzando. El marcador no tenía demasiad diferencia, pero debía intentar mantener los aros con menos incidencias, además, una de las cosas que siempre le había gustado a Maida —Slytherin desde la raíz—, era lograr ser parte del Dream Team, teniendo esas presentaciones no lo iba a lograr más.

    Maida, enfócate —susurró sobrevolando los aros de los Tornados—. 

    Dados: 

    Aedis Greengrass usará Efecto Finbourgh 
    Rowan Ashryver usará Transylvanian Tackle
    Luca Van Halen usará Disparo de torbellino 
    Jeremy Triviani usará Bludger Backbeat contra Harry Stewart
    Jeremy Triviani usará Golpe normal contra Donner Knowless (disparo de Rowan Ashryver) 
    Claire Skeeter usará Interferencia de águila en Aedis Greengrass.
    Maida Black Yaxley usará Atajada Suprema (disparo de Prancer Wesker)
    Thiago Moraes usará Amago de Wronski
    Luca Van Halen cobrará penal con Disparo con curva

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  4. Por lo menos le quedaba la seguridad de no haber equivocado los lazos, el americano parecía genuinamente preocupado por su estado anímico; eso aunque no lo expresara la calmaba y mucho. Lo que acaba de decirle no era una noticia para recibir con chocolate y la situación no permitía demasiados detalles, pero en algún momento esperaba ella podrían ya hacerlo, cuando todo estuviera bajo control.

    ¿Cómo lo sé? ¿Es que no has oído del panfleto de Vuelapluma? —preguntó inconsciente de la poca repercusión que tenían sus escritos fueran del Reino Unido; lo que le retuvo un poco más fue el tono de su voz cuando dijo que no quería saber más de ella. ¿Qué había pasado con la preocupación inicial? Y por otro lado, ¿él no había estado ya involucrado con los mortífagos? ¿O es que Ada había logrado ocultarle sus verdaderas lealtades? Sacudió la cabeza ligeramente apartándose de su cercanía, podía sentir su varita vibrar en el cintillo que la sujetaba al brazo izquierdo, no iba a usar la varita para lastimarlo, pero a cómo veía ensombrecidos los ojos azules de Matt quizá tendría que defenderse. Tragó saliva, detestaba esa expresión de asco que había dado al ver la Marca Tenebrosa y era la primera vez que se sentía juzgada por aquello, todas sus pocas amistades estaban en el círculo oscuro, siempre había sido así— Sean puede pertenecer al Ministerio de Magia, pero no es un auror, ¿Por qué tendría que encabezar él la comisión de nada? El último trabajo respetable que tuvo registrado creo que fue en el Departamento de Accidentes Mágicos y esto claramente no lo es. No tengo las pruebas, pero es una mancha extraña en la familia de una antigua Ministra. Lo quieren encubierto en el lío. 

    Luego de su reacción él no podía pretender que no hablara duramente, el orgullo herido solía hacer eso en las personas. De hecho, también por eso no desapareció la Marca de su antebrazo, solo dejó que la túnica la cubriera para que luego, se camuflara en su nívea piel, como si jamás hubiese existido. Ella no iba a dejar la Marca Tenebrosa, lo que necesita era un tiempo sin las responsabilidades que eso implicaba, por eso pedía el refugio;  ya estaba fuera de Inglaterra, no podía volver.

    Sean nunca ha tenido la decencia de lanzar las maldiciones prohibidas desde su propia varita, no se ensucia las manos —comenzó el cuánto Matt le pidió ayuda—, te ayudaré a investigar a cambio de su libertad o de que yo no me vea involucrada en su caída. Luego de esto, si lo deseas, no volveré a molestarte.

    Giró sobre sí misma para guardar las pocas cosas que tenía en su bolso.

    Realmente agradezco que puedas ayudarme. ¿A dónde tenemos que ir entonces? ¿Algún rastro que una a McCarthy con Sean? 

    @ Syrius McGonagall

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  5. "Ada, deja a tu equipo francésen América, pero regresa tú con los tuyos, quien tiene más poder que tú y yo juntas, preferiría que ofrezcamos misas en nombre del embajador McCarthy y no seamos la comidilla de Vuelapluma en los siguientes planfletos. Tengo un traslador esperándonos. M-Yaxley"

    La ojiazul aprovechó los minutos libres mientras esperaba a Matt para enviarle una nota a @ Ada Camille Dumbledore , por muy importante que fuese cualquier persona dentro de la sociedad mágica, todos los mortífagos, debíamos obedecer casi sin oposición a las indicaciones de su líder. Era parte importante del camino del "Semper Fidelis"; era la razón por la que ella misma había cruzado un océano para encargarse del asunto. Uno que podía volver a mezclar lo muggle con lo mágico, gracias a los descuidos de un contrabandista cualquiera. Sabía que gran parte de la razón que la tenía ahí, eran las conexiones con el yerno de la líder, @ Sean -Ojo Loco- Linmer  en apariencia podía no llevarse con su suegra, sin embargo, Sagitas iba a protegerlo del mismo infierno si dependía de ella. Y en estos precisos momentos, contaba aún con un séquito de magos tenebrosos que seguiría sus indicaciones sin problemas.

    Matt, o su encuentro con él, le brindaban dos opciones: liberar a Sean de toda complicación internacional y por tanto el beneplácito de su líder o, ofrecerle refugio en América; al menos mientras pasaba el temporal. El mensaje que le había enviado, lo iba a dirigir directamente a una pequeña y extraña posada que encontró casi a las afueras de aquel poblado. Había protegido el recinto lo mejor que pudo con hechizos y algunas que otras mezclas de pociones, sólo quién ella quisiera la encontraría. Y así fue, cuando en unos minutos más, Matt tocaba la puerta de la única habitación ocupada del segundo piso.

    ¡Matt! —adivinó corriendo a la puerta y descubriendo al ojiazul al quedar esta, abierta— Perdona la urgencia, pasa, por favor.

    ¿Realmente le importaba la muerte del embajador? No. No se apellidaba ni Triviani, ni Black, ni Yaxley. No estaba en la lista de sus amigos. Así que la respuesta era sencilla. Pero, ¿podía confiar completamente en Matt? Es cierto que su amistad había casi vuelto a nacer y crecer en la Reserva, ¿eso significaba que podía meter las manos al fuego por él o viceversa? Resopló cerrando la puerta tras su ingreso y volvió a colocar hechizos protectores y esta vez hasta aislantes, nadie podía saber lo que iban a hablar en esa habitación. 

    Tengo la información de la muerte de McCarthy y sé que tiene a un mago inglés, Sean, envuelto en el asunto —dijo de pronto—. Sé que la excusa del viaje equivocado fue muy tonta, pero no podía escribir nada. ¿Recuerdas el puesto que te comenté? Bueno, estoy pensando seriamente en volver a pedírtelo —se alejó de él, dándole la espalda y apoyando ambos puños en la mesa—. Matt, espero que lo siguiente no salga de tus labios ni lo repitas, mi vida podría depender de ello, —dijo antes de girarse nuevamente hacia él, iba a confiarle sus reales intenciones de refugio americano—...intento escapar de mortífagos. No puedo qu...

    Arqueó el cuello hacia arriba, a ver si en el techo interior encontraba las razones para decir lo que iba a decir.

    Sé que probablemente él sea uno de los culpables o esté relacionado con ellos, la indicación es enviarlo a salvo a Inglaterra —apretó los labios para darse valor y continúo—, sé que no me has prometido silencio, pero confiaré en que así lo harás, porque me conoces. Si no logró sacar a la mayor parte de magos ingleses involucrados en este tema, tendré a los mortífagos encima, dirán que soy Vuelapluma y no me va a proteger ser prima del antiguo ministro de magia, en este caso —se alzó la manga del antebrazo izquierdo y poco a poco se fue dilucidando ante los ojos del americano, el símbolo de la Marca Tenebrosa—, los tendré encima por traición, yo soy una de ellos.

    @ Syrius McGonagall

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  6. El amanecer tenía sus encantos, fuese donde fuese, aquel no era la excepción; incluso alguien tan apática como ella —al menos en esos períodos de su vida— caía embobada al ver la difuminación de colores del alba. Para cuando descendió de su escoba y supo que habían llegado a la Reserva, se giró para ver a su compañero de travesía, quién parecía tener más aprecio por el lugar que la mortífaga. Si, en efecto la Reserva Scamander era un lugar dónde fácilmente podía uno perderse, sobre todo si se tomaba en cuenta que para algunas especias bastante más grandes, se habían amplificado los espacios mágicamente para que estuvieran más cómodo. 

    Si, realmente la gente del Ministerio que se ocupa de este lugar, gracias a Morgana toma su trabajo en serio —comentó mientras él se dirigía al mar y lo ¿besaba o santiguaba? Sabía que costumbres así tanto entre muggles como magos, pero no las conocía a fondo y temía que preguntando quedara como una maleducada, así que no dijo nada—, te va a gustar más en cuando podamos disfrutar de las vistas, realmente no piso la reserva hace más de tres años, cuando necesitaba ingredientes urgentes, enviaba a mi elfo. Verás, detesto confesarlo abiertamente pero creo que mereces mi franqueza: soy una bruja snob y mucho.

    Se río un poco de sí misma, un poco de las situaciones. Si bien Maida no era exactamente una mala persona —tomando como referencia que era mortífaga y tal—y hasta el momento no había cobrado la vida de nadie; si había adoptado bastante bien las formas y costumbres Black y Triviani, más que las Yaxley. Amaba a su tío y lo respetaba muchísimo, pero era bastante orgullosa de sus raíces mágicas como para terminar adoptando la vida entre visiones, tés y vida sin elfos domésticos que él había impuesto en la Yaxley. Lo admiraba, por haberlo logrado, más cuando se enteró de quiénes habían sido en el pasado Gatiux y él, dentro de la Marca; pero no compartía muchos de sus nuevos valores y principios. Si tenían las comodidades propias de familias mágicas adineradas, ¿por qué no hacer uso de ellas? Sobre todo en tareas como aquella, por lo demás, a vista de cualquiera, se pensaría que Maida no gastaba mucho en túnicas o vestidos excesivamente caros. ¡Si hasta iba descalza casi el cien por ciento de las veces! 

    Mushu y Niux, son elfos domésticos que han visitado la reserva en mi nombre y han cuidado de algunas de mis criaturas —continuó explicando mientras guardaba su escoba en un siempre útil bolso de moke dentro de su mochila—, ¡vamos! 

    Caminar no iba a afectar al americano, se notaba que tenía mucho más físico que ella, pero pretendía llegar a los Moonclaf y Aethonans lo antes posible. Por el camino podían cruzarse con infinidad de criaturas pequeñas: bowtruckles, imps y si se ponían exquisita, le pareció que había visto un par de Porlocks, pero como ellos siempre se escondían, no podía estar del todo segura. Pronto llegaron a una especie de páramo desde el que ya no veían la orilla de las islas y Maida tiró su mochila al césped.

    ¿Desayuno? —comentó mientras sacaba una mesilla portable, de esas que se usaban en campamentos muggles, un par de sanguches de pollo, otro par más de jamón inglés y queso edam y finalmente, dos termos de café, debían ser ya casi las siete de la mañana, ya no había rastro de la noche—. Aquí, en unos momentos más seguro vemos a los Aethonans, tengo dos a mi disposición, el de Aron y el mío, solo necesito pelaje de sus alas y cuando terminemos con el resto de artículos, seguramente al caer la noche, podremos ver a los Moonclaf, de los cuáles, y con mucho cuidado, me ayudarás a cortarle las pezuñas, necesito estudiar el ADN que los relaciona con la luna. 

    Alzó uno de los termos hacia él.

    Vuelve a confiar en mí, realmente no pienso envenenarte, Matt, me gustan las pociones que controlan voluntades o emociones, no las que asesinan gente —amenazó en broma—. ¿Te parece que soy una bruja mala? 

    @ Syrius McGonagall

  7. Solo que sin el whisky y sus efectos de volverte bobo —apuntó mientras le veía caer bajo los efectos de aquella mezcla, no era exactamente una poción mágica, pero si que le había costado crearla en su propia cocina—, andando.

    Una vez ambos estuvieron rompiendo las ráfagas de viento, Maida no pudo evitar sonreír; hacía muchísimo tiempo no sentía aquella hermosa sensación de libertad, desde su último partido de quidditch para ser exactos. Miró a su compañero de travesía quién parecía completamente absorto con el paisaje del lago negro de Hogwarts y el castillo mismo, por supuesto. La búlgara no había estudiado sus primeros años ahí, pero conocía la sensación de verlo por primera vez. La semana sería muy corta para ofrecerle un tour ligero en Hogwarts, pero se lo propondría para otro viaje, seguramente tomaría bastante tiempo agendarlo dadas las innumerables actividades en las que se veía involucrado el americano. 

    Su cabello iba recto detrás de ella, sin estar amarrado parecía estático y obediente a la corriente de aire, seguro era una estampa baste graciosa. 

    ¿Ves? Los climas fríos y sombríos tienen su propia magia, Matt —comentó de pronto cuando las anteriores sombras comenzaban a teñirse de un tono violáceo porque pronto comenzaría el amanecer. Para el lado de la reserva aún restaba un trama bastante largo, aunque estaban a punto de virar hacia unos treinta minutos de la derecha, solo tenía que ver el comienzo de un bosque oculto a ojos muggles—, hora de subir.

    Inclinó el mango de la escoba casi en un movimiento recto y subió hasta quedar protegida con los primeros colchones de nubes, llevaba muchos años sin realizar esa ruta, pero se la sabía de memoria, era imposible para ella perderse. Giró el cuello para asegurarse que Matt seguía con ella y flotó un momento.

    Usa el cronómetro de la escoba, cinco minutos exactos hacia la derecha y frenamos para verificar la ruta, deberíamos  comenzar a ver algunos snidgets protegidos por ahí —indicó antes de programar su reloj y afianzarse en el mango de la escoba una vez más—, aire más puro en el Reino Unido no vas a conseguir, disfrútalo.  

    Matt no era su mejor amigo, pero realmente estaba disfrutando su compañía, que era más de lo que podía decir de cualquier persona que hubiese conocido en casi treinta años de vida. Por lo menos con él no sentía este terror de abandono, aparecía en su línea de vida en el momento que él consideraba necesario, casi que de improviso, sin avisar, espontáneamente. Y ella no era una chica espontánea, quizá por eso disfrutaba la novedad. 

    @ Syrius McGonagall

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  8. Maida hubiese sido una perfecta paciente psiquiátrica, nada de lo que había intentado la habían separado del borde del abismo, es más, se había sumido casi dos años en el más puro estado catatónico, mal alimentada por dos elfos domésticos, mal dormida por las pesadillas, mal querida incluso por ella misma. Sin embargo, empujada por el innato y puro instinto de supervivencia, nuevamente se encontraba buscando la ayuda de alguien ajeno a sus realidad, Suluk tenía que ser al menos el inicio de su recuperación. No venía ya con la rabia y la confusión de la vez anterior, esta ocasión era consciente de lo disminuida que estaban sus habilidades antes brillantes incluso en el bando que defendía.

    Ahora cuando sus pesadillas la mandaban huir no veían fuertes alas, sino las de una especie pequeña, una que estaba destinada a ocultarse del resto y velar por sus propios secretos. Se veía tan perfectamente identificada con las alas de aquel ser tan indefenso, que el vuelo corto y efímero de una libélula también habían empujado a la bruja a ese rincón de Mahoutokoro.

    ¿Crees que puedas recordarme, Suluk? —susurró no estaba clara de si al viento o sabiendo que ella podía oírla desde cualquier lado. 

    Los arcanos tenían esa hermosa magia que hacía que los magos y brujas de todo el mundo se sintiera protegido bajo sus enseñanzas. Maida iba por un tiempo de paz y de refugio, iba por sus propias alas, unas cristalinas que ya no estarían sujetas a la sangre de ningún mago. Iba sola. 

  9. ID: 120589
    Nick : Maida Black Yaxley
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  10. La puntualidad era un rasgo normalmente asociado con los ingleses, sin embargo, Matt no había sido ajeno a aquella buena virtud. Le causó un poco de gracia que se quejara de cierta manera del frío; ella lo disfrutaba enormemente, prefería hundir los pies en nieve que tener que refrescarlos por el calor y si, recordaba el calor de su temporada con los bomberos. Quizá lo hacía más por la incomodidad de la ropa corta que por la sensación en sí, podía bien encender uno de esos molinos con electricidad que tenían los muggles y liberarse del calor, pero verse en esos shorts de jean la espantaban por completo.

    Una chaqueta y listo, Ironwood, no me dirás que un poco de lluvia va a sacarte esa sonrisa eterna, ¿no? —bromeó en respuesta, se sacó la mochila de encima y sacó una ligera petaca, pasándosela al mago— Es un poco de infusión de hierbas que controlan la presión, tiene jengibre, cola de caballo y manzanilla, te ayudará a relajar un poco la temperatura sin los efectos del alcohol que hace lo mismo. Toma solo un shot, tampoco queremos que te sobreestimules, pero el viaje en escoba te congelará si no lo bebes. Ya en la reserva estarás cómodo, tienen las temperaturas controladas para los grupos de animales. 

    Desató la saeta de su mochila y sacó unas gafas y un estuche pequeño antes de darle la que había utilizado ella para el viaje.

    Supuse que no tenías escoba disponible y te traje esta, puede ir super veloz aunque esperaba disfrutar un poco más de surcar las nubes —explicó entregándole el mango de fresco al alto muchacho—, gafas impermeables y unos tampones de oído que permitirán oír voces y sonidos de animales pero dejarán por fuera el sonido del viento. Regalos de quidditch, por supuesto. 

    Cerró todo y acomodó nuevamente el cuerpo para alzarse un poco en su escoba, apenas a medio metro del suelo. Aseguró su varita alrededor de su antebrazo y bajó sus propias gafas.

    Cuando estés listo, Matt —sugirió con una sonrisa—, recuerda que puedes hablar con cierta normalidad, solo dejaré de oírte si nos alejamos más de trescientos metros de distancia el uno del otro. Iremos hacia el sur directo al menos unos veinte minutos, durante ese tramo podemos volar un tanto bajo, luego tendremos que subir al menos unos cuarenta metros del suelo, evitando ojos muggles. ¿Entendido?

    @ Syrius McGonagall

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  11. Había sido bastante diligente, apenas había pisado la Manor, sacó su vuelapluma para redactar la nota de indicaciones y adjuntar tanto el mapa como el traslador, que era un llavero de bronce en forma de cabeza de ciervo. De cierta manera le recordaba el broche de plata Yaxley que compartía con su primo desde que eran niños, sacudió la melena castaña dejando los pensamientos negativos fuera. 

    ¿Está segura de ir? ¿Y quién es ese Ironwood? —preguntó Nius con cierto recelo.

    Casi me has rogado junto con Mushu por mantenerme comiendo y despierta en los últimos meses, deberías ser el más alegre de este paseo improvisado.

    Es que el paseo no es improvisado, usted iba a ir por algunos ingredientes a la Reserva, conmigo y con Nius, y ahora va con él, y nos deja a nosotros.

    ¿Celoso? —bromeó mientras lo veía guardar las cosas en una mochila— Sé que mi vida amorosa no es portada de Corazón de Bruja, Nius, pero jamás me han gustado los elfos domésticos.

    ¡Señorita Yaxley! —bramó el elfo continuando con sus labores.

    No pudo dormir aquella noche, se había ensimismada en ordenar las pociones, hacerlas pequeñas y guardarlas en una maletita para que no estorbara. La magia era excelente para brujas como ella que no tenían demasiada fuerza y además, solían viajar solas. La mochila entera ocupaba la espalda de la bruja, pero era más volumen que peso, la había probado varias veces. La reserva era un lugar bastante amplio, ella siempre había sospechado que además de los embrujos que la ocultaban de los ojos muggles, habían amplificado el terreno mediante magia, porque no era posible tener aquella cantidad de dragones, augureys y demás animales si no era al menos, cómodo. Casi pasadas las cuatro de la mañana, se montó en su escoba, una saeta de fuego suprema, obsequio de la selección búlgara; generalmente la usaban para las presentaciones oficiales. Tenía también la saeta de fuego siete amarrada a la mochila, se la prestaría a Matt, porque justo en la noche recordó que había olvidado preguntarle si llevaba una escoba consigo, y que habiendo resuelto el problema de trasladarse a Hogsmeade su mente se había quedado en blanco. Llegados a Hogsmeade, le cambiaría de escoba, previniendo cualquier cosa, esas escobas podían haber sido creadas por el mismo demonio si no se tenía la destreza necesaria, el objetivo era llegar vivos al menos, ya salir igual quizá era demasiado pedir.

    Montó en la escoba y alzó en vuelo en segundos. Más por costumbre que por comodidad, se había colocado unas gafas que le protegían los ojos del viento, lo que resultó ser un gran acierto, la madrugada estaba oscura y llovía ligeramente, el clima del Reino Unido era una cosa impredecible a veces. La túnica se le pegaba al cuerpo y se alegró de sentir el frío inundando su piel, ella disfrutaba las baja temperaturas como si fuese niña pequeña. Algo que solo lograban las pociones y el quidditch, era su máxima concentración, podía ver algunas aves nocturnas pasar de copa en copa de árbol, distinguir los metros que faltaban para dejar atrás los parques, los bosques, etc. Sabía cuando las nubes la amenazaban e incluso su visión lateral se agudizaba para ver si algún peligro la acechaba en el aire. Llegó en menos de tres horas volar  a Hogsmeade, esto también porque había usado la velocidad más alta de su escoba, 

    El descenso fue suave, como siempre y pronto se vio caminando hacia la Casa de los Gritos. No estaba segura de si llegaba temprano o tarde. Lo que sí hizo fue intentar ordenar un poco la melena, porque el viento había hecho lo que quiso con sus cabellos. 

     

    @ Syrius McGonagall

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  12. - ¡Genial! —dijo mientras cogía del bolso una libreta y sacaba una vuelapluma que inmediatamente comenzó a redactar las cosas que hacían falta para esa excursión— Vas a ver muchas de esas conmigo, son el mejor invento mágico de la historia.

    Negó con la cabeza cuando él retomó los recuerdos de aquel escuadrón de bomberos, la barbacoa estuvo buen y hasta la gaseosa, que ella no conocía le traían dulces recuerdos. Lo de haber tenido que hacer apariciones conjuntas o conjurar trasladores por un incendio, si eso podía saltárselo sin problemas. Si la compañía necesitaba una secretaria, podía tomar el puesto, redactar y organizar cosas se le daba bien. Lo de la tierra de las oportunidades podía sonar algo demasiado ideal para el estado anímico en el que ella se encontraba pero continuaba siendo una opción real para sacarse la pesadumbre de los hombros.

    Ya tendrás tiempo de conocerme si así lo quieres, pero te prohíbo comprarme el pasaje de regreso —advirtió de manera graciosa con el dedo índice alzado—, aunque pensándolo bien, creo que modificaré alguno de mis trasladores, viajar en esas cosas, los aviones, casi me mata, además en sus puertos aéreos hay demasiado ruido. 

    Sacudió la melena, negando la perspectiva de volver a subirse a uno de esas cosas, sola, pero terminó asintiendo cuando dijo lo de pedir la cuenta.

    ¿Ligando con la camarera? —bromeó nuevamente— Está bien, no diré nada. 

    Pagó en cuestión de minutos, los necesarios para la vuelapluma volviera a guardarse en su canasta y, para tranquilidad de él cuando estuvieron nuevamente en las calles de Diagon, la lluvia había amainado. Sin darse cuenta habían pasado al menos una hora conversando y poniéndose un poco al día, la canasta volvía a colgar de su brazo y ya no le pesaba tanto. Reiteró su promesa del mensaje en lechuza, corrigió los caminos, le ayudó en detalles mínimos sobre la salida de Diagon y se despidió con un beso en la mejilla, realmente solo quedaban poco más de doce horas para enrumbar a la Reserva. 

    @ Syrius McGonagall

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  13. Sonrió de lado ante las preguntas del Ironwood, si le había gustado la propuesta de la Reserva, lo que estaba por decirle lo haría quedar ojiplático de todas maneras.

     

    - Tengo un par de trasladores, de mi época de asistente ministerial de Aaron —dijo entonces—, te llevarán al jardín trasero de la tienda de plumas y tinta, ¿Conoces bien Hogsmeade? Esa tienda está en la calle central del pueblo, hoy te lo envío con una lechuza, ¿Mansión Evans? Adjuntaré un pequeño mapa del pueblo.

     

    Eran pocas las ventajas que ella le veía a su antiguo puesto y no lo extrañaba para nada, dado que las motivaciones para tomar el puesto no habían sido las correctas, ella no iba por la experiencia, sino por la seguridad de su primo. Aprovechó en terminar su pastelillo mientras él daba sus propios consejos e indicaciones para la excursión casi improvisada para él, ahora podía llevar algunos artilugios que, y no quería sonar como damisela en peligro, seguramente servirían mejor con la astucia y fuerza masculina.

     

    - Yo llevo una vida tranquila aquí —aceptó cuando el se vio visiblemente sorprendido por los últimos comentarios de la bruja de tez palida—, pero quizá sea demasiado. No quiero agobiarte con esos temas, pero tras la última temporada de quidditch, la Manor Yaxley se tornó muy solitaria y no soy buena intentando ser lo sociable que nunca fui en un ambiente que ya conozco, por eso creo que sería bueno intentar algo en otro lado. Vi un Ironwood y tomé la oportunidad —bromeó antes de apartar un poco la taza de su sitio—. Gracias por lo de talentosa, pero no lo sé, ¿Crees que encajaría con un escuadrón así? Si me dices que hay puesto de bibliotecaria, lo tomo. El dinero no es problema, no es que sea la mujer más rica del Reino Unido, pero suelo ser muy austera la verdad y creo que mis ahorros me ayudarían una larga temporada.

     

    Se encogió de hombros.

     

    - La otra opción es comprar o alquilar alguna choza en Irlanda y convertirme en el mito urbano de algún pueblo muggle. Seré, "la bruja de las hierbas". Uhhhh —completó la broma moviendo los dedos sobre su rostro como si aquello le diera un aspecto lúgubre. 

    @ Syrius McGonagall

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  14. La Yaxley volvió a alzar su bedida para brindar con el castaño, sin embargo no pudo evitar reírse como hace mucho no lo hacía, no era un gesto escandaloso, porque ella no era así, pero se sentía que la risotada llevaba meses escondida en su garganta.

     

    - Comienzo a creer que te pediste un café irlandés, brindas en cada oportunidad —comentó aplacando su risa con cada palabra, pero quiso aclarar el comentario—, no te lo tomes a mal; de hecho es algo que no recordaba que admiraba de ti o de personas como tú, parece que le logras ver el lado positivo a las situaciones más extrañas, aún cuando estás averiguando algo siniestro no pierdes la sonrisa.

     

    Ella jamás lo había logrado. Detuvo un poco sus pensamientos porque sabía para dónde iban y en realidad, en el fondo sabía que eran mentira. Si bien ella no era un destello de alegría andante, si que había sido feliz y hasta risueña en algunos capítulos de su vida, pero ahora se veían tan lejanos que realmente sentía que Matt había traído un poco de esa ligereza conocida en América. Sacudió un poco la melena y prestó atención a sus aficiones, sobre todo porque la primera era una actividad desconocida para ella, ¿Surf? ¿Cómo atrapabas una ola? La bruja comenzaba a confundirse pero con la intensidad de la voz de su interlocutor e hilando un poco más, creía haberse formado un concepto más redondo de lo que era ese deporte, claramente muggle.

     

    - Creo que voy a necesitar más lecciones sobre el ¿Surf dijiste? —bromeó casi terminándose en un sorbo final su bebida y dejando el rostro libre una vez más—, lo de la herrería te lo aplaudo, las arte manuales me encantan, aunque claro esa requiere un poco más de esfuerzo físico al que estoy acostumbrada, ¡Yo sé hacer sombreros! Creo que quizá es una de mis pocas habilidades muggles, lo hacía de pequeña igual que tú con el surf, con mi padre.

     

    La bruja no era ninguna anciana pero retomar sus recuerdos de niñez la hacía pensar en cuánta agua había corrido por debajo del puente. 

     

    - ¿Cocinas? Supér útil, yo puedo experimentar con el Filtro de Muertos, pero soy incapaz de freír un huevo —confesó divertida—. No te disculpes por excederte en hablar de lo que te gusta, creo que justamente a eso se refería tu jefe, bien hecho, muchacho —dijo bromeando en un tono casi masculino en as últimas palabras y haciendo el gesto de colocarle una estrellita en la frente—. Ya sabemos quién hará la fogata y los bocadillos de la excursión, un éxito. Tenemos mitad del paseo planeado. ¿Quién iba a pensar que tenía talento para ser asistente. 

     

    Mientras desmenuzada otro pedacito de pastelillo trató de acordarse desde dónde tenían que comenzar el vuelo para no perderse. Era posible que hubiese pasado al menos un año desde la última vez que visitó la Reserva Scamander, lo bueno es que no necesitaba ningún tipo de permiso gracias a algunos favores que el antiguo Ministro había solicitado en su nombre. A veces, servía haber sido su asistente durante su mandato, aunque la verdad, lo hubiera sido sin necesidad del título y el gafete del Ministerio de Magia.

     

    - No sé si te sienta bien mañana antes del amanecer, alrededor de las cinco y media, me parece que si comenzamos el vuelo detrás de la Casa de los Gritos en Hogsmeade, llegaremos antes de las siete y podremos comenzar a organizar todo dentro de la Reserva —el semblante le había cambiado un poco, ya que la experimentación era un tema que le apasionaba tanto como a Matt la herrería—. Yo tengo mi bolso listo en la Manor, solo estoy a la espera de pulverizar y cortar algunas de las hierbas que compré hoy, los morteros y calderos están ya a disposición. Pensé en pasar la noche ahí, pero si tienes temas pendientes en Londres, creo que puedo ayudarte a salir a un sitio conocido cuando tú me lo indiques. Cambiando un poco de tema y siendo un poco más, ¿pedilona? No recuerdo si esa es la palabra, ¿Crees que habrá algún puesto en América para mí? Siendo franca contigo, creo que me vendría bien el cambio de aires. 

    @ Syrius McGonagall

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  15. @ Syrius McGonagall  

    Maida sonrió ante el comentario del terrorismo, ella no tenía mínima intención de lastimar a un mísero insecto, pero la posibilidad de inducir a un coma mágico de tal manera que los efectos secundarios no fuesen tan determinantes a la hora de despertar era algo que le llamaba muchísimo la atención. Había algo de ello en viejas leyendas muggles como Blancanieves o La Bella Durmiente; tenía que investigar esas historias con mayor detenimiento; ¡Y entonces la sonrisa se le anchó aún más! Si tenía a un casi muggle frente a ella; la ojiazul en muchas aristas de su conocimiento era una completa ignorante en cuanto a lo muggle se refería.

     

    - No me pongas en ninguna lista, no viajo frecuentemente pero detestaría estar vetada en tierras americanas —dijo antes de tomar un par de sorbos de su bebida—, pero si tengo la sensación de que con algunas modificaciones, el cuerpo no tendría porque perder masa muscular si alargamos el efecto del filtro de muerto a meses, incluso quizá un año. Oye, este pastellito está riquísimo, ¿te incito a un bocado? 

     

    Sacó cuentas de lo que se podía hacer en una semana en Londres, no es que quisiera acaparar la agenda del agente pero sospechaba que quizá serían uno o dos días en la reserva. ¿Se lo tenía que decir desde ahora? Disfruto de un bocado más del pastelito, realmente estaba bueno, tenía que anotar el nombre del local para futuras referencias. Ladeando la cabeza escuchó lo que decía sobre el trabajo y cómo lo disfrutaba. Se estaba autoevaluando, ella realmente no trabajaba, es decir, había trabajado en el Ministerio, claro, pero ahora mismo sus ingresos personales iban más por la distribución de Vuelapluma y sus premios deportivos, ambos los disfrutaba pero podía tener demasiado tiempo libre entre las manos. 

     

    - Si ha sido nuestro encuentro fortuito el que te ha dado tu mayor distracción en este período vacacional, no has hecho demasiado caso a las indicaciones, Matt —lo confrontó—, además de investigar de sol a sombra, ¿Cuáles dirías que son tus tres principales aficiones? Esas que no puedes relegar. ¡Salud! —entonó en tono dulce mientras volvía a ocultar una parte de su rostro detrás de su bebida unos segundos—. Hey, ¿Qué tan fan del quidditch eres? O mejor, ¿Qué tan bueno con las escobas eres? Creo que de cierta manera, podemos hacer un recorrido directo a la reserva Scamander desde Hogsmeade y los polvos flu son mi peor enemigo. Siempre se me meten a la garganta y termino en un ataque de tos.

     

    Lo que era una completa verdad. Maida rehuía a los medios de transporte mágico, sin embargo, le había tomado cierto aprecio a los viajes en escoba, se había acostumbrado a ellas con las prácticas de quidditch en los TT y con la selección. Matt se veía musculoso, generalmente los hombres así disfrutaban más de aparecerse o de usar los trasladores, métodos que tampoco le eran cómodos como bruja. 

     

    - Tenemos siete días para ver si mis intentos teóricos servirían —comentó señalando con la vista nuevamente a su canasta—, afortunadamente las hojas del té me auguraron un buen fin de mis proyectos, las leí la semana pasada. ¿Te gustan las artes adivinatorias? Yo aprendí gracias a mi tío lo de las hojas de té, quiromancia y hojas de coca. 

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  16. No, no es claro si faltan alguien —espetó Maida de pronto, tratando de aclararse la garganta y llamar la atención de los presentes—, pero creo que no estamos para sociales ahora mismo.

    No era habitual su comportamiento de líder o colocarse en una posición que hiciera que las cosas se movieran de una u otra manera; pero había que recordar que Maida no estaba en su mejor momento como personas. Hasta hacía unos momentos, bien podía haber abrazado todos los pétalos negros sin temor a nada, porque lo necesitaba y realmente quería era desaparecer de la faz de la tierra. Pero ahí estaba, plantada en medio de la casa de la líder, sujeta a una promesa que no solo había hecho al bando, sino a ellos, a sus razones de vida, su familia. Ojalá no tuviera ese sentido de atracción a los peligros que suponían estar en medio de una maldición, solo por el "semper fidelis" que ellos siempre habían profesado. 

    — A mí no me disgustan las rosas, pensamientos y claveles negros, pero, ¿Por qué en San Mungo es la reunión? —preguntó entonces cruzándose de brazos— No encuentro conexiones lógicas en nada del asunto. 

    @ Sagitas E. Potter Blue  @ Sean -Ojo Loco- Linmer  @ Caelum  @y el resto, perdoncin (?) 

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  17. Lo malo de que Sagitas supiera su secreto era que la tenía más a su merced que de costumbre. Hasta ese momento, ella había volado sola y con la autorización propia, pero ahora, la pelivioleta le recordaba que podía destruirle la reputación y que era además, su líder. ¿Qué tan malo sería ser descubierta por el mundo mágico? Después de todo, contaba con sus galeones perfectamente en buen estado y seguía siendo heredera de dos familias inglesas importantes; no iba a quedarse en la ruina. Pero sabía que perdiendo el anonimato, vendrían acosos sin sentido en los lugares dónde estuviese y eso, no le convenía. Hacer un viaje tan largo necesitaba un traslador, uno que le había habilitado la líder misma, pero que resultaba pesado para una bruja como Maida que tenía el estómago débil.

    Tomó entre sus dedos la carta escogida para el artilugio mágico y respiró hondo antes de ser engullida por un torbellino que involucraba una magia peligrosa, una que jugaba con espacio tiempo. Segundos más tarde, ahí estaba tambaleándose con el poco peso que tenía y al fuerte brisa de su destino. Aquello tenía que ser una broma.

    ¡Esto es Salem! —maldijo sabiendo que no era verdad, pero no reconociendo el destino. 

    Sabía que era Norteamérica, pero, ¿qué sabía ella del territorio rural de Lousiana? Poco y nada. Se sintió particularmente afortunada de haber viajado con su lechuza en una ligera jaula plegable, porque iba a necesitarla. Sacó pluma y pergamino de su morral y dictó un mensaje para el único americano al que recordaba desde su último encuentro en Londres. ¿Sería impertinente buscarlo ahora? ¿Debía sentir vergüenza? ¿Podía confiarle la misión o debía jugar la carta de bruja tonta y perdida? Sagitas no había tenido amenazas con ella, pero sospechaba que si se delataba con prontitud, un rayo verde sería lanzado en su dirección.

    "Matt, tuve un problema con una aparición de continente a continente, estoy en un sitio que se llama, Hackberry. Sé que tus vacaciones en Londres terminaron, pero, ¿sería mucha molestia que vengas a recogerme o me envíes indicaciones? No he avisado de mi viaje a USA, espero que sepas comprender... M. Yaxley"

    Enrolló como pudo el pergamino en la pata del ave y le dio las indicaciones reales de las oficinas dónde él trabajaba, seguramente la derivarían hacia Matt. Otra de las cosas que debía hacer, era interceptar el camino de @ Ada Camille Dumbledore , no tanto como diplomática, ni para investigar, solo para hacerla entrar en razón y devolverse juntas al Reino Unido, una vez que se esclareciera todo lo del embajador McCarthy, por supuesto. Era demasiada gente de la Marca involucrada en un asunto al que por alguna razón, tenía la indicación de simplemente echarle tierra encima y lanzar oraciones por su alma.

    @ Syrius McGonagall

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  18. Para los amigos, siempre tengo tiempo y ganas —comentó Maida, quién poco a poco se quitaba la coraza propia del momento en el que se encontraba y el cuerpo recordaba la comodidad de su paso por Norteamérica—, la lluvia parece empeorar.

    Mientra caminaban hacia le lugar indicado, fue soltándose la trenza, aunque ella no era particularmente vanidosa, si se la dejaba así con el aguacero que caía, pronto olería a abombado y tampoco se gustaba aquello. Sacó un frasco de su canasta luego de tomar asiento en la cafetería y se untó ambas palmas con un poco de aceite de argán, para repeler la humedad de su cabello y darle un aroma fresco, además. 

    Hacía mucho que no me tomaba tiempo libre en Diagon —se sinceró una vez pudo notar los detalles de la decoración del lugar, apenas tuvo unos segundos mientras llegaba la carta, pero todo parecía trasladarla a una de esas viejas cafeterías que también ofrecían la lectura dentro del menú. El ligero bullicio de la gente también resultaba confrontante y parecían darle banda sonora al espectáculo de lluvia que tenían por fuera y que se había silenciado nada más cruzar el umbral. Maida amaba el clima gris y tristón de un cielo lluvioso—, un café mocca para mí, por favor y un pastellito de calabaza, si puedo abusar de su confianza, Matt, no he comido en horas, cuando voy de compras para mis pociones, pierdo la noción del tiempo. 

    Entregó también la carta a la mesera graciosa y entonces, sí, se concentró en el americano. Conocía poca gente con la mirada azul y por eso los recordaba bien, como si tuviera una lista personal y secreta. Al parecer, la expedición a la reserva de criaturas era algo más que colocar en su agenda y se sintió aliviada ya que hacía mucho no visitaba ese espacio y ahora lo necesitaba para algunos ingredientes de pociones. Estaba de visita con su familia, por lo menos no le había dicho que estaba dormitando en un hotel, detestaba las instalaciones de los mismo en Diagon y los muggles no los había visitado jamás, pero no tenía esperanzas de que fueran mejores.

    Iba ya a ofrecerte alojamiento —dijo entre broma y seriedad, a la manor Yaxley no le venía mal un huésped más animado que ella—, pero si no tienes dificultades con ello, no te impondré la convivencia con esta bruja que apenas anda ordenándose. Además, los Evans son una familia bastante popular en Ottery, seguro estarás cómodo —también tenían fama de estar del otro lado de la acerca de Maida, pero eso era pleito para otros sitios. Ella misma se andaba cuestionando el Semper Fidelis, de hecho, ahora mismo se tomaba el brazo izquierdo cubierto por la túnica mientras la mesera volvía con los pedidos de ambos—. Gracias.

    Alzó del lado de la mesa su canasta, un poco al menos para poderle mostrar a él.

    Tengo una investigación y experimentación sobre algunos venenos y sus antídotos —comentó mientras separaba con los dedos algunas hojas—, necesito algunos ingredientes más, pero creo que la siguiente semana podría ya encerrarme entre mis calderos y morteros. Sigo intentando mejorar el filtro de muertos, ha sido mi obsesión desde los dieciocho años, casi.

    Maida tenía pocas aficiones, por eso no escondía ninguna de ellas, las pociones eran su mundo muchísimo antes de encontrar consuelo y lejanía entre las escobas de quidditch. La herbolaria y su amor por las pociones naturales la tenían siempre con el rostro manchado por la cosecha de la tierra y de sus ingredientes principales.

    — ¿Cuánto tiempo planeas quedarte aquí? A lo mejor puedo devolverte el café, mostrarte mis experimentos, tantas cosas... —"o a lo mejor no haces ninguna, Yaxley"  su mente se había pasado los últimos días confrontándola directamente con su automatización para seguir indicaciones y órdenes, esto era casi como un acto de rebeldía que no estaba sabiendo como manejar del todo—. Quizá me equivoco, pero parecía vivir solo para el trabajo cuando estuve en América, Matt. ¿Qué cambió?

    @ Syrius McGonagall

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  19. Ay, Ernest, ya posteé VP, te comento para el segundo bloque (?)

    No creo que venga yo con ideas para descubrir la pólvora, así que solo vengo a ratificar las que me gustaron mucho.

    1. Volver a que existan: Clases de Duelo, Perfil, Rol... ¡Love it!+

    2. Dejemos el CMI por la santa paz, está bonito, se los prometo...la gente tiene imaginación sin límites.

    3. Permitan las multicuentas, con limitaciones de tiempo y de actividad, hay cosas que aprender de otros foros, pero sumaría mucho poder usarlas.

    4. Bandos sí...ascensos por meritocracia y tiempo de pertenencia, también.

    En caso de recuperar la actividad:

    ¿Te gustaría pertenecer a un bando? Si

    ¿A cual? La Marca

    ¿Estás interesado en formar parte del equipo del foro? Si, pero preferiría un cargo rolístico. 

    ¿Qué disponibilidad de tiempo tendrías? Poco, pero de calidad. al menos me conectaría unas tres a cuatro veces por semana. 

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  20. Justo cuando volteó en dirección a Diagon le pareció ver que alguien hacía aspavientos, pero no iba a detenerse por algo así. Sólo segundos más tarde no pudo continuar evitando la curiosidad innata en ella y se frenó para girar cuando escuchó lo que inequívocamente era su nombre. Lo miró perpleja, aunque realmente había pasado mucho tiempo, era imposible olvidar a alguien con tanta energía y tan bien enfocado como lo era el americano Matt Ironwood. Iba a dedicarle una sonrisa, cuando, claro, la envolvió en un abrazo por demás efusivo, ahogando ella un ligero gritito; jamás iba a estar del todo cómoda con el contacto físico, menos con el masculino. ¿Había temblado? Esperaba que no, detestaba quedar como una loca.

    Ironwood, ¿Cierto? —contestó bromeando sobre su apellido y ahora sí, sonriéndole directamente mientras la mano libre alisaba nerviosamente arrugas que la túnica no tenía—. No he tenido la oportunidad de cruzar el charco últimamente, Matt, fueron días bastante activos aquellos. ¿Cómo están todos? Espera... ¿Qué te trae por aquí?

    Alzó el rostro al cielo cuando sintió las primeras gotas rozarle la cara y se sacudió un poco, divertida. Claramente por mucho que quisiera hundirse en el diván de su cama, el destino la estaba arrancando del sopor de la monotonía, sin su permiso. No tenía ni intenciones ni motivos reales para rechazar la invitación de Mat. 

    Vamos por ese algo para que me cuentes que te trae por Londres —dijo, aceptando la invitación del mago americano—, ¿tienes algún lugar en mente? Últimamente ando desconectada hasta de los lugares de moda en Diagon. Lo que sí puedo ofrecer ahora que se encuentra en territorios más familiares para mí es una visita a la reserva de criatura, recuerdo que le gustaba la magizoología, ¿me equivoco?

    Mientras caminaba, escondía las ramas más sobresaliente de su canasta para no ingresar a un local ensuciándolo todo con sus yerbas. Lo que menos quería era que él tuviera que pasar un mal rato.

    @ Syrius McGonagall

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  21. Todo estaba mucho más que revuelto en la Potter Black, el silencio inicial no duró casi nada, Maida había llegado en medio de la presentación —si podía calificársele de aquella manera de @ Caelum  y el que asumía, era dueño de la mansión junto con Sagitas—. La bruja poco o nada sabía de la vida privada de la líder oscura, aunque no era del todo cierto dada su posición como Vuelapluma, sin embargo, aún tenía el cerebro, y por tanto las ideas, embotadas. Enumeró las que escuchó a Matt en su presentación, en la casa estaban él, su hijo, Sagitas, Caelum y ahora, la Yaxley.

    Soy Maida Yaxley, un elfo se presentó en la Manor indicándome que viniera por estos lares antes de aparecer en San Mungo —comentó, aunque no sabía si se había dirigido a @ Matt Blackner  o a @ Sagitas E. Potter Blue , aunque si he de ser franca, no tenía planeado ir a ese lugar.

    Volteó el rostro viendo el manto de pétalos que al igual que en su mansión, habían llenado el aire con su aroma por completo. Eran en esos momentos de confusión cuando más extrañaba su núcleo, instintivamente la ojiazul presionó su lado izquierdo asegurándose que la varita aún se mantenía en su sitio, lista a protegerla apenas ella lo necesitase. 

  22. Maida no tenía mucho más objetivos en la vida y realmente parecía haberse recluido en la Manor Yaxley sin posibilidades de salir próximamente, sin embargo, los eventos relacionados con la Marca la obligaron a salirse de su clausura. No se sentía mucho más contenta por ello, pero bueno, había salido de Ottery y decidió resurtir un poco su despensa de ingredientes para pociones que se hallaba un poco más que abandonada. No se había arreglado mucho, aunque claro, esto no era muy distinto a sus años anteriores, ya no era una bruja vanidosa, de hecho, esa parte de su vida como jugadora de quidditch la había molestado un poco, de cuando en cuando debía lucir de cierta forma para los viajes y las conferencias de prensa de los TT. Hace poco había recibido mensajería a través de lechuza por parte de ellos, ¿tendría aún la capacidad de volver a quidditch? 

    Luego pensamos en eso —murmuró tirando la trenza hacia la espalda y metiéndo la mano en una especie de canasta dónde tenía lo que había comprado hace un rato—, raíces de acónito, belladona, polvo de paraíso, ramas de visnaga y extracto de cicuta —enumeró. 

    Alzó el rostro hacia las tiendas aledañas y se preguntó si aún estarían vigentes sus contactos en las tiendas de artefactos tenebrosos, no tenía intenciones de comprar nada más, pero siempre era importante mantener ese tipo de ramificaciones en el mundo mágico. Aún no había descubierto cuál había sido el movimiento que la había delatado con Sagitas en cuánto a su identidad de Vuelapluma, pero realmente tampoco le importaba mucho, es decir a lo mejor era hora de descubrirse como Vuelapluma en la sociedad, ya casi nadie lo leía en las últimas publicaciones, no iba a ser un gran escándalo. Y la familia a la que protegía del secreto, ya no existía. Jamás se había destacado como un bruja de personalidad apabullante o físico despampanante, realmente por lo único que había sobresalido y salido de su cómoda clandestinidad era la posición de guardiana en los TT; pero había algo más que se había apagado en ella, sus ojos, casi siempre azules, parecían querer apagarse aún cuando la luz le pegaba a los ojos, la búlgara caminaba con un reloj que daba hacia atrás.

    Yo te conozco —soltó de pronto, aunque era imposible que la persona a la que se refería le hubiera escuchado, los separaban al menos unos cinco metros y varias personas en medio. Intentó cubrir su cabeza con la capucha de la túnica gris que usaba aquel día, pero el viento volvió a descubrirle el cabello—, o no, debería volver a casa y para eso hay que trasladarse a Diagon.

    @ Syrius McGonagall

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