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Maida Black Yaxley

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Mensajes publicados por Maida Black Yaxley

  1. Me parece terrible que Fernando escriba en menos de una hora y yo esté fangirleando. Razón de 80% por la que estoy aquí, el otro 20% es porque si me parece interesante lograr un rol que tenga que ver con otra saga fantástica, pero pues, de momento no hay nada más que esperar a lo que nos pueda ofrecer HBO. Fuera de todos los errores que pudieron tener para el cierre de GoT, no fue una mala serie, por lo que dudo que esta lo sea, pero, con paciencia, calma y buen humor.

    Por lo menos ya hay esperanza al final del túnel. 

  2. La Ministra de Magia era mucho más amable que el resto de personas que Maida había conocido en su ir y venir por la diplomacia mágica, sin embargo, eso no le quitaba el aburrimiento al ver una invitación más. ¡Qué lejos estaban sus días de embajadas y reuniones políticas! Aunque tampoco las extrañaba del todo, solo se había inmiscuido en eso por seguirle la corriente a los sueños ególatras de su primo. Aún con todo lo que revoloteaba su mente, decidió asistir, no como Maida Yaxley, ella no se divertiría en un asunto así, era momento de aventurarse un poco más, de hacer uso de los beneficios que le permitía ser Vuelapluma.

    Fue así que hizo el camino largo para hacerlo irrastreable, de la casa a un páramo y de un páramo con un traslador a una de las chimeneas del Ministerio que quedaron sin vigilar por orden del anterior Ministro. Finalmente, al edificio del Ministerio Francés en Inglaterra. Apareció en las inmediaciones envuelta con un vestido de tul negro con fondo verde oscuro, ceñido al cuerpo, ¿Cuántas se había "desnudado" así para el mundo? Nunca. No era una mascarada, sin embargo llevaba el rostro y las manos cubiertas con encaje, lo que debía cubrir la parte superior del rostro desprendía algunos destellos, imposible siquiera advertir el color de los ojos de Vuelapluma, el azul típico de Maida se perdía con el reflejo del tul, del vestido, del verde. Llevaba el cabello en un alto recogido, señorial, inspirado en la francesa más célebre de todos los tiempos: María Antonieta. Su figura reposaba en unos delicados zapatos de tacón verde oscuro y llevaba la varita en alto. Todo podía pasar, había que estar alerta.

    Tal como sospechó, la fiesta ya tenía sus primeros desaparecidos.

    ¡Bonne Nuit! —saludó ingresando al salón con una voz disimulada mediante hechizo y tomando una copa de champagna entre los dedos. La música se detuvo y las parejas de la pista de baile también lo hicieron, hizo una reverencia— ¿Dónde está la Ministra? Oh, es cierto, esta en algún rincón de la estancia...

    Estiró la mano izquierda y una palomina de papel verde se posó en sus dedos, la acercó al oído.

    ¡Que las negociaciones entre Francia y Reino Unido continúan, dicen! ¡Se han estrechado, nos acercamos... —sonrió y fingió un susurro al público—, muchísimo al término feliz de las conversaciones!

    Su voz estaba hechizada, no sólo para que no la reconocieran, sino para que la mismísima Ada escuchara en sus oídos lo que ella había venido a decir, sus secretos de sábanas habían perdido todo misterio y no iba a esperar al despertar siguiente para ponerlos al descubierto. Se preguntó si la otra parejita en cuestión ya se habría alertado.

    — De todas maneras, considero que debería estar aquí, vigilando un poco a sus invitados, no es muy propio que se permitan tales actos contra la moralidad bajo un techo tan, ¿decente? Los matrimonios no deberían permitirse si se van a destruir tan fácilmente al paso de un tango, pero, no nos pongamos serios, ¡Salud! —dijo alzando con la mano libre la copa de champagne y empinando el codo— ¡Feliz Aniversario de...la libertad, los derechos y sobre todo, el libertinaje! ¿Me conocen? Que maleducada, siempre se me olvida presentarme.

    La palomita de papel desapareció y apareció en la estancia dónde seguramente aún recuperaraban el aliento Ludwig y Mica Gryffindor. La voz de Vuelapluma salió del origami: "Creo que es mejor visto por la sociedad ser un cónyuge en abandono que uno adúltero, pero, ¿quién soy yo para opinar?".

    Vuelapluma giró sobre su eje e hizo una reverencia final.

    Soy Vuelapluma y como siempre, estoy a sus órdenes.

    @ Ada Camille Dumbledore  @ Ludwig Malfoy Haughton  @ Mael Blackfyre  @ Mica Gryffindor  @ Darla Potter Black  @ Sagitas E. Potter Blue  @ Malum Luxure  @ Sean -Ojo Loco- Linmer  @ Adrian Wild

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  3. Las bodas siempre traían invitados inesperados, pero ¿uno que quisiera terminarlo todo a punta de varita? Esas eran pocas. Maida se había quedado un poco relegada en cuanto a los invitados, porque no estaba muy segura de donde sentarse, tenía que seguir con la mirada pendiente en el ingreso, aún contaba con que David hubiera entendido las indirectas y se dignara aparecer, pero a lo mejor era esperar demasiado de alguien de su género. Quitando de lado el show de luces que la obligó a esconderse detrás de una tarima, la boda era de ensueño, casi como todas, la Yaxley no podía decir que alguna a la que haya asistido hubiese sido fuera de lo normal, u horrible. Todas tenían plasmado algo que las hacía hermosas: los deseos de amor eterno de los novios.

    Y si bien, estaba consciente de la irrealidad de estos deseos, no dejaban de ser bonitos en un día como aquel. 

    El novio parecía acelerado en querer cerrar el trato, y su sobrina lucía más que hermosa, había cierta tendencia gitana en la forma de su vestido de novia, seguramente alguna influencia de la abuela Candela había por ahí. A ella tampoco la veía hace mucho, de pronto notó que la gente que estaba en esa boda, eran todos desconocidos a sus ojos y agradeció internamente porque Ada estuviera allí. No iba a pedirle a la novia que dejara al novio por acompañarla en la velada. 

    No se había quedado detrás de la tarima, por supuesto, pero como mujer prevenida vale por dos, optó por sentarse en una de las filas traseras. Morir por fuego cruzado en una boda familiar no era exactamente la mejor forma de despedirse del mundo. 

     

    @ David Augustus Lestrange  @ Ada Camille Dumbledore

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  4. Hola, vengo a pedir una firmita coquetona xD ...pero tengo el gran dilema de la elección de imágenes, soy muy mala escogiendo imágenes que me gusten y sobre todo, sirvan para una diseñadora, pero vamos con toda la fe del mundo.

    • Imagen: (dejar link, por favor) Opción 1 - Opción 2 - Opción 3 - Opción 4 -   
    • ¿Quieres avatar a juego? Si, por favor y gracias.
    • Tamaño de la firma: Me gustan más largas que anchas.
    • Texto: "Vuelapluma"  
    • Comentarios: Ninguno, confío siempre en el talento de los diseñadores. 
  5. Poco a poco Maida se volvía a acostumbrar al Reino Unido, pero no del todo a la idea de retornar a casa, cualquiera que fuera, regresar implicaba destapar los recuerdos que tanto esfuerzo mental le estaban costando. Las temporadas de quidditch se habían terminado, al menos mientras continuara el Mundial del que Bulgaria había sido eliminada en octavos, así que le tocaba volver. De hecho, lo que estaba planteando últimamente era el instalarse en un hotel, después de todo, no tenía demasiada agenda en Londres como para establecerse del todo. Atrium Stratus reunía todo, era restaurante, así que podía alimentarse correctamente, era hotel así que podía evitar la vuelta a casa mucho más tiempo y era spa, así que podía recuperarse de las temporadas de quidditch sin problemas.

    Solo espero no toparme con nadie que no debiera —musitó justamente cruzando el umbral del negocio y tratando de ubicar con la mirada la mesa más alejada.

    Justamente había una disponibilidad con los que requisitos que ella buscaba así que se dirigió hacia allá, sentándose y decidiendo unos minutos si realmente usaría el Atrium Stratus como nueva vivienda. A lo mejor, los cambios que estaba haciendo últimamente finalmente comenzarían a rendirle frutos, por lo menos las crisis de ansiedad habían terminado. Poco a poco, encontraría algún rumbo a su vida fuera del deporte mágico, ¿volver a trabajar? A lo mejor en la Universidad, pero en el Ministerio, definitivamente, no. 

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  6. No había entendido lo del elfo doméstico hasta que revivió sus propias palabras en la mente, ¿comparar a un Malfoy con un elfo? Si, eso si que daba risa. Pero decidió no dedicarle mucho más tiempo a nadie y retomar la conversación, David siempre le había parecido un chico bastante entretenido para conversar, siempre con la palabra justa en el tono exacto en el que parecía querer tomarle el pelo siempre. ¿Sería así con todos o era que Maida tenía cara de ser el punto de entretenimiento de un bromista de aula? Se vio interrumpida por la imperiosa necesidad de brindar con...¿agua alegre? 

    — Sé que algunos lugares les ponen hechizos anti apariciones incluso a las criaturas, así que no sé que sucedería si llamas a alguno de tus elfos —murmuró girando un poco el contenido de la copa—, y no es que no sepa que tiene la cocina de mi casa es que realmente no voy por esos lares hace más de un mes, quizá un poco más.

    Alzó la copa y brindó antes de responderle que claramente recordaba lo del acantilado, una razón más que válida, en realidad para salir huyendo de ahí y no quedarse a conversar u ofrecer una bebida al mago. La mitad del contenido se escabulló por la garganta y la Yaxley recordó porque normalmente no bebía, las burbujitas parecían esquivarse todo el proceso y la emborrachaban en seguida. Sacudió la cabeza y dejó la copa en la barra.

    — Intenta llamar a tu elfo y creo que podríamos al menos cenar filete o algo similar, ¿eres carnívoro? —preguntó entonces, no vaya a resultar insultándolo por si era vegano o vegetariano, en estos tiempos una ya no sabía como enfrentar las nuevas situaciones— A lo mejor la experiencia con el acantilidado terminó de darme ánimos para iniciar mi carrera en el quidditch, ahora que lo pienso un poco.

    Volvió a tomar la copa, dándose cuenta que había hablado demasiado en un espacio corto de tiempo, pero esa era otra habilidad de David, hacerla sentir cómoda, lo suficiente como para haberse lanzado por un acantilado. 

    ¿Otra copa? —preguntó entonces mirando al cantinero y luego al mago— ¿Cuántas copas vamos a beber? 

    @ David Augustus Lestrange

  7. Asistir a bodas no era su elección favorita para los eventos sociales, ninguna fiesta en general, sin embargo, no era cualquier evento, la que se casaba era su sobrina y a diferencia de algunos de sus familiares, aún sentía el deber de estar ahí. Lo complicado, como siempre, era la elección del vestido. Finalmente, Mushu, el elfo, logró convencerla de un vestido en gasa de tonos azules muy oscuros, sujetados en una especie de fruncido lateral bajo la línea del busto. El color fuerte al menos le quitaba palidez a su tono de piel aunque la mantenía en una visión bastante frágil, como si se fuera a quebrar como hojita de anís, encima la tall no ayudaba. El cabello lo llevaba suelto pero adornado por un lado con el broche que compartía con un familiar suyo, el venado coronado en plata, con ojos en topacio. Hacía tanto que el efecto mágico que tenía el broche no se activaba que había decidido usarlo como joya, ¿dónde se encontraría su gemelo? Respiró hondo antes de desaparecerse frente al espejo en la Manor Yaxley.

    Segundos después y asegurándose que no se haya evaporado ninguna parte suya, acomodó sus cosas en el bolso, y la varita reducida tbm la colocó ahí. Se colocó un poco el cabello atrás de los hombros y camino hacia los jardines, dónde sabía se haría la boda. Por lo visto, estaba llegando demasiado temprano y obviamente Ada aún no estaría por ahí. Le había contado a David acerca del evento, pero se sintió corta de invitarlo directamente, por ahí le había deslizado la idea de poder reunirse en la boda y charlar un rato. Después de todo, la pasaban bien juntos, una buena charla acompañada de copas de champagne no venían mal, un pensamiento al que se iba a ajustando poco a poco.

    Quizá tuvo razón, y debí colocarme unos aretes —musitó cuando se detenía frente a su reflejo en una ventana. 

    Chasqueó la lengua, daba igual, en cuestión de horas, no importaría ni lo que llevaba puesto. 

    @ Ada Camille Dumbledore  @ David Augustus Lestrange

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  8. Con un "sí, la recuerdo", le bastaba a Maida, tanta efusividad para saludarla le hizo plantearse dos posturas, la primera y más importante, no confiarse. Giró para ambos lados el cuello, tratando de ver si David se andaba escondiendo de alguien, o si alguien lo andaba vigilando y la estaba colocando de señuelo. ¿Por qué pensar tan mal? Obviamente porque ellos no se conocían de épocas de estudios, ninguno de sus compañeros residían cerca de Londres. Además estaba el hecho de que uno de los pocos momentos que habían compartido, ella casi se muere del susto con las ocurrencias de lanzarse de un precipio y esas cosas. La otra postura era contener la risa, porque también le parecía muy hilarante la excesiva efusividad, a lo mejor ya estaba bajo los efectos de hidromiel o agua alegre. 

    Tomó asiento al lado y se cruzó de brazos, no iba a desmantelarle la treta, pero al menos con la mirada se lo iba a reprochar.

    — Ya decía yo que tanta emoción no se la había ocasionado ni a mi ex novio cuando le dejé en libertad de buscar nuevos amoríos —dijo con cierto sarcasmo—, pero está bien, digamos que celebramos el hecho de estar vivos luego de nuestro penúltimo encuentro. Yo invito las bebidas, pero como estoy a dieta estricta, no asumo la cena.

    Desenredo los brazos y esperó con paciencia que una botella de colores vibrantes se posara en la barra frente a ellos. Dos copas aparecieron y la bruja chasqueó la lengua en clara señal de decepción.

    Tenía la esperanza de obtener una sombrillita en la copa, al menos —esbozó con tono triste girando el contenido de la copa un poco, no estaba clara en qué bebida era—. Pero bueno, atendiendo al problema de la cena, deberías tener al menos un espejo comunicador con tu elfo, así te envía la billetera en casos de emergencia como estos. Aunque podríamos solucionarlo, no sé que tan equipada este la cocina de mi casa, pero alguna pasta sencilla a lo mejor podría hacer.

    O pedírsela al elfo, pero en la casa Yaxley estaba tan acostumbrada al modo muggle que les había inculcado el tío Orión, que preparar una cena o el desayuno tampoco era cosa tan de otro mundo, cuando se sentía particularmente flojita, se iba al Castillo Black, por supuesto. Aclaró la garganta, dándose cuenta que quizá estaba muy silenciosa y alzó su copa para brindar hacia el joven mago.

    ¿Por qué brindamos? 

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  9. Hubo tiempos en los que pensó que Ottery era un pueblo fantasma, pero con el paso de los meses, notó que la fantasma era ella, quien simplemente pululaba por las calles, salía y entraba al pueblo solo por el quidditch, donde había descubierto, de manera fortuita que era buena, sin embargo no era feliz. Era como cuando le pasan electricidad al cuerpo para intentar que regrese a la vida, no recordaba el nombre muggle para eso, pero fingía la energía que brindaba el cerebro y corazón por unos segundos, como si intentase recordarle al cuerpo inerte que había sido capaz de vivir en algún momento. Ahora mismo no estaba en Ottery, ni en Diagon pero la sensación persistía, fuera ya del mundial de Quidditch no parecía tener mucha más energía, aunque se lo hubiera propuesto esa mañana. No podía seguir siendo el casi dementor que era. Sabía que el Dumbledore's Night era lo más lejano posible a un lugar que ella escogería por voluntad propia, pero si era el indicado si pretendía darse a sí misma una descarga eléctrica. ¿Había ido alguna vez? Realmente no lo recordaba, supuso que sí, eventualmente y por cuestiones de protocolo, había pisado muchos locales mágicos, aunque fueran discotecas, pubs o bares.

    Cruzar el umbral le dio el primer shock, la música era más ambiental que estridente, lo agradeció internamente mientras acomodaba las faldas de su túnica azul oscura, de lo contrario se iba a tropezar. Se había peinado todo hacia atrás y sujetado los cabellos con una bandana a juego con la túnica que portaba, pero seguía luciendo el rostro casi lavado, el oscuro azul de la tela resaltaba el vibrante azul de sus ojos, un detalle que no se le había escapado al elfo doméstico que seguía insistiéndole en mejorar su imagen ahora que, gracias al quidditch, era un tanto más popular —una de las cosas que no agradecía la Yaxley—. A lo mejor era la palidez de piel y el contraste con las luces del local lo que daba ere efecto, pero no estaba por la labor de averiguarlo. ¿Qué tomaría? Tenía poca experiencia en licores, pero estaba convencida de que una copa de champagna no la iba a hacer bien.

    La barra no estaba del todo concurrida, pero un perfil le llamó la atención. No le pareció raro encontrar un mago aquí, pero si a él. No lo había visto desde hacía muchísimo tiempo y bueno, eso era casi como tropezarse con él por la calle. ¿Era demasiado tocarle el hombro? Sacudió la melena. Claro que no, ni que fuera a amenazarlo con la varita alzada. Se acercó, descalza como iba, sin hacer ruido alguno y puntilleó con las yemas su hombro.

    ¿David? —preguntó, aunque al instante supo que sí, que era él o un hermano gemelo del que no sabía. Fue entonces que el desfibrilador funcionó y la hizo sonreír cálidamente— Soy Maida Yaxley, ¿te acuerdas de mí?

    Tampoco habían pasado cincuenta años, pero por cosas inexplicables, era fue la pregunta que le pareció necesaria a la mente de la chica. Ya tendría luego tiempo de pensar en qué bebida tomar, a menos que estuviera interrumpiéndolo. Miró de reojo alrededor, no parecía acompañado, a menos que la compañía estuviese en los servicios, ¿estaría ahí? El desfibrilador perdía fuerza... lógico. 

    @ David Augustus Lestrange

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  10. Turno 5 de buscador. Perú. Leonor Espino.

    La snitch va para Perú. Leonor era mejor que Sigrid. Punto. 


    Bueno, fue bastante más emocional que eso, pero finalmente estaban eliminados y ahora los jugadores de Perú no sabían si lloraban por la derrota en cuartos, por el ego lastimado o por el orgullo de haber visto como Leonor, con lo petisa que era se había vuelto una con la escoba y había hecho suya la pelotita dorada. 


    En una fracción de segundo, celebraban los escandinavos pero las miradas eran para los peruanos (siempre teníamos una hinchada que sabía celebrar las mínimas cosas, eran latinos pues, el orden no era lo suyo), habían rodeado a Leonor con las escobas y se abrazaban entre ellos. Lograr obtener la snitch no les daba el pase a una ronda mayor, pero les decía intrínsecamente habían caído peleando en la batalla y eso era algo que nadie podía discutirles. Ni siquiera Elías y su habitual mal humor. Se venían grandes cosas para la selección si se concentraban un poco más y esperaban pacientes la madurez individual de cada una de las posiciones.


    Leonor tenía los ojos ojos, como Cecilia o Walda, pero se reía, luciendo aún más distraída de lo que lucía siempre. El camino mundialista se había terminado y pronto volverían cada quien a sus alineaciones de ligas locales, pero tenían cuatro años para reformularse y volver como candidatos al trofeo mundial, total, siempre eran candidatos a llevárselo. 

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  11. Turno 24. Perú


    La suerte, aunque estaba echada, quería darle algunos matices jugosos al esfuerzo del cuadro blanquirrojo, bueno quizá también tenía que ver con que con la remontada que sataban dando los escandinavos andaban cometiendo alguna que otra distracción, el penal de uno de sus cazadores era firme muestra de ellos. ¿Valía la pena continuar con el juego? Siempre. Los deportes siempre era impredecibles, el deporte mágico por excelencia, aún más. El partido podía durar eternidades o podía ser conciso. ¿Quién iba a lanzar el tiro entonces?


    Pepelucho fue quien se animó a intentar convertir, aunque no servía de mucho más, solo para disminuir la ventaja de Escandinavia, no iba a cancherear como hacían algunos deportistas con muy poca ética, no era su estilo. Se cuadró frente a los aros y en menos de un pestañear, Perú anotaba un gol, aunque estuviera ya con medio pie fuera del mundial de quidditch. Nuevamente, los peruanos celebraron como si estuvieran en la final, después de todo, la representación nacional no había sido mala, pero no existían los empates y en este episodio en particular, les tocaba perder.

    ¡Vamos, ca***o! —arengó, arrancando una lágrima de la siempre se sensible Cecilia, pero casi nadie lo notó, la golpeadora alzó el bate hacia el cielo y enrumbó la escoba hacia allá apenas pudo. Los golpeadores no son sensibleros, no en Lima, no una Miró Quesada.

    Lo que si hizo, fue compartir una mirada cómplice con Elías mientras retomaban las posiciones para el reinicio del juego. El Mundial podía haberse terminado, pero aún no se encontraba la snitch, y mientras esa pelota alada no tuviera dueño, no había pitazo final. 

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  12. Turno 17 y 18.

    Los blanquirrojos tenían mucho que demostrar en la cita mundialista, y eso era algo que podía terminar costándoles caro. Es decir, no es lo mismo ir como Perú al mundial de fútbol que ir como Argentina, los peruanos van a divertirse, los argentinos entran endeudados con la copa. La presión puede jugarte en contra, eso era lo que les estaba pasando a los peruanos en este partido en particular, en cuestión de quidditch, tenían una deuda con el campeonato, una que cada segundo que pasaba, se encontraba más lejos de ser saldada. 

    Volviendo al partido, Perú había decidido realizar Cabeza de Halcón, lo que le permitió a Pepe Lucho tener la quaffle y evadir la bludger del Triviani, menos mal porque ese golpeador en particular parecía tener un pésimo carácter, a lo mejor su carrera en el quidditch era su terapia de control de ira. Pepelucho le pasó la quaffle a Elías, quién, desesperado por demostrarle a la hinchada lo que Perú podía dar en el mundial, hizo un disparo de volea y anoto a través de uno de los tres aros de Escandinavia, la celebración fue un grito de rabia. Elías gritó con el puño cerrado hacia el cielo y azuzó a los fans de Perú en las tribunas, aún podían dar pelea y mucha. No se iban a rendir tan fácilmente, había que volver a sacar cuentas e intentarlo hasta el último segundo.

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  13. Turno especial de buscador 1 

    La técnica empleada por el buscador de Escandinavia lograron desorientar a la más que despitada por naturaleza Leonor Espino —así que imagínense del nivel que hablamos—, la pobre chica estaba aún recordando las tardes de la juerga brasilera que se pegó luego del partido anterior, eso de probar tragos de la selva no eran buenos para ninguna cabeza, la pobre culminó la fiesta devolviendo la mitad del chuchuwasi que bebió. Si, ella se distraía con esos recuerdos, algo más que aprovechable por parte del equipo opuesto, Walda logroó lanzar un golpe luego de un bombeado por parte de ellos, com fuere, lograron evadirlo, con menor suerte para la distraída Espino.


    A lo mejor el golpe le iba a recordar un poco más de tiempo la resaca aquella. Luego, si quebró el cuello a ambos lados, prometiéndose a sí mismo, meter la cabeza en el juego. No tenía muchas ganas de calarse el mal humor de sus compañeros si la derrota terminaba siendo culpa suya. Flexionó los hombros hacia dentro unas cinco veces, unas cinco más hacia afuera y finalmente, volvió a quebrar el cuello para sacarse unos cuantos conejos más antes de cumplir su objetivo de los siguientes diez minutos: No sentirse completamente derrotada por la ligera ventaja que comenzaba a tomar Escandinavia.

    De todos modos, el quidditch seguía siendo el deporte impredecible que siempr había sido.

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  14. Turno buscadores 4. Leonor Espino 

    Lejos de la cecina que quería desde hace un rato, Daniel estaba a punto de ganarse un cocacho, pero no dejó de mirar cuando se ejecutó el penal y gruñó como lo había hecho él antes del disparo. El marcador seguía igual, y la snitch no estaba apareciendo, cruzó miradas por unos segundos con sus compañeros, perder por marcador era una cosa, perder por no encontrar la snitch recaía directamente sobre sus hombros. Se despejó un segundo, las tribunas relucían con las camisetas de ambos equipos, pero se notaba la abundancia de los tabladillos blanquirrojos, se sentían locales, y nuevamente la presión sólo iba en aumento. Como el brillo del día...no, eso no era el brillo del día, venía del suelo. ¿Una moneda? Si el pensamiento de Leonor hubiera tenido manos propias, le habría dado un cocacho. ¡Era la snitch!

    Apretó las manos al mango de la escoba y se lanzó en picada hacia lo que brillaba, si resultaba ser una moneda muy grande y mal posicionaba iba a renegar y mucho. La escuadra escocesa no se quedó quieta, pronto vio por el rabadillo del ojo como la golpeadora Keyna lanzaba una bludger hacia ella y Elizabth Wallace intentaba ganarle la carrera para atrapar la cosa esa con alitas. Intentó ver si alguno de sus compañeros estaba haciendo algo por ayudarla pero no podía perder de vista a la snitch, así que sencillamente apretó aún más la escoba, al punto de colocar sus nudillos en blanco. El silbido de la bludger se mezcló con los gritos ahogados de Walda, José y Rosalía, los pudo identificar a todos. Nunca los había oído celebrar una esquivada de s blugder.

    Luego sintió los brazos fuertes de Elías apretándola, y se confundió. Gritaba, pero no lo entendía. Jamás entendía los gritos. ¡Ay, había atrapado la snitch! Con ayuda de un último tirón había mantenido la ventaja sobre Elizabeth y los gritos de los chicos eran de exaltación. Por fin había terminado la tortura. Tenía la snitch entre los dedos y a sus compañeros uniéndose a la celebración de las tribunas. Había sido difícil, pero las victorias con remontada eran un clásico de los últimos tiempos, sobre todo para su país. Un par de días en la selva y a concentrarse para el siguiente partido. 

     

  15. Turno 20. Leonor Espino

    Quién iba a decirles que se iban a sentir tan fuera de Sudamérica cuando realmente estaban en la frontera del país, es más Leonor ya contaba los minutos para finalizar el encuentro ya que habían quedado con José Luis y Cecilia, quedarse un par de días en la selva peruana, llevaba muchísimo sin comer cecina y, tal cual si estuviera embarazada, se le había antojado. Con un poco de maña, conseguían que Ceci probara unos cuantos suris sin darse cuenta. Sacudió la cabeza y regresó la concentración al partido, necesitaban avanzar. Algo estaba sucediendo y ella pensando en la comida selvática. Enfocó la vista lo suficiente para que sus compañeros no notaran la distracción, se iba a cobrar un penal, presionó los dedos en el mango de su escoba y contuvo el aliento unos segundos.

    Elías estaba en racha, así que era normal que él fuera el encargado de patear el penal, estaba con la confianza a tope aunque el partido estuviera perdiéndose Leonor volvió a contener el aire, lo podías notar por sus hombros elevándose para guardar todo lo que podía en los pulmones. Diez segundos más tarde, soltó todo. ¡Gol  favor de Perú y las opciones intactas para ganar el partido! Una ventaja de diez puntos era algo que con la snitch podía voltearse en cualquier momento. Y entonces chasqueó la lengua, pero si la responsabilidad era de ella, al menos en su mente.

    Lo positivo es que el quidditch seguía siendo un deporte de grupo y no todos reducían las esperanzas de la bicolor a que Leonor se pusiera más avispa de lo normal. Todos tenían que hacer su chamba.

    ¿Dónde te metiste, cosita espantosita? —murmuró subiendo un poco sobre el resto de jugadores, como si por solo desearlo la snitch volaría a sus dedos. 

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  16. Turno 6. Penal. Maida Yaxley.

    Llegar al mundial con una expectativa alta podía jugarle en contra a cualquier jugador, más aún si el jugador en cuestión se comportaba como usualmente lo hacía Maida: con temor a respirar. Había sido una cita ineludible al continuar ella ejerciendo la nacionalidad búlgara a pesar de ya no residir en el país. Todavía recordaba lo pesada que la había resultado el campeonato europeo que se realizó en Sofía, la Yaxley contaba los minutos para irse. Al menos ahora, se encontraban en Suramérica, con un calor difícil de imaginar antes de su llegada a Brazil, pero tolerable. 

    Su habitual silencio, sin embargo, la habían convertido en una de las guardianas a las que había que observar en el Mundial, un halago que normalmente no aceptaba públicamente. En la práctica, en cambio, si que lo aceptaba así es como había logrado atajar el penal de Escandinavia, aunque en el segundo no tuviera mucho más por hacer. Maida, cosa rara, había entendido que era medianamente buena en lo que hacía y que debía darle un poquito más de crédito a sus instintos deportivos. Ahora mismo tenía que cubrir un penal generado por la actitud belicosa de Kubrat y en búlgaro le había maldecido por lo bajo. Ella podía ser la mismísima encarnación de un pulpo, pero eso no significaba que el resto no tuviera que evitar los penales. Respiró hondo y miró fijamente al cazador intentando ver si adivinaba la dirección del disparo. Segundos más tarde del pitazo...

    ...¡lo hizo!

    Quaffle en mano, la alzó contenta de haber podido impedir que Escandinavia sumara puntos en semejante encuentro decisivo. Otro detalle que se permitió luego de atajar el disparo, fue llenarse los oídos del público en el estadio. Aún quedaba partido por disputar, solo dejaría los cánticos unos segundos y luego continuaría con su concentración habitual. 

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