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GoshI

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Todo lo publicado por GoshI

  1. Criaturas Mágicas Nombre producto: Gato Descripción: Tarjeta Categoría: X Precio pagado: 100 G Puntos obtenidos: 10 Fecha de compra: 05.05.2011 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Osito mediador Descripción: Tarjeta Categoría: X Precio pagado: 500 G Puntos obtenidos: 10 Fecha de compra: 15.02.2019 Link a la certificación: enlace Criaturas en la Reserva: Total de puntos en criaturas: 20
  2. Pociones Mágicas Nombre producto: Descripción: Tarjeta Categoría: Precio pagado: Puntos obtenidos: Fecha de compra: Link a la certificación: enlace Total de puntos en pociones:
  3. Objetos Mágicos Nombre producto: Varita Mágica Descripción: Tarjeta Categoría: AA Precio pagado: Gratuita Puntos obtenidos: 20 Fecha de compra: 12.04.2011 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Cámara de fotos mágica Descripción: Tarjeta Categoría: AA Precio pagado: 1000 G Puntos obtenidos: 20 Fecha de compra: 20.12.2015 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Vuelapluma Descripción: Tarjeta Categoría: A Precio pagado: 500 G Puntos obtenidos: 10 Fecha de compra: 20.12.2015 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Ajedrez Mágico Descripción: Tarjeta Categoría: A Precio pagado: 500 G Puntos obtenidos: 10 Fecha de compra: 20.12.2015 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Puertas Mágicas Descripción: Tarjeta Categoría: AAA Precio pagado: 2000 G Puntos obtenidos: 40 Fecha de compra: 20.12.2015 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Moto voladora Descripción: Tarjeta Categoría: AAAA Precio pagado: 4000 G Puntos obtenidos: 80 Fecha de compra: 20.12.2015 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Espejo Narciso Descripción: Tarjeta Categoría: AA Precio pagado: 1000 G Puntos obtenidos: 20 Fecha de compra: 15.02.2019 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Nimbus 3000 Descripción: Tarjeta Categoría: AA Precio pagado: 1000 G Puntos obtenidos: 20 Fecha de compra: 19.08.2019 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Anteojos Alfa Descripción: Tarjeta Categoría: AA Precio pagado: 1000 G Puntos obtenidos: 20 Fecha de compra: 19.08.2019 Link a la certificación: enlace Total de puntos en objetos: 240
  4. Indice de Bienes Objetos Mágicos: Objeto: Varita mágica Clasificación: AA Puntos de poder: 20 Objeto: Cámara de Fotos Mágica Clasificación: AA Puntos de poder: 20 Objeto: Vuelapluma Clasificación: A Puntos de poder: 10 Objeto: Ajedrez Mágico Clasificación: A Puntos de poder: 10 Objeto: Puertas Mágicas Clasificación: AAA Puntos de poder: 40 Objeto: Moto Voladora Clasificación: AAAA Puntos de poder: 80 Objeto: Espejo de Narciso Clasificación: AA Puntos de poder: 20 Objeto: Nimbus 3000 Clasificación: AA Puntos de poder: 20 Objeto: Anteojos Alfa Clasificación: AA Puntos de poder: 20 Pociones Mágicas: Objeto: Clasificación: Puntos de Poder: Criaturas Mágicas: Criatura 1: Gato Clasificación: X Puntos de poder: 10 Criatura 1: Osito Mediador Clasificación: X Puntos de poder: 10 Criaturas en la Reserva: Criatura 1: -- Clasificación: -- Puntos de poder: -- Libros de Hechizos: Libro: - Nivel: - Poderes de Criaturas: Tipo de Poder: -- Consumibles en Batallas: Nombre: -- Categoría: --
  5. Chasqueé la lengua y solté una carcajada al escuchar las indicaciones que el Crowley le había hecho repetir a Rhyfs. - Desgraciado... - Bromeé mientras el elfo me hacía pasar a la sala y me indicaba el camino a la cocina donde supuestamente se encontraba el Crowley. Subí el volumen de voz con intención de que me escuchase. - Encima que le doy el lujo de venir a visitarlo, encima que le traigo una botella de vodka importado tiene el tupé de no venir a recibirme y tener que yo ir a buscarlo. Apenas terminé la frase había llegado a la puerta de la cocina. Estaba allí sentado en la mesa, con un plato semi vacío y cáscaras de mandarina por doquier. El aroma de la fruta me hacía arder un poco la nariz. Al otro lado de la mesa se encontraba Sol, a quien también hacía tiempo no veía. - Hola Sol! - Me acerqué para saludarla con un beso en la mejilla.- Un gusto verte. Volteé hacia el Crowley cuyo rostro era bastante ambiguo. No estaba muy segura si se alegraba de verme, si estaba a punto de regañarme, si no había entendido el sarcasmo en mis palabras o si me quería devolver la jugada. - Si me tengo que agachar para saludarte, mínimo me convidas uno de esos. Le señalé los gajos de mandarina que le quedaban en el plato. Luego le sonreí y extendí los brazos, esperando que respondiera al abrazo de su parte.
  6. Cuando volví hacia la puerta para encontrar una posible forma de entrar, la misma se abrió del otro lado y un mago peliblanco con cara de pocos amigos se presentó ante mi. Lo miré de arriba a abajo, pero más que hiciera el esfuerzo no recordaba haberlo visto anteriormente ni en la Yaxley, ni en ningún evento organizado por el Ministerio. Tragué saliva para aclarar mi garganta. - Buenas noches. - Extendí mi mano.- Mi nombre es Goshi Black. - Así como la extendí, quité la mano de enfrente mío al notar su rechazo a estrecharla y la guardé en el bolsillo.- Buscaba a Orión, pero ya me empezaba a preocupar por no recibir respuesta y... Intenté mirar por encima del hombro de aquel mago, sin mucho éxito por mi baja estatura. -...esos temblores. - Volví a mirarlo a los ojos.- ¿Usted también los sintió? Hice una pausa. - ¿Sabes si Orión está bien? Se me habían pasado cientos de ideas por la cabeza que podrían estar afectando a la Manor en ese momento, y las cosas en Ottery estaban igual de extrañas que en el Ministerio. Estábamos en Guerra con Bulgaria y, sin bandos ni un Ministerio capaz de garantizar la seguridad, no quedaba otra que protegernos entre quienes considerábamos aliados.
  7. La última vez que había pisado la Manor una tormenta de nieve había dejado a la Black en el encierro junto a los integrantes de la familia Yaxley. Recordaba muy bien haber aprovechado el más ínfimo vestigio de escape para salir volando hacia la boda de su hijo, por lo que le había quedado pendiente una nueva visita. Entre medio habían pasado muchas cosas, su nombramiento en el Profeta, la expedición al desierto, el compromiso de Gatiux con Orión, e incluso las corridas detrás de Maida para sacarle una entrevista. El último acercamiento que tuvo la Black con los Yaxley fue en un intento de ataque a la Mansión Granger. De esta última experiencia Goshi se quedó con un sabor amargo. Había notado en la mirada de Orión aquel brillo que le atraía de sus aliados en las guerras pasadas, y sabía que entre ellos había una conversación pendiente. La Black tenía sus ideales. El Yaxley era muy claro que tenía los suyos, sólo que nunca pudieron sentarse frente a frente para conversarlo. Al llegar a la puerta de la mansión tocó tres veces. De inmediato sintió un temblor en sus pies, muy similar al que había percibido en la casa de los Granger. Levantó la vista, chequeando si se encontraba en el castillo correcto, pero la Yaxley era imposible de confundir en aspecto. La austeridad le daba cierta originalidad a aquellas instalaciones. No por menospreciarla, aunque... Goshi no podría vivir allí aunque le pagasen. Ya bastante con la experiencia de haber vivido en pocilgas del mundo muggle. Volvió a tocar la puerta. Le extrañó no recibir respuesta. - Yo entiendo que estén en contra de utilizar elfos domésticos, pero estaba segura que Gatiux había traído los suyos...- Pensó en voz alta. Miré hacia ambos lados. Unos cuantos metros a su izquierda pudo notar una ventana, que lamentablemente se encontraba cerrada pero cuyo vitráu quizás le podría dar un vistazo hacia el interior de la manor sin hacer demasiado escándalo. Se acercó a urtadillas y aprovechó una piedra que se encontraba pegada a la pared para treparse y cobrar una mayor altura. Apoyó sus manos en la ventana para ayudarse a que no le diera el reflejo, pero el interior estaba igual de oscuro que la noche que la albergaba allí fuera. - Esto no puede ser... Dio un par de golpes en el vidrio de la ventana. Sin respuesta, de no ser por el temblor que retumbaba en las paredes de la Manor. - Algo está sucediendo aquí dentro... Y dudo que sea algo bueno. Pegó un salto alejándose de la ventana y empezó a analizar el perímetro. Tenía que encontrar la manera de ingresar.
  8. Warhol caminaba a paso apresurado a unos metros detrás de Goshi con un pequeño bolso que contenía algunas de sus pertenencias, principalmente su vuelapluma, algunos papiros, ropa de abrigo y un par de botas de repuesto. La Black iba por delante, con el mentón en alto, recorriendo el camino de piedra que llevaba hasta el castillo que pertenecía a sus hermanos de alma. Si había algo de lo que estaba agradecida, era de haber sido acogida por León y Claudia en sus años más difíciles, y aunque no compartieran un vínculo de sangre lo que llevaban entre sí era mucho más que una amistad. - Bien... Tomó coraje y golpeó la puerta. No visitaba a su segunda familia hacía ya un largo tiempo, y estaba segura de que iba a recibir reclamos. Para prevenir cualquier inconveniente, traía también dentro de su bolso una botella de vodka para utilizar en caso de emergencia. Uno de los elfos abrió la puerta, quien la reconoció enseguida y la hizo pasar. Entre los elfos se saludaron cordialmente, Warhol con su tartamudeo cotidiano, Rhyfs con sus palabras tan bien articuladas. El contraste entre ambos era digno de escribir un ensayo. - Rhyfs, muchas gracias por recibirnos. - Se agachó para acercarse más al elfo.- ¿Me anunciarías ante León? Si está ocupado no quisiera molestarlo, tan sólo avísale que estoy aquí. Antes de que el elfo desapareciera de enfrente suyo, lo detuvo con un nuevo pedido. - ¿Le puedes sino preguntar si puedo hacer uso de su biblioteca? Yo aguardo mientras aquí, en la sala.
  9. Eran 14 escaleras, tres en subida y once en bajada, las que separaban las instalaciones del banco de la bóveda de la Black. Ni una escalera más, ni una escalera menos. Tomar la escalera equivocada lo devolvía al intruso mismo lugar donde había arrancado, por lo que era una cuestión de aprenderse el camino de memoria para no enloquecer en un loop infinito. Para resguardar la seguridad de la bóveda, Goshi había acordado que cada tres meses el banco le recordara modificar la combinación de escaleras, siempre tres arriba, once abajo, pero en diferente órden. En cada ocasión de renovación de contraseña, toda la bóveda era trasladada a la nueva ubicación, permitiendo que sólo la Black y los duendes que la acompañaban se la pudieran aprender. La puerta de la bóveda era de madera de roble, de la misma génesis que el árbol ubicado al pie de la ventana del castillo. No contaba con cerrojo alguno, sino que en el centro se encontraba tallada una forma donde encajaba perfectamente la mano de Goshi. Al apoyar la mano en aquel hueco una serie de mecanismos se activaban, corriendo la puerta de lugar y dejar pasar a la Black. El interior era bastante austero. Las paredes estaban hechas de piedras encimadas, de cuyos entrehuecos salían pequeños gajos de enredadera que le daban a aquella cueva un toque de vida. Tres candelabros colgaban de cada pared, iluminando tenuemente el lugar, y una mesa rectangular se alojaba justo en el medio de aquel cubículo. El techo, de tan alto no se podía ver de tan poca luz. Sobre la mesa había una montaña de papiros que la Black había resguardado de la biblioteca de su hogar. Entre esos papiros había registros de deudas que nunca verían la luz del día, notas, cartas de su padre, cartas de sus abuelos, registros, actas de nacimiento. El resto de sus pertenencias eran realmente pocas. Sobre la pared del fondo se encontraba tallada una réplica del árbol de su familia en hilos dorados sobre la piedra, que iba mutando a medida que la familia se expandía o se achicaba. El fuego de los candelabros se reflejaba en aquellos hilos encandilando a quien mirara fijo cualquiera de las ramas del árbol. Quienes conocieran a Goshi sabían que su tesoro más preciado era su familia. El resto de lo que encontraran en esa bóveda para la Black eran chiquiteces. Perfil de Comprador del MM: 190 Indice de Bienes Objetos Mágicos Pociones Mágicas Criaturas Mágicas Libros de Hechizos Poderes de Criaturas Consumibles en Batalla Fecha de Próxima Actualización: --
  10. - Qué bien! - Respondí al recibir su respuesta a la idea de la cena.- Le diré a Warhol que prepare todo, pero antes pregúntale a Jess qué día tienen libre y házmelo saber así organizo. Lo tomé de las manos y las apreté. - Me alegra mucho verte. - Hice una pausa.- Y que estés conmigo junto con tu hermano. Volveremos a ser una familia como en aquellos tiempos. Lo abracé y me separé para ver cómo se presentaban. Aquello que me estaba pasando era extraño, pero a la vez muy bello. Es que era muy extraño que me pasaran cosas hermosas, y estaba empezando a aprender a disfrutarlas. --- No bastaron ni un par de horas de que amaneciera al día siguiente que ya estaba levantada. Caminaba de un lado a otro de mi habitación con un papiro en mano y la vuelapluma dando vueltas y danzando alrededor de mi cabeza. Las notas que leía carecían de coherencia, puesto que le había ordenado a la pequeña que escribiera todo lo que se me viniera a la cabeza cada vez que salía a cubrir un evento para el Profeta, pero a veces olvidaba mandarla a dormir por las noches y la pluma no descansaba, redactando palabra por palabra de cada imagen que aparecía entre sueños. - Nunca había escuchado que podías hacer esto... Le hablaba como si la pluma me entendiera y pudiese responderme. - Es como una puerta a un mundo desconocido. - Desvié la mirada hacia la pluma que seguía bailoteando en el aire.- ¿Será que sueño en voz alta? ¿O estás tan conectada a mí como la varita? Sonreí orgullosa y volví a leer. Una serie de frases inconexas parecían relatar la historia de un oso que usaba traje de payaso, y que ese oso era el equilibrista de un circo muy prestigioso. El oso aparentemente caminaba a lo largo de la cuerda floja, pero quería tirarse a lo que en el suelo era un mar de burbujas de colores. Nadie sabía qué había debajo de esas burbujas, pero el oso era curioso y le atormentaba la idea de averiguarlo. - Quiero que hagas esto todas las noches, por favor. Doblé el papiro a la mitad, me acerqué al escritorio que se encontraba pegado a la ventana y lo guardé en el primer cajón. La pluma inmediatamente disparó hacia el mismo lugar y al cerrar el cajón se dejó de mover. Me quedé varios minutos con la mirada fija en el cajón, repensando lo que había leído en aquellas notas. - Es muy curioso... Sacudí la cabeza y me dirigí a la cama, tirándome de espaldas sobre ella y hundiéndome en el acolchado de plumas. Suspiré y me llevé las manos a la cabeza. Cerré los ojos y sonreí.
  11. Giró los ojos y resopló. - ¿Están seguros de hacer esto muchachos? Le seguía el paso a Aaron, con la varita ya empuñada en su mano derecha, una capa negra con capucha que sólo dejaba entrever unos mechones de cabello color azabache y la cara cubierta con lo más parecido a una cáscara de huevo de dragón perforada a la altura de los ojos. Todos llevaban máscaras hermosamente elaboradas, pero la Black había llegado tarde a la fiesta y tuvo que improvisar con lo que encontró. Pegué un pequeño salto para evitar tropezar con la enredadera de la que se había librado Aaron y siguió caminando hasta cruzarse al resto de lo Yaxley. No podía reconocer al Triviani, más allá de que llevara una máscara al igual que el resto su voz no le resultaba familiar como las demás. Mi corazón dio un vuelco al ver reaccionar la máscara de Maida. Es que estaba acostumbrada a ver encantamientos, pero esas reacciones la sobresaltaban sin excepción. Demasiado tiempo en el mundo muggle. Giró de inmediato hacia Aaron. - Ni te atrevas a convertir esto en algo vivo... Que no sé ni de qué trata. -Lo amenazó a punta de varita. Tenía miedo que se despertara un dragón o un basilisco de su cara, podía ser cualquier cosa que tuviera escamas. Detrás de la máscara levantó la ceja. - La tuya está bonita. Dio un cuarto de vuelta hasta quedar frente a donde se encontraba ubicado Orión. Apretó la varita con fuerza y esperó a la respuesta del otro lado de la puerta.
  12. - Otto... - Sonreí al ver a mi hijo mayor en la puerta de la cocina e inmediatamente me levanté de la silla y me acerqué para abrazarlo. Warhol desde la distancia nos miraba con esos ojos curiosos que tanto lo caracterizaban. Al separarme lo tomé por los hombros. - Lamento no haberte avisado que volvería, - Suspiré.- pero estoy muy contenta por vos y por tu esposa. Por suerte pude ponerme al corriente de las novedades. Tragué saliva. Nunca había contraído nupcias y me había relacionado poco y nada con los padres de mis hijos, por lo que no conocía nada de lo que respecta a la formalidad en una relación. - Les debo un regalo. De hecho, me gustaría organizar una cena con Jessie.- Lo interrumpí antes que respondiera a la propuesta.- Sólo si ella se siente cómoda, no hay problema si no quiere, o mismo si tú no quieres... Me frené en seco y di cuenta que había hablado un montón sin darle siquiera un respiro al pobre muchacho que veía a su madre por primera vez luego de tanto tiempo. Miré hacia un costado, Dylan nos miraba desde la mesa sin saber si pararse, seguir comiendo su galleta o qué hacer. Lo señalé con el brazo entero. - Él es tu hermano, Dylan. - Lo abracé a Otto por la espalda para que quedara frente a él.- Acaba de llegar al castillo. Giré hacia Dylan. - Dylan, él es tu hermano Otto, a quien te mencioné anteriormente. Sonreí y esperé a que alguno de los dos quebrara aquel silencio.
  13. *Pasa a realizar la entrega del cucharón azul a Cande* xDDDDDDDDD Ahora sí nos va a dar cucharazos de los buenos u.u Felicitaciones a los tres *O* se lo tienen super merecido! Espero que disfruten mucho de ser moderador, te deja recuerdos muy bellos si saben aprovecharlo trabajo en equipo y paciencia con nosotros los mortales xD Abrazo fuerte pa los tres!
  14. - Muchas gracias, profesora. Ser la primera alumna en llegar me quitó una pequeña sonrisa de orgullo y me permitió escoger dónde ubicarme. Elegí una butaca de la primera fila que se encontraba en diagonal al escritorio de la profesora, en el cual colgué el morral y tomé asiento. Me quedé mirando hacia el frente con las manos entrelazadas encima de la mesa esperando la llegada del resto de los alumnos. Con uno de mis dedos índices empujé los platillos de la balanza, para asegurarme que fueran reales, luego traté de volverlos a su lugar original y peso cero original. Pasados apenas unos minutos, la puerta volvió a abrirse. Mi entrecejo se frunció un poco al notar la impoluta presencia de mi compañero, demasiado elegante para mi gusto. Su sonrisa me generaba cierta incomodidad, por lo que desvié la mirada de forma inmediata. Mi rostro solía dar demasiada información, y para las leyes eso era un pecado más grande que ante cualquier partida de póker. Asentí con la cabeza y sonreí de lado respondiendo a su saludo, sin emitir una sola palabra. Mientras los dos magos mantenían una corta conversación sobre conocidos en común, la puerta volvió a dar paso a un tercer alumno, pero esta vez de aspecto mucho más desprolijo que el mío incluso. Lo miré de reojo, y luego volví a girar para mirarlo, hasta que logré reconocerlo. Se me dibujó en el rostro una sonrisa pícara. - ¿Orión? Me cubrí disimuladamente la boca para evitar reírme ante su cara de pocos amigos y el regaño de la profesora. Volví a girarme hacia el frente, y cuando la profesora se distrajo me volví a dirigir al Yaxley. - Qué bueno tener a alguien conocido en esta clase... - Susurré.- Odio las leyes. Volví hacia el frente y sonreí de oreja a oreja, esperando las instrucciones de la Rambaldi.
  15. Mi pregunta se vio interrumpida por la suya, que quizás aún no la esperaba, al menos no tan pronto. Le solté las manos, sus ojos se desviaron de mi mirada y observé cómo agachaba la cabeza con cierto temor. La sonrisa se desdibujó de mi rostro y fruncí el entrecejo, pero no de enojo o de tristeza, sino de preocupación. - Pues... - Corté el silencio y me quedé pensando. Cuando me di cuenta yo también había agachado la cabeza y no despegaba la mirada de la mesa. Tomé el resto que quedaba de galleta con mi mano derecha como para distraerme de los miles de pensamientos que viajaban de un lado a otro en mi cabeza, pero no tuvo resultado. ¿Que dónde estaba yo? Qué pregunta más difícil de responder, cuando no recordaba ni la mitad de lo que había ocurrido desde que dejé a Dylan en brazos de Lestat. ¿Que por qué lo había dejado con él? Eso sí lo sabía perfectamente, pero no sabría si él estaba listo como para semejante confesión. Al fin y al cabo, Dylan era muy pequeño cuando se había separado de mis brazos, por lo que apenas conocía la personalidad que transmitía a través de su mirada. Volví a levantar mi cabeza y pude ver la coronilla de mi hijo mientras le daba otro mordisco a su galleta. Sonreí y suspiré. - Por lo visto tu padre no te ha contado mucho de mí. - Tomé un vaso de chocolate y le di un sorbo. Luego con mi lengua limpié el bigote que había dejado sobre mis labios.- Tienes una madre un tanto inquieta y muy olvidadiza. Viajé por muchos lados, tantos que ya ni recuerdo. Le di otro mordisco a la galleta. - Él y yo teníamos intereses muy distintos.- Me animé a decir, quizás era muy pronto, pero siempre tenía la maldita costumbre de hablar antes de tiempo.- Desde la forma de ser, hasta la forma de pensar, éramos totalmente incompatibles. Pero eres lo suficientemente grande como para entender que de joven uno no distingue esas cosas... Y un día llegaste tú y... Resoplé y me limpié las migas de los dedos. - Decidimos que lo más seguro era que te quedaras con él y que supieras de mi lo justo y necesario. El mismo desapego que sentía a diario con Otto, mi hijo mayor, lo había tenido siempre para con Dylan y mis sobrinos. "Digna hija de mi padre...", pensaba para mis adentros. Lo que no había tenido en cuenta que todas esas decisiones que había tomado tarde o temprano iban a traer sus consecuencias, y hoy yo era una madre que nunca había sabido tratar a sus hijos, porque simplemente nunca antes los había tratado. El silencio que se generó a partir de tales declaraciones cortaba a rajatabla el ambiente. Me vi obligada a interrumpirlo - Pero, en fín... Aquí estamos. - Forcé la sonrisa esta vez.- Tú cuéntame ahora, ¿alguna novia, o novio... - Levanté los hombros.- o nietos míos que tengas por ahí que quisiera conocer?
  16. Si le hubiera hecho caso a mis instintos y dejado la moto en el castillo... Meses después, incluso años, me lo lamentaría, porque todo lo que iba a ocurrir, desde aquel momento en que la Yaxley me invitaba a su mansión en adelante, no era más que una cadena de sucesos que llevaban a algo oscuro, muy cercano a la tragedia. Pero mi yo del pasado estaba est****a, disfrutando de un buen café mientras conversaba con la recién llegada Valentina y la joven Luisitha me curaba los rasguños de los brazos. Las bromas con Gatiux y Orión se mezclaban con el cuchicheo entre Evedhiel y Martín, y yo estaba en mi salsa, con una pizca de curiosidad por los secretos que compartían y la fuerte huella de un mal mismo de mi antigua profesión como reportera que era sumamente contagioso: las ganas de estar en todas las conversaciones a la vez. Cuando la Black terminó con su trabajo sobre mis heridas me levanté de la silla y me acerqué a la puerta de la cocina, achinando los ojos para enfocar una de las ventanas que daba al frente de la Manor. A esa distancia no distinguía lo que realmente estaba pasando, y si me hubiese acercado lo suficiente aún habría tenido tiempo de advertirle al resto de la familia. - Vaya... Nieva tanto que no llego a ver mi moto desde aquí. Me di vuelta, dirigiéndome nuevamente a los presentes. - Alguno me puede prestar su lechuza, me gustaría avisar que llegaré un poco tarde a la boda.
  17. El reloj de la Universidad marcaba las ocho menos diez. Apenas entré al edificio corrí la capucha de mi cara y me quité el sobretodo, dejándolo colgar de mi antebrazo izquierdo. Una camisa blanca de seda impecable cubría mi torso, era de manga tres cuartos y su largo llegaba hasta un poco por debajo de la cadera. Debajo de la camisa, el jean negro que siempre acostumbraba, con bolsillos a los costados, y en los pies unos borcegos atados hasta la mitad de la pantorrilla por encima del pantalón. Llevaba una pequeña mochila de cuero a mis espaldas, donde guardaba un cuaderno y mi vuelapluma, y mi cabello negro, lacio y suelto hasta por debajo de los hombros. Al llegar a la mitad del pasillo saqué de mi bolsillo un pequeño pergamino. Me había llegado por lechuza al castillo hacía unos días y lo conservaba siempre conmigo por miedo a perderlo. Lo extendí entre mis manos y lo leí en voz baja: "Los espero en el Aula 105 de la Universidad, el horario de comienzo de clases será a las ocho en punto." Hice una mueca y volví a guardar el papel. No reconocía el nombre de la profesora y había conocido a muy pocos miembros de su familia, entre ellos un viejo colega del Profeta. Miré a mi alrededor y empecé a avanzar. El resto de las aulas estaban vacías, algunas incluso emanaban un hedor a humedad inexplicablemente asqueroso. El picor en la nariz hizo que me cubriera con el mismo tapado la cara hasta llegar a la siguiente puerta. Luego de varios intentos fallidos, pude encontrar el aula que me correspondía. - Aula 105, es aquí... Golpeé dos veces, esperé un segundo a que hubiera del otro lado una respuesta, y me animé a abrirla, entornando hasta asomar mi cabeza. Al espiar vi un aula repleta de pupitres, cuatro de los cuales llevaban de adorno una pequeña balanza. Eso despertó un poco mi curiosidad. Frente a lo que sería la clase, se hallaba sentada en el escritorio una hechicera esbelta de tacones altos y una cola de caballo sumamente prolija. Apenas emití un sonido su rostro se giró hacia mí y eso me hizo estallar de vergüenza por dentro. - Con permiso... - Sonreí tímidamente.- Mi nombre es Goshi Black, vengo por la clase de Leyes Mágicas, ¿usted es la profesora? Al terminar la frase, me animé a abrir la puerta por completo y dejé pasar el resto de mi cuerpo al interior del aula.
  18. - Warhol... - Exclamé mientras caminaba. De inmediato, un chasquido hizo aparecer al elfo frente a mi hijo. Traía siempre un moño rojo impecable debajo de su quijada, tenía las orejas un poco caídas y unos ojos saltones que pestañeaban con intensidad. Las manitos las solía llevar siempre entrelazadas por delante de su estómago levemente hinchado. - Te lo presento, él es mi elfo personal. - Lo señalé.- Se llama Warhol, es un poco tímido y tartamudo. Cualquier cosa que necesites se lo puedes pedir a él. Warhol hizo una reverencia ante Dylan. Warhol: Es un p-p-placer, Dylan. - Por favor lleva sus cosas al cuarto que tiene asignado y averigua si Otto se encuentra en el castillo, así le presento a su hermano. La criatura asintió con entusiasmo y desapareció junto a las pertenencias de Dylan. - Ahora sí, vamos a lo importante... Caminé hasta la cocina, me acerqué a la mesada y me puse en puntas de pie para alcanzar la segunda estantería. De allí saqué un gran frasco de vidrio lleno de galletas de vainilla con chips de chocolate. Llevé el frasco a la mesa y junto al mismo aparecieron dos tazas de chocolate caliente. Tomé una galleta del frasco y me senté en una de las sillas, esperando a que mi hijo hiciera lo mismo. - Tu hermano se llama Otto.- Tragué saliva junto con un pedazo de galleta.- Es uno de los patriarcas actuales de la familia. De a poco vas a conocer al resto, andan siempre un tanto dispersos. Digamos que ya perdimos la costumbre de armar cenas familiares. Extendí la mano hasta tomar la suya y lo miré a los ojos. - Cuéntame algo de ti.
  19. La broma de la Malfoy me hizo sonreir agachando la cabeza. Ya era una cuestión de tradición y se trataba de algo así como una enemistad implícita entre las dos familias que trascendía con el paso de los años. Los Malfoy se creían superiores y con derecho a decir una sarta de ocurrencias, los Black no nos dejábamos pisotear nunca y nos rebuscábamos para contraatacar, pero nunca iba más allá de las idas y vueltas. Dicen que quienes comparten el odio, muy en el fondo se tienen un gran cariño. - No sabía que este lugar era territorio Malfoy, voy a tener que actualizar mi mapa de guerra. - Le un nuevo sorbo al café y dejé la taza a un costado, me levanté de la silla y me acerqué para saludarla con un beso en la mejilla.- También me alegra verte. Lo miré de reojo a Orión, sentado en una de las sillas de la cocina, y fruncí el entrecejo. - No me quedaré por mucho tiempo, pero te agradezco por la bienvenida. Hola Orión... - Atiné a saludar con la mano hasta recordar que sus ojos no estaban del todo bien. La volví a mirar a los ojos a la banshee.- ¿Necesitas que te de una mano? Puedo pedirle a mi elfo que traiga algunos libros de la biblioteca de los Black. Cuando me volví a la mesa para buscar mi taza de café crucé la mirada con una nueva asistente a aquella tan variada reunión en la Manor. Sus cabellos azules eran inconfundibles. Sólo conocía dos personas con esos rasgos, Taurogirl y Luisitha, pero de la líder no recordaba que sus ojos fueran de un azul tan intenso. - Luisitha... ¿verdad? - Alcé una ceja y la tomé de ambas manos. - Qué alegría ver tantos Black reunidos... Me crucé de brazos, poniendo los raspones al descubierto y me volví a girar a Gatiux. - Ya ves por qué el Castillo está tan vacío, me los andan reclutando a los sobrinos desde otras mansiones sin consentimiento... Sonreí y escuché atentamente el ofrecimiento que me hacía mi sobrina. - Claro, puedes... - Examiné los raspones por encima.- No creo que sean muy graves pero viene bien que esas heridas cierren antes que me agarre la hambruna.
  20. Los cuadros de Hop y Laura estaban separados por una columna de ladrillos que sobresalía de la pared. Me acerqué a ese trecho, saqué nuevamente la varita de mi bolsillo y golpeé con su punta cinco de aquellos rectángulos. La elección parecía azarosa, sin embargo, aquella combinación hizo que la columna se corriera hacia la izquierda, dejando entrever un pasadizo estrecho que llevaba al interior de la biblioteca. La columna volvió a correrse detrás de mis espaldas hasta colocarse nuevamente en su lugar y delante de mis ojos se presentó la enorme biblioteca de la familia. Incontables estanterías se enfilaban a mi izquierda y a mi derecha, una detrás de la otra como un juego de dominó. Cada una de ellas tendría al menos 30 pisos y los libros, por lo que tenía entendido, estaban ordenados por sección y alfabéticamente. Los primeros libros que uno podría encontrar pertenecían a la historia de la familia, luego se ubicaban las diferentes ciencias y disciplinas tanto muggles como del mundo mágico, y, por último, los libros pertenecientes a las artes oscuras. - Si yo fuera muggle, dabadibidibidibidabadibidibidom... - Canté mientras avanzaba por el corredor que separaba el ala derecha del ala izquierda de la biblioteca.- Si yo fuera muggle, dibidibidom, si yo fuera un mug' llorón... Me detuve en una de las estanterías y me puse a revisar con el dedo índice los libros del quinto piso, contando desde el suelo. - Me re aburriría, dabadibidibidibidabadibidibidom... Detuve la yema de mi dedo en un libro de lomo verde musgo con inscripciones talladas en dorado y sonreí. - Este... Lo saqué del estante, me lo coloqué bajo el brazo, y volví a recorrer el camino inverso hasta llegar a la entrada de la biblioteca. Volví a repetir el movimiento de varita por sobre la pared y la columna me abrió de nuevo paso hacia la antesala con los cuadros. - Hasta luego... - Saludé rápidamente y, sin mirar atrás, me dirigí hacia la sala principal del castillo. Mientras caminaba hacia los sillones del gran salón seguía tarareando la misma canción con un silbido, hasta que fui interrumpida por el chasquido de Warhol. Warhol: S-se-señorita Go-go-goshi. Hizo una reverencia como disculpándose por la interrupción. Resoplé, me molestaba cuando los buenos modales eran exagerados por parte de los elfos. Warhol: E-está llegando al castillo s-su-su hijo Dylan. - Vaya... - Me llevé la mano a la boca al escuchar su nombre. Me había olvidado por completo de su llegada. Dylan había decicido vivir con su padre, Lestat, desde muy pequeño, por lo que apenas tenía relación con él. Hacía varios meses había recibido una carta de su parte, en la que me anunciaba la muerte del Rambaldi. No pude no sentir pena por la noticia, y le di respuesta, abriéndole las puertas de la Black para cuando lo necesitara. Ese día había llegado, y no creía estar del todo preparada. - Toma... - Extendí el libro a Warhol.- Déjalo en mi habitación y asegura la puerta para que nadie lo extraiga, yo me ocuparé de recibir a Dylan. La criatura se tambaleó al recibir el libro entre sus delgados y débiles brazos, luego de asentir con la cabeza desapareció. Suspiré y tomé coraje para acercarme al atrio del castillo, podía ver la silueta del mago por detrás de los vidrios. No llegué ni a estar a metros de la puerta que la misma se abrió de par en par. Reconocí sus rizos albinos de sólo verlos. Sentí su sorpresa al verme. Sonreí con un leve sonrojo en mis mejillas y me acerqué para tomarlo de las manos y darle un beso en la mejilla. - Qué alegría tenerte aquí... - Lo miré a los ojos.- Tenemos mucho de qué hablar, pero me imagino que luego del viaje querrás primero comer algo caliente y descansar. Lo miré de arriba a abajo y observé las cosas que traía consigo. - Deja todo por aquí, le diré a mi elfo Warhol que las deje en tu habitación. - Le hice un gesto para que me siguiera.- Acompáñame a la cocina.
  21. Paso a aceptar a mi nuevo retoño Dylan xD bienvenido a la familia!! Sólo hay que esperar a que pase uno de los patriarcas para agregarte al árbol *lo apretuja* *-* Cuando quieras pasá por el castillo que te recibo, lo que sí estoy sin pc, así es muy probable que recién rolee el lunes
  22. Tengo una duda sobre la creación de las bóvedas trastero. Quiero hacer compras en el Magic Mall, y tengo 180 puntos en objeto, apenas haga la compra ya me paso de los puntos de poder en objeto. La bóveda la tengo que crear antes o después de realizar la compra? Me van a rechazar la compra por sobrepasar el límite? O hasta que no tenga la bóveda no me actualizan los puntos de poder? No me queda claro con las instrucciones. Saludos de una newbie(?
  23. Encontrarme con alguien de la familia era uno de los métodos infalibles para robarme una sonrisa, por lo que escuchar las palabras del Black fueron muy gratificantes para ese accidentado momento. No llegué ni a emitir una palabra como respuesta que su varita hizo un movimiento fugaz y pude notar, al mirar a mi costado, que la moto se había recompuesto por completo. Me giré nuevamente hacia el Black con las mejillas enardecidas. ¿Cómo no se me había ocurrido un hechizo tan sencillo? ¿Acaso llevaba congelado también el cerebro además de las manos? - Muchas gracias. - Me froté las manos por sobre los guantes y exhalé una bocanada de aliento frío de mis labios.- La helada me ha jugado una mala pasada... No se dan una idea de lo intensa que es la nieve por encima de los árboles. Mi mirada se desvió de la del Black y volvió a posarse en el rostro de la Yaxley. - Agradezco mucho tu hospitalidad, con pasar un rato a calentarme las manos estaré bien. - Metí las manos en los bolsillos de mi tapado.- Y tendré que probar ese café para comprobar tu teoría. Acomodé la moto a un costado del camino de piedra y me dispuse a seguir a los dos hechiceros hacia el interior de la mansión. A diferencia del Castillo Black, la Manor Yaxley contaba con una sala concurrida y activa. Siguiendo con la mirada los pasos de Evedhiel, pudo notar pasando la puerta de la cocina la presencia de dos magos que conocía bastante, la Malfoy, con su inconfundible figura de ojos amarillos y cabellos violáceos, y Orión, con quien también tenía el gusto de compartir familia. Algo ocurría con él, pero en la lejanía me costaba deducirlo. Sin desviar mi atención de la cocina, me acerqué a la mesa e hice lo que creía más correcto, que era tomar asiento. La pregunta de la Yaxley me abstrajo de mis pensamientos. Sacudí mi cabeza, como si intentara recordar con dificultad que habían sido de las últimas horas de mi vida, hasta que se me vino a la cabeza la imagen de una boda. - Mi hijo... - Asentí con la cabeza varias veces.- Iba de camino a la Mansión Black Lestrange, al casamiento de mi hijo con Jennie, Jackie... Chasqueé la lengua. - Jessie! Era la primera vez que Goshi hablaba de hijos para socializar. Generalmente trataba relatos sobre sus viajes, su complejo pasado o anécdotas de su trabajo en el Profeta, pero esta vez no tenía ganas de impresionar a ningún muchacho, lo único que quería era sentir un poco de cobijo y con mostrarse tal cual era alcanzaba y sobraba. - ¿Y tú? No me has dicho tu nombre, me caes bien, eres simpática y amable, cosa que en este mundo es difícil encontrar... - Le sonreí. Tomé la taza con ambas manos y sentí con alivio cómo el calor que desprendía la vasija se impregnaba en mis dedos. Llevé el café a mis labios y fruncí el entrecejo en señal de aprobación apenas el intenso sabor rozó mi lengua. Casi escupo todo lo que había ingerido en ese sorbo de café al escuchar la broma del Black hacia Orión, pero tuve la suerte de contenerme y limpiar las pocas gotas que se escaparon de mis labios con una servilleta. - Al parecer no soy la única Black a la que le pegaron fuerte los años...
  24. *deje su mensaje después de la señal, piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiip* Hola, si, soy Goshi del barrio de Ottery. Quería decirles que la radio está re buena, me re enganché con la telenovela, quiero saber si Juan Antonio terminará con Roselia María, aunque no lo veo muy viable. Me preocupa mucho el futuro de nuestro mundo. ¿Es que acaso son ilegales los pisos floreados? Tampoco vi ninguna nota del Profeta al respecto, ¿dónde está El Profeta? Queremos saber su opinión, pero permanecen callados, ¿por qué será?. Sos la voz del pueblo Maida, MAIDA PRESIDENTE!!! Ey, ¿qué hacen? Suéltenme... Borombombóooooon, borombombóoooon, para la Yaxley la seleccióooooon! ¡SOY TU FANNNN MAIDA! Suéltenme!!!! YO TE VOTOOOO!!! *PIIIIIP*
  25. La última bocanada de humo que salió de mi boca se elevó por los aires, formando en contraste con el oscuro cielo la silueta de una calavera rodeada por una serpiente. La partículas de humo se concentraron, volviendo a la figura de la Marca Tenebrosa más clara a cada instante que pasaba. La peculiaridad de su comportamiento llamó mi atención. Atiné a alcanzar la silueta con mis dedos, pero luego explotó en el aire, desintegrándose por completo. Se trataba de un mensaje. Todas las articulaciones se me aflojaron, la colilla del cigarro cayó de mis dedos. La humedad del pasto apagó las pocas brasas que le quedaban. Empecé a caminar hacia atrás, buscando en el aire alguna señal de aquella figura que había desaparecido. Choqué de espaldas contra un árbol y la reacción hizo darme vuelta y empezar a caminar apresuradamente hacia el interior del castillo. Crucé la puerta principal y atravesé toda la sala, completamente ensimismada. Recuerdo ver a Warhol a un costado intentando hablarme pero me encontraba atónita, no pude captar siquiera una palabra de lo que me decía. Llegué a la puerta de la biblioteca y miré a mi alrededor. No vi que nadie me siguiera. Saqué la varita de mi bolsillo y apunté al cerrojo. Un ruido mecánico me dio a entender que el hechizo seguía funcionando. Empujé. La pesada madera de roble me dio paso a la antesala de la gran colección que teníamos los Black en nuestro recinto. Cerré la puerta detrás mío y con otro movimiento de varita encendí los candelabros. La sala era rectangular y había cuatro cuadros, uno ubicado en cada pared de los lados y dos en la pared que se ubicaba frente a la puerta. El silencio que gobernaba aquel salón permitía que las cuatro figuras durmieran plácidamente. - Tía Luna... Reconocí en el primer retrato, ubicado a mi izquierda. Estaba recostada sobre una silla de madera de arce con apliques de terciopelo rojo. Su largo cabello, un poco desprolijo, caía sobre el hombro derecho, su rostro amable y angelical reposaba de lado sobre el izquierdo. Siempre había sido como una madre para mí, con sus cuentos, sus galletas, los juegos matutinos. Deseaba en lo más profundo del alma poder sumergirme en su abrazo una vez más. - Tío Mike... Giré hacia la derecha. Era el más apuesto de los fundadores, e incluso dormido mantenía las mismas facciones. Aunque se encontraba sentado, su espalda se mantenía erguida. Posaba los codos sobre los apoyabrazos y las manos se entrecruzaban delante de vientre. Respiraba tranquilo, pausado, a ritmo constante. - Laura... Volteé mi mirada de nuevo hacia la izquierda sobre la pared que tenía frente a mí. Laura era la elegancia que mi padre siempre nos exigía, y era el ejemplo a seguir de todo Black. Podía ver a Alexia, mi hermana, en muchas de sus facciones, desde la delicadeza de sus manos, hasta la sonrisa que se le dibujaba en el rostro. El último cuadro pertenecía a mi padre, Hop, que, a diferencia de los otros Black, dormía con un ojo abierto. Su figura era impactante, la tensión en sus hombros emanaba electricidad hasta en sus representaciones. Cada vez que visitaba su cuadro sufría una regresión, recordaba sus reprimendas, sus retos y enojos. No recordaba ver en su rostro una sonrisa, así como tampoco era capaz de traer a la memoria una caricia. Tenía una forma de demostrar cariño muy diferente a los demás, y yo había salido muy parecida a él, a diferencia de mi hermana. Otto apenas podía disfrutar de mi presencia, pero si le llegaban a tocar un pelo era capaz de hacer cualquier cosa con tal de defenderlo. Así era Hop con nosotras. Me acerqué al pie de la imagen y extendí mi mano hacia el marco. - ¿Padre? - Exclamé.- ¿Estás ahí? Me mordí el labio esperando su respuesta. - Padre necesito un consejo... Di dos pasos hacia atrás y me crucé de brazos, como si me albergara de un frío que allí no existía. La figura del Black se conmovió, sacudiendo su cabeza hasta lograr abrir su ojo derecho. Frunció el entrecejo y se inclinó sobre si para examinar mi figura. Hop: Mira que han pasado años y eres toda una adulta, ¿aún no aprendes a dejar descansar a tu padre? - L...lo siento. - Tartamudeé agachando la mirada. El Black resopló. Hop: ¿Qué ocurre? Lo miré a los ojos, con los míos inundados de agua. - La Marca Tenebrosa ha caído padre, y tengo mucho miedo por lo que pueda llegar a ocurrir en nuestra familia, que perdamos el rumbo. Volví a acercarme al cuadro. - Tú siempre has sido capaz de mantener a los Black unidos, siempre lo he admirado de ti. - Hice una pausa y suspiré.- Necesito un consejo sobre cómo seguir tus pasos. Hop: ¿Acaso no eres matriarca ya? - No, mi hijo Otto está ocupando ese lugar junto a tu sobrino Glen... Hop: ¿Tengo un nieto? - Me interrumpió enfurecido.- ¿Y nunca me lo has presentado? Frunció el entrecejo y me señaló con un dedo acusador. Levanté los hombros y me eché hacia atrás sorprendida por el reclamo. El Black resopló y volvió a recostarse sobre su asiento. Hop: Sabes muy bien qué hacer... Y sino busca en la biblioteca, siempre has sido muy buena encontrando soluciones en tus libros, aunque no siempre fueran acertadas. Volvió a cerrar su ojo derecho. Hop: Y por favor apaga las luces antes de irte, que quiero seguir durmiendo. Suspiré. - Gracias padre... - Dije tímidamente. "Por nada", pensé.

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