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Ashley Peverell

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Todo lo publicado por Ashley Peverell

  1. ¡Hola Lisette! Felicidades por haber conseguido esta mansión y familia. Yo también tengo recuerdos de ella, de hace muchos, muchos años y me parece excelente que no se vaya a perder porque es muy feo cuando algo cae en el olvido, quizás hasta suena extraño pero hasta se siente como que va a estar presente y eso a mi me parece que es muy bonito. Ya sabes, vine a pedirte lo mismo que Xell arriba para que me metas a tu árbol como tu cuñada. Creo que las dos teníamos la misma duda pero ya vi que se puede, así que si quieres mis bendiciones, has de meterme a tu árbol jojojo.
  2. La preciosa niña parecía más aliviada al ver el apoyo que sentía de la familia, eso era maravilloso porque muy a pesar de los berridos y de las quejas de su otra hermana el resto de la familia que cada vez era más grande le seguían abriendo la puerta y los brazos como si no hubiera pasado nada de tiempo desde aquella enorme fiesta, pero claro que eso había ocurrido en otra mansión y si lo pensaba bien era la primera vez que ponía los pies en la mansión Ojo Loco Potter Blue. Pero esa no era excusa para olvidarse de los modales así que otra vez estaba tomando de manera delicada y elegante el borde de su amplio vestido anaranjado que le daba el aspecto de una enorme flor de amplios pétalos e hizo una ligera reverencia mientras que seguía al lado de Sagitas todo el tiempo. -¿Porqué dicen que Sagitas es mala? Preguntó al escuchar a la otra niña rubia que estaba en el lugar, si lo pensaba detenidamente parecía que la mayoría de los miembros de la familia tenían el cabello amarillo de diferentes tonalidades con sus pequeñas excepciones, comenzaba a creer que si seguían así al tiempo los confundirían con los Malfoy que se destacaban por rubios. -¿Soy tia abuela? Terminó gritando quedito con un timbre agudo en la voz, no quería imaginarse con arrugas y ahora se estaba enterando de que tenía nietas cuando ella todavía se sentía una señorita. ¡El mundo era tan raro!
  3. -¿Qué clase de recado? La preciosa jovencita rubia de hermosos ojos de almendra se ladeó el cuerpo con los brazos por detrás dejando verse encantadora y curiosa ante la llegada del elfo y el hecho de que debía de mandar alguna especie de mensaje a su hermana de parte de su ¿otra hermana? ¿pero no se suponía que Sagitas estaba dentro de la casa con las demás? A lo mejor se había ido, después de todo el trayecto desde las ruinas del castillo de los Ketchum era bastante largo y en todo ese tiempo habrían podido pasar demasiadas cosas aunque dudaba que el enemigo se pudiera transfigurar en esa mujer de colas de caballo que ahora le sonreía al elfo doméstico. Se cruzó de brazos con algo de molestia ¡ella quería la atención primero! -¡No es justo! Se quejó y se viró para ver a la hechicera de cabellos rojos que parecía desconcertada entre el hecho de que su querida noviecita estuviera llevando al elfo al interior o quizás era que no entendía el asunto del recado. Ya en persona Ashley se acomodó los rubios y dorados caireles que emulaban a los rayos del sol sobre sus cabezas, pero con una elegancia que indicaba lo bien educada que había sido. -Tu casa se ve todavía más preocupante en persona Le indicó a la vampireza al tiempo que se metía a la casa con pasos ligeros de hada, al menos con eso evitaría que se derrumbaran más cosas viejas.
  4. Los ojos de la chica que ahora según la insistencia de su hermana hechicera debía de comenzar a referirse a sí misma como Peverell y no como Ketchum iban de una de las chicas a otra, como si algún tipo de tensión o nerviosismo pudiera percibirse entre las presentes y donde ella no pudiese ver lo que ocurría. No sabía si era la propia atmósfera del castillo que con las antiguedades que tenía todavía no lo sentía como su propio hogar o porque Hayame había insistido de inicio en quemarlo desde sus cimientos para construirlo de nuevo, algo a lo que ella se había negado por principio porque no creía que iba a poder tolerar el aroma intenso de las cenizas y de lo quemado. Pero ver como su hermana más mayor y su cuñada intercambiaban palabras la hizo frotarse nerviosamente los brazos blancos que por lo delicado de la complexión de seda de su piel, se enrojecieron casi inmediatamente. En un inicio Sagitas también había sido recelosa con ella por su cercanía con Hayame y la historia que tenían de antes. -Bueno ¿entonces por dónde empezamos? Les dijo a las tres intentanto usar el propio hechizo de su sonrisa blanca, por lo general eso bastaba para limpiar los malos ánimos entre cualquier persona pero por ese día sentía que no iba a ser suficiente, así que le dirigió una mirada irritada y significativa a la bruja pelirroja, moviéndo la cabeza y frunciendo el ceño para que interviniese antes de que alguien se matase en su día de campo.
  5. -¿Ahuyentar a los malos espíritus con una hoguera? Los ojos de la pequeña criatura se abrieron mucho al tiempo que parpadeaba repetidas veces por la sorpresa y por el pensamiento de que aquello no era en absoluto una mala idea, así que se colocó los dedos en la mejilla y se agarró un codo mientras que empezaba a pensar en eso aunque su hermana mayor parecía sentirse algo incómoda y eso la preocupaba, no quería que Sagitas estuviese nerviosa o incómoda en su casa que también era la de ella, ella siempre iba a ser bienvenida ahí mientras que ella fuese la dueña. -¡Pues me parece una idea maravillosa! Sería como esa magnífica protección que necesita contra cualquier mal de ojos y esas cosas, quiero que mi pikachu se sient tranquilo mientras está en la casa. Sonrió como un sol, todavía brillaba más que el auténtico sol arriba de las cabezas de todas las mujeres presentes y juntó la yema de sus dedos de manera que se podía percibir la alegría que atendía y anidaba en el corazón de la hermosa señorita de cabellos de oro casi líquido que se derramaba por sus hombros. Entonces volteó y siguió con la mirada la mirada de Sagitas hasta dar con la causa de su removimiento y de su desconfianza, la entendía porque ella también se había sentido así desde la taberna. -¡Ah! probablemente ya sería siendo hora de que Hayame te cuente lo que ha hecho mientras ha estado lejos. La niña esta vez dejó ver molestia en sus ojos, no estaba de acuerdo en esconder ese tipo de cosas y Sagitas que era tan buena no se merecía que le escondiesen las cosas de la familia.
  6. Ashley se veía confundida por lo que estaba haciendo su hermana que de repente sostenía una tetería de plata y con que sostenerla cuando momentos atrás no tenía nada y estaba tratando de evitar conflictos con las hechiceras presentes y que era evidente que no se llevaban muy bien. Se rascó con cuidado y delicadeza por entre el pelo como si con eso pudiera dar a ver que estaba confundida pero con un aire inocente y tierno. -¿Que estás haciendo Hayame? La cuestionó preocupada de que a lo mejor la hechicera vampiro se sentía mareada o un poco desubicada a causa del embarazo que tenía, era conocido que las brujas que estaban esperando a un bebé a veces podían olvidar dónde estaban o lo que estaban haciendo pero esperaba que ese no fuera del todo el caso de la mujer porque se iba a preocupar mucho por su salud mental entonces. Bueno pero no era de salud mental sino de las hormonas del embarazo en todo caso. -Está bien, ve. Le dijo con algo de alivio porque a lo mejor la llegada de más personas podía ubicar en la realidad a su pobre y distraída hermana, o tal vez era cosa del clima. Miró en dirección de la puerta y cruzó los dedos para que no fuera a ser algo malo o malas noticias.
  7. -La única persona que se va a atragantar eres tú porque eres una grosera, no me tienes por qué hablar de esa manera cuando yo no he sido mala contigo. Dijo de manera quizás un poco abrupta la rubia pero no le gustaba que Hayame fuera tan ruda con ella cuando no lo merecía y solamente quería ayudarla a que fuera una mejor persona y un poco mejor educada, se suponía que la hechicera era una especie de reina entre los suyos entonces para que los de su especie también le diesen respeto ella debía de mostrar un poco pero a veces parecía que la mujer solo quería verse cool. -Mira que están tocando la puerta, deberías de ir a ver para que la persona no se quede afuera, parece que va a empezar a llover y no queremos que se moje. Le indició moviendo un dedo en su dirección y entonces tomó su taza de chocolate y le dió un pequeño sorbo, sabía muy rico y bueno al menos Hayame le había hecho como le gustaba y estaba dulce y suave. Se acercó a Sagitas y se le recargó un poco, le gustaba sentirse muy protegida con una hermana mayor como ella y por eso le sonrió con mucho cariño.
  8. La jovencita miraba con los ojos llorosos y muy preocupados a la chica que le hablaba y que le habían presentado como familia pero no quería llorar porque entonces solo preocuparí a los demás pero si se sentía muy nerviosa sobre todo porque su mala hermana le había ordenado que se quedara atrás. Y otra miembro de la familia había sido cuidadosa con ella y la había agarrado para que hiciera caso pero de todas maneras le revolvía el estómago pensar que había una persona herida y que ella no podía hacer nada en absoluto para ayudar a nadie. -No, no conozco la historia de ellos. Admitió a la bonita chica que recordaba que Sagitas le había dicho en una de las mansiones que se llamaba Xell, si, era Xell Vladimir y ahora se acordaba que ese apellido lo había llevado antes la hechicer vampiro pelirroja. -No sabía que era posible que uno se pudiera casar con un fatasma y Sagitas quería quedarse con su gran amor en forma de fantasma así que no entiendo como revivió si ella no quería. Se talló los ojos con tristeza porque no se imaginaba estar apartada de sus seres amados.
  9. -Pues yo sigo pensando que el hecho de tener un pájaro volando por encima de los alimentos es por demás antihigiénico y que deberías de poner una red si van a estar volando lechuzas y otros pájaros para traer los mensajes. Expresó la niña que estaba bien sentada en su silla otra vez y que agitaba una mano por encima de su plato, ahora le preocupaba que alguna bacteria entre las plumas del pájaro pudiera caer en su comida pero lo bueno era que los hechizos que parecían servir como alcohol podían matar los virus o esas cosas que la contagiarían de alguna enfermedad de las aves, pero esperaba no tener que recurrir a ese tipo de medidas drásticas. -¿También trabajan a la hora de la comida? Le preguntó esta vez a Sagitas porque Hayame se había ido para allá a dónde estaban las hornillas y las estufas todavía calentando un poco de la comida aunque a Ashley le parecía que pronto todo iba a saber a lo mejor a sobrecocido, la hechicera ya había dejado por demasiado tiempo la carne en el caldo. No que no le gustaba la comida bien cocida, eso le evitaba enfermedades y dolores de estómago que no quería estar sufriendo pero también le quitaba muchas veces el sabor a los alimentos. -Apuesto a que Sagitas sabría cocinar eso más rápido. Bromeó mirando de maneras cómplices a su hermana mayor a un lado de la mesa, solo para molestar a la inmortal.
  10. Y por detrás de la bruja de cabellos rojos llegaba también una pequeña de cabellos rubios y expresión de ángel que podía imitar a cualquier estatua clásica sin quedarse atrás, ella también era muy blanca y fina como si fuera cincelada por cualquiera de los grandes artistas que trabajaban en las estatuas de la antiguedad. Pero a diferencia de la mujer mayor la chica bonita no corría sino que caminaba rápido pero al mismo tiempo se mantenia elegante y firme, sin alborotarse y sin verse descuidada en ningún momento. -No seas tan escandalosa Hayame. Regañó la rubia encantadora mostrando una mirada y unos gestos reprensivos a la mayor, solo por la diferencia de edades no iba a permitir malos comportamientos en la otra mujer. -Recuerda que hay otras personas alrededor tuyo y que pueden sentirse molestas o incómodas por tus gritos o tus maneras algo bruscas de hacer las cosas. Tal vez terminaba por molestar a la hechicera que estaba inclinada tomando aire pero es que ella se lo decía por su bien, quería que luciera bien y que las personas no le dijeran de cosas solamente porque se alborotaba mucho al andar por las calles, sabía que Hayame tenía potencial para hacer bien las cosas. -¿Entonces aquí compraremos una varita nueva para Lisette? Preguntó mirando con sus hermosos y grandes ojos de venado castaño a la otra muchacha que miraba las vitrinas como si nunca hubiera visto una en la vida.
  11. De inicio la pequeña niña se había preocupado mucho cuando escuchó las notas musicales de ese piano que estaba a lo lejos de la taberna encima de un encimero que dejaba el instrumento como a un escalón por encima del piso normal de forma que cualquiera que quisiera tocarlo sobresalía como en un tipo de escenario y todos podían verlo pero hasta ese instante había estado muy silencioso y quieto porque no había nadie tocándolo. Apenas antes había estado sentada enfrente de la novia de su hermana mayor que seguía con los platos un poco más allá y que parecía que ya se estaba acercando pero todas las presentes parecían bastante sorprendidas porque ahora había musica en el aire aunque era una música agradable y relajante de todas maneras preocupaba. Aunque también podía ser una especie de hechizo que hubiera en el local y que ella no conociera y aún así en lo que todo aquelo pasaba la otr mujer vampiro estaba y seguía quieta en la barra, congelada en el tiempo y el espacio de sus propios pensamientos, a ella le hubiera dolido mucho la posición de tener que mantenerla de esa manera. Y entonces entró su hermana mayor Sagitas como un ventarrón haciendo que Ashley saltara y diera un grito pequeño por la sorpresa. -¡Hermana! Exclamó abrazándose por unos momentos pero entonces volvió a ver en dirección del piano y luego de la hechicera que acababa de entrar a ese negocio. -Yo no veo a ningún mago tocando el piano, pensé que era un hechizo.
  12. Ashley hasta ese momento tan solo estaba bservando toda la situación con la chica nueva que había llegado a la floristería de su hermana mayor y la reconoció como la muchacha que había visto en la taberna que regentaba la hechicera de cabellos rojos, era la que parecía que venía de algún tipo de películas del oeste. Había estado con los brazos cruzados pero ahora se colocaba las pequeñas manos de porcelana en la cintura con un gesto pensativo. -Bueno, yo creo que si nos puede ayudar todas las manos extras siempre son de una gran ayuda ¿no te lo parece? Le preguntó a Hayame con una mirada que quería decir mucho, todavía se sentía un poco incómoda por la presencia de la otra rubia que tenía un comportamiento pequeñito y que casi no destacaba, quizás porque era todavía más tímida que ella o por alguna otra razón pero de poco en poco tenía que empezar a tolerarla, después de todo se trataba de la familia. -Hayame, ¿en algún momento crees que venga Sagitas a visitarnos a la florería? Le preguntó tomando un trapito cercano para seguir puliendo las esquinas que necesitaban limpieza pero entonces sacó la varita y varias macetas grandes y ya limpiar flotaron hasta varias repisas donde se acomodaron solo esperando por tierra y las nuevas plantas que les iban a colocar para que lucieran en las repisas.
  13. Parecía que todos los murmullos y las voces oscuras que la habían asustado mucho antes empezaban a desaparecer lo que dejaba una sensación más ligera dentro de los límites de lo que parecía ser una vieja carpa de circo que ya no se veía ni tan oscura ni tan tenebrosa como le había parecido que lo era cuando entrara la primera vez. Quizás era el efecto de que comenzaba a ser de día y eso significaba que el hermoso sol que la niña tanto adoraba ya lo acariciaba todo con su luz y su bondad y llegaba hasta los rincones dónde las bestias y demonios se escondían en cualquier lugar. Eso hizo que la preciosa angelit se sintiera mucho más tranquila y ya no quisiera gritar el miedo. -¡Ay! Pero de todas maneras eso había salido porque entonces alguien más se había metido entre las telas de la carpa pero parecía que no la había visto porque se había seguido de largo lo que hizo que de inicio la Ketchum pensara que era un fantasma pero no, los fantasmas eran transparentes y esa persona no lo era. -¿Hola? ¿Quién eres? Pero no había respuesta así que decidió correr un poquito, no tanto que se viera como un chico que empezaba a correr sin cuidado pero se agarró los bordes del vestido amplio y siguió a esa joven que ahora le parecía que recordaba que había visto en la casa de su hermana Sagitas.
  14. La hermosa niña se sonrojó con mucha fuerza y sus mejillas tomaron los colores de un amanecer intenso cuando son tocados en las nubes por el sol, los halagos de la hechicera de mirada dulce y peinado colorido habían comenzado a tener ese efecto en Ashley y entonces se sentía todavía como una jovencita todavía más pequeña pero eso solo la hacía sentir felíz y cuidada, sabía que estaba segura en los brazos de su hermana. Entonces hizo como señalaba y le abrazó por un lado pero no por eso se detuvo de tomar una discreta travesura y mostró su lengua a la bruja que iba un poco más atrás y siempre tenía expresión molesta, era como si caminara con alguien dándole de pisotones. Bueno eso era gracioso a su manera también. -No sé como presentarme de manera adecuada hermana, me da algo de verguenza ¿sabes?. Confesó colocándose una mano sobre la boca pero solo un poco, no se la tapaba por completo o no le iba a salir la voz así que solo estaba un poco por delante de sus labios. Pero entonces tomó valor y con una sonrisa radiante de esas que dejan explotar toda la luz en el alma de las personas movió la cabeza de maneras afirmativas y entonce se giró hacia el resto de las personas de la casa. -Soy la hermana menor de Sagitas mi nombre es Ashley Ketchum, es un honor y mi placer el poder conocerlos a todos. Se inclinó a modo de reverencia de las cortes antiguas, era como mejor se reconocía porque hacía mucho tiempo que esas costumbres empezaban a perderse y en cierta manera ella esperaba que los magos y brujas más jóvenes empezaran a recobrarlo, era como traer un poco de la elegancia perdida de épocas antigus a la modernidad. -Espero que no incomode a nadie mi presencia, por que sé que también la familia tiene momentos personales. Parecía algo preocupada pero quería apoyar a Sagitas y que no se sintiera sola o abochornada.
  15. Ashley Ketchum era una señorita de muy buenas maneras a la que se le había educado a ser correcta, sí pero eso no significaba que no supiera ser dura cuando la ocasión lo ameritaba o cuando aparcían personas no gratas para ella o que pudieran hacer sentir mal a su familia o a sus seres queridos y muy cercanos. Pero el caso de la novia de su hermana mayor ya no era de las que no iba a recibir bien, aunque todavía l sentía extraña sabiendola pareja de la otra mujer porque eran dos mujeres, de todas maneras Ashley era una damita así que podía aceptarla en casa siempre y cuando fueran felices o se portaran bien. Porque no pensaba aceptar eso sí, de nadie ningún tipo de majaderías en su presencia o en su casa y sus territorios. -Eres bienvenida Lisette. Dijo a la rubia que acababa de llegar y las saludaba e inclinó la cabeza con soltura pero elegencia, una elegancia que había sido transmitida de forma ancestral por su abuelo para ese tipo de ocasiones. Y entonces miró a Sagitas. -¿Qué te parece la sorpresa, te gusta? Espero que se diviertan con todo lo que hay, a mí no me sirve.
  16. Los ojos de la pequeña rubia se abrieron un poco, esta vez no mucho como en otras ocasiones en que si se podían ver enormes, como en esas caricaturas de Japón que le gustaban tanto pero de todas maneras podía trasmitir que estaba algo sorprendida y quizás que había dado un ligero brinco al ver a su hermna mayor que abría la puerta así sin más cuando se suponía que ella era la que iba a ver que no hubiera enemigos. Y parecía que conocía al anciano elfo que se había presentado a las puertas de su casa porque le hablaba de una manera muy familiar lo que le decía que debía de ser de alguna de las casas donde solía pasar el tiempo la hechicera vampiro. -¿Se conocen? Preguntó como quiera porque quería saberlo por su cuenta y de paso se empezaría a familiarizar con los efos domésticos de las demás familias a las que pertenecía, no quería cometer un error y ser grosera sin querer. -Es un gusto conocerle, señor Harpo. Saludó con un tono cantarin de voz la hermosa niña de cabellos de oro al tiempo que se tomaba los bordes del vestido grande que parecía de las princesas y hacía una reverencia suave.
  17. Los ojos de la encantadora chica se abrieron de forma muy grande por la sorpresa de todo lo que había ocurrido y comenzó a correr al interior de la casa para observar en todas direcciones intentando no perder de vista a los muggles sobre todo si le estaba diciendo su hermana mayor que eso podía ocasionar que todos los seres mágicos presentes en esa casa pudieran presentar un reclamo en el ministerio por ser molestados. -¡Ya sé! Sabía que el encanto le iba a ayudar pero su pensamiento también estaba concentrado en quedar muy bien enfrente de su preciosa hermana que la cuidaba y la procuraba. Abrió el libro que sostenía entre sus manos y dónde se mostraba todo lo que le enseñaban sobre los signos más utilizados por los muggles, así que alzó una de sus preciosas y pequeñas manos, tal vez eran como las de una muñequita pero también eran tan bonitas que llamaban la atención. Empezó a utilizar los dedos para que la vieran aunque por momentos se sentía rara haciendo mímica. ¿La mímica era educada para personas como ella? -Señores visitantes, si fueran tan amables. Comenzó a decir pero se dió cuenta de que tenía que alzar un poco la luz por lo que un tinte como el de las manzanas maduras corrió por sus pequeños cachetes. -¡Por favor, necesito que vuelvan a reunirse porque el edificio es muy viejo y no quiero que tengan accidentes y podría haber arañas que podrían morderlos! Esta vez subió más la voz e intentó ser más firme pero dulce al mismo tiempo. Se giró a ver a su hermana mayor y le sonrió un poco con pena porque no estaba acostumbrada a dejarse escuchar por las personas no mágicas como los muggles o a actuar de maneras tan autoritarias, ella podía ser firme cuando era necesario pero al mismo tiempo prefería convencer con dulzura a las personas por lo que se acercó a una señora mayor y le tomó una mano con delicadeza para indicarle cariño. -Por favor señora, acompáñeme con los demás para ponerla a salvo.
  18. La pequeña bruja corría rápido para poder llegar a casa de su hermana que en esos momentos la necesitaba para ver que ningún enemigo se hubiera colado donde no debía pero parecía que no, o al menos ya no sentía un algo peligroso pero era un camino muy largo para poder llegar hasta la casa de los Snapes. Pero finalmente y gracis a sus habilidades mágicas después de un tiempo pudo llegar a los gigantes terrenos de su hermana, se seguía preguntando porqué había preferido una casa muggle transportada en medio de tanta tierra pudiendo haberse hecho un castillo como la primera vez. Pero bueno, Hayame a veces era así de rara y no era su casa así que las cosas estaban dichas. Pero de todas maneras cuando empezó a acercarse a los terrenos no le pareció que veía a ningún enemigo pero en cambio veía a un viejecito elfo que estaba tocando la puerta de la casa de su hermana mayor y era clara la sorpresa que se reflejaba en la cara angelical de la muchacha que se enderezó un poco pero tampoco notaba que el elfo fuera a ser peligroso y le parecía que ya lo había visto antes. -Disculpe. Lo llamó quedándose de pie detrás del elfo pero no demasiado cerca para que pensara que era grosera. -¿Necesita algo de mi hermana?.
  19. -Bueno pues podemos pintar con magia, nunca dije que no se podía aunque el ejercicio con los brazos fortalece el carácter o eso era algo que el abuelo Esparta siempre nos decía. Comentaba el pequeño rayo de luz y esperanzas que era la peciosa rubia que sonreía de forma grande y cerraba los ojos de manera tan encantadora que unos pajarillos cerca que estaban volando dejaron salir un cantar o un trinido, era algo que le gustaba proyectar porque era parte de lo que quería que los demás vieran, que se podía ser muy puro y encantador y no pasaría nada malo por esas cosas. -Y claro, puedes pintar tu habitación de... No se imaginaba como se iba a ver un cuarto de lunares aunque le recordaba esa canción muggle que hablaba de un vestido de lunares amarillos y que a veces Hayame cantaba par fastidiarla porque sabía que la estresaban las mujeres en minifalda, pero si a Sagitas le gustaban los lunares. -Es tu cuarto, puedes pintarlo como más te guste. Dijo con firmeza y con toda la decisión a niña que irradiaba calidez de su pecho, en verdad que amaba y adoraba a toda su familia y a sus hermanas y se sentía con mucha suerte de tenerlas ahí con ella por siempre. -¡Ah sí! La sorpresa. Aplaudió una vez al juntar las manos por delante de su pecho y se giró hacia la hermosa hechicera más alta que ella y su vestido ondeó. No quería ser grosera y dejar de ver a la recién llegada así que movió una mano para que viera que sí l había visto pero tenía que responderle a su hermana mayor primero, eso era lo educado. -Había muchas cosas viejas en el castillo y Hayame me contó algunas cosas bastante interesantes y que no me han hecho muy felíz. Dijo y por un momento su cara era seria pero entones, la luz la volvió a tocar y el canto celestial se escuchó por detrás de ella. -Entonces decidí que podían tomar todas las cosas viejas que están en todo el castillo. Dijo alargando la "o". -Y pueden hacer con ellas lo que quieran, jugar con eso o quemarlo está bien, fuera lo viejo y bienvenido lo nuevo decían en la película muggle de osmosis jones. Dijo acordándose de esa película de glóbulos blancos y que le había gustado mucho, era una caricatura extraña pero bastante educativa al mismo tiempo.
  20. La preciosa niña rubia abrió sus hermosos ojos de almendra con sorpresa y dió un salto al tiempo que abrazaba el libro enorme contra su pecho, en comparación comenzaba a verse muy chiquita en comparación con el pesado libro que su hermana Sagitas le había dado para que pudiera completar sus estudios de forma satisfactoria. -¿Qué están haciendo los muggles? Preguntó con cara de asombro y algo de miedo más que nada porque podrían hacerse daño, esa casa se veía bastante antigua y peligrosa y si alguno se lastimaba seguramente les iban a regañar a ellas por ser las brujas que estaban en el sitio y las que tenían el poder de detenerlos. Y se suponía que la hechicera vampiro pelirroja lo hiciera pero ahora solo parecía una persona más del montón. -Yo digo que le peguemos con el libro. Comentó la jovencita parpadeando muchas veces para enfatizar para luego abrir las páginas del libro y comenzar a leerlo, moviendo una de sus manos para memorizar todos aquellos signos y gestos que al parecer y a diferencia de su hermana grosera, su hermana Sagitas tenía en mucha mejor educación y ese libro solo enseñaba los signos buenos. -Que sea un poco más educada no la va a matar o quizás sí. Se rió de forma tierna y cantarina y esperaba que un poco de su voz calmara al mismo tiempo a los muggles, era muy sabido que a veces cuando podían ver algo tierno se calmaban como las fieras y solo hacían un sonido de ternura. -Entonces ¿vamos a ir a cuidarlos? si vemos un fantasma, yo puedo cuidarte hermana. Dijo hacia la hermosa hechicera con una gran sonrisa.
  21. -¿A dónde vamos? No esperaba que fueran sacarlas a todas fuera de la casa, tal vez el chico estaba pensando en que sería una bonita forma de apoyar a su hermana más grande y que iban a hacer un picnic o algún tipo de celebración pero lo que fuera que animara el gusto de Sagitas entonces ella lo iba a apoyar. -¡Vamos Hayame vamos a animar a Sagitas! A veces su hermana pelirroja podía ser lenta como una tortuga o tardaba en pescarla pero por lo que había visto podía hacer cualquier cosa para hacer sonreír a la otra hermana. Y ella estaba totalmente dispuesta a ser un sol que brillara para su hermana Sagitas si eso significaba también tomar la varita y ponerse a pelear con quien fuera no le importaba, ella daría su mejor esfuerzo y el todo para defenderla y protegerla como bien ella era Gryffindor y el valor y el amor por la familia era algo importante para ellos porque era parte de lo que representaba con honor a su casa. -Te llamas Matt ¿entonces? Miró al chico que estaba tomando el paso inicial y corrió un poco para poder escucharlo si hablaba.
  22. La preciosa chica de cabellos rubios parecía un pequeño militar ya que estaba decidida a pasar esa clase con honores y con muy buenas calificaciones así que iba a aprender todo lo que Sagitas le diera de memoria y se iba a portar bien con los muggles aunque Hayame ya estaba con sus cosas raras y esa extraña camiseta de turista. Respiró profundo y empezó con un mantra especial para la tranquilidad mientras que pensaba en puras cosas buenas, en el sol, en las flores y en la primavera que le compartían parte de su ser y de su espíritu para traerle serenidad y fuerzas. Tomó el papel que le daba su hermana mayor. -Muy bien, lo haré de inmediato. Lo empezó a abrir pero se aseguró de alejarse un poco de los muggles, no fuera que lo vayan a ver y entonces iban a estarle preguntando por las cosas que venían ahí y que bueno que lo hizo porque de inmediato pudo leer la regla acerca del secreto de los magos y que solo que se estuviera muriendo no podía de decirle a nadie al respecto del mundo mágico. Puso cara de enojada y cerrando el papel empezó a señalarlo y a ver con enojo a Hayame. -¡Deberías de leer esto también! Dijo molesta y enojada aunque sabía que la mujer no le iba a hacer caso, demasiado ocupada en tontear con los muggles. -Algo me dice que te saltaste esta clase por distraída y por estar intentando envenenar a tus compañeros, por eso te están haciendo repetir clases Muggles. Se guardó la nota importante que le había dado Sagitas y entonces le tendió el precioso monedero con flores bordadas y perfume de rosas que usaba para guardar el dinero de los muggles. -Junté todo. ¿Traigo una linterna para que podamos caminar por la casa sin tener accidentes? Le preguntó a su hermana mayor que era obvio más madura que la vampiro que seguía tomando fotografías que seguramente debería de recoger como evidencia por su mal comportamiento, porque si se le escapaba una mágica los muggles iban a preguntar por el movimiento de las figuras.
  23. Los ojos de la preciosa niña brillaban como un par de perlas que han sido pulidas bajo la luz de un artesano y corrió de manera encantadora hacia su hermana mayor que había llegado con esas preciosas flores azules que se verían totalmente encantadas adornando los alrededores del castillo Peverell. -¡Son bellísimas! Su tono de voz reflejaba mucho de las emociones y de la luz que corría en el alma de la jovencita, parecía que incluso su propio cabello destellaba al sol con la energía de este por la irradiación de la felicidad que en esos momentos corría y formaba parte del cuerpo de la Ketchum, que tomó con sus dos delicadas manos los capullos de las flores y cerró los ojos para olerlos, era como en esas historias cuando las damas quedan encantadas por el perfume de las flores. -Estoy segura de que van a crecer muy bien porque tendrán un lugar distinguido en el jardín. Miró con encanto y con total agradecimiento a Sagitas, era una suerte que hubiera llegado porque estaba a punto de hechizar a su hermana pelirroja por lanzarse encima de ella, entendía su emoción ante ese lugar tan encantado pero casi la hace caer y no querí ensuciarse de algo que no fuera pintura. Aunque la noticia de las cavernas al fondo de su territorio si la intrigaba, sonaba a como una buena aventura para que fueran todas juntas pero más tarde. En esos momentos tenían una misión mucho más importante y que quería finiquitar de manera adecuada para poder dormir esa noche o bueno, en la noche en que ya terminaran de pintar porque eran cientos y cientos de metros de las rocas que formaban el castillo aunque mágicamente reforzadas para que no dejaran pasar el frío o el calor, porque sabía que en los castillos antiguos era muy fácil que se abrieran agujeros. Le tomó una mano a la hechicera de cabellos de color y le sonrió con la más brillante de las sonrisas de plata que tenía. -Gracias. Movió la cabeza y entonces, apuntó en dirección de todos los botes de pintura que había. -Si, me gustaría que fuera rosado pero tu habitación así como Hayame ya dijo lo de la suya, la puedes pintar del color que quieras. Pero solo ustedes dos porque son especiales pero nadie más puede hacerlo porque confío en ustedes dos. Dijo además para luego ver a la mujer de ojos rojos y piel pálida y rodó sus propios ojos aunque solo le daba un aire infantil y bonito, no despectivo como solía verse la mujer más grande. -Y si, tengo una sorpresa porque supongo que les gustará a las dos ¿la quieres escuchar?
  24. La hermosa niña rubia que se había ido corriendo ahora escuchaba la voz de su preciosa hermana que volvía en sí, ya no le tenía miedo porque había sentido que tenía un alma pura y un corazón muy grande pero estaba buscando a la torpe de la hechicera pelirroja que ella sí que se había perdido por los pasillos de ese hospital, que por mucho que Hayame conociera mucho más que ella, según decía que todo era diferente así que a lo mejor sí se iba a perder. Se aferró las faldas del hermoso y amplio vestido naranja y se decidió a regresar corriendo hasta poder alcanzar otra vez a Sagitas, pobre, que la había dejado sola y quizás solamente estaba meditando como solía decir la bruja pelirroja que hacían a veces los magos y hechiceros en ese pueblo. Pero entonces se acordó de que estaba supuestamente en una clínica para frutas y empezó a andar rápido pero con pasos ligeros y suaves, como los deben de dar las señoritas. Está prohibido correr en los hospitales. -Perdóname Sagitas. Pidió Ashley regresando con ella a dónde estaba y se acomodó el enorme moño celeste por encima de la cabeza. -Es que no quería incomodarte, como no estoy muy segura de qué hacer aquí, no es como San Mungo.
  25. La hermosa rubia se había puesto muy feliz de ver a Sagitas, de hecho e semblante le había cambiado por uno feliz y animado de ver a su otra hermana mayor que ahora entraba a dónde estaban por comer y que las iba a acompañar, estaba feliz porque significaba que más personas estaban apareciendo en ese negocio y podría convivir con ellas. -¡Bienvenida Sagitas! Saludó la rubia y se puso de pie de forma rápida porque quería ser bien educada y le habían enseñado que para eso debía de ponerse de pie cuando las personas importantes entraban en un cuarto. -Es un placer y un privilegio tenerte entre nosotras, estoy segura de que comeremos y la vamos a pasar muy, muy bien. Dijo y sonrió grandemente, como siempre mostrando las preciosas perlas que eran sus dientes porque no como su hermana, ella siempre se los limpiaba de forma individual, cada uno hasta que quedaban perfectos así como ella misma debía de forzarse a ser perfecta para dar una excelente imagen a todos a su alrededor. Pero entonces un pájaro salido de la nada apareció y dejó caer un rollo sobre la comida y saltó un poco por el susto y se sostuvo el pecho. -¿Porqué te están mandando halcones ahora Hayame? Preguntó algo molesta la hermosa rubia, era razonable que se enojara si caían microbios de pájaro en su comida, no era higiénico. -¿Qué hiciste de malo ahora?

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