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Avril Malfoy

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Mensajes publicados por Avril Malfoy

  1. Entre la multitud, abarrotada de turistas y gente que tenía como objetivo pasar un día de entretenimiento y esparcimiento, la morocha pudo divisar a la persona que los había reunido allí. Tenía un extraño color de cabello, de tonos violáceos que Avril había visto solo en una persona y agitaba un pañuelo para que vayamos a ella ¿No estaba siendo demasiado obvia?

     

    Sin embargo la Malfoy se acercó al grupo que comenzaba a congregarse y pudo escucharlos charlar entre sí. Levantó la mano haciéndole una especie de saludo a una joven, que había sido la única en reparar en que ella tenía el ridículo pañuelo amarillo en la cabeza. Con la misma mano con la que saludó se apresuró a quitárselo, ya que tendría que haber sido correctamente divisada.

     

    Se ubicó última, mientras la profesora hablaba. Asintió cuando preguntó si habían leído el libro mintiendo, la verdad era que no había tenido el tiempo de ojearlo, ya que apenas lo compró la convocaron para la clase del mismo, pero lo que realmente la desconcertó fue que la mujer les pidió hacer. Un juramento de sangre.

     

    La morena se pasó una mano por el cabello acomodándolo como hacía cada vez que se ponía un tanto nerviosa. ¿Por qué debían de comprometerse de tal manera? ¿Qué era lo que habrían de hacer que no podían contar? Vio que todos lo hacían, sin reticencia. Sería parte de la clase, supuso. De cualquier manera levantó ambos hombros, y aún en silencio, tomó la daga y se rasgó medio centímetro de piel, en su muñeca.

     

    -Prometo eh…no decir nada a nadie de esta clase. Estem…nunca. Ni por voluntad propia ni obligada…ajam.- le pareció súper extraño pero de cualquier manera, estaba allí para aprender.

     

    Aparte hablaban de dragones. Eso era suficiente para convencer a Avril de todo.

     

    Luego, y con mucho más sentido, explicó los efectos de la daga y del pequeño ritual que habían realizado, contó como la misma los conectaría unos con otros y si, la estrategia era buena.

     

    Sin embargo, la dama de negro entendía cada vez menos el objetivo de la profesora. Sus compañeros parecían muy apegados unos a otros, esa sería una ventaja para el grupo entero pero…aún no comprendía cómo aprenderían a usar los hechizos del libro si no podían atacarse los unos con los otros, es decir ¿Cómo practicarían hechizos?

     

    Uno de ellos arremetió contra el otro…-Pero…- murmuró la pelinegra sin que nadie pudiera escucharla. – Si todos estamos conectados, correremos todos su misma suerte ¿O no?- dejó la pregunta en el aire dudosa de todo. Al menos ya estaban allí, nada le impediría escapar en el peor de los casos, si es que no aclaraban los tantos.

  2. El aire a esa altura definitivamente no era el mismo que el que se respiraba sobre la tierra. La morena, bien acomodada sobre las escamas de aquel Ridgeback Noruego y asida de los cuernos que le sobresalían del lomo, mantenía sus grandes ojos de un color gris añejo cerrados, disfrutando el vuelo de una manera que pocos lo harían.

     

    De repente pudo oírlo gruñir de una manera agresiva y sintió como el vuelvo cambiaba. Abrió los ojos para ver notando que iba en picada. Se alguna manera habían herido a Tenebrus y la bestia caía, se desplomaba sin sentido en una carrera libre hacia el suelo. Avril no podía hacer nada para detenerlo y aún así, sabiéndose en riesgo de muerte buscaba la herida del animal, para saber si en cuestión de segundos podía curarlo o aliviarlo de alguna manera.

     

    Miró sus alas, las tenía cerradas sobre su cuerpo, sin movimiento alguno. No podía ver si la herida estaba allí. Alzó sus ojos y trepó un poco sobre su espinazo para llegar a la cabeza…pero la superficie montañosa sobre la que se encontraban estaba cada vez más cerca. Pudo ver una lesión sobre sus ojos, pero tenía el tiempo cronometrado. Estaban a segundos del impacto. A cinco, como mucho. Tres. No pudo hacer el movimiento correcto para sanarlo y más nerviosa se ponía, más difícil resultaba realizar el encantamiento. Dos. Al abrir la boca para decir las palabras se coló una lechuza aleteando en su boca y se atragantó con una de sus plumas, impidiéndole inclusive respirar bien. Uno…

     

    Se despertó abriendo la boca de una manera extrema como si estuviera saliendo de un lago congelado y esa fuera la primera bocanada de aire que tomaba. Su corazón hacía danzas aeróbicas dentro de su pecho y su esternón subía y bajaba como si se tratara de una pareja de jóvenes teniendo relaciones íntimas por primera vez. Un sueño. Una pesadilla. Un íncubo. No sólo pensaba en dragones sino que también soñaba con ellos.

     

    La lechuza estaba allí, sin embargo y se quitó la pluma de su boca dando arcadas. Asique eso sí era real. Se incorporó en el catre del altillo viejo de la Malfoy notando que el mensajero traía una carta para ella. La tomó y le dio a cambio unos granos de maíz que siempre llevaba encima, ya que la ex mortífaga vivía con criaturas de todo tipo y le sobraban herramientas para tratar con cada uno de ellos.

     

    La misiva tenía como remitente a Sagitas Potter Blue, quien sería su profesora del Libro de la Sangre, recientemente adquirido. –Oh…no lo esperaba tan rápido.- hizo una mueca y revolvió sus cabellos mientras caminaba semidesnuda desde la cama hasta el armario. Allí decía que debía llevar el Libro con todo y accesorios y un pañuelo amarillo. Al abrir su armario notó que todo en él era de color negro y maldijo por lo bajo.

     

    Sacó unos pantalones cargo negros, algo holgados que hacían contraste con su diminuta cintura y sus abdominales marcados por tanto ejercicio diario y se puso una camiseta sin mangas, pegada al torso, también de color negra. Se peinó brevemente dejando su cabellera lisa y suave, también del mismo color que el resto de su ropa con excepción de algunos mechones de color gris. Si, los años no vinieron solos, pero trajeron cosas mucho mejores que sus canas, le trajeron una sabiduría y una templanza que otrora la Malfoy no poseía.

     

    En su morral de piel de moke, que llevaba alrededor de la cintura, tenía todo lo que necesitaba ya que el mismo contaba con un hechizo de extensión indetectable: El libro, sus accesorios, sus anteojos especiales, su escoba, sus huevos de dragón, sus otros libros y más, innumerables objetos que usaba a diario tipo rodilleras, casco, botas con clavos para trepar. La vampiro era la mujer más activa y atlética de la familia (al menos) y encontraba un tremendo placer en explorar cada cosa al máximo.

     

    Con una floritura de varita creó un pañuelo amarillo que desentonaba de manera grotesca con el resto de su atuendo. Se miró al espejo y decidió usarlo alrededor de su cabeza. Alzó los hombros, parecía un personaje que los muggles amaban pero que ella encontraba altamente ridículo. Rambo, creo que lo llamaban. Pero era lo que había, atrás habían quedado los tiempos en que la morocha se preocupaba por su atuendo.

     

    Con el ticket en mano y esperando que fuera el pasaje hacia donde ella creía que era, se desapareció para emerger en la plaza del Ministerio. Las instrucciones eran claras: debía rezagarse entre la multitud, quedar retrasada del tumulto de gente que aguardaba para tomar el traslador y esperar a que su instructora aparezca. Acomodó su pañuelo y se dispuso a esperar, mirando hacia varias direcciones, esperando ver a la educadora. Esto prometía, ya podía olfatearlo.

     

    ♦♦♦♦

     

    @

  3. En cuanto el extraño se quitó la capucha pudo comprender el porque de la actitud. Se trataba de un Peverell, y si, lo recordaba muy bien, siempre había sido famoso por ver cosas que no estaban allí. En una ocasión llamó “Viejas Banshees con arrugas” a una de las mujeres más hermosas de la comunidad mágica y a ella misma. La morena jamás había sido una banshee pero el asunto de Nexo de imaginar cosas era muy conocido inclusive en aquel entonces. Podría tratarse de una esquizofrenia, enfermedad mental que hacía que la realidad variara un tanto. O a veces mucho, como en su caso.

     

    ¡Pero cuanto había evolucionado Avril en todo ese tiempo! Otrora hubiera bajado todos lo santos del cielo, juntado a los demonios del infierno y los hubiera entrenado como ejército para partirle la cara. Pero esa persona tan inmadura y llena de impulsos ya no existía. Hoy en si vida prevalecía su mente a su ímpetu. Negó con la cabeza con algo de pena mientras el individuo inclusive se atrevía a ponerle una mano encima. El delirio había llegado hasta ahí, la manía a este punto parecía incontrolable.

     

    -Nexo, veo que estás mucho mejor de tu condición. Me alegro mucho.- dijo la morocha mientras apartaba uno de los mechones de su cabello que le caía sobre su escote y lo llevaba hacia la parte de atrás, junto con el resto de las sedosas hebras. Ojalá le hubieran añadido pociones medicamentosas, pobre tipo.-Te agradezco mucho los cumplidos y me disculpo por mi caída. Mi cuerpo ya no es el mismo que fue hace siglos- La Malfoy era un vampiro que no podía envejecer, su figura estaba más entrenada y en forma que nunca, ya que debía pasársela trepando montañas y montando dragones, inclusive reptando en cavernas subterráneas para curar basiliscos. Simplemente la enfermedad en la cabeza del Peverell no le permitía ver la realidad, sino una versión muy distorsionada de la misma y lo mejor era llevarle la corriente. No le interesaba congraciarse con semejante…persona.

     

    -No estoy buscando diversión, lo siento tanto. Fue un gusto saludarte, pero voy a por una lectura apacible- sonrió llevándose la mano al pecho con expresión angelical- Ya sabes, la vejez.- Se dio media vuelta y se dispuso a seguir su camino. No lamentaba habérselo encontrado, siempre es bueno ver a gente que hacía tiempo no se veía, y corroborar que nunca cambian, de hecho, solo suelen exacerbarse sus defectos con el tiempo.

     

     

    (Con Keaton)

     

     

    Empujó una vez más la puerta de la librería pero esta vez, atravesó la misma con paso decidido. Un par de insultos no le harían perder de vista lo importante. Alzó la mirada y allí estaba otra vez, otra mirada llena de reprobación pero de parte de la empleada del local, se podía ver inclusive que había tomado su varita debajo del mostrador y estaba lista para atacar. Avril alzó sus manos y le mostró ambas palmas.

     

    -Soy Avril Malfoy, la hija del Ministro de Magia- que bien se sentía usar esas cartas que tenía consignadas desde el nacimiento. Por orgullo, y también su impulsividad de antaño, jamás había obtenido rédito por ser la hija del Ministro pero claro, los años no vinieron solos, trajeron inteligencia y sabiduría a su personalidad y ahora sabía como manejar ciertas situaciones sin tenes que hacer uso de las Artes Oscuras. –Me disculpo si no llevo la vestimenta adecuada, pero pasaba por aquí y vi su vidriera- otra vez las disculpas. Por ser ella tenía que disculparse. Es que a la gente se sentía importante cuando las recibía.

     

    -Estoy interesada en leer alguno de sus ejemplares, me interesan los huevos de dragón y como eclosionarlos- le dijo sin rodeos, señalando los dos libros que vio en el vitral. Metió la mano en su morral y saco una bolsa con galeones. Eso también le había sido asignado por cuna, jamás había sido pobre excepto en los momentos en que rechazó el dinero de su familia. -¿Se me permite echarle un vistazo a ambos y preguntar si tiene algo más en cuanto a esta materia?- Dejó los galeones sobre el mostrador, una suma que excedía cualquier alquiler de libros, tazas de café, botellas de whisky o lo que se le antojara pedir.

     

    ♦♦♦

     

    @@Nexo Peverell

    @@Keaton Ravenclaw

  4. Metió las manos en los bolsillos del mono, ubicados en sus muslos, con todo y varita y vaciló por unos instantes frente a la puerta del lugar. Había perdido la práctica en eso de imponerse, de entrar a un lugar y ser reconocida y admirada, de ser temida. Claro que ser la hija de Ministro de Magia, irrevocable en su puesto desde hacía básicamente una eternidad, le había siempre abierto puertas que a los demás no se le abrirían en sus vida pero, ya no era la misma.

     

    Levantó los hombros, sacó su mano derecha del bolsillo y apoyó su palma en el marco de la puerta para empujarla, pero justo antes de que lo hiciera escuchó la única palabra que podía movilizarla en cualquier sentido: “…mortífaga…”

     

    Desistió de entrar para girarse sobre sus botas y ver quien estaba diciendo en voz alta aquellos disparates antiguos y lo que vio la dejo sin habla: ¿En serio una capa blanca? ¿Un pantalón ajustado? Seguramente si liberaba su rostro vería el maquillaje también, y de color rosa. ¿Quién era ese personaje que la llamaba mortífaga cuando ella hacía años que no pertenecía a dicha asociación y que, en caso de aún pertenecer, era ultra secreta?

     

    Juntó sus labios superiores con los inferiores y emitió un silbido, imitando al que usan los patriarcas para hacer saber a una mujer que le gusta por la calle, de la manera más denigrante posible. –¡Que piernas preciosa!- finalmente piropeó embebida entera del sarcasmo más despreciable. -¿Esa capita tan impoluta la usas siempre, princesita?- y flexionó una de sus rodillas haciendo muecas pomposas y exageradas parodiando una reverencia real.

     

    -No suelo escaparme nunca de nada, por lo que creo que me confundes con otra persona- le dijo mientras se acercaba a la estrafalaria figura que la acusaba de asesina, de torturadora, de manipuladora de artes oscuras…y de escapista, hasta llegar a tan sólo unos veinte centímetros de él. Solo se había equivocado con la última aseveración. El resto eran verdad, pero ni él ni nadie lo sabía.

     

    El aire era denso y la atmósfera se había puesto de repente pesada y cargada de una energía que no era de allí, que había sentido cerca muchas veces y que no le interesaba frecuentar más por el momento. No era algo bueno, pero ella no podía perder su objetivo que estaba bien delimitado: Entraría a la librería, le pediría a la empleada que seguramente estaría detrás del mostrador esperando ansiosa por clientes de buena paga, se hundiría en miles de páginas que le hablarían de lo que había ido a buscar y tal vez bebería algún whisky. Pero primero tendría que descartar toda amenaza posible. Un sinsentido, pero intimidación al fin.

     

    -¿Qué la trae por aquí señorita y más, insinuando incriminaciones tan poderosas como esa?- le dijo la morocha mientras ladeaba la cabeza y enfocaba su mirada gris en los pliegues de la capa. No se le veía la cara, pero sabía que era un hombre. No le reconocía la voz, pero sabía que lo había visto en algún lugar.

     

     

    ♦♦♦

     

    @@Nexo Peverell

    @@Keaton Ravenclaw

     

    Off: ¡Gracias por recibimiento Keaton! Apenas Avril entre al local te sigo tu rol xD

  5. No podía creer lo que acababa de vivir. La morocha caminaba, de mal humor y maldiciendo por lo bajo, por las calles principales de la ciudad sin entender lo que había pasado. –Una clase…- dijo entre dientes mientras agitaba su varita en su andar. ¿Una clase de que? ¡Una paparruchada! Si apenas le habían dado un pergamino con las tediosas leyes de Gamp y los niveles de hechizos de transformación. ¡Pero si esos ella ya los sabía hacía siglos! Literal, podría decirse.

     

    Llevaba aún la misma ropa con la que había asistido, esperanzada, a una clase de Transformaciones en el Ateneo. En realidad era la ropa que usaba siempre, ya que había perdido el interés por vestir de gala, arreglarse el cabello y verse unos centímetros más alta. No. Ella aún usaba su viejo mono negro, un enterizo de cuero que en este momento no tenía ni brazos ni piernas, solo un cierre que iba desde el abdomen bajo hasta el cuello, que podía levantarse hasta cubrir el gollete. No era el caso, ya que hacía un calor bastante prominente, por lo que la cremallera se abría sobre el pecho.

     

    Sus botas todo terreno, acordonadas al frente, resonaban en la pedregosa callejuela. Por suerte ese sonido revestía sus injurias. –Leyes de Gamp… ¿Quién quiere aprender eso? ¿Quién no lo sabe aún, mejor dicho?- Había perdido un tiempo valioso que podría haber utilizado para su cometido, se arrepentía.

     

    Pasó por el escaparate de un edificio blanco con un vidriado que relucía de limpio. En primer lugar un pequeño resplandor del astro rey hizo que achinara los ojos y desviara su mirada desde el piso hacia el local. Y ahí lo vió.

     

    -Crianza de dragones para placer y provecho…uhm- llevó su varita, de color hueso, a su mentón, como si cada que se le ocurría una idea su afinada arma de sauce le indicara cosas directamente a su cerebro, como si de alguna manera se las susurrara. -¿Será que…? “Huevo al infierno”, vaya…- no terminó la frase porque la puerta, de madera caoba y muy presuntuosa para su gusto, se abrió súbitamente y dos magos bien vestidos y acicalados salían discutiendo acerca de brebajes. Llevaban libros nuevos bajo el brazo.

     

    Volvió a girar la cabeza hacia la vitrina y se soltó el cabello con el propósito de esconderse un poco. No había perdido el hábito de preservar su identidad ante desconocidos, y si bien en ese momento ya no pertenecía a una asociación ilícita como antaño, las mañas son lo último que se pierde.

     

    Cayó sobre su rostro una abundante mata de cabello negro como el ébano, aunque en algunas zonas se podían fácilmente notar los grises avenidos con los años. No le molestaba, de hecho, le encantaba que fuera así. Pero con la melena sobre la cara, el aspecto más bien salvaje que presentaba, las botas con barro en la suela, un morral alrededor de su cintura…no lucía como la gente que solía frecuentar esos lugares. ¿La dejarían pasar? Solo necesitaba echarle una ojeada a esos libros, investigar si podía encontrar algo más que sirviera a su propósito. Ni siquiera se sentaría si los dueños del local no estaban cómodos con alguien de aspecto tan oscuro en su negocio.

     

    Pero los libros. Quería los libros.

  6. ID: 45041
    Nick: Avril Malfoy
    Link a la Bóveda Trastero: Bóveda Trastero de Avril Malfoy
    Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda de Avril Malfoy

    Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): ---
    Nivel Mágico: 9
    Fecha: 2019-03-22

    Nombre del producto: Libro de la Sangre
    Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo
    Nivel (del libro): AAAAA
    Precio: 7000 G


    Precio total: 7000 G

  7. Asentía mientras el profesor les mostraba una manzana, diciendo que en realidad no era la famosa fruta de sabor exquisito sino una piedra. Avril la tomó es su mano y la giró, la acercó a su nariz para olfatearla. Parecía una manzana, pero no lo era. Era roca de ¿La Potter Black?- Ya…conozco las rocas de la Potter Black, algunas sabían bastante bien ¿Eh?- comentó con malicia alzando las cejas mientras miraba a Mónica, recordando las veces que juntas habían asaltado aquel lugar bajo sus máscaras, pintado las rocas que formaban sus paredes y vandalizado todo el vecindario.

     

    -Bien, entonces “crear”, nada. Simplemente transformar una cosa en otra…- Eso le había quedado claro. Mientras explicaba las demás leyes de Gamp, encontró lo que había estado buscando en su bolsa. Les extendió un pergamino a cada una y aquí venía la parte que más le interesaba a la morena. Ávida, comenzó a leerlo.

     

    -¿En el caso de que quisiera transformar un objeto en criatura…- comenzó a preguntar mientras señalaba un escrito en el papiro- …la criatura contaría con los movimientos propios o sería más bien un objeto con la forma de la criatura? – bajó los párpados asintiendo al susurro de Mónica. Si las leyes no le permitían disponer de dragones como lo hacía tiempo atrás, tenía que haber una manera de recrear uno.

     

    Ellas, cuando pertenecían a la asociación ilícita más sangrienta de los últimos tiempos, usaban este tipo de hechizos en batallas: tenían varios trucos mágicos como el Morphos o Vitae, con el cual simulaban criaturas que no tenían las mismas características pero hacían algún tipo de movimiento y demás. Pero en realidad no conocía otro tipo de hechizo que hiciera el trabajo de esos dos, que ya de por sí eran copias malísimas de criaturas.

     

    Sacó un pergamino propio para tomar anotaciones, aunque realmente esperaba que la clase fuera más de lo que venía siendo hasta ahora. Esperaba ir de aventura, transformar cosas y poder comprender de primera mano los efectos secundarios que de estas transformaciones derivaban, pero comprendía que no todo en la comunidad podía ser aparecerse y desaparecerse, correr o trepar, tirarse al suelo y rodar…olvidaba que en ese lugar lo burocrático tenía un lugar muy importante.

     

    -Entonces…tres niveles- apuntó con su pluma luego de haber citado brevemente las cinco leyes de Gamp- Lo que me preocupa es, mejor dicho, lo que quisiera saber es cuanto de real tienen los objetos o criaturas o incluso personas, que vamos a transformar- dijo impaciente. Ella quería saber más- Es decir, peso exacto, o nivel de masa en que podemos transformar una cosa en otra ¿Estaría al nivel de la animagia la transformación de humanos? ¿Que podrían hacer y que , no?- Miles eran los cuestionamientos que la morocha tenia en su cabeza y millones, los que esperaba resolver - Lo escucho, profesor.- miró de soslayo su varita esperando el momento de finalmente usarla y atendió al experto en Transformaciones, aguardando que revelara el conocimiento que habían ido a adquirir.

     

     

    •••

     

    @@Monica Malfoy Haughton

    @@Matt Blackner

  8. Había pensado poco acerca de la clase. Si bien ella tenía un objetivo perfectamente delineado para la misma, nunca esperó mucho de la misma, menos encontrarse con personas de su misma familia, que hacía años no veía.

     

    Alzó las cejas y achinó un poco los ojos cuando se giró al escuchar aquel nombre: -¡Monica Malfoy Haugthon!- exclamó con sorpresa girándose hacia ella, que estaba detrás. Recordaba a todos a la perfección, atrás habían quedado los días en que a duras penas recordaba su propio nombre. Ella era su sangre y como si fuera poco, había vivido en la Mansión Haugthon por años, su tía había sido de las pocas brujas que le había dado asilo sin esperar ninguna explicación. Si tuviera que elegir cualquier persona en el mundo, sin dudas la elegiría a ella.

     

    -¿Cómo estás querida? Que gusto encontrarte- le dijo como si fuera otra Avril, como si nada de los espantos ocurridos en su propia vida hubieran de hecho sucedido. Hacía tiempo que había encontrado la paz, con ella misma y con el resto de la comunidad mágica. – Veo que el fulgor de tus cabellos no cambia, no como los míos que ya son más grises que negros- bromeó. Sabía que Mónica era una mujer de una elegancia extrema, esas características de los Malfoy Avril no las había heredado. Al lado de ella parecía una pordiosera.

     

    Entre tanto, el profesor las invitó a sentarse. La pelinegra señalo con asombro la silla. ¿En serio se podía aprender algo estando sentados en un pupitre? Pero claro, ella no era nadie para contradecirlo, aunque esperaba que pudieran vivir una aventura más movimentada en aquella clase.

     

    -A mi me gustaría transformarme en dragón pero no sé si me da el peso- dijo un poco irónica, pero un poco sincera a la vez, ya que esa era su única preocupación de momento. El profesor comenzó preguntando acerca de las Leyes de Gamp.

     

    -Emm…solo sé que no se puede “hacer” comida de la nada- dijo la antigua líder mortífaga mientras tomaba asiento y apoyaba sus pies sobre el bando que estaba junto al de ella, cruzándolos uno sobre otro. –Es decir, puedes hacer que se multiplique. Oí de un muggle que convirtió agua en vino y que multiplicó peces pero la gente le atribuía su poder a otra cosa. – Alzó las cejas otra vez y dibujó una sonrisa fanfarrona en su cara. Ese tipo era un mago muy bien encubierto y había logrado que todo el mundo esté hablando de él por milenios.

     

    -Pero eso es todo lo que sé acerca de Gamp. Lo mismo con la vida, si ya está muerto no puedes producir vida de la nada. Este tipo también hizo un hechizo en cuanto a eso…- rascó la punta de su nariz con su varita aguardando a Mónica. Ella siempre había sido mejor estudiante que la morena.

     

     

    •••

     

    @@Matt Blackner

    @@Monica Malfoy Haughton

  9. La pelinegra estaba enfrascada, como siempre, en las afueras de los terrenos de la Reserva Mágica Newt Scamander. Estudiaba, desde hacía un largo tiempo ya, como le daría vida a los huevos de Dragón que había adquirido hacía poco más de dos años.

    -Si se los doy a ella…- rumiaba las palabras para sí misma, refiriéndose a la impetuosa Longhorn rumana que sobrevolaba el lugar -…pues si se los doy, ya nunca podría volver a recuperarlos. – dijo tajante mientras se sacudía el polvo de las manos. Era inútil, toda la tierra estaba en su vestimenta de cuero color negro, ya que se había echado al suelo por horas analizando la situación. –Si no se los doy en cambio, jamás van a nacer ¿O sí?-

     

    Lo había probado todo: la primera opción fue ponerlo en un caldero y cocinarlo durante semanas. Nada. El agua se evaporaba cada tres o cuatro horas y los huevos seguían intactos. Luego pensó en llevarlos en contra del cuerpo todo el día, así ideó una especie de mochila que llevaba los huevos siempre pegados a su piel, para trasmitirles un calor “más vivo”. Pero claro, ella nunca tendría la temperatura que posee un dragón y más cuando están incubando su propia cría.

     

    -Solo me queda…- ¿Transformarse en dragón para incubarlos ella misma? ¿No sería mucho? Tenía algunos conocimientos sobre Transformaciones pero realmente no tan avanzados. De cualquier manera si transformaba lo que fuera en un dragón, a los huevos tampoco se los devolvería la criatura. Ya no tenía más ideas.

     

    Sin embargo tomaría esas clases para poder discutirlo con un experto de las Transformaciones, a ver si tenía mejores ideas que ella. De hecho había guardado la nota en su riñonera con hechizo de extensión, en donde guardaba todos sus artilugios para usar con las bestias, y estaba cortando sus actividades en la Reserva para asistir ya mismo a las gradas del Ateneo. No le importaba tener que interactuar con personas, sólo estaba enfocada en saber más.

     

    Tomó la larga cabellera de color negra, con algunas hebras de gris por el arduo paso de los años, y se la recogió en una cola de caballo alta. Sobre su frente, arriba de la mata de cabellos despeinados, descansaban los Anteojos Alfa que también había adquirido hacía ya un tiempo y utilizaba para todo tipo de cosas, pero ni siquiera se percató de llevarlos. Tan acostumbrada estaba que los sentía parte de su cara. Anudó los cordones de sus botas todo terreno y se desapareció, para aparecerse en las afueras de las gradas donde la habían citado.

     

    Vio un par de personas mientras avanzaba, nadie que conociera por suerte, hasta que llegó a un escritorio donde un muchacho vestido super formal esperaba. Supuso que era su profesor y se adelantó, con la nota en la mano. Sobre su ojo derecho tenía un manchón de tierra, el cual tampoco había notado, pero estaba dentro de todo decente. Y si no lo estaba tampoco le importaba, ya había dejado de ser la superficial mortífaga que usaba vestidos para las galas y que acompañaba a su padre, el ministro Crazy Malfoy, a los eventos de renombre.

     

    -¿Es usted el profesor de Transformaciones? – le preguntó al joven sentado en el escritorio. Notó de soslayo una tela roja que parecía estar cubriendo algo y metió la mano en su bolso, chequeando que ambos huevos estuvieran allí. –Yo soy Avril Malfoy, vengo para la clase- y antes de extender la mano para saludarlo se la limpió en su pantalón, para eliminar el rastro de tierra.

     

     

    •••

     

    @Matt Blackner

  10. Hey hola gente!

     

    ¿Que líos arman? xD

     

    La verdad que no pensaba postear, de hecho no creo que tenga mucho por aportar hoy por hoy. Como leí por ahi, hoy ni mis trabajos (trabajos, si .Tengo dos xD) ni mi familia me permiten demasiado tiempo libre para estar acá pero me pasé bastante tiempo de mi vida en este foro, más específicamente en la Marca como para no expresar lo que siento por el bando.

     

    Cuando entré a este lugar lo hice atraída por los anuncios del .com y me enamoré del juego de rol. Fue amor a primera vista, así. Para mi era perfecto. No le hacía falta nada. Me fui metiendo en la Marca porque lo sentía mi lugar de pertenencia, eramos un grupo, nos defendiamos, jugabamos juntos, nos enamorabamos, nos pervertiamos (?) en fin, creo que se entendió el punto: Era un grupo de pertenencia con gente que tenía cosas en común, en principio.

     

    En ese momento era la Orden y la Marca la diversión, que mal que les pese algunos, fueron creadas por administración desde cero: por Crazy principalmente. Lo acompañaron integrantes de la Marca y de la Orden y en ese momento les juro que eran usuarios, aún no eran dioses xD Si, esa lista de hechizos que te divirtió tanto la hizo Crazy dedicandole horas y horas de su tiempo personal.¿Mira si no va a tener derecho a opinar acerca justamente de esto? ¿Mira si no va a tener derecho a cerrar los bandos si nadie está jugando?

     

    Las ultimas veces que volví no tuve esa sensación de "grupo de pertenencia" porque en el mismo bando se lanzaban con de todo. Y no estoy hablando de la Orden porque no tengo idea xD. Estoy hablando de la Marca. Desde el día uno que ingresé lo que más me llegaron fueron chismes, de uno, de otro, de las líderes, de los altos rangos, de los bases, de todo. La verdad que no estaba funcionando como un grupo y de la diversión nadie se acordaba. Entonces realmente me fui, porque no me daban ganas de entrar. Recuerdo haber dejado algunas propuestas en el Escuadrón de la Muerte (perdón, no sé si seguía llamándose así, pero ustedes me entienden xD) que fueron tomadas para ser evaluadas en algún momento. No sé que pasó con eso.

     

    Entonces, si perdemos la esencia de grupo interno, por supuesto que con el bando opuesto vamos a hacer sólo quilombos y jamás llegar a un acuerdo, de ninguna de las dos partes. Dejen de tirar mier** chicos, este era un buen lugar para estar. Es como dice Moni, el momento es ahora: propongan, sientense a idear un proyecto en donde haya un juego dinámico, equiparado pero por sobre todo, divertido. A nadie le gustan las indirectas, los bajones y que se tire mier** todo el tiempo. Eso le saca las ganas a cualquiera.

     

    No me parece tan grave que se hayan cerrado porque tengo la certeza de que vendrán cosas mucho mejores, pero no de las personas candidatas, porque esas personas aún tienen mier** adentro y eso no sirve para jugar a nada. Ojalá pueda volver a sentir eso y volver. Ojalá pase esto a ser un juego de guerras y no una guerra en sí. Pasamos por mucho para dejarlo como está ¿No les parece?

     

    Bueno, me sentí una vieja, mejor me voy a hablar a otro lado. Los re quiero a todos, posta. Tengo buenos recuerdos de este lugar, hice muchos amigos que hasta el día de hoy lo son. No caguen eso.

     

    Y si, así me voy a despedir, como siempre.

     

    Semper Fidelis

     

    PD: Aunque realmente Jude Law como Dumbledore me tiene loca, no se si no me cambio de bando. Solo por él. xD

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  11. La Malfoy ya no pretendía estar dormida. Claro estaba que nunca lo había estado. Todo aquello había sido minuciosamente planeado para ver la reacción de sus alumnos ante Tatya, la hébrido negro. Se acostó sobre su abdomen y, no sin antes calzarse sus guantes de piel de dragón y su sobre todo de escamas que la protegían medianamente del fuego, comenzó a tomar nota de todo lo que veía. Los dejaría actuar pues la clase era de ellos.

     

    La chica era muy eficaz y atrevida, con unas cadenas que había creado el peliazul intentaba, ahora montada sobre el espinoso lomo del animal, mantener quieta a la bestia para que así su compañero pudiera enceguecerla. Muy bien pensado y excelente trabajo de equipo. En un santiamén pudo notar como los ojos del dragón comenzaban a cubrirse de una baba blancuzca, impidiendo así su visión. Ahora era su olfato la que la llevaba a buscar su huevo, y no era muy bueno que digamos. Ahora rugía y movía su cabeza de un lado a otro, sin saber muy bien donde buscar.

     

    Por otro lado estaba el Malfoy, intentando petrificar a un dragón de nueve metros y creando una especie de flor, que nunca había visto ni tampoco sabía que efectos tendría. Sobre el animal por lo visto, ninguno. Las curaciones que lanzó sin embargo, fueron vitales para el trío. Debían concentrarse en lo más simple y no tratar de dominarlo, sino de protegerse ellos mismos. Y de pasar el trance.

     

    La profesora alzó su varita y quitó los encantamientos que había puesto sobre la gran jaula con barrotes de hierro macizo que había instalado antes de que llegaran. La había cubierto con hechizos que la hacían indetectable y ahora era el momento de revelarla. Podía intuir que los chicos pasarían la prueba y la devolverían al lugar. –La clave es el huevo. Ella lo seguirá.- dijo sin gritar pero de manera que la escucharan lo mejor posible. –Mucha agua chicos, ya no ve…ahora que el fuego no haga daño. Y que vaya a la jaula. Ustedes sabrán cómo, vamos.- los animó sin hacer nada más.- ¡Protéjanse!-

     

    Si el dragón terminaba en la jaula y el huevo en su morral, la asignatura estaría aprobada. Dependía enteramente de ellos.

     

    •••

     

    @@Apolo Granger

    @

    @@Caroline Ryddleturn

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  12. Inmediatamente luego de tomar la tarea de Caroline y guardarla en su morral, la Malfoy se disponía a tomar una siesta mientras sus alumnos tomaban información de los libros. Pero no, tuvo que escuchar las palabras que siguieron a continuación del alumno “Malfoy”. –Y ya veo que no eres sanguíneo, pues no estás a tono con lo que requiero de la clase.- levanto su dedo índice y señaló a los otros alumnos que ya iban tomando su lugar en el lindero con el bosque y a hojear el libro que se les había asignado.- Haz como ellos, lo que dije. Y no quiero volver a escuchar una palabra fuera de lugar. – No iba a tener la paciencia para lidiar con eso. De ninguna manera.- Trabajen en equipo.-

     

    Se sentó sobre el césped en un lugar más elevado que el resto, algo así como una meseta que estaba bastante alejada de donde estaban ellos y se recostó, cerrando sus ojos. Los escuchaba murmurar pero el día estaba tan cálido, el sol relajaba y la verdad era que Avril estaba poco interesada. Dormitaba de a ratos, pero se despertaba cada tanto y apretujaba más su morral contra sí misma, como si estuviera protegiendo algo.

     

    Sin embargo el sueño la venció - ¿La venció? – y su morral, se abrió. -¿En serio estaba abierto?- Algo en su interior pujaba por salir, algo que había adquirido en el Magic Mall hacía muy poco tiempo, algo que no le pertenecía a ella, aunque visto del punto de vista de la comunidad mágica si. Algo que se vendía pero no era correcto comprar. Un huevo de un color turquesa brillante, de unos cincuenta centímetros de alto. El mismo salió despacio del bolso y comenzó a rodar, a deslizarse en círculos hacia abajo, en picada, cada vez con mayor velocidad por la pendiente hasta que se alejó cuatro, cinco, seis, siete metros de su dueña “legítima”: La Malfoy.

     

    Pero la historia era que el huevo tenía otra dueña, una que no lo había comprado, no lo había pagado con copiosos galeones ni lo había registrado en el Ministerio. Su dueña “biológica” era una integrante de la Reserva Mágica, un agresivo y gigantesco ejemplar hembra de hébrido negro que por alguna razón seguía a Avril de cerca. Si bien la morocha era una de las principales cuidadoras de la misma, hoy la misma guardaba un poco de recelo con ella: No le gustaba que la jefa de la oficina de Bestias tuviera algo que no le pertenecía.

     

    Nadie la había notado rodeando en lo alto de los árboles.- ¿Avril no la había notado realmente?- batiendo las enormes alas de murciélago a compás del viento, paseando su larga y peligrosa cola por entre medio de las copas de los especímenes más altos del bosque. Estaba agazapada esperando a que la oportunidad de recuperar lo que era de ella se le presentara. Y vaya si se le había presentado.

     

    El huevo había quedado a unos pocos metros de los alumnos, más precisamente de la Ryddleturn que por alguna razón se encontraba de pie, con un pergamino en la mano. Bajó en veloz picada y aterrizó plantando sus patas en el césped, dispuesta a recuperar el huevo, furiosa e iracunda como sólo un dragón podía estarlo. Presentaba unas escamas rugosas de color negro brillante y medía unos nueve metros. Era monumental. A lo largo del lomo tenía una cresta, baja pero afilada y sus ojos era púrpura, parecían tener el poder de fulminarte con tan solo mirarte. Pero no. Te fulminaba al abrir sus fauces.

     

    Rugió, tan alto y fuerte que una bandada de pájaros volaron asustados piando, percibiendo el inminente peligro. Eran inteligentes las aves, la única salida era escapar. La Malfoy despertó pero no pareció sorprendida. Asintió y aguardó. Sólo intervendría si algo se salía de control, lo cual era bastante probable. ¿Lo había planeado todo?

     

    La fiera agitó su cabeza y su cuello se tornó de un color anaranjado, que surgía en su pecho y subía por su garganta para terminar quemando por completo la tarea que la joven tenía en su mano, reduciéndola a cenizas. ¿Qué harían entonces? ¿Cómo se desharían del dragón? ¿Cómo saldrían ilesos de aquello? ¿Y como harían para devolver el huevo a quien realmente le pertenecía? Eso ahora era asunto de ellos…

     

    •••

     

    Off: Chicos, me pareció oportuno dejarles un off xD Quiero decirles que yo valoro muchísimo la creatividad en roles, @@Apolo Granger me encanta que tomes la iniciativa en salirte del rol convencional e inventar posibles aventuras. Quiero decirte que sigas así, que te sientas absolutamente libre de lidiar con el rol y de dispararlo hacia los lugares que te parezcan. Muy muy bien hecho. Excelente.

     

    --->*Con lo mal que me va el foro, no leí tu último rol Apolo, te pido disculpas por eso. Sólo tomalo como que Avril te ignoró (?) va muy bien con su forma de ser. Yo, Carla, no te ignoré y te pido mil disculpas porque posteé antes de leerte. El foro me va realmente muy muy mal. <----

     

    @@Caroline Ryddleturn igual, sigue el rol de Apolo, no hagamos de esto una clase en donde alguien dirige. Quiero que el rol lo dirijan ustedes mismos. Yo iré planteando situaciones como ésta, pero ustedes si tienen que rolear más de una vez siéntanse libres de hacerlo. Son roleros increíbles los dos.

     

    @ por favor, me gustaría que interactúes más con tus compañeros y que los leas atentamente, así como a mí.

     

    De ahora en más pueden tratar con el dragón utilizando lo que se les venga a la mente: hechizos, protecciones que crean necesarias, lo que sea. Son libres. Sólo tres condiciones: no dañen al dragón, no pueden rolear que el dragón “es bueno y les hace caso” -¡De ninguna manera! xD- y que el huevo esté a salvo al final del rol, y sea devuelto a Avril.

     

    ¡Libertad y creatividad! xD

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  13. Y de a poco los alumnos comenzaban a presentarse. Algunos de ellos mencionaban que habían llegado tarde, otros quizás pensaban que ella misma había comenzado a deshora. La realidad era que a Avril Malfoy poco le importaban las banalidades tales como el cumplimiento de horarios y el protocolo. Lo que demostraba si tenías madera de mago era otra cosa, era el ímpetu, la audacia y la valentía. Y aún más si lo querías aprender era acerca de las criaturas mágicas. Ellas no sabían leer las manecillas del reloj.

     

    Asintió cuando, cada uno, le alcanzó el pergamino con la descripción que les había pedido. El primero fue un joven de cabello azul muy llamativo. Parecía ser nuevo, apenas graduado, aún descubriéndolo todo. Lo observó un rato antes de contestarle y luego bajó su mirada gris hacia el pergamino.

     

    Luego llegó la chica y seguido de ella, otro joven, el cual le parecía conocido. Quizás de la Organización o de la familia, pues era un Malfoy. Le dio una ojeada a las tareas y asintió. La mortífaga no era amigable, al contrario de lo que todos piensan que un profesor tiene que ser, sino más bien era seria, introvertida, con un aire de orgullo y un semblante serio la mayoría de las veces. Sus facciones pequeñas sin embargo sabían moverse en forma de muecas y cuando algo le molestaba, la divertía o la aburría, solía verse reflejado en su frente, la forma de sus ojos grises o en como movía sus labios pequeños pero bien torneados. Una piel blanca como la porcelana hacía contraste con sus cabellos, completamente negros.

     

    -Ahora que estamos todos aquí me presento- comenzó irguiendo su pecho y sosteniendo la barbilla alta, como si le hablara a alguien que la superaba por mucho en su estatura. Ella siempre había sido menuda de físico, de uno escaso metro y sesenta aunque su cuerpo tenía la flexibilidad y habilidad necesarias para el trabajo que hacía.- Soy la jefa de la oficina de Bestias, en el Departamento de Control y Regulación de Criaturas Mágicas. Anteriormente fui la Directora de dicho departamento y la fundadora de la Reserva Mágica Newt Scamander. Principalmente, como bien habrán deducido, dedico mi vida entera al cuidado, control y regulación de bestias, seres, animales, plagas, elfos domésticos y todo lo que comprenden las criaturas mágicas…-

     

    Tomó un respiro y acomodó un mechón de su cabello detrás de una pequeña y blanca oreja. Y prosiguió- El objetivo de esta clase es que conozcan las diferentes criaturas y que sepan como lidiar con ellas. Que las respeten y aprendan la manera de cuidarlas.- pasó la mirada por cada uno de ellos y agregó: -Respetar significa aceptar la naturaleza del otro, sea cual sea, y no intentar cambiarla. La naturaleza de un dragón siempre es atacar, jamás van a poder controlarlo. Si pueden manejar sus propias acciones y salvar sus propios traseros. Pero jamás los controlarán. Es importante que entiendan esto. ¿Lo entienden?- les dio una pausa para que respondieran y continuó.

     

    -En la tarea lo han hecho muy bien, considerando que no eran duendecillos señorita Ryddelturn, sino imps. No tiene importancia sin embargo, puesto a que son casi iguales, pero deberá decirme cuales son sus diferencias antes de continuar. – Abrió su morral de piel de moke, el cual estaba encantado con un hechizo de extensión indetectable que hacía que el mismo se expandiera tanto como para guardar allí una casa entera pero que nadie lo notara, y sacó tres libros.

     

    -Criaturas, Bestias y Seres. Guía rápida para magizoologos.- aclaró mientras volaban a las manos de los respectivos estudiantes. Eran volúmenes amplificados con magia también, en apariencia un libro común y corriente, pero dependería de donde lo abrías y podrías tener un gran problema. –No van a abrir la página 100 ni las subsiguientes, por el momento. Quiero que se sienten- levantó una mano señalando unas rocas y el césped, aún fuera del bosque.- y sacando las conclusiones entre los tres, juntos, ayudándose del libro, me digan las diferentes categorías de las criaturas. Y un ejemplo de cada una. No estoy hablando de las equis sino de Bestias, Seres y espíritus. – asintió y ella misma se sentó en el césped a una distancia prudencial de ellos. Los dejaría que hagan la investigación libremente, que consulten entre ellos y así armaran una sola redacción, en conjunto. Si podían trabajar con otros magos y brujas podrían hacerlo con criaturas.

     

    -Ah, y Señorita, no olvide su tarea extra. Diferencias entre duendecillos e imps. No son muchas de cualquier manera. Manos a la obra. –palmeó y miró el bosque. ¿Los estarían ya esperando?

     

     

     

    @@Apolo Granger

    @

    @@Caroline Ryddleturn

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  14. http://i63.tinypic.com/j8g02h.png

     

     

    No había tenido demasiado tiempo de decidir donde celebraría las nuevas clases de Cuidado de Criaturas Mágicas en aquél lugar, pero sabía que serían al aire libre. En las inmediaciones de la Universidad había diferentes sectores, todos muy pintorescos con sus respectivas aulas equipadas con pupitres, pergamino y pluma, lo básico. La morocha, una mujer alta y espigada que vestía siempre de negro y llevaba sus lacios cabellos sueltos, caminaba pasando todas y cada una de ellas, hasta llegar a un campo abierto. Justo detrás del mismo había un bosque, alejado unos cuantos cientos de metros de los invernaderos de herbología. Estaba convencida de que aquella asignatura no tendría un lugar fijo para impartirse.

     

    En la Universidad las cosas eran distintas. Allí los animales mágicos no pululaban libres ni tenían un sector para cada uno de ellos, teniendo en cuenta sus habilidades y sus peligros. Claro, no cualquiera podía lidiar con bestias: había que aprender a hacerlo. Y para eso estaba ella aquí, para enseñarles a alumnos cómo hacerlo. En realidad no era tan difícil, si conocían la palabra “respeto” la mayoría de ellos lo lograría.

     

    Lo que supo era que para este mes debería inculcarles eso a tres alumnos y lo primero era avisarlos. La realidad era que si debía hacer eso, tenía que hacerlo bien y enviar simples lechuzas a entregar los mensajes de convocatoria para la clase no le parecía lo mejor. Si era lo más cómodo, lo que más se usaba, pero no era lo que más enseñanzas les dejaría. Tampoco podía enviarles el mensaje con un dragón, claro estaba, pues aún podrían no saber manejar la situación del todo.

     

    Alzó la cabeza mirando al cielo, achinando un poco los ojos por la fuerte y luminosa luz del sol, a la cual no estaba acostumbrada y asintió. –Expecto Patronum- mencionó, exactamente tres veces, y los tres serían distintos. Tal era su conexión con las criaturas que podía hacerlos a consciencia, eligiendo que recrear y hacia quien irían destinados. Inclusive sus mensajes, cada uno de ellos llevaba uno especial. En ese caso podía hacerlo, en aquél lugar no había mortífagos ni fenixianos, solo magos y brujas ávidos de saber.

     

    El primero iba dirigido a @@Apolo Granger y lo encontraría allí donde estuviera. Tenía la forma de un cerdo, pero era aún más desagradable. Tenía una cola gruesa, patas largas y entrecerrados ojos negros.

     

    El segundo se presentaría ante @. Medía escasos treinta centímetros, tenía un cuerpo peludo y una gran cabeza. Exagerada para el resto de su cuerpo, calva y gris. Tranquilamente, y agachado, se lo podía confundir con una piedra.

     

    El tercer y último iría en busca de @@Caroline Ryddleturn. Un pequeño ser de veinte centímetros de altura pero sin alas, y sin la capacidad de volar por supuesto aunque parecía ser muy revoltoso y travieso. Si pudiera verse el color, el mismo sería de un marrón opaco…pero en forma de patronus eso no podía distinguirse.

     

    Los tres repitieron el mismo mensaje justo delante del receptor indicado:

     

    – Tu clase para Cuidado de Criaturas te espera en el límite de la Universidad y el bosque. Busca a Avril Malfoy y llévale un detalle completo de que criatura soy. -

     

    Y se esfumaron. De más estaba decir que Avril esperaba un informa completo de aquellos seres incluyendo de que se alimentaban, de donde provenían, cual era el mejor hábitat para el mismo, como se reproducían…lo quería todo, además del nombre. Era el primer paso para poder continuar con aquél conocimiento.

     

    Y la Malfoy esperó, paciente, fuera de los límites del bosque, pero lista para entrar allí en cuanto sus alumnos se hubieran presentado y hubieran cumplido con la primera tarea de la clase, que ya comenzaba muy movida. Allí no había tiempo que desperdiciar. Esperaba que no tuvieran problemas en reconocer a los animales y confiaba en que no llegarían al “aula” sin la información que era requerida de ellos.

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  15. Alzó la mirada al notar otra presencia, aparentemente chequeando que todo esté en orden. No había pedido intervención, era una compra muy privada, no le gustó en absoluto. -Hasta luego- dijo cargando sus huevos y marchándose del lugar lo más rápido posible. Ya tendría tiempo de eclosionarlos, de crearle el ambiente adecuado. Sin lugar a dudas allí no sabían nada de eso, así como ella no sabía nada acerca de rellenar formularios.

     

    ••

     

    @Melrose

     

    Que grosera sos! Por favor, pocas veces vi tan alto nivel de grosería en el foro! Te comento, trabajo en el departamento de criaturas, no en el magic mall. Ustedes están para ver si tiene error o no la compra, yo la traigo lo mejor que me parece. Y esto es literal. Si ves, es una cita, porque me tomé el trabajo de pasarlo antes por mp a un vendedor del magic mall para que me diga si estaba bien, y me dijo que si.

     

    Entonces, vuelvo a repetir, hice lo mejor que pude, pero no trabajo aqui, no es mi responsabilidad saberlo todo, tu responsabilidad es contestar (aprobando o rechazando) cosa que no hiciste desde hace diez días. Asique rechazame la compra, no me importa, pero decimelo con el respeto que me debes a mi y a cualquier persona que no conoces. Y no seas tan grosera.

  16. Justo en el momento en medio, entre que ella se volvía intangible y se disponía a curarse, Nath creó un morphos con su propia capa de viaje. Pudo escucharlo y no pudo parar el aguijonazo de la avispa. Lo sintió punzante en su abdomen. ¿Habría podido evitarlo si recitaba uno de los hechizos que aparecen en su libro nuevo? No lo creía, no le habría dado tiempo a nada pues todo había sido muy veloz. Y porque ella debía curarse de los ataques de su rival.

     

    -Morphos- dijo apuntando a una pequeña piedra que siempre llevaba en su morral, creando un bezoar, efectivo contra cualquier veneno. Lo metió rápidamente en su boca para frenar el efecto letal del animal marino que fuera del agua no podía hacer más de una acción, y luego instantáneamente moriría.

     

    -Episkey- volvió a decir, para terminar de curar sus heridas. Sabía que podría haber retrasado la curación pero no quería hacerlo. –Me rindo- dijo la morocha, girando la varita en sus dedos y guardándola en la vaina de su pierna. –Tu ganas- dijo mientras los truenos acompañaban su voz. –O pierdes. Depende del punto de vista que quieras verlo.- no agregó más, dando por terminada aquella batalla. No sería ese el día en que las torres explotaran, ni que cayeran desplomadas víctimas de los hechizos de los dos mortífagos. No podrían culpar al terrorismo por sus acciones, ningún acto vandálico se había cometido en la ciudad de Nueva York, aunque sí dentro de la cabeza de la Malfoy. Tenia ahora una idea mas clara de como serian las cosas en aquel “nuevo mundo” al que había retornado.

     

    @@Nathaniel Malfoy

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