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Felias Snape Triviani

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Todo lo publicado por Felias Snape Triviani

  1. Buenos días. Solo estoy aquí por obligación dado que diferentes circunstancias de la vida hicieron que perdiera una de las dos familias y por consiguiente me vi llevado por el destino a unirme a una familia. Debido a que la mayoría de las familias actuales son indecente, inactivas, proselitistas, pedantes, anárquicas y altaneras, me vi buscando algo nuevo, lo que me trajo aquí. Espero tener un lindo lugarcito en la familia.
  2. -Bueno, he regresado hace poco tiempo al Concilio, querida Sagis- comentó en respuesta a su comentario sobre la rareza de verle por allí. -Pero sé que amas venir a malgastar tus galeones; de hecho, ¿sabías que tenemos una estantería de expedientes con tus compras?- agregó susurrando. Aquello quizás no era algo que debía decir a viva voz pero la verdad es que tampoco era desconocido que el mismísimo Concilio de Mercaderes llevaba un exhaustivo control de los magos y brujas que compraban en el Magic Mall. Y en el caso de los compulsivos gastadores, se había tomado la precaución de directamente dedicarle una estantería completa en las oficinas. -¡No me digas!- exclamó al escuchar el pequeño problema que tenía con su esfinge. -Debes tener cuidado, madre mía. Nadie querría toparse con una esfinge cuyos enigmas no pueden ser resueltos. ¿Lo has hablado con el ministerio? Por ahora Harpo es la solución pero...- meditó unos segundos pensando en las posibilidades de distintos daños colaterales que la pérdida del bueno de Harpo podrían ocasionar. -¡Ay! Eso es malo Sagis, que no se enteren en el Departamento de Control y Regulación porque intentarán callar a la pobre criatura. La verdad es que a pesar de que las esfinges eran criaturas parlantes (y que en otro tiempo fueron consideradas "seres" cuando se hubo clasificado a "toda criatura parlante se clasificaría como SER") la verdad es que eran muy peligrosas dado que intentarían devorarte si sus acertijos eran mal respondidos. Claro, si eras inteligente y no sabías la respuesta simplemente no responderías por lo que te dejaría ir, ¿pero qué pasaba si la criatura estaba postrada ante la puerta del baño? ¿Acaso irías a hacer tus cosillas al jardín o intentarías responder? ¡Qué dilema! -Si, solo dos. En realidad tengo entendido que el Concilio quiso que los árabes trajeran más alfombras pero supongo su escepticismo del auge de escobas en Gran Bretaña fue suficiente para que lo pensaran dos veces. Digo, ¿quién no tiene una escoba en su casa?- hizo una pausa y luego respondió ante el pedido de reserva. -No puedo tomarte la reserva simplemente porque no sabemos cuando los medio-orientales querrán tratar nuevamente con nosotros pero si les demostramos la demanda que estas Alfombras tuvieron, pues... te mandaré una lechuza ni bien entren.- -Gracias a ti querida, ¡Nos vemos la próxima!- Mientras la pelivioleta se alejaba algo irrumpió en su boca y la llenó de tal forma que casi se ahoga. Cuando pudo notar qué había pasado, se dio cuenta que su prima le había puesto una media de lycra para callarlo ante tanta cháchara. Le dedicó una feroz mirada y mientras ella se puso a atender a Cye (la cuñada de Sagitas; lo sabía porque ella lo había mencionado) y quien se puso detrás, a la vieja conocida Aleera. ¿Qué hacia allí? Por otro lado, Felias se quitó la media de la boca y se acercó al siguiente en la fila, una bruja alta, ojos azules eléctricos y y mirada profunda. -Buenos días señorita Bodrik.- saludó mientras leía el pergamino. -Si, tenemos stock de lo que pide aunque este es el último set.- se lo entregó a la mujer y agregó. -Retírese rápido del Magic Mall antes de que alguien quiera quitárselo.- -¡Aleera!- saludó cuando terminó con Bodrik y vio que Candela le entregaba los objetos que había solicitado. -Tanto tiempo, ¿qué haces por aquí? No hables con Candela, mi prima está medio pirada. No le hagas caso- miró a su prima y agregó. -Déjamela a mi.- volvió a mirar a Aleera y tomó el pergamino que le extendió. -Señorita Malfoy, todo en orden. Nuestra asistente Wanda McGregor te entregará la capa y el pensadero a tu derecha. No olvides dejar la propina.- Luego de entregarle lo correspondiente a Malfoy, volvió aquel elfo esclavizado por el yugo de Colt que ya Felias se había cansado de ver. Tendría que hablar con el Ministerio por aquel tipo de tratos ante ese tipo de seres. Colt no se saldría con la suya (?). -Disculpe, señor elfo. ¿Cuál es su nombre? Dígale que no hay más sets de Quidditch; pero aquí tiene la última capa....- se la entregó mientras tomaba la bolsita con galeones. ______________________ @@Bodrik todo en orden, compra ACEPTADA. @@Aleera Lux Evanik Malfoy todo en orden, compra ACEPTADA. @@Patrick Colt no tenemos más sets de Quidditch. Te entrego la capa nomas. ACEPTADA. AGOTADO SET DE QUIDDITCH AGOTADO CAPA CAMALEON AGOTADO PENSADERO
  3. Había postergado la visita a la trastienda porque quería evitar el tumulto de personas que se estaba acumulando, muchísimo de la cantidad de cliente que se habían amontonado horas antes en la primera planta, y eso que ya su prima, Candela, había entregado varios bichos por aquí y por allá. Pero como le informó que había demasiadas personas le pidió (no utilizó esa palabra expresamente dado que sería muy difícil que Candela pidiera algo) y se estaba haciendo de noche decidió bajar de la segunda planta (a la que recién había acudido en busca de tranquilidad) y atender a varios clientes antes de que se sacaran los ojos. -¡A ver, a ver!, un poquito de orden- demandó entre graznidos, gritos, relinchos, barritos y pedidos desganados. -Tu... ¿Cómo te llamas? A tí te recuerdo, Black Lestrange, ¿verdad? Un jobberknoll para ti... ¡Edna! ¿Serías tan amable de entregarle el pájaro azul a...? ¡NO! Ese no, el moteado. Si...Ese...- volvió a mirar a Amelie. -Cuídelo bien.- Se dio vuelta para ver al próximo solicitante y resultó ser (¡Por dios santo, otra vez!) la doña bruja enana. ¿Es que el demonio quería hacerle caer en la tentación y maldecir a la mujer? -Buenas tardes señorita Madeleine Moody... ¿Así que quiere un Kneazle? Tiene suerte de que hemos dejado de traer a los cruces de estos felinos con los gatos muggles; ahora solo recibiremos kneazles de pura raza...¿Cuál quiere?- cuando la mujer lo hubo elegido se lo entregó en una pequeña jaulita. -¡Candela! ¿Qué haces?- le preguntó a su prima cuando vio que se había puesto a llenar un pergamino de compra en vez de seguir atendiendo a los clientes. -Ya tendrás tiempo para el gato ese, que de por si no creo te falten en tu vida... (?)... Luego te llevarás uno...- Se volteó para ver (de nuevo) al joven Gryffindor que había visto previamente en la planta de pociones y con anterioridad en la planta de objetos. Le miró con amabilidad y escuchó lo que tuviese que decirle. -¿Acaso me dijo "señorita" Triviani?- le dijo a Thomas Gryffindor. Quizás debido a que su primer le había confundido con una mujer, ahora el cliente hacia lo mismo pero con él... Quién sabía. -Occamy y Plimpy, a la orden. Recuerde por favor que no le puedo guardar nada; cuando vuelva veremos si quedan de estos bichos. A menos, claro, que...- hizo un gesto con la mano solicitando una gran propina. El último cliente que se puso a atender fue el mismo elfo de la planta superior que otrora le había intentando entregar un pañuelo para liberarlo del yugo de Colt, pero aún no sabía si había funcionado. Lo que pudo notar, claramente, fue el gesto de asco que tenía en su rostro. -Espero que ese gesto no sea por mi, señor elfo- sonrió con amabilidad. -Pero si, aquí puede ser un poco oloroso. Luego de acostumbras.- tomó el pergamino y se lo aprobó. -Todo en orden, puede llevarle el Cangrejo y el Billiwyg a su "querido" amo...- ___________________ @ @ @@Candela Triviani @@Thomas E. Gryffindor @@Patrick Colt compras ACEPTADAS a los 5, ningún rechazo por ahora. ATENCION: Compras tomadas hasta el posteo #145 inclusive. Ya nos pasaremos a tomar el resto.
  4. Felias se sentía agotado. Había estado todo el día encerrado en la primera planta con clientes avaros que querían objetos totalmente inútiles en la vida cotidiana pero aparentemente ninguno podría vivir sin ellos. De hecho, ya muchos de aquellos artículos se habían acabado. Fue tal el hastío que luego del mediodía decidió subir a la segunda planta que estaba siendo atendida por el viejo Fredson, que no solo tenía demasiados años para ser contados y un historial impoluto en conocimientos de filtros y pociones, sino que era casi completamente sordo. Pero al menos evitaría el tumulto de clientes. -Buenos días señor Gryffindor- le saludó cuando ingresó al reconocerle. A pesar de que estaba esperándole, era el único mago que se encontraba en la planta con el pergamino de compra listo. Si Felias podía despacharlo rápido, se quedaría solo y tranquilo por varias horas hasta que algún otro cliente se dignase a acudir. Era imperioso, entonces, atender bien y ligero al señor Thomas. La presencia de Fredson, el viejo ayudante, no contaba. -¿Primavera? Ya lo creo. ¿Asistirá usted a los festivales de equinoccio? Son muy importantes en nuestra cultura y la astronomía.- agregó luego de escuchar el comentario del hombre respecto a la estación que empezaba aquel mismo día. Aceptó el pergamino que pedía una poción vigorizante, la misma que Felias recomendaba beber para contrarrestrar los efectos colaterales del excesivo consumo de Felix Felicis, y procedió a envolver la poción con papel madera color verde. -Todo en orden, y sí, tenemos en stock. Espero que tenga buen día y suerte en las Festividades de Equinoccio. - Le volvió a saludar y se alegró de volver a la tranquilidad. No bajaría a la trastienda ni loco. Aquel sector era un desmadre. ___________________________ @@Thomas E. Gryffindor todo en orden. Compra ACEPTADA.
  5. Luego de atener a los de aquella mañana los clientes seguían llegando. Entre Wanda McGregor, la ayudante cuya compañía le aliviaba parte del trabajo de la planta, y él ya se habían tomado más de cuatro tazas de café expreso, y grandes. La cantidad de personas que habían concurrido al Magic Mall aquel día era descomunal, tanto que creyó no podría irse hasta que vaciaran las góndolas, estanterías y vitrinas que allí se mostraban. De una forma u otra, iban a quedarse sin stock. La siguiente mujer le parecía conocida de algún lugar pero no podría decir de dónde. Era alta, de cabello castaño y unos extraños ojos rojos. Saludó de forma simple y solicito un set de quidditch mientras entregaba el pergamino. -Buenos días señorita Black Lestrange- le saludó. -Todo en orden. A su derecha Wanda le entregará el set de quidditch. ¿No quisiera llevar algunas escobas? ¡Tenemos muchas!- Mientras la bruja se alejaba para recibir el paquete envuelto de Wanda, Felias pudo ver con sus bicolores ojos una cabellera violácea al final de la fila que pertenecía a una mujer que acababa de llegar y parecía nerviosa. Le pareció saber quién era a pesar de no ver su rostro dado que aquel color de cabello era tan normal como ver un dragón sobrevolando el Callejón Diagon. -Señor Gryffindor, ¿qué sucedió? ¿algún problema con su alfombra? ¡No hay reembolso!- pero el hombre se puso a hacer un comentario sobre el bullicio que se había creado y que incluso las criaturas de la planta baja parecían percibir el estado de locura masiva. -Si, suele pasar cuando sacamos nuevos productos que son poco cotidianos. Le aseguro que mañana esta tienda estará vacía. Por lo pronto, todo en orden con su compra. A su derecha Wanda le entregará el pedido- estampó el sello de "aprobado" y le saludó con una sonrisa. La siguiente mujer fue la misma que ya había visto dos veces y le dolían los ojos. ¡La enana de nuevo! ¡La confafuladora del demonio! ¿Acaso quería volverlo loco? Eran tan pequeña que apenas le llegaba su cintura, medía la mitad que una persona normal. ¿Qué era? Le saludó nuevamente mientras tomaba su pergamino y despidió a Moody luego de estampar el "rechazado" en su ficha. -Lo siento enan...Moody. No tenemos más baúles. Vuelva prontos- El siguiente pergamino que apareció ante si estaba sucio, arrugado y tenia la marca de una huella de zapato de hombre. ¿Acaso lo habían tirado al suelo adrede? Tenía el sello de "rechazado" en la mano, por lo que sería muy fácil hacerlo... de todas formas aquel formulario no estaba en condiciones. ¿Qué haría? Estaba por rechazarlo hasta que vio los saltones ojos de la pequeña criaturas que le había extendido el papel y su corazón se sobresaltó de ternura (?). ¿Qué le diría su amo si no llevaba los objetos requeridos? -Buenos días hermosura. Tu amo es una bestia, ¿verdad que si?- le saludó al ver el nombre de la ficha, el nombre del amo. ¡Era hora de liberarlo! -El señor Colt no merece tener elfos- susurró para que solo él le escuchase. Aprobó la ficha, tomó un pañuelo limpio de color azul que tenía en su bolsillo (que escondió detrás de la ficha) y se lo entregó al elfo. -A su derecha la señorita Wanda le entregará el pedido.- No tenía idea de las consecuencias de aquellas acciones pero si había algo de lo que estaba seguro es que solo un Triviani podía tener un ejército de elfos domésticos a su merced. Y Colt no era un Triviani y tampoco alguien que pudiese ir dando órdenes a su servidumbre... (?). Así que deseó que el elfo tomara la prenda aunque había pocas posibilidades de que creyese que eran de su amo. La siguientes mujer ya se había acercado mientras le entregaba el pergamino por lo que le saludó con igual amabilidad. -Buenos días señorita Lenteric. No se preocupe, no me hace perder el tiempo...- si lo hace, pero no podía decirlo en voz alta. -Todo en orden con la ficha. ¡Wanda! ¿Ya terminaste con eso? Entregale a Lenteric un falsoscopio y un monedero de piel de moke... ¡De Moke!- Por último, mientras Lenteric se acercaba a Wanda (que ya había entregado los pedidos anteriores) se acercó la bruja que ya había divisado con anterioridad y dueña de aquella cabellera violácea. -¡Sagitas!- se sorprendió al verle o al menos aquello quiso simular, dado que se había imagino que sería ella quien portase aquella melena. -Buenas tardes, que extraño verte aquí... ¿Has podido conseguir las esfinges o tebos para tu circo? Incluso hemos traído otros bichos. Déjame ver qué me quedó...- Tomó el libro grande y gordo de encuadernación en cuero morado (color del Concilio) mientras con su varita pasaba las páginas hasta donde quería. Leyó con atención y le pasó el comunicado a Sagitas. -No, lo siento querida, los árabes solo nos mandaron dos alfombras. No sé si porque son caras (y requieren mucha materia prima) o porque primero querían ver cómo iría el mercado de alfombras en Londres. Pero ya hace algunas horas se llevaron las alfombras. Con respecto a lo demás...- chequeó el pergamino con el pedido. -... todo en orden. Wanda a tu derecha te entregará el set de quidditch y las botas. ¡Que dejes de ir descalza al fin!- bromeó. -¡Siguiente!- _______________________________ @ todo en orden, compra ACEPTADA. @@Thomas E. Gryffindor todo en orden, compra ACEPTADA. @ compra RECHAZADA. Se acabaron los baules. @@Patrick Colt todo en orden, compra ACEPTADA. Otra cosa, a veces es confuso ver con qué personaje o ser estás roleando si no lo especificas bien. @ todo en orden, compra ACEPTADA. @ todo en orden, compra ACEPTADA.
  6. Luego de los pocos minutos que se tomó de descanso y de los cuales aprovechó para tomarse un café bien a lo muggle (y preparado por la buena de Wanda que lo había preparando bajo la orden de Snape pero previendo que el lugar se llenaría aún más de gente). Antes de poder darse cuenta, el vampiro ya estaba tras el mostrador con la esbelta y rubia Wanda McGregor, su ayudante, a su lado dispuesta a sacar a todos los clientes del Magic Mall lo más satisfechos posibles. Ajustaron sus túnicas moradas y enviaron sendas miradas al primero de la fila. Orión. Pero antes de poder atenderle vio como su prima metía un pergamino de compra disimuladamente en el mostrador en el que ponía no solo los objetos que quería (y que no iba a pagar por ellos, sino que esperaba que Felias los "consiguiera para ella") sino que su silencio se iba a romper de forma rápida si no actuaba. Por lo que mientras Orión terminaba de escribir su propio pedida, sacó su varita, encogió un set de quidditch y lo escondió en un costado. Ni bien tuviese tiempo se lo llevaría de incógnito. Y se acercó Orión, al fin. Había vuelto y Felias pensó que quizás aún siendo pobre quería ser tan popular como los demás al asistir a la tienda y llevarse algunos objetos. Se preguntó si "Alfombra Voladora" sería lo que leyese en el pergamino pero no creía que pudiese pagarla (y no mencionemos que se habían acabado recientemente). -Si, Orión, ya està...- le respondió mientras leía el pergamino manchado de tinta y con partes tachadas. -¿Yaxley? Hace unos minutos una bruja de apellido Yaxley quiso llevarse una de las alfombras. Creo que ella sí tenía el dinero. ¿Burgués? No, parecía una cualquiera...- le pasó el pergamino a Wanda para que se hiciese cargo de la entrega de sus objetos luego de haber estampado el sello de "aprobado" en el papel. La siguiente bruja que se acercó resultó ser lo que Felias llama una mal educado, o quizás simplemente una irreverente por omitir lo que todos tienen la obligación de dar: un saludo. No pedía mucho, pero le gustaba que las personas dijesen buen día, buenas tardes o buenas noches. Que va, se conformaba con un simple hola. Pero aquella mujer de nariz respingada, ojos café y manos tan pequeñas que le disgustaron tan solo verla, no emitió palabra alguna. -Buenas noches señora Evans McGonagall- le saludó luego de ver su nombre en la ficha. -La próxima intente al menos saludar que no somos sus esclavos.- estuvo a punto de estampar el sello de reprobado sin motivo alguno pero luego cambió de opinión. El siguiente que le dejó un pergamino tampoco saludó, pero al menos le había visto aquel mismo día en otra planta por lo que simplemente rodó los ojos al ver la pequeña bolsita de mimbre que contenía los galeones. Era un gesto demasiado pedante y precisamente él era el tipo de personas a los que Orión había estado denominando "burgueses", lo que vivían con galeones en el bolsillo preparados para cualquier situaciòn que requiriese de un soborno en metálico. -Wanda, ¿listo con el señor Yaxley? Entrégale los objetos a la señorita Evans McGonagall y al señor Colt por favor.- Su ayudante se dispuso a entregar todos los objetos pendientes mientras iba anotando el stock real de los objetos que iban saliendo. Ya habìa pasado una vez que un chistocito habìa usado la madición geminio para replicar objetos pero que obviamente no tenían el valor real. ¡El problema que ocasionó! Snape no quiso recordar aquello así que siguió atendiendo al próximo mago que se acercó, que resultó ser alguien conocido. -Buenos días señor Severus Black...- le recordó porque no hacia mucho tiempo atrás había ido a su negocio Sánix de Diagon buscando una varita que funcionase de verdad y no como las que vendían en Ollivander. Aquel vejestorio de persona ya no podría crear una sola varita que lanzase chispas. -¿Cómo le fue con la varita de laurel y núcleo de veneno de acromántula?- cómo olvidarle. Tomó su pergamino y solo le aceptó uno de los objetos. -Lo siento señor Black, ya no tenemos Navajas. Si le interesa puedo ofrecerle...- se quedó pensando unos segundos. -...escobas. Tenemos muchas escobas. Wanda te entregará las botas; ya era hora que dejaras de ir descalzo.- Aunque la próxima bruja no le saludó, le habló con cortesía y ya venía preparada con el pergamino debidamente completado, por lo que poco se detuvo con ella aunque se aseguró de saludarla como correspondía (y como la irreverente señorita McGonagall que ya se había retirado). Esta bruja tenía un rostro extraño, poco común y aún así se las arreglaba para ser consideraba... bonita. Cara alargada, ojos saltones y castaños claros, nariz aguileña. -Buenos días señorita Rambaldi Vladimir- le saludó y miró lo que solicitaba. -Sus datos están correctos, pero no tenemos más navajas, lástima. Y solo nos queda un baúl, así que usted se está llevando el último.- se giró a donde estaba Wanda y le gritó -¡Wanda! Que se vayan todos los que quieren alfombras, navajas o baúles. ¡Que no hay más!- aprobó la ficha de Heliké y se lo pasó a Wanda para que se lo entregase. -¡Siguiente!- _________________________________ ATENCION: Para ir en orden, tomé solo parte de los pedidos pendientes, específicamente hasta el posteo #126 (anteriores a mi rol anterior) AUNQUE sí incluí el rechazo de posteo #130 @Orión Yaxley todo en orden. Compra ACEPTADA. @ todo en orden. Compra ACEPTADA. @@Patrick Colt todo en orden. Compra ACEPTADA (lee más abajo sobre tu segunda compra). @@Albus Severus Black No hay más navajas. Solo te tomo las Botas. Compra ACEPTADA. @ no hay más navajas. Solo te tomo el Baúl. Compra ACEPTADA. @@Candela Triviani no hay más baules. Solo te tomo el Set de Quidditch. Compra ACEPTADA. @@Patrick Colt tu segunda compra RECHAZADA. Aunque no contesté tu rol, no puedes hacer una compra sin que se haya tomado la anterior. Así que solo cuenta la primera. A partir de ahora SI puedes hacer una nueva compra. AGOTADO ALFOMBRA VOLADORA AGOTADO NAVAJA MAGICA MULTIUSOS AGOTADO BAUL DE SIETE CERROJOS
  7. Aparentemente le llegó tarde la información de que habían repuesto el stock de ciertos artículos mágicos incluyendo el stock de algunas criaturas, pero si había algo que le había fascinado al Snape fue enterarse de las nuevas criaturas que trajeron como novedad al Magic Mal, y no hablaba de simples criaturas sino de cosas realmente extraordinarias: Occamys desde lo más lejos que pudiera traerse (aunque se trasportaron en pequeñísimas cajas), las grandes jaulas para los Tebos, las Esfinges (dios se apiade de aquellos que pudiesen llevarse alguna) y algunos Plimpys. ¿Qué algunos no hacian té de plimpy? ¿Dónde lo había oído? Lo que si oyó fue el repentino barullo que se armó en la primera planta; magos y brujas que se encontraban en otros sectores del Magic Mall, algunos que estaban en Diagon y que oyeron (o leyeron en cartelera) las novededades de lo que había ingresado se apresuaron a ingresar a la primera planta y el desorden ocasiado fue demasiado... Pero todos decidieron acercarse al mismo momento a la planta y por un instante Snape se sintió abarratodo. -¡Malditos sean todos! ¡Largaos!- empezó a decir Wanda que aún se sentía un poco mareada y desconcertada por el encantamiento confundus que Felias le había lanzada poco tiempo atrás. -¡Calla Wanda!- le reprendió Felias. -Que estos humanos vienen a comprar. ¡Haz café!- Recibió primero a la enana cuya mirada había intentando evitar en la planta superior y que no hizo diferencia esta vez. Seguramente sería extraño intentar mirarle a los ojos porque de alguna u otra forma le acusaría de machista opresor. ¿Sería demasiado si se agachaba y le saludaba desde su altura? Lo hizo, esperando no obtener represalías negativas. -Buenas noches otra vez, señorita Moody- dijo señorita porque parecía una niña, no porque lo fuera (aunque a decir verdad poco le importaba la verdadera edad de la bruja). -Como siempre su pergamino tiene todo en orden. Mi ayudante Wanda McGregor...- la señaló, quien intentaba vanamente de que las personas no se encimacen unas sobre otras ni rompiesen ninguno de los objetos mágicos valiosos que allí se encontraba -...le entregrá los objetos.- Cuando la pequeña mujer se hizo a un lado esperando que Wanda le diera sus objetos (los polvos Flú y la capa Camaleón), la esbelta ayudante que mostraba sin tapujos su labial rojo dejó pasar al siguiente cliente, una mujer también esbelta, altura vulgar y cabello rubio. No sabía a quién le hablaba, pero escuchó que rezaba que aquella fuese su última compra. -Buenas noches señorita Delacour...- le saludó mientras aceptaba su pergamino y rapidamente (para no demorar a los demás clientes) revisaba que no quisiera llevarse nada ilegal ni objetos poderosos por fuera de su habilitación ministerial. ¡Que todo debía estar en reglas! -¡Por Merlín, Zeus y Quetzalcoatl! ¿En serio quieres gastar esa cantidad de galeones en una alfombra? Es puro lujo, le advierto. Las escobas son más fehacientes y cuestan mucho menos...- como la mujer parecía decidida en realizar aquel gasto por una alfombra familiar y recién llegada de Oriente, Snape decidió darle para delante. Luego se arrepentió. -No se la entregaré, es peligroso. ¡Siguiente!- El próximo que se acercó resultó ser también alguien conocido, nada menos que el famoso (y no por buenas historias) Orión. Pero quizás se había arrepentido de gastar mucha plata y había recordado lo pobre que era por lo que se retiró aún con el pergamino en la mano. Felias rodó sus bicolores ojos poniéndolos en blanco y esperó que se acercase el siguiente cliente. Este era alto, esbelto, de piel pálida y a Felias le pareció curioso que no tuviese cabello más que el de la cabeza (al menos de forma visible). ¿Sería lampiño en todo el cuerpo? Reprimió los pensamientos antes de que se salieran de control y le saludó. -Buenos días queridísimo señor Gryffindor.- le saludó con extrema cortesía dado que no puedo evitar sonreir abiertamente ante el gesto amable del joven y, quizás debía admitir, porque le atrajo desde un primer momento. -Todo en orden señorito- aplastó con fuerza el pergamino con la palabra "aprobado" y se lo entregó a Wanda. -La señorita Wanda McGregor le entregará la alfombra y la navaja. Por favor, sea precavido con la misma, ahora vinieron mucho más filosas que las anteriores. No solo la verdad corta...- le sonrió mientras guiñaba un ojo. La siguiente bruja que avanzó (previa autorización de Wanda, ¡que ayudante más eficiente!) resultó ser bien fea. Tenía el cabello castaño y lacio, unos ojos grises como los ojos de un gato y aún así, saludó con cortesía. Felias se preguntó si devolver el mismo saludo y evitar el contacto directo como había hecho con la enana que se había presentado minutos atrás, o atenderle como a una persona normal. ¿Cómo debía proceder? Pasaron varios segundos de escepticismo cuando notó que Wanda estaba muy ocupada entregando los objetos por lo que no pudo dilatar el saludo de la cliente. -Buenos días señorita...- aceptó el pergamino y lo leyó. -Yaxley... ¿Yaxley?- preguntó curioso. Últimamente había visto demasiados magos y brujas con ese apellido por todo Ottery y Diagon por lo que se preguntó dónde se habían escondido los últimos años. No era normal. -La señorita McGregor le entregará la alfombra. ¡Wanda! -le habló a su ayudante mientras terminaba de envolver la capa para Moody. -Enrolle esta alfombra y deja pasar al siguiente cliente. ¡Ah, no, espere! Esa alfombra es la de Delacour... Lo siento Yaxley, no tenemos más alfombras Siga participando-. La siguiente mujer resultó ser nada menos que una bruja que ya había visto con anteriodad en Gringotts aunque no podría decir a ciencia cierta si era pobre o no. Si, aquel dato era el único que le interaba a Snape dado que las relaciones que crease en su vida dependían de la cantidad de metálico disponibles en las bóvedas de sus relaciones. ¡No había excepciones! Y mucho más debía tener en cuenta aquel dato si iban a comprar al Magic Mall. Felias ajustó su túnica morada y miró a la mujer, alta, tez blanca, cabello rubio y un aspecto de proletariaba y alta alcurnia. El otro extremo de la pobreza, Felias detestaba ambos. -Buenas noches señora Black Lestrange. ¿Usted también viene a por la alfombra?- se extrañó y echó una mirada de desagrado a su compañera de planta, Wanda McGregor. ¿Acaso no conocían las escobas? Aparentemente poco sabían de los efectos colaterales que podían traer el uso continuo de las alfombras, porque todos las pedían. Quizás Snape debía dejar de pensar en lo que pudiese ocurrir y primero en vender. -¡No hay alfombras! ¡Se acabó! Lo siento señorita, los árabes solo nos enviaron dos alfombras y aquellos dos...- señaló a Yaxley y Gryffindor que salían de la planta con sendos paquetes alargados -...se han llevado las únicas dos alfombras que teníamos. Si quiere algo para moverse con presteza, puedo ofrecerle escobas. ¡Tenemos montones! Si quiere puedo ofrecerle Botas de Siete Leguas... no le andaría mal vestir calzado de vez en cuando...- le entregó el pergamino a Wanda y ella, con sus labios pintarrajeados de rojo, se dispusó a entregar los objetos pendientes. Le despidió con un gesto de su mano mientras estampaba el "rechazado" en su pergamino. -¡Chau!- le espetó a la Black Lestrange. La siguiente mujer fue nada menos que una de las ex-empleadas del Magic Mall (y que previamente le había aceptado de contrabando muchas de las compras que él mismo había realizado) y que en la actualidad había sido promovida a las filas del Concilio mismo, el grupo actual llamado "Logia". Por tal motivo, sabía que ella entendería si le atendía de forma rápida. -Buenas noches Catherine, espero no te importe tomar tu misma los objetos. El pergamino está todo en orden. ¿Recuerdas dónde están? Mientras tomas los objetos atenderé al próximo...- que se no se había hecho esperar. Pero iba a tomarse dos minutos antes de seguir... ____________________________________ ALFOMBRA VOLADORA AGOTADA NAVAJA MAGICA MULTIUSO AGOTADA @ todo en orden. Compra APROBADA.. @ todo en orden. Compra ACEPTADA (en el rol puse que no te entregaba nada porque primero te la iba a rechazar xD Pero luego vi que estaba todo en orden pero no tuve tiempo de editar el rol xD) @Orión Yaxley tu rol está asi que te menciono igual; compra RECHAZADA al editar. Espero la próxima. @@Thomas E. Gryffindor todo en orden. Compra ACEPTADA. @ alfombras agotadas; compra RECHAZADA. @@Mia Black Lestrange ficha bien pero se acabaron las alfombras Reclamos, a los dos usuarios que se las llevaron xDDD Compra RECHAZADA. @ todo en orden. Compra ACEPTADA. ACLARACION: Compras tomadas hasta la página 12 completa; si nadie me hace puente procederé a editar este posteo.
  8. El Snape se había quedado estupefacto ante las muecas que hacia su interlocutor como si absorbiera hasta lo inconcebible un aroma que Snape no podía sentir. Parecía excitarlo de una forma poco convencional y se preguntó qué sería aquello. No que le interesase, no, pero le intrigaba el hecho de que, despreocupado, se concentrase en otra cosa que no fuera la conversación que estaban teniendo. Poco y nada se había relacionado con ese tal Colt dado que las pocas misiones o actividades que otrora hubiese realizado para el bando que antaño pertenecieron, ninguna había sido con la compañía de ese hombre. Pero le conocía, claro. No le iba a ningunear ni tratar como quizás merecía ser tratado pero de sobra estaba decir que todos en algún momento le habían oído mencionar. No siempre bajo buenos pretextos. -¿Juego de palabras?- repitió confuso. -Puedo asegurarle que no juego con palabras a pesar de que las palabras sí sean un juego para mi. Y le pido por favor que apunte su varita hacia otro lado.- agregó al ver que su varita se dirigía directo a su rostro; el aludido se defendió diciendo que no le dañaría sino solo darle más trabajo. Y claro, para eso estaba Snape. Le pareció que Colt iba a agregar un comentario por el tipo de mueca que hizo pero a continuación solo le pidió un par de pociones. -Poción re-abastecedora de sangre y un crece-huesos para el señor, querido Fredson- le ordenó al viejo ayudante de la planta. -No se las envuelvas, así están bien. - Mientras el vejestorio de persona le entregaba las pociones a Colt, se acercó una bruja con cabello largo y ondulado de un color parecido al chocolate. Le sonrió con amabilidad pidiéndole dos pociones. -Buenos días señorita...- miró el pergamino que había escrito -...Rambaldi Vladimir. Déjeme ver si tengo de estas pociones...- Tomó el súper libro que constaba del listado de todas las pociones en stock y, mientras tocaba con su varita de ébano el libro (gordo, largo y de encuadernación de cuero morado, el color del Magic Mall) las páginas pasaron rápidamente hasta detenerse en los nombres buscados. -No hay problema señorita Rambaldi, todo en orden. El anciano que está a su derecha...- señaló a Fredson (muy sordo era el pobre) -...le entregará las pociones.- con un movimiento de su varita un pequeño pergamino voló hacia las manos de Fredson quien se dispuso a entregarle las pociones. Con la tercera cliente que se acercó no hubo conversación de por medio, al menos proveniente de ella (dado que ni siquiera saludó, algo que le pareció muy irrespetuoso teniendo en cuenta que ellos, los empleados del Magic Mall, debían atender todo el día a clientes amables, de mal humor, irrespetuosos y alegres) pero Snape sí se aseguró de mostrar cortesía. -Buenos días señorita Moody- saludó al ver el pergamino que le había entregado e intentando evitar mirarla directamente porque sino se iba a notar su mueca de disgusto al estar ante una bruja de tan poca estatura. Dicen que las personas de ese tamaño congenian con el demonio.... Estuvo a punto de sacar su crucifijo que colgaba del cuello pero prefirió sin embargo despedirla rápido. -Señorita Moody, tome las pociones, su ficha no está correctamente llenada pero... yo lo hago, no se preocupe- con otro movimiento de su varita completó la línea faltante y le entregó las pociones que volaron previamente hacia él. -¡Adios Moody!- y deseó que nunca más vuelva (era de mala suerte). __________________________ @@Patrick Colt te faltaron las sumas de los puntos y galeones abajo en la ficha; pero por esta vez lo dejo pasar dado que la suma la podemos hacer nosotros. Pero ADVERTENCIA: que no vuelva a pasar porque la próxima será rechazada. @ todo en orden querida @ te faltó poner link a tu ficha de personaje en el nick; por esta vez lo dejo pasar pero ADVERTENCIA: la próxima será rechazado. POCION CRECE-HUESOS AGOTADA
  9. Luego de la experiencia vivida con los aethonans que le rodeaban se sentía extasiado por el poder que el hechizo aprendido del libro le había podido demostrar, un vínculo con sus mascotas que nunca había podido experimentar antes. Sus ojos se habían humecido y miraban en lo profundo de aquella bestia alada cuando un profundo sentimiento de desasosiego recorrió su espina dorsal. Bajó la mirada unos segundos, confundido, sin saber lo que le había pasado y volvió a levantar la vista hacia el caballo cuyo enlace había logrado tan solo unos minutos atrás para darse cuando que su propia visión había cambiado. No eran sus caballos. Miró confundido a su alrededor, a los otros tres caballos ahora totalmente desconocidos que volaban sobre ellos, el aethonan que Arcanus había intentando incendiar... Eran bestias ajenas a las suyas y no pudo evitar preguntarse qué demonios había ocurrido. Miró perplejo a la profesora con la varita de ébano colgando de su brazo izquierdo, a su lado, sintiendo una leve vibración de un anillo al cual no le podía prestar atención. La extrañesa cambió y miró con auténtica vesania a cada de unos los presentes, intentando dilucidar quién había sido el causante del encantamiento confundus que le habían lanzado, dado que era la única posibilidad y explicación lógica que él haya confundido a cuatro bestias totalmente desconocidas en sus cuatro amados caballos alados. -¿Quién...- empezó a decir en un susurro porque el estado de su cuerpo no le permitía hablar con más voz. De hecho, se preguntó dónde se encontraba y le costó todo un minuto completo, mientras miraba a su aldededor, de lograr comprender el escenario que le rodeaba. Pudo ver el risco de su izquierda con una pequeña y extraña nube que rauda se acercaba, la extensión de verde que se alejaba hacia el horizonte, el arona a sal que se sentía en el aire y le quemaba la nariz. Si, ya comprendía. Rano Raraku. Allí se encontraba. No había podido identificar las palabras de la instructora ni lo que decía sobre uno de los anillos hasta que fue demasiado tarde y fueron invadidos por aquella nube que resultó ser un enjambre de Billywigs, unos pequeños insectos azulados que zumbaban con frenética fuerza. Cuando Felias se giró hacia donde se encontraban los demás, solo pudo ver a Avril que intentaba espantar a los insectos a su alrededor mientras le gritaba a la profesora por una explicación más clara de lo que deberían hacer. Y Arcanus... ¿Dónde estaba? Le buscó dos segundos más y allí lo vio, a los lejos, cayendo por el risco mientras era empujado por unos de los caballos. ¿Acaso era el que él había controlado? No lo supo, porque su estado de confusión por el hechizo que alguién le había lanzado le nubló la percecpción real de las verdaderas caractísticas de las bestias. Volvió en si cuando sintió un pinchazo agudo en su brazo derecho; varios de aquellos insectos volaban alrededor de él buscando un lugar donde clavar su aguijón y Felias comenzó a agitar los brazos con vehemencia, olvidando por un momento que tenía su varita en la mano izquieda la cual comenzó a echar chispas rojas por su cuenta. -¡Aguamenti!- un chorró de agua emanó de su varita cual Peña de Horeb y los insectos esquivaron el agua con su extraña velocidad de vuelo. Felias aún se sentía desconcertado, tenía los ojos ofuscados y le costaba concentrarse. Aún no podía quitar de su cabeza el hecho de haber creído ver (y establecer un vínculo mágico de aquel tipo, como la vieja civilización de los Na'Vi) a sus amadas mascotas. ¡Maldito seas Zeus! -¡Avis!- una bandada de unas pequeñas aves negras partieron raudas de la varita de ébano y le rodearon mientras perseguían a los insectos, devorándolos. Eran mirlos, un tipo de aves que se alimentaba principalmente de insectos por lo que no tardaron en eliminar la mayor parte de los billywig y logrando que los demás se alejaran circunstancialmente del Snape con objetivo Avril y la profesora. -¡Gracias por el aviso de que tenga cuidado, profesora!- le recriminó, dado que podría haberle avisado antes de aquel repentino ataque. -¿Y cómo haremos para practicar el hechizo si no nos dice cómo?- agregó mientas los mirlos negros volaban a su alrededor, defensivamente. No recordaba cuánto duraba aquel encantamiento pero no creía que fuera por mucho más. -No sé por qué demonios he aceptado venir aquí- Agregó por lo bajo. Y justo lo recordó, para hacer una detallada investigación de los peligros que conllevaba el uso y vínculo de aquellos libros para posteriormente, realizar una demanda como correspondía ante el Ministerio de Magia. Pobres aquellos que defendían los ideales Uzza.
  10. A pesar de que estaba seguro que Wanda no sabría lo que le había pasado y, ni mucho menos, tendría pruebas fehacientes de que Snape le había lanzado un encantamiento Confundus para poder hacerse (sigilosa e indebitamente) con algunos de los objetos de aquella planta, aún exteriorizaba el resquemor que le era imposible ocultar. Tenía miedo que le pudiesen descubrir lo que había hecho pero sabía tenía sus motivos. ¿Acaso la necesidad de comprar el silencio de alguien (más precisamente el de su prima Candela) mediante el robo de objetos no era una forma de acabar con ella de una vez por todas? Su plan aun requería que la mujer intentara salir del Magic Mall para que el plan diera sus frutos pero... no estaba seguro de las consecuencias que pudiesen ocurriar ni conocía los posibles daños colaterales. Por el momento, Wanda McGregor, la ayudante de la planta de objetos, iba perdiendo los efecto del encantamiento que Felias le había lanzado y no parecía sufrir efectos secundarios. Mientras Felias le observaba sutilmente, se acercó una vampireza a quién ya conocía; con ella, eran dos los ex-miembros del honorable Wizengamot que se acercaron a aquella planta en el mismo día, personas que habían logrado ostentar un título no solo social sino político y que por uno u otro motivo sufrieron la deshonra y vergüenza ante todo Londres de ser rebajados a los rangos jerárquicos sociales más burdos que pudiesen existir, como él mismo había experimentado, entre plebeyos, sangre sucias y los paupérrimos habitantes de Londres. Que bajeza. -Buenos días señorita Malfoy...- le saludó cuando le vio. -¿Unos guantes de piel de dragón? ¿Acaso no tenías un par, o varios?- quiso saber. Suposo que la respuesta era que simplemente se le habían averiado, perdido o fueron robados dado que alguien con el trabajo que ella tenía en el Departamento de Control y Regulación de Criaturas Mágicas le obligaban a estar en contacto directo con peligros naturales, por lo que aquel tipo de prendas eran escenciales. Y claro, también eran requeridos en la elaboración de pociones muy avanzadas por el uso de sustanacias mágicas no solo peligrosas sino altamente contaminantes sin el debido cuidado, por lo que los guantes de piel de dragón era una necesidad para cualquier mago que se respetase. Y ella tenía debido cuidado de eso. -No busques reemplazo de esos excelentes anteojos anti-basiliscos que traes, Avril. Yo mismo los he usado cuando vinisite a las catacumbas del castillo Slytherin, hace ya muchos años, para certificar que yo tenía los conocimientos necesarios y cualificaba debidamente para el cuidado de ellos. Y debo admitir que aquel día fue la primera vez en mi vida...- cerró los ojos unos segundos, recordando aquel sentimiento que había provado escalofrías por todo su cuerpo. -...que pude ver a mis basiliscos directamente a los ojos. No sé cómo te las has ingenieado para crearlos o cómo has podido siquiera lograrlo, pero desde ya son valiosísimos.- Se detuvo un momento mientras iba a buscar los guantes de piel de dragón y los anteojos alfa, para regresar minutos después ondeando la túnica morada que le representaba como empleado de la super tienda ministerial. Pasó su mano por el cabello hacia atrás acomodándolo como si una leve brisa lo hubiese hecho y miró las negras prendas de Malfoy mientras le entregaba los objetos. Miró los anteojos alfa y emitió una pequeña sonrisa, de lado. -Estos anteojos tienen unos pequeños y fáciles encantamientos que permiten ver la composición de pociones y poco más, pero resultaron muy útiles, igual que fáciles de vender. Pero mantén tus antiparras antibasiliscos cerca tuyo- había levantado un dedo que exigía atención. Aquello no era una sugerencia, era una advertencía. Bajó la voz y se aseguró que nadie, ni Wanda, les oyera, aunque esta aún tenía su vista perdida .-Ultimamente he escuchado cierta información que... No querrás perderlas.- Sabía que los cotilleos que había estado escuchando no eran más que eso, chismes, pero muchas veces los mismos tenían una base sólida sobre los que habían sido creados y no costaba nada tener precaución sobre el futuro cercano. Y debía admitir que ultimamente le estaba costando utilizar sus conocmientos adivinatorios para la exacta y correcta percepción del futuro cercano. Por lo que lo único que sabía es que alguien pretencía soltar (aunque no se sabía dónde o cuándo) un basilisco. ¿Quiénes poseían aquellas serpientes en la actualidad? O mejor dicho, ¿quiénes cuidadan sus propios basiliscos en la actualidad? ¿Quién tendría el valor de hacerlo? Miró los ojos de Malfoy y decidió que había dicho demasiado por lo que se apresuró a responder su consulta. -La Moto Voladora cuesta 4000 galeones; una ganga, no creo tengas problemas en adquirirla... cuando tengamos stock. La última moto fue comprada hace ya casi una mes, y nuestro proveedor de Irlanda aún no nos ha dicho cuando nos traerá la reposición.- ______________________________ @@Avril Malfoy todo en orden, compra aceptada. Aunque ni se te ocurra cambiar estos pobres anteojos con tus antiparras!
  11. Acababa de rechazarle la compra del caballo alado y esquelético al tipo que había intentando llevarlo junto con el aethonan, por lo que Snape estaba radiante. Le encantaba rechazar compra y ver las expresiones de los clientes cuando lo hacia. Algunos se enojaban, a otros poco le importaban y algunos (los menos) largaban a llorar. Aún recordaba cuando le había rechazado la compra de una Vuelapluma a una niña de unos doce años solo porque no le había gustado su cara (¡Y qué cara tenía la pobre!) por lo que no veía la oportunidad de volver a hacerlo. El día seguía igual; descubierto, soleado por con aquella brisa de estación intermedia que hacia salir con gruesas túnicas por la mañana pero que no sabías dónde llevarlas por la tarde. Era el famoso dicho de "túnica por la mañana, te la metes por..." Fue interrumpido por la presencia de la nueva cliente cuyo rostro le pareció conocido, pero era tan vulgar que podría haberlo confundido con cualquier otro. Su cabello rojizo como el fuego era demasiado común en las muggles y mágicas calles de Londres por lo que seguro se la estaría confundido con otra, a pesar de que debería recordar su rostro con forma de corazón. ¿No había conocido una tal Esme con aquellas características? -Buenos días señorita- le saludó al tiempo que esta le entregaba las fichas de compras. -¿Un gato?- repitió burlándose de ella. -¿Un perro? ¿Qué cree que es esto? ¿Una tienda muggle? Por favor señorita, aquí solo vendemos criaturas mágicas. Si lo que usted quiere es un gato, puede llevarse un Cruce de Kneazle que le aseguro son mejores que los gatos muggles. Y si busca un perro, mejor llévese un Crup. Nada mejor que la compañía de ellos. Claro, podrá llevarlos siempre y cuando tenga permiso del Ministerio de Magia...- hizo una pausa y le agregó. -Y también tenemos Lechuzas, porque como usted sabe, son criaturas mágicas, sino ¿Cómo podrían realizar sus tareas?- era obvio. Apretó con fuerza el sello de "RECHAZADO" en la ficha de compra y se la devolvió a la mujer. Ay, que lindo era aquel día. ________________________________ @ lamento decirte que tu compra ha sido rechazada. No se venden criaturas muggles en la tienda a excepción de lechuzas, por el simple hecho de que estas algo de magia deben tener para poder lograr sus cometidos Eso no quita, por supuesto, ¡que puedas agregar las criaturas muggles a tu ficha! Y que luego certifiques en el Ministerio como cualquier otro animalito En tu ficha puedes agregar las criaturas muggles que quieras. Por otro lado, si te interesa, te dejo el listado de las ciaturas X que puedes comprar aquí según tu rango social (y que por consiguiente dan puntos): Gusamoco Horklump Micropuff Lechuza Te esperamos para que te lleves alguno!
  12. Aunque el joven (viejo) vampiro ya se encontraba en la segunda planta realizando las tareas que se esperaban de él, no podía evitar recordar las reacciones de los peatones de Diagon que se comportaban como si hubiesen visto un fantasma o alguien no deseado. Poca atención les había prestado al realizar su recorrido desde el Caldero Chorreante hasta el Magic Mall porque no quería entretenerse con banales y pobres comentarios pero algo le hizo recordar a viejas épocas, muy a pesar de él. Habían sido épocas oscuras cuando ellos, los portadores de la marca, incursionaban en diferentes ediciones y lugares exigiendo con solo su presencia no solo respeto sino miedo. Pero sabía que aquello se había perdido mucho tiempo atrás. Ya habían pasado varias horas desde su caminata por Diagon; ahora se encontraba allí, con el cliente frente a él y cuya irreverente actitud le demostraron al Snape que no merecía su amabilidad. Después de todo, sabía quién era. ¿Acaso no le había reconocido hacia dos días atrás cuando le vio después de tanto tiempo en la trastienda, queriendo comprando aquel hermoso ejemplar de thestral? -La muerte de Severus fue una tragedia para el mundo mágico, señor Colt, y una bajeza para quien lo hizo.- respondió ante su maleducada pregunta. Parecía que quería intimidarlo sin recordar que ambos supieron llevar aquella marca de la calavera verde con lengua de serpiente en el antebrazo. No pudo evitar tocar aquella zona, sobre la túnica, recordando cuando le respetaban por su ferocidad y no por su poder político. -Y estoy seguro que comprenderá que aquí...- miró al techo y a los lados mientras extendía su brazo derecho abarcando todo el rango de visión. -...deberá reprimir sus actitudes.- Terminó de envolverle las pociones que había pedido minutos antes (el filtro de los muertos y la suerte líquida) y se las extendió, procurando no tocar su impía piel. -Yo sé quién eres. Ha sabido portar la Orden de Merlín, primera clase, al ser miembro del honorable Wizengamot y ahora rebajado a un simple ciudadano. ¿Qué eres? ¿Orden del Grial? ¿Orden del Caduceo?- rió débilmente, más con tristeza que con deleite dado que él se encontraba en la misma situación, habiendo sido rebajado del otrora Dragón de Oro (antes predecesor de los Orden de Merlín) a nuevos rangos que incluían pobres, plebeyos y sangre sucias. -Recuerdo que usted portaba el Desiluminador de Dumbledore...- Recordaba todos los miembros del viejo Wizengamot y los objetos legendarios que les habían entregado en honor a su poder no solo mágico sino político que pocos habían sabido lograr. Y hoy en día, solo el ministro y la vice-ministra poseían aún esos objetos. ¿Qué había sido de los otros? ¿Qué había sido del Wizengamot? No lo supo. -No nos extralimitemos, señor Colt y atengámonos a los que nos compete.- evitó su dorada mirada dado que aún después de tanto tiempo, debía admitir era difícil mirarle a los ojos. -¿Llevará la poción vigorizante? Estoy seguro será de su agrado.- @@Patrick Colt
  13. Aquel día había amanecido tranquilo, soleado pero con una fría brisa que en algunos casos helaba los ya fríos corazones de los transeúntes del Callejón Diagon. Pero aquello no le importó al Snape dado que estaba radiante ante las expectativas que le esperaban para la semana siguiente. Por lo que la sonrisa (en parte fingida para no espantar a los clientes) nunca escapó de su rostro. Y tal como solía hacer todos los días, decidió subir a la segunda planta en la que solía estar el viejo cascarrabias de Fredson (aunque experto en el arte de cocer pociones). -Buenos días- le saludó al viejo cuando hubo entrado pero este siguió acomodando las últimas pociones que habían ingresado sin escucharle .-¡¡¡BUENOS DÎAS FREDSON!!!- el aludido giró su rostro al haber apenas escuchado a Snape, y le saludó con un leve movimiento de su cabeza. -Maldito vejestorio, sordo de la p...- no importa cómo continuase con aquella frase dado que el viejo no le oiría. Snape se quitó la túnica morada que llevaba el logo del Magic Mall y la colgó en un perchero mientras tomaba una pequeña caja que habían recibido para la reposición de stock. No eran de la mejor calidad pero los proveedores habían accedido a la baja de precios y a veces en la tienda debían saber negociar entre precio y calidad. Mientras revisaba las pociones pudo ver a un hombre a lo lejos que recorría las estanterías, seguramente buscando aquel elixir que le salvaría de su desamor, que le curaría el resfriado o quizás tenía dolores de espalda. Quien sabe. Bufó sonoramente y espero que este se acercara. -Buenos días señor Colt. De nuevo usted- ya era el tercer día consecutivo que le veía; aparentemente había caído en la fiebre de adquisición compulsiva. -¿Felix felicis? Es el último que me queda, ¿sabe utilizarlo con precaución? Tenga cuidado dado que un uso excesivo provoca vértigo, imprudencia y un peligroso exceso de confianza.- hizo una pausa para que el aludido pensara en si llevar o no las pociones. -Cómo quiera- accedió cuando no hubo negativa. -Ah, otra cosa. Creo que le podría interesar la Poción Vigorizante. Consumida debidamente, puede contrarrestar los efectos secundarios del Felix Felicis..- _________________________________ @@Patrick Colt todo en orden; compra aceptada. Suerte con el Felix Felicis Ya lo creo que llevas eso porque no hay Amortentia FELIX FELICIS AGOTADO
  14. No había pasado mucho tiempo de los extraños y poco confiables negocios que había estado haciendo con su prima cuando pudo notar la llegada de un mago con la intención de adquirir algunos objetos. Felias se aseguró de no tener ningún elemento sospechoso cerca suyo como el Monedero de Moke de dudosa procedencia o el objeto fielmente conseguido que le obsequió a Candela (en pago por su silencio) y se dirigió al hombre que portaba un pergamino listo a ser entregado. -Buenos dí...- se detuvo al ver el mago que le miraba. Ya le había atendido; lo recordaba. Le había entregado un aethonan (precisamente el tipo de mascota preferida con los que contaba Felias sin tener en cuenta, claramente, los basiliscos que años atrás le habían confiscado) y le había rechazado la adquisición de un thestral. No es que él creyese que el tal Patrick Colt no tuviese los conocimientos necesarios para cuidar debidamente de ese tipo de caballo alado y esquelético, sino que simplemente por orden del Ministerio de Magia solo algunos ciudadanos mágicos podrían adquirirlos. No hizo falta preguntarle qué sentiría al momento que lo rebajaron de esa manera dado que él mismo sufrió el descenso de jerarquía social. Había llegado a pertenecer al célebre grupo de Dragones de Oro (que antaño precedía al selecto grupo de la Orden de Merlín) para pasar a ser un pobre y plebeyo Dragón de Bronce. Ni hablemos que por eso mismo sufrió la ruptura sentimental cuando le hubieron quitado los cuatro basiliscos. -Señor Colt- le saludó escuetamente. -¿En qué le puedo...- pero no le dejó terminar; Snape recibió el pergamino y se dispuso chequear la solicitud del mago. -¿Pensadero?- repitió más para si mismo que para el cliente; le costaba entender que hubiese personas con la dificultad de poder mantener los recuerdos y memorias en su lugar sin olvidarlas o no poder usarlas debidamente, pero debía admitir también que los nuevos pensaderos traían nuevos mecanismos en protección de memorias importantes. -Solo queda un ejemplar de Espejos Comunicadores... Los teníamos reservado, pero como aún no se han pasado a retirarlo... Quizás pueda hacer una excepción...- registró la solicitud en el gran libro de compras y mientras Wanda, la ayudante (cuyo efecto del Confundus recibido estaba llegado a su fin) se acercaba para entregarle los objetos a Colt. -Por cierto, señor Colt. ¿Cómo le ha ido con el aethonan llevado?- recordó que era de pelaje oscuro y brillante, como uno de los suyos -¿Qué nombre le ha puesto?- ___________________________ @@Patrick Colt todo en orden; compra aceptada. Disfruta el pensadero y los espejos Te esperamos para seguir gastando más galeones ESPEJOS COMUNICADORES AGOTADO
  15. Había ignorado olímpicamente el comentario de su otra prima, Gyvraine, que se hacía quien no le conocía. Como si nunca le hubiese visto por el castillo. Vamos, ¿acaso su madre nunca le comentó la tortura que sufrió al tener que ser profesora de él, hacia ya tantos años atrás? Pero en algo había tenido razón y era la interminable prole de Triviani's que parecían aparecer con cada paso que daban. Nunca podías saber donde te encontrarías a uno. -Bueno, a simple vista podría parecer que los números son más concisos, objetivos y claros a la hora de compararlos con las distintas nobles ramas de la adivinación, pero todas estas ideas y opiniones son, a mi entender, demasiado subjetivas.- No sabía porqué se le había dado de defender a la adivinación en medio de una clase de aritmancia, y más conociendo la rivalidad que existía entre los seguidores de las ciencias adivinatorios y los ejemplares practicadores de la erudicion aritmántica. Se puso a cavilar sobre lo que podría signifar los extraños grafemas contorneados en la pizarra cuando recordó un capítulo de un libro leído hacia muchos años atrás: Era aquel libro, si, pero no precisamente aquel capítulo. ¿Sería demasiado egocéntrico citar un texto de un manúscrito que él mismo había compuesto? No supo responder su propia pregunta pero no le importó. Lo que si, no lo citó porque le tacharían no solo de narcicista sino incluso de parcial al evocar un texto de algo dicho por si mismo. ¡Pero tenía razón! Y era algo tan básico que le había llevado a evitar la aritmancia durante siglos. Decía algo como que la rama numerológica de la magia, la aritmancia, era tan inexacta como cualquier ciencia muggle al no establecer relaciones intrínsecas con maderas, núcleros mágicos o incluso magos, que era una incursión imperfecta de conocimientos poco desarrollados. Y después de muchos años su cosmovisión de aquel conocimiento poco había variado. Luego de aquel paupérrimo pensamiento volvió en si cuando Candela le preguntó qué otros usos tenía la aritmancia, algo que claramente él no podría responder. No solo porque desconocía la respuesta sino porque casualmente a ello había acudido a la universidad mágica. ¿De que otra forma, sino, podría averiguar quién le había robado en su bóveda de Gringotts y recuperar al culpable?. -Se supone que esta inexacta e imperfecta rama de la advinación ayuda a predecir el futuro- le respondió a una de sus primas. -Pero dudo que pueda decir algo fehaciente sobre una persona. Digo, tienes razón de que todos somos un número (¡Y ya lo creo que si!) pero digamos que ese no sería un estudio muy profundo sobre la personalidad de alguien, a pesar de que para mi, conocer el valor monetario de una persona podría ser suficiente para saber si gastar mi tiempo en conocerle...- Se detuvo un momento, mirando a la profesora y notó que todos le estaban observando, expectante. Tenían demasiadas preguntas como para que la profesora jugara a la pequeña niña tímida. Ya de por si había perdido galeones al concurrir a aquella clase de magia avanzada por lo que no permitiría que incluso le hagan perder el tiempo. -Creo que vi algo- dijo de repente al intentar comprender la tabla que había escrito Kira en la pizarra. -El número de mi bóveda en Gringotts es la...- estaba por decirlo en voz alta pero se calló. Miró a los lados, sospechando de todos. No quería que supiesen cuál era el número de su bóveda. -...haré una cuenta-. Tomó un pergamino y se puso a escribir 8 0 6 6 5 h - f f e p - ñ ñ n y - w w v Nop, aquello no le decía nada. Tachó todo lo que había escrito y decidió probar al revés, comenzando con una palabra que pudiese tener algún significado. Decidió probar con su nombre original. P H I L I P P O S 8 8 9 3 9 8 8 7 2 No estaba seguro de lo que había obtenido, pero los primeros números le recordaron a un viejo negocio del callejón Diagon cuando aún existía el local. Claro, hoy en día se encontraba cerrado quién sabe porqué. Los números subsecuentes solo le pudieron recordar a una fecha, el 8 de Agosto del año 1972, año en que había nacido un viejo amigo muggle de él, el belga Axel Merckx de quién no sabía algo desde hacia mucho tiempo. No podía entender qué tenía que ver una vieja cafetería y su amigo belga con él mismo. O quizás era un recordatorio de que el 8 de Agosto era el día internacional del gato y en los "sueños" el número 72 era la sorpresa. ¿Un gato le iba a sorprender en una cafetería? Tachó todo lo que había escrito y abolló el pergamino. -Profesora, dígamos usted lo que tengamos que saber porque tendré que usar mis nulos conocimientos de esta pobre rama de la magia para descubrir qué hago aquí-
  16. Acababa de guardarse el monedero en su túnica creyendo que nadie le había visto cuando se cruzó con la acusadora mirada de su prima Candela. O "acusarle" fue la amenaza que recibió de parte de ella si no pagaba su silencio. Felias resopló con desagrado porque no pudo desear ningún peor momento que aquel para ser pescado con las manos en la masa. ¿Qué culpa tenía él que la víctima de sus incontrolables estupros haya sido quien lo embaucó para robarle casi la totalidad de su riqueza en Gringotts? Ahora no era nadie más que un simple obrero y esclavo del sistema ministerial. Aquel simple pensamiento le dio arcadas. -Sh sh- silenció a Candela a pesar de que sus palabras habían sido lo suficientemente bajas para que nadie más que él la oyera. -Si me delatas juro por Chuck que...- se calló, reprimiendo la sarta de amenazas que querían aflorar en su interior. Pero después de todo, el Snape era el criminal en aquella escena y quien fue descubierto in fraganti. -¿Comprar tu silencio? ¿En serio?- agregó sarcástimante en un hilo de voz. No podía creer que su prima Candela aprovechase aquella situación para sacar provecho. Osea, no solo eran parte de la misma familia sino empleada al igual que él de la totalidad de las plantas del Magic Mall y debían predicar con el ejemplo... ¿O no? Aunque pensándolo dos segundos más se dio cuenta que no le extrañaba que ella quisiera sacar ventaja de una situación sobre la que tenía las de ganar. O Felias compraba su silencio o era reportado ante el Concilio de Mercaderes lo que conllevaría en su despido inmediato. ¡Por Zeus! ¡Que bochorno! -Eres una...- se dio la vuelta para ver dónde andaba Wanda. Había terminado de entregar los objetos de los clientes anteriores por lo que estaba acercándose a ellos. Felias se incorporó devolviendo su sonrisa al rostro e irguiendo su esbelto y bello cuerpo. -¡Wanda! Querida...- le hizo una seña para que se acercaba y la bultosa mujer caminó meneando las caderas mientras relucía su labial rojo, los anteojos de montura rectangular rojizo y el aspecto general de una bibliotecaria. -Querida, creo que hay un error en el listado de objetos. ¿Podrías arregarlo? Aquí dice que queda un ejemplar de espejos comunicadores pero no hay más...- Wanda puso mirada de extrañeza dado que estaba segura había visto unos espejos tan solo unos minutos atrás. -¡Confundus!- Había sacado apenas la varita de la túnica, y lanzado el hechizo desde la altura de su cadera. La mirada de Wanda se perdió y miró a Felias como si contemplara una pared. Sus músculos se relajaron dispuesta a recibir las órdenes que le llegaran. -No hay más espejos, señorita McGregor. Uno más uno es dos, aparentemente usted necesita una clase de Aritmancia. Por favor haga el pedido al Concilio de los objetos que falten.- y mientras ella se retiraba, Felias fue sigiloso al sector dónde sabía estaba aquel último ejemplar y lo escondió dentro de su monedero de piel de moke, recientemente adquirido. Volvió a donde estaba Candela, extrajo el objeto de donde lo había guardado y, asegurándose que no había nadie a su alrededor con ojos curiosos, le entregó los Espejos Comunicadores. A continuación sacó su varita y lanzó un pequeño contra-hechizo al mismo. -Aquí tienes el pago por tu silencio. Y ahora eres cómplice. Tuve que sacarle el encantamiento de detección. Podrás salir sin problemas.-
  17. El día estaba llegando a su fin. Se podía ver claramente a través de las ventanas de las diferentes plantas que el sol se estaba poniendo y dejaba a oscuras el callejón, a merced de los magos que comenzaban sus actividades nocturnas desde ventas clandestinas hasta reuniones de agrupaciones aún más clandestinas. Felias solo tenía conocimiento de algunas de ellas y podía afirmar con seguridad que si el Ministerio de Magia se enterase, el revuelo sin igual levantaría hasta los más oscuros cimientos del callejón. Pero no era que le importase. Ahora él había vuelto a trabajar dentro del Magic Mall y con él habían regresado los viejos objetivos que se interponían entre los fines poco éticos y lucrativos del mismísimo Livúa. Podría hacer una lista de la cantidad de cosas que no había en común con aquel hombre, pero si había algo que les asemejaba era todo el trabajado que habían dado a través de los años para con el Concilio, ya sea su creación (tanto tiempo atrás) como su desarrollo actual. Sonrió al verse así mismo con la túnica que le identificaba como empleado del Magic Mall. Habiendo terminado las tareas de la primera planta y luego del pequeño encuentro con su prima Candela, había bajado a la trastienda para terminar hacer inventario de las ventas de aquel día, cuando vio ingresar a un mago con porte solemne que pareció saber de primera mano lo que quería. No hizo preguntas ni pidió indicaciones. Snape no pudo verle el rostro de primera mano por lo que se acercó para atenderle y recibir su pergamino con el listado de criaturas que quería. -Buenas tardes, buenas noches. Snape a su servicio- recibió el pergamino y leyó. Un thestral y un aethonan. Desde ya aquel hombre tenía el mismo gusto que él por los caballos alados; no pudo evitar recordar el nombre que le habían dado al nacer hacia tantos siglos atrás, aquel nombre que en su país natal significaba "amigo de caballos": Philippos. Incluso él mismo había comprado en Grecia, ya unos quince años atrás, una camada de cuatro aethonans que se trajo a Inglaterra. -Todo en orden, señor.- alzó la vista y le vio por primera vez aquella noche. ¿No era aquel hombre el ex miembro del honorable consejo del Wizemgamot? ¿No era el Desiluminador de Dumbledore el objeto mágico legendario que le habían otorgado como posesión al ocupar dicho cargo? Felias le miró con detenimiento unos segundos, centrándose en su aspecto; el cabello alborotado y castaño al igual que sus ojos, su esbeltez, su altura. Sin duda era él, no había objeción alguna. Poco le conocía más que los comentarios que escuchó de mentirosas bocas cuando aún trabajaba en el Departamento de Accidentes Mágicos y Catástrofes como jefe en la oficina Contra el Uso Indebido de la Magia, pero fueron suficientes para que entrecerrara los ojos en una vesánica mirada y apoyara con fuerza el sello de "RECHAZADO" en la compra. -Lo siento señor...- miró el pergamino simulando que no sabía su nombre aunque un est****o no reconocería a un ex-miembro del Wizemgamot. -... Colt. Pero el Thestral se queda acá.Cualquier queja tiene vaya a la oficina del Concilio. Buenas noches- ________________________________ @@Patrick Colt la ficha está perfecta excepto por el pequeño detalle de que no tienes el rango social para adquirir el Thestral (que es XXXX). Si lo sé, maldita burocracia (?); extrañas cuando eras Dragón de Oro de los de antes? Pero bueno, hoy por hoy y según el rango que tienes, solo puedes adquirir criaturas hasta nivel XXX, y este aumenta cuando seas nivel 20. Te dejo el recuadro donde puedes ver los requisitos de nivel. Por otro lado, te acepto el aethonan sin problemas . Que lo disfrutes y vueles mucho.
  18. Mientras la ayudante de la primera planta, Wanda McGregor, le entregaba los objetos a la última cliente (la Vuelapluma y cámara) nuevos clientes fueron entrando al local. No pudo evitar preguntarse qué tipo de relación había entre ellos dado que parecían ser algo más que simples novios escolares. De hecho, su amor parecía trascender el noviazgo adolescente enfermizo y alcanzar la categoría de matrimonio arreglado. Esa era la palabra. Seguramente los padres de ambos eran millonarios y se dispusieron a hacer un contrato de aquel matrimonio para asegurar la continuidad de sus apellidos. Escondió una mueca de asco. Se dio cuenta que antes de entregarle los pergaminos con las compras habían revisado todo minuciosamente por lo que todo debería estar bien. Recibió las compras de ambos jóvenes (estatura media el primero con cabellos extrañamente verde, igual estatura la segunda, de cabello castaño y labios pintarajeados cual campirana). -Buenos días jovencitos tórtolos- les saludó Snape. A pesar de las cosas que cruzaban por su mente, siempre iba a mantener las buenas formas ante todos. Había aprendido con los años a tratar bien a los clientes sin importar su edad, rasgos físicos, religiones o gustos por el helado de pistacho. Obvio, eso era lo que saldría (o no) de la boca para afuera porque nadie ni nada le impediría pensar que aquellos dos jóvenes eran demasiado pequeños para... ¿ser novios?. Si, demasiado pequeños. Estaba por preguntar dónde estaban sus padres pero no quiso ser grosero ante la pregunta. Mientras trayeran los galeones todo iba a estar. -Disculpe, jovencito Antoni Tonks...- le llamó cuando leyó el pergamino. -No hay problemas con el stock del pensadero o el mantel especial creado especialmente para que se lo coma a usted, pero si no me paga no puedo entregarle nada- La ficha estaba correcta pero el joven Ryvak Dracony no parecía querer entregarle los galeones (?) o los datos de la bóveda donde le quitarían el metálico debido; si el detalle hubiese sido cualquier otro quizás se lo dejaba pasar, pero la verdad es que el tema de los pagos eran tan básico que el Magic Mall no podía entregar bienes en consignación de pago a futuro. Nop. -Buenos días señorita...- leyó el pergamino que ella le entregó, intentando evitar mirar que iba colgada del brazo de su "novio". La imagen era desagradable. ¡Cada vez venían más pequeos! -... Shena Cindy de Ryvak- saludó al leer el nombre. Había algo raro en su nombre (?) que por momentos no se leía correctamente. Estaba seguro que ella había utilizado alguna tinta especial, pero el problema era porqué. ¿Acaso querían robarle? Miró con los ojos entrecerrados a la joven y le rechazó la compra, al igual que a su concubino. -No y no.- puso un sello rojo y grande rechazando la compra Antoni y otro igual en el pergamino de Shena. Pero ambos no tardaron en volver a llenar los pergaminos de compras sin darse por vencidos (seguramente querían volverse pobre a la primera) y se los entregaron al vampiro. -Esta vez está todo en orden.- aprobó ambas compras. -La señorita Wanda McGregor les entregará los objetos- les entregó las compras aprobadas y señaló el mostrador de la derecha con ella les esperaba. Con un movimiento de su varita de ébano un pergamino apareció en el aire y, con los datos de los objetos que debería entregarle a los jóvenes tórtolos, se dobló hasta ser un pequeño avión de papel y voló hasta donde se encontraba Wanda. Ella era jóven, de piel clara, ojos verde y un largo y ondulado cabello rojo, como el fuego. Era esbelta y Felias siempre la había admirado. Aprovechó que ambos se habían ido a recibir los objetos para meter la mano bajo el mostrador donde tenían muestras de varios objetos y, mirando previamente que nadie le estuviese viendo, guardó sigilosamente un Monedero de Piel de Moke dentro de su túnica. No quería robar, pero tenía demasiados pocos galeones en su bóveda como para esperar que esta se abultase. ¡Qué Zeus le perdonara! _________________________________________________ ID: 54044 Nick: Agatone Lestrange Link a la Bóveda Trastero: 109765 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 80665 Fecha: 2017-03-11 Objeto: Monedero de piel de Moke Puntos: 10 Precio: 500 Total de puntos: 10 Total de Galeones: 500 _________________________________________________ @ @@Shena Cindy de Ryvak M. como ustedes bien se dieron cuenta, las primeras compras (post #103 y #104) de ambos fueron RECHAZADAS por error en las fichas. En el caso de Antoni olvidaste la bóveda, y en el caso de Shena el link a la ficha tiraba error. Por otro lado, fueron ACEPTADAS las compras que volvieron a rolear arreglando la ficha de compra (post #105 y #106). Que disfruten sus objetos! Tengan cuidado con el mantel, no vaya a ser que los coma a ustedes Aprovecho para llevarme un Monedero de Piel de Moke
  19. Parecía que Kira, el gris, ya no le miraba de la misma forma que hacia tan solo minutos. Quizás había utlizado de forma incorrecta las tretas de persuación y que este no haya caido en las mismas. Pero sus movimientos sensuales sin duda harían efecto de un momento a otro. Solo debía esperar el momento indicado. Le miró mientras se acercaba a la pizarra y el vaivén de sus piernas definía la indecisión que volvía loco a Snape, ese "que si" y "que no" mientras andaba podría haber vuelto loco a cualquiera. Quiso concentrarse en la tabla de números y letras que describió en la pizzara sobre los grafemas que ya había escrito la profesora pero le fue imposible entender algo. Demasiado concentrado estaba en el gris. Cuando hubo terminado y vuelto a su asiento, le hizo un comentario a Felias sobre el origen etimológico de la palabra, algo que claramente no hacia falta. -No era necesario aclarar qué significa la palabra Aritmancia, mi sensual Kira- comenzó. -Quizás no lo sepas asi que te perdonaré esta vez. Pero he nacido en grecia hace mucho tiempo y hasta donde sé...- hizo un gesto pensativo, claramente falso pero al mismo tiempo divertido. -...los griegos hablamos, bueno, el griego. Y déjame hacerte una pequeña corrección. Si al griego nos remitimos, Αρίθμο (la forma correcta de decirlo) significa número como bien has dicho, pero déjame corregirte el otro término. "Προφητεία" o como diríamos nosotros "Profitía" es la forma correcta para profecia. Pero en la palabra "aritmancia" y como en todas las ramas de la adivinación (y en las cuales me especializo), encontramos el sufijo "μαντεία" que se dice "mantía". No se sabe a ciencia cierta porqué pasó a pronunciarse "-mancia" en vez de "-mantia" a través de los años pero puede ser porque simplemente se le complicaba a lenguas extrajeras el pronunciar dicho término. <<En fin. Μαντεία no significa profecía sino algo más acorde a nuestro mundo, "adivinación". Por lo que si a la etimología de la palabra nos remitiésemos, se podría decir que la Aritmancia es la adivinacion o visión del futuro a través de los números mientras que las profecias tienen una inspiración... divina. Pero no creo que estemos aquí para aprender a ver el futuro a través de los números, ¿verdad?>> La última pregunta fue remitida a la profesora. Si era verdad que la aritmancia era parte de la adivinación, le habían engañado. Había ido a aquella clase con expectativas diferentes y no creía estar cumpliéndolas debidamente. Había una gran diferencia entre las ramas adivinatorias que desarollaba la "adivinación" en si y la ciencia que enseñaba la aritmancia, no aritmomancia como se solían confundir los no hablantes del griego. Ya se había confundido demasiado sobre su objetivo en aquella clase y lo que se suponía que debía aprender, por lo que miró al frente expectante ante lo que la profesora tuviese que decir. -Si usted es tan sabia en esto de los números mágicos, señora, por favor póngase a ello y deje de dar vueltas. ¡Saque los números!- extrañó los libros que había incendiado. Ellos le hubiesen dados respuestas más claras. _________________________________ Off rol: perdón por la correción de las palabras, pero como hablante de griego (real xD) tuve la necesidad de hacerlo jaja. De todas formas, me encanta rolear aquí
  20. La reacción de su víctima no solo fue rápida y precisa sino que Agatone pudo notar la facilidad con que levantó el escudo defensivo. Algo en su mirada bicolor titubeó y sus brazos recibieron un escalofrío que le hizo temblar. Mantuvo la mirada fija en el hombre que acababa de defenderse y quién se acercaba hacia él. El joven vampiro sabía que se había precipitado al atacar, pero había pocas posibilidades de aque aquel hombre estuviese en el mismo lugar que él por simple coincidencia. Todavía podía escuchar los comentarios desasosiegos de las personas que le insultaron por convertirse en el monstruo que era o, mejor dicho, en el que aún se estaba convirtiendo. Y se preguntó, una vez más, si aquel ataque repentino que no pudo evitar realizar era un simple efecto secundario de su nueva espiritualidad. Se alejó unos pasos hacia atrás, temeroso ante la presencia del hombre que se acercaba unos pasos y dejaba que su rostro rompiera el reflejo de la luz. Y por fin le vio. No era un mago, se había equivocado. Era una bruja, claramente más alta que él, con una pétrea piel que le recordaba la porcelana fina con unos ojos saltones grises como cielo encapotado. La varita que Lestrange sostenía débilmente en su extendida mano izquierda tembló débilmente y un sollozo se dispuso a resurgir. -Yo...- comenzó, sin saber qué responder. Había llegado a la precipitada conclusión que aquella bruja (quien confundió primero con un hombre) se encontraba allí para espiarle. Le estaban siguiendo, de eso no cabía duda, pero sí tuvo que admitir para si mismo que no tenía pruebas de que aquella bruja fuese parte de quienes le seguían. Hubo algo que le hizo dudar y fue simplemente que la mujer no le reconoció. -Soy Lestrange.- respondió al fin. Relajó los músculos de su cuerpo tensionado pero no dejó de apuntarle. -Puede que te haya confundido que otra persona. ¿Qué haces aquí?- señaló con la mirada la entrada del bar, aquel antro que pocos conocían y las posibilidades de concurrencia por parte de la comuniad mágicas eran aun más bajas. -Strokers no es un lugar popular- aseveró cerrando los ojos unos segundos. Estaba comenzando a sentir aquella necesidad represoria que le había embargado durante todo el día, toda la semana, todo el mes. Aquel sentimiento que había estado intentando ganar territorio y cuya batalla estaba destinado a perder. Había comenzado con el estupro que concluyó en la mordida demoníaca y que le llevó a su situación actual con tres víctmas en su haber. Movió la cabeza rápidamente a los lados como intentando remover un pensanmiento desagradable y con su mano libre, la derecha, aferró su garganta con fuerza mientras recitaba un silencioso encantamiento. No tenía pruebas de que funcionase, pero necesitaba controlar aquella sed que carcomía su garganta y doblegaba su espíritu. Ya no le importaba el ridículo que pudiese hacer frente a aquella mujer dado que, después de todo, era bruja y vampireza. -Creo que...- empezó a decir con ojos húmedos y voz queda -Debería irme antes de que las cosas se salgan de control- Sabía que no estaba en condiciones de aparecerse, pero también sabía era peligroso estar tan cerca de posibles víctimas, muggles que podía sentir desde la distancia y que le llamaban para la cena. @@Avril Malfoy
  21. Aquella tarde estaba mareado por el arome absorbido de tantas pociones. Había estado revoloteando por horas sobre pociones de todo tipo que no le iba a parecer extraño si su cabello se caía, cambiaba de dolor o comenzaba a estornudar. Eran simples efectos secundarios ante la inhalación de diferentes sustancias mágicas y en gran cantidad. Casi como estar drogado. O medicado. Cuando ingresó a la trastienda del Magic Mall lo primero que vio (o sintió) fue un sutil mareo. El ambiente eran tan diferente de las plantas superiores que sintió un éxtasis recorrer su cuerpo; suspiró con deleite y llegó a pensar porqué no pasaba el día preferentemente en aquella zona en vez de arriba. De hecho, siempre le había gustado tratar con animales. Cuando pensó en las bestias allí encerradas de forma controlable para ser comercializadas, Felias pudo ver a nada menos que su prima atendiendo a una mujer. Se preguntó si le estaría tratando bien, algo poco normal en ella por lo que no sería extraño si la cliente salía corriendo. El vampiro se acercó a ambas para escuchar a Candela permitirle retirar los "bichos" que había adquirido. Felias rodó los ojos y les saludó. -Buenos días Candela- forzó una sonrisa demasiado hipócrita pero tenía que mostrar un buen semblante ante la clienta para no espantarla. -Buenos días Yaxley. Nos volvemos a encontrar- la sonrisa que le ofreció fue más cálida. -Déjame a mi Candela, puedes irte-. Le dio un empujón poco amistoso y se detuvo frente a la cliente, quien señalaba un gusamoco bien feo. -Si, puede llevarlo- empezó a responderle al tiempo que veía tenía las orejas coloradas. ¿Qué le había dicho Candela? -Pero te costarán más que solo 80 galeones; las criaturas clasificadas en una X por el Ministerio de Magia cuestan 500 querida. Espero tengas suficiente para pagarlo. - Sabía que Yaxley se estaba volviendo pobre por la cantidad de compras que estaba realizando, pero confió que aún le quedaba para cenar aquella noche. ________________________ @, dos cosas: Ya no se venden objetos ni criaturas muggles, más precisamente desde que se emitió este Anuncio el 24/05/2016. Podrás agregarlos a tu ficha sin problemas pero no tendrás que pagar galeones reales por los mismos, aunque puedes mencionar que los compraste en algún negocio del Callejón Diagon, que te los regalaron, ¡o lo que se ocurra! Las ventas del Magic Mall quedarán restringidas a productos y criaturas mágicas (cualquier consulta, podés preguntar en ese mismo anuncio). El gusamoco te lo tomaré por esta vez, pero pusiste que vale 80g, cuando en realidad vale 500g (te dejaré pobre xD). ACA te dejo la ficha del gusamoco. Para la próxima fijate bien. Todos los demás datos correctos. Que disfrutas el bicho!
  22. A pesar de encontrarse en un escenario muy agradable a la vista y que rememoraba a las viejas planicies del norte de Escocia (con la única diferencia que aquel volcán cortaba la dulce monotonía del paisaje que les rodeaba) podía notar un dejo de amargura en la voz de Avril cuando hubo hablado. Se encontraban en uno de los bordes de la parte superior del volcán aunque no fuese una altura muy elevada. Podía verse el valle de malezas verdes cortado por el colorido de las flores que se alejaba hasta el mar, allá por donde se perdía la vista. Volvió a mirar a Avril con incredulidad ante su respuesta. Se habían conocido cuando él era miembro del Concilio de Mercaderes y ella miembro del Wizemgamot, pocos años antes de aquel incidente con Marco Livúa que le hizo partir al exilio. Ambos habían sido altos rangos en el clandestino grupo que habían conformado y en el caso de ella, alcanzado el escalafón más alto. ¿Cómo llegó la palabra "sobrevivir" a ser parte de su objetivo diario? Temió que no pudiese contestar la pregunta que iba a hacer frente a la instructora, que no conocía, por lo que prefirió reprimir su escepticismo. Avril comenzó a contar sobre su reciente experiencia en la utilización del libro del Aprendiz y, por las frecuentes miradas que intercambiaba con Arcanus, llegó a la conclusión que algo había pasado entre ellos, algo tácito que ninguno de los dos iba a mencionar. Felias tampoco iba a preguntar. -Sí me he leído el primer libro a pesar de que no tuve oportunidad de utilizarlo.- tuvo que admitir. –Pero me he mantenido al margen del Libro de la Fortaleza- no lo dijo, pero un poco de fortaleza interior le hubiese sido útil en el último año. Aquella investigación a fondo del poder que enmarcaban los libros y por consiguiente sus amuletos, requerían un minucioso estudio en el que nada podría darse por sentado ni por sabido. Aun así, había perdido tanto tiempo en los confines oscuros del libro del Aprendiz que apenas tuvo tiempo de leer el prólogo del Libro de la Fortaleza. Supuso que aquel día sería una buena oportunidad para poner en práctica la magia que enseñaban, las prácticas que para Felias aún estaban muy por fuera de la ética y la ley. -El encantamiento de amistad con bestias me ha parecido igual de fascinante- admitió cuando Avril hubo hablado del mismo. Pocos magos tenían admiración con las criaturas y ambos parecían ser los únicos con los medios necesarios (sin magia) de crear ese tipo de vínculos. Pero claro, aquella magia que ofrecía el libro debía ser algo más poderosa como para que todo Londres se encontrase hablando del mismo. -Aunque he encontrado extraño el uso del amuleto volador. Lo he probado y... no puedo volar con él- se quejó. Luego de que la instructora le explicara que no necesitaba llevar todos los amuletos puestos sino simplemente tener algún contacto con él, Snape agradeció por dentro. Ya se las ingeniería para poder llevarlos a todos de alguna forma cómoda, sencilla y que no perdieran efectividad. Y algo tendría que idear porque si era verdad la afirmación de que cada libro traía más joyas... que Zeus y Odín les ayuden. La mujer comenzó a explicar el uso del anillo de amistad en bestias cuando vio a lo lejos cuatro caballos alados. No pudo creer lo que sus ojos vieron. -¡Por Quetzalcóatl!- exclamó primero sorprendido y luego con la furia que arremetió en él. -¡Claro que son mis aethonans Avril!- miró confuso a Avril y luego a la instructora. -Señorita Rouvás, ¡esos caballos son míos! Y están en... Deberían estar en la Reserva Mágica Newt Scamander.- abrió y cerró la boca sin saber qué decir. ¿Acaso el Departamento de Control y Regulación de Criaturas Mágicas había autorizado el traslado de aquellos caballos? Porque estaba claro que él no lo había hecho. No le importaba que pastasen o volasen libres dado que libertad era lo que quería para con ellos pero al menos podrían haberle informado que les usarían como simples mulas de carga y los rebajarían a tal inmundo e impío estado. Según la instructora debían usar el anillo de amistad de las bestias para controlarles pero Felias tenía dos puntos a favor que claramente nunca pudieron haber sido previstos por la mujer. Primero, aquellas bestias le pertenecían por lo que iban a responder ante su llamado. Segundo, su propio nombre en la etimología griega original de dónde provenía significaba ”amigo de caballos", significado causante de su amor por los caballos en especial de todas las razas de los alados. Mientras los aethonans se acercaron volando hacia ellos seguramente al notar la presencia de su dueño, Avril le miró pensativa, quizás pidiéndole permiso para utilizar el anillo de amistad contra ellos. -Adelante, has la prueba Avril. Sí hay alguien a quién le confiaría mis aethonans, eres tu- admitió. Aún recordaba que ella había sido la creadora e innovadora de la Reserva Mágica, lugar donde precisamente solían vivir. -Creo que tendría una ventaja al ser su dueño, pero estoy seguro que Rouvás previó este pequeño detalle y les ha encantado para que no me reconociesen, que he de decir no es fácil hacerlo. ¿A quién has encantando?- Felias se dispuso a mirar los cuatro caballos; tres de ellos volaban alrededor del punto en el que se encontraban excepto Tantto. Nikk, la hembra más pequeño totalmente blanca y con una mancha roja alrededor de su ojo derecho; Luc, hermana del anterior, un poco más grande y de un color arena y Martie, una yegua salvaje y pequeña que solo pudo ser domada por Felias Snape, tenía dos aros anaranjados en la base de su pata derecha delantera que resaltaban su zaino pelaje. Volaban sobre ellos intentando alcanzar a su dueño. Supuso que serían los retos para Avril, Arcanus y la mismísima instructora probar el anillo de amistad con ellos. El cuarto aethonan, Tantto, no se había acercado a Felias que casualmente siempre había sido su preferido al ser usaba para realizar viajes largos. Tenía una relación especial con él: era grande, de pelaje oscuro y se aclaraba en las patas delanteras. Relinchó a la distancia con disgusto y el vampiro tomó uno de los anillo de su pequeño monedero de moke. Pero notó una débil vibración en el anillo que había tomado y esto le pareció extraño, dado que no lo estaba usando. Tardó varios segundos en darse cuenta que era el anillo de plagas que le hizo preguntarse si estaría funcionando correctamente. -Disculpame Tantto. ¡Orbis Bestiarum!- exclamó apuntando al aire. Si el hechizo hubiese sido un rayo no hubiese dado en el blanco debido a la altura y gran velocidad con que planeaba el caballo. Pero al ser un efecto, el hechizo fue instantáneo provocando que la bestia comenzara a volar más bajo y dejara aquella actitud reacia. Felias supo que funcionó porque Tantto relinchó gustoso, agitó su cabeza y descendió donde se encontraba Felias, a su lado. Pero sucedió algo más, algo diferente, nuevo, y que relacionó con el "vínculo" que creaba esa magia del libro. No era como un Oppugno dado que pudo sentir el control en el caballo a pesar de que no quiso extenderlo, pero el hilo invisible estaba ahí, uniendo su destino bestial a la voluntad humana de Felias. Una sonrisa de complacencia iluminó su rostro y no pudo evitar sentirse extasiado. Era algo que nunca había sentido con sus caballos y sabía podría sentir lo que les inquietaba, lo que les molestaba o cualquier otro sentimiento. Pero decidió cortar el hechizo porque se negaba a subyugar a Tantto más de lo necesario.
  23. Luego de varias horas de atender la segunda planta, el vampiro había tomado la decisión de descansar un rato antes de volver a la carga. Necesitaba despejarse y para ellos no había nada mejor que la sala del personal de la planta baja para tomar un buen café o, si nadie le venía, una cerveza de mantequilla. Llevaba la túnica de color verde oscuro que más le gustaba, aquella que había adquirido tiempo atrás en unos mercados de Grecia. Acomodó su cabello y, mientras bajaba las escaleras hacia la primera planta vio a una mujer revoloteando por las estanterías de las Vuelaplumas y las Cámaras en la siguiente, Miró hacia el mostrador pero no vio a Wanda en ningún lugar por lo que decidió acercarse y cerciorarse que aquella bruja no robase nada. Siempre debía haber un empleado del Mall a la vista porque sino los magos serían atacados por el deseo ferviente de hurtar. Cuando la chica se acercó a él, se dio cuenta que era la misma bruja que momentos atrás había llevado la poción Mágica Reveladora y la poción Herbovitalizante. -Buenos días señorita Yaxley. No tenemos muchas variedades de cámaras porque la verdad es que la calidad de la cámara no hace la buena foto, sino la poción- la guió un ojo. -Tiene que tener en claro que la poción reveladora que compre sea la mejor, como las que aquí vendemos. Lo que sí varía de un cámara a otra es el color, el efecto de humareda y la similitud del mago impreso con el real. De lo contrario el mago de la imagen tendrá cualidades poco verosímiles- <<Con las Vuelaplumas es otra historia. Tenemos más de treinta y siete variedades de plumas, y cada una en diferentes colores. La últimas que hemos recibidos son de Fwooper rosas, azules y amarillos, y nos entraron únicamente dos de fénix de hielo. Ambas son excelentes.>> Felias aguardó a que la chica decidiera cuáles vuelaplumas llevar estando seguro que preferiría las de fénix de hielo, y luego se dispuso a registrar las compras y entregar los objetos solicitados. Se preguntó cuánto dinero le quedaría a aquella bruja para seguir mal-gastando en el Magic Mall. ________________________ @ todo perfecto, compra aceptada! Qué disfrutes tu vuelapluma y saques muchas fotos con la cámara!
  24. Estaba teniendo aquella corta conversación con Avril antes de que comenzara la clase cuando se acercó subiendo la colina del volcán nada menos que Arcanus. El vampiro suspiró de forma cansina; en los últimos días se había encontrado con Black más veces lo que quisiera, más de lo la suerte y el destino normal entrelazan a personas normal. ¿Por qué la castigaban los dioses de aquella manera? -Arcanus...- saludó con cortesía. Nunca iba a perder sus modales. Estaba en un lugar demasiado alejado de Londres, en una zona donde la magia que otrora se hubo desarrollado muy diferente a la europea conocida e incluso la americana chamanista. Aquella isla era única en muchos sentidos y en aquella pequeña excursión (e incursión) iban a aprender algo más que simples hechizos. Iban a lograr un vínculo mágico con una hechicería ancestral y privilegiada. Poco más sabía y Avril parecía saber a qué se enfrentarían. -Vamos Avril, dime. ¿Qué sabes tú?- le presionó. -Me ha llegado cierta información esta mañana antes de aparecerme aquí que has vuelto al Ministerio de Magia, específicamente en tu antiguo departamento. ¿Qué te llevó volver a las andanzas? Y hablo del departamento en sí porque ya sé de tu afición por las bestias. Mi misma afición...- aseveró. Snape también había vuelto a su antiguo trabajo en el Callejón Diagon y no un simple negocio como todos aquellos que supo tener, sino más precisamente como miembro del Concilio que tanto tiempo le había robado. Al igual que Livúa. Él les había robado a todos. Le maldijo por dentro pero agradeció la segunda oportunidad. -Yo también he vuelto a trabajar en el Magic Mall como hace muchos años, pero esta vez me dedicaré a la venta de criaturas mágicas y no tanto del trabajo de oficina. Quiero verle el rostro a aquellos que se dignen a llevar una de estas hermosas bestias y pobre de quienes no les cuiden como es debido.- Se volvió a la profesora, o instructora como prefería llamarse dado que era un camino de aprendizaje poco ortodoxo y que iba más allá allá de la magia ordinaria. -Señorita Rouvás, estoy impaciente por empezar. ¿De qué van todos estos anillos y amuletos que he traído? En mi vida he usado joyas...- había preferido no ponerse ningún anillo hasta saber los efectos y todo aquello que podría provocar. Conocía demasiado bien los objetos peligrosos que vendían en el Magic Mall como para desconfiar abiertamente. Miró hacia el interior del volcán y una sensación de vértigo recorrió su espina dorsal, temeroso y abundante. Tomó uno de los amuletos que había traído consigo y lo aferró con fuerza, como acto reflejo ante la presión del miedo.
  25. Cuando creían que la profesora se había quedado dormida de pie apoyada sobre el escritorio resultó ser que se encontraba en algún tipo de ensoñación. O al menos era lo que creyó Felias dado que volvió y se dispuso a dar la clase alegando que sería lo más sencillo. El joven Snape por un momento tuvo miedo dado que no creía que nada que ella estuviese diciendo fuese sencillo de entender. -¡Vamos mujer!- se quejó ante la afirmación de que no necesitarían los libros. -¿Cómo que no necesitaremos ningún libro...?- de repente se calló, impávido. ¿Cuál era el nombre de la profesora? ¿Acaso tenía alguno? No es que le importase; había intimado con demasiadas personas durante su larga existencia y solo supo conocer el nombre de menos de la mitad de sus víctimas. Pero según tenía entendido en las bases de la moral y la ética un instructor debía darse un nombre. Pero mientras aquel punto fuese desconocido, el vampiro la llamaría simplemente "mujer". -Pues creo que los libros son muy útiles para rellenar los espacios de ignorancia que muchos profesores e instructores dejan a su paso. Una larga fila de desconocimiento- sonrió son sorna. -Pero si usted así lo dice... Por cierto, hermosura, ¿usted tiene nombre?- sacó su varita y con un suave movimiento prendió fuego los cuatro libros que estaban sobre su pupitre. No se inmutó. -Viendo que nadie más tiene idea o al menos son tímidos para responder, yo lo haré- dijo mirando a la clase, cuyos movimientos hacían que su túnica fuese cayendo de a poco por sus hombros y dejando el pecho al descubierto, sin prenda que lo cubra. -Aritmancia...- susurró. -Tengo entendido que la Aritmancia es el campo que estudia los factores de riesgos en la utilización descontrolada y desmesurada de los números. Digo, ¿qué otra función podría tener?- la carcajada que liberó fue casi un rugido gutural. La verdad es que a pesar de ser muy bueno en diversas áreas de la magia y con experiencia no de años, sino de siglos, existía la triste verdad de su completa ignorancia en el campo de los números y las matemáticas muggles. Ni hablemos de aquel arte de la Aritmancia. Claro, era todo un rumor. ¿Quién había expresado tales cuchicheos sobre él? Era viejos... -No entendí nada sobre la relación entre números y letras. Yo sé escribir, por supuesto. Leo muy bien. ¿Qué tienen que ver los números aquí?- quiso saber. Si era necesario y verdad lo que ella pedía, le mostraría todo con tal de recibir un "aprobado" al final de la clase. @@Mery Gaunt Karkarov

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