Mansión Gryffindor
El cuerpo no me respondía como quería. Estaba pesado, tanto mis brazos, piernas, pecho y mis párpados, los cuáles no podía abrir aún. Tenía algunos flashes que no terminaba de entender del todo. La oscuridad invadía mi mente, por momentos veía todo rojo, por otros veía a alguien que había querido escapar pero que no lo había logrado. Por eso estaba en el suelo, completamente en un grito de dolor. Podía sentir el olor a tierra húmeda, un aire fresco nocturno y sangre. Intenté moverme pero no pude. Me llevó más de la cuenta.
Cuando lo logré, me di cuenta que estaba tirado en el suelo de frente, con la cara completamente apoyada en el piso. Apoyé las palmas de mi mano y me levanté como pude, como si un Erumpent estuviera encima de mí pero lo logré. De rodillas, miré alrededor. Me encontraba en el medio de mi habitación, tirado en el piso. La puerta estaba cerrada y la ventana mostraba un día completamente soleado, estaba casi seguro que era el mediodía. Me llevé una mano para peinar mi cabello hacia atrás y allí fue cuando noté la sangre en mi mano, la manchaba por completo. Miré más abajo y tenía casi toda la camisa sucia de la misma manera, mi otra mano, el pantalón y parte del suelo. Palmeé mi cuerpo y me di cuenta que no estaba herido, aquella no era mi sangre.
Refregué mis ojos para quitarme con aquella pesadez mientras me ponía de pie. La cabeza aún se me bamboleaba. La última vez que había estado así, había sido muchísimos meses atrás, después del torneo en aquella especie de campus. Se lo había advertido a Mica. Volver a recuperar mi corazón conllevaba a recuperar todo el peso que contenía. ¿Era Harper el de mis imágenes? No recordaba la mitad de las cosas.
Cuando me di cuenta que también me ardía mi marca tenebrosa, supe separarlo de aquella pesadez con la que me había despertado. Eso me sirvió para darme cuenta del día, la hora y la situación en la que nos encontrábamos. Abrí un poco mis ojos al caer en la realidad. Apreté los dientes y lancé una maldición, lanzándome hacia mi varita. Con una sacudida de ella, mis vestimentas se reemplazaron por ropa totalmente negra, con una túnica que la cubría por completo. Me saqué las manchas de sangre y desaparecí.
Palacio de WESTMINSTER
La aparición fue repentina, envuelto en aquella voluta de humo negra que nos caracterizaba a todos los mortífagos. Portaba mi máscara para proteger mi identidad y mi paso fue inmediato y apresurado. Nunca había ido por allí pero la organización había sido concisa y rápida. Todo a manos de Ada, aquella hermosa bruja de las que nadie podía decir nada, ni subestimarla. Estaba seguro que nadie sospechaba sobre su pertenencia a las filas. Pero su trabajo era impecable y cuando llegué a la entrada, me había dado cuenta que ya se encontraban dentro.
Avancé atravesando el umbral con la varita en la mano, admirando cada una de los detalles. Todo un show a plena luz del día. Eso tenía que llamar la atención del Ministerio de magia. ¿Y la Orden del Fénix? Brillaba por su ausencia, eran simples fantasmas del pasado que nos habían dado todo el poder. Podíamos decir que era una guerra ganada.
— Bueno bueno… ¿ya terminaron con toda la diversión o aún no empezaron? Espero que hayan dejado algunas migajas por aquí —pude notar que además de Ada, había llegado Sagitas, Eterno y Malum, un excelente equipo, podríamos hacer de las nuestras y llamar la atención. Habían algunos detalles que aún desconocía, pero el show había sido dentro de aquel palacio, asi que si queríamos un poco más de diversión, deberíamos salir a jugar un poco, hacer ruido. Unas puertas rotas no llamarían mucho la atención—. ¿Cómo sigue todo? ¿Falta alguien más? Deberíamos tantear el panorama afuera, puedo ofrecerme para ello.
@ Ada Camille Dumbledore @ Sagitas E. Potter Blue @ Malum Luxure @ Eterno Black Triviani @ Matt Blackner