Jump to content

Libro de la Fortaleza (#5)


Jank Dayne
 Compartir

Publicaciones recomendadas

http://i.imgur.com/PCt0yrY.png

~ El secreto de Nabucodonosor ~
- ¿Por qué estoy aquí?
- Arrodíllate.
Jank obedeció, mordiéndose las zonas del labio donde aún no le habían crecido yagas. Tenía las rodillas ensangrentadas y magulladas, pero los pliegues de su túnica amortiguaban gradualmente el dolor que podría estar en contacto con el suelo rocoso. Los seis guerreros Uzza se hallaban en la cima de pilares que emergían de un suelo tan oscuro que daba la inocente impresión de que surgían del mismísimo inframundo. Pero Jank sabía que eso resultaría demasiado casual para un grupo de guerreros milenarios. Incluso dudaba de la materialidad del plano donde se encontraban, aunque eso no fuese lo más preocupante del repentino llamado que, sin explicaciones, lo había trasladado allí en un parpadeo.
- Tenemos una misión que encomendarte - fue lo que oyó decir de Khufu, mientras sacudía violentamente su varita de cristal.
De su punta se dispersó una luz tan brillante que terminó por despejar la oscuridad del lugar, dejando tanto a los guerreros como a Jank en un especie de holograma en vivo al rededor de sus cuerpos, como si de un vídeo muggle en cámara lenta se tratara y la pantalla fuese la intangibilidad que los rodeaba. Dayne tuvo que cerrar los ojos y concentrar la mirada para procesar las imágenes que la proyección le enseñaba. Criaturas expectrales parecidas a los Bowtruckles empezaron a emerger de los suelos de una región desconocida ante su mente incauta, y a su paso se podía detallar la destrucción que dejaban tras de sí.
Y no solo eran esas criaturas. Los árboles y plantas de las naciones cobraban la movilidad y agresividad suficiente como para derrumbar hogares enteros, hospitales, carreteras. Jank se cubrió la boca cuando vio a Hogwarts prácticamente desaparecida entre millones de plantas mágicas y las mismas criaturas, aprisionada cada vez más. No solo el mundo muggle estaba devastado; al correr la secuencia, el mundo mágico se encontraba en ruinas. Era una batalla perdida.
- ¿Cuándo empezó esto?
- No ha ocurrido - respondió Bakari, al otro extremo de Khufu - pero en unos años empezará la invasión. No solo surgirán estas criaturas; la naturaleza se transformará y nos atacará como especie. Ni siquiera la magia de todos los hechiceros la contendrá.
La garganta de Jank se trancó.
- ¿Existe alguna salida? ¡Ataquémoslo de raíz! Tiene que haber un origen..
Badru carraspeó en ese instante, haciendo que la mirada del desesperado mago se desviara hasta su imponente figura, a la expectativa de una respuesta consoladora.
- Y lo hay.
~*~*~*~*~*
Universidad mágica.
8:24 am.
Llevaba media hora recostado de la rústica puerta que resguardaba el salón donde se dictaba Historia de la Magia. Jank disfrutaba con las interrogantes de los alumnos, se le escapaba un suspiro de júbilo cuando su maestro se las ingeniaba para responder y se mordía el labio cada vez que le provocaba intervenir. Ya había quemado la etapa donde se colocaba la túnica de alumno y el gorro de brujo repleto de ilusiones y expectativas; ahora, solo quedaba resignarse a la sensación cada vez menos gratificante de que, en un par de horas, muchas de esas conclusiones históricas podían cambiar.
Cuando los alumnos salieron, Jank aprovechó la abertura de la puerta para entrar. Había solicitado el salón a Elvis unos días antes, pero tan solo por unos minutos. Saludó al profesor con un simpático gesto de sus dedos y dirigió su vista a las paredes directamente, cuya superficie estaba encantada para mostrar todo sitio en el mundo en cualquier fecha desde una vista aérea. Y no solo delataba cambios geográficos o políticos; el mapa contenía datos climatológicos, medidores para determinar la magia existente de aquel entonces y descripciones bibliográficas que ningún libro de historia muggle almacenaba. Fue en ese momento, al estar apunto de darle uso a la herramienta, que escuchó la puerta de atrás abrirse.
- Pensé que no llegarías - comentó a Hades, a quien solo le había dirigido la mirada con el rabillo del ojo. Runihura le había dicho que la misión de los Uzza también había sido encomendada para Hades, por lo que tendrían que compartir tiempo y estrategias, apartando el hecho de llevar una clase sobre sus hombros. De cierta forma, le reconfortaba estar acompañado de una persona tan calificada como él, aunque si se volvía a perder como lo había hecho en la cueva... -. No tardarán en llegar.
Echó una fugaz mirada a su reloj. El pergamino con los nombres de los estudiantes flotaba a su derecha, esperando a que fuese quemado a un lado de cada apellido para verificar la presencia del mago. Y ya eran pasadas las ocho y media, hora exacta en la que habían sido citados mediante una sencilla carta atada a una uva que servía de traslador hacia la entrada del salón. La misiva dictaba de manera concisa las únicas pautas:
"8:30 am. El traslador los llevará a la entrada del salón de Historia de la Magia. Una vez dentro, no podrán retirarse. Traigan ropa cómoda y holgada.
Att:
Hades Ragnarok & Jank Dayne
Profesores del Libro de la Fortaleza "

 

 

Los minutos fueron transcurriendo y así, el desfile del reducido grupo de estudiantes ocuparon la sala en un santiamén. Jank solo los saludó con una leve reverencia de cabeza. Conocía alguno que otro rostro, al menos de pasada, pero lo suficiente como para tener en cuenta que no se trataban de novatos. Sin embargo, bien sabía que las pruebas impuestas por los guerreros no podían compararse con las sencillas y poco extravagantes experiencias que la mayoría había experimentado en toda su vida. Una vez estuvo completo, el hombre dirigió una mirada a Hades y dio un paso al frente.
- El mapa que está ante sus ojos puede revelar cualquier locación del mundo en el tiempo que se le pida - señaló el muro, haciendo que éste mutara su figura a la devastada Inglaterra después de la segunda guerra mundial. Hizo otro movimiento de dedos y cambió a los momentos cruciales de la batalla de hogwarts -. Sin embargo, hemos diagnosticado una avería poco común. Y es que cuando tratamos de enfocar a los Jardines de Babilonia en los años donde aún existían, nos aparece una falsa ubicación en Suecia - Jank se los demostró, relamiendo los labios con su lengua -. Por lo que nuestra primera misión será descifrar el por qué no aparece para poder introducirnos a la segunda fase del plan. Y, ¿qué mejor para investigarlo que viajando hasta ese tiempo?
Jank le cedió la palabra a Hades, quien elaboraría el truco idóneo para empezar con aquella travesía.
~*~*~*~*
ALUMNOS:
Heliké Rambaldi Vladimir
Lucrezia Di Médici
Keaton Ravenclaw
Evarela Black Haughton
Cillian
Juv Malfoy Croft
Editado por Jank Dayne

THIS ONE.jpg

blinkie.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

El cainita escucho las palabras de Jank una vez que este había abierto la puerta. Dibujo una mueca molesta ante aquello, sin embargo el Ragnarok tenía mejores cosas que hacer como para caer en su juego, sin embargo, sabia como contestarle, después de aquello simplemente se ocuparía de seguir las recomendaciones e instrucciones que le habían sido encomendadas por los guerreros Uzzas.

 

-Bueno, no fui yo quien salió corriendo al ver un poquito de sangre o el que se hizo el enfermo para no aparecer en una de las misiones más importantes –se encogió de hombros refiriéndose al libro que Jank y él iban a dar el mes pasado y en el cual el Dyane no había participado, ni siquiera había aparecido por allí siendo Elvis quien acompañara al cainita- aso que espero que hayas dominado tu temor a la sangre y esta vez se pueda ser un poco mas de ayuda –dijo sin más.

 

El Ragnarok observo el reloj una vez que Jank hizo el comentario sobre que los chicos llegarían en cualquier momento. Cuando recibió aquella información y escuchó lo que iban a hacer no pudo más que pensar que era una broma, la verdad hubiera sido graciosa si los Uzzas no carecieran de sentido del humor o más aun, si aquello que le habían informado no fuera algo realmente serio. Una vez que le informaron que Jank sería su compañero el cainita estuvo a punto de declinar aquella misión, no por miedo, sino que no sabía si el otro chico sería capaz de afrontar algo como aquello. Claro estaba el Ragnarok en aquel punto estaba acostumbrado a muchas cosas, había vivido grandes aventuras y poseía gracias a lo adelantado que estaba un poco mas de poder que su compañero, igual Jank había estudiado junto s los Uzzas, tenían el mismo conocimiento, pero, una vez que habían salido de esas tierras extrañas todo se les había prácticamente olvidado y tenían nuevamente que aprender y mostrarse dignos del conocimiento que aparecería en sus mentes.

 

El sonido de pasos y el chirrido de la puerta le informo al vampiro que los chicos habían llegado. Conocía a muy poco de aquellos nuevos aprendices, si acaso a alguno lo habría visto un par de veces, pero nada más, no sabía nada de ellos y esperaba que fueran lo suficientemente listos como para no tomarse aquello como un juego o a la ligera, a Juv si le conocía y esperaba grandes cosas de ella o al menos que saliera viva de allí (XD). Al menos él seria exigente, no iba a permitir que aprobaran si no lo creía justo o pertinente. El cainita había dado ya clases de todos los libros por lo que estaba altamente capacitado como para saber si alguien merecía pasar o no.

 

Una vez que los alumnos sea acomodaron en su lugar Jank comenzó aquella explicación. El Dyane había hecho parecer aquello más sencillo de lo que en verdad era. Viajar en el tiempo, mas hacia aquellas fechas era realmente una locura si no se sabía con que se encontrarían ya que, por desgracia podrían matar a alguien importante y cargarse toda la historia mundial.

 

-Antes que nada quiero que me escuchen bien –comenzó a decir el vampiro- deberán cambiarse de ropaje, la primera parte de la misión y de su aprendizaje se llevara a cabo en un lugar donde nuestra ropa no estaría nada bien, además de que se supone deberíamos pasar desapercibidos -hizo un movimiento de varita para quedar vestido justo como lo estaría en la época de Nabucodonosor II- una vez que lléguennos allí deberán ser listo, no es una opción que los atrapen.

 

El cainita los observó a cada uno a los ojos para luego seguir con la explicación de lo que iban a hacer.

 

-Iremos a los jardines colgantes de babilonia como ya escucharon, a orillas del rio Éufrates, viajaremos en el tiempo e intentaremos evitar que Nabucodonosor II coloque quien era un gran y poderoso hechicero antiguo coloque una maldición sobre dichos jardines, la cual nos afectaría a nosotros en el futuro –dibujo una mueca, no era nada bueno si se revelaba el futuro o mucho de él, lo había aprendido por experiencia propia gracias a su madre y a su tía- o ¿es que pensaban que los jardines colgantes de babilonia eran así de hermoso a causa de los cuidados? –Negó con la cabeza- no, lo siento, todo fue a base de magia -los miro seriamente- No está permitido matar a nadie de esa época en el viaje, no queremos que el futuro, este que conocemos cambie de alguna forma

 

No espero a ver la reacción de los aprendices, había llegado el momento de partir, no sabía exactamente cuándo sucederían los acontecimientos que les habían informado en el futuro, pero si no lo hacían la humanidad serviría solamente para botana y abono de aquellas plantas que habían sido malditas.

 

El vampiro se concentro en el momento, lugar y era especifica, movió la varita pensando -<<Fulgura Nox>>. Aquella magia era realmente poderosa mas cuando se combinaba con el conocimiento de historia de la magia, gracias a ello se podía viajar al pasado, al momento que la persona quisiera. Una vez pensado en aquello el portal se abrió al lado del cainita. Observo a Jank y asintió. Era ahora o nunca.

 

Dio un par de pasos y cruzo el portal esperando que los demás lo siguieran

vkDq3f1.png

 

kNTUx8c.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Había sido una tarde terriblemente mala. No sabía quién demonios había roto todas las botellas que había en la bodega del castillo Rambaldi. Me había enfurecido muchísimo tanto que, hasta había usado la maldición cruciatus con algunos de mis sirvientes. Tiritaban, sí, de miedo y pánico. Nunca me habían visto de esa manera. En mi cara se mostraba un gesto contraído a causa de la rabia. Debía de poner a uno de ellos a vigilar esa zona de la casa y la verdad, no me hacía ninguna gracia...

 

Después de las recomendaciones y de dejar a Baco a cargo de ese lugar, me dirigí hasta mi habitación, situada en el área en dónde los patriarcas ocupábamos nuestras dependencias privadas. Cerré la puerta de un portazo, tirando la varita encima de la cama y frotándome las manos en las piernas, para calmar la ira que sentía.

 

- ¡Galadriel! - dije en voz a grito. La elfina se apareció enseguida- ¿queda alguna maldita botella de whisky de fuego entera en la cocina? - Ésta asintió rápidamente - pues ¡tráela! -chillé yo ahora.

 

No sabía quién había sido el profanador, pero si me enteraba... Se acordaría del genio que poseía una Rambaldi. Había viejas botellas, algunas muy valiosas y que eran de edición limitada. Otras tenían siglos y de las mejores cosechas francesas e italianas... Algo me distrajo de mis propios pensamientos, el sonido de una aparición. Giré la cabeza, mi sirvienta estaba con lo pedido, puso la botella y el vaso lleno de hielo. Sabía cómo me gustaba. Al no recibir ninguna indicación mía, se desapareció de mi vista.

 

Me senté en la silla al lado de la mesa que usaba para hacer pociones y que en ese instante sólo estaba ocupado por la bebida que estaba dispuesta a tomar. Aún era temprano, las siete de la mañana y ya con bronca y de las peores que recordaba desde que estaba en el castillo, luego de su remodelación. El lugar estaba casi en silencio era demasiado temprano para armar más barullo a esa hora. Noté cómo el alba estaba próximo. Los rayos del sol iban iluminando poco a poco el horizonte.

 

No sabía si tenía que ir a la universidad por el tema de los libros (de los guerreros Uzza) o para pedir un cese de mis actividades en el profesorado del Ateneo. Necesitaba un descanso urgente. Abrí la puerta del armario y visualicé todo lo que tenía. Chasqueé la lengua fastidiada, tendría que renovar de nuevo el vestuario y gastar galeones.

 

Luego de darme un baño relajante envolví mi cuerpo níveo en una toalla y me dispuse a indagar... Opté por lo cómodo. Me puse la ropa interior y el resto de las prendas que siempre usaba. Camiseta, tejanos azules y unas botas de piel de dragón. Tomé la cazadora de cuero y me la puse por encima, además de atar el pelo a una cola de caballo alta, mientras las gotas iban cayendo y mojando mi chupa de cuero. No sabía porqué, pero había escuchado el rumor en la Academia en que algo no iba bien, o que simplemente los Guerreros Uzza tenían ganas de juerga.

 

Por si acaso, preparé el morral de moke con muchas cosas. Pociones de estilo diferente, el libro de la Fortaleza con sus anillos, galeones, mi pitillera de plata con muchos cigarros y hasta una petaca con whisky de fuego. Por suerte no pesaría demasiado al colocármelo al cuello. Rebusqué mi otra varita y no sabía por cuál de las dos tomar, si haya o la de álamo temblón. Al final, no dudé y escogí la que me era más práctica. La que usaba para los duelos y otros asuntos que rozaban la legalidad.

 

Para cuando había terminado el sol ya estaba asomado por completo iluminando toda la habitación. Eché una ojeada al despertador mágico y me indicó que eran cerca de las ocho y veinte. Si me apuraba hasta podía llegar a la Universidad, a realizar algunos trámites. Pero aún tenía esa extraña sensación de que algo estaba pasando. No sabía lo qué... Pero no dudaba en que pronto saldría de dudas. Hacía días que me había inscrito (nuevamente) en el libro de la Fortaleza y esperaba en ésta ocasión, conseguir el tan ansiado enlace.

 

Escuché un pequeño fogonazo que hice que tomara rápidamente mi arma mágica. Pero no había visto a nadie y ni siquiera ningún hechizo en mi dirección. Me fijé en que un pergamino estaba atado a lo que parecía ¿una uva?

 

- ¿Pero, acaso no pueden usar otro tipo de trasladores? - protesté en medio de la habitación. Leí detenidamente y sonreí. Menos mal que ya estaba más que lista. En cuánto el reloj que estaba situado encima de la mesita de noche dio a y media el traslador empezó a brillar y rápidamente cogí el pergamino. Sentí el molesto tirón en la tripa y para cuando todo había terminado, me di cuenta de que estaba en la Universidad. Refunfuñé de mala gana. Había caído directamente al suelo y menos mal que a esa hora no había llegado nadie y no había visto mi torpeza. Me levanté y me puse en camino.

 

Me dirigí hasta la clase de Historia de la Magia. Ahí había dos personas que conocía, al menos, de vista. Sonreí contenta.

 

- Buenos días, profesores - les dije con una voz cantarina.

 

Cogí una de las sillas y me situé lo más cercano para poder enterarme de todo. Escuché a Jank todo lo que tenía que decir y no podía evitar mirarlo asombrada.

 

- ¿Babilonia? - pregunté estupefacta- están locos - intenté murmurar lo máximo posible, porque sabía que Hades era vampiro cómo yo, y que podía perfectamente escuchar lo que había murmurado.

 

- Está bien, pero... ¿No puede ser que, el fallo esté en ésta época? Un mal pronunciamiento de un hechizo, puede provocar alteraciones en el mapa - comenté en voz alta, mirando preocupada todo. Cuando el mago terminó de hablar, el Ragnarök hizo lo suyo propio. Tendrían que cambiarse de ropa, ¿para eso les habían dicho de ir vestidos cómodamente? Aunque por supuesto, no dejaría su monedero de piel de moke. Recogí la varita que tenía guardada en el interior del bolsillo de la cazadora y recordando los primeros tiempos de la Academia, susurré el hechizo mientras giraba mi muñeca. Ahora llevaba una túnica al estilo oriental, amarrada por la cintura con una cinta de cuero, cómo así también las sandalias. Además de llevar una pequeña toga. Ya estaba lista.

 

- Bueno profesor, para los muggles se supone que esos míticos jardines no existieron, y lo mismo pasó con Troya, sólo que al final... se descubrió que era real... Vale, no matar ¿pero, torturar para sacar información? - intenté mostrar en mi cara un gesto bondadoso y una sonrisa. Si colaba... colaba.

 

Me sorprendió ver con qué facilidad abría una puerta, en éste caso a una época en dónde la magia y las supersticiones eran la órden del día. Estaba deseosa por llegar al nivel de ese tipo de magia, pero sabía que tenía que trabajármelo para ganarlo. Suspiré. En cuánto los dos profesores traspasaron el portal, yo lo hice tras ellos, esperando que, también, los demás alumnos viniesen con nosotros.

 

off; gracias y siento el tocho xD

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

¿Qué demonios?

 

Cillian se había quedado un par de minutos dándole vuelta a la uva que sus Jank y Hades habían elegido como traslador para aquella ocasión. ¿A dónde lo llevarían está vez? Bastante tiempo había transcurrido ya desde que pisó por última vez la Universidad y sería interesante volver aunque sabía bien que sólo sería una parada rápida antes del verdadero destino.

 

Dejó la uva sobre el escritorio y se dirigió hacia el armario al otro lado de la habitación. ¿Ropa cómoda y holgada? Ni hablar, menos aún si estaría a lado de Jank durante las próximas horas. No podía permitirse el verse mal arreglado frente a él aunque el chico no le hiciera el menor de los casos. Las puertas del armario estaban abiertas así que le bastó con extender la mano y elegir un sencillo traje de color gris.

 

No tardó demasiado en vestirse, la hora en que el trasladador se activaría estaba demasiado cerca como para permitirse algo más que lo básico. Cuando estuvo listo regresó sobre sus pasos y echó un último vistazo a sus pertenencias, para aquella ocasión no necesitaba más que su varita y el libro de la fortaleza que había adquirido algunos días atrás en el Magic Mall.

 

No estaba seguro de que el libro en si sirviera de algo, pero qué más daba. Suspiró. Estaba listo, sólo necesitaba esperar a que el traslador se activara y en un segundo estaría frente a la puerta de Historia de la Magia. Primero un extraño jalón y luego el mundo dando vueltas, estaba en camino. No fueron más de un par de segundos y al momento siguiente estaba justo detrás de una chica que no le resultaba conocida.

 

Se apresuró a entrar detrás de ella antes de que la puerta se cerrara por completo. Al entrar, lo primero que hizo fue dirigir su mirada hacia Jank, nunca estaba de más deleitarse la pupila... Y acto seguido la dirigió a Hades, quien había cuidado de él y su hermana durante aquella extraña situación con un par de gatos malignos. Se detuvo justo frente a ellos y esperó.

 

¿Nabucodonosor II? No entendía ni una sola palabra, pero era normal en él. Escuchó atento las palabras de sus profesores así como las de la chica que había llegado justo delante de él y no se atrevió a añadir un comentario propio, no tenía caso. Simplemente se limitó a imitar a Hades al cambiar su traje por algo más parecido a lo que el profesor vestía ahora.

 

— ¿Torturar? —Se atrevió a preguntar antes de cruzar el portal—. ¿No es que vamos ahí para evitar una catástrofe? O me equivoco.... Quizá vayamos ahí para causar una.

 

No espero una respuesta, atravesó el portal para no quedarse atrás.

Editado por Cillian

OjQFQY0.gif

c9Sdt97.png

bfqucW5.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Los primeros rayos de sol comenzaron a rallar el firmamento, proporcionándole tonos anaranjados. El canto de los pájaros se colaban por los grandes ventanales, acompañados de una suave brisa primaveral que mecía con lentitud las cortinas abiertas. Clavó la mirada en caballo alado que pastaba con parsimonia en el jardín trasero del castillo Black. Un fuerte crujido rompió el sosiego mañanero y el thestral levantó la cabeza para después abrir sus alas y emprender el vuelto. Evarela lo vio alejarse hacia las profundidades del frondoso bosque que rodeaba los terrenos de su familia.

 

Apagó el cigarro y, tras girar sobre si misma, desapareció. Un segundo después sus pies, calzados con unas botas negras, tocaron el suelo de la cocina. Sin prestar demasiada ateción a todos los elfos que corrían de un lado a otro preparando el desayuno, tomó asiento en una de las sillas vacías. Tras un chasquido de dedos, proveniente de uno de los sirvientes, una enorme taza con café apareció ante ella. Le dio el primer sorbo y contempló la comida que cubría la mayor parte de la mesa. Todavía no tenía apetito alguno por lo que agarró el café y decidió salir al jardín, por lo que se puso en pie y caminó hasta la puerta.

 

- Ama - dijo uno de los elfos, el que solía organizar al resto.

 

La matriarca suspiró. Tenía comprobado que cada vez que ponía un pie en cualquier otra parte de la casa que no fuese su alcoba uno de los sirvientes la molestaba por cualquier tontería. Era en aquellos momentos cuando más notaba la ausencia del resto de cabezas de familia. Aunque, a decir verdad, sospechaba que los elfos no se atrevían a molestar a cualquiera de los otros dos patriarcas. Volvió a beber se du café y miró a la criatura que se había dirigido a ella, dándole a entender con aquel simple gesto que hablara.

 

- Ha llegado algo de la universidad.

 

- ¿El qué? - inquirió la banshee.

 

Siguió con la mirada la trayectoria del dedo del elfo. Sobre una de las encimeras de la estancia había una carta atada a un grano de uva y, de forma automática, Evarela enarcó una ceja. Tomó el papel y lo leyó en un par de segundos. No sabía la hora exacta pero seguramente ya llegaría tarde. Dejó el café a medias al lado de la uva y observó el traslador. Solo debía tocarlo para saber si todavía estaba a tiempo de acudir a la cita. Por suerte, aquel día había optado por ponerse uno de sus vaqueros viejos y una camiseta fina roja, de media manga. No creía necesitar la capa, por lo que tocó aquel trozo de fruta sin perder más tiempo.

 

El tirón que sintió en el ombligo confirmó que había reaccionado a tiempo. A su alrededor todo daba vueltas pero aquello solo duró unos segundos. La imagen se volvió clara y notó suelo firme bajo sus botas. Sus ojos esmeraldas miraron a su alrededor y comprobó, un tanto decepcionada, que la carta no había mentido, estaban en el aula donde se daba historia de la magia. Los autores de aquella nota, y del peculiar traslador, ya estaban allí: Jank y Hades. También había dos personas más. Al mago no lo conocía pero no pudo evitar poner los ojos en blanco cuando vio a la Rambaldi.

 

- ¿En serio? Esto ya se puede considerar acoso - comentó mirando a la bruja mientras reía.

 

Jank no tardó en tomar la palabra para explicarles lo que harían y no fue hasta ese momento que la banshee se percató de aquel mapa. Su compañero de bando no tardó en complementar la información de aquella misión, poniendo el broche con una negativa clara: estaba prohibido matar a cualquier persona de aquella época. Evarela enarcó una ceja, si ya empezaban a prohibir lo más divertido el comienzo perdía gracia. Helike no tardó en preguntar si podría torturarla a lo que el otro mago, del que no conocía ni el nombre, no tardó en responder. La mortífaga rió ante aquel comentario y la posterior reacción del hombre.

 

- Una o varias - respondió al comentario de las catástrofes, más para ella misma que para el dueño de aquellas palabras.

 

Y, de repente, un portal apareció en medio de la estancia. Hades no dudó un segundo y fue el primero en atravesarlo. Sus otros dos compañeros lo siguieron no tardaron en seguirlo. Su varita se materializó en su diestra y, tras guiñarle un ojo a Jank, atravesó la puerta a otra época.

Editado por Evarela Black Haughton

http://i.imgur.com/F7R5RJx.png
http://i.imgur.com/DGnrjDe.png
http://i.imgur.com/z2zlH6B.gif http://i.imgur.com/OKLk0Bg.png hO1nFcQ.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

-¿Pero qué...? -Fue lo único que alcancé a decir cuando una nota de parte de dos profesores de la Universodad atada a una uva apareció a mi diestra mientras disfrutaba de un cálido día en los jardines del Castillo Ravenclaw, pues tan solo al tocar el fruto de la vid, sentí como si un gancho jalara de mi ombligo llevándome a la nada. Detestaba los trasladores.

 

A los pocos segundos me vi en las afueras de un aula que conocía bastante bien. Una oleada de recuerdos invadió mi piel provocando que todos y cada uno de mis vellos se erizara. Hacía algunos meses yo dictaba clases en aquella aula, ser profesor de Historia de la Magia era una experiencia que jamás olvidaría. Sin embargo, debía enfocarme, estaba por entrar a una clase que me daría sin duda más habilidades y poderes y por la cual estaba sacrificando bastante. Los galeones no crecían en los árboles y justo en aquellas épocas los estaba gastando a raudales, pero al final todo valdría la pena y más para los conocimientos que me otorgaría el Libro de la Fortaleza.

 

Sin más me adentré al aula topándome de frente con algunos rostros conocidos, entre ellos el de Cillian y el de Evarela, a los demás los conocía de vista, y si sabía sus nombres era solo por casualidad. Pero mis observaciones fueron interrumpidas cuando Jank, el que era uno de los mentores de aquella "clase" comenzó a hablar. De inmediato mi interés se centró en aquella misión que los que estábamos a prueba para obtener el libro de la fortaleza teníamos que afrontar. ¿Qué más gratificante para un Historiador de la Magia que viajar en el tiempo? Estaba extasiado, mis ojos de cierta manera se desorbitaron con la información que nos estaban dando, pero debía frenarme, sino acabaría por perder la seriedad. Carraspeé un poco para pasar la emoción y tocó turno de escuchar a Hades, el segundo mentor de aquella dinámica.

 

Se notaba de inmediato el porte y madurez del Ragnarok, pues sus palabras fueron una bajada de nube para centrarse en la realidad y el peligro que aquella intromisión al pasado conllevaba. No podía estar más de acuerdo con sus palabras, cualquier error, cualquier mala decisión que tomáramos podría alterar nuestro presente e incluso destruirlo. De a poco iba entendiendo que aquello no era precisamente sencillo, estábamos a punto de enfrentarnos a magias ajenas a las que solíamos usar habitualmente, pero justamente aquello era lo que para mi realmente era gratificante, pues tendría una nueva experiencia y una nueva visión de mi mundo. Lamentaba, sin embargo, no haberlo hecho con antelación.

 

En ese momento, Hades murmuró in conjuro que logró abrir un portal al pasado, mi cara no pudo evitar adquirir un mueca de sorpresa, ese hechizo era fabuloso. Seguí pues el consejo del Ragnarok respecto a nuestros atavíos, y con un movimiento de mi varita mágica de cerezo mis ropajes cambiaron unos adecuados para la época a la que nos dirigíamos. Guardé mi varita en uno de los pliegues de la camisola y crucé el portal. ¿Qué tan difícil resultaría aquella misión? Esperaba que mucho parq poder poner a prueba todas mis habilidades como mago y como vampiro.

YTJke.gif  ~+~ uGSfO2w.gif

LMqjPAM.jpg

 

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

El vampiro había escuchado las palabras que habían dicho cada uno de aquellos alumnos aprendices. Por su mente pasaron muchas cosas, cosas que podían salir mal si no llegaban a tiempo. Habían llegado la fecha exacta en que Nabucodonosor II colocaría la maldición. El cainita había calculado bien, aun era de noche, y el cielo estrellado permitía ver la intensidad del brillo de Marte. Ladeo la cabeza e sucediera, en un segundo los aprendices comenzaron a llegar junto a Jank.

 

-Aun no amanece –dijo una vez que todos estaban reunidos- Tenemos algunas cuantas horas para evitar que la catástrofe suceda –los miro a los ojos- si tienen alguna duda es mejor que hablen ahora o callen para siempre –el tono del Ragnarok era serio.

 

Sin perder tiempo paso la mano sobre su anillo detector de enemigos por si había algún guardia en aquel paraje escondido y sobre el anillo de la escucha para oír tanto lo que pudieran decir los alumnos como cualquier persona que estuviera reunida cerca de ellos, así, al menos podrían evitar una confrontación directa.

 

El Ragnarok se mantuvo en silencio esperando el momento indicado, si no querían ser descubiertos tenían un par de opciones una igual que la otra, con sus pro y contras. Podían salir de allí y caminar en la oscuridad para evitar ser descubiertos, el riesgo era si los aprendices usaban magia para iluminar su camino, no perderse o tropezarse y si alguien los veía estarían en serios problemas para justificar aquello. La otra opción era esperar al amanecer que la luz del sol iluminara todo aquello, pero eso seria quizás perder tiempo innecesario aunque se podrían confundir con la gente del lugar y podrían caminar sin problemas siempre y cuando no cometieran errores.

 

-por cierto, creo que nadie en esta época sabe lo que Nabucodonosor es -informó- así que cuidado con lo que dicen, nada garantiza que estemos a salvo de oídos indiscretos ¿cierto? –les pregunto esperando una respuesta ante aquello.

vkDq3f1.png

 

kNTUx8c.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Jank dejó escapar una corta risa ante los últimos comentarios de sus alumnos, negando y sobando su frente al mismo tiempo. Quizás se había arriesgado demasiado al exponerlos a tal peligro; después de todo, los Uzza habían sido lo suficientemente claros cuando le dejaron la misión en sus resbaladizas manos, y aunque Hades compartiría la carga, no podía permitirse perder a ninguno de los viajeros. Primero por su código de honor para con la Universidad, que resultaba ser, tal vez, el más importante voto de responsabilidad que Jank había ejercido en su vida. Segundo, porque si caía uno en el pesado, el presente jamás sería el mismo. Y para ese entonces, aterosaba bastante el presente que la humanidad y su propia existencia habían alcanzado.

 

- Bueno, después de ustedes - dijo, inmediatamente después de que Hades cruzara el portal. Jank cerraría la marcha después de que pasara el último estudiante, y cuando éste lo hizo, el salón desapareció. Prefirió cerrar los ojos durante el trayecto, tal cual solía hacer cuando lo absorbía un traslador, pero para su sorpresa no duró demasiado. Lo comparó con el traspaso de una materia mientras ejecutaba un "Salvaguarda Mágica" , solo que mucho menos incómodo. A su espalda hizo un chasquido cuando estuvo totalmente fuera, volviéndose invisible a todo aquel que no fuese su creador, o al menos algo así había leído en la biblioteca egipcia.

 

Jank echó una larga mirada al cielo plagado de estrellas. Eran las mismas que había admirado durante toda su infancia y adolescencia, tirado sobre alguna planicie de tierra que ofrecía el centro de un jardín o una terraza, repleto de ilusiones banas que jamás llegaron a concluirse, al menos no de la manera que habría esperado. El hombre extrajo desde el cinturón que sujetaba sus pantalones de lino el anillo detector de enemigos y, desde otro compartimiento, el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos; ambos los colocó en el dedo anular, echando un suspiro de satisfacción al sentir la tan conocida y útil magia recorrer sus venas. Ambos poderes serían indispensables para el cumplimiento de la misión.

 

- Si no trajeron sus anillos - empezó, transformando su chaqueta de cuero en un fino chaleco con detalles de oro y plata falsa, dejando al descubierto gran parte su pecho. Jank se sacudió para olvidarse del frío que le atacó al instante - busquen en sus bolsillos, que allí aparecerán. Sin embargo, será la última vez que el libro sea tan benevolente. Eso es un hecho.

 

El hombre les hizo una señal para que le siguieran después de que Hades culminara su predicamento. Estaban en el borde oeste del jardín, zona altamente custodiada puesto que desde allí se accedía, según el mapa del salón de historia de la magia, al camino principal que daba con la entrada a los aposentos del rey. El hombre los llevó entre los matorrales y, cuando atisbó el camino de tierra y flores multicolores separadas por milímetros una a la otra, se detuvo. Aproximadamente veinte hombres armados con alabardas y escudos de oro y recubiertas por un metal que Jank no pudo reconocer se distrubuían en el perímetro, intercambiando códigos cada vez que se encontraban durante la caminata. El grupo del futuro se hallaba cubierto por dos palmeras y un arbusto de frutos amarillos. Jank se agachó tras éste esperando que los demás hicieran lo mismo. El anillo detector de enemigos empezó a brillar levemente, solo a modo de advertencia.

 

- Las alabardas contienen el poder mágico suficiente como para paralizar a una bestia y diez hombres, al mismo tiempo. Solo los guardianes más prestigiosos y condecorados de Nabucosondor tienen el derecho de portarlas, y ni siquiera ellos saben que son místicas. Claro, casi nunca las prueban - el mago echó una mirada entre las ramas del escondite, cerciorándose del número. Al finalizar el camino floreado, las puertas de un gran palacio esperaban al afortunado invitado -. Si llegamos y logramos entrar, podremos enfrentarnos cara a cara con él o al menos, averiguar desde dentro qué es lo que planea hacer... ¿Algún plan?

Editado por Jank Dayne

THIS ONE.jpg

blinkie.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Deslizó la yema de su dedo por el borde de aquella tabla de madera, acompañando el recorrido de su mirada sobre los objetos que en ella reposaban, conformando una hilera concluida por un entreabierto monedero de Piel de Moke. Lucrezia había repasado aquello una docena de veces. La mesa que delante de ella se erigía se había desocupado para tener una mejor contemplación de todos los elementos y recursos físicos que llevaría a aquella misión: su implacable y amenazante ballesta mágica; variadas pociones e ingredientes de proveniencia clandestina, como aquellas destinadas a la curación de heridas leves o la propia espumante Multijugos; el libro de la Fortaleza que había adquirido en el Callejón Diagón semanas atrás y una botella con agua de manantial para aplacar la sed cuando lo necesitase. Una vez que se aseguró que todo estuviese listo, las tomó una a una y las guardó en el interior del extensible monedero.

 

 

- ¡Perfetto!- exclamó, envolviendo con una fina soga dorada la terminación de su pequeña bolsa para cerrarla y atarla a su vestido.

 

 

Tomó con delicadeza ambas puntas de la delgada cadena de oro que cruzaba la minúscula argolla de su relicario y las llevó hacia la parte posterior de su cuello, uniéndolas. Ladeó su cabeza para percibir su reflejo en el pulcro vidrio de la ventana postrada a solo un metro de la mesa y no pudo evitar que una sonrisa atravesara su pálido rostro al cerciorarse lo atractiva que se encontraba. Acomodó aquel colgante de centelleante oro para que quedase en el milimétricamente exacto centro de su pecho, unos centímetros por encima de su busto. Completamente satisfecha con su estética, planeada con perfeccionista ímpetu por aportar a su porte aristócrata una frescura que lo aligerase, se dispuso finalmente a tomar en su diestra el único objeto que no había salvaguardado: no se trataba de una pertenencia en ningún sentido, sino que aquello se le había entregado de manos de un tercero.

 

 

Un pergamino maltratado por el descuidado manejo de su receptora cubría una diminuta uva violácea, cuyo perceptible aura adelantaba la magia con la que había sido encantada. Más aun lo confirmaban las palabras de esa misiva, con un contenido que había memorizado fielmente a base de repetirlo una y otra vez minutos atrás. Desechó la carta haciéndola a un lado y, deseando que la experiencia fuese lo menos tortuosa posible, apretó el pequeño traslador en su mano a la par de los primeros retumbes del reloj de su habitación, una infalible pieza de madera de roble y detalles en plata diseñada cientos de años atrás por las manos de los Médici. Cuando la hora pactada quedó marcada por las manecillas, notó como sus pies abandonaban súbitamente el suelo de la Potter Blue y las paredes que delimitaban su cuarto se alejaron de su posición hasta desaparecer en los confines del no-espacio en el que se había sumergido durante aquel traslado.

 

 

Un primer espasmo, que subió fugazmente desde la boca de su estómago, la obligó a cerrar los ojos y dejarse llevar. Odiaba viajar por ese medio, siempre que hubiese una opción alternativa. Aparición, armarios evanescentes, escobas, transporte mágico ¿Quién usaba algo tan molesto como un traslador? Al menos que se quisiese viajar al otro lado del mundo, no entendía tal elección innecesaria. No fue una sorpresa cuando sus pies tocaron nuevamente el suelo, en esta ocasión uno mucho más duro del de su habitación. Sus azules iris volvieron a aparecer entre sus párpados, que se despegaron tímidamente. Su vista se acomodó a la cálida luz de las lámparas que escoltaban aquella familiar entrada.

 

 

Se encontró a si misma fuera del aula de Historia de la Magia, donde había sido convocada por el dúo de profesores que se le habían asignado. Al parecer, dado los murmullos que llegaban del interior de la sala contigua, había sido de las últimas en llegar. Apoyó su mano en la quebradiza madera de aquella puerta y la empujó lentamente de modo que las figuras que allí estaban quedaran descubiertas una a una. Una especie de suspiro de alivio aflojó su ceño al notar que conocía a varias personas que allí se encontraban: Cillian y Helike habían sido dos amables clientes durante la apertura de su negocio con quien llevaba una relación de mutuo respeto, incluso un jugueteo con el primero.

 

 

Con su envalentonada por su actitud altiva engrandeciendo su semblante, entró en el aula. Ejecutó una elegante reverencia a quien parecían ser las autoridades allí y al incorporarse le dedicó una pícara media sonrisa a Cillian. Se apartó del umbral de la puerta y, apoyando su espalda en una de las paredes de la sala, se dispuso a escuchar lo que sus profesores tenían que decir. Sus ojos, del color del zafiro, se habían perdido en el magnífico e imponente mapa que se proyectaba sobre los bloques de piedra, buscando en él su natal Italia. Dada su forma tan característica, no fue difícil hallarla entre escena y escena de la historia inglesa. Sin embargo, un comentario de Hades la abstrajo de aquella demostración tan cautivadora de arte mágica cuidadosamente creada. Lo fulminó, como si pudiese atravesarlo con el repentino brillo asesino que invadió su mirada.

 

 

- ¿De verdad debo cambiarme de ropa? Que pesadez...- sentenció con contenida indignación, renegada.

 

 

Su varita de lustrosa madera de bronce se materializó en su mano. La sostuvo con delicadeza del mango de terminaciones en plata, apenas utilizando la yema de sus dedos, y realizó una envolvente floritura en el aire, manteniéndola sobre el comienzo de su vestido de estilo clásico; progresivamente, de la parte superior hasta la inferior, fue reemplazado por una nueva prenda de vestir con detalles orientales, acorde a la época a la que se trasladarían. De sencilla tela blanca, su nueva vestimenta ocultaba con su soltura la estrecha cintura y las trabajadas curvas que la aristócrata lucía. Su suelta cabellera dorada quedó ornamentada por un tocado de similar color sujeta a su frente, que le daría a vista de extraños un status que estaba obligada a perder al abandonar el presente.

 

 

Solo bastó un instante más para que Hades invocara con su magia un portal, que repentinamente se hizo de la atención de todos los presentes. El curioso profesor no dudo en cruzarlo, como tampoco lo hicieron sus compañeros de clase. Lucrezia no podía ser menos, así que se adelantó rápidamente para atravesarlo apenas la última persona desapareció del recinto en el que se encontraban. El traslado fue instantáneo. De un segundo para otro habían abandonado el ambiente viciado del aula y chocaron contra la frescura del aire de un paraje aparentemente desierto, bañado por la luz de las estrellas que salpicaban el cielo nocturno, con la omnipresente luna observando todo. Miró a sus alrededores, encantada por la libertad que se respiraba.

 

Se adelantó hasta quedar separada por unos pocos centímetros de Ragnarok, que parecía ocupado con los anillos relucían en su mano. Lo observó a sus espaldas, escudriñando en su porte serio con la agudeza de su percepción femenina ¿Qué sorpresas se ocultaban bajo esa fachada imponente? Esperaría. Sin duda, la misión que se les había asignado desembocaría en el descubrimiento de qué esperaban ambos profesores del grupo que habían arrastrado a tan arriesgada misión. Presionó en un puño la mano en la que llevaba los anillos que el Libro de la Fortaleza le había concedido y, sin desprender su mirada de Hades, se ocultó detrás de los matorrales al notar la presencia de guardias en el floreado camino.

 

 

- Perdone que lo interrumpa, pero ¿Qué catástrofe tenemos que evitar? Aunque, si es por hacer un plan..- observó con el rabillo del ojo a Jank, quien había ofrecido sus oídos a las ideas de los alumnos- me parece que lo primero que deberíamos hacer es llamar su atención, ofreciendo una carnada para ser capturado. Al menos calculo que un grupo reducido de guardias bajaran por el camino para cachar a dicha "carnada" y obligarla a abandonar los terrenos aledaños. Si los emboscamos con sigilo sin llamar la atención del resto de los guardias, obtendremos dos de sus alabardas con las que podremos acabar con su guardia sin matar a ninguno, solo paralizándolos, y eso nos dará libre paso al interior del castillo.- finalizó, con su tono cooptado por la seriedad, previamente a llevarse a la boca la uva que había servido como traslador.

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Y un segundo después el escenario había cambiado por completo.

 

A Cillian le costaba bastante seguir el hilo de las cosas así que al principio sólo se limitaba a observar y a seguir ordenes. ¿Para que los habían llevado hasta ese lugar? Aquello no tenía ni pies ni cabezas, al menos para él. Y luego, anillos... ¿De dónde demonios sacaría un par de anillos. Suspiró, si lo que decía Jank era real entonces debería encontrarlos en alguno de sus bolsillos. El escenario iba cambiando poco a poco durante su trayecto.

 

Encontró los anillos justo al lado de su varita y sin perder un segundo más, imitó al chico que se había vuelto parte de algunas de sus más intimas fantasías, colocando ambos en el dedo anular de su mano derecha. No estaba seguro de si realmente funcionaban o no, pero nunca estaba de más intentarlo. Al final de todo estaban tratando con una magia que hasta entonces les había resultado desconocida.

 

Y un momento después los problemas comenzaban.

 

— Pero... ¿Algo así no llamaría bastante la atención? —Había estado tan enfrascado en sus pensamientos que no se había percatado de la presencia de la bruja hasta aquel momento—. Creo que deberíamos probar algo más sutil.

 

¿Pero qué? Estaba casi seguro de que no podrían entrar haciéndose pasar por simples visitantes. Echó una mirada a su alrededor deteniéndose por un momento en Lucrezia, no la había visto desde aquella visita a su cafetería de dónde se había retirado sin despedirse siquiera. Espera que no estuviera molesta con él, aún esperaba que esa cita en Isla Atlantida se diera de un momento a otro. Sabía que algo bueno podía surgir de aquella relación.

 

— ¿Qué es lo que planea hacer? —Se deshizo de sus pensamientos para volver al presente—. Espera, ¿eso quiere decir que estamos aquí en una misión a ciegas? —Cuestionó a Jank, acercándose un poco más de lo debido y atreviéndose a rozarle el pecho.

 

Y quizá sólo así tuviera que ser para ellos, para los alumnos por que si algo estaba seguro en aquella situación era que ambos profesores sabían bien lo que tenían que impedir. Se acercó un poco más a Jank, sabiendo que estaba causando demasiado escándalo pero confiando en que esos anillos que llevaban puestos funcionaran en realidad.

 

— Yo no tengo ni idea de que hacer —aceptó, tomando una actitud completa mente infantil—. Y menos lo sabre si no nos dan la información que necesitamos.

OjQFQY0.gif

c9Sdt97.png

bfqucW5.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.