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Campus Universitario


Cissy Macnair
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Sísifo:

 

 

 

 

 

Enmudecí. Aquello me tomó por sorpresa. ¡Me había robado la cámara sin que me diese ni cuenta! No me molestaba, en absoluto, pero me hizo ser consciente de lo distraído que estaba con su presencia. Escuché atentamente sus indicaciones. Había posado dos o tres veces en toda mi vida, no estaba en absoluto acostumbrado. Sabía perfectamente cómo actuar detrás de la cámara, pero no delante. Me endurecí, poniéndome algo nervioso.

 

Sonreí cuando sentí el click alejándose en el espacio.

 

––Tú revelarás tus propias fotos ––señalé––, y bueno, está en la Yaxley Manor. No sé si conoces a la familia... Lo he instalado allí como he podido.

 

La cercanía entre los dos parecía producto del magnetismo. Y de repente sucedió:

 

"¿También conoces a Tau?"

 

Aquella voz en mi cabeza. Sacudí el cuello, apartándola para no permitir que ensombreciese el momento. Me puse en pie junto a la chica. Quité de su hombro una pequeña hoja que debía haberse depositado allí cuando hacíamos las fotos. La contemplé, frente a mí, con aquel cabello azul eléctrico, como el mar durante una tormenta solar.

 

––Me alegro de haber invadido tu espacio íntimo.

 

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  • 1 mes más tarde...
Llevaba buen tiempo sin visitar la universidad. Varios meses habían transcurrido desde la última vez que había dictado un conocimiento al interior de sus instalaciones, pero el lugar lucía casi igual.


El "casi" que lo hacía diferente era aquello que semejaba al eco de una voz martilleando en mi cabeza todo el tiempo, en un idioma imposible de entender y que iba acompañado de un escozor en el pecho, justo donde portaba el raro tatuaje producto de una maldición. Había sido el precio para "aprobar" la clase de artes oscuras hace no mucho, pero lo cierto es que seguía sin saber la naturaleza de lo que cargaba conmigo y muy especialmente, si estaba o no dañándome a niveles que no era capaz de comprender.


¿A quién recurrir en esas circunstancias?


La primera persona que había cruzado por mi mente había sido Garry, pero pronto había hecho a un lado la idea, temerosa de que aquella condición pudiese preocuparlo en demasía. Él además, había estado tan ocupado entre el trabajo y sus labores como profesor en Hogwarts que sentía injusto el distraerle con ello ¿porque y si al final todo eran paranoias mías? No me agradaba la idea de convertirme en centro de ironías de él o peor aún, de la metiche de su hermanastra, de forma que había permanecido callada, esperando que no notase los ligeros cambios en mi humor.


Necesitaba entonces de alguien a quien pudiera confiarle mi vida, y también mis miedos. Alguien que habiendo vivido tanto, no sintiera temor tampoco si es que el derrotero de mis investigaciones nos exponía. Así es que había llegado hasta él, y aunque titubeante, le había escrito un mensaje en donde le confiaba la naturaleza de mis temores, con la franqueza que los tiempos compartidos antaño me permitían.


Deteniéndome junto al lago, solté un largo suspiro contemplando su superficie lisa y azulada. Y apretando los puños, me giré cuando finalmente oí unos pasos tras de mí.


Yo estaba mucho más envejecida, con ojeras más marcadas bajo los grandes ojos y arrugas en las comisuras de los labios, el cabello eternamente vuelto un revoltijo y la chaqueta y jeans muggles haciendo contraste con las formales túnicas de los demás. Pero él frente a mí, lucía prácticamente como lo recordaba.


Y sin pensármelo mucho más, presa de la nostalgia y la alegría, me colgué de su cuello y lo envolví en el más cálido de los abrazos.


–– Bienvenido



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Irán, Arabia Saudita, Irak... su viaje había sido largo, mucho más largo de lo que pensó. Todo fue debido a la investigación de un par de puertas que habían llegado a su hogar con inscripciones árabes, dichas puertas se notaban por demás oscuras y corrompidas con magia oscura. Decidió abandonar todo por saber más, pidió un tiempo a Kutsy quien tan solo lo había mirado con tristeza pero ella bien sabía que para Ethan lo primero era la seguridad de su familia.

 

Cuando supo el origen de las puertas y su uso las colocó en una de las habitaciones de su castillo en República Checa, día y noche las estudiaba y no había un aliciente mayor en su vida actual que el conocer aquel artefacto. Su aspecto había cambiado, ahora portaba una barba tupida y llena de canas debido a su estrés sin embargo conservaba la juventud en su rostro o al menos tan solo en apariencia; Ethan se sentía viejo, viejo como un roble que conoce el significado de la vida pero que decide guardarlo para él mismo.

 

Aquella tarde había recibido una lechuza, de inmediato reconoció la letra y sus ojos brillaron al tener noticias de ella. Bel era para él una guía, una compañera y por mucho su amiga más confiable. Leyó la carta más de cinco veces y se decidió a abandonar la habitación para ponerse presentable, odiaba el pensar que ella lo viera en mal estado.

 

Afeitó su barba revelando su rostro, un rostro al que por mucho tiempo no miró y arregló su cabello dejándolo un poco largo para darle una apariencia más juvenil. Se vistió como siempre en colores oscuros, un par de jeans y un abrigo largo en color negro lo hacian ver como el viejo Ethan; finalmente se sentía él de nuevo.

 

Al llegar al lago notó su figura, ese cabello enmarañado solo podía ser de ella y no pudo evitar el sonreír cuando sus miradas se cruzaron. Sentía a Bel como de su familia, había vivido bajo su techo durante mucho tiempo y con ese abrazo reafirmaba su cariño por ella.

 

Una risa salió de sus labios mientras la abrazaba, si bien ella se notaba físicamente diferente, él sabía que se trataba de su querida Evans McGonagall.

 

-Gracias... Fue un viaje largo. Te he extrañado.-

 

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Había sido imposible no ver directamente en sus ojos oscuros después de las sentidas primeras palabras que le oía, o sentir esa cálida sensación en el interior que por un momento frenó el escozor que el tatuaje producía en mi pecho. Ethan estaba allí, realmente estaba de vuelta, con aquel desenfadado look de niño malo, pero que en los ojos cargaba el peso de muchas vivencias.

 

Comprendí entonces que todos esos meses en que no había tenido noticias de él, muchas cosas habían sucedido. Así él fuera un demonio y yo una humana, el tiempo no perdonaba en ciertos aspectos, dejando una huella que con un poco de atención, era fácil de reconocer.

 

–– Te extrañé también. No siempre puedes encuentras un tipo descarado, pero de noble corazón, capaz de decirte las cosas tal cual las ve.

 

Era divertido cada tanto recordar la curiosa manera en que nos habíamos conocido. Estaba segura que a él también le haría gracia aquellos tiempos, que ahora se antojaban tan lejanos y diferentes.

 

–– Me temo que el viaje que haremos ahora también vaya a tener su cuota de sacrificio ¿estás listo para ello?

 

Tomé su mano y la aferré con fuerza. Estaba segura que esta vez sería capaz de sentir el ligero temblor que no me abandonaba, ahora que el murmullo de esa voz lejana salida de mi interior volvía a hacer presencia y me costaba el doble mantenerme estable y ecuánime. Para colmo de males, un viento frío comenzó a azotar los arbustos y mis propios cabellos.

 

Era como si el frío que amenazaba mi interior se manifestara también en el exterior.

 

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Era bueno el ver fuerzas en ella a pesar de lo que estaba pasando, el abrazo había sido sincero y por un momento ambos se habían olvidado de porque estaban ahí. Las palabras de ella le sacaron una sonrisa amplia que solo iba acompañada de más verdades.

 

-Noble y leal con los que realmente lo merecen, descarado cada día de mi vida y con mucho gusto.-Apuntó antes de tomar un largo respiro, ambos habían cambiado pero conservaban su toque dentro de todo lo ocurrido.

 

Escuchar sobre sacrificio le recordó la vez que tuvo que sacrificar su libertad con tal de proteger a Kutsy, en su vida había tenido que sacrificar muchas veces su felicidad personal o incluso su bienestar con tal de proteger a otros y ahora no iba a ser la excepción. Tomó la mano de Bel sintiendo su cuerpo temblar, sin embargo con su agarre se propuso a transmitirle la serenidad de que todo estaría bien.

 

El viento sopló como un augurio de devastación o de peligro ante la misión pero él estaba preparado, quizá esa fuera su última aventura de su vida terrenal para volver a ser un demonio en forma ya en los fuegos del infierno y no tenía duda alguna de que hubiese aceptado el acompañarla mil y un veces.

 

-Estoy listo, solo quiero que entiendas que si te llegas a encontrar en aprietos muy graves y me pides marcharme no lo haré. Así que ni se te ocurra pedirlo, ¿de acuerdo?- Preguntó con voz gruesa mientras la miraba con una ceja elevada.-¿Cual es nuestro primer destino?-

 

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Reí de buena gana con la auto descripción que se daba. Si salía con vida de todo eso, definitivamente debía trasladar aquella memoria al pensadero que tenía en el Castillo Evans McGonagall, porque sin duda era uno de esos momentos que podía revisitar tranquilamente en mi vejez para recordarme a mí misma que no había vivido una vida tan mala después de todo.


Recordé que había sido cuando tenía ocho años que en un libro de la biblioteca cerca a mi casa había encontrado el concepto de lealtad. "Cualidad de leal" indicaba aquel diccionario, obligándome a buscar esta vez leal, y emocionada ante la explicación que había leído, había comentado esa noche a mi papá que era una persona leal, y que guiaría con lealtad mi vida.


Viéndolo en perspectiva, había sido casi una premonición. No solo porque parte de esa palabra fuera el lema de la Orden del Fénix, sino porque el lazo que me ataba al puñado de personas que más quería en el mundo era ese. El de la lealtad. Y las palabras de Ethan, su voluntad de permanecer conmigo aun contra mi propia voluntad, lo corroboraban.


Y sabía que no estaba exagerando. Pocas personas podían ser más testarudas que él y no sería ese viaje uno en el que pusiera a prueba sus límites. No al menos por ese lado.


Pues, necesito ir al fondo del lago, donde se encuentran las ruinas que visité durante la clase. Aquellas vez para poder entrar tuvimos que activar una runa con sangre ― sacando un par de runas que yo misma había tallado irónicamente para otra clase extendí una hacia Ethan― justo en el momento en que se pone el sol es que tenemos que colocarla en la piedra junto a la puerta de ingreso. Y así conseguiremos que se abra.


No dije mucho más y aplicándome un hechizo impermeabilizante en las ropas y un casco burbuja me sumergí en las aguas frías del lago. La voz en mi cabeza se elevó, aunque permanecía ininteligible, pero se sentía tan cerca que dudé un momento de si no teníamos con nosotros a un tercer acompañante.


Pero nadie más estaba.


Cuando por fin alcanzamos el fondo, aceleré el ritmo del nado hasta internarme dentro de la gigantesca burbuja formada en torno a los restos de la antigua edificación dedicado a los dioses antiguos de uzzas y arcanos. Luego, girando la cabeza a un lado y otro y haciendo tronar mi cuello, deshice el hechizo, aliviada de poder volver a respirar. Ethan ya se encontraba allí también. Era el momento, así que sin detenerme en lo que estaba haciendo, realicé un corte en la palma de la mano y gotas de sangre no tardaron en manar.


Apreté la runa en mi puño entonces, empapándola en aquella sangre.


― A la cuenta de tres ― dije mientras alzaba la runa ― ¡Una, dos, tres!


Ambas runas fueron colocadas y la puerta se abrió ante nosotros. Solo que esta vez el espacio del otro lado era distinto a como yo lo recordaba la última vez. Era un amplio salón, en lugar de un callejón estrecho, y en el suelo, un reguero de huesos y cenizas no dejaban tan siquiera saber el tipo de superficie que teníamos bajo nuestros pies.


La última vez que vine este lugar no estaba tan repleto de cadáveres― confesé nerviosa de lo que podríamos encontrar más adelante.



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Escuchar su risa había sido un alivio, quería decir que Bel a pesar de lo que pasaba en ese momento continuaba con las vagas esperanzas de ponerse bien o de encontrar una cura a su maldición. El mismo Ethan no iba a descansar hasta poder ayudarla y eso lo tenía más que claro.

 

Tomó la runa, la observó y su símbolo lo dejó pensando. Siempre que estudiaba runas antigüas aparecía esa y no tenía la menor idea de porque, en ese momento le iba a comunicar el detalle a Bel sin embargo era mucho más importante su misión. Colocó los hechizos sobre él con su fiel varita la cual desde ese punto portó siempre en su diestra y la siguió.

 

El agua del lago era fría, detestaba el lago. Si había recuerdos de la universidad que querís suprimir, el estar en el lago con cierta mujer era uno de ellos... Mientras nadaba iba recordando más el suceso y frunció el ceño al sentirse nuevamente indignado de solo recordar, era una tontería el sentirse así.

 

Tan pronto como cruzaron la burbuja se sintió mucho mejor, deshizo los hechizos y caminó a la entrada observando todo a detalle. Sus ojos miraban a profundidad no solo las inscripciones talladas en la entrada si no su origen y el como habían sido colocadas, la ventaja de ser Astaroth en persona le daba un sentido de la vista mucho más extenso para poder comprender lo que lo rodeaba. Para ese momento los ojos del castaño ya había cambiado a un color escarlata intenso sin siquiera él darse cuenta.

 

Después de realizar la ofrenda de sangre para entrar su varita se iluminó de la punta, decidió entrar el primero observando a su alrededor si es que no tenían invitados incómodos. Con un gesto de su mano le indicó a Bel que podía proseguir y al tenerla a su lado soltó un suspiro hondo.

 

-No me digas que tenemos que ir hacia el norte. Me temo que si vamos para allá quizá no salgamos de esta, conoces las entidades que se encuentran debajo del atrio norte?.-Preguntó sin dejar de mirar el camino hacia esa dirección desde el cual lograba escuchar en murmullos una lengua antigüa bastante peculiar.

 

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Cuando me giré a verle, me removí un instante al ver el cambio en el color de sus pupilas, y es que, la confianza que tenía con Ethan me habia hecho olvidar su naturaleza de demonio. De cualquier modo, él observó atento el espacio. Su mirada parecía reconocer detalles que yo no alcanzaba a notar, mucho menos cuando aquellos susurros en mi cabeza seguían incrementándose.

 

Nunca recorrí del todo este lugar― repliqué con total sinceridad mientras indecisa daba un par de pasos más hacia una enorme mesa cuya superficie estaba cubierta de polvo― mi marido y yo caímos a través de una trampilla, y ni siquiera supe que fue de mi profesora y otros compañeros que también estaban. Lo único que me quedó claro es que se parece demasiado a un insano laberinto.

 

La forma tan contundente en que Ethan había comentado sobre el atrio norte me hacía sospechar que no era la primera vez que él veía este lugar, o por lo menos, un lugar semejante.

 

― Mi sentido de orientación es bastante malo ¿sabes? Así que solo pensaba ir "hacia adelante"― bastaba ver la distribución del lugar para comprender el inconveniente de mi idea― ¿ por qué estás tan seguro que no podríamos salir si vamos hacia el norte? ― tomándole por los hombros lo vi directamente, intentando comprender que había ocurrido con Ethan para que conociese de tal manera aquel lugar.
La voz volvió a interrumpir mi orientación, pero esta vez, reconocí el lugar del cual provenía con mayor fuerza. Era el mismo camino en el que mi ahijado había concentrado su atención.
― ¿Esa es la vía norte entonces?― pregunté mientras llevándome las manos hacia la cabeza ejercía presión sobre ella, en un vano intento por liberarme de ese tormento mental― La voz...en mi cabeza...viene de allí. Cada vez está más fuerte ― dejé escapar una exhalación― y soy tan inútil que ni siquiera soy capaz de reconocer que maldito idioma es.

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Una lengua del infierno en las entrañas de esa edificación, que clase de magia enseñaban en ese lugar? Ethan sabía que en las clases siempre se tenía la oportunidad de mostrar tu valentía pero... luchar con demonios antiguos era demasiado hasta para las varitas más expertas. Lo que alcanzaba a escuchar no lo atemorizaba del todo, sabía de quién se trataba y no podía dejar de mirar hacia el ala norte hasta que fue tomado por los hombros por Bel.

 

-Yo estuve aquí, mucho antes de que la edificación se hundiera en el lago. De hecho el que este dentro del lago es una medida de seguridad, se había tomado esa medida debido a lo peligroso del demonio que habita aquí. Se trata de Stolas se aparece bajo la forma de un sabio búho y comanda 26 legiones infernales, puede enseñar a quien lo invoque astrología y la magia de las plantas y las piedras preciosas... Es el patrón de todos los magos, hechiceros y practicantes de las artes ocultas que solicitan ayuda infernal. Es decir, es ligado a las artes oscuras y creeme que sus sirvientes son aún más aterradores eso sin decir que son muy poderosos.-

 

Las palabras de Ethan iban llenas de conocimiento sobre el demonio que se encontraba en las profundidades de la edificación, aún así trataba de estar tranquilo para no asustar a su madrina. Cuando la escuchó y la observó tomarse de esa manera la cabeza supo que tenía que actuar rápido con una protección que solo el podía invocar.

 

-Bel, mírame y coloca tus manos sobre mi frente.-Pidió llevando sus propias manos a la cabeza de ella y a continuación se concentró sin parpadear.

 

-"Eram quod es, eris quod sum... Eram quod es, eris quod sum"-Repitió el castaño con voz grave haciendo que ahora Bel fuera vista por los entes como un demonio de la jerarquía de Astaroth y así no pudieran lastimarla, al mismo tiempo esperaba que esa protección hiciera menos el malestar de su maldición.

 

-Ahora puedes ver lo que yo veo, no te sientas por completo valiente; yo se que el sentir poder nos puede llevar a ser insensatos así que mantente prudente y no desafíes tus habilidades. Vamos a ir al ala norte, sin embargo si te pido que corras... corres.-

 

Después de las instrucciones comenzó a caminar con paso decidido, mantenía su varita preparada y miraba por doquier esperando una sorpresa desagradable.

 

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Escuchando a Ethan, la certeza de que jamás alcanzaría el vasto conocimiento que los demonios podían alcanzar. "Stolas" repetí apenas en un balbuceo, recordando vagamente haber leído ese nombre en un libro sobre plantas de la zona prohibida de Hogwarts, y entonces decidí que era mejor pensar en algo más que en el poder que se otorgaba a los que se ponían a su servicio.


Los ojos de él mantenían aquel color tan diferente, que de alguna manera era intimidante, pero no aparté la vista y alcé las manos para colocarlas donde indicaba, sorprendiéndome con la suavidad de su piel y el contraste entre la temperatura de su cuerpo y el mío. Sus manos grandes casi que cubrían por completo los lados laterales de mi cabeza.


No sabía latín, pero la firmeza con que Ethan iba recitando esas palabras me infundió de una seguridad que no había tenido desde mi llegada a la universidad. Cuando el discurso cesó, parpadeé un par de veces, hasta de repente una energía nacida en el centro mismo de mi espina dorsal se expandió de pronto hacia todo mi cuerpo como una suerte de shock eléctrico.


Y entonces todo a mi alrededor cambió.


Lo que hasta entonces no había sido más que un espacio lúgubre se revelaba como repleto de símbolos. Era capaz incluso con solo rozar el polvo de la base de la estancia de saber de donde provenía y cuanto tiempo llevaba allí. Anonadada, comencé a recorrer el espacio y me detuve sobre una vieja mesa de roble, sobre la cual numerosos papiros con sellos preciosamente dibujados habían sido dejados.


Era fantástico notar como ahora en mi cabeza los trazos habían dejado de ser incomprensibles y ofrecían posibilidades de conocimiento que podían ser infinitas ¡cada una era capaz de invocar a un demonio diferente! . Ethan, sin embargo, muy serio se plantó delante de mí, y me advirtió directamente de los peligros de mi temporal condición ¿sería que habría visto antes a muchas personas perderse? Con su vida tan larga, era factible.Y en el fondo tenía razón, pues todo rastro de miedo había sido arrancado de mí, y nada más había reemplazándolo. Nada que me pusiera un límite.


El límite era la presencia de él. Y también, el último sello que encontré dibujado, que provocó que apartara esa ruma de papelería y escuchara la advertencia de Ethan.


Me sujeté con fuerza de su brazo y comenzamos a avanzar en dirección al norte. En la mano que tenía libre sostenía la varita y cada uno de los sentidos estaban en total alerta. Decidí aprovechar aquel momento para contarle un poco más de los sucesos extraños que había experimentado desde el fatídico día con el grimorio en ese lugar.


- Siempre fui buena con las pociones, porque de hecho es, junto con los encantamientos y las criaturas mágicas, lo que más me interesa del mundo mágico. Pero, últimamente, mis conocimientos alcanzaron un nuevo nivel. Podía apenas con probar una poción identificar rastros de ingredientes que, teóricamente no debía, siendo que apenas eran pizcas lanzadas para compensar las mezclas. Esto sin embargo es bueno ¿no? entonces no le di mucha importancia.


Habíamos llegado hasta unas escalinatas tan anchas que fácilmente podía caber un auto en medio. No había otro camino que no fuera descender por ellas, pero unos gruñidos provenientes del fondo y la visión de lo que parecían flamas azules eran avisos de que nada bueno nos esperaba allí. Decidí proseguir mi relato.


- Entonces comenzaron mis estallidos de violencia. Es verdad que toda mi vida me he conducido de forma bastante más pasional que racional, pero esas explosiones de ira, incluso para mí, alcanzaban tal punto de negatividad, que sentía un ardor profundo en el pecho y como si se tratase de un viscoso líquido, la ira daba paso a la pena, ganando espacio en mi interior, consumiéndome.


Soltando el agarre, y con pocos escalones separándonos de lo que sea que enfrentaríamos abajo, me giré hacia Ethan. El hedor de carne putrefacta que se extendía, me hacía pensar que habría inferis, o quizá alguna otra clase de cadavérico ejército esperándonos abajo, de manera similar a mi primera visita a ese lugar.


Necesitaba que él supiera toda la verdad. Me despojé entonces de la chaqueta y desabotoné los suficientes botones de la blusa para mostrarle a él la marca que el contacto con el grimorio había provocado.


- En la desesperación por salir, yo realicé esta invocación Ethan. La flor del manzanillo de la muerte se marcó a carne viva en mi pecho. Durante mucho tiempo lo he estado pensando pero ¿significa esto que mi alma el día de mi muerte va a pasar a pertenecerle? ¿O es que le pertenezco desde ahora a Stolas, en lo que me quede de vida y más allá de la muerte?



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