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Detective Mágico Consultor (B: 106711)


Hessenordwood Crouch
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Garry M. Ollivander~

algun tiempo despues(?)

Con todo el peso de su cuerpo se dejaba caer pesadamente en la butaca que normalmente ocupaba, un largo y perezoso bostezo acompaño aquella tediosa acción y tallando suavemente su ojo grisáceo soltaba un gruñido que no parecía que viniera de un hombre, sino más bien de una bestia. De su mano derecha apenas colgaba aquel espejo que ahora le pertenecía a él.

 

Aquel cuarto no había cambiado mucho realmente, solo eran que algunos de los muebles de la habitación estaban cubiertos por sabanas blancas para evitar el maltrato por el polvo (gracias a la dedicada recepcionista que “no era camarera de habitación”) y que ahora aquel extraño espacio era iluminado solo con la animada llama de un par de velas sobre la mesilla de centro y la poca luz que el ocaso de Londres dejaba para ellos.

 

–Señor Ollivander…–escucho de pronto, exaltando sus pensamientos, pero el mago había permanecido en la misma postura ociosa –¿En verdad piensa solo quedarse ahí todo el día? – la mujer mayor que todo este tiempo se había estado encargando del abandonado local encendía unas cuantas velas mas y las colocaba por todo el lugar y con curiosas mañas quitaba las sabanas que cubrían el amueblado.

 

–Estoy aburrido…–murmuro al fin como respuesta, como si fuera él un niño berrinchudo que se digna a hablar con alguien con quien se ha molestado.

 

–Eso es porque solo está tirado sobre su sillón sin hacer nada, eso no es sano, ni para su cuerpo ni para su mente– palpo como reprimenda el brazo del hombre.

 

–Uhm…– su mano derecha sujetaba con más fuerza el espejo comunicador –¿Dónde está Jawn? – la recepcionista soltó un suspiro y le dedico una cálida y suave sonrisa.

 

–¿Por qué no llama mejor a la joven Evans? Estoy segura que ella estará encantada venir a pasar una posada con nosotros, ya sabe joven, aprovechando las fechas, y si corremos con suerte quizá ella lo haga entrar en razón y dejarme hacer que este lugar se vea habitable.

 

Mientras la mujer hablaba el mago se había dedicado solo a clavar los heterocromos sobre la mujer. Un poco más confundido de lo que le hubiera gustado, aquella mujer conseguía hacerlo fácilmente, pero tenía que acepar y decir que desde el momento en el que había entrado al local esa mañana, no había dejado de pensar en la idea de llamar a Bel para estar a su lado.

 

–¿Una posada? – Se hundió mas en su butaca enroscando sus brazos sobre su dorso –Ni siquiera podía recordar que en estas fechas se festejaban todas estas cosas. No quiero eso– como rayo se puso de pie, dejando en la mesa de centro el espejo haciendo temblar las velas sobre ella y camino con pasos largos y rápidos hasta el gran ventanal que daba a la calle principal.

 

Desde ahí podía distinguir toda esa fría nieve, que cubría los adornos ya bañados de nieve falsa. Luces brillantes y algunas otras de muchos colores sobre las fachas de los locales cercanos e interiores cálidamente bañados de luz dorada. Navidad en Othery era muy diferente a como recordaba aquella tradición y que había dejado desde que la maldición había terminado con el viejo.

 

–Hace frio…– casi titirito

 

–Preparare la chimenea para usted señor Ollivander

 

–¿Tenemos chimenea?

 

–Si, pero no es para que juegues con ella, Grell.

 

El mago sonrió rio divertido y podía ver su malicia infantil en el reflejo frente a él.

 

– Dejelo, yo lo hare, creí que no era usted la camarera….

 

–¡No lo soy! Y borra ya esa sonrisa de tu cara, puedo sentirla burlándose.

 

El mago giro sobre sus talones para enfrentar sonriente a la mujer, podía decir que realmente disfrutaba de su compañía.

 

–¿Té?

 

–Pondré la tetera…

 

Espero hasta perder de vista a la mujer que bajaba ruidosamente los escalones. Meditabundo se paseo silencioso por aquella habitación, tomo un libro viejo de una de las repisas y volvía a su butaca. Casual mente su vista se encontró la mesilla de centro, donde ya no se encontraba el espejo comunicador. Un gruñido mas se escucho, tendría que hablar seriamente con aquella mujer, aunque estaba seguro de que no serviría de nada. Sonrió de medio lado.

 

Con todo el peso de su cuerpo se dejo caer pesadamente en la butaca que normalmente ocupaba, un nuevo, largo y perezoso bostezo apenas salía de su boca y perdía su mirada en las amarillentas páginas del libro.

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Sanadora Bel Evans McGonagall

Tener que usar la aparición ¿que podía ser peor que aquello? con el cuerpo ligeramente bronceado a causa de la ocurrencia familiar de estar en Río de Janeiro, aparecí justo frente al portón del negocio, ese negocio que finalmente ni se había aperturado como era debido.

 

Apoyado en mi brazo llevaba cuidadosamente doblada la prenda que una vez él me había prestado y de la que hace tan solo dos semanas había conocido el nombre: ulster. Oculta bajo ella se encontraba mi varita. La otra mano, cerrada en un puño llevaba el espejo mágico que con tanta ilusión había comprado meses atrás.

 

Y que por primera vez esa noche había sido utilizado. Y ni siquiera por la persona a la que se lo había regalado.

 

Empujé la puerta de una patada y el chirriar característico de los goznes fue lo primero que se dejó oír. Mientras todo el resto de la calle refulgía a causa de las luces brillantes y demás chapucería navideña, el interior del 221B de Baker Street lucía austero y sobrio. A otros ojos hasta siniestro. Cerré la puerta tras de mí y pude notar entonces pasos que iban y venían en la recepción. Eran los de la recepcionista.

 

- Oh querida, que gusto verte luego de tanto-

 

A tan emocionado saludo apenas pude corresponder con una media sonrisa y una inclinación de cabeza, tras la cual la mujer solo asintió y prosiguió a ponerme al tanto de todo lo que en mi ausencia había ocurrido, que aunque yo ni siquiera se lo había pedido, lucía convencida de que yo podía influir en algo en la actual situación de ese lugar, y sobretodo, de la de mi compañero.

 

"Compañero" ¿que podía significar eso exactamente en un contexto como el actual? ¿Podía realmente considerarlo como tal? Un acceso de rabia mezclado con pena hizo que simplemente agradeciera por el té que no tardaría en servir, y automáticamente enrumbé mis pasos hacia la escalera (¡maldita sea su estrechez!) hasta llegar al último peldaño, desde el cual ante la ausencia de una puerta, podía verse claramente el interior de la habitación donde un solo ocupante se encontraba sentado en una butaca, y con gesto observador, me devolvía la mirada.

 

- ¡DOS MESES! - comencé diciéndole mientras me adentraba y entornaba la mirada a causa de la furia- ¡te largaste dos malditos meses, y no pudiste mandar un solo mensaje a través de este espejo!- lancé el objeto con furia hacia la mesa ratona aunque me viera absolutamente tentada a aventárselo a la cara- sabías perfectamente que en el Ministerio no podría hacerte escándalo alguno ¡ maldito seas Garry Ollivander!

 

Las lágrimas comenzaron a agolparse en mis ojos, pugnando por salir, pero impedí que lo hicieran a punta de orgullo. En cambio me giré y comencé a caminar acalorada de un lado a otro de la estancia.

 

- Y no te atrevas a decirme que fue un imprevisto el que te llevó lejos porque se perfectamente que no haces absolutamente nada sin pensarlo mucho primero- algunas de las velas totalmente consumidas comenzaban a apagarse oscureciendo más la habitación- entonces dime porqué, porqué no te atreviste a confiar en mí.

 

No estaba pensando con claridad, lo sabía a la perfección pero no importaba, y empuñando la varita pronuncié apenas en un susurro Lusentium. La onda mágica, imposible de evitar, pegó en él para quitarle el sentido del olfato. "Oh si, un lobo sin la capacidad de olisquear, veamos que tan bien le sienta"

 

- Solo para recordarte que no soy tan vulnerable como algunas veces lo crees - me incliné hacia la butaca para quedar a apenas un palmo de él- ¿por qué no me dijiste NADA? ¿por qué pensaste que no sería lo suficientemente fuerte?

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  • 2 semanas más tarde...

No había perdido mucho de su tiempo en limpiar y encender la chimenea para calentar la habitación, y con la misma viada que llevaba cruzaba sus pasos como si bailara por aquel espacio quitando las sabanas de los muebles y con elegantes florituras se deshacía de las telarañas y el polvo que comenzaba a ser bastante molesto. Las flamas sobre las velas parecían acompañarlo en sus movimientos, y se mecían avivadas de un lao a otro. Con un último toque de su varita hiso aparecer mas velas que levitaban por el lugar.

 

Estaba seguro de que aquella entrometida recepcionista pronto haría su estancia menos solitaria, al menos era fácil deducir a quien llamaría, tomando encueta que su espejo ya no estaba mas en el último lugar donde lo había dejado, lo mínimo que podía hacer era ahorrarle el trabajo de ornear un poco, sonrió satisfecho, la mujer mayor tardaría mucho más tiempo en limpiar del que a él le había costado, además que no podía dejarla cuando utilizaba ese espantoso aromatizante con el que perfumaba las habitaciones, para el olfato del licántropo era casi como un cruel castigo.

 

Mientras se encontraba solo en el cuarto que con solo un poco ya dejaba aquel aspecto lúgubre, justo en el centro de aquel despacho que tan solo meses atrás le había parecido el mejor de los espacios, el perfecto para aquel provecto del cual se había interesado más de lo que hubiera querido, pero hasta ahora es que se daba cuenta de eso. De reojo alcanzo a distinguir la puerta al final de uno de los pasillos ¿Qué era lo que escondía ahí dentro? El silencio de de aquella habitación y su concentración se rompieron con el ruido del llanto que hacia la puerta principal al abrir.

 

Alguien había ingresado al lugar, a su local ¿Un cliente? No, Bel aun no estaba ahí con él, no atendería a nadie fuera quien fuera a una consulta si la Evans no estaba para escuchar las partes “aburradas” de las versiones que los clientes traerían, no es que no fueran pates importantes, pero no dejaban de ser aburridas. Su entrecejo se junto en una mueca de disgusto, escuchaba murmullos de alguien ser recibido por la recepcionista, a punto estuvo de llamar a la mujer mayor y decir que hoy no tendría humor de nadie, pero un rápido pensamiento calmo su intento por gritar desde el segundo piso.

 

Quiza era lo que necesitaba para entretener su mente en algo que no fuera trivial y aburrido.

Volvió al sillón de donde con mucha decidía se había levantado para encender la chimenea. Pronto había sentido un terrible malestar que traía consigo un extraño sentimiento. Odiaba tanto el no saber que era, y los pensamientos alterados siempre lo empeoraban todo. En momentos como ese podía sentirse verdaderamente molesto por sí solo, sin la influencia de la criatura que perturbaba sus pensamientos.

 

Sin quererlo realmente, pudo escuchar las pisadas familiares que parecían con dificultad subir por la escala, Garry Ollivander presumiría algún día a la Evans de que sus pisadas podían decir mil cosas más que aquellos tantos gestos que ella hacía, pero por el ruido de que ahora hacían sobre la madera del viejo piso…quizá ese no sería el momento indicado para hacerlo. Se encontró sorprendido ante la tenue sonrisa que despertaba con la presencia de su…compañera(?)

 

–Que gusto me da al fin poder verla, Bel Evans– contesto monótono al primer grito de la mujer, un poco enfadado por tanto ruido y molesto por quizá falta de tacto(?) Aunque sínicamente fuera consiente de que era la persona menos indicada para pedirlo.

 

Por un momento solo siguió con gesto confundido y algo sorprendido los movimientos de la mujer ¿Solo habían pasado dos meses? ¡Por Merlín! él podría jurar que se había alejado casi una eternidad de su lado y ahora que la veía de nuevo no podía sentir nada más que calma, aunque fueran solo regaños y reclamaciones lo que recibía ahora por parte de la mujer.

 

–No lo tome personal, solo fueron dos meses Bel, era algo necesario– se encogió de hombros mientras se estiraba a recoger el espejo que ella había lanzado a la meza, ¿Por qué estaba tan molesta? –Normalmente es más tiempo y lo hubiera sido de no ser que…– el destello que lo golpeo justo en la nariz había de terminar con sus palabras…y su olfato, sintió que una terrible ansiedad se apoderaba de él.

 

Entonces ella continuo hablando, las velas de la habitación parecían haberse también apagado ¿o seguía encandilado? La criatura gruño por dentro, pero lo que Grell pensara en aquel momento era lo que menos le importaba al hombre ahora. Poco a poco su vista se acoplaba a la oscuridad que dramáticamente los envolvía.

 

–Solo pensé que…– era difícil entenderle con ambas manos en su nariz, extraña reacción había tenido, pero comenzaba a serle inquietante el no saber cuándo recuperaría el olfato –Que tal vez…no era…– como si estuviera verdaderamente sorprendido abrió los ojos encontrándose con el rostro de la Evans muy cerca <<Debes tener cuidado, Ollivander>> susurro la áspera voz de la criatura –Pensé que no era algo importante…– murmuro bastante entretenido en el rostro de la mujer.

 

Aunque había hecho toda aquella innecesaria y dramática escena, el mago realmente se sentía bastante completo ahora en compañía de ella. Sintió la necesidad de grabar en su memoria cada marca de su rostro, ¿Qué decía en verdad? ¿Estaba ella molesta, triste, enfadada, sentida? ¿Aquí se había referido en si confiaba en ella? ¿De donde habia sacado ella todas esas absurdas ideas? ¡¿Qué debía hacer ahora?! Bel Evans tenía la fascinante habilidad de ponerlo en peligro.

 

–Antes no parecía importante…– continuo aun ido en aquella mirada marrón –¿O sí? Si ocupo o no un lugar en el ministerio que más da– nuevamente se encogía de hombros e indiferente se echaba hacia atrás casi recostándose en la butaca –Alguien más ocupara ese lugar y nadie recordara quien ocupo ese puesto antes ¿Sabe usted quien estaba antes de su llegada al departamento? ¿Conoció a esas personas? ¿Si eran o no las mejores para el puesto?– balbuceaba como si aquello no tuviera alguna importancia, luego le obserbo desafiante –O acaso ¿Desconfía de las habilidades de los demás? No ¿Puede hacer dicho que solo iba de viaje y todo hubiera estado bien? ¿No? ¿Entonces qué es? ¿Qué le molesta?– se inclino hacia adelante casi chocando su frente con la de ella y en la filosa mirada brillaba el reflejo de la Evans.

 

¡!

 

Con un fuerte estornudo rompió aquel siniestro momento había cubierto su rostro por completo con ambas manos, para evitar que se escapara, y permaneció así, oculto, por algunos segundos antes de que lentamente las apartara de su cara y ver con ojos entornados las cicatrices que nacían en sus palmas que corrían atreves de sus dedos y se perdían en el dorso de sus manos. Algo frenético tallo su nariz con la muñeca izquierda, aun no regresaba aquel, muchas veces molesto, pero útil sentido.

 

–Quiza porque pensé que era usted una persona fuerte es que me fui sin decir nada…– bajo sus manos hasta la altura de su abdomen y nervosamente entrelazo sus dedos –Quiza porque pensé que no habría mucha diferencia en si estaba o no ocupando un lugar aquí…– levanto la mirada y con infantil comicidad pregunto –¿Hubo mucha diferencia Bel Evans?

 

Poco a poco volvía a tomar una cómoda posición sobre su asiento, no le importaba mucho la cercanía con la que la que Evans lo amenazaba, ni que se enfriara el té que cargaba la mujer que los escuchaba escondida tras el muro, ni mucho lo que contestara ahora Bel. Justo ahora todo era ¡casi! como él quería que fuera, lo alarmante era…¿cuánto tiempo más podría ser así?

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  • 2 semanas más tarde...

Sanadora Bel Evans McGonagall



¿Necesario había dicho?” pero claro cómo olvidarlo. Si él consideraba algo necesario bien poco le podía importar la situación en que dejaba al resto. Realmente…lejos de sentir algún atisbo de cariño me dieron ganas de quitarle alguno más de sus sentidos, porque si, no era el hecho de que se hubiera ido dos meses lo que más me fastidiaba ahora, sino la tranquilidad con que mostraba que era la decisión más correcta, dejando ver como algo natural toda aquella situación ¡cuando no lo era!

La anormal no era yo en esa habitación ¡no más de lo que él lo era!

Verlo sujetar su nariz con algo de teatralidad en las maneras me indicó que ya comenzaba a sentir los efectos del lusentium. Lo veía allí esforzarse por hablar y mantener la compostura que desde el comienzo me había mostrado. ¡Tan alturado! Con ese característico gesto de indiferencia hacia todo lo demás que no le resultara interesante. Y sin embargo, podía ser solo una conjetura pero casi lo sentía contento en medio de todo ese alboroto ¡contento! ¿Por qué sería? ¿que era la primera cosa que me había dicho al llegar?

Que le daba gusto verme…

Recordar eso me provocó un leve estremecimiento. No podía saber si él lo había notado o no, mas me inclinaba a pensar que la escasa distancia que nos separaba parecía haberlo puesto en alerta. Estaba allí, mirándome directamente a los ojos, y quizá por la penumbra en que nos hallábamos sumidos en esa habitación o por otras razones (¿Qué otras razones?) sus pupilas se mostraban dilatadas, y despertaban una extraña fascinación al combinarse con el dispar color de sus iris.

Los papeles se intercambiaron sutilmente entonces. Lanzó una primera pregunta que lo llevó a apartar la mirada un momento, e hizo que el tren de mis pensamientos comenzara a avanzar frenéticamente intentando dar con la pista de hacia donde quería llevar la conversación ¿Por qué el ministerio? todo aquel parloteo que le escuchaba ahora sobre si conocía a quienes estuvieron antes de mí y de si hacía diferencia una u otra persona ¿por qué lo decía? ¿Por la partida de Cillian del departamento? ¿Por mi propio ascenso ministerial y mi actual cargo de directora? ¿Era una mordaz forma de dejarme en claro que había estado más pendiente de lo que yo pensaba delo que había transcurrido en esos dos meses?

Todo ello había sido dicho de forma tan rápida, que cuando volví a prestar atención, tenía nuevamente sobre mí su mirada, y en su normalmente inexpresivo rostro se dejaban ver ahora las cejas fruncidas, y los labios ligeramente separados, como expectantes de las respuestas que yo tenía para todo eso que acababa de decirme, y prestos a soltar una rápida réplica.

A la luz mortecina de las escasas velas que casi no hacían más que proyectar nuestras sombras en el desgastado empapelado que recubría las paredes, fue él el que esta vez provocó un nuevo acercamiento, tan peligrosamente cerca que las marcas de su rostro lucieron más aterradoras que nunca. Tan cerca que me era imposible no captar su aroma, ese que creía haber olvidado tiempo atrás o que acaso extrañaba sin ser consciente de dicha necesidad. Tan cerca que sentí su tibio aliento en mi rostro mientras arrojaba como un disparo fulminante la más elemental de las preguntas.

¿Qué era lo que realmente me tenía molesta de todo aquello?

Abrí innecesariamente los ojos, dejando en claro lo perturbadora que me resultaba la pregunta. Lo del ministerio quedaba descartado. Era verdad que todavía resentíamos la falta del carismático Ryddleturn, pero entre las que quedábamos allí, seguíamos dándolo todo por sacar el departamento adelante.

- Se supone que éramos los dos los que estábamos metidos en esto y…

Apenas iba hilvanando con algo de confusión mi respuesta, cuando lo vi cubrirse su rostro e inmediatamente soltar un sonoro estornudo. La tensión sentida solo un instante atrás, que sentía que era capaz de cortar todo a su paso cual si de un filudo cuchillo se tratase, cedió haciendo que por primera vez sonriera, y la sonrisa iluminara mi rostro por entero. Era incorrecto burlarme de su sufrimiento, pero en verdad quería reírme de la situación ante el travieso “castigo” que le había dado. No obstante, cuando asomó de nuevo, frotándose la nariz con desdén y fastidio, supe que no podía hacerlo, porque aún no daba respuesta a todas sus preguntas, y lo que era peor, él tenía todavía más cosas por decirme.

Contuve la respiración un instante, y sintiendo los párpados pesados de pronto los abrí una y otra vez, en un intento por despejar con aquel movimiento la bruma y la confusión que comenzaban a apoderarse de mis pensamientos. Garry movía con cierto nerviosismo sus manos, veía como sus dedos se entrelazaban, como dejando traslucir que él también se sentía impresionado de lo que acababa de decir o de lo que estaba por decirme, sí, la última de sus preguntas en la que dejaba patente que por alguna razón necesitaba saber que tanta mella había hecho en mí su ausencia.

- Yo, yo ¡no te creas, que mi vida, que mi vida se detuvo porque te fuiste!- maldije para mí misma que la frase hubiera reflejado más dudas que contundencia- ascendí de rango en la Orden del Fénix, de allí que te haya dado tan cortés “regalo” de bienvenida- toqué la punta de su nariz con la yema del índice con un inocultable gesto de triunfo- descuida, ahora mismo has de estar recuperando el sentido del olfato. Era lo menos que te merecías por haberte ido y...volviendo sobre todas las preguntas que acabas de hacerme.

Me aparté de él, adivinando de pronto que lo que más deseaba era oír lo mucho que me había hecho falta. No era que no supiera la respuesta, era solo asegurarse de saber (y j0didamente tenía que darle la razón en ello) que la ausencia no había conseguido apartarlo de mis pensamientos, que todavía podíamos embarcarnos juntos en alguna interesante aventura. Y él tenía la certeza de que así era efectivamente y eso era lo que hacía que mantuviera aquella posición serena y autosuficiente ¡recién lo entendía!

Suspiré con resignación, dispuesta a dar respuesta a las muchas interrogantes hechas

- Lo que me ha molestado es que no te detuvieras a pensar, ni siquiera ahora, en lo preocupada que estaba por ti. Hubo diferencia – “más de la que puedas imaginarte” pensé en mi interior- porque ya sabes de sobra lo mucho que me preocupa la salud y el bienestar de mis personas queridas. Así que eso…no se trata de si me consideras más o menos fuerte, sino de que ya deberías saber que en el contexto de la guerra mágica en la que vivimos, si alguien solo desaparece, es lógico que uno piense lo peor, especialmente si tenías una forma eficaz para comunicarte- lancé una elocuente mirada hacia el espejo que había recogido del suelo momentos antes y luego le observé con cuidado las profundas ojeras- aunque quizá pida demasiado de alguien que ni siquiera ha estado teniendo debidos horarios de sueño.

“Genial”. Me sentía satisfecha de lo último que acababa de decirle. Admitir ciertas cosas, pero no lo suficiente ¿Qué haría Garry ahora? Como gesto de paz dejé mi varita en la mesa ratona y el ulster en el apoyabrazos del lado derecho de la butaca, donde tomé asiento justo frente a él como había hecho meses atrás, cuando por primera vez habíamos planificado el futuro de nuestro especial proyecto conjunto.

Un disonante carraspeo cerca del umbral de la puerta, me hizo girar la cabeza reparando en la figura de la casera que sostenía una bandeja con las tazas de té que había prometido preparar ¿desde cuándo había estado allí husmeando?

- ¡Oh Dios Santo, ustedes dos no tienen remedio!- con gesto contrariado avanzó y nos dejó la charola sobre la mesa ratona, cuidando de no aplastar la varita- él que nada más llegar no dejó de rebuscar periódicos viejos del mundo mágico donde hubieran noticias sobre usted, además de esa insana manía de cuasi acariciar los viales y recipientes de poción que dejó en el conservador – entorné los ojos ante aquellas revelaciones de la casera, y mis incipientes ganas de echarme a reír se convirtieron en súbito temor porque antes de salir de la habitación se había girado a darnos unas últimas palabras- oh joven Garry, y debía ver como se quedaba la señorita Bel contemplando la butaca vacía donde ahora está durante horas. Era como si creyera que a fuerza de observarla conseguiría hacerlo aparecer allí. ¡y las chucherías que conserva allí en el depósito! Ya habrá notado que están todas ordenadas, y no, no lo hice yo, que no soy su sirvienta sino su recepcionista- no entendía por qué siempre se esforzaba por dejarnos en claro aquello- Así que háganme y háganse el favor de reconciliarse de una vez. Deben saber que las peleas fortalecen las relaciones de pareja, aunque nunca está bien prolongarlas demasiado. Además que de lo contrario, no tengo idea de cuándo es que por fin abrirán este negocio.

Sentí las mejillas arder a causa de la vergüenza que me producían aquellas revelaciones de la casera de la casa que jamás podría yo haber hecho de conocimiento de Garry, pues tenía claro que no harían más que alimentar su vanidad, algo que no estaba segura de querer fomentar. Quise balbucear un “por enésima vez, no tenemos esa clase de relación”, pero ella ya había bajado rápidamente (quizá demasiado rápido) a la primera planta.

Así que, algo frustrada, me limité a coger la taza de té en silencio, y sosteniéndola con ambas manos tomé un sorbo con la vista fija en el suelo. Sentí entonces una ráfaga de aire proveniente de algún lado, un aire frío, pero inexplicablemente dulce que hizo que comenzara a dejar todo atrás. “Si, creo que ya lo peor ha pasado” pensé. Relajé la postura en la butaca, y sonreí, sintiéndome por fin con las fuerzas de decirle clara y concisamente.

- Me siento muy feliz de tenerte de vuelta- un sorbo más a la taza de té y en esta no quedaba casi nada ya de contenido- tengo muchas ganas por saber qué asunto tan interesante fuiste persiguiendo estos dos meses. Y sobretodo, tengo ganas de saber si acaso tienes algún caso o experimento, en el que valga la pena embarcarnos. Editado por Bel Evans McGonagall

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  • 2 semanas más tarde...

D.M.C. Garry M. Ollivander~

 

Realmente interesado en lo que la Evans contestaría escucho su respuesta, casi analizando cada una de sus palabras, pero sin profundizar, no habría por que hacerlo, era claro que por la cabeza de la mujer un mil de ideas más volaban amontonándose frenéticas por escapar todas a la vez. El querría escucharlas todas, pero siempre resultaba mejor escucharlas salir de su boca en el momento justo, ya trataría de sacarlas de ahí en otra ocasión.

 

Sonrió autosuficiente al verla alejarse y tomar su lugar en la butaca de enfrente. No había escuchado lo que él hubiera querido escuchar, pero no había sido una mala respuesta. Encogió los hombros con indiferente rostro que escondía una traviesa sonrisa, solo trataría de fastidiar a la mujer, era más que obvio que ahora estaba bien, aunque justo ahora aquel cuadro colgado del muro pareciera más interesante que otra cosa. No contesto nada mas, no habría que decir, ahora ella estaba donde debía estar…donde él quería que estuviera.

 

El silencio que de pronto se había generado en aquella casi oscura habitación de pronto se encontraba deshecho con los alegres pasos de la recepcionista, que como siempre sabia ruidosamente como hacer una entrada. El mago se sobresalto al escucharla, la había olvidado casi por completo. Exhalo exhausto de ella al escucharla revelando todo lo que el mago había hecho. Pero realmente poco pareció afectarle, se incorporo elegantemente en su butaca tomando una postura más cómoda para alcanzar su taza de té y acercarla a él.

 

Dio un sorbo a la humeante taza, mientras la escuchaba girar y decir algo más interesante para el mago. Sonrió de medio lado casi sin querer con aire engreído, tratando de cubrir la sonrisa de satisfacción con la taza, después de lo de hace un momento, quizá no era sano que la Evas viera aquella expresión, por el bien de alguno de sus otros sentidos, era mejor así.

 

Carraspeo ruidosamente, esa mujer era quizá más entrometida de lo que debería, quizá por eso era perfecta para estar ahí.

Una vez la recepcionista se perdía por las escaleras el mago rápidamente se puso de pie y camino hasta una de las grandes ventanas que daban al exterior. Afuera atardecía y la nieve blanca comenzaba a ser lo único que se podía contemplar en aquel lugar. El mago sonrió con real sentimiento al escuchar a su compañera, había tantas cosas que habría querido contarle, pero que justo ahora no importaban, no para él, cada historia le parecía que debía contarse en el momento justo.

 

–Siempre hay algo querida…– murmuro lo suficientemente ato para que la mujer pudiera entenderle –La gente se aburre en su rutina, siempre buscan algo que hacer y sabe, nuestro trabajo comienza cuando la gente brillante no encuentra como brillar a la luz pública, simplemente están desesperados por hacerlo– entrecerró los ojos enfocando su vista hacia aquel punto billante que errático se movía entre aquel paraje pálido por la nieve.

 

Giro sobre sus talones que con un ademan muy florido hizo que las escasas velas nuevamente iluminaran la habitación mas ergonómicamente. Aquella densa, pero relajante atmosfera quedaba atrás, dejando de ser un espacio menos íntimo y que la dorada luz brillante del fuego de la chimenea lo hiciera más cálidamente social.

Pronto debían tener un caso, las puertas del local estaban abiertas ya para todo el público, y solo faltaban los protagonistas de las historias que la Evans quería escuchar.

 

–Sera mejor estar preparados, Bel Evans– le miro con intensidad –El escenario está listo…– sonrió realmente divertido –…Y el telón esta apunto de levantarse…

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Hay muchas formas de tener poder...unos dicen dinero...otros estatus....otros medios....y podria seguir con la diatriba pero a mi me acomodaba mas la informacion. Mi trabajo en el Ministerio podria ayudarme en eso...mejor tener un bajo perfil y los oidos bien abiertos...leer el periodico...demasiado vago...hacia tiempo que la infomacion en El Profeta era una sarta de especulaciones sin pruebas. El bajo mundo...pues siempre proveia....pero eso me excluia del poder real...si...los negocios turbios siempre aportaban informacion...pero no tanta...y tampoco es que fuese valiosa...

 

Eso solo me llevaba a la ultima opcion...necesitaba algo para estar al tanto de algun que otro cotilleo en las alturas..para eso necesitaba un negocio legal...y alguien de prestigio...no es que quisiera sobresalir..sino simplemente investigar....la mision de atar hilos....le tocaria a otro...Asi que cuando salio la noticia de este nuevo negocio una sonrisa aparecio en mi rostro.

 

-Bien...a lo mejor requieren un ayudante....-dije mientras me vestia y dejaba la Mansion Macnair-

 

Asi,,,despues de unos minutos...no pocos....llegue a la direccion que se anunciaba....subi unos escalones y toque la puerta esperando ver si alguien aparecia...esto podrian entenderse como una entrevista de trabajo..aun asi..me tomaria el trabajo de evaluar a los implicados....

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  • 1 mes más tarde...

Sanadora Bel Evans McGonagall

 

- Espero encontremos algo que valga la pena, porque sino, me va costar lidiar con tu malhumor- repliqué a sus últimas palabras tras lo cual permanecí en la butaca observando como él no dejaba de ver la calle con suma atención.

 

Sabía que no me decía aquello por las puras y que posiblemente ya algo se trajera entre manos. Así que esperé paciente, uno, dos, tres minutos hasta que el chirrido de la puerta de ingreso al local me indicó que teníamos a nuestro primer ¿cliente?

 

No era seguro que lo fuera, pero me puse rápidamente de pie y de forma inconsciente me acomodé el molesto mechón pelirrojo atrás de la oreja izquierda para luego observar expectante hacia la puerta que estaba cerrada.

 

Fue entonces que escuché un golpeteo. Efectivamente teníamos a nuestro primer cliente del otro lado de aquella vetusta puerta. Giré la cabeza para echarle una última mirada a Garry, y un tanto nerviosa abrí la puerta del lugar. Y casi me voy de espaldas al suelo al ver de quien se trataba.

 

Porque lo conocía

 

- ¡Sean! ¡El pervertido Sean aquí!- exclamé sin poder frenarme recordando el comportamiento que el sujeto había tenido durante el juicio de Adry en donde ambos habíamos sido jurados- el ¿eras novio o esposo de Perenela verdad?

 

Di unos atrás con la expresión de asombro todavía vivamente reflejada en el rostro. Era gracioso que cuanto más me esforzaba por recordar algo de ese sujeto, lo que acudía a mí siempre era él ligado a algún "asunto de faldas" como solían decir. ¿Qué podía traer a un nombre con ese particular estilo de vida a nuestro negocios? Podían ser muchas razones, las más evidentes que quizá se le hubiera pasado la mano en algún escarceo y necesitara ayuda para librarse de una amante despechada, o una mujer engañada.

 

Sea como sea, sabía que entre Garry y yo tenía que ser necesariamente yo la que mayor muestras de cortesía mostrara por lo que me incliné levemente hacia él y extendiendo la mano derecha lo invité a tomar asiento en el sillón que habíamos destinado para los clientes. Luego, tomé asiento en la butaca donde había estado antes y esperé por Garry que también ocupó su asiento.

 

Estábamos listos para oír lo que tuviera que contarnos. Así que con la mayor cordialidad que pude imprimirle a mi voz comencé.

 

- Disculpa las palabras dichas hace un rato, y por favor, siéntete en confianza de revelarnos que asunto te trae aquí

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Era casi de noche, estaba esperando a un amigo en la entrada del "Detective Màgico Consultor" ya que el y yo estabamos envuelto en algo que podria ser problemàtico y a la vez necesitabamos mantener al ministerio fuera de esto, en el lugar habia una persona en la que solo confiaba y sabia que iba a ser discreta y esa era mi madrina.

 

-Pensè que no llegarias- le dije a un joven de 25 años acercàndose a mì de origen nipon- verdad Ryu-.

 

-Mucho de verdad- saludandome con una inclinaciòn de cabeza- ¿este es el lugar?- observando el lugar-.

 

-Pues sì- dije- esa la primera vez que vengo, yo no me meto en los asuntos economicos ajenos al menos que me lo pidan y evito pisar su lugar de trabajo-.

 

-Es por eso que siempre eres bienvenida en mi familia-.

 

-Arigatou- en japones- Anata wa junbi ga dekite imasu?

 

-Hi-contestò- y entramos-.

 

-¿Hay alguien aquì?-pregunte- ¿madrina?

Editado por Alexandra Eirian
http://i.imgur.com/7Ay80xJ.png
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Cuando entre lo menos que me espere era ese recibimiento...aunque claro...se podia decir que no le falta razon..meritos habia hecho para ser reconociado asi....Me acordaba de Bel del famoso juicio de Adyanie...y cuando decia famoso...lo decia con una ironia gigantesca...pero ya habian hablado..o mejor dicho votado...asi que mejor no ir contra corriente contra alguien liberado en los tribunales..aun asi tenia un encargo que me gustaria uqe investigasen aqui...o mejor dicho..uno no...sino dos..mas una peticion...

 

-No te tienes que disculpar la verdad nunca deberia doler..aunque claro..si hubieses otra señoritas presentes- mire a los lados y no..no habia nadie- lo mejor seria que me dijeses galan...pervertido..como que espanta a las clientes potenciales de mis dotes amatorias.

 

Si....mejor reirse de uno mismo...pero bueno...ya que al menos sabia que tenia una conocida en el lugar era mejor entrar en materia...al final no habia venido por su bello rostro..aunque claro..siempre era un bonus para cualquier negocio...tome asiento y acomodandote comence a hablar...

 

-Bueno..mi idea inicial era saber si tenian una plaza de ayudante- dije sonriendo- y aunque se mantiene..han surgido otras cuestiones para las cuales tal vez necesite vuestras aptitudes..

 

Mejor no hacer propaganda de mis habilidades investigativas...baste decir que tenia muy buen historial....si..no es que me fuese dificil encontrar a mis objetivos con sus amantes..al final era experto en el ramo......pero regresando a las otras dos cosas que me interesaban.

 

-Basicamente necesito informacion- me recline sobre el sillon....-primeramente..sobre las katanas magica.que usan los altos rangos de la Marca..-bueno...y lo decia como si nada...era un asunto peligroso..pero serviria a un caso que estaba tratando..y mejor que la informacion viniese de una agencia independiente- y en segundo lugar...pues ultimamente me he sentido medio acosado por un periodista..un tal Sherlock Holmes...si tuviese en mis manos...digamos informacion comprometedora....me seria mas facil tratar con el.

 

Justo cuando terminaba una voz en la entrada del negocio se oyo....por suerte estaba bastante lejos para que alguien salvo mis interlocutores me oyesen.

 

@@

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  • 2 semanas más tarde...

D.C. Garry M. Ollivander

@ & @

 

–¿Mal humor? – sonrió fugazmente de medio lado –No tengo ni la más mínima idea de lo que está usted hablando, querida.

 

Justo en ese momento el mago pudo escuchar la puerta del primer nivel abrirse sin permiso, con urgencia aparentemente, y ¿Dónde estaba la recepcionista? Quizá seguía ahí detrás del muro, pero no importaba esto era ya un punto en contra de aquella mujer mayor, así tendría algo que argumentar cuando la mujer les reprimiera con “yo solo soy la recepcionista, no su ama de llaves”.

 

El hombre pudo jurar que contuvo su respiración al escuchar la pisada sobre la madre vieja, los pasos habían perdido velocidad, quizá era por que aquella persona llegaba al fin a su destino y quería darle al asunto un tema más dramático, quizá era porque quería parecer más interesante de lo que en verdad podría ser, o simplemente habría sido todo culpa de aquella estrecha escalera que no dejaba avanzar rápidamente.

 

Exhalo un poco exasperado, y ambas manos terminaron dentro de sus bolsillos, era un dolor de cabeza solo imaginarse lo que estaba por venir…pero tal vez podría ser divertido. Sn dar la vuelta aun, espero a que Bel abriera, prefería que ella tuviese siempre el primer contacto con los clientes, es decir que ella tenía la habilidad de soportar más que él toda esa introducción que venía siempre antes de lo más interesante, el caso. Pero pudo haberse equivocado esta vez, y giro ante la alarma de la mujer, “pervertido” no es la más cordial de las bienvenidas, no que él recordara, observo extrañado a la mujer y después paso la vista al cliente.

 

Un hombre singular, no tenía algo que le facilitara recordarle, pero cargaba un aurea sospechosa, no podía negarlo, y sin embargo decidió no pensarse más en eso, escucharía, antes que nada, lo que el hombre tendría que decir. Bel retomo nuevamente su papel, e invito al mago a pasar y tomar un lugar, él los siguió tranquilamente y termino acomodándose nuevamente en la butaca mientras que entre ellos existía una conversación…sin real sentido para el Ollivander.

 

La primera petición del hombre frente a ellos realmente lo había sorprendido ¿Una plaza? No pudo pensar más en eso, porque el hombre continuo, muy seguro iban sus palabras una tras otras, casi reales, que podían engañarlo fácilmente, pero que el licántropo decidió escuchar cada una de ellas con sumo interés, atraído por la poca profundidad del asunto. Al hombre no le quito mucho de su tiempo terminar con su pedido, “un alivio” chillaría la criatura, pero el Ollivander tenía que evitar estar de acuerdo por el simple hecho de que una Evans era su acompañante.

 

Después de un momento de silencio el mago sonrió enigmáticamente, se inclinó hacia adelante colocando sus codos sobre sus rodillas y su mentón sobre el enorme puño que sus dedos entrelazados habían formado.

 

–Es curioso lo que pide usted amigo mío– de reojo observo a la Evans esperando ver algo útil en su rostro que le impidiera seguir. Nada. –Usted viene aquí y pide una plaza…– continuo – Después pide que le ayudemos con una investigación– dejo aquella incomoda postura y descanso su espalda en el respaldo de su butaca –Un poco redundante ¿No cree? – le sonrió ampliamente ¿El hombre lo estaba poniendo a prueba? –Cree usted que puede aspirar a una plaza aquí, ¿Qué aptitudes posee un hombre como usted? Supongo que las necesarias para pedir un puesto, y entonces ¿Por qué no hace por cuenta propia una investigación sobre ese tal…Sherlock Holmes? si cree que somos simples “detectives investigadores” no debe ser difícil.

 

Se puso de pie y camino con pasos lentos y alargados, rodeando al hombre, sin observarlo, y sin buscar más el rostro de la Evans que seguramente encontraría un entrecejo encontrado de forma negativa. No buscaba ser descortés con el cliente, no apropósito por lo menos, no esta vez, pero tenía que sacar de él lo que en verdad tendría que decirles. Quizá se equivocaba, pero el Ollivander pensaba que podrían ser otras las intenciones del personaje que los acompañaba.

 

–Tomaremos su caso , de cualquier forma, Sherlock Holmes, en cualquiera de mis sentidos, me dice que es un nombre de lo más interesante, aunque quizá me equivoque…– se encogió de hombros con prepotencia –…Pero solo para ser más claros… ¿Realmente quiere ayuda con esto…– en el primer piso se escuchaba la puerta del local abrirse y tímidas pisadas entrar desconfiadas, solo esperaba que ahora si la mujer recepcionista estuviera en su puesto –…o lo que vino a buscar fue el puesto? – el mago había terminado frente aquel marco dorado de la pintura (que había desaparecido) y que adornaba la extensa pared de monótonos colores.

--- 2 ---

Mary Marple
Le atiende, @@Alexandra Eirian

 

 

Después de llevar él te tranquilamente, la mujer había bajado hasta la cocina y coloco la charola con las tasas usadas aun lado del trastero y se dispuso a limpiarlas, terminaría tan pronto que podría volver a ponerse al tanto de aquella revista que leía con tanta enjundia, pues habían sido días muy tranquilos, no había casos aun y eso le estaba mortificando incluso a la mujer, aquellos dos niños parecían tan entusiasmados con la idea de aquel negocio que le contagiaban un gusto a aquella vieja alma.

 

Un rato más se había entretenido en la cocina, cuando pudo desde ahí abajo escuchar que habrían la puerta del consultorio y la Evans gritaba ruidosamente, la recepcionista se sorprendió mucho, pero quizá volver a la cocina y preparar más te aliviaría un poco la molestia del Ollivander por el despisto de la mujer. Riendo por lo bajo volvió a la cocina, quien sabe, eso podía ser una lección para el mago y darle a entender que ignorar a la gente puede ser grosero.

 

Una nueva tanda de te estaba listo, ron de jazmín y canela, una mescla que ella había aprendido de un mago musulmán que había conocido años atrás.

 

–¡Oh! – exclamo la mujer como un chillido de sorpresa –¡Clientes al Fin! Esto mejorara el humor del Garry– aquello ultimo lo había susurrado como si secreteara a los jóvenes un chisme nuevo –Pero pasen queridos, pasen y siéntense ahí, solo unos minutos queridos, subiré a anunciarlos con los detectives que estoy seguro que los atenderán con gusto– les sonrió felizmente –Esto…pero ¿A quién presento? – pregunto a los dos jóvenes.

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