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Oclumancia


Aailyah Sauda
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La Delacour se pegó un manotazo sobre el brazo cuando sintió como algo le picaba o pellizcaba, no estaba segura, solo que el lugar donde había estado el insecto le picaba y estaba rojo. Lo único malo de donde habían llevado a los arcanos era ese lugar lleno de bichos, no le molestaba la humedad o la lluvia, podría vivir unos días ahí con los bichos y más los mosquitos no era una persona muy paciente con ellos.

 

Pero no le quedaba más remedio que seguir avanzando porque sino encontraba a la arcana estaría pérdida entre todo ese lugar lleno de árboles. Sus zapatillas tipo botas crujía bajo sus pies cuando pisaba alguna rama porque las hojas permanecian húmedas aunque su color verde ya no las cubrían. Mientras pasaba un árbol caído sintió la sensación de que alguien la espiaba pero no sentía la presencia humana de nadie, al contrario la sensación le recordó a la vez que se topo con Eileen y esta había sabido su identidad cuando le escucho su mente.

 

Tragó en seco ante el recuerdo. No le había sentado bien que se metiera en su cabeza de aquella forma solo su esposa lo hacía y era cuando quería saber algo que sus labios se negaban a admitir en vos alta.

 

Una sensación de pesar se instaló en su vientre cuando se topo con la arcana, había escuchado su nombre pero nunca le habían dicho como era, aquel tono oscuro de su piel y sus ojos eran exóticos que la hicieron sentir como una mancha blanca en el soto bosque, estaba vestida tan informal que la hizo sentir tambien elegante con el pantalón de tela y una camisa muy suave que le quedaba olgada ondeando al viento. Su cabello rubio iba atado en una cola alta para dejar su rostro al descubierto y poder observar todo mejor pero también era un peinado que la hacia sentir cómoda.

 

-Hola arcana, soy Alessandra Delacour- saludo luego de la presentación de su profesora.

 

Abrió la boca para responder a su primera pregunta que le resulto bastante fácil pero la cerró cuando le hizo la sengunda. Al cabo de un rato de silencio por su parte para pensar en que responder decidió ir por la primera.

 

-Bueno ya llevaba tiempo queriendo aprender con usted. Verá tengo una conexión con mi esposa muy grande en lo psíquico pero hace unos meses cuando no era yo resulta que descubieron muy fácil mi identidad- le explicó, había tenido mucha suerte que Moody fuera compañera de bando sino Merlin sabe que abrían podido sacar de su cabeza -me di cuenta de cuanta facilidad pueden obtener un legelemante información que no se quiere dar por lo que me gustaría perfeccionar con usted mejor este arte sin que me deje durmiendo por días- por su cabeza, sin importar si Sauda veía o no sus recuerdos, pensó en aquella pelea con la Rambaldi donde se había llevado a sus hijos y como había tratado de proteger su mente ocasionando que durmiera dia y medio.

 

-En cuanto a la mente, esa esta difícil porque es un conjunto de sistemas cognitivos donde entra los pensamientos, la conciencia, la imaginación y otras características- le resultaba bastante difícil encontrar palabras para definir eso ya que para muchos la mente estaba relacionada con lo espiritual.

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  • 2 semanas más tarde...

Sauda sonrió con palpable satisfacción ante la segunda respuesta de la mujer. Si algo le gustaba a la Arcana era que la clase fluyera con naturalidad y que cada paso que se daba para la total adquisición de la habilidad fuese hilado de forma minuciosa y continua. Las palabras de Isabelle resultaron la perfecta base para seguir con la exploración de la mente que significaba la Oclumancia. Por ello, mostró sus blancos dientes en el instante en que su alumna terminó de contestar; necesitaba que sus aprendices supiesen cuando estaban encaminados por el sendero correcto. Sauda gustaba de alentar el espíritu hambriento de conocimiento y la seguridad de quienes requerían de sus servicios.

 

-- Exploraremos lo primero más tarde pero permíteme comenzar este verdadero entrenamiento mental por tu segunda respuesta. Has acertado. Sigueme, por favor…- le dijo con solemnidad, manteniendo un tono de voz cuya serenidad hacía erizar la piel.

 

La Arcana se giró con un holgado movimiento que le permitió hacer gala de la belleza simple de su vestido, que pareció brillar con la luz del sol que penetraba con dificultad entre las intrincadas copas de los árboles. Apenas caminó unos pocos pasos antes de extender su brazo derecho hacia uno de los lados, como si intentase frenar de repente un balón. Arqueó sus delgados dedos y entre éstos comenzó a materializarse su vara de cristal, extendiéndose desde su puño. El poderosísimo objeto mágico emitía un tenue centelleo al ser invocado dada la naturaleza cristalina de su rojizo material. Una vez el proceso acabó, la arcana golpeó el suelo con la base de su vara y un portal se abrió en el suelo.

 

-- Normalmente no utilizo este medio para llegar a la sala blanca pero no tengo otra opción. Debo aceptar que me sorprendió encontrarla en el bosque.

 

La bruja realizó un ademán para invitar a Isabelle a saltar hacia lo desconocido y arqueó una ceja con cierta expectativa. Sin embargo, entendió en un instante que era su responsabilidad como tutora tomar la posta. Con el objetivo de acallar el escepticismo que Isabelle podría tener, Sauda se adelantó con expresiva seguridad y se dejó caer dentro del traslúcido portal que permitía ver del otro lado un infinito blanco. La atmósfera fresca y vívida del bosque se extinguió por completo. El suave canto de las aves se esfumó al instante. Pese a la sensación de vacío que podía infundir aquel conducto mágico, la arcana apenas descendió unos centímetros antes de que sus descalzos pies tocaran el suelo.

 

El lugar al que el portal llevaba resultaba ser un recinto magnifico y de clara naturaleza mágica; cada rincón de ese lugar gritaba con fuerza su antiquísimo origen arcano. Tanto el suelo, como las paredes y el techo se extendían más allá de lo que los ojos humanos llegarían alguna vez a observar. Cada una de estas superficies era cubierta por una delgada capa lumínica conformada por una abrazadora luz blanca que todo alcanzaba. Aquel sitio transmitía una sensación de vacío y de pureza que podía resultar incluso asfixiante para desprevenidos. Permanecer allí mucho tiempo resultaba agotador para el cuerpo. Verse atrapado allí, pese a lucir como un espacio abierto, devenía en una ahogante claustrofobia. Solo los arcanos tenían la llave para entra ro salir del magnífico recinto. Sauda disfrutaba del vacío y del consecuente silencio perpetuo.

 

Aailyah golpeó nuevamente el blanco suelo con la base de su vara de cristal. Una casi imperceptible onda expansiva sacudió la iluminada extensión bajo sus pies. La energía había fluido varios metros a la redonda cuando terminó por unirse unos cinco metros frente a ella. Brillantes hilos de magia corpórea se elevaron y comenzaron a entrelazarse entre sí, formando algo que tardó unos segundos en ser reconocible: un cerebro humano de un tamaño similar al de un carro. Con un simple movimiento de la mano de Sauda, minúsculas chispas comenzaron a recorrer la superficie del lumínico órgano como si fuesen neuronas. Como una dedicada educadora, la arcana sabía que la teoría antecedía a la práctica. Su voz volvió a resonar con serenidad ante la llegada de Isabelle.

 

-- Antes de comenzar con las prácticas para fortalecer tu mente y defenderla de potenciales intrusos, vamos a desvelar lo que la misma mente tiene para decirnos ¿Qué puertas conoces por la cual un usuario de la legilimancia puede adentrarse en tus más profundos secretos?- preguntó con un tono desafiante para inspirarla a superar las barreras de su conocimiento previo en la materia - Puedo darte una pista. Uno de estos niveles de la mente es la consciencia, quizás la más fácil de proteger ¿Reconoces las otras?

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  • 2 semanas más tarde...

Alessandra estaba nerviosa mientras esperaba que Sauda le dijera si iba por el camino correcto. La sonrisa de la Arcana la desconectó por un segundo hasta que sus músculos se relajaron cuando la escuchó hablar aceptando su respuesta para comenzar a caminar tras la morena.

 

La Delacour comenzó a comparar a Sauda con sus otros maestros arcanos, con solo verlos desprendían un gran poder y conocimiento que hacían paralizarla pero aún asi aceptaba el desafío físico que le pedía ya que era algo con lo que estaba familiarizada después de haber pasado por Suluk pero en cambio con Aailyah, sentía un nudo en la boca de su estómago, porque requería algo mental de lo que no estaba familiarizada. Con su esposa tenía una conexión que se había vuelto más fuerte después de su boda pero tener que cerrar su mente, buscar en ella una forma de cerrarla o simplemente entrar en la parte psíquica de ella misma le daba miedo, más bien temía no ser fuerte y que todo terminará fracasando.

 

Se detuvo cuando vio a Sauda hacer unos movimientos con una de sus manos para que la ya famosa, para Alessandra, vara de Cristal apareciera sobre la mano de Aailyah.

 

Suspiró.

 

Aquél objeto hacia que se maravillara cada vez que lo veía ser invocado por los arcanos, no era envidia, siendo que le gustaba y se sentía cómoda con su varita de Vid, pero se preguntaba que seria tener un poder como el que tenían aquellos magos que podían invocarla. Agitó la cabeza para desprenderse de esos pensamientos y se concentró en lo que la arcana decía.

 

<<¿Sala Blanca?>> pensó confundida, no le habían dicho nada en la carta de la dirección. <<¿se había equivocado el haber ido ahí?>> se preguntó ansiosa y el nudo se acentuó más impidiéndole hablar o emitir un sonido. Quería saber si los directivos se habían olvidado o era alguna clase de prueba de Sauda.

 

Titubeó al entrar cuando Aailyah le dijo que pasara pero su rostro seguramente mostró su inseguridad la fémina entró primero seguida muy de cerca de la rubia. Su piel se erizo cuando paso del aire del bosque a un espacio sin viento, el sonido y todo color se extinguieron como si se hubiera cubierto los ojos con una venda blanca y se tapará los oídos cob tapones. Solo era un vacio blancos lumínico que en cualquier momento presentaría un ataque de pánico de Alessandra, no tenia reloj por lo que no sabia cuanto tiempo había pasado solo sentía el vacío de su vientre, su boca seca y las palmas de las manos sudadas.

 

Alessandra se preguntó que estaban haciendo ahí, pero como si Aailyah le leyera el pensamiento con la punta de la vara de cristal golpeo el suelo para que enfrente suyo comenzará a formarse con lo que parecía hilos, parecidos a los patronus, un gran cerebro. La Delacour abrió y cerró la boca impresionada, más cuando pequeñas luces en distintas partes del cerebro brillaban como neuronas. Sus ojos azules recorrían con admiración la magia de la arcana cuando le hizo una pregunta que la desconcerto.

 

<<¿Legilimancia?>> pensó, achicó los ojos porque no era una habilidad que le llamara la atención, además no era que conociera mucho sobre ella por lo que decidió tomarse su tiempo y pensar.

 

-Bueno...mmm el preconsciente y el inconsciente?- no estaba muy segura por lo que su respuesta sonó más a una pregunta por lo indecisa que estaba con ese tema, al final <<Esto es un 2 x 1, aprendo de Legilimancia al tiempo que de Oclumancia y todo por el mismo precio>> pensó.

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  • 3 semanas más tarde...

La arcana sonrió, comprensiva, observando a su joven alumna. Sacudió con la cabeza.

 

Creo que no me he explicado bien. Déjame cambiar de enfoque, querida —le dijo, mientras reorganizaba sus ideas en la cabeza. Así, apoyada como estaba en su vara de cristal, parecía aún más alta de lo que era. Sus ojos oscuros relucieron con fuerza cuando retomó la charla—. ¿Qué sabes sobre la Legilimancia? Y más aún, ¿qué sabes sobre Oclumancia? Porque a veces es mucho más importante conocer el qué y no el porqué.

 

Aguardó a que ella le diera una respuesta mientras dejaba que su vista se perdiera por el horizonte. Tras unos segundos en aquel trance, miró de nuevo a la Delacour.

 

Niña, ¿te han leído alguna vez la mente? ¿Sabes lo que se siente ante tal situación? —le preguntó, con voz grave—. Vamos a iniciar la práctica, verás que es mucho más sencillo de lo que puede parecer. Solo tienes que saber distinguir entre la magia física y la mental. Veamos. ¿Crees que puedes concentrarte en algo hasta el punto de que yo no pueda moverte de ese pensamiento desde dentro de tu cabeza? Puede valer cualquier cosa... una sensación, como un sonido o un olor. Un lugar, una persona. Un recuerdo... cualquier cosa. Céntrate en ello con todas tus fuerzas e impídeme que averigüe cuál es tu color favorito. Yo voy a buscarlo en tu memoria mientras tanto. ¿Estás preparada? Venga... tres, dos, uno... protege tu mente.

 

La práctica era muy sencilla en teoría, pero adquirir aquella habilidad era un trabajo arduo que requería mucha disciplina y concentración. Y también mucho poder, por supuesto. Pero Sauda sabía que la muchacha no tendría problema, como casi ninguno de los alumnos que ella había tratado.

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  • 2 semanas más tarde...

¿Dónde estoy?, ¿Qué hago aquí?, lo único que hay es oscuridad, mis sentidos no me responden, ni siquiera siento el dolor de la muerte, porque estoy muerto ¿verdad?, debo estarlo, sí, no hay más explicaciones para estar en un lugar como este.

 

No es el infierno, no hay llamas, ni el demonio dándome la bienvenida, tampoco es el cielo, si así fuera, ella debería estar aquí esperándome… ¿el purgatorio?

 

Volví a pestañar, estaba boca arriba, flotaba en un limbo de oscuridad nada parecido a lo que siempre había pensado, no se encontraba la maravillosa luz al final del túnel, ni siquiera una tonta vela para iluminar el camino de mi alma, quizás, el simple hecho de no temerle a la muerte fue lo suficientemente fuerte para mí y por eso aun no cruzaba la fina línea entre los vivos y los muertos.

 

Intenté moverme varias veces pero difícilmente logre alguna mejoría hasta el quinto intento, ¿estaba débil o era débil?, me maldije a mi mismo por saber la respuesta de ante mano.

 

Solamente ese ángel podía haber cambiado mi destino cuando decidí hacer mi último sacrificio, menos mal que no llegó a tiempo, dudo que me hubiera atrevido a entregar lo último que me quedaba estando ella presente, la vida no vale nada y sé que si mi ángel lograra escuchar mis pensamientos en este momento estaría en problemas, jamás le temí a la muerte y mucho menos a mi ángel.

 

Si, después de tanto tiempo, esperaba que saliera corriendo, que huyera, que me alejara se había equivocado. Ya no hay dolor, no existe la redención ni la salvación para mí, espero haber sido perdonado, si no, ¿Qué hago aquí?

******************

 

Abrí los ojos exaltado intentando buscar el aire que no necesitaba, era un vampiro y aunque solía hacer aquel movimiento para parecer más “humano” por un segundo se me había olvidado que no necesitaba del vital gas. Moví mis níveos dedos. No había ningún tipo de dolor. Aquel sueño, aquel trance, aquello era mucho más real de lo que hubiera querido aceptar. Me negué a ello aunque aun podía percibir la sensación y mi mente estaba embotada.

 

¿Cuántos recuerdos y cicatrices?, ¿el mundo había cambiado o había sido yo?, no tenia al menos en aquel momento la respuesta a mi interrogante, sin embargo, esperaba algún día tenerla. Ahora una vez que había puesto mi cabeza en orden, si es que a eso y a todo lo que estaba en ella podía decirle “ponerse en orden” debía dirigirme a cierto lugar en la universidad. Había decidido afrontar aquel extraño reto, no me jure no hacerlo porque me conocía, desde que estaba en Grecia y al menos todas aquellos que una vez me conocieron sabían que uno de mis defectos fatídicos era la sed de conocimiento y más aun, que no me importaba si mi vida corría peligro en el trayecto. Además, estaba el defecto fatídico más importante, la sed de poder.

 

No me quedaba más que encaminarme al lugar donde se me había indicado que debía encontrarme con quien sería mi nueva maestra. ¿Qué sorpresas encontraría esta vez? o mejor dicho ¿Qué nuevo descubrimiento de mi persona saldría?, total, no me gustaba hablar de mi pasado… aquello era sagrado.

 

Llevaba todos los artículos que solía utilizar para la enseñanza de los libros y aquellos que alguna vez utilicé para aprender las habilidades que dominada. Había decidido simplemente presentarme como era. Cabello corto y negro desordenado, ojos negros y tea nívea. Tenía una túnica negra y bajo de ella un traje negro, camisa verde y el pisa corbatas y los gemelos de los puños eran de esmeralda. Estaba vestido tal como si fuera a asistir al trabajo.

 

-elegiste un camino, ahora acepta las consecuencias de tus actos –me dije.

 

Llegue al lugar indicado y recorrí el sitio con la mirada. Solo tenía que esperar.

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Benjamin Whisper

 

"Aailyah Sauda"

 

El espacio de la universidad conseguía abstraerte de lo que sucedía a extramuros, o eso pensaba Ben mientras iba por el cuidado sendero rumbo a la residencia de la arcana de quien aprendería a perfeccionar la habilidad de la oclumancia. Trasladada de lugar incontables veces (ahora nada menos que ligada a Mahoutokoro), el recinto había sido un esfuerzo de la comunidad mágica para la transmisión de conocimientos mágicos que fueran algo más que solo tradición europea.

 

De allí que tantos de los arcanos ligados a los anillos de habilidades, provinieran de pueblos más bien olvidados en la sólida tradición mágica inglesa.

 

Para Benjamin había una cierta hipocresía en esas relaciones, en la falsa visión que promovía la universidad, pero claro, si lo enmarcaba en el hecho de que ese espacio fuera "un mundo aparte" poco relacionado a lo que tenía fuera...entonces todo cobraba sentido. Entonces, era entendible que con un continente desangrándose en una guerra, allí abriesen las puertas a todo el que considerasen "digno" de recibir las enseñanzas, importándoles bien poco para qué pudiesen usarse después.

 

Aunque ¿sería también así Sauda? Más allá del frívolo dato de su enorme colección de sombreros, sabía que la mujer había recorrido el mundo, pero nunca había perdido el contacto con la aldea diminuta y pobre de la que había surgido. Entonces ¿ a ella le importaría más que a los otros el uso que podía darle a sus enseñanzas? Dentro de poco lo sabría.

 

Se desabrochó el abrigo, por causa del calor que la caminata empezaba a provocarle, y quedó solo con la camisa de un rosa pálido. A medida que se acercaba al lugar donde la mujer solía dar sus clases, Benjamin encontró un palpable aumento de la naturaleza a su alrededor. Los árboles frondosos al lado del camino daban sombra uniendo sus copadas ramas, y más y más vegetación de todo tipo coloreaba en distintos tonos de verde el lugar, y al examinarlas más de cerca, reconoció que varias de esas plantas provenían en realidad de lugares disímiles con climas diferentes, por lo que su apariencia lozana allí solo podía deberse a la magia.

 

De cierta forma, incluso antes de presentarse a él, ya la arcana daba muestras de su poder ¿era acaso alguna forma de compensar que por su color de piel y procedencia la hubiesen ninguneado en el pasado?

 

Cerca de la edificación, distinguió a un hombre, impecable en un traje negro, que observaba al detalle todo cuanto tenía a su alrededor. No era más que un aspecto físico, pero a Benjamin le provocó de inmediato un alivio, de que por lo menos llevase la clase con alguien que (en apariencia) pudiese tener puntos afines con él. Lo saludó con la mano, con la intención de no interrumpir su actividad, porque sospechaba igual, que ya tendría bastante tiempo a lo largo de esa clase, para conocerlo mejor.

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Mel va a gran velocidad por la senda terrosa.

 

Llevarse la moto voladora a través el portal había sido una mala idea pero había sido también bastante útil. No habían existido repercusiones en la magia misma de la maquinaria y ahí estaba ella, haciendo volar un poco de grama mientras se apostaba junto a otros dos muchachos. Ambos lucían bastante altivos y serios o quizá debía decir que formales, del tipo que Mel había visto a menudo en el Ministerio de Magia en Londres o tal vez en los salones a los que Richard a veces la llevaba. Como sea, estaba allí porque necesitaba aprender con urgencia oclumancia... y no era que no apreciase que Richard le leyese el pensamiento cuando andaban en apuros pero deseaba un poco de intimidad.

 

Sabía poco de Sauda, más allá de que parecía una arcana honesta y que todo el mundo decía que le importaban mucho los demás. Mel había visto también que tenía un bello sendero, plantas y flores, así que se apresuró a acomodar la moto a un lado para que no figurase como algo disruptivo. Las googles las dejó colgado de su cuello y la pañoleta que había traído cubriéndole la nariz y la boca, se la ajustó detrás de la frente. Así, se sintió lista, a pesar de que sus pantalones cargo estaban un poco empolvados y las zapatillas algo viejas.

 

Hizo viscera con las manos para intentar ver algo que se pareciera a una figura humana mientras les hacía un rápido ademán a ambos chicos a manera de saludo, luego de colocar su varita sobresaliendo del bolsillo trasero de sus pantalones. Ya muchas veces Richard le había dicho que terminaría sin trasero por culpa de eso y que no era gracioso pero sonaba tan a advertencias de viejas que Mel lo olvidaba constantemente. De hecho, en ese momento lo hizo sin pensar.

 

Esperaba que la arcana tuviese un poco de paciencia con ella, un poco como Ellie. Al menos, le habían dicho que tenía fama de tenerla.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Meditaba. El sonido del suave viento trajo consigo el inevitable anuncio de nuevos alumnos, cuya potencial llegada le había sido informada tiempo atrás. Los perceptivos sentidos de Sauda le permitieron interpretar hasta el más mínimo detalle en la atmósfera que la rodeaba, logrando así traducir lo que expresaban aquellos pasos: dudas y genuino escepticismo. La Arcana sabía que algunos de sus compañeros, en la noble y laboriosa tarea de transmitir las habilidades, solían intimidar con su sentido de autoridad; ella, sin embargo, priorizaba un contacto más cercano con los interesados en crecer dentro de las infinitas posibilidades que la magia proveía. La búsqueda de conocimiento en la que muchos de sus alumnos se habían embarcado le resultaba respetable. En cierta manera, todo aquello la remitía a su propio camino.

 

Abrió lentamente sus párpados y la luz natural del sol golpeó contra sus pupilas, obligándola a tomarse unos segundos para acostumbrarse a la luminiscencia que destacaba aquel lugar. Sin alterar la rítmica respiración que utilizaba para adentrase de lleno en la meditación, la arcana rastreó con su mirada a sus nuevos alumnos. Sin apartar sus ojos de ellos, la arcana rompió su posición de loto, estiró sus alargadas piernas cubiertas por una falda de delgada tela amarilla y descendió con suma ligereza de la piedra levitante en la que se encontraba; al perder contacto con ella, la pulida roca volcánica volvió a situarse en el suelo. Sauda recorrió con lentitud el tramo que la separaba de sus tres estudiantes, tomándose esos pocos segundos de trayecto para analizar a quienes tenía enfrente.

 

Sus grises ojos se encontraron primero con un hombre completamente vestido de negro, salvo por una camisa verde que le recordó intuitivamente a uno de los tantos sombreros regionales que coleccionaba en sus viajes. Sauda no necesitó quebrantar las débiles defensas de su mente para intuir algunos aspectos básicos que afloraban por sus poros: vampirismo, atribulación y un pasado oscuro en el que profundizaría con el devenir de la clase. En cuanto al otro muchacho, apenas observó ciertos indicios en su estética: una camisa rosada de exquisito gusto, que le produjo una leve sonrisa. La arcana admiraba la capacidad de los colores de desvelar infinidad de cosas, siendo una de ellas la personalidad de quién de ellos hiciese uso. La única mujer del grupo le causó, en contraposición, cierta preocupación: las barreras de su mente habían sido hostigadas hasta el quiebre por alguien más ¿La acosaría, como a muchos de sus pasados estudiantes, un legilimente? Procuró no adentrarse en su cabeza para descubrirlo para que todo resultara más genuino.

 

En aquella oportunidad, Aailyah había decidido darle un inicio más ameno y menos intensivo a su clase. Sus últimas experiencias la condujeron a razonar que el común de los magos y las brujas no tenían una base sobre el conocimiento de la mente y mucho menos de Oclumancia, por lo cual comenzar con el estudio de la mente había resultado contraproducente en el aprendizaje de la materia ¿Qué ingresar en la sala blanca y estudiar el cerebro humano era didáctico y sorprendente? Si, lo era. Sin embargo, también resultaba confuso para los más ignorantes en la psiquis humana. Con un ademán de su mano, de alargados dedos engalanados con múltiples anillos de variados orígenes, los invitó a adentrase en sus aposentos: un espacio donde la naturaleza era monarca. Flores y plantas nativas de todos los lugares a los que había viajado decoraban un salón que recordaba la simpleza de los hogares de su aldea natal, con mobiliario simple y una distinguible carencia de lujos.

 

-- Bienvenidos alumnos, mi nombre es Aailyah Sauda.- su voz bailaba entre la calidez y la frialdad.- ¿Por qué estudian Oclumancia? No quiero una respuesta simple porque, con esta habilidad específica, nunca la hay. Busquen en su mente una respuesta honesta. Deben convencerme de que merecen que comparta mis conocimientos.

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Alessandra se mordió el labio inferior ante la respuesta de Sauda, la verdad no tenia ni idea sobre Legilimancia, no era como muchos que ansiaban aprender aquello y si ella estaba ahí era para perfeccionar su habilidad en proteger su mente a invasores, todo eso del conciente y pre conciente le hacía doler la cabeza pero no dijo nada solo se limitó a absorber todo lo que la arcana le decía sobre la habilidad.

 

-Bueno sobre Legilimancia tengo entendido que más para leer mentes es para leer el alma de la persona- había escuchado eso hace bastante años solo que no conocía a nadie con la habilidad aquella para corregirla de su error si estaba mal -en cuanto a Oclumancia puede evitar que otros accedan a su mente o a sus sentimientos así como impide que estos influyan en el- le respondió segura en sus palabras siendo que eso era lo que deseaba aprender.

 

La pregunta de Sauda la hizo ponerse colorada, la conexión que tenía con su esposa le permitía conocer lo que la otra deseaba compartir y nunca presentó problema pero después del encuentro con Moody en el Callejón y esta había descubierto su apariencia siendo que estaba usando la metamorfomagia la había preocupado mucho a tal punto que deseaba protegerse.

 

-Mmm si, si lo han hecho- le dijo Alessandra incómoda -recuerdo que de siente como un hormigueo en la nuca y una sensación rara que me hace estremecer- le dijo a la arcana que estaba emocionada por llevarla a la práctica.

 

Cuando la arcana comenzó a explicarle lo que iban a hacer, Alessandra se emocionó que la imagen de su esposa invadió su mente enseguida, el color blanco de su cabello largo hasta la cintura, sus ojos ambar, su cuerpo alto y delgado cubriendo el suyo hizo que cerrará sus ojos y aquél recuerdo fuera lo único que hubiera en su mente. Nada de inseguridad, solo su esposa y el recuerdo de cuando la veía con sus ojos de cazadora. El calor inundó su cuerpo impidiendo que nada la distrajera.

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Seguía esperando. Me gustaba el silencio, la paz y la quietud de aquel lugar donde había sido convocado. Guardaba demasiadas cosas dentro de mi mente. Mis recuerdos, mi pasado. Mis cicatrices, lo que había sido y era. Ahora definitivamente estaba quizás en peligro todo aquello a causa de mi nueva mentora quien de una u otra forma estaría allí “presente”. Note como algunas personas llegaban hasta el mismo lugar que yo, esperando ser atendidos o iniciar con la enseñanza de aquella habilidad, hasta su ahijada, el monstruito come chocolates estaba allí, sin embargo, odiaba la idea de que alguien se estuviera metiendo en mi cabeza así fuera para enseñarme a como cerrar la mente.

 

Supuse que en aquel momento aunque hubiera querido nada iba a lograr con intentar evitarlo, aunque quisiera irme y evitar todo aquello conocía lo que sucedería después, volvería. Aunque ¿me estaba volviendo loco?, la verdad es que ya lo estaba y disfrutaba de mi propia locura a cada segundo, como decían por allí: “se necesita de mucha locura para soportar tanta realidad”… la verdad es que debía bloquear aquella voz en mi cabeza si intentaba entrar en ella, no tenía aquel conocimiento, al menos no aun.

 

-Si te pierdes en el camino, toma un desvío y contempla el paisaje. –susurré obligándome a concentrarme de vuelta.

 

Observe a la mujer que nos recibía y di unos cuantos pasos para adentrarme en sus aposentos. Pude notar sui aura y todo lo que le rodeaba, había paz, tranquilidad, aquel era un santuario natural. Dibujo una mueca de sonrisa, era el segundo arcano que conocía que de una u otra forma se llevaba bien con las fuerzas naturales y la energía vital.

 

Esperé que mi ahijada hablara ya que ella fue quien tomo la iniciativa, una vez que ella había terminado de expresar y explicar aquello decidí ser yo quien continuara.

 

-Odio que se estén metiendo en mi cabeza –confesé- quiero aprender Oclumancia para proteger mi pasado, para proteger quien fui y soy –dije sinceramente- quiero que evitar que dañen a mis seres queridos por mi culpa, debo serle sincero, a la final siempre terminan odiándome, quiero proteger a quienes me interesan de mi pasado –suspiro observando a la mujer de reojo- se que dicen … “Imagínate a alguien que quiera conocer tu pasado, no para castigarte, sino para entender como necesitas ser amado”, pero con mi suerte… tengo demasiadas heridas, he aprendido a vivir con el dolor de ellas, no quiero que tengan lástima o se vean obligados a llevar esta carga por mí, ya de por sí, todos están luchando una batalla que no sabemos –mire a la mujer a los ojos- quiero ser yo quien revele los secretos que hay en mi mente cuando esté preparado para contarla.

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