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Oclumancia


Aailyah Sauda
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Sauda respiraba tranquilidad, sus últimos alumnos habían sobrepasado con creces las pruebas que aquel mítico portal les presento.

 

 

Aailyah esperaba pacientemente, no tenia prisa y poco le interesaba si llegaban sus nuevos alumnos en la noche o en plena madrugada... Cualquier hora del día era idónea para el aprendizaje, pero esperaba que al menos, si llegaban a ser más de uno, se pusieran de acuerdo para llegar a una hora puntual. Para alivio de la Arcana, su primera alumna se había perdido en el bosque, el segundo no se hizo esperar y se presentó más temprano de lo que hubiese esperado, pero todavía no se revelaría ante él, primero observaría allí, oculta tras la vegetación, pendiente de sus movimientos, de sus gestos, de cualquier comentario que pudiera lanzar y cuando lo creyera necesario, se presentaría ante él.

 

Respiraba tranquilidad, sus tres últimos estudiantes habían sobrepasado con creces las pruebas del mítico portal, ¿el castaño seria una excepción?

 

A su mente llegaban todo el tiempo recuerdos que no eran propios, no sabia por qué la cabeza del caballero iba a un y otro sitio casi sin darle un sentido a la marea de pensamientos. Supuso que el nuevo aprendizaje que estaba por emprender generaba más cosas de las que Sauda esperaba. Eso era bueno, pero no todo era bueno todavía.

 

Oculta, contempló como Dick encontraba el lago. Supo que Dick se cuestionaba sobre su repentina aparición, era algo normal pero no seria la única cosa extraña que experimentaría mientras estuviese bajo su tutela, así que debía aprender a confiar y dejarse llevar. Notó un intento rudimentario por cerrar su mente, aunque realmente fue intentar poner la mente en blanco. Tenia mucho que aprender y bloquearse a su maestra antes de que ella se lo pidiese no era la mejor alternativa.

 

La Arcana creo una ilusión de una figura femenina, de avanzada edad, con un hiyab de colores llamativos, piel morena, y un tapado antiguo. Se acerco al muchacho que esperaba pacientemente en el suelo y lo miró, esperando que aquel dijera algo... Sauda ya sabia sus palabras, aún seguía en su mente, pero no se presentaría hasta estar segura sobre él.

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― Pues no. La verdad es que sólo llegué hasta el pasillo de la memoria, pero me quedé en la superficie. ―replicó Candela cuando Sauda se dirigió a ella. Se había fijado en la chica que la acompañaba y escuchaba, aunque sin prestar demasiada atención realmente, a las pocas indicaciones que la Arcana le daba. La Triviani estaba concentrada en la puerta del muro, como si fuese esa la única meta de su visita.

 

Se regañó en silencio, mientras sacudía los apurados pensamientos que se le amontonaron en la cabeza. ¿Dónde estaba su botella de ginebra cuando la necesitaba? El alcohol solía dispersar sus ideas y calmar todo tipo de impulsos, aunque claro, si se excedía podía jugarle malas pasadas. No, era mejor no tener ginebra en su posesión en ese momento. Además, la Arcana seguramente se lo reprocharía. O no. La verdad es que nunca se acercó a ninguno de ellos; a la que tenía como más conocida era a la buena Suluk que enseñaba Animagia. No porque le cayese bien, sino porque, de todos, le parecía la más accesible. Aunque sí pensaba que estaba un poco loca.

 

Parpadeó un par de veces para obligarse a volver a la realidad en la que estaba, Oclumancia. ¿Qué sabía de ella? Que Aailyah podía ser un poco rara, pero le resultaba más confiable incluso que Rosália. ¡Ah, maldita planta!. Cruzó las manos en la espalda, a la altura de la cintura y decidió esperar por su oportunidad. ¿Cómo se creaban barreras mentales? No estaba segura. Su propia mente constituía una barrera, incluso para ella. Se le antojaba reírse porque, estaba segura, Sauda sería capaz de desarmarla sin más. Maldita invasora de mentes. Una voz dentro de su cabeza susurró con amargura.

 

Candela sonrió porque, además de amargura, distinguió temor. Y eso significaba que era posible deshacerse de ella.

 

¿Y bien? Dígame por dónde empiezo. ―se mostró un poco más animada.

 

Su alegría duró poco, pues se dio cuenta de que le estaba hablando a un tronco caído en medio de un bosque que no conocía. ¡Maldita z****! Otra vez se había alejado de la Arcana sin habérselo propuesto. NECESITABA tener su propia barrera mental, pero no sabía cómo hacer una. No sabía, ni siquiera, cómo volver con Aailyah. Estaba más que claro que Louise no le dejaría tan fácil la práctica de bloqueo en su contra y haría de todo con tal de seguir haciendo de dueña de la mente de la Triviani.

 

Su alegría regresó unas horas después, pues la vio de espaldas, detrás de un árbol y arbustos, como si estuviese ocultándose de alguien.

 

¿A qué jugamos? ―susurró cuando llegó hasta colocársele detrás.

Editado por Candela Triviani

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Ya habia pasado un tiempo de que se encontraba al frente de ese lago tan misterioso que se formo delante de el... ya hasta habia iniciado una fogata e improvisado una tienda de campaña con su abrigo para pasar la noche... tal vez todavía era muy temprano, por lo que sin decir mas el mago se dispuso a calentar dos piernas de pavo en la fogata mientras en directo le comenzaba a echar las especies y juguito de piña para marinarla correctamente... talvez el ser chef podía ayudar en algo...

 

--Buena noche...--

 

El mago sin voltear a ver a la persona, sabia que estaba ahi... no no era legeremente, ni tampoco vidente, ni siquiera habia usado alguna gema o hechizo que le avisara sobre la presencia de alguien... sencillamente era instinto... experiencia... sin perder tiempo alguno el mago invito a la persona a tomar asiento alrededor del fuego, la noche comenzaba a enfriar y eso podria ser perjudicial para todos... todos sus sentidos estaban atentos, pero no habia escuchado algo... no detectaba su presencia y sin embargo ahi se encontraba aquella mujer...

 

--En unos minutos mas estara lista la carne...--

 

Decia el mago mientras tocaba algunos musculos de la pierna para comprobar su dureza y mirando de reojo a la señora el mago se quito un momento su sombrero... y haciendo una pequeña revisión visual de la persona, sencillamente sonrio...

 

--Sabe... los detalles son sumamente importantes... es de mala educación querer engañar a alguien en la primera cita maestra @@Aailyah Sauda..--

 

El mago señalo a los pies donde se supone que habria una sombra, pero esta no estaba claramente en el sitio correcto... por lo que el mago sonriendo tomo una de las piernas de pago y se dispuso a comerla esperando si su maestra se animaba a acompañarla...

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-Bien, ya casi estamos -Dijo Jeremy en voz baja ingresando a la Universidad con destino a la clase de Oclumancia, mas que clase sabria que alli pasaría por una agonía tras otra. Como siempre ocurría con las horas que un mago debía pasar para desarrollar una habilidad lo suficiente para controlarla por completo. Aunque eso requería esfuerzos triples de energía y magia. No todos estaban preparados para hacerlo.


El camino a la casita de la Arcana era vistoso. La naturaleza le trasmitía a Jeremy mucha paz, se quito las zapatillas y camino descalzo por el pasto, disfrutando del contacto con el pasto. Llevaba puesto un pantalón camuflado y una remera negra con cuello en v. El pelo lo mantenía suelto, y apenas acomodado sobre el cráneo. En sus manos estaban los anillos mágicos, y en el cuello un amuleto en representación a los que poseía de los libros. Los llevaba a todos lados, aunque era muy raro que los utilizara.


La casita de piedra le recordó las viejas casas de pescadores que solían haber en Noruega, cuando le toco vigilar el bienestar de su hija. Se había hospedado en una casita así, mucho mas grande y con amarre propio para barcos. Recordaba que a diferencia de allí, el clima era frío y nuboso la mayoría de los días. Volviendo al presente, golpeo la puerta esperando la invitación a entrar. No escuchaba sonidos dentro y tampoco olía mas que las flores que decoraban el lugar.


-¿Hola? ¡Aailyah Sauda! -Llamó volviendo a golpear la puerta un poco impaciente - Soy Jeremy Triviani, vengo aprender Oclumancia -Agregó sintiéndose un est****o. ¿Para que otra cosa iría a su casa si no era aprender la habilidad? - ¡Hola! -Volvió aporrear la puerta con mas fuerza.

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Sauda sonrió, lo cual provoco que unos dientes blancos asomaran entre sus labios y crearan un claro contraste con el tono oscuro de su piel. Aguardó unos instantes para crear un poco más de tensión, aunque en realidad lo que hacia era extender su poder hasta el entorno en el que se movían los tres para poder manejarlo a su antojo. De repente, junto a Sauda apareció la niña perdida del bosque con una pregunta inocente, como si se tratara de un juego... Aailyah movió su muñeca y la apoyo sobre su pálido rostro, ladeando su cabeza.

Tomo su mano, sin responder ante sus preguntas y solamente tomo su mano para poder dirigirse hacia su cabaña.

Dick, te esperaré en mi humilde morada. Procura no tardar demasiado... Y, sobre todo, ten cuidado con tus pensamientos. imaginó las palabras en su mente, que se encontraba conectada con la del joven mago, para que pudiera entenderla sin emitir una palabra, esperaba que no le fuera difícil el seguir el camino hacia su morada.

Giró su cabeza para mirar a Candela, la bruja había demostrado destreza en su aprendizaje, estaba muy próxima a su meta final, por lo que ahora Sauda le propondría un par de últimos obstáculos, para sentir que realmente estaba preparada... Lo ultimo que quería causar daños irreparables en su mente.

Tienes que concentrarte, tus allegados, olores y sensaciones, que te resultaran agradables como para que formasen una barrera mental que protejera tus pensamientos. Puedes imaginar una gran burbuja blanca, que impide que cualquier legeremante intente ingresar a tu cabeza y proyectar imágenes que realmente no existen. se detuvieron a unos cuantos metros de su cabaña.

Un hombre estaba parado en su descanso, gritando su nombre como si tuviera problemas, a la Arcana aquella situación no le había gustado demasiado, y lo cegó. Penetro su mente con suma facilidad, encontrando recuerdos de su infancia, donde su condición de vampiro inicio, reviviendo el duro y doloroso proceso que tuvo que atravesar, la hambruna que vivió y las muertes que provoco, ahora le pasarían factura. ¿Será capaz de redimirse y salir de la ilusión? cayó al suelo, como un saco de tierra... Sauda movió su vara de cristal y coloco un cojín bajo su cabeza, para que estuviera cómodo mientras luchaba contra lo que ella dejo en su cabeza. Necesitaba saber hasta donde llegaba el auto control del hombre.

Invitó a Candela a pasar y tomar haciendo sobre unas mantas coloridas en el suelo, encendió unos sahumerios y sirvió té para cuatro, esperando que Dick llegara pronto. Por lo pronto, procedió con ella, quien ya estaba casi preparada; ¿Necesitas alguna demostración más? preguntó y se adentro en su mente, los sahumerios permitían la completa concentración y la sumisión ante su mente.

Aailyah revivió su infancia, el rapto por aquel grupo de Aurores, y el hecho de que creyera que su madre, Aland, había muerto.

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El mago sonrió ante el silencio de su maestra, por lo que solo se detuvo un momento en ver como una niña que nunca antes había visto se posiciona a su lado con una pregunta que lo único que provocó en él fue una mirada de incredulidad y suspirando el mago sencillamente negó con la cabeza, era demasiada casualidad... tal vez solo la estaba subestimando...

 

--Enseguida la alcanzó...--

 

Y sin decir más el mago comenzó a recoger su tienda, sería más fácil con la magia, pero el nació sin ella, se crió sin ella y aprendió a vivir sin ella, por lo que terminando de doblarla y apagando con un poco de tierra la fogata se dispuso a caminar... delante de el poco a poco se comenzo a formar un camino, nada exhuberante solo unas tablas que se levantaban sobre el lodo...

 

--Me enojaré mucho si de pronto despierto en el sofá y todo esto sea producto de mi mente--

 

Hablando para si mismo siguió caminando un poco más, mientras miraba como delante de el se levantaba una cabaña de madera, como las antiguas que vivían en el pantano, por lo que comenzando a subir las escaleras poco a poco toco la puerta principal 3 veces y retrocediendo un poco espero a que su maestra @@Aailyah Sauda atendiera su llamada

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  • 2 semanas más tarde...

Se quedó en silencio mientras era dirigida al interior de la cabaña. Había aprendido que, en algunas situaciones, era mejor no interrumpir los pensamientos de los Arcanos pues éstos no eran muy famosos por su temperamento cuando eso ocurría. La escuchó y se quedó pensando en lo que le había dicho, una burbuja blanca. Su concentración duró lo que duró el ambiente en llenarse del nauseabundo olor a sahumerio. Le dedicó una furibunda mirada Aaliyah antes de sentarse en la manta que ésta había dispuesto sobre el suelo.

 

No, señora, yo... —pero la mujer no le dejó terminar. En cambio, Candela se vio obligada a revivir recuerdos que ni siquiera sabía que guardaba. Bueno, sí sabía que los guardaba, eran la razón por la que la gitana había elegido el camino en el que se encontraba actualmente, sin embargo, llevaba muchos años sin pensar en ellos.

 

El aroma a césped recién cortado, a agua de manantial apenas transformado, la cantidad de veces que la regañaron por jugar junto a las estatuas que, de algún modo, se consideraban prohibidas. Utilizaba otro nombre entonces, uno que borró desde que tuvo conocimiento acerca de sus raíces y por el que comenzó a sentir nostalgia en ese momento. No le gustaba la nostalgia. Es de débiles. No era ella quien lo decía y no era suyo el sentimiento de furia que fue experimentando a cada segundo.

 

Burbuja blanca.>> pensó de forma consciente, sin lograr invocarla verdaderamente.

 

Antara se había marchado esa noche en la que ellos atacaron, dejó la mansión en medio de un mutismo total en el que podía escuchar con claridad la respiración, un tanto irregular, de su madre. El cómodo sillón de la sala resultaba el sitio idóneo para sentarse a contar historias, aunque Candela jamás imaginaría -no hasta más tarde- que esas historias eran verdaderas, sí, pero no le pertenecían; no la incluían de ninguna manera, a pesar de que Shane hubiese intentado que así fuera.

 

>> apretó los labios hasta formar una línea blanca con ellos.

 

— No me voy a ir, madre, estás demente si crees que te voy a dejar acá... sola con ellos...—el susurro en el espacio que compartían se había convertido en una especie de secretismo, con el enemigo en puerta y listo para irrumpir en medio de esa paz que habían logrado.

 

La expresión de Shane era dura, muy distinta a la que le conocía habitualmente. Después la entendió, cuando su madre la obligó a esconderse y ella quiso salir a recibir a los "invitados". Éstos no se quedaron fuera, desde luego, era un ritual entrar y destruir lo que esté a su paso, así eran los enmascarados.

 

No quiso pensar en que ella era una de ellos ahora. La burbuja blanca parecía una niebla dispersa en su mente, pero imaginó que no era lo suficientemente fuerte como para impedir que Aaliyah siga observando todo lo que sucedía en el recuerdo de su alumna: Los mortífagos habían llegado allí para capturar a su madre. O a la que creía su madre hasta que uno de ellos, la voz grave y el más alto de todos, recitó aquello por lo que se le acusaba.

 

Basta.>> repitió y sintió el pánico atorándose en su garganta.

 

La niebla dispersa empezó a tomar forma.

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Solo basto un movimiento de la mano de Sauda para que la puerta se abriera, dándole el paso a Dick hacia su morada. Se encontraban en la parte trasera, pasando la cortina de pequeñas mostacillas en colores oscuros, el humo del sahumerio inundaba toda la habitación y lograba escaparse hacia la parte delantera donde se encontraría uno de los magos que había conseguido ingresar; mientras que el otro muchacho seguía aun en un profundo sueño recostado en el descanso de su escalinata.

 

La mente de Dick era una especie de torbellino de actividad en la que el único pensamiento que se vislumbraba con claridad era el hecho de que seguía sin saber que debía hacer para defenderse correctamente. Sauda era consiente de ello, pero no por eso iba a cesar en aquel momento, si es que se le podía llamar intento. Su alrededor se había desfigurado, convirtiendo la habitación -en su mente- en un claro repleto de cuervos y enmascarados con intención de atacarlo severamente. ¿Lograría romper aquella ilusión? seguramente, pero le costaría diferenciar la realidad, ya que todo lo que le suceda, seria como si realmente hubiera existido. La única diferencia entre aquella actividad y lo que podría pasarle al Myrddin en la realidad era que la arcana no quería hacerle daño, sino enseñarle a protegerse eficazmente contra cualquier ataque dirigido a su mente.

 

Volvió a concentrarse en Candela, observando sus pensamientos; estaba lograndolo.

 

Excelente, Candela, has estado muy bien para ser tu primer intento le comento con sinceridad en un tono apacible. Se había llevado las manos a la espalda, entrelazando los dedos para hacer más cómoda su postura. Jugo con su pulsera de cuentillas, aquella que solía tocar cuando estaba un poco nerviosa y finalmente le preguntó, aunque no estaba del todo segura de que aceptaría. . ¿Te sientes preparada para afrontar tu prueba? llevo ambas manos hacia delante y sonrió con esperanza.

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  • 2 meses más tarde...

Le dedicó una colérica mirada a la Arcana, lo que para ella era un recuerdo agobiante, para su maestra era un claro progreso. Candela, en el fondo, se sentía satisfecha, pues era la primera vez que lograba algo semejante y podría decirse que hasta lo consideraba, en un principio, imposible. Sin embargo, y por puro amor propio, no pudo evitar mezclar la furiosa mirada con una sonrisa de complacencia.

 

Imagino que debe pasar la mar de bien y bastante entretenida con todos los recuerdos en los que hurga, señora Sauda. ―soltó de forma maliciosa― Debe ser muy divertido saber que los magos y brujas comunes, como yo... ―hizo énfasis en sí misma, sabía que era una mentira― no están muy bien de la cabeza. Pero, ¿quién lo está, verdad?. Apuesto a que ni siquiera usted goza de una mente tan clara a la que todos podríamos llegar a aspirar.

 

Inspiró ruidosamente, llenando de aire sus pulmones, como si fuese la primera vez en mucho tiempo que lo hacía. La pregunta de Aailyah la interrumpió. ¿Estaba preparada?. De manera consciente, su respuesta sería sí. Era lo lógico. Pero muy en el fondo sentía cierto resquemor.

 

Sí. ―dijo haciendo caso omiso a la voz de alarma, se convenció en un momento de que si no lo intentaba, no podría saberlo realmente.― Estoy lista. Y si no, pues ya veremos en el camino. Lo peor que puede pasar es que la pirámide me expulse y no pueda terminar mi prueba. En ese caso, pues...

 

Dejó las palabras colgando y le sonrió a Sauda.

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En silencio llevó sus pasos por los pasillos de la academia Japonesa. La bruja iba en busca del aprendizaje de otra habilidad y justo cursaba la contra parte de esta, Oclumancia. Zoella necesitaba proteger su mente de todo aquel que se atreviera a buscar sus secretos, que eran muchos y recientemente se había topado con un grupo de magos que no se iban por las ramas, otorgándole cierta alerta que decidió tomar tan pronto pasó por su mente, debía de cerrarla a todo aquel que ella no le permitiera hurgar entre sus pensamientos.

 

La calva le brillaba por los rayos del sol, su cuerpo cubierto por un enterizo negro sin mangas, y sus zapatos deportivos le daban más comodidad para moverse tranquilamente hasta donde la arcana estaba. Se alejó por aquel camino de piedra que le había sido indicado hasta llegar a la vivienda de Aailyah Sauda.

 

La casa de piedra con techo de paja le dio la bienvenida, un amplio lago rodeado de vegetación y árboles le rodeaban y Zoella con lentitud se acercó a la puerta donde tocó tres veces de ella esperando a por indicio de que podría pasar. Observó el cielo azul, que ahora era cubierto por nubes y las copas de los árboles que le rodeaban.

 

Respiró el aire puro de donde estaba y se relajó, a sabiendas que las habilidades que involucran la mente podrían irse de las manos de ella, justo como con Nigromancia había pasado en un principio. La Triviani no iba a permitir aquello, logrando mantener ahora su autocontrol y estaba segura de que esta habilidad llevaría su cordura al límite, pero estaba dispuesta a arriesgarse.

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