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Oclumancia


Aailyah Sauda
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Caminó y caminó por aquel bosque hasta que se creyó así mismo perdido. Su varita se sostiene sin casi fuerzas en su mano y él tararea mientras intenta retomar la ruta correcta. Es difícil encontrarse ahí adentro, todo es verde a su alrededor y está lleno de árboles frondosos, sabe que es de día solo por la luz demasiado brillante que se filtra fuertemente desde las copas de los árboles, pero estos están tan tupidos de hojas de todos tamaños colores y formas que es difícil inclusive encontrar el astro para orientarse. Debe haber estado caminando por al menos una o dos horas desde que comenzó esto, sin embargo, no parece cansado, ni preocupado, mucho menos impacientado por no encontrar nada aun, ni siquiera el más pequeño rastro animal. ¿No era eso ya demasiado extraño?


Aailyah Sauda-, masculla y el sonido de la naturaleza a su alrededor es mucho más fuerte que su propio susurro. Hessenordwood, en medio de toda esa belleza silvestre que es el bosque, sobresale por la robusta forma de su cuerpo; Hess es un tipo grande, de músculos y pesada presencia, una criatura humana que desentona en aquel contexto. —¿Dónde puedo encontrarte?-, se sorprende a sí mismo acomodándose finalmente sobre un claro más llano, la tierra ahí es más oscura bajo sus pies como si estuviese húmeda, y no hay tantas plantas creciendo a su alrededor cómo hace media milla atrás. Por primera vez, desde que se adentra por el camino que lo lleva hasta la arcana, es que puede dejar de sentirse menos observado.


Permaneció de pie en medio de esa pequeña explanada, hay ruidos amortiguados a su alrededor, pero aunque se concentra en ellos no puede descifrar si se trata del sonido de los animales escondidos en algún lugar o tal vez el cantar de un arroyo cercano. La mirada que Hess echa a su alrededor una vez más entonces es plana, casi tanto o más cómo su rostro pálido y sobrio de marcas o arrugas, a excepción de aquella única serie de líneas que se dibujan sobre su frente. Con una sonora exhalación, que pareciera que fuera a desinflarle hasta los brazos, Heesenordwood se pregunta finalmente, ¿cómo y qué exactamente está haciendo ahí?


No es cómo si no lo supiera tampoco, es decir, es consciente de que ha estado evitándose a sí mismo desde que comenzó a rondar por su mente el hacerse de las habilidades de la oclumancia, como si no buscara razón alguna para contradecirse en el camino, lo que fuera para evitar desistir, podría ser o quizá solamente no quiere pensar tanto en aquello en su cabeza que trata verdaderamente de esconder con la oclumancia, porque tal vez lo que encuentre ahí adentro lo acorralará cada vez mas y mas, lo ahogará tanto en su interior que sin darse cuenta aquella angustia se le escapará, y lo escupirá descuidadamente a través de cada uno de los poros de aquella pulcra piel del rostro.


Cualquiera podría verlo entonces, cualquiera sería consciente de él, de quien es y lo que hace, de su vida ahora e incluso de la que hay más allá de esta. Y aunque no es claro, él no quiere que eso escape de su mente, quiere sólo reservarlo para sí mismo.


Tal vez eso no se siente tan malo si lo piensa solo así, pero lo que verdaderamente le es casi aterrador es que incluso pueda existir un alguien capaz de ver más allá de lo que él sabe de sí mismo.


Y si eso pasa, ¿qué cosas tan importantes existen dentro de él que parece necesitar ocultar con tanta preocupación?

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Sauda había tenido tiempo suficiente desde que la última Oclumante saliera vencedora de su prueba, tanto, que se vio sorprendida cuando en medio dela preparación de unos Mandazi, se vi encerrada en el pensamiento de un nuevo aprendiz. Hessenordwood se veía, de cierta manera, ansioso, apurado, presto a conocer y recibir lo que la Arcana pudiera brindarle sin saber realmente qué era eso; por supuesto, aquello hizo que se sobrecogiera en una sonrisa y dejara su momento de repostería de lado, ya volverían los tiempos de calma en los que podía, con esos ligeros detalles, recordar un pedazo de su propia historia. Su siguiente discípulo se encontraba en una llanura, en una búsqueda para ocultar algo. Sonaba contradictorio, pero era lo que su gesto le decía.

 

Apareció a escasos metros de él, sin mover un sola hoja de césped, sin un sólo ruido. Curiosa de ver como alguien tan grande parecía realmente pensativo por algo que no tenía forma: sus memorias. Pequeños hilos de plata que podían ser diluidos con sencillez en un Pensadero, que pasarían desapercibidos si se colocaran al lado de él. Carraspeó suavemente para hacerse notar.

 

Ya lo ha hecho, señor Crouch —respondió sonriendo aún sin verlo directamente a los ojos—, aunque presiento que no necesitas encontrarme a mí en esta pequeña aventura que se ha autoimpuesto. Sea bienvenido.

 

Hizo una ligera reverencia con la cabeza, dejándole ver a medias el tocado típico que cubría la totalidad del cuero cabelludo.

 

La Oclumancia, el poder cerrar la mente a otros como si de un cajón con llave se tratase no podría obtenerse sin el conocimiento exacto, sin la aceptación de lo que se desea ocultar. Ese paso era el que a veces separaba a los aspirantes de los oclumantes al final del camino. Esperaba con sinceridad el éxito de todos sus discípulos, pero sólo dependía de ellos.

 

@@Hessenordwood Crouch

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Aailyah Sauda apareció ahí finalmente, tan demasiado cerca, como si siempre lo hubiera estado y Hess ha pasado la media hora anterior dando vueltas en círculos, y aunque el repentino sonido de su voz lo toma por sorpresa el mago también considera que es tan suave y gentil que bien pudo haberse perdido entre los sonidos de la naturaleza que los rodeaba. Para su buena suerte, Hessenordwood no profundizó tanto en ideas densas que lo hicieran perderse de la llegada de la bruja Arcana.

 

Gracias señora, es un júbilo estar aquí-, cauteloso respondió el saludo de Sauda con un gesto similar al de ella. Nunca antes ha estado en presencia de un Arcano, conoce de ellos lo que tal vez cualquiera antes de aventurarse al aprendizaje de alguna habilidad mágica, pero en cuanto a experiencias, bueno, Hess se queda corto, por lo tanto, no está seguro cómo debe comportarse delante de ellos. Finalmente supone que las cordialidades que habitúa no tienen nada de malo, siempre y cuando consiga lo que necesita antes de salir de ese lugar.

 

El silencio que después del saludo se instala entre ellos es breve, normalmente puede soportarlo, pero Hess cree que entre más se prolongan, más le da a ambas partes de la conversación el tiempo para distorsionar dentro de sus mentes la idea que se forman el uno del otro. Por supuesto que, sabiendo donde se encuentra, no podría ocultarle mucho a Aailyah.

 

Sé dónde estoy y quien soy, si es eso a lo que se refiere cuando dice que no necesito encontrarla a usted antes-, responde con serenidad, como si eso realmente no le afectara de ninguna forma. Él es bueno para aparentar neutralidad, exteriormente lo es, por su rostro limpio de marcas, por su pálida mirada plana, pero está casi seguro también, de que Sauda puede verlo realmente. — O al menos debería estar seguro de eso, sin embargo, hay algo por ahí escondido, algo que no logro encontrar aún el qué es, como una parte que me hace falta, algo que necesito pero que no he conocido todavía-, explica tranquilamente, en otras circunstancias tal vez sería más desconfiado, pero privando a la mentora (o a sí mismo) de la verdad no cree que llegaría a resolver nada el día de hoy. Además, para sentirse más seguro, Hess siempre podría intentar recurrir a una verdad distorsionada, solo de ese modo cree que pudiera hablar más libremente con Sauda.

 

No me mal entienda señora, tengo disposición, pero a decir verdad, a no ser que fuera necesario tener que resolver este enigma ahora para conseguir esta habilidad, no habría pensado en estar aquí ahora para hacerlo, porque no vine necesariamente a encontrar esa pieza-, aclaró antes de perder el objetivo. —Mas bien existe esta otra situación, diría yo, casi completamente diferente. Es sobre esa persona. A ella le conocí hace no mucho tiempo atrás, es una mujer pequeña, insípida de apariencia, con una mirada tan grande que sientes que, si ella así lo quisiera, te perforaría el cuerpo-, hace un intento por recordar el más mínimo detalle, pero no es difícil, era simplemente inolvidable. —Ella pudo verme entonces-, un legeremante-, piensa Hess que sabe la respuesta, pero espera que Sauda entienda hacia dónde quiere llegar el mago con toda esta perorata. —Ella simplemente entró, echó un vistazo dentro de mí y se marchó después, posiblemente con más cosas de lo que yo he conseguido en mucho tiempo.

 

Si algo de ello tendría que ver con la parte de si mismo que no encuentra, bueno, Hess estaba completamente ***ido.

 

Respiró relajándose, quizá la magia que rodea el páramo boscoso está haciendo efecto nuevamente sobre los músculos tensos y sobre su mente que se ha comenzado a turbar, a forzar a cerrarse, pero sin saber cómo hacerlo totalmente.

 

Inglaterra…o toda la Europa misma tal vez, no es un lugar seguro. A donde intentes escapar siempre habrá alguien más arriba que pueda ponerte un pie encima y reducirte a cenizas en un abrir y cerrar de ojos, quizá, en algún momento, uno mismo puede ser esa persona-, deben ser los tiempos de guerra, pero no le ha costado mucho después de arribar a Londres llegar a esa conclusión. —Creo entonces que solo se puede intentar estar seguro dentro de uno mismo, confiar en la verdad que se sabe, sin la intervención involuntaria de alguien más-, él creía que no ha estado pensando en esto por demasiado tiempo, pero ahora era evidente que es un pensamiento bastante recurrente en su día a día, incluso en sus días antes de Inglaterra, antes de volver a moverse dentro de una comunidad mágica.

 

A este punto de su casi desahogo la mirada de Hessen es cristalina, el azul de sus ojos parece haber sido drenado tras cada palabra pronunciada y de pronto, la tenue luz de su alrededor, le lastima. ¿Sería esto algún truco de la arcana?

 

Pero ¿cómo se consigue? ¿cómo puedo proteger mi mente de los intrusos? -, la pregunta parecía como si se la estuviera repitiendo a sí mismo en lugar de esperar la guía de la Arcana.

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- No creo que sea posible detener a personas intrusivas en sí, pero siempre puedes guiarles a la salida. Ya sabes, por la puerta trasera… o por donde entraron.

 

Se encogió de hombros y sonrió de lado. Orión había salida desde el matorral como podía, incluso tuvo que pegar una estirón porque su bota se quedó enganchada en una de las ramas de un arbusto. Dio golpecitos a su abrigo largo y oscuro, con felpudo dentro, para sacarle un par de hojas que le habían quedado encima. Se acomodó el cabello cobre con canas y carraspeo para retomar el discurso.

 

- Creo que la energía mágica siempre tiene pequeños surcos, cortes. Además, toda fortaleza es inquebrantable si se sabe cómo entrar… -Orión hablaba desde la experiencia-. Lo importante es saber qué hacer cuando ingresan.

 

Sonrió mientras levantaba las cejas. Por un lado, se sentía triunfante de haber encontrado a la que consideraba Arcana: había viajado sin tener un destino muy claro, más que una visión de una isla volcánica en medio de la nada y… bueno, la necesidad de encontrarla. A diferencia de Hessenordwood, el Yaxley no había pasado tanto tiempo caminando. Simplemente emprendió camino por un sendero desde la escuela japonesa y siguió los murmullos del bosque, casi que por instinto. Por otro, haber ingresado a la conversación sin avergonzarse así mismo, como cayendo de bruces al suelo.

 

Se sorprendió, claro, había salido de la nada.

 

- Perdonen mi intromisión, tengo el mal hábito de meterme en donde no me llaman –soltó levemente una risa, considerando la contradicción entre entrometerse y la Oclumancia-. Estaba buscando a la Arcana Aailayah, infiero que es usted. Soy Orión y me preguntaba si podríamos charlar en algún lugar un poco más… cómodo ­–miró a su alrededor, ¿un claro?

 

Sus experiencias tanto con Suluk como con Sajag se habían desarrollado en ambientes más amables, con una taza de té y comida de por medio. Salvo por la última parte de Animagia, bueno, él prefería no hablar mucho de eso. En este caso, él no buscaba aprender Oclumancia. Sólo quería entender qué diablos le había sucedido en esos últimos años. Y, si alguien entró efectivamente en su mente, saber qué fue lo que se llevó. Hasta podríamos pensar que, d alguna manera, Hessenordwood y Orión contaban con el mismo objetivo: acercarse a lo que les fue quitado.

 

Le sorprendió un poco el aspecto de la Arcana. Parecía una muchacha joven, de unos veinte tantos, lejos de lo denotaba Animagia y Videncia. Mantuvo distancia. Algo de ella no encuadraba del todo. Aprendió a la fuerza que en el Mundo Mágico, la confianza era todo. Tuvo que entrecerrar los ojos porque la quiso volver a ver. Esta vez, la luz tenue era demasiado brillante para él. El diseño de las telas de Aailyah lo comenzaban a marear. Se llevó la izquierda a la nuca para sacarse un poco el sudor. Juraba que ese día no había tomado alcohol, entonces ¿por qué se estaba sintiendo así?

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  • 3 semanas más tarde...
Sauda escuchó con atención a ambos caballeros, compartían la pérdida de algo valioso que les fue arrancado sin previo aviso. Ella misma siempre retrocedía sobre sus pasos, recordando sus años mozos, aunque jamás tuvo que pasar por el mismo calvario que sus alumnos. Cada cabeza era un mundo, cada núcleo encerraba una fuerza diferente, podía ser constructiva o destructiva y eso dependía de la persona que la tenía entre sus manos.


La mente humana es un universo plagado de diversos cambios, muchos de ellos suelen ser desconcertantes para el que los experimenta—la mujer dejo sentir su voz con dureza. El cuestionar su aspecto físico, no les daría la llave para abrir la puerta correcta y dar con el secreto o secretos que ahora estaban lejos de su alcance. La propuesta de Orión, no le hizo la más mínima gracia a la Arcana, porque no estaba acostumbrada a las comodidades que el joven mencionó con soltura. Vivía dentro de un espacio plagado de todo tipo de vegetación y fauna diversa, animales corrían libres por los alrededores siendo la compañía idónea para la Tanzana.


Antes de crear barreras mentales, sería sensato analizar que propició que un intruso se colará en sus mentes—se cruzaba de brazos mirando a ambos. La red de un pescador estaba creada para atrapar a los peces, pero si está presentaba alguna clase de daño, no sería posible pillar con éxito la caza de ese día laborable. Era insensato imaginar que con solo cerrar los ojos las respuestas que buscábamos, alargarían una mano amiga y les liberarían de la tortura mental a la que solían estar sometidos los que no sabían como proteger de forma efectiva sus recuerdos y memorias.


Crear barreras mentales, no era una tarea sencilla, todo ese proceso requería de una dedicación entregada por completo por parte del aprendiz de la Oclumancia. Años y años de aprender a como sortear los obstáculos que los magos legeremánticos, colocaban como señuelo para tumbar de bruces a los oclumantes. Una sola palabra activaba la barrera elegida por el Oclumante, pared, muro o como decidieran llamarlo. Quedaba en ellos la sabia elección, contrarrestar con éxito el daño causado, aunque muchas veces no se pudiera recuperar la información hurtada.


Piensa que lo que te han robado, ya no te pertenecía del todo—expresaba mirando los cristalinos ojos de Hess—Velo de este modo, imagina un inmenso rompecabezas, plagado de piezas que le dan una forma definida y detallada, pero que con el tiempo algunas de ellas, ya no encajan como deberían y pierden el sitio que se les asignó en un comienzo—avanzaba por el camino, invitándoles a seguirla. Sanaba muchas veces el soltar los recuerdos que nos anclaban al pasado, aunque la estima que se sentía por dichas experiencias, solía complicar ese proceso.


No existe una taza de té disponible de momento, pero si se pone en marcha con lo que he mencionado—carraspeó para aclarar su voz—Puede que la buena suerte le sonría, Señor Yaxley—desviaba sus ojos hacia su interlocutor. No le quedaba la menor duda de que aquella experiencia enriquecería a todas las partes inmiscuidas en ella, la posibilidad de aprender de sus pupilos nunca quedaba del todo descartada por Sauda. Esperaba que su perorata despertará aún más el interese de los hombres, ya que estaba ahí no solo para enseñar, sino ante todo para ser una guía y en el momento preciso lanzarlos hacia el portal que los probaría de una manera no tan delicada.


@Hessenordwood Crouch @Orión Yaxley

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En los terrenos del lugar se vio llegar a un grupo de Lacayos (aurores egipcios) que cumplían la función de lectiarii y estos sostenía una litera (estaba formadas por un armazón compuesto por correas que sujetaban un colchón sobre el que se repartían mullidos cojines. Y la persona que transportaba se cubría de la mirada de la multitud tras unas finas cortinas blancas con bordes de oro, los cuales creaban el escudo familiar de la familia Licaón.) y tomaban rumbo a donde habitaba la oculmante.

 

Al momento de llegar, desciende el mismo y la cortina deja ver un hombre vestimenta clara, cuyo rostro se encontraba oculto tras una tela oscura por señal de la muerte de su familiar. Este a tocar esa tierra profana, comienza a realizar un ritual de purificación, ordenando a sus hombres que esperen a fuera,y todo ello lo mencionaba en parsel. Aunque, al pasar unos segundos, se dirige a buscar a @@Aailyah Sauda y así comenzar su aprendizaje. El egipcio esperaba poder comenzar su estudio y así resguardar sus secretos.

 

Y respirando profundamente, escucho una conversación, al parecer ese ser se encontraba en compañía de alguien más, pero no le importo interrumpir, y avanzando asa dirección, menciona con suma elegancia, pero sin dejar descubrir su rostro, esos seres eran personas impuras, y el mismo no revelaría ante ellos.

 

-Con permiso. - Hace pausa y camina acompañado de su Vara de Cristal. -Ando buscando al arcano de la oculmancia ¿acaso es éste el lugar?- Indaga.

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— Parece que se le han extraviado los modales— la serenidad en la voz de la Arcana era inquietante. Sus ojos se fijaron en el hombre que se atrevió a profanar sus terrenos, destilando una excesiva riqueza. Lamentaba que no todos pudieran vivir con lo que la suerte les legaba o al menos intentar no alardear de todo el poder que ostentaban, buscando causar una impresión errada sobre su persona. Antes de proseguir se tomo un instante, encontrando infinidad de huecos en la mente de Azael.

Descuidada era la forma en que trataba a su mente, causando que esta se resquebrajará un poco más con cada mala decisión que el hombre tomaba. El ser prudentes la mayor parte del tiempo, derivaba en dar pasos seguros y no exponer secretos que podían enroscar una soga en el cuello y permitir que al tirar de está quedará suspendido en las arenas del tiempo, abandonando de ese modo el mundo de los vivos. Los tres hombres poseían cualidades muy dispares, no encontraba la más mínima similitud entre ellos.

— Es sabio intentar cubrir su rostro. Pero, ¿Qué deja expuesto al mostrarse con esos aires ante mi persona?— la mujer se introdujo en los pensamientos de cada uno de sus alumnos. Era como mirar un río cristalino, plagado de peces que nadaban sin miedo a ser cazados o devorados por algún depredador. Eran demasiado permeables, absorbían toda clase de información, pero no eran capaces de bloquear los ataques que cualquiera deseará lanzar contra ellos y hurtar esos datos sin tener que esforzarse demasiado en esa tarea.

— Vean dentro de ustedes, reflexionen a conciencia que es lo que realmente desean obtener de la Oclumancia. Sólo una barrera mental que los proteja del exterior o de ustedes mismos—seguía dentro de sus pensamientos. Ninguno se pudo dar cuenta de las acciones de la Africana, nadando a sus anchas en un inmenso mar plagado de inseguridades, recuerdos, fracasos e infinidad de pensamientos que ahora le pertenecían a ella. No los soltaría tan fácil, la red de pesca fue lanzada y los peces cayeron dentro de ella, quedando sometidos a los deseos de la Oclumante. Sauda aprendió como bloquear los ataques de un hechicero legeremantico.

Deseaba el mismo fin para sus alumnos, aunque para concretar dicho proceso tuvieran que experimentar toda clase de pesares. El poder era sabiduría, pero la misma arrastraba responsabilidades que no todos estaban preparados para adquirir, el poner una sencilla prueba para los tres, abonaría el terreno para que los frutos que cada uno cultivará dieran los resultados anhelados.

Cortar la maleza era el primer paso, limpiar de toda mala hierba o raíz que complicará el trabajo a la hora de la siembra, hender la tierra donde las semillas serían depositadas, dándoles el espacio necesario para echar raíces. Mirando con atención el rostro de Hessen, el daría el primer paso, secundado por Orión y después de les uniría Azael— Señor Crouchs, le sugiero que se esfuerce por armar una barrera a prueba de todo, no olvide que su mala experiencia sigue siendo una espina clavada en su costado—señaló con su dedo incide la sien del caballero.

—Usted Señor Yaxley, parece un ave de paso por este mundo. Es admirable la forma en como se toma las cosas, ligeras y sin demasiada presión. Busque como una barrera con esas cualidades, le ayudará con lo que le viene en contra— la pasividad reinaba dentro de Saka era de admirar, sellando con esa expresión todo nexo con los dos primeros hombres. El tercero estaba ahí delante de ella, cubriendo quien sabe que con esa tela oscura, sombras que recorrían la faz del mago, le susurraban el profundo dolor que este ocultaba en su interior.

—Azrael le aconsejo que antes de querer caminar o correr, aprenda a gatear. Verá que en este proceso, puede que adquiera las herramientas necesarias para preparar el terreno y sembrar lo que tanto anhela—haciéndose a un lado, les permitía recorrer su hogar—Una advertencia para los tres, no puede destruir nada de mi hogar, no profanen terrenos que no les den confianza y ante todo, respeten la vida de los animales que viven aquí— acomodándose sobre una roca les daba la potestad para comenzar con sus tareas.

 

 

@@Hessenordwood Crouch @Orión Yaxley @@AZRAEL Licaón

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-Me mal interpreta. - expresó con sutileza. - y pido disculpa si eso le ha ofendido, si cubro mi rostro es por un luto familiar, es algo de mí proceso de lidiar con la muerte. Aunque, si eso les incomoda por respeto a Ustedes lo puedo hacer.- medita un poco más las palabras de la arcana, mientras que su mente se encontraba leída como libro abierto, wl mago en vagos intento deseo crear laberintos interminables para resguardar sus secretos, aunque sus vagos intento eran inútiles. - y respecto a su comentario, la vida es Sagrada para mi pueblo, pero cada una debe cumplir su propósito. - En ese momento el Archimago de la Muerte dejó de hablar.

 

En ese instante espero instrucción, quizás su vestimenta era un desafío ¿pero acaso no propio respetar el luto ajeno? ¿Acaso todos deben vivir engañados bajo una felicidad? Eran interrogantes que fugazmente pasaban por la mente del egipcio, quien por tradición familiar ocultaba el rostro. Y con mirada baja, se comienza a perder en una de sus memorias, que seguro cualquier legeremance pudiera leer con facilidad. En ella esté se encontraba frente a un sarcófago velando a su hermano, y alli en la soledad de su hogar. Y al segundo, ingresa un sacerdote del culto de Seth. Sin embargo, ese recuerdo dura poco.

 

Aunque, el egipcio no estaba conforme que alguien le deseo humillar, por eso su ser, se encontraba algo incómodo. Y agregó. - Y ante su pregunta, lo que aspiro es protegerme del poder de los legeremance. Y si bien desconozco el mundo de la mente, pido nuevamente disculpa si mi vestimenta le ofende. Así, como me encuentro impresionado que conozca mi nombre si no lo he revelado, por lo que intuyo que es una legeremance con experiencia. Y sabrá, que mis palabras son honestas. Es extraño que sabiendo ello, no comprenda la razón o el motivo que oculto mi rostro, quizás la habilidad de leer la mente no es tan precisa como había pensado. - finalizó de hablar.

 

@@Aailyah Sauda

Editado por Azrael Licaón

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La negativa de la arcana lo sacudió un poco, ¿cómo que no era posible una taza de té? No importaba si vivía en una mansión, yurta, o en el misma fría tierra. Siempre había tiempo para el té. Para compartir. Supuso que el porte severo de la Arcana denotaba la importancia que ella misma le daba a la habilidad. Y lo respetó. Asintió un poco en silencio, aunque con ganas de rebelarse y plantearle a ella un desafío nuevo.

 

A veces, pasaba que las enseñanzas en las artes mágicas eran demasiado abstractas. Si bien, el poder de toda bruja o mago residía en su sabiduría de la magia, la perspectiva explicativa no rendía… mucho. A Aailyah le podía resultar demasiado fácil hablar de memorias robadas o barreras mentales. Pero a Orión se le escapaba. Nunca tuvo un encuentro cara a cara con un legilimante y esto iba más allá de un intruso queriendo escarbar su mente. Es más, probablemente y esto hablando puramente desde la hipótesis de su experiencia, pudo haber sido la misma Oclumancia lo que lo interpeló sin consentimiento.

 

Y capaz Aailyah lo hubiese sabido si, bueno, le hubiera dado la oportunidad a Orión.

 

Pero así como lo detuvo, le propuso algo nuevo y su postura se renovó. Un poco de jardinería no le vendría mal. Acomodar lo externo ayudaba a acomodar lo interno. Aprovecharía para robar un par de hierbas silvestres también. Buscó en su bolsito las tijeras de jardinería que usaba para robar algunos gajos que veía en la calle, una costumbre que se le pegó desde su aproximación a la magia Wicca.

 

- Usted Señor Yaxley, parece un ave de paso por este mundo –comentó la Arcana y él, todo colorado levantó la vista. Eran raras, rarísimas, las ocasiones en las que alguien lo veía trasparentemente y ella siguió- Es admirable la forma en cómo se toma las cosa, ligeras y sin demasiada presión. Busque como una barrera con esas cualidades, le ayudará con lo que viene en contra.

 

Asintió y se le levantaron las orejas, ¿lo que viene en contra? Ok, ahora se vinculó al aprendizaje desde lo personal. Giró los talones y se acercó a los bordes del claro.

 

Fue curioso, porque al principio no encontraba nada qué limpiar, ninguna maleza invasiva. Pero, de a poco y agudizando la vista, pudo ver espinillos mágicos o matorrales que antes no estaban. Con la práctica de cortar, cavar y quitar, se dio cuenta que habían muchas más que antes. Y, a medida que iba cruzando los bordes de ese frondoso espacio, le creía la sensación de no terminar nunca. Pensó, incluso, que habían pasado horas desde que la Arcana le encomendó la tarea y la bolsa, donde ponía lo que iba quitando, se hacía cada vez más pesada.

 

Se limpió el sudor con la manga.

 

- Esto… Claro, ahora entiendo.

 

Volvió a Sauda y, agachándose, dejó a un lado la bolsa. Estaban solos, porque Azrael y Hessen se habían dispersado.

 

- Arcana… Al principio no encontré ninguna maleza. Luego una apareció, y otra y cada vez que sacaba una, aparecían dos más. O tres. Y así, no pude terminar. Luego, me di cuenta, que era yo el que decidía qué se debía cortar y qué no. Digo, todo el tiempo dejamos que nos interpelen otras personas. Así crecemos. Somos mixturas, de lo que somos en comunidad. La oclumancia sería la posibilidad mágica de dejar pasar las cosas que nos importan, y nos hagan crecer, y detener lo demás.

 

Aclaró la garganta y señaló la bolsa.

 

- Porque, si intentamos quitar lo ajeno a nosotros… no terminaríamos más ¿verdad?

 

Su barrera mental era esa decisión. Entender qué dejar entrar y qué dejar salir. Nadie, NADIE podía ser completamente impermeable. Capaz la Arcana por su inmensa capacidad mágica. Lo que Orión entendía, es que el verdadero valor de la Oclumancia era su posibilidad para utilizar las cesuras propias a favor.

 

Orión se cruzó los brazos, como abrazándose luego de un importante descubrimiento. Sintió frío, por más que estaba debajo de un rayo de luz que se colaba entre los árboles. Y, ahora que lo pienso, tengo la sensación que su propia práctica de la habilidad dejó entrar el sol.

 

- Puede que… ¿Cómo practicamos el criterio? ¿Cómo materializamos el intercambio, la intrusión? ¿Cómo es posible expandir nuestra habilidad para que nadie limite el accionar?

 

Levantó la vista y vio las hojas bailar con el viento y cómo la luz se iba colando, formando sombras y figuras. Entrecerró los ojos, porque le caía directo en su cara. Será que… su barrera era eso. Infinitas capas, finas y espesas, que iba cambiando para formar barreras más fuertes o débiles.

Editado por Orión Yaxley

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Era casi un deber tatuado en su alma prestarle mucha atención a cada uno de los seres que venían a aprender de ella, por eso le hincaba tanto en la cabeza que el señor Crouchs se hubiese ensimismado tanto. A lo mejor no había sido la mejor de las ideas mantenerlos a los tres en el mismo plano de aprendizaje, todos tenían su propio ritmo y estructura para aprender las habilidades que los Arcanos podían ofrecerles. Decidió continuar dándole su espacio personal, pero lo vigilaría con el rabillo del ojo mientras disfrutaba de lo parlanchines que habían resultado Orión y Azrael.

 

Pudo percibir, sin necesidad de usar la legeremancia, que había algo de incomodidad en ambos estudiantes. La sabiduría a veces podía ser confundida fácilmente con arrogancia, aunque no tuviera ella la intención de presentarse de esa manera. Ella no era más que un instrumento del arte de la Oclumancia, y a ese conocimiento milenario se entregaba lo mejor que podía. Por mucho que pudiera hacerlo, no se pasaba la vida en laberintos mentales cada vez que le llegaba un alumno, pero, rememorando sus palabras, concluyó que sí, pudo haberse interpretado.

 

Azrael, lamento su pérdida, aunque he aprendido cosas de usted al simplemente conocerlo, ninguna mente es un libro enteramente abierto como para conocer los detalles exactos —se explicó de pronto—, verá, para saber eso con exactitud, habría tenido que buscarlo, y eso conlleva un poco de tiempo. Así que como usted no ha pretendido ofendernos con su vestimenta, yo tampoco he pretendido hacerlo con mis cuestiones.

 

Sonrió de lado, no pretendiendo extenderse sólo en él, pero su respuesta valía para todos.

 

Ninguna habilidad es cien por cien precisa, si bien es cierto que enseñó Oclumancia, le aseguró que para hornear soy mucho mejor, aunque eso no parece interesarle a ninguno de mis discípulos. Muchos de ustedes vienen para protegerse de los Legeremantes, sin embargo, el nivel que logren en esta destreza de ocultar su mente y sus pensamientos, dependerá de cada una de sus aptitudes y desarrollo de las mismas. — resopló tranquila mientras se sentó sobre la hierba—. Tomemos a Orión como ejemplo, está tan desatado de algunas cosas terrenales, que sospecho, se preocupara cada vez menos por proteger su mente, y si desarrolla bien la destreza, sus pensamientos de manera autónoma se ocultaran sin requerirle demasiado esfuerzo. Mientras que para una persona más metódica y cuadriculada, será un interminable ordenar de anaqueles de biblioteca... la Oclumancia no es la misma en ninguna mente.

 

Iba a continuar, pero pronto llegó Orión, y no estaba segura si la había oído o no, pero se detuvo a escucharlo acerca de su pequeña tarea. Parecía un niño pequeño con juguetes en Navidad, y no lo culpaba. Su mente realmente era un libro abierto, aunque no estuviera del todo bien decirlo, algunos lo tomaban como ofensa. Él había sido ese hombre de cuadrículas y anaqueles ordenados a la perfección, tuvo que deconstruir todo para volverlo a construir aunque fuera de a pocos, por eso se encontraba tan "libre de tensión", tan encandilado ante el sinfín de posibilidades.

 

No tengo una respuesta buena o mala para ti, Yaxley, pero me alegra que te agrade la labor encomendada —dijo entonces—, en lo que sí te voy a dar la razón, es en aquello de que si buscas algo, terminarás encontrando un infinito de descubrimientos, algunos que ni siquiera deseabas encontrar. La Oclumancia, chicos, si bien sirve para esconder cosas, deben tomarlo como algo para organizarlo. Sería fácil poner un recuerdo en una botella y luego tirar esa botella al mar, nadie podría quitarles ese pensamiento, ya no lo tienen en la mente, entonces ... ¿para qué la Oclumancia si todo puede resolverse con un procedimiento de Pensadero? Eso es lo que deberían preguntarse en cada minuto que tienen aquí. ¿Vale la pena? ¿Los hace más fuertes? ¿Es necesario?

 

@Orión Yaxley @@AZRAEL Licaón @@Hessenordwood Crouch

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