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Oclumancia


Aailyah Sauda
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Matthew tenia verdadera curiosidad por conocer a cada uno de los Arcanos, saber cuales eran sus personalidades o cuan excéntricos eran, debido a que se rumoreaba que incluso una de ellas era mitad planta, mitad humana, algo imposible de creer. Poco conocía acerca de Aailyah, nada a decir verdad, y tampoco había nadie que hubiese tomado la habilidad para compartir su experiencia, a diferencia de él que podía dar una opinión mas o menos acertada acerca de las que había tomado. Cada una de ellas era una experiencia única, algo revelador y un tanto perturbador, pero siempre tenían una recompensa digna, ahora era capaz de jugar con los muertos y seguir torturando aquellas almas que habían sido condenadas a arder eternamente en el averno.

Pero, ¿Realmente quería lidiar con todo aquello una vez mas? La ultima vez casi pierde la vida, y parecia que eso poco les importaba.

Tanto su cuerpo como su mente habían sido forzados a moverse en situaciones extremas donde cualquier podría haber tirado la toalla, si es que antes no terminaba perdiendo la cabeza, pero lo que Black no sospechaba era que eso para su mente seria nada comparado para lo que estaba a punto de vivir.

Solían tener sus viviendas donde recibían a sus alumnos y desde allí los guiaban entre esos universos de saberes dentro de sus cabezas, pero cuando Matthew pregunto sobre donde vivía Sauda ninguno le pudo dar una respuesta concreta, al parecer vivía de aquí para allá, podría estar y no estar, por lo que no llegó a entender a que se referían y pensó que no iban a ayudarlo, o que tal vez no estaban cuerdos.

La única explicación medio útil lo llevo a caminar entre una enviable vegetación con un rio que se lograba escuchar a kilómetros de distancia. No había pasado más que unos cuantos minutos caminando, disfrutando de lo que estaba a su alrededor, estar rodeado de tanta naturaleza le proporcionaba una paz absoluta, apaciguaba sus demonios, se olvidaba de sus preocupaciones y el silencio no le molestaba.

Siguió caminando, si no la encontraba simplemente regresaría por donde vino e intentaría volver al día siguiente.

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Así como las arenas del tiempo y aquellas movedizas parecían haber causado estrago en aquella mente, la cual no tenía miedo en llega a extremos para conseguir sus objetivos. Sin embargo, el mago egipcio no refuto en esta oportunidad, y cerrando sus orbes, simplemente su mente se comenzaba a relajar, dejar que si existiera ese don, actuara de forma natural, por esa razón, al hacerlo miles de memorias en el mismo se comenzaban a desbloquear, algunos sellos del pasado se quebrantaban, dejando ver por medio de flashes los vacíos en sus memorias, las lagunas mentales que por años se habían ocultado, los secretos que esconde ahora eran mayores, algunos dolorosos y otros alegres. Sin embargo, no le altero su estado de animo, por eso había disciplinado desde su tierna infancia.

 

La mente del egipcio que pudiera encontrarse fracturada o encantada, ahora comenzaba a ser liberada y liberando un torrente de saberes que se encontraba ocultos, por lo que la oscuridad que le pudiera envolver, ahora era parte de su forma de existir, lentamente el mago cambiaba su cosmovisión del mundo, lentamente se libera alguien nuevo frente a todos, oculto entre la misma sombra, esa barrera que había creado la arcana, pero ahora su mente seguía un orden natural, algo que el mago no estaba controlando, sus barreras era algo que este no buscaba, simplemente se daba, como si tratase de respirar. Aunque, sus emociones comenzaba a debilitare, ya que algunas de esas memorias le causa dolor.

 

En ello, el mago comienza a crear de sus manos el Hielo del Averno, congelando poco a poco su entorno. En ello, cierra sus puños, y deja sacar ese poder de las artes oscuras. Aunque, esta creo un caparazón de hielo, el cual envolvió por completo al mago, una barrera física, la cual no fue a voluntad, sino un mecanismo defensa de su cuerpo, sus emociones, le hacían comenzar a derramar varias lagrimas, el dolor en su ser comenzaba a florar, pero al parecer ninguno de sus recuerdos pareció versee por nade más, al abrir sus parados, solo contemplo esa barrera creada. Pasando sus manos por el rostro, secando las lagrimas, y volviendo a repetir el ejercio para relajar su mente, dejar que fuera la misma oculmancia que comenzaba a despertar en éste su unica protección, ya no se trataba de memorias falsas, mucho menos de laberintos creados meticulosamente, mucho menos algo que dominaba el mago a voluntad, era algo que parecía ser un don natural. Y este pudiera ser servido para su defensa. Éste mago escondía un misterio, al parecer era mucho mas de lo que parecía, ya que nuevas habilidades se comenzaba a despertar, el mismo Archimago de la Muerte, no sería el mismo ¿Entonces quien será? ¿Que significaba esas memorias? Y porque para los legeremance el nombre de Alaric Luxure parecia no signifcar nada para el mago ahora. ¿Que había recordado el mismo? Y porque uno de sus tatuajes comenzaba a perder fuerzas.

 

Y en esa practica nueva, donde las arenas movedizas parecían sepultarle más y más, ahora parecían sacarle a flote, la oscuridad no disminuía, pero era diferente, incluso parecía ser más un aura que se expandía del mismo, y tomaba diferentes colores a cada suspiro del mago, esa ausencia total de luz, era notoria, pero no era algo que al parecer la oculmancia del mago comenzaba a crear, o era algún saber oculto de las artes oscuras, no era una sombra, era algo diferente. Quizás una nueva forma, que su alma quebrantaba se reflejaba, aquella que el mago paga con facilitad para usar sus saberes. Sin embargo, era posible que la arcana notara o no, la nueva visión del mago. Pero al paso del tiempo, la cúpula de hielo se comienza a destruir, viéndose en el exterior como se quebrantaba hasta que se observo solo al mago, rodeado de un hielo cercano a éste, cerrando sus orbes, y varias serpientes espectrales girando en su entorno. Las mismas solo giraban a su entorno.

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Tiempo atrás



Sabes que no importa cuanto luches, seguiré excavando en tus recuerdos mientras no vacíes y protejas de verdad tu mente.

¡Qué defensa más infantil! Otra vez...

¿A eso llamas obstaculizar? Otra vez...

Jaja pero mira que lindo te veías cuando pequeño...¿Qué te habrá pasado en el camino? ¡Otra vez!

Una gota de sudor cae lentamente por su sien. Resulta increíble lo cansado que podía encontrarse luego de unos cuantos intentos de proteger su mente de la intrusión de Emily. A pesar de no encontrarse jadeando o con las piernas temblorosas, siente dolor de cabeza y tensión muscular en su cuello. Sin embargo, su consuelo era que, eventualmente, sería él el intruso y podría vengarse un poco y ¿por qué no? disfrutarlo más de lo que parecía disfrutarlo la bruja.

Actualidad.
Odiaba sentirse así, casi como un niño siendo enviado a hacer la tarea. Lo comprendía y estaba de acuerdo en que era una necesidad de alto grado de importancia y urgencia, pero no por eso dejaba de sentirse menospreciado por ser casi ordenado a aprender Oclumancia. Goderic comprendía sus beneficios y la importancia de aprender aquella habilidad con la destreza que requiere resguardar la información que protegía en su mente.

Con un movimiento circular de su cabeza planea relajar la tensión de su cuello, o bueno, la supuesta tensión que siente. No sabe porqué recuerda aquella escena de entrenamiento, pero cada vez que lo hace, siente una tensión muscular en su cuello y unos deseos de venganza todavía sin aplacar. Sin embargo, sabe que resulta demasiado infantil e inutil enojarse por algo que había sucedido hace tantos días atrás, sobretodo considerando que sería su compañera de aventuras en el aprendizaje de tal habilidad.

Sabe que es innecesario pero aún así lleva sus pertenencias típicas en su monedero de piel de Moke. Sus experiencias previas en el descubrimiento y desarrollo de sus habilidades, le habían dejado en claro que era algo más interno, pruebas que superar completas de autoconocimiento y autoexploración, que poco o nada podría aportar un grimorio o poción. Es más, ayudarse de algún objeto externo, probablemente sólo entorpecería el proceso.

Junto a Emily llegan al lugar donde se encontraba la arcana de Oclumancia o, al menos, a donde se suponía que debía estar. Ya le había pasado que al inscribirse le decían que el arcano estaba en determinado lugar pero acababa estando en otro. Goderic deja el anuncio, el saludo y la presentación a la bruja. Sabía que los arcanos solían ser algo curiosos sobre sus alumnos, por lo que tendría bastantes oportunidades para explayarse sobre sí mismo y sus motivos.

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—Ya, suficiente, no necesitas ver más.

Siente la boca seca y los labios agrietados, como si el nivel de hidratación en su cuerpo hubiera disminuido considerablemente por lo que cuando habla lo hace voz baja, como si le costara hablar, aunque se las ingenia para recuperar la suficiente energía para ponerse de pie y romper el contacto visual que mantenía con Goderic. Se aparta unos metros de él recuperando el aliento, enojada por sus pocos progresos y fastidiada porque el mago parece disfrutar el molestarla, quizás "vengándose" por la sesión que tuvieron días atrás

En parte entiende que el mago intente llegar a recuerdos cada vez más ocultos en sus pensamientos pero, debe admitir, no es que a él le cueste demasiado entrar a su mente. Y le sorprende que ambos tengan dificultad para rechazar la legeremancia que realiza el otro, principalmente porque siempre había creído que la legeremancia y la oclumancia eran parecidas entre sí, complementarias, por decirlo de alguna forma.

—Hay que admitir que no llegaremos a nada si seguimos así —le comenta con un tono de fastidio, más consigo misma que con él —,tenemos que buscar la ayuda de los arcanos...

Efectivamente luego de que descansara lo suficiente se aventuran a aprender una habilidad, aunque esta era la primera vez que iban juntos, lo cual es lógico considerando que fue una sugerencia -cuasi imposición- del simposio de ladrones al que ambos pertenecían. El que aprendieran a bloquear su mente era importante para ellos, casi tanto como el hecho de que fueran discretos.

—¿Sabes que? debimos venir antes, nos hubiéramos evitado malos ratos —comenta más alegremente mientras caminan al punto de encuentro con la arcana.

No necesita usar la legeremancia para saber que su tío no está tan cómodo con la situación. Se queda en silencio un momento, mirando hacia todos los lados por si logra divisar a Sauda, como le dijeron que se llamaba. A veces le molestaba lo ambiguas que eran las indicaciones para encontrar a los arcanos y mucho más para reconocer su apariencia.

—¿Hola? Somos Goderic y Emily, sus próximos alumnos... —dice con cuidado, esperando alguna indicación o alguna señal de a donde ir, esperando que alguien le hubiera avisado que ambos iban a llegar en búsqueda de su guía.

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Sauda movía muy, muy sutilmente las manos, como si buscara que la brisa se colara entre sus dedos, aunque se le veía distraía, su mente controlaba que Azrael no estuviera en peligro real. Estaba mínimamente satisfecha con la conexión, que aunque él no quisiera, había logrado con sus emociones. De haber podido, habría chaqueado la lengua cuando le vio realizar el hechizo, la gente con poderes podía volverse muy presumida, pero de todas maneras, no le serviría de mucho, la realidad alterna que le había planteado la arcana, sólo desaparecería cuando se hubiese logrado el objetivo, las arenas movedizas harían sus estragos dentro de poco, porque el cuerpo de Azrael ya se encontraba sumergido hasta las caderas. Algunos recuerdos eran dolorosos, si, pero lo hermoso era terminar teniéndolos como hitos de aprendizaje en la vida, ojalá todos los seres mágicos o no mágicos comprendieran eso.

 

Se encontraban en el mismo claro, por lo que era fácil encontrarlos, ya había tenido juntos a Orión y Azrael, quizá con estos nuevos pupilos no sería lo adecuado. Aaliyah se proyectó para aparecerse frente a Mathew Triviani, un espíritu curioso que tenía los ojos entrecerrados en búsqueda de la bruja que tenía en la espalda.

 

— Sé que vienes por la habilidad, sin embargo, te siento más interesado en disfrutar del atardecer —comentó a modo de saludo—, estoy muy tentada a acompañarte a hacer justamente eso, he tenido un día largo.

 

Para que él pudiera experimentar sus pensamientos, parecía simplemente necesitar un lazarillo que lo guiara por el inmenso lago que siempre resultaba la mente humana. Pero claro, recibir a Mathew la distrajo de alejar a Emily y a Goderic del lugar dónde aún se encontraba Azrael. Lo invisibilizó para ellos, por un tema de privacidad, no debían mezclarse, sin embargo, el último par parecía un tanto contrariado y a lo mejor si necesitaban el apoyo mutuo, aquello no fastidiaba a la arcana quien respondió con una sonrisa a Emily. Pudo verlos jugueteando con la Legeremancia y quedando exhaustos en medio de sus travesuras.

 

Buenas —saludó girando sobre sus talones y caminando hacia la dirección opuesta de dónde estaba ellos—, vamos a jugar un poco, ya que veo que su energía se inclina más a eso. Cuéntenme, ¿quién de ustedes es el legeremante?

 

Bajo los pies de Emily y Goderic se armó un círculo de piso de piedra que los separó en al menos ocho metros, eso los obligaba a hablar fuerte o a usar un sonorus para hacerse sentir, y cuando se sintieron cómodos en sus nuevos "podios", estos se elevaron a cinco metros del suelo. Mientras esperaba sus respuestas, Sauda sonrió con tranquilidad, Orión estaba listo para la prueba. A lo mejor después de eso, se tomaría unos minutos para hornear en casa, se sentía un tanto cansada.

 

@@Emily Karkarov @@Goderic Slithering @@AZRAEL Licaón @@Matthew B. Triviani

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El poder oscuro menguada del egipcio, ya no podría hacer uso de saberes, no por alguna limitación de la arcana, sino que simplemente ya no se encontraba vinculado a la misma. Las serpientes espectrales continuó girando a su alrededor, y cuando abrió los ojos, parecía que se encontraba ciego, pues no observó nada, su visión se encontraba envuelta en la más densa oscuridad que se pudiera imaginar él. Su cuerpo, sentía ahora ser tragado casi por completo por las arenas movediza, las gotas de agua caerle en su cabeza. El sonido de las hojas, le era ahora claro, sus sentidos se encontraba encanjado con ese entorno o lo que parecía ser el mismo.

 

Las emociones del mago que intentaba comprender lo que deseaba la arcana no era fácil de tratar, para él era más fácil dominar su mente que su alma, ya que sus emociones eran complejas y eran como caballos que no podían ser dominados por nadie, lo cual fue el resultado de un fallido intento por eliminar esos sentimientos. Sin embargo, ahora ellos se encontraba a flor de piel. Por esa razón, fue que sin desearlo manifestaba su magia, así como un Oscurial la muestra por ira o temor, su nigromancia fue algo involuntario, como lo había sido en ese momento el Hielo del Averno, al cual ya no tenía forma de hacerlo.

 

En cuanto el mago aceptó esa debilidad, quizás ese era el objetivo de ella. Y en esa profunda soledad, donde no podía escuchar a nadie, y si alguien hubiera llegado a clase, simplemente no lo notaría. Por tal motivo, esas nuevas voces nunca fueron escuchados por él, incluso los aromas provenientes de ciertos conocidos jamás serían captados. Y fue así, que fue la oculamancia que dejó ver a la arcana una memoria, no era en sí la misma, era diferente, ya que fue algo que el mago simplemente dejó ver.

 

En ella se encontraba el mago rodeado de muchos, y sintiéndose sólo, con fuerte carga sobre sus hombros, y destrozado por la pérdida de Luzbel, el mismo debería mantenerse firme, aunque por dentro se encontraba destrozado, incluso si eso implicaba tomar alguna desicion referente a cualquier índole. Además, debería estar acompañado en silencio sepulcral, con la más angelical sonrisa, oculta en velo ceremonial de cónyuge. Y, cuando todos descansaba, allí a solas en el sarcófago, cerrando las puertas, ventanas y cortinas. Allí, sería la primera vez que le fuera permitido llorar, luego de siete días. El mago se acercó al sarcófago sellado, se puso de rodilla y en su rostro comenzaron a brotar lágrimas de sangre, su aflicción era tan intensa que no la podía soportar, pero mantienendo el silencio, ya que no podía hacer ruido. Esta memoria fue lo que el egipcio mostró, como por siete días sus emociones se mantuvieron controladas, pero en el último día las pudo expresar. Y no era cuestión de ignorarlas, simplemente que ellas no le dominará.

 

Luego le mostró a la arcana, y solo a ella, otra memoria un poco más reciente, en la cual el se alegraba en ver algunos Luxure, pero jamás mostró en su rostro alguna emoción, sólo se controló, y se resguardo en sus apariencias. No mostró alegría o encanto, simplemente su gesto corporal y pensamiento se control, así como vino esa alegría, por medio de un respiro se fue, lo mismo podía hacer con otras, pero existía ciertas memorias, y la arcana se dio cuenta con la anterior, que el cuerpo del mago reacciona diferente, por lo que en menor medida, ciertos recuerdos eran más llevaderos que el otro. Sin embargo el mago, volvió a cerrar los orbes, sumergiéndose nuevamente comprender a la arcana, ya que no lo estaba haciendo.

 

Y fue así, que quizás se encontró sepultado por las Arenas, quizás había fracasado, ya que los objetivos de las mismas pudiera haberse o no cumplido.

Editado por Azrael Licaón

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Matthew Black Triviani.


Dio un respingo. Una mujer de avanzada edad apareció frente a él, su imagen transmitía paz, seguridad y mucha calma.

A pesar de que la seguía observando sin parpadear, no podía estar moviendo su boca, simplemente la mirada, pero la voz dentro de su cabeza no calló. La misma Arcana Sauda se estaba dirigiendo a él mentalmente y pese a no estarla viendo, daba igual si estaba allí o no, cada palabra llegaba muy clara a su mente y eso ya de por si hablaba de lo poderosa que podía ser la Arcana. Sus ganas de conocerla iban en aumento y en cuanto le dijo sobre lo mucho que respetaba la naturaleza y todo lo que la rodeaba se sintió a gusto.

El crepúsculo es uno de los momentos más placenteros y relajadores que pueden existir en el mundo, Sauda... comentó mientras observaba la copa de los arboles, esperando que aquella ultima palabra fuera la correcta, la miró por el rabillo del ojo, su muñeca tenia una pulsera de cuentas, similar a la que utilizaba él. No es necesario, pero podemos hablar de lo largo que ha sido su día, mientras me enseña sobre la Oclumancia. Es un trato justo, ¿no? añadió y le sonrió.

A pesar de haberse encariñado con su naturaleza, no podía seguir con el juego de miradas y con cierta melancolía se despidió de ella y siguió los pasos de Aailyah, por los caminos que se generaban con su pisar por el bosque de colina. Su ambiente era templado y frondoso, mixto, repleto de arboles mediterráneos.

Una serpiente apareció desde los juncos provenientes de los pequeños estanques de agua que se habían formado por las lluvias esporádicas. Extendió la palma de su mano para que el reptil se acariciase con ella, y subiera por el brazo de Black hasta reposar sobre su cuello.

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Era posible que las arenas habían sepultado al egipcio, envolviendole en la mas profunda oscuridad, así como comenzaba a descubrir nuevas habiliades, tambien de sus memorias comenzaba a desprender aquellos recuerdos de la Marca Tenebrosa, olvidaba nombres, no evocaba que había sido su vida, incluso algunos tatuajes en su cuerpo comenzaba a desvanecerse, eso le era producto que su mente se comenzaba a proteger de una forma automática, sus memorias se desvanecía, a cada segundo que pasaba en ese lugar, su meditación, y su escasa visión, le producía lentamente un cambio.

 

A pesar que muchos decían que sería incapaz de borrarse los tatuajes de los Senecales de Caronte, esa degradación entre blanco y gris, era nada más que un vago intento faliido, el mismo ni evocaba ahora ¿cuando se lo hizo? Y como el de los Mortífagos se encontraba oculto bajo otro, el mismo ni evocaba poseerlo, por lo que si acaso existía un llamado, el mismo solo pudiera sentir un dolor y nada más, este había perdido todo vinculo, simplemente era alguien más del monto, caminaría sin recordar muchas cosas, las habilidades nuevas tenían un precio, algunas encajan en su pasado como memorias perdidas, otras en cambio simplemente fueron adquiridas al instante que su mene se comenzó a liberar, sus emociones, comenzaba a fluir como un torrente de agua.

 

El tiempo y segundo que pasaba controlando su mente, más bien su don era liberado, al parecer el mago que era un neofito en ese arte que había adquirido en ese lugar, así como alguna vez estudiaría videncia, legeremance o metaformagia, habilidades que no le interesaba, pero les veía como un fin a sus medios, y eso era todo, sus saberes natos siempre serían el vinculado a la nigromancia y hablante parsel, herancia ancestral, por algo debió su nombre, por algo eran temidos los Licaón en Egipto, y era por esa razón, entre más poder, el mago no buscaba tener mas, simplemente conocer más.

 

Aunque, el mismo quizás le faltaba un largo camino, pues las sombras ahora parecían sacar del mismo un nuevo comienzo, un nuevo caminar, evocando memorias perdidas que antes no tenían, sentido, el hielo que parecia antes ser firme, ahora se derretía, al no poderlo conjurar, el mismo perdio fuerza, a al punto que se evapora en el ambiente, el mismo había menguado, pero otros saberes y poderes se fundirían a su ser, lastimosamente eran comunes, pero al mismo no le importa, ya que su objetivo era el saber y nada más. Este también, vincula a sus emociones ¿acaso no se sentía decepcionado por perder conocimiento? El mismo tenía recuerdos vagos de usar a la perfección el arte de los horrocrux, ahora era un sueño lejano que no alcanzaría. El mago siguió con aquel ejercicio de la arcana, a pesar que no estaba del todo seguro si había fracasado en el intento.

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La primera impresión que tiene de Sauda es que es amable, no solo por la sonrisa que le dedica sino por su forma de hablar, respondiéndole el saludo -algo que no siempre todos hacen-. En apariencia no parece superar un cuarto de siglo, pero, Emily sabe bien que los arcanos y uzzas habían llegado a serlo por una razón y no duda que detrás de la apariencia juvenil de la arcana de la oclumancia, existan muchísimos años de sabiduría y entrenamiento.

 

Está a punto de contestar la pregunta que les hace «¿quién de ustedes es el legeremante?» cuando el suelo bajo sus pies se mueve, alejándola. Esto hace que su postura se tense por un instante, sacando de inmediato la varita mágica que llevaba guardada en el bolsillo. Aunque trata que su expresión se suavice, es la incertidumbre de lo que va a ocurrir luego lo que hace que le sea un trabajo difícil y no deja de preguntarse, ¿a qué dificultades los someterá Sauda para saber si son o no lo suficientemente buenos para pasar a la prueba?

 

Pero el movimiento se detiene y con ello el estado de alerta de Emily se relaja, busca con la mirada en donde se encuentra ahora Goderic y al hacerlo agradece que las alturas no sea uno de sus miedos, ya que estar a cinco metros del suelo no le molesta; aunque se siente algo incómoda por tener que gritar.

 

— Los dos — responde, al fin, a la pregunta.

 

¿Habrá salido su voz lo suficientemente clara y alta para que la escuchen? Solo le queda suponer que sí o que su tío reafirmara lo que había dicho. Entonces recuerda fragmentos de la clase que tuvo con Rosalia Pereira y los momentos más impactantes e importantes llegan a su memoria: la forma en que le había enseñado a llegar mentalmente a su «lugar favorito» para poder concentrar su mente y utilizar efectivamente la legilimancia durante sus esfuerzos iniciales en la clase y la forma en que le había advertido que usar esta habilidad la podía llevar a encontrar «cosas buenas o cosas que no queríamos».

 

Esto último es lo que supone que lleva al Simposio de Ladrones a requerirle que aprenda a “cerrar” su mente y lo que en consecuencia llevó a que Emily usara la legilimancia sobre Goderic, y viceversa, aunque nunca antes lo habían hecho por respeto a su privacidad.

Editado por Emily Karkarov

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El egipcio seguía ese abismo profundo de la oscuridad, así como conectaba sus emociones su memorias se perdían en el olvido, aquellas que son descartables para el mago tenebroso. Además, era posible que ahora libre de esas ataduras del mundo mundano su cuerpo se comenzá a vincular a ese mar tan inmenso de olvido para su mente, pero evocando los objetos sagrados del primer regente, ese símbolo de su gobierno farainco, ese Heka. Así, como el primer Archimago al contemplar la primer estrella, de esa constelación conocida como Orion, curioso como el principio se su creencia magia egipcia se denomine Heka, de igual forma el arte de pronuncia encantamientos mágicos y los mismos texto poseía el nombre de Heka. Aunque, para un extranjero ignorante estos términos diferentes y desconocidos sería sin duda la más simple asociación común, era una lástima que no todos que dicen ser expertos conocen y comprende una cultura.

 

Aún así, el mismo sólo se encontraba meditando buscando sacar a flora esas emociones que por años había mantenido ocultas a la vista de todos, a pesar que no sería alguien de revelar a todos sus sentimientos. Por ello, fue educado y permanecía a la mejor casta, pero no todos estaba dispuesto a comprender esta complejidad. Y como se decía los Archimago de la Sabiduría "el ignorante crea defensas ante la verdad y en el destello de la misma busca ocultar." Pero en ese estado meditación se aparta del mismo plano existencial en cierto sentido.

 

Allí, el mago comenzaba a evocar una memoria un poco triste. Allí se observa a su abuelo Uriel Licaón, un regente que porta con cuidado la reliquia familia, aquel Heka dejado por Imoted el primer regente, el cual era de oro y adornado con joyas incrustadas, el mismo se decía que era una varita. Un antigua posesión de una herencia de conocimiento propios que se guarda en un Grimorio, el cual fue creado para proteger el legado. Y fue, por eso que la mirada tierna de Azrael observa fijamente el mismo, su abuelo le comenta un poco, y lentamente el último heredó de ese linaje comienza a llorar sangre, pues ese relato que escucha le enternece hasta lo más profundo de su ser, era un antiguo mito del dios Seth y de su esposa, aquel dios que protege y cuida de todos los Archimago de la Muerte. Y algo era claro entre los que por Amon gobernaba cada ciudadela, es que sólo a un dios iban a rendir culto.

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