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Enemigos de ayer y hoy


Juliens
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Creo que, por primera vez, me sentí desamparada en la Isla de Avalon. Mira que habían ocurrido historias en el clan en miles de ocasiones, miles de emociones intensas desde la euforia al desánimo. Pero nunca sentí miedo de estar allá, en nuestra tierra sagrada.

 

Mientras aquellos felinos se enfrentaban y yo sujetaba la herida del antebrazo, sintiendo la sangre deslizarse entre mis dedos, me pregunté cómo era posible que los animales, nuestros amigos, nos estuvieran atacando. Aquello, creo, fue lo que más me hizo cuestionarme la seguridad de nuestro hogar de Clan. Nunca, NUNCA, me había sentido así de amenazada. Allá, quieta, herida, escuchaba a mis compañeras en un terrible "bum-bum-latido" en mis oídos. ¿Algo maligno estaba marchitando las flores? ¡Y a los animales! ¿Y a nosotros? ¿También "afectaría" a los humanos?

 

Supuse que no, puesto que las sacerdotisas presentes nos defendíamos de su ataque. Enarqué la ceja hacia el gesto de Xell y supongo que su actitud pacífica fue la que me hizo reaccionar. Moví la varita en un auto-impuesto hechizo sanador que cerró mi herida que hizo que la sangre no saliera más. Con la mano sucia me acerqué a ella.

 

-- ¿Por qué eres tan buena? -- le recriminé, aunque acaricié aquel tejón que ahora olisqueaba el suelo en busca de algo que comer. -- Descansa. La Purificación Espiritual te deja baja de energía así que tómate un minuto antes de seguir enarbolando la varita. Te lo digo por experiencia.

 

Tampoco tenía más tiempo de mandarla a casa y que se tumbara y tomara bebidas espirituales. Estábamos en peligro. Lillian lo hizo por mí y le ayudó mientras yo seguía buscando el origen de todo aquello con la mirada. No encontraba nada inusual pero era algo normal: mi percepción visual no era tan adelantada como para ver en todos los lugares de la isla para encontrar el origen de lo sucedido.

 

La pregunta de Luna me hizo descentrarme un momento y lamenté que Xell no volara con su animagia para ver, desde los aires, toda la isla. Seguro que tendríamos información más directa de lo que sucedía y hasta donde alcanzaba el daño.

 

-- Sí, ojos rojos... Carmesí... -- Contemplé al bueno del tejón y comprobé que sus ojos eran como los que debía tener, marrones cristalino. -- Tienes razón, Scavenger. Si podemos entrar en la pirámide, que es el centro de energía de la isla, seguro que podemos revertir lo sucedido.

 

No estaba del todo segura pues, lo correcto, sería averiguar quién o qué era y porqué hacía eso pero sí, buscar el refugio y la coordinación dentro del templo no sería una huida. A la vez, la propuesta de Luna de buscar en los registros antiguos también era muy inteligente. Así, vi a Scavenger avanzar rumbo a la pirámide. Casi la sigo, cuando Luna gritó, dijo algo de un fuego maldito y avanzó en dirección contrario.

 

-- ¡Por la Diosa, Luna! ¡No vayas sola!

 

Dudé un momento. Miré a Xell y después a la espalda de Scavenger.

 

-- Ve con ella y dile que... ¡Yo qué sé, yo no mando! Dile que entro al Bosque a buscar a Luna. Si quiere, venís, entre todas podremos mejor... O quedaros y buscar en los libros... O lo que se os ocurra. Ponte a salvo, Xell, yo... ¡¡Luna!!

 

Y corrí tras ella, preguntándome porqué no sería como aquella pantera que me desplazaría veloz hasta encontrarla. Ya no la veía. Y, dicho y hecho, sin saber cómo lo pensé, ("Invocando un ser más allá de lo racional, presto mi cuerpo en sagrado ritual, invoco la fuerza sobrenatural, de un pantera real"), mi cuerpo se transformó en una, corriendo en pos de la sacerdotisa.

Editado por Sagitas Potter Blue

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En algún lugar del Mundo Mágico

 

Salir de aquel embrollo no había sido algo tan simple, su sombra y ella habían luchado contra sombras oscuras, cuyo poder desconocían, pero luego una de las oscuros había utilizado su poder, era más avanzado que el que tenía ahora Darla y habían derrotado a las sombras que habitaban en aquella bitácora. Hoy ya aquello es un recuerdo, aún siente la culpa por no haber elegido intentar conocer el camino de los Paladines, pero su naturaleza ha sido siempre inclinada hacia la oscuridad, esa oscuridad que la ayudó a sobrevivir.

 

Gira en la cama y su brazo pasa por sobre el abdomen de Seba, que la mantiene abrazada contra él, acaricia con suavidad su piel y se acurruca, sintiendo el aroma de la seguridad, del amor de su vida. Se siente bien, está tranquila, ha dicho que volverá, pero ya no le apetece vivir en la Fortaleza Errante. Ella ya no es la misma mujer que llegó por primera vez allá, ella estaba sola en ese entonces. Abrió los ojos y observó el rostro dormido de su prometido. No, definitivamente no le daban ganas de abandonar su hogar por ir atrás de un lugar que había sido una posada de paso para su vida. Con suavidad besó los labios de Seba, sintiendo el ronroneo suave y la respuesta de sus labios y sus brazos, a su alrededor, acurrudándola, para luego seguir disfrutando de su intimidad.

 

Horas después, tras compartir mimos, una cálida ducha y un desayuno en pareja, Darla se despide, a regañadientes de su prometido. Había olvidado las rutinas de práctica. Practicar con Saya no era algo que fuera tan estricto, si habían tenido un duelo triple, todos contra todos, con ella y Mey, pero de eso no tenía idea cuánto tiempo había pasado, ni por qué le había venido aquel flash a su mente cuando le habían dicho que debían practicar. Sospechaba que esos flashes de memoria eran parte de las fuerzas de la Sombra que volvían lentamente a estar en su interior, permitiéndole dominar la oscuridad que había estado más libre en los últimos años. Libre, entre comillas diría más bien.

 

Preparó sus cosas y tras elegir un pantalón cargo chupín de color negro, en cuyos bolsillos iba su monedero de piel de moke, cuyo hechizo extensor le permitía llevar varios amuletos, objetos mágicos y pociones. En el otro lleva su varita, Edelweiss, un puñal de plata y una caja sellada. Se miró al espejo y se sintió que no era ella. Habían hecho uso de los portales y salvado sus vidas, ahora, debía regresar a un mundo que sentía que ya no era el suyo.

 

Darla caminó despacio, no quería volver a despedirse de Seba, le dolía sentir aquel llamado que la obligaba a ir a no sabía bien dónde, pero cerró los ojos, él comprendía. El crack de la desaparición de la bruja llenó el vacío del lugar. Su aparición no era un lugar tan claro para ella, lo recordaba bien y lo había visualizado en su mente, demasiado claro, pero a la vez demasiado lejano. ¿En dónde estaba en realidad? Pensó mientras bajo la manga de una gabardina larga negra y con un escudo bordado en el bolsillo, le cubría hasta las pantorrillas. Estaba allí…

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Kaori M.


En la mente de la pelinegra aún estaba la conversación que había tenido días atrás con Graves. Le había dado una buena reserva de la poción que lo mantenía con vida, pero ya él sabía que pronto esa poción ya no haría el mismo efecto y su cuerpo poco a poco se iría desgastando hasta morir. Cerró con más fuerza de la necesaria el libro que tenía sobre la mesa, había pasado metida en la biblioteca de la Fortaleza todo el tiempo libre del que podía disponer. No era mucho pues tenía que encargarse de asuntos del Simposio que no podía delegar a alguien más, además su hijo aún era un pequeño bebé que requería mucho de sus cuidados.



Tenía unas ojeras muy feas que delataban lo poco que dormía últimamente, se puso en pie pues había pasado sentada leyendo por más tiempo del que debería. Observó por la ventana más cercana, en el patio cubierto de nieve se estaba llevando a cabo un entrenamiento de lo más inusual, justo en el momento en que su sombra le acercaba un nuevo libro «El Enigma de los Catalizadores – Tomo V - Venenos» leyó el título y tomó el libro de forma distraída. Había tenido a su sombra ayudándola a buscar y ordenar los pesados tomos que había estado investigando.


—Creo que la próxima vez te usaré para algo más que pasarme libros— Comentó mientras se concentraba en hacerla regresar a ella.

 

Luego de hacer varios ejercicios de estiramiento, bebió el ultimo trago azul de una pequeña botella, aun no podía rendirse, quizá en alguno de esos incontables libros estuviera la respuesta, ese ingrediente que le estaba faltando. Dio un suspiro y se sentó a seguir con la lectura. Afuera, sus compañeros de la Orden seguramente estaban planeando hacer algo más entretenido que lo que ella estaba haciendo, deseaba unírseles desde luego «Un libro más y ya...» pensó mientras empezaba a pasar las hojas.


Un estruendo la hizo apartar la mirada de una fórmula que a simple vista parecía ser bastante compleja ¿Cuánto tiempo había pasado? No mucho pues no iba ni por la mitad. Un nuevo estruendo esta vez más fuerte la hizo ponerse en pie y salir rápidamente de la biblioteca en busca del origen del ruido. Aun le costaba orientarse en tan enorme lugar, sobre todo porque la mayor parte del tiempo que pasaba en la fortaleza se la pasaba leyendo.


La verdad es que Kaori no sabía por dónde empezar a buscar, quizá era buen momento para practicar un nuevo poder, se concentró en invocar criaturas de sombras, pronto varias serpientes de no más de cincuenta centímetros empezaron a formarse cerca de ella, la orden que tenían era simple, encontrar el origen del alboroto y una vez la encuentren, guiarla hacía el lugar. Las serpientes se alejaron zigzagueando en todas direcciones. Ella solo esperó paciente a que alguna volviera y luego de un tiempo, que se le hizo largo, una de ellas volvió.


—Vamos bonita, llévame hacía el ruido... — dijo la bruja empezando a caminar.


No tardó en llegar a la parte más profunda, o al menos eso pensaba ella, de la Fortaleza. Las criaturas de sombra que había invocado poco a poco se habían ido reuniendo con ella y ahora se arremolinaban a su alrededor, como si esperaran más instrucciones. Las voces amortiguadas de sus compañeros le indicaban que estaba en el lugar correcto.


—¿Y ese bicho gigante de dónde salió? — preguntó sin apartar la mirada de aquella maquina enorme que trataba de abrirse paso, pero que un lobo distraía con gran esfuerzo. Entonces hizo que las serpientes que había invocado se unieran en una sola más grande y la envió a que ayudara al lobo, solo entonces se acercó hacia Madeleine, Jank, Goderic, Emily y una chica a la cual no reconoció.


—¿Cómo es que esa cosa cobró vida? —preguntó, solo en ese momento se percató que el lugar en el que estaba es una especie de bodega en donde hay muchos objetos extraños «quizá son souvenirs de misiones pasadas» —No se ustedes... pero empiezo a sentirme observada —podía ser imaginación suya, pero juraba haber visto moverse algo entre las sombras.


—¿Y si nos separamos para buscar el origen? Si las cosas aquí están cobrando vida, algo las debe estar activando ¿Recuerdan si algún viejo enemigo tenía esa facultad? — Quizá además de buscar una cura para Hobb, tenía que empezar a leer la historia del clan.


No muy lejos de donde el grupo de magos y brujas se encontraban, el lobo y la serpiente se las ingeniaban para darles un poco de tiempo, pero pronto las invocaciones desaparecerían ya que no podrían mantenerlas para siempre.

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Acaricié con cariño aquel tejón que había vuelto a olerme las manos, a pesar que lo había soltado. Era un lindo animal, comportándose como siempre lo había visto. ¿A qué se debería su actitud original? Me sentía algo débil pero una sacerdotisa me ayudó, la prima Lillian, quien acababa de decir que si creíamos, como ella, que alguien nos vigilaba.

 

Oteé a mi alrededor. Aquello era un ataque coordinado de alguna manera, habían obligado a los animales a atacarnos.

 

- Sí, yo también me siento observada - aunque no sabría decir por quién, suponía que por quién tuviera el poder para imperiar a los animalitos en contra nuestra. -¡Lillian, estás sangrando! ¡Ayúdate a ti misma, prima!

 

Lo dije porque me había ayudado a recuperar la energía tras aquel hechizo que había librado al tejón de las fuerzas malignas.La tía Sagitas me dijo que era demasiado buena con los animales y me pidió que descansara.

 

- Sí, ahora lo sé que baja la energía del cuerpo pero gracias a Lilian me siento mucho mejor.

 

Ahora era la otra sacerdotisa quien opinaba sobre que, aquello, lo que fuera, avanzaba contra nosotros. Estaba de acuerdo, había que detenerlo; la cuestión era a qué o a quién y cómo hacerlo.

 

- ¿Por qué no? Es fácil de hacer, liberar a los animales. No hace falta ser agresiva. - Sabía que no era cierto. De todas, incluso la tía, todas habían usado hechizo violentos contra los atacantes. El mío había sido efectivo pero sólo había podido liberar a un animal y a costa de mi propia energía vital. Scavander tenía razón; no podíamos seguir haciendo eso. Era hora de actuar de manera más fuerte. - Pues vamos a la pirámide. Lo que sea con tal de no quedarse quietas. Como bien dices, somos blancos fáciles para los animales.

 

Ella avanzaba así que la seguí porque pensé que era la opción más viable; además, la tía Sagitas también decía que era el centro de la energía de la isla, con lo que podríamos revertir aquella amenaza. Pero el grito de Luna hizo que parara el ritmo y mirara hacia donde señalaba.

 

- ¿Un fuego maldito? - Si había visto alguno, ya no lo recordaba pero era cierto que aquel fuego oscuro no era normal. - ¿Crees que...?

 

Sin tiempo a añadir nada más, vi la espalda de Luna alejarse de nosotras. Sagis se preocupó por ello y echó a correr tras ella, siendo perseguida al momento por una pantera. ¡Oh, no! ¡Ella se había convertido en una pantera! ¿Cómo era posible? El poder de su magia siempre me asustaba. Me había dicho, ante de irse, que siguiera a Scavander para no dejarla sola y sentí su preocupación por alejarse de mí.

 

- Lilian, ¿tú con quién vas? Scavander estaba herida. Creo que sería mejor ir a su lado...

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No llevaba más de un par de pasos cuando escuchó el grito de Luna a su espalda. Se giró a tiempo para ver a la bruja salir corriendo hacia el bosque, seguida de Sagitas, que le imploraba que no fuera sola. Scavenger se mordió el labio inferior con fuerza, ¿a dónde iría Luna con tanta urgencia? La respuesta la obtuvo cuando siguió el trayecto de su compañera hacia el bosque. Casi podía jurar que era fuego por el modo que tenía de envolver lo que tocaba, como si se estuviera tragando los árboles y dejando tras de sí pedazos carcomidos de madera.

 

Se debatió un par de momentos qué hacer; por un lado, Sagitas tenía razón y si todas iban juntas las probabilidades de sobrevivir eran mayores; pero por el otro, desde que había llegado a Avalon, hace casi una hora, la situación en la isla parecía escalar a proporciones mayores. Los animales, las plantas muertas, ahora el fuego -o lo que fuese aquello, ¿qué pasaría después?

 

—Lo siento, — dijo al fin a Xell y a Lilian, que se había quedado ahí también, decidiendo qué hacer. — Entre más tiempo nos tardemos en averiguar qué es esto, más peligro corre la isla. Tenemos que llegar al centro.

 

Confiaba en las capacidades de Luna, Sagitas, y de quién más quisiera unírseles para defenderse. Incluso en este estado, confiaba también en que la magia de Avalon sería suficiente para guiarlas la una a la otra, como siempre lo hacía cuando corrían peligro. Cerró los ojos por un segundo, y continuó con su camino hacia el centro de la isla.

 

Avanzar por la isla no fue fácil, Scavenger tuvo que ser muy cuidadosa y cambiar la ruta cuando sus pasos llamaban la atención de algún animal salvaje. Con su pierna soltando espasmos de dolor de vez en cuando, no se podía permitir pelear contra algún otro animal en estos momentos. En su trayecto pudo confirmar que lo que Luna había visto no era un caso aislado, a su alrededor la misma oscuridad seguía avanzando, constante, hacia el centro. Cuando al fin llegó a la pirámide le faltaba un poco el aire por el esfuerzo.

 

No miró atrás para comprobar si alguna de las sacerdotisas había avanzado con ella, pero esperaba que sí, porque aunque antes había visitado la isla muy seguido, el centro era un lugar demasiado sagrado, demasiado importante para ser disturbado y ella podía contar con los dedos de una mano la cantidad de veces que había estado dentro.

 

Sintió un gran alivio al ver la pirámide intacta, aunque la atmosfera aplastante que sintió al ingresar al edificio confirmaba que el peligro era inminente. Se detuvo apenas un par de segundos para recuperar el aliento y se encaminó hacia la biblioteca -decir biblioteca era una exageración, pero así le gustaba pensar acerca del lugar que guardaba la información más importante del clan.

 

—Voy a empezar con la historia oral, a ver si puedo encontrar registros de algo así, — dijo, caminando directamente al libro grueso que era la figura central en el cuarto. —Si algo como esto ha pasado antes, seguro que aquí hay información.

 

El libro apenas cabía entre sus manos, lleno de la historia de Avalón, Scavenger estaba consciente de que no era algo que pudiera leer completo en un par de horas, y menos aún con el tiempo encima. Empezó a revisar las hojas frenéticamente, esperando que la Diosa la guiase en este momento también. Había otros libros disponibles, también, muchos que hablaban de los habitantes de la isla o hasta de flora y fauna. Sin saber con qué estaban lidiando, era imposible adivinar cuál de todos los libros ahí disponibles tendría la respuesta, o incluso si la respuesta se encontraría sólo en un tomo. Sólo podía espera que fueran lo suficientemente rápidas, que pudieran frenar esto antes de que fuera demasiado tarde.

 

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Flashback

Hobb está acostado en la cama, lleva varias horas seguidas de sueño. A su lado Benjamin y Connor cabecean pues ellos no han dormido en toda la noche. En la mesa de noche un pequeño reloj de arena indica cada cuanto tiempo deben aplicar la poción directamente en la herida porque consumirla de manera oral ya no es efectivo.

 

—¿Crees que lo hará? ¿Crees que...

 

Benjamin no puede terminar la frase. Está sentado en la cama, se le escapan unas lágrimas. Connor estira la mano y, con un pañuelo, le seca el rostro y lo abraza. Él se siente igual que Ben pero en ese momento se debe mantener fuerte, no pude permitir que el chico Karkarov se derrumbe y no tenga en quién apoyarse.

 

—No se que decirte para hacerte sentir mejor. Pero lo hará. No nos va a dejar le cueste lo que le cueste. Se quedará e intentará protegernos hasta con su último aliento.

 

Hobb ya no duerme. Pero tampoco tiene el valor para abrir los ojos. Lo que Connor dice es cierto. Sabe que llegado el momento lo hará, sabe que nada le impedirá quedarse a luchar las guerras que están por venir. No se puede dar el lujo de morir cuando eso podría dejar en peligro a sus chicos. Aprieta la mano de Ben y de Connor. No abre los ojos, no dice nada. La decisión está tomada y en algún momento lo hará. Pero aún queda tiempo para prepararse.

 

 

Actualidad

Pues claro que Vera se refería a pedir ayuda al templo. Quizá su despiste se deba un poco a su situación de salud, o quizá se deba a que él es menos espiritual que Vera. Entiende que hay una magia sobrenatural actuando en el templo, algo más elemental y originario que la magia común que usan los magos.

 

Así mismo sabe que todas las historias son reales. Es decir, detrás de toda fábula hay algo que es cierto, los cuentos ocultas verdades que lo fueron. Las historias encierran misterios por descubrir. De alguna forma sabe que los dioses son reales, que los dioses han encontrado una forma de prestar su magia a aquellos que logran entenderla. Pero esos dioses ya no están, ya no se manifiestan física. Quizá existan, quizá ya no. Quizá solo quede Thor (si es que realmente se llama así) y sea él quién controla la magia paladín.

 

—Disculpa Vera, estoy un poco distraído. Pero si, tienes razón. Ahora que tenemos a Mjölnir nuestra magia debería ser más poderosa.

 

Cierra los ojos y respira. Cuando abre los ojos estos parecen llenos de rayos y tormentas. Pierde todo el control y su mirada se torna blanca, el Fortress concentra no solo su energía interior sino también la de la mismísima tormenta. Siente la energía que surge del templo, de la estatua, del martillo.

 

Se siente mejor, es capaz de utilizar el brazo. Aunque es un remedio temporal que sabe que en las próximas horas le pasará factura. Pero necesita poder luchar con los dos brazos si espera terminar con todos los inferis. Observa desde el suelo a Vera cabalgando la tormenta. Sonríe cuando la escucha, claro que él quiere unirse a la fiesta que la bruja está teniendo.

 

Invoca el Ansuz con el favor de los dioses. Al igual que su animagia, que su patronus y que su espíritu animal, tiene la forma de un tigre de bengala. La apariencia no es tan definida como la de un patronus pero se puede ver que tiene la forma de un felino grande. Y quienes conocen a Hobb sabrán que se trata de un tigre.

 

Los inferis que no logran huir del ansuz de Vera se evapora, consumidos, cuando la energía de ambos paladines se combina y cubre todo el templo.

 

@@Mackenzie Malfoy

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Todo pasaba a velocidad apabullante por lo que Lily solo atinaba a seguir atenta a lo que sus compañeras decían. Aquella energía absorbía todo cuanto tocaba, consumiendo la vida y voluntad de las cosas y eso era lo que más le asustaba a la pelinegra.

 

Sin embargo, absorta en sus cavilaciones poco se enteró del avance de Luna si no hasta escuchar los gritos de su tía y verla correr, convertida en una pantera.

 

- Estoy bien, Xell –comentó, restando importancia a la herida causada por el conejo. – Es una buena idea seguir – y aquello era por demás cierto, por lo que avanzó solo para detenerse al escuchar la pregunta de la Vladimir.

 

- Vamos con Scav y tratemos de alcanzar a la tía – reconvino solo para darse cuenta de que su prima Evans ya no se veía…

 

- ¡Scav! – llamó apurando el paso no sin antes voltearse y tomar de la mano a Xell para prevenir la separación.

 

Largos minutos pasaron antes de divisar a la pelicastaña frente a ellas, por lo que Lily por fin soltó a Xell y camino justo detrás de la Evans con Evenstar en ristre para cualquier cosa que sucediera, aunque por alguna extraña razón conforme se acercaban a la pirámide el ambiente opresivo se disipaba, aunque no terminaba de desaparecer.

 

La imponente estructura sagrada les dio la bienvenida, sin embargo y antes de poner un pie sobre la piedra lisa que conformaba el suelo, la Potter se volvió justo en el instante en que Xell entraba, solo para realizar la purificación de los alrededores en espera de que Luna y su tía arribaran a lugar seguro.

 

Descalza, avanzó hacia los lindes del bosque repasando con los dedos la corteza de cada uno de los arboles recitando una oración antigua. Podía sentir como la oscuridad se impregnaba a ella, sin embargo y a pesar del dolor físico que eso le causaba, terminó el ritual para después adentrarse y encontrar a sus primas en lo que parecía una biblioteca con arco ojival, muy al estilo gótico.

 

Aquello era por demás extraño por que si mal no recordaba, la última vez que había estado allá el lugar en si le había parecido una especie de cueva con largas estalactitas en el techo cuya proyección del sol iluminaban la estancia con diversos colores pero de inmediato le restó importancia puesto que su misión era otra.

 

Con parsimonia se acercó hacia Scavenger con la intención de ayudarle con sus heridas, invocando el buenfuego sobre la castaña, no estaba tan segura de la eficacia del mismo tomando en cuenta que la celebración de Beltane se encontraba lejos de estar cerca, aún así esperaba ayudar a disminuir las molestias de su prima.

 

Terminando, la ojiazul guardó silencio mientras sentía como la piel de sus brazos se erizaba en respuesta a los vigilantes ojos de una sombra alta que se encontraba "inmóvil" en la esquina opuesta.

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Avalón era el lugar más sagrado para un sacerdote, teniendo presente el hermoso templo de piedra, en el cual estaba Ela Karoline luego de un velada de meditación profunda en la que elevaba su conciencia, mejoraba la concentración y percepción, todo con miras a ser más eficiente en el aprendizaje y uso de los poderes otorgados por la diosa. Abandonó la posición de meditación cuando un fuerte viento se coló extrañamente por entre los muros y apagó las delgadas y largas velas que la Lockhart había encendido como parte del ritual. ¿Qué sucedió? se preguntó la pelirroja un poco sorprendida, negó con la cabeza al ver que seguía sola en la humilde celda, tal vez el frio solo lo había sentido ella, pero al mirar las velas... la llama se había extinguido. Algo no estaba bien, lo sentía.

 

Justo donde estaba cerró los ojos y abrió su mente, un nuevo poder la invadía, no necesito sus ojos físicos ni sus pies para captar varios puntos de energía, lo que ellos llamaban aura, al menos de los más cercanos al templo. Karoline supo que se trataba de sus hermanas de sacerdocio, las auras más brillantes aunque cada una tenía una tonalidad distinta, pero eso era parte de la percepción propia de cada sacerdote, también sintió que había un par de auras menos brillantes quizás animales, pero la forma en la que percibía la vibración de las auras le produjo un angustiante escalofrío, debía salir de allí y averiguar qué estaba pasando.

 

Tomó su varita mágica y se encaminó por el corredor, rumbo a la salida,pero tenía que pasar por la sección de las bifurcaciones, un modo de decirle a las distintas direcciones que tomaba las zonas del templo, ya saben: comedor, cocina, sala del conocimiento o biblioteca, celdas de descanso? aseos y salón sagrado, donde estaba el altar y donde descansaba la espada que ahora custodiaban, también donde confluye cada elemento de forma viva y peculiar.

 

Se detuvo al escuchar ruido en la sala del conocimiento, allá estaba una sacerdotisa evidentemente concentrada en un gran libro de lomo antiguo y muy voluminoso --¿Qué buscas con tanto ahínco?-- pregunto desde la puerta a @@Scavenger Weatherwax --¿Sabes que está pasando?-- vio como la chica devoraba visualmente las páginas de compendio --Por cierto soy Ela Karoline Lockhart-- aunque poca importancia tenían los apellidos en la isla, donde lo valioso no dependía de abolengos ni condición social, sino de la esencia misma del individuo y de su disposición y entrega.

 

Ela desconocia que fuera de los muros del templo una fuerza maligna amenazaba con destruirlo todo, tomando a mansalva lo que requería para sus siniestros planes, pero pronto @@Lillian Potter Evans y @@Xell Vladimir Potter Black la sacarían de su ignorancia, revelandole que más hermanas como @Sagita Potter Blue y @ luchaban por conseguir respuestas en las cercanías del templo.

Editado por Ela Karoline
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SEGUNDA FASE

 

TEMPLO PALADÍN

 

Agonía de Escarcha


Una espada rúnica, que lleva consigo una terrible maldición, se manifiesta en el interior del Templo Paladín. Está protegida por hielo mágico y su aura tenebrosa busca tentar a los rectos paladines.

"Aquel que tome esta espada, esgrimirá un poder eterno.

De la misma manera que un cuchillo corta la carne, demasiado poder puede hacer cicatrices en el espíritu".

Nota: Si se derrota, no se destruye, simplemente desaparece.

ISLA AVALON

Espinas


La Maldición de las Espinas llega al templo. Las espinas crecen en las paredes, el suelo y el techo, y su contacto maldice y corrompe. Éstas crecen y se multiplican, buscando aprisionar la Espada de Luz y convertirla a la magia oscura.

LA FORTALEZA ERRANTE

La Legión


Una legión de demonios menores invade la Fortaleza Errante. Tienen una agilidad y fuerza sobrehumanos, aunque no tienen ningún tipo de inmunidad. Además, cuentan con poderes psíquicos.

 

 

 

+Ver más sobre el funcionamiento de las Misiones de Clanes

+Ver más sobre los Clanes de la Orden del Fénix

Editado por Ellie Moody

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Fue el toque de Lilian lo que la sacó de su ensimismamiento. Sintió un calor fuerte recorrer su cuerpo hasta centrarse en su rodilla, borrando cualquier rastro de dolor de esta. Scavenger sonrió a su prima, y estaba a punto de preguntarle cómo había hecho eso cuando una voz llamó su atención desde el otro lado de la biblioteca.

 

No conocía a la bruja frente a ella, pero algo en sus facciones le resultaba familiar. Sabía, de la manera en que se saben las cosas en Avalon, que si estaba dentro del templo es porque debía ser una sacerdotisa, lo que significaba que era de confiar. No fue hasta que escuchó su nombre completo que entendió la razón.

 

Sintió un destello de culpa al escuchar ese apellido, porque desde su regreso a Inglaterra no se había dado el tiempo de ir a visitar a su familia. La culpa sólo se hizo más grande al pensar en su madre, y en cuánto deseaba tenerla ahí en esos momentos. Nadie entendía Avalon tan bien como su madre, de eso estaba segura. — ¿Lockhart? — repitió. Dejando el libro de lado se acercó a Ela, extendiendo la mano en gesto de saludo. —Mi nombre es Scavenger. Cye Lockhart es mi madre, ¿la conoces?

 

Había temas más importantes que tratar que los lazos familiares, por supuesto. Lilian y Xell se encargaron de detallar la situación a Ela de una manera precisa.

 

—Estoy segura que Sagitas y Luna estarán aquí en cualquier momento, —añadió cuando las brujas terminaron su relato. —Las dos son capaces de defenderse a sí mismas, y conocen la isla muy bien. —esta última parte la dijo más como un consuelo a sí misma.

 

Señalando a los libros de nuevo, explicó, —Creemos que el objetivo de esa oscuridad es esta pirámide, y me imaginé que si algo era lo suficientemente poderoso como para poder corromper Avalon estaría presente en algún registro. Ahora que estamos aquí podemos revisar juntas, así tenemos más oportunidad de descubrir qué está pasando antes de que la maldición llegue a nosotras.

 

Se acercó a los libros de nuevo, con la intención de regresar a su búsqueda, cuando escuchó un ruido del otro lado de la pared. Lanzó una mirada hacia sus compañeras y se asomó a la otra habitación, esperando ver a las sacerdotisas que habían quedado atrás regresando a la pirámide. Lo que vio, sin embargo, le heló la sangre.

 

—¡No! — exclamó. Señaló hacia la pared de la entrada a la pirámide, esperando que las demás sacerdotisas vieran lo mismo que ella. Una mancha negra se extendía por la pared que daba entrada a la pirámide. Las enredaderas que usualmente decoraban las paredes parecían marchitas, secas en la zona que hacia contacto con esa mancha. — Nos hemos tardado mucho.

 

Del centro de la mancha oscura que cubría la pared, como si de una flor se tratase, varias espinas empezaron a florecer. Como la maldición que azotaba la isla, las espinas eran rojas brillantes, del mismo color de la sangre. Se extendían poco a poco por la pared, como si se tratase de un fuego, carcomiendo todo a su alrededor.

 

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