.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)

[Zoella Triviani]

Ese aroma, lo sentí desde la biblioteca, y por algunos segundos viaje al pasado, a cuando la tuve por primera vez entre mis brazos. Esa pequeña criatura, la cual alejé sin remordimiento alguno, me arrepentía, cada día que pasaba lo hacia. Dejé el libro sobre el escritorio donde estaba sentada, y descalza como andaba caminé hasta las escaleras, por donde una Candela ebria pasaba. Que raro, mi madre en pocas ocasiones se le veía sobria. Una sonrisa se alojó en mis labios, cada día que pasaba me parecía más a ella, y causaba gracia, como las cosas se pasaban de generación en generación.

 

Escuché dos voces, la de hija y Matthew Espero Matthew no se descontrole>> Pensé, conocía el olor a humano que la pequeña desprendía, pero simplemente lo ignoraba.

 

Del techo caía agua hirviendo, seguramente fue Candela y su estado poco cuerdo, con un pequeño movimiento de mi muñeca intenté que dejara de salir agua, pero más bien solo la cambie por agua fría. Últimamente mi habilidad con los hechizos era pésima, mi calva lo demostraba, y eso me causaba cierta frustración.

 

- Hija, hola - Saludé al terminar de bajar las escaleras y acercarme a ella. Pasé mi brazo por sobre su hombro y fijé mi mirada sobre Matthew - idi*** - Dije, dirigiéndome al lican - Ella es tu sobrina, Ada. Pequeña - Le hablé al final a ella - El es tu tío, Matthew - Los presenté, para luego quedarme callada.

 

¿Donde estará Jeremy?

 

@@Matthew B. Triviani @@Ada Lottie @

[Alyssa Black Triviani]

Crack

 

- ¡Ajá! Te dije que podía aparecerme margdito inzolente – CRASH. En medio de la oscuridad no tenía ni la más mínima idea de donde había aparecido exactamente, pero claramente no se trataba de los jardines del castillo. El suelo bajo mis pies colapsó y todo el alcohol que había bebido aquella noche subió hasta mi garganta; todo sucedió tan rápido que mi cerebro parecía estar dos pasos por detrás y al aterrizar con un golpe seco mi mano derecha (y por tanto mi varita) quedó sumergida en una mullida masa de excremento. – Agh…

 

Cerré los ojos y dejé que el mundo diera vueltas en mi cabeza mientras que mi cuerpo irradiaba suaves palpitaciones de dolor, mis gruñidos eran la única señal de vida que podía transmitir en esos momentos. Perdí noción del tiempo por un segundo y desperté sobresaltada cuando una pesada respiración comenzó a soplar en mi cara, su gran hocico palpándome tentativamente hasta que finalmente pudo descifrar de quien se trataba; su lengua abarcaba la mitad de mi rostro cuando la arrastró desde mi mentón hasta la coronilla dejando a su paso un espeso camino de baba.

 

- Mmm… - Nerea, mi Aethonan, pronto perdió su interés en mí alejándose con su perezoso andar. Para entonces mi dignidad no era más que un mito poco creíble y mi mente seguía perdida en una confusa nebulosa de alcohol y dolor.

 

¿Cómo es que había llegado a tan deplorable estado? Oh, esa era una historia que merecía ser contada.

[Matthew Black Triviani]

Ya habían entrado, eso quería decir que no tenia ni la mas mínima idea del calvario que podría estar por vivir en los próximos minutos la muchacha. Se apoyo tras la puerta y saco la cabeza hacia afuera, miro ambos costados y levanto una ceja. Buscaba a su madre; ¿había desaparecido nuevamente? estaba poco cuerda la gitana, por lo que podría esperar cualquier acto de locura contra ellos, sus hijos.

 

Dio un leve gruñido, las malditas voces de su cabeza... ¿Que los mate a todos y corra? mascullo, esperando no ser oído.

 

No había una maldita oportunidad contra ellas, siempre aparecían en momentos menos oportunos... Le hacían perder el control de su condición como licántropo y solo dejaba un rastro de sangre cada vez que eso sucedía, sin la necesidad de haber una luna llena. Dio unos cuantos pasos hacia adentro, rodeando a la muchacha (que pronto descubriría que era su sobrina.) ofreciéndole que tomara asiento en el sofá que generalmente estaba ocupado por su Amá.

 

¿Deseas algo de beber? o ¿comer? estaba siendo demasiado gentil, por puro compromiso, con tal de lograr su objetivo; matarla.

 

El gitano sintió un leve ardor en su cabeza, paso su mano por ella y... ¿Agua? por que rayos había agua cayendo de las aberturas del Castillo, parecía ser una broma, mas que una broma, una maldad de Candela... Miro con enfado hacia el techo y allí estaba ella, espiando por uno de los agujeros a los jóvenes, su greña bien característica fue lo que la delato. Si no, la hubiera confundido con Zoella.

 

¡SOBRINA! se exalto, al ver como la calva posaba sus manos en los hombros de la niña, mientras sus palabras despedían una pequeña presentación, que parecía no tener final. No sabia que tenias una hija... ¿Te agradan? le pregunto. ¿Quien es el padre? maldito infeliz... carraspeo el gitano y se dirigió hasta la cocina en busca de una botella de ginebra, para hacer que su madre bajara y dejara de jugar a los superheroes en el techo.

 

 

@@Candela Triviani @ @ @@Ada Lottie

[Frankie Triviani]

Hacía un perfecto clima para la catástrofe. Algo que en otro tiempo me habría entusiasmado, sin duda. Pero en ese momento, al pie de la entrada de la inmensa fortificación de elegante arquitectura italiana, habría preferido mil veces dar media vuelta y correr de regreso a mis insípidos aposentos en Hogwarts, con aquéllos zoquetes que tenía por compañeros, y ese odioso elfo vigilando cada uno de mis movimientos.

Le miré de reojo, y él me miró de regreso. Pude leer la interrogante en su semblante "Y bien... ¿Qué esta esperando, señorita?". No, definitivamente comenzaba a padecer de mis facultades mentales si prefería lidiar con él mas tiempo.

—No es sencillo —mentí, y suspiré con fingida aflicción. Necesitaba tiempo para pensar en algún plan de escape que funcionara, pese a que sabía que todo intento sería infructuoso —, ellos me abandonaron y no creo que quier...

—Ya lo habíamos acordado, señorita, y se hace tarde además —maldito elfo insensible. En menos de diez segundos ya había imaginado no menos de cinco formas de torturarlo hasta hacerlo chillar como marrano.

Me recompuse, y le mostré un esbozo de sonrisa revestida de un discreto respeto. Pese a todo, no cualquiera mostraba inmunidad a mis manipulaciones, y eso era digno de admirar... aunque internamente lo quisiera destripar.

Volviendo al asunto que nos concernía aquél día, me volví de nuevo hacia el castillo y sin más preámbulo caminamos hacia la entrada. Un gélido e impetuoso viento agitaba algunos de mis rizos que se asomaban curiosos fuera de la capucha que me cubría la cabeza, haciéndoles parecer cobrar vida a ellos y a mi ser una versión rubia de medusa. Mi capa ondeaba a mi avance, y mis botas rompían un curioso silencio que se concentraba en mi llegada con mis pasos.

Mas que nerviosa, me sentía inquieta. Estaba allí para confrontar a mis padres, o mejor dicho, a mis progenitores. Yo no lo había deseado, y no estaba allí por voluntad propia, pero era sumamente necesario. Y ello me molestaba demasiado... necesitarles. Después de todo lo que había logrado por cuenta propia, y a pesar de saberme completamente autosuficiente, allí estaba, requiriendo de sus favores. Pero aunado a ello, esa inquietud que me atormentaba en el fondo era lo peor de todo. Aún así, y aún con todo, llamé a la puerta...

[Zoella Triviani]

Las palabras del castaño me sorprendieron bastante, aunque era extraño si. Jamás hablé de ellas, por obvias razones pero creo que ya a estas alturas poco importaba el porque de no decir sobre su existencia, al menos a la familia - Si... Tengo dos de hecho - Admití, haciendo una pequeña mueca - ¿El padre? Pues, ya después te contaré de ello - Hablé para verlo irse hasta la cocina.

 

El suelo estaba en su mayoría empapado, gracias al agua que una ebria Candela había lanzado desde el piso superior. El halo de polvo que conservaban la gran parte de los objetos avisaba que los elfos no hacían su trabajo, quizás más tarde me encargaría de ellos. Recordé por algunos segundos la vez en donde Rhaella había hurtado el anillo de nigromancia de la gitana, causando un gran alboroto entre todos y que termináramos en una pequeña guerra entre nosotros.

 

Deseaba un trago, justo como una flor necesita agua ¿Sería correcto embriagarme con mi hija presente? Creo que poco importaba, a fin de cuentas era una Triviani y lo alcohólica lo llevaba en la sangre, y esta vez por partida doble. Antes de irme a la cocina para tomar una botella de lo primero que mis ojos vieran me dirigí a la bruja - Estás en tu casa, puedes subir a instalarte o torturar a un elfo - Le sonreí y llevé mis pasos hasta la entrada de la cocina, la cual no crucé por el sonido de toques en la puerta. Eché mi cabeza para atrás rendida y fui directo a ver quien estaba del otro lado.

 

Con pasos lentos llegué a la puerta, la cual abrí lentamente, encontrándome con una cabellera rubia y unas iris tan azules que me recordaban a la mirada del Askar. Me quedé helada, sin saber que hacer o decir, la joven bruja justo como yo hacia con ella - ¿Buscabas algo? - Interrogué, intentando averiguar que hacia justo frente a la mansión.

[Matthew Black Triviani]

Dio un inesperado giro sobre si mismo, en cuanto había encontrado la botella de ginebra, de la reserva que su Amá creía haber escondido en su totalidad; volvió por el umbral de la cocina y se topo con ambas brujas, ladeo la botella y esbozo una sonrisa, incitaba perfectamente a compartir un rato de ebriedad ¿Que había de malo en compartir cosas así? después de todo, eran Triviani´s... La mejor manera de integrarse era bebiendo algo que a la mayoría le gustaba.

 

Levanto la ceja izquierda al escuchar la respuesta de su hermana al gitano; Espero lo hayas matado, luego de... Ya sabes. movió su mano y arrugo la boca.

 

Observo como de nueva cuenta se alejaba, alguien había llamado la puerta... ¡Invitados! dio un pequeño salto rodeando a una de sus sobrinas para buscar un lugar en el sofá, faltaban mas integrantes de la familia, el gitano había escuchado como los Chucks murmuraban de una bruja extraña, que aparecido en el establo del Castillo Triviani. Subió su mirada hasta el techo, intentando ver por las grietas donde caía el agua que su ebria madre estaba lanzando; blandió su varita y el agua del suelo se disipo por completo.

 

Tantos elfos y ninguno puede limpiar ¡INEPTOS! grito y dio un sorbo a la botella. Los matare a todos... carraspeo.

 

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[Susan V. Goldstein]

— ¡Oye Chuck! —Gritó, había pasado tanto tiempo encerrada que de seguro los miserables la creían muerta— Hijo del fénix ¿Dónde estás?

 

Un elfo cubierto de hollín y harapos rotos apareció de manera apresurada y nerviosa por la puerta de su habitación, pidiendo mil y un disculpas, la bruja se dedicó a prestarle atención a lo que olía. Esta era la fortaleza Triviani y algo nuevo estaba pasando, a varios metros escuchó voces nuevas que hablaban de parentescos y un ligero olor a su madre y excremento. El demonio soltó una carcajada por lo que acababa de reconocer, nuevas sobrinas era algo bueno, pero su madre llena de excremento era algo mucho mejor.

 

La Matriarca había desaparecido tanto como ella.

 

Cargada de sorna miró al elfo — Ve y dile a Alyssa que el excremento queda con su color de piel, y que su amada hija Susan con una botella de ginebra la esperan.

 

El Chuck miró al demonio como si de un suicidio se tratase pero antes de que esta volviera a mirarlo ya se había ido. Mientras eso pasaba iría a conocer a su nueva sobrina, necesitaba a Zoella. Se levantó de ese sillón por fin y decidió aparecerse en la recepción donde Zoella le abría la puerta a una desconocida, caminó hasta ella haciendo que las gotas calientes que chorreaban por todo lugar no la tocasen ¿Acaso había escasez de Chuck's para ese trabajo? Logro atisbar a Matthew sentado en el sofá quejándose de lo mismo.

 

— ¿Hay más ginebra? Presiento que tendremos un momento interesante. —Torció su sonrisa al gitano, la llegada de Alyssa y las nuevas integrantes merecen una gran celebración y los gitanos sabían de eso.

 

Caminó hasta casi tocar la espalda de Zoella y posó su mentón en el hombro de esta mirando a la joven bruja con curiosidad, juraría que algo de ella le recordaba a alguien pero no le puso cuidado. En cambio le sonrió.

 

— ¿Por qué no la dejas pasar, Ghetava? De seguro tiene una magnifica explicación por haber tocado la puerta. —Recuperó su postura— Te encantará señorita, de nuestro techo caen bebidas ilícitas.

 

Le guiñó a la recién llegada y se apartó un poco a esperar la respuesta de Zoella, buscaría un trago, y en cuanto a calva se desocupara le preguntaría por sus sobrinas. Estaba ansiosa de conocerlas.

 

 

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[Zoella Triviani]

El grito de Matthew me hizo voltear a ver la puerta de la cocina, muchas veces lo había escuchado decir aquello, y junto a Jeremy nos habíamos encargado de traer más elfos y que nuestra madre no se diera cuenta de la repentina falta de ellos. Aunque el castaño, los estrenaba con una larga sesión de tortura. Sonreí, recordando como unas pocas veces ambos lo hicimos.

 

Sentí unos pasos a mis espaldas, era Susan. Reconocía ya su andar sin siquiera verla. Posó su mentón en mi hombro y habló invitando a la rubia a pasar. Solté un suspiro y asentí - Pasa, eres bienvenida - Sonreí, haciéndome a un lado para que pasara. Susan se alejó de la puerta, supongo que a buscar algo de licor - ¡Tráeme una copa! - Le grité, esperando a que la joven bruja cruzara el umbral de la puerta y cerrar la misma.

 

Al observar a la ojiazul, a mi mente vino nuevamente el rostro de Jeremy, quien seguro estaría en quien sabe donde. Aunque me hacia una idea, pero era su vida a fin de cuentas. Pensé en Dennis, queriendo saber su reacción al enterarse de las dos pequeñas que había tenido hace mucho.

 

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[Jeremy Triviani]

El vampiro se apareció en las afueras del Castillo. Traía sobre sus hombros el cadáver de una mujer oriental. El tentempié de ese día. No había podido evitar salir de cacería hacia un tranquilo pueblo muggle en las afueras de Londres. Llevaba el pelo rubio y la remera gris lleno de líquido rojo. Las salpicaduras no se notaban en el jeans oscuro, aunque las puntas de sus botas estaban pegajosas de barro y de sangre.

 

Camino lo más campante hasta la entrada del castillo, pero a medida que se acercaba aflojaba el paso para mirar con atención la puerta. Ya que había una chica rubia que le daba la espalda y frente a ella estaba Zoella con su prima Susan. Ambas parecían mirar hacia dentro, sin prestarle mucha atención a la visita.

 

-¡Oye! -Grito el rubio para hacerse oír mientras se decidía y llegaba hasta el marco de la puerta poniéndose a un costado de la… niña rubia.

 

La evaluó en silencio un rato paseando sus ojos por el rostro bonito y descendiendo hasta los pies. Sí, es que Jeremy no era él, si no ponía incomoda a las personas. Así que frunció la ceja, puso cara de molestia y decidió por fin a romper el silencio para hablar con la chica.

 

-No compramos galletas, y tampoco queremos hacernos socios de ningún hogar de niños huérfanos… a menos que sean bebés ilegales que podamos vender en el mercado negro -Concluyó pasando por al lado de la chica esperando que se fuera. ¿Qué hacía ahí? ¿No veía que estaba estorbando parada en medio de la entrada?

 

 

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[Matthew Black Triviani]

El misterioso embarazo de Zoella, y sus juguetes místicos...

 

Dio un suspiro largo al sentir como el liquido bajaba por su garganta... La repentina noticia de su hermana fue algo que lo tomo por sorpresa, pese a los cuidados que se le habían proporcionado desde siempre, la pequeña tuvo una hija. Matthew no quitaba su gélida mirada de la muchacha, algo no estaba del todo bien para él, algo no cuadraba en su mente... Ladeaba el vaso de ginebra una y otra vez hasta que un melódica voz interrumpió sus pensamientos.

 

Claro, si algo sobra en este Castillo es ginebra, importado. sonrió y le entrego la botella, que estaba a su diestra. Candela nos matara, o al menos lo intentara... Luego de descubrir que hurtamos su bodega, quizás se sienta orgullosa de ver que logramos pasar todas sus trampas mortales. (?)

 

Una capa tan negra como la misma noche se arrastraba por las escaleras del Castillo, a cada paso que su portadora daba, esta producía un extraño sonido debido al roce. Parecía que su tía Alyssa se había cansado de esperar en el granero, el cual debían ir a incendiar con ella dentro... Pero seria un problema para resolver luego, ahora quería saber quien era el padre de aquellas bellezas criaturas.

 

¡Jeremy! grito al rubio que estaba entrando. Justo a tiempo para la confesión de Zoella... En cuanto vuelva de por ahí (?), claro... Nos estaba por develar el misterio de su embarazo. comento al rubio. ¿Quien era el padre decías? ah no, no nos haz dicho. su rostro se torno de una forma irónica, rozando la locura.

 

 

 

 

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